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La caída de un gigante crea incertidumbre en la región

La caída de un gigante crea incertidumbre en la región

En una reciente entrevista concedida a El País de España, el ex presidente chileno, Ricardo Lagos, señaló que el Mercosur y la Alianza del Pacífico (AdP) “podían(…) avanzar a distintas velocidades”. Además, indicó que Brasil podía darse el lujo de tener una economía cerrada, porque era un país-continente. Una buena disculpa de Lagos, que no usan la China, India, México, EEUU, y tantos otros países grandes (continente) para justificar tremendo error. Mientras el Mercosur es proteccionista, la Alianza se orienta al libre comercio. Estas diferencias no parecen preocuparle al ex presidente quien estaría defendiendo la postura chilena que ahora quiere jugar varios partidos a la vez.

Las declaraciones de Lagos recogen las del actual canciller chileno, Heraldo Muñoz. Como revelara Andrés Oppenheimer, Muñoz le confesó que: “Chile quiere invitar a Brasil a participar de alguna forma en la AdP. Cuando le pregunté si esa no es una receta para enfriar o acabar con la AdP, el canciller chileno rechazó esa sugerencia. (…) Cuando le señalé que invitar a Brasil también podría tener el efecto de enfriar los planes de la AdP, porque un tren avanza a la velocidad de su vagón más lento, Muñoz respondió que no hay necesidad de desacelerar a la Alianza, porque el bloque comercial del Pacífico puede avanzar perfectamente ‘a dos velocidades’”, cosa imposible y absurda, como indicamos en la siguiente nota de Lampadia: El futuro de la Alianza del Pacífico).

El problema es que hoy Brasil, no solo avanza más lento, sino que está retrocediendo. Recientemente, en el ranking de deuda soberana, BlackRock calificó negativamente al Brasil debido al aumento en su deuda de corto plazo, mientras que el Perú recibió una buena calificación, ver en Lampadia: BlackRock Sovereign Risk Index.

Estas no son las únicas malas señales que llegan de Brasil. La incertidumbre sobre su rumbo económico se acrecienta debido al proceso electoral por el que atraviesa (las elecciones presidenciales están previstas para el 5 de octubre próximo).

Y es cierto, en estos momentos, la inflación pareciera empezar a descontrolarse. Los expertos del mercado financiero pronostican que la inflación llegará a 6.41 %, muy próxima al límite máximo establecido por el Gobierno. La presidenta y candidata a la reelección, Dilma Rousseff, días atrás se vio obligada a aclarar “[La inflación] está en el techo de la meta. Vamos a quedarnos en ese techo”, destacó la presidenta.

Asimismo, Rousseff ha tenido que dar explicaciones por el mal desempeño de la economía y, sobre todo por la decepción de los ciudadanos por la corrupción, ineficacia y deficiencias de su gobierno. “El mismo pesimismo (que hubo) en el Mundial se está dando ahora con la economía, pero es aún más grave porque la economía está hecha de expectativas”, ha señalado a manera de excusa.

Los problemas de Brasil, sin embargo, se inician con el quiebre de las políticas que dejó el  gobierno de Henrique Cardoso, que puso la casa en orden. Lula da Silva llevó al país hacia el proteccionismo y el asistencialismo. Cooptó a sus opositores y convivió con altísimos niveles de corrupción gubernamental. Dilma Rousseff exacerbó las políticas de Lula, manteniendo bajo el precio del petróleo y el diésel y subvencionando la electricidad. También, otorgó beneficios fiscales a varias industrias para intentar apuntalar el crecimiento. Lo que ha provocado esta política es crear incertidumbre, llevando la tasa de inversión a 18.3% del PBI, su mínimo en cuatro años, mientras que la tasa de ahorro se ubicó en 12.7%, la más baja en los últimos 15 años (en el Perú es de 23.8%).

Además, Brasil ha sido el padrino del ALBA y de Chávez, apoyando activamente  la formación de bloques sudamericanos que alejan de la región a EEUU, como son los casos de Unasur, Celac, y otros. Asimismo,ha patrocinado el Foro de Sao Paulo, fundado por Lula con el Partido de los Trabajadores (PT), un foro anti-globalización, desarrollado en paralelo y en oposición al Foro de  Davos (del World Economic Forum). La idea ha sido terciar en el debate sobre políticas de desarrollo reuniendo a las izquierdas más radicales de la región, con mucha influencia de Venezuela y especialmente de Cuba. Este foro ha incluido siempre a lo más connotado de nuestra izquierda tradicional.

Cabe recordar que en una visita de Lula al Perú, durante el segundo gobierno de García, el entonces presidente brasileño retó al peruano, declarando que era mejor distribuir que crecer. Lula presentó cifras para alardear de su supuesto éxito. En Lampadia comparamos sus cifras con las peruanas y mostramos que la performance del Perú era muy superior. (Ver Lampadia: Luces y Sombras de la visita de Lula al Perú). Posteriormente, Brasil empezó a deteriorarse, y hoy tiene peores indicadores. No cabe duda que el Perú también ha tenido un “traspié” al ningunear la importancia de la minería, pero Brasil ha llevado su modelo a límites insostenibles.

A pesar de estos esfuerzos y de sus masivos y millonarios programas asistenciales, su tasa de crecimiento y sus índices sociales no resisten comparación con los peruanos. Esto se puede observar en la tabla siguiente, una versión actualizada de la publicada por Lampadia anteriormente. Para ello, al incluir los datos del 2013, hemos tenido que homogenizar las fuentes, puesto que hasta ahora, el gobierno de Brasil no ha publicado los indicadores referidos a la pobreza, sospechosa falta de transparencia en un año electoral. 

