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La globalización sigue perdiendo fuerza

La globalización sigue perdiendo fuerza

Como veníamos advirtiendo desde inicios del año pasado  (ver Lampadia: La globalización va a paso lento) la globalización, que había sido la principal impulsora de bienestar mundial desde los años 90, había estado perdiendo fuerza vigorosamente en la última década no solo por la última crisis financiera – y más recientemente por el conflicto comercial y tecnológico entre China y EEUU – sino porque también buena parte de la élite intelectual de occidente se encontraba acosándola con mitos y medias verdades acerca de sus supuestos perjuicios en torno a la desigualdad en los países (ver Lampadia: Trampa ideológica, política y académica).

Esta crítica situación de la globalización ha empeorado en los últimos meses por la crisis del covid-19, la cual ha impuesto el cierre de fronteras, ha limitado la actividad económica – y con ella el comercio – y ha infundido una mayor animadversión hacia la inversión y población extranjera. Si bien no se ha tendido aún a la autarquía en la producción de alimentos entre los países, su implementación se encuentra prevaleciente en la discusión pública. Como hemos advertido en Lampadia: La cadena global de alimentos en tiempos de pandemia, de concretarse esta medida podría incitar a un colapso en la cadena global de suministros de alimentos, así como una mayor escasez, justamente en una situación en la cual se debe generar más mercado  para abastecer a las familias más necesitadas por la crisis.

Un reciente artículo publicado por The Economist que compartimos líneas abajo aterriza todos estos golpes que viene sufriendo la globalización con cifras claras en los bloques más representativos de la economía mundial y atisba lo que podría seguir observándose en los próximos meses.

El delicado contexto de contracción comercial y financiera mundial, como el descrito por The Economist, debería llevarnos a retomar y acelerar nuestras grandes inversiones mineras y de infraestructura en cartera no solo para paliar el impacto negativo que experimentarán los términos de intercambio sino también para dar el mensaje claro a un mundo desglobalizado de que el Perú seguirá siendo un país abierto a los flujos de capital y que respetará los contratos celebrados con sus contrapartes extranjeras. Lampadia

Globalización desenrollada
¿El Covid-19 mató a la globalización?

El flujo de personas, comercio y capital se ralentizará

The Economist
14 de mayo, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

Incluso antes de la pandemia, la globalización estaba en problemas. El sistema abierto de comercio que había dominado la economía mundial durante décadas había sido dañado por el colapso financiero y la guerra comercial chino-estadounidense. Ahora se está recuperando de su tercer golpe al cuerpo en una docena de años, ya que los cierres han sellado las fronteras e interrumpido el comercio. El número de pasajeros en Heathrow ha disminuido en un 97% interanual; las exportaciones de automóviles mexicanos cayeron un 90% en abril; el 21% de los viajes transpacíficos de contenedores en mayo han sido cancelados. A medida que se reabran las economías, la actividad se recuperará, pero no espere un regreso rápido a un mundo sin preocupaciones de movimiento sin restricciones y libre comercio. La pandemia politizará los viajes y la migración y afianzará un sesgo hacia la autosuficiencia. Esta sacudida hacia adentro debilitará la recuperación, dejará a la economía vulnerable y propagará la inestabilidad geopolítica.

El mundo ha tenido varias épocas de integración, pero el sistema comercial que surgió en la década de 1990 fue más lejos que nunca. China se convirtió en la fábrica mundial y las fronteras se abrieron a personas, bienes, capital e información. Después del colapso de Lehman Brothers en 2008, la mayoría de los bancos y algunas empresas multinacionales se retiraron. El comercio y la inversión extranjera se estancaron en relación con el PBI, un proceso que este periódico más tarde llamó lenta globalización. Luego vinieron las guerras comerciales del presidente Donald Trump, que mezclaron las preocupaciones sobre los trabajos manuales y el capitalismo autocrático de China con una agenda más amplia de chovinismo y desprecio por las alianzas. En el momento en que el virus comenzó a extenderse por primera vez en Wuhan el año pasado, la tasa arancelaria de EEUU sobre las importaciones volvió a su nivel más alto desde 1993 y tanto EEUU como China habían comenzado a desacoplar sus industrias tecnológicas.

