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La Visión de Macron

La Visión de Macron

A continuación compartimos un artículo de The Economist que resume la filosofía que Emmanuel Macron cree debería tener la UE, de cara a las condiciones desafiantes y complejas en las cuales se mece actualmente el mundo, como el distanciamiento de EEUU, la desglobalización y 4ta Revolución Industrial (4IR).

Existen puntos positivos que apoyamos como tornar a la UE un bloque más activo e independiente en temas que vayan más allá del libre comercio y la convergencia monetaria como son la defensa nacional, la seguridad de datos y el cambio climático, todas problemáticas en las que el mundo desarrollado ya se encuentra lidiando con mayor y menor medida.

Sin embargo, consideramos que su visión económica no debe bifurcarse hacia un mayor proteccionismo en el sector industrial, como pareciera fuese el caso en su propuesta. El Estado como sorteador de empresas que en su juicio deben “potenciarse” y “protegerse” nunca ha demostrado buenos resultados ni siquiera en el mundo desarrollado, ya que pervierte los incentivos a la innovación en estas al sentirse protegidas por el sector público. En cambio, darle paso a la competencia, fuerza a que exista un esfuerzo permanente entre los negocios lo cual puede aumentar la competitividad de la industria europea.

Asimismo, una propuesta proteccionista torcería la visión primigenia de la UE, que entre otras cosas, todavía podría considerarse uno de los últimos bastiones defensores de la globalización y el libre comercio, frente a dos grandes potencias económicas, EEUU y China, cuyas políticas han degenerado hacia el intervencionismo en el comercio.

Por lo demás consideramos que parte del diagnóstico es también acertado en lo relacionado a la política exterior, como mejorar las relaciones con otros países alejados políticamente de la UE como Rusia, pero igual creemos que no debe descuidarse a EEUU bajo ninguna circunstancia, pues dicha alianza ha demostrado darle estabilidad global al mundo más que cualquier otra en la historia contemporánea. Lampadia

Europa sola
Evaluando la visión apocalíptica de Emmanuel Macron

Europa está “al borde de un precipicio”, dice el presidente de Francia. ¿Tiene razón?

The Economist
7 de noviembre, 2019
Traducido y comentada por Lampadia

La Europa de hoy debe su existencia a los EEUU. La potencia americana peleó dos guerras mundiales en suelo europeo; la diplomacia estadounidense fue partera de lo que se convirtió en la UE; las armas americanas protegieron a Europa occidental de la invasión soviética; y estadistas estadounidenses supervisaron la unificación alemana. Ahora, en una súplica dramática a todos los europeos, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, advirtió que EEUU está liberando a Europa. El viejo continente está “al borde de un precipicio”, advierte. A menos que se despierte, “ya no tendremos el control de nuestro destino”.

En su oficina del Palacio del Elíseo, Macron habló con The Economist en términos apocalípticos. La OTAN, la alianza transatlántica, sufre de “muerte cerebral”, dice. Europa necesita desarrollar una fuerza militar propia. La UE se considera a sí misma solo como un mercado, pero debe actuar como un bloque político, con políticas sobre tecnología, datos y cambio climático que coincidan. Los anteriores presidentes franceses han argumentado que Europa no puede confiar en EEUU, y en cambio debería mirar a Francia. Macron no solo está repitiendo esta opinión. Él cree que EEUU y Europa han compartido intereses y ha trabajado incansablemente para mantener buenas relaciones con el presidente Donald Trump. Pero argumenta que por primera vez EEUU tiene un presidente que “no comparte nuestra idea del proyecto europeo”. E incluso si Trump no es reelegido, las fuerzas históricas están separando a los viejos aliados.

Las prioridades estadounidenses están cambiando. Cuando el presidente Barack Obama, que tenía la intención de girar hacia Asia, decidió no castigar el uso de armas químicas en Siria, señaló que EEUU estaba perdiendo interés en Oriente Medio. El reciente abandono de Trump de los aliados kurdos de EEUU en Siria no solo reforzó esto, sino que también minó a la OTAN. EEUU no informó a sus aliados, y Turquía, miembro de la OTAN, invadió rápidamente Siria. “Estratégica y políticamente”, dice Macron, “necesitamos reconocer que tenemos un problema”.

Cuando se le preguntó si está seguro de que un ataque contra un miembro de la OTAN se consideraría hoy como un ataque contra todos, la idea que sustenta la credibilidad de la alianza, Macron dice que no lo sabe. Reconoce que la OTAN prospera operacionalmente, pero llama a Europa a “reevaluar la realidad de lo que la OTAN es a la luz del compromiso de los EEUU”.

Europa, dice, todavía tiene que comprender la inmensidad del desafío por delante. Todavía trata al mundo como si el comercio y solo el comercio pudieran garantizar la paz. Pero EEUU, garante del comercio mundial, se está volviendo proteccionista. Los poderes autoritarios están en aumento, incluidos Rusia y Turquía en las fronteras de Europa. Si bien EEUU y China gastan grandes sumas en inteligencia artificial, que consideran un componente esencial de su poder duro, la UE le da demasiada importancia a la industria. Macron advierte que Europa, lenta y con la cabeza en las nubes, debe abrir los ojos y prepararse para un mundo más duro y menos indulgente.

Es una imagen asombrosamente sombría para un político europeo centrista y un internacionalista declarado. Pero también es inusualmente pensado y, en lo que respecta a Macron, un estímulo para la acción. Es difícil exagerar la magnitud del cambio que está pidiendo a sus colegas europeos.

Toma defensa. Macron cree que su nueva Iniciativa Europea de Intervención y la Cooperación Estructurada Permanente de la UE, respaldada por el Fondo Europeo de Defensa, pueden integrar las operaciones militares y aumentar las capacidades de Europa, proporcionando implícitamente una base para la defensa post-OTAN de Europa. Pero estos bloques de construcción son rudimentarios. La partida de EEUU dejaría vastos agujeros en áreas como defensa aérea y de misiles, inteligencia y vigilancia, y reabastecimiento de combustible aéreo. Su presupuesto militar es dos veces mayor que el resto de la OTAN combinada. Los gobiernos europeos serán reacios a cerrar la brecha, ya que tienen otras prioridades. Puede ser más fácil adaptar la OTAN, de modo que proteja a Europa y también sea más útil para los EEUU.

Y luego está la diplomacia. Macron cree que Europa puede establecer mejor su influencia global como un poder que media entre los gorilas de China y los EEUU. Su papel será “evitar que todo el mundo se incendie”, dice. Un primer paso sería controlar su propia región mediante la reconstrucción de las relaciones con Rusia, una tarea que él acepta podría llevar una década.

Una vez más, sin embargo, esa ambición supone una unidad de propósito que la UE rara vez logra. Muchos de sus miembros tienden a evitar el poder duro por una política exterior centrada en los derechos humanos y el comercio. Como lo ilustra la propuesta rusa de Macron, la política de poder requiere que trates con personas cuyas acciones deploras. Para él, la realpolitik es necesaria para que prevalezcan los valores europeos. No está claro si sus compañeros líderes europeos estarían de acuerdo.

La última es la política industrial. Macron quiere que el estado tome decisiones estratégicas sobre tecnologías clave, y que favorezca una política para fomentar los campeones europeos. Esto tiende a canalizar fondos y contratos a titulares políticos conectados. Una mejor manera de crear un ecosistema tecnológico próspero sería alentar una mayor competencia. Si Macron no aceptará eso, ¿por qué deberían otros?

La fórmula de la UE es única: un acuerdo entre estados, sin ningún hegemón, que mantiene la paz. Pero, ¿cómo lograr que 27 países, más Gran Bretaña, una gran potencia ahora en la sala de embarque de la UE, acuerden construir fuerzas armadas totalmente funcionales, y mucho menos convencer a los enemigos de Europa de que alguna vez se utilizarán? Los críticos de Macron se burlan de que está “borracho de poder”. Algunos países, incluidos Polonia y los Estados bálticos, se alarmarían ante la idea de separarse de EEUU y perseguir la distensión con Rusia. Otros, como Alemania, Italia y España, están demasiado involucrados en problemas domésticos como para tener una gran visión global.

Muchas veces en el pasado, los piadosos llamamientos para que Europa haga sentir su peso en el mundo han quedado vacíos. Esta vez, argumenta Macron, debe ser diferente. Pide a sus compañeros líderes que imaginen cómo Europa prosperará en un mundo peligroso sin una alianza estadounidense de hierro fundido. ¿Cómo deberían tratar con Rusia, con el conflicto y el fundamentalismo religioso que agita el Medio Oriente y el norte de África, y con el desafío autoritario de China? Se merece una respuesta. Lampadia




Renace el intervencionismo en la UE

En los últimos años, una nueva ola de políticas de corte intervencionista han empezado a asolar las economías de los países que conforman la UE, en un intento por parte de los estados por fortalecer ciertas industrias estratégicas que estarían perdiendo hegemonía mundial, ante el avance de EEUU y China.

Este conjunto de políticas, como venimos advirtiendo previamente en Lampadia: Trampa ideológica, política y académica, se constituye como parte de una ola de pensamiento prevaleciente en los círculos políticos y académicos a nivel mundial, que incide en los supuestos males de la globalización y el libre comercio y que previamente hemos venido rebatiendo en diversas publicaciones (ver Lampadia: El legado del liberalismo de Margaret Thatcher, Retomemos el libre comercio, Otra mirada al mito de la desigualdad).

Así, la predilección por parte de los líderes de la UE para seguir emprendiendo dichas iniciativas intervencionistas en el futuro se ha hecho más evidente en un reciente discurso hecho por Emmanuel Macron, presidente de Francia, el pasado 4 de marzo, en el que invoca a todos los gobiernos del bloque, a no menguar sus esfuerzos para revitalizar las empresas en territorio europeo, si las potencias mundiales no respetan las leyes de competencia leal entre los países (ver Lampadia: Macron relanza Europa).

Al respecto, un reciente artículo de The Economist (ver artículo líneas abajo), señala que Este resurgimiento de la intervención estatal que pretende hacer que las industrias europeas sean más fuertes puede hacer más probable que perjudique a los consumidores y debilite las perspectivas de las empresas”.

En esta línea, desarrolla su argumentación brindando una serie de ejemplos en donde, no necesariamente la planificación central o una mayor participación estatal en el accionariado de las empresas, se condicen con mayores ganancias y por ende con un incremento de su valor de mercado en el tiempo.

De hecho, como señala el popular medio británico, promover el dirigismo estatal en los negocios puede ser hasta perjudicial en el entorno económico de las industrias a intervenir básicamente por tres razones:

  • Incentiva el mercantilismo estatal, pues, al ser el Estado propietario de una parte de la empresa, puede buscar facilitarle la adjudicación de ciertos contratos o la promulgación de leyes que la favorezcan.
  • Puede generar cierta enemistad entre países que pertenecen a un mercado común, pues le da mayor hegemonía sobre una industria a un país que adquiere mayor accionariado de una empresa con posición de poder, sobre todo en estructuras de mercado oligopólicas o monopólicas.
  • No ofrece ninguna garantía de generar empresas líderes en el rubro, en tanto la evidencia muestra muy pocos o ningún caso en los que mayor propiedad estatal esté asociado a mejoras en la gestión y/o valor de las organizaciones.

Por ello, consideramos que la solución al problema de pérdida de poder por parte de las industrias europeas en la economía mundial no debe pasar por mayor intervencionismo estatal sino por generar las condiciones para que se dé una mayor competencia al interior de las industrias afectadas. Esto es, garantizar que las industrias satisfagan efectivamente las necesidades de toda la población europea, de manera que se exploten las economías de escala arraigadas.

Otro camino sería buscar sinergias entre países productores en toda la cadena de valor de determinados productos, con el fin de generar eficiencias en los procesos productivos. En palabras simples, explorar a profundidad la oferta del mercado europeo.

De esta manera, se buscaría beneficiar a los consumidores  a través de menores precios, lo cual enfocaría la atención del comercio hacia los países de la UE. No se trata de ampliar la oferta subsidiándola sino reduciendo sus costos de producción.

Ambas opciones que valdría la pena explorar para sopesar los miedos de Emmanuel Macron y los demás gobernantes europeos de un inminente avance de las dos grandes potencias mundiales, EEUU y China. Lampadia

Los gobiernos europeos intervinienen nuevamente en las empresas
Un hábito francés se está extendiendo

Su señuelo debe ser resistido

The Economist
7 de marzo, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Si no puedes vencerlos, adopta sus peores políticas económicas. Preocupado por las “estrategias agresivas” de Estados Unidos y China, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, emitió una proclamación a nivel europeo el 4 de marzo que, entre otras cosas, proponía una nueva era revolucionaria de intervención gubernamental en las empresas de la UE. “No podemos sufrir en silencio”, declaró, mientras que otras potencias mundiales no respetan los principios de “competencia justa”.

Macron no está solo. En todo el continente, los políticos están tratando de influir en las empresas mediante una serie de tácticas que incluyen la regulación, obligar a los gerentes a hacer negocios y aumentar la propiedad estatal.

