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Ha nacido un nuevo líder global

La victoria de Emmanuel Macron en las elecciones de Francia no es sólo una buena noticia para para todo Europa. Atempera la fiebre populista que golpeó al Reino Unido con el Brexit y a Estados Unidos con Donald Trump, y establece un nuevo centro de gravedad de la política global. Al elegirlo con una contundente mayoría en la Asamblea, los franceses ha empoderado  a un carismático nuevo líder para la gran batalla política entre el globalismo y el nacionalismo que está en marcha en las democracias occidentales.

Emmanuel Macron Is Facing the ‘Mother of All Battles’

Fuente:  estaticos.elperiodico.com/

El control de la Asamblea francesa por su partido, Republique en Marche (REM), permite que Macron, defensor de la globalización, de una política centrista y de la Unión Europea, lidere las reformas que necesita Francia, pero también pone un ‘estate quieto’ al populismo europeo con sus propuestas nacionalistas, balancea la pérdida del liberalismo británico en Europa e instala una fuerza reformadora que va más allá de Francia, a Europa y el resto de occidente. Ver en Lampadia el nacimiento de Macron y su significado para la política fracesa: Establishment francés creó a Macron para evitar giro político, y para la política global: Una nueva oportunidad para la buena política.

Macrón se está perfilando, desde sus primeros días en el gobierno, como una fuerza transformadora, que presenta con un lenguaje directo, y apunta mucho más allá de las fronteras de Francia. Hace pocos días recibió a varios diarios europeos para compartir su pensamiento en muchos temas de impacto global. Líneas abajo presentamos algunos extractos de su entrevista, y recomendamos leerla en integridad en el siguiente enlace: Deseo contener el auge de los extremismos y la demagogia.

Macron: “Mi elección es el inicio de un renacimiento francés y espero que europeo”

En la primera entrevista desde que es presidente, Emmanuel Macron aboga por un presupuesto común de la zona euro, llama a defender los derechos de los refugiados y a construir una “Europa que protege”

Por Marc Bassets
El País, 22 de junio de 2017
Glosada por
Lampadia

 

Emmanuel Macron, en el Elíseo, este martes durante la entrevista.

Emmanuel Macron, en el Elíseo, este martes durante la entrevista. JEAN-CHRISTOPHE MARMARA 

Con la nueva legitimidad que ha logrado después de las elecciones legislativas, ¿vuelve Francia a Europa? ¿Representa una especie de nuevo liderazgo en Europa?

El liderazgo no se decreta: se construye convenciendo a otros países y a otros actores, y se comprueba en función de los resultados que se obtienen. Sería presuntuoso decir que, a partir de ahora, Francia ejerce un nuevo liderazgo europeo. La verdadera pregunta es la del objetivo de nuestra acción. Y el punto de inicio es la crisis que sufren las democracias occidentales, que se construyeron en el siglo XVIII sobre un equilibrio inédito entre la defensa de las libertades individuales, la democracia política y la creación de las economías de mercado. Un círculo virtuoso permitió que se reconociesen las libertades individuales, que se desarrollase el progreso social y que las clases medias tuviesen expectativas de progreso. Desde el final de la época dorada del capitalismo, se ha instalado la duda. Francia, que tenía el modelo social más elaborado, lo ha experimentado cruelmente. Cuando observamos el mundo hoy en día, ¿qué vemos? El auge de democracias no liberales y de los extremismos en Europa, el resurgimiento de regímenes autoritarios que cuestionan la vitalidad democrática, y unos EE UU que se retiran en parte del mundo. Este contexto se ve agravado por el aumento de la incertidumbre y de los disturbios. Las crisis se multiplican en Oriente Próximo y en el Golfo, y las desigualdades se agravan en todo el mundo.

¿De dónde procede esta inestabilidad?

No tiene una sola causa. Se debe en parte a las profundas desigualdades creadas por el orden mundial y al terrorismo islamista. A estos desequilibrios se añade el del clima. A EE UU le gusta la libertad tanto como a nosotros, pero no aprecia la justicia como nosotros.

¿Qué se puede hacer concretamente para impulsar de nuevo a Europa?¿Y cómo se puede convencer a los alemanes de la pertinencia de su proyecto?

Si no somos conscientes del desafío, nos colocaríamos fuera de la historia. Yo no he elegido eso. Angela Merkel tampoco. La cuestión es convencer. Hay que ser capaces de hacerlos soñar. Francia no tendrá ninguna capacidad motora si no tiene un discurso claro. Pero tampoco la tendrá si no fortalece su economía y su sociedad. Por eso he pedido al Gobierno que inicie las reformas fundamentales que son indispensables para Francia. Nuestra credibilidad, nuestra eficacia y nuestra fuerza están en juego. Pero la fuerza de algunos no puede alimentarse durante mucho tiempo de la debilidad de los demás. Alemania, que se reformó hace unos 15 años, comprueba hoy día que esta situación no es viable.

En todas nuestras sociedades las clases medias han empezado a dudar. Tienen la impresión de que Europa se hace sin ellas. Hay que ser más eficaz frente a las grandes migraciones reformando profundamente el sistema de protección de nuestras fronteras, la política migratoria y el derecho de asilo.

Defiendo con vigor la idea de un presupuesto de la eurozona, dotado de un sistema de gobierno democrático.

¿Cree que también los alemanes están dispuestos a cambiar?

Estoy convencido. En materia de seguridad y defensa, la canciller alemana ha cambiado las cosas profundamente. Alemania va a gastar en defensa más que Francia. ¿Quién lo hubiera creído? Pero Alemania es muy consciente de los límites de una acción que no sea completamente europea, sobre todo en lo que a intervención militar se refiere. Los egoísmos nacionales son venenos lentos.

Hoy Europa está dispersa. La división entre el este y el oeste ha reaparecido. En el este, varios países han elegido regímenes autoritarios. ¿Cómo se puede administrar una Europa tan dividida?

No creo en ese conflicto entre el este y el oeste de Europa. Hay tensiones porque nuestras imágenes simbólicas y nuestra historia no son los mismos.

