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Macron propone un ‘Ejército Europeo’

Los lazos entre Europa y EEUU, que han sido la piedra angular de la estabilidad en el mundo durante décadas, se están viendo debilitados cada vez más, principalmente por las tensiones creadas por Donald Trump, las cuales han llevado a Macron y a la canciller alemana, Angela Merkel, a cuestionar públicamente si el continente todavía puede confiar en que Estados Unidos salga en defensa de Europa. Macron, respondiendo a estas tensiones, ha propuesto crear un ‘ejército europeo’.

Macron anunció su propuesta durante una gira en los campos de batalla para conmemorar el centenario del final de la Primera Guerra Mundial. Durante el evento, afirmó que Europa es la “víctima principal” ante la decisión de Trump de retirarse del histórico Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio de 1987 (el cual prohíbe el uso de cohetes de alcance intermedio y corto, así como la prueba, la producción o el lanzamiento de nuevos misiles desde tierra).

Europa no podrá defenderse sin “un verdadero ejército europeo”, afirmó Macron en una entrevista. Durante la entrevista radial el jefe de Estado francés indicó que Europa se debe defender en solitario “sin depender solo de Estados Unidos” y de una manera más soberana. Macron subrayó que en la actualidad Europa enfrenta múltiples intentos de injerencia en sus procesos democráticos internos y en su espacio cibernético. “Actualmente vemos intentos cada vez más frecuentes de entrometerse en nuestro espacio cibernético y nuestra vida democrática, debemos protegernos, de China, de Rusia, e incluso de EEUU”, concluyó.

Las tensiones entre los líderes europeos y los Estados Unidos se vienen intensificando desde hace tiempo, especialmente desde que la administración Trump aumentó su gasto en defensa en Europa. Esto, sumado a una interminable guerra comercial liderada por el prepotente presidente de EEUU y una serie de comentarios suyos en twitter y en entrevistas, dejan claro que el liderazgo americano no es de fiar y Macron ha tenido que tomar una decisión de proteger a Europa de sus destructivas políticas.

Dicho esto, su contraparte alemana, la canciller Angela Merkel, ha anunciado su apoyo a la propuesta de un ejército europeo: “Un ejército europeo demostraría al mundo que entre los países de Europa no va a haber una guerra”. Eso sí, la canciller ha matizado que la creación de «un ejército europeo real» debería llegar ‘algún día’ (no a corto plazo) como complemento de la Alianza Atlántica: “No es un ejército que vaya a ir en contra de la OTAN, nadie quiere perjudicar una alianza que ha demostrado tanto su valía. No es una contradicción”.

Trump, por su lado, dejó ver su lado más infantil al responderle a Macron por su intención de crear un ejército europeo para protegerse de posibles ataques de los adversarios. “Emmanuel Macron sugiere construir su propio ejército para proteger a Europa de EE.UU., China y Rusia. Pero fue Alemania en la Primera y Segunda Guerra Mundial que necesitó a Washington”, dijo a través de su cuenta en Twitter.

El mandatario estadounidense acotó que “es muy insultante, pero quizás Europa primero deba pagar su porción justa en la OTAN, que Estados Unidos subvenciona en gran medida”. Por su parte, Macron señaló (muy elegantemente) que prefiere eludir los mensajes en las redes sociales, ya que considera que los asuntos diplomáticos se atienden directamente y no mediante tuits.

Líneas abajo compartimos un artículo de The Economist en el cual se opone duramente a la propuesta de Macron:

Las llamadas de Emmanuel Macron para un ejército europeo están equivocadas

Los esquemas de defensa europeos deberían conectarse a la OTAN

The Economist
8 de noviembre, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

El campo de Noruega estaba lleno de soldados europeos en las últimas dos semanas. Un pelotón montenegrino perforado dentro de una compañía eslovena, que estaba envuelto en un batallón español, que a su vez estaba dentro de una brigada italiana. Todos fueron parte del mayor ejercicio de la OTAN desde la guerra fría. Sin embargo, esto no es exactamente lo que el presidente Emmanuel Macron tenía en mente cuando pidió el “verdadero ejército europeo” el 6 de noviembre. En una actitud gaullista, Macron instó a Europa a liberarse de la dependencia militar de Estados Unidos.

Macron no dijo exactamente a qué se refería. Aun así, su charla suelta de un euro-ejército es confusa, quijotesca e imprudente en un momento de creciente incertidumbre transatlántica.

Los federalistas europeos han soñado durante mucho tiempo con la integración de la defensa, pero han tenido poco que mostrar más allá de algunos proyectos conjuntos de equipos y operaciones antipiratería. El plan más ambicioso para un ejército común se derrumbó en la década de 1950 debido a la oposición francesa. Desde entonces, sin embargo, Francia ha impulsado planes menores para desarrollar fuerzas europeas autónomas. Gran parte de ellos fueron bloqueados por Gran Bretaña, que temía dividir a la OTAN (cuyo comando militar integrado Francia se retiró en 1966 y luego se reincorporó en 2009).

La defensa europea ha vuelto al primer plano por tres razones: Brexit eliminará a su oponente más obstinado dentro de la Unión Europea; Donald Trump ha sacudido la fe europea en la alianza de la OTAN; y Francia y Alemania han estado desesperadas por encontrar una causa común. Pero los líderes europeos no pueden ponerse de acuerdo sobre sus objetivos: en caso de que sea un símbolo de una unión cada vez más cercana, una gendarmería itinerante para vigilar la periferia del continente o, como lo expresó Macron esta semana, ¿una fuerza que podría derrotar a las potencias más grandes, como Rusia y China?

Alemania está interesada en utilizar esquemas de defensa de la UE, como la Cooperación Estructurada Permanente, un grupo de proyectos de la UE lanzados con fanfarria el año pasado, para unir a los países europeos grandes y pequeños. Macron, molesto porque esto le da prioridad a la política sobre el poder de fuego, propuso una Iniciativa de Intervención Europea: un club más pequeño de poderes más ambiciosos, abierto a los miembros que no son miembros de la UE, que planearían conjuntamente futuras campañas expedicionarias. Alemania vio esto como un intento de arrastrar a otros a las guerras africanas de Francia, pero de todos modos se inscribió a regañadientes.

Para todos estos planes, los europeos tendrían dificultades para librar incluso guerras medianas sin la ayuda extensa de Estados Unidos, como descubrieron durante su campaña aérea en Libia en 2011. Aunque su gasto en defensa está creciendo, todavía hay grandes brechas en sus arsenales. En Noruega, los europeos hicieron alarde de sus vehículos blindados, camiones cisterna de reabastecimiento de combustible y aviones de transporte. Pero los datos recopilados por el Consejo Alemán de Relaciones Exteriores, un grupo de expertos, muestran que su stock de equipos en todas estas áreas se ha reducido. La UE se debilitará aún más cuando salga Gran Bretaña.

¿Y qué pasa si algunos fantasean con las fuerzas del euro? Si eso los empuja a equipar a sus ejércitos adecuadamente, y deja de duplicar capacidades, tanto mejor. La fusión de unidades holandesas, rumanas y checas en el ejército alemán es prometedora. El peligro es que se creará poca nueva fuerza de combate, lo que dará a Estados Unidos más razones para sentirse exasperado con sus aliados. Los líderes europeos reprendieron a Estados Unidos por retirarse del tratado INF, un pacto nuclear de la guerra fría, pero hasta hace poco guardaron silencio sobre la violación descarada del acuerdo por parte de Rusia. Macron fue grosero al hablar de la necesidad de “protegernos” de Estados Unidos, comparando en efecto el aliado incómodo pero indispensable de Europa con Rusia y China.

Los europeos deben hacer más para defenderse, pero el único “ejército” europeo efectivo, o ejércitos, son fuerzas que se conectan firmemente a la OTAN. Cualquier otra cosa sería buena solo para desfiles ceremoniales, no para guerras reales. Lampadia




Nuevo orden global pos-Trump

La economía global está experimentando una transformación de gran alcance. Esta disrupción está siendo impulsada por cambios en los avances tecnológicos, productividad, riqueza, poder y decisiones políticas de los países. Además, el proteccionismo comercial del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, está causando una fractura cada vez mayor entre EEUU, la primera potencia del mundo, y sus tradicionales aliados.

Las tensiones que están produciendo estos cambios son más evidentes en las crecientes disputas sobre el comercio. Y medidas ponen en jaque el poder geopolítico estadounidense y el sistema de libre comercio internacional que ha contribuido al bienestar económico del mundo.

Como afirma el artículo de Javier Solana (compartido líneas abajo), las consecuencias van más allá del comercio: “Por el mercado global no solo circulan bienes, servicios y capital. También circulan ideas. Esto suscita que la globalización —del mismo modo que la democracia— sea vulnerable a sí misma, al poner a disposición de sus oponentes una serie de herramientas que pueden utilizar para sabotearla.

La verdad es que la guerra comercial entre China y EEUU está causando muchas consecuencias negativas. Recientemente, el Financial Times afirmó que “EEUU y su rival chino están llegando a un punto de batalla. Las otras grandes economías comerciales, particularmente la UE y Japón, están tratando de disuadirlos de un conflicto, ya que sus propias economías están sufriendo daños colaterales. Pero hasta ahora nada ha disuadido al presidente Donald Trump de poner aranceles y amenazar unilateralmente a más de US$ 200 mil millones en importaciones desde China.”

Esto, sin embargo, ha llevado a que entidades como la OMC tengan que verse obligadas a actualizarse. Tal y como afirmó Kishore Mahbubani hace varios años. Él propuso actualizar las instituciones mundiales —Naciones Unidas, las instituciones de Bretton Woods, la OMC— adaptándolas a la ascensión del resto e, igualmente, actualizar el pensamiento de Occidente, “En lugar de tratar constantemente de retener el control del mundo, Occidente debe aprender a compartir el poder. A los asiáticos se les debe permitir dirigir el FMI y el Banco Mundial. Igualmente, los expertos occidentales deben abandonar su condescendencia tradicional al hablar del resto. Las entidades asiáticas emergentes, como China, la India y la ASEAN, deben ser tratadas con más respeto. La India debería ocupar inmediatamente un lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU, con el Reino Unido y Francia a un lado.” Ver en Lampadia: EEUU se encierra y China se postula al libre comercio.

Esta situación nos recuerda el último libro de Henry Kissinger, “Orden Mundial”, un análisis integral de la formación de las estructuras internacionales desde la creación del Estado-Nación hasta nuestros días. Dada la importancia actual de China, dedica una buena parte del libro a describir sus fuentes geopolíticas y su posicionamiento. El siguiente pasaje del libro es particularmente interesante:

“Desde la unificación de China como una entidad política el año 221 a.c., su posición al medio del orden mundial estaba tan impregnada en el pensamiento de sus élites, que ni siquiera había una palabra para ello. Solo posteriormente los estudiosos definieron el sistema ‘sinicéntrico’. En este concepto tradicional, China se consideraba a sí mismo el único gobernante del planeta y su emperador era tratado como una figura de dimensiones cósmicas, entre lo divino y lo humano. Su esfera de influencia no era la de un estado soberano a cargo de los territorios bajo su dominio, era más bien vista como: ‘A cargo de todo lo que está debajo del Cielo’, del cual China (el ‘Reino Medio’) era la parte civilizada que inspiraba y mejoraba al resto de la humanidad”. Ver en Lampadia: El Orden Mundial de Henry Kissinger.

Entonces, ¿qué debería hacer EEUU? Como afirma The Economist (compartido líneas abajo), “La estrategia debería dejar espacio para que China crezca pacíficamente, lo que inevitablemente también significa permitir que China extienda su influencia. (…) EEUU y China necesitan cooperar a pesar de su rivalidad. (…) Y la estrategia de EEUU debe incluir el activo que lo separa más claramente de China: las alianzas.”

Lo que el mundo necesita son proyectos de cooperación concretos que produzcan puestos de trabajo y beneficios. Como recalcó Xi Jinping en la cumbre “One Belt, One Road”, “El comercio es un motor importante que impulsa el crecimiento. Deberíamos aceptar al mundo exterior con una mente abierta, defender el régimen comercial multilateral, avanzar en la construcción de áreas de libre comercio y promover la liberalización y la facilitación del comercio y la inversión”.

Eso es exactamente a lo que ambos países deben dirigirse: hacia la convergencia. Lo que se necesita es un verdadero compromiso global. Esto implica que ningún país establezca la agenda mundial y que la gobernabilidad se vuelva más difusa. Esto crea un “orden” mundial multipolar, donde el control de los recursos se concentra en diferentes centros de poder, cuyo peso económico se ve reforzado por los acuerdos comerciales intra-regionales. Lampadia

La impotencia de la primera potencia mundial

Javier Solana
Project Syndicate
Oct 20, 2018 
Glosado por Lampadia

El presidente de la primera potencia global ha dejado bien claro que no alberga ninguna ambición de implicarse en la resolución de nuestros problemas comunes y, desgraciadamente, no es el único que exhibe este tipo de inclinaciones.

Para quienes confiamos en la cooperación internacional como herramienta de progreso por su capacidad de ejercer de necesario complemento de la globalización económica, el debate de la Asamblea General dibujó un panorama desalentador.

Por el mercado global no solo circulan bienes, servicios y capital. También circulan ideas. Esto suscita que la globalización —del mismo modo que la democracia— sea vulnerable a sí misma, al poner a disposición de sus oponentes una serie de herramientas que pueden utilizar para sabotearla. Ante la Asamblea General de la ONU, que pasa por ser el oficioso Parlamento mundial, Trump afirmó sin tapujos que «rechazamos la ideología del globalismo y abrazamos la doctrina del patriotismo». En su discurso, Trump no escatimó elogios hacia otros Estados que siguen su ejemplo, como Polonia.

