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La educación en el Perú

La educación en el Perú

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

Desde hace algún tiempo, en el Perú hemos sido capturados por la telenovela Moqueguana de la pulla, el chisme y la comidilla entre el Congreso y el Ejecutivo. Entre sus carencias e incapacidades para el manejo de la cosa pública, Vizcarra siempre busca alguien en quien descargar su incapacidad. Lo lamentable es que, la prensa ha venido siguiendo con sus reflectores y cámaras los detalles cotidianos de este sainete, manteniendo distraída a la población y sin llamar la atención sobre asuntos importantes para el país y sus generaciones futuras.

Mientras tanto, el partido comunista del Perú, Patria Roja, ha convocado en julio al foro virtual; “El rol del maestro/a comunista en la lucha por una nueva republica” , en el que se amalgama la dirección del SUTEP y de la representación comunista de Patria Roja.

Ya viene siendo tiempo de analizar temas más profundos y plantearnos alternativas de solución, no sea que, en poco tiempo, nos encontremos “sorprendidos”, como nos sucedió con nuestro manejo de la salud frente a la crisis del COVID-19 y ya sea muy tarde para reaccionar, porque la izquierda comunista nos ganó el espacio de las generaciones jóvenes, adoctrinándolos durante años en que disfrutaron de libertad para hacerlo.

Para analizar y empezar a elaborar, es necesario conocer nuestra situación actual, así:

Según el INEI, al año 2020, en nuestro país tenemos 66,583 colegios, de los cuales 13,580 son privados y 53,003 son públicos. De este universo que atiende la educación básica regular EBR (inicial, primaria y secundaria), 46.9% está ubicado en zonas urbanas y 53.1% en zonas rurales, de esto últimos el 99% a cargo del sector público. A inicios del 2020 sólo 60 colegios cuentan con acreditación de calidad.

En términos de información respecto a facilidades tecnológico-digitales y acceso a Internet, no hay ninguna certeza, pues el Estado ha venido jugando con la información.  Mientras que, en junio del 2014 el entonces ministro de educación Jaime Saavedra informaba que 74% de los colegios públicos a nivel nacional (más de 35,000) contaba con acceso a Internet, al igual que 50% de los colegios privados, en el año 2019 la ministra Flor Pablo declaró que el 79% de los colegios públicos no tenían acceso a Internet y el 55% de los profesores no tenía habilidades de tecnología digital. De modo que, la vigencia de esa información no está corroborada a la fecha (baste mencionar que, el 5 de julio 2020, el MTC anunció que “204 establecimientos educativos y de salud tendrán Internet gratuito y de alta velocidad”). ¿A quién creerle? Lo cierto es que, a la fecha, sólo 1,200 colegios privados cuentan con plataforma virtual para dictado de clases no presenciales, lo que se ha podido corroborar durante la emergencia sanitaria.

La población escolar asciende a 9.04 millones de alumnos, de los cuales 8.03 millones corresponden a EBR, para lo cual contamos con 548,621 docentes (~493.8k EBR, ~27.5k Ed. No universitaria, magisterial, tecnológica y artística, ~13.0k Ed. Básica alternativa, ~10.5k Ed. Técnica Productiva y ~3.9k Ed. Especial), del total 63% son mujeres y 37% son hombres. Del universo de maestros, 16.8% tiene postgrado y 67.6% trabajan en el sector público.

Lo preocupante de todo este resumen, es que la mayoría de maestros, especialmente los que enseñan en colegios públicos que, como se ha mencionado, manejan el 99% de la educación rural, pertenece al SUTEP y no es secreto que, esta organización sindical está controlada por distintas facciones del comunismo, Patria Roja en particular y gran influencia del MOVADEF. Por otro lado, baste entrar a la página web del SUTEP para identificar, por su orden de aparición, cuáles son sus prioridades y estas son:

1. Historia, recordando sus inicios sin reconocimiento legal entre 1972 y 1984.
2. Huelgas históricas.
3. Reconocimiento legal.
4. Estatutos y reglamentos.
5. Pliego de reclamos.
6. Propuesta pedagógica.
7. Congresos pedagógicos.

