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Ha nacido un nuevo líder global

La victoria de Emmanuel Macron en las elecciones de Francia no es sólo una buena noticia para para todo Europa. Atempera la fiebre populista que golpeó al Reino Unido con el Brexit y a Estados Unidos con Donald Trump, y establece un nuevo centro de gravedad de la política global. Al elegirlo con una contundente mayoría en la Asamblea, los franceses ha empoderado  a un carismático nuevo líder para la gran batalla política entre el globalismo y el nacionalismo que está en marcha en las democracias occidentales.

Emmanuel Macron Is Facing the ‘Mother of All Battles’

Fuente:  estaticos.elperiodico.com/

El control de la Asamblea francesa por su partido, Republique en Marche (REM), permite que Macron, defensor de la globalización, de una política centrista y de la Unión Europea, lidere las reformas que necesita Francia, pero también pone un ‘estate quieto’ al populismo europeo con sus propuestas nacionalistas, balancea la pérdida del liberalismo británico en Europa e instala una fuerza reformadora que va más allá de Francia, a Europa y el resto de occidente. Ver en Lampadia el nacimiento de Macron y su significado para la política fracesa: Establishment francés creó a Macron para evitar giro político, y para la política global: Una nueva oportunidad para la buena política.

Macrón se está perfilando, desde sus primeros días en el gobierno, como una fuerza transformadora, que presenta con un lenguaje directo, y apunta mucho más allá de las fronteras de Francia. Hace pocos días recibió a varios diarios europeos para compartir su pensamiento en muchos temas de impacto global. Líneas abajo presentamos algunos extractos de su entrevista, y recomendamos leerla en integridad en el siguiente enlace: Deseo contener el auge de los extremismos y la demagogia.

Macron: “Mi elección es el inicio de un renacimiento francés y espero que europeo”

En la primera entrevista desde que es presidente, Emmanuel Macron aboga por un presupuesto común de la zona euro, llama a defender los derechos de los refugiados y a construir una “Europa que protege”

Por Marc Bassets
El País, 22 de junio de 2017
Glosada por
Lampadia

 

Emmanuel Macron, en el Elíseo, este martes durante la entrevista.

Emmanuel Macron, en el Elíseo, este martes durante la entrevista. JEAN-CHRISTOPHE MARMARA 

Con la nueva legitimidad que ha logrado después de las elecciones legislativas, ¿vuelve Francia a Europa? ¿Representa una especie de nuevo liderazgo en Europa?

El liderazgo no se decreta: se construye convenciendo a otros países y a otros actores, y se comprueba en función de los resultados que se obtienen. Sería presuntuoso decir que, a partir de ahora, Francia ejerce un nuevo liderazgo europeo. La verdadera pregunta es la del objetivo de nuestra acción. Y el punto de inicio es la crisis que sufren las democracias occidentales, que se construyeron en el siglo XVIII sobre un equilibrio inédito entre la defensa de las libertades individuales, la democracia política y la creación de las economías de mercado. Un círculo virtuoso permitió que se reconociesen las libertades individuales, que se desarrollase el progreso social y que las clases medias tuviesen expectativas de progreso. Desde el final de la época dorada del capitalismo, se ha instalado la duda. Francia, que tenía el modelo social más elaborado, lo ha experimentado cruelmente. Cuando observamos el mundo hoy en día, ¿qué vemos? El auge de democracias no liberales y de los extremismos en Europa, el resurgimiento de regímenes autoritarios que cuestionan la vitalidad democrática, y unos EE UU que se retiran en parte del mundo. Este contexto se ve agravado por el aumento de la incertidumbre y de los disturbios. Las crisis se multiplican en Oriente Próximo y en el Golfo, y las desigualdades se agravan en todo el mundo.

¿De dónde procede esta inestabilidad?

No tiene una sola causa. Se debe en parte a las profundas desigualdades creadas por el orden mundial y al terrorismo islamista. A estos desequilibrios se añade el del clima. A EE UU le gusta la libertad tanto como a nosotros, pero no aprecia la justicia como nosotros.

¿Qué se puede hacer concretamente para impulsar de nuevo a Europa?¿Y cómo se puede convencer a los alemanes de la pertinencia de su proyecto?

Si no somos conscientes del desafío, nos colocaríamos fuera de la historia. Yo no he elegido eso. Angela Merkel tampoco. La cuestión es convencer. Hay que ser capaces de hacerlos soñar. Francia no tendrá ninguna capacidad motora si no tiene un discurso claro. Pero tampoco la tendrá si no fortalece su economía y su sociedad. Por eso he pedido al Gobierno que inicie las reformas fundamentales que son indispensables para Francia. Nuestra credibilidad, nuestra eficacia y nuestra fuerza están en juego. Pero la fuerza de algunos no puede alimentarse durante mucho tiempo de la debilidad de los demás. Alemania, que se reformó hace unos 15 años, comprueba hoy día que esta situación no es viable.

En todas nuestras sociedades las clases medias han empezado a dudar. Tienen la impresión de que Europa se hace sin ellas. Hay que ser más eficaz frente a las grandes migraciones reformando profundamente el sistema de protección de nuestras fronteras, la política migratoria y el derecho de asilo.

Defiendo con vigor la idea de un presupuesto de la eurozona, dotado de un sistema de gobierno democrático.

¿Cree que también los alemanes están dispuestos a cambiar?

Estoy convencido. En materia de seguridad y defensa, la canciller alemana ha cambiado las cosas profundamente. Alemania va a gastar en defensa más que Francia. ¿Quién lo hubiera creído? Pero Alemania es muy consciente de los límites de una acción que no sea completamente europea, sobre todo en lo que a intervención militar se refiere. Los egoísmos nacionales son venenos lentos.

