1

En búsqueda de un liderazgo valeroso y consecuente

En búsqueda de un liderazgo valeroso y consecuente

Es difícil encontrar líderes que puedan establecer una visión pragmática para su país. Para compensar la falta de ideas, capacidad y arduo esfuerzo, los líderes de hoy hablan en frases vendedoras o ‘virales’, apelan a las emociones y dividen sus países. Cuando los líderes son incapaces de ejercer un verdadero liderazgo, quienes sufren los resultados somos todos los ciudadanos.

Muchos de los retos a los que nos enfrentamos hoy son por la falta de liderazgo y de líderes apropiados. Es una pena que los modelos de la buena política se vayan devaluando en países que han tenido la historia más destacada en la práctica de la democracia, el nivel de convergencia de sus partidos políticos sobre las más importantes políticas públicas y la predictibilidad del futuro de sus ciudadanos.

Tanto EEUU como Gran Bretaña, vienen, lamentablemente, destruyendo sus valiosas tradiciones políticas y bajo pobres liderazgos, están arriesgando el futuro de sus pueblos. Un claro ejemplo de esto es lo que viene sucediendo en Gran Bretaña, donde sus elecciones terminaron siendo un desastre ya que los Conservadores que buscaban conseguir un mayor poder perdieron su mayoría. Y los laboristas, que estaban muy venidos a menos, que respondían a un líder radical de políticas regresivas, han tomado mucho más espacio y, hasta Corbyn, su líder, ha conseguido mayor presencia. La conclusión: Es probable que May pierda el control de su partido, y el que se acerca como contendor, es el actual ministro de Relaciones Exteriores, Boris Johnson, un excéntrico muy ignorante. Ver en Lampadia: GB perdió su clase dirigente en la política.

La verdad es que en la actualidad, parece que las élites habrían abandonado la cosa pública y los actuales partícipes se han devaluado (especialmente los políticos, pero también los líderes de opinión, los académicos y los medios de información); creando así un creciente divorcio entre las élites (políticas) y los ciudadanos individuales, que se manifiestan desencantados, y que para tomar decisiones importantes, como elegir un presidente o seguir a un partido político, se basán más en sus emociones, en impulsos de la coyuntura, en el carisma del candidato, que en compromisos ideológicos o enestructuras de pensamiento que respondan a determinadas políticas públicas.

Según los asertos más comunes, la generación de Millennials tecnológicos está desilusionada con casi todos los líderes actuales, convirtiéndose en una generación huérfana (Ver en Lampadia: La caída de nuestros líderes es una tragedia). De alguna manera las personas, especialmente los jóvenes, están perdiendo la esperanza y el respeto por los “viejos de la tribu”, por el establishment, que sienten que les ha fallado e interrumpido sus expectativas de un mundo mejor.

Esto también se puede ver reflejado en el Perú. Hace pocas semanas, Ipsos publicó un estudio de que indagaba sobre los deseos de emigrar de los peruanos. Lamentablemente, como se ve en el siguiente gráfico, el deseo de emigrar ha regresado rápida y dramáticamente.

Parecía que en el nuevo siglo, cuando nuestro modelo de economía de mercado y el crecimiento de la inversión privada mejoró los indicadores de pobreza, desigualdad, empleo, ingresos e inclusión; los peruanos optaron por quedarse en el Perú. Sin embargo, con el advenimiento del nacionalismo(desde el 2011), los peruanos empezaron a dejar de proyectar sus vidas en su patria, y paulatinamente, fueron incrementando, otra vez,  su deseo de emigrar.Con el gobierno de PPK, en vez de revertirse esta maligna tendencia, se ha acelerado.

Lo más dramático es el caso de nuestros jóvenes:

  • El deseo de emigrar de los jóvenes es de 76% a nivel nacional (primera vez que se mide fuera de Lima).
  • El deseo de emigrar de los jóvenes en Lima es de 83%. En 2014 era 61%.
  • El deseo de emigrar en Lima se ha vuelto a disparar a los niveles del 2008.

No hay peor indicador que el de tus jóvenes pensando en emigrar. Tenemos que interpretarlo como un país donde su población, y mayormente sus jóvenes, están dispuestos a apagar las luces e irse a algún otro lugar del mundo.

¿Qué debemos rescatar de esto? Que cuando el Perú deja de ofrecerles a sus jóvenes un espacio adecuado para su desarrollo personal, se proyectan al exterior, llamativamente, a economías de mercado. Esto implica que su pensamiento individual está muy alejado de las ideas del populismo, el socialismo y el estatismo. Mientras siguen en el Perú, se siguen expresando políticamente en concordancia con una suerte de pensamiento social, más proclive al populismo, el socialismo y el estatismo. Como se diría en ingles: por default, por falta de líderes que expresen el lenguaje de la modernidad, del esfuerzo individual como fuente de prosperidad familiar. Ninguno de nuestros líderes políticos se atreve a alejarse de la política tradicional de papá gobierno regalón.

Evidentemente, la trampa de la política peruana es seguir interpretando el pensamiento de los peruanos en función del oportunista ‘pensamiento social’, y no en función del más realista ‘pensamiento individual’.No dejen de releer en Lampadia: Recrudece el deseo de emigrar.

