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El papel de la política monetaria no convencional

El papel de la política monetaria no convencional

Como hemos venido discutiendo desde hace algún tiempo (ver Lampadia: ¿Una nueva macroeconomía?, Recesión global en 2020), una posible recesión global a desatarse el presente año no sólo tendría efectos permanentes en el crecimiento potencial de la economía mundial sino que, dado el contexto actual de bajas tasas de interés, constituiría un verdadero desafío para una reactivación vía política monetaria expansiva en el corto plazo.

Si bien esta discusión tiene parte de razón está algo incompleta dado que no ha incorporado en su análisis la existencia y efectividad de las herramientas de política monetaria no convencional que contribuyeron formidablemente a sacar al mundo de la crisis financiera global del 2008. Aquí se encuentran el quantitative easing y el forward guidance, ambas medidas que, a través de su influencia en las tasas de interés de largo plazo ya sea vía compra de deuda pública o cambio en expectativas, pretende reactivar la demanda agregada en el corto plazo.

Para nutrir la discusión acerca de la efectividad de ambas políticas, compartimos a continuación un reciente artículo publicado por The Economist en el que se analizan estos temas a la luz de las condiciones financieras en las cuales se mece el mundo actual. Es importante notar del presente análisis que, si bien estas políticas emprendidas por la FED tuvieron muy buenos resultados en su momento, la evidencia sobre su efectividad en otros contextos no es concluyente. Ello sin tomar en cuenta además el carácter estructural de caída de tasas de interés, que parece experimentar el mundo de manera histórica en el presente siglo y buena parte del anterior. Lampadia

La política monetaria no será suficiente para combatir la próxima recesión

Ben Bernanke, ex jefe de la Fed, es complaciente

The Economist
11 de enero,2020
Traducido y glosado por Lampadia

El mayor desafío que enfrentan los economistas hoy en día es cómo lidiar con las recesiones. La expansión de EEUU es la más larga registrada; una desaceleración en algún momento es inevitable. El temor es que los bancos centrales no tengan suficientes herramientas para luchar contra la próxima recesión. Durante y después de la crisis financiera, respondieron con una mezcla de recortes convencionales de las tasas de interés y, cuando llegaron a su límite, con medidas experimentales, como la compra de bonos (“quantitative easing” o QE) y haciendo promesas sobre políticas futuras (“forward guidance”). El problema es que hoy en día, en todo el mundo rico, las tasas de interés a corto plazo todavía están cerca o por debajo de cero y no se pueden reducir mucho más, privando a los bancos centrales de su palanca principal si se produce una recesión.

No temas, argumenta Ben Bernanke, quien dirigió la FED durante la crisis. En un discurso el 4 de enero, dijo que la lección de la última década es que el QE y el forward guidance pueden proporcionar un estímulo sustancial, equivalente, calcula, a las reducciones de tasas de aproximadamente tres puntos porcentuales. Eso proporciona al menos la mitad de la potencia de fuego que la FED usó típicamente para combatir las recesiones. Mientras los recortes de tasas de interés puedan proporcionar la otra mitad, es decir, si las tasas aún pueden caer de dos a tres puntos porcentuales, la política monetaria mantendrá su potencia. Como resultado, dice Bernanke, hacer una revisión más audaz del conjunto de herramientas “parece prematuro”.

Bernanke tiene razón en que la QE y el forward guidance han sido estimulantes económicos efectivos, aunque juzgar su impacto exacto es complicado. Pero él es demasiado optimista, por tres razones. Primero, entre las grandes economías, solo EEUU parece remotamente cerca de pasar su prueba de potencia de fuego. En la zona euro y Japón, la deuda segura a diez años arroja un rendimiento inferior a cero. Eso sugiere que es poco probable que las tasas a corto plazo aumenten mucho en la década de 2020. También significa que el QE y el forward guidance, que se supone que funcionan reduciendo las tasas de interés a largo plazo, podrían quedarse sin espacio, ya que no pueden caer mucho por debajo de cero. Otros banqueros centrales están haciendo sonar la alarma. Esta semana, Mark Carney, el jefe saliente del Banco de Inglaterra, advirtió que la economía global enfrenta una trampa de liquidez en la que la política monetaria pierde su mordisco.

Bernanke reconoció que Europa y Japón necesitarán un estímulo fiscal, en lugar de solo una política monetaria, para luchar contra una recesión. Pero también dio a entender que todo lo que podría necesitarse es una explosión de gastos o recortes de impuestos, después de lo cual los bancos centrales volverían a tener el control. De hecho, en Japón, décadas de déficit han llevado a la deuda pública a casi el 250% del PBI sin que las tasas de interés suban mucho. En lugar de un impulso único, el mundo rico de baja tasa necesita que la política fiscal sea más activa durante un largo período.

En segundo lugar, incluso EEUU, donde las tasas de interés son más altas, pasa el chequeo de Bernanke solo si entrecierra los ojos. La tasa de interés a corto plazo languidece en 1.5-1.75%, por debajo de su zona de seguridad discutida. Bernanke se consuela del hecho de que los modelos económicos, y los formuladores de políticas de la FED, esperan que las tasas finalmente se asienten a una tasa de interés “natural” más alta. Pero los inversores son más pesimistas. El rendimiento de los bonos a diez años de EEUU es solo del 1.8%. Incluso el rendimiento a 30 años es de solo alrededor del 2.3%.

