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La inminente crisis de deuda estanflacionaria

La inminente crisis de deuda estanflacionaria

Project Syndicate
30 de junio, 2021
NOURIEL ROUBINI

Mientras el mundo disfruta una importante recuperación del crecimiento, después de la pandemia, y tanto los altos precios de los commodities y la liquidez internacional, generan un espacio muy positivo para economías como la peruana, el acertado doctor ‘Doom’, Nouriel Roubini, nos advierte que los altos niveles de deuda pública y privada de los países más grandes, y el aumento de la inflación; traerían nubes grises en el panorama económico global.

Roubini nos habla de una inminente crisis estanflacionaria de alta inflación con recesión, que sería especialmente severa en los países emergentes que no podrían licuar sus deudas denominadas en dólares.

Hasta antes de la pandemia, el Perú era una de las economías mejor preparadas para enfrentar shocks internacionales como el avizorado por Roubini.

Pero después del pésimo manejo de la pandemia por el gobierno de Vizcarra, y de la consecuente multi-crisis sanitaria, económica, social y política, que nos hizo aterrizar en un proceso electoral muy polarizado y hasta furioso, nos enfrentamos ahora a la posibilidad de tener un gobierno que con su empecinamiento de convocar a una constituyente, y su lejanía de las políticas públicas que generan crecimiento y bienestar, colapsaría el nivel de inversión privada y debilitaría severamente nuestros indicadores fiscales y macroeconómicos.

Como hemos explicado en Lampadia, cambiar de Constitución sin salir de la crisis de la pandemia es un sabotaje al país, especialmente a los pobres, que necesitan se active la economía, se genere empleo y mejoren los ingresos. Cambio de Constitución – Un inmenso daño al Perú.

Ir por la convocatoria a una constituyente muestra, sin lugar a dudas, que la agenda de Perú Libre y Castillo, no es una agenda de gobierno, sino una agenda política para hacerse del poder absoluto.

Ver en Lampadia: “El 28 de julio pediremos al Congreso que agende instalación de la Asamblea Constituyente”).

Los temores de Roubini se convierten pues, en angustiantes para el Perú. Veamos:

En abril advertí que las políticas monetarias y fiscales extremadamente laxas de hoy, combinadas con una cantidad de shocks de oferta negativos, podrían resultar en una estanflación al estilo de los años 1970 (alta inflación de la mano de una recesión). Por cierto, el riesgo hoy es aún mayor que entonces.

Después de todo, los ratios de deuda en las economías avanzadas y en la mayoría de los mercados emergentes eran mucho más bajos en los años 1970, razón por la cual, históricamente, la estanflación no ha estado asociada con las crisis de deuda. En todo caso, una inflación inesperada en los años 1970 aniquiló el valor real de las deudas nominales a tasas fijas, reduciendo así las cargas de deuda pública de muchas economías avanzadas.

Por el contrario, durante la crisis financiera de 2007-08, los altos ratios de deuda (pública y privada) provocaron una crisis de deuda severa –cuando estallaron las burbujas inmobiliarias- pero la recesión consiguiente condujo a una baja inflación, si no directamente a una deflación. Debido a la crisis crediticia, hubo un shock macro para la demanda agregada, mientras que los riesgos hoy están en el lado de la oferta.

Quedamos, así, con lo peor tanto de los años 1970 estanflacionarios como del período 2007-10. Los ratios de deuda son mucho más altos que en los años 1970 y una combinación de políticas económicas laxas y de shocks de oferta negativos amenaza con alimentar la inflación más que la deflación, montando el escenario para la madre de las crisis de deuda estanflacionarias en los próximos años.

Por ahora, las políticas monetarias y fiscales laxas seguirán alimentando burbujas de activos y de crédito, provocando un descarrilamiento en cámara lenta. Las señales de advertencia ya son evidentes en los altos ratios de precios-ganancias de hoy, en las bajas primas de riesgo de las acciones, en los activos inmobiliarios y tecnológicos inflados y en la exuberancia irracional en torno de las empresas de adquisición de propósito especial (SPAC por su sigla en inglés), del sector de las criptomonedas, de la deuda corporativa de alto rendimiento, de las obligaciones crediticias garantizadas, del capital privado, de las acciones meme y de negociaciones diarias minoristas descontroladas. En algún punto, este auge culminará en un momento Minsky (una pérdida repentina de confianza) y políticas monetarias más ajustadas provocarán una caída y un colapso.