Cuando hoy escucho a algunos dirigentes europeos, me parece que cometen una doble traición. Deciden abandonar los principios, dar la espalda a Europa, tener un planteamiento cínico de la Unión que serviría para gastar los créditos sin respetar los valores. Europa no es un supermercado. Europa es un destino común. Los países de Europa que no respetan las reglas deben acarrear con todas las consecuencias políticas. No transigiré sobre los principios de Europa, sobre la solidaridad y los valores democráticos. Si Europa lo acepta, es que es débil y ya ha desaparecido. No es mi elección. 

¿Cuál es el modelo para la futura relación entre Reino Unido y la Unión Europea? ¿La puerta para una marcha atrás está abierta? 

La puerta está abierta hasta el momento en que se cruza. No me corresponde a mí decir que está cerrada. Pero a partir del momento en que las cosas se inician con un calendario y un objetivo, es muy difícil volver atrás. No quiero conversaciones bilaterales.

Después del Brexit y de la elección de Trump ¿su elección supone un freno para los populismos en Europa?

Desconfío del término populismo. Yo no creo en la demagogia, que consiste en adular a un pueblo para decirle lo que espera oír, para hablarle de sus temores. No tengo la arrogancia de pensar que mi elección supone un freno. Francia no es un país que se reforme, es un país que se transforma, un país de revolución. Han visto que estaban al borde del precipicio y han reaccionado.

He apostado por la inteligencia de los franceses. No les he adulado, sino que le he hablado a su inteligencia.

¿Cómo se puede abordar el riesgo que representa Donald Trump para la estabilidad europea?

Trump ha sido elegido por el pueblo estadounidense. El problema es que todavía no ha elaborado el marco conceptual de su política internacional. Por tanto, su política puede ser imprevisible, y para el mundo es una fuente de inquietud. Deseo que cambie de opinión, porque todo está relacionado. No se puede querer luchar eficazmente contra el terrorismo y no comprometerse a favor del clima.

Imagen de la entrevista al presidente de Francia, Emmanuel Macron.

Imagen de la entrevista al presidente de Francia, Emmanuel Macron. JEAN-CHRISTOPHE MARMARA

Si la línea roja sobre el uso de armas químicas se franquea en Siria, ¿Francia está dispuesta a golpear sola? ¿Puede hacerlo?

Sí. Cuando se fijan líneas rojas, si usted no sabe hacerlas respetar, es que ha decidido ser débil. No es mi opción.

¿Qué es lo que bloqueó las cosas en 2013? Estados Unidos fijó unas líneas rojas, pero decidió in fine no intervenir. ¿Qué es lo que ha debilitado a Francia? Definir políticamente una línea roja y no extraer consecuencias. ¿Y qué liberó, de repente, a Vladímir Putin en otros teatros de operaciones? El hecho de constar que ante él había gente con líneas rojas pero que no las hacían respetar.

Yo respeto a Vladímir Putin. He tenido con él un intercambio constructivo. Tenemos verdaderos desacuerdos, sobre Ucrania en particular, pero él ha visto cuál es mi posición. Le he hablado largamente, cara a cara, de los temas internacionales, así como de la defensa de las ONG y las libertades en su país. Lo que dije en conferencia de prensa, no lo acababa de descubrir. Es mi línea: decirles las cosas con mucha firmeza a mis interlocutores pero decírselas, primero, cara a cara. Hoy tenemos con Vladímir Putin el tema de Ucrania. Y está Siria. Yo no he declarado que la destitución de Bachar el Asad sea la condición previa de todo. Porque nadie me ha presentado a su sucesor legítimo.

Mis líneas son claras. Uno: la lucha absoluta contra los grupos terroristas. Dos: la estabilidad de Siria, pues no quiero un estado fallido. Estados fallidos en los que prosperan los grupos terrorista. No quiero algo así en Siria. Tres: tengo dos líneas rojas, las armas químicas y el acceso humanitario. Se lo dije muy claramente a Vladímir Putin, seré intratable con estos temas.

Usted habla de un diálogo franco con Vladímir Putin. Pero él no cede. Aún hay combates en el Dombás, Crimea está ocupada, el formato de diálogo llamado ‘Normandía’ está agotado.

Cuando hablo de un diálogo franco con Vladímir Putin, no digo que sea milagroso. ¿Qué motiva a Vladímir Putin? Restaurar un imaginario ruso poderoso para controlar su país. Rusia también es víctima del terrorismo. En sus fronteras tiene rebeliones e identidades religiosas violentas que amenazan el país.

El objetivo de Vladímir Putin es restaurar la Gran Rusia. ¿Busca debilitarnos o que desaparezcamos? No lo creo. Seguiré siendo un interlocutor muy exigente en materia de libertades individuales y de derechos fundamentales. Finalmente, está la cuestión de Ucrania, para la cual voy a esperar a la primera reunión del formato Normandía para responder con mayor precisión. Lo que es seguro que es que tenemos un deber: la protección de Europa y de sus aliados en la región. En este punto no debemos ceder en nadaLampadia

 

 




Una nueva oportunidad para la buena política

El partido del presidente Emmanuel Macron, Republique en Marche (REM), confirmó su liderazgo en la segunda vuelta electoral y consiguió una importante mayoría en la Asamblea francesa. Esto permite que Macron lidere las reformas que necesita Francia, pero también pone un ‘estate quieto’ al populismo europeo con sus propuestas nacionalistas, balancea la pérdida del liberalismo británico en Europa e instala una fuerza reformadora que va más allá de Francia, a Europa y el resto de occidente.

Fuente:  abcnews.com

No, los votantes parisinos no son “vomitivos”, como proclamó el lunes el patético Henri Guaino, tras perder su escaño en la Asamblea. La abstención electoral (algo que hace 30 años vienen diciéndonos que beneficia al Frente Nacional) no es explicación para el ascenso de ¡La República en Marcha! el nuevo partido político de Emmanuel Macron. Y no, Macron no está comenzando una carrera dictatorial a los 39, como tampoco lo hizo Charles de Gaulle a los 67.

