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¿Luchar contra China o buscar la paz?

Después de lo de Hong Kong, ¿es posible confiar en un acuerdo con China?

Por: Yingtai Lung
El Comercio, 19 de Abril del 2023

“El miedo al conflicto con China está minando la tolerancia, el civismo y nuestra confianza en la sociedad democrática que hemos construido con tanto esfuerzo”.

Un amigo en Taipéi, la capital de Taiwán, escribió recientemente un apasionado post en Facebook en el que instaba a los jóvenes taiwaneses a prepararse para la guerra con China. La única manera de responder a las amenazas chinas de apoderarse de la isla era, según él, con la fuerza; cualquier otra cosa era un engaño. A pesar de sus 60 años, prometió tomar las armas si era necesario.

Este se ha convertido en un sentimiento preocupantemente común en Taiwán. Le envié un mensaje privado para decirle que la fuerza debería ser solo una parte de la estrategia de Taiwán, que nuestros políticos y otras figuras públicas deberían mostrar verdadero coraje tendiendo la mano a China para desescalar el conflicto de alguna manera. “No capitules”, me respondió. Ese intercambio, que enfrenta a dos amigos, es emblemático del daño que China ya está infligiendo en Taiwán sin que se haya disparado un solo tiro.

Acusar a alguien de ser un traidor o, por el contrario, de avivar la tensión por ser peligrosamente antichino se ha convertido en la norma. El miedo al conflicto con China está minando la tolerancia, el civismo y nuestra confianza en la sociedad democrática que hemos construido con tanto esfuerzo. Esta división y desconfianza juegan a favor de China.

Durante un almuerzo en el que participaron militares y estrategas, un ex alto cargo de Defensa retirado afirmó que China podría simplemente bloquear Taiwán, que solo dispone de gas natural para ocho días, cortar los cables submarinos de telecomunicaciones o estrangularnos económicamente cortando el comercio. Alrededor del 40% de las exportaciones de Taiwán van hacia China o Hong Kong. China, dijo, podría tomar la isla sin recurrir a la acción militar.

Nada de esto es completamente nuevo para Taiwán. Llevamos más de 70 años viviendo a la sombra de China, lo que nos ha moldeado. Aunque éramos isleños, muchos en mi generación nunca aprendimos a nadar, porque de niños nos daba miedo la playa. Los soldados las patrullaban a menudo, portando fusiles con bayonetas relucientes, y las islas cercanas a la costa china estaban fuertemente minadas. Se nos advertía que los hombres rana comunistas podían nadar hasta la orilla con la cara pintada de camuflaje y cuchillos entre los dientes.

Estamos orgullosos de la vibrante democracia y el éxito económico que hemos construido a pesar de estas condiciones. Hemos demostrado que la democracia puede funcionar en la cultura china. Esta mezcla de ansiedad, orgullo y perseverancia es la esencia del carácter de Taiwán y algo que a menudo pasa por alto un mundo que tiende a vernos como un peón en la rivalidad de China con Estados Unidos. También somos de carne y hueso.

Nuestro carácter quizá se ejemplifique mejor lejos del ruido político de Taipéi, en las zonas rurales agrícolas y las aldeas pesqueras, donde la gente es propensa a reírse, a regalar generosamente sus productos y a invitar espontáneamente a cenar. Incluso aquí las opiniones sobre China difieren, pero hay un denominador común de realismo que, espero por el bien de todos, prevalezca a largo plazo. No es que la gente común crea que resistirse a China es inútil, sino que Taiwán siempre estará dentro de la inmensa atracción gravitatoria de China y que el pragmatismo, incluso un acuerdo con China, podría ser preferible a la guerra.

Taiwán celebrará unas elecciones presidenciales cruciales en enero, y la cuestión de enfrentar a China o buscar una conciliación tendrá importantes implicancias en los próximos meses. Si gana el Kuomintang, la tensión con China podría disminuir; si el Partido Democrático Progresivo conserva el poder, quién sabe.

Uno de mis vecinos dice que, de todos modos, no importará, pues Estados Unidos y China deciden nuestro destino.

–Glosado, editado y traducido–

© The New York Times




Los objetivos de Lula en China

Eduardo Ponce Vivanco
Ex Vicecanciller y ex Embajador en Brasil
Para Lampadia

La ambiciosa visita de Estado del presidente Lula a China, cuidadosamente calculada para que coincida con la visita del Canciller de Rusia a Brasilia (que se extendió a Cuba, Venezuela y Nicaragua) inauguran una estrategia geopolítica y económica brasileña de alcances que trascienden largamente los ámbitos bilaterales por el impacto regional y global que seguramente tendrá, con especial incidencia en Sudamérica y América Latina en su conjunto.

Con calculada – y casi irónica – prudencia, Lula se tomó el trabajo de visitar la Casa Blanca en los primeros días de su gobierno (quiso dejar constancia fotográfica del intercambio de sonrisas cordiales con Biden) para desplegar después su verdadera estrategia: apostar por la gran China del imperturbable Xi Jinping.

Más allá del intercambio comercial y las inversiones chinas en Brasil, el equipaje de Lula incluía gratas sorpresas para sus anfitriones, especialmente concentradas en la instrumentación de los casi olvidados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) reforzada con un banco propio para ellos y una CEO de confianza total para él: Dilma Rousseff, su sucesora en la presidencia brasileña y afiliada al mismo Partido de los Trabajadores (PT).

En esta panoplia de iniciativas, llamaba la atención una idea destinada a Putin, el agresor de Ucrania: un llamado fervoroso al Presidente Zelenski para que consienta en la usurpación territorial de Crimea en favor de Rusia como muestra de su disposición a cerrar un acuerdo que termine con la guerra; un acuerdo de paz a ser copropiciado por la China de Xi Jing Pin, a quien hizo otra propuesta atractiva: que las transacciones comerciales sino-brasileñas se hagan  con las monedas de ambos países para poner en evidencia que el dólar norteamericano puede ser erradicado como medio de pago en el comercio internacional.

Como si la comunidad internacional ignorara la invasión rusa, y sus ataques y bombardeos a pueblos y ciudades ucranianas, Lula pretendió que la guerra fue generada también por el gobierno de Kiev que, por tanto, sería corresponsable de ponerle fin negociando un acuerdo de paz.

Esa es la visión que inspira las propuestas que expuso ante un Xi Jing Ping probablemente asombrado de la interesada ingenuidad de su colega brasileño, empeñado en comprometerlo a propiciar una cruzada internacional que cambie de raíz los parámetros de una realidad que todos conocemos, por más que nos disguste o nos indigne.

