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Porqué el populismo le está ganando a los liberales

El analista del Financial Times, Vernon Bogdanor, del King´s College de Londres, analiza el libro de Edward Luce, ‘El Retroceso del Liberalismo Occidental’ (ver artículo glosado líneas abajo). Su mensaje principal es que los liberales perdieron contacto con los ciudadanos ‘dejados atrás’ por la economía de las últimas décadas.

Como hemos visto varias veces, en los países más ricos se ha incrementado la desigualdad en paralelo a los avances de la globalización y el libre comercio que habrían deslocalizado el trabajo hacia los países emergentes ‘como China y México –Trump dixit’. Países que, al mismo tiempo, han tenido sus mejores épocas de crecimiento y reducción de la pobreza, incluyendo al Perú.

Fuente: ABC.es

Efectivamente, en los países ricos, desde la crisis del 2008/9, se descuidó a los segmentos de población que vieron debilitada su situación económica. Esto originó que estos países importen el populismo como base del nuevo discurso político, ocultando que buena parte de los impactos en la desigualdad se debían a los impactos de la ‘Cuarta Revolución Industrial’, que ha generado una inmensa ola de automatización y debilitamiento de los empleos tradicionales.

Ahora bien, ¿cómo es que siendo nuestra realidad, contraria a esa experiencia (en el Perú crecimos con reducción de la desigualdad y hasta dinamizamos el sector rural),  nuestras izquierdas desarrollaron un lenguaje político que también acusa y asocia a la globalización y al libre comercio como responsables de lo que aún tenemos que avanzar en la mejora de la vida de todos los peruanos?

Durante los últimos largos años, siempre nos llamó la atención que, por ejemplo, los economistas ligados a la PUCP, como Javier Iguiñiz, Alan Fairlie, Félix Jiménez y Pedro Francke, entre otros adoptaran el lenguaje y el análisis que estaba alimentando la política populista de EEUU a la realidad de la política del Perú. Recordemos que estuvieron en contra con la apertura comercial, por ejemplo, durante el debate del TLC con EEUU, donde gran parte del establishment peruano estaba en contra del acuerdo, sin embargo, el 75% de la población lo aprobó. Asimismo, son crpiticos de la globalización y las inversiones de la mimnería moderna. 

Pues resulta que estos despistados economistas, que no generaban ideas propias, solo se alimentaban de los papers de algunas universidades de EEUU y extrapolaban varios de los argumentos para utilizarlos en sus prédicas en el Perú. Ellos, eventualmente llegaron a crear suficiente confusión como para viabilizar la victoria de Humala, que recogió todos sus absurdos planteamientos e interrumpió el mejor período de crecimiento e inclusión de nuestra historia, además de malograr el análisis causa-efecto de la transformación de nuestra economía, desde la de un Estado fallido a Estrella Internacional.

Ahora con Trump al mando del país que, históricamente, ha liderado la globalización y el libre comercio. Hoy, más que nunca, es muy importante que países emergentes como el Perú tomen una posición anti populismo y reafirmen su opción por un mundo más globalizado y una economía abierta, destacando la importancia del comercio internacional para nuestro desarrollo económico y para beneficio e inclusión de nuestros pobres en la economía de mercado. Lampadia

Los liberales el contacto con los ‘dejados atrás’

En su libro, “The Retreat of Western Liberalism” (El retroceso del liberalismo occidental), Edward Luce describe el camino desde la crisis financiera global a la revuelta populista
 
Fuente: © AFP

Vernon Bogdanor
Profesor de Gobierno en el King´s College, Londres
Financial Times
10 de abril de 2017
Traducido y glosado por Lampadia

En la primera mitad del siglo XX, la democracia parecía una planta frágil. Hacia 1942, solo quedaban 12 democracias en el mundo. Pero con la derrota del fascismo y, unas décadas después, el colapso del comunismo, las democracias liberales parecían como la ola del futuro. 