Casi nada de lo que se dijo acerca de la política francesa estos últimos días explica el terremoto que al parecer se desató el domingo pasado con la primera vuelta de las elecciones legislativas. Y la catarata de noticias que se sucedieron desde entonces no pasa de ser un molesto zumbido para los que llevan años prefiriendo no escuchar nada.

Entonces, ¿qué está sucediendo? El principal factor del triunfo de Macron, creo, es el cambio estructural. Ese cambio está ahora en su apogeo.

Si realmente estamos viendo el fin de la época histórica que comenzó en 1789, ¿volveremos a los tiempos de la Ilustración? ¿O al momento previo a la Ilustración, cuando echó raíces un nuevo sentido de derechos naturales, y con él el concomitante ideal republicano? ¿Reescribiremos el Leviatán, o lo que es lo mismo, la Paz de Westfalia, pero esta vez sin tener que pasar otra vez por la trágica radicalización de Europa y por guerras mundiales latentes o desatadas?

Traiga lo que traiga el futuro, el hecho central está suficientemente claro: Macron vio lo que sus predecesores apenas atisbaron. Macron es el encargado ahora de reconstruir en campo de ruinas, de trabajar para que el final de cierta forma de concebir la política no implique el fin de la política como tal. Es tarea de Macron, y de quienes lo eligieron y de quienes votaron en su contra o, peor, se abstuvieron, hacer lo mejor que uno puede hacer en tiempos oscuros: imaginar, inventar y encarnar el arte del “nuevo inicio” que, según Arendt, es el corazón latiente de la acción pública.

Emmanuel Macron y la idea posrevolucionaria, Bernard-Henri Lévy,  Project Syndicate, 14 de junio, 2017

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De esta nueva Asamblea Nacional, solo el 25% de los legisladores que han sido elegidos repetirán su mandato. No solo es una de las más jóvenes, también es la más femenina de su historia, 223 mujeres (38.6%) integrarán el Parlamento francés.

Los Republicanos, el gran partido de la derecha francesa, será la primera fuerza de la oposición con unos 135 diputados, un centenar menos que en la última legislatura.

Los socialistas perdieron más de 250 escaños en comparación a la Asamblea Nacional anterior y terminaron con sólo 29 diputados. El partido está ahora en crisis. Han sido castigados por el alto desempleo y la disminución de la confianza nacional que marcó los cinco años de gobierno del ex presidente François Hollande.

Muchos de los nuevos miembros del parlamento francés son jóvenes, son diversos y muchos tienen cero experiencia política. El reclutamiento de estos candidatos fue una parte clave de la estrategia por el presidente francés Emmanuel Macron para renovar el liderazgo francés. Macron atrajo a estos candidatos prometiendo priorizar la habilidad y destreza en sus respectivos sectores sobre la lealtad o experiencia política.

Macron se ha arriesgado al decidir contratar a candidatos con poca experiencia política. Pero esta apuesta le brindó la mayoría absoluta sobre el gobierno. Ahora, Macron y las personas que eligió necesitan mostrarle al pueblo francés y al mundo que este nuevo modelo de política francesa puede funcionar.

Sin embargo, cabe notar que el número de escaños que se pensaba que recibiría luego de la primera vuelta de la semana pasada era bastante mayor que el que obtuvo este domingo. Algunos dicen que esto se explica por la alta abstención, otros por una cierta “fatiga electoral”, y algunos especulan que los franceses querían darle el poder a Macron, sin otorgarle excesivo poder.

Pero esto no quita la importancia de que Macron haya obtenido una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. Y es que Macron, un recién llegado a la política, ha logrado transformar el panorama político francés en un tiempo récord. Una propuesta que no existía hace dieciséis meses. Ver en Lampadia: Establishment francés creó a Macron para evitar giro político.

Francia ha seleccionado a un carismático nuevo líder para la gran batalla política entre el globalismo y el nacionalismo que está en marcha en las democracias occidentales. Macron, defensor de la globalización, de la política centrista y de la Unión Europea, se erigió como un bastión contra las fuerzas no convencionales y disruptivas que han alterado la política mundial desarrollada durante el último año.

Parece que Macron tendrá la libertad que requiere para hacer impulsar su agenda política. Pero tal vez la noticia más importante es que, al borrar la división izquierda-derecha, ha frenado el crecimiento del populismo y también ha creado una plataforma centrista fuerte, ambiciosa, reformista y optimista, basada en una clara comprensión del nuevo mundo. Ver en Lampadia: Francia rechaza el aislacionismo y abraza la globalización.

La victoria de Macron no solo significa el contrarrestar la amenaza de que en los países más ricos se sigan diluyendo los valores del libre comercio y la globalización, sino que también significa que las ideas de la libertad, del comercio, de la apertura global y de la integración, estarán en las primeras páginas de los medios y los ciudadanos tendrán una nueva oportunidad de valorar sus aportes. ¡Bonne chance, réformateur! Lampadia

 




Gran Bretaña sigue jugando a ser el perdedor

El mes pasado la primera ministra británica, Theresa May, convocó a elecciones generales, para tener un supuesto mejor mandato para la negociación del Brexit.

Algo que llama mucho la atención, es su renuencia a hablar de los detalles de su visión de la Gran Bretaña después del Brexit. Algo increíble y totalmente contrario a lo que en su momento planteó, en detalle Margaret Thatcher, cuando ofreció hacer un giro de timón sobre la dirección del país, del socialismo que lo había empobrecido, al liberalismo que lo hizo renacer. May quiere que el apoyo de los británicos se de a ciegas.