  • En Renault-Nissan, la caída de Carlos Ghosn se ha entrelazado con una lucha por el control entre los gobiernos francés y japonés.
  • El mes pasado, Peter Altmaier, ministro de economía de Alemania, pidió que se protejan a las empresas denominadas “campeonas”, como Siemens y Deutsche Bank.
  • La semana pasada, se supo que el gobierno holandés acumuló una participación del 14% en Air France-KLM para ayudar a su antiguo operador de bandera a “rendir mejor”.
  • E Italia está lista para aumentar a un 10% su participación en Telecom Italia, que comenzó a privatizar hace 21 años.

Este resurgimiento de la intervención estatal pretende hacer que las industrias europeas sean más fuertes. En su lugar, es más probable que perjudique a los consumidores y debilite las perspectivas de los negocios.

Por supuesto, Europa nunca ha sido un paraíso de mercados libres sin restricciones. La Comunidad Europea del Carbón y del Acero, precursora de la UE, fue creada en 1951 para coordinar la actividad industrial. Francia ha adoptado durante mucho tiempo una política dirigista de planificación estratégica por tecnócratas ilustrados. No obstante, en la década de 1990, el estado estaba en retirada. El lanzamiento del mercado único en 1993 prometió un campo de juego del tamaño de un continente para las empresas europeas, que por fin podrían explotar economías de escala y competir sin trabas por los subsidios y las políticas nacionales.

El retroceso hacia la intervención refleja en parte el deseo de Macron y otros políticos de mostrar a los votantes malhumorados que están haciendo que el capitalismo sea más justo. Pero también refleja el temor de que Europa se está quedando atrás de EEUU y China. Los jefes temen que las empresas europeas sean demasiado insignificantes. Si toma las 500 empresas más importantes de Europa y EEUU, la mediana de Europa es un 52% más pequeña por valor de mercado. Europa no tiene gigantes para competir con Amazon o Alphabet y alberga algunas de las nuevas startups dinámicas del mundo.

  • El plan de China para dominar varias tecnologías estratégicas, como los nuevos materiales y la IA, y su búsqueda de adquisiciones respaldadas por el estado en Europa, parecen ser amenazadores e injustos.
  • Y el primer hábito de la Casa Blanca de decirle a las empresas dónde construir fábricas ha legitimado el tipo de intromisión abierta que se había convertido en un tabú en Occidente.

Sin embargo, la solución de Macron es contraproducente. Alemania y Francia han instado a la fusión de las divisiones ferroviarias de Siemens y Alstom, lo que habría resultado en una empresa con una participación de mercado del 50% en Europa. Pero eso habría elevado el precio de los viajes en tren (la Comisión Europea ha bloqueado sensiblemente el acuerdo). La intervención a menudo también incita a las rivalidades nacionales. Los holandeses compraron Air France-KLM para compensar la influencia francesa.

Puede ser una receta para el amiguismo. ¿El Deutsche Bank, que pagó a 1,098 empleados más de 1 millón de euros al año en 2017, a pesar de las escasas ganancias, realmente merece un tratamiento especial?

Y es poco probable que la intervención logre su objetivo de crear “campeones”. De las cinco empresas más valiosas de Europa, tres (Nestlé, Novartis y Roche) tienen su sede en Suiza, la cual gasta mucho en educación e investigación y desarrollo, pero no participa en la planificación central. Una (Royal Dutch Shell) es transnacional y la otra es una firma francesa de productos de lujo, LVMH, que ha prosperado porque responde a los consumidores de China y no a los planes estratégicos de los burócratas franceses. El único éxito corporativo de Europa con raíces dirigistas, Airbus, se ha disparado desde 2012, cuando se revisó su pacto de participación para reducir la influencia política.

En lugar de seguir una política industrial activista, Europa debería poner a los consumidores en primer lugar. Eso significa imponer la competencia. Los intentos alemanes y franceses de obstaculizar las reglas antimonopolio de la UE son erróneos. Permitir que se formen oligopolios, como lo ha hecho Estados Unidos, crea grandes empresas que cobran en exceso a sus clientes y, tarde o temprano, ejercen más esfuerzo para controlar los mercados que para innovar. En tecnología, Europa debe cumplir con las reglas, como su regulación GDPR (en español, Reglamento General de Protección de Datos), que protege los derechos de los consumidores sobre sus datos y privacidad. Europa también puede seguir profundizando el mercado único. La razón principal por la que algunas industrias, como la banca y las telecomunicaciones, están luchando y fragmentándose es porque aún operan en silos nacionales que impiden a las empresas lograr economías de escala. Y Europa debe ser proporcional a la forma en que controla la inversión extranjera, por ejemplo, de empresas estatales con sede en países autoritarios, en particular China. El objetivo sería bloquear la inversión solo en las industrias más sensibles, como la defensa, controlarla rigurosamente en industrias importantes, como la tecnología, y de lo contrario dar un paso atrás.

Macron tiene razón en que el comercio y los mercados están siendo distorsionados por las acciones de China y, cada vez más, de Estados Unidos. Eso no significa que Europa deba copiar sus errores. Lampadia




Macron relanza Europa

Se aproximan las elecciones al Parlamento Europeo y con ello el fin de una feroz campaña entre dos grandes facciones partidarias. Aquella que ha sostenido firmemente la defensa del proyecto de la UE, compuesta por partidos como de la Unión Demócrata Cristiana en Alemania, presidido por AKK y anteriormente por Angela Merkel, y la República en Marcha en Francia, del que fue líder emblemático, Emmanuel Macron,  y aquella compuesta por partidos euroescépticos de tendencia nacionalista, como el Partido Conservador,  principal impulsor del Brexit en el Reino Unido.

Como escribimos previamente en Lampadia: ¿Fragmentación política en Europa?, este evento es de suma importancia en tanto determinará la dirección futura que tome el bloque europeo, en un contexto mundial de creciente hostilidad y animadversión hacia los “supuestos” males de la globalización y el libre comercio, de los cuales ya nos ocupamos en rebatir en anteriores publicaciones (ver Lampadia: Trampa ideológica, política, y académica, El legado del liberalismo de Margaret Thatcher).

En esta ocasión y a solo pocas semanas de las elecciones parlamentarias, la posta de la defensa de la UE la ha tomado el mismo presidente de Francia, Emmanuel Macron, a través de un discurso elaborado para la revista Project Syndicate y dirigido para todos los habitantes de este continente (ver artículo líneas abajo).

En él, Macron hace un llamado a los ciudadanos europeos a la reflexión, pero sobretodo, a rescatar un proyecto que ha sido vapuleado y criticado en los últimos años por los movimientos nacionalistas –cuyas alternativas de solución, como lo ha demostrado recientemente el Brexit sin un acuerdo de salida, no van más allá de decir no, sin un proyecto determinado- pero que guarda muchos más atributos que los de un simple “mercado común”.

En sus palabras, “[La UE] es un verdadero éxito histórico ya que ha permitido la reconciliación de un continente devastado, plasmada en un proyecto inédito de paz, prosperidad y libertad”.

En efecto, él destaca que gracias al proyecto europeo, los países del viejo continente han podido enfrentar satisfactoriamente las grandes crisis del capitalismo, las estrategias comerciales agresivas por parte de las potencias mundiales e inclusive la 4ta Revolución Industrial que aquejan a los países más atrasados como los emergentes.

Sin embargo, él también enfatiza en la necesidad de ahondar en ciertas políticas públicas que permitan adecuar a la UE en estos tiempos de descontento generalizado, las cuales se pueden caracterizar en torno a tres valores, que él considera fundamentales:

  • Libertad: Garantizar en los años venideros la libertad democrática en todos los países del bloque.
  • Protección: Garantizar, a la luz de la realidad de la diversidad de los países del bloque, la competencia leal y homologación de las condiciones de inmigración y defensa.
  • Progreso: Fortalecer los sistemas de seguridad social y emprender iniciativas contra el cambio climático.

Esperemos que los europeos que acudan a las urnas en las elecciones parlamentarias que acontecerán en el mes de mayo tomen en cuenta todo el progreso generado por la UE desde su fundación, que Macron ha esbozado tan elegantemente en el siguiente discurso. Lampadia

Por un Renacimiento Europeo

Project Syndicate
4 de marzo, 2019
Emmanuel Macron
Presidente de Francia
Glosado por Lampadia

Ciudadanos de Europa: Si me he tomado la libertad de dirigirme a ustedes directamente, no es solo en nombre de la historia y de los valores que nos unen, sino también porque hay urgencia. Dentro de unas semanas, las elecciones europeas serán decisivas para el futuro de nuestro continente.

Nunca antes, desde la Segunda Guerra Mundial, Europa ha sido tan necesaria. Y, sin embargo, nunca ha estado tan en peligro.

El Brexit es ejemplo de todo ello. Ejemplo de la crisis de una Europa que no ha sabido satisfacer las necesidades de protección de los pueblos frente a los grandes cambios del mundo contemporáneo. Ejemplo, también, de la trampa europea. La trampa no es pertenecer a la Unión Europea, sino la mentira y la irresponsabilidad que pueden destruirla. ¿Quién les ha contado a los británicos la verdad sobre su futuro tras el Brexit? ¿Quién les ha hablado de perder el acceso al mercado europeo? ¿Quién ha advertido de los peligros para la paz en Irlanda si se vuelve a la frontera del pasado? El repliegue nacionalista no tiene propuestas; es un «no» sin proyecto. Y esta trampa amenaza a toda Europa: los que explotan la rabia, ayudados por noticias falsas, prometen una cosa y la contraria.

Frente a estas manipulaciones, debemos mantenernos firmes. Orgullosos y lúcidos. Recordemos primero qué es Europa. Es un éxito histórico: la reconciliación de un continente devastado, plasmada en un proyecto inédito de paz, prosperidad y libertad. No lo olvidemos nunca. Hoy día, este proyecto nos sigue protegiendo. ¿Qué país puede actuar solo frente a las estrategias agresivas de las grandes potencias? ¿Quién puede pretender ser soberano, solo, frente a los gigantes digitales? ¿Cómo resistiríamos a las crisis del capitalismo financiero sin el euro, que es una baza para toda la Unión? Europa es también esos miles de proyectos cotidianos que han cambiado la faz de nuestros territorios: una escuela renovada aquí, una carretera asfaltada allá, un acceso rápido a Internet que está llegando al fin… Esta lucha es un compromiso diario, porque Europa, como la paz, no viene dada. En nombre de Francia, abandero esta lucha sin descanso para hacer avanzar a Europa y defender su modelo. Hemos demostrado que lo que nos dijeron que era inalcanzable –como la creación de una defensa europea o la protección de los derechos sociales– finalmente era posible.

Con todo, hay que hacer más y más rápido. Porque hay otra trampa: la del statu quo y la resignación. Frente a las grandes crisis mundiales, los ciudadanos nos dicen a menudo: «¿Dónde está Europa? ¿Qué está haciendo Europa?». Para ellos, se ha convertido en un mercado sin alma. Pero sabemos que no es solo un mercado, que es también un proyecto. El mercado es útil, pero no debe hacernos olvidar lo necesario de las fronteras que nos protegen y de los valores que nos unen. Los nacionalistas se equivocan cuando pretenden defender nuestra identidad apelando a la salida de Europa, porque es la civilización europea la que nos une, nos libera y nos protege. Pero los que no querrían cambiar nada también se equivocan, porque niegan los temores que atraviesan nuestros pueblos, las dudas que socavan nuestras democracias. Estamos en un momento decisivo para nuestro continente. Un momento en el que, colectivamente, debemos reinventar, política y culturalmente, las formas de nuestra civilización en un mundo cambiante. Es el momento para el Renacimiento Europeo. Así pues, resistiendo a las tentaciones del repliegue y la división, quiero proponer que, juntos, construyamos ese Renacimiento en torno a tres aspiraciones: la libertad, la protección y el progreso.

El modelo europeo se basa en la libertad individual y la diversidad de opiniones y de creación. Nuestra libertad primera es la libertad democrática, la de elegir a nuestros gobernantes allí donde, en cada cita electoral, hay potencias extranjeras que intentan influir en nuestros votos. Propongo que se cree una Agencia Europea de Protección de las Democracias que aporte expertos europeos a cada Estado miembro para proteger sus procesos electorales de ciberataques y manipulaciones. En este espíritu de independencia, también debemos prohibir la financiación de partidos políticos europeos por parte de potencias extranjeras. Asimismo, a través de reglas europeas, debemos desterrar de Internet el discurso del odio y la violencia, porque el respeto al individuo es la base de nuestra civilización de la dignidad humana.

Proteger nuestro continente

Fundada en la reconciliación interna, la Unión Europea se ha olvidado de mirar a otras realidades en el mundo. Ahora bien, ninguna comunidad genera un sentimiento de pertenencia si no tiene límites que proteger. La frontera es la libertad en seguridad. En este sentido, debemos revisar el espacio Schengen: todos los que quieran participar en él deberán cumplir una serie de obligaciones de responsabilidad (control riguroso de fronteras) y solidaridad (una misma política de asilo con las mismas reglas de acogida y denegación). Una policía de fronteras común y una Oficina Europea de Asilo, estrictas obligaciones de control y una solidaridad europea a la que contribuyan todos los países bajo la autoridad de un Consejo Europeo de Seguridad Interior. Frente a las migraciones, creo en una Europa que protege a la vez sus valores y sus fronteras.