Lula aprovechó su periplo internacional para mencionar UNASUR con el claro propósito de resucitar ese olvidado y deshabitado organismo, sin recordar  que sus últimos Presidentes Pro Témpore (por lo menos en el papel) fueron Bolsonaro y Evo Morales. El Perú debe poner atención a esas travesuras de futuro incierto y peligroso, exigiendo que se respeten las lecciones aprendidas de esa desventurada experiencia regional.

Nuestra relación económica y política con China es pragmática y sólida. Es el primer destino de nuestras exportaciones seguido por los EEUU y la Unión Europea. Sus inversiones en el Perú son crecientes y tan importantes como la minera Las Bambas y el mega puerto que se construye en Chancay, que servirá también a muchos vecinos sudamericanos. La logística y el comercio no deben cruzarse con ideologías lesivas al interés nacional. Lampadia




Zelenski denuncia a las “bestias” rusas

Por: Volodimir Zelenski
Diario Correo, 13 de Abril del 2023

Diversas instituciones y autoridades internacionales se han pronunciado tras la difusión de un video en donde se ve a un soldado ucraniano ser decapitado por supuestos militares de las fuerzas rusas. En el video, que dura 1 minuto y 40 segundos, se ve a un hombre con ropa de camuflaje y el rostro tapado cortándole el cuello a otro vestido de uniforme, tendido en el suelo y gritando “¡Esto duele!”.

Al cabo de unos segundos, los gritos cesan y se escucha a un hombre detrás de la cámara incitando en ruso al verdugo a “cortarle la cabeza”. Éste termina la decapitación con un cuchillo y al final, enseña la cabeza a la cámara.

“Hay que meterla en una bolsa y enviársela al comandante”, dice una voz, en ruso. La cámara también enfoca el chaleco de la víctima, que lleva el tridente del escudo ucraniano y una calavera.

Ante ello, el servicio ucraniano de seguridad abrió una investigación sobre el posible crimen de guerra. “Encontraremos a estos monstruos (…) Serán castigados”, aseguró su responsable, Vassyl Maliuk.

REACCIONES. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, se pronunció a través de un video de Instagram y condenó el incidente.

“¡Con qué facilidad matan estas bestias! Este video de la ejecución de un prisionero de guerra ucraniano, el mundo debe verlo. Este es un video de Rusia tal y como es”, dijo Zelenski.

Asimismo, la misión para los Derechos Humanos de la ONU en Ucrania afirmó estar “horrorizada” por el video, y asegura que “este no es un incidente aislado”. La Comisión Europea dijo que carece de información sobre la veracidad del video, pero el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, dijo que está “mortificado por el vídeo atroz”.

Por su parte, el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, dijo que “para empezar, hay que comprobar la veracidad de las imágenes”




«Aplican métodos de la inteligencia iraní»

Por: Dardo López
Expreso, 8 de Abril del 2023

Para el analista, no existen coincidencias en la forma sobre cómo se realizaron las algaradas en Bolivia, Ecuador, Chile y Perú.

Muhamad Ghaleb Hamdar viene a ser la evidencia del nexo con Hezbolá, y con Irán que, en alianza con Evo Morales, aplican sus métodos de infiltración en la población, para provocar desmanes, protestas violentas y algaradas que ocurrieron en Ecuador, en Bolivia, en Chile y en nuestro país, con el propósito de dividir a la sociedad y, en medio de ese caos, lograr sus objetivos, como la toma del poder.

En este contexto, sucede que Evo Morales está vinculado a la inteligencia iraní, a través de uno de sus principales brazos, como es el ‘Passaram’, dedicado a actos de subversión, terrorismo y sabotaje. Ese órgano de inteligencia es experto en la realización de ese tipo de acciones.

La metodología del Passaram es exactamente igual a las utilizadas en Oriente Medio: personas con capucha, buzo y mochilas con piedras o maletines incendiarios, ataque a la fuerza pública, quema de locales públicos y privados, etc.

Si uno analiza bien, la metodología es la misma que siguieron en Chile, durante las infaustas y lamentables protestas que hubo en Santiago. Pero antes de eso ocurrió en Bolivia, exactamente igual a lo que transcurrió luego en nuestro país.

“Yo no creo en las coincidencias, sobre todo cuando se aplica la misma metodología. Todo ello apunta a un mismo cerebro, a un mismo pensamiento ejecutor… y en Bolivia, estuvo el brazo ejecutor iraní, que es el Passaram. Cometemos el error de pensar que vamos a ver una persona con turbante, y no pues: a veces ni siquiera es una persona de origen árabe, sino un operador de dicho grupo, que puede haber nacido en Irán, en Venezuela, en Bolivia o en Perú”, dijo el analista Dardo López.




Por qué la contienda entre China y Estados Unidos está entrando en una fase nueva y más peligrosa

Funcionarios chinos se enfurecen por lo que ven como acoso estadounidense

The Economist
30 de marzo de 2023
Traducido y glosado por Lampadia

Es posible que se esperara que cuando China reabrió y se reanudó el contacto cara a cara entre políticos, diplomáticos y empresarios, las tensiones chino-estadounidenses se aliviarían en una ráfaga de cenas, cumbres y charlas triviales. Pero la atmósfera en Beijing ahora mismo revela que la relación más importante del mundo se ha vuelto más amarga y hostil que nunca.

En los pasillos del gobierno, los funcionarios del Partido Comunista denuncian lo que ven como la intimidación de Estados Unidos. Dicen que tiene la intención de golpear a China hasta la muerte. Los diplomáticos occidentales describen una atmósfera mezclada con intimidación y paranoia. En la Casa de Huéspedes del Estado de Diaoyutai, los ejecutivos multinacionales que asistieron al Foro de Desarrollo de China se preocuparon por lo que significaría una disociación más profunda para sus negocios. Lo único en lo que ambas partes están de acuerdo es que el mejor de los casos son décadas de distanciamiento, y que lo peor, una guerra, es cada vez más probable.

Cada lado está siguiendo su propia lógica inexorable. Estados Unidos ha adoptado una política de contención, aunque se niega a utilizar ese término. 

