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“El atacante del pueblo”

Por: Yesenia Álvarez
Perú21, 27 de Mayo del 2023

“Un defensor del Pueblo puede ser un creyente, pero debe respetar todos los proyectos de vida y creencias”.

Esta incongruencia de poner en las instituciones de derechos humanos a los que no los respetan no es exclusiva del Perú, pues asistimos por muchos años al espectáculo antidemocrático de ver a la comunidad internacional otorgarle a Cuba un asiento en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, cuyo último periodo está vigente desde 2021. Desde que esta instancia fue creada en 2006, Cuba lleva cinco mandatos. Sí, la dictadura que viola sistemáticamente los derechos humanos de sus ciudadanos hace más de seis décadas tiene un espacio en el rol de velar por los derechos fundamentales ante gobiernos abusivos de la región y del mundo.

Y en esta misma línea de incoherencia va lo que hizo la semana pasada el Congreso peruano al elegir a Josué Gutiérrez para defensor del Pueblo. Es lógico que si el Congreso designa a quien ocupa este cargo lo haga influenciado por las fuerzas políticas, pero eso no significa que elijan cualquier cosa, ni en cinco segundos, ni de forma fugaz, ni por “motivos romanticones,” como expresó vergonzosamente el congresista Edwin Martínez de Acción Popular, sin ningún escrúpulo por la gravedad de sus palabras.

Que el Parlamento haya elegido a Gutiérrez es un problema grande en varios aspectos. El primero es la falta de capacidad e idoneidad porque no tiene ninguna especialización ni experiencia en derechos humanos. El segundo aspecto grave está relacionado con su talante autoritario y su incongruencia con la defensa misma de los derechos fundamentales, así ha evitado condenar las dictaduras de Cuba y Venezuela y ha señalado como deformidades a las orientaciones sexuales de las personas LGBTIQ+, y en la misma alocución ha pedido desideologizar, pero citó a Jesús y al evangelio. Un defensor del Pueblo puede ser un creyente, pero debe respetar todos los proyectos de vida y creencias, y es evidente que quien está ideologizado es él al contribuir a construir como un enemigo político a las personas LGBTIQ+ hasta tal punto de equipararlas con violadores, criminales y sicarios.

Un tercer aspecto perjudicial para el país es que el nuevo defensor responde a una propuesta política también de talante autoritario liderada por Vladimir Cerrón. ¡¿Qué ha hecho este Congreso?! ¿Cómo se les ocurre entregarle la Defensoría a quien abiertamente ha dicho que tiene un plan para “llegar, sostenerse y sucederse” en el poder? A una corriente que no cree en la democracia, ni en el Estado de derecho, y que opera bajo la estrategia de que la captura del poder se da donde habita la Constitución real, dentro del Estado y sus instituciones en el día a día. Los que votaron por Gutiérrez y se la pasaron diciendo que enfrentarían al comunismo, rápido se olvidaron de la amenaza que representa Perú Libre para el Estado de derecho. A esos grupos no se les da más poder.

La Defensoría es una institución que vela por los derechos de los ciudadanos y supervisa el cumplimiento de los deberes de la administración estatal ¿Cómo es posible que esa función se le encargue a alguien que tiene “un respeto muy grande por Cerrón” y que responda a su fuerza política? Claro que ahora que ya ha sido designado dirá que será imparcial y que trabajará para todos, pero sería ingenuo pensar que la influencia de Cerrón llega hasta su designación y que no buscará copar la institución y erosionar el Estado de derecho desde allí, si esa es la esencia de su modelo autoritario plasmado en el plan-ideario de Perú Libre.

La derecha que estaba preocupada porque la izquierda no cambie la Constitución debería preocuparse que un antiderechos tome la Defensoría porque eso no solo es cambiar la Constitución, sino que además significa desnaturalizarla. Estemos alertas porque como dijo un amigo extranjero más que elegir al defensor del Pueblo parece que los congresistas peruanos han elegido a su atacante.




“¿Quién paga la cuenta?”

Por: Anthony Laub
Perú21, 26 de Mayo del 2023

“El sector eléctrico ha funcionado bien desde que se liberalizó en 1992, basado en un modelo en el que los generadores de electricidad compiten por clientes ofreciendo un servicio confiable y competitivo. Pasamos de ser un país deficitario con un nivel de cobertura del 48% a un 95%. Brutal”.

No hay lonche gratis, pues siempre alguien paga la cuenta.

El sector eléctrico ha funcionado bien desde que se liberalizó en 1992, basado en un modelo en el que los generadores de electricidad compiten por clientes ofreciendo un servicio confiable y competitivo. Pasamos de ser un país deficitario con un nivel de cobertura del 48% a un 95%. Brutal.

Ese logro obedeció a inversiones de riesgo que realizó el sector privado y que se dinamizó con el gas de Camisea. El Perú tiene un parque generador excedentario (70% de reserva) con un mix de energía muy limpia: agua y gas natural. Del total de emisiones del país, solo el 6% lo produce la generación de electricidad. Casi impoluto.

Pese a ello, los promotores internacionales y nacionales de las energías renovables (solar y eólica), consiguieron que el Estado promueva esas tecnologías y les otorgó groseros subsidios que pagamos los usuarios y que exceden los S/6,000 millones. Ese dinero no está más en las manos de 30 millones de peruanos sino en los bolsillos de un puñado de “inversionistas”.

Esos promotores, luego dijeron que las renovables ya no requerían de ningún tipo de subsidio ni ayuda, pues hoy “son competitivas”.

Si esto es así, merecemos nos expliquen por qué entonces la Comisión de Energía del Congreso de la República acaba de aprobar un proyecto de Ley (impulsado por esos promotores y avalado por el Ministerio de Energía y Minas) que, justamente hace lo que nos dijeron que ya no era necesario: nuevos subsidios y privilegios que otras tecnologías (mejores) no tienen y que pagaremos los 30 millones que consumimos electricidad.

Unos pocos disfrutan del bufet, pero la cuenta la pagamos todos los demás que no.




El dinamitero

Jaime de Althaus
Para Lampadia

La reciente decisión de una corte del Poder Judicial de anular la delirante acusación del fiscal José Domingo Pérez contra Pedro Pablo Kuczynski, para quien pedía nada menos que 35 años de prisión como si se tratara de un asesino en serie o del jefe de una banda terrorista y genocida, acusándolo que haber formado una organización criminal con su secretaria y su chofer, confirma una vez más el carácter estrafalario, desenfrenado y politizado de las actuaciones de ese funcionario del Ministerio Público. Como ha señalado Augusto Álvarez Rodrich, los US$12.2 millones que el fiscal afirma que PPK ‘lavó’ resultan de la suma de los ingresos declarados por él en una década provenientes del sector privado incluyendo honorarios y directorios. Como fuere, el fiscal había desdeñado considerar los peritajes y los informes financieros aportados por la defensa, en lo que configura un modus operandi típico de este señor.

