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Tenemos que reformar nuestro sistema educativo

Tenemos que reformar nuestro sistema educativo

En tan solo cinco décadas, Singapur pasó de ser una de las naciones más pobres y subdesarrolladas del planeta a una próspera, industrializada y moderna. Hoy Singapur tiene:

  • El mayor PBI per cápita
  • La mejor educación
  • Un Estado meritocrático
  • Los mejores funcionarios públicos, altamente remunerados
  • Los más altos índices de seguridad interna
  • Una cultura pro-desarrollo

Su exitoso modelo educativo es admirado en todo el mundo. En 2017, obtuvieron el primer puesto en el ranking mundial de escuelas, con los resultados basados ​​en matemáticas y ciencia. Sus estudiantes brillan en los primeros puestos de las pruebas internacionales de educación más exigentes, como las PISA, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

En el siguiente artículo de The Economist se plantean 3 enseñanzas que podemos rescatar y utilizar en nuestro país para aprender del modelo de Singapur:

  1. Singapur trata de ver el sistema como un todo. Invierte fuertemente en la investigación educativa. Todas las reformas se prueban y los resultados se monitorean diligentemente antes de implementarse.
  2. Hace hincapié en un plan de estudios más restringido, pero más profundo, y busca garantizar que toda la clase progrese a través del plan de estudios.
  3. Se enfoca en desarrollar excelentes profesores. Para ellos es mejor tener grandes clases impartidas por profesores excelentes que más pequeñas dictadas por mediocres. Los profesores también están sujetos a rigurosas evaluaciones de desempeño anuales.

Con estas tres enseñanzas, que son fácilmente aplicables al Perú, queremos difundir su impacto positivo en los alumnos singapurenses. Lamentablemente muchos países son reacios a aprender la lección de Singapur. Según The Economist, “una razón es que Singapur favorece la pedagogía tradicional, con los profesores liderando la clase. Eso contrasta con la preferencia de muchos reformadores educativos por una enseñanza más flexible y más ‘progresiva’, con la intención de alentar a los niños a aprender por sí mismos”.

En Lampadia venimos insistiendo para que nuestra sociedad entienda que en educación necesitamos emprender una verdadera revolución. No podemos seguir teniendo una educación para el siglo XX, basada en currículos obsoletos (a pesar de ser de muy reciente diseño), centrada en el rol educador del maestro y no en el importante rol de facilitador. Tenemos que enseñar por proyectos que interrelacionen los conocimientos y reforzar el entrenamiento en capacidades blandas.

Insistimos en la necesidad de desarrollar un Pacto Social por la Educación’.

No es aceptable que los peruanos no tengamos claridad sobre lo que se necesita y que sigamos convalidando el error. ¡Revolución Educativa Ahora! Lampadia

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Lo que otros países pueden aprender de los colegios de Singapur

Los rigurosos métodos de enseñanza y excelentes profesores mantienen al estado-isla como el mejor sistema educativo

The Economist
30 de agosto, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Cuando la isla de Singapur se convirtió en un país independiente en 1965, tenía pocos amigos y aún menos recursos naturales. Entonces, ¿cómo se convirtió en uno de los mejores centros de comercio y financieros del mundo? La estrategia, explicó Lee Kuan Yew, su primer primer ministro, fue “desarrollar el único recurso natural disponible en Singapur: su gente”.

Hoy, el sistema educativo de Singapur se considera el mejor del mundo.

  • El país ocupa constantemente el primer puesto en el Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA) de la OCDE, una prueba trienal (cada tres años) de jóvenes de 15 años en docenas de países, en las tres categorías principales: matemáticas, lectura y ciencias.
  • Los alumnos singapurenses están aproximadamente tres años por delante de sus pares estadounidenses en matemáticas.
  • Singapur también obtiene los mismos resultados en los exámenes de niños más pequeños, y los graduados de sus mejores colegios se encuentran estudiando en las mejores universidades del mundo.

La isla-estado tiene mucho que enseñarle al mundo. Pero los otros países son alumnos reacios a aprender la lección de Singapur. Una razón es que Singapur favorece la pedagogía tradicional, con los profesores liderando la clase. Eso contrasta con la preferencia de muchos reformadores educativos por una enseñanza más flexible y más “progresiva”, con la intención de alentar a los niños a aprender por sí mismos. Aunque los estudios internacionales sugieren que la instrucción directa es una buena forma de transmitir el conocimiento, los críticos sostienen que Singapur tiene un modelo de “taladrar hasta matar” que convierte las clases en calabozos que enseñan matemáticas de manera poco creativa y miserable. Los padres se preocupan por el estrés que el sistema les pone a sus hijos (y también el estrés a ellos, ya que la mayoría lleva a sus hijos a clases particulares).

