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Ucrania – Rusia

Ucrania – Rusia

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Líneas abajo publicamos el artículo del ecuatoriano Jaime Durán Barba sobre el conflicto de Rusia con Ucrania, que ya involucra a EEUU y a los países europeos de la OTAN, amenazando con una situación de guerra que puede traer un proceso difícil de prever y controlar.

Publicamos el artículo con la autorización expresa de Durán, gestionada por el embajador Ponce Vivanco.

Eduardo Ponce Vivanco (embajador del Perú):

Este es un excelente artículo de mi amigo Jaime Durán Barba.  El ecuatoriano creador de Informe Confidencial (tipo IPSOS) quien  tuvo el valor de encuestar las preguntas que elaboré cuando fui Embajador en Quito.   El resultado anticipó -en 1994 – que sus compatriotas aceptarían la paz con Perú en base al Protocolo de Río de Janeiro.

Cuatro años después fue el principal asesor político de Jamil Mahuad, decisivo para el logro de la paz de 1998.

Después se fue a la Argentina, donde también fue decisivo para la victoria de Macri y, luego, uno de sus principales asesores políticos.

Vive en Buenos Aires y mantiene el Informe Confidencial en Ecuador con su socio Santiago Nieto. Jaime es un hombre brillante.

Tengo su autorización para que su artículo sobre Ucrania-Rusia se publique en Lampadia, que le pedí expresamente.

El calvario de Ucrania

Jaime Duran Barba
Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.
Perfil.com – Argentina
29-01-2022

¿Es posible que estalle una guerra en gran escala? Desde el análisis racional sería absurdo. Los costos para Rusia serían brutales, su economía no puede afrontarlos. Europa es un continente pequeño con una diversidad cultural en el que la guerra tendría costos incalculables. Occidente ha evolucionado y los pacifistas ya no son la minoría que pudo ser perseguida el siglo pasado. Pero los seres humanos no somos racionales.

Con frecuencia se analiza la política como si los seres humanos no interesaran demasiado. Algunos explican el conflicto entre Rusia y Ucrania solo a partir de variables abstractas, como el control del gasoducto, intereses económicos o la lógica internacional, pero somos humanos y lo que hacemos se explica más por una mezcla de elementos culturales, creencias, experiencias históricas, y la psicología de los líderes. 

No se puede comprender el problema de Ucrania sin conocer una historia en la que se han acumulado mitos, sentimientos y temores entre pueblos que, siendo parecidos, han sumado conflictos desde hace más de mil años. 

En el siglo VII los jázaros fundaron un país en el Cáucaso, adoptaron la religión judía y sometieron a los pueblos eslavos del sur. Dos siglos después varegos suecos destruyeron este reino, unificaron bajo su liderazgo a las tribus eslavas y fundaron el Rus de Kiev, gobernado por la dinastía rúrika, que reinó en las Rusias hasta el tiempo del zar Iván el Terrible. El país que fundaron los vikingos conectaba el golfo de Finlandia con el mar Negro. 

Los cristianos de la época creían que Dios había creado la Tierra dividiéndola con una cruz de agua cuyo componente vertical venía del Báltico por el Dniéper y continuaba por el Nilo, y el horizontal salía del estrecho de Gibraltar, seguía por el mar Negro y por otros mares que llegaban hasta el Pacífico.

El Rus de Kiev fue la Rusia original, que se dividió en tres países con cultura e idioma semejantes: Ucrania, Rusia y Bielorrusia. 

Rusia tuvo siempre un problema de acceso al mar que la llevó a mantener conflictos con Finlandia y los estados bálticos. Entre ellos fundó San Petersburgo, puerto que no puede trabajar todo el año porque se congela el mar.

En 1475 los otomanos, aliados a tártaros musulmanes, tomaron la península de Crimea en el mar Negro y la controlaron hasta 1783, cuando fue anexada a Rusia, que en 1864 se enfrentó a británicos, franceses y otomanos para mantener su control. Crimea fue por muchos años una provincia rusa habitada por tártaros, y se incorporó en esa calidad a la Unión Soviética en 1921.  

En la URSS, después de un breve período revolucionario dirigido por Lenin, se instaló un régimen dirigido por Stalin, un georgiano que pretendió colonizar con rusos varios países que conformaban la Unión Soviética. Esa es la raíz del actual conflicto. 

Stalin implementó en 1928 el primer plan quinquenal para desarrollar la industria pesada soviética, tratando de cambiar el modelo económico de un país que vivía de la agricultura. Para eso, lanzó un proceso de reforma agraria, que expropió la tierra de los campesinos para formar granjas colectivas, provocando un rechazo masivo de los habitantes del campo, que se negaron a enviar alimentos a las ciudades. El resultado fue una masacre en la que murieron 12 millones de soviéticos. 

Los horrores del plan quinquenal fueron más brutales en Ucrania, donde alrededor de 3 millones de habitantes murieron de hambre entre 1932 y 1933. En su idioma, crearon la palabra “holodomor” para referirse a la muerte por hambre generalizada en este período, que atribuyeron a los rusos. 

Pestes como el tifus se extendieron por el país causando una enorme mortandad, pero los rusos impidieron que los médicos enfrentaran el problema. Se han documentado casos de infanticidio, canibalismo, y la existencia de un mercado negro de carne humana. 

Stalin quiso exterminar la cultura ucraniana. Prohibió el uso de su idioma, sus publicaciones, y ejecutó a más de 600 mil maestros, intelectuales y ciudadanos que lo cultivaban.

La propaganda soviética impidió que se conociera esto durante muchos años, y los propios ucranianos no pudieron hablar del tema abiertamente hasta la disolución de la URSS. No se debía criticar a la revolución.

La política excluyente de Stalin cobró más fuerza después de la Segunda Guerra Mundial. Cuando el Ejército Rojo liberó Alemania de los nazis, en Königsberg, capital de Prusia Oriental, 2.5 millones de alemanes fueron expulsados para poblar la zona con rusos y fundar Kaliningrado. Esta provincia rusa, situada al suroeste de Polonia y Lituania, desvinculada del territorio ruso, se transformó en sede de una de las principales bases navales soviéticas, y cuando se disolvió la URSS permaneció como provincia de Rusia.

En Crimea, Stalin acusó a los tártaros de colaborar con los nazis y los deportó masivamente a Uzbekistán, en una limpieza étnica conocida como Sürgünlik. Como en otros sitios, la aniquilación de los tártaros sirvió para colonizar la península.  Los habitantes quedaron distribuidos de la siguiente forma: rusos 59%, ucranianos 24%, tártaros 12%.

Muerto Stalin, asumió el poder Nikita Jrushchov, que había nacido en una aldea fronteriza entre Rusia y Ucrania. Al momento de asumir el poder de la URSS era la máxima autoridad de Ucrania. En el XX Congreso del Partido Comunista, el nuevo secretario general denunció las atrocidades del estalinismo y fomentó una política de reconciliación entre Rusia y Ucrania. 

En un gesto de amistad, transfirió la península de Crimea a Ucrania, a pesar de que tenía una mayoría rusa. Fue un acto simbólico: existía una URSS férreamente unida, que parecía avanzar sobre el mundo, incluso instalando misiles en Cuba. 

En 1990 aconteció lo inconcebible: se disolvió la URSS y el tablero internacional se volvió caótico. Algunos países como Polonia, Hungría, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania y otros, amenazados u ocupados por los rusos, se apresuraron a ingresar en la OTAN. Quedaron conflictos por todos lados, porque la rusificación de Stalin introdujo contingentes de rusos en países que se volvieron independientes. En Kaliningrado no hubo problemas porque no dejaron prácticamente ningún alemán, en Crimea los rusos eran una clara mayoría, pero en otros países constituían minorías que reclamaban la independencia o volver a Rusia.

Era obvio que también Ucrania, cuando se proclamó república soberana en 1990, después de todo lo vivido, buscara la protección de la alianza atlántica.  

Pero el reordenamiento territorial no era fácil. Crimea está poblada por una mayoría de rusos, y es la principal base militar rusa en el mar Negro. Cuando su pertenencia a Ucrania era un juego simbólico no importaba, pero al convertirse en algo real era inadmisible para Rusia. En 2014 grupos pro rusos, tomaron Crimea y convocaron a un plebiscito en el que, como era de esperarse, se aprobó su adhesión a Rusia por el 97% de los votos.

En ese mismo año en el este y el sur de Ucrania se proclamaron las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk que reclamaron integrarse a Rusia. Son en realidad regiones habitadas por rusos que llegaron en el tiempo de la URSS. No son ucranianos, no se sienten tales, están en la frontera con Rusia, cuentan con su apoyo militar. Son rusos que quieren pertenecer a Rusia.

A lo largo de la historia, Ucrania no estuvo tan ligada a Rusia como Bielorrusia. Tuvo vínculos importantes con Polonia y Lituania, tiene una Constitución democrática, celebra elecciones periódicas. En contraste, Rusia es el país totalitario de siempre. Vladimir Putin es un ex jefe de la KGB que provocó una sospechosa masacre en Chechenia para afirmarse en el poder, no respeta las instituciones, manda a asesinar a sus opositores incluso fuera del territorio ruso. Es otro Stalin, cuya memoria detestan los ucranianos y veneran los rusos.  

Es natural que Ucrania quiera pertenecer a la OTAN para protegerse del peligro ruso. También lo es que los rusos que viven en Donetsk y Lugansk no quieran pertenecer a Ucrania, un país al que rechazan, aunque vivan legalmente en su territorio. Desde 2014 organizaron milicias, apoyadas y también integradas de manera clandestina por tropas rusas, inicialmente para apoderarse de edificios policiales, gubernamentales y de comisarías, y después para lanzar una guerra de independencia de Ucrania.

Putin ha dicho que los rusos, por razones históricas y culturales, sienten que Ucrania es parte de Rusia y quieren anexarla a su país. Para ellos sería inadmisible que se instalen los misiles de la OTAN tan cerca de Moscú, como fue absurda, en su momento, la instalación de los cohetes soviéticos en la Cuba de 1962.

En julio de 2007 el gobierno ruso anticipó que, si Estados Unidos desplegaba un escudo antimisiles en Polonia, Rusia instalaría armas nucleares en Kaliningrado, o sea en el territorio alemán ocupado. 

En el tablero internacional hay líderes y gobiernos totalitarios que admiran a Putin, quisieran que Rusia ocupara Ucrania. Los chinos verían en esa invasión, si es exitosa, un antecedente interesante para tomar por la fuerza Taiwán, al que sienten parte de China, aunque los taiwaneses no comparten esa sensación. Los ayatolás de Irán, que esperan matar en cualquier momento a los judíos y cristianos de todo el mundo, tienen también una simpatía táctica con este zar de corbata. Pasa lo mismo con líderes del Tercer Mundo, como Ortega en Nicaragua, Maduro en Venezuela, Cristina Fernández en Argentina y los coroneles de Burkina Faso. Les encantaría tratar a sus adversarios con las recetas de Putin.

¿Es posible que estalle una guerra en gran escala? Desde el análisis racional sería absurdo. Los costos para Rusia serían brutales, su economía no puede afrontarlos. Europa es un continente pequeño con una diversidad cultural en el que la guerra tendría costos incalculables. Occidente ha evolucionado y los pacifistas ya no son la minoría que pudo ser perseguida el siglo pasado.

Pero los seres humanos no somos racionales. Cuando se estudia la Primera Guerra Mundial está claro que aconteció porque nadie la creía posible y como resultado de muchas equivocaciones y tonterías que condujeron a la tragedia. Lo prueba también la disparatada invasión a Irak, solo explicable por el libro de David Owen, The Hubris Syndrome: Bush, Blair and the Intoxication of Power. Lampadia




Riqueza, desigualdad, tecnología

Riqueza, desigualdad, tecnología

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia

Un titular del diario español El País al comenzar el año muestra una información que tiene hondas repercusiones políticas: “Los más ricos del mundo aumentan un 30% su patrimonio en el último año” (2/1/22).

Eso significa, de acuerdo a la misma fuente, que las 20 mayores fortunas del mundo vieron crecer su patrimonio conjunto en 500,000 millones de dólares.

Ocho de los diez más ricos del mundo basan su fortuna en la tecnología, incluyendo a Elon Musk (Tesla), Jeff Bezos (Amazon), Bill Gates (Microsoft), Larry Page y Sergey Brin (Google) y Mark Zuckerberg (Facebook).

El problema no es que esos magnates –la mayoría norteamericanos- hayan aumentado sus fortunas, sino que simultáneamente “la clase media de Estados Unidos vio reducida su riqueza”, según la La gaceta de la iberósfera (3/1/22).

En su último libro, “El corredor estrecho”, Daron Acemoglu y James Robinson señalan ese problema como una de las más importantes amenazas a la democracia y el libre mercado. Las cifras de la concentración de los ingresos que resumen esa situación son realmente preocupantes:

Ese 1 por ciento de los estadounidenses recibía alrededor del 9 por ciento de los ingresos en la década de 1970. En 2015 esa cifra había ascendido al 22 por ciento. El aumento ha sido aún más sorprendente para el 0.1 por ciento, que fue de alrededor del 2.5 por ciento en la década de 1970 y casi un 11 por ciento del ingreso nacional en 2015.”

A la luz de las últimas cifras resumidas al principio de este artículo, esa tendencia no deja de aumentar.

A fines del siglo XIX y principios del XX hubo una situación similar en los EE.UU., señalan Acemoglu y Robinson, cuando “magnates ferroviarios como Cornelius Vanderbilt y Jay Gould, industriales como John D. Rockefeller y Andrew Carnegie, y financieros como John Pierpont Morgan, estos ´barones ladrones´ no sólo invirtieron de forma masiva e impulsaron la expansión económica, sino que amasaron fortunas sin precedentes y abusaron de manera habitual de su poder económico y político.”

La respuesta fue un aumento de la capacidad del Estado para regular estos monopolios, empezando por la Ley de Comercio Interestatal de 1887, el primer paso hacia una regulación nacional de la industria, seguida de la Ley Antimonopolio Sherman de 1890, la Ley Hepburn de 1906 y la Ley Antimonopolio Clayton de 1914. Los presidentes sucesivos, Theodore Roosevelt y William H. Taft (republicanos) y Woodrow Wilson (demócrata), utilizaron estas leyes para deshacer los monopolios. 