Como el caso de Ricardo Briceño, donde no solo no consideró los descargos y explicaciones, ni miró los hechos, sino que fue más allá fabulando un fraude de Briceño contra la propia CONFIEP -pese a que ésta lo desmintió-, para darle más de dos millones de soles a Keiko Fujimori pese a que nunca se habían dado porque se usaron en una campaña de defensa de la economía de mercado. La Corte Superior ordenó anular la decisión del juez Zúñiga de pasar a juicio a Briceño, pero resulta que procurador del Poder Judicial, sumándose a la locura, ha apelado, perpetuando la pesadilla.

A Pérez no le interesan los hechos ni la verdad ni la justicia. Lo que le interesa incriminar a sus fantasmas políticos, a sus enemigos ideológicos, o construirse la imagen de gran luchador contra la corrupción a costa de la verdad y de las personas.

El problema es que con eso comete abusos irreparables. El debería ser denunciado por la destrucción del honor y la estabilidad sicológica de muchos ciudadanos. Allí están el ex ministro de economía, Miguel Castilla o el exfuncionario Alberto Pasco-Font, absurdamente involucrados y acusados. Dos personas intachables.

Para no hablar de Ollanta Humala, Nadine Heredia y Keiko Fujimori, sometidos a injusta y abusiva prisión preventiva por donaciones de campaña que no eran delito pero que fueron criminalizadas con el argumento forzado e insostenible de que se trababa de lavado de activos, cuando ni el origen de los fondos era delictivo, ni los receptores tenían por qué sospechar que pudieran serlo. Hasta Lourdes Flores ha sido imputada.

Aquí no solo se ha destruido a las personas. José Domingo Pérez y el equipo Lava Jato han dinamitado la clase política y por ende la democracia en el Perú, llevando a la cárcel a líderes de partidos importantes como si fueran criminales de altísimo vuelo, y tipificando a los partidos como organizaciones criminales. Hasta alguien como Luis Pasara ha condenado severamente los excesos inconmensurables de estos fiscales.

En una democracia sin partidos, los pocos esfuerzos de construcción partidaria en marcha, como el Partido Nacionalista y Fuerza Popular en este caso, fueron exterminados o debilitados en extremo, dejando al país sin un centro izquierda popular y sin una derecha popular que pudieran representar a parte importante de una sociedad que ahora rechaza la política y a los políticos.

Todo esto se hizo con el concierto del gobierno de Vizcarra, que arremetió contra un congreso visto como el reducto precisamente de Fuerza Popular, congreso al que había que cerrar de la misma manera como que había que enviar a prisión a la líder del fujimorismo. Y ello con el apoyo de la prensa que se compró el cuento de la lucha anticorrupción y disfrutó de las primicias deslizadas desde esa fuente de propaganda destructiva que fue y sigue siendo el equipo LavaJato.

Las guerras santas son dañinas. Crean demonios y adjudican culpas. No caigamos en una tampoco desde el otro lado. Las imputaciones a Zoraida Avalos, por ejemplo, deben merituarse en su exacta dimensión. Hay que romper la retaliación. Lampadia




“Zoraida, váyase de una vez a su casa”

Por: Aldo Mariátegui
Perú21, 24 de Mayo del 2023

“Zoraida (Ávalos) RECIÉN le abrió investigación a (Pedro) Castillo DESPUÉS de que la congresista Chirinos la denunció”.

Zoraida Ávalos está de tour de salvataje por varios programas amigos, en donde desgracias para la profesión como Chincha no solo la dejan despacharse, sino que hasta hacen de focas huaripoleras y apuntadores. Y mi amigo Carvallo de RPP también estuvo muy perdonavidas, con Mávila Huertas al costado de adorno (me imagino que no funcionaría el audífono para que le soplen, aunque es mejor verla callada que de sobona). El libreto es bien simple: Zoraida es una gran fiscal, que es víctima de gente muy mala. Y repite sin sonrojarse que ella sí procesó a Castillo y que nunca fue una obsecuente vizcarrista.

Felizmente, ayer Correo hizo la tarea que la mayoría de medios no ha hecho y le puso los puntos sobre las íes: 1) Zoraida RECIÉN le abrió la investigación a Castillo DESPUÉS (4 de enero de 2022) de que la congresista Chirinos la denunció (21 de diciembre de 2021) por NO hacerlo (omisión en actos funcionales). 2) Es falaz que afirme que no abrió investigación porque esta no podía basarse solo en “una denuncia periodística”. Primero, las denuncias periodísticas suelen presentar indicios muy razonables para que los fiscales hagan su trabajo. Y no era una, sino VARIAS y muy serias denuncias periodísticas: presiones para los ascensos en las FF.AA. con la salida encima del general Vizcarra, el escándalo del puente Tarata, las trapacerías en Petroperú, las aventuras de los asesores y familiares, etcétera. Y su sumisión a Vizcarra fue ampliamente conocida, con esas visitas al “Lagarto” que denunció la secretaria Karem Roca. A pesar de lo escandaloso que fue el caso Richard Swing o el pésimo manejo durante el coronavirus, Zoraida no procesó al hijo de Moquegua. En cambio, sí se prestó al circo político de abrirle investigación a Merino y otros ministros por Inti y Bryan. Finalmente, la mujer del César no solo debe ser honesta, sino también parecerlo, y la sociedad hace rato que le ha perdido la confianza a funcionarios como Zoraida Ávalos. A su casa de una vez, señora.




“Castillo dio un golpe y fracasó; la interpretación torcida la hacen ellos”

“El presidente de México está desconociendo un tratado internacional”

Entrevista a José Antonio García Belaunde
El Comercio, 23 de Mayo del 2023
Por: Sebastian Ortiz Martínez

El exministro de Relaciones Exteriores afirmó que el problema con México y Colombia “es por ideología pura”, y que esa tensión “no se puede superar fácilmente”. Dijo que salida de Boluarte al extranjero puede ayudar a contrarrestar narrativa de operadores de vacado expresidente Castillo.

El ex canciller José Antonio García Belaunde consideró que el presidente de México, Manuel López Obrador, “está desconociendo un tratado internacional” al no ceder la conducción de la Alianza del Pacífico al Perú. Agregó que este grupo “no va a disolverse, pero puede estancarse”.