Estas mismas exigencias deben aplicarse a la defensa. Pese a que en los dos últimos años se han registrado avances significativos, debemos establecer un rumbo claro. Así, un tratado de defensa y seguridad deberá definir nuestras obligaciones ineludibles, en colaboración con la OTAN y nuestros aliados europeos: aumento del gasto militar, activación de la cláusula de defensa mutua y creación de un Consejo de Seguridad Europeo que incluya al Reino Unido para preparar nuestras decisiones colectivas.

Nuestras fronteras también deben garantizar una competencia leal. ¿Qué potencia acepta mantener sus intercambios con aquellos que no respetan ninguna de sus reglas? No podemos someternos sin decir nada. Tenemos que reformar nuestra política de competencia, refundar nuestra política comercial: sancionar o prohibir en Europa aquellas empresas que vulneren nuestros intereses estratégicos y valores fundamentales –como las normas medioambientales, la protección de datos o el pago justo de impuestos– y adoptar una preferencia europea en las industrias estratégicas y en nuestros mercados de contratación pública, al igual que nuestros competidores estadounidenses o chinos.

Recuperar el espíritu de progreso

Europa no es una potencia de segunda clase. Toda Europa está a la vanguardia: siempre ha sabido definir las normas del progreso y en esta línea debe ofrecer un proyecto de convergencia, más que de competencia. Europa, que creó la seguridad social, debe establecer para cada trabajador, de este a oeste y de norte a sur, un escudo social que le garantice la misma remuneración en el mismo lugar de trabajo, y un salario mínimo europeo adaptado a cada país y revisado anualmente de forma colectiva.

Retomar el hilo del progreso es también liderar la lucha contra el cambio climático. ¿Podremos mirar a nuestros hijos a los ojos si no logramos reducir nuestra deuda con el clima? La Unión Europea debe fijar sus ambiciones –cero carbono en 2050, reducción a la mitad de los pesticidas en 2025– y adaptar sus políticas a esta exigencia: Banco Europeo del Clima para financiar la transición ecológica, dispositivo sanitario europeo para reforzar el control de nuestros alimentos, y, frente a la amenaza de los lobbiesevaluación científica independiente de sustancias peligrosas para el medio ambiente y la salud, etc. Este imperativo debe guiar todas nuestras acciones. Del Banco Central Europeo a la Comisión Europea, pasando por el presupuesto europeo o el Plan de Inversiones para Europa, todas nuestras instituciones deben tener al clima como prioridad.

Progreso y libertad es poder vivir del trabajo y, para crear empleo, Europa debe ser previsora. Para ello, no solo debe regular a los gigantes del sector digital, creando una supervisión europea de grandes plataformas (sanciones aceleradas para las infracciones de las normas de la competencia, transparencia de algoritmos, etc.), sino también financiar la innovación asignando al nuevo Consejo Europeo de Innovación un presupuesto comparable al de Estados Unidos para liderar las nuevas rupturas tecnológicas como la inteligencia artificial.

Una Europa que se proyecta hacia el resto del mundo debe mirar a África, con quien debemos sellar un pacto de futuro, asumiendo un destino común y apoyando su desarrollo de forma ambiciosa y no defensiva con inversión, colaboración universitaria, educación y formación de las niñas, etc.

Libertad, protección, progreso. Sobre estos pilares debemos construir el Renacimiento Europeo.

  • No podemos dejar que los nacionalistas sin propuestas exploten la rabia de los pueblos.
  • No podemos ser los sonámbulos de una Europa lánguida.
  • No podemos estancarnos en la rutina y el encantamiento.

El humanismo europeo exige acción y por todas partes los ciudadanos están pidiendo participar en el cambio. Así pues, antes de finales de año, organicemos una Conferencia para Europa, junto a los representantes de las instituciones europeas y los Estados, con el fin de proponer todos los cambios necesarios para nuestro proyecto político, sin tabúes, ni siquiera revisar los tratados. Dicha conferencia deberá incluir a paneles de ciudadanos y dar voz a universitarios, interlocutores sociales y representantes religiosos y espirituales. En ella se definirá una hoja de ruta para la Unión Europea que traduzca estas grandes prioridades en acciones concretas. Tendremos discrepancias, pero ¿qué es mejor, una Europa estancada o una Europa que avanza a veces a ritmos diferentes, manteniéndose abierta al exterior?

En esta Europa, los pueblos habrán recuperado realmente el control de su destino. En esta Europa, estoy seguro de que el Reino Unido encontrará su lugar.

Ciudadanos de Europa: el impasse del Brexit nos sirve de lección a todos. Salgamos de esta trampa y démosle un sentido a las próximas elecciones y a nuestro proyecto. Ustedes deciden si Europa y los valores de progreso que representa deben ser algo más que un paréntesis en la historia. Esta es la propuesta que les hago para trazar juntos el camino del Renacimiento Europeo. Lampadia




Trump, Macron y la pobreza del liberalismo

Project Syndicate
22 de enero, 2019
Kishore Mahbubani
Singapur
Glosado por Lampadia

Desde DAVOS – Ningún liberal occidental discreparía en que la elección de Donald Trump fue un desastre para la sociedad norteamericana, mientras que la de Emmanuel Macron fue un triunfo para la sociedad francesa. En verdad, tal vez sea exactamente al revés, por más hereje que suene.

La primera pregunta para hacerse es por qué la gente participa en protestas callejeras violentas en París, pero no en Washington. Yo personalmente he experimentado esas protestas de París, y el olor a gas lacrimógeno en los Campos Elíseos me recordó los disturbios étnicos que me tocó vivir en Singapur en 1964. ¿Y por qué protestan los Chalecos Amarillos? Para muchos, al menos en un principio, es porque no creían que a Macron le importara, o entendiera, su padecimiento.

Macron intenta implementar una reforma macroeconómica sensata. Los incrementos propuestos en los impuestos al combustible diésel habrían reducido los déficits presupuestarios de Francia y ayudado a reducir sus emisiones de dióxido de carbono.

Su esperanza era que una posición fiscal más sólida hiciera crecer la confianza y la inversión en la economía francesa como para que el 50% inferior de la sociedad terminara beneficiándose. Pero para que la gente tolere un sufrimiento a corto plazo a cambio de un beneficio a largo plazo, debe confiar en su líder. Y Macron, al parecer, ha perdido la confianza de gran parte de ese 50% inferior.

Por el contrario, Trump conserva la confianza de la mitad inferior de la sociedad estadounidense, o al menos de la porción blanca de esa mitad. A primera vista, esto parece extraño y paradójico: el multimillonario Trump está socialmente mucho más alejado del 50% inferior que Macron de la clase media. Pero cuando Trump ataca al establishment liberal y conservador de Estados Unidos, se lo ve como si estuviera desahogando la furia de los menos acomodados hacia una elite que ha ignorado su padecimiento. Su elección, por lo tanto, puede haber tenido un efecto catártico en el 50% inferior, lo que puede explicar la falta de protestas callejeras en Washington u otras ciudades importantes de Estados Unidos.

Y estos norteamericanos tienen muchos motivos para estar furiosos. Como señal más evidente, Estados Unidos es la única sociedad desarrollada importante donde el ingreso promedio de la mitad inferior no sólo se ha estancado, sino que ha caído marcadamente, como ha documentado Danny Quah de la Universidad Nacional de Singapur. Aún más preocupante, el ingreso promedio del 1% superior de la población fue 138 veces superior al del 50% inferior en 2010, comparado con 41 veces más alto en 1980.

No existe una explicación única sobre por qué la desigualdad en Estados Unidos se ha disparado mientras que los intereses económicos del 50% inferior de la sociedad se han ignorado. Pero podemos obtener por lo menos una respuesta parcial si analizamos los dos principios de justicia que articuló el filósofo John Rawls de Harvard en su famoso libro Teoría de la justicia:

  • El primer principio enfatiza que cada persona debería tener “un derecho igual a la libertad más amplia”
  • El segundo dice que las desigualdades sociales y económicas han de ser conformadas de modo tal que sean “ventajosas para todos”.

El hecho innegable es que los liberales occidentales han enfatizado el primer principio por sobre el segundo, tanto en la teoría como en la práctica, priorizando la libertad individual y preocupándose mucho menos por la desigualdad. Creen que mientras haya elecciones y la gente pueda votar libre y equitativamente, están dadas las condiciones para una estabilidad social. Por lo tanto, se deduce que quienes fracasan económicamente lo hacen por incompetencia personal, no por las condiciones sociales.

Sin embargo, no había ninguna duda cuando China se sumó a la Organización Mundial de Comercio en 2001 de que lo que vendría después era una “destrucción creativa” en las economías desarrolladas, con los consiguientes millones de pérdidas de empleo. Las elites de esas economías –ya sea en Estados Unidos, Francia u otra parte- tenían la responsabilidad de ayudar a quienes estaban perdiendo sus empleos. Pero esa ayuda no era inminente.

La teoría macroeconómica convencional sigue siendo sólida. La política de Trump de tener déficits presupuestarios más grandes en los buenos tiempos traerá sufrimiento después, mientras que las políticas económicas de Macron terminarán dando resultados si los franceses son pacientes. Pero Macron claramente no cuenta con la confianza del 50% inferior de la sociedad, mientras que Trump sí.

Por esta razón, los liberales pueden haber cometido un error estratégico al centrar su furia en el propio Trump. Por el contrario, deberían preguntarse por qué gran parte del 50% inferior confía en él (y hasta puede reelegirlo). Y si fueran honestos, los liberales admitirían que efectivamente ellos han desilusionado a la mitad inferior de la sociedad.

Si los liberales quieren derrotar a Trump, existe un único camino: recuperar la confianza de los votantes que conforman gran parte de su base. Esto les exigirá reestructurar sus sociedades de manera que el crecimiento económico beneficie a la mitad inferior más que al 1% superior. En teoría, esto se puede lograr fácilmente. En la práctica, sin embargo, los grandes intereses creados invariablemente intentarán bloquear la reforma. La opción para los liberales es clara: pueden sentirse bien condenando a Trump, o pueden hacer el bien atacando los intereses de la elite que contribuyó a su elección.

Si los liberales pueden hacer esto último, la elección de Trump sería vista por los historiadores futuros como una llamada de atención necesaria, mientras que la de Macron simplemente creó la ilusión de que todo estaba bien. Esos historiadores luego podrían concluir que la elección de Trump, en definitiva, fue mejor para la sociedad norteamericana de lo que la de Macron fue para Francia. Lampadia




Una salida a la crisis social de Francia

Una salida a la crisis social de Francia

Emmanuel Macron, presidente electo de Francia desde mayo del 2017, actualmente se encuentra en una encrucijada impuesta por el movimiento político descentralizado “los chalecos amarillos”.

Lo que está en juego en Francia es mucho más que un aumento de tarifas. Lo más trascendente de esta situación es el debilitamiento de un líder que recogió las banderas del libre comercio y de la globalización en Europa. Es el único político europeo, después de la salida de Merkel, que puede defender el ecosistema global favorable a los países emergentes como el Perú.

Aún cuando el gobierno francés recientemente canceló el alza del impuesto al diesel, que fue motivo por el cual se acrecentaron las protestas masivas y la quema de numerosos activos en las calles de París, el descontento parece cada vez peor e inclusive está tomando vidas humanas.

Un reciente artículo de The Economist hace un breve análisis de la problemática que enfrenta Macron a la luz de las políticas públicas emprendidas en su gobierno y de la imagen proyectada de su persona. Como se verá, este análisis puede dar mayores luces acerca de cómo podría ser una posible salida de la crisis social que enfrenta Francia hoy en día.

Un primer aspecto a tener en cuenta es que el presidente Macron adolece de un problema que muchos políticos liberales de derecha no han podido solucionar: el calar en el pensamiento de la gente, sin caer en el populismo. Gran parte del discurso de esta clase política está enfrascado en el economicismo y no incorpora un componente moral y de justicia que podría resultar más atractivo hacia la sociedad.

El caso de Macron es particular ya que, como indica The Economist, “Macron olvidó que un presidente francés no es ni un dios ni un monarca, sino simplemente un político en una democracia que requiere la forja constante del consentimiento. Su altanería ha conducido a una serie de errores pequeños individualmente pero acumulativamente destructivos”. De ahí que haya sido tildado como “presidente de los ricos”. En este sentido,  es necesario que proyecte una personalidad de paciencia, persuasión y humildad hacia los franceses, de tal manera que pueda mejorar esta mella en su imagen.

Un segundo aspecto tiene que ver con la falta de comunicación de las reformas emprendidas. Si bien Macron tiene poco más de 1 año y medio en el poder, las políticas que ha llevado a cabo en este corto tiempo han sido formidables. Estas incluyen una reforma laboral que otorga una mayor flexibilidad a los mercados de trabajo, en particular, hacia los jóvenes quienes ahora tienen una mayor probabilidad de optar por contratos de más largo plazo por parte de las empresas.