Como se puede observar, los aspectos pedagógicos no son siquiera “la quinta rueda del coche” para el SUTEP, sino las sexta y séptima. Es evidente que sus huelgas y temas de conflicto social están en la primera línea, son su “leitmotiv” y es en manos de ellos, que estamos dejando la formación de nuestros niños y jóvenes.

Lo aquí mencionado, se ha podido corroborar con el material usado por televisión para las clases no presenciales. Uno puede observar material lleno de carga ideológica comunista y de adoctrinamiento no muy sutil, pero reiterado, al punto que se ha llegado a plantear “diferencias elitistas” por el correcto hablar del idioma castellano, por ejemplo. Por otro lado, se aprecia poca orientación a las ciencias y a las matemáticas, mientras hay alta propensión a entrar en temas sociológicos e historia reciente distorsionada y, por supuesto, ningún esfuerzo por una educación orientada al desarrollo de habilidades tecnológico-digital.

En el Perú, hay una queja generalizada por nuestra estructura productiva y nuestra alta dependencia de la industria extractiva, en particular de nuestra industria minera, mientras que, se resalta, no hacemos investigación, desarrollo e innovación. Aquí debo decir que, debemos sentir merecido orgullo e inculcarlo a todos los peruanos, por nuestra actividad minera, una de las pocas en que hemos alcanzado talla mundial y niveles de competitividad universal. Pero por otro lado, ¿cómo podemos quejarnos de no poder competir en investigación, desarrollo e innovación, si ni siquiera inculcamos amor y preferencia por las ciencias y la matemática?

Obviamente, si desde el colegio a los niños no se les inculca la importancia de la matemática y no se les muestra un método divertido de aprendizaje, a cargo de maestros que disfruten el curso y su enseñanza, además de hacerles ver su utilidad, es imposible que después, se inclinen por las ciencias y la tecnología a nivel universitario y peor aún, que quieran mañana más tarde dedicarse a la investigación científica.

Debo reconocer que, los profesores escolares de hace medio siglo en el Perú y en particular en los colegios públicos, eran unos señores profesores. Autores de libros en muchos casos, que también ejercían cátedras universitarias. Los colegios particulares trataban de contratarlos para el dictado de algunos cursos. Ellos no sólo eran conocedores de sus materias, sino que tenían grandes valores y actitud digna, que los hacía maestros queridos, admirados y respetados por sus alumnos. De otro lado y especialmente para cursos de aritmética, álgebra, geometría, trigonometría, anatomía, zoología, botánica, física y química, se contrataba también ingenieros, médicos y en general, profesionales que por su formación, dominaban esas materias.

Debo suponer que, el maltrato que el Estado le ha dado a los maestros durante todas estas décadas, ha menguado la vocación por esta noble profesión y ha deteriorado la formación y calidad de los profesores, lo que a su vez ha deteriorado el nivel educativo de los alumnos. A riesgo de ser criticado por mi “comentario machista”, el hecho que, sólo cerca de un tercio de los profesores escolares sean hombres, me induce a pensar que esta actividad se maneja como un “ingreso familiar complementario”, pues con las remuneraciones asignadas, es muy difícil sostener a una familia con los niveles de dignidad que corresponde a un maestro.

Si realmente queremos que el Perú esté en condiciones de competir en la era del conocimiento, creo fundamental replantearnos todo nuestro sistema educativo, debemos establecer como política de Estado el cumplimiento de este objetivo y establecer un “Pacto Social” para cumplir con:

1. Construir una currícula con más énfasis en las ciencias y entrenamiento tecnológico-digital.
2. Usar plataformas tecnológicas que permitan a nuestros escolares recibir las mismas materias y con igual nivel y calidad que la recibida por escolares del primer mundo.
3. Debemos renovar nuestra infraestructura educativa, construyendo cerca de 3,000 colegios, con estándares adecuados, cada año.
4. Atraer a profesionales jóvenes y con mística por la profesión de educador, para promoverlos con incentivos profesionales y económicos al logro del nivel que merecen, como forjadores de la Nación y responsables de la educación.
5. Abrir la mente de nuestros niños y jóvenes al conocimiento universal, facilitarles la información de lo que está sucediendo en el mundo de hoy y en tiempo real. Un joven escolar del Perú, debe estar recibiendo los mismos “impulsos de conocimiento” de aquellos que están en Singapur, China, India, Estados Unidos, Canadá o cualquier país de Europa y Oceanía.
6. Para lograr esto, debemos hacer que el Internet, la red dorsal de fibra óptica y todas las facilidades tecnológicas educativas estén gratuitamente a disposición de los escolares, universitarios y maestros.