Eso hasta ahora no ha sucedido en lo que va del siglo XXI.

Es necesario resolver este problema, porque está muchas veces en la base del éxito de políticas populistas, que utilizan engañosamente el crecimiento de la fortuna de los ricos y el estancamiento de los ingresos de la clase media para proponer –y, a veces, realizar- políticas que terminan arruinando el crecimiento y empobreciendo a todos, excepto a los populistas que se hacen del poder y amasan fortunas no producto del trabajo y la innovación, sino del uso corrupto del poder político.

En su excelente libro sobre el avance del populismo en el mundo, “El pueblo contra la democracia”, Yascha Mounk señala como en EE.UU. “de 1935 a 1960, el nivel de vida del estadounidense medio se duplicó. De 1960 a 1985, volvió a duplicarse de nuevo. Desde 1985 se ha mantenido básicamente plano: el hogar estadounidense medio no es más rico ahora que treinta años antes.” Ahora, dice Mounk, la mitad de los estadounidenses se quedan estancados sin que su situación mejore a lo largo de su vida, cosa que no ocurría antes.

Si eso sucede en EE.UU., en muchos otros lugares es peor. En el Perú, tres décadas de crecimiento –la de 2004 a 2014 espectacular-, se han visto bruscamente frenadas por gobiernos caviares con consecuencias políticas desastrosas.

En Chile acabamos de ver cómo, después de décadas de crecimiento y de mejora sustancial del nivel de vida de todos, la desigualdad ha sido un tema crucial en la campaña del populismo izquierdista para hacerse del poder y probablemente arruinar al país y empobrecer a todos.

Por último, otro problema de la realidad descrita aquí, es el que pronostica Eurasia Group: una de las amenazas más importantes del 2022 es lo que denomina el mundo tecnopolar un puñado de empresas tecnológicas son ahora tan poderosas como los estados-nación: actores geopolíticos con una influencia sin precedentes sobre la información a la que tenemos acceso”. (Gzero, 4/1/22).

“Es el 2022. Su información personal será pirateada. Los algoritmos alimentados con datos sesgados tomarán decisiones destructivas que afectarán la forma en que miles de millones de personas viven, trabajan y aman. (…) Lo único que todas estas realidades tienen en común es que emanan del espacio digital, donde un puñado de grandes empresas tecnológicas, no gobiernos, son los principales actores y ejecutores.” (3/1/22)




Cuidado con la vigilancia tecnológica

Cuidado con la vigilancia tecnológica

SE VIENE ¿A BRAVE NEW WORLD? ¿UN MUNDO FELIZ?

LAS GRANDES CORPORACIONES QUIEREN ‘HACKEAR’ A LA HUMANIDAD

YUVAL NOAH HARARI
HISTORIADOR Y FILÓSOFO
CARLOS MANUEL SÁNCHEZ
FOTOGRAFÍA: ITZIK YAHAV
El Correo – España
XL semanal
14 de noviembre, 2021
Glosado por Lampadia

Este historiador y filósofo levanta expectación. Ha conseguido algo nunca visto. Vender 35 millones de libros, traducidos a 65 idiomas, con sesudas reflexiones sobre el ser humano y su papel en el mundo. Hablamos con él en busca de respuestas ante una explosión tecnológica plagada de promesas… y peligros.

Si tengo algún superpoder, es el de ver las cosas como son en realidad», dice Yuval Noah Harari (Israel, 45 años), que ha afinado esa visión de rayos X con años de meditación para no distraerse con el ruido mental y centrarse en lo importante. Este historiador y filósofo social que se atrevió a contar el pasado de la humanidad en Sapiens, el futuro en Homo Deus y el presente en 21 lecciones para el siglo 21 se ha convertido en un fenómeno editorial. Ahora publica Los pilares de la civilización, el segundo volumen de Sapiens. Una historia gráfica (Debate), una adaptación al cómic de su texto más ambicioso, que sigue batiendo récords. «Estamos en la década más crítica de la historia», asegura Harari, quien considera que el destino del ser humano está en juego.

XL Semanal. Durante la crisis, escuchábamos a los economistas y, ahora, los filósofos se han puesto de moda. ¿Son ustedes los nuevos gurús?

Yuval Noah Harari. ¡Espero que sí! Necesitamos a los filósofos más que nunca porque muchas de las preguntas filosóficas, que antes eran puramente teóricas, ahora se han convertido en cuestiones de ingeniería práctica. Un coche autónomo debe tomar decisiones éticas. El famoso dilema de si atropellas a un niño o te estrellas contra un camión que viene de frente…

XL. ¿Y estamos por la labor de reflexionar?

Y.N.H. La mayoría de la gente no se embarca en un viaje serio de autoexploración porque descubres muchas cosas que no te gustan sobre ti mismo. Pero, ahora, la tecnología nos está obligando a hacer esta búsqueda espiritual. Pagaremos caro si no la hacemos.

«Es peor sentirse inútil que estar explotado. En el siglo XX, un obrero podía ir a la huelga. Ahora, con la automatización, los obreros son prescindibles. Ir a la huelga, ¿para qué? Si nadie te necesita…»

XL. ¿Por qué?

Y.N.H. Porque estamos inmersos en una carrera por ‘hachear‘ a la humanidad en general y a ti en particular. Y debes hacer el esfuerzo de estar un paso por delante de tus competidores: de las grandes corporaciones, de los gobiernos. Para ganar, debes conocerte a ti mismo mejor que ellos a ti.

XL. La biotecnología también nos plantea cuestiones peliagudas…

Y.N.H. Sin duda. ¿Hasta qué punto podemos modificar el cuerpo y la mente con ingeniería genética, o con cirugía, o con una interfaz cerebro-computadora? Pero las preguntas de fondo son las de siempre: ¿qué significa ser una persona?, ¿qué cualidades humanas son valiosas? Los filósofos han reflexionado sobre estas cuestiones durante miles de años, sin demasiada repercusión en la práctica, porque nadie tenía la tecnología para reinventar al ser humano. Ahora empezamos a tenerla.

XL. ¿Les haremos caso a los filósofos?

Y.N.H. Espero que las compañías y los gobiernos les presten atención, pero también a los poetas, a los artistas… Porque los ingenieros, a veces, pueden ser muy ingenuos o estar desinformados sobre las consecuencias de lo que hacen. Si dejas que una compañía o un ejército decida cómo rediseñar al ser humano, lo más probable es que potencien las cualidades que a ellos les vienen bien, como la productividad o la disciplina, y desprecien otras, como la sensibilidad y la compasión. Y el resultado será que tendremos gente muy inteligente y disciplinada, pero superficial y espiritualmente pobre. Y esto no va a mejorar al ser humano, sino a degradarlo.

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Entre la exposición de una ‘celebritie’ y el retiro monacal. Harari vive en Israel y lo hace al margen de las redes sociales y ‘desaparece’ dos meses al año en un retiro espiritual. No obstante, confiesa que conoció a su marido, Itzik, gracias a una aplicación para citas. Eso sí, allá por 2010.

XL. ¿Cree que existe un alto riesgo de que la tecnología nos haga miserables?

Y.N.H. Sí. Estamos viendo como surgen nuevas maneras de organizar el mundo a través de la tecnología de vigilancia. Los chinos están probando herramientas para algo que podría convertirse en el peor sistema que ha existido jamás en la historia. Y, además, puede ser exportado a todo el mundo, como un pack. Incluso países que no tienen la tecnología para crear un sistema de vigilancia pueden comprarla a China. Así que el peligro es global.

XL. Pero en Occidente ya se ejerce ese espionaje de nuestros datos, aunque sea para vendernos productos y servicios…

Y.N.H. Sí, es verdad, lo mismo se puede decir del capitalismo de vigilancia que vemos en Estados Unidos y que también se exporta al resto del mundo. Espero que encontremos una tercera vía porque ambos sistemas son muy dañinos no solo para la supervivencia de la democracia, sino para los valores humanos y el desarrollo mismo de las personas.

XL. ¿Puede describir el proceso por el que la tecnología devalúa al ser humano?

Y.N.H. Le pondré un ejemplo. Cuando pensamos en las posibilidades actuales de la ingeniería genética, deberíamos recordar que hemos estado criando vacas y cerdos durante miles de años. Los hemos domesticado buscando las cualidades que nos interesaban: que den más leche, que sean más obedientes… Y el resultado es que los animales domésticos no son una mejora de sus ancestros salvajes, sino un pálido reflejo de lo que eran. Y lo mismo puede sucederles a los humanos.

«El poder y la riqueza se concentran en China y Estados Unidos. Europa unida debería convertirse en un contrapoder. Ningún país europeo solo puede competir con Google, Baidu, Tencent, Facebook…»

XL. Ya, pero que intenten domesticarnos no es nuevo…

Y.N.H. Sí que hay algo nuevo. Antes casi toda la información que se reunía sobre ti estaba fuera de tu piel: qué compras, dónde vas, lo que ves… Ahora hay herramientas que pueden recopilar lo que sucede en tu corazón y en tu cerebro. Y no hablo de tecnologías invasivas, como implantes. Una pulsera que mide tu ritmo cardíaco o cámaras que observan tu cara son muy buenas ya para inferir tu estado emocional. Y, en manos de un estado totalitario, pueden ser muy peligrosas. Imagine que Corea del Norte obliga a sus ciudadanos a llevar una pulsera biométrica. Entras en una habitación y hay una foto de Kim Jong-un y el brazalete capta los signos de ira porque tiene acceso a tu cerebro. Son muy malas noticias para ti.

XL. ¿Somos fáciles de manipular?

Y.N.H. No es tan sencillo. Los gobiernos siempre han querido hacerlo, pero no podían porque no solo necesitan información, sino capacidad para analizarla. Si un país tiene cien millones de habitantes, hacían falta cien millones de espías para seguir sus pasos. Y, aunque los tuvieran y alguien anotase todo lo que digo, se producirían cien millones de informes diarios. Nadie podría leerlos. Pero ahora es posible seguir a todas las personas durante las 24 horas. Tenemos al espía en la mano: el móvil… Y, por primera vez en la historia, se puede analizar esa información con inteligencia artificial. Ni tu madre te conoce mejor que el algoritmo.

XL. Usted afirma que somos muy malos tomando decisiones. Si el algoritmo nos conoce tan bien como para sugerirnos una serie o elegirnos pareja y, además, acierta más que nosotros, ¿qué hay de malo?

Y.N.H. En principio, nada. Es una cuestión de qué tipo de decisiones les dejamos a las máquinas. Y quién controla a estas. Por ejemplo, meto mi dinero en un fondo de pensiones, pero no quiero que ese dinero vaya a parar a empresas que contribuyan al cambio climático. No tengo tiempo para estar mirando dónde invierte ese fondo, pero la inteligencia artificial sí que puede. Me parece bien, porque me está ayudando a cumplir mis objetivos. El potencial para lo bueno está ahí y la tecnología puede mejorar la atención sanitaria, psicológica… El problema es que la mayoría de los datos que se recopilan de cada uno de nosotros se usan para manipularnos. Por ejemplo, se entrena al algoritmo para que identifique a jóvenes con baja autoestima y enviarles anuncios de dietas.

«La economía global es compleja; resulta difícil entender que un magnate del otro lado del mundo sea responsable de lo que te está pasando a ti. Es más fácil culpar a los inmigrantes»

XL. ¿Nos está robando el algoritmo nuestro derecho a equivocarnos y aprender de nuestros errores?

Y.N.H. No necesariamente. Un algoritmo que recomienda música aprenderá las canciones que nos gustan, pero también se puede ajustar para que nos sugiera nuevos estilos. Depende de cómo se diseñe. Un cuchillo puede tener forma de daga o de bisturí. Uno sirve para matar y otro para salvar vidas. Si no tiene otra cosa, un cirujano también puede usar una daga, pero le va a resultar más difícil operar con ella. Una de las elecciones más importantes a la hora de diseñar algoritmos es si se crean para que gobiernos y compañías vigilen a la gente o viceversa, para que nosotros los vigilemos. Hoy solo se hace en una dirección. Ellos saben mucho de nosotros y nosotros, casi nada de ellos.

XL. En resumen, el algoritmo quiere saber cómo somos, pero nosotros somos poco dados a reflexionar.

Y.N.H. Muchas veces la verdad es dolorosa y complicada y preferimos ignorarla. Eso sucede a nivel individual. Se ha demostrado que la mayoría piensa que conduce mejor que la media, lo cual es matemáticamente imposible. Pero también sucede a nivel colectivo: los políticos que le cuentan a la gente la verdad sobre su país pierden las elecciones. Sucede en Israel, en España, en Estados Unidos…

XL. Si te sientes abandonado por el sistema, votas a quien te da esperanzas, no a quien te dice que te va a ser muy difícil encontrar trabajo.

Y.N.H. Además, es peor sentirse inútil que explotado. En el siglo XX, si eras un obrero en una fábrica, había una gran compañía que intentaba que trabajases más horas. La lucha de los movimientos sociales se organiza para contrarrestar esto. Si ibas a la huelga, la economía colapsaba. Tenías cierto poder porque eras necesario.

XL. ¿Y ahora no?

Y.N.H. Lo que estamos viendo con la nueva economía del siglo XXI es que la automatización destruye un montón de empleos y crea otros nuevos, pero esos nuevos empleos demandan altos niveles de destreza y mucha gente no va a poder hacer esa transición. No le puedes pedir a un conductor que se recicle en diseñador de videojuegos. No estará explotado, pero será prescindible. Y esto es mucho más peligroso. No te sirve de nada ir a la huelga, ¿para qué? Si nadie te necesita…

«La verdad es dolorosa y complicada y preferimos ignorarla. Los políticos que cuentan la verdad pierden las elecciones. Pasa en Estados Unidos, en España…»

XL. Usted señala que esa frustración se proyecta sobre las minorías y no sobre las élites que se han enriquecido hasta niveles nunca vistos. ¿Por qué no le pedimos cuentas a Jeff Bezos o Elon Musk?

Y.N.H. Porque la economía global es compleja. Es muy difícil entender cómo funciona el sistema, las relaciones de causa y efecto. Durante la Revolución francesa, los campesinos sabían que el aristócrata del castillo cercano los estaba explotando, así que pedían su cabeza. Pero era fácil ver la conexión. Ahora es muy difícil hacer responsable a un magnate del otro extremo del mundo de lo que te está pasando a ti. Es más fácil culpar a los inmigrantes.