Los modelos pueden ser correctos (aunque quienes estiman la tasa natural advierten que su trabajo es “altamente impreciso”). Pero una recesión podría golpear antes de que las tasas se hayan recuperado a su nivel natural. Solo mire a Gran Bretaña. Uno de los documentos que cita Bernanke sugiere que la tasa natural de Gran Bretaña es de 3.4%, más de cuatro veces el rendimiento de sus bonos a diez años. Es mucho más probable que el Banco de Inglaterra tenga que luchar contra una recesión en la década de 2020 que elevar las tasas de interés tan alto.

Tercero, y lo más importante, las tasas de interés han estado en declive a largo plazo. Este otoño generalmente se retrata como que comenzó en la década de 1980. Pero una nueva investigación sugiere que es un fenómeno a largo plazo, y que el período de altas tasas alrededor de esa época fue una peculiaridad histórica. Los funcionarios de la FED han pasado años bajando sus estimaciones de dónde se establecerán las tasas. Aunque no es seguro que tales estimaciones continúen cayendo, sería valiente suponer lo contrario. La creencia de que las tasas aumentarán sustancialmente ha arruinado a muchos inversores en los últimos años; en Japón, una apuesta en esa dirección es apodada “la viuda”.

Los gobiernos y los bancos centrales deben rediseñar su caja de herramientas para hacer frente a un mundo de baja tasa. Esto significa encontrar formas de cerrar la brecha cada vez menor entre la política monetaria, establecida por los tecnócratas, y la política fiscal, establecida por los políticos. Incluso podría requerir el uso cuidadoso de una nueva herramienta radical como “helicopter money”, un folleto para el público financiado por las imprentas. En el pasado, Bernanke debatió estas ideas más audaces y se ganó un apodo. ¿Dónde está el “helicóptero Ben” cuando lo necesitas? Lampadia




Los Nobel de Economía 2019

Los Nobel de Economía 2019

La ciencia económica sigue avanzando notablemente en los ámbitos teórico y empírico. Recientemente, con el galardón del Premio Nobel de Economía a Banerjee, Duflo y Kremer, se ha escalado en el ámbito metodológico e inclusive epistemológico, si se quiere, del estudio de los causales de la pobreza global.

Así, gracias a los aportes de estos tres economistas, los ensayos aleatorios o “experimentos controlados”, que eran de uso restringido en las ciencias naturales, ahora serían pieza clave de las investigaciones de la denominada economía del desarrollo. La economía del desarrollo se desplegó en la segunda mitad del siglo pasado como un intento de llenar los vacíos empíricos que las teorías del crecimiento de aquel entonces no podían llenar, a partir del análisis de los microdatos, llámense hogares o individuos. Aquí subyacen temas de estudio que van más allá de los análisis económicos tradicionales, como la educación, la salud, e inclusive las instituciones.

Sin embargo, ¿Por qué es importante  el reconocimiento de este premio, en el marco de la profesión de economistas, más allá de si pertenecen a la rama del desarrollo?

Usualmente lo que prevalece en el quehacer empírico de las investigaciones en el campo económico mainstream es la econometría y el uso de los datos, ambas herramientas utilizadas para aislar y cuantificar relaciones causales entre diversas variables de interés. El problema de este enfoque es que constantemente enfrenta el problema de la denominada “endogeneidad”, es decir, la posibilidad de que las variables estudiadas generen impacto entre ellas, siendo imposible determinar una relación unidireccional. Ejemplos hay muchos, como los precios y cantidades de un determinado bien, o el empleo y los salarios, ambas parejas de variables que se retroalimentan entre sí. Si bien existen metodologías para arreglar este problema, son altamente difíciles de defender desde el punto de vista teórico y uno tiene que estar restringido a los datos disponibles para generar “shocks” que permitan aislar los impactos de una variable sobre otra, y de esta manera, cuantificarlo.

Gracias a los aportes de Banerjee, Duflo y Kremer ahora es posible inducir a los individuos a enfrentarse a shocks externos, gracias a los experimentos controlados, y de esta manera aislar efectos de determinadas políticas en sus comportamientos. Como recientemente publicó The Economist (ver artículo líneas abajo), es a partir de la observación de los datos que generan estos experimentos que se han desarrollado enormes contribuciones en los temas de pobreza en países que aún son víctimas de esta problemática social.

En ese sentido, creemos que adoptar estas nuevas estrategias empíricas en los análisis económicos ayudan a que esta ciencia social se fortifique y avance hacia lo que debiera ser su principal objetivo: mejorar la calidad de vida de las personas. Lampadia

El premio Nobel de economía va a los pioneros en comprender la pobreza

El uso de ensayos aleatorios ayuda a los formuladores de políticas a comprender qué políticas funcionan y cuáles no

The Economist
15 de octubre, 2019
Traducido y comentado por Lampadia

La pregunta más importante en economía también es la más difícil: ¿por qué algunos países siguen siendo pobres mientras que otros se enriquecen? En 2015, el 10% de la población mundial vivía con menos de US$ 1.90 por día, en comparación con el 36% en 1990. Pero más de 700 millones de personas permanecen en la pobreza extrema, y el número crece cada día en ciertas partes del mundo, en particular, en el África subsahariana. Por sus contribuciones para comprender las brechas en el desarrollo, para cerrarlas mejor, Abhijit Banerjee, Esther Duflo y Michael Kremer han sido galardonados con el premio Nobel de economía de este año. Los tres son estadounidenses, aunque Banerjee y Duflo son inmigrantes (y están casados). Duflo es la segunda mujer en recibir el premio y, con 46 años, la ganadora más joven de la historia.