Pero, mientras tanto, las mismas políticas laxas que están alimentando las burbujas de activos seguirán accionando la inflación de los precios al consumidor, creando las condiciones para una estanflación cuando lleguen los próximos shocks de oferta negativos. Esos shocks podrían surgir de un renovado proteccionismo, de una población que envejece en las economías avanzadas y emergentes, de restricciones inmigratorias en las economías avanzadas, de la relocalización de la manufactura en regiones de altos costos o de la balcanización de las cadenas de suministro globales.

En términos más generales, el desacople sino-norteamericano amenaza con fragmentar a la economía global en un momento en que el cambio climático y la pandemia del COVID-19 están empujando a los gobiernos nacionales hacia una autonomía más profunda. Si a esto le sumamos el impacto en la producción de los ciberataques cada vez más frecuentes a infraestructura crítica y la violenta reacción social y política contra la desigualdad, la receta para la disrupción macroeconómica está completa.

Para colmo de males, los bancos centrales efectivamente han perdido su independencia, porque no les han dado muchas opciones más que la de monetizar gigantescos déficits fiscales para evitar una crisis de deuda. Ahora que tanto la deuda pública como la privada se han disparado, están en una trampa de deuda. En tanto la inflación aumente en los próximos años, los bancos centrales enfrentarán un dilema. Si empiezan a eliminar gradualmente las políticas poco convencionales y a aumentar las tasas oficiales para combatir la inflación, correrán el riesgo de desatar una gigantesca crisis de deuda y una recesión severa. Pero si mantienen una política monetaria laxa, correrán el riesgo de una inflación de dos dígitos –y de una profunda estanflación cuando aparezca el próximo shock de oferta negativo.

Pero aún en el segundo escenario, los responsables de las políticas no podrían prevenir una crisis de deuda. Si bien la deuda gubernamental nominal a tasa fija en las economías avanzadas puede ser eliminada parcialmente por una inflación inesperada (como sucedió en los años 1970), no sucederá lo mismo con las deudas de mercados emergentes denominadas en moneda extranjera. Muchos de estos gobiernos necesitarían caer en un impago y reestructurar sus deudas.

Al mismo tiempo, las deudas privadas en las economías avanzadas se tornarían insostenibles (como sucedió después de la crisis financiera global) y sus spreads en relación a bonos gubernamentales más seguros se dispararían, desatando una reacción en cadena de impagos. Las corporaciones sumamente apalancadas y sus acreedores imprudentes en la banca en la sombra serían los primeros en caer, seguidos luego por los hogares endeudados y los bancos que los financiaron.

Sin duda, los costos reales de endeudamiento en el largo plazo pueden, en un principio, caer si la inflación aumenta inesperadamente y los bancos centrales siguen detrás de la curva. Pero, con el tiempo, estos costos subirán impulsados por tres factores.

  • Primero, las mayores deudas públicas y privadas ampliarán los spreads de la tasa de interés soberana y privada.
  • Segundo, la creciente inflación y la mayor incertidumbre harán subir las primas de riesgo por inflación.
  • Y, tercero, un creciente índice de miseria –la suma de la inflación y la tasa de desempleo- finalmente exigirá un “Momento Volcker”.

Cuando el ex presidente de la Fed Paul Volcker subió las tasas para enfrentar la inflación en 1980-82, el resultado fue una seria recesión doble en Estados Unidos y una crisis de deuda y una década perdida para América Latina. Pero ahora que los ratios de deuda globales son casi tres veces más altos que a comienzos de los años 1970, cualquier política antiinflacionaria conduciría a una depresión, más que a una recesión severa. 