XL. ¿Es inevitable que una parte importante de la humanidad acabe siendo ‘clase inútil’?

Y.N.H. No creo. Antes aprendías una profesión de joven y ya te valía. Pero hará falta reeducar a los trabajadores cada década, más o menos. Esto va a requerir enormes inversiones en educación. Algunos países tendrán recursos; otros no. ¿Y qué va a pasar cuando ni siquiera puedan ofrecer mano de obra barata porque será más barato volver a producir en Estados Unidos? Colapsarán.

XL. ¿Podemos escapar de ese futuro?

Y.N.H. No es algo que esté determinado, pero existe un gran riesgo. Además, vamos hacia un nuevo colonialismo. Durante la mayor parte de la historia hemos tenido esta clase de relación entre la metrópolis y sus provincias. Estas proporcionaban las materias primas como algodón, cobre y caucho que las potencias convertían en tejidos, electrónica y coches, y los vendían a la periferia. Ahora, la materia prima son los datos. Se necesitan enormes cantidades de datos para entrenar a la inteligencia artificial. Y estos datos fluyen hacia el centro del imperio, que los convierten en aplicaciones y productos tecnológicos que luego venden al resto del mundo, cerrando el círculo.

«Tenemos al espía en la mano: el móvil… Ni tu madre te conoce mejor que el algoritmo. La tecnología devalúa al ser humano. Lo domestica»

XL. ¿Dónde está ese centro en la actualidad?

Y.N.H. Hay dos: Estados Unidos y China. Las diez compañías más importantes son americanas o chinas. Y esto es malo porque, de nuevo, la mayor parte de la riqueza y el poder se concentra en muy pocos lugares. Una Europa unida debería intentar convertirse en un contrapeso. No hay ningún país europeo que por sí solo pueda competir con Google, Baidu, Tencent, Facebook…

XL. Estamos saliendo de una pandemia y ahora dicen que se avecina una época de escasez. ¿Podemos aspirar a ser felices o solo a sobrevivir?

Y.N.H. No deberíamos pensar en términos binarios. En tener lo uno o lo otro. Para resistir a una pandemia, hace falta un buen sistema de salud, y la salud mental es esencial y el bienestar social también lo es. Hemos visto que no solo es el virus el que amenaza a la gente, también la depresión, la ansiedad, la soledad, la desconfianza… Podemos ser felices, pero tenemos que escoger bien nuestras prioridades.

‘SAPIENS, LOS PILARES DE LA CIVILIZACIÓN’

«La Edad de Piedra era más igualitaria. No había dictadores»

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XL. En su libro Sapiens. Una historia gráfica. Volumen 2: los pilares de la civilización (Debate) cuenta que el trigo nos domesticó, cuando creíamos que había sido al revés. Esta hierba silvestre se las arregló para extenderse por el mundo a nuestro lado.

Y.N.H. Sí. Y creíamos que íbamos a vivir mejor, pero nuestras existencias empeoraron… La Revolución Agrícola fue un fraude. Hace unos diez mil años llevábamos una vida bastante cómoda y, en un par de milenios, no hacíamos otra cosa que cuidar de la cosecha de sol a sol.

XL. La agricultura también trajo hambre, lo que resulta paradójico.

Y.N.H. Lo que sucedió fue que la agricultura llevó a una explosión demográfica. Y cada vez hubo más campesinos no porque la gente lo eligiera, sino porque ese excedente de población arrinconó a los cazadores recolectores. Pero nadie se podía imaginar las consecuencias de esta transición. Nadie sospechaba que las epidemias también eran la consecuencia de la Revolución Agrícola, que propició el hacinamiento.

XL. Hablemos de los pilares de la civilización: gobiernos y escritura también aparecieron con la Revolución Agrícola.

Y.N.H. Los reyes y la burocracia son recientes, en términos de evolución. Los humanos han existido desde hace dos millones de años y se las apañaron sin gobernantes la mayoría de ese tiempo.

XL. ¿Pero no es mejor ser civilizado que un salvaje?

Y.N.H. Nos gusta imaginar que en las sociedades de la Edad de Piedra había un jefe. Pero es un error. Fueron las sociedades más igualitarias de la historia. No había dictadores en esa época. Si alguien intentaba someter a los demás, podían matarlo por la noche. O marcharse… Con la agricultura no te puedes mover. Todos dependen de sus campos. Y si un gobernante los oprime no pueden huir.

Lampadia




La importancia de la defensa de los derechos de las mujeres

La importancia de la defensa de los derechos de las mujeres

En aquellos países donde las costumbres degradan sistemáticamente a la mujer – y que en muchos casos están legitimadas por tradiciones obsoletas – son más susceptibles de generar caos interno y de desencadenar terribles y violentas crisis civiles.

Así lo ilustró recientemente The Economist en un artículo que compartimos líneas abajo en el que además cita como ejemplos algunos países de Oriente Medio o Próximo como Irak y Afganistán y advierte respecto al devenir de otros de territorio asiático, que tarde o temprano podrían seguir la misma suerte de no revertir estas terribles prácticas machistas completamente alejadas de la modernidad.

Lo que queremos destacar de la reflexión de The Economist es del importante papel que juega la política exterior para aplacar estos abusos y dar el ejemplo a otros países que nada han avanzado en este campo, a propósito del torpe retiro militar de EEUU desde Afganistán, un pueblo que había logrado emancipar a la mujer en varios ámbitos del desarrollo como el acceso a una buena educación y salud, pero que con el ascenso de los talibanes, se retrocedería catastróficamente.

Mujeres en Afganistán: evolución de los derechos de la mujer

Desde este espacio reiteramos nuestro profundo rechazo a cualquier maltrato físico o psicológico hacia las mujeres tanto interna como fuera de nuestras fronteras.

Lamentablemente, además de que nuestro gobierno ni se inmutó con lo acontecido en Afganistán, nombró en el premierato a un abierto misógino y agresor verbal de mujeres, lo cual proyecta una imagen internacional desastrosa del Perú en este campo. Esperamos que el gobierno se avenga, en el plazo más inmediato, cambiar a este mal elemento por una persona que de la talla tanto moral como técnicamente. Lampadia

Sexo y geopolítica
Por qué fallan las naciones que le fallan a las mujeres

¿Y por qué la política exterior debería prestar más atención a la mitad de la humanidad?

The Economist
11 de septiembre de 2021
Traducida y comentada por Lampadia

Después de que EEUU y sus aliados derrocaron a los talibanes en 2001, la matrícula de niñas afganas en la escuela primaria aumentó del 0% a más del 80%. La mortalidad infantil se redujo a la mitad. El matrimonio forzado se convirtió en ilegal. Muchas de esas escuelas eran turbias y muchas familias ignoraban la ley. Pero nadie duda seriamente de que las mujeres y las niñas afganas han logrado grandes avances en los últimos 20 años, o que esos logros están ahora en peligro.

EEUU está [supuestamente] “comprometido con el avance de la igualdad de género” a través de su política exterior, según el Departamento de Estado. Legar miles de millones de dólares en armas y un país de tamaño mediano a un grupo de misóginos violentos es una forma extraña de demostrarlo. Por supuesto, la política exterior implica concesiones difíciles . Pero cada vez hay más pruebas de que Hillary Clinton estaba en lo cierto cuando dijo, hace una década, que “la subyugación de las mujeres es … una amenaza para la seguridad común de nuestro mundo”. Las sociedades que oprimen a las mujeres tienen muchas más probabilidades de ser violentas e inestables.

Hay varias razones posibles para esto. En muchos lugares, las niñas son abortadas selectivamente o desatendidas fatalmente. Esto ha llevado a proporciones de sexos sesgadas, lo que significa que millones de hombres jóvenes están condenados a permanecer solteros. Los jóvenes frustrados tienen más probabilidades de cometer delitos violentos o unirse a grupos rebeldes. Los reclutadores de Boko Haram y del Estado Islámico lo saben y les prometen “esposas” como botín de guerra. La poligamia también crea un excedente de jóvenes solteros. Múltiples esposas para los hombres en la parte superior significan una soltería melancólica para los que están en la parte inferior.

Todos los conflictos tienen causas complejas. Pero puede que no sea una coincidencia que Cachemira tenga una de las proporciones de sexos más desequilibradas en India, o que los 20 países más turbulentos en el índice de Estados Frágiles compilado por el Fondo para la Paz en Washington practiquen la poligamia. En Guinea, donde se produjo un golpe el 5 de septiembre, el 42% de las mujeres casadas de entre 15 y 49 años están en uniones polígamas. El estado policial de China mantiene a raya a sus muchos hombres excedentes, pero sus vecinos a veces se preguntan si su agresión algún día podrá buscar una salida.

Fuera de las democracias ricas, el grupo de parentesco masculino sigue siendo la unidad básica de muchas sociedades. Estos grupos surgieron en gran parte para la autodefensa: los primos varones se unían para repeler a los forasteros. Hoy, en su mayoría causan problemas. Las disputas entre clanes de ojo por ojo salpican sangre en Oriente Medio y el Sahel. Las tribus compiten por controlar el estado, a menudo de forma violenta, para poder repartir trabajos y saquear entre sus parientes. Esos estados se vuelven corruptos y disfuncionales, alienando a los ciudadanos y aumentando el apoyo a los yihadistas que prometen gobernar de manera más justa.

Las sociedades basadas en la vinculación masculina tienden a subyugar a las mujeres. Los padres eligen con quién se casarán sus hijas. A menudo hay un precio para la novia: la familia del novio paga lo que a veces son sumas considerables a la familia de la novia. Esto les da a los padres un incentivo para que sus hijas se casen temprano. No es un problema menor. Las dotes o los precios de la novia son comunes en la mitad de los países del mundo. Una quinta parte de las mujeres jóvenes del mundo se casaron antes de los 18 años; un vigésimo antes de los 15. Las niñas novias tienen más probabilidades de abandonar la escuela, son menos capaces de hacer frente a los maridos abusivos y tienen menos probabilidades de criar hijos sanos y bien educados.

Investigadores de las universidades Texas, A & M y Brigham Young compilaron un índice global de actitudes premodernas hacia las mujeres, incluidas leyes de familia sexistas, derechos de propiedad desiguales, matrimonio precoz de niñas, matrimonio patrilocal, poligamia, precios de la novia, preferencia por hijos varones, violencia contra las mujeres y la indulgencia legal (por ejemplo, ¿puede un violador escapar del castigo casándose con su víctima?). Resultó estar altamente correlacionado con la inestabilidad violenta en un país.

De esto se pueden extraer varias lecciones. Además de sus herramientas analíticas habituales, los legisladores deberían estudiar la geopolítica a través del prisma del sexo. Ese índice de costumbres sexistas, si hubiera existido hace 20 años, les habría advertido lo difícil que sería la construcción de una nación en Afganistán e Irak. Hoy en día, sugiere que la estabilidad no se puede dar por sentada en Arabia Saudita, Pakistán o incluso en la India.

Las conversaciones de paz deben incluir a las mujeres. Entre 1992 y 2019, solo el 13% de los negociadores y el 6% de los firmantes de acuerdos de paz eran mujeres. Sin embargo, la paz tiende a durar más cuando las mujeres están en la mesa. Esto puede deberse a que están más dispuestos a comprometerse; o tal vez porque una habitación sin mujeres implica una unión entre los hombres con armas sin participación de los no combatientes. Liberia hizo esto bien y puso fin a una espantosa guerra civil; los nuevos gobernantes de Afganistán no lo han hecho.

En términos más generales, los gobiernos deberían decirlo en serio cuando dicen que quieren liberar a la mitad de la humanidad. Eduque a las niñas, muchas de las cuales han dejado la escuela para trabajar o casarse desde que el covid-19 empobreció a sus familias. Haga cumplir las prohibiciones del matrimonio infantil y la mutilación genital femenina, aunque sea difícil en las aldeas remotas. No reconozca la poligamia. Iguale los derechos de herencia. Enseñe a los niños a no golpear a las mujeres. Introduzca pensiones públicas, que socavan la tradición según la cual se espera que las parejas vivan con los padres del hombre, porque los ancianos no tienen otros medios de sustento.

La mayoría de estas son tareas de los gobiernos nacionales, pero los forasteros tienen cierta influencia. Desde que los donantes occidentales comenzaron a insistir en la educación de las niñas, más niñas han ido a la escuela (la matrícula primaria ha aumentado del 64% en 1970 a casi el 90% en la actualidad). Los activistas contra el matrimonio precoz han llevado a más de 50 países a elevar la edad mínima desde 2000. Los niños deben aprender sobre la no violencia de los mentores locales, pero las ideas sobre cómo diseñar tales programas se comparten a través de una red mundial de organizaciones benéficas y grupos de expertos. Donantes como USAID y el Banco Mundial han hecho un buen trabajo en la promoción de los derechos de propiedad de las mujeres, incluso si sus esfuerzos afganos están a punto de esfumarse.

La noción radical

La política exterior no debe ser ingenua. Los países tienen intereses vitales y necesitan disuadir a los enemigos. La geopolítica no debería verse únicamente a través de una lente feminista, como tampoco debería verse únicamente en términos de economía o no proliferación nuclear. Pero los legisladores que no tienen en cuenta los intereses de la mitad de la población no pueden esperar comprender el mundo. Lampadia




La reinvención del retail

La reinvención del retail

Hace un tiempo hemos venido escribiendo sobre cómo el comercio electrónico se disparó en todo el mundo producto de la pandemia y cómo numerosos emprendimientos aprovecharon las economías de escala que se gestaron a partir de los canales digitales para la distribución y expansión de sus productos, algo que todavía estaba en plena maduración en años prepandemia.

Sin embargo, hay una industria que, dados estos cambios en el comportamiento del consumidor, parecía que no iba a poder sobrevivir, pues sustentaba buena parte de sus ventas en la presencialidad y la experiencia que ofrecía esta modalidad de atención: el retail. Lo cierto es que, como muestra un reciente artículo de The Economist que compartimos líneas abajo, esto está muy lejos de la realidad.