Que Trump contraponga globalismo a patriotismo es significativo. En realidad, el segundo concepto no está reñido con el primero, y su uso por parte de Trump no busca otra cosa que blanquear las tendencias nacionalistas y nativistas de la actual Administración estadounidense. Esta clase de trampas retóricas pueden cogernos con la guardia baja, sobre todo cuando quien recurre a ellas es un dirigente que tiene la reputación de presentar sus ideas sin edulcorar. Pero es evidente que a la Administración Trump también le preocupa guardar las apariencias.

Las muestras de ello no escasean. En la ONU, Trump trató de aplicar a su política exterior una pátina de coherencia, asegurando que se enmarca en la filosofía del «realismo con principios» (principled realism). El realismo es una teoría de las relaciones internacionales que ensalza el papel central de los Estados, relegando el derecho y las instituciones internacionales a un plano muy secundario. En esta visión del mundo, principios como los derechos humanos no suelen encontrar fácil acomodo, aunque pueden ser utilizados como arma arrojadiza de forma selectiva e interesada. Esto es precisamente lo que hace Trump al criticar la represión del régimen iraní, mientras se abstiene de denunciar estas mismas prácticas cuando se dan en otros países.

Asimismo, Trump proclamó en Nueva York que “América siempre elegirá independencia y cooperación sobre gobernanza global, control y dominación”. Teóricamente, la cooperación no es incompatible con el paradigma realista. Desde este prisma, sería concebible que Estados Unidos tratase de contrarrestar el auge de China reforzando sus alianzas en Asia-Pacífico; fundamentalmente, las que mantiene con Japón y con Corea del Sur. Sin embargo, la Administración estadounidense ha puesto en duda el paraguas de seguridad que proporciona a estos países, a los que ni siquiera ha eximido de su ofensiva comercial (aunque la reciente actualización del acuerdo bilateral con Seúl parece haber calmado las aguas). Este desconcertante comportamiento se ha hecho extensible a otros aliados tradicionales de Estados Unidos, como la Unión Europea, revelando que Trump es extraordinariamente reacio a cooperar. Además, cuando lo hace, no acostumbra a priorizar las alianzas que más se adecúan a los intereses estratégicos de su país.

En lo referente a China, y pese a la relación de amistad que dijo mantener Trump con el presidente Xi Jinping, la diplomacia estadounidense habla abiertamente de competencia. La «guerra comercial» que ambos países están protagonizando, así como algún roce que ya se ha producido en el Mar de la China Meridional, hace pensar que esta competencia puede desencadenar una espiral incontrolable de confrontación. Durante su discurso en la Asamblea General, el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, no incidió en la realpolitik que China a menudo promueve, sino que mencionó en nada menos que cinco ocasiones el concepto win-win. Si Trump —junto con el resto de la «internacional nacionalista»— se sigue alejando de esta noción de beneficios mutuos, es de esperar que consiga ralentizar el crecimiento chino, pero también el estadounidense. Además, renunciar a la cooperación multilateral conlleva resignarse a perder batallas como la del cambio climático, una actitud negligente que la Administración Trump ya ha adoptado con absoluto descaro. Vista esta alarmante dejación de funciones, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿de qué le sirve a un país ser la primera potencia mundial si, ante los grandes retos mundiales, su Gobierno elige condenarse a la impotencia?

China vs América
El final de la convergencia

Cómo las dos súper potencias se volvieron rivales

The Economist
18 de octubre, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Durante el último cuarto de siglo, el enfoque de Estados Unidos hacia China se basó en la creencia en la convergencia. La integración política y económica no solo haría a China más rica, sino que también la haría más liberal, pluralista y democrática.

Hoy la convergencia está muerta. América ve ahora a China como un rival estratégico, un actor malévolo y un transgresor de las reglas. Este mes, Mike Pence, el vicepresidente, advirtió que China estaba involucrada en una ofensiva “de todo el gobierno”. Su discurso sonó siniestramente como una llamada de corneta temprana en una nueva guerra fría.

Demócratas y republicanos están compitiendo por superarse unos a otros en golpear a China. Al mismo tiempo, China está experimentando su propio cambio de corazón. Los estrategas chinos han sospechado durante mucho tiempo que EEUU ha querido secretamente bloquear el ascenso de su país.

El presidente Xi Jinping ha promovido desde entonces su “sueño chino” de una nación que se destaca en el mundo. Muchos chinos ven a EEUU como un hipócrita que comete todos los pecados de los que acusa a China. El tiempo para esconderse y esperar ha terminado.

EEUU teme que el tiempo esté del lado de China. La economía china está creciendo más de dos veces más rápido que la de Estados Unidos y el estado está invirtiendo dinero en tecnología avanzada, como inteligencia artificial, computación cuántica y biotecnología. Nos guste o no, las nuevas normas que regulan la forma en que las superpotencias se tratarán entre sí se están estableciendo ahora. Por el bien de la humanidad, China y EEUU deben llegar a un entendimiento pacífico. ¿Pero cómo?

Trump y su administración tienen tres cosas correctas:

  1. La primera es que EEUU necesita ser fuerte.
  2. También tiene razón en que EEUU necesita restablecer las expectativas sobre el comportamiento chino. El sistema comercial de hoy no logra evitar que las firmas respaldadas por el estado de China borren la línea entre los intereses comerciales y el interés nacional. El dinero del gobierno subsidia y protege a las empresas cuando compran tecnología de doble uso o sesgan los mercados internacionales.
  3. En tercer lugar, habilidad de Trump para señalar su desprecio por la sabiduría convencional parece haber sido efectiva.

Para lo que viene, sin embargo, Trump necesita una estrategia, no solo tácticas. El punto de partida debe ser promover los valores de Estados Unidos. Cuando Estados Unidos compite con China como guardián de un orden basado en reglas, comienza desde una posición de fortaleza. Pero cualquier democracia occidental que entre en una carrera despiadada hacia el final con China tendrá, y debería, perder.

La estrategia debería dejar espacio para que China crezca pacíficamente, lo que inevitablemente también significa permitir que China extienda su influencia. Esto se debe en parte a que un intento de contención de suma cero puede llevar a un conflicto. Pero también se debe a que EEUU y China necesitan cooperar a pesar de su rivalidad. Los dos países están más entrelazados comercialmente que EEUU y la Unión Soviética alguna vez. Y comparten responsabilidades que incluyen, incluso si Trump lo niega, los intereses ambientales y de seguridad, como en la península coreana.

Y la estrategia de EEUU debe incluir el activo que lo separa más claramente de China: las alianzas. En el comercio, por ejemplo, Trump debería trabajar con la UE y Japón para presionar a China para que cambie. En defensa, Trump no debería abandonar a sus aliados, sino también alentar a viejos amigos, como Japón y Australia, mientras crea nuevos amigos, como India y Vietnam. Las alianzas son la mejor fuente de protección de Estados Unidos contra la ventaja que China obtendrá de su creciente poder económico y militar.

Tal vez era inevitable que China y EEUU terminaran siendo rivales. No es inevitable que la rivalidad lleve a la guerra. Lampadia




El cobre sufre y nosotros también

El cobre sufre y nosotros también

Como sabemos el cobre es nuestra principal exportación, algo más del 30%. Después de una importante caída de su cotización, hacia el segundo semestre del año pasado, el cobre recuperó un buen nivel de precios. Lamentablemente. Desde el segundo trimestre de este año, al son de la guerra comercial iniciada por Trump contra China y otros países, la cotización del metal rojo vuelve a caer.

Después de algunas dudas, hoy está claro que la caída de precios se debe a la guerra comercial, que aun no amaina. Ver despacho de Bloomberg:

En el Perú llegamos a tener un ministro de la Producción que aventuró una declaración en el sentido de que la guerra comercial entre EEUU y China, no afectaría a la economía peruana. Desgraciadamente eso no es correcto.

El siguiente gráfico muestra con claridad el área de impacto de la caída de precios, para lo cual hemos tomado como precio base US$ 3.10/Lb de cobre, lo cual implica una pérdida promedio de unos US$ 0.30/Lb hasta mediados del presente mes, o aproximadamente, una pérdida de exportaciones de US$ 500 millones.

Un tremendo costo, que además implica una pérdida de ingresos fiscales del orden de US$ 130 millones, que anualizada, llega a unos US$ 400 millones. Menudo impacto.

Efectivamente, la cotización del cobre está muy debilitada, y recientemente está recibiendo shocks adicionales con la caída del mercado de automóviles y de acciones en la China. Por lo tanto, en el corto plazo no podemos esperar una recuperación del precio.

Sin embargo, en el mediano y largo plazo, sí es posible estimar una importante recuperación del precio, dados los estimados de debilidades de la oferta del metal en los próximos años. Razón suficiente para que sigamos apreciando una propensión positiva a invertir en yacimientos de cobre en todo el mundo.

¿Qué implica esto para el Perú?

  • Que es el momento para promover mayores desarrollos cupríferos.

Lamentablemente, el gobierno, dedicado a la confrontación política, más que a gobernar, sigue muy debilitado para promover el destrabe de los proyectos de cobre como Conga y Tía María. La debilidad es tan grande, que cuando listan los proyectos pendientes, ni siquiera los incluyen.

No podemos perder la oportunidad de duplicar nuestra producción de cobre.

El impacto de producir más cobre y más minerales en general, es muy importante para el país, y esa oportunidad no será eterna. Mañana se explotarán los fondos marinos, los meteoritos en el espacio, aumentará el reciclaje, se inventarán y usarán nuevos materiales que sustituyan los tradicionales, etc., etc.

Las últimas elecciones regionales han producido resultados que deben ser enfrentados a la brevedad.

  • En el caso de Cajamarca, los anti-mineros han sido derrotados palmariamente, por tanto, habrá que apoyar a las nuevas autoridades para que puedan consolidad la recuperación de la región.
  • En el caso de varios departamentos del sur, especialmente en Puno con la elección de Aduviri, y de Junín, no debemos esperar que las nuevas autoridades inicien sus agendas anti-mineras, sin desarrollar, de urgencia, una campaña educativa que demuestre los beneficios de la inversión minera, y la responsabilidad de quienes atenten contra la inversión y la prosperidad de sus regiones.

En este predicamento, es muy importante rescatar el verdadero sentido del ‘Adelanto Social’, que nos dice que las poblaciones deben recibir la oferta paralela del desarrollo minero y del desarrollo de un programa de avance social. Ver los detalles en Lampadia: El gobierno destruye la potencia del ‘adelanto social’.

Además, debería comprometerse el uso de recursos provenientes de los nuevos proyectos mineros, a mejoras salariales del magisterio, en las zonas de los proyectos.

El mundo avanza a toda velocidad, la revolución tecnológica cobra cuerpo aceleradamente, exponencialmente dicen, si nos quedamos, corremos el riesgo de condenar a nuestros pobres a vivir en los ‘arrabales de la globalización’. Algo que no podemos arriesgar. Lampadia




Trump y su dañina guerra comercial que debemos combatir

Tal como amenazó en su campaña electoral, Donald Trump inició la imposición de acciones comerciales y regulatorias que, lamentablemente, está iniciando una ‘guerra comercial’. La disculpa principal es China, pero también están México y Europa.

Esta guerra comercial tiene el potencial de causar un daño significativo a la economía mundial. Además de perjudicar a sus propios consumidores, quienes tendrán que pagar precios más altos por ciertos bienes, las tarifas también afectarán la cadena de suministro de los productores que dependen de las importaciones extranjeras.

Las reuniones de la Reserva Federal de EEUU muestran que la incertidumbre económica debido a la guerra comercial ya está afectando la inversión privada en EEUU y muchos inversores están considerando reducir o retrasar sus planes de inversión.

China, que lucha contra una desaceleración económica, se verá igualmente afectada. La guerra comercial en curso también amenaza el orden comercial global basado en reglas, que ha manejado amistosamente las disputas comerciales entre países durante décadas.

Sin embargo, no deja de sorprender que los análisis sobre esta absurda guerra comercial lleguen a ser incluso contradictorios. Veamos:

  • China está perdiendo la guerra comercial con Trump
  • Estados Unidos corre el riesgo de perder una guerra comercial con China

Hemos glosado para nuestros lectores, los artículos en los que se plantean esas tesis, que vale la pena leer para entender, desde dos visiones opuestas, los elementos que configuran esta nueva realidad global.

Pero lo importante para nosotros los peruanos, es que no hay argumento alguno con el que pueda negar, que para nosostros los peruanos, esta guerra comercial es totalmente negativa, pues disminuye los flujos de recursos que necesitamos traer al país, para nivelarnos con los países más ricos reduciendo la pobreza, y mejorando la educación, la salud, tecnología e instituciones. Lampadia

I. China está perdiendo la guerra comercial con Trump

Es como un ‘concurso de tragos’: uno se hace daño esperando que el otro aguante menos.

Donald L. Luskin
Wall Street Journal
27 de julio, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Una cosa salió fuerte y clara en la conferencia de prensa del presidente Trump con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Cuando anunciaron una alianza contra las “prácticas comerciales desleales” de terceros, ni siquiera tuvieron que mencionar a China por su nombre para que los oyentes supieran quién era de quien hablaban. La cooperación entre EEUU y la UE contraerá el modelo proteccionista de China, e incluso antes de este acuerdo, ha habido evidencia de que China ya había izado la bandera blanca.