Ve una China autoritaria que ha pasado del gobierno de un solo partido a un gobierno de un solo hombre. Es probable que el presidente Xi Jinping esté en el poder durante años y sea hostil con Occidente, que cree que está en declive. En casa sigue una política de represión que desafía los valores liberales. Ha incumplido sus promesas de mostrar moderación al proyectar poder hacia el exterior, desde Hong Kong hasta el Himalaya. Su reunión con Vladimir Putin este mes confirmó que su objetivo es construir un orden mundial alternativo que sea más amigable con los autócratas.

Frente a esto, es comprensible que Estados Unidos esté acelerando su contención militar de China en Asia, rejuveneciendo viejas alianzas y creando otras nuevas, como el pacto AUKUS con Australia y Gran Bretaña. En el comercio y la tecnología, Estados Unidos está promulgando un embargo estricto y cada vez mayor sobre los semiconductores y otros bienes. El objetivo es frenar la innovación china para que Occidente pueda mantener su supremacía tecnológica: ¿por qué Estados Unidos debería permitir que sus inventos se utilicen para hacer que un régimen hostil sea más peligroso?

Para los líderes de China, esto equivale a un esquema para paralizarlo. América, a sus ojos, piensa que es excepcional. Nunca aceptará que ningún país pueda ser tan poderoso como él mismo, sin importar si es comunista o democrático. Estados Unidos tolerará a China solo si es sumisa, un “gato gordo, no un tigre”. Las alianzas militares asiáticas de Estados Unidos significan que China siente que está siendo rodeada dentro de su propia esfera natural de influencia. Las líneas rojas acordadas en la década de 1970, cuando los dos países restablecieron relaciones, como las de Taiwán, están siendo pisoteadas por políticos estadounidenses ignorantes e imprudentes. Los gobernantes de China creen que es prudente aumentar el gasto militar.

En el comercio, ven la contención estadounidense como injusta. ¿Por qué un país cuyo pib per cápita es un 83% más bajo que el de Estados Unidos debería verse privado de tecnologías vitales? Funcionarios y empresarios quedaron horrorizados por el espectáculo de TikTok, la subsidiaria de una empresa china, siendo asada en una audiencia del Congreso estadounidense este mes. Aunque algunos liberales chinos sueñan con emigrar, incluso los tecnócratas educados en el mundo occidental ahora condenan lealmente las demostraciones de riqueza, promueven la autosuficiencia y explican por qué la globalización debe estar al servicio de las prioridades políticas de Xi.

Dadas dos visiones del mundo tan arraigadas y contradictorias, es ingenuo pensar que más diplomacia por sí sola puede garantizar la paz.

Una reunión en Bali entre el presidente Joe Biden y Xi en noviembre alivió las tensiones, pero pronto se reafirmó la lógica más profunda de la confrontación.

La crisis de los globos espía (los funcionarios chinos se burlan de Estados Unidos por derribar lo que llaman un “globo travieso” perdido) mostró cómo ambos líderes deben parecer duros en casa.

Estados Unidos quiere que China adopte barandillas para controlar la rivalidad, incluidas líneas directas y protocolos sobre armas nucleares, pero China se ve a sí misma como la parte más débil: ¿por qué atarse a las reglas establecidas por su matón?

Nada sugiere que las hostilidades disminuirán. Las elecciones de Estados Unidos en 2024 mostrarán que atacar a China es un deporte bipartidista.

Frente a tal oponente, Estados Unidos y otras sociedades abiertas deben adherirse a tres principios. 

El primero es limitar el desacoplamiento económico, que según el FMI podría costar entre un manejable 0.2% del PIB mundial y un alarmante 7%. El comercio en sectores no sensibles también ayuda a mantener el contacto rutinario entre miles de empresas, reduciendo así la brecha geopolítica. Los embargos deben reservarse para sectores o áreas sensibles en los que China tiene un control absoluto porque es un proveedor monopólico: estos representan una minoría del comercio chino-estadounidense. Siempre que sea posible, las empresas que se encuentran a ambos lados de la guerra fría, como TikTok, acusada de difundir información errónea china, deben ser protegidas, vendidas o escindidas, no obligadas a cerrar.

El segundo principio es reducir las posibilidades de guerra. Ambas partes están atrapadas en un “dilema de seguridad” en el que es racional reforzar su posición, aunque eso haga que la otra parte se sienta amenazada. Occidente tiene razón al buscar la disuasión militar para hacer frente a una creciente amenaza china: la alternativa es el colapso del orden liderado por Estados Unidos en Asia. Pero buscar el dominio militar en torno a los puntos críticos, en particular Taiwán, podría provocar accidentes o enfrentamientos que se salgan de control. Estados Unidos debería intentar disuadir un ataque chino a Taiwán sin provocarlo. Esto requerirá sabiduría y moderación de una generación de políticos en Washington y Beijing que, a diferencia de los líderes de Estados Unidos y la Unión Soviética en la década de 1950, no tienen experiencia personal de los horrores de una guerra mundial.

El último principio es que Estados Unidos y sus aliados deben resistir la tentación de recurrir a tácticas que los hagan más parecidos a su oponente autocrático. En esta rivalidad, las sociedades liberales y las economías libres tienen grandes ventajas: es más probable que creen innovaciones y riqueza y que gocen de legitimidad dentro y fuera del país. Si Estados Unidos se apega a sus valores de apertura, igualdad de trato para todos y estado de derecho, le resultará más fácil mantener la lealtad de sus aliados.

Estados Unidos debe tener claro que su disputa no es con el pueblo chino, sino con el gobierno de China y la amenaza a la paz y los derechos humanos que representa. La competencia definitoria del siglo XXI no se trata solo de armas y chips, también es una lucha por los valores. Lampadia




“Nuevo cruce del estrecho de Bering”

Por: Aldo Mariátegui
Perú21, 28 de Marzo del 2023

“Ya las constructoras chinas son las empresas extranjeras líderes en el Perú, por encima de las españolas”.

Por una gracia graciosa, Indecopi permitió el año 2020 que la empresa estatal china Three Gorges Corporation compre la distribuidora de electricidad Luz del Sur, que abastece la mitad de Lima, a pesar de que esta misma firma ya estaba antes en el negocio de generación con Chaglla, pues Three Gorges Corporation le compró esa central hidroeléctrica a Odebrecht gracias a que los peruanos idiotas les permitimos a esos mafiosos brasileños que vendan ese activo colosal por US$ 1,400 millones en lugar de expropiársela.