Esa esperanza ya no es sostenible. Freedom House, encuentra que desde 2008 son más los países que han restringido las libertades, que los que las aumentaron. En el  2016, ha habido retrocesos  en derechos políticos, libertades civiles o ambas en democracias liberales como Dinamarca, Francia, España y EEUU, así como en Hungría y Polonia. en los Estados Unidos, en los Estados Unidos y en los Estados Unidos, así como en Hungría y Polonia. La ‘primavera árabe’ se tornó en un invierno; mientras en Europa nos felicitamos cuando en Austria y Francia, los partidos de orígenes fascistas quedan segundos.

Como Edward Luce anota en su oportuno libro, las amenazas para las democracias liberales no vienen de afuera como en los años 1930s y en la guerra fría, ahora vienen de adentro. Donald Trump es el síntoma, no la causa de esa amenaza: el populismo.

Así como el nazismo fue producto del ‘crash de 1929’, Luce cree que el populismo agarra viada con la crisis financiera del 2008, que erosionó el racional de los privilegios de las élites financieras. Esa élite, que fue aclamada por sus supuestas habilidades en los análisis de riesgos, ahora está expuesta como cortoplacista, tonta y sin ética. Sin embargo los banqueros, a diferencia de sus víctimas, emergieron  ilesos, asumiendo convertidos una suerte de socialismo cuando tuvieron que depender del Estado para salvarse.

La élite política, también pareció sometida a reglas diferentes de las aplicables a la población en general. En Inglaterra, los miembros del parlamento manejaban sus gastos de maneras que para otros hubieran significado su despido. Hillary Clinton no podía entender porqué se había objetado que recibiera US$ 675,000 de Goldman Sachs por honorarios de presentaciones, mientras que en Francia, la corrupción de sus  líderes llegó a ser tomada por dada.

Todo esto alimentó el populismo, cuyo grito era que las diferencias entre la izquierda y la derecha no importaba, pues las diferencias reales estaban entre el pueblo y toda la clase política. Los populistas representaban al pueblo, así que cualquiera que se les opusiera, se estaba oponiendo al pueblo, “We are the people” (nosotros somos el pueblo).

Según Luce, los liberales no han entendido lo que está sucediendo. Se han desconectado de la gente. Los demócratas con Clinton, New Labour (el nuevo laborismo), los conservadores con David Cameron y los socialistas franceses, que buscaban ganar a los candidatos aspirantes. Se olvidaron de los perdedores de la sociedad, los miraban sobre el hombro, como cuando Hillary Clinton llamaba ‘deplorables’ a los partidarios de Trump. Los liberales aprobaban la globalización, el multiculturalismo, el la economía de mercado y formas de vida alternativas, una agenda sin mucho atractivo para los ‘dejados atrás’. El liberalismo se había convertido en la ideología de la elite meritocrática.

Barack Obama y Hillary Clinton, como Cameron y François Hollande, pertenecen a las clases de los que pasan los exámenes. Eso los incapacitaba para entender a los que formarían la base pétrea de los partidarios de Trump, mientras los compromisos de la social democracia abrieron un nuevo camino a la izquierda – Bernie Sanders, Jean-Luc Mélenchon, Jeremy Corbyn. Para oponerse a todos ellos, todo lo que la izquierda moderada tuvo para ofrecer fue el cansado vocabulario del consultor de negocios,  “McKinsey – la lengua franca de Davos”.

Luce es mejor diagnosticando que planteando los remedios. Pero está en la cierto al enfatizar la importancia de un programa radical de habilidades para los ‘dejados atrás’.

Pero, más fundamentalmente, los liberales deben volver a aprender el lenguaje del patriotismo. Para la revolución de Trump, como para el Brexit, está en la base para restablecer la autoridad de la nación. Los liberales han fallado al pensar que su tarea  era debilitar el patriotismo, en vez de fortalecerlo.Lampadia