Sí, China está actuando con dureza imponiendo rápidamente aranceles en represalia por los decretados por Trump. Pero mientras que la bolsa de acciones de EEUU se acerca a sus máximo histórico y el dólar se fortalece, las acciones chinas están en un mercado bajista, un 25% menos desde enero.

Por eso Sun Guofeng, jefe del instituto de investigación financiera del Banco de China, dijo, China “no hará del tipo de cambio del yuan una herramienta para hacer frente a los conflictos comerciales”.

El debilitamiento de la moneda es un arma estándar en las guerras comerciales y China ha sido acusada a menudo de usarla. La devaluación sería incluso más peligrosa en este caso debido a la capacidad de China para deshacerse de los US$ 1.4 millones de millones que posee en títulos del Tesoro de los Estados Unidos. Pero al negar su intención de hundir el yuan, China se ha desarmado voluntariamente. Este no fue un acto de noble pacifismo; que se tenía que hacer. La devaluación de la moneda correría el riesgo de asustar a los inversores, una amenaza existencial para una economía emergente. Para China, cuyo modelo de capitalismo de estado nunca ha producido una recesión, tal fuga de capitales podría exponer debilidades económicas previamente ocultas.

La escalada de la guerra comercial con EEUU podría llevar a China al territorio desconocido de la recesión, y luego a la fuga de capitales, que podría empujarlo a un colapso financiero y hasta la depresión. Eso crearía desempleo masivo en una economía que nunca ha registrado un desempleo superior al 4.3%. Con ese escenario en mente, el gobierno chino debe preguntarse si tiene suficientes policías para los futuros disturbios.

El riesgo de fuga de capitales es real. Ahora el fuerte debilitamiento del yuan muestra un cierto grado de fuga de capitales nuevamente.

No es de extrañar que, a pesar de las duras palabras de algunos sectores, el Banco de China se desarmara voluntariamente para evitar más fuga de capitales. El banco también está ofreciendo reembolsar a las firmas locales los aranceles sobre los bienes importados de los EEUU. Además, China ha lanzado una señal para los inversionistas internacionales al anunciar la flexibilización unilateral de las restricciones a la propiedad extranjera en algunas industrias.

China está empezando a darse cuenta de que la guerra comercial no es realmente guerra. Más parece como un juego de tragos en una fraternidad universitaria. En las guerras comerciales, las naciones imponen tarifas de importación gravosas a sí mismas con la esperanza de que puedan soportar el dolor por más tiempo que sus competidores.

¿Por qué jugar tal juego? Porque un acto de autolesión cuidadosamente elegido puede ser una inversión para alcanzar un objetivo que valga la pena lograr. Por ejemplo, la carrera de armamentos del presidente Reagan contra la Unión Soviética en la década de 1980 fue en cierto sentido un autoimpuesto costoso. Pero EEUU pudo soportar la carga mejor que los soviéticos.

EEUU ganarán la guerra comercial con China de la misma manera. Las declaraciones del Banco de China muestran que los chinos entienden que son demasiado vulnerables para tomar muchos tragos más.

La metáfora del concurso de tragos nos explica una parte. Lo maravilloso del comercio es que es un juego de suma positiva en el que todos los concursantes mejoran. Si el conflicto obliga a China a aceptar más bienes e inversores extranjeros, cumplir con las normas de la Organización Mundial del Comercio y respetar la propiedad intelectual extranjera, puede sentir que ha perdido, pero de hecho estará en mejor situación.

Con esta apertura, tanto económica como política, China podría impulsar una segunda ola de crecimiento de una década de duración que llevaría a centenares de millones que todavía viven en la pobreza rural a nuevas ciudades modernas.

II. Estados Unidos corre el riesgo de perder una guerra comercial con China

Project Syndicate
Jul 30, 2018 
JOSEPH E. STIGLITZ
Glosado por Lampadia

Lo que en un principio fue una escaramuza comercial parece estar transformándose aceleradamente en una guerra comercial hecha y derecha con China. Si la tregua acordada con Europa se mantiene, EEUU estará peleando principalmente con China, en lugar de con el mundo (por supuesto, el conflicto comercial con Canadá y México seguirá cociéndose a fuego lento, dadas las demandas estadounidenses que ninguno de los dos países puede o debe aceptar).

Más allá de la afirmación de que todos saldrán perdiendo, ¿qué se puede decir sobre los posibles resultados de la guerra comercial de Trump?

  • Primero, la macroeconomía siempre prevalece: si la inversión doméstica de Estados Unidos sigue superando a sus ahorros, tendrá que importar capital y tener un déficit comercial enorme.
  • Peor aún, debido a los recortes impositivos implementados a fines del año pasado, el déficit fiscal de Estados Unidos está alcanzando nuevos récords.
  • El “mejor” resultado del enfoque limitado de Trump sobre el déficit comercial con China sería una mejora de la balanza bilateral, acompañada de un incremento de igual cantidad en el déficit con algún otro país (o países).
  • Estados Unidos podría vender más gas natural a China y comprar menos lavarropas; pero les venderá menos gas natural a otros países y le comprará lavarropas o cualquier otra cosa a Tailandia u otro país que ha evitado la ira irascible de Trump.
  • Pero, como Estados Unidos interfirió en el mercado, pagará más por sus importaciones y recibirá menos por sus exportaciones que si ése no hubiera sido el caso.

En resumen, el mejor resultado significa que Estados Unidos estará peor que hoy.

Estados Unidos tiene un problema, pero no es con China. Es en casa: Estados Unidos ha venido ahorrando demasiado poco. Trump, como tantos de sus compatriotas, es inmensamente corto de miras. Si entendiera un ápice de economía y tuviera una visión a largo plazo, habría hecho todo lo posible para aumentar los ahorros nacionales. Eso habría reducido el déficit comercial multilateral.

Existen soluciones rápidas y obvias: China podría comprar más aceite norteamericano y vendérselo a otros. Esto no implicaría ni la más mínima diferencia, más allá de, quizás, un leve incremento en los costos transaccionales. Pero Trump podría bramar que logró eliminar el déficit comercial bilateral. 

En verdad, reducir significativamente el déficit comercial bilateral de una manera relevante resultará difícil. En la medida que disminuya la demanda de productos chinos, el tipo de cambio del renminbi se debilitará –aún sin ninguna intervención del gobierno-. Esto compensará en parte el efecto de los aranceles estadounidenses; al mismo tiempo, aumentará la competitividad de China con otros países –y esto será así inclusive si China no utiliza otros instrumentos en su haber, como controles salariales y de precios, o presiona fuertemente por aumentos de la productividad-. La balanza comercial general de China, al igual que la de Estados Unidos, está determinada por su macroeconomía.

Si China interviene más activamente y toma represalias de manera más agresiva, el cambio en la balanza comercial de Estados Unidos y China podría inclusive ser menor.

  • El dolor relativo que cada uno infligirá en el otro es difícil de precisar.
  • China tiene más control de su economía y ha buscado virar hacia un modelo de crecimiento basado en la demanda doméstica más que en la inversión y las exportaciones.
  • Estados Unidos simplemente está ayudando a China a hacer lo que ya ha intentado hacer.
  • Por otro lado, las acciones estadounidenses se producen en un momento en el que China intenta manejar el exceso de apalancamiento y de capacidad; al menos en algunos sectores, Estados Unidos dificultará estas tareas mucho más.

Hay algo que está claro: si el objetivo de Trump es impedir que China lleve adelante su política “Hecho en China 2025” –adoptaba en 2015 para impulsar su objetivo de 40 años de achicar la brecha de ingresos entre China y los países avanzados-, casi sin duda fracasará. Por el contrario, las acciones de Trump no harán más que fortalecer la decisión de los líderes chinos de impulsar la innovación y alcanzar la supremacía tecnológica, en tanto tomen conciencia de que no pueden depender de los demás y de que Estados Unidos es actuando de una manera hostil.

Si un país entra en guerra, comercial o de otro tipo, debería estar seguro de que hay buenos generales a cargo. Es aquí donde las diferencias entre China y Estados Unidos parecen tan grandes. Ningún país podría tener un equipo económico menos calificado que Trump y una mayoría de los norteamericanos no respaldan la guerra comercial.

  • El respaldo público se desvanecerá aún más en tanto los norteamericanos tomen conciencia de que pierden por partida doble con esta guerra: los empleos desaparecerán.
  • Esto puede obligar a que caiga el tipo de cambio del dólar, haciendo subir la inflación aún más en Estados Unidos.
  • La Fed probablemente suba entonces las tasas de interés, lo que conducirá a una inversión y a un crecimiento más débiles, y a más desempleo.

Trump ya ha mostrado cómo responde cuando sus mentiras quedan expuestas o sus políticas fracasan: redobla la apuesta. China ha ofrecido en repetidas ocasiones maneras de salvar las apariencias para que Trump abandone el campo de batalla y declare la victoria. Pero él se niega a aceptarlas.

El mundo luego de su tonta guerra comercial, será diferente: más incierto, menos confiado en el régimen de derecho internacional, y con fronteras más duras. Trump ha cambiado el mundo, permanentemente, para peor. Inclusive con los mejores resultados posibles, el único ganador es Trump –con su ego sobredimensionado inflado un poco más. Lampadia




Guerra comercial y armamentismo

La administración Trump parece mostrar señales de que detrás de su absurda guerra comercial, que ha estresado todas las relaciones internacionales, viene el impulso de una carrera armamentista que favorecería a las empresas del rubro en EEUU.

Durante el primer año de Donald Trump en la Casa Blanca, las tensiones entre Estados Unidos y Rusia y China, han aumentado notoriamente. Con Rusia parece desarrollarse una relación de amor-y-odio, mientras que con China los temas son más álgidos, y van desde el tema comercial y geopolítico al de control de inversiones chinas en EEUU.

En el caso de China, parte del interés de Trump no va por donde los titulares mayormente comentan. Como afirmó recientemente el FT: “Si bien los titulares sobre la guerra comercial de la administración Trump con Beijing a menudo se centran en materias primas como el acero, aluminio y soya, la motivación subyacente del nuevo estado de ánimo proteccionista es la ansiedad estadounidense sobre el rápido crecimiento de la destreza tecnológica de China.”

La verdad es que “la ansiedad de Estados Unidos sobre la proeza tecnológica china se refleja en Washington, donde los políticos están reconsiderando sus actitudes hacia la inversión extranjera”.

Sin embargo, uno de los temas que más están preocupando a los ciudadanos a nivel global es una posible guerra armamentista. Tanto Trump como Putin han usado una retórica belicosa sobre sus arsenales nucleares, acercando a sus países a una nueva carrera armamentista. Trump ha dicho que la capacidad nuclear de Estados Unidos necesita una renovación. Le dijo a Reuters el año pasado que “si los países van a tener armas nucleares, vamos [EEUU va] a estar en la cima”. Putin, en marzo de este año, dio a conocer una serie de nuevas armas nucleares y advirtió a los gobiernos occidentales que “ahora son necesarias en esta nueva realidad. “Una carrera armamentista sería peligrosa y costosa para ambas partes. Por lo tanto, un acuerdo para reducir la retórica sería una victoria tanto para Putin como para Trump.

En los últimos meses, la administración estadounidense ha publicado tres documentos de gran calado: la Estrategia de Seguridad Nacional, la Estrategia de Defensa Nacional y la Revisión de la Postura Nuclear. En todos ellos, se señala muy explícitamente a China y Rusia como las grandes amenazas al orden internacional.

Más grave aún, hace unos meses, Donald Trump prometió un aumento “histórico” en los gastos de las Fuerzas Armadas en el próximo presupuesto federal. “Este presupuesto es la expresión de mi promesa de mantener seguro a Estados Unidos. Incluirá un aumento histórico en gastos de defensa”, dijo el mandatario a periodistas al término de una reunión con gobernadores en la Casa Blanca.

Según las notas de prensa de la Casa Blanca (y una nota que compartirnos líneas abajo) el plan de Trump incluirá un aumento de 54 mil millones de dólares en gastos de defensa y recortes en ayuda internacional. Esto incrementaría el gasto militar de Estados Unidos (que ya es el más elevado del mundo) en 10 %.

En la última visita de Trump a Europa, para asistir a la reunión de la OTAN, Trump, después de generar nuevos enfrentamientos con Alemania, pidió que sus aliados aumentaran sus presupuestos de defensa a 4% de su PBI.

Veamos algunos informes internacionales:

i. Trump les dice a los líderes de la OTAN que aumenten el gasto militar al 4 % del PBI

Reuters
11 de julio, 2018

Traducido y glosado por Lampadia

Marlene Awaad | Bloomberg | Getty Images

El miércoles pasado, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo a los líderes de la OTAN que deberían aumentar sus gastos de defensa a 4 % de la producción económica de su país, el doble del objetivo actual del grupo de 2 %.

Los aliados de la OTAN ignoraron la demanda como parte de la presión impetuosa de Trump para que los aliados gasten más en su propia defensa en una cumbre en Bruselas, pero el jefe de la alianza debería apuntar a cumplir su objetivo antes de ir más lejos.

“Primero deberíamos llegar al 2%”, dijo el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y agregó que ocho de los 29 aliados cumplían ese objetivo, mientras que otros tenían un plan para hacerlo: un gran cambio a los años de recortes presupuestarios de defensa.

El Secretario General de la OTAN responde a la nueva solicitud de gastos de defensa del 4% de Trump 
Miércoles, 11 de julio de 2018

Una portavoz de la Casa Blanca dijo que hizo sus comentarios cuando instaba a los líderes a aumentar sus desembolsos en defensa y no eran una propuesta formal.