Hace treinta años, los economistas miraban principalmente el panorama general. Estudiaron transformaciones estructurales a gran escala: de rural y agrícola a urbano e industrial. Los macroeconomistas construyeron teorías de crecimiento en torno a variables como el capital humano, luego realizaron regresiones de crecimiento entre países para tratar de medir las relaciones, por ejemplo, entre los años de escolaridad y el PBI per cápita. Pero los datos eran escasos o deficientes, y la gran cantidad de factores potencialmente relevantes dificultaban estar seguros de qué causó qué.

A mediados de la década de 1990, Michael Kremer, de la Universidad de Harvard, intentó algo diferente. Con colaboradores y coautores, comenzó a estudiar la pobreza con métodos más comúnmente asociados con químicos y biólogos: ensayos aleatorios. Si el capital humano (salud, educación, habilidades, etc.) es esencial para el desarrollo, es mejor que los economistas se aseguren de comprender de dónde proviene. En Kenia realizó experimentos de campo en los que las escuelas se dividieron aleatoriamente en grupos, algunos sujetos a una intervención política y otros no. Probó, entre otras cosas, libros de texto adicionales, tratamientos antiparasitarios e incentivos financieros para maestros vinculados al progreso de sus alumnos.

Cada uno de estos experimentos arroja un poco de luz sobre una pequeña parte del “problema más difícil”. Resultó que los recursos educativos, por ejemplo, los libros de texto, hicieron poco por los resultados del aprendizaje. Las políticas que hicieron a los alumnos más saludables mejoraron su asistencia, pero no necesariamente la cantidad que aprendieron. Sin embargo, los experimentos tuvieron un resultado mayor: le enseñaron a la profesión de la economía que los ensayos aleatorios podrían funcionar en el campo.

Banerjee y Duflo construyeron sobre la base que Kremer estableció, desplegando ensayos aleatorios en varios países en desarrollo, para estudiar la atención médica y el espíritu empresarial, así como la educación. En India, descubrieron que concentrar recursos de enseñanza adicionales en los alumnos que se habían quedado atrás de sus compañeros pagaba grandes dividendos. Demostraron que los micropréstamos (préstamos a pequeña escala para los pobres con escasez de efectivo) fueron menos transformadores de lo que se había reclamado, pero podrían ayudar a empresarios especialmente ambiciosos. Desde principios de la década de 2000, los tres académicos han estudiado el absentismo entre maestros y enfermeras, programas de inmunización, el manejo de la infraestructura pública y el uso de tecnologías que aumentan la productividad, como los fertilizantes. Han pasado innumerables horas observando y aprendiendo de las luchas diarias de los pobres del mundo.

Al dividir las preguntas grandes en preguntas más pequeñas y abordar cada una de ellas en experimentos cuidadosamente diseñados, los galardonados superaron algunos problemas epistemológicos difíciles. Los experimentos les permitieron demostrar causas y efectos. Los economistas que usaron regresiones entre países no podían decir fácilmente si la escolarización adicional impulsó el crecimiento o simplemente ocurrió junto a él. Los experimentos de campo, por el contrario, podrían mostrar no solo el vínculo entre una mejor enseñanza y un mayor aprendizaje, sino también cómo funcionaba la conexión.

Quedaba el problema de la “validez externa”: la medida en que una relación medida se mantiene fuera del contexto de la investigación. Esta pregunta persigue a todas las ciencias sociales. Las personas son complejas y el mundo cambia constantemente; por lo tanto, es difícil confiar en que una relación entre dos variables perdurará. Los investigadores también deben ser conscientes de que los grupos pequeños que se evalúan pueden diferir sutilmente de una población más amplia, o que algo en el experimento está influyendo en el comportamiento de los participantes. Al dominar la investigación de campo, Banerjee y Duflo mostraron cómo superar estas dificultades. Los experimentos “naturales”, como un choque inesperado de petróleo, no se pueden volver a ejecutar para satisfacer dudas persistentes. Los experimentos de campo pueden ser replicados. Estructurar experimentos para que puedan ampliarse con el tiempo permite una mayor confianza aún.

Una historia en desarrollo

Cada pepita de verdad extraída de los datos generados por los experimentos de campo representa una contribución a la comprensión del mundo. La esperanza es que muchas pequeñas verdades se puedan juntar para hacer una grande. El trabajo que han realizado estos galardonados utiliza la teoría económica como guía, pero representa, sin embargo, un alejamiento del negocio habitual de la disciplina, en el que los economistas miran desde lo alto de la sociedad y buscan descubrir el equivalente de las leyes de movimiento de Newton. Los ensayos aleatorios son parte de un desarrollo importante en las últimas décadas, lejos de la alta teoría y hacia una base empírica. Con estos premios, el comité Nobel aprobó este cambio. Es, además, un premio práctico, que celebra el trabajo que ofrece formas prácticas de mejorar vidas.

Pero la pregunta difícil aún se avecina. Banerjee y Duflo reconocen que su trabajo se basa en una respuesta. En conjunto, sus experimentos revelan que la brecha en la productividad entre los productores más eficientes y menos eficientes es mucho más amplia en las economías en desarrollo que en las avanzadas. Arregle eso, una pequeña intervención a la vez, y quizás eventualmente la gran pregunta desaparecerá. Más economistas de mentalidad macro responden que la gran caída en la pobreza global de las últimas tres décadas le debe poco a esos problemas. Sucedió, más bien, cuando una confluencia de fuerzas globales ha impulsado la fortuna de los países pobres. El misterio de la pobreza global permanece. Si suficientes economistas emulan el espíritu innovador y el cuidado académico de los galardonados de este año, no se quedará para siempre. Lampadia




Políticas públicas

En el siguiente artículo de Ricardo Hausmann en Project Syndicate, se hace un análisis de la formación de las escuelas de políticas públicas, que resulta muy interesante para juzgar la performance de las propias políticas públicas.