Desde enero, una nueva ola de perturbaciones se ha extendido hacia el oeste desde Asia. Los cierres de fábricas, tiendas y oficinas han provocado una caída de la demanda y han impedido que los proveedores lleguen a los clientes. El daño no es universal. La comida todavía está llegando, Apple insiste en que todavía puede fabricar iPhones y las exportaciones de China se han mantenido hasta ahora, impulsadas por las ventas de equipos médicos. Pero el efecto general es salvaje. El comercio mundial de bienes puede reducirse en un 10-30% este año. En los primeros diez días de mayo, las exportaciones de Corea del Sur, una potencia comercial, cayeron un 46% interanual, probablemente la peor disminución desde que comenzaron los registros en 1967.

La anarquía subyacente de la gobernanza global está siendo expuesta. Francia y Gran Bretaña se han peleado por las reglas de cuarentena, China está amenazando a Australia con aranceles punitivos por exigir una investigación sobre los orígenes del virus y la Casa Blanca sigue en pie de guerra sobre el comercio. A pesar de algunos casos de cooperación durante la pandemia, como los préstamos de la Reserva Federal a otros bancos centrales, EEUU se ha mostrado reacio a actuar como el líder mundial. El caos y la división en el hogar han dañado su prestigio. El secreto y el acoso de China han confirmado que no está dispuesto, y que no es apto, a tomar el manto. En todo el mundo, la opinión pública se está alejando de la globalización. Las personas se han visto perturbadas al descubrir que su salud depende de una pelea para importar equipos de protección y de los trabajadores migrantes que trabajan en residencias y cosechan cultivos.

Esto es solo el comienzo. Aunque el flujo de información es en gran medida libre fuera de China, el movimiento de personas, bienes y capital no lo es. Considere a las personas primero. La administración Trump propone reducir aún más la inmigración, argumentando que los empleos deberían ir a los estadounidenses. Es probable que otros países sigan. Los viajes están restringidos, lo que limita el alcance para encontrar trabajo, inspeccionar plantas y hacer pedidos. Alrededor del 90% de las personas viven en países con fronteras en gran medida cerradas. Muchos gobiernos se abrirán solo a países con protocolos de salud similares: una de esas “burbujas de viaje” incluye Australia y Nueva Zelanda y, tal vez, Taiwán y Singapur. La industria está señalando que la interrupción para viajar será duradera. Airbus ha reducido la producción en un tercio y Emirates, un símbolo de la globalización, espera que no se recupere hasta 2022.

El comercio sufrirá a medida que los países abandonen la idea de que las empresas y los bienes reciben el mismo trato, independientemente de su procedencia. Los gobiernos y los bancos centrales piden a los contribuyentes que suscriban a las empresas nacionales a través de sus paquetes de estímulo, creando un incentivo enorme y continuo para favorecerlos. Y el impulso para llevar las cadenas de suministro a casa en nombre de la resiliencia se está acelerando. El 12 de mayo, Narendra Modi, primer ministro de la India, le dijo a la nación que había comenzado una nueva era de autosuficiencia económica. El estímulo japonés covid-19 incluye subsidios para empresas que repatrían fábricas; los funcionarios de la Unión Europea hablan de “autonomía estratégica” y están creando un fondo para comprar participaciones en empresas. EEUU insta a Intel a construir plantas en casa. El comercio digital está prosperando pero su escala sigue siendo modesta. Las ventas al exterior de Amazon, Apple, Facebook y Microsoft equivalen a solo el 1.3% de las exportaciones mundiales.