Como destaca el popular medio británico, se observa un importante cambio en los grandes retailers en EEUU, que ahora compiten con grandes comercializadores electrónicos como Amazon. Estas firmas no solo han adoptado los canales digitales combinándolos con su tradicional presencialidad. Ahora han generado alianzas con otras aplicaciones de comercio electrónico, y en muchos casos juegan el papel de distribuidores, para evitar perder cuota de mercado frente a sus competidores. Ello ha permitido una sana competencia entre la industria retail y el comercio electrónico, mejorando las perspectivas de crecimiento en ambos sectores.

Ello demuestra una vez más la capacidad de innovación constante de los empresarios para sobreponerse exitosamente -a eventos intempestivos como las pandemias y cambios disruptivos en la demanda de los consumidores– y seguir generando bienestar en las sociedades, ofreciendo productos de buena calidad y a mejor precio.

Veamos el artículo de The Economist al respecto. Lampadia

Renacimiento del retail
Cómo los minoristas estadounidenses se han adaptado al efecto Amazon

El mercado del comercio electrónico es más dinámico de lo que los reguladores creen

The Economist
21 de agosto de 2021
Traducida y comentada por Lampadia

Después de recuperarse por el impacto de la pandemia, los consumidores estadounidenses regresaron rugiendo a principios de este año, impulsados ​​por las vacunas, los controles de estímulo y su optimismo instintivo. Ahora su entusiasmo comienza a menguar. Las ventas minoristas en julio fueron un 1.1% más bajas que el mes anterior y una encuesta de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan sugiere que los compradores perdieron más de su arrogancia a principios de agosto. La variante Delta los ha puesto nerviosos, mientras que los picos de precios y los fallos en la cadena de suministro han apagado el entusiasmo por comprar algunos productos como automóviles, cuyas ventas cayeron un 3.9% el mes pasado, en comparación con junio. Ahora existe la sensación de que la tasa de crecimiento en el gasto del consumidor está volviendo a un ritmo más peatonal después de 18 meses vertiginosos de contracciones y derroches salvajes.

Sin embargo, incluso cuando la normalidad llama la atención, es cada vez más claro que el patrón de gasto se ha transformado. Un cambio es bien conocido: un aumento en el nivel del comercio electrónico. El otro es menos familiar. Una industria que se suponía que había sido aniquilada por Amazon se ha recuperado.

En 2017-19 todo lo que se habló fue de un “apocalipsis minorista” y “retailmaggedon”. El temor era que un aumento constante del comercio electrónico y la implacable expansión de Amazon hacia nuevos productos llevaran a los minoristas tradicionales a la extinción, al igual que Kodak no se adaptó a la revolución de la fotografía digital y finalmente quebró. Cuando Sears, que lideró el auge de la cultura de compras en los suburbios después de la Segunda Guerra Mundial, se declaró en bancarrota en 2018, parecía posible que muchos más grandes minoristas tuvieran dificultades para evitar el mismo destino. El espectro era un montón de escombros de centros comerciales, 16 millones de puestos de trabajo minoristas perdidos y una montaña de inventario inútil, amenazado por una Amazon dominante y la sonrisa de Jeff Bezos.

Las cosas han resultado bastante diferentes. La pandemia ciertamente ha acelerado el cambio hacia las ventas de comercio electrónico, que han aumentado del 14% del total en 2018 al 20% este año, según JPMorgan Chase, un banco. Aunque el ritmo de crecimiento se ha desacelerado en los últimos meses, no habrá vuelta al pasado.

Mientras tanto, la estructura de la industria comienza a verse diferente. Amazon ha prosperado: su participación en el mercado del comercio electrónico es de aproximadamente el 40% en general y es mucho más alta que en algunas categorías, como los libros. Los centros comerciales han tenido problemas para atraer la misma cantidad de visitantes que antes, y algunos han incumplido sus deudas. No obstante, la salud de la industria minorista que no pertenece a Amazon se ve mejor que antes. A US$ 2.5 trillones, por ejemplo, el valor de mercado de los minoristas estadounidenses que cotizan en bolsa es un 88% más alto que a principios de 2018, mientras que su carga de deuda neta total se ha reducido desde fines de 2019. La cantidad de personas empleadas en el comercio minorista es solo un 4% por debajo de su pico desde la posguerra en 2017.

Detrás de estos números hay tres tipos de contraataques. Primero, los minoristas más grandes han adoptado el mundo digital. Esta semana, Walmart predijo que sus ingresos globales de comercio electrónico alcanzarían los US$ 75,000 millones durante todo el año (alrededor del 13% de las ventas totales de la empresa). Ha dado un gran impulso a los tipos híbridos de compras que implican actividad en línea, pero aprovechan sus tiendas, como “hacer clic y recopilar” y membresías en línea. Target ha promovido un servicio similar y las ventas digitales ahora representan casi una quinta parte de su total.

El segundo contraataque proviene de alternativas digitales a Amazon. Aunque el veterano mercado eBay ha tenido problemas a lo largo de los años, Shopify, que ayuda a los comerciantes a vender en línea y cumplir con los pedidos, ha visto cómo su participación en las ventas en línea estadounidenses alcanza el 9% y su valor de mercado se dispara a $ 188,000 millones. Muchas otras empresas digitales operan en nichos lucrativos, desde Instacart en la entrega de comestibles hasta Etsy en la compra interactiva de productos artesanales.

Finalmente, algunas marcas están tomando el control de la distribución. Nike dejó de vender directamente en Amazon en 2019 y, en cambio, llega a los consumidores a través de sus propias aplicaciones y plataformas. Sus ventas digitales aumentaron dos tercios en el año hasta mayo, hasta el 20% del total.

El drama minorista tiene varias lecciones. Para las empresas de otras industrias que se enfrentan a la disrupción digital, la clave es experimentar e invertir. Antes de que Walmart recuperara su ritmo, tuvo innumerables comienzos en falso y aumentó su gasto de capital en un 40%. Los reguladores antimonopolio deben mantenerse más actualizados. Incluso mientras se precipitan para regular las grandes tecnologías, existe una creciente evidencia de que el mercado del comercio electrónico es más dinámico de lo que creen.

Apocalipsis evitado

La ola de experimentación probablemente continuará. Las nuevas aplicaciones de pago y las empresas de redes sociales con hordas de clientes se están expandiendo al comercio electrónico, y los minoristas están cambiando a la publicidad y el entretenimiento en línea. Para los consumidores infatigables de EEUU y para sus trabajadores, la buena noticia es que la competencia, combinada con un impacto todopoderoso, ha llevado a una industria más innovadora, en lugar del fin del mundo. ■ Lampadia




EEUU confirma su repliegue a sus fronteras

EEUU confirma su repliegue a sus fronteras

Con el retiro apurado y torpe de EEUU desde Afganistán, a riesgo de generar un genocidio por parte de los talibanes, y de condenar a la esclavitud a millones de mujeres y niñas, bajo las normas más retrógradas de la ley islámica, está confirmando al mundo que su vocación es refugiarse detrás de sus fronteras, desentendiéndose de la suerte de sus aliados y de muchos pueblos que veían en su cercanía una influencia positiva para la libertad y la democracia.

Los afganos, especialmente sus mujeres, han vivido 20 años en espacios de libertad, educándose y siendo ciudadanos del mundo. Con la decisión de Biden, se les está acabando el mundo, y corren el riesgo de volver al mayor oscurantismo que podemos imaginar, como advierte la Premio Nobel de la Paz afgana, Malala Yousafzai (ver en Lampadia: La tragedia de las mujeres en Afganistán).

El repliegue de EEUU a sus fronteras no es algo nuevo, ya se ha criticado con mucha fuerza durante los últimos años, especialmente, desde el Asia, Medio Oriente. Este proceso se agravó con la guerra comercial contra China, desatada por Trump. Y ahora se exacerba con la irresponsable acción de Biden.

Uno de los más lúcidos críticos de este lamentable proceso es Kishore Mahbubani, el académico y ex embajador de Singapur en las Naciones Unidas. Recomendamos revisar sus opiniones. Ver en Lampadia:

La prioridad hoy día es forzar a los talibanes a permitir una emigración ordenada y garantizar derechos mínimos a las mujeres de Afganistán.

Líneas abajo compartimos el análisis de The Economist, que llama a la colaboración de occidente para evitar una nueva tragedia humana.

La debacle de Biden
El fiasco en Afganistán es un duro golpe para la posición de Estados Unidos

Y gran parte de la culpa recae directamente en Joe Biden

The Economist
21 de agosto de 2021
Traducido y glosado por
Lampadia

Si los propagandistas de los talibanes habían escrito el guión del colapso de la misión de 20 años de Estados Unidos para remodelar Afganistán, no podrían haber presentado imágenes más desgarradoras. Mientras los insurgentes llegaban a Kabul, afganos desesperados, aterrorizados por lo que podrían hacer los fanáticos victoriosos, persiguieron a los aviones de carga estadounidenses que partían por la pista, tratando de trepar al tren de aterrizaje e inevitablemente cayendo hacia la muerte. El gobierno respaldado por Estados Unidos se había rendido sin luchar, algo que los funcionarios estadounidenses insistían que no sucedería solo unos días antes. Los afganos quedaron en un aprieto tan espantoso que aferrarse a las ruedas de un avión que se precipitaba parecía su mejor opción.

Estados Unidos ha gastado 2 billones de dólares en Afganistán; se han perdido más de 2,000 vidas estadounidenses, sin mencionar las innumerables afganas. Y, sin embargo, incluso si los afganos son más prósperos ahora que cuando Estados Unidos invadió, Afganistán ha vuelto al punto de partida. Los talibanes controlan más el país que cuando perdieron el poder, están mejor armados, habiendo tomado las armas que Estados Unidos derramó sobre el ejército afgano, y ahora han ganado la afirmación definitiva: derrotar a una superpotencia.

Los insurgentes han hecho una demostración de magnanimidad, prometiendo que no se vengarán de quienes trabajaron para el gobierno derrocado e insistiendo en que respetarán los derechos de las mujeres, dentro de su interpretación de la ley islámica. Pero esa interpretación mantuvo a la mayoría de las niñas fuera de la escuela y a la mayoría de las mujeres confinadas en sus hogares cuando el grupo estuvo en el poder por última vez, en la década de 1990. Los castigos brutales (azotes, lapidaciones, amputaciones) eran habituales. Las libertades que los afganos urbanos dieron por sentadas durante los últimos 20 años se han esfumado. Es un resultado espantoso para los 39 millones de habitantes de Afganistán y profundamente perjudicial para Estados Unidos.

No es sorprendente que Estados Unidos no haya logrado convertir Afganistán en una democracia. La construcción de una nación es difícil y pocos imaginaron que podría convertirse en Suiza. Tampoco era irrazonable que Joe Biden, el presidente de Estados Unidos, quisiera poner fin al conflicto. Estados Unidos ha pasado 20 años en un lugar de modesta importancia estratégica por el que la mayoría de los votantes estadounidenses hace tiempo que dejó de preocuparse. La razón original de la invasión, desmantelar la principal base de operaciones de al-Qaeda, se logró en gran medida, aunque ese logro ahora podría revertirse.

La afirmación de que Estados Unidos está demostrando ser un aliado inconstante al permitir la caída del gobierno afgano también es exagerada, dada la duración, la escala y el costo del despliegue estadounidense. El extinto régimen de Kabul no era un aliado como lo son Alemania o Japón. Era mucho más débil, más corrupto y dependía completamente de Estados Unidos para su supervivencia.

Pero nada de eso absolvió a Estados Unidos de la responsabilidad de retirarse de manera ordenada. Biden no demostró ni siquiera un mínimo de cuidado por el bienestar de los afganos comunes. La ironía es que Estados Unidos tenía un plan para hacer precisamente eso, que había estado en proceso durante varios años. Había reducido enormemente su guarnición, de alrededor de 100,000 soldados en 2011 a menos de 10,000 en 2017, junto con un número similar de otros países de la OTAN. No se suponía que debían derrotar a los talibanes, sino prevenir el colapso del ejército afgano, en gran parte a través del poder aéreo, y así obligar a los talibanes a sentarse a la mesa de negociaciones.

Los defensores de Biden argumentan que su predecesor, Donald Trump, ya había echado a perder este plan al tratar de llevarlo a una conclusión antes de las elecciones presidenciales del año pasado en Estados Unidos. Es cierto que Trump estaba tan desesperado por llegar a un acuerdo rápido que aceptó términos absurdos y acordó poner fin al despliegue de Estados Unidos sin siquiera asegurar un alto el fuego, y mucho menos un plan claro para poner fin a la guerra civil. Ya había reducido la presencia estadounidense a poco más de 2,000 soldados cuando Biden asumió el cargo y había prometido sacar el resto antes del 1 de mayo.

Pero Biden no tuvo que ceñirse a este acuerdo. De hecho, no lo hizo del todo, negándose a respetar el calendario original. Claramente, los talibanes no estaban cumpliendo su parte del trato, aprovechando su ventaja en el campo de batalla en lugar de negociar de buena fe con el gobierno afgano. Eso podría haber sido motivo para detener o revertir la retirada estadounidense. Hubo poca presión política dentro de Estados Unidos para llevar la guerra a una rápida conclusión. Sin embargo, Biden estaba trabajando con un plazo arbitrario y frívolo propio, buscando poner fin a la guerra para el 20 aniversario del 11 de septiembre. Aunque la velocidad de la implosión del gobierno afgano sorprendió a la mayoría de los observadores, incluido este periódico, los soldados y políticos estadounidenses se encontraban entre los más ingenuamente optimistas, insistiendo en que un colapso total era una perspectiva extremadamente remota.

Como resultado, el poder de Estados Unidos para disuadir a sus enemigos y tranquilizar a sus amigos ha disminuido. Su inteligencia era defectuosa, su planificación rígida, sus líderes caprichosos y su preocupación por los aliados mínima. Es probable que esto envalentone a los yihadistas de todo el mundo, que tomarán la victoria de los talibanes como prueba de que Dios está de su lado.  También fomentará el aventurerismo por parte de los gobiernos hostiles como Rusia o China y preocupará a los amigos de Estados Unidos. Biden ha defendido la retirada argumentando que Afganistán fue una distracción de problemas más urgentes, como la rivalidad de Estados Unidos con China. Pero al salir de Afganistán de una manera tan caótica, Biden habrá hecho que esos otros problemas sean más difíciles de abordar.