— El presidente de México, Manuel López Obrador, insiste en su negativa de ceder la Presidencia Pro Témpore de la Alianza del Pacífico al Perú. ¿Qué tipo de mecanismos puede activar el gobierno de Dina Boluarte ante esta situación?

No hay ninguna medida, porque este es un hecho insólito, porque lo que establece el tratado [de la Alianza del Pacífico] es que la presidencia es rotativa, y el tratado no establece que para que la presidencia pueda ser ejercida tenga que ser entregada de uno a otro, es rotativa y, por consiguiente, no se pone nadie en el caso que haya un socio que quiera desconocer un artículo de un tratado internacional. [López Obrador] está desconociendo un tratado internacional. No creo que se pueda hacer mucho, porque se podría denunciar ante una corte [internacional], pero cómo van las cosas eso puede demorar más de lo que dure la presidencia del Perú.

— ¿Ante qué tipo de corte?

Eventualmente se podría pedir no sé si una opinión o una medida cautelar ante la corte, pero hacer eso en estos momentos es entrar en un procedimiento judicial que, finalmente, no sé si conduzca a algo, porque si México ha decidido violar el tratado, también puede decidir no cumplir ninguna decisión que emane de una corte. A López Obrador no le importa los tratados con sus vecinos de Sudamérica, pero él no viola sus tratados con Estados Unidos, el único viaje que ha realizado AMLO ha sido para visitar a Trump, pero no ha visitado ningún país de Sudamérica. Él no se atrevería a hacer a Estados Unidos lo mismo [que está haciendo con el Perú].

— López Obrador ha planteado entregar la Presidencia Pro Témpore de la Alianza del Pacífico a Chile o Colombia y que ellos decidan si se la trasladan al Perú. ¿Esta medida es viable?

Sí, sí es viable […] Lo más viable es olvidarse del traslado de la Presidencia Pro Témpore, simplemente término una presidencia y asume otra, no tiene por qué haber ninguna ceremonia de entrega, eso es un formalismo del cual se puede prescindir absolutamente. No veo por qué hay que trasladarlo, simplemente terminó y el Perú como presidente convoca a las reuniones que haya que convocar. Eso es más fácil que hacer todo este tinglado, es barroquismo puro. Entonces, “yo no le entrego la presidencia al Perú, porque no me gusta, se le doy al otro para que el otro se la entregue”, oiga está establecido que es rotativa, no tiene por qué ser entregada.

— Las razones de López Obrador son las mismas: desconoce al gobierno de Boluarte, a quien califica como “usurpadora”. ¿Puede presentar un recurso de queja ante la OEA por las constantes injerencias?

Sí, pero no creo que sirva de mucho, ¿no?

— El Perú ha retirado a su embajador en México, expulsó al representante de AMLO en Lima y ha rechazado las expresiones del presidente mexicano. ¿Hay otras acciones que pueda realizar?

Puede bajar las relaciones a nivel consular para efectos de proteger la colonia peruana que pueda haber allá, pero sí se puede hacer eso.

— ¿La Alianza del Pacífico pasa por un momento delicado ante la postura de López Obrador y Gustavo Petro, de Colombia, respecto al mandato de Boluarte?

Bueno, yo creo que eso es una excusa, porque si realmente les interesa mucho hacer una integración, no estarían creando estos problemas, ya he dicho que no se tiene por qué entregar la presidencia [de la Alianza del Pacífico], tampoco hay una cláusula que determine que los países [miembros] deben reconocer o no a un nuevo gobierno, simplemente con atenerse a lo que dice el tratado, de que la presidencia es rotativa se podría seguir trabajando en la alianza. Yo lo que temo es que no tienen ningún interés en seguir haciendo integración.

— ¿Esta alianza corre el riesgo de quedar desintegrada por diferencias ideológicas?

No, no, corre el riesgo de no avanzar en su gran proyección. Yo creo que lo ha adquirido la alianza es importante, es un patrimonio que ya tiene y eso no se va a diluir, lo que es posible es que no siga avanzando. Un proceso de integración es uno con nuevas metas y probablemente no las tengamos por el momento, pero eso no significa que va a desaparecer. Además, en la Alianza del Pacífico hay otros elementos importantes a tomar en cuenta como son los sectores económicos e, incluso, académicos, ellos tienen su propia dinámica. La Alianza del Pacífico no va a disolverse, pero puede estancarse.

— ¿Y quién o quiénes son los responsables?

De los que no quieren que avance, en principio sí [de López Obrador y Petro]. Lo que no entiendo del presidente Petro es cómo con un vecino, como el Perú, con el que tiene una gran cantidad de temas en común que trabajar puede estar haciendo de líder de una ONG izquierdista, no lo entiendo.

— López Obrador insiste en considerar la vacancia de Pedro Castillo como un golpe de Estado del Congreso. Esto a pesar de que instituciones como la ONU, OEA y la CIDH condenaron la ruptura del orden constitucional en el Perú. ¿Cómo calificaría la actitud del presidente mexicano?

El interés fundamental de López Obrador es su relación con Estados Unidos, la región [Sudamérica] le importa muy poco, y tiene razón, el 80% de su comercio está con Estados Unidos, y el 80% de las inversiones que recibe México son de Estados Unidos, y tiene un problema migratorio muy grande, él ha ayudado mucho a las exigencias de Trump para detener el flujo migratorio no solo de mexicanos sino de centroamericanos. Yo diría que López hoy día su interés mayor es Estados Unidos y su influencia en la región solo es para gobiernos con afinidades ideológicas, pero México no tiene una presencia importante [en Sudamérica], no se puede comparar con la presencia de Brasil, incluso creo que Argentina puede tener más peso. Las cosas hay ponerlas en su verdadera dimensión. ¿Qué es lo que tiene México en juego en América del Sur en concreto? ¿Cuánto de inversión hay, cuánto de comercio hace? ¿Qué compromisos tiene en materia política? Todo eso se debe tomar en cuenta si el peso que tiene por ser economía muy grande se traduce en tener una presencia muy atractiva en la región, yo creo que no.

— El Perú y Colombia han tenido una relación cordial, son pocos los impasses entre ambos países. ¿Se ha roto la confianza con Bogotá?

Me temo que sí, me temo que esa relación que ha sido bastante fluida y que incluso durante algunos años, yo diría hasta los 2000 estuvimos un poco de espaldas, pero en este siglo nos hemos acercado mucho y nos hemos mirado mucho a la cara y hemos trabajado muchas cosas en conjunto. Es una pena que eso se vaya a perder.

— ¿Y cuál es su opinión sobre el rol que ha jugado Petro en esta crisis?