Asimismo, ha emprendido una reforma educativa que ha permitido aumentar la cobertura de las clases en áreas pobres, que eran inaccesibles en años pasados. Y por si fuera poco, ha mantenido un correcto manejo de las cuentas fiscales, alcanzando un límite del déficit fiscal de 3% del PBI por primera vez desde 2007.

Lamentablemente, no ha sabido comunicar estos hechos, y en ese sentido, no ha podido capitalizarlos a su favor. De haberlo hecho, probablemente “los chalecos amarillos” no tendrían el aval del 75% de los franceses.

Finalmente, un tercer punto que señala The Economist tiene que ver con el aspecto coyuntural, en el sentido de la falta de una política de corto plazo relacionada al ingreso laboral que permita sopesar el descontento desproporcionado que ha invadido a este grupo de manifestantes. Al respecto, ya hay un avance puesto que el día de ayer, Macron hizo un anuncio de un aumento del salario mínimo de 100 euros acompañado de una reducción de impuestos a los trabajadores y pensionistas.

Dadas estas recomendaciones, reconfirmamos nuestra posición de defender las políticas del gobierno de Emmanuel Macron, quien rompió la política tradicional anti-globalización francesa y alzó las banderas del libre comercio, esenciales para el Perú, en un contexto global de mayor proteccionismo y antiinmigración. Lampadia

Solo humano, después de todo
Los problemas de Emmanuel Macron son más de presentación que de política

Pero aún puede salvar su presidencia

The Economist
Dec 8th 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Está muy lejos del Monte Olimpo. El año pasado, Emmanuel Macron llegó al poder con el mandato de reformar Francia. Esta semana Francia lució irreformable. Las calles de París están llenas de autos quemados y vidrios de escaparates destrozados. Algunas partes del campo están paralizadas, ya que los manifestantes con chaquetas amarillas de alta visibilidad obstruyen las carreteras y bloquean los depósitos de combustible. Los cambios de sentido en la política están haciendo que Macron se vea tan débil como todos sus antecesores recientes que intentaron cambiar a esta nación tan obstinada. El hombre que una vez prometió una presidencia “jupiteriana” parece decididamente mortal.

La elección de Macron en mayo de 2017 parecía anunciar un nuevo optimismo sobre Francia, Europa y el mundo. Joven, inteligente y lleno de ideas para hacer que Francia sea más abierta, dinámica y fiscalmente sobria, dio una respuesta elocuente a la nostalgia del puente levadizo del Brexit, Donald Trump en Estados Unidos y las autocracias de Europa del Este. La esperanza de una amplia renovación del centro radical se posó sobre sus hombros.

Cuando este nuevo partido, una banda de recién llegados políticos impulsados por las redes sociales, ganó una abrumadora mayoría parlamentaria, la revolución de Macron parecía imparable. Pasó rápidamente las reformas necesarias para que el mercado laboral fuera más flexible, trabajara con sindicatos moderados y enfrentara a los obstaculizados. Sus reformas educativas ofrecieron clases más pequeñas en áreas pobres y un mayor control de los ciudadanos sobre la capacitación. El presupuesto se puso en forma y alcanzó el límite de déficit de Maastricht del 3% del PBI por primera vez desde 2007.

Sin embargo, a lo largo del camino, Macron olvidó que un presidente francés no es ni un dios ni un monarca, sino simplemente un político en una democracia que requiere la forja constante del consentimiento. Su altanería ha conducido a una serie de errores pequeños individualmente pero acumulativamente destructivos: regañar a un adolescente por llamarlo “Manu” en lugar de “Monsieur le Président”, convocar al parlamento para que le diera una conferencia en el Palacio de Versalles, hablando de “personas que no son nada”.

Macron también parece haber olvidado que, en la primera ronda de las elecciones del año pasado, el 48% de los votantes estaban tan descontentos que respaldaron a los extremistas: Marine Le Pen en la derecha nacionalista, Jean-Luc Mélenchon en la izquierda y la mitad, una docena de radicales menos carismáticos. Esos votantes no se han ido. Por lo tanto, no era prudente que el nuevo presidente antagonizara con negligencia a los que quedaban atrás. Uno de sus primeros movimientos fue reducir los impuestos sobre la riqueza. El antiguo impuesto a la riqueza era ineficiente, agotaba los incentivos y a menudo se evitaba. Pero su eliminación debería haber ido de la mano con más ayuda para los más débiles. Del mismo modo, sus aumentos de impuestos sobre el diesel son una política ecológica sólida, pero debería haber prestado más atención a las personas a las que más perjudican: las personas rurales que luchan y necesitan ir al trabajo. La etiqueta más dañina que se le ha pegado al ex banquero es que él es “el presidente de los ricos”.

Muchos franceses creen esto, tal vez por eso alrededor del 75% dice que apoya a los manifestantes de los chalecos amarillos. Al igual que la campaña electoral de Macron, los manifestantes se organizan a través de las redes sociales. A diferencia de ellos, no tienen líderes y carecen de una agenda coherente, por lo que son casi imposibles de negociar. Los choques ya parecen ser los peores desde los años de 1968.

Macron ahora estará convencido de que su decisión, el 5 de diciembre, de cancelar el aumento del impuesto al diesel “para el año 2019”, eliminará el conflicto. Esto parece improbable; para empezar, las protestas en parte ahora han sido secuestradas por extremistas matones con interés en el violento derrocamiento del capitalismo. Muchos de los chalecos amarillos moderados están exigiendo la renuncia de Macron, o un nuevo parlamento. Y un aumento de impuestos anterior al diesel que entró en vigencia en enero pasado, aún no se ha revertido.

Solo humano después de todo

La reacción del gobierno podría ser horriblemente contraproducente. Puede que no sea suficiente para sacar el aguijón de las protestas. Pero, al ceder terreno, pueden mostrar que las turbas en las calles pueden derrocar a Macron, lo que anima a que se formen más turbas. Hay presión sobre Macron para recuperar el impuesto a la riqueza; y más reformas ahora parecen mucho menos probables que antes. Sin embargo, todavía queda mucho trabajo por hacer; el próximo proyecto atrasado que Macron planea abordar es el imposible sistema de pensiones de Francia.

¿Significa todo esto que debe triunfar el populismo y que los reformadores siempre se verán frustrados? Es deprimentemente fácil concluir así. Trump ha ganado el apoyo de su base ofreciendo recortes de impuestos a los estadounidenses que no son asequibles a largo plazo. En Italia, la coalición gobernante, completamente populista, promete reducir la edad de jubilación que un predecesor más prudente planteó, al tiempo que ofrecía profundos recortes de impuestos. Incluso Vladimir Putin no tuvo el coraje de enfrentar a los jubilados rusos este año.

No todo está perdido para Macron. Él podría ayudarse a sí mismo de varias maneras. Primero, debe demostrar dónde están sus prioridades. Será costoso, pero se necesita algún tipo de crédito tributario por ingreso del trabajo: un subsidio salarial adecuado para el salario bajo que aumenta su incentivo para trabajar, en lugar de cobrar el sueldo. (Ya existe uno, pero es demasiado pequeño. Macron ha prometido reforzarlo, pero solo lentamente). Eso debería haber ido de la mano con la eliminación del impuesto a la riqueza. En segundo lugar, él y su gobierno deben hacer más para promover y explicar las cosas buenas que ya han hecho, pero que son poco apreciadas, como la inversión en aprendizajes o los movimientos que harán más probable que las empresas contraten a jóvenes por mucho tiempo. Contratos a largo plazo. La tasa de desempleo ha bajado medio punto porcentual, aunque todavía es demasiado alta, con un 9.1%.

Y tercero, el propio Macron necesita cambiar. Su idea de que los franceses quieren que su presidente sea distante y Jupiteriano está equivocada. Como lo muestra el gráfico, el presidente francés más popular de los últimos tiempos fue el menos lejano: Jacques Chirac, un bebedor cerveza y fumador con un brillo en sus ojos. En una época en la que los populistas harán y dirán cualquier cosa, un político que no puede persuadir a la gente común de que él o ella los entiende, les gustan y quieren ayudarlos luchará por hacer algo. No se necesitarán poderes sobrehumanos para reformar Francia, solo los muy humanos de paciencia, persuasión y humildad. Lampadia




Macron propone un ‘Ejército Europeo’

Los lazos entre Europa y EEUU, que han sido la piedra angular de la estabilidad en el mundo durante décadas, se están viendo debilitados cada vez más, principalmente por las tensiones creadas por Donald Trump, las cuales han llevado a Macron y a la canciller alemana, Angela Merkel, a cuestionar públicamente si el continente todavía puede confiar en que Estados Unidos salga en defensa de Europa. Macron, respondiendo a estas tensiones, ha propuesto crear un ‘ejército europeo’.

Macron anunció su propuesta durante una gira en los campos de batalla para conmemorar el centenario del final de la Primera Guerra Mundial. Durante el evento, afirmó que Europa es la “víctima principal” ante la decisión de Trump de retirarse del histórico Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio de 1987 (el cual prohíbe el uso de cohetes de alcance intermedio y corto, así como la prueba, la producción o el lanzamiento de nuevos misiles desde tierra).

Europa no podrá defenderse sin “un verdadero ejército europeo”, afirmó Macron en una entrevista. Durante la entrevista radial el jefe de Estado francés indicó que Europa se debe defender en solitario “sin depender solo de Estados Unidos” y de una manera más soberana. Macron subrayó que en la actualidad Europa enfrenta múltiples intentos de injerencia en sus procesos democráticos internos y en su espacio cibernético. “Actualmente vemos intentos cada vez más frecuentes de entrometerse en nuestro espacio cibernético y nuestra vida democrática, debemos protegernos, de China, de Rusia, e incluso de EEUU”, concluyó.

Las tensiones entre los líderes europeos y los Estados Unidos se vienen intensificando desde hace tiempo, especialmente desde que la administración Trump aumentó su gasto en defensa en Europa. Esto, sumado a una interminable guerra comercial liderada por el prepotente presidente de EEUU y una serie de comentarios suyos en twitter y en entrevistas, dejan claro que el liderazgo americano no es de fiar y Macron ha tenido que tomar una decisión de proteger a Europa de sus destructivas políticas.

Dicho esto, su contraparte alemana, la canciller Angela Merkel, ha anunciado su apoyo a la propuesta de un ejército europeo: “Un ejército europeo demostraría al mundo que entre los países de Europa no va a haber una guerra”. Eso sí, la canciller ha matizado que la creación de «un ejército europeo real» debería llegar ‘algún día’ (no a corto plazo) como complemento de la Alianza Atlántica: “No es un ejército que vaya a ir en contra de la OTAN, nadie quiere perjudicar una alianza que ha demostrado tanto su valía. No es una contradicción”.

Trump, por su lado, dejó ver su lado más infantil al responderle a Macron por su intención de crear un ejército europeo para protegerse de posibles ataques de los adversarios. “Emmanuel Macron sugiere construir su propio ejército para proteger a Europa de EE.UU., China y Rusia. Pero fue Alemania en la Primera y Segunda Guerra Mundial que necesitó a Washington”, dijo a través de su cuenta en Twitter.

El mandatario estadounidense acotó que “es muy insultante, pero quizás Europa primero deba pagar su porción justa en la OTAN, que Estados Unidos subvenciona en gran medida”. Por su parte, Macron señaló (muy elegantemente) que prefiere eludir los mensajes en las redes sociales, ya que considera que los asuntos diplomáticos se atienden directamente y no mediante tuits.

Líneas abajo compartimos un artículo de The Economist en el cual se opone duramente a la propuesta de Macron:

Las llamadas de Emmanuel Macron para un ejército europeo están equivocadas

Los esquemas de defensa europeos deberían conectarse a la OTAN

The Economist
8 de noviembre, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

El campo de Noruega estaba lleno de soldados europeos en las últimas dos semanas. Un pelotón montenegrino perforado dentro de una compañía eslovena, que estaba envuelto en un batallón español, que a su vez estaba dentro de una brigada italiana. Todos fueron parte del mayor ejercicio de la OTAN desde la guerra fría. Sin embargo, esto no es exactamente lo que el presidente Emmanuel Macron tenía en mente cuando pidió el “verdadero ejército europeo” el 6 de noviembre. En una actitud gaullista, Macron instó a Europa a liberarse de la dependencia militar de Estados Unidos.

Macron no dijo exactamente a qué se refería. Aun así, su charla suelta de un euro-ejército es confusa, quijotesca e imprudente en un momento de creciente incertidumbre transatlántica.

Los federalistas europeos han soñado durante mucho tiempo con la integración de la defensa, pero han tenido poco que mostrar más allá de algunos proyectos conjuntos de equipos y operaciones antipiratería. El plan más ambicioso para un ejército común se derrumbó en la década de 1950 debido a la oposición francesa. Desde entonces, sin embargo, Francia ha impulsado planes menores para desarrollar fuerzas europeas autónomas. Gran parte de ellos fueron bloqueados por Gran Bretaña, que temía dividir a la OTAN (cuyo comando militar integrado Francia se retiró en 1966 y luego se reincorporó en 2009).

