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Gobierno distorsiona ‘Adelanto Social’

Gobierno distorsiona ‘Adelanto Social’

El gobierno de PPK, adscribiendo a la idea de desarrollar en paralelo la actividad minera y la situación socioeconómica de las zonas vinculadas al sector, ha adoptado el ‘Adelanto Social’. Un enfoque muy razonable. El financiamiento del programa socieconómico se haría ‘adelantando’ parte de los recursos financieros que generaría la operación minera.

Fuente: PPK.pe

Hasta ahí, todo bien. Sin embargo, como explica Rafael Valencia Dongo líneas abajo, eso no es suficiente para lograr la aceptación de los proyectos mineros, que son víctimas de acciones políticas e ideológicas anti minería (cómo el pos-extractivismo) o mecanismos de búsqueda de rentas o estrategias de desarrollo de carreras políticas. Ver en Lampadia: Recursos Naturales y Desarrollo

Además de la aceleración del desarrollo socioeconómico, las acciones anti inversión deben ser combatidas con instrumentos que respondan a la naturaleza de las mismas. Lamentablemente, el gobierno estaría enfocándose exclusivamente en el ‘Adelanto Social’ y distorsionándolo.

Peor aún, el gobierno esta distribuyendo recursos a ciertas comunidades, como en el reciente caso de Cajamarca, bajo el nombre de ‘Adelanto Social’, sin vincularlos al desarrollo de ningún proyecto minero. O sea, se están regalando recursos y malogrando la supuesta estrategia y agravando la posibilidad de resolver el entrampamiento de las inversiones. Este despropósito es lo único que ha puesto sobre la mesa el ministerio de Energía y Minas del gobierno de PPK.

¡No se puede malograr así una buena idea, ni pensar que es lo único por hacer!

Fuente: Camiper

Conflictos Socio-ambientales

¿Solucionando muy bien el problema que no es?

Rafael Valencia-Dongo, Presidente del Grupo Estrategia
Para la Revista Stakeholders

La práctica en la prevención y solución de los conflictos socio ambientales pareciera señalar que  los negativos índices socioeconómicos –referidos a las necesidades básicas insatisfechas, población en situación de pobreza, falta de penetración de los servicios de agua y desagüe, desigualdades en la renta, entre otros- son el combustible directo para la generación de conflictos sociales en contra de la inversión en proyectos que explotan los recursos naturales, usualmente ubicados en las zonas rurales, alejadas de las grandes urbes y olvidadas por el Estado. En ese sentido, las autoridades y los propios promotores de los proyectos extractivos están empeñados en revertir en el más breve plazo estos malos índices para lograr la instalación y la convivencia armoniosa de los proyectos.

Pero, ¿realmente la mejora sustancial de los indicadores socioeconómicos es suficiente para reducir la resistencia a la inversión?

El 28 de febrero de este año en el Congreso de la República y ante el Grupo de Trabajo Gran Minería de la Comisión de Energía y Minas, el Ministro de este sector informaba respecto a la Unidad de Producción Minera Las Bambas (una de las más grandes del mundo), las extraordinarias mejoras en los indicadores socioeconómicos referidos precisamente a:

Adicionalmente, según el Indicador Compuesto de Actividad Económica (ICAE) calculado por el Instituto Peruano de Economía (IPE), el crecimiento notabilísimo del PBI de la región Apurímac en el segundo trimestre de 2016 fue de 266%. Es decir, el Perú creció a 3% aproximadamente en el 2016 y la región Apurímac al 266% solo en el segundo trimestre de ese mismo año. Nótese que se trata del crecimiento de toda la región y no solamente de la zona de influencia del proyecto minero, es decir de las provincias de Cotabambas y Grau.

Asimismo, el Ministro de Energía y Minas informó que solo en la etapa de construcción del proyecto se generaron 18 mil empleos directos  y que la puesta en marcha del proyecto al 100% crearía alrededor de 50 mil nuevos empleos directos e indirectos.