Que clamorosos líderes políticos manejan hoy día países muy importantes para el conjunto de la humanidad, como May en el Reino Unido, Trump en EEUU y Putin en Rusia. Veamos a continuación el artículo del Financial Times, publicado esta mañana, sobre este desarrollo. Lampadia

La elección del Brexit deja a Gran Bretaña como el perdedor

May se niega a hablar en detalle sobre la vida fuera de la UE
 
Theresa May, Tim Farron y Jeremy Corbyn. Fuente: FT Montage

Financial Times
Philip Stephens
1 de junio de 2017
Traducido y glosado por Lampadia

Es hora de aclarar esto. ¿Acaso Gran Bretaña está decidida a abandonar el mercado único más rico del mundo con el fin de volver a solicitar acceso en términos mucho menos favorables al mismo mercado? Bueno, sí. Olvídenlo; eso no sucederá. Los británicos pueden anhelar el pasado, pero no son tan tontos.

La observación más frecuente -y esto se aplica a los encargados de formular políticas en Tokio, Pekín, Delhi y otros países, así como en Washington- es que de alguna manera Brexit simplemente no va a suceder. El gobierno de Theresa May, los votantes, la Alemania de Angela Merkel, la Francia de Emmanuel Macron – alguien, en algún lugar – descarrilarán el proceso. Gran Bretaña terminará de alguna forma como un miembro asociado de la UE.

Gran Bretaña, por sus propias luces, ha construido su prosperidad como una gran nación comercial. Sin embargo, para 2019, será la única economía europea significativa que se encuentre fuera de los tres bloques comerciales del continente: el Espacio Económico Europeo, el Área de Libre Comercio Europea y la UE. Esto realmente no tiene sentido.

Por su parte, May está luchando en una elección para demostrar que tales oponentes están equivocados. Cuando la primera ministra convocó a elecciones para el 8 de junio, dijo que necesitaba un nuevo mandato para negociar el Brexit. La campaña conservadora, débil y vacilante, plantea que solo Theresa May “obtendrá el Brexit correcto”, “hará del Brexit un éxito “, obtendrá “el mejor acuerdo”.

Las campañas electorales, con su tendencia a elevar la ofuscación sobre el argumento y el lema sobre el hecho, suelen ser desalentadoras. Ninguna más que esta. Brexit es la elección política y económica con consecuencias más importantes que la nación ha enfrentado desde 1945. Sin embargo, más allá de las débiles afirmaciones de ser una negociadora difícil, May se niega a hablar sobre la vida fuera de la UE.

Ella ha prometido anteriormente que Gran Bretaña abandonará el mercado único y la unión aduanera y desterrará el Tribunal de Justicia Europeo. Eso suma a un Brexit bastante duro. Sin embargo, también habla de una asociación “profunda y especial” post-Brexit. Al electorado, sin embargo, se le niega cualquier debate, o cualquier oportunidad de interrogar al gobierno sobre las implicaciones o alternativas.

En su discurso May promete recortes draconianos en el número de inmigrantes. Pero no  permite se discutan las consecuencias.

Brexit va más allá de la economía, por supuesto. Tendrá un impacto significativo en la defensa y la seguridad, en el papel histórico de Gran Bretaña en la configuración de las respuestas europeas a las amenazas externas y en la recopilación de información y de datos utilizados para rastrear el terrorismo.

Esta semana, la senadora alemana Merkel protagonizó titulares cuando comentó que los europeos continentales ya no podían estar seguros de que EEUU y el Reino Unido eran socios confiables. Alemania, Francia y el resto tendrían que tomar el control de su propio destino.

La importancia de las palabras de Merkel radican en el reconocimiento de la rapidez con que el mundo está cambiando. Los pilares del orden de la posguerra, ya sea la alianza atlántica o las instituciones que dan forma a los valores compartidos del oeste, ya no pueden darse por sentados. La ausencia de certeza se ha convertido en una suposición organizadora de la seguridad europea. Y este, aunque sea difícil de creer, es el momento en que Gran Bretaña elige separarse de su propio continente.

Es triste decir que los políticos en las capitales más lejanas probablemente estén equivocados en suponer que algo descarrilará al Brexit. Como han descubierto los liberales demócratas pro-europeos, la nación no está de humor para reabrir el debate sobre el referéndum.

La campaña electoral ha demostrado que May no es nada fuerte y estable. Frágil y propensa a revertirse es una descripción más cercana. Ella puede esperar ganar el 8 de junio sólo debido a la auto-indulgencia de Jeremy Corbyn, un líder laborista que ha llevado a su partido a la irrelevancia lejana de las franjas de la extrema izquierda.

¿Y entonces? Según May, se irá directamente a la batalla de Bruselas. Esta lucha tiene la capacidad de dañar a ambos lados, pero hay una certeza irreducible. Con o sin acuerdo, Gran Bretaña surgirá como el perdedor. Lampadia




Francia rechaza el aislacionismo y abraza la globalización

La victoria de Emmanuel Macron en las elecciones presidenciales de Francia no es sólo una buena noticia para Francia y para Europa. Atempera la fiebre populista que golpeó al Reino Unido con el Brexit y a Estados Unidos con Donald Trump y que amenazó recientemente a Holanda y Austria.

Al escoger con una contundente votación a Emmanuel Macron como su nuevo presidente, Francia ha seleccionado a un carismático nuevo líder para la gran batalla política entre el globalismo y el nacionalismo que está en marcha en las democracias occidentales. Macron, defensor de la globalización, de la política centrista y de la Unión Europea, se erigió como un bastión contra las fuerzas no convencionales y disruptivas que han alterado la política mundial desarrollada durante el último año. Ver en Lampadia el nacimiento de Macron y su significado para la política francesa: Establishment francés creó a Macron para evitar giro político

“Esta es nuestra civilización la que está en juego, nuestra forma de vida”, dijo Macron poco después de su victoria, en la que tomó alrededor del 66% de los votos contra Le Pen. El ex banquero y ministro de economía, que creó su propio partido político centrista llamado En Marche! para alejarse de la corriente conservadora y la política socialista, y derrotó a la extrema derecha y el candidato anti-UE Marine Le Pen.

La derrota de Le Pen no fue el primer paso en contra del populismo en Europa. Norbert Hofer y Geert Wilders no consiguieron ganar en Austria y Holanda. Pero la perspectiva de que una nación tan importante como Francia pasara a manos de un partido considerado por muchos como racista, o incluso casi fascista, había causado alarma internacional.