En estas circunstancias, los bancos centrales se verán perjudicados si lo hacen y perjudicados si no lo hacen, y muchos gobiernos serán casi insolventes y por lo tanto incapaces de rescatar a los bancos, las corporaciones y los hogares. El ciclo de fatalidad de los soberanos y los bancos en la eurozona después de la crisis financiera global se repetirá a nivel mundial, succionando a los hogares, las corporaciones y la banca en la sombra también.

Tal como están las cosas, este descarrilamiento en cámara lenta parece inevitable. El reciente giro de la Fed de una postura ultra-prudente a una postura básicamente prudente no cambia nada. La Fed ha estado en una trampa de deuda al menos desde diciembre de 2018, cuando una crisis del mercado bursátil y de crédito la obligó a revertir su endurecimiento de las políticas un año antes de que atacara el COVID-19. Ahora que la inflación está en aumento y que hay shocks estanflacionarios a la vista, hoy está más atrapada aún.

También lo están el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra. La estanflación de los años 1970 pronto se topará con las crisis de deuda del período posterior a 2008. El interrogante no es si esto sucederá, sino cuándo. Lampadia

Nouriel Roubini, Chairman of Roubini Macro Associates, is a former senior economist for international affairs in the White House’s Council of Economic Advisers during the Clinton Administration. He has worked for the International Monetary Fund, the US Federal Reserve, and the World Bank, and was Professor of Economics at New York University’s Stern School of Business.




La ayuda de España hacia la región

La ayuda de España hacia la región

Recientemente el gobierno de España viene compartiendo sus experiencias en el manejo de la pandemia con los líderes políticos de nuestra región, a la vez que ata cabos para unificar la ayuda internacional hacia esta parte del mundo, un imperativo muy necesario para nuestro país, donde los bonos y las colocaciones de préstamos del Reactiva aún no dan abasto a todo el universo de hogares y empresas más afectadas por la crisis.

Como publicó recientemente The Economist en un artículo que compartimos líneas abajo, la importancia de esta iniciativa no solo es grande por la alta fragilidad de los sistemas sanitarios e informalidad de las economías latinoamericanas sino porque estas se encuentran altamente fragmentadas a nivel político, sin un rumbo claro que permita generar consensos en torno a la lucha contra el covid.

Lamentablemente, como señala el popular medio británico estos esfuerzos también se ven limitados por factores ideológicos de la misma alianza socialista liderada por Pedro Sánchez, la cual se ha hecho muchas veces de la vista gorda con los abusos cometidos por el régimen dictatorial de Maduro en Venezuela. Por su parte, la presencia de un populista como AMLO en México, que exacerba los prejuicios entre ambos bloques alegando a un conflicto de hace medio milenio, tampoco ayudan a un buen relacionamiento.

Más allá de estos impasses igual consideramos que toda ayuda hacia la región por parte de países que llevan más tiempo lidiando con esta crisis son siempre positivas y bienvenidas. Esperamos pues que las disputas políticas no limiten a las autoridades españolas a demostrar todo el expertise que han aprendido en estos duros meses de pandemia, cuyo alcance no tiene límites en el mundo. Lampadia

La complicada relación de España con América Latina

El antiguo poder colonial quiere jugar un papel útil, pero socava su propia influencia

The Economist
11 de julio, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

Han ganado pocos titulares y apenas se han notado incluso en España. Pero en las últimas semanas, el gobierno español ha organizado seis reuniones ministeriales virtuales con sus homólogos en América Latina para compartir experiencias sobre cómo enfrentar la pandemia que ha afectado tanto a sus países. Estas reuniones culminaron en una reunión de video el 24 de junio en la que se unieron nueve presidentes a Pedro Sánchez, el primer ministro de España. Acordaron trabajar juntos para tratar de asegurar que las instituciones financieras internacionales tengan más dinero para prestar a América Latina mientras lucha por apoyar sus economías.