El flujo de capital también está sufriendo, a medida que se hunde la inversión a largo plazo. La inversión china de capital de riesgo en EEUU cayó a US$ 400 millones en el primer trimestre de este año, un 60% por debajo de su nivel hace dos años. Las empresas multinacionales pueden reducir su inversión transfronteriza en un tercio este año. EEUU acaba de instruir a su principal fondo de pensiones federal para que deje de comprar acciones chinas, y en lo que va del año, los países que representan el 59% del PBI mundial han endurecido sus normas sobre inversión extranjera. A medida que los gobiernos intentan pagar sus nuevas deudas gravando a empresas e inversores, algunos países pueden verse tentados a restringir aún más el flujo de capital a través de las fronteras.

Está solo allá afuera

No se deje engañar porque un sistema de comercio con una red inestable de controles nacionales será más humano o más seguro. A los países más pobres les resultará más difícil ponerse al día y, en el mundo rico, la vida será más cara y menos libre. La forma de hacer que las cadenas de suministro sean más resistentes no es domesticarlas, lo que concentra el riesgo y pierde las economías de escala, sino diversificarlas. Además, un mundo fracturado dificultará la resolución de problemas globales, incluida la búsqueda de una vacuna y la recuperación económica.

Trágicamente, esta lógica ya no está de moda. Esos tres golpes al cuerpo han herido tanto al sistema abierto de comercio que se están descuidando los poderosos argumentos a su favor. Despídase de la mayor era de la globalización y preocúpese por lo que va a ocupar su lugar. Lampadia




El Perú sigue perdiendo atractivo en inversiones mineras

El Perú sigue perdiendo atractivo en inversiones mineras

El Perú ha caído 10 puestos en el Índice de Atracción de Inversiones, según la Encuesta del Fraser Institute entre Compañías Mineras (Survey of Mining Companies 2015). Este informe presenta los resultados de la encuesta anual de empresas mineras y de exploración, que evalúa las políticas públicas, la incertidumbre regulatoria y otros factores que afectan la inversión en exploración e inversiones mineras.

La encuesta se distribuyó a más de 3,800 personas entre el 15 de septiembre y el 27 de noviembre de 2015. Las preguntas estuvieron mayormente relacionadas a la incertidumbre en relación con la administración, interpretación y aplicación de las regulaciones existentes. Las respuestas fueron utilizadas para clasificar provincias, estados y países en función de la medida en que los factores de política pública alientan o desalientan la inversión. Estos resultados se dividen en dos principales indicadores: el Índice de Atracción de Inversiones y el Índice de Percepción de la Política.

El Índice de Atracción de Inversiones tomó en consideración tanto la percepción minera como la política. Se construye combinando el índice de Mejores Prácticas del Potencial Minero, que clasifica las regiones sobre la base de su atractivo geológico, y el Índice de Percepción de la Política, un índice compuesto que mide los efectos de la política de los gobiernos sobre las actitudes hacia la inversión en exploración.

Según este informe, el Perú bajó 10 posiciones en el Índice de Atracción de Inversiones (del puesto 26 al 36). Esto se debe principalmente a los innumerables conflictos anti-mineros que el Estado ha sido incapaz de poner en su real contexto. Como hemos informado en diversas ocasiones, en el Perú se ha desarrollado una campaña para llevarnos a rechazar el desarrollo de este sector. A esta han contribuido una serie de ONGs, algunos académicos y muchos políticos, incluyendo a representantes del gobierno de Ollanta Humala. A diferencia de lo que sucede en Canadá y Australia, seguimos hablado de primarización de la economía, de exportación de “piedras sin procesar” y de que la inversión minera no tiene futuro por las condiciones de los precios de los commodities, que siguen siendo relativamente adecuados, y por la desaceleración de China. (Ver amplia información sobre la realidad de la conflictividad minera en el Perú, en nuestra biblioteca virtual: Recursos Naturales y Desarrollo).

No se quiere entender que, innecesariamente, estamos tirando por la borda una riqueza que ha producido muchos beneficios económicos y sociales y que, aún hoy, con las condiciones de los mercados internacionales, puede crear mucha riqueza adicional para muchos peruanos, entre ellos al propio Estado. Esta riqueza es esencial para generar los recursos que nos permitan superar nuestras brechas sociales y económicas y, sobre todo, para que ante la revolución tecnológica en ciernes, podamos nivelarnos, lo más pronto posible, con los países más desarrollados.