Recordemos que la ley prohíbe que una misma empresa tenga una generadora y una distribuidora a la vez, pero Three Gorges Corporation fue muy afortunada con los chicos de Indecopi, que se chuparon con los chinos (espero que haya sido por cobardía y no por otra cosa). Ahora el economista Carlos Rojas ha revelado que la también empresa estatal China Southern Grid va a adquirir Enel Distribución (antes Edelnor), que abastece de luz a la otra mitad de Lima.

O sea, el 100% de la distribución de electricidad de nuestra capital va a ser del Estado chino. ¿Inquietante, no? También se sabe que las únicas postoras para comprar Telefónica del Perú (y Telefónica de Argentina) son empresas estatales chinas, pero que dicha operación habría sido vetada por la mismísima Unión Europea por razones estratégicas. Y ya las constructoras chinas son las empresas extranjeras líderes en el Perú, por encima de las españolas y tomándoles el relevo a las corruptas brasileñas.

A pesar de la inestabilidad que vivimos por ser tan imbéciles de elegir a algo como Castillo o de sus problemas en Las Bambas, los chinos son los únicos inversores grandes extranjeros a los que no les importa nuestro folclórico ruido político, tipo hordas aimaras amenazando Lima o ignorantes pidiendo una nueva Constitución. Incluso, existiría otro megagrupo peruano que estaría vendiendo afuera todos sus muy diversos activos locales y el rumor es que también todo podría ser adquirido por inversionistas chinos.




El mundo según Xi

Importante lectura que muestra la evolución de China hacia su visión legendaria: “Estar a cargo de todo entre el cielo y la tierra”. Recomendamos su lectura.

Incluso si la diplomacia transaccional de China trae algunas ganancias, contiene peligros reales

The Economist
23 de marzo de 2023

Un hombre menor que Xi Jinping podría haberlo encontrado incómodo. Al reunirse con Vladimir Putin en Moscú esta semana, el líder de China habló de “coexistencia pacífica y cooperación de ganar-ganar”, mientras cenaba con alguien que enfrenta una orden de arresto internacional por crímenes de guerra. Pero a Xi no le preocupan las inconsistencias triviales. Él cree en el declive inexorable del orden mundial liderado por Estados Unidos, con su declarada preocupación por las reglas y los derechos humanos. Su objetivo es convertirlo en un sistema más transaccional de acuerdos entre grandes potencias. No subestime los peligros de esta visión, ni su atractivo en todo el mundo.

En Ucrania, China ha jugado una mano torpe sin piedad y bien. Sus objetivos son sutiles: asegurar que Rusia esté subordinada pero no tan débil como para que el régimen de Putin implosione; para pulir sus propias credenciales como pacificador a los ojos del mundo emergente; y, con la vista puesta en Taiwán, socavar la legitimidad percibida de las sanciones occidentales y el apoyo militar como herramienta de política exterior. Xi ha propuesto cínicamente un “plan de paz” para Ucrania que recompensaría la agresión rusa y que sabe que Ucrania no aceptará. Llama a “respetar la soberanía de todos los países”, pero olvida mencionar que Rusia ocupa más de una sexta parte de su vecino.

Este es solo un ejemplo del nuevo enfoque de política exterior de China, a medida que el país emerge del aislamiento cero-covid para enfrentar un Occidente más unificado. El 10 de marzo, China negoció una distensión entre dos acérrimos rivales, Irán y Arabia Saudita, una primera intervención en el Medio Oriente, que destacó la influencia reducida de Occidente allí 20 años después de la invasión de Irak liderada por Estados Unidos. El 15 de marzo, Xi dio a conocer la “Iniciativa de Civilización Global”, que argumenta que los países deben “abstenerse de imponer sus propios valores o modelos a los demás y de avivar la confrontación ideológica”.

El enfoque de China no es improvisado, sino sistemático e ideológico. Deng Xiaoping instó a China a “ocultar sus capacidades, esperar su momento”. Pero Xi quiere remodelar el orden mundial posterior a 1945. Los nuevos eslóganes de China buscan tomar prestado y subvertir el lenguaje normativo del siglo XX para que el “multilateralismo” se convierta en el código de un mundo que se deshace de los valores universales y se rige por el equilibrio de los intereses de las grandes potencias. La “Iniciativa de Seguridad Global” se trata de oponerse a los esfuerzos para contener la amenaza militar de China; la “Iniciativa de Desarrollo Global” promueve el modelo de crecimiento económico de China, que trata con estados autocráticos sin imponer condiciones. “Global Civilization” argumenta que la defensa occidental de los derechos humanos universales, en Xinjiang y en otros lugares, es un nuevo tipo de colonialismo.

Esta cosmovisión transaccional tiene más apoyo fuera de Occidente de lo que piensas. A finales de este mes en Beijing, Xi se reunirá con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, un defensor de un mundo multipolar, que quiere que China ayude a negociar la paz en Ucrania. Para muchos, la invasión de Irak en 2003 expuso el doble rasero de Occidente sobre el derecho internacional y los derechos humanos, un punto que los medios estatales de China están insistiendo. Después de los años de Trump, el presidente Joe Biden ha vuelto a comprometerse con el mundo, pero el giro hacia Asia implica la reducción de personal en otros lugares, incluso en Medio Oriente y Afganistán.

Occidente ha mostrado resolución sobre Ucrania, pero muchos países son ambivalentes acerca de la guerra y se preguntan cómo terminará. Al menos 100 países, que representan el 40 % del PIB mundial, no aplican sanciones en su totalidad. Se duda del poder de permanencia estadounidense. Ni Donald Trump ni Ron DeSantis, su rival republicano, ven a Ucrania como un interés estadounidense central. Todo esto crea espacio para nuevos actores, desde Turquía hasta los Emiratos Árabes Unidos y, sobre todo, China. Su mensaje, que la democracia real implica desarrollo económico, pero no depende de la libertad política, atrae en gran medida a las élites de los países no democráticos.

Es importante evaluar qué puede lograr esta multipolaridad mercenaria. Irán y Arabia Saudita han sido feroces enemigos desde la revolución iraní en 1979. China es el mayor mercado de exportación para ambos, por lo que tiene influencia y un incentivo para prevenir la guerra en el Golfo, que también es su mayor fuente de petróleo. El acuerdo que ha ayudado a negociar puede desescalar una guerra de poder en Yemen que ha matado a unas 300,000 personas. O tomemos el cambio climático. El apoyo mercantilista chino a su industria de baterías es un catalizador para una ola de inversión transfronteriza que ayudará a reducir las emisiones de carbono.