Fuente: Washington Times

Durante la campaña, Macron defendió las ventajas de la globalización, rechazó el proteccionismo y el fin del libre comercio. Invitó a los europeos a formar parte de “una Europa reinventada”. Logró convencer a los ciudadanos franceses de que era importante liberar el potencial del país, crear mejores incentivos para el trabajo, adquirir un espíritu empresarial, liberar los mercados, reducir los impuestos y dar más autonomía a los profesores y los jefes de escuela. Y, por otro lado, dijo que era vital proteger mejor a los franceses capacitándolos para hacer trabajos en un mundo nuevo, concentrar el “welfare state” en los más necesitados y combatir la creciente inseguridad – tanto física como mental – con una mejor enseñanza y más policías.

Para ver más de su discurso político durante las elecciones, ver el siguiente video (con subtítulos en inglés):

La corriente populista ha sido calmada por Macron, por lo menos por ahora. Es una victoria bastante impresionante, pero por supuesto, es importante tener en cuenta que parte de ella puede ser explicada por un voto anti-Le Pen y no tanto un endoso a la plataforma modernista de Macron.

Fuente: Washington Times

El empuje reformista del nuevo presidente de Francia dependerá mucho del resultado de las elecciones legislativas. Todos los 577 escaños de la asamblea serán decididos usando un sistema de dos rondas,  entre el 11 y 18 de junio. Los sondeos publicados este domingo aseguran que el partido de Macron logrará entre el 24 y el 26% en la primera vuelta de las legislativas del 11 de junio próximo, por delante de los conservadores (22%), del ultraderechista Frente Nacional (entre el 21% y el 22%), de los izquierdistas de Jean-Luc Mélenchon (13 a 15%) y del Partido Socialista (8 a 9%).

Fuente: RT en français

Según BlackRock Investment Institute: “Las elecciones legislativas de junio serán un indicador clave sobre la capacidad de Macron para formar una coalición y poner en marcha su agenda de reforma”. Con todo, reiteran su “visión positiva sobre la renta variable europea y creemos que la reducción del riesgo político está contribuyendo a que los inversores vuelvan a centrarse en las perspectivas de mejora del crecimiento de la región”.

Sin embargo, el desempeño de Le Pen muestra que el populismo sigue siendo una poderosa fuerza electoral. A pesar de la triunfal victoria de Macron, el hecho de que uno de cada tres votantes respaldara a Marine Le Pen debería recordarnos el persistente atractivo del populismo. Su resultado del 34% de la votación es casi el doble que la ganada por su padre, Jean Marie Le Pen, en 2002. El progreso a largo plazo del Frente Nacional muestra una trayectoria ascendente constante, y el partido cree que puede ganar hasta 40 escaños en las elecciones parlamentarias del próximo mes. La victoria de Macron no ha eliminado de un golpe todos los temas que Le Pen pudo convertir en votos: inmigración, terrorismo, desempleo e identidad.

Fuente: Times of India

¿Qué lecciones se pueden extraer para el resto del mundo? Macron, al terminar la división izquierda-derecha, ha frenado el crecimiento del populismo, pero, igualmente importante, ha creado una plataforma central fuerte, ambiciosa, reformista y optimista, basada en una clara comprensión del nuevo mundo.

Desde la perspectiva del Perú, la victoria de Macron no solo significa el contrarrestar la amenaza de que en los países más ricos se sigan diluyendo los valores del libre comercio y la globalización, esenciales para el desarrollo de países pequeños como el nuestro; también significa que las ideas de la libertad, del comercio, de la apertura global y de la integración, estarán en las primeras páginas de los medios y los ciudadanos tendrán una nueva oportunidad de valorar sus aportes.  Lampadia




Establishment francés creó a Macron para evitar giro político

Francia acaba de dar una gran lección de compromiso cívico y responsabilidad política, con la exitosa creación de Macron, como un candidato fresco, para evitar que Francia caiga en manos del radicalismo anti europeísta, anti globalización y anti migración de Le Pen, que hubiera desquiciado la vida de los franceses y la política global.

Como puede apreciarse del artículo del Foreign Policy, que presentamos líneas abajo, Macron es un producto hecho a la medida para representar un cierto mensaje de renovación, un cambio de las caras tradicionales de la política francesa y una alternativa menos dramática que la presentada por el Frente Nacional de Le Pen.

Para ello, la clase política francesa sacrificó a líderes importantes y hasta partidos tradicionales, y están probablemente, prontos a colocar como presidente a un globalista gradualista con ropaje revolucionario, que despierta un buen nivel de entusiasmo.

“Sin importar lo que uno piense del establishment centrista de Francia, hay que reconocer que tomaron en serio la amenaza del populismo. Tan en serio, de hecho, que echaron a un presidente, crearon un partido totalmente ficticio y pusieron como líder a un telegénico desconocido de 39 años, cuya característica biográfica es que se casó con su profesora de francés de escuela secundaria. La idea era dar un brillo revolucionario a una plataforma centrista, y, salvo una catástrofe imprevista en la segunda vuelta, parece haber funcionado”. Christopher Glazek, Foreign Policy

También hay que destacar el enfoque de Macron para combatir al nacionalismo: Al ‘nacionalismo’ hay que contraponer el ‘patriotismo’.

“Desechemos las etiquetas que conocemos. Emmanuel Macron ha roto el molde de la política francesa. El líder de En Marche! dice que su segunda ronda de contienda presidencial con Marine Le Pen del Frente Nacional presenta una elección entre el patriotismo y el nacionalismo. Está en lo correcto. Esta visión debería resonar mucho más allá de Francia. Ahora, la línea divisoria en las democracias ricas se encuentra entre patriotas y nacionalistas”. Philip Stephens, Financial Times

Qué diferencia con el Perú, que en las elecciones del 2011, después de haber tenido una década de realizaciones extraordinarias, no fue capaz de cohesionar a las fuerzas políticas contrarias al radicalismo nacionalista y negacionista de Ollanta Humala, que junto con las izquierdas tradicionales, convocadas por Siomi Lerner, vio facilitada su victoria.

