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Puro floro

Puro floro

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 27 de diciembre de 2019
Para Lampadia

Todo el mundo dice luchar contra la corrupción. Incluso, los propios corruptos. Así son de hipócritas. No hay persona más cínica que un corrupto. Pero ese no es el tema. El tema es que el gobierno NO está luchando – de verdad – contra la corrupción. Ese es el tema.

Veamos el caso del presidente Vizcarra. Aparte del estribillo “no me van a doblegar” – que tanto propalan Los Chistosos cuando remedan al presidente por la radio – preguntémonos ¿qué ha hecho el presidente – o el gobierno – para luchar contra la corrupción? Por ejemplo, en cuanto a los procesos de compras y contrataciones – donde las coimas van y vienen como Pedro en su casa – ¿acaso ha habido algún cambio de procedimiento o tecnología para contrarrestar la corrupción?

En cuanto a la meritocracia en el Estado ¿alguien sabe de alguna disposición que exija la contratación de Gerentes Públicos de SERVIR, para evitar el clientelismo político, la inoperancia del Estado, la venta de puestos, y el maltrato a la ciudadanía?

Una más. En cuanto a la burocratización del aparato estatal ¿acaso ha habido alguna disposición para frenar el incremento desmedido – e indebido – de los Contratos Administrativos de Servicios (CAS) en el Estado?

¡No nos vengan con cuentos! El gobierno NO está luchando contra la corrupción. El presidente, lo único que hace es repetir – y repetir – su famoso estribillo… y punto.

A los hechos me remito. Muchos médicos siguen abandonando los hospitales en horarios de trabajo. Las ventas de puestos en los gobiernos regionales y locales siguen como de costumbre. Las mafias de los brevetes siguen sueltas en plaza. Las coimas en las compras y contrataciones del Estado siguen tal cual. La planilla estatal sigue creciendo vertiginosamente.

Es innegable. En materia de corrupción vamos mal. Peor aún, vamos de mal en peor. Y la ciudadanía – como siempre – es la que paga los platos rotos.

La lucha contra la corrupción de los peces gordos no está mal. Aunque en muchos casos se trata de justicia mediática. Enjuiciar – y sancionar – a presidentes, ministros, gobernadores, congresistas, alcaldes, jueces y empresarios corruptos está bien. Pero falta la lucha contra la corrupción de los peces chicos. La de los policías coimeros. La de los soldados que protegen a los narcos. La de los jueces y fiscales que cobran por lo bajo para liberar a delincuentes. La de los médicos que cobran indebidamente a pacientes pobres. Esa corrupción – la brava – sigue intacta.

Una verdadera lucha contra la corrupción tendría que verse reflejada en acciones concretas. Como – por ejemplo – imponer la contratación de Gerentes Públicos de SERVIR en todas las instituciones del Estado. Sobre todo, en los gobiernos regionales y locales. Convertir a Perú Compras en la Central Única de Compras y Contrataciones del Estado… 100% digital, cero coimas. Implementar una radical simplificación y digitalización del Estado… cero papeles, cero colas. Fusionar instituciones públicas redundantes como Provías Nacional y Provías Descentralizado… y muchas más. Y – lo más importante de todo – destituir a funcionarios y servidores probadamente corruptos, tal como hicimos en el Gobierno Regional de Ica en el período 2015 – 2018… con muy buenos resultados.

No hay nada que discutir. Para luchar – de verdad – contra la corrupción, hay que tomar al toro por las astas. Todo lo demás es… puro floro. Lampadia




Donde abunda la corrupción… sobreabundará la integridad

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 22 de marzo de 2019
Para Lampadia

Nadie puede jactarse de ser puro e inmaculado. “El que esté libre de pecado… que tire la primera piedra” (Juan 8:7). No hay ser en el mundo que – en algún momento de su vida – no haya dejado de actuar como persona íntegra y transparente.

Ahora bien. “Pecados sí, corrupción no” – dijo el Papa Francisco en su visita a Lima el año pasado –. Sí pues… los corruptos van más allá de la fragilidad natural de los seres humanos. Las personas corruptas están ancladas en sus autosuficiencias. No saben reconocer sus actitudes fraudulentas. Ni mucho menos arrepentirse de ellas. Los corruptos se hunden – cada vez más – en el fango de la mentira y la maldad. Viven sumidos en la corrupción. Pero no lo quieren reconocer. En el fondo son unos cobardes. ¡Su hipocresía no tiene límites!

Los corruptos son personas desintegradas. Se sirven de todos sus poderes para dejar secuelas de miseria en la gran mayoría de la población. Aparecen como personas que cumplen externamente las normas, pero sus corazones están llenos de podredumbre e inmoralidad. Viven una doble vida. Sus conversaciones privadas – sobre todo sus WhatsApp – los pintan de cuerpo entero.

Por eso – a los corruptos – se les dice también sepulcros blanqueados, llenos de huesos secos y podredumbre. La corrupción es como la adicción a las drogas. El soborno – o la coima – comienza por un pequeño sobre que luego se convierte en adicción. Los corruptos son lo peor de la especie humana. Dan de comer a sus hijos pan sucio. No tienen dignidad.

Casi todas las expresiones de este artículo provienen del Cardenal Pedro Barreto (arzobispo de Huancayo) quien puso las cosas en su sitio en un evento – al cual yo asistí – cuyo tema principal era la lucha contra la corrupción en nuestro país.

El problema es de extrema gravedad. “Actuemos con decisión y valentía para recuperar la dignidad – como personas y como país – mediante un trabajo honesto y solidario. Unidos en la verdad podemos caminar apostando por la integridad” – dijo el Cardenal Barreto en aquella ocasión.

Para mí – aparte de actuar con integridad… cada uno por su lado – eso significa confrontar a los corruptos con decisión y valentía. Claro que es riesgoso y complicado. Pero no queda otra. Efectivamente, los corruptos suelen ser personajes poderosos y abusivos. Presidentes, ministros, congresistas, jueces, gobernadores, alcaldes, empresarios, periodistas, funcionarios… los corruptos suelen ser crueles y prepotentes. Pero – repito – no queda otra. ¿Corrupción o integridad? ¡Esa es la cuestión! Por eso, frente a la corrupción ¡sólo cabe la confrontación… con decisión y valentía!

La lista de antivalores que predominan en el Estado peruano – en particular en el Congreso de la República, Poder Judicial, y Gobiernos Regionales y Locales – es interminable. Vanagloria, chantaje, clientelismo, robo, mentira, acoso, altanería, cinismo, tiranía… y paro de contar. ¡Corrupción a tope!

Estamos viviendo de idolatrías y adoraciones a las más viles diosas de la humanidad. Idolatría a la diosa corrupción. Y adoración a la diosa cobardía.

No obstante – a pesar de todo – no debemos desfallecer. Confrontemos a la corrupción con decisión y valentía. Caiga quien caiga, y le duela a quien le duela. Donde abunda el mal, sobreabundará el bien. Y donde abunda la corrupción, sobreabundará la integridad. ¡Amén! Lampadia