Sin embargo, el objetivo real de la política exterior de Xi es hacer que el mundo sea más seguro para el Partido Comunista Chino. Con el tiempo, sus defectos serán difíciles de ocultar. Una red de relaciones bilaterales convenientes crea contradicciones. China ha respaldado a Irán, pero optó por ignorar su escalada nuclear en curso, que amenaza a los otros clientes de China en la región. En Ucrania cualquier paz duradera requiere el consentimiento de los ucranianos. También debería implicar la rendición de cuentas por crímenes de guerra y garantías contra otro ataque. China se opone a los tres: no cree en la democracia, los derechos humanos ni en la restricción de las grandes potencias, ya sea en Ucrania o Taiwán. Los países que enfrentan una amenaza de seguridad directa de China, como India y Japón, se volverán aún más cautelosos (ver la sección de Asia). De hecho, siempre que un país se enfrente a un vecino poderoso y agresivo,

Debido a que China casi siempre respalda a las élites gobernantes, por ineptas o crueles que sean, su enfoque puede eventualmente indignar a la gente común en todo el mundo. Hasta ese momento, las sociedades abiertas enfrentarán una lucha por visiones en competencia. Una tarea es evitar que Ucrania sea empujada a un acuerdo de paz falso y que los países occidentales profundicen sus alianzas defensivas, incluida la OTAN. El objetivo a largo plazo es refutar la acusación de que las reglas globales solo sirven a los intereses occidentales y exponer la pobreza de la cosmovisión que China y Rusia están promoviendo.

La gran intuición de Estados Unidos en 1945 fue que podía hacerse más seguro si se unía a alianzas duraderas y reglas comunes. Esa visión idealista se ha visto empañada por décadas de contacto con la realidad, incluso en Irak. Pero la cumbre de Moscú revela una alternativa peor: una superpotencia que busca influencia sin conquistar afecto, poder sin confianza y una visión global sin derechos humanos universales. Aquellos que creen que esto hará del mundo un lugar mejor deberían pensarlo de nuevo. Lampadia




Xi en Moscú

Alejandro Deustua
22 de marzo de 2023
Para Lampadia

El cambio del balance del poder mundial suele ser más visible que el cambio sistémico. Si aquél brilla hoy en Moscú con menor luz que la esperada durante la visita del presidente chino, éste no es menos relevante bajo las circunstancias.

La “amistad sin límites” sino-rusa acaba de fortalecerse en la vitrina global cuando la perspectiva occidental es unánime en establecer que Rusia no está ganando la guerra en Ucrania y que está aislada, el compromiso norteamericano y europeo de aprovisionamiento bélico a Ucrania se incrementa (no sin reparos) y la imputación de Putin por la Corte Penal Internacional resta a éste legitimidad entre los Estados que forman parte de esa entidad.

En ese marco, el presidente Xi ha mostrado en Moscú que planificar la guerra y el futuro de Europa del Este y de Eurasia sobre la base del aislamiento ruso puede ser un error estratégico. Al fin de cuentas, China no sólo ha confirmado su respaldo a Rusia, sino que lo ha hecho también para lograr cooperación frente a los “actos de hegemonía dañina, dominación y prepotencia” contra China, apresurar la emergencia de un orden multipolar (cuyo proceso está en marcha) e impulsar un multilateralismo más democrático. La visita de Xi a Putin se ha realizado con una visión del mundo de largo plazo y de su propia situación en conflicto con la norteamericana y europea en medio de una guerra.

Aunque de la reunión sino-rusa no ha surgido una alianza en forma (China no desea una alianza manifiestamente antioccidental), el encuentro puede haber marcado el punto de inflexión de una nueva relación “Este-Oeste” (según el argot periodístico) y de la confrontación eslava.

La relación “Este-Oeste” es, en este caso, más bien metafórica porque en el “Este” hay poco alineamiento y mucha fricción. Ello se debe a la resistencia de India, Japón, Corea del Sur y los países del Sudeste Asiático al “avance” chino en términos de consolidación territorial (p.e. Taiwán), a la expansión marítima (los conflictos del mar del sur de la China), a la pretensión hegemónica china y la ampliación de su área de influencia (el programa de la “nueva” ruta de la seda que, en su versión extendida, incluye a países como el Perú).  

A ello se suman coaliciones temerosas de la expansión china. Al AUKUS (Australia, Reino Unido y Estados Unidos) en el Pacífico se agrega el QUAD (India, Japón, Estados Unidos y Australia) en el Indopacífico (ésta última dinamizada hoy por aproximaciones entre Japón e India). De intensificarse la confrontación en esas áreas, los mecanismos de integración y cooperación económica en la cuenca del Pacífico, de los que el Perú forma parte, (APEC, TPP 11) pueden quedar afectados.

En relación al “plan de paz” presentado por China en febrero pasado como marco de solución para el conflicto en Ucrania, éste no ha logrado aceptación en Occidente, aunque el presidente Zelensky sí ha deseado discutirlo con Xi bajo sus propias condiciones.  Al respecto debe decirse que China no presentó ese documento como el esbozo de un acuerdo sino como su posición para el término de la guerra. En cualquier caso, éste parece tener algún silencioso respaldo de un conjunto de países que no intervienen en el enfrentamiento pero que han condenado, en la ONU, la invasión rusa.

Si ese planteamiento lograra activarse con las adiciones que se requieran, el rol de China podría evolucionar desde el de un socio estratégico ruso que no ha condenado la invasión al de un semi-mediador. Dado su status de potencia, ese rol no se limitaría a aproximar a las partes, sino que podría estimular los términos del acuerdo por vías que, dada la asimetría con el socio, podría incluir el apremio a la propia Rusia.

Pero para que ello ocurra no basta romper el silencio con que se trata la materia. Cuatro condiciones esenciales deberían satisfacerse.

Primero, el retiro ruso del territorio conquistado (ello es improbable, aunque las condiciones del “retiro” deberían poder discutirse).

Segundo, el respeto a los intereses de seguridad rusos que implican no limitar con un Estado históricamente vinculado que recibe extraordinario respaldo de la OTAN y de la Unión Europea (muy difícil a la luz de las realidades de Finlandia y los países bálticos que ya limitan con Rusia con esos respaldos).

Tercero, la neutralización de, por lo menos, parte del territorio rusófilo (probable si las potencias occidentales recuerdan que las zonas de influencia y los “buffer” siguen siendo parte de la realidad internacional).

