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Globalización 4.0

Es innegable que la economía de libre mercado, el libre comercio y, en particular, la globalización ha traído innumerables beneficios políticos, económicos, sociales y culturales a los países.

La globalización no solo ha permitido un mayor intercambio cultural entre las sociedades, sino que también ha dado lugar al intercambio de conocimientos en áreas como la ciencia y la tecnología y ha posibilitado la búsqueda de una mejor calidad de vida a partir de la libre movilidad de personas entre países.

Sin embargo, recientes movimientos políticos populistas de corte aislacionista y antiinmigración – como el Brexit y los movimientos euroescépticos de extrema derecha en la Unión Europea –, en un contexto de recuperación económica desigual, especialmente al interior de los países más ricos, tras la crisis financiera del 2008, han puesto en tela de juicio las bases que sostienen el sistema económico mundial y la globalización misma.

En esta línea, Klaus Schwab, Presidente Ejecutivo del World Economic Forum, presenta el tema de la próxima reunión anual del foro (ver artículo líneas abajo), planteando repensar la globalización a partir de una redefinición de la gobernanza en los Estados que pase por “forjar un nuevo pacto social entre los ciudadanos y sus líderes”, como se hizo tras la Segunda Guerra Mundial. Ello permitiría darle una mayor seguridad a la gente en una época en que se tiene la percepción que “las fuerzas globales lo dominan todo”.

Peor aún, esta percepción se ve reforzada, como señala Schwab, con la cada vez más notoria Cuarta Revolución Industrial (4IR), que, si bien puede generar enormes ganancias de eficiencia para las empresas, y por ende, ampliar las posibilidades de producción y de consumo de la gente; puede tener un efecto pernicioso sobre la desigualdad de las micro y pequeñas empresas, frente a las grandes, dado que no puedan optar por modelos de negocio “4.0”. Ello puede tener fuertes implicancias en la desigualdad al interior de cada país (“nacional”), aún cuando a nivel global se ha producido una gran reducción de la desigualdad.

Es por ello que Schwab propone que esta nueva gobernanza venga acompañada de arreglos institucionales –que en algunos casos implicarán el diseñar desde cero instituciones existentes- que permitan abordar el progreso tecnológico en todas las grandes áreas en las que se mueve el ser humano, llámese, salud, educación, transporte, comunicación, etc.

En este marco, el caso de la educación es particularmente importante ya que implica preparar a las nuevas generaciones de jóvenes para un mercado laboral en el que la automatización de tareas implicará el desarrollo de ciertas habilidades como la creatividad y la innovación.

Todo ello es posible, pero es vital reconocer la importancia no solo de la cooperación público-privado sino también de la cooperación internacional ya que los cambios que ocurren en un país no están aislados al mundo y, por ende, se justifica la colaboración y el constante diálogo con la comunidad internacional para dar una respuesta adecuada.

Esta es una razón más para desechar las opciones nacionalistas y proteccionistas que hoy en día pululan en el mundo político.

En ese sentido, creemos al igual que Schwab, que para lograr reformar la globalización se requerirán dos cosas por parte de la comunidad internacional:

  • Un compromiso más amplio, en el sentido, de promover una participación masiva de los países en esta discusión.
  • Una mayor imaginación, en el sentido, de pensar sistémica y estructural, más allá de las propias consideraciones institucionales y nacionales a corto plazo. Lampadia

Globalización 4.0: qué significa y cómo podría beneficiarnos a todos

Imagen: REUTERS/Carlo Allegri

Klaus Schwab
Fundador y Presidente Ejecutivo del World Economic Forum
World Economic Forum Annual Meeting 2019
5 de noviembre, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Después de la Segunda Guerra Mundial, la comunidad internacional se unió para construir un futuro compartido. Ahora, debe hacerlo de nuevo. Debido a la lenta y desigual recuperación en la década transcurrida desde la crisis financiera mundial, una parte sustancial de la sociedad se ha visto afectada y enfurecida, no solo con la política y los políticos, sino también con la globalización y todo el sistema económico que la sustenta. En una era de inseguridad y frustración generalizadas, el populismo se ha vuelto cada vez más atractivo como alternativa al status quo.

Pero el discurso populista elude -y a menudo confunde- las distinciones sustantivas entre dos conceptos: globalización y globalismo.

  • La globalización es un fenómeno impulsado por la tecnología y el movimiento de ideas, personas y bienes.
  • El globalismo es una ideología que prioriza el orden global neoliberal sobre los intereses nacionales.

Nadie puede negar que estamos viviendo en un mundo globalizado. Pero el que todas nuestras políticas deben ser “globalistas” es altamente discutible.

Después de todo, este momento de crisis ha planteado preguntas importantes sobre nuestra arquitectura de gobernanza global. Con más y más votantes que exigen “recuperar el control” de las “fuerzas globales”, el desafío es restaurar la soberanía en un mundo que requiere cooperación. En lugar de cerrar las economías a través del proteccionismo y la política nacionalista, debemos forjar un nuevo pacto social entre los ciudadanos y sus líderes, para que todos se sientan lo suficientemente seguros en casa como para permanecer abiertos al mundo en general. Si esto falla, la continua desintegración de nuestro tejido social podría, en última instancia, conducir al colapso de la democracia.