Después de la caída

La retirada caótica no reduce la obligación de Estados Unidos y sus aliados hacia los afganos comunes, sino que la aumenta. Deberían utilizar la influencia que todavía tienen para instar a los talibanes a la moderación, especialmente en el trato que dan a las mujeres. Los desplazados necesitarán ayuda humanitaria. Los países occidentales también deberían admitir a más refugiados afganos, cuyas filas probablemente aumenten, y brindar una asistencia generosa a los vecinos de Afganistán para cuidar a los que permanecen en la región. La prisa de los líderes europeos por declarar que no pueden aceptar a muchos afganos perseguidos incluso cuando los fanáticos violentos toman el control es casi tan lamentable como la salida fallida de Estados Unidos. Es demasiado tarde para salvar Afganistán, pero todavía hay tiempo para ayudar a su pueblo. Lampadia




Totalitarios y autoritarios

Totalitarios y autoritarios

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia

Las impresionantes manifestaciones de protesta contra la dictadura comunista que oprime Cuba desde hace 62 años, han despertado solidaridad y esperanzas en todo el mundo. No obstante, no será tan fácil para los cubanos liberarse de ese régimen despótico.

La académica y diplomática norteamericana Jeane Kirkpatrick estableció una diferencia sustancial entre totalitarismo y autoritarismo, para diferenciar a los sistemas totalitarios, comunistas o nazis, de las dictaduras como las que, por ejemplo, hemos tenido en el Perú y países vecinos en diversos períodos.

Kirkpatrick sostenía que era mucho más probable que una dictadura autoritaria se liberalizara y evolucionara hacia la democracia, a que un régimen totalitario comunista cambiará.

El totalitarismo comunista -o fascista- no solo impone una brutal represión sobre el pueblo:

  • elimina la libertad de prensa,
  • liquida la alternancia en el poder e impide la existencia de una oposición política,
  • sino que encuadra a la población en un partido único,
  • disuelve la sociedad civil y encasilla a la población en organizaciones controladas por el partido y el gobierno.
  • Además, por supuesto, de impartir, desde el nacimiento hasta la muerte, una ideología que se inocula en las escuelas, los medios de comunicación y las artes.

Por eso es tan difícil que un pueblo que cae bajo el yugo totalitario se libere de él. Los rusos demoraron 74 años en acabar con el totalitarismo comunista. El totalitarismo nazi y fascista duró menos por la derrota militar que sufrió. Un nuevo tipo de totalitarismo, la teocracia islámica en Irán es un fenómeno relativamente nuevo, y no se sabe todavía cómo puede terminar.

Precisamente en un premonitorio artículo publicado en 1979, “Dictaduras y doble estándar”, Kirkpatrick hizo una crítica implacable de la política norteamericana del gobierno de Jimmy Carter, que dejó caer a dos aliados, los socavó y contribuyó a que los reemplacen gobiernos enemigos de los EEUU con el argumento de que lo hacían para defender la democracia y los derechos humanos.

En efecto, en 1979 fueron derrocadas las dictaduras del Sha de Irán y de Somoza en Nicaragua, y reemplazados no por gobiernos democráticos respetuosos de los derechos humanos, sino por otras dictaduras enemigas de los EEUU:

Dice Kirkpatrick, refiriéndose también a otros países como Cuba: “En cada uno de estos países, el esfuerzo norteamericano por imponer la liberalización y la democratización a un gobierno enfrentado a una violenta oposición interna no sólo falló, sino que en realidad ayudó a la toma del poder por nuevos regímenes bajo los cuales las personas comunes gozan de menos libertades y menos seguridad personal que bajo las autocracias anteriores; más aún, regímenes hostiles a los intereses y políticas norteamericanos.”

Y, premonitoriamente, “en este momento [1979] hay mucha más probabilidad de una liberalización y democratización progresiva en Brasil, Argentina y Chile que en el gobierno de Cuba”. En efecto, las dictaduras de Brasil, Argentina y Chile finalmente terminaron y se establecieron gobiernos democráticos en esos países, mientras el pueblo cubano sigue todavía sojuzgado por una tiranía comunista.

En suma, la diferencia que estableció Kirkpatrick entre totalitarismo y autoritarismo tiene una importancia práctica muy importante, no solo académica.

Y su crítica al doble estándar de la política exterior de los EEUU está vigente. Los EEUU no solo actúan, como cualquier país, en función de sus intereses geopolíticos y estratégicos, sino que tienen -como bien ha precisado Henry Kissinger- una política ambivalente, que combina eso con un defensa idealista de la democracia, que los lleva a cometer errores fatales, como en los casos descritos por Kirkpatrick en 1979 en Irán y Nicaragua, donde contribuyeron a derribar dos dictaduras amigas y a establecer otras mucho peores en términos de represión y violación de los derechos humanos, y enemigas de los EEUU.

Hoy la teocracia que gobierna Irán es un peligro con su política nuclear no solo para los EEUU sino para el mundo entero, y en Nicaragua Daniel Ortega, el mismo al que ayudaron a encaramarse en 1979, sigue en el poder después de un breve interregno democrático. Y en ambos, el pueblo sufre mucho más que antes. Lampadia




La energía renovable y el nuevo boom de metales

La energía renovable y el nuevo boom de metales

A continuación compartimos un interesante articulo publicado por The Economist que explica cómo la industria de la energía renovable está incrementando exponencialmente la demanda de metales como en ningún otro momento en la historia moderna, generando inclusive problemas con la oferta mundial (ver Lampadia: Déficit de cobre tiene para una década más). Ello ya viene siendo expresado con el incremento a valores record históricos del precio de varias materias primas como el cobre, del cual somos el 2do país productor a nivel mundial – y que se ha visto potenciado por el rebote post-pandemia que viene experimentando EEUU y China.

Lamentablemente, nuestro país sigue perdiendo la oportunidad de poder subirse a esta nueva ola para repotenciar su recuperación post-pandemia, con la claudicación de importantes proyectos mineros cupríferos como Tía María, Conga y las Bambas. A eso se suman peligrosas propuestas del aún candidato Pedro Castillo, como la revisión de los contratos de estabilidad tributaria y el incremento de impuesto a la renta a la minería en el orden del 70%, siendo este el sector que más aporta el erario nacional.

El camino pues debería ser el contrario, es decir, dar mayor certidumbre y facilidades a la inversión minera, sobretodo la de exploración que es la que ha venido cayendo sostenidamente en los últimos años por el afán anti-minero de los últimos gobiernos de turno, pues esta determinará el potencial de nuestro país para acogerse a esta gran demanda de la energía renovable que se prevé durará muchas décadas por venir. Veamos el análisis de The Economist al respecto. Lampadia

Cómo los cuellos de botella verdes amenazan el negocio de la energía limpia

Se está produciendo un gran auge de la inversión verde, pero se subestiman los problemas del lado de la oferta

The Economist
12 de junio, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

A medida que la economía mundial se recupera, la escasez y los picos de precios afectan todo, desde el suministro de papas fritas taiwanesas hasta el costo de un desayuno francés. Como explicamos esta semana, un tipo de cuello de botella merece una atención especial: los problemas del lado de la oferta, como la escasez de metales y las limitaciones de la tierra, que amenazan con frenar el auge de la energía verde. Lejos de ser transitorios, estos cuellos de botella corren el riesgo de convertirse en una característica recurrente de la economía mundial en los próximos años porque el cambio a un sistema energético más limpio está todavía en sus inicios. Los gobiernos deben responder a estas señales del mercado, facilitando un enorme auge de inversión del sector privado durante la próxima década que aumente la capacidad. Si no lo hacen, tienen pocas posibilidades de cumplir sus promesas de alcanzar emisiones “netas cero”.

Los científicos y activistas se han preocupado por el cambio climático durante décadas. Recientemente, los políticos han mostrado signos de mayor compromiso: los países que representan más del 70% del PBI mundial y los gases de efecto invernadero ahora tienen objetivos de emisiones netas cero, típicamente para 2050. Y ha habido un cambio dramático en la actitud de las empresas. Los inversores exigen que las empresas cambien de rumbo, impulsadas por la nueva realidad de que las tecnologías limpias son más competitivas en cuanto a costos. Los gigantes de la era de los combustibles fósiles, como Volkswagen y ExxonMobil, tienen que cambiar sus planes de inversión, mientras que los pioneros de la energía limpia están aumentando el gasto de capital rápidamente. Orsted, un campeón de los parques eólicos, planea un incremento del 30% este año; Tesla, un fabricante de automóviles eléctricos, un salto del 62%. Mientras tanto, US$ 178,000 millones fluyeron a fondos de inversión con tintes verdes en el primer trimestre de 2021.

Este cambio repentino en la forma en que se asignan los recursos está causando presiones y tensiones a medida que aumenta la demanda de materias primas y se produce una confusión en los pocos proyectos con aprobación regulatoria. Calculamos que el precio de una canasta de cinco minerales utilizados en automóviles eléctricos y redes eléctricas se ha disparado un 139% en el último año. Las mafias madereras deambulan por los bosques ecuatorianos en busca de madera de balsa utilizada en las palas de las turbinas eólicas. En febrero, una subasta británica de derechos de los fondos marinos para parques eólicos marinos generó hasta US$ 12,000 millones porque las empresas de energía se apresuraron a exponerse a cualquier costo. La escasez se extiende a las finanzas: a medida que una masa de dinero persigue a algunas empresas de energía renovable, las valoraciones se han extendido a territorio burbujeante. Aunque el peso de la industria de las energías renovables en los índices de precios al consumidor es todavía pequeño, algunos financieros temen que la escasez de suministro a lo largo de los años pueda generar una inflación más alta.

Lo que hace que estos signos de sobre estiramiento sean tan sorprendentes es que se están materializando incluso cuando la transición energética está completa en menos del 10% (medido por la proporción de inversión energética acumulada necesaria para 2050 que ya ha tenido lugar). Es cierto que algunas de las tecnologías que se requerirán apenas existen todavía y, por lo tanto, no están disponibles para la inversión. Por eso se necesita tanta investigación y desarrollo. Pero en otras áreas, el trabajo del cerebro se ha realizado en gran medida, por lo que la década de 2020 debe ser la década de la fuerza física, aumentando las tecnologías establecidas con un gasto de capital masivo.

Las cifras de la próxima década son abrumadoras. Para mantenerse en camino hacia cero neto, para 2030, la producción anual de vehículos eléctricos debe ser diez veces mayor que el año pasado y el número de estaciones de carga en la carretera 31 veces mayor. La base instalada de generación de energía renovable debe triplicarse. Es posible que las empresas mineras mundiales tengan que aumentar la producción anual de minerales críticos en un 500%. Quizás el 2% de la tierra de EEUU tendrá que cubrirse con turbinas y paneles solares.

Todo esto requerirá una gran inversión: unos US$ 35,000 durante la próxima década, equivalente a un tercio de los activos de la industria global de administración de fondos en la actualidad. El sistema mejor equipado para lograrlo es la red de cadenas de suministro transfronterizas y mercados de capitales que ha revolucionado el mundo desde la década de 1990. Sin embargo, incluso este sistema no se está cumpliendo, con una inversión en energía que se encuentra en aproximadamente la mitad del nivel requerido y está sesgada hacia unos pocos países ricos y China. A pesar de la subida de los precios de los metales, por ejemplo, las empresas mineras desconfían de aumentar la oferta.

La razón principal del déficit de inversión es que se tarda demasiado en aprobar los proyectos y su riesgo y rentabilidad esperados siguen siendo demasiado opacos. Los gobiernos están empeorando las cosas al utilizar la política climática como vehículo para otros objetivos políticos. La Unión Europea aspira a la autonomía estratégica en baterías y su agenda verde dirige una parte de su presupuesto a áreas desfavorecidas. China está considerando límites a los precios internos de las materias primas en su próximo plan quinquenal. De manera similar, el naciente plan verde del presidente Joe Biden prioriza los empleos sindicales y los fabricantes locales. Esta mezcla de metas borrosas y proteccionismo suave obstaculiza la inversión necesaria.

Los gobiernos deben ser más testarudos. Un estado activista tiene un papel crucial en el apoyo a la construcción de infraestructura clave, como líneas de transmisión, y en la investigación y el desarrollo. Pero la prioridad abrumadora debe ser catalizar un aumento mayor de la inversión privada, de dos maneras.

Primero, flexibilizando las reglas de planificación. El proyecto de minería global promedio tarda 16 años en obtener la aprobación; el proyecto eólico típico en América durante más de una década para obtener aprobaciones y permisos de arrendamiento, que es una de las razones por las que su capacidad eólica marina es menos del 1% de la de Europa. La velocidad requiere una toma de decisiones centralizada y, a menudo, significará decepcionar a los conservacionistas locales.

Lo perfecto es enemigo de lo bueno

En segundo lugar, los gobiernos pueden ayudar a las empresas y los inversores a afrontar los riesgos. Pueden brindar certeza en algunas áreas: por ejemplo, garantizando precios mínimos para la generación de energía. Los gobiernos occidentales también tienen el deber de proporcionar financiación barata para aumentar la inversión en los países más pobres. Pero la clave es la introducción de precios del carbono que integran las señales del mercado en millones de decisiones comerciales diarias y dan a los empresarios e inversores más visibilidad en un horizonte a largo plazo. Hoy en día, solo el 22% de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo están cubiertas por esquemas de precios, y esos esquemas no están unidos. Los cuellos de botella verdes son una señal de que la des carbonización por fin está pasando de ser una idea teórica a una realidad. Ahora se necesita un impulso poderoso para ayudar a que la revolución suceda. Lampadia




Cuatro tendencias de cambio global

Cuatro tendencias de cambio global

A continuación, reproducimos un interesante artículo publicado por la prestigiosa consultora global McKinsey en el 2015 que, a pesar de lo sui generis que resultó el año 2020 por la pandemia, consideramos que aún tiene mucha vigencia para explicar los profundos cambios que este mundo está experimentando desde la década de 2010.

Titulado “Las cuatro fuerzas globales rompiendo todas las tendencias” constituye un extracto del libro No Ordinary Disruption – escrito por Richard Dobbs, James Manyika, y Jonathan Woetzel – que esboza con bastante detalle los polos que desde el lado geopolítico, tecnológico, demográfico y de integración comercial y financiera determinarán el crecimiento y el desarrollo de la economía mundial en las próximas décadas.