Y cuarto, que los beligerantes (que dinamizarán su agresividad en esta primavera), tengan alguna certeza de que no lograrán sus objetivos sólo por la vía militar o que el logro de algunos de ellos costará menos por la vía de la negociación (ese momentum no existe aún).

Si China encuentra ese momentum, su rol como potencia incrementaría su influencia en Europa. Sin embargo, la rivalidad sistémica impedirá que ello ocurra en tanto Estados Unidos considera, con razón, que la potencia asiática como el adversario principal.

De otro lado, es probable el apoyo implícito de potencias menores a una solución próxima de un conflicto que impacta negativamente la economía global y la seguridad energética y alimentaria de esos países. Pero ese apoyo tendría el costo de la consolidación de la presencia china bajo condiciones que centralizan en esa potencia los mercados de exportaciones primarias y el origen de buena parte de la inversión llevando consigo el impulso a un alineamiento no deseado. Nuestras economías conocen las consecuencias del predominio económico de grandes potencias si éste carece de alternativas que hoy parecen menos dinámicas.

Por lo demás, durante la visita de Xi a Moscú se han consolidado vínculos que permitirán a Rusia completar la reorientación de su comercio exterior (Rusia reemplazará a Arabia Saudita como primer proveedor de petróleo a China y se construirá un nuevo gasoducto confirmatorio de la nueva relación), incrementar la producción industrial en Siberia y mejorar el acceso financiero y el aprovisionamiento militar a cambio de tecnología, seguridad energética y de otras facilidades de infraestructura.

Esta innovación en marcha ya ha alterado la geopolítica de la zona. Y el balance de poder global ha cambiado, no necesariamente para mejor. Lampadia




China advierte a EEUU del riesgo de conflicto

Por: Ministro de RR.EE. de China
Perú21, 9 de Marzo del 2023

Desde Pekín exigen a EE.UU poner freno inmediatamente a su “mala vía” contra ellos.

Pekín (AFP). China acusó este martes a Estados Unidos de atizar las tensiones entre ambas potencias y advirtió del riesgo de un “conflicto” y de una “confrontación”.

Los contenciosos entre Pekín y Washington se multiplicaron estos últimos años sobre cuestiones como Taiwán, la soberanía en el mar de China Meridional, el desequilibrio en la balanza comercial o el trato a la minoría musulmana uigur.

El mes pasado, las relaciones se agriaron nuevamente porque Estados Unidos derribó un globo chino usado presuntamente con fines de espionaje, algo que Pekín niega.

El ministro chino de Relaciones Exteriores, Qin Gang, consideró el martes que “si Estados Unidos continúa emprendiendo la mala vía y no frena, ninguna barandilla podrá impedir el descarrilamiento” de las relaciones. Si eso se produce, “habrá inevitablemente un conflicto y una confrontación”, agregó Qin.

“Esta confrontación es una apuesta temeraria y están en juego los intereses de ambos países e incluso el futuro de la humanidad”, aseguró sobre este deterioro de relaciones bilaterales

“Buscamos la competencia estratégica con China, no buscamos el conflicto, y nada en nuestro planteamiento (…) debería llevar a pensar que queremos el conflicto”, respondió el portavoz de la Casa Blanca, John Kirby.




Un aniversario

Por: Mario Vargas Llosa
El Comercio, 6 de Marzo del 2023

“El pueblo ucranio ha mostrado hasta ahora una decisión de lucha y defensa de lo propio que no tiene antecedentes”.

Hace un año las fuerzas de Putin invadieron Ucrania. La mayor parte de la gente esperaba que para las fuerzas rusas aquello fuera un paseo y se desconcertaron ante la hidalga resistencia de los ucranios, que no solo resistieron el ataque ruso, sino estuvieron a punto de derrotar a los atacantes, los que tuvieron pérdidas gigantescas de las que poco se ha sabido en detalle, pues es obvio que, al Kremlin, bajo las órdenes de Putin, no le interesaba propagar la verdad.

Un periódico dice que un equipo de jóvenes ultramodernos restableció la comunicación que las fuerzas rusas habían conseguido inutilizar, y que la victoria militar de los ucranios en Kiev debía todo a esta operación. Sea como fuere, el asalto ruso a Kiev se frustró y la batalla cesó con cerca de cien mil soldados rusos –esta es una cifra aproximada– prisioneros o muertos. Para no hablar de los territorios que los ucranios han logrado recuperar desde el inicio de la guerra. Según el Ministerio de Defensa británico, Rusia no controla más del 18% del territorio de Ucrania reconocido internacionalmente, incluyendo las regiones del Donbás y Crimea que ya estaban bajo poder de Moscú desde hacía unos años.

¿Qué ocurrirá ahora? China ha propuesto un “plan de paz” que incluye un cese el fuego y el fin de las sanciones, en el que nadie cree, empezando por los Estados Unidos, y es probable que las acciones militares continúen, y que muchos jóvenes rusos sean sacrificados en números verdaderamente prohibitivos. Es posible que Putin siga enviando a los jóvenes de su país a la muerte o a la prisión –a él qué le puede importar–, pero aquellos jóvenes tienen padres, tíos, madres y abuelos que, sin duda algún día, en algún momento de aquellas matanzas, explotarán. Ese día, en caso de que aquello ocurra, puede ser que Putin vaya a ocupar la celda de castigo que ocupa ahora el líder opositor, Alekséi Navalni, si es que el pueblo tiene todavía los arrestos para sublevarse contra quien ha declarado una guerra equívoca contra él. Es verdad que el pueblo ucranio no está en condiciones de resistir por sí solo esa embestida y que en gran parte se nutre de armamentos de la colaboración occidental, que, dicho sea de paso, se ha mostrado en esta precisa ocasión solidaria y unánime, ayudando al pueblo ucranio a defenderse. Occidente entiende que, al apoyar a Ucrania, se defiende a sí mismo, pero está descontado que el respaldo occidental tiene un límite, que podría estar cerca, de modo que la defensa del gobierno de Kiev podría tener un final, y este podría estar próximo. Si Putin sigue en el poder, y su fantasía no se disipa luego de la heroica defensa de la minoría acosada, todo podría ocurrir.