Además, los desafíos asociados con la Cuarta Revolución Industrial (4IR) coinciden con el rápido surgimiento de restricciones ecológicas, el advenimiento de un orden internacional cada vez más multipolar y la creciente desigualdad [al interior de los países más ricos]. Estos desarrollos integrados están marcando el comienzo de una nueva era de globalización. Si mejorará la condición humana dependerá de si la gobernabilidad corporativa, local, nacional e internacional se puede adaptar a tiempo.

Mientras tanto, un nuevo marco para la cooperación público-privada global ha ido tomando forma. La cooperación público-privada consiste en aprovechar el sector privado y los mercados abiertos para impulsar el crecimiento económico para el bien público, teniendo siempre en cuenta la sostenibilidad ambiental y la inclusión social. Pero para determinar el bien público, primero debemos identificar las causas de la desigualdad.

Por ejemplo, aunque los mercados abiertos y la mayor competencia sin duda producen ganadores y perdedores en el ámbito internacional, estos pueden tener un efecto aún más pronunciado sobre la desigualdad a nivel nacional. Además, la creciente división entre los que tienen vidas precarias y los privilegiados se está reforzando con los modelos de negocios de a 4IR, que a menudo derivan rentas de la propiedad de capital y/o de la propiedad intelectual.

Cerrar esa brecha requiere que reconozcamos que vivimos en un nuevo tipo de economía impulsada por la innovación, y que se necesitan nuevas normas, estándares, políticas y convenios globales para salvaguardar la confianza del público. La nueva economía ya ha interrumpido y rediseñado innumerables industrias, y ha dislocado a millones de trabajadores. Está desmaterializando la producción, al aumentar la intensidad del conocimiento en la creación de valor. Está aumentando la competencia dentro de los mercados nacionales de productos, capitales y trabajo, así como entre los países que adoptan diferentes estrategias de comercio e inversión. Y está alimentando la desconfianza, particularmente en las compañías de tecnología y su administración de nuestros datos.

“La Globalización 4.0 recién empieza, pero nosotros estamos muy
poco preparados para ella”. Klaus Schwab (WEF)

El ritmo sin precedentes del cambio tecnológico significa que nuestros sistemas de salud, transporte, comunicación, producción, distribución y energía, por nombrar algunos, se transformarán por completo. Gestionar ese cambio requerirá no solo nuevos marcos para la cooperación nacional y multinacional, sino también un nuevo modelo de educación, completo con programas específicos para enseñar nuevas habilidades a los trabajadores. Con los avances en robótica e inteligencia artificial en el contexto del envejecimiento de las sociedades, tendremos que pasar de una narrativa de producción y consumo a una de compartir y cuidar.

La globalización 4.0 acaba de comenzar, pero nosotros estamos muy poco preparados para ella. Aferrarse a una mentalidad obsoleta y jugar con nuestros procesos e instituciones existentes no funcionará. Más bien, necesitamos rediseñarlos desde cero, para poder aprovechar las nuevas oportunidades que nos esperan, mientras evitamos el tipo de interrupciones que estamos presenciando hoy.

A medida que desarrollamos un nuevo enfoque hacia la nueva economía, debemos recordar que no estamos jugando un juego de suma cero. Esto no es una cuestión de:

  • libre comercio o proteccionismo,
  • tecnología o empleos,
  • inmigración o protección de los ciudadanos, y
  • crecimiento o igualdad.

Esas son todas falsas dicotomías, que podemos evitar al desarrollar políticas que favorezcan “y” sobre “o”, permitiendo que todos los conjuntos de intereses se persigan en paralelo.

Sin duda, los pesimistas argumentarán que las condiciones políticas se interponen en el camino de un diálogo global productivo sobre la Globalización 4.0 y la nueva economía. Pero los realistas utilizarán el momento actual para explorar las brechas en el sistema actual e identificar los requisitos para un enfoque futuro. Y los optimistas mantendrán la esperanza de que las partes interesadas orientadas hacia el futuro crearán una comunidad de interés compartido y, en última instancia, un propósito compartido.

Los cambios que están en curso hoy no están aislados en un país, una industria o un problema en particular. Son universales, y por lo tanto requieren una respuesta global. No adoptar un nuevo enfoque cooperativo sería una tragedia para la humanidad. Para redactar un plan para una arquitectura de gobernanza global compartida, debemos evitar estar atascados en el momento actual de gestión de crisis.

Específicamente, esta tarea requerirá dos cosas de la comunidad internacional: un compromiso más amplio y una mayor imaginación. La participación de todas las partes interesadas en un diálogo sostenido será crucial, al igual que la imaginación para pensar de manera sistémica, y más allá de las propias consideraciones institucionales y nacionales a corto plazo.

Estos serán los dos principios organizadores de la próxima Reunión Anual del Foro Económico Mundial en Davos-Klosters, que se reunirá entre el 22 y 25 de enero, bajo el tema “Globalización 4.0: Formando una nueva arquitectura en la era de la Cuarta Revolución Industrial”. Listos o no, un nuevo mundo está sobre nosotros. Lampadia