Hausmann explica cómo, a diferencia de la formación de los médicos, que incluye prácticas extensivas, previas al ejercicio de la profesión, en las carreras de políticas públicas se llega hasta a evitar las prácticas como elemento formativo.

Interesante análisis que nos lleva a reflexionar sobre el desarrollo de los Estados y sus políticas públicas, sobre la performance de los economistas y la búsqueda del bienestar general.

No culpen a la economía, culpen a la política pública

Project Syndicate
1 de setiembre, 2019
RICARDO HAUSMANN

Hoy es costumbre culpar a la economía o a los economistas por muchos de los males del mundo. Los críticos sostienen que las teorías económicas son responsables de la creciente desigualdad, de la escasez de buenos empleos, de la fragilidad financiera y del bajo crecimiento, entre otras cosas. Pero si bien las críticas pueden impulsar a los economistas a mayores esfuerzos, la arremetida contra la profesión ha desviado involuntariamente la atención de una disciplina que debería asumir una porción mayor de la culpa: la política pública.

La economía y la política pública están estrechamente relacionadas, pero no son lo mismo, y no deberían ser vistas como si lo fueran. La economía es a la política pública lo que la física es a la ingeniería, o la biología a la medicina. Si bien la física es fundamental para el diseño de cohetes que pueden usar energía para desafiar la gravedad, Isaac Newton no fue responsable del desastre de la nave espacial Challenger. Tampoco hay que culpar a la bioquímica por la muerte de Michael Jackson.

La física, la biología y la economía, en tanto ciencias, dan respuesta a preguntas sobre la naturaleza del mundo en el que vivimos, generando lo que el historiador económico Joel Mokyr de la Northwestern University llama conocimiento proposicional. La ingeniería, la medicina y la política pública, por otro lado, responden interrogantes sobre cómo cambiar el mundo de maneras específicas, lo que conduce a lo que Mokyr califica como conocimiento prescriptivo.

Si bien las facultades de ingeniería enseñan física y las facultades de medicina enseñan biología, estas disciplinas profesionales se han desarrollado de forma bastante independiente del desenvolvimiento de sus ciencias básicas. De hecho, al desarrollar sus propios criterios de excelencia, planes de estudio, revistas académicas y carreras profesionales, la ingeniería y la medicina se han convertido en especies distintas.

Las escuelas de política pública, por el contrario, no han sufrido una transformación equivalente. Muchas de ellas ni siquiera contratan a su propio personal docente, sino que utilizan a profesores de ciencias fundacionales como la economía, la psicología, la sociología o la ciencia política. La escuela de política pública de mi propia universidad, Harvard, sí cuenta con un amplio cuerpo docente propio –pero esencialmente contrata doctores recién graduados en las ciencias fundacionales y los promueve sobre la base de sus publicaciones en las principales revistas especializadas de esas ciencias, no en política pública.

A los profesores jóvenes se les desaconseja adquirir experiencia práctica en políticas públicas antes de que alcancen la titularidad (tenure) y no es frecuente que la adquieran. Y hasta los profesores titulares tienen una interacción sorprendentemente limitada con el mundo exterior, debido a las prácticas de contratación prevalecientes y al miedo de que un compromiso externo pueda implicar riesgos para la reputación de la universidad. Para compensar esta carencia, las facultades de política pública contratan a los llamados “profesores de la práctica”, como es mi caso, que han adquirido previamente una experiencia en políticas públicas en otra parte.

Desde el punto de vista de la enseñanza, uno podría pensar que las escuelas de política pública adoptarían una estrategia similar a las facultades de medicina. Después de todo, tanto los médicos como los especialistas en política pública son llamados a resolver problemas y necesitan diagnosticar las causas respectivas. También necesitan entender el conjunto de posibles soluciones y descifrar los pros y los contras de cada una de ellas. Finalmente, tienen que saber cómo implementar la solución que proponen y evaluar si funciona o no.

Sin embargo, las escuelas de política pública ofrecen sólo programas de maestría de uno o dos años, y tienen un pequeño programa de doctorado con una estructura típicamente similar a la que se aplica en las ciencias. Eso se compara desfavorablemente con la manera en que las facultades de medicina capacitan a los médicos e impulsan su disciplina.

Las facultades de medicina (al menos en Estados Unidos) admiten a los alumnos después de que hayan terminado una carrera universitaria de cuatro años en la que hayan tomado un conjunto mínimo de cursos relevantes. Los estudiantes de medicina luego participan en un programa de dos años de enseñanza principalmente en aulas, seguido por dos años en los que rotan por diferentes departamentos en los llamados hospitales escuela, donde aprenden cómo se hacen las cosas en la práctica al acompañar al médico principal y a sus equipos.

Al final de los cuatro años, los médicos jóvenes reciben un diploma. Pero entonces deben empezar una residencia de tres a nueve años (dependiendo de la especialidad) en un hospital escuela, donde acompañan a médicos principales, pero donde se les asignan cada vez más responsabilidades. Después de siete a trece años de estudios de posgrado, finalmente se les permite ejercer la práctica como médicos sin supervisión, aunque algunos hacen pasantías adicionales supervisadas en áreas especializadas.

Por el contrario, las escuelas de política pública esencialmente dejan de enseñarles a los alumnos después de sus dos primeros años de una educación esencialmente en las aulas y (aparte de los programas de doctorado) no ofrecen los muchos años adicionales de formación que brindan las facultades de medicina. Sin embargo, el modelo de hospital escuela podría ser efectivo en política pública también.