La defensa europea ha vuelto al primer plano por tres razones: Brexit eliminará a su oponente más obstinado dentro de la Unión Europea; Donald Trump ha sacudido la fe europea en la alianza de la OTAN; y Francia y Alemania han estado desesperadas por encontrar una causa común. Pero los líderes europeos no pueden ponerse de acuerdo sobre sus objetivos: en caso de que sea un símbolo de una unión cada vez más cercana, una gendarmería itinerante para vigilar la periferia del continente o, como lo expresó Macron esta semana, ¿una fuerza que podría derrotar a las potencias más grandes, como Rusia y China?

Alemania está interesada en utilizar esquemas de defensa de la UE, como la Cooperación Estructurada Permanente, un grupo de proyectos de la UE lanzados con fanfarria el año pasado, para unir a los países europeos grandes y pequeños. Macron, molesto porque esto le da prioridad a la política sobre el poder de fuego, propuso una Iniciativa de Intervención Europea: un club más pequeño de poderes más ambiciosos, abierto a los miembros que no son miembros de la UE, que planearían conjuntamente futuras campañas expedicionarias. Alemania vio esto como un intento de arrastrar a otros a las guerras africanas de Francia, pero de todos modos se inscribió a regañadientes.

Para todos estos planes, los europeos tendrían dificultades para librar incluso guerras medianas sin la ayuda extensa de Estados Unidos, como descubrieron durante su campaña aérea en Libia en 2011. Aunque su gasto en defensa está creciendo, todavía hay grandes brechas en sus arsenales. En Noruega, los europeos hicieron alarde de sus vehículos blindados, camiones cisterna de reabastecimiento de combustible y aviones de transporte. Pero los datos recopilados por el Consejo Alemán de Relaciones Exteriores, un grupo de expertos, muestran que su stock de equipos en todas estas áreas se ha reducido. La UE se debilitará aún más cuando salga Gran Bretaña.

¿Y qué pasa si algunos fantasean con las fuerzas del euro? Si eso los empuja a equipar a sus ejércitos adecuadamente, y deja de duplicar capacidades, tanto mejor. La fusión de unidades holandesas, rumanas y checas en el ejército alemán es prometedora. El peligro es que se creará poca nueva fuerza de combate, lo que dará a Estados Unidos más razones para sentirse exasperado con sus aliados. Los líderes europeos reprendieron a Estados Unidos por retirarse del tratado INF, un pacto nuclear de la guerra fría, pero hasta hace poco guardaron silencio sobre la violación descarada del acuerdo por parte de Rusia. Macron fue grosero al hablar de la necesidad de “protegernos” de Estados Unidos, comparando en efecto el aliado incómodo pero indispensable de Europa con Rusia y China.

Los europeos deben hacer más para defenderse, pero el único “ejército” europeo efectivo, o ejércitos, son fuerzas que se conectan firmemente a la OTAN. Cualquier otra cosa sería buena solo para desfiles ceremoniales, no para guerras reales. Lampadia




Macron y Merkel se unen para reformar la zona euro

Emmanuel Macron, el nuevo líder del mundo libre, que rompió la política tradicional anti-globalización francesa, va ahora por más. Se proyecta hacia la modernización de la Unión Europea (UE), logrando el apoyo de Angela Merkel y sorprendiendo, nuevamente, a cuanto conservador se pone al frente.

No perdamos de vista a Macron, el espacio de globalización y libre comercio, esenciales para el Perú, dependen, en buena medida de la visión y tenacidad de las ‘Marchas’ de Macron.

Durante su primer año en el cargo, el presidente francés, Emmanuel Macron, delineó una serie de propuestas para reformar las instituciones europeas; ahora está lanzando una campaña para armar un paquete de propuestas de reforma de la Unión Europea. A pesar de todas las dificultades, se ha adherido a una filosofía coherente de cómo debería funcionar la política en el siglo XXI.

El presidente francés Emmanuel Macron ha planeado lanzar una nueva campaña política a nivel europeo. Aunque el lanzamiento oficial ahora se ha pospuesto, el último proyecto de Macron sigue siendo central para su presidencia y para su concepción del poder. “La Grande Marche pour l’Europe” de Macron imitará el programa que derrocó a los partidos políticos dominantes de Francia y transformó su partido ‘La République En Marche!’ en una fuerza política en 2017. En el transcurso de seis semanas, enviará a diez ministros y 200 parlamentarios para estudiar las opiniones de los franceses sobre Europa y los asuntos europeos. Los resultados luego serán considerados en el desarrollo de una plataforma que pueda vencer a los partidos populistas en las elecciones al Parlamento Europeo de 2019.

Macron ha persuadido a todos los demás estados miembros de la UE (con la excepción de Hungría y el Reino Unido) a realizar consultas públicas similares, que espera sientan las bases para las reformas a nivel de la UE. Del mismo modo, la visión de Macron para Europa parece reconciliar lo irreconciliable: su plan apunta tanto preservar la soberanía de los estados miembros como a profundizar la integración de la unión. Institucionalmente, esto significa apoyar a los organismos supranacionales y, a la vez, permitir una mayor flexibilidad en áreas donde los gobiernos nacionales, en lugar de Bruselas, están mejor posicionados para resolver problemas.

En cuanto a la política de defensa, Macron quiere trabajar dentro de los tratados existentes de la UE, y apoya las propuestas para un acuerdo de Cooperación Estructurada Permanente (PESCO) y un Fondo Europeo de Defensa. Pero también espera ir más allá de los marcos actuales de la UE e incluso de la OTAN para establecer una Iniciativa de Intervención Europea (EII), que operaría junto con las fuerzas expedicionarias británicas, estadounidenses y otras aliadas.

En cuanto a la migración, Macron quiere asegurar las fronteras exteriores de Europa y garantizar que la carga de acoger a los refugiados se comparta en toda la UE. En el corto plazo, él está presionando para un acuerdo entre los estados miembros sobre las cuotas de refugiados. Pero, a la larga, apoya una mayor armonización de los sistemas de asilo, o incluso la creación de una agencia central de asilo de la UE.

Macron también espera reconciliar ideas opuestas con respecto al euro. Mientras impulsa las reformas dentro de Francia que reducirán los riesgos de contagio financiero, también está pidiendo un presupuesto común de la eurozona y un ministerio de finanzas para hacer que la unión monetaria sea más resistente a los shocks futuros.

Más allá de estas áreas, Macron quiere impulsar la innovación en el ámbito digital, al establecer una versión europea de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA) de los Estados Unidos. Al mismo tiempo, quiere proteger la soberanía nacional en la era digital a través de regulaciones y un enfoque fiscal común.

¿Qué piensa Angela Merkel de todo esto?

Angela Merkel se reunión con Emmanuel Macron este jueves pasado, y ambos han asumido en Berlín el reto limar sus diferencias y presentar un proyecto común al resto de socios comunitarios en temas como la unión monetaria, la unión bancaria, emigración, asilo, relaciones exteriores, defensa y mercado digital.

Los dos se proponen, además, profundizar su relación bilateral con una revisión del Tratado del Elíseo que sirva de base para una integración más profunda de los socios europeos que lo deseen en materias como impuestos de empresas o política de asilo. “El trabajo no falta, pero la voluntad tampoco”, ha asegurado Macron momentos antes de iniciar la primera de las reuniones que mantendrá con Merkel para llegar al prometido acuerdo entre Berlín y París. “De aquí al mes de junio tomaremos decisiones importantes para preparar las respuestas a los grande desafíos de Europa”, ha corroborado la canciller.

Los líderes observan el modelo de Humboldt Forum, un antiguo palacio convertido en museo
(Foto: bundeskanzlerin.de)

Merkel se mostró convencida de que el nuevo impulso es imprescindible porque la paz lograda desde 1945 ya no basta para justificar ante las nuevas generaciones la estructura de la UE. “Esta refundación, esta reorganización, debe ir más allá de la paz”, señaló la canciller. “Debemos demostrar que se puede lograr la prosperidad”.

Aún queda mucho por ver, pero ya está claro que Macron, junto con Merkel, han aportado un nuevo tipo de pensamiento a la política europea. En nuestra opinión, la soberanía en Europa solo puede ejercerse efectivamente a nivel del conjunto, de la UE. Lampadia




Macron representa nuestros intereses en el mundo

Macron representa nuestros intereses en el mundo

El Perú debe acercarse a la Francia de Macron

Como todos los años, The Economist nombró a su país del año. Para este 2017, el elegido fue Francia, debido a que su nuevo presidente Emmanuel Macron logró una sorprendente victoria contra las amenazas proteccionistas y aislacionistas, recogiendo la bandera de las sociedades abiertas y de las reformas liberalizadoras.

Emmanuel Macron surgió para transformar una escena política anticuada, deslumbrando al mundo y a muchos en su país con una energía que rejuveneció Francia. Macron llegó a los titulares con consignas como “Hagamos que el planeta vuelva a ser grandioso”.

El político joven y carismático salió victorioso de las elecciones presidenciales francesas, derrotando a la candidata de extrema derecha Marine Le Pen. También ha tenido éxito en la reforma del mercado laboral francés, una hazaña impresionante dada la feroz oposición que enfrentó. Las encuestas indican que Macron está recuperando el apoyo del público, luego de un descenso en las calificaciones de aprobación. En diciembre, cuando Macron cumplió 40 años, la mayoría de los ciudadanos franceses dijeron que lo consideraban “un buen presidente”. La oposición lo ha reprendido por comportarse como un “Rey Sol”, en referencia al monarca francés Luis XIV. Macron incluso proclamó durante su campaña que sería un presidente “jupiteriano”, si ganaba. Con Macron a la cabeza, Francia parece haber superado su era de dudas y recuperó su orgullo nacional.

Curiosamente, cuando el Reino Unido, baja las banderas de la globalización, Francia, que siempre receló de la apertura, las recoge para darle, a la globalización o al europeísmo, un nuevo sentido moral.

Macron se ha mostrado como un líder seguro en lo que respecta a los asuntos mundiales. Invitó a Donald Trump a una glamorosa cena en la Torre Eiffel, recibió al presidente ruso Vladimir Putin en el Palacio de Versalles, organizó la conferencia internacional sobre el clima en París, inició varias iniciativas políticas con el continente africano y acaba de dar la bienvenida al presidente turco Recep Tayyip Erdogan a la capital francesa.

Ahora, con su visión unionista, en el tradicional discurso de fin de año, le habló no solo a los franceses, sino también a sus “ciudadanos europeos”, dijo que la Unión Europea necesitaba redescubrir su ambición para convertirse en una unión “más soberana, más unida y más democrática”.

El presidente francés quiere acabar con la Europa de las naciones para crear algo mucho más cercano a la nación Europa. Él quiere que la UE tenga su propio ministro de finanzas, su propio presupuesto, su propia gobernanza económica. Él cree que debería tener su propio ejército y la fuerza policial fronteriza. Quiere un sistema impositivo armonizado y, políticamente, un Parlamento Europeo más fuerte con listas y partidos transnacionales.

Francia ha seleccionado a un carismático nuevo líder para la gran batalla política entre el globalismo y el nacionalismo que está en marcha en las democracias occidentales. Macron, defensor de la globalización, de la política de centro y de la Unión Europea, se erigió como un bastión contra las fuerzas no convencionales y disruptivas que han alterado la política mundial desarrollada durante los últimos años.

Parece que Macron tendrá la libertad que requiere para hacer impulsar su agenda política. Pero tal vez la noticia más importante es que, al borrar la división izquierda-derecha, ha frenado el crecimiento del populismo y también ha creado una plataforma centrista fuerte, ambiciosa, reformista y optimista, basada en una clara comprensión del nuevo mundo. Ver en Lampadia: Francia rechaza el aislacionismo y abraza la globalización.

La victoria de Macron significa un apoyo a los valores del libre comercio y la globalización, además de las ideas de la libertad, de la apertura económica y de la integración en Europa y en el mundo. Planteamientos muy favorables para el Perú, que solo puede salir de pobre en un mundo abierto.

Lamentablemente, por un evento diplomático que nunca se aclaró, perdimos la ocasión de recibir la visita de Macron, en su primer año de gobierno. Otra metida de pata del gobierno de PPK, que esperamos, que Cayetana Aljovín, con su encanto personal, pueda enmendar. Lampadia

Una nación formidable

The Economist revela su país del año 2017

¿Será la sobria Argentina, la valiente Corea del Sur o la revolucionaria Francia?

The Economist
19 de dic de 2017
Traducido y glosado por Lampadia

Cada Navidad desde el 2013, The Economist ha escogido un “país del año”. Las naciones clandestinas no son elegibles, sin importar cuánto atemoricen a la gente. (Disculpa, Corea del Norte.) Tampoco embelesamos a los lugares que ejercen la mayor influencia a través del tamaño o el músculo económico; de lo contrario, China y Estados Unidos serían difíciles de vencer. Más bien, buscamos un país, de cualquier tamaño, que haya mejorado notablemente en los últimos 12 meses, o haya hecho que el mundo sea mejor.