Bueno, no lo entiendo, no entiendo cómo un jefe de Estado de un país vecino puede poner en juego un conjunto de intereses que tienen que ver con el bienestar y desarrollo de los pueblos [del Perú y Colombia] por convertirse en un líder de ONG.

— El primer ministro, Alberto Otárola, ha referido que Castillo, López Obrador y Petro son “caimanes del mismo pozo”. ¿Este tipo de expresiones contribuyen a darle una salida a este conflicto?

Sospecho yo que el primer ministro habrá estado con justa razón indignado por esta descalificación [de parte de AMLO y Petro], porque finalmente la señora presidenta ha sido elegida de acuerdo a las normas constitucionales del país. El señor Castillo dio un golpe de Estado y fracasó, por consiguiente, fue destituido y hay evidencia de eso, no es nuestra interpretación, la interpretación torcida la hacen ellos. Entonces, comprendo que haya cierta indignación, pero yo sí creo que alguien está manejando esto, no me parece gratuito que el mismo día aparezcan con un discurso muy parecido Petro, López Obrador y [Evo] Morales, alguien está articulando esto. Hay una mano negra detrás que los coordina.

— El Ejecutivo ha presentado un proyecto de ley para que la presidenta Boluarte pueda salir del país y ejercer sus funciones de manera remota. ¿Usted está de acuerdo con este mecanismo?

Mire, yo no sé cuál es el mecanismo más idóneo, si la presidenta pueda ejercer remotamente o si deja al primer ministro, como se hace en otros países. Tengamos en claro que cuando el presidente de la República viaja en una situación normal, la Presidencia sigue en sus manos, el vicepresidente solo se hace cargo del despacho. Sí creo que es importantísimo que la presidente del Perú pueda salir a actuar internacionalmente, en una época donde se hace tanta diplomacia presidencial sería un error que la presidente no pudiera salir. Está claro que la actual situación [de un presidente sin vicepresidentes] no fue prevista por los constituyentes de 1993. Hay que cubrir esa situación.

Cualquier figura que se discuta no la voy a objetar, lo importante es asegurarse que, en una época de un mundo bastante interconectado, de tanta diplomacia presidencial, el presidente o en este caso la presidenta del Perú pueda asistir a una reunión internacional, donde hay intereses del país en juego.

— Si, eventualmente, Boluarte puede salir del país, ¿la diplomacia presidencial puede resolver el impase con México y Colombia? ¿Puede contrarrestar la narrativa de los operadores de Castillo?

Si, creo que obviamente su presencia puede ayudar a contrarrestar esa narrativa. No sé si sirva para solucionar los temas de confrontación, yo creo que hay demasiada ideología como para que podamos imaginar que eso se va a solucionar por los buenos modales y las buenas actitudes. No hay acá ningún contencioso, aquí hay ideología pura y dura, “yo soy de izquierda, ha salido [del poder] mi amigo de izquierda, yo soy tu enemigo, no me importa por qué salió, yo me hago mi propia narrativa para poder justificar por qué soy tu enemigo”. Pero [el problema con México y Colombia] es por ideología pura, esto no se puede superar fácilmente. La presencia de la presidenta afuera puede ayudar a que circule mejor la narrativa exacta de lo que ocurrió [en el Perú].

— El informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) concluye que hubo “graves violaciones de derechos humanos” en las protestas contra el gobierno de Dina Boluarte y el Congreso. ¿En el frente internacional, cómo deja este documento al Perú?

Mire, no es la Comisión Interamericana de Derechos Humanos una institución a la se escuche internacionalmente, probablemente en la región latinoamericana, sí, pero los otros países tienen sus propias fuentes de información. Probablemente, sirva para cierta narrativa en América Latina, pero ni en Estados Unidos ni en Europa el informe de la comisión se conoce ni se divulga.




¡Qué izquierdas!, ¡por Dios!!!

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

El artículo de la historiadora chilena, Patricia Arancibia Clavel, muestra la penosa incapacidad de nuestras izquierdas latinoamericanas para aprender de la historia y sacar los pies del pantano. Siempre prefieren persistir en el estúpido fracaso de sus empeños, sin que les importe el daño que ocasionan a esos pobres que dicen atender.

En el Perú, esta malformación genética de nuestras izquierdas es aún peor que en Chile. Allá por lo menos, tuvieron un tiempo de sensatez cuando la ‘Concertación’ asumió el programa económico del pinochetismo e impulsó a Chile a tocar las puertas del desarrollo integral y dar a sus gentes un salto cualitativo en su calidad de vida.

Los Boric y las Vallejo, más los efluvios del Foro de Sao Paulo y del Grupo de Puebla, pretendieron regresar, no al sacrificio personal de Allende, sino al sacrificio de la prosperidad de los chilenos, en aras de un proyecto político que afirmara su espacio de poder.

Me temo que en el Perú, aún no ha nacido un izquierdista moderno que entienda que solo desde la base del crecimiento económico se puede favorecer a los pobres, integrándolos a una economía de mercado inclusiva, como la que tuvimos con la Constitución de 1993 y nos alcanzó hasta el 2011, momento en el que bajamos la guardia y regalamos la conducción del país a los Humala, Kuczynski, Vizcarra, Sagasti y Castillo.

Los herederos de Grau y Bolognesi, y los herederos de Basadre, Víctor Andrés Belaunde Diez Canseco, y Chabuca Granda, tenemos una inmensa deuda con nuestras gentes, tenemos que fajarnos por interpretar nuestra realidad, auscultar nuestro gran potencial de desarrollo y comunicar, comunicar y comunicar la buena nueva de la prosperidad compartida que encierra el muy posible crecimiento de nuestra economía. Tenemos que triplicar nuestro PBI per cápita.

Ver en Lampadia: Es hora de poner – Toda la carne en el asador.

Veamos el artículo de Arancibia. Lampadia

¿Cuál Allende quiere ser Boric?

La historiadora Patricia Arancibia Clavel fue una de las presentadoras del libro “Salvador Allende. La izquierda chilena y la Unidad Popular”, del cientista político Daniel Mansuy. “Me temo que si bien estamos en otro contexto, el Allende que hoy la izquierda en el poder quiere redimir, no es ese del martes 11, el del gesto moral, sino el Allende políticamente fracasado de los mil días”, plantea la historiadora. Acá publicamos su intervención
completa.

Patricia Arancibia
El Líbero – Chile
21 mayo, 2023
Glosado por Lampadia

Estoy gratamente sorprendida y agradecida por la invitación de Daniel. Tengo que confesar con mucho pudor que no había leído ninguno de tus otros libros. Como historiadora interesada desde hace mucho tiempo en la búsqueda y comprensión de aquellos procesos y hechos que han marcado nuestro pasado reciente, es casi como confesar un pecado.