Además, el Ministerio de Energía y Minas había implementado múltiples mecanismos de diálogo con las comunidades, tales como mesas de trabajo, mesas de desarrollo, mesas de diálogo, desde el año 2012, así se logran implementar mejoras en educación, salud, ganadería, recursos naturales, desarrollo económico local, así como atención prioritaria del adulto mayor, madres, solteras, viudas, huérfanos y discapacitados; desarrollo de capacidades, saneamiento básico, agricultura, infraestructura económica, fortalecimiento organizacional y oportunidad de empleo en la mina.

Así se logran compromisos para la ejecución de S/ 302’132,813 en obras de transporte, educación, electricidad, agricultura, vivienda, construcción y saneamiento, en los territorios de las provincias de Cotabambas y Grau.

Posteriormente y dado que no era suficiente, se acuerda llevar adelante un programa para la ejecución de un programa social para Cotabambas por S/ 2,168’034,175 de inversión en infraestructura.

No hay duda alguna de las implicancias sociales para el desarrollo que ha significado y significará la explotación del yacimiento minero Las Bambas.  Similar caso de resultados alucinantes se dan casi en todos los proyectos mineros, energéticos, petroleros y gas.

Hasta aquí todo parece un cuento de hadas: poblaciones con escasos recursos para afrontar los cambios que la vida contemporánea exige, de pronto son “tocadas” por proyectos que ponen en valor algo que está enterrado.

Sin embargo, el cuento de hadas se desvanece cuando se aprecia que buena parte de proyectos de esta naturaleza han sufrido graves paralizaciones por cuanto la población no quiere tenerlos en su entorno o quiere obstaculizar los proyectos ya instalados, pese a que todos han sido certificados por las autoridades socio ambientales como ecológicamente amigables con el medioambiente.

Así tenemos que inversiones como Conga, Tía María, Río Blanco, Bear Creek, etc., que bien hubiesen servido para el desarrollo de sus zonas de influencia y que en general no cuentan con fuentes alternativas que jalen y empujen al desarrollo, son de alguna manera paralizados.

En el tema de Las Bambas, por ejemplo, es lacerante pero ya hay cinco fallecidos por los conflictos sociales durante los últimos dos años y actualmente se encuentran con suspensión de garantías constitucionales, pese a que el Vicepresidente de la República ha firmado un ofrecimiento de inversión de más de S/ 2,100 millones en carreteras, canales de regadío, vivienda, saneamiento, entre otros. Pareciera que mientras más obras de infraestructura se pretenden ejecutar, más conflicto se genera.

Diera la impresión que estamos frente a la reedición de esos versos de la famosa Divina Comedia, cuando el poeta caminaba por los círculos del infierno y ve un engendro espantoso que se comía uno tras otro a los hombres : “Qué engendro tan espantoso es este que cada vez que come tiene más hambre”.

Fuente: Ziotibia

Por ejemplo, si uno camina por la plaza de Armas de Cajamarca, se percatará que la pileta ha sido remozada por la empresa minera Yanacocha, si voltea encontrará dos iglesias renovadas por minera Yanacocha, si camina unas cuadras más encontrará un centro cívico donde se ubica un imponente Coliseo, la única escuela de joyería en plata del Perú, el local de la Municipalidad, entre otros, todos ellos producto de la articulación o a veces con aportes íntegros de minera Yanacocha.

Si va por la carretera hacia donde se encuentran los artesanos talladores en piedra, encontrará letreros de construcción de infraestructura nueva en agua, desagüe, energía eléctrica, canales de regadío, todos financiados bajo distintas modalidades por minera Yanacocha, obras que  mejoraron directamente los índices socioeconómicos de Cajamarca; sin embargo, la población no permitió que se llevase adelante el proyecto Conga y la explotación en el Cerro Quilish. Así tenemos múltiples repeticiones de la historia de muchos proyectos y el hostigamiento de unidades de producción social y ambientalmente amigables.

Entonces  pareciera que las obras de infraestructura  (canales de regadío, carreteras, saneamiento, etc.), serían necesarias pero no suficientes para la convivencia armoniosa entre la empresa y la comunidad. De hecho, las mismas parecieran que solo contribuirían a elevar las expectativas y su satisfacción no implicaría la eliminación e incluso la reducción de la presión sobre las empresas extractivas y su aceptación social.