Regresando al índice, es importante notar que a nivel regional, sin embargo, nuestro país todavía ocupa el segundo puesto, sólo detrás de Chile. Nos siguen México (posición número 37), Colombia (55), Brasil (56), Nicaragua (65), Salta en Argentina (71), Panamá (74), San Juan en Argentina (75), República Dominicana (81), Uruguay (99), Honduras (107) y Venezuela (108).

Para analizar la situación del Perú en perspectiva, hemos comparado sus resultados de los sub-indicadores con los de Noruega y Chile. Noruega, un país que ha sabido crear riqueza desde su sector extractivo, es uno de los líderes mundiales y Chile, a pesar de Bachelet II, sigue siendo el líder de la región. Como podemos observar en el gráfico siguiente, todavía tenemos mucho camino que recorrer para mejorar:

El segundo indicador es el Índice de Percepción Política, en el que el Fraser Institute afirma que las  decisiones para la inversión a menudo no se basan solo en el potencial minero puro de una jurisdicción. De hecho, los encuestados indican consistentemente que aproximadamente el 40% de su decisión de inversión está determinado por factores de política.

En este ranking, el primer puesto fue de Australia Occidental. El Perú, por su lado, obtuvo el tercer puesto de la región. Mejoró 3 lugares con respecto al año pasado, avanzando del puesto 58 al 55 de 109 países, con un puntaje total de 66.8.

En este indicador, nuevamente, Chile obtuvo el primer puesto en la región, con un score de 83.5, lo cual lo coloca en el puesto 26 a nivel internacional. En segundo lugar se encuentra México, en el puesto 47. Después de nosotros está Uruguay (56), República Dominicana (57), Panamá (68), Brasil (69), Colombia (70), Nicaragua (71), Argentina (85), Ecuador (86), Bolivia (95) y Venezuela (109).

En general, según el informe. La media de la atracción de inversión de América Latina y el Caribe se redujo ligeramente este año, sin embargo, Chile, Perú y México se mantienen liderando el puntaje de la región.

En las observaciones finales, es interesante remarcar los comentarios que algunos de los encuestados hicieron sobre el Perú. Un miembro de la directiva de una empresa de exploración minera que fue encuestado (que se mantiene anónimo en la encuesta), afirmó que: “La nueva declaración de 2012 afirma que todas las empresas de exploración están obligadas a dar un trato especial a las poblaciones indígenas antes de empezar con sus actividades, lo que resulta en un mayor alargamiento del tiempo requerido para la permisología.”

Por otro lado, Chile tiene un proceso más eficiente para permitir programas de exploración estilo ‘Brownfield’, afirmó el presidente de una compañía minera. Además: “Es fácil asegurar los derechos de explotación minera en el país”.

Esto muestra lo que nos hace falta en el Perú: destrabar nuestro crecimiento mediante la reducción de permisos y trámites que solo desalientan el sistema y reducen nuestro atractivo a la inversión. Para esto se debe facilitar el impulso de grandes proyectos, atrayendo a los inversionistas para desarrollar su potencial. Se tienen que eliminar o acortar el número de normas y permisos que enfrenta la actividad minera y los proyectos de infraestructuras.

Por ejemplo en minería se requiere superar los siguientes trámites: En exploración (6), explotación (84), ambiente (47), agua (10), tributos (9), cierre de minas (13) más regulaciones generales llegando a un total de 241 normas que hoy regulan la minería en 130 instancias distintas.

Para retomar la senda del crecimiento y el ciclo virtuoso del Perú, urge seguir promoviendo un alto nivel de inversión, sobretodo en el sector minero. Esta es nuestra fuente principal de crecimiento de la economía, el empleo y de encadenamiento con los demás sectores. Hoy, sin embargo, estamos atrapados entre la tramitología y el caos político. Ver en Lampadia: El Perú sucumbe a la ‘urdimbre regulatoria’.