Creo que dado los años de inacción que hemos dejado transcurrir, debemos poner este objetivo nacional en el centro de nuestro tablero político y no permitir que pase un día más sin que se tome acción al respecto.

Si no lo hacemos ahora, nos lamentaremos, al igual como nos lamentamos por la falta de facilidades y capacidad sanitaria, ante la pandemia.

¡Señor Vizcarra, señores congresistas y ciudadanos con aspiraciones políticas, háganse una! Lampadia




Sun Tzu y el COVID-19

Sun Tzu y el COVID-19

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

“Si uno conoce a su enemigo y conoce a su propio ejército, no debe temer por el resultado de cientos de batallas. Si uno conoce a los suyos, pero no al enemigo, por cada batalla ganada va también a sufrir muchas bajas. Pero si uno no conoce las condiciones de su ejército ni las de su enemigo, va a sucumbir en cada batalla”.

Este fue uno de los mensajes de Sun Tzu (General, filósofo y estratega de los ejércitos del rey Helü de Wu desde el año 512 a. C), en su libro “El arte de la guerra” y, en esta guerra contra el COVID-19, lamentablemente  en el Perú no le estamos prestando atención.

Es muy cierto que este es un virus nuevo, del que se está aprendiendo cada día y que los conocimientos sobre el mismo vienen siendo revisados y discutidos a base de innumerables investigaciones, teorías y experiencias recientes en diversos países. Cierto también es que, el comportamiento de este virus ha sido distinto en distintas latitudes y ante comportamientos poblacionales análogos. Por lo tanto, no conocemos al enemigo.

Algunos países cerraron fronteras ante la primera amenaza de la infección, declararon emergencia sanitaria, siguieron un procedimiento riguroso de pruebas moleculares sistemáticas y se puso en cuarentena de los infectados. De la misma forma, se identificó la red de contactos de los infectados y de inmediato se les sometió a pruebas moleculares, con idéntico proceso de confinamiento sanitario a los contaminados. Quienes hicieron esto, tuvieron un muy bajo nivel de contaminados y de fallecidos y hoy están prácticamente de salida de esta amenaza.

Otros países optaron por cerrar fronteras, pero fueron muy tolerantes con la circulación de la población joven. Aplicaron pruebas moleculares, para una identificación temprana de la infección y serológicas, para controlar la evolución a quienes ya habían sido diagnosticados. Tomaron la precaución de separar y poner en estricta cuarentena a la población de adultos mayores y con morbilidad que representaban alto riesgo. En estos países, se apostó porque su población joven y de menor riesgo se contagie y alcance el efecto rebaño, esto es infectarse sabiendo que, en muchos casos, ellos pueden resultar asintomáticos o la enfermedad podría no pasar de un proceso similar al de una gripe, con mínimo riesgo de vida y muy controlado. El grupo de países que actuó así, habiendo puesto a buen recaudo a su población adulta y sensible, ha tenido también un resultado bastante exitoso.

Un tercer grupo de países fue sorprendido por esta pandemia y cuando reaccionaron a tomar medidas de confinamiento, ya era demasiado tarde. El número de infectados creció incontrolablemente y para colmo, el alto porcentaje de adultos mayores en su estructura etárea de población, trajo como consecuencia un muy alto número de fallecimientos. De alguna manera, los niveles diarios de fallecimiento también se están reduciendo y ojalá no se presente un rebote de la epidemia.