En el Perú de entonces, primó la división de fuerzas, especialmente entre el fujimorismo y el pepekaísmo primitivo, que en la segunda vuelta ocuparon inútilmente la misma tarima. Además, por supuesto, prevalecieron los prejuicios, las segundas derivadas políticas y el odio irresponsable, atizado por Mario Vargas Llosa y buena parte del establishment peruano.

Así le entregamos el país a un grupo de improvisados, con una ideología filo-velasquista anti economía de mercado, que cortó en seco el proceso de crecimiento virtuoso que en pocos años nos había llevado de ser un ‘Estado Fallido’ a la encarnación de una estrella internacional.

La posterior morigeración de las políticas del nacionalismo, no pudieron ya superar los puntos de inflexión en crecimiento, reducción de la pobreza y desigualdad, y la caída de la inversión privada, el gran motor que cambió el país.

Lamentablemente, en la siguiente elección del 2016, seguimos dividiendo fuerzas y perdiendo la oportunidad de establecer un liderazgo iluminado que nos permitiera reevaluar, popularmente, la dirección de las políticas públicas equívocas del falso nacionalismo anti inversión privada, incluyendo, especialmente, la inversión minera, que tiene esa tremenda capacidad de multiplicar sus impactos en el resto de la economía.

¡Gran lección de los franceses que ojalá sepamos aquilatar! Lampadia

Emmanuel Macron es todo lo que no son los demócratas de EEUU

El improbable ganador de la primera vuelta y ahora posible presidente de Francia, demuestra que el problema con el liberalismo no el mensaje, es el mensajero

Christopher Glazek
Foreign Policy

25 de abril, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Fuente: El Pais

Sin importar lo que uno piense del establishment centrista de Francia, hay que reconocer que tomaron en serio la amenaza del populismo. Tan en serio, de hecho, que echaron a un presidente, crearon un partido totalmente ficticio y pusieron como líder a un telegénico desconocido de 39 años, cuya característica biográfica es que se casó con su profesora de francés de escuela secundaria. La idea era dar un brillo revolucionario a una plataforma centrista, y, salvo una catástrofe imprevista en la segunda vuelta, parece haber funcionado.

Emmanuel Macron, un don nadie globalista, está posicionado para convertirse en el próximo presidente de Francia y, tal vez, incluso el próximo líder interino del mundo libre, por lo menos hasta que juramente un nuevo presidente estadounidense.

El éxito de Macron plantea la cuestión de si los regímenes de centro-izquierda se están hundiendo bajo el peso de una plataforma impopular o si simplemente es culpa de líderes impopulares. Si bien muchos votantes en varios países favorecen indudablemente el retirarse de instituciones globales como la OTAN y la Unión Europea, no está claro si estas opiniones realmente tienen una mayoría en algún país, quizás ni siquiera en el Reino Unido, donde múltiples encuestas indican que la mayoría de los votantes, frente al debilitamiento de la libra, desearía que el Brexit hubiera fallado.

En Francia, el condenado Partido Socialista del presidente François Hollande y su ex primer ministro Manuel Valls, en vez de aferrarse a la vanidad y sufrir una derrota en  manos de Marine Le Pen, concluyeron que el fascismo podría detenerse pero sólo a través de acciones drásticas: desmantelar el sistema de partidos, suicidarse como clase dominante y apoyar efectivamente a un portavoz más joven con una gran cabellera.

Recientemente, el New York Times calificó a Macron como alguien con el “perfil” de un “insider”, pero las “políticas” de un “outsider”. La verdad está más cerca a lo opuesto. Macron se posicionó con éxito como un outsider, y a la vez impulsó una agenda que difiere poco de su predecesor. Lo más impresionante es que Macron logró co-optar la retórica milenarista y apocalíptica de sus oponentes en la extrema derecha y la extrema izquierda. En su discurso de victoria después de la primera ronda, Macron habló de “cambiar el rostro” de Francia y aplastar “el sistema que fue incapaz de lidiar con los problemas de nuestro país por más de 30 años”. Le dijo a sus partidarios que eran “una imagen renovada”, e identificó el principal “desafío” para Francia como “dar vuelta a la página de nuestra vida política”. Macron adoptó una plataforma gradualista  (aflojando las restricciones del mercado de trabajo, aumentando el gasto público y reforzando la UE), pero adoptó un espíritu revolucionario.

¡Las publicaciones de habla inglesa suelen traducir En Marche! (el nombre de la coalición centrista de Macron), como “Adelante”, pero “adelante” no logra transmitir el escatológico y explosivo sonido del nombre. “En Marche” no significa simplemente “adelante” – un eslogan que podría sugerir la continuidad con el régimen anterior – es  algo más cercano a “encendido” o “en marcha”. No es que Macron haya engañado a los votantes para que piensen que es un lanzador de bombas – saben perfectamente que está impulsando una agenda neoliberal. Macron podría no sonar totalmente creíble cuando llama a romper el sistema, pero los votantes con hambre de cambio todavía aprecian la sensación de ser el público objetivo. La autenticidad no es lo único recompensado en la política; también lo es el esfuerzo.

Cuán exitoso pueda ser el gambito de Macron no estará claro hasta después de las elecciones parlamentarias de junio, cuando En Marche! esté ocupado tratando de llenar un partido imaginario de candidatos elegibles. El objetivo más importante de Macron, sin embargo, ya se ha logrado. Si creemos lo que dicen las encuestas (y deberíamos) es probable que ni el fascismo, ni el thatcherismo, ni el hologramaismo comunero lleguen al Palacio del Elíseo.

Es difícil no hacer una comparación desfavorable entre la estrategia de centroizquierda en Francia y la estrategia de centroizquierda en Estados Unidos, donde los líderes del Partido Demócrata están cayendo, aparentemente sin estar dispuestos a contemplar un duro cambio de líderes. Los partidarios del Partido Demócrata (EEUU) están llenos de energía, pero los líderes del partido, que siguen siendo impopulares y parecen estar teniendo dificultades para capitalizar ese entusiasmo.