Consideremos, por ejemplo, el Laboratorio de Crecimiento de la Universidad de Harvard, que fundé en 2006 después de dos experiencias en políticas públicas sumamente enriquecedores en El Salvador y Sudáfrica. Desde entonces, hemos trabajado en más de tres docenas de países y regiones. En algunos sentidos, el Laboratorio se asemeja un poco a un hospital escuela y de investigación. Se centra tanto en la investigación como en el trabajo clínico de atender “pacientes”, o gobiernos en nuestro caso. Es más, reclutamos PhDs recién graduados (equivalente a los profesionales médicos recién recibidos) y graduados de programas de maestría (como los estudiantes de medicina después de sus dos primeros años de universidad). También contratamos graduados de licenciaturas como asistentes de investigación, o “enfermeros”.

Al abordar los problemas de nuestros “pacientes”, el Laboratorio desarrolla nuevas herramientas de diagnóstico para identificar tanto la naturaleza de las restricciones que enfrentan los países como los métodos terapéuticos para superarlas. Y trabajamos junto con los gobiernos para implementar los cambios propuestos. En verdad, es allí donde más aprendemos. De esa manera, garantizamos que la teoría enriquezca a la práctica, y que los conocimientos obtenidos en la práctica enriquezcan nuestra investigación futura.

Los gobiernos tienden a confiar en el Laboratorio, porque no tenemos un ánimo de lucro, sino más bien el simple deseo de aprender con ellos al ayudarlos a resolver sus problemas. Nuestros “residentes” permanecen con nosotros durante tres a nueve años, como en una facultad de medicina, y suelen asumir puestos de relevancia en los gobiernos de sus propios países cuando nos dejan. En lugar de utilizar nuestra experiencia adquirida para crear “propiedad intelectual”, la hacemos ampliamente disponible a través de publicaciones, herramientas online y cursos. Nuestra recompensa es que otros adopten nuestros métodos.

Esta estructura no fue planeada: simplemente emergió. No fue promovida desde arriba, sino que sencillamente se la dejó evolucionar. Sin embargo, si se abrazara la idea de estos “hospitales escuela”, podría cambiar radicalmente la manera en que la política pública se desarrolla y se enseña, y se la pone al servicio del mundo. Si esto llegara a ocurrir, quizá la gente deje de culpar a los economistas por cosas que nunca debieron haber estado bajo su responsabilidad.

Ricardo Hausmann, ex ministro de planificación de Venezuela y ex economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo, es profesor en la Harvard Kennedy School y director del Harvard Growth Lab.

Lampadia




Otro planteamiento para reformar la ciencia económica

Otro planteamiento para reformar la ciencia económica

A fines del año pasado (y coincidiendo con el 500 aniversario de las Tesis de Lutero en las que desacreditaba la doctrina papal), un grupo de estudiantes y profesores de Economía de la prestigiosa London School of Economics difundió, con un gran alarde, un listado de 33 ‘tesis’ para reformar la disciplina económica.

Al igual que hizo Lutero con su manifiesto, clavándolo, según cuenta la tradición, a las puertas de la iglesia del Palacio de Wittenberg; este grupo de académicos de economía clavaron sus tesis a las puertas de esa prestigiosa universidad, celebrando posteriormente un acto en el University College de Londres, en el que explicaron y debatieron el conjunto de sus propuestas. Parlamentarios y economistas, junto a un grupo de estudiantes que forman parte de Rethinking Economics, aportan una serie de clichés llamativos sobre distintos aspectos de la economía, que, en realidad, en su gran mayoría, no aportan nada nuevo, como:

  • La economía no puede separarse de las políticas públicas
  • La distribución de la riqueza y el ingreso son fundamentales
  • La economía no está libre de juicios de valor
  • La economía no puede sobrevivir sin acoger elementos del mundo natural
  • Los recursos no renovables no son infinitos
  • La economía no puede ignorar la ecología
  • Los mercados resultan de interacciones entre organizaciones públicas y privadas
  • Las instituciones modelan los mercados
  • Las políticas económicas no son de aplicación universal
  • Las decisiones de las personas no son ‘perfectamente racionales’
  • Pequeñas diferencias de suerte o circunstancias pueden producir resultados muy diferentes para personas similares

Y así continua con verdades de Perogrullo, y hasta generalizaciones temerarias, como que los mercados muestran una tendencia a incrementar la desigualdad. Critican los conflictos vinculados a juicios de valor, pero abundan en ellos.

Para complementar el análisis de esta propuesta, ver la crítica de Jorge Baca Campodónico (ex ministro de economía), publicada en Expreso bajo el título La Reformas del Modelo Económico Neoliberal.  

Este tipo de aportes oportunistas para la presencia mediática se multiplican todos los días, aprovechando la instantánea difusión de los medios y redes, adictos a la llamada ‘sociedad del espectáculo’.

En lo que sí tienen razón los imitadores de Lutero, es en la necesidad de promover el pensamiento crítico. Justo lo que necesitamos para no dejarnos llevar por aventureros. Lampadia

33 tesis para una reforma de la disciplina de la economía

EL MUNDO SE ENFRENTA A POBREZA, DESIGUALDAD, CRISIS ECOLÓGICA E INESTABILIDAD FINANCIERA…

Rethinking Economics & The New Weather Institute
Clavado en la puerta del London School of Economics (al estilo de Martín Lutero)
12 de diciembre, 2017
Glosado por Lampadia

Nos preocupa que la economía esté haciendo mucho menos de lo que podría para proporcionar intuiciones que ayuden a resolver estos problemas. Esto sucede por tres razones:

Primero, en el seno de la economía se ha desarrollado un insano monopolio intelectual. La perspectiva neoclásica domina de modo abrumador la enseñanza, la investigación, la asesoría política y el debate público. Muchas otras perspectivas que podrían proporcionar intuiciones valiosas se marginan y excluyen. Y esto no tiene que ver con que una teoría sea mejor que otra sino con la noción de que el progreso científico sólo avanza por medio del debate. En el seno de la economía, este debate ha fenecido.