Contrario a lo recomendado por Sun Tzu, quien también resaltó que, “un buen general se asegura la victoria haciendo muchos cálculos y estudios previos” (planes y estrategias), debemos lamentar que en nuestro país no se hizo ningún planeamiento, ni se planteó una estrategia y, consecuentemente, no se pudo hacer un manejo inteligente de la pandemia. Se confinó a todos en sus casas, decretando una cuarentena generalizada (la más radical de las que se tenga conocimiento), pero sin un plan de estudio y control epidemiológico. Esto ha demandado un gran esfuerzo de la Policía Nacional y Fuerzas Armadas. No se cerró inmediatamente las fronteras y no se obligó a pruebas moleculares a quienes arribaban del extranjero, poniéndolos en cambio, en cuarentena en hoteles. El nivel de pruebas efectuado inicialmente fue muy bajo (1650 promedio diario en los primeros 24 días, de ellas 969 moleculares y 681 rápidas) y no se realizó ningún esfuerzo por identificar la cadena de contactos que pudieron ser infectados para examinarlos. Lo que resultó revelador fue que,15.5% de las pruebas moleculares dieron positivo, mientras que sólo 4.5% de las serológicas lo dieron.

Lamentablemente, por desinteligencias del gobierno (o sabe Dios qué), no se repuso a la velocidad debida los “kits” necesarios para pruebas moleculares y se privilegió un aumento en la proporción de pruebas rápidas. Ya para el 20 de abril, el promedio diario acumulado de pruebas moleculares efectuadas fue de 1149 (con 21.7% de positivos) y de 2963 rápidas (con 6.9% de positivos).

 A pesar de la evidente diferencia en la calidad de los resultados, por orden específica del ministro de salud Zamora, se dispuso multiplicar las pruebas rápidas, llegándose a una proporción de 5.7 veces de pruebas rápidas por cada prueba molecular. Y para completar el cuadro, estas pruebas se realizaban sólo a personas que, habían tenido contacto con infectados y tuvieran síntomas. En el camino, por razones no satisfactoriamente explicadas, tenemos un nivel de “sub-registro” de fallecimientos por Covid-19 y resulta que hay 10,226 fallecimientos reconocidos por esta causa, mientras se cuenta con un exceso de fallecimiento de más de 35,000 personas, respecto al promedio de los tres años anteriores y sin certificación de causa.

Evidentemente, esta práctica introdujo una importante distorsión en la calidad de la información, lo que explica claramente por qué nuestra base de datos es de tan mala calidad y, consecuentemente, no tenemos forma de conocer al “enemigo”, pero tampoco cómo ni dónde nos ataca.

A partir del 1 de julio, se ha dispuesto el levantamiento de la cuarentena y se permita la libre circulación de los ciudadanos, por supuesto con ciertas recomendaciones de cuidado y prevención. La pena es que no sabemos a ciencia cierta, cuál es la situación de salud de nuestros ciudadanos y no tenemos una buena identificación geográfica de las zonas (claramente delimitadas) con poblaciones infectadas y, consecuentemente, las zonas de mayor riesgo y puntos de la ciudad que el poblador debiera evitar y por supuesto, no se puede divulgar.

En resumen, no conocemos cual es la situación de nuestra sociedad frente al virus y, además, no hemos actualizado nuestras proyecciones macroeconómicas. En estas condiciones, tal como dijimos en la introducción, si no conocemos a nuestro enemigo, ni tampoco las condiciones de nuestro “ejército”, estamos encaminados a sucumbir.

Finalmente, Sun Tzu también resalta que no hay forma que alguien se pueda beneficiar de una guerra prolongada y aquí ya tenemos largos cuatro meses combatiendo, nuestras primeras líneas están agotadas y nuestras arcas fiscales están debilitadas.

Por favor, hagamos un mejor planeamiento. ¡Esta no es una tarea para aprendices, ni para gente que actúa por impulso, creyendo que después corregirá sus errores! Lampadia




El coronavirus social

El coronavirus social

Víctor Caballero
19 de mayo, 2020
Para Lampadia

1. Ha pasado más de 60 días del inicio de la declaratoria de emergencia sanitaria por el corona virus COVID 19. Estábamos alertados respecto de la suma peligrosidad del virus, de su mortalidad, de su increíble capacidad de transmitirse de un humano a otro, de la manera cómo se expandía hasta convertirse en pandemia. Por tal razón el 11 de marzo el gobierno puso en alerta todo el sistema sanitario peruano: se dictaron las primeras medidas de aislamiento social para controlar su expansión, reducir el contagio y mortalidad. La campaña mediática en tal sentido fue intensa, masiva, lo suficientemente dramática y didáctica como para generar temor en el ciudadano y obligarlo a tomar todas las precauciones del caso: lavado de manos, protección con mascarillas y guantes; así como instalar un Comando COVID que dirija toda la estrategia sanitaria del gobierno.