Trump ha tenido unos miserables primeros 100 días en el cargo, con innumerables controversias y sin logros importantes. Sin embargo, algunos analistas dicen que sus calificaciones de aprobación (alrededor de 40%), son consistentes con la estrecha reelección. El Partido Republicano, que controla todo el gobierno federal y la mayoría de las palancas de poder en los estados, es profundamente impopular, pero el Partido Demócrata, que no controla nada, es aún menos popular, según algunas encuestas. La ironía es que la plataforma del Partido Demócrata en cuestiones como la atención de la salud, la educación y la inmigración es tan popular -y tan progresiva- como siempre lo ha sido.

Hay muchas razones por las que los demócratas tuvieron una mala presentación en 2016, pero una razón importante es que estaban representados por líderes septuagenarios que habían sido heridos, durante un período de décadas, por miles de millones de dólares de publicidad negativa. Justo o injusto, esos anuncios los golpearon. Hillary Clinton, Harry Reid y Nancy Pelosi siguen siendo figuras históricamente impopulares.

El éxito de Macron sugiere una movida obvia. Cuando los líderes son impopulares, consigue otros.

Macron, a quien Le Pen llama el “bebé” de Hollande, y que sirvió como su ministro de Economía, está en camino de reemplazar a su antiguo jefe.

El globalismo de centro-izquierda, sin embargo, es una ideología coherente con un mensaje razonablemente popular. Ha tenido algunas superestrellas políticas (como Barack Obama y Tony Blair) y algunos políticos impopulares (como Hollande, Al Gore y Gordon Brown). Irónicamente, dada la reputación de los globalistas por el pragmatismo, la mayoría de los líderes globalistas que se vuelven impopulares están reacios a tomar el paso pragmático de abandonar el cargo al servicio de su ideología.

Esto es un error, particularmente cuando se enfrentan adversarios como el Kremlin o el Partido Republicano, que ha centrado sus estrategias electorales en la política de destrucción personal. Aunque los republicanos de Estados Unidos han ganado el voto popular sólo una vez en los últimos 25 años en una contienda presidencial, su desempeño ha sido extraordinario cuando se considera que nunca han perseguido una agenda que recibiera el apoyo de la mayoría de los votantes. Los demócratas se quejan de los trucos sucios y los ataques injustos, pero en lugar de litigar la verdad ante la corte de la opinión popular, que resulta no ser un tribunal en absoluto, harían mejor para entregar las cabezas de los líderes republicanos y traer nuevos líderes con un mejor historial. Lampadia




Las amenazas de la política francesa

Por muchos años, la política francesa ha ejercido una inspiración desproporcionada en la política y economía peruana. Efectivamente, nuestra formación intelectual, periodística y política ha bebido de las fuentes francesas hasta el embotamiento de la razón, y por décadas perdimos los aportes del liberalismo británico y su expresión estadounidense.

Eso determinó que, después de la salida de Beltrán del gabinete de Manuel Prado, empezáramos a forjar una economía esencialmente cerrada al exterior, que otorgaba al Estado roles que excedían con creces sus capacidades. Orientación política, que pasando por los gobiernos de Belaunde, la dictadura militar y García I, llevaron al Perú a la destrucción de su economía y la quiebra del Estado, que solo empezó a revertirse con la Constitución de 1993.

Por ello, lo que suceda en las próximas elecciones francesas es muy importante para el Perú. Sobre todo, habida cuenta de los recientes giros políticos de Gran Bretaña con el Brexit, de EEUU con la elección de Trump y la posible victoria del anti musulmán y antieuropeo, Geert Wilders, en Holanda, esta semana.

Las elecciones presidenciales de Francia se llevarán a cabo el 23 de abril y, de ser necesario, se celebrará una segunda vuelta el 7 de mayo. La decisión que se tome ese día tiene el poder de afectar irremediablemente el futuro de la Unión Europea y del mundo, que pueden terminar de alejarnos de la globalización y el libre comercio. 

Fuente: yahoo.com

El descontento en Francia ha venido en aumento durante los últimos años. Su administración socialista ha sido percibida como ineficaz en la gestión de la economía, su crecimiento tiene un promedio inferior al 1% durante la mayor parte del gobierno de François Hollande y el desempleo juvenil cerró el año pasado en 26.2%. Además, los ciudadanos reclaman un combate eficaz contra el terrorismo y un freno a la entrada masiva de inmigrantes.

Según un reciente análisis de The Economist (traducido y publicado líneas abajo), “Una victoria para Macron sería una prueba de que el liberalismo todavía atrae a los europeos. Una victoria para Le Pen haría a Francia más pobre, más insular y más desagradable. Si saca a Francia del euro, desencadenaría una crisis financiera y condenará a la UE que, con todos sus defectos, ha promovido la paz y la prosperidad en Europa durante seis décadas. A Vladimir Putin le encantaría eso. Tal vez no sea una coincidencia que el partido de Le Pen haya recibido un fuerte préstamo de un banco ruso y la organización de Macron haya sufrido más de 4,000 ataques de hackers.”

Felizmente, según el último sondeo de Harris Interactive el pasado 9 de marzo, “el candidato socio-liberal Emmanuel Macron supera por primera vez en intención de voto a Marine Le Pen.

Fuente: orange.fr

Macron es un ex banquero del grupo Rothschild francés, que comenzó su trayectoria política apoyando la candidatura de François Hollande en las primarias de 2011. Creó su movimiento “¡En Marcha!”, en el cual afirma (durante su primer spot publicitario) que: “Creo en la libertad económica, social, política; en nuestra capacidad de crear nuevas reglas de progreso; y creo en Europa.”