Hoy, la política peruana, la de tirios y troyanos, es una feria de populismo, que está desmontando buena parte de la incipiente economía de mercado, que manifiestamente, nos trajo muchísimos beneficios, alcanzando a millones de peruanos. En vez de perfecionar y completar nuestro proceso de desarrollo, estamos regresionando, y además, carecemos de voces que defiendan nuestros avances. ¡Una vergüenza! Lampadia

 




Un mensaje para nuestros queridos jóvenes

Un mensaje para nuestros queridos jóvenes

Hace solo diez años el 86% de nuestros jóvenes pensaba emigrar al extranjero en búsqueda de un mejor destino del que veían en su patria. Probablemente no existe un peor indicador de la salud de una nación que ese terrible drama.

Pero no solo eran los jóvenes los que pensaban dejar el Perú. Como podemos ver en el siguiente gráfico, según mediciones de Apoyo Opinión y Mercado, en el 2004, el 77% de los peruanos consideraba la posibilidad de emigrar (cuando todavía estábamos saliendo de la recesión del 98). Solo unos pocos puntos porcentuales más que en el nefasto año del shock de Fujimori, en el que tuvimos que pagar de un porrazo buena parte de las consecuencias de los malos gobiernos de las tres décadas anteriores.

Es muy importante preguntarse a dónde pensaban entonces nuestros jóvenes que podían tener una vida mejor. La gran mayoría de ellos imaginaba su futuro en los EEUU, España e Italia (antes de la crisis europea). No pensaban en Cuba, ni en la Venezuela chavista, se proyectaban a economías de mercado donde estarían básicamente solos. Tendrían que trabajar duro, sin amigos ni familiares que los ampararan o acompañaran. Un tremendo reto y una muestra de gran valor individual.

Tres millones de nuestros compatriotas llegaron a irse del país. Ellos son hoy día un ejemplo de la verdadera naturaleza de los peruanos: no se pasan las luces rojas, respetan las leyes, educan a sus hijos, participan honradamente en la política de los países que los acogen y envían regularmente dinero a sus familiares en el Perú (US$ 3,000 millones anuales). Nunca nos olvidemos de que lo malo en el Perú no somos los peruanos, sino el SISTEMA.

Hoy día nuestro país flaquea nuevamente: la economía casi no crece, la inversión pública y privada están de retroceso, hemos perdido confianza en el futuro, nuestros políticos están enfrascados en peleas de callejón y nadie marca un norte que ofrezca una pronta recuperación. Además se acercan unas elecciones generales en las que nadie parece representar lo que nuestros inteligentes y esforzados jóvenes necesitan para ser ciudadanos del mundo, para que puedan desarrollarse siendo iguales o mejores que los jóvenes de cualquier otro lugar. Como ha indicado hace pocos días el estudioso Rolando Arellano, ningún político le habla a los jóvenes.

Evidentemente, si esta situación no cambia pronto, volveremos a sufrir la posibilidad de perder a nuestros jóvenes allende las fronteras.

Entonces, pensemos nosotros qué necesitan nuestras juventudes para no tener que emigrar: en Lampadia nos parece que lo adecuado es que se les ofrezca lo que pensaban encontrar en EEUU, España o Italia: la posibilidad de transformar su esfuerzo personal en prosperidad, predictibilidad y una mejor vida para sus hijos. Si este desarrollo se da al costado de sus familiares y amigos, con su comida y su música, podríamos ofrecerles algo aún mejor que lo que obtendrían en el exterior.

Alguien podría afirmar que nuestra juventud está enrolándose en manifestaciones y protestas, por ejemplo por una ley que nadie les explicó ni les dejó mejorar (como la ley pulpín). Pero, seguramente, a la hora que cada joven comprometa su vida y proyecte su futuro, harán el mismo reclamo de Viviana Nina Calizaza, que en marzo del 2010, en una audiencia organizada por El Comercio en Moquegua, protestó diciendo en voz alta: “Tenemos hambre de progreso”. Ver el recorte del evento más abajo:

Es pues evidente que un joven ambicioso, en el buen sentido de la palabra, va a optar siempre por el progreso. Eso es precisamente lo que estábamos construyendo en el Perú hasta el punto de inflexión del 2011, con el inicio del gobierno del Presidente  Ollanta Humala, momento en que se inicia la ralentización de nuestro crecimiento. (Ver en Lampadia: Las Cifras de la Prosperidad y En el 2011 se dio el Punto de Inflexión de nuestro Desarrollo).

No podemos ofrecer a nuestros jóvenes un futuro fácil sin su compromiso personal. Pero si podemos ofrecerles un país del que puedan estar orgullosos por sus realizaciones económicas y sociales, un país en el que puedan desarrollarse como los mejores jóvenes del planeta, donde puedan progresar y dar a sus futuros hijos oportunidades aún mejores que las de ellos.

Pero, para que ello sea posible, tendrán que esforzarse y sudar como lo hubieran hecho afuera. Pero no solo eso, también tendrán que entender  que la novelería política no es suficiente para construir un futuro de prosperidad. Para los grandes logros, se necesita realismo, mente abierta, aprender de las  experiencias de otros países y una estrategia que permita dar la lucha por el futuro en mejores condiciones. (Ver en Lampadia: Visión estratégica de la coyuntura peruana)

Un último ‘pero’: ningún joven debería inhibirse de participar en  las tareas que faltan en el Perú (que no son pocas) pues “El Perú es un país en construcción”, y ya es hora que terminemos la obra. Lampadia