Pero ahora, que me he reivindicado, quiero agradecerte sinceramente la oportunidad que me has dado, ya que leer “Salvador Allende, la izquierda chilena y la Unidad Popular” nos permite no sólo ampliar nuestras perspectivas y puntos de vista, ensanchar nuestros conocimientos y percepciones sobre este período, sino que sobre todo -como estoy segura de que le pasará a quienes lo lean- nos ayudará a ser mucho más conscientes y estar mejor preparados para entender y enfrentar el Chile de hoy.

(…)

Soy poco dada a los halagos y menos aún dentro del mundo académico, donde, en general, se valora mucho más la crítica, las carencias y los vacíos en que incurre un autor a la hora de presentar su ideas y reflexiones. Sin embargo, quiero decir sin ambages ni rodeos que este libro me encantó: ¡qué libro más bueno, más inspirador y fascinante! Creo que instruye y debiera ser lectura obligatoria para nuestra dirigencia política, poco dada a sacar lecciones de la historia y a meditar sobre sus errores.

Felicito a Daniel, en primer lugar, por su gran esfuerzo intelectual porque no sólo ha sintetizado en alrededor de 350 páginas el que a mi juicio fue uno de los períodos más duros y aciagos de nuestra historia contemporánea, sino porque ha penetrado con maestría y profundidad en la contradictoria y enigmática personalidad de Salvador Allende; en la ambigüedad ideológica y desastre operativo de su gobierno y en el nudo gordiano que ha significado para la izquierda, mantener y promover su legado después de su trágica muerte.

(…)

El resultado es muy atrayente: una obra que analiza desmenuza e interpreta el contexto en que se desarrollaron los acontecimientos, a los actores más importantes que participaron en la trama y, a su protagonista principal, cuyo pensamiento, acción y muerte siguen siendo motivo de polémica y un verdadero enigma. A su juicio, la falta de comprensión de su figura ha sido la piedra de tope que -todavía, después de 50 años, nos impide vislumbrar adecuadamente lo ocurrido en 1973.

Destaco también que su rigor intelectual lo lleva a realizar un relato exento de todo maniqueísmo. Si bien es crítico a la hora de acercarse a la figura política de Allende, sus planteamientos son empáticos con el hombre y sus circunstancias. No hay odiosidad ni juicios valóricos ni morales a su conducta, sino deseos de comprender su rol histórico desde una vereda ideológica y política que claramente no es la suya. Quizás aquí, y más allá de las propias y originales concepciones y reflexiones del propio Daniel, le haya influido en algo, la lectura y análisis del excelente libro de Gonzalo Vial, “El fracaso de una ilusión”, quien valora, analiza y explica a Allende en varias dimensiones, sin denostaciones ni cargas que nublen la reflexión. ¡Ojalá la izquierda comience a escribir de sus adversarios políticos sin tantos resquemores y con esta libertad!

En este libro nada es desechable. Cada uno de sus capítulos merece ser leído y reseñado con mucha atención, aunque aquí me detendré en destacar sólo los dos aspectos que me parecieron más novedosos y que permean toda su reflexión.

Primero, la idea que hay dos Allende. No me refiero a la clásica dicotomía entre el Allende demócrata y el Allende revolucionario, el Allende parlamentario vs el impulsor de OLAS, el táctico o el estratega y así sucesivamente… No. Eso es más o menos conocido, las contradicciones son evidentes y la ambigüedad de moverse entre esos dos mundos, una característica de su personalidad política. Lo novedoso, al menos para mí, son los otros dos Allende que Daniel aborda: el Allende del martes 11, vs el Allende de los mil días.

La diferenciación es importante y un gran acierto del autor porque esos dos Allendes que presenta, el que se suicida en La Moneda y el que gobierna por mil días no sólo son distintos, sino que dejan un legado contrapuesto difícil de compatibilizar.

El primero es el Allende hombre que se encuentra con su destino a través de un gesto moral y que es, en definitiva, el que se convirtió en mito;

El segundo es el Allende político quien, al no darle conducción ni continuidad a su gobierno, dejó un proyecto inconcluso. Este último Allende, es el que ha sido más difícil de procesar por parte de la izquierda porque, en definitiva, está marcado por el signo del fracaso.

Para Daniel, “el mejor Allende, por decirlo de alguna manera, fue el de las últimas horas”. Su suicidio -nos dice- no fue improvisado. Sus discursos y conversaciones a partir de octubre de 1972 dan prueba de ello. Inmerso en un laberinto sin salida, se ve en la inevitable necesidad de darle un sentido a su muerte. A juicio del autor, lo que pretendió Allende al inmolarse fue “intentar zanjar un dilema político con un gesto moral”, elevándose por encima de sus adversarios y del “colosal equívoco que él mismo había construido”. Dicho de otro modo, su radical decisión no fue sino su singular manera de asumir su fracaso.

Este planteamiento nos lleva a una segunda idea fuerza del libro, que, a mi entender, es clave para comprender nuestra historia política después del 11 y la persistente resistencia de un sector de la izquierda actual para asumir las lecciones de la historia.

El autor realiza un interesante contrapunto en el modo en que las izquierdas han leído lo que pasó el 11. El bombardeo a La Moneda y la muerte de Allende -los principales símbolos del quiebre de la democracia- ¿fueron consecuencia de un fracaso o de una derrota?

Su punto de arranque para plantearse esta pregunta fue la bestial, dura y dolorosa autocrítica que -poco después del golpe- hicieron de los mil días, dos reconocidos intelectuales de izquierda -Tomás Moulian y Manuel Antonio Garretón. Es admirable, -nos señala el autor- porque fueron ellos, dos Mapus comprometidos con el proceso, los primeros que se atrevieron a poner el dedo en la llaga.

El tema no es baladí porque de esta percepción -si fue derrota o fracaso- se derivan una serie de efectos para el futuro político del país.

A modo de síntesis e intentando con ello interpretar el análisis que hace Daniel en el libro, a un sector de la izquierda le resulta más fácil -y aquí yo agrego políticamente más conveniente- calificar lo sucedido el 11 como una derrota.

Argumentos no faltan: aplastante superioridad militar del adversario, fuerzas desestabilizantes externas al propio proceso, conspiraciones, intervención norteamericana, una oposición fascista, etc., etc. Sin duda, hay un poco de todo ello, pero creo entender que el planteamiento central de Daniel es que enfocar las causas del desastre en situaciones y agentes externos, conlleva un serio problema: las derrotas así entendidas, minimizan los errores propios, convierten a los derrotados en víctimas y, peor aún, exime a sus actores y protagonistas de responsabilidades.