Lampadia




Sobre cómo superar la conflictividad anti-minera

Sobre cómo superar la conflictividad anti-minera

Según hemos ofrecido con la creación de nuestra biblioteca virtual: Recursos Naturales y Desarrollo, con la colaboración del Centro Wiñaq, venimos presentando diversos artículos y ensayos para transparentar la grave situación de parálisis de las inversiones mineras y otras, a la que nos ha llevado la práctica anti-minera.

Esta campaña no solo se nutre de recursos financieros externos, también es parte de una praxis global que en el Perú ha asentado sus espacios sin que haya sido contrastada por el gobierno, ni por los gremios empresariales o las propias empresas. Sin lugar a dudas, su prédica ya se instaló en el subconsciente popular y en la gran mayoría de medios de comunicación y periodistas.

Filipinas: Indígenas buscando el cierre de la mina Lepanto

http://www.yestolifenotomining.org/ips-seeking-lepanto-mine-closure/

Con la siguiente contribución de Sebastiao Mendonça Ferreira para Lampadia, iniciamos una serie de seis escritos que presentarán propuestas para combatir la conflictividad anti-minera con un enfoque estratégico y sistemático.

Propuestas para reducir la conflictividad anti-minera (1 de 6)

Sebastiao Mendonça Ferreira

Centro Wiñaq

 

La Minería tiene un Gran Futuro.

La demanda global de los metales en 2050 va ser cinco veces la demanda actual.
Para algunos metales como el oro, cobre, plata, zinc y plomo la demanda va ser aún mayor (Halada, Shimada, & Ijima, 2008).[1] La aceleración de las tecnologías digitales no va frenar esa demanda, sino aumentarla.[2] El peso del Perú en la oferta global es significativa en varios metales (ver figura más abajo). Ello significa que, si queremos, en el Perú la actividad minera podrá crecer en una proporción similar a la demanda global de esos metales, y podemos ser parte activa en la economía global del futuro.

La idea de que la minería es una actividad pasajera no tiene sustento. Con los avances tecnológicos las reservas minerales pueden ser aprovechadas por siglos. La industrialización de China, de India, y después de África va expandir la demanda de metales. En los próximos 35 años el Perú tendrá una ventana de oportunidad segura para hacer de la minería una palanca de su desarrollo. Si somos suficientemente hábiles, podemos hacer que los recursos poli-metálicos del Perú sirvan para dinamizar las economías regionales, construir infraestructuras, educar a la población y diversificar la economía nacional.

Sin embargo, los actuales niveles de conflictividad minera son suficientes para bloquear varias décadas del desarrollo minero, como ya sucedió con el gas de Camisea en los años 80 y ahora está sucediendo con Conga, Tía María, y varios otros (12) proyectos bloqueados. Usando el ambientalismo como discurso, los anti-mineros han desarrollado, con la ideología del pos-extractivismo, una militancia anti-sistema (anti-empresa y anti-economía de mercado) que está logrando alejar al Perú del radar de los inversionistas mineros modernos, dejando el país en manos de los informales que sí destruyen el ambiente, causan terribles problemas sociales (abuso de menores, corrupción de mujeres, alcoholismo y degradación general), y corrompen la institucionalidad nacional dejando a las poblaciones locales en un fosilizado estado de pobreza rural.[3]

Actores y Dinámicas de la Conflictividad

La viabilidad de los proyectos extractivos, hoy afectada por la conflictividad, depende de cuatro actores centrales: (a) las empresas mineras, (b) las poblaciones de las zonas mineras (c) la institucionalidad pública, y (d) los grupos anti-mineros. Es el accionar de cada uno de esos actores, y de la efectividad de las mismas,  lo que determina esta viabilidad, es decir, estos cuatro actores definen si hay o no hay condiciones para que la minería y otros sectores florezcan en Perú. Hay además, otros dos actores que juegan un papel importante, especialmente a escala nacional: los gremios empresariales y los medios de comunicación. Estos actores son relevantes por su capacidad para influir sobre la opinión e institucionalidad públicas, las empresas mineras y las comunidades del entorno.