Segundo, aunque la economía neoclásica ha realizado un aporte histórico y todavía es útil, hay enormes posibilidades de mejora, debate y aprendizaje desde otras disciplinas y perspectivas.

Tercero, la corriente principal de la economía parece haberse vuelto incapaz de autocorregirse, desarrollándose más como fe que como ciencia. Con excesiva frecuencia, cuando las teorías y la evidencia llegan a entrar en conflicto, son las teorías las que se han mantenido y la evidencia la que se ha descartado.

Proponemos estas Tesis como desafío al insano monopolio intelectual de la corriente principal de la economía. Son ejemplos éstos de las fallas en las teorías de la corriente principal, de las intuiciones que tienen que ofrecer las perspectivas alternativas y de las formas en que un enfoque más pluralista puede ayudar a la economía a hacerse más eficaz y democrática. Esta es una afirmación de que es posible una mejor economía y, una invitación al debate.

FINALIDAD DE LA ECONOMÍA

1. La finalidad de la economía la ha de decidir la sociedad. Ningún objetivo de la economía puede separarse de las políticas. Los indicadores de éxito representan elecciones de políticas.

2. La distribución de la riqueza y la renta son fundamentales para la realidad económica y así deberían serlo en la teoría económica.

3. La economía no está exenta de valores y los economistas deberían mostrarse transparentes acerca de los juicios de valor que hacen. Esto se aplica especialmente a esos juicios de valor que pueden no ser visibles para un ojo inexperto. 

4. Las políticas no ‘nivelan’ el campo de juego, pero lo inclinan en una dirección. Nos hace falta una discusión más explícita de qué género de economía queremos y cómo alcanzarla.

EL MUNDO NATURAL

5. La naturaleza de la economía es que se trata de un subconjunto de la naturaleza, y de las sociedades en que surge. No existe como entidad independiente. Las instituciones sociales y los sistemas ecológicos son, por tanto, centrales y no externos a su funcionamiento.

6. La economía no puede sobrevivir o prosperar sin insumos del mundo natural, o sin los muchos sistemas de soporte vital que proporciona la naturaleza. Depende de un flujo continuo de energía y material y actúa en el seno de una biosfera de delicado equilibrio. Una teoría económica que trate el mundo natural como algo externo a su modelo no puede comprender plenamente de qué modo la degradación del mundo natural puede dañar sus propias perspectivas.

7. La economía debe reconocer que la disponibilidad de energía y recursos no renovables, no es infinita, y el uso de estas reservas altera los equilibrios de energía agregada del planeta, ocasionando consecuencias tales como los trastornos climáticos.

8. No se puede ignorar la retroalimentación entre la economía y la ecología. Ignorarla hasta la fecha ha conducido a una economía global que opera ya fuera de los umbrales de viabilidad de la ecología que la alberga, pero requiere mayor crecimiento para funcionar. Pero la economía ha de anclarse en las constricciones objetivas de la ecología del planeta.

INSTITUCIONES Y MERCADOS

9. Todos los mercados están creados y configurados por las leyes, las costumbres y las culturas y se ven influidos por lo que hacen y por lo que no hacen los gobiernos.

10. Los mercados son resultado de las interacciones entre diferentes tipos de organismos públicos y privados (además de las del sector voluntario y la sociedad civil). Habría que dedicarle más estudio al modo en que se organizan en realidad estos organismos y a la manera en que funcionan y podrían funcionar las interrelaciones entre ellas.

11. Los mercados son también más complejos y menos previsibles de lo que puede implicarse de las simples relaciones de oferta y demanda. La economía necesita una comprensión más profunda de cómo se comportan los mercados, y podría aprender de la ciencia de sistemas complejos, tal como se emplea en la física, la biología y la informática. 

12. Las instituciones dan forma a los mercados e influyen en el comportamiento de los agentes económicos. La economía debe considerar por tanto las instituciones como parte central de su modelo.

13. Puesto que diferentes enfoques económicos tienen diferentes instituciones, una política que funciona bien en una economía puede funcionar mal en otra. Por esta razón, entre muchas otras, resulta improbable que sea de ayuda proponer un conjunto universalmente aplicable de políticas económicas que se base únicamente en la teoría económica abstracta.

TRABAJO Y CAPITAL

14. Se puede mostrar que salarios, beneficios y retornos sobre activos dependen de un amplio abanico de factores, entre ellos el poder relativo de trabajadores, empresas y propietarios de activos, y no simplemente de su aporte relativo a la producción. La economía necesita una comprensión más amplia de estos factores con el fin de informar mejor sobre aquellas elecciones que afectan a la porción de renta recibida por los distintos grupos de la sociedad.

NATURALEZA DE LA TOMA DE DECISIONES

15. Error, sesgo, reconocimiento de patrones, aprendizaje, interacción social y contexto son todas influencias importantes sobre el comportamiento que no están reconocidas en la teoría económica. La corriente principal de la economía necesita, así pues, una comprensión más amplia del comportamiento humano y puede aprender de la sociología, psicología, filosofía y otras escuelas de pensamiento. 