Para Daniel está claro que el gobierno de Allende fracasó. En el capítulo “Los errores de la UP” da cuenta de los factores que incidieron en dicho fracaso, señalando que los principales fueron su relación con las capas medias y el desprecio por la trayectoria del Estado chileno en el siglo XX.

Al final de cuentas, la izquierda en el poder ignoró dos puntos esenciales: la imposibilidad de llevar a cabo un cambio de estructuras política, social y económica en democracia, sin contar con una mayoría, la que la UP nunca tuvo y, segundo, -dicho ahora con mis palabras- la ceguera ideológica que les hizo desconocer la fuerza de los sectores medios y del centro político, tensionando al máximo su relación con la Democracia Cristiana que la representaba. Si a ello agregamos la disputa interna entre las dos vías y la incapacidad de Allende para ejercer su autoridad y liderazgo, estamos frente a la tormenta perfecta.

Sin duda para la izquierda ha sido difícil procesar esta realidad. Detrás del análisis de Daniel está presente la persistente contradicción entre dos realidades que podríamos expresar a través de la pregunta que traspasa todas las páginas de su libro: ¿Cómo conciliar que quien gracias a su trágica muerte se convirtió en la figura sagrada, el símbolo de identidad de la izquierda sea a su vez el protagonista y principal responsable de un proceso fracasado?

La izquierda se ha movido en la ambigüedad y no ha logrado ni sabido encajar las piezas de este puzzle. Con todo, fue su capacidad de autocrítica la que permitió, a juicio del autor, que una parte de ella pudiera repensar un nuevo ciclo político para Chile: la Concertación. Fue un gran esfuerzo ya que permitió -y con éxito- el entendimiento entre una izquierda renovada, consciente del fracaso, y la Democracia Cristiana, firme opositora del proyecto marxista que éstos habían querido imponer.

Sin embargo, Daniel nos hace ver que hay una nueva generación, la del Frente Amplio, que ha tomado como fuente de inspiración a Allende. El discurso de Boric al asumir la presidencia y otros posteriores -nos dice- no deja dudas sobre el manifiesto deseo de ser su continuador, su heredero. El problema está en saber cuál es el Allende que se reivindica.

Como se puede advertir, el libro de Daniel es de una actualidad plena. Su mejor virtud es que más allá que nos entrega elementos de análisis y una inteligente y sagaz interpretación de este período, impele al lector a reflexionar y a sacar sus propias conclusiones.

Me temo que si bien estamos en otro contexto, el Allende que hoy la izquierda en el poder quiere redimir, no es ese del martes 11, el del gesto moral, sino el Allende políticamente fracasado de los mil días.

¿Qué los puede llevar por este camino? ¿la ignorancia y desconocimiento histórico de nuestro pasado o el rasgo utópico que permea sus creencias que los lleva a pensar que es posible terminar con el proyecto inconcluso de hace cincuenta años? Lampadia




“Roche está con “ROCHE” (Y se merece un boicot ciudadano)”

Por: Aldo Mariátegui
Perú21, 19 de Mayo del 2023

“Aparte de que la gestión de Zamora fue desastrosa ante el COVID-19 y generó miles de muertos, este señor adquirió millones de esas inútiles pruebas de descarte a Roche”.

-Me entero estupefacto que los Laboratorios Roche han contratado al exministro Víctor Zamora para un puestazo en USA. Aparte de que la gestión de Zamora fue desastrosa ante el COVID-19 y generó miles de muertos, este señor adquirió millones de esas inútiles pruebas de descarte a Roche, lo que nos costó mucho dinero. ¿No existe aquí un conflicto de interés? ¿Por qué Roche contrata a este rojo inepto?

-Según un cartel promocional de esa mamadera de caviares llamada Ministerio de Cultura para una película mala sobre Javier Heraud (bodrio que fue financiado con dinero del contribuyente), este juvenil y fracasado guerrillero castrista fue “asesinado”. ¿O sea, eres un subversivo violento que, tras ser entrenado en otro país (Cuba), participas en un ataque en Madre de Dios en donde SÍ efectivamente se asesina a un policía (el sargento de la guardia republicana Aquilino Cam) y se hiere a otros dos más (los agentes Alejandro Castro y Julio Tuestas) y resulta que la policía te ha “asesinado” al abatirte mientras intentas escapar en una canoa con otro compinche? ¿O sea, los policías son los asesinos aquí y el subversivo Heraud su víctima? Heraud, un “héroe” y además “asesinado”… ¡Qué tal marketing rojo!

-Según leí ayer en la publicación web brasileña UOL Noticias, unos discos duros -que usaban los sistemas Drousys y Mywebday- donde se encontraban registradas todas las operaciones corruptas de Odebrecht han sido averiados con un taladro hace un año (ver https://noticias.uol.com.br/colunas/jamil-chade/2023/05/18/alvo-de-polemicas-planilhas-de-propinas-da-odebrecht-foram-apagadas-no-mpf.htm) allá en Brasil. Sería pertinente que nuestros fiscales nos detallen que ha sucedido realmente allá y cómo nos afecta este atentado contra las pruebas.

-Alucino cómo una universidad apristona como la San Martín ha instaurado un diplomado con el sumo pontífice caviar Diego García Sayán como el profesor estrella. ¡Es impresionante cómo todos se arrodillan ante este tipo en Lima!




Teletransportación presidencial

Por: Maite Vizcarra
El Comercio, 18 de Mayo del 2023

“Ya es posible ‘gobernar’ de manera remota. Aunque debería ser de manera plena con todas sus funcionalidades, y no solo de modo excepcional”.

La propuesta legislativa que aboga por permitirle a la presidenta Dina Boluarte gestionar su despacho de manera remota vía tecnología digital cuando deba viajar fuera del país, teniendo en cuenta que hoy no tiene ningún vicepresidente que asuma su cargo en esa circunstancia, ha generado un debate interesante sobre vacíos en la Constitución vigente y preguntas sobre la viabilidad tecnológica de la iniciativa.

Sobre la viabilidad tecnológica de poder gobernar de manera remota, actualmente en el Perú existen los instrumentos pertinentes para aplicar esa funcionalidad: el uso de las firmas digitales y de otros medios para expresar el consenso o el disenso. O sea, técnicamente, la iniciativa va bien.

Es más, sería pertinente –en caso fuese aprobada– que se añadiera algún texto vinculado a las salvaguardas que ofrece la ciberseguridad, con más razón si se considera que, en el afán de gestionar el despacho presidencial, se suele tener acceso a documentos confidenciales, a información sensible en materia de seguridad nacional, o simplemente porque se trata de datos que involucran la toma de decisiones reservadas.