El actual ambiente de conflictividad evidencia que los grupos anti-mineros están logrando que sus intereses privados predominen sobre los intereses de los otros actores: las sociedades locales/regionales están estancadas y polarizadas, los proyectos mineros están paralizados y la institucionalidad pública se encuentra descalificada e inoperativa, en varias regiones. Los únicos que ganan en ese escenario son los grupos anti-mineros, quienes se presentan como activistas comprometidos con el ambiente y defensores de las comunidades, y obtienen acceso a fondos de la cooperación internacional, presencia en medios y son elegidos a cargos públicos: alcaldes, gobernadores, congresistas, etc.  

¿Cómo funciona la conflictividad?

De manera simplificada, los grupos anti-mineros actúan en tres líneas de acción:[4]

  1. Generar hostilidad hacia la minería en las poblaciones de la zona, especialmente en las comunidades rurales, para hacer del conflicto social el núcleo de su estrategia de acumulación política y financiera.
  2. Descalificar, fragmentar o usar la institucionalidad pública a su favor para crear espacios de impunidad, y
  3. Utilizar a los medios de comunicación para promover su agenda conflictiva, difundir su narrativa anti-minera y deslegitimar a las empresas mineras y las instituciones públicas.

Estas tres líneas de acción buscan desencadenar una secuencia de conflictos sociales que escalen e impacten en la opinión pública nacional, para así generar costos políticos a los gobernantes, y llevarlos a claudicar en su apoyo a un proyecto extractivo.

La estrategia conflictiva de los anti-mineros ha demostrado ser efectiva para paralizar varios proyectos mineros e hidroenergéticos en el Perú y en muchos otros países. Sin embargo, ellos tienen una deficiencia fundamental. Los anti-mineros solo ofrecen a las poblaciones locales la continuidad de la pobreza. Ellos son incapaces de rescatar las aspiraciones de progreso de la población y de ofrecerles posibilidades reales en ese campo. Cuando hablan del futuro, lo que proponen son retoques del pasado de pobreza, de un pasado que las poblaciones de las regiones mineras aspiran superar. Tanto sus propuestas como su accionar político evidencian un fracaso patente en ese campo.

La Ventaja Estratégica de la Minería

Las corrientes pro-desarrollo tienen, en relación a ese punto, una importante ventaja estratégica sobre los anti-mineros: Las poblaciones de las zonas mineras aspiran el progreso y con la minería el progreso es posible.

La minería, con un enfoque de sostenibilidad y valor compartido, ofrece oportunidades reales de progreso a las poblaciones y empresas locales. La minería dinamiza las economías regionales de múltiples maneras: genera empleo, genera empresas, mejora las infraestructuras, contrata servicios, compra productos, atrae otras inversiones, implementa proyectos de desarrollo y además financia los gobiernos locales y regionales con el canon. Esto ya sucede en varias regiones del Perú, con impactos positivos, y con algunos ajustes, puede aumentar notablemente. [5]

Sin embargo, en estos momentos hay que revertir una situación negativa para la minería: La conflictividad anti-minera ya está instalada. En muchos sitios ella está en estado latente y en otros está activa. Los grupos anti-mineros tienen estructuras partidarias nacionales, y han logrado considerable influencia en la opinión pública, en los medios de comunicación, en universidades, en organizaciones políticas y en las instituciones del Estado. La imagen de la minería está asociada a la degradación ambiental, y los pasivos mineros la refuerzan todos los días. Los anti-mineros ya tienen desarrollada una narrativa convincente, y existen miles de aventureros que ven en el conflicto minero una oportunidad de beneficio económico y ascenso social o político. Además, los enfoques predominantes en el sector minero sobre-simplifican las causas de la conflictividad social, y usan métodos que a la larga hacen todo más difícil.