Sin embargo, Singapur muestra que la brillantez académica no tiene que venir a expensas de las habilidades personales.

  • En 2015, los estudiantes de Singapur también ocuparon el primer lugar en una nueva clasificación de PISA diseñada para analizar la resolución de problemas en colaboración, obteniendo puntajes incluso mejores que en lectura y ciencias.
  • También informaron que los alumnos estaban contentos, más que los niños en Finlandia, por ejemplo, un país que los educadores consideran como un ejemplo de cómo lograr resultados excepcionales con métodos de enseñanza más acérrimos.
  • No conforme con sus logros, Singapur está introduciendo reformas para mejorar la creatividad y reducir el estrés. Esto no es una señal de fracaso, sino más bien de un enfoque gradual y orientado a la evidencia de la reforma educativa, la primera de tres lecciones que Singapur ofrece al resto del mundo.

Mientras que otros países suelen promulgar reformas fragmentarias y descoordinadas, Singapur trata de ver el sistema como un todo. Invierte fuertemente en la investigación educativa. Todas las reformas se prueban y los resultados se monitorean diligentemente antes de implementarse. Se presta mucha atención a la forma en que deben aplicarse las nuevas ideas y los resultados en los colegios. Los libros de texto, las hojas de trabajo y los ejemplos prácticos son elaborados con cuidado (prácticas que, a menudo, se consideran obsoletas en Occidente) y se utilizan para brindar experiencia en las clases. El resultado es una buena alineación entre las evaluaciones, la responsabilidad y los estilos de enseñanza.

La segunda lección es apoyar el enfoque distintivo de Singapur para la enseñanza, especialmente de las matemáticas, algo que EEUU e Inglaterra ya están haciendo hasta cierto punto. Hace hincapié en un plan de estudios más restringido, pero más profundo, y busca garantizar que toda la clase progrese a través del plan de estudios. A los alumnos con dificultades se les brindan clases adicionales obligatorias para ayudarlos a mantenerse al día; incluso los menos capaces lo hacen comparativamente bien. Un análisis en 2016 en Inglaterra encontró que el enfoque de Singapur impulsó mejoras en los resultados, aunque fue algo diluido en la transición.

La tercera y más importante lección es enfocarse en desarrollar excelentes profesores.

  • Reciben 100 horas de capacitación al año para mantenerse al día con las últimas técnicas.
  • El gobierno también les paga bien.
  • Acepta la necesidad de clases más grandes (el promedio es de 36 alumnos, en comparación con 24 en la OCDE). Mejor, según el razonamiento, tener grandes clases impartidas por profesores excelentes que más pequeñas dictadas por mediocres.
  • Los profesores que desean más prestigio, pero no las cargas burocráticas de dirigir las escuelas pueden convertirse en “profesores de profesores”, con la responsabilidad de capacitar a sus pares.
  • Los mejores profesores reciben publicaciones en el ministerio de educación y grandes bonificaciones: en general, a los profesores se les paga lo mismo que a sus pares en las profesiones del sector privado.
  • Los profesores también están sujetos a rigurosas evaluaciones de desempeño anuales.

Clase perdida

El sistema no es perfecto. Otros países tal vez deseen evitar la división que hace Singapur de los estudiantes de alto y bajo rendimiento en colegios. Los beneficios de hacerlo no están comprobados y contribuyen al estrés sobre los exámenes. El tamaño de Singapur, además, permite un grado inusual de centralización. El director general del ministerio de educación dice que conoce a más del 80% de los directores por su nombre, lo que hace que sea más fácil controlar lo que está sucediendo. En la mayoría de los países, los sindicatos de docentes y los padres de familia son resistentes a las clases grandes, por ejemplo. Es una pena. La educación sería mucho mejor si más países copiaran la tarea de Singapur. Lampadia




Educación privada triplica calidad de la pública

Educación privada triplica calidad de la pública

Como hemos comentado anteriormente, Jaime Saavedra, el Ministro de Educación, se la ha pasado devaluando la educación privada, a la que solo se refiere para criticar su calidad. Nunca destaca que el sector privado invierte más del 3% del PBI en educación escolar y, recientemente, ha emitido un proyecto vergonzoso para reglamentar los centros educativos particulares.