Cometemos errores. En 2015 escogimos a Myanmar, por pasar de la “dictadura laceriosa” a “algo parecido a la democracia”. Reconocimos que su trato a la minoría Rohingya fue vergonzoso, pero no pudimos predecir cuánto peor sería más adelante. Este año, después de que más de 600,000 rohingyas huyeron de sus humeantes aldeas para evitar ser violadas y asesinadas por el ejército birmano, estuvimos tentados de nombrar a la vecina Bangladesh como el país del año por acoger a tantos de ellos. El país también ha experimentado un rápido crecimiento económico y una fuerte caída de la pobreza. Si no hubiera aplastado las libertades civiles y permitido a los islamistas dar riendas sueltas para intimidar, podría haber ganado.

Otro candidato es Argentina, donde el presidente Mauricio Macri está llevando a cabo dolorosas reformas para restaurar la sobriedad fiscal después de años de populismo derrochador bajo la familia Kirchner. En octubre, el partido de Macri ganó la mayor parte de la votación en las elecciones, lo que sugiere que la mayoría de los argentinos ya no son engañados por estadísticas falsas y la promesa de dinero gratis. A pesar de las protestas violentas en diciembre, esto es progreso.

Al final, nuestra lista final se redujo a Corea del Sur y Francia. Corea del Sur ha tenido un año extraordinario, soportando las amenazas de su vecino del norte con misiles con calma y gracia. Esto no es del todo nuevo: Corea del Norte ha prometido inmolar al Sur por décadas, pero las tensiones aumentaron alarmantemente este año, cuando el presidente Donald Trump y Kim Jong Un intercambiaron burlas, llamándose “cohete” y “desquiciado mental”. Mientras todo esto sucedía, Corea del Sur también tuvo que enfrentar una crisis en su país.

Manifestaciones masivas y una investigación de corrupción condujeron a la destitución de la presidenta Park Geun-hye, quien ahora se encuentra en una celda en la cárcel enfrentando un juicio. Su sucesor, Moon Jae-in, ha dirigido un boicot chino sobre el despliegue de defensas antimisiles (a China le preocupa que el nuevo radar pueda ver tanto a China como a Corea del Norte). Moon ha retrasado cortésmente las demandas de Trump para renegociar un acuerdo comercial. Y un tribunal ha encarcelado a Lee Jae-yong, el jefe de Samsung, el mayor de los chaebol (conglomerados) dominantes del país. En resumen, Corea del Sur ha dado grandes pasos hacia la limpieza de su política interna a pesar de vivir bajo la constante amenaza del apocalipsis nuclear.

Le jour de gloire est arrivé (Llegó el momento de gloria)

En la mayoría de los años, eso sería suficiente. Pero en 2017 Francia desafió todas las expectativas. Emmanuel Macron, un joven ex banquero que no tenía respaldo de ninguno de los partidos tradicionales, ganó la presidencia. Luego, La République En Marche, el flamante partido de Macron, lleno de novicios políticos, aplastó a la vieja guardia para ganar la mayoría de los escaños en la Asamblea Nacional. Esto no fue simplemente un trastorno impresionante. También dio esperanza a aquellos que piensan que la vieja división izquierda-derecha es menos importante que la abierta y cerrada. Macron hizo campaña por una Francia abierta a las personas, los bienes y las ideas del extranjero, y al cambio social en el hogar. En seis meses, él y su partido aprobaron una serie de reformas sensatas, entre ellas un proyecto de ley anticorrupción y un relajamiento de las rígidas leyes laborales de Francia.

Los críticos se burlan de la grandiosidad de Macron (llaman a su presidencia “Jupiteriana”). Piensan que sus reformas podrían haber ido más allá, lo cual es cierto. Tal vez se olvidan de cómo, antes de aparecer, Francia parecía irreformable, ofreciendo a los votantes una opción entre la esclerosis y la xenofobia. El movimiento de Macron hizo a un lado el ancien régime y derrotó al ultranacionalista Marine Le Pen (quien, si ella hubiera ganado, hubiera arruinado la Unión Europea). La lucha entre las visiones abierta y cerrada de la sociedad bien puede ser la competencia política más importante en el mundo en este momento. Francia se enfrentó a los proteccionistas aislacionistas y les ganó. Por eso, es nuestro país del año. Lampadia




Los líderes globales que marcan tendencias

Datos demasiado grandes para el formato del archivo




Oportunidad de reformas en la Unión Europea

El reciente discurso de Emmanuel Macron, esbozó una visión audaz sobre los cambios que propone para la Unión Europea. El bloque necesita convertirse en una fuerza geopolítica coherente, con políticas comunes de defensa, economía, migración e ideologías políticas. Lo que el presidente francés busca es construir una “Europa soberana, unida y democrática”, donde los ciudadanos vuelvan a sentir un sentimiento de lealtad a la idea de Europa en sí misma.

Uno de los objetivos de Macron es superar el populismo estableciendo un equilibrio entre la seguridad del empleo para los ciudadanos, por un lado, y la innovaciónpor el otro, aunque muchos temen que les vaya a costar algunos empleos. En su intervención, Macron también abogó por la disrupción digital y la realización de un mercado digital único. La reforma de la zona euro haría a Europa menos vulnerable a la próxima crisis financiera.

Fuente: france24.com

La eurozona debe ser reformada, argumentó, mediante la creación de un presupuesto común, supervisado por un ministro de finanzas de la eurozona y por el Parlamento Europeo. Sus ingresos provendrían de los impuestos que se imponen a los servicios digitales, de los gravámenes medioambientales y, en el futuro, también de una base común de impuestos sobre las sociedades europeas.

Según el plan de Macron, cada Estado miembro de la UE celebraría convenciones democráticas para debatir las prioridades de los ciudadanos. Sus ideas se nutrirían de un proceso más amplio en el que participarían las instituciones de la UE y los gobiernos que desean renovar Europa. Las coaliciones de gobiernos dispuestos entonces se integrarían más rápido, con un motor franco-alemán revitalizado impulsando el proceso hacia adelante.

¿Cuál es la situación actual en Europa?

Alemania se enfrenta a meses de complicadas conversaciones. Merkel ganó su elección el 24 de septiembre, pero con muy poco margen de votos; unos 6 millones de votantes apoyaron a un partido de derecha xenófobo, muchos de ellos en protesta por las políticas de refugiados de Merkel. Además, Alternativa para Alemania, una fuerza disruptiva y polarizadora, es ahora el tercer partido más grande del Bundestag (parlamento).

Sin embargo, en Francia, con un parlamento dominado por su nuevo partido, su presidente, Emmanuel Macron, está lleno de ambición. Utilizó un discurso sobre la Unión Europea para intentar restaurar Francia en el centro de la UE después de una década de retraso.

¿Qué pasará ahora?

Alemania, y otros países, están escépticos del plan de Macron. Merkel preferiría un pequeño fondo común para ayudar a los gobiernos de los estados miembros a promulgar reformas difíciles, no un estabilizador fiscal keynesiano. Y mientras que Macron prevé un ministro de finanzas que sería una contraparte política al presidente del banco central europeo, Mario Draghi; Merkel preferiría que el papel se limitara a hacer cumplir la disciplina fiscal nacional.

La idea más prometedora de Macron es “devolver Europa a sus ciudadanos”. Macron tiene razón al señalar que la burocracia de la UE a menudo parece remota, poco inspiradora e ineficaz; pero también rechaza con razón los referendos que polarizan a los ciudadanos. Sus propuestas podrían traer nuevas ideas, dar legitimidad a reformas audaces y ayudar a eliminar gobiernos populistas.

Fuente: mediaset.es

Las conversaciones también podrían fomentar nuevos movimientos políticos como ‘La République En Marche’, de Macron, que podría traer caras nuevas a la política, ayudar a abrir sistemas de partidos cerrados y corruptos y comenzar a reconstruir la confianza del público en los políticos. Todo este proceso podría encumbrar a Macron como un líder más fuerte en la unión europea, lo que además reforzaría su liderazgo en Francia. Lampadia

Líderes europeos apuntan a aprovechar oportunidad para reforma

Fuente: ft.com

Pero con una Angela Merkel debilitada a pesar de su victoria electoral, será más complicado lograr un nuevo gran acuerdo para la eurozona

Jim Brunsden y Mehreen Khan en Bruselas y Stefan Wagstyl en Berlín
Financial Times 
25 de septiembre de 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

Los líderes europeos lo habían marcado como su “ventana de oportunidad”. Se suponía que la victoria de Angela Merkel en las elecciones federales alemanas sería el punto de partida de la más ambiciosa negociación de reformas de la eurozona desde la firma del tratado de Maastricht en 1992.

Los líderes de la UE, encabezados por el presidente francés Emmanuel Macron, se habían estado preparando para capitalizar el renovado mandato de Merkel para profundizar la integración del euro en un momento en que el bloque estaba disfrutando de una inesperada recuperación económica.

Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, puso las cosas en marcha convocando una “cumbre del euro” de los líderes políticos de la UE en diciembre. Tusk quiere que los gobiernos tomen decisiones “concretas” sobre las reformas para junio.

En cambio, los resultados de las elecciones alemanas significan que el mandato final de Merkel, que presidirá una base de partido debilitada, tendrá que gestionar las agendas de sus socios de la coalición, probablemente complique el debate de reformas, ya jalonado por diferencias ideológicas.

Los escépticos del bloque liderado por los demócratas cristianos del canciller podrían aprovechar el resultado de las elecciones para reforzar su oposición a todo lo que podría llevar a mayores riesgos financieros para los contribuyentes alemanes. La probable presencia en la coalición de los liberales demócratas, que se oponen fundamentalmente a algunas de las ideas impulsadas por París para una mayor integración del euro, limitará aún más su margen de maniobra en una gran negociación franco-alemana.

Gran idea #1: Ministro de Finanzas de la zona del euro

Un ministro de finanzas participará en la campaña por una gestión
económica más centralizada © Reuters

La idea de un ministro de finanzas para el euro se remonta a la década de 1970 y ha sido revivida por Emmanuel Macron con el respaldo de Bruselas. Constituye una gran parte del clásico impulso francés para tener una gestión económica más centralizada en la eurozona. La idea de la Comisión Europea es que combinaría dos puestos de trabajo existentes: el del presidente del eurogrupo, el que preside las reuniones de los ministros de Finanzas de la zona del euro y el del comisario de economía de la UE.

El presidente francés todavía tiene que establecer su plan para los detalles de cómo funcionaría el rol.

Merkel también tiene que lidiar con ‘Alternative for Germany’, el partido de extrema derecha que será el tercero mayor en el parlamento, que quiere que los países más débiles salgan de la eurozona y ya han propuesto la apertura de una investigación parlamentaria sobre presuntas violaciones del derecho alemán llevada a cabo bajo el reinado del canciller.

Nada de esto está destinado a disuadir a Macron: él fue elegido con el mandato para profundizar y completar la unión económica y monetaria, y este martes presentará su visión [ver resumen sobre el discruso que dio el martes 26]para reforzar la moneda única. Tiene la intención de darle a Merkel, y a sus posibles socios de la coalición, una idea clara de lo que París quiere antes de lo que podría ser meses de negociaciones en Berlín para construir una mayoría gobernante.

Después de seis años en crisis, los gobiernos reconocen que las bases incompletas de la eurozona necesitarán fortalecerse para que el bloque pueda sobrevivir a otra caída. La crisis de la deuda soberana expuso los límites del arsenal de la moneda única, forzando al Banco Central Europeo a tranquilizar a los mercados de que ningún país podría salir del euro y desbloquear más de € 1.6 trillones en compras de activos para rescatar a la economía del estancamiento.

“No hay ninguna ‘bala de plata’ para completar la unión económica y monetaria de una vez por todas”, escribió Tusk a los líderes de la UE la semana pasada. “Pero estoy convencido de que tenemos la obligación de mejorar el funcionamiento de la UEM (Unión Económica y Monetaria) y fortalecerla paso a paso.”

La llegada de Macron al palacio del Eliseo ha situado al eje franco-alemán en el centro de los nuevos esfuerzos para reformar la gobernanza de la zona del euro. Los optimistas esperan que Merkel, cuya cancillería llegaría a cumplir los 16 años en caso de que complete su nuevo mandato, utilice sus últimos años en el cargo para crear un legado sobre el euro que vaya más allá de medidas de emergencia confusas forjadas en el ‘vórtice’ de la crisis económica.

 

“No vamos a tener esta oportunidad de nuevo durante años y años”, dice un alto funcionario de Bruselas, refiriéndose a la menor sucesión de elecciones nacionales.

Pero incluso con un Macron enérgico y pro-europeo, superar la eterna lucha entre las visiones francesa y alemana por el euro será la tarea europea más dura que enfrentan el novato presidente y el veterano canciller, especialmente con una Merkel debilitada en Berlín. Y el cálculo político es mucho más complejo que una batalla entre los dos. Se trata de 19 países y, en última instancia, la dirección futura de los 27 estados miembros de la UE. 

“Debemos utilizar esta ventana de oportunidades políticas y económicas”, dijo Valdis Dombrovskis, vicepresidente de la comisión de la UE responsable del euro. “Es mejor que esperar una nueva crisis para completar el trabajo”.