Plantea una interesante reflexión sobre temas de los cuales ya hemos escrito anteriormente como la convergencia entre occidente y el mundo asiático, la 4ta Revolución Industrial y el proceso de desglobalización en el que se vio inmerso el mundo desde el presente siglo con la crisis financiera del 2008 y cuya dinámica se transformó con el conflicto comercial EEUU-China iniciado por Trump.

El libro constituye pues una lectura obligatoria, como mencionan los autores, tanto para hacedores de política como para líderes empresariales que buscan reformular y adecuar sus organizaciones y espacios de trabajo hacia los nuevos desafíos que le demandará el devenir de los próximos años. Lampadia

Cuatro fuerzas globales que rompen todas las tendencias

Richard Dobbs, James Manyika, and Jonathan Woetzel
1 de abril, 2015
McKinsey & Company Home Strategy & Corporate Finance
Traducida y comentada por Lampadia

El sistema operativo de la economía mundial se está reescribiendo. En este extracto exclusivo del nuevo libro No Ordinary Disruption, sus autores explican las tendencias que están remodelando el mundo y por qué los líderes deben adaptarse a una nueva realidad.

 

En la Revolución Industrial de finales del siglo XVIII y principios del XIX, una nueva fuerza lo cambió todo. Hoy nuestro mundo está atravesando una transición aún más dramática debido a la confluencia de cuatro fuerzas disruptivas fundamentales, cualquiera de las cuales se ubicaría entre los cambios más grandes que la economía global haya visto. En comparación con la Revolución Industrial, estimamos que este cambio está ocurriendo diez veces más rápido y a una escala 300 veces mayor, o aproximadamente 3,000 veces el impacto. Aunque todos sabemos que estas interrupciones están sucediendo, la mayoría de nosotros no comprendemos su magnitud completa y los efectos de segundo y tercer orden que resultarán. Por mucho que las ondas puedan amplificarse entre sí, estas tendencias están ganando fuerza, magnitud e influencia a medida que interactúan, coinciden y se alimentan unas de otras. Juntas, estas cuatro tendencias disruptivas fundamentales están produciendo un cambio monumental.

1. Más allá de Shanghái: la era de la urbanización

La primera tendencia es el cambio del lugar de la actividad económica y el dinamismo hacia mercados emergentes como China y a ciudades dentro de esos mercados. Estos mercados emergentes están atravesando revoluciones industriales y urbanas simultáneas, desplazando el centro de la economía mundial hacia el este y el sur a una velocidad nunca antes vista. Tan recientemente como en 2000, el 95% de Fortune Global 500, las empresas internacionales más grandes del mundo, incluidas Airbus, IBM, Nestlé, Shell y The Coca-Cola Company, por nombrar algunas, tenían su sede en economías desarrolladas. Para 2025, cuando China albergará más empresas grandes que EEUU o Europa, esperamos que casi la mitad de las grandes empresas del mundo, definidas como aquellas con ingresos de 1,000 millones de dólares o más, tengan su sede en mercados emergentes. “A lo largo de los años, la gente en nuestra sede, en Frankfurt, comenzó a quejarse: ‘Ya no te vemos mucho por aquí’”, dijo Josef Ackermann, ex director ejecutivo de Deutsche Bank. “Bueno, había una razón: el crecimiento se ha trasladado a otros lugares: a Asia, América Latina, Oriente Medio”.

Quizás igualmente importante, el lugar de la actividad económica está cambiando dentro de estos mercados. La población urbana mundial ha aumentado en un promedio de 65 millones de personas al año durante las últimas tres décadas, el equivalente a agregar siete Chicagos al año, cada año. Casi la mitad del crecimiento del PBI mundial entre 2010 y 2025 provendrá de 440 ciudades en mercados emergentes, el 95% de ellas ciudades pequeñas y medianas de las que muchos ejecutivos occidentales ni siquiera han oído hablar y no podrían señalar en un mapa. Sí, Mumbai, Dubai y Shanghai son familiares. Pero, ¿qué pasa con Hsinchu, en el norte de Taiwán? ¿El estado brasileño de Santa Catarina, a medio camino entre São Paulo y la frontera uruguaya? ¿O Tianjin, una ciudad que se encuentra a unos 120 kilómetros al sureste de Beijing? En 2010, estimamos que el PBI de Tianjin era de alrededor de US$ 130,000 millones, lo que lo hace aproximadamente del mismo tamaño que Estocolmo, la capital de Suecia. Para 2025, estimamos que el PBI de Tianjin será de alrededor de US$ 625,000 millones, aproximadamente el de toda Suecia.

2. La punta del iceberg: aceleración del cambio tecnológico

La segunda fuerza disruptiva es la aceleración del alcance, la escala y el impacto económico de la tecnología. La tecnología, desde la imprenta hasta la máquina de vapor e Internet, siempre ha sido una gran fuerza para cambiar el status quo. La diferencia hoy en día es la absoluta ubicuidad de la tecnología en nuestras vidas y la velocidad del cambio. Pasaron más de 50 años desde que se inventó el teléfono hasta que la mitad de los hogares estadounidenses tuvieran uno. La radio tardó 38 años en atraer a 50 millones de oyentes. Pero Facebook atrajo a 6 millones de usuarios en su primer año y ese número se multiplicó por 100 durante los siguientes cinco años. WeChat, el servicio de mensajería de voz y texto móvil de China, tiene 300 millones de usuarios, más que toda la población adulta de EEUU. La adopción acelerada invita a la innovación acelerada. En 2009, dos años después del lanzamiento del iPhone, los desarrolladores habían creado alrededor de 150,000 aplicaciones. Para 2014, ese número había llegado a 1.2 millones y los usuarios habían descargado más de 75,000 millones de aplicaciones en total, más de diez por cada persona en el planeta. Tan rápido como la innovación se ha multiplicado y extendido en los últimos años, está preparada para cambiar y crecer a una velocidad exponencial más allá del poder de anticipación de la intuición humana.

El poder de procesamiento y la conectividad son solo una parte de la historia. Su impacto se multiplica por la revolución de datos concomitante, que coloca cantidades sin precedentes de información en manos de consumidores y empresas por igual, y la proliferación de modelos de negocios habilitados por la tecnología, desde plataformas minoristas en línea como Alibaba hasta aplicaciones de llamada de automóviles como Uber. Gracias a estas fuerzas que se amplifican mutuamente, cada vez más personas disfrutarán de una edad de oro de los artilugios, de la comunicación instantánea y de la información aparentemente ilimitada. La tecnología ofrece la promesa de progreso económico para miles de millones de economías emergentes a una velocidad que hubiera sido inimaginable sin Internet móvil. Hace veinte años, menos del 3% de la población mundial tenía un teléfono móvil; ahora dos tercios de la población mundial tienen uno, y un tercio de todos los seres humanos pueden comunicarse en Internet.2 La tecnología permite que empresas como WhatsApp comiencen y aumenten de escala a una velocidad asombrosa con poco capital. Los emprendedores y las empresas emergentes ahora disfrutan con frecuencia de ventajas sobre las grandes empresas establecidas. El ritmo vertiginoso de la adopción e innovación tecnológica está acortando el ciclo de vida de las empresas y obligando a los ejecutivos a tomar decisiones y comprometer recursos mucho más rápidamente.

3. Envejecer ya no es lo que solía ser: Respondiendo a los desafíos de un mundo que envejece

La población humana está envejeciendo. La fertilidad está disminuyendo y la población mundial está encaneciendo drásticamente. Si bien el envejecimiento ha sido evidente en las economías desarrolladas durante algún tiempo (Japón y Rusia han visto disminuir sus poblaciones en los últimos años), el déficit demográfico se está extendiendo a China y pronto llegará a América Latina. Por primera vez en la historia de la humanidad, el envejecimiento podría significar que la población del planeta se estabilizará en la mayor parte del mundo. Hace treinta años, solo una pequeña parte de la población mundial vivía en los pocos países con tasas de fecundidad sustancialmente inferiores a las necesarias para reemplazar a cada generación: 2.1 hijos por mujer. Pero para 2013, alrededor del 60% de la población mundial vivía en países con tasas de fertilidad por debajo de la tasa de reemplazo. Este es un cambio radical. La Comisión Europea espera que para 2060, la población de Alemania se reduzca en una quinta parte, y el número de personas en edad de trabajar disminuirá de 54 millones en 2010 a 36 millones en 2060, un nivel que se prevé será menor que el de Francia. La fuerza laboral de China alcanzó su punto máximo en 2012, debido a las tendencias demográficas impulsadas por los ingresos. En Tailandia, la tasa de fecundidad ha caído de 5 en la década de 1970 a 1.4% en la actualidad. Una fuerza laboral más pequeña pondrá una mayor responsabilidad en la productividad para impulsar el crecimiento y puede hacer que reconsideremos el potencial de la economía. El cuidado de un gran número de personas mayores ejercerá una gran presión sobre las finanzas públicas.

4. Comercio, personas, finanzas y datos: mayores conexiones globales

La fuerza disruptiva final es el grado en que el mundo está mucho más conectado a través del comercio y los movimientos de capital, personas e información (datos y comunicación), lo que llamamos “flujos”. El comercio y las finanzas han sido durante mucho tiempo parte de la historia de la globalización, pero en las últimas décadas se ha producido un cambio significativo. En lugar de una serie de líneas que conectan los principales centros comerciales de Europa y América del Norte, el sistema de comercio mundial se ha expandido hasta convertirse en una red compleja, intrincada y en expansión. Asia se está convirtiendo en la región comercial más grande del mundo. Los flujos “Sur-Sur” entre mercados emergentes han duplicado su participación en el comercio mundial durante la última década. El volumen del comercio entre China y África aumentó de US$ 9,000 millones en 2000 a US$ 211,000 millones en 2012. Los flujos mundiales de capital se multiplicaron por 25 entre 1980 y 2007. Más de 1,000 millones de personas cruzaron las fronteras en 2009, más de cinco veces el número en 1980. Estos tres tipos de conexiones se detuvieron durante la recesión mundial de 2008 y se han recuperado solo lentamente desde entonces. Pero los vínculos forjados por la tecnología han avanzado ininterrumpidamente y con una velocidad creciente, marcando el comienzo de una nueva fase dinámica de globalización, creando oportunidades inigualables y fomentando una volatilidad inesperada.

Restableciendo la intuición

Estas cuatro interrupciones cobraron impulso, crecieron en escala y comenzaron a tener un impacto material en la economía mundial a principios del siglo XXI. Hoy en día, están alterando patrones establecidos desde hace mucho tiempo en prácticamente todos los mercados y todos los sectores de la economía mundial, de hecho, en todos los aspectos de nuestras vidas. Dondequiera que miremos, están provocando que las tendencias se desintegren, se separen o simplemente se rompan. El hecho de que los cuatro sucedan al mismo tiempo significa que nuestro mundo está cambiando radicalmente desde aquel en el que muchos de nosotros crecimos, prosperamos y formamos las intuiciones que son tan vitales para nuestra toma de decisiones.

Nuestra intuición se ha formado a partir de un conjunto de experiencias e ideas sobre cómo funcionaban las cosas durante una época en la que los cambios eran incrementales y algo predecibles. La globalización benefició a los bien establecidos y bien conectados, abriendo nuevos mercados con relativa facilidad. Los mercados laborales funcionaron de manera bastante confiable. Los precios de los recursos cayeron. Pero no es así como funcionan las cosas ahora, y tampoco es probable que funcionen en el futuro. Si miramos el mundo a través de un espejo retrovisor y tomamos decisiones sobre la base de la intuición construida en nuestra experiencia, bien podríamos estar equivocados. En el nuevo mundo, los ejecutivos, los formuladores de políticas y las personas deben analizar sus intuiciones desde los primeros principios y restablecerlas audazmente si es necesario. Esto es especialmente cierto para las organizaciones que han tenido un gran éxito.

Si bien está llena de oportunidades, esta era es profundamente inquietante. Y queda mucho trabajo por hacer. Necesitamos darnos cuenta de que mucho de lo que creemos que sabemos sobre cómo funciona el mundo está mal; para controlar las fuerzas disruptivas que transforman la economía global; identificar las tendencias de larga data que se están rompiendo; para desarrollar el coraje y la previsión para despejar los mazos intelectuales y prepararse para responder. Estas lecciones se aplican tanto a los formuladores de políticas como a los ejecutivos de negocios, y el proceso de restablecimiento de su sistema de navegación interno no puede comenzar lo suficientemente pronto.

Es urgente adaptarse a estas nuevas realidades. Sin embargo, a pesar de todo el ingenio, la inventiva y la imaginación de la raza humana, tendemos a ser lentos para adaptarnos al cambio. Existe una poderosa tendencia humana a querer que el futuro se parezca mucho al pasado reciente. En estos bajíos, enormes embarcaciones corporativas se han hundido repetidamente. Revisar nuestras suposiciones sobre el mundo en el que vivimos, y no hacer nada, nos dejará a muchos de nosotros altamente vulnerables. Obtener una perspectiva clara sobre cómo negociar el panorama cambiante nos ayudará a prepararnos para el éxito. Lampadia

Este artículo es un extracto editado de No Ordinary Disruption: The Four Global Forces Breaking All the Trends, (Public Affairs, mayo de 2015). Para obtener más información al respecto y solicitar copias, visite Amazon, Barnes & Noble u otras librerías líderes.




La recesión económica en nuestra región

La recesión económica en nuestra región

Como comentamos en Lampadia: La ayuda internacional en la pandemia, nuestra región no sólo sigue siendo por lejos la más afectada económica y sanitariamente por la pandemia a nivel mundial, sino que sus perspectivas de crecimiento en el corto plazo están muy por debajo de las reportadas para el mundo desarrollado (se estima que este año, EEUU crecerá hasta 7%), cuando más necesitan crecer para mejorar sus cifras de desempleo y pobreza que han escalado a niveles alarmantes.

¿Qué falló en la política pública de los gobiernos el año pasado para haber llegado a una situación tan dramática?