Este es un capítulo nuevo y útil en una relación que a menudo ha prometido más de lo que ha entregado. En muchos sentidos, España y América Latina están cerca. Comparten lazos de idioma, cultura e historia (aunque esto no se aplica en la misma medida al Brasil de habla portuguesa). Pero el diálogo político entre ellos ha tenido altibajos en los últimos 40 años. La transición de España a la democracia a fines de la década de 1970 influyó en América Latina, ya que también sacudió la dictadura. Felipe González, primer ministro socialista de España de 1982 a 1996, forjó lazos estrechos con los líderes de la región. Junto con México, en 1991, España lanzó la primera de las cumbres regulares “iberoamericanas”, que también incluyen a Portugal. Las empresas españolas se amontonaron en América Latina, a menudo comprando empresas privatizadas. En 2005, España estableció una secretaría iberoamericana (conocida como SEGIB) para implementar iniciativas acordadas en las cumbres.

Es un equipo discreto que hace cosas útiles, como organizar la portabilidad de los títulos profesionales y la seguridad social, y actúa como vehículo para proyectos de ayuda a pequeña escala por un valor de € 23 millones (US$ 26 millones) al año, a los que los países contribuyen como ellos desean. De una manera modesta, funciona.

Para América Latina, donde EEUU y China cobran gran importancia, los lazos con España son una forma de diversificar las amistades. El corazón de la oferta política de España a América Latina es presentarse como el defensor de la región en Bruselas, lo que aumenta su propio peso allí. De hecho, los grandes países como Brasil y Argentina a menudo no necesitan un intermediario. Pero España fue importante para aliviar los requisitos de visa para el área Schengen para los latinoamericanos y para cerrar un acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur, el bloque con base en Brasil y Argentina. En mayo, la ministra de Asuntos Exteriores de España, Arancha González Laya, organizó con Josep Borrell, su predecesor que ahora es el jefe de política exterior de la UE, una exitosa conferencia de donantes para apoyar las necesidades de los migrantes venezolanos.

Pero el pasado arroja una sombra. Cuando el año pasado el presidente populista de México, Andrés Manuel López Obrador, exigió que España se disculpara por su invasión de 1519, los españoles se enojaron mientras que muchos latinoamericanos vitorearon en privado. Diplomáticos latinoamericanos dicen que España tiende a dar por sentada la región. SEGIB a veces ha parecido un vehículo a través del cual externalizar la política hacia la región, o no tener una. Una vez un gran donante para América Latina, España recortó la ayuda al desarrollo después de su depresión económica de 2009-12. Algunas de sus compañías ahora se están retirando de América Latina.

El mayor fracaso diplomático de España ha sido la caída de Venezuela en la dictadura bajo Nicolás Maduro. Se dejó a Noruega tratar de negociar un acuerdo el año pasado entre el gobierno y la oposición. España se ve obstaculizada por los disparates de José Luis Rodríguez Zapatero, un ex primer ministro socialista, que afirma ser un mediador en Venezuela. La oposición del país lo considera un títere para Maduro. Gracias a Zapatero, España “ha perdido mucho prestigio”, dice un ex canciller latinoamericano. Podemos, el miembro de extrema izquierda de la coalición de Sánchez, también es amigable con el régimen de Maduro. Por lo tanto, la política interna socava la diplomacia española en uno de los temas más importantes en una región que, según afirma, es una prioridad.

Rebeca Grynspan, la jefa de SEGIB, señala que las cumbres iberoamericanas son el único lugar donde todos los gobiernos de América Latina se sientan juntos. Eso refleja una región que está más dividida que durante décadas, en la que los presidentes de Argentina y Brasil no se hablan entre sí y sobre lo que a López Obrador no le importa. Es un incumplimiento del deber que los líderes de América Latina no hayan logrado llegar a una posición conjunta sobre muchos de los problemas apremiantes de la región, comenzando por cómo obtener apoyo internacional para reconstruir sus economías. Para el crédito de España, al menos en eso, ha entrado en esta ruptura. Lampadia




Ni socialismo democrático, ni socialdemocracia

Ni socialismo democrático, ni socialdemocracia

Un reciente artículo del notable economista Daron Acemoglu publicado por la revista Project Syndicate desentraña todas las supuestas similitudes entre las ideas del denominado “socialismo democrático” del ahora candidato con mayor popularidad del Partido Demócrata estadounidense, Bernie Sanders, y la filosofía política de los partidos socialdemócratas que actualmente gobiernan los países escandinavos. Como dice Acemoglu: “En pocas palabras, la socialdemocracia europea es un sistema para regular la economía de mercado, no para suplantarla”.