Gran idea #2: Fondo Monetario Europeo

Actualmente, el BCE y la Comisión supervisan los programas
de rescate y la emisión de deuda © Bloomberg

Al igual que sobre lo del ministro de Finanzas de la zona del euro, no existe una sola idea de lo que haría un Fondo Monetario Europeo (FEM). La visión alemana del  FEM transformaría las funciones del Mecanismo Europeo de Estabilidad emitiendo deuda y diseñando y supervisando programas de difíciles rescate – un papel que actualmente desempeña la Comisión Europea con el apoyo del Banco Central Europeo.

La versión más ambiciosa del plan alemán es que la FEM supervise los presupuestos nacionales, otro papel que se retiraría de la comisión. Bruselas se opondrá firmemente a este cambio, que también puede requerir la reapertura de los tratados de la UE.

El apoyo alemán alFEM es un reflejo, tanto de la fatiga del rescate como de la frustración por la cantidad de discreción política utilizada por la UE en la aplicación de las normas presupuestarias de la zona del euro. Esta es una preocupación que se remonta al “pecado original”, cuando tanto París como Berlín rompieron las reglas del gasto a principios de los años 2000 sin enfrentar ningún castigo.

Las conversaciones serán el último intento de corregir las lagunas de la arquitectura de una moneda única cuyos fundamentos han sido a menudo probados hasta el límite frente a las económicas rivales ortodoxias.

Alemania proclama la importancia de la disciplina de mercado, aunque en la práctica Berlín participa en rescates con más frecuencia que lo natural para un mercado realmente libre. Francia se siente más cómoda con un Estado todopoderoso que tiene la discreción de actuar de la manera que crea conveniente. Este intranquilo matrimonio, siempre latente en las estructuras del euro, se agravó en los años de crisis, cuando predominaron las normas presupuestarias y de rescate y la política fiscal perjudicó en lugar de ayudar a la recuperación.

“Tales cosas no desaparecen de la noche a la mañana, pero la gente ahora es más consciente del pensamiento del otro”, dice Markus Brunnermeier, un profesor de economía en la Universidad de Princeton.

Cada parte tiene aliados en una vieja lucha europea que precede al euro. Un alto responsable de la política lo describe como una batalla proto-teológica entre el norte “calvinista” liderado por Alemania, Finlandia y Noruega, y un sur “católico” de Francia, Italia y España.

Como en cualquier acuerdo, Macron tendrá que persuadir a los calvinistas de que no estarán en el camino al despilfarro de otros países en una eurozona reforzada. Merkel tendrá que tranquilizar a los católicos de que la era de la austeridad no regresará si se produce otra crisis.

También hay un pelotón incómodo de países fuera del euro que incluye Suecia, Polonia y Hungría. Parte de la agenda de reforma requerirá cambios en la legislación de la UE que deben ser discutidos por los 28 miembros incluyendo el Reino Unido, dando voz a las capitales que han chocado con Bruselas, como Budapest y Varsovia.

Cualquiera que sea el resultado de las conversaciones de la coalición, Merkel ha mantenido una frialdad característica frente a un bombardeo de ideas procedentes de París. Ella ha dicho que la idea de Macron de un ministro de finanzas de la eurozona no es “mala”, argumentando que el papel ayudaría a proporcionar “mayor” coherencia al área de moneda única.

Sus opiniones sobre un posible presupuesto para la eurozona son menos ambiciosos que las del presidente francés. Ha evocado la idea de un presupuesto compuesto por “pequeñas contribuciones” en lugar de “cientos de miles de millones de euros”. Este dinero podría concentrarse en proporcionar apoyo en regiones con alto desempleo o en inversiones en tecnología digital, pero no en redes de seguridad financiera más amplias.

Esto choca con el sueño de Macron de un gran presupuesto, de varios puntos porcentuales del PBI del bloque, para ayudar a los estados miembros a enfrentar tormentas recesivas. El FDP (Partido Democrático Libre, por sus siglas en inglés) liberal también se opone firmemente a las ambiciones de París en este ámbito.

Para todas las prioridades en competencia, los funcionarios de la UE creen que hay un margen para llegar a un acuerdo, sobre todo porque casi todos los miembros del euro -incluida Alemania- muestran insatisfacciones sobre el statu quo.

Vitor Constancio, vicepresidente del Banco Central Europeo, y
Valdis Dombrovskis, vicepresidente de la Comisión Europea © Bloomberg

La lista de temases larga para Alemania: quejas sobre la aplicación laxa de las normas presupuestarias; la ansiedad de que el BCE (Banco Central Europeo) haya asumido un papel destacado en la lucha contra las crisis; y la frustración de que los acreedores del sector privado no toman más peso en los rescates. Si Berlín quiere progresar en estos aspectos, tendrá que ceder ante otros.

“En los próximos seis meses, lo que necesitamos es llegar a un acuerdo sobre la agenda política”, dijo Luis de Guindos, ministro de economía español, al FT, añadiendo que los gobiernos se esforzarían por evitar cualquier movimiento que pudiera conducir a una desordenada reapertura de la Tratados de la UE.

Es probable que el presupuesto de la eurozona sea una prueba decisiva, dijo un alto diplomático. En una esquina, Francia se une a varios aliados del sur, así como al vicepresidente portugués del Banco Central Europeo, Vítor Constâncio. Pero en Berlín, de acuerdo con un diplomático, hablar de un gran fondo de la UE para las desaceleraciones es “asumir la responsabilidad por los demás y sus errores”.

Alemania se centra en la creación de un Fondo Monetario Europeo, esencialmente una mejora de la agencia existente de la zona del euro para el manejo de rescates soberanos. Macron ha dado su respaldo a un FME (Fondo Monetario Europeo), pero dijo que esto no debe confundirse con sus planes presupuestarios para la zona del euro.

Gran idea #3: Presupuesto de la zona euro


Los agricultores franceses se unen a una huelga nacional para
pedir protección financiera durante la crisis financiera de 2009 © AFP

El presupuesto es una parte clave del objetivo de Macron para proteger la zona euro en una futura crisis. Sería un fondo común de dinero a distribuirse a los países en recesiones. París quiere un presupuesto de varios puntos porcentuales del PBI (el actual presupuesto de la UE equivale al 1% del PBI delaunión), que se construiría a lo largo de varios años.

La comisión, que quiere evitar la creación de un presupuesto de la zona del euro fuera del control de las instituciones de la UE, está respaldando un plan de compromiso en el que se establecería una línea presupuestaria de la zona euro dentro del presupuesto general de la UE.

En un intento por poner su propio sello en las conversaciones, la Comisión Europea propondrá un importante paquete de políticas antes de la cumbre del euro de diciembre en Bruselas, incluyendo un proyecto de ley para crear la FEM y un documento de política sobre cómo crear una zona euro dentro del presupuesto de la UE.  Los funcionarios de la UE también ven la oportunidad de avanzar en propuestas como completar la ‘unión bancaria’ de la zona del euro, un proyecto para centralizar la supervisión y la gestión de crisis de los bancos, antes de pasar a diseños más grandes.

Macron también alabará la noción de un período de transición de “más de cinco a 10 años” para el pleno establecimiento de un presupuesto de la zona euro, de acuerdo con un asesor.

El hecho de que Alemania esté dispuesta a participar en las negociaciones dependerá en primer lugar de la capacidad de Macron para cumplir los compromisos de honrar las normas fiscales de la UE y sacar a Francia de una trampa decrecimiento bajo. Una Francia fiscalmente sana facilitaría a Merkel convencer a un público escéptico alemán de que está tratando con un socio fiable.

Sin embargo, observadores experimentados de la dinámica de la UEM advierten que los viejos agravios siguen siendo profundamente sentidos. Los alemanes todavía temen arriesgar pagar por los demás, mientras que otros señalan los enormes beneficios que el país ha obtenido de la eurozona. Un refrán a menudo oído de los políticos del sur de Europa -y en Washington- es que los exportadores alemanes se han beneficiado en gran medida de un tipo de cambio artificialmente bajo.

“Alemania sigue atrapada en la narrativa de la crisis -una narración de que son los alemanes quienes han estado pagando por todos los demás”, dice un ex-banquero central de la eurozona que se sentó en el consejo de gobierno del BCE en medio de la crisis de la deuda. “Será muy difícil para Merkel escapar de esta trampa y convencer a su público. Simplemente no será creíble.”

Los economistas también han templado sus expectativas de lo que pueden lograr proyectos con un presupuesto de la zona del euro o un FME (Fondo Monetario Europeo). Aunque cualquier nuevo problema ayudará a equilibrar las estructuras desequilibradas del euro, su alcance y tamaño limitados significarán que la misma medida tendrá que ser planteada por los países más débiles cuando golpee una recesión. Para España, Portugal y Grecia esto ha sido una mezcla de cortes salariales dolorosos y despidos para ayudar a las industrias a competir con los negocios alemanes. Esas quejas alimentan las inseguridades que los populistas euroescépticos han explotado políticamente desde Italia hasta Finlandia.

Incluso con el nuevo y complicado mapa electoral de Alemania, los políticos europeos sostienen que la tormenta política ha pasado de la supervivencia a la recuperación y ha proporcionado un período fértil para avanzar en medidas que beneficien a los ciudadanos del euro. Lampadia

 




Macron asume liderazgo global y reforma laboral

El nuevo presidente de Francia pasa de las ofertas electorales y de las palabras en los medios, a la acción, dando un extraordinario ejemplo de liderazgo. A pesar de que en los últimos días registró una fuerte caída de popularidad en las encuestas, reunió a todos sus embajadores para aleccionarlos sobre el nuevo rol de Francia en el mundo y un par de días después presentó su ‘revolución’ laboral.

Los dos anuncios representan cambios revolucionarios.

  • Que Francia se comprometa con el mundialismo, que se anuncie su intención de refundar un orden global estable y justo, ocupando, de algún modo, el espacio político abandonado por el EEUU de Trump y el espacio de políticas públicas abandonado por el Reino Unido, representa un hecho verdaderamente extraordinario.
  • Que Francia, la de las regulaciones laborales ‘pro-trabajador, pero sin-empleo’, que el adalid del socialismo europeo, liberalice su mercado laboral, ha requerido dos condiciones, llegar al fondo del pozo con altísimas tasas de desempleo, y de la emergencia de un líder con visión, sentido de misión y coraje.

Líneas más abajo glosamos dos notas de El País de España, para reseñar ambos hechos. Esperamos que nuestros académicos, políticos y periodistas, tan apegados a las políticas tradicionales de la Francia conservadora, cerrada y estatista, tomen nota de esta ‘nueva revolución francesa’ y se den un baño de modernidadLampadia

Macron se propone “refundar” un orden global “estable y justo”

El presidente fija ante los embajadores franceses la lucha contra el “terrorismo islamista” como prioridad

El País de España
Marc Bassets
París 
30 de agosto, 2017
Glosado por
Lampadia

El presidente Emmanuel Macron habla a los embajadores franceses reunidos en París.

YOAN VALAT (AFP) / VÍDEO: REUTERS-QUALITY

El presidente francés, Emmanuel Macron, se rebela contra la lenta decadencia internacional que los apóstoles del declive atribuyen a Francia. No se resigna. En su primer discurso en la reunión anual de los embajadores franceses en el extranjero, Macron les instó a proyectar a su país como una potencia que debe “mantener su rango en un orden mundial que se tambalea profundamente” y estar en condiciones de impulsar una “refundación” de este orden. En Europa, en Próximo Oriente entre suníes y chiíes o entre israelíes y palestinos, y en África, sobre todo, pero también en Asia y en América, la Francia de Macron quiere contar. La prioridad: la lucha contra el “terrorismo islamista”.

Podría denominarse la doctrina Macron, la visión geopolítica del nuevo presidente francés, su idea del papel de Francia en el mundo. ¿La receta? Un poco de poder militar y mucha diplomacia. Europeísmo y multilateralismo, pero, al mismo tiempo, una reafirmación de la independencia de su país y de su posición central en la mayoría de conflictos. Continuismo respecto a sus antecesores en la V República, pero con un estilo personal —la audacia del novato, en parte— que le lleva a romper inercias. Finalmente, la aspiración a presentar Francia como potencia única, con una misión particular.

“Hoy tenemos el deber de refundar un orden colectivo, estable y justo, con nuestros aliados y todos nuestros socios”, dijo Macron a los embajadores.

Pocos líderes europeos mundiales podrían o querrían pronunciar una frase similar. No la canciller Angela Merkel, cuyo país perdió toda vocación universalista. Ni el Reino Unido, enredado en la madeja del Brexit. Estados Unidos, como Francia, cree que sus valores fundacionales son un mensaje para toda la humanidad, pero con Donald Trump esta idea ha quedado aparcada. Hay un vacío, una ausencia de visiones globales, y Macron está dispuesto a ocuparlo.

Desde su elección en mayo, Macron ha sido hiperactivo en el exterior.

En el discurso ante los embajadores, el presidente fijó como prioridad de su presidencia la lucha contra el “terrorismo islamista”, un término que otros gobernantes, como Barack Obama, evitaban. “Nada sería más absurdo que negar el vínculo entre los actos terroristas que vivimos y una lectura a la vez fundamentalista y política de un cierto islam”, justificó.