Hoy Europa está dispersa. La división entre el este y el oeste ha reaparecido. En el este, varios países han elegido regímenes autoritarios. ¿Cómo se puede administrar una Europa tan dividida?

No creo en ese conflicto entre el este y el oeste de Europa. Hay tensiones porque nuestras imágenes simbólicas y nuestra historia no son los mismos.

Cuando hoy escucho a algunos dirigentes europeos, me parece que cometen una doble traición. Deciden abandonar los principios, dar la espalda a Europa, tener un planteamiento cínico de la Unión que serviría para gastar los créditos sin respetar los valores. Europa no es un supermercado. Europa es un destino común. Los países de Europa que no respetan las reglas deben acarrear con todas las consecuencias políticas. No transigiré sobre los principios de Europa, sobre la solidaridad y los valores democráticos. Si Europa lo acepta, es que es débil y ya ha desaparecido. No es mi elección. 

¿Cuál es el modelo para la futura relación entre Reino Unido y la Unión Europea? ¿La puerta para una marcha atrás está abierta? 

La puerta está abierta hasta el momento en que se cruza. No me corresponde a mí decir que está cerrada. Pero a partir del momento en que las cosas se inician con un calendario y un objetivo, es muy difícil volver atrás. No quiero conversaciones bilaterales.

Después del Brexit y de la elección de Trump ¿su elección supone un freno para los populismos en Europa?

Desconfío del término populismo. Yo no creo en la demagogia, que consiste en adular a un pueblo para decirle lo que espera oír, para hablarle de sus temores. No tengo la arrogancia de pensar que mi elección supone un freno. Francia no es un país que se reforme, es un país que se transforma, un país de revolución. Han visto que estaban al borde del precipicio y han reaccionado.

He apostado por la inteligencia de los franceses. No les he adulado, sino que le he hablado a su inteligencia.

¿Cómo se puede abordar el riesgo que representa Donald Trump para la estabilidad europea?

Trump ha sido elegido por el pueblo estadounidense. El problema es que todavía no ha elaborado el marco conceptual de su política internacional. Por tanto, su política puede ser imprevisible, y para el mundo es una fuente de inquietud. Deseo que cambie de opinión, porque todo está relacionado. No se puede querer luchar eficazmente contra el terrorismo y no comprometerse a favor del clima.

Imagen de la entrevista al presidente de Francia, Emmanuel Macron.

Imagen de la entrevista al presidente de Francia, Emmanuel Macron. JEAN-CHRISTOPHE MARMARA

Si la línea roja sobre el uso de armas químicas se franquea en Siria, ¿Francia está dispuesta a golpear sola? ¿Puede hacerlo?

Sí. Cuando se fijan líneas rojas, si usted no sabe hacerlas respetar, es que ha decidido ser débil. No es mi opción.

¿Qué es lo que bloqueó las cosas en 2013? Estados Unidos fijó unas líneas rojas, pero decidió in fine no intervenir. ¿Qué es lo que ha debilitado a Francia? Definir políticamente una línea roja y no extraer consecuencias. ¿Y qué liberó, de repente, a Vladímir Putin en otros teatros de operaciones? El hecho de constar que ante él había gente con líneas rojas pero que no las hacían respetar.

Yo respeto a Vladímir Putin. He tenido con él un intercambio constructivo. Tenemos verdaderos desacuerdos, sobre Ucrania en particular, pero él ha visto cuál es mi posición. Le he hablado largamente, cara a cara, de los temas internacionales, así como de la defensa de las ONG y las libertades en su país. Lo que dije en conferencia de prensa, no lo acababa de descubrir. Es mi línea: decirles las cosas con mucha firmeza a mis interlocutores pero decírselas, primero, cara a cara. Hoy tenemos con Vladímir Putin el tema de Ucrania. Y está Siria. Yo no he declarado que la destitución de Bachar el Asad sea la condición previa de todo. Porque nadie me ha presentado a su sucesor legítimo.

Mis líneas son claras. Uno: la lucha absoluta contra los grupos terroristas. Dos: la estabilidad de Siria, pues no quiero un estado fallido. Estados fallidos en los que prosperan los grupos terrorista. No quiero algo así en Siria. Tres: tengo dos líneas rojas, las armas químicas y el acceso humanitario. Se lo dije muy claramente a Vladímir Putin, seré intratable con estos temas.

Usted habla de un diálogo franco con Vladímir Putin. Pero él no cede. Aún hay combates en el Dombás, Crimea está ocupada, el formato de diálogo llamado ‘Normandía’ está agotado.

Cuando hablo de un diálogo franco con Vladímir Putin, no digo que sea milagroso. ¿Qué motiva a Vladímir Putin? Restaurar un imaginario ruso poderoso para controlar su país. Rusia también es víctima del terrorismo. En sus fronteras tiene rebeliones e identidades religiosas violentas que amenazan el país.

El objetivo de Vladímir Putin es restaurar la Gran Rusia. ¿Busca debilitarnos o que desaparezcamos? No lo creo. Seguiré siendo un interlocutor muy exigente en materia de libertades individuales y de derechos fundamentales. Finalmente, está la cuestión de Ucrania, para la cual voy a esperar a la primera reunión del formato Normandía para responder con mayor precisión. Lo que es seguro que es que tenemos un deber: la protección de Europa y de sus aliados en la región. En este punto no debemos ceder en nadaLampadia