Una fuente cercana al presidente francés Emmanuel Macron también restó importancia a las palabras de Trump como retórica y dijo que “no es una demanda nueva”.

ii. Trump está listo para ayudar a algunos estados de la OTAN a comprar armas de EEUU

Reuters
22 de julio, 2018

Traducido y glosado por Lampadia

El jueves pasado, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que estaba listo para ayudar a los países más pequeños de la OTAN a comprar armas estadounidenses mientras los empujaba a gastar más en su propia defensa.

“No vamos a financiarlo para ellos, pero nos aseguraremos de que puedan recibir pagos y varias otras cosas para que puedan comprar, porque Estados Unidos tiene, de lejos, el mejor equipo militar del mundo: los mejores jets, los mejores misiles, las mejores armas, lo mejor de todo “.

Trump obtuvo una victoria personal en la cumbre luego de pedir a los aliados europeos que aumenten el gasto o pierdan el apoyo de Washington.

La Casa Blanca ha estado impulsando una iniciativa de “Buy American” que tiene como objetivo ayudar a recaudar miles de millones de dólares más en negocios de armas.

La iniciativa ha despertado inquietudes en Europa, donde algunos ven el aumento de las ventas de armas como un objetivo clave de los repetidos llamamientos de Trump a los miembros de la OTAN para que aumenten sus gastos militares.

“Todo el mundo quiere comprar nuestro equipo … Así que estamos ayudando a algunos de esos países a ponerse en línea y comprar los mejores equipos”. Trump enumeró a los mejores fabricantes de armas de EEUU, Lockheed Martin Corp, Boeing Co y Northrop Grumman Corp por su nombre. Otras empresas estadounidenses que se beneficiarán de la venta de armas de EEUU incluyen el fabricante de misiles Raytheon Co y General Dynamics Corp, que construye buques de guerra y otros equipos militares.

El asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, encabezará un equipo de alto nivel que asistirá al Farnborough Airshow la próxima semana para abogar en nombre de las compañías aeroespaciales y de defensa de EEUU. (Reporte de Andrea Shalal y Mike Stone, Edición de Tim Hepher, William Maclean y Lisa Shumaker)

iii. Una carrera armamentista global de US$ 100 mil millones que Trump quiere ganar

Clay Dillow, especial para CNBC.com
CNBC.com
28 de febrero, 2017
Traducido y glosado por Lampadia

El comercio mundial de armas de US$ 100 mil millones está en auge y Estados Unidos sigue siendo el líder firmemente atrincherado de la industria, que representa el 33% de las exportaciones mundiales de armas.

El año 2016, las exportaciones de armas de Estados Unidos alcanzaron aproximadamente US$ 38 mil millones, según la consultora de gestión Avascent. Los principales clientes de Estados Unidos son Arabia Saudita (13 %), Emiratos Árabes Unidos (8.7 %) y Turquía (6.3 %).

Según los datos publicados por el Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo (SIPRI), entre 2012 y 2016 las transacciones internacionales de armas aumentaron en un 8.4% durante el período de los últimos cinco años, el mayor aumento para cualquier período de cinco años desde el final del Guerra Fría.

Las exportaciones de armas a los ejércitos extranjeros han representado una parte cada vez mayor de los ingresos de los contratistas de defensa de EEUU durante los últimos años. Los principales contratistas de defensa estadounidenses como Lockheed Martin, Boeing, Raytheon y Northrop Grumman han mantenido sus ganancias al encontrar nuevos clientes en el extranjero, principalmente en Asia y Medio Oriente.

iv. La carrera armamentista de IA: el miedo tecnológico detrás de la guerra comercial de Donald Trump con China

La ansiedad de Estados Unidos sobre la proeza tecnológica china se refleja en Washington, donde los políticos están reconsiderando sus actitudes hacia la inversión extranjera.

Fuente: Getty

Por Shawn Donnan en Washington
Financial Times
4 de junio, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

El ZGC Innovation Center se anuncia a sí mismo como una incubadora integral para las nuevas empresas tecnológicas del futuro estadounidense. Su instalación principal se encuentra en Santa Clara, California, justo al final de la calle de los campus de Google y Apple. Su nueva ubicación en Boston está atrapada entre dos de las instituciones educativas más prestigiosas del mundo: la Universidad de Harvard y el Instituto de Tecnología de Massachusetts.

Además de abundantes oficinas y laboratorios, el centro ofrece otra atracción a emprendedores ambiciosos en inteligencia artificial, robótica y otras tecnologías: capital a través de su fondo de inversión. “Nuestra incubación total y los servicios de apoyo comercial en el centro acelerarán drásticamente el crecimiento de su puesta en marcha”, declara su sitio web.

Sin embargo, la incubadora también podría ser fácilmente la zona cero en una guerra de innovación del siglo XXI entre las dos economías más grandes del mundo. Detrás de las instalaciones de Silicon Valley y Boston se encuentra Zhongguancun Development Group, un fondo de capital de riesgo que se originó en el distrito tecnológico de Beijing y es propiedad del gobierno municipal de la ciudad.

Si bien los titulares sobre la guerra comercial de la administración Trump con Beijing a menudo se centran en materias primas como el acero, aluminio y soya, la motivación subyacente del nuevo estado de ánimo proteccionista es la ansiedad estadounidense sobre el rápido crecimiento de la destreza tecnológica de China.

En un momento en que EEUU se enfrenta en una batalla por la preeminencia tecnológica con China, el proyecto ZGC es exactamente el tipo de inversión china respaldada por el estado que los políticos estadounidenses en todo el espectro político ven con escepticismo.

“China se ha enfocado en las industrias estadounidenses del futuro, y el presidente Donald Trump comprende mejor que nadie que si China logra capturar estas industrias emergentes, Estados Unidos no tendrá futuro económico”, dijo Peter Navarro, director de política comercial e industrial de la Casa Blanca, dijo a reporteros recientemente.

La pelea más inmediata de Trump ha tomado la forma de una batalla más amplia contra lo que la Casa Blanca ha calificado como “agresión económica” de China.

Vista desde EEUU, la estrategia industrial Made in China 2025 del presidente Xi Jinping es un esfuerzo liderado por el estado para establecer el liderazgo chino en las tecnologías de la próxima generación de equipos militares y de comercio, especialmente IA, robótica y edición de genes.

Muchos funcionarios estadounidenses ahora cuestionan uno de los supuestos básicos sobre cómo opera la economía estadounidense: su apertura a la inversión extranjera.

Mientras que algunos ejecutivos de tecnología ensalzan el potencial de cooperación en áreas como la IA, el establishment de Washington las considera cada vez más como parte central de una creciente competencia geopolítica.

Algunos analistas estadounidenses temen que sea demasiado tarde para tomar medidas decisivas para evitar que los chinos entren en el sector tecnológico. “Es posible que ya hayamos perdido en esto”, dice Ely Ratner, otro ex funcionario de la administración Obama.

Estados Unidos no tiene la infraestructura necesaria para controlar adecuadamente las inversiones, dice Ratner, quien asesoró al entonces vicepresidente Joe Biden sobre la política de China. Por esa sola razón, “congelar (parar) la inversión china tiene sentido en algunas industrias”.

Ni Zhongguancun Development Group ni su brazo estadounidense, ZGC Capital, respondieron a las solicitudes de comentarios. Pero en su sitio web, la empresa matriz china es transparente sobre el propósito de sus empresas en el extranjero.

“Seguir con la estrategia nacional ‘Belt and Road Initiatives’… ZDG está [expandiendo] activamente sus negocios en el extranjero “, dice, citando la estrategia de desarrollo global de Xi. El objetivo es “aprender la experiencia en el extranjero de [un] ecosistema de innovación”.

El modelo es similar al seguido por un creciente número de compañías tecnológicas chinas y fondos que han aparecido en lugares como Silicon Valley buscando absorber el conocimiento y las nuevas empresas, dice Brewer Stone, socio del banco de inversión boutique Nfluence, que se especializa en Inversiones tecnológicas de EEUU-China.

El director comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, acusó a China de apuntar a las ‘industrias del futuro’ de Estados Unidos. © Reuters

“Gran parte de esto es solo inversión comercial… Su interés número uno es encontrar compañías de buena calidad para invertir y obtener buenos retornos “, dice Stone.

Mientras que muchos en Washington miran con creciente recelo a las inversiones tecnológicas chinas, no faltan las compañías estadounidenses ansiosas por obtener fondos, especialmente aquellas que buscan ingresar a un mercado complicado pero muy grande.

Aunque el enfoque de Trump en la tecnología china tiene un fuerte apoyo bipartidista en Washington, sus tácticas han sido muy criticadas. El mayor error, según muchos críticos, ha sido la disposición de la administración Trump para librar guerras comerciales simultáneas. El impulso de las tarifas impulsadas contra China ha estado acompañado por una que ha golpeado a aliados como Canadá y la UE que podrían haberse unido a una lucha contra Beijing.

Lobovsky de Formlabs teme que los esfuerzos de Trump y otros para aumentar el escrutinio de las inversiones chinas puedan desalentar a los inversores o que las empresas recién creadas apenas tengan en cuenta las ofertas. También ve lo que a él le parece una política industrial que podría ser contraproducente al impedir que las empresas estadounidenses interactúen con contrapartes dinámicas en China o que puedan hacer negocios allí.

Desde su punto de vista, el proteccionismo actual parece miope. En la impresión 3D yace un futuro para las cadenas de suministro que podría eliminar la necesidad de que las empresas produzcan en países de bajo costo como China. Si eso ocurriera, podría mover la manufactura que Trump está ansioso por repatriar un paso más cerca de casa.

“La administración de Trump debe centrarse en fortalecer nuestra economía y nuestra industria tecnológica”, dice Lobovsky. “Si todos están tan preocupados por Made in China 2025, ¿por qué no hacemos Made in USA 2025 para competir?”

Lampadia




Otra mirada al mito de la desigualdad

Tras el ascenso en la tendencia populista en el mundo, es oportuno examinar nuevamente los vínculos entre el populismo y el malestar socioeconómico. El motivo del aumento de la tendencia populista se ha atribuido en gran parte al supuesto aumento de la desigualdad que se habría producido en los países más ricos, especialmente en EEUU.

Efectivamente muchos economistas del mainstream (EEUU), han sustentado un proceso de concentración de riqueza que se habría dado con el estancamiento de los ingresos de la clase media y baja. Como vamos a volver a ver, también hay estudios muy serios que sustentan algo muy diferente. Sin embargo la imagen de la desigualdad es hoy día, en la mente de los estadounidenses, una realidad que ha desencadenado procesos sociales y políticos muy importantes. 

Como hemos publicado anteriormente en Lampadia, The Economist reportó en marzo pasado un análisis que trae conclusiones muy novedosas, titulado: Los estadounidenses son más ricos de lo que eran en la década de 1970 – Pero, ¿por cuánto?, que dice:

La economía de EEUU ha crecido enormemente durante las últimas cuatro décadas, pero no todos sus trabajadores han cosechado los frutos. Tal vez la estadística más citada para demostrar cuán desiguales han sido las ganancias es el ingreso familiar promedio. Las estadísticas oficiales de la Oficina del Censo muestran que este número se mantuvo estable durante 40 años. Sin embargo, un análisis reciente de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) descubrió que en realidad aumentó en un 51% entre 1979 y 2014. ¿Por qué es que las cifras de la CBO son mucho más alentadoras?

Ver en Lampadia: El mensaje del Perú en la Cumbre de las Américas: Retomemos el libre comercio, donde planteamos: Terminemos de romper el mito de la desigualdad que ‘justifica’ el populismo anti libre comercio y anti globalización de los países más ricos.

Como muestra el cuadro de The Economist, el supuesto estancamiento de la clase media de EEUU, no era tal, era producto de mediciones defectuosas, pues en vez del estancamiento de ingresos desde 1979 a la actualidad, lo que se ha dado es un incremento del orden de 51%.

Recomendamos revisar la publicación citada líneas arriba, que muestra en detallle cada uno de los ajustes que explican la conclusión que muestra el cuadro.

Es lamentable que la aparente desigualdad de EEUU, se haya generalizado y llevado a un supuesto fenómeno global de desigualdad en el mundo. Esto ha permitido que se vayan construyendo mitos que son aprovechados por los políticos populistas, que están desestabilizando el mundo de nuestros días. Inclusive, los mensajes pastorales del Papa Francisco, asumen que la globalización, el libre mercado y la economía de mercado, han sido perjudiciales a los más pobres, cuando la realidad, como lo demuestran Hans Rosling y Stephen Pinker, entre otros pocos investigadores serios, es todo lo contrario.

La verdad, como hemos explicado anteriormente es que, durante las últimas décadas, en los países emergentes, se ha producido un aumento sustancial del bienestar y la desigualdad se ha reducido dramáticamente. Ver en Lampadia: 7 ensayos sobre la prosperidad (Nuestra visión de futuro debe partir desde la realidad), Las dos caras de la desigualdad en el mundo y Contundente reducción de la desigualdad.

El populismo se vuelve atractivo para las personas cuando existe la percepción de que las instituciones políticas tradicionales no han logrado cumplir la promesa de mejorar su calidad de vida. Esta percepción se amplifica cuando la mayoría ve que una pequeña clase de élite se está haciendo más rica mientras sus ingresos se estancan o aumentan a tasas muy bajas.