16. La gente no es perfecta y no es posible la toma de decisiones económicas ‘perfectamente racionales’. Toda decisión económica que tenga algo que ver con el futuro implica algún grado de incertidumbre no cuantificable y requiere, por tanto, tener juicio. La corriente principal de la teoría económica y la práctica han de reconocer el papel de la incertidumbre.

DESIGUALDAD

17. En una economía de mercado, la gente que dispone de las mismas capacidades, preferencias y dotes no tiende a acabar con el mismo nivel de riqueza, sujeta sólo a una variación aleatoria. Los efectos de pequeñas diferencias en la suerte o las circunstancias pueden llevar aparejados resultados enormemente diferentes para gente semejante.

18. Los mercados muestran a menudo una tendencia a una desigualdad creciente. A su vez, las sociedades desiguales se desempeñan peor en toda una serie de indicadores de bienestar social. La corriente principal de la teoría económica podría hacer mucho más por comprender de qué modo y por qué sucede esto, y de qué forma puede evitarse.

19. La proposición según la cual a medida que un país se hace más rico, la desigualdad debe inevitablemente aumentar antes de que caiga, se ha demostrado falsa. Cualquier combinación de crecimiento del PIB y desigualdad es posible.

CRECIMIENTO DEL PIB, INNOVACIÓN Y DEUDA

20. El crecimiento es una opción política, tanto como económica. Si elegimos perseguir el ‘crecimiento’, entonces las preguntas – ‘¿crecimiento de qué, por qué, para quién, durante cuánto tiempo y cuánto es suficiente?’ – deben responderse de modo explícito o implícito.

21. La innovación no es externa a la economía, es parte inherente de la actividad económica. Nuestra comprensión del crecimiento del PIB puede mejorar si contemplamos la innovación como algo que sucede en un ecosistema en desequilibrio en constante evolución, configurado por el diseño de los mercados y por las interacciones entre todos los agentes en su seno.

22. La innovación tiene a la vez un ritmo y un rumbo. El debate sobre el ‘rumbo’ de la innovación requiere comprender la ‘finalidad’ del diseño de políticas.

23. La deuda privada también influye profundamente en el ritmo con que crece la economía, y sin embargo queda excluida de la teoría económica. La creación de deuda se suma a la demanda financiada por el crédito, y afecta tanto a los mercados de bienes como al de activos. No se pueden separar las finanzas y la economía.

DINERO, BANCOS Y CRISIS

24. La mayoría de la nueva moneda que circula en la economía la crean los bancos comerciales cada vez que realizan un nuevo préstamo.

25. La forma en que se crea el dinero afecta a la distribución de la riqueza en el seno de la sociedad. Por consiguiente, el método de creación del dinero debería entenderse como una cuestión política, no simplemente técnica.

26. Puesto que los bancos crean dinero y deuda, son agentes importantes en la economía. Y se les debería incluir en los modelos macroeconómicos. Los modelos económicos que no incluyen a los bancos no podrán predecir las crisis bancarias. 

27. La economía necesita una comprensión mejor de cómo se pueden crear internamente la inestabilidad y las crisis en el seno de los mercados, en lugar de tratarlas como ‘shocks’ que afectan a los mercados desde fuera.

28. La financiación tiene dos dimensiones: las finanzas cortoplacistas y especulativas, y el financiamiento la economía real. Los dos problemas han de estudiarse conjuntamente.

ENSEÑANZA DE LA ECONOMÍA

29. Una buena formación en economía tiene que ofrecer una pluralidad de enfoques teóricos a sus estudiantes. Ello debería incluir no sólo la historia y filosofía del pensamiento económico sino también un amplio abanico de perspectivas actuales, tales como las institucionales, austriacas, marxistas, pos-keynesianas, feministas, ecologistas, y complejidad.

30. La economía misma no debería ser un monopolio. Los cursos interdisciplinarios son claves para comprender las realidades económicas de las crisis financieras, la pobreza y el cambio climático. La política, la sociología, la psicología y las ciencias ambientales deben integrarse, por tanto, en el programa académico, sin que se las trate como adiciones inferiores a la teoría económica existente.

31. No debería enseñarse economía como un estudio neutral en valores de modelos e individuos. Los economistas tienen que estar versados en ética y política, así como ser capaces de involucrarse de modo significativo con la opinión pública.

32. Concentrarse abrumadoramente en la estadística y los modelos cuantitativos puede acabar cegando a los economistas frente a otras formas de pensar. Habría que apoyar a los estudiantes para explorar otros enfoques metodológicos, entre ellos la investigación cualitativa, la entrevista, el trabajo de campo y la argumentación teórica.

33. Por encima de todo, la economía ha de hacer más por alentar el pensamiento crítico y no premiar simplemente la memorización de teorías y la aplicación práctica de modelos. Hay que animar a los estudiantes a comparar, contrastar y combinar teorías, y a aplicarlas críticamente a estudios en profundidad del mundo real. Lampadia




“Expectativas Racionales” sobre economistas

“Expectativas Racionales” sobre economistas

Timothy Garton Ash es uno de los articulistas más profundos y universales que, de vez en cuando, nos regala reflexiones muy enriquecedoras. En esta ocasión explica cómo la economía, que no es una ciencia exacta como la física, se dejó llevar por algunas hipótesis como las del “mercado eficiente” y las “expectativas racionales”, que llevaron a muchos economistas al error.

“Para ejercer bien la economía hay que tener en cuenta la cultura, la historia, la geografía, las instituciones, la psicología individual y colectiva”. En verdad, este es un importante consejo para todas las profesiones y para todos los seres humanos, pues nos hace aterrizar y comprender las complejidades de la vida y las limitaciones que todos tenemos. Nunca nos olvidemos que el pecado ‘original’ (no redimido), es la soberbia.