La propuesta legislativa que aboga por permitirle a la presidenta Dina Boluarte gestionar su despacho de manera remota vía tecnología digital cuando deba viajar fuera del país, teniendo en cuenta que hoy no tiene ningún vicepresidente que asuma su cargo en esa circunstancia, ha generado un debate interesante sobre vacíos en la Constitución vigente y preguntas sobre la viabilidad tecnológica de la iniciativa.

Sobre la viabilidad tecnológica de poder gobernar de manera remota, actualmente en el Perú existen los instrumentos pertinentes para aplicar esa funcionalidad: el uso de las firmas digitales y de otros medios para expresar el consenso o el disenso. O sea, técnicamente, la iniciativa va bien.

Es más, sería pertinente –en caso fuese aprobada– que se añadiera algún texto vinculado a las salvaguardas que ofrece la ciberseguridad, con más razón si se considera que, en el afán de gestionar el despacho presidencial, se suele tener acceso a documentos confidenciales, a información sensible en materia de seguridad nacional, o simplemente porque se trata de datos que involucran la toma de decisiones reservadas.




Instituciones y reducción de la pobreza

Por: Martín Naranjo
Perú21, 15 de Mayo del 2023

“En economía, a las reglas de juego las llamamos instituciones y son las que producen los incentivos que definen cómo es que interactuamos como sociedad”.

Las reglas de juego definen los incentivos; los incentivos, el comportamiento, y el comportamiento, los resultados. En el fútbol, por ejemplo, hubo épocas en que se jugaba sin uniformes, sin números en la camiseta y hasta sin árbitros. Digamos que, en ausencia de esas reglas, las peleas campales eran más frecuentes. Poco a poco se fueron formalizando las reglas de juego hasta llegar a las actuales. Recuerdo nítidamente cuando en el Mundial de México 70 se introdujeron la tarjeta amarilla para amonestar y la roja para expulsar. Fue toda una innovación, muy necesaria, por cierto, si tomamos en cuenta que los árbitros y los jugadores no tienen por qué compartir un mismo idioma. Un cambio más reciente, como la imposibilidad para el arquero de tomar la pelota con la mano ante un pase con el pie, ha cambiado la forma de jugar y también las habilidades defensivas necesarias. Lo mismo pasa en otros deportes: en el baloncesto, por ejemplo, no es hasta 1979 en que se introducen las canastas de tres puntos. Resulta evidente que, cuando cambian las reglas, cambian las formas de jugar.

En economía, a las reglas de juego las llamamos instituciones y son las que producen los incentivos que definen cómo es que interactuamos como sociedad. Estas reglas pueden ser formales, como las leyes que emanan del Congreso, o informales, como nuestras costumbres y tradiciones. La pregunta que debemos hacernos es con qué conjunto de reglas queremos jugar para poder resolver los problemas que más nos aquejan o más nos preocupan como sociedad.

Recientemente, hemos visto que nos hemos detenido y retrocedido en la reducción de la pobreza. No hay que olvidar que detrás de las estadísticas de pobreza hay personas y necesidades básicas que no pueden ser cubiertas digna ni adecuadamente. Lo que sabemos es que, cuando hay crecimiento, hay reducción de la pobreza y, cuando no hay crecimiento, la pobreza solo aumenta. En el registro histórico global, un crecimiento económico importante va de la mano de reducciones importantes en la pobreza. Es que con el crecimiento se generan más empleos y más oportunidades para que más familias salgan adelante. El crecimiento económico es quizá el arma más importante en la lucha contra la pobreza.

Entonces, ¿cuáles son esas instituciones, esas reglas de juego, que favorecen la reducción de la pobreza? Pues aquellas instituciones que favorecen el crecimiento. Es decir, aquellas instituciones que favorecen la inclusión, las que protegen adecuadamente nuestros derechos, las que nos brindan estabilidad, las que nos proveen de confiabilidad y predictibilidad, las que incentivan la honestidad, las que estimulan la productividad y la competencia.

Como sabemos, si cambian las reglas, cambian los incentivos; si cambian los incentivos, cambian los comportamientos, y si cambian los comportamientos, cambian los resultados. Es decir, los resultados que vemos se originan en los incentivos que como sociedad proveemos. O, como resume Steven Landsburg en El economista en pijama, “la mayor parte de la ciencia económica puede resumirse en estas palabras: «La gente responde a los incentivos». Todo lo demás son comentarios”.




“¡Dejen quebrar nomás a Petroperú!”

Por: Aldo Mariátegui
Perú21, 12 de Mayo del 2023

“Tenemos a un ministro de Energía, Vera, que fue jefe del sindicato de Petroperú (…) así que tiene una mentalidad intoxicada de estatismo”.

¡Otra más de Petroperú! Ayer han anunciado que nuevamente esta nefasta empresa pública se endeudará, esta vez por US$1,200 millones. Petroperú es una empresa quebrada, que ya acarrea una deuda inmensa de US$4,300 millones solo por la locura de la refinería de Talara. Y maneja una deuda operativa anual de corto plazo por US$700 millones. Está recontra en rojo, pues tuvo un déficit de S/2,847 millones en 2022 y otro de S/1,700 millones en 2021. Y según cálculos del exministro Rafael Belaunde, Petroperú ha perdido S/17,715 millones en los últimos 10 años. Como activos tiene un oleoducto en ruinas, una refinería a todo dar de Talara carísima y absurda, una serie de refinerías pequeñas obsoletas (Iquitos, Conchán) y una fuerza de trabajo compuesta en su gran mayoría por adultos mayores (más de 60 años) desactualizados en conocimientos. Pero se persiste en la estupidez de seguir intentando que funcione y ahora están con la cantaleta de que quieren que le entreguen pozos en la costa y en la selva, cuando no tiene ni el capital ni el expertise para operarlos. Aparte de La República, la izquierda y los “expertos” Humberto Campodónico y Manco Zanconetti, tenemos a un ministro de Energía, Vera, que es un entusiasta de esta empresa porque fue jefe del sindicato de Petroperú y después gerente de la refinería de Talara, así que tiene una mentalidad intoxicada de estatismo, compromisos con los trabajadores de la empresa y un voluntarismo infantil. Al parecer, Vera no va a durar mucho en el cargo por algunos vínculos raros con Castillo, lo que constituye una buena noticia.

Hay que asumir la realidad: Petroperú está quebrada y el Estado ya no debe seguir metiéndole dinero ni intentar reflotarla. Y menos todavía asumir la deuda millonaria que Petroperú emitió para pagar Talara. Hay nomás que dejarla quebrar y que ya vean los irresponsables que compraron sus bonos cómo se cobran, que los contribuyentes no debemos pagar un solo centavo.