Contrariamente a la prédica de los nuevos líderes del populismo, la desigualdad se ha producido en buena medida por la pérdida de empleos manufactureros, que no se debe a la globalización ni al comercio internacional. Según los últimos análisis, la pérdida de empleos se debe hasta en un 80% a la automatización (robots e inteligencia artificial).

Además, si uno quisiera (tal vez) culpar a alguien, sería más lógico culpar a China (que están haciéndolo). Donald Trump ya inició la imposición de acciones comerciales y regulatorias que, lamentablemente, ha iniciado una ‘guerra comercial’. La disculpa es justamente China, el éxito de China y sus impactos, reales y aparentes, en la economía de EEUU.

Esperamos que pronto disminuya el aprovechamiento político y mediático de un tema tan sensible como la desigualdad y, por supuesto, la peligrosa ola populista, que ya ha afectado la política de países muy importantes para la salud de la economía global.

“¿Han notado que siempre llaman ‘élite’ a los otros? ¡La Élite! ¿Por qué son élite? Yo tengo un mucho mejor departamento que ellos.
Soy más listo que ellos. Soy más rico que ellos. Yo soy presidente, y ellos no”. 

Cómo podemos ver, Trump, uno de los tres autócratas que gobiernan los países más grandes (Putin, Xi Jinping y Trump), sigue aprovechando el descontento de los estadounidenses y presentándose como una combinación de facista y populista. Veamos una publicación de Project Syndicate, que es muy representativa del ambiente político actual. Lampadia

Furia en los Estados Unidos

Andrew Sheng, Xiao Geng
Project Syndicate
25 de junio, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Muchos culpan a la extrema derecha de la rebelión populista de hoy en el mundo occidental, la cual ha ganado votos al afirmar que está respondiendo a las quejas de la clase trabajadora, mientras aviva el miedo y promueve la polarización. Pero, al culpar a los líderes que han aprovechado la ira popular, muchos pasan por alto el poder de esa ira en sí, ahora dirigida a las élites cuya riqueza se ha disparado en los últimos 30 años, mientras que la de las clases media y trabajadora ha permanecido estancada.

Dos análisis recientes llegan al corazón de los problemas en juego, particularmente en Estados Unidos, pero también en el resto del mundo. En su nuevo libro, Tailspin, el periodista Steven Brill argumenta que las instituciones de Estados Unidos ya no son aptas para su propósito, ya que protegen solo a unos pocos y dejan al resto vulnerable al comportamiento predatorio en nombre del libre mercado. Según Brill, este es un resultado de la meritocracia de EEUU: los mejores y más brillantes tuvieron la oportunidad de escalar a la cima, pero luego se llevaron la escalera al capturar las instituciones democráticas y las utilizaron para atrincherarse privilegios especiales para ellos.

El autor Matthew Stewart está de acuerdo, argumentando que “la clase meritocrática ha dominado el viejo truco de consolidar la riqueza y pasar el privilegio a expensas de los hijos de otras personas”. Stewart muestra que, a mediados de la década de 1980, la participación de la riqueza estadounidense mantenida por el 90% más pobre de la población alcanzó un máximo del 35%; tres décadas más tarde, poseían solo el 20%, y casi todo lo que perdieron iba al primer 0.1% de la población. El 9.9% entre estos dos grupos – lo que Stewart llama la “nueva aristocracia estadounidense” – comprende lo que solía llamarse la clase media. En 1963, el 90% habría tenido que aumentar su riqueza seis veces para alcanzar el nivel del 9.9%; para el 2010, necesitarían 25 veces su riqueza para alcanzar ese nivel.

Gran parte de la población de EEUU está trabajando más que nunca, pero ha sufrido un descenso en los niveles de vida, agravada por los altos niveles de deuda de los hogares y, en muchos casos, la falta de seguro de salud. El 10% superior tiene fácil acceso a la educación superior que les permitirá a sus hijos tener los mismos privilegios que ellos; el 90% más bajo debe trabajar mucho más duro para cubrir los altos costos y, por lo general, se gradúa con una fuerte carga de deuda. El 10% superior recibe atención médica de primer nivel; el 90% más bajo a menudo no tiene acceso a ello, o debe pagar un precio excepcionalmente alto.

Se supone que los impuestos nivelan el campo de juego. Pero, desde hace tiempo en EEUU, los republicanos presionan para que bajen los impuestos a los ricos, argumentando que la reducción de las tasas impositivas marginales promoverá la inversión, el empleo y el crecimiento económico, lo que hará que la riqueza “gotee” hacia el resto de la sociedad. De hecho, los recortes de impuestos para los ricos simplemente afianzan aún más sus ventajas, lo que agrava la desigualdad.

Para empeorar las cosas, los pobres pagan más impuestos indirectos (en tierra, bienes raíces y bienes de consumo), y el 20% más pobre de la población estadounidense paga más del doble de lo que paga el 1% superior en impuestos estatales. A esto se suman los desafíos planteados por la automatización y la robotización, por no mencionar los desastres naturales cada vez más frecuentes e intensos, y no es difícil ver por qué tanta gente está tan furiosa.

Según Stewart, el 9.9% es “el personal que maneja la máquina que canaliza los recursos del 90% al 0.1%”, tomando alegremente su “parte del botín”. Pero la desigualdad que genera esta máquina puede tener serias consecuencias, ya que estimula el descontento social y, como estamos viendo hoy en los Estados Unidos, una política errática. Como argumenta el historiador austríaco Walter Scheidel, la desigualdad históricamente ha sido contrarrestada a través de la guerra, la revolución, el colapso del Estado o desastres naturales.

Evitar un evento tan dramático requeriría que el 10% hiciera un trabajo mucho mejor al avanzar los intereses del 90%, en términos de ingresos, riqueza, bienestar y oportunidades. Sin embargo, una combinación de miopía económica y polarización política ha llevado a muchos a tratar de desviar la ira popular hacia los inmigrantes, China y el comercio (incluso con aliados cercanos). Como resultado, todo el mundo está atrapado en una creciente guerra proteccionista que nadie ganará.

Es cierto que, históricamente, las contradicciones y desequilibrios internos a menudo han llevado al conflicto interestatal. Pero eso no es inevitable. Más bien, el resultado depende de la calidad del liderazgo. En Estados Unidos, por ejemplo, George Washington, Abraham Lincoln y Franklin D. Roosevelt lograron fortalecer su país porque reconocieron la necesidad de abordar las divisiones internas a la luz de los valores centrales, la posición global y los objetivos a largo plazo de Estados Unidos.

El presidente estadounidense, Donald Trump, ha abusado de la ira popular para promover sus propios intereses. Pero él no creó esa ira; las élites estadounidenses han pasado décadas haciendo eso, creando las condiciones para que surja una figura como Trump. Ahora que Trump está a cargo, las condiciones del 90% se deteriorarán aún más. Su enfoque del comercio, en particular, no solo no ayudará a las personas que pretende representar; también destruirá el sentido de equidad y administración que históricamente ha unido a las masas con sus líderes.

Culpar a los de afuera es políticamente conveniente. Pero la única forma de “hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande” es abordando sus injusticias internas. Ningún arancel de importación o muro fronterizo puede hacer eso. Lampadia




AdP por el ALCA

AdP por el ALCA

La Alianza del Pacífico debería proponer el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)

Jaime de Althaus
Para Lampadia

La guerra comercial desatada por el presidente norteamericano Donald Trump contra la China, Europa, Canadá y otros países está ya en su tercera ronda de retaliaciones. Lo último ha sido la amenaza de Trump de imponer un arancel de 20% al ingreso de automóviles europeos, luego de que entraran en vigencia aranceles impuestos por la UE a varios productos norteamericanos.

El problema es que una caída en el comercio global, que termine afectando el crecimiento de la China y del propio Estados Unidos, tendrá como consecuencia la reducción del potencial de nuestro país. El tema es preocupante y, el Perú desperdició la Cumbre de las Américas realizada el 13 y 14 de abril en Lima para formular ante la delegación norteamericana un alegato en defensa del libre comercio mundial en aras del interés de todos los pueblos y también de los mismos Estados Unidos, algo que Lampadia reclamó en varios artículos.

“Ojo con el neo imperialismo brasileño y madrina de los países del Alba. Recordemos su complot contra el libre mercado desde la convocatoria de  Estados Unidos en Miami para la primera reunión del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en diciembre de 1994 así como la penetración de sus compañías privadas más emblemáticas”. Lampadia, 9 de junio, 2014

Pero todavía estamos a tiempo de hacer un planteamiento interesante en esa línea. Recordemos, en efecto, que el tema central de la Cumbre de Lima fue la corrupción, específicamente la “Gobernabilidad Democrática Frente a la Corrupción”. Concluyó en una declaración que contenía 57 iniciativas que los gobiernos debían poner en marcha para combatir la corrupción. Pero nadie vio la relación entre el crecimiento exponencial de la corrupción en nuestros países, inducida principalmente por el Estado y las empresas brasileras y por el mercantilista “socialismo del siglo XXI”, y el aborto de la propuesta del ex presidente George H. Bush de formar una Área de Libre Comercio en las Américas (ALCA), rechazada precisamente por el Brasil a favor de su proyecto de expansión económica y política en América Latina.

Quien sí lo hizo fue Francisco Tudela en un artículo publicado el 16 de abril en El Comercio. El recuerda que la I Cumbre de las Américas fue convocada entre el 9 y el 11 de diciembre de 1994, en Miami, EEUU, con dos objetivos clarísimos para el futuro: conservar y fortalecer la democracia representativa en el hemisferio occidental y concluir las negociaciones para establecer un área de libre comercio en la integridad de las Américas, para el 2005.

Pero lo que ocurrió fue que en la Cumbre de las Américas llevada a cabo en Mar del Plata el 2005, los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, de Brasil, Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva, y de la Argentina, Néstor Kirchner, desviaron deliberadamente la agenda de la cumbre. “Kirchner alegó que el tema del ALCA no estaba en la agenda; Lula… atacó el concepto mismo del ALCA, proponiendo el proteccionismo como una defensa contra el “neoliberalismo”. Tabaré Vázquez, el presidente uruguayo, los secundó. El resto, por ignorancia, frivolidad o complicidad, avaló el secuestro de la cumbre”.

Por supuesto, nunca más volvió a plantearse el tema del fortalecimiento de la democracia representativa ni mucho menos el de la integración económica de toda la región a través de un área de libre comercio de las Américas. Antes bien, señala Tudela, “Los adalides del “socialismo del siglo XXI”, por el contrario, sentaron las bases para la geopolítica del mercantilismo socialista, que generó intencionalmente la peor crisis de corrupción en la historia de América Latina”. Y concluye que, con el conjunto completo de medidas anticorrupción contenidas en el Compromiso de Lima, “estamos combatiendo los efectos de la geopolítica del mercantilismo socialista y no la causa conceptual de la gigantesca crisis de corrupción que vivimos”.

El ALBA frenó el ALCA

La causa es obvia: haber abandonado el proyecto de fortalecer la democracia representativa en el continente y de crear una Área de Libre Comercio de las Américas, desde Alaska hasta Tierra del Fuego, en favor del proyecto geopolítico brasilero o de lo que Tudela llama la “geopolítica del mercantilismo socialista”. La corrupción era el arma de penetración de la expansión política y económica brasilera.

Lo increíble –agregamos nosotros- es que el presidente Trump coincide póstumamente con la “geopolítica del mercantilismo socialista” no solo al no plantear ni por asomo volver a la idea del ALCA sino, por el contrario, al torpedear el único proyecto que pudo avanzar en esa línea que es el NAFTA, y al levantar barreras proteccionistas para proteger su mercado.

Como sabemos, el proteccionismo es el instrumento del mercantilismo para favorecer con medidas artificiales los ingresos rentistas de los grupos de trabajadores y empresas protegidos. El problema es que esa política termina siendo un boomerang, porque encarece los productos para los consumidores y reduce la competitividad de la economía. El proteccionismo mercantilista siempre termina cavando su propia tumba. Trump, a pesar de tener una balanza de servicios ampliamente favorable, por mejorar la balanza comercial bilateral en el corto plazo con algunos países, está matando el largo plazo. Lampadia ha desarrollado ampliamente este tema.    

Por eso, a fin de contrarrestar de una manera inteligente la suicida estrategia anti-global de Trump, deberían ser nuestros países –ya no Estados Unidos- quienes propongamos retomar la propuesta del ALCA. Podría hacerlo la Alianza del Pacífico, recogiendo los mismos argumentos que desarrolló el presidente Bush –republicano como Trump- para sustentar su propuesta en la I Cumbre de las Américas. El presidente del Perú debería proponerles esta iniciativa a los presidentes de la Alianza del Pacífico.

El comercio no es un juego de suma cero. Ha llevado y lleva al crecimiento mundial como nunca ha ocurrido en la historia. Y es la gran oportunidad para un país como el Perú. Lampadia




¿Aborta guerra comercial China – EEUU?

Según los anuncios del último fin de semana, EEUU y China habrían reaccionado al despropósito que representaba una guerra comercial. Ahora, estarían manteniendo conversaciones tendientes a evitar la confrontación iniciada hace un par de meses.

En Lampadia hemos seguido muy de cerca el enfrentamiento comercial iniciado por Trump, pues ese escenario determinaba un sustancial deterioro de las condiciones de la economía global para los países emergentes, incluyendo al Perú.

Lamentablemente, como en tantos otros temas de interés para nuestro país, nuestra clase dirigente, políticos, académicos y empresarios, no muestran mayor interés en seguir acontecimientos que pueden tener grandes impactos, más allá del corto plazo. Lo mismo sucede con los medios de comunicación. Inclusive en este tema, el entonces ministro de la Producción, Daniel Córdova declaró que una eventual guerra comercial entre EEUU y China, no afectaría a la economía peruana. Increíble, cuando hizo la declaración, el precio del cobre ya había sido impactado por inicio del enfrentamiento.