2. El 19 de marzo el gobierno anunció que la primera víctima se había producido en el país. A partir de la fecha, y a pesar de todas las alarmas dadas, de los tremendos esfuerzos para que el sistema de salud funcione y atienda a las poblaciones infectadas, los resultados no han sido satisfactorios. Al 14 de mayo el número de infectados supera los 80 600 y el número de fallecidos es de 2,267. Aunque las autoridades señalan que estamos llegando a la meseta y que pronto estaremos en la pendiente de descenso, lo más probable es que el número de infectados y fallecidos crezca, lamentablemente.

3. No obstante, tan lamentable es el poco afecto de la población en cumplir las recomendaciones para evitar contraer y/o contagiar el corona virus (en algunas regiones más que en otras) como el aparente descontrol social en las organizaciones que están en el sistema de salud, y los recurrentes casos de corrupción en los procesos de compra y distribución de equipos y materiales. Siendo la corrupción una conducta endémica, el problema más serio se ha presentado en la grave desestructuración existente en el sistema de salud, y en el infinito número conflictos en todos los niveles ya sea del sistema hospitalario como en las autoridades de salud.

4. Los conflictos en los diferentes niveles de salud existían antes desde el inicio de la pandemia: disputas con los innumerables gremios de médicos, obstetras, enfermeras, técnicos de salud, servidores eventuales, personal de limpieza, y otros tipos de organizaciones por especialidades, regiones y hasta en el nivel de posta médica. Solo para poner un ejemplo, en EsSalud se tiene registrados más de 160 sindicatos, de los cuales más de 17 son federaciones nacionales. En el 2015 se tenía registrado a más de 140 dirigentes sindicales con licencia sindical, algunos de ellos de carácter permanente. Y así.

5. A ese complejo panorama de conflictos gremiales se tiene que sumar la inestabilidad existente en todos los niveles de la gestión hospitalaria. Quizá el caso más grave se presente en los gobiernos regionales donde los consejos regionales presionan por la renuncia de los directores regionales, directores de hospitales, y los gobernadores despiden en cualquier momento a directores que no les son afines, por fallas o faltas reales o imaginarias.

6. En la mayor parte de conflictos sindicales, el centro de la disputa no necesariamente es la búsqueda de mejoras salariales o en las condiciones de trabajo de los agremiados, sino el control del sistema hospitalario y de las instituciones de salud.

7. Es sobre este terreno, minado por innumerables conflictos, donde ha actuado el corona virus y donde se mueve el comando de emergencia que el gobierno constituyó bajo el mando de la doctora Pilar Mazzeti. El corona virus lo que ha hecho es simplemente agravar esta situación de desgobierno y descontrol que ya existía en los hospitales, sobre todo de las regiones. Ahora los frentes de conflicto se han abierto en varios niveles, como veremos.

8. Son cuatro los frentes abiertos que, dada su importancia, pueden tornar inviable el éxito de la estrategia del gobierno para combatir el corona virus.

  1. Colegio Médico contra el Ministro de Salud;
  2. Los sindicatos médicos contra las autoridades de EsSalud;
  3. La disputa entre gremios médicos, y de ellos contra los otros gremios de trabajadores de la salud;
  4. La disputa en los gobiernos regionales por el control de las direcciones regionales y el cambio de gerentes.

9. El conflicto abierto entre los directivos del Colegio Médico contra el Ministro de Salud, si bien puede tener como pretexto declaraciones supuestamente ofensivas o desatinadas del ministro, obedece a que desde hace buen tiempo el objetivo de algunos dirigentes del Colegio Médico era cambiar al Ministro de Salud. Puede haber razones políticas para ese cambio, pero es evidente también que algunas fuerzas políticas buscan que el gobierno fracase en esta lucha contra el coronavirus. Y tumbarse un ministro constituye, en cierta medida, un triunfo en la medida que con ello se incrementa su capacidad de presión al gobierno y a cualquier otro ministro que ocupe ese cargo. Es probable que al final del coronavirus, lo que quedará es el distanciamiento entre el gobierno y el Colegio Médico, y al interior de él, los grupos que pugnaban por tumbarse al ministro, y con ello al Comando COVID 19, lo que, de paso, mellará muy fuertemente las relaciones al interior de los colegios médicos.