En una situación de este tipo, no hay soluciones mágicas como andan pregonando algunos candidatos: propiedad del sub-suelo, mayor reparto de utilidades, reparto de acciones, canon comunal, etc. Es más, las empresas mineras no deben, ni pueden sustituir el Estado, y separadas de otros actores, no son suficientes para resolver el problema de la conflictividad. La conflictividad que hoy afecta a la minería se ha engarzado en profundas raíces sociales, políticas, económicas e institucionales, y su reducción va a requerir abordar esas dimensiones en forma conjunta y por largo tiempo.

Activista Sami durante protestas anti-mineras en Estocolmo

El Camino a Seguir en los próximos meses.

Estamos en pleno proceso electoral. El 28 de julio de este año vamos a tener un nuevo gobierno. Aquí tenemos una oportunidad y un riesgo juntos.

Sería muy negativo si ese nuevo gobierno comenzara a experimentar con políticas equivocadas, como sucedió el 2011. Perderíamos otros 5 ó 10 años más con interminables conflictos, y con el crecimiento afectado por la parálisis de proyectos mineros (ambiental, social y técnicamente viables). Si a la caída del precio de los metales sumamos el costo de la conflictividad, muchas empresas, que podrían invertir en Perú, se mueven hacia otros países. Esta tendencia ya la estamos viviendo en estos momentos y no debería seguir así.

1. Sería bueno que el próximo gobierno, en vez de operar como aprendices de hechicero, pueda contar con una serie de orientaciones sobre qué hacer y qué no hacer para reactivar el sector y abrir una perspectiva de sostenibilidad para las próximas décadas. Y que esas orientaciones rescaten lo que el sector ya ha aprendido sobre como reducir la conflictividad. El gremio del sector tiene unos pocos meses para preparar una propuesta de ese tipo.

2. Sería bueno si se incrementara cualitativamente el impacto del canon en el desarrollo y mejoramiento de la calidad de vida las regiones y que las poblaciones locales estén conscientes de que la minería es la fuente de esa riqueza que está siendo distribuida vía los gobiernos locales, regionales y universidades, y que entiendan que defendiendo a la minería de las acciones de los anti-mineros es que ellos pueden proteger la continuidad del flujo de ese recurso para su desarrollo.

3. Sería bueno si las empresas mineras tuvieran un claro diagnóstico de las potencialidades y cadenas de valor en sus zonas y a nivel nacional, y adecuaran sus modelos de negocio para maximizar su rol dinamizador en las economías regionales, aumentando las sinergias con los otros sectores económicos, especialmente con los servicios y la agricultura, haciendo realidad el concepto de desarrollo compartido, y que ese rol dinamizador de la minería estuviera socializado y reconocido por las poblaciones locales. Para ellos, hay que invertir y visibilizar el proceso de construcción de capacidades locales pró-desarrollo.

4. Sería bueno si se hiciera visible un plan nacional de recuperación de pasivos ambientales para que las poblaciones locales puedan tener la tranquilidad de que la minería moderna no crea nuevos pasivos ambientales y es dramáticamente diferente a la minería ilegal e informal, y que no sea presa de las campañas de rumores promovidas por las organizaciones anti-mineras. Del mismo modo, que las poblaciones de zonas que sufren la consecuencia de la antigua minería pueda ver sus antiguos pasivos mineros recuperados y liberarse de la narrativa anti-minera que hoy confunde y estresa a amplios sectores de esas poblaciones.

5. Sería bueno si las empresas mineras contribuyeran para la identificación de las restricciones críticas de los recursos naturales en cada zona en que operan y para la elaboración de propuestas de expansión de los activos ambientales de las zonas. La construcción de esos activos ambientales debería ser uno de los usos prioritarios del canon o realizarse vía obras por impuestos.

6. Sería bueno que el gremio minero impulse estudios académicos que evidencien la falacia de algunas afirmaciones “técnicas” de los anti-mineros, y que permitan al periodismo, a los profesionales y estudiantes de las regiones mineras desarmar la narrativa anti-minera y neutralizar las campañas de rumores con que atizan la conflictividad.