Nuestra preocupación llegó al punto de haber sugerido al gobierno que se aprovechara la ocasión de la Cumbre de las Américas en Lima, para tomar la bandera del libre comercio, cosa que lamentablemente no se hizo.

Ahora esperamos que los siguientes pasos de EEUU y China, permitan que se consolide la vigencia del libre comercio como el espacio de interacción económica entre los países del mundo.

Para mantener informados a nuestros seguidores, compartimos líneas abajo el informa del Financial Times sobre el ‘detente’.

Estados Unidos y China retroceden desde el borde de la guerra comercial

Mnuchin dice que Washington puede imponer aranceles si Pekín no cumple con los compromisos

Financial Times
Shawn Donnan
21 de mayo, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Estados Unidos ha retrocedido desde el borde de una guerra comercial con China luego de que Washington suspendiera sus planes de imponer aranceles por 150,000 millones de dólares de importaciones, según el secretario del Tesoro de EEUU.

“Estamos parando la guerra comercial”, dijo Steven Mnuchin en una entrevista televisiva el domingo.

La declaración del hombre clave de Donald Trump en las negociaciones comerciales, siguió una declaración conjunta de Estados Unidos y China el sábado pasado, en la que Beijing prometió “aumentar significativamente” sus compras de exportaciones agrícolas y energía estadounidenses y ambas partes dijeron que continuarán hablando durante el verano.

La declaración del sábado omitió los objetivos detallados después de que los negociadores chinos se resistieron al empuje de la administración Trump para que se comprometieran a aumentar sus compras en US$ 200,000 millones anuales. A los críticos en EEUU, también les preocupa que su objetivo principal sea cumplir el objetivo de Trump de reducir el déficit comercial anual de US$ 337,000 millones con China en lugar de abordar cuestiones estructurales más difíciles con la economía china, como el subsidio de Pekín a industrias clave y el robo sistémico de propiedad intelectual de EEUU.

Mnuchin insistió el domingo en que los compromisos chinos para abordar estos temas eran parte del acuerdo más amplio y advirtió que Trump estaría libre de imponer aranceles, si Pekín no cumple con sus compromisos.

Dijo que las dos partes habían logrado un “progreso significativo”, y agregó: “Hemos acordado dejar las tarifas en suspenso mientras tratamos de ejecutar el marco”.

Pero él y otros defensores de un acuerdo rápido con Pekín, en la administración, se enfrentan al escepticismo de la comunidad empresarial estadounidense que considera que los temas estructurales, son más importantes que la reducción del déficit comercial.

La vaguedad de la declaración del sábado ilustra lo que las personas entrevistadas sobre las discusiones dijeron sobre la gran brecha que quedaba entre ambos lados. “No hay acuerdo para un tratado. Nunca anticipamos uno. Hay un comunicado entre los dos grandes países, eso es todo”, dijo Larry Kudlow, director del Consejo Económico Nacional de Trump, por separado, en una entrevista televisiva.

La administración también enfrenta otra tormenta política en su país, sobre la pretensión de Trump, de vincular las negociaciones comerciales con el levantamiento de la prohibición del abastecimiento de chips de la compañía china de equipos de telecomunicaciones ZTE, de proveedores estadounidenses. ZTE, que durante mucho tiempo ha sido objeto de preocupación por parte de las agencias de inteligencia estadounidenses, admitió haber violado las sanciones de Estados Unidos contra Irán y Corea del Norte y haber incumplido los términos de un acuerdo de US$ 1,200 millones con el gobierno de los EEUU.

Resolver la cuestión de ZTE ha sido la principal prioridad del lado chino, pero la reacción política en Washington a un tweet de Trump el pasado fin de semana comprometiéndose a ayudar a la empresa a volver al negocio, redujo la capacidad de los EEUU de cerrar un trato y provocó que China se resistiera a un compromiso de reducción del déficit de US$ 200,000 millones, dijeron las personas sondeadas sobre las discusiones.

Mnuchin admitió el domingo que el tema de ZTE había sido discutido durante las negociaciones la semana pasada, pero insistió en que la prohibición de Estados Unidos era un “asunto de aplicación de la ley”. Otros funcionarios estadounidenses han planteado la posibilidad de un acuerdo que daría el acceso de ZTE a partes estadounidenses a cambio de modificaciones en la gestión y otras medidas punitivas menos estrictas.

Wilbur Ross, el secretario de Comercio de Estados Unidos, viajaría a China en las próximas semanas para negociar los detalles de las compras chinas, dijo Mnuchin. Pero dijo que el lado estadounidense tenía objetivos muy específicos “industria por industria” en mente, elevando la posibilidad de un 35-40 por ciento de aumento en las importaciones agrícolas este año y un adicional de US$ 50,000 a US$ 60,000 millones en exportaciones anuales de energía de Estados Unidos en los próximos tres a cinco años.

“Nosotros vamos a reducir el déficit comercial”, dijo Mnuchin.

Sin embargo, también advirtió que los dos gobiernos no controlaban totalmente si esto sucedería o no, un punto hecho por economistas que dicen que el desequilibrio entre las dos economías más grandes del mundo tiene más que ver con las tendencias fiscales y macroeconómicas que con la política comercial.

“En última instancia, estas no son transacciones de gobierno a gobierno”, dijo Mnuchin. El compromiso chino “no es una orden de compra gigante con los EEUU, se trata de que la industria pueda tener contratos sólidos y entregar estos bienes “. Lampadia




China y EEUU luchan por el acero

Tal como amenazó en su campaña electoral, y reportamos ayer (ver: Contra todo pronóstico Trump consolida su poder), el presidente de EEUU inició la imposición de acciones comerciales y regulatorias que, lamentablemente, está iniciando una ‘guerra comercial’.

A pesar de las advertencias de muchos analistas, miembros de su propio partido y expertos económicos, el presidente Trump escaló aún más su confrontación arancelaria con China ordenando a su principal negociador comercial que considere la imposición de aranceles sobre productos adicionales por valor de 100,000 millones de dólares.

En respuesta, China dijo que no quería una guerra comercial, pero que estaba lista para luchar contra las políticas de Trump “a cualquier precio”. China presentó recientemente una queja ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) para desafiar los aranceles del presidente Trump sobre el acero y el aluminio, en la cual solicitó 60 días para discutir sobre los aranceles de aluminio y acero con Estados Unidos debido a que, según el gigante asiático, los aranceles del 25 % de Estados Unidos sobre el acero importado y los aranceles del 10 % sobre el aluminio importado violan las reglas del comercio internacional.

Sin embargo, es verdad que China produce acero y aluminio en niveles que superan la demanda. Sus socios comerciales argumentan que luego los vende los metales a precios extremadamente bajos, con un impacto negativo en los mercados.

La movida de Estados Unidos ha elevado las posibilidades de un conflicto comercial mayor, que está preocupando a Europa, Japón y a los líderes empresariales estadounidenses por igual. Mientras que Trump argumenta que su plan tarifario es necesario para controlar las prácticas comerciales de China, sus críticos culpan al presidente por arriesgarse a una confrontación comercial que fácilmente podría salirse de control.

Como explicamos en nuestro análisis de ayer (mencionado líneas arriba), Trump está abriendo todos los frentes de confrontación posibles al mismo tiempo. Es evidente que el personaje está dispuesto a cambiar el escenario local y el global, según sus deseos y caprichos, sin que nadie sepa la dirección de los acontecimientos, pues además, va cambiando  su equipo para acomodar sus imposiciones.

Trump está desarrollando un liderazgo que es la negación del espíritu de los sabios ‘padres fundadores’ de EEUU: limitar y balancear el poder. Lampadia

La creciente producción de acero de China desafía la presión de Trump

China aumenta la producción a pesar de los aranceles del 25% anunciados por EEUU

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Las 50 millones de toneladas de capacidad de acero recortadas el año pasado contribuyeron perversamente a un aumento en la producción © Reuters

Emily Feng en Yuncheng, China
Financial Times
17 de abril de 2018
Traducido y glosado por Lampadia

En teoría, China está en guerra con la producción excesiva de acero. En los últimos dos años, las autoridades han reducido ostensiblemente millones de toneladas de capacidad, y los funcionarios de las regiones productoras de acero más grandes del país ordenaron a los ingenios que redujeran a la mitad su producción durante el invierno.

Sin embargo, en la fábrica de acero Jianlong en la provincia de Shanxi, los trabajadores del acero se quejan de que pasaron la temporada trabajando horas extras. “He estado haciendo turnos de 15 horas al menos una vez a la semana este invierno”, refunfuñó un trabajador.

A pesar de los severos recortes estacionales, la producción de acero crudo de China aumentó un 6 % interanual en los primeros dos meses de 2018, y 2017 fue un año récord para la producción de acero en el país.

Ese aumento podría exacerbar las relaciones comerciales ya tensas entre EEUU y China. En marzo, EEUU anunció tarifas mundiales de acero destinadas a lo que considera como la inundación de China de los mercados mundiales con acero barato.

Aunque el presidente Donald Trump ha puesto la atención en la industria siderúrgica de China -prometió exenciones para casi todos los países excepto China después de anunciar aranceles del 25 % para las importaciones de acero el mes pasado- el exceso de oferta de China también ha hostigado a Europa.

China ha respondido prometiendo reiteradamente racionalizar su industria y reducir la producción de acero luego de que los precios mundiales cayeran en picada. Pero los recientes aumentos en la producción cuentan una historia diferente.

Muchos funcionarios en el oeste creen que el aumento de la producción es indicativo de que Pekín no cumplió sus promesas. Pero el aumento también ilustra las dificultades que enfrentan las autoridades chinas en su intento de minimizar los sectores ineficientes de la industria pesada, incluido el acero.

Es poco probable que el aumento de la producción tenga un impacto directo en EEUU; es probable que el exceso de producción de acero de China se exporte a países más pequeños. El sector siderúrgico de China es tan grande que incluso un aumento de tan solo el 1 % en las exportaciones equivaldría a todo el mercado de exportación de las acerías estadounidenses.

Los topes oficiales en la producción tenían como objetivo garantizar un aire más limpio en Beijing este invierno. Inintencionadamente, simplemente han provocado que la producción, y la contaminación, se trasladen a aquellas partes del país donde no se imponen topes.

Los límites impuestos a la producción en 28 ciudades y regiones, incluso en los alrededores de Beijing, han traído más negocios a los productores de acero que alguna vez estuvieron al margen. Las fábricas cercanas a la capital también aumentaron la producción el año pasado.

Los esfuerzos de Pekín por limpiar el aire de la capital obligaron a la industria pesada a trasladarse a otros lugares, como la planta de Jianlong en la ciudad de Yuncheng, en Shanxi, ubicada en el límite del corazón de la producción de acero y carbón de China.

Yuncheng no ha seguido el camino de Linfen. El dueño de un restaurante en la zona dice. “Todo el mundo ha estado trabajando horas extras en enero y febrero”.

Los 50 millones de toneladas de capacidad de acero recortados el año pasado contribuyeron de manera significativa a la recuperación general de la producción. Gran parte de la producción récord del año pasado fue el resultado del derretimiento de la chatarra incautada durante el cierre de las fábricas más pequeñas, a veces ilegales, que constituyeron el grueso de los recortes de capacidad. Esto tuvo el efecto de colocar la producción ilegal de acero, que no se contabilizó en los datos del gobierno, en cifras oficiales de producción.

El aumento de los precios de los productos de acero incentivó aún más la producción y trajo el retorno tentativo de la prosperidad a Yuncheng.

Los precios del acero se mantuvieron altos durante este invierno gracias a un boyante mercado inmobiliario y desarrollo de infraestructura.

El gran volumen de suministro de las fábricas ilegales retiradas de los mercados el año pasado también elevó los precios: son buenas noticias para las empresas siderúrgicas, que a menudo son empleadores cruciales en la región y se ven presionadas a mantener a sus empleos sin importar el costo.

Una encuesta de FT reveló que el aumento previsto de la producción de acero de China fue solo del 0.6 % en 2018, frente al 5.7 % del año anterior. Lampadia




El mundo pasa a una fase confrontacional

Las debilidades de liderazgo de las grandes potencias, llevan a la humanidad de las amenazas y juegos de palabras a escenarios de confrontación comercial y hasta bélica, que están dañando severamente las perspectivas de crecimiento económico de mediano plazo, con especial incidencia en los países emergentes, como el Perú.

Los líderes de EEUU, China y Rusia, condenan al mundo a importantes retrocesos:

  • En EEUU, Donald Trump tomó por asalto el partido republicano y alcanzó la presidencia profiriendo una serie de amenazas sobre enfrentamientos comerciales con China y México, y de políticas radicales sobre las migraciones.

Muchos quisieron pensar que todo quedaría en los discursos, pero entrado en su segundo año de gobierno, Trump está llevando a cabo todas sus amenazas. (Ver en Lampadia: Trump desata dañina ‘Guerra Comercial).

  • En China, si bien Xi Jinping planteó hace un año en el World Economic Forum, en Davos, la defensa del libre comercio, este año ha mostrado una muy importante involución política, al modificar la constitución china y asumir poderes dictatoriales sin límite de tiempo, contrariando los cuidados del fundador de la nueva China, Deng Xiaoping, con el afán de no repetir los excesos de Mao. (Ver en Lampadia: Xi Jinping transita hacia el poder eterno).
     