El propio ministro y sus áulicos, como Hugo Ñopo, investigador de Grade, que en el último CADE por la Educación, en vez de hacer una presentación sobre “Los sistemas educativos exitosos a nivel internacional”, tal como le solicitaron los organizadores del evento, se dedicó a repetir los argumentos de Saavedra para validar la gestión pública (se necesita más plata, aumentar a los maestros sin compromisos por la calidad, etc). Además por supuesto, pretendió demostrar con información sesgada, que la educación pública era superior a la privada. Algo que el ministerio ya no ha podido seguir manteniendo. 

Efectivamente, qué vergüenza. El Minedu, en un “loable esfuerzo a favor de la transparencia”, como lo califica Macroconsult (más allá de que las pruebas cuantitativas sean o no la mejor forma de medir la calidad de la educación), acaba de publicar los resultados de las pruebas estandarizadas de lectura y matemática para estudiantes de segundo de media. Información en la que se comprueba que la realidad es todo lo contrario de la prédica oficial: la educación privada supera a la pública muy significativamente: (3 a 1), tanto en lectura como en matemáticas. Esto es especialmente relevante por tratarse del segundo de media, momento en el cual ya se ha agotado la mayor parte del proceso educativo.

Veamos las expresiones de Macroconsult en su Reporte Semanal (15 de setiembre, 2016), sobre la realidad de la calidad educativa:  

“En un loable esfuerzo a favor de la transparencia, el Ministerio de Educación ha dado a conocer la evaluación de la calidad de la educación hecha en 2015 a los alumnos que cursaban el segundo año de secundaria. Los resultados confirman los hallazgos anteriores de la evaluación a niños de segundo año de primaria”. 

“Por tipo de gestor [público o privado], los alumnos de escuelas públicas solo obtienen la nota satisfactoria en 9.7% del total; mientras que, en las privadas, este resultado lo obtiene 29.3% de los alumnos. En matemáticas es aún peor porque solo 9.5% alcanza el nivel satisfactorio; 12.7% logra, parcialmente, los resultados esperados; y 77.8% no tiene los conocimientos para haber alcanzado el segundo año de secundaria. Por tipo de escuela, solo 6.2% de los alumnos de colegios públicos obtiene la calificación satisfactoria, lo que se eleva a 19.2% en los privados”. 

Es pues una lástima que nos hayamos dejado adormecer por Saavedra, pensando que estábamos haciendo lo correcto en educación y, que hayamos permitido que las mentiras se repitan impunemente, una y otra vez.

Por ejemplo, analicemos el artículo (glosado) de Ñopo, que presenta los mismos argumentos que el ministro, en El Comercio (12/9), días después del CADE por la Educación:  

“La innovación no basta en la educación”, por Hugo Ñopo

El investigador Hugo Ñopo dice que ojalá fuera cierto que la educación puede ser revolucionada solo siendo más innovadores

La mejora de la educación requiere de la innovación, pero más del financiamiento, sostiene el investigador Hugo Ñopo. (Foto: El Comercio)

[Nadie dice que “solo siendo más innovadores”. Pero Ñopo, de costadito le baja las llantas a la innovación, algo que no se discute en ningún lugar del mundo (perdón, seguramente se hace en Corea del Norte)].

El entorno cambiante nos ha llevado a creer que la innovación es tan poderosa que puede revolucionar la educación. Ojalá fuera cierto. La verdad es que antes necesitamos resolver algunos problemas fundamentales, como el del financiamiento. 

[Centrarse en el financiamiento es una gran disculpa para no hacer lo que se debe. Vean como en la India, en el Estado de Haryana, se ha hecho una revolución educativa sin mayores recursos. Ver en LampadiaUna revolución educativa sin costos adicionales.]
 
Nuestro país invierte al año US$1,200 por estudiante. México invierte el doble, y Chile y Brasil el triple. En promedio, los países de la OCDE destinan 8 veces más a educación. Desde esta perspectiva, no resulta sorprendente el pobre desempeño de nuestros estudiantes en comparación con los de otros países. (…).

El llamado para aumentar la inversión educativa es claro. Sin embargo, también resulta claro que en el corto plazo multiplicar por dos, tres o doce la inversión en educación no es viable. ¿Qué hacer mientras tanto?