El chantaje de la amenaza atómica está siempre allí. ¿Podría recurrir Putin a ese extremo suicida? Se trata claramente de un enfermo y, si no le para la mano el pueblo ruso, puede llegar al extremo de desatar la tercera guerra mundial, en la que perecería buena parte de la humanidad, y en todo caso Rusia desaparecería del mapa. ¿Es posible que el pueblo ruso haya sido sometido a tantas dictaduras que, incluso ante semejantes extremos, acepte ir a su pérdida de manera tan aletargada y servil? Sí, es perfectamente posible. El pueblo ruso, no lo olvidemos, procede de siglos de dictaduras sin precedentes (con breves períodos democráticos, como el que propició Yeltsin en la URSS por pocos años) sin levantar cabeza. No es imposible que, siguiendo los pasos y dando la razón al jefe, que está medio loco, se resigne a darle la razón y a desaparecer tratando de conquistar Ucrania al precio que sea.

Pero si no ocurre así –y todo hace pensar que esto no ocurrirá–, ¿cuáles son las chances de que el rumbo sea el otro camino? Es decir, que sobrevenga un plan de paz que refleje la realidad de las acciones en el campo de batalla, con la mediación de una China que lleve a Rusia a devolver al gobierno de Volodímir Zelenski de una manera integral los territorios de los que ahora pretende apoderarse, que son los de Ucrania entera. Esa es la manera de resolver en lo inmediato una guerra insensata, en la que los contrincantes siguen perdiendo personas cada día, hasta que haya un accidente que provoque aquello de que se habla tanto desde que se inició la invasión a inicios del 2022, es decir, su agravamiento y el inicio de una tercera guerra mundial, con armas atómicas incluidas, de las que no se libraría nadie y que retrocedería el mundo a un estado primitivo, con millones de muertos de por medio.

Es posible que la sangre no llegue al río y todo se aplaque en torno a una negociación. Pero ¿y si no ocurre así? La mente de Putin no está en todos sus cabales y es posible que siga insistiendo en lo que, a estas alturas, parece una pura quimera: apoderarse de toda Ucrania. Semejante insensatez está dentro de lo posible, lo que para nada quiere decir lo alcanzable. Putin sabe que corre peligro si sus tropas siguen sufriendo reveses y por eso amenaza con una escalada. El pueblo ucranio ha mostrado hasta ahora una decisión de lucha y defensa de lo propio que no tiene antecedentes en lo inmediato y debería haber convencido al jerarca del Kremlin de que este objetivo –la recuperación de una Ucrania que se le resiste por todos los medios a su alcance– está más allá de sus fuerzas y no cuenta con la complacencia de Occidente que, por una vez, ha sentido el peligro de servir de pies y manos a un dictador, y ha respondido de manera inmediata, prestando armas al país invadido, yendo en esto hasta el extremo mismo de la acción bélica.

Veo a mi alrededor una actitud que parece haber desaparecido la guerra de Ucrania, como si se tratara de un fenómeno pasajero y menor. Mi impresión es que no se trata de ningún modo de un fenómeno transeúnte, y que Vladimir Putin está demasiado empeñado en lo que creyó que sería un paseo de las tropas rusas y que tardará en cesar en este esfuerzo. ¿Qué ocurriría si en este periodo de tiempo, mientras Putin sopesa la capacidad de las tropas rusas en la acción, va escalando sistemáticamente las batallas hasta que la tentación de usar armas atómicas se asome una vez más y esta vez lleguen a usarse? Yo personalmente creo que en ese caso Rusia desaparecerá, hundida por las fuerzas occidentales, pero no estoy seguro de que estas últimas sobrevivirán hasta disfrutar de su victoria. Lo más probable es que el mundo quede mutilado y con muy escasas vías de recuperación.

¿Es posible que se llegue a estas circunstancias? No quiero seguir más allá con estas horrendas perspectivas. Pero es un hecho que, si el mundo en el que existimos se deshace, la restauración será larga y muy difícil, y que al extremo Ucrania y las pretensiones de Putin serán olvidadas, porque la ansiedad del mundo estará concentrada en cómo escapar del horror que se esparce a su alrededor, como si una avalancha de fuego y lava hubiera venido a hundir este pedazo de tierra que ocupamos.

Mejor no llegar a ese punto de extrema penuria y heroísmo. Mucho mejor es que esta guerra acabe por donde comenzó, y que Putin y los pocos rusos que piensan como él, se resignen a abandonar Ucrania a los ucranios, como debe de ser. A partir de entonces, todo mejorará.

Madrid, febrero del 2023.

© Mario Vargas Llosa, 2023. Derechos de prensa en lengua española en España y en América Latina reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2023. Derechos de prensa en lengua española para otros territorios y para otras lenguas, reservados para Mario Vargas Llosa c/o Agencia Literaria Carmen Balcells, SA.




Una guerra con China no se parecería a ninguna otra

Por: Ross Babbage
El Comercio, 3 de Marzo del 2023

“Durante las dos últimas décadas, China ha construido una formidable capacidad de ciberguerra”.

Una gran guerra en el Indo-Pacífico es más probable ahora que en cualquier otro momento desde la Segunda Guerra Mundial.

La chispa más previsible es una invasión china de Taiwán. El gobernante chino, Xi Jinping, ha dicho que la unificación de Taiwán y China “debe lograrse”. El régimen del Partido Comunista Chino se ha hecho lo suficientemente fuerte –militar, económica e industrialmente– como para tomar Taiwán y desafiar directamente a Estados Unidos por la supremacía regional.

Estados Unidos tiene intereses estratégicos vitales en juego. Una invasión china exitosa de Taiwán abriría un agujero en la cadena de defensas de Estados Unidos y sus aliados en la región, socavando gravemente la posición estratégica de Estados Unidos en el Pacífico y, probablemente, cortaría el acceso de Estados Unidos a semiconductores líderes en el mundo y otros componentes críticos fabricados en Taiwán. Como presidente, Joe Biden ha declarado en repetidas ocasiones que defendería a Taiwán.

Pero los dirigentes de Washington también deben evitar tropezar descuidadamente en una guerra con China, porque no se parecería a nada a lo que se hayan enfrentado nunca los estadounidenses. Los estadounidenses se han acostumbrado a enviar a sus militares a luchar lejos de casa. Pero China es un tipo diferente de enemigo: una potencia militar, económica y tecnológica capaz de hacer sentir la guerra en suelo estadounidense.

Como analista estratégico y planificador de defensa, he pasado décadas estudiando cómo podría empezar una guerra, cómo se desarrollaría y las operaciones militares y no militares que China está preparada para llevar a cabo. Estoy convencido de que los retos a los que se enfrenta Estados Unidos son serios, y debemos ser más conscientes de ellos.