Un reciente artículo publicado por The Economist que compartimos líneas abajo titulado “Por qué la economía de América Latina se ha visto tan afectada por el covid-19” da algunos indicios para responder esta pregunta. Destaca por ejemplo la imposición de feroces cuarentenas, de las cuales el Perú brilló por su duración y su alcance que abarcó prácticamente a todas las actividades económicas. Un sinsentido que por supuesto nosotros en su momento criticamos pues supuso el quiebre de miles de empresas y pérdida de empleos que no se encontraban con las condiciones para afrontar un paro y menos realizar trabajo a distancia. Algo que dicho sea de paso no mejoró la situación sanitaria; por el contrario terminamos encabezando la lista de países con exceso de muertes por millón al cierre del año pasado (ver Lampadia: Perú encabeza exceso de muertes por millón).

Ahora bien, The Economist también resalta el persistente incremento de contagios por las nuevas cepas, en especial la brasilera, que ha hecho retroceder a los gobiernos latinoamericanos en la liberalización de actividades el presente año. Al respecto, cabe resaltar que en nuestro país no sólo se retornó a una cuarentena que ya había sido probada como ineficaz, sino que se persistieron en medidas absurdas como toques de queda en horas punta (6 p.m.) e inmovilización permanente los domingos, lo cual generó aglomeraciones e incremento de contagios innecesariamente inducidos. Ahora que la segunda ola ha empezado a menguar y el gobierno se encuentra próximo a culminar la vacunación en adultos mayores esperemos que no se vuelvan a cometer errores tan terribles como en semanas pasadas.

En todo caso, lo que se debe rescatar de las reflexiones de The Economist es que la imposición de cuarentenas totales ya no debe ser una opción, sino que por el contrario, debe seguir explorándose la reapertura de las actividades que se han visto más afectadas por la crisis, comos son los servicios, restaurantes y el turismo, en espacios abiertos pero acompañándolos también de extensiones del toque de queda, siendo el actual a las 9 pm insuficiente. Esto mejoraría las perspectivas de empleo pues se trata de sectores que son intensivos en mano de obra.

Por el lado de la inversión, se debe seguir avanzando con el cumplimiento de las metas de la inversión pública en todos los niveles de gobierno, pero sobretodo se debe acelerar la inversión privada a través del destrabe de megaproyectos de infraestructura y mineros, que a pesar de ya contar con todos los trámites en regla y de su enorme potencial para la generación de empleo en las regiones, no se desencadenan por falta de decisión política. Y finalmente, avanzar firmemente con la vacunación y el permanente cierre de nuevos contratos conforme se avancen con las negociaciones.

Esperemos que este y el próximo gobierno tomen en cuenta estas recomendaciones y se ponga a hacer el trabajo lo más rápido posible. Lampadia

 

Un largo camino de caída
Por qué se afectó tanto la economía de América Latina con el covid-19

El PBI mundial se contrajo un 3% el año pasado, pero el de América Latina y el Caribe cayó un 7% [y el Perú, cayó 11%]

The Economist
13 de mayo, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

Antes de que estallara la pandemia, Jaime Alirio Pinilla, un hombre de 45 años de Bogotá, la capital de Colombia, trabajaba como obrero de la construcción. “Pero por esta mierda perdí mi trabajo y ahora trabajo en la calle”, dice, de pie detrás de un carro de acero desde el que vende jugo de naranja, dulces, cigarrillos y café. Colombia ya ha tenido uno de los bloqueos más prolongados del mundo; ahora también enfrenta enfrentamientos diarios entre manifestantes y fuerzas de seguridad, ya que los disturbios por la situación económica continúan durante una tercera semana. “Hemos estado encerrados durante más de un año y no podemos soportar esto más”, dice Pinilla. “La economía está arruinada, sobrevivimos, no vivimos”.

La pandemia del covid-19 provocó la recesión mundial más profunda desde la Segunda Guerra Mundial. Pero a una región le ha ido peor económicamente que a cualquier otra, y por un buen trecho. El PBI mundial se contrajo un 3% el año pasado, pero en América Latina y el Caribe la producción cayó un 7%, el peor de todas las regiones analizadas por el FMI (aunque India, casi una región en sí misma, lo hizo peor). En 2020, las personas en América Latina trabajaron un 16% menos de horas, casi el doble de la pérdida a nivel mundial. Varios países de la región lo han hecho extraordinariamente mal: el PBI de Perú, por ejemplo, cayó un 11% el año pasado. Y mientras que algunas economías ahora están retrocediendo a medida que se levantan las restricciones, en América Latina el estado de ánimo se está oscureciendo.

La explicación más simple del terrible desempeño de la región se relaciona con la salud pública. El modelo de exceso de muertes de The Economist estima que América Latina y el Caribe tiene el mayor número de muertes en exceso en la pandemia, en relación con la población, de las regiones del mundo. A medida que las vacunas en otras partes del mundo reducen la propagación de la enfermedad y el daño que causa, en muchas partes de América Latina el coronavirus se propaga sin control. En Brasil, donde el presidente populista, Jair Bolsonaro, se ha negado a usar mascarilla o vacunarse, la cifra oficial diaria de muertos en un momento superó los 4,000 por día (ahora es de unos 2,000). Incluso los países que anteriormente habían hecho un buen trabajo en el control de la pandemia, como Uruguay, están luchando con un número creciente de casos.

La propagación de la enfermedad impulsó a algunos gobiernos de la región a implementar las cuarentenas más duras del mundo. Una medida cuantitativa producida por Goldman Sachs, un banco, asigna un puntaje de cero a 100 para evaluar la severidad de las reglas de un país sobre el encierro, el grado de adherencia a tales restricciones y cualquier distanciamiento social voluntario (ver gráfico). Ninguna región ha tenido un año más en casa que América Latina, con un movimiento un 70% más restringido que en América del Norte.

Argentina y Chile han sido el segundo y el cuarto países más restringidos del mundo, respectivamente. Perú encabeza la lista. Allí, el bloqueo inicial se sintió como vivir los días más oscuros de la guerra contra los insurgentes maoístas a principios de la década de 1990. A nadie se le permitía salir de casa excepto para comprar víveres. Los agentes de policía y los soldados hicieron cumplir estrictamente el toque de queda. Bloqueos tan duros hacen imposible gran parte de la actividad económica, incluso si muchas de las personas más pobres de la región no tienen más remedio que desafiar las órdenes de quedarse en casa en un intento por llegar a fin de mes.

Además de la gravedad del brote de América Latina y los bloqueos asociados, otros dos factores han contribuido a la dolorosa contracción económica de la región: la estructura de las economías locales y la escala y el diseño del estímulo fiscal. Considere la estructura económica primero. Una variedad de evidencia sugiere que la región es especialmente vulnerable a las cuarentenas. Muchos países de América Latina y el Caribe dependen en gran medida de los ingresos de los turistas internacionales. Aruba, una isla holandesa en el Caribe que depende especialmente de los visitantes, vio caer el PBI en un 25% en 2020.

Investigaciones recientes del FMI encuentran que el empleo en lo que llama “sectores intensivos en contacto” —del tipo en el que es imposible realizar un trabajo sin estar en proximidad física de otros— es especialmente importante en América Latina y el Caribe. Los trabajos en industrias como restaurantes, tiendas o transporte público representan el 43% del empleo total, en comparación con el 30% en los mercados emergentes en su conjunto.

Una región con una gran desigualdad, América Latina tiene una proporción inusualmente grande de personas que trabajan como personal doméstico para las personas más ricas, lo que inherentemente implica la mezcla de hogares. Para un artículo reciente, Louisa Acciari de University College London y sus colegas encuestaron a trabajadoras del hogar en varios países y encontraron historias de equipos de protección personal inadecuados y violaciones de sus derechos. De hecho, la primera muerte oficial del covid-19 en Río de Janeiro en marzo pasado fue una criada que había sido infectada por su empleador, según funcionarios estatales; la mujer había estado en Italia y, según alegan, no se molestó en enviar a su criada a casa una vez que se enfermó.

El factor final detrás del terrible desempeño económico de la región es la política fiscal. Una forma de medir si la respuesta fiscal de un país a la pandemia ha sido lo suficientemente grande implica comparar dos cosas: el cambio en el déficit presupuestario general de un país y su producción perdida durante la pandemia. Tomando prestada una metodología desarrollada en un artículo de investigación de Goldman Sachs, The Economist calculó la idoneidad del estímulo inducido por una pandemia para 193 países. Muchos gobiernos de todo el mundo, por cada dólar de producción perdida, han aumentado su gasto en un dólar. Algunos, como EEUU y Australia, han sido sustancialmente más generosos. América Latina, aunque implementó un estímulo fiscal más generoso que en recesiones pasadas, ha sido tacaño incluso en relación con otros mercados emergentes, con el país medio agregando solo 28 centavos de gasto deficitario adicional por cada dólar de producción perdida.

El diseño del estímulo también tiene deficiencias. Los países con los planes más exitosos han enviado grandes cantidades de dinero directamente a las personas. Eso ha ayudado a romper el vínculo entre la pérdida de empleos y los recortes en el gasto de los hogares, lo que respalda la economía. América Latina, por el contrario, ha centrado principalmente sus recursos en otros lugares, incluso en la creación de sistemas de atención de la salud con financiación insuficiente.

No todos los países de América Latina han tomado esta ruta. En Brasil, el gasto del gobierno de Bolsonaro ha compensado la pérdida de producción casi por completo. Esto ayudó a reducir la incidencia de la pobreza extrema incluso cuando la pandemia se apoderó del país, aunque el nivel de ayuda de emergencia a los hogares pobres ha disminuido recientemente y el hambre y otras formas de privación están aumentando nuevamente.

Sin embargo, algunos gobiernos han sido sorprendentemente austeros. En ningún lugar esto es más cierto que en México, liderado por el autoproclamado de izquierda Andrés Manuel López Obrador. El insignificante programa de estímulo de México (de 17 centavos por dólar de gasto perdido) se deriva de la sensibilidad monástica y autárquica de López Obrador, que lo hace instintivamente receloso de la deuda, pero especialmente cuando está financiada por financieros extranjeros. En Colombia, las protestas fueron provocadas por el intento del 28 de abril por parte del gobierno de Iván Duque de impulsar una reforma tributaria, pero se han convertido en algo mucho más grande. Gran parte del descontento se debe a la percepción de una respuesta inadecuada o equivocada al covid-19, que ha permitido que 2.8 millones de personas caigan en la pobreza extrema.

La carnicería económica no durará para siempre. Pero el crecimiento anual en el PBI de 3-4% que puede esperar América Latina y el Caribe, una vez que se levanten las restricciones de manera segura, permanece algo por debajo de las tasas que EEUU y algunos otros países están a punto de ver. Un aumento reciente de los precios de las materias primas ayudará a menos de lo que muchos piensan: un índice de los precios mundiales de las materias primas se mantiene por debajo de donde estuvo durante gran parte del período transcurrido desde la crisis financiera mundial. Y debido al estímulo débil, los hogares no han acumulado grandes cantidades de ahorros, como lo han hecho en muchos países más ricos, por lo que no habrá un exceso de gasto posterior al cierre. Como muestran los disturbios en Colombia, la región más afectada por la pandemia enfrenta aún más problemas. Lampadia




Los peligros de una invasión china en Taiwán

Los peligros de una invasión china en Taiwán

El statu quo que mantiene a EEUU y China en relativa paz por la situación política de Taiwán ahora pende de un hilo, dado el posicionamiento militar que el régimen chino ha ido acrecentando en territorio asiático, además de la clara intención de su máximo líder Xi Jin Ping de acrecentar su influencia geopolítica entre sus vecinos, a quienes considera históricamente parte de China.

Un reciente artículo de The Economist, que compartimos líneas abajo, explora las implicancias económicas y de seguridad global de una invasión china a Taiwán y da recomendaciones a los funcionarios de EEUU para disuadir a China de un posible ataque, que a todas luces, no beneficiaría a ninguna de las dos superpotencias, introduciendo además un grave precedente para un conflicto bélico mundial.

Lo que hay que resaltar de las reflexiones de The Economist es que, además de las obvias consecuencias para la paz global que generaría tal invasión, Taiwán es considerado el eje mundial de la producción de chips de avanzada, sobre los cuales se desarrollan una multiplicidad de bienes tecnológicos tanto en occidente como en territorio asiático. Si bien China puede estar tentada a invadir esta isla para acopiar más sectores estratégicos, ello interrumpiría la ya derruida cadena global de valor tecnológica y por supuesto acarrearía mayores costos tanto para EEUU como para sí mismo, cuyas ventajas comparativas en este sector no compensarían la taiwanesa. Peor aún en un contexto de crisis pos pandemia, en donde se deben buscar alianzas comerciales y espacios de colaboración, e vez de conflictos, la invasión sería un quiebre en las perspectivas de desarrollo global del siglo xxi.

Esperamos pues que las recomendaciones de The Economist calen sobre los funcionarios estadounidenses, pero también que los chinos internalicen la gravedad de cometer tal barbaridad como es el de una invasión, sopesando los tremendos costos e inestabilidad que se incurriría con tal hecho. Lampadia

Política de superpotencias
El lugar más peligroso de la Tierra

EEUU y China deben trabajar más duro para evitar la guerra por el futuro de Taiwán

The Economist
1 de mayo, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

La prueba de una inteligencia de primer nivel, escribió F. Scott Fitzgerald, es la capacidad de tener en mente dos ideas opuestas al mismo tiempo y aún conservar la capacidad de funcionar. Durante décadas, un ejercicio de ambigüedad de alto calibre ha mantenido la paz entre EEUU y China sobre Taiwán, una isla de 24 millones de habitantes, a 100 millas (160 km) de la costa de China. Los líderes de Beijing dicen que solo hay una China, que ellos dirigen, y que Taiwán es una parte rebelde de ella. EEUU asiente con la cabeza a la idea de una sola China, pero ha pasado 70 años asegurándose de que haya dos.

Hoy, sin embargo, esta ambigüedad estratégica se está derrumbando. EEUU empieza a temer que ya no pueda disuadir a China de apoderarse de Taiwán por la fuerza. El almirante Phil Davidson, que dirige el Comando del Indo-Pacífico, dijo al Congreso en marzo que le preocupaba que China atacara a Taiwán tan pronto como en 2027.