Como dejan entrever sus reflexiones, si bien el modelo de desarrollo a imponerse por Sanders puede llegar a instaurarse mediante medios democráticos – como el voto popular- sus bases económicas fuertemente marxistas hacen que sea incomparable con los modelos de las socialdemocracias nórdicas. Aún cuando estas últimas concentran grandes estados de bienestar, no terminan por eliminar la propiedad privada y menos volverla colectiva, como sí lo propone el modelo de Sanders.

Cabe resaltar, además, que estas economías, como son el caso de Suecia o Dinamarca, llegaron a ser naciones ricas primero gracias a modelos liberales implantados en los 90 y no por sus grandes estados de bienestar que fueron progresivamente instaurados en los últimos años. Estos, por el contrario, constituyen grandes bolsas de endeudamiento público a mediano y largo plazo porque dependen de una población joven, que al día de hoy es minoritaria en estos países (ver Lampadia: Suecia, el otro modelo).

Acemoglu prosigue descartando el modelo de Sanders dadas las catástrofes causadas por el comunismo soviético, pero también hace una fuerte crítica hacia los modelos de desarrollo de corte liberal adoptados por varias economías occidentales en los años 80. Según su visión, este tipo de modelo contribuyó al estancamiento de los salarios reales, al incremento de la desigualdad y a un rendimiento de la productividad igualmente magro durante las últimas 4 décadas en EEUU, por lo que no constituyen una solución definitiva a los problemas económicos y sociales que aquejan a este país

Respecto a esta crítica, tenemos que agregar que el análisis hecho por el economista es incompleto, si es que se miden los ingresos correctamente de los hogares estadounidenses abarcando más allá de los salarios (ingresos por trabajo). Como nos hemos extendido en anteriores oportunidades (ver Lampadia: Cuidados en el manejo de cifras de pobreza, Retomemos el libre comercio, Otra mirada al mito de la desigualdad), si uno realiza ciertos ajustes  a los ingresos familiares promedio en EEUU tomando en cuenta el tamaño de los hogares, las transferencias e impuestos, se tiene que dichos ingresos aumentaron en un 51% entre 1979 y 2014 (ver gráfico a continuación)

Fuentes: Oficina del Censo; CBO; BLS; BEA; NBER; The Economist

En conclusión, ni la socialdemocracia, sustentada en grandes estados de bienestar halagada por Acemoglu ni el socialismo democrático propuesto por Sanders son siquiera modelos a concebir como posibles buenas opciones. Por el contrario, profundizar en el modelo económico liberal que respeta la propiedad privada y promueve el libre emprendimiento debiera ser, a la luz de las cifras presentadas anteriormente, el camino a seguir para seguir proveyendo desarrollo a EEUU. Lampadia

La socialdemocracia vence al socialismo democrático

Daron Acemoglu
Project Syndicate
17 de febrero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

Ahora que el senador estadounidense Bernie Sanders se ha convertido en uno de los principales candidatos para la nominación presidencial del Partido Demócrata, su marca de socialismo democrático merece un escrutinio más cercano. En pocas palabras, no es una aproximación cercana del “modelo nórdico” que Sanders invoca a menudo ni una solución a lo que aqueja a la economía estadounidense.

Solía ser una regla no escrita de la política estadounidense que un socialista nunca podría calificar para un alto cargo nacional. Pero ahora un autoproclamado “socialista democrático”, el senador estadounidense Bernie Sanders, es el principal candidato para la nominación presidencial demócrata. ¿Debería EEUU aceptar el cambio?