La idea de fondo: el orden global está averiado y Francia puede ayudar a repararlo. A Macron le gustaría que su país fuese como los EEUU de los años noventa: ‘la nación indispensable’, en palabras de Bill Clinton. No es el primero en proponer una refundación del sistema internacional. Nicolas Sarkozy propugnó la “refundación del capitalismo”, sin éxito.

Macron explicó a los embajadores que el orden que él pretende reformar “está fundado en la mundialización, que se ha convertido en ultraliberal, y en la hiper-potencia de un solo Estado”. La suya es una diplomacia arraigada en la tradición francesa e inspirada en de Gaulle y Mitterrand, presidentes que buscaron resaltar la autonomía francesa.

Con unos índices de popularidad menguantes, Macron se siente cómodo en la política exterior. Pero sabe que, como decía el político estadounidense Tip O’Neill, “toda política es local”. El jueves su Gobierno presentó su reforma laboral. Es su primera prueba.

Y salió el nuevo Código Laboral

Macron flexibilizará el despido y la contratación para reducir el paro

Ayer, Macron presentó una reforma laboral que flexibilizará la contratación y el despido con el objetivo de atraer nuevas inversiones y reducir un desempleo crónico.

Llega el momento de la verdad: la hora de la reforma, palabra fetiche en un país que, como decía el filósofo Raymond Aron, “de vez en cuando hace una revolución pero nunca reformas”. Quizá por eso Macron dijo hace unos días que “los franceses odian las reformas”, y tituló su libro programático Revolución.

Se fija un techo para las indemnizaciones por despido ‘improcedente’:

  • Hasta diez años de trabajo: un mes de salario por año trabajado
  • De diez a treinta años: un mes y medio por año trabajado (tope de veinte meses)
  • Las indemnizaciones por despido legal, no improcedentes, aumenta un 25%

“Nuestro objetivo es simple: favorecer la creación de empleo aportando mucha más seguridad y visibilidad a los jefes de empresa en la decisión de contratar, y más garantías a los asalariados”, dijo el primer ministro ÉdouardPhilippe.

Este sería el primer capítulo de una serie de reformas, que incluirán el seguro de desempleo y la formación profesional.

El País de España, Marc Bassets, París 31 de agosto, 2017

Lampadia

 




El mundo necesita mejores líderes

Es difícil encontrar líderes que puedan ir más allá de las disputas diarias de la política moderna y establecer un norte genuino para su país, que tengan profundidad, visión y resiliencia. Para compensar la falta de ideas, capacidad y arduo esfuerzo, los líderes de hoy hablan en frases vendedoras o ‘virales’, apelan a las emociones y dividen sus países. Cuando los líderes son incapaces de ejercer un verdadero liderazgo, quienes sufren los resultados somos todos los ciudadanos.

Muchos de los retos a los que nos enfrentamos hoy son por la falta de liderazgo y de líderes apropiados. El liderazgo no se basa en el poder y los elogios otorgados al líder, sino en la mejora de aquellos a quienes el líder sirve. En su esencia, el liderazgo se basa en su gente. Su objetivo principal consiste en mejorar el statu quo e inspirar la creación de un cambio positivo.

Según los asertos más comunes, la generación de Millennials tecnológicos está desilusionada con casi todos los líderes actuales, convirtiéndose en una generación huérfana (Ver en Lampadia: La caída de nuestros líderes es una tragedia). De alguna manera las personas, especialmente los jóvenes, están perdiendo la esperanza y el respeto por los “viejos de la tribu”, por el establishment, que sienten que les ha fallado e interrumpido sus expectativas de un mundo mejor.

Fuente: striveleadership.org

En un reciente artículo de Project Syndicate (traducido y publicado líneas abajo), Kishore Mahbubani (uno de los principales pensadores de la geopolítica global) y Klaus Schwab (visionario de las tendencias a futuro como la Cuarta Revolución Industrial), se hicieron una gran pregunta: ¿qué diferencia a un líder del resto? ¿Qué cualidades debería tener un líder?

  • Para Mahbubani, la respuesta se centra en la “compasión, entusiasmo y coraje, así como en la habilidad para identificar el talento y comprender la complejidad”.
  • Para Schwab, los cinco elementos clave son “corazón, cerebro, músculo, nervio y alma”.

En esencia, ambas caracterizaciones dicen lo mismo, con palabras distintas.

Entonces, ¿tenemos actualmente líderes con estas cualidades? Lamentablemente, muchos dirigentes políticos no califican en la categoría de líderes y que dejan mucho que desear. Como hemos manifestado en Lampadia, (6/7/2015), Donald Trump debió ser declarado como ‘persona no grata a la humanidad’. Sus posiciones extremistas contra los más débiles en su propia sociedad y su desdén por muchos otros pueblos del mundo, lo deberían haber descalificado para encarnar la postulación republicana.

La realidad es que hoy existe un gran vacío de liderazgo político a nivel mundial. Según Fortune, “el sistema político en EEUU está roto y vemos pocas razones para pensar que los contendientes actuales puedan solucionarlo.” Este es un indicio más, de que hay un problema importante: un extraordinario nivel de disfunción política en el mundo y una aparente incapacidad de cualquiera de nuestros líderes actuales para salir adelante.

Pero si hay algunos ejemplos de liderazgo que pueden destacarse por ser auspiciosos, como el reciente advenimiento a las ligas globales de Emmanuel Macron en Francia, quien se está perfilando, desde sus primeros días en el gobierno, como una fuerza transformadora, que presenta con un lenguaje directo, y apunta mucho más allá de sus fronteras. Ver en Lampadia: Ha nacido un nuevo líder global. Y Justin Trudeau, el Primer Ministro de Canadá, quien se está consolidando como el modelo del líder con especial sensibilidad humanidad. Ver: Justin Trudeau, el modelo de un líder diferente.

Los líderes que actualmente hacen nuestras leyes, escriben nuestros presupuestos y establecen nuestras agendas no son vistos como eficaces. Actualmente, especialmente en occidente, hay una falta grave y alarmante de liderazgo en los cargos de elección popular.

En esta época de liderazgos tan débiles y de devaluación de la política, “debemos buscar líderes que puedan proteger y servir a los intereses de las personas que se supone que representan”, sin recurrir al populismo o cortoplacismo irresponsable. Más bien con visión y coraje, y hasta con capacidad de llamar al sacrificio, como hizo el gran Winston Churchill con su famoso: “Blood, sweat, toll and tears” (sangre, sudor y lágrimas)Lampadia

¿Qué hace que alguien sea un gran líder?

Dos destacados pensadores reflexionan sobre las características del liderazgo y de quienes lo representan en nuestros días.                                                                                                                                        

Kishore Mahbubani, Decano de la Escuela Lee Kuan Yew de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Singapur, es autor de The New Asian Hemisphere.

Klaus Schwab, Fundador y Presidente Ejecutivo del Foro Económico Mundial (WEF), es autor de La Cuarta Revolución Industrial.

9 de agosto, 2017
Project Syndicate
Traducido y glosado por
Lampadia​

Hace no mucho tiempo, durante una cena en Singapur, intentamos definir qué cualidades hacen a un gran líder. Para Klaus, los cinco elementos clave eran corazón, cerebro, músculo, nervio y alma. Para Kishore, la clave eran compasión, entusiasmo y coraje, así como la habilidad para identificar el talento y comprender la complejidad. El nivel de superposición es revelador.

No es casualidad que ambas listas comiencen con el corazón. Al igual que Nelson Mandela y Mahatma Gandhi, un líder no puede alcanzar la grandeza sin mostrar una profunda empatía con su pueblo – un sentimiento que alimenta la lucha contra las injusticias que esas personas pueden enfrentar.

No es probable que estos líderes heroicos surjan en tiempos normales. Pero estos no son tiempos normales. Por el contrario, la desigualdad sin precedentes de hoy en muchas partes del mundo es precisamente el tipo de injusticia que podría estimular la aparición de grandes líderes con compasión por los que menos tienen. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, el joven líder que irradia más esperanza hoy, fue elegido por su compromiso de ayuda a la gente común.

Luego está el “cerebro” – la capacidad de tamizar a través de las masas de información con la que estamos constantemente inundados, con el fin de tomar decisiones inteligentes en un mundo complejo y rápidamente cambiante. Aquí, algunos líderes actuales están mostrando mucha aptitud.

Por ejemplo, el crecimiento y continuo desarrollo de las economías de China e India reflejan que el Presidente Xi Jinping y el Primer Ministro Narendra Modi, respectivamente, comprenden los desafíos económicos y sociales y las oportunidades que implica la Cuarta Revolución Industrial. Saben que, en este complejo contexto, deben desarrollar nuevas industrias dinámicas que sitúen a sus economías en la frontera del progreso científico y tecnológico.

El uso inteligente de la nueva tecnología también está ayudando a aliviar la pobreza. Los mil millones de indios que se han inscrito en un Aadhaar, una tarjeta de identidad electrónica, ahora tienen acceso directo a prestaciones sociales sin barreras burocráticas. Los mil millones de chinos que utilizan sus teléfonos inteligentes para hacer pagos móviles, ahora disfrutan de acceso directo a todo tipo de productos de consumo que mejoran su estilo de vida.

Todavía nadie ha cuantificado de manera fiable el impulso al bienestar que tales avances tecnológicos producen. Pero el optimismo tanto en China como en India está aumentando. Según el Centro de Investigación PEW:

  • El 87% de los chinos se sienten positivos sobre la situación económica actual de su país
  • El 82% cree que sus hijos tendrán una mejor condición de vida que la que mantienen hoy en día.
  • El 83% de los indios se sienten positivos con respecto a la economía.
  • El 76% piensa que sus hijos tendrán mejores oportunidades.

La tercera cualidad crítica de un gran líder es el valor – o el nervio, como dice Klaus. La oleada de refugiados en Europa, especialmente los solicitantes de asilo sirios en 2015, llevó a una explosión de sentimientos populistas, con cada vez más líderes políticos llamando a cerrar las fronteras. Algunos líderes débiles se rindieron bajo la presión, alineando su retórica con la de los populistas o siendo arrasados por sus competidores.

La canciller alemana Angela Merkel no lo hizo. Ella dio un ejemplo muy poderoso al aceptar un millón de refugiados. Al principio, su posición con los votantes – e incluso muchos dentro de su propio partido – se debilitó, hasta el punto de que algunos comenzaron a escribir su epitafio político. Pero su notable coraje acabó dando sus frutos. Ahora es reconocida mundialmente como una de las líderes más fuertes de nuestro tiempo.

El presidente Joko “Jokowi” Widodo de Indonesia, con su manera tranquila, ha mostrado un valor similar. Indonesia, al igual que Europa, se enfrenta a la creciente presión de las voces nacionalistas y populistas que buscan desplazar los cinco principios de la tolerancia -la “Pancasila” – que sustentan la condición de Estado indonesio.

El encarcelamiento del aliado político de Jokowi, el ex gobernador de Yakarta, Basuki Tjahaja Purnama, también conocido como Ahok, por motivos de blasfemia contra el islam ha reforzado esa presión. Sin embargo, Jokowi, al igual que Merkel, ha seguido luchando contra los extremistas, incluso proscribiendo al grupo extremista Hizb ut-Tahrir.

Por supuesto, transformar el coraje en un cambio positivo requiere músculo – la influencia y la autoridad para actuar – lo que requiere una comprensión astuta de las realidades políticas. Esa astucia era vital para provocar el poderoso cambio en el sistema político de Irlanda, por ejemplo, un país profundamente conservador que eligió a Leo Varadkar, un homosexual de origen indio, como su primer ministro.

El Papa Francisco muestra cómo estas diversas cualidades pueden unirse para producir un fuerte liderazgo. La astucia, el coraje, la moralidad y la inteligencia han respaldado sus esfuerzos por cambiar la posición y la percepción de la Iglesia Católica Romana en el mundo.

Por ejemplo, mientras la tradición prohíbe al Papa endosar la homosexualidad, el Papa Francisco tuvo el valor de decir: “Si una persona es gay y busca al Señor y está dispuesta, ¿quién soy yo para juzgar a esa persona?” De la misma manera, el Papa Francisco se salió de la línea tradicional de la Iglesia para sugerir que las mujeres expuestas al virus Zika que asoló partes de América Latina el año pasado podrían usar anticonceptivos artificiales.

Asimismo, el Papa Francisco ha demostrado coraje y sabiduría al impulsar una estructura de iglesia más descentralizada y tener la visión de una iglesia inclusiva que es un “hogar para todos”. En otro movimiento astuto, incentivó gradualmente la rotación de altos funcionarios en el Vaticano.

El Papa Francisco también tiene lo que Klaus llamaría el alma de un líder. La mayoría de los líderes sucumben, en un momento u otro, a los cómodos adornos de la oficina. Sin embargo, el Papa Francisco sigue viviendo una vida sencilla y humilde, sin las ventajas que a menudo se asocian con el liderazgo, incluso en el ámbito religioso.

En un mundo que está cambiando más rápidamente que nunca, debemos buscar líderes que puedan proteger y servir a los intereses de las personas que se supone que representan. Esto significa no sólo criticar los fracasos de los líderes débiles, sino también destacar los éxitos de los más fuertes. Pueden ser raros, pero sí existen, y debemos celebrarlos. Lampadia