Para el 2014, hay aun mucha incertidumbre sobre el crecimiento del Perú. El consenso apunta hacia un 5%, mientras que para Brasil se estima un magro 1.5%. En el caso del Perú, casi el 30% de nuestro PBI  es por inversión que luego genera producción; el brasileño no llega a la quinta parte. Con respecto al ratio inversión-producto, Brasil se ha mantenido alrededor del 18%, mientras que el Perú ha tenido un crecimiento sustancialllegando a casi 28% del PBI en el 2013, un récord histórico.

Ambos países han logrado reducir considerablemente sus indicadores de pobreza, Brasil por sus programas asistenciales, y el Perú por su crecimiento, que además, redujo la desigualdad. (Ver Lampadia: Al menos 80% de la reducción de la pobreza es por el crecimiento).

La situación de Brasil es mala para todos, pero estas realidades siempre encierran importantes lecciones que esperamos sean aprovechadas por ellos, pero también por toda la región sudamericana. A estas alturas de la historia tenemos demostraciones muy claras sobre que  políticas son exitosas y sostenibles.Los países que progresan se integran al mundo, promueven la inversión privada, tienen Estados efectivos y, primordialmente, nivelan las oportunidades de desarrollo de todos sus ciudadanos. Lampadia




Chile hace peligrar Alianza del Pacífico

Chile hace peligrar Alianza del Pacífico

La Alianza del Pacífico es una iniciativa de integración regional, que fue promovida por el Estado peruano y que está conformada por cuatro países: Chile, Colombia, México y Perú. Estos se caracterizan por tener las mismas políticas macroeconómicas, haber negociado tratados de libre comercio (TLC) con economías desarrolladas, mantener TLC entre sí, y mirar al Asia-Pacífico. Además, 24 países de América Latina, Europa, Asia y Oceanía se encuentran en calidad de observadores del acuerdo, y Costa Rica y Panamá se encuentran en pleno proceso de incorporación. De esta forma, la Alianza del Pacífico constituye una plataforma de integración económica y comercial que se proyecta al mundo.

Es decir, estos países comparten una misma visión sobre cómo llegar al desarrollo y se encuentran enfocados en conseguirlo promoviendo el crecimiento de sus economías mediante la inversión privada, sin descartar la presencia de estados sólidos. Por eso llama la atención que Chile, con el nuevo gobierno de Bachelet, pretenda abrirle las puertas de la Alianza del Pacífico a Argentina y Brasil. Dos países que tienen una posición absolutamente contraria a la visión de los miembros de la alianza.

En América Latina existen otras iniciativas, más políticas que comerciales, que son cerradas a la globalización. Ejemplos de estos acuerdos son el ALBA, Unasur, Aladi o Mercosur, este último integrado por Argentina, Brasil, Venezuela, Uruguay y Paraguay. En efecto, en Lampadia ya hemos comentado que, a diferencia de la Alianza del Pacífico, el Mercosur constituye básicamente un bloque que defiende posturas políticas y se halla poco interesado en profundizar una agenda comercial de apertura al mundo (Ver: Medias verdades y grandes mentiras).

Por ello, la posible entrada de Brasil y Argentina a la Alianza del Pacífico desnaturalizaría a este bloque económico. Es imposible que la alianza avance “a dos ritmos”, como lo ha planteado Heraldo Muñoz, ministro de Relaciones Exteriores de Chile. Tanto Brasil como Argentina, que son los que lideran el bloque del Mercosur, han dado varias señales en los últimos años de su poca apertura comercial, al proteger sistemáticamente sus mercados para apuntalar sus industrias con medidas que han sido reclamadas ante la Organización Mundial de Comercio (OMC). Por el contrario, los países que conformamos la alianza tenemos las economías más abiertas de la región, y mantenemos políticas económicas que promueven el mercado y la inversión privada.

La semana pasada, José Antonio Meade, secretario de Relaciones Exteriores de México, lanzó un claro mensaje a Brasil al recordarle que la Alianza del Pacíficono es un foro político sino pragmático. Con ello, queda claro que México no dejará que Brasil, cuya agenda se basa en el distanciamiento de EEUU y el proteccionismo, tome eventualmente las riendas de la alianza. Si bien el realismo político nos obliga a mantener una política de buena vecindad con todos, debemos tener claro qué políticas (y socios) son los que nos llevan al desarrollo.

En la actualidad, la Alianza del Pacífico es considerada la octava economía mundial y representa la séptima potencia exportadora del orbe, se estima que en el 2018 se constituirá en el tercer bloque económico del planeta, solo superado por los países que integran el acuerdo Asia-Pacífico (Asean) y los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Por ello, Juan Manuel Santos, recientemente reelegido Presidente de Colombia, ha descrito al bloque como el nuevo “motor del desarrollo y la prosperidad”. A pesar de esto, en nuestro país, la izquierda ha intentado, permanentemente, bajarle la llanta a este acuerdo comercial.

La Alianza del Pacífico construye un orden económico y social en el que la libre iniciativa florece y los países integrantes avanzan hacia el desarrollo. Y cuando eso pasa, todas las aventuras estatistas, como las bolivarianas, quedan descartadas. Como dice Andrés Oppenheimer,en un momento en el que los inversores mundiales desconfían de los mercados emergentes, lo que más le convendría a Chile [y a Perú y a los otros miembros de la Alianza] sería promover la imagen de la Alianza del Pacífico como el dream team de las economías estrellas de Latinoamérica”.