El escenario militar por sí solo es desalentador: China probablemente lanzaría un asalto relámpago por aire, mar y a nivel cibernético para hacerse con el control de objetivos estratégicos claves en Taiwán en cuestión de horas, antes de que Estados Unidos y sus aliados puedan intervenir. Taiwán es ligeramente más grande que el estado de Maryland; si recordamos lo rápido que Afganistán y Kabul cayeron en manos de los talibanes en el 2021, empezamos a darnos cuenta de que la toma de Taiwán podría producirse con relativa rapidez. China también tiene más de 1.350 misiles balísticos y de crucero preparados para atacar a las fuerzas estadounidenses y a sus aliados en Japón, Corea del Sur, Filipinas y los territorios en poder de Estados Unidos en el Pacífico. A esto hay que añadir la enorme dificultad que supondría para Estados Unidos librar una guerra a miles de kilómetros a través del Pacífico contra un adversario que cuenta con la mayor armada del mundo y la mayor fuerza aérea de Asia.

A pesar de ello, los planificadores militares estadounidenses preferirían librar una guerra convencional. Pero los chinos están preparados para librar un tipo de guerra mucho más amplio que llegaría hasta lo más profundo de la sociedad estadounidense.

China ha considerado cada vez más que Estados Unidos está sumido en crisis políticas y sociales. Xi, a quien le gusta decir que “Oriente se levanta mientras Occidente declina”, cree que la mayor debilidad de Estados Unidos está en su frente interno. Y creo que está dispuesto a explotarlo con una campaña múltiple para dividir a los estadounidenses y minar y agotar su voluntad de participar en un conflicto prolongado: lo que los militares chinos llaman la “desintegración del enemigo”.

Durante las dos últimas décadas, China ha construido una formidable capacidad de ciberguerra diseñada para penetrar, manipular y perturbar a Estados Unidos y a sus aliados, a los medios de comunicación, a las empresas y a la sociedad civil. Si estallara la guerra, cabe esperar que China la utilice para interrumpir las comunicaciones y difundir noticias falsas y otro tipo de desinformación. El objetivo sería fomentar la confusión, la división y la desconfianza, y obstaculizar la toma de decisiones. China podría agravar esta situación con ataques electrónicos y probablemente físicos contra satélites o infraestructuras relacionadas.

Lo más probable es que estas operaciones vayan acompañadas de ofensivas cibernéticas para interrumpir los servicios de electricidad, gas, agua, transporte, sanidad y otros servicios públicos. China ya ha demostrado sus capacidades, incluso en Taiwán, donde ha llevado a cabo campañas de desinformación, y en graves incidentes de piratería informática en Estados Unidos. El propio Xi ha defendido ese subterfugio como un “arma mágica”.

China también podría convertir en arma su dominio de las cadenas de suministro y el transporte marítimo. El impacto sobre los estadounidenses sería profundo.

La economía estadounidense depende en gran medida de recursos y productos chinos, incluidos muchos con usos militares, y los consumidores estadounidenses dependen de importaciones de fabricación china a precios moderados para todo, desde productos electrónicos hasta muebles y zapatos. Una guerra detendría este comercio.

Los suministros estadounidenses de muchos productos podrían agotarse pronto, paralizando una amplia gama de negocios. Podría llevar meses restablecer el comercio y sería necesario un racionamiento de emergencia de algunos artículos. La inflación y el desempleo se dispararían, especialmente en el período en el que la economía se reconvierte para el esfuerzo bélico, lo que podría incluir que algunos fabricantes de automóviles pasaran a construir aviones o que las empresas de procesamiento de alimentos se reconvirtieran a la producción de productos farmacéuticos prioritarios. Las bolsas de Estados Unidos y de otros países podrían interrumpir temporalmente sus operaciones debido a la enorme incertidumbre económica.

Estados Unidos podría verse obligado a enfrentarse a la chocante realidad de que el músculo industrial decisivo en victorias como la de la Segunda Guerra Mundial –el concepto del presidente Franklin Roosevelt de Estados Unidos como “el arsenal de la democracia”– se ha marchitado y ha sido superado por China.

–Glosado, editado y traducido–

© The New York Times




“Roma locuta, causa finita…”

Por: Aldo Mariátegui
Perú21, 2 de Marzo del 2023

“La caviar Junta Nacional de Justicia se ha lanzado contra la yugular de la Fiscal de la Nación”.

¡Vaya que ayer ocurrieron varias cosas importantes! Veamos:-Estados Unidos le bajó el dedo –por intermedio de Brian Nichols, el máximo responsable diplomático para las Américas y exembajador en el Perú– a Dina Boluarte al “sugerir” que esta acuerde adelantar las elecciones con el Congreso. Como decían los antiguos, “Roma locuta, causa finita” (Habló Roma y se acabó todo). Como en la Antigüedad, ya el Imperio decidió que la cónsul de una de sus remotas provincias organice su salida.

Claro que Washington haría todo esto mucho más fácil si le ofreciese un asilo a Boluarte, porque ella así nomás no va a dejar el poder porque sabe que el IDL y la caviarada la meterán en prisión en cuanto baje al llano y también sabe que no tiene apoyo político ni dinero para defenderse.-ENFEN lanzó una alerta acerca de la posibilidad de un “Niño Costero”, ese fenómeno tan destructivo que arrinconó a PPK al comienzo de su gobierno con lluvias e inundaciones.

Esta desgracia vendría tras tres inusuales años seguidos de haber el Perú tenido el fenómeno frío de La Niña. A cruzar dedos que no pase nada.-Desde ayer el MEF tiene carta blanca para dar leyes porque el Congreso le ha delegado amplias facultades legislativas. Ojalá las aproveche y haga cosas relevantes, no como el gobierno de PPK que recibió ese cheque en blanco aun mayor del Congreso e hizo nimiedades.-La caviar Junta Nacional de Justicia se ha lanzado contra la yugular de la Fiscal de la Nación.

En esa JNJ manda el caviarazo Aldo Vásquez, así que está claro que esto es parte de la ofensiva caviar contra un MP que ya no controlan, como sí lo hacían con Pablo Sánchez y Zoraida Ávalos.-Ese zombie maldito llamado Petroperú vuelve a las andadas, pues vuelve a la explotación petrolera y ahora gestionará el Lote 192. No tiene capitales, ni técnicos, ni oleoducto para hacerlo, pero la estupidez peruana es infinita y otro sueño absurdo y carísimo de los nefastos Campodónico y Mohme se hace realidad.