  • En Rusia, como explicó Timothy Garton Ash en uno de sus artículos (La doctrina del resentimiento), en 1994, en una reunión internacional, un desconocido Vladimir Putin, al que Garton Ash describió como “un hombre fornido y de baja estatura, con cara de ratón”, explicó que Rusia había abandonado parte de su población en países que no controlaba y que por lo tanto debían rewconquistar. Poco a poco, Putin ha tomado el poder absoluto, está rearmando a Rusia, a invadido países extranjeros y ha sido un factor determinante en el deterioro del conflicto en Siria.
“Nuestra relación con Rusia está peor que nunca, y eso incluye a la Guerra Fría. 
No hay razón para esto.” Fuente: Cuenta oficial de Twitter de Donald Trump

 

“Rusia promete derribar todos y cada uno de los misiles contra Siria. Prepárate, Rusia, porque lo que vendrán serán [misiles] bonitos, nuevos e inteligentes. ¡No deberías ser socios de un animal que mata con gas a su gente y lo disfruta!”. Fuente: Cuenta oficial de Twitter de Donald Trump

Además del deterioro de liderazgo de las tres potencias, es especialmente notoria la caída del Reino Unido en una trampa política de aislamiento (Brexit), y de abandono de las banderas del libre comercio; así como el advenimiento de otros liderazgos populistas en Europa.

La excepción que confirma la regla, la representan los iluminados liderazgos de Angela Merkel en Alemania (lamentablemente debilitado después de las últimas elecciones), Emmanuel Macron en Francia y de Narendra Modi en la India.

Pero la humanidad está siendo arrastrada a zonas de conflicto, con la inminencia de un enfrentamiento bélico entre EEUU y Rusia en Siria.

En relación a los enfrentamientos comerciales, países como el Perú, y el resto de los países de las américas, mañana y pasado en Lima, debemos alzar la voz en defensa de la globalización y el libre comercio.

Para tener más información sobre los enfrentamientos comerciales, compartimos líneas abajo, el artículo de The Economist sobre la ‘guerra comercial’.     

Comienza una guerra comercial entre EEUU y China

Golpe por Golpe 

Los dos países amenazan con caer a una secuencia de represalias de ojo por ojo

 

 

 

 

 

 

The Economist
7 de abril, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Los aranceles están en peligro de convertirse en una guerra comercial. El 3 de abril, Estados Unidos publicó una lista de unos 1,300 productos chinos que propone imponerles aranceles del 25%. Un día después, China produjo su propia lista, que abarca 106 categorías. “Como dice el refrán chino, es muy cortés intercambiar”, dijo la embajada china en Washington, DC.

Según el Peterson Institute for International Economics, un grupo de expertos, la lista de Estados Unidos cubre productos chinos por un valor de US$ 46 mil millones en 2017 (9% de las exportaciones totales de bienes de ese año a Estados Unidos; según el gráfico). China cubre bienes estadounidenses por valor de alrededor de US$ 50 mil millones en 2017 (38% de las exportaciones). Las sumas fueron suficientes para mover los mercados el 4 de abril, aunque el índice S&P 500 pronto recuperó el terreno perdido.

Las listas de ambos países son, por ahora, no más que amenazas. En los próximos dos meses, la lista de EEUU estará abierta a consulta pública (no hay un plazo para que las tarifas entren en vigencia). China ha dicho que esperará a la movida de Estados Unidos. Todavía hay una posibilidad de que las dos partes elijan un acuerdo sobre una guerra comercial. Aunque la lista de Estados Unidos fue elaborada en respuesta al supuesto robo de propiedad intelectual de firmas estadounidenses por parte de China, Trump considera que el déficit comercial con China es una afrenta independiente. Los aranceles aún podrían evitarse si China acepta comprar más productos estadounidenses.

Pero a esta escaramuza le siguen otras. El 23 de marzo, Estados Unidos impuso aranceles al acero y al aluminio de algunos países, incluida China. Eso provocó aranceles que cubren alrededor de US$ 3 mil millones de las exportaciones estadounidenses a China. Se esperan más represalias, ya que los chinos reaccionaron al separar los aranceles estadounidenses en productos como paneles solares y lavadoras.

Los historiadores del comercio tienen una ventaja sobre aquellos que estudian guerras de tipo militar. Cada parte en un conflicto comercial expone en detalle los productos que se verán afectados. Eso hace que sea más fácil analizar sus estrategias.

Los aranceles de Trump sobre el acero y el aluminio resultan bastante crudos. Son un intento de proteger una sola industria al bloquear la competencia extranjera, guiados por la creencia errónea de que esto la fortalecerá. Por el contrario, las represalias de China y las últimas amenazas estadounidenses sobre la propiedad intelectual son más sofisticadas. En lugar de engreir a una industria, están destinadas a empujar a un socio comercial a cambiar su comportamiento. Son medios, no fines.

La lista estadounidense de esta semana está diseñada para afectar a productos que se benefician de la política industrial de China, incluido su plan “Made in China 2025” para dominar ciertos sectores estratégicos. A la vista están productos como robots industriales, motores para vehículos eléctricos y semiconductores. (Al menos 90 productos, que incluyen piezas de aviones y automóviles, no registraron exportaciones chinas a Estados Unidos en 2017 y pueden considerarse como un ataque preventivo).

Eso puede parecer justo en los ojos de Trump. Pero los burócratas que elaboran la política de protección comercial enfrentan una disyuntiva entre golpear al otro país y proteger a sus propios consumidores. Incluso antes del último anuncio, algunos productos ofensivos habían sido eliminados de la lista de Estados Unidos después de que los analistas del gobierno los identificaron como “susceptibles de causar disrupciones a la economía de EEUU.” O “sujetos a restricciones legales o administrativas”. La elección final tuvo en cuenta la disponibilidad de sustitutos de otros lugares. Los analistas de Goldman Sachs, un banco, estiman que de los productos propuestos para las tarifas, solo alrededor del 20% de las importaciones de EEUU en 2017 provino de China (la proporción es más alta para LED, televisores e impresoras y fotocopiadoras).

El elemento sorpresa

Algunas partes de la estrategia de Estados Unidos fueron inesperadas. Minimizar las disrupciones en las empresas sugeriría aranceles sobre productos terminados en lugar de sus insumos. Algunas empresas pueden no darse cuenta de que sus proveedores están comprando productos chinos, por lo que los costos más altos para los bienes intermedios podrían viajar a lo largo de las cadenas de suministro en formas impredecibles. Las piezas más caras podrían hacer que los fabricantes estadounidenses sean menos competitivos que los rivales extranjeros. Sin embargo, aunque las dos líneas arancelarias más importantes por valor en la lista de Estados Unidos eran los televisores en pantalla a color y los vehículos de pasajeros, los productos de consumo representaron menos del 20% de las importaciones afectadas.

¿Qué hay de China? En respuesta a los aranceles de Estados Unidos sobre el acero y el aluminio, colocó aranceles sobre los tubos de hierro y acero, tuberías y perfiles huecos valorizados en US$ 2 millones, y residuos de aluminio de US$ 1.2 mil millones. Esto hizo eco de la respuesta de Canadá a la tarifa estadounidense de Smoot-Hawley de 1930, cuando aumentó los aranceles sobre los huevos como represalia por que Estados Unidos hizo lo mismo. Douglas Irwin de Dartmouth College informa que el número de huevos que Canadá exportó a Estados Unidos cayó en un 40% entre 1929 y 1932. Pero el número que fue en la otra dirección se desplomó en un 99%. Tal represalia de ojo por ojo tiene la intención de demostrar que las barreras comerciales hacen que las industrias sean más débiles, no más fuertes.

La lista que China publicó el 4 de abril es aún más audaz. No hace ningún esfuerzo para cumplir con las normas de la Organización Mundial del Comercio, y apunta a puntos de presión en la democracia de Estados Unidos, incluyendo industrias con lobbys poderosos, como aviones y soja, así como productos de estados políticamente sensibles. Wisconsin es el hogar tanto de Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes, como de una parte considerable de los exportadores de arándano americano. Mitch McConnell, el líder republicano del Senado, representa a Kentucky, hogar de los exportadores de bourbon de Estados Unidos. Ambos productos están incluidos en la amenaza arancelaria de US$ 50 mil millones de China.

Tales métodos han funcionado antes. En 2003, cuando la Unión Europea amenazó con aplicar aranceles a los productos estadounidenses, incluidas las naranjas, en represalia por las tarifas de George W. Bush para el acero europeo, Bush cedió. (Florida, un estado crucial, es el hogar de muchos cultivadores de naranjas). Los pronunciamientos de Trump no sugieren que esté listo para demandar paz. Tampoco parece estar consciente de los riesgos del fracaso. Lampadia




Retomemos el libre comercio

Terminemos de romper el mito de la desigualdad que ‘justifica’ el populismo anti libre comercio y anti globalización de los países más ricos

El capitalismo nos ha traído muchísimos beneficios. Ha integrado efectivamente los mercados globales y han producido inmensos beneficios para la humanidad en su conjunto, como una gran disminución de la pobreza global y de la desigualdad entre los países más ricos y los más pobres.

En los últimos 40 años la población mundial se ha duplicado y se ha formado una clase media global de 3,000 millones de habitantes y, hoy los más pobres tienen mejores condiciones de vida que nunca antes, con mayor esperanza de vida, mejor alimentación y mejor salud. Se estima que en 20 años podamos superar del todo la pobreza. Ver en Lampadia: 7 ensayos sobre la prosperidad.

Lamentablemente, en los países más ricos como EEUU y los europeos, donde la globalización permitió grandes avances, está consolidándose ahora el populismo en la política, siendo Trump el mayor y más peligroso ejemplo. Recientemente, el presidente de EEUU está llevando a la práctica sus peores amenazas electorales. Ha desarrollado regulaciones y acciones que están desnaturalizando las reglas del comercio global y desgraciadamente, han devenido ya, en una muy dañina ‘guerra comercial’.

A estas alturas, China ya respondió, y EEUU amenaza con nuevas acciones retaliatorias. Este puede ser el inicio de un estúpido enfrentamiento que perjudicará a todas las partes. Pero los más perjudicados seremos los países emergentes como el Perú. Por ejemplo, la ‘guerra comercial’ ya disminuyó la cotización del Cobre, nuestra mayor exportación, en cerca del 10%.

Curiosamente, el nuevo ministro de la Producción, Daniel Córdoba, declara sin el menor empacho, que la ‘guerra comercial’ no afectará al Perú. Qué lástima que alguien que se reputa como técnico, caiga en una politiquería barata, que nos ayuda en nada.

El populismo de los países ricos, tiene también el respaldo de muchos economistas ‘main stream’ de sus países, para quienes el mundo es EEUU, Europa, Japón, y un poquito de Australia. Cuando hablan de desigualdad, no miran más allá, y desconocen los grandes avances de la humanidad.

sto permite que se vayan construyendo mitos que son aprovechados por los políticos populistas, que están desestabilizando el mundo de nuestros días. Entre ellos, se ha planteado una supuesta generalización de la desigualdad para todo el planeta, proyectando el estancamiento de los ingresos de la clase media de EEUU a los demás. La verdad, como hemos explicado anteriormente, es que durante las últimas décadas la desigualdad se ha reducido dramáticamente en los países emergentes. Ver en Lampadia: Las dos caras de la desigualdad en el mundo y Contundente reducción de la desigualdad.

Pero resulta, que el supuesto estancamiento de las clases medias de los países ricos, no era tal. Era producto de mediciones defectuosas, que, como demuestra The Economist, en el caso de EEUU, en vez del estancamiento de ingresos desde 1979 a la actualidad, lo que se ha dado es un incremento del orden de 51%.

Esta información le quita todo sustento al populismo desatado en EEUU y llevado al gobierno por Trump. Este análisis utiliza el índice de Gasto de Consumo Personal en vez del más comúnmente usado IPC porque de esta manera se incluye los bienes y servicios que los gobiernos y las empresas gastan en nombre de las personas, como el seguro de salud (mientras que el IPC captura solo lo que los individuos gastan en ellos mismos). Esta diferencia hace un cambio sustancial en el tiempo, llegando a la conclusión de que en realidad la riqueza de los estadounidenses aumentó en un 51% entre 1979 y 2014.

Como hemos comentado hace una semana en Lampadia: ‘Cumbre de las Américas’ debe alzar su voz – Trump desata dañina ‘Guerra Comercial’, en los próximos días tendremos otra oportunidad para plantear la defensa de nuestros legítimos intereses, y de dar el ejemplo de disciplina estratégica en la región. Aprovechemos el espacio de la Cumbre de las Américas en Lima, en la primera quincena de abril próximo en Lima, para hacer un planteamiento sólido en pro del libre comercio:

Expliquémosle al presidente Trump y a los demás líderes del continente cómo es que, en un mundo globalizado, una medida específica dirigida a conseguir un resultado particular puede desencadenar una serie de reacciones y reverberaciones que pueden hacer daño a todos, incluso al propio EEUU, que, con sus aranceles al acero y aluminio, puede terminar perdiendo inversiones, empleos y crecimiento.

Esperamos que el gobierno peruano aproveche esta ocasión para defender el espacio de desarrollo que necesita nuestro país en un mundo de libre comercio, que es el único que nos permite traer parte de la riqueza del mundo exterior y superar la pobreza. Lampadia

Los estadounidenses son más ricos de lo que eran en la década de 1970

¿Pero por cuánto?