Es que quizás se debiera tomar en cuenta que las obras de infraestructura son para el Estado un fin, mientras que para la empresa son solo un medio dado que su fin es la aceptación social o la convivencia armoniosa.

Convertir por generación espontánea a un medio (la infraestructura) en un fin pareciera ser parte del gran error que engorda las fauces del monstruo de la  Divina Comedia. Las obras para que sirvan parecieran que debieran cuantificarse socialmente de manera clara y contundente ¿Cuántos adherentes a la causa me han reportado?  ¿1,000 o 500 ciudadanos?  ¿Cómo pruebo que así ha sido? ¿Cuántos adherentes me permitirían obtener la obra alternativa?  El solo hecho de construir no genera de modo alguno adherentes.

Hay que recordar una y otra vez que lo que para el Estado es un fin, para el privado es solo un medio. ¿Cuántos ciudadanos concretamente requieren para sacar adelante su causa? Los oponentes a la inversión sí saben cuántos ciudadanos requieren para tumbarse la inversión. 

Entonces, podríamos inferir que la reducción de la pobreza y desigualdad vía obras de infraestructura, no sería la principal fuente reductora de conflictos sociales, si es que dichos instrumentos no se usan como plataforma o medio y no como fin.

Como lo manifiesta el experto en temas sociales, Dael Dávila, muchas empresas y gobiernos asumen que los ciudadanos actúan siempre de forma racional, como lo son los planes de desarrollo.

Aparentemente, los privados y el Estado podrían estar empeñados en solucionar muy bien el problema que no es. Lampadia




¿Minería: Bendición o Maldición?

¿Minería: Bendición o Maldición?

En pocos meses tendremos una nueva administración pública y uno de los temas de mayor atención será la recuperación de un mejor nivel de crecimiento económico. Más allá de la situación de hibernación en que ha entrado el sector minero, está claro que sigue siendo el sector que puede generar mayor impacto de corto y mediano plazo en el nivel de inversión privada y en el crecimiento.

Sin embargo, después de haber permitido que los anti mineros sabotearan el desarrollo de varios proyectos y de haber malogrado el sentido común de la sociedad sobre la importancia e impactos de la minería, los peruanos tenemos por delante la necesidad de reevaluar el sector, de hacer un balance integral y serio de sus aportes al desarrollo económico y social, y desarrollar propuestas viables para su reactivación y desarrollo.

Con ese fin y, empezando por una mirada amplia, en la siguiente nota volvemos a visitar con nuevos elementos de análisis, esa maliciosa pregunta sobre la minería: ¿Bendición o Maldición?. Ver en Lampadia nuestras publicaciones anteriores al respecto: 

Recursos naturales: Bendición, no maldición

Perú destaca entre los que mejor gestionan sus recursos naturales

Para el Perú, los recursos naturales son una bendición

Una nueva visita a ¿Minería: Bendición o Maldición?

Existen corrientes de pensamiento Europeas y Americanas, con influencia en el Perú, que son contrarias al aprovechamiento de los recursos naturales. Esas corrientes afirman que la existencia de recursos naturales es una maldición para los países emergentes, y que deberíamos evitar su aprovechamiento. Dicen que la exportación de metales, gas o petróleo, inevitablemente, genera la enfermedad Holandesa y crea condiciones macro económicas que bloquean la diversificación productiva y el desarrollo económico. El canal de trasmisión argüido pasa por un boom exportador de materias primas que aprecia la moneda y resta con ello competitividad a los exportadores de productos con valor agregado. Sus estudios son incompletos, pero su retórica es insistente.

La relación entre minería y desarrollo es una cuestión importante para la calidad de vida de 3,500 millones de personas que viven en países emergentes exportadores de materias primas. Ello significa que el impacto económico de la minería puede ser importante para dos tercios de la humanidad que viven en el subdesarrollo.