Se cree que la educación privada es una gran promesa y por eso se dio en 1996 el Decreto Legislativo 882 para fomentarla. En casi 20 años, el mercado de la educación ha sido en gran medida desregulado y con calidad heterogénea. Pese al fomento [acoso], la escuela privada ha podido llegar a menos de un tercio de los distritos del país. Y ahí donde ha llegado no ha conseguido mejores resultados que la escuela pública. [La gran farsa].
 
(…) Hay que depositar la confianza en esos 400 mil docentes que día a día ingresan a las aulas, públicas y privadas con nuestros estudiantes. Lo que corresponde, entonces, es trabajar para que esos docentes sean los mejores. 

(…) Por el otro, la profesión está mal remunerada.(…). La revalorización de los docentes es tarea de todos. [¿Sin exigirles que su sindicato renuncie a la ‘lucha de clases’?]

Claro que hay que revalorar la profesión del maestro. Ya hemos explicado que el colapso de los ingresos de los maestros se produjo por la gran inflación de 25 años que originó la dictadura del velascato, que licuó los ingresos de los servidores públicos como los maestros, enfermeras y policías.

Pero para repotenciar y reformar los servicios del Estado, en salud, seguridad y educación, hay que hacer planteamientos integrales, como hemos propuesto para la educación escolar. Ver: Líneas de acción y compromisos para la educación del siglo XXI

En resumen diríamos: no más mentiras, menos politiquería, más libertad, más innovación, más tecnología, mayor capacitación de los maestros, pero todo a cambio de un sólido pacto nacional por la educación del siglo XXI. Lampadia




Sin hábitos de lectura no alcanzaremos el desarrollo

Sin hábitos de lectura no alcanzaremos el desarrollo

Para seguir creciendo, el Perú necesita ser más competitivo. Para ello es imprescindible mejorar la calificación y educación de nuestros profesionales, técnicos y obreros. Como hemos señalado en repetidas oportunidades, la clave está en la educación. Así lo demuestran las historias de superación de Japón, Corea, Singapur y de vecinos como Chile. Incluso nuestro espectacular desempeño en la última década estuvo acompañado de la formación de cuadros gerenciales y técnicos realizada, en gran medida, por universidades e institutos privados.  La importancia de la educación para el crecimiento ha sido reconocida por importantes grupos empresariales peruanos que han apostado por invertir en este campo decididamente.  Hoy la inversión privada en este rubro asciende al 3% del PBI, el mismo monto que destina el Estado. Por tanto el 6% del producto ya se invierte en Educación. Aún así, los retos son inmensos. Uno de ellos es el escaso hábito de lectura de los peruanos. Un indicador crucial para determinar la  capacidad y potencial de nuestra población.

De acuerdo al Consejo Nacional de Educación (CNE) los peruanos leemos menos de un libro por persona anualmente (el promedio es 0.86). Esta cifra está a contra corriente de la alfabetización. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la tasa de analfabetismo descendió de 10.7 en el 2001 a 6.2% en el 2013. Entre los jóvenes de 15 y 24 años el analfabetismo alcanza solo el 3%, cifra baja, evidentemente, sostiene el especialista Osmar González. Uno de nuestros problemas se encuentra, entonces, en el escaso hábito de lectura.

La última encuesta de Ipsos realizada a Jefes del Hogar en el 2012 reveló que solo el 19% de estos lee un libro completo al año en el Perú. Una cifra que habría descendido respecto a años anteriores (24% el 2010, 25% el 2009).

El Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc, organismo dependiente de la UNESCO) efectuó el 2013 “un estudio comparativo de cada país, sobre el comportamiento y los hábitos de lectura”. Los resultados no pudieron ser más desalentadores. La gran conclusión del informe es que “la mitad de habitantes de América Latina reconoce que no lee libros”. El país con el peor desempeño es México, dónde el 73% de su población no lee. Luego viene el Perú con 65%. Es decir solo el 35% de los peruanos consume libros. Esta cifra está refrendada por un estudio de Arellano Marketing, el cuál halló que un 26% de limeños declaraba que “nunca había leído un libro en su vida” y que solo el 1% de ellos evaluaría la posibilidad de comprarlos.

Que lejana esta situación al mejor de la región: Chile que tiene solo un 20% de no lectores de libros, por encima de incluso de Uruguay (34%), Argentina 45% y Brasil (50%). Chile, también tiene el mayor promedio de lectura de libros al año, 5.4. Le siguen Argentina (4.6), Brasil (4.0), México (2.9) y Colombia (2.0).