El siglo XX nos llevó a un desarrollo académico extraordinario que requería y conllevaba un nivel muy importante de especialización profesional. Eso está muy bien, pero en el mundo de hoy de híper conciencia, híper comunicación, expectativas multiplicadas y grandes capacidades tecnológicas, necesitamos ampliar nuestros ángulos de mira y potenciar nuestras ideas actuando ‘al alimón’ con otros seres humanos (¿pensamiento compartido?).

Veritas-Online

Leamos este interesante artículo de Garton Ash: 

Como los médicos, pero menos

¿Cómo son los economistas? Los vemos como físicos o cirujanos: deberíamos ser más realistas sobre sus límites, y ellos también. Es un oficio multidimensional basado en hechos y en todo lo que influye en el comportamiento humano

Por Timothy Garton Ash (Profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, e investigador titular en la Universidad de Stanford).

El País de España, 11 de febrero de 2016

Glosado por Lampadia

 

The Guardian preguntó hace poco a nueve economistas si nos encaminamos a otra crisis financiera mundial y, como es natural, dieron nueve respuestas distintas. A pesar de ello, seguimos acudiendo a los economistas como si fueran físicos, armados de predicciones científicas sobre el comportamiento de la economía. Los que consumimos ciencia económica debemos ser más realistas sobre sus límites, y los propios economistas también. Una actitud más modesta tanto en la oferta como en la demanda de análisis producirá mejores resultados.

Después de la gran crisis que comenzó hace casi 10 años, la ciencia económica ha hecho examen de conciencia, hasta cierto punto. Seguramente la autocrítica debería haber sido más profunda, tanto en los medios académicos como en la banca, pero está ahí. En particular, los pensadores económicos agrupados en torno al Instituto de Nuevo Pensamiento Económico de George Soros (INET) han elaborado un revelador informe sobre lo que sucedió.

Adair Turner ofrece una versión comedida y convincente en su libro Between Debt and the Devil. Es cierto que los principales economistas criticaron los modelos matemáticos de perfección del mercado y que los mercados financieros tal vez siguieron versiones demasiado simplistas de esos modelos, dice Turner, pero “la corriente dominante de la ciencia económica y la ortodoxia política” no vio venir la crisis e incluso contribuyó a ella. Los principales errores fueron la “hipótesis del mercado eficiente” y la “hipótesis de las expectativas racionales”.

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El fundamentalismo del mercado se consideraba el polo opuesto de la economía comunista centralizada, pero en realidad cometió el mismo error: creer que un modelo racional podía abarcar, predecir y optimizar la dinámica complejidad del comportamiento colectivo de los seres humanos. Como escriben Roman Frydman y Michael Goldberg, “el economista, pues, igual que un planificador socialista, cree que puede hacer grandes cosas porque piensa que ha logrado descubrir el mecanismo predeterminado que produce los resultados del mercado”.

Numerosos economistas cayeron presa de lo que se ha denominado envidia de la física. Como otras áreas de las ciencias sociales, aspiraban a tener el prestigio, la certidumbre y la previsibilidad de la física.

Además, los políticos y gobernantes les prestan una atención que no prestan, por ejemplo, a los politólogos de la escuela de la Elección Racional que domina tantos departamentos universitarios en EEUU.

Eso no quiere decir que no debamos hacer caso a los economistas ni que la ciencia económica no merezca tener un Nobel. Solo significa que no es una ciencia exacta como la física. Para ejercerla bien hay que tener en cuenta la cultura, la historia, la geografía, las instituciones, la psicología individual y colectiva. John Stuart Mill decía que “nadie puede ser buen economista si no es nada más”, y John Maynard Keynes que un economista debía tener “algo de matemático, historiador, estadista y filósofo”. Y afirmó que “la ciencia económica es fundamentalmente una ciencia moral”. En realidad, se podría decir que el Nobel de Economía está a mitad de camino entre los de Física, Literatura y Paz. La ciencia económica es, en el mejor de los casos, un oficio multidimensional, basado en hechos, alerta a todo lo que influye en el comportamiento humano, de miras ambiciosas y de expectativas modestas sobre lo que se puede predecir.

¿Cuál es la conclusión de esta nueva y vieja interpretación de la naturaleza de la ciencia económica? No conozco la economía que se enseña en las universidades tanto como para decir si tienen que adaptarse más, pero me llamó la atención un manifiesto publicado hace un par de años por estudiantes de Economía en la Universidad de Manchester. En él proponían un enfoque “que comience con los fenómenos económicos y dé a los alumnos las herramientas para evaluar cómo puede explicarse desde distintas perspectivas”, en lugar de modelos matemáticos basados en hipótesis nada realistas.

Y está también la conducta de los grandes responsables de la economía: ministros, banqueros centrales y líderes empresariales. Hace poco leí una espléndida charla que pronunció el veterano inversor Charlie Munger, el socio de Warren Buffett en Berkshire Hathaway, en 2003, mucho antes de la crisis. “Todo lo que ha conseguido Berkshire lo ha hecho sin prestar la más mínima atención a la teoría del mercado eficiente”.

Los simples oyentes deberíamos aplicarnos la misma lección. No deberíamos pedir a nuestros economistas más de lo que pueden darnos, como hacemos con nuestro médico. La medicina tiene un componente científico, más que la economía, pero los estudios médicos indican que nuestra salud depende en gran parte de otros factores, sobre todo psicológicos, y que aún existen muchas cosas desconocidas. Los economistas son como los médicos, pero menos. Lampadia