Los demócratas han llegado a las primarias por mucho más que el presidente de los EEUU, Donald Trump. El impulso de Sanders refleja un anhelo de soluciones radicales a los graves problemas económicos estructurales. En las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la economía de EEUU se volvió cada vez más productiva y los salarios de todos los trabajadores, independientemente de la educación, crecieron en promedio más del 2% anual. Pero ese ya no es el caso hoy.

En las últimas cuatro décadas, el crecimiento de la productividad ha sido mediocre, el crecimiento económico se ha desacelerado y una parte cada vez mayor de las ganancias se ha dirigido a los propietarios de capital y a los altamente educados. Mientras tanto, los salarios medios se han estancado, y los salarios reales (ajustados a la inflación) de los trabajadores con educación secundaria o menos han caído. Solo unas pocas empresas (y sus propietarios) dominan gran parte de la economía. El 0.1% superior de la distribución del ingreso captura más del 11% del ingreso nacional, en comparación con solo el 2.5% en la década de 1970.

¿Pero el socialismo democrático ofrece una cura para estos males? Como una ideología que considera la economía de mercado como inherentemente injusta, no igualadora e incorregible, su solución es cortar la línea vital más importante de ese sistema: la propiedad privada de los medios de producción. En lugar de un sistema en el que las empresas y todos sus equipos y maquinaria descansen en manos de un pequeño grupo de propietarios, los socialistas democráticos preferirían la “democracia económica”, mediante la cual las empresas serían controladas por sus trabajadores o por una estructura administrativa operada por el estado.

Los socialistas democráticos contrastan su sistema imaginario con la marca de estilo soviético. La suya, argumentan, se puede lograr totalmente por medios democráticos. Pero los intentos más recientes de socializar la producción (en América Latina) se han basado en acuerdos antidemocráticos. Y eso apunta a otro problema con el debate actual en los EEUU: el socialismo democrático se ha combinado con la socialdemocracia. Y, desafortunadamente, Sanders ha contribuido a esta confusión.

La socialdemocracia se refiere al marco político que surgió y se afianzó en Europa, especialmente en los países nórdicos, a lo largo del siglo XX. También se centra en controlar los excesos de la economía de mercado, reducir la desigualdad y mejorar el nivel de vida de los menos afortunados. Pero si bien los socialistas democráticos estadounidenses como Sanders a menudo citan la socialdemocracia nórdica como su modelo, de hecho existen diferencias profundas y consecuentes entre los dos sistemas. En pocas palabras, la socialdemocracia europea es un sistema para regular la economía de mercado, no para suplantarla.

Para comprender cómo ha evolucionado la política socialdemócrata, considere el Partido de los Trabajadores Socialdemócratas de Suecia (SAP), que se distanció desde el principio de la ideología marxista y el Partido Comunista. Uno de los primeros y formativos líderes del SAP, Hjalmar Branting, ofreció una plataforma atractiva no solo para los trabajadores industriales sino también para la clase media.

Lo más importante es que el SAP compitió por el poder por medios democráticos, trabajando dentro del sistema para mejorar las condiciones para la mayoría de los suecos. En las primeras elecciones después del inicio de la Gran Depresión, el líder del SAP, Per Albin Hansson, presentó el partido como un “hogar de personas” y ofreció una agenda inclusiva. Los votantes premiaron al SAP con un notable 41.7% de los votos, lo que le permitió formar una coalición de gobierno con el Partido Agrario. Tras otra abrumadora victoria electoral, el SAP organizó una reunión en 1938 de representantes de empresas, sindicatos, agricultores y el gobierno. Esa reunión, en la ciudad turística de Saltsjöbaden, lanzó una era de relaciones laborales cooperativas que definirían la economía sueca durante décadas.

Un pilar clave del pacto socialdemócrata sueco fue la fijación centralizada de salarios. Bajo el modelo de Rehn-Meidner (llamado así por dos economistas suecos contemporáneos), los sindicatos y las asociaciones empresariales negociaron los salarios de toda la industria, y el estado mantuvo políticas activas de mercado laboral y bienestar social, al tiempo que invirtió en capacitación de los trabajadores y educación pública. El resultado fue una compresión salarial significativa: a todos los trabajadores que realizaban el mismo trabajo se les pagaba el mismo salario, independientemente de su nivel de habilidad o la rentabilidad de su empresa.