10. Ese mismo interés tienen algunos gremios en EsSalud. Hace poco el sindicato médico SINAMSSOP, difundió un comunicado en la que felicitaban a su actual secretario general por haber sido designado como presidente ejecutivo de EsSalud, en reemplazo de Fiorella Molinelli. Este anuncio – falso, por cierto – venía acompañado de una serie de acciones de protesta: plantones en los hospitales, denuncias en los medios, paros escalonados, exigiendo instrumental, equipo, nombramientos y, por supuesto, nombramientos de miembros del sindicato en puestos claves dentro del sistema de hospitales y de servicios de esta institución

11. Este clima de enfrentamientos se viene dando no solo en Lima sino en las regiones, sobre todo ahí donde el impacto del coronavirus – y el desgobierno hospitalario – ha generado ya centenas de muertos. En algunas regiones es evidente que ya las autoridades de salud han perdido el control de los centros hospitalarios. No solo protestan médicos, también trabajadores de otros servicios, cada quién con su propia demanda, con su propia medida de fuerza; peor aún, el enfrentamiento interno entre los diferentes gremios llega al extremo de plantones para evitar que otros ingresen a trabajar, o para evitar que la población ingrese a los hospitales. Algo que poco se conoce es que los gremios sindicales en el sector salud son numerosos, sin dirigencias reconocidas con los cuales dialogar. Algunos de los grupos son solo eso: grupos sin representación, surgidos al momento de cualquier problema. Todo eso hace que, en verdad, una política laboral y una negociación sindical ante tan diversos gremios torna inútil todo intento de llegar a acuerdos sindicales en estas circunstancias de emergencia.

12. Tanto como las disputas al interior de los gremios del sector salud, preocupan también las disputas en los Consejos Regionales para vacar o cesar a directores regionales de salud, o las disputas entre las autoridades regionales contra los equipos y profesionales del MINSA que llegan a las regiones a aplicar una sola estrategia y con equipos propios. En algunas regiones se ha removido directores de salud y directores de hospitales. En general los directores regionales duran muy poco, son cesados por causas reales o aparentes, pero en todos los casos – o en su mayoría – la razón de fondo es colocar en puestos claves a allegados a los grupos que controlan el gobierno regional.

13. Este es el principal problema en el combate al coronavirus. Las incontables contradicciones entre grupos y la feroz disputa por el control del Ministerio, direcciones regionales y hospitales, se ocultan muchas veces con la crítica a la estrategia del gobierno para combatir el coronavirus.

14. Es obvio que en esas condiciones la población tampoco colabora para el éxito de la política del control de la pandemia. Pero en la base está lo que ven: médicos, trabajadores de salud, consejeros regionales, presidentes regionales, colegios médicos y sindicatos, enfrentados en una brutal disputa por el poder de un sistema de salud que ya está en crisis.

15. No hay lecciones que sacar de esta trágica situación. Tampoco recomendaciones que permitan superar esta crisis. Si bien el panorama peruano no es bueno; tampoco lo es en otros países con problemas mucho mayores que los nuestros. El coronavirus no solo está generando una enorme mortandad en el mundo. También está destruyendo elementales reglas de convivencia y de cooperación en el sistema de salud.

Lampadia




Mercado Marítimo Peruano a la Deriva

Mercado Marítimo Peruano a la Deriva

William Bishop

El Poder Ejecutivo, al amparo de las facultades legislativas delegadas, acaba de modificar en forma integral el régimen jurídico del transporte internacional marítimo de carga. Mediante el Decreto Legislativo Nº 1492 ha normado el contenido del contrato de carga marítima y, mediante el Decreto Supremo Nº 012-2020-RE, ha procedido a “denunciar” (entiéndase retirarse de) las Reglas de la Haya, el convenio internacional que contiene las normas que rigen el transporte marítimo de mercancías bajo la modalidad de “conocimiento de embarque”, sin que el Perú sea parte de los otros convenios posteriores, como son las Reglas de Hamburgo o las Reglas de Róterdam. Es decir, el Perú ha optado por retirarse de la normativa internacional que rige el derecho marítimo, quedando a la deriva.