Los asedios a la Fiscal Benavides

Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia

Antes de que la Fiscal de la Nación Patricia Benavides hubiera presentado el 11 de octubre pasado la denuncia constitucional contra el filo senderista Pedro Castillo Terrones, ya había recibido 3 denuncias constitucionales: una presentada por Kelly Portalatino, otra por Guillermo Bermejo y una tercera por la inefable Betssy Chávez. Todo el aparato de ablandamiento político del gobierno comunista de Castillo ya había disparado contra ella, había iniciado la persecución, buscando evitar lo inevitable: que denunciará al cabecilla de la mafia roja que asaltó el poder el 28 de julio de 2021 gracias al apoyo de tantos tontos útiles de nuestra política.

Los siguientes en denunciar a la Fiscal fueron los abogados de Castillo: doctores Atencio y Noblecilla, quienes no dudaron en solicitar a la Junta Nacional de Justicia su inmediata suspensión cautelar en el cargo. Toda valía a la hora de evitar el enjuiciamiento de Castillo.

El asedio contra la Fiscal había sido de tal magnitud que hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, de probada orientación pro marxista, se vio obligada a dictar una tibia Medida Cautelar en favor de ella y su núcleo familiar en febrero de 2023.

En abril de este año, la Junta Nacional de Justicia (JNJ), que tarda años en destituir a jueces corruptos, admitió rápidamente a trámite una hilarante denuncia contra la Fiscal por haber recibido una condecoración del impertinente Alcalde de Lima. La impertinencia política de Porky de querer abrazar a todo el mundo sirvió de coartada para un nuevo ataque a la Fiscal. El pretexto: Una denuncia formulada por quienes acusan al esposo de la Fiscal de ser propietario de una empresa proveedora de servicios a la minería, hecho por el cual ciertamente nadie puede ser denunciado.

Susel Paredes, la Congresista de la República del Partido Morado, que había afirmado que Castillo “puede ser un delincuente, pero no hay que destituirlo”, ha acusado recientemente a la Fiscal Benavides de haber plagiado sus tesis, basada en la afirmación de una persona cuyo nombre no puede revelar.

A todos estos acusadores de la Fiscal, cuyo origen y fin político es más que obvio, se suman, lamentablemente y como siempre, los tontos útiles que desde la academia, el foro, la política o la prensa denostan a la Fiscal, no por haber acusado a Castillo (a quien implícitamente defienden), sino por sus títulos de post grado de la Universidad Alas Peruanas, con un tufillo clasista y snob, impropio para estos tiempos.

Dime quienes te acusan y te diré quién eres. Vale para el caso de la Fiscal Benavides.

Felizmente, otros millones de peruanos, entre los que me cuento, que ni siquiera conocemos a la Fiscal Benavides, no vemos el vaso medio lleno de la Fiscal, sino la entereza de asumir la acusación más compleja de la historia política peruana, contra el primer marxista que llegó al Poder y delinquió desde allí, enfrentando a todo el aparato político de respaldo que este tiene hasta hoy y la complicidad internacional que lo socapa. Para nosotros, que bien que haya sido una Fiscal de Huancavelica, con títulos de pos grado de Alas Peruanas quien haya tenido la valentía que otros, con títulos en apariencia más vistosos no hicieron y que más bien se pusieron al servicio del aprendiz de dictador. Lampadia




“¡MÁS FIRMEZA, SEÑORA!”

Por: José Luis Gil
Perú21, 11 de Mayo del 2023

“Es momento de ponerse del lado correcto de la historia, y eso se hace luchando contra todos los totalitarismos, los de izquierda y de derecha. Es momento de volcarse con todo a defender a los ciudadanos con una estrategia de seguridad ciudadana correcta, eficaz, que alivie sus angustias por la inseguridad”.

El sabor amargo dejado en el Perú por el informe de la CIDH sobre los hechos de violencia criminal posteriores a la caída de Pedro Castillo se agudizó esta semana con las expresiones de la presidenta Dina Boluarte, que dijo no tener “mando ni comando” sobre las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional para tomar distancia sobre las muertes ocurridas. Este hecho ha sido interpretado por el sector uniformado como una “sacada de alfombra” o una traición a quienes defendieron la democracia y sostienen con convicción su gobierno de transición. Con algunos reflejos ha enmendado rápidamente su error (político), gritando a voz en cuello su apoyo incondicional a los militares y policías. No faltaba más.

Por otro lado, creemos que la mandataria debe tener claro que, cuando se sale de la izquierda bajo una lluvia de “piedras” y maldiciones de quienes fueron sus aliados, no se retorna jamás. Ellos jamás le perdonarán haber asumido la presidencia y reemplazar al corrupto Pedro Castillo, aduciendo traición, y, además, haberse “pegado a la derecha”. Ese es el verdadero talante de intolerancia de estos grupos que creen que la consigna es “conmigo o contra mí”.

Nos preocupa asimismo que no se tenga una posición férrea en el tema de las mentiras de la CIDH, salvo por la conferencia de prensa que dio pronunciándose con extrema prudencia. Todos esperábamos una carta dirigida a la CIDH criticando duramente el contenido injurioso del armatoste de informe, y desconocer su legitimidad. Por otro lado, la falta de una explicación técnica, científica y jurídica ante la población para fundamentar que las muertes de quienes atacaron a nuestras FF.AA. y PNP, no son “ejecuciones extrajudiciales” y mucho menos que es una política de estado este tipo de actividades criminales. Fundamentos en este sentido hay, y de sobra, úselos.

Tampoco la hemos visto hacer el gesto político de anunciar que debemos salir de la CIDH, quienes, al final de todo, se volverán sus eternos verdugos porque de todas maneras ordenarán su enjuiciamiento y encarcelamiento. No caiga en “acto de lealtad” con una izquierda que solo la quiere pulverizar. Más firmeza, señora, nada pasará, usted no volverá jamás a las canteras de la izquierda, y no porque no lo merezca o no deba, sino que, no la dejarán. ¡Reaccione!

Es momento de ponerse del lado correcto de la historia, y eso se hace luchando contra todos los totalitarismos, los de izquierda y de derecha. Es momento de volcarse con todo a defender a los ciudadanos con una estrategia de seguridad ciudadana correcta, eficaz, que alivie sus angustias por la inseguridad. Es momento de salir de la CIDH y la mayoría de los peruanos se lo agradecerá. A veces, señora, no basta que el león pasee orondo por la selva, sino, también tiene que mostrar los dientes a sus depredadores. Más posición, más solidez y menos actitud de izquierda, que ya no corresponde. ¡Sí se puede!