Una realidad completamente inversa a la de Japón que ocupa el primer lugar en el hábito de  lectura, según la UNESCO. El 91% de su población está acostumbrada a leer. En Europa los primeros son los suecos (80%), les siguen los finlandeses (75%) y los británicos (74%). El promedio europeo es de 70%. España solo llega al 61%.

Mientras que los japoneses leen en todo lado. Lo hacen en los aviones, en las paradas de autobuses, en los parques… es común ver a un ciudadano japonés con un libro en la mano, un e-book o un ordenador portátil (un japonés leerá en un año entre 46 y 47 libros), los peruanos no lo hacen casi nunca. Salvo diarios. De acuerdo al Cerlalc , el 71% de los peruanos leen periódicos. Eso explica porque en nuestro país se imprime el diario de mayor tiraje hispanoamericano: El Trome, con un millón de ejemplares vendidos diariamente.

El 79% de la población que reside en Lima lee diarios al menos una vez por semana, arrojó un  estudio sobre “Hábitos, usos y actitudes hacia la prensa escrita” efectuado por Ipsos en el 2012. Entre las secciones predilectas por los lectores aparecen la primera página, deportes (en el caso de los hombres), espectáculo (sección preferida por el sexo femenino), así como noticias nacionales e internacionales. Asimismo, el estudio revela que el 32% de los encuestados no ha leído un artículo o columna de algún periodista.

Un diagnóstico alarmante y que lamentablemente es estructural. El gran historiador peruano, director de la Biblioteca Nacional y Ministro de Educación, Jorge Basadre, en Producción Bibliográfica del Perú, 1937-1938, advertía de nuestra escasa producción editorial y casi nulo hábito de lectura. No mucho ha mejorado desde entonces, salvo los niveles de escolaridad y alfabetismo. Nuestra inclinación hacia el libro en cambio, ha variado poco.

“Leer es una creación humana. No es natural, sino una práctica social que cambia en cada momento de la historia, en cada comunidad y en cada contexto, aunque la palabra sea la misma. No es lo mismo lo que hacemos ahora que lo que hacíamos hace cincuenta años o lo que haremos dentro de otros cincuenta”, explica Daniel Cassany, profesor e investigador de Análisis del Discurso de la Universidad Pompeu Fabra y autor de En_línea. Leer y escribir en la red (Anagrama)”, señala El País.

Sí es así, entonces ¿qué debemos hacer para que la lectura se convierta en una práctica social en el Perú?

Primero habría que indicar que la lectura no es un hábito suficientemente reconocido en el país. De alguna manera, el ser estudioso, el ser un lector ávido no es bien valorado. Al contrario hasta se llega a estigmatizar y se hacen burlas de quién lee. Como señala, Álvaro Lasso, director de la editorial Estruendomudo: “En los colegios te hacen ver que la lectura es una cuestión negativa: está esa famosa frase de ‘ándate a leer a la biblioteca de castigo’”. Esta situación debe cambiar dramáticamente. No es casual que los países más lectores sean aquellos en los que el ser estudioso sea sumamente valorado. Mientras no se arregle esta situación será difícil mejorar nuestros índices de lectura.

Es vital que las personas entiendan que la lectura los llevará al éxito y al reconocimiento.

El otro tema tiene que ver con el acceso. Como todo hábito, uno lo desarrolla con más facilidad en la niñez. Si los niños se divierten con la lectura, será difícil que luego se aparten de ella. El papel de las escuelas es crucial, pero también el de los padres, los diarios y la Cámara del Libro. No solo entregando material, sino preparando ediciones en la que los niños encuentren lo que les interesa. Luego poco a poco se debe ir complejizando la lectura. El Plan Lector elaborado por el Ministerio de Educación es una buena iniciativa que debe ser continuada.  

Actualmente, países como México y Brasil han empezado a desarrollar campañas enormes para mejorar sus índices de lectura. Igualmente España, que padece una serie crisis en su industria editorial, reclama una mayor intervención estatal para que ayude a mejorar los hábitos lectores. Allí, El País ha señalado, recientemente, que “una de las grandes deudas de la democracia es no haber incentivado la lectura”. Creemos que, igualmente, esta también es una deuda de la democracia peruana. Una deuda que debe saldarse cuanto antes si deseamos alcanzar el tren del desarrollo. Lampadia