The Economist
29 de marzo, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

La economía de EEUU ha crecido enormemente durante las últimas cuatro décadas, pero no todos sus trabajadores han cosechado los frutos. Tal vez la estadística más citada para demostrar cuán desiguales han sido las ganancias es el ingreso familiar promedio. Las estadísticas oficiales de la Oficina del Censo muestran que este número se mantuvo estable durante 40 años. Sin embargo, un análisis reciente de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) descubrió que en realidad aumentó en un 51% entre 1979 y 2014. ¿Por qué es que las cifras de la CBO son mucho más alentadoras?

Los datos de ingresos de los hogares generalmente se ajustan por inflación utilizando el índice de precios al consumidor (IPC). Esto muestra que los estadounidenses no han progresado mucho desde la década de 1970.

Sin embargo, las estimaciones de la CBO tienen en cuenta el cambio demográfico. Los hogares se han ido reduciendo, lo que significa que la misma cantidad de dinero en una familia ahora representa un mayor poder adquisitivo.

El CBO también usa el índice de gasto de consumo personal (IGC) como su medida de inflación, en lugar del IPC. Históricamente, el índice IGC ha demostrado que la inflación es medio punto porcentual más bajo que el IPC, una diferencia que se suma con el tiempo.

Además, las estimaciones de la CBO tienen en cuenta los impuestos y las transferencias, como los seguros de salud financiados por el gobierno. Los ingresos después de impuestos para la clase media han aumentado mucho más rápidamente que los ingresos antes de impuestos.

NOTAS

1. El índice GCP es diferente del CPI en dos formas clave. Primero, incluye los bienes y servicios que los gobiernos y las empresas gastan en nombre de las personas, como el seguro de salud, mientras que el IPC captura solo lo que los individuos gastan en ellos mismos.

En segundo lugar, la canasta de bienes rastreados por el índice GCP se actualiza con mayor frecuencia, lo que significa que refleja mejor la tendencia de los consumidores a cambiar sus decisiones de compra cuando los precios cambian. Por ejemplo, si el precio de las manzanas aumentara repentinamente, los consumidores estarían más inclinados a comprar otras frutas, como las peras.

Ambos índices de inflación tienen sus fortalezas y debilidades, y ambos son comúnmente utilizados por las agencias gubernamentales. Las cifras salariales generalmente se informan utilizando el índice CPI, mientras que la Reserva Federal utiliza el índice GCP como su objetivo de inflación al establecer las tasas de interés.

2. Según la CBO, la tasa impositiva federal promedio pagada por los hogares en el quintil medio de las ganancias antes de impuestos cayó del 19.1% en 1979 al 14% en 2014, mientras que las transferencias probadas en medios como Medicaid aumentaron desde el 0.8% del pre -gracias al 4.7%.

Fuentes: Oficina del Censo; CBO; BLS; BEA; NBER; The Economist

Lampadia




Trump desata dañina ‘Guerra Comercial’

Tal como amenazó en su campaña electoral, Donald Trump inició la imposición de acciones comerciales y regulatorias que, lamentablemente, está iniciando una ‘guerra comercial’. La disculpa es China, el éxito de China y sus impactos, reales y aparentes, en la economía de EEUU.

Como se ve en el siguiente gráfico publicado por The Economist esta semana, análisis recientes confirman, como indicamos en Lampadia: Nuevas investigaciones sobre la desigualdad en EEUU, que la aseveración sobre el estancamiento de ingresos de la clase media de EEUU, es equivocada, o llanamente falsa. Según esta información, el ingreso medio real, habría subido en un 50% desde 1979, lo que le quita todo sustento al populismo desatado en EEUU y llevado al gobierno por Trump. (En los próximos días presentaremos esta información en detalle).

Según The Economist, 28 de marzo, 2018: Even if America wins concessions, worry. Donald Trump’s trade policy is economically muddled and politically toxic. (Incluso si EEUU gana concesiones, preocúpese. La política commercial de Trump es económicamente enlodada y políticamente tóxica):

“Los errores sobre la economía de Trump, explican porqué sus políticas son tan irresponsables. En lugar de juntarse con otros países [supuestamente] afectados para ejercer presiones legales a China, Trump a amenazado a sus aliados. En lugar de trabajar con las reglas establecidas en el sistema de comercio, que EEUU ayudó a crear, y que a pesar de sus imperfecciones, le ha servido bien, pasa por encima de ellas a voluntad. Es particularmente imprudente al afirmar que las tarifas al acero y aluminio se justifican por temas de seguridad nacional (una carta de excepción bajo las reglas de la OMC, que debe usarse con moderación). Si EEUU mete su nariz en la OMC, ¿por qué no lo harían otros?

El resultado de una guerra comercial entre EEUU y China sería el de un espacio global que deteriora sustancialmente las posibilidades de crecimiento de los países emergentes. Por ejemplo, según Bloomberg, las primeras escaramuzas han determinado una disminución de la cotización del cobre, del orden de 10%, cayendo por debajo de los US$ 3 por libra. En el caso del Perú, esto significa una disminución de ingresos por exportaciones mayor a un millón de dólares.

Por su lado, una reciente encuesta de McKinsey muestra que “los cambios en la política comercial son las causas más citadas como riesgo del crecimiento global, el doble de veces que en la encuesta anterior”: 

El último evento de proteccionismo de Trump es en relación a las importaciones de acero. Efectivamente, las exportaciones de los excedentes de acero de China, han afectado severamente el mercado global. Esto tiene impactos en industrias pesadas en muchas partes del mundo, incluyendo al Perú, y lamentablemente hasta ahora no se ha podido llegar a acuerdos sólidos con la China. Ver en Lampadia: El acero chino inundará los mercados mundiales y Se vuelve a debilitar la industria del acero.

Pero las medidas que está tomando EEUU, van más allá del caso del acero, y más allá de China. Por lo tanto, puede traer el inicio de la temida guerra comercial, que consolidaría la ola anti-globalización y comercio internacional que amenaza al mundo en los últimos tiempos.

De El Comercio

El Lampadia hemos advertido sobre el riesgo que conlleva la gesta anti globalización y anti libre comercio. Hace tiempo sugerimos que el Perú tomara las banderas del libre comercio en los foros internacionales. Pero nuestros incapaces gobernantes, y nuestra distraída clase dirigente, no pestañaron.

Una guerra comercial tendría un impacto muy negativo en nuestra economía, ya que debilitaría sustancialmente el eco-sistema de libre comercio, indispensable para traer más riqueza del exterior a nuestro país y reducir la pobreza.

Pues en los próximos días tendremos otra oportunidad para plantear la defensa de nuestros legítimos intereses, y de dar el ejemplo de disciplina estratégica en la región. Aprovechemos el espacio de la Cumbre de las Américas en Lima, en la primera quincena de abril próximo en Lima, para hacer un planteamiento sólido en pro del libre comercio:

Expliquémosle al presidente Trump y a los demás líderes del continente, cómo, en un mundo globalizado, una medida específica, dirigida a conseguir un resultado particular, puede desencadenar una serie de reacciones y reverberaciones que pueden hacer daño a todos, incluso al propio EEUU, que, con sus aranceles al acero y aluminio, puede terminar perdiendo inversiones, empleos y crecimiento.

El siguiente artículo de Martin Wolf, del Financial Times, conocedor de la intransigencia de Trump, plantea una defensa del sistema de libre comercio, desde la perspectiva de lo que puede hacer China para evitar una ‘guerra comercial’. Lampadia 

Cómo puede China evitar una guerra comercial con Estados Unidos

Beijing debe reconocer el cambio de percepciones de los estadounidenses y hacer algunas concesiones

Martin Wolf
Financial Times
27 de marzo, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

 

¿Cómo debería responder China a la política comercial agresiva de Donald Trump? La respuesta es: estratégicamente. Necesita manejar una oleada creciente de hostilidad de EEUU.

De los acontecimientos ocurridos en Washington la semana pasada, el nombramiento de John Bolton como principal asesor del presidente de EEUU en seguridad nacional puede ser más trascendental que el anuncio de una acción comercial “sección 301” contra China. Sin embargo, el plan de imponer aranceles del 25 % a los 60 mil millones de dólares (aún no especificados) de las exportaciones chinas a los Estados Unidos muestra la agresión de la agenda comercial de Trump. Las tarifas propuestas son solo una de varias acciones dirigidas a las políticas relacionadas con la tecnología de China. Estos incluyen un caso contra China en la Organización Mundial del Comercio y un plan para imponer nuevas restricciones a sus inversiones en compañías de tecnología de EEUU.

Los objetivos de estas acciones estadounidenses no están claros. ¿Se trata simplemente de detener una supuesta mala conducta, como las transferencias forzosas (o el robo total) de propiedad intelectual? O, como sugiere el etiquetado de China como “competidor estratégico”, es para detener por completo el progreso tecnológico de China, un objetivo que es inalcanzable y ciertamente no negociable.

Trump también enfatizó la necesidad de que China reduzca su superávit comercial bilateral de Estados Unidos en US$ 100 mil millones. De hecho, su retórica implica que el comercio debe equilibrarse con cada socio. Este objetivo es, una vez más, inalcanzable ni negociable.

La visión optimista es que estos son movimientos de apertura en una negociación que terminará en un acuerdo. Una perspectiva más pesimista es que esta es una etapa en un proceso interminable de negociaciones tensas entre las dos superpotencias en el futuro. Una visión aún más pesimista es que las discusiones comerciales se romperán en un ciclo de represalias, quizás como parte de hostilidades más amplias.

Lo que suceda también dependerá de China. Debe reconocer el cambio en las percepciones de EEUU, de las cuales la elección de Trump es un síntoma. Además, en el comercio, los demócratas son mucho más proteccionistas que los republicanos.

¿Cuáles son las fuerzas que impulsan este cambio? El ascenso de China ha hecho que Estados Unidos tema la pérdida de su primacía. La autocracia comunista china está ideológicamente en desacuerdo con la democracia estadounidense. Lo que los economistas llaman “el choque de China” ha sido real e importante, aunque el comercio con China no ha sido la razón principal de los cambios adversos experimentados por los trabajadores industriales estadounidenses. Estados Unidos tampoco ha proporcionado la red de seguridad o el apoyo activo que necesitan los trabajadores y las comunidades afectadas.

Además, el acuerdo alcanzado cuando China se unió a la OMC en 2001 ya no es aceptable. Como dice Trump, Estados Unidos quiere una “reciprocidad” estricta. Finalmente, muchos empresarios argumentan que China está “haciendo trampa” en pos de sus objetivos industriales.

La experiencia muestra que las quejas nunca terminarán. Hace aproximadamente una década, las quejas se referían a los superávits en cuenta corriente de China, el tipo de cambio infravalorado y las enormes acumulaciones de reservas. Todo esto se ha transformado ahora: el superávit de la cuenta corriente ha caído a solo el 1.4 % del producto bruto interno. Ahora las quejas se han desplazado hacia desequilibrios bilaterales, transferencias forzosas de tecnología, exceso de capacidad y la inversión extranjera directa de China. China es exitosa, grande y diferente. Las quejas cambian, pero no el hecho que hay quejas.´

¿Cómo podría manejar China estas fricciones, exacerbadas por el personaje de Trump, pero arraigadas en profundas ansiedades?

En primer lugar, tomar represalias con contra medidas específicas, precisas y limitadas. Como todos los bullies, Trump respeta la fuerza. De hecho, él respeta a Xi Jinping.

En segundo lugar, desarmar las quejas legítimas o aquellas cuya reparación beneficia a China. La liberalización de la economía china es en interés propio de China, como demuestran los asombrosos resultados de 40 años de “reforma y apertura”. China puede y debe acelerar su propia liberalización interna y externa. Entre las quejas ampliamente compartidas de las empresas extranjeras, se encuentra la presión excesiva para transferir conocimientos técnicos como parte de las actividades comerciales en China. Tales “requisitos de desempeño” son contrarios a las normas de la OMC. China necesita actuar decisivamente en esto.

Tercero, haciendo algunas concesiones. China podría importar gas natural licuado de Estados Unidos. Esto reduciría el superávit bilateral, mientras que meramente reasignaría el suministro de gas en todo el mundo. Pero hacer lo mismo con los commodities en los que China es el mercado dominante del mundo sería mucho más problemático, ya que perjudicaría a otros proveedores. Es probable que Trump quiera que China discrimine contra los alimentos australianos o los aviones europeos. Ahí está el fin del sistema de comercio global liberal.

En cuarto lugar, multilateralizar estas discusiones. La cuestión de los excedentes en productos estándar como el acero no puede tratarse a un nivel puramente unilateral o bilateral. Como potencia global en ascenso, China podría desempeñar un papel central en la liberalización del comercio, fortaleciendo así el sistema y aumentando la participación mundial en la salud de la economía china. Operar a ese nivel global trae otro beneficio potencial: es difícil para las grandes potencias negociar bilateralmente, ya que tienden a ver las concesiones mutuas como humillantes.

Sin embargo, en el contexto global, una concesión puede verse como un beneficio para todos. Finalmente, al operar bajo la rúbrica de la OMC, China coloca a los europeos en una posición difícil. Los europeos comparten las ansiedades de Estados Unidos sobre las políticas de propiedad intelectual de China, pero también creen en las reglas. Si China tomara el camino correcto, los europeos podrían sentirse obligados a apoyarlo.

Estamos en una nueva era de competencia estratégica. La pregunta es si esto será manejado o conducirá a un colapso en las relaciones. La política comercial de Trump es una parte altamente desestabilizadora de esta historia. China debería tener una visión más amplia, por su propio bien y el del mundo. Lampadia