7. Seria bueno si las empresas mineras generaran espacios de inter-aprendizaje sobre los temas de la conflictividad para superar una importante desventaja cognitiva en relación a los grupos anti-mineros, quienes tienen una diversidad de métodos de aprendizaje compartido sobre como paralizar los proyectos mineros. Lampadia

 
 


 

[1] Halada, K., Shimada, S., & Ijima, K. (2008). Forecasting the consumption of metals up to 2050. Materials Transactions, 49(3), 402-410 (The Japan Institute of Metals)

[2] Las estimaciones de Halada et al corresponden a un crecimiento anual de 5% de la demanda global de metales. Podrían haber variaciones en esa demanda por un menor crecimiento de los países emergentes. Sin embargo, si no ocurre ninguna tragedia económica global, no hay razones para creer que la demanda de algunos metales como oro, plata, y cobre, donde el Perú es fuerte, no creciera al menos 400% en el 2050 respecto a la demanda del 2007.

[3] De acuerdo con Davis y Franks (2014) los costos que genera la conflictividad social para las empresa mineras es suficiente para que se muden a otros países donde la conflictividad es menor (Costs of Company-Community Conflict in the Extractive Sector, CRS Initiative, Harvard Kennedy School).

[4] El accionar de los anti-mineros incluye el desarrollo de una concepción contraria al progreso económico (alternativas al desarrollo), la elaboración de una narrativa hostil a la minería y la construcción de organizaciones sociales y políticas que la difunda. 

[5] El Banco Interamericano ha realizado un estudio en que muestra los beneficios de la minería: 

https://publications.iadb.org/bitstream/handle/11319/6487/Global%20boom%20Local%20impacts%20Peru_ZRL_definitivo.pdf

 

 




Gobierno planea expropiación de la minería

Gobierno planea expropiación de la minería

Editorial de Lampadia

El gobierno quiere terminar su faena anti-minera con una suerte de expropiación de parte de las acciones de las empresas mineras que operan en el Perú.

Así se desprende de la increíble carta de la Ministro de Energía y Minas, dirigida a los CEO de las empresas que operan en el Perú (15 cabezas de los grupos mineros en el exterior y tres en el país). La invitación se ha hecho con un mes de anticipación, para un taller en el que se elaboraría “una propuesta de política sobre la minería”. 

Según declaraciones que ha venido haciendo la Ministro en varios medios y que presenta el día de hoy Gestión: “La idea de convertir a las comunidades en socias de las empresas no es nueva. Hace dos semanas, la propia titular del MEM, Rosa María Ortiz, se suscribía al proyecto. (Gestión.pe 31.07.2015). ‘Este tipo de iniciativas se da en otros países y funciona’, apuntó aquella vez”.

Esta maniobra no contempla la compleja realidad de las inversiones mineras y sus estructuras accionarias en las que se destaca la presencia de inversionistas institucionales, sobre los cuales no pueden decidir ni los propios CEO de las empresas.

Más allá de las apariencias de esta iniciativa, debemos entender que detrás de ella habría una maniobra política muy sofisticada en la que el gobierno, recurriendo al más tradicional populismo latinoamericano, se prepararía para enfrentar a los ‘ricos mineros’ con las ‘pobres comunidades’. Así pretendería seguramente mejorar su capacidad política con miras a las próximas elecciones generales, dando un golpe de gracia al sector minero formal.

Como hemos explicado muchas veces, ‘el camino al… está empedrado con buenas intenciones’. Además no se debe hacer política con el dinero o propiedad ajena. El taller aludido en la invitación es una suerte de emboscada, que podría ser el inicio de una serie de maniobras políticas del gobierno; dirigidas, no a gobernar, sino a fortalecer el partido Nacionalista para las elecciones.

Más abajo reproducimos una copia de la carta que llegó a los jerarcas de la minería global sin conocimiento de sus representantes en el Perú y, menos aún, del gremio que agrupa a las empresas concernidas. En una segunda comunicación (que no adjuntamos), la ministra informa a los mineros la confirmación de la asistencia del Presidente de la República a la reunión planteada y abre la posibilidad de que las empresas puedan llevar tres representantes.