Como la minería explota recursos no-renovables su actividad, para legitimarse plenamente, debe generar beneficios presentes y futuros; por lo  que los países deben ser capaces de dar continuidad a su desarrollo cuando sus reservas minerales vayan disminuyendo. En función de esa idea, el Banco Mundial hizo un estudio extensivo sobre los impactos de la actividad minera sobre 51 países mineros emergentes.[i]

El estudio clasificó como países mineros a aquellos en que la minería representa 6% o más de las exportaciones, e hizo los análisis comparativos al interior de grandes regiones geográficas: África Sub-Sahara, América Latina, Europa y Asia Central, etc. Esa selección ha sido hecha para identificar a los países en que la minería fuera importante para la economía local. En base a esa comparación el estudio identificó a los mejores y a los peores países en base a sus tasas de crecimiento entre 1990 y 2000.

Hallazgos

  1. Los países Africanos están entre los mejores y entre los peores, sin que la localización geográfica tenga un rol significativo. 
  2. En América Latina, Chile está entre los mejores, hay varios países en los niveles intermedios (Perú, Guyana, etc.), pero no hay ninguno entre los peores
  3. Los países de Europa del Este están en los dos grupos: peores (Ucrania) y mejores (Polonia). 
  4. Entre los peores han estado países que demoraron mucho para hacer sus reformas institucionales (Ucrania) o que han tenido problema de guerra civil (Congo). 
  5. Los mejores están construyendo su desarrollo con los recursos de la minería, y los peores los están despilfarrando o guerreando por ellos, 
  6. En los mejores países, las empresas mineras son generalmente privadas y los gobiernos usan bien los recursos generados por la actividad minera, y 
  7. China e India no son grandes exportadores de minerales, pero los minerales son importantes para dinamismo de sus economías. Ellos también deben ser considerados como casos de éxito de la minería.

El estudio sustenta que las “estructuras de gobernanza, en términos de calidad de la gestión económica y competencia de las instituciones, determina en gran medida si esos países [mineros] serán capaces de usar sus sectores mineros para generar activos para el futuro, y en qué grado lo hacen” (p.12).

El estudio ha relacionado la calidad de las instituciones y los niveles de riesgo para la minería, y encontró una gran capacidad explicativa en la calidad institucional para entender el rol positivo o negativo de la minería en el desarrollo (ver cuadro abajo).

Conclusiones 

  1. En una misma región, los países mineros, en promedio, han tenido mejor desempeño económico que los países no-mineros, en especial en América Latina.
  2. La contribución de la minería al desarrollo de los países ha dependido mucho de la calidad de las instituciones relacionadas a la minería y de las políticas económicas respecto los ingresos generados por la minería.
  3. El mejoramiento institucional es más importante e urgente en donde la minería es la actividad económica dominante, 40% o más de las exportaciones.

El desafío de los países emergentes en relación a la minería está en cómo transformar el flujo de investimentos externos y los recursos generados por la actividad minera en activos sostenibles en el largo plazo. Considerando que las reservas minerales se agotarán algún día, hay que lograr que la minería genere activos que sigan creando riqueza en el largo plazo: infraestructura, educación, agricultura, industria, salud, servicios, etc. Ello significa que la búsqueda de rentas económicas o políticas alrededor de la minería debe dar paso al buen manejo de los excedentes generados por la minería para la creación de dinámicas regionales y nacionales de desarrollo.

Recomendaciones

El estudio propone a los países mineros con instituciones deficientes, como el Perú, solicitar apoyo a los organismos internacionales para poner en marcha un programa de fortalecimiento de la institucionalidad ligada a la minería y desarrollar propuestas de mejoramiento de políticas económicas para el mejor aprovechamiento de los recursos generados por el sector, como el Canon.

Sugiere también que las empresas mineras, en alianza con la sociedad civil, tomen un papel activo en el fortalecimiento de dicha institucionalidad, y que den particular atención a los impactos ambientales que puedan afectar a las comunidades cercanas a sus actividades.

Lampadia


[i] World Bank. (2002). Treasure or Trouble? Mining in Developing Countries. Washington, DC: International Finance Corporation.