De ganar, Francia quebraría la tendencia populista, anti globalización y anti comercio que está desbalanceando al mundo. Algo que sería especialmente favorable a países como el Perú.Lampadia

La Revolución Francesa que viene

La votación que podría arruinar la Unión Europea
Por qué las elecciones presidenciales francesas tendrán consecuencias que irán mucho más allá de sus fronteras
 
Fuente: twitter.com

The Economist
4 de marzo del 2017
Traducido y glosado por Lampadia

Han pasado muchos años desde que Francia tuvo su última revolución, o incluso un intento serio de reforma. El estancamiento, tanto político como económico, ha sido el sello distintivo de un país donde poco ha cambiado durante décadas, incluso cuando el poder ha girado entre los partidos establecidos de izquierda y derecha.

 
Hasta ahora. La elección presidencial de este año, la más emocionante en mucho tiempo, promete traer turbulencias. Los partidos socialistas y republicanos, que han mantenido el poder desde la fundación de la Quinta República en 1958 [con Charles De Gaulle], podrían ser eliminados en la primera vuelta de la votación presidencial el 23 de abril. Los votantes franceses pueden elegir entre dos candidatos insurgentes: Marine Le Pen, el carismático líder del Frente Nacional, y Emmanuel Macron, el líder de un movimiento liberal, En Marche! (¡En movimiento!), que fundó el año pasado.
 
Las implicaciones de estas insurgencias son difíciles de exagerar. Son el ejemplo más claro de una tendencia global: que la antigua división entre izquierda y derecha está haciéndose menos importante que una nueva, entre abierta y cerrada. El realineamiento resultante tendrá repercusiones más allá de las fronteras de Francia. Podría revitalizar la Unión Europea, o destruirla.
 
Los miserables
La causa inmediata de la revolución es la furia de los votantes ante la inutilidad y la auto repartija de su clase política.
 
Además de ira, los votantes sienten angustia por el estado en que se encuentra Francia. Una encuesta del año pasado encontró que los franceses son los más pesimistas de la Tierra, con un 81% protestando que el mundo está empeorando y sólo el 3% dice que está mejorando. Gran parte de esa desaliento es económico. La economía de Francia ha sido lenta desde hace mucho tiempo; su vasto estado, que absorbe el 57% del PBI, ha socavado la vitalidad del país. Un cuarto de los jóvenes franceses están desempleados. De los que tienen trabajos, pocos pueden encontrar unos permanentes, como los que gozaron sus padres. Frente a los altos impuestos y la excesiva regulación, los emprendedores se han ido al extranjero, a menudo a Londres. Pero el malestar va más allá del estancamiento del nivel de vida. Los repetidos ataques terroristas han alterado los nervios, obligando a los ciudadanos a vivir bajo un estado de emergencia y expuestos profundas divisiones culturales en el país con la comunidad musulmana más grande de Europa.

Muchos de estos problemas se han acumulado durante décadas, pero ni la izquierda ni la derecha han sido capaces de enfrentarse a ellos. El último intento serio de Francia por una reforma económica ambiciosa, una reforma de las pensiones y seguridad social, fue a mediados de los años 90 bajo la presidencia de Jacques Chirac. Se derrumbó ante las huelgas masivas. Desde entonces, pocos han intentado. Nicolas Sarkozy habló de un gran cambio, pero su agenda de reformas fue derribada por la crisis financiera de 2007-08. Hollande tuvo un comienzo desastroso, introduciendo una tasa impositiva del 75%. Él era entonces demasiado impopular para lograr mucho. Después de décadas de estancamiento, no es de extrañar que los votantes franceses quieran deshacerse de los holgazanes

Tanto Macron como Le Pen están aprovechando esa frustración. Pero ofrecen diagnósticos radicalmente diferentes de lo que aflige a Francia y remedios radicalmente diferentes. Le Pen culpa a las fuerzas exteriores y promete proteger a los votantes con una combinación de más barreras y mayor bienestar social. Ella denuncia la globalización como una amenaza para los empleos franceses y a los islamistas como fomentadores del terror que vuelven peligroso usar una falda corta en público. La UE es “un monstruo antidemocrático”. Ella se compromete a cerrar las mezquitas radicales, impedir el flujo de inmigrantes, obstruir el comercio exterior, cambiar el euro por un franco francés resucitado y convocar un referéndum al abandonar la UE.

Los instintos de Macron son completamente opuestos. Piensa que una mayor apertura haría a Francia más fuerte. Él es firmemente pro-comercio, pro-competencia, pro-inmigración y pro-UE. Él apoya el cambio cultural y la disrupción tecnológica. Piensa que la manera de conseguir que más gente francesa trabaje es reducir las engorrosas protecciones laborales, no incrementarlas. A pesar de que durante mucho tiempo se ha quedado corto en proponer políticas públicas precisas (iba a anunciar un manifiesto cuando The Economist realizó su publicación), Macron se está lanzando como el revolucionario pro-globalización.

Si se observa cuidadosamente, ninguno de los insurgentes es un ‘outsider’ convincente. Le Pen ha dedicado su vida a la política; su éxito ha sido hacer que un partido, hasta ahora extremista, sea socialmente aceptable. Macron era el ministro de Economía de Hollande.

¿Una Francia abierta o una Francia fortificada?

No obstante, representan un repudio del statu quo. La victoria de Macron evidenciaría que el liberalismo todavía atrae a los europeos. La victoria de Le Pen haría a Francia más pobre, más insular y más desagradable. Sacar a Francia del euro, desencadenaría una crisis financiera y condenaría a la UE que, con todos sus defectos, ha promovido la paz y la prosperidad en Europa durante seis décadas. A Vladimir Putin le encantaría eso. Tal vez no sea una coincidencia que el partido de Le Pen haya recibido un fuerte préstamo de un banco ruso y la organización de Macron haya sufrido más de 4,000 ataques de hackers.

Con dos meses por delante, parece que es poco probable que Le Pen asuma la presidencia. Las encuestas muestran que ella ganaría la primera vuelta pero perdería la segunda. Ahora, en esta elección extraordinaria, puede suceder cualquier cosa. Francia ya ha remecido al mundo. Podría hacerlo de nuevo. Lampadia