La guerra sería una catástrofe, y no solo por el derramamiento de sangre en Taiwán y el riesgo de escalada entre dos potencias nucleares. Una razón es económica. La isla se encuentra en el corazón de la industria de los semiconductores TSMC, el fabricante de chips más valioso del mundo, crea el 84% de los chips más avanzados. Si la producción en TSMC se detuviera, también lo haría la industria electrónica mundial, a un costo incalculable. La tecnología y el conocimiento de la empresa están quizás una década por delante de los de sus rivales, y se necesitarán muchos años de trabajo antes de que EEUU o China puedan esperar ponerse al día.

La razón más importante es que Taiwán es un escenario para la rivalidad entre China y EEUU. Aunque EEUU no está obligado por un tratado a defender a Taiwán, un asalto chino sería una prueba del poderío militar de EEUU y de su determinación diplomática y política. Si la Séptima Flota no aparecía, China se convertiría de la noche a la mañana en la potencia dominante en Asia. Los aliados de EEUU en todo el mundo sabrían que no pueden contar con eso. La Pax Americana colapsaría.

Para entender cómo evitar el conflicto en el Estrecho de Taiwán, comience con las contradicciones que han mantenido la paz durante las últimas décadas. El gobierno de Beijing insiste en que tiene el deber de lograr la unificación, incluso, como último recurso, mediante una invasión. Los taiwaneses, que solían estar de acuerdo en que su isla era parte de China (aunque no comunista), han optado por elegir gobiernos que enfatizan su separación, sin llegar a declarar la independencia. Y EEUU ha protegido a Taiwán de la agresión china, aunque reconoce al gobierno de Beijing. Estas ideas opuestas se agrupan en lo que los herederos diplomáticos de Fitzgerald llaman alegremente el “status quo”. De hecho, es una fuente turbulenta e hirviente de neurosis y dudas.

Lo que ha cambiado últimamente es la percepción de EEUU del punto de inflexión en el desarrollo militar a través del Estrecho de China, que lleva 25 años en proceso. La armada china ha lanzado 90 barcos y submarinos importantes en los últimos cinco años, cuatro a cinco veces más que EEUU en el Pacífico occidental. China construye más de 100 aviones de combate avanzados cada año; ha desplegado armas espaciales y está repleto de misiles de precisión que pueden atacar a Taiwán, buques de la Armada estadounidense y bases estadounidenses en Japón, Corea del Sur y Guam. En los juegos de guerra que simulan un ataque chino a Taiwán, EEUU ha comenzado a perder.

Algunos analistas estadounidenses concluyen que la superioridad militar tarde o temprano tentará a China a usar la fuerza contra Taiwán, no como último recurso, sino porque puede hacerlo. China se ha convencido a sí misma para creer que EEUU quiere mantener hirviendo la crisis de Taiwán e incluso puede querer una guerra para contener el ascenso de China. Ha pisoteado la idea de que Hong Kong tiene un sistema de gobierno separado, devaluando una oferta similar diseñada para ganarse al pueblo de Taiwán para la unificación pacífica. En el Mar de China Meridional, ha estado convirtiendo arrecifes áridos en bases militares.

Aunque China se ha vuelto claramente más autoritaria y nacionalista, este análisis es demasiado pesimista, tal vez porque la hostilidad hacia China se está convirtiendo en el estándar en EEUU. Xi Jinping, presidente de China, ni siquiera ha comenzado a preparar a su pueblo para una guerra que probablemente provocará víctimas masivas y dolor económico en todos los bandos. En su centésimo año, el Partido Comunista está construyendo su reclamo de poder sobre la base de la prosperidad, la estabilidad y el estatus de China en su región y su creciente papel en el mundo. Todo eso estaría en peligro por un ataque cuyo resultado, diga lo que diga la Marina de los EEUU, viene con mucha incertidumbre, sobre todo sobre cómo gobernar un Taiwán rebelde. ¿Por qué Xi arriesgaría todo ahora, cuando China podría esperar hasta que las probabilidades sean aún mejores?

Sin embargo, eso solo trae algo de consuelo. Nadie en EEUU puede saber realmente lo que Xi pretende hoy, y mucho menos lo que él o su sucesor deseen en el futuro. Es probable que aumente la impaciencia de China. El apetito de riesgo de Xi puede agudizarse, especialmente si quiere la unificación con Taiwán para coronar su legado.

Si quieren asegurar que la guerra siga siendo una apuesta demasiado arriesgada para China, EEUU y Taiwán deben pensar en el futuro. El trabajo para restablecer un equilibrio a través del Estrecho de Taiwán llevará años. Taiwán debe comenzar a dedicar menos recursos a sistemas de armas grandes y costosos que son vulnerables a los misiles chinos y más a tácticas y tecnologías que frustrarían una invasión.

EEUU necesita armas para disuadir a China de lanzar una invasión anfibia; debe preparar a sus aliados, incluidos Japón y Corea del Sur; y necesita comunicar a China que sus planes de batalla son creíbles. Este será un equilibrio difícil de lograr. La disuasión generalmente se esfuerza por ser muy clara sobre las represalias. El mensaje aquí es más sutil. Se debe disuadir a China de que intente cambiar el estatus de Taiwán por la fuerza, incluso cuando se le asegura que EEUU no apoyará una carrera hacia la independencia formal de Taiwán. El riesgo de una carrera de armamentos entre superpotencias es alto.

No se haga ilusiones de lo difícil que es mantener la ambigüedad. Los halcones de Washington y Pekín siempre podrán presentarlo como una debilidad. Y, sin embargo, las demostraciones aparentemente útiles de apoyo a Taiwán, como los buques de guerra estadounidenses que hacen escala en los puertos de la isla, podrían interpretarse erróneamente como un cambio peligroso en las intenciones.

Es mejor poner fin a la mayoría de las disputas. Aquellos que solo pueden resolverse en la guerra a menudo pueden postergarse y, como dijo el difunto líder de China, Deng Xiaoping, dejarse en manos de generaciones más sabias. Ningún lugar presenta una prueba de habilidad política como el lugar más peligroso de la Tierra. Lampadia




China sanciona a Occidente

China sanciona a Occidente

Hace un tiempo venimos escribiendo sobre la visión equivocada que tuvo EEUU al mando de Donald Trump, en relación a China y cómo sus políticas comerciales y tecnológicas no buscaban la tan necesaria convergencia con el gigante asiático.

Por otra parte, los discursos del entrante presidente Biden en diversos foros internacionales en los últimos meses, han reflejado su interés de luchar abiertamente con China por la supremacía de dos modelos políticos antagónicos, democracia vs dictadura, exacerbando el conflicto ya arrastrado por la administración Trump (ver Lampadia: EEUU y China deben descongelar sus relaciones).

¿Cómo viene reaccionando China a estas afrentas a nivel internacional?

The Economist ha publicado un artículo que informa que recientemente los funcionarios china han impuestos sanciones a diplomáticos y otros activistas democráticos de Canadá, Reino Unido y de la misma UE. Bajo la visión de The Economist, China está asumiendo mayores riesgos que en el pasado en sus relaciones externas dado que da por sentada su supremacía a largo plazo, así como la decadencia de Occidente en su peso geopolítico mundial.

Si bien las reflexiones de los funcionarios chinos pueden ser ciertas, consideramos que el confrontar con otros países en estas épocas de severa recesión global, no ayudan a la reactivación que necesitamos ni tampoco a reversar el proceso de desglobalización que se ha visto enrumbado el mundo en la década pasada. Como explicamos en Lampadia: Volvamos a la cooperación internacional, la agenda de los líderes mundiales debe ser de fomentar el comercio libre y la inversión extranjera, y no petardear las relaciones de los tratados existentes, sino por el contrario establecer la mayor cantidad de nuevas iniciativas posibles. Este es el caso por ejemplo el borrador del Acuerdo Integral de Inversión entre China y la UE que, tras estas sanciones, pareciera que ya no tendría buen cauce.

Esperemos que los funcionarios chinos reflexionen una vez más sobre las implicancias que tendría este recrudecimiento de relaciones externas para su país y den cuenta que siempre es mejor la cooperación que la autosuficiencia en materia económica. Lampadia

China apuesta que Occidente está en un declive irreversible

Los líderes del país ven su momento y lo están aprovechando

The Economist
3 de abril, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

Con la mirada fija en el premio de hacerse rica y fuerte, China ha pasado los últimos 40 años como un matón reacio al riesgo. Rápido para infligir dolor a las potencias más pequeñas, ha sido más cauteloso en cualquier país capaz de devolver el golpe. Recientemente, sin embargo, los cálculos de riesgo de China parecen haber cambiado. Primero, Yang Jiechi, el jefe de política exterior del Partido Comunista, dio una conferencia a los diplomáticos estadounidenses en una reunión bilateral en Alaska, señalando las fallas de la democracia estadounidense. Eso le valió el estatus de héroe en casa. Luego, China impuso sanciones a políticos, diplomáticos, académicos, abogados y activistas por la democracia británicos, canadienses y de la Unión Europea. Esos amplios bordillos fueron en represalia por sanciones occidentales más estrictas contra funcionarios acusados de reprimir a los musulmanes en la región noroeste de Xinjiang.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de China declara que horrores como el comercio de esclavos en el Atlántico, el colonialismo y el Holocausto, así como la muerte de tantos estadounidenses y europeos por el covid-19, deberían avergonzar a los gobiernos occidentales de cuestionar el historial de China en materia de derechos humanos. Más recientemente, los diplomáticos y propagandistas chinos han denunciado como “mentiras y desinformación” los informes de que se utiliza trabajo forzado para recolectar o procesar algodón en Xinjiang. Han elogiado a sus conciudadanos por boicotear a las marcas extranjeras que se niegan a utilizar algodón de esa región. Otros han tratado de demostrar su celo lanzando abusos de la era maoísta. Un cónsul general chino tuiteó que el primer ministro de Canadá era “un perro corredor de EEUU”.

Los diplomáticos occidentales en Beijing observan con consternación ese nacionalismo. Los funcionarios chinos han convocado a los enviados para que los reprendieran a altas horas de la noche, para que se les informara de que esta no es la China de hace 120 años, cuando los ejércitos extranjeros y las cañoneras obligaron a la última y tambaleante dinastía imperial del país a abrir más el país a los forasteros. Algunos diplomáticos hablan de vivir un punto de inflexión en la política exterior china. Los aficionados a la historia debaten si el momento se parece más al surgimiento de un Japón revisionista y enojado en la década de 1930, o al de Alemania cuando una ambición férrea lo llevó a la guerra en 1914. Un diplomático veterano sugiere con tristeza que los gobernantes de China ven a Occidente como una persona indisciplinada. , débiles y venales, y buscan dominarlo, como un perro.

En Washington y otras capitales no es difícil escuchar voces que sugieren que China está cometiendo errores imprudentes y torpes. Seguramente China ve que está agriando la opinión pública en todo Occidente, murmuran. Hay perplejidad sobre cómo China ve ahora su reciente borrador de acuerdo con la Unión Europea, el Acuerdo Integral de Inversión, que parecía tan ansioso por concluir. La ratificación de ese pacto por el Parlamento Europeo está ahora congelada, y posiblemente sepultada en el permafrost, como resultado de las sanciones de China a varios euro legisladores.

En realidad, los líderes chinos, si sus propias palabras y escritos sirven de guía, piensan que la asertividad es racional. Primero, creen que China tiene números de su lado a medida que surge un orden mundial en el que los países en desarrollo exigen, y se les concede, más influencia. En la ONU, la mayoría de los estados miembros apoyan de manera confiable a China, como una fuente insustituible de préstamos, infraestructura y tecnología asequible, incluido un equipo de vigilancia para autocracias nerviosas. En segundo lugar, China está cada vez más segura de que EEUU está en un declive irreversible a largo plazo, incluso si otros países occidentales son demasiado arrogantes y racistas para aceptar que “Oriente está subiendo y Occidente está en declive”, como lo expresaron los líderes chinos. China ahora está aplicando dosis calculadas de dolor para sorprender a los occidentales y hacerles comprender que el antiguo orden liderado por EEUU está terminando.

Los gobernantes de China son mayoritarios. Su dominio del poder implica convencer a la mayoría de los ciudadanos de que la prosperidad, la seguridad y la fuerza nacional requieren un gobierno unipartidista con puño de hierro. Ponen sin ruborizar los intereses de muchos por encima de los de unos pocos, ya sean agricultores desalojados para construir una presa, minorías étnicas reeducadas para convertirse en trabajadores por licitación o disidentes que deben ser silenciados. China es un desafío difícil para los demócratas liberales precisamente porque su tiranía en nombre de la mayoría está respaldada por muchos chinos, aunque a un costo terrible para los valores atípicos y las minorías. Hoy, las ideas chinas sobre la gobernanza global suenan como un orden mundial mayoritario. Ruan Zongze, un académico del Centro de Investigación Diplomática del Ministerio de Relaciones Exteriores de Xi Jinping, explicó la línea oficial en una conferencia de prensa. Negó que China quisiera exportar sus valores. Pero esbozó una visión del multilateralismo por mayoría que, al no otorgarle una legitimidad especial a las normas liberales, sería un refugio seguro para la autocracia china. Ruan despreció a los gobiernos que “usan el pretexto de la democracia para formar alianzas”. Llamó a eso “falso multilateralismo”, y agregó que los países en desarrollo no necesitan soportar las acusaciones de un Occidente que no habla por el mundo. Como motores del crecimiento global, China y otras economías emergentes deberían tener más voz, declaró. “Aquellos que representan las tendencias futuras deben ser la fuerza líder”.

La mayoría de las tiranías

Como lo ve un diplomático europeo, al menos una parte del establecimiento de China está convencido de que el orden liberal establecido después de 1945, construido alrededor de derechos humanos universales, normas y reglas que unen a fuertes y débiles por igual, es un obstáculo para el ascenso de China. Estos revisionistas están “convencidos de que China no logrará sus objetivos si sigue las reglas”, dice.

Los diplomáticos describen una China arrogante y paranoica. Dicen que algunos funcionarios chinos están convencidos de que la UE pronto retirará sus sanciones relacionadas con Xinjiang, porque Europa no puede recuperarse de la pandemia sin el crecimiento chino. A otros funcionarios chinos les preocupa que su país se esté haciendo demasiados enemigos y se lo dicen a los diplomáticos. Por desgracia, son superados en número por aquellos que culpan de la impopularidad de China al resentimiento occidental por el éxito chino. Los gobernantes de China se están preparando para una lucha prolongada. Los riesgos son claros, tanto para China como para Occidente. Lampadia