Se ha adoptado una posición antiglobalización, al retirarse de las reglas internacionales. Y ha creado paralelamente un régimen jurídico interno, nacional, para una actividad que es típicamente internacional, como es el transporte marítimo de carga. El Perú parece olvidar que muchos de los contratos de carga por vía marítima se celebran en el extranjero donde no rige la ley peruana, lo que va a crear un desfase entre porteadores navieros y cargadores. Además, le puede crear problemas tributarios a los armadores por la supuesta e irreal percepción de ingresos que en realidad no les correspondan.

La actividad logística es una de las actividades más creativas, innovadoras, flexibles y adaptativas. Al encerrar el contrato de transporte marítimo en una jaula legal reglamentarista y restrictiva, contraria a la libertad contractual, nuestro mercado no va a avanzar, sino que va a retroceder, se va a empobrecer. En los últimos 20 años las importaciones marítimas han permitido un crecimiento espectacular del “retail” que ha dado lugar al desarrollo de “malls” no solo en los distritos acomodados sino incluso en los de bajos ingresos, todo gracias a que el comercio marítimo por sus grandes volúmenes y la dura competencia entre las líneas navieras tiene costos muy económicos. Si transportar por mar fuera caro no habría bienes en el mercado al alcance de las grandes mayorías.

Pero eso no es todo, las agroexportaciones peruanas han alcanzado niveles record en el mundo, tal el caso de los espárragos, paltas, arándanos, mangos, uvas, mandarinas, banano orgánico, etc. Nada de eso hubiera sido posible sin un transporte marítimo con costos internacionalmente competitivos.

El transporte marítimo es la viga maestra del comercio exterior y les ha dado muchos éxitos a los cargadores, sean estos importadores, como en el caso del “retail”, o exportadores, como en el caso citado de las agroexportaciones, por no mencionar los potentes rubros tradicionales (minerales y harina de pescado).

Aunque desde que nació el transporte marítimo de carga, hace más de cinco mil años, hay una natural contraposición de intereses entre los armadores navieros o porteadores, y los cargadores, respecto al precio del transporte o flete, es una actitud desleal que en medio de la pandemia por el Covid-19 los cargadores saquen ventaja y se aprovechen para tratar de cambiar el modelo del negocio marítimo.

Es desleal, además, porque paralelamente a la crisis sanitaria que estamos padeciendo hay una grave tendencia política hacia el populismo y el estatismo, como ha quedado demostrado con la Ley 31018 que suspende el cobro de peaje en toda la red vial nacional, departamental y local, ley que para curarse en salud dispone que la suspensión establecida no causará ni generará derecho compensatorio. Es decir, ahora es el momento de defender el modelo de libre mercado, no de atacarlo promoviendo la intervención estatal en un negocio privado sujeto a la libre competencia y la libre contratación como es el negocio marítimo (o promoviendo plataformas logísticas estatales de tipo antepuerto en el Callao).

Quienes aplauden la intervención estatal en el comercio marítimo olvidan que fácilmente esa tendencia podría volverse en su contra como un bumerang. A algún burócrata inspirado se le podría ocurrir ponerle un impuesto especial al movimiento de contenedores (en línea con la idea del impuesto a la riqueza) ya que los operadores de comercio exterior están hablando que con la nueva norma van a ahorrar hasta varios cientos de dólares. ¿Qué opinarían en ese caso?

Por último, sin que esto sea menos importante, hay que recordar que el Decreto Legislativo 1492 que establece la nueva normativa del contrato de transporte internacional marítimo de carga (que ha arrastrado al Perú a retirarse de las Reglas de la Haya), es una norma dada al amparo de la Ley 31011, por la cual se “delega en el Poder Ejecutivo la facultad de legislar en diversas materias para la atención de la Emergencia Sanitaria producida por el Covid-19.”

Teniendo en cuenta que el régimen jurídico del contrato internacional marítimo de carga no es un tema específico de la “Emergencia Sanitaria producida por el Covid-19” el Congreso de la República deberá considerar que el Poder Ejecutivo se ha excedido en las facultades delegadas y, al amparo del articulo 104 de la Constitución, proceder a derogar el mencionado régimen. Lampadia