Lejos de socializar los medios de producción, este sistema apoyó la economía de mercado, ya que permitió a las empresas productivas prosperar, invertir y expandirse a expensas de sus rivales menos competitivos. Con los salarios establecidos a nivel de la industria, una empresa que incremente su productividad podría mantener las recompensas (ganancias) resultantes. No es sorprendente que la productividad sueca bajo este sistema creciera constantemente, y las empresas suecas se volvieron altamente competitivas en los mercados de exportación. Mientras tanto, se desarrollaron instituciones similares en otros países nórdicos, en algunos casos reveladores introducidos no por socialistas o socialdemócratas, sino por gobiernos de centroderecha.

La socialdemocracia, ampliamente interpretada, se convirtió en la base de la prosperidad de la posguerra en todo el mundo industrializado. Eso incluye a los EEUU, donde el New Deal y las reformas posteriores fortalecieron o introdujeron componentes importantes del pacto socialdemócrata, incluida la negociación colectiva, las políticas de bienestar social y la educación pública.

Cuando las corrientes intelectuales y políticas se desviaron del pacto socialdemócrata basado en el mercado, las cosas generalmente no funcionaron demasiado bien. A finales de la década de 1960, los sindicatos suecos y daneses, bajo la influencia de fuerzas de izquierda más radicales, adoptaron el socialismo democrático y comenzaron a exigir democracia económica y control directo de las ganancias. En Suecia, esto condujo a intensas negociaciones con las empresas y a la introducción de “fondos asalariados”, mediante los cuales porciones de las ganancias corporativas (generalmente en forma de nuevas emisiones de acciones) se colocarían en fondos a nivel de empresa para los trabajadores. Este cambio destruyó el acuerdo de cooperación entre empresas y sindicatos, y distorsionó los incentivos que anteriormente habían impulsado el crecimiento de la inversión y la productividad. A principios de la década de 1990, las fallas del sistema se habían vuelto evidentes y se abandonó debidamente.

Cuando las corrientes intelectuales del libre mercado condujeron a desviaciones hacia la derecha del pacto socialdemócrata, los resultados fueron igual de malos. La desigualdad se amplió en medio de un rendimiento de productividad igualmente tibio, mientras que las redes de seguridad social quedaron hechos jirones.

Lo que se necesita, entonces, no es el fundamentalismo de mercado o el socialismo democrático, sino la socialdemocracia. EEUU necesita una regulación efectiva para controlar el poder concentrado del mercado. Los trabajadores necesitan una mayor voz, y los servicios públicos y la red de seguridad deben fortalecerse. Por último, pero no menos importante, EEUU necesita una nueva política tecnológica para garantizar que la trayectoria del desarrollo económico sea del interés de todos.

Nada de esto se puede lograr socializando las empresas, especialmente en una era de globalización y empresas lideradas por la tecnología. El mercado debe ser regulado, no marginado. Lampadia

Daron Acemoglu, profesor de economía en el MIT, es coautor (con James A. Robinson) de Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity and Poverty y The Narrow Corridor: States, Societies, and the Fate of Liberty.




Productividad desacelerada en el mundo emergente

Productividad desacelerada en el mundo emergente

Un reciente e interesante artículo publicado por The Economist, que compartimos líneas abajo, explica la situación de desaceleración que se encuentra experimentando la productividad laboral tanto en el mundo desarrollado como el emergente en la década pasada, a la vez que sugiere posibles hipótesis para explicar este comportamiento.

Como se podría conjeturar, en los países desarrollados el rol tecnológico habría jugado un papel importante en esta desaceleración en tanto puede que las innovaciones del 2010 no significaron en su momento un notorio avance en relación a otros inventos que gatillaron la producción en la década de los 2000. A esto se sumaría también la guerra comercial EEUU China que ha lanzado a los países a imponer proteccionismos en sus industrias, desplomando el comercio internacional.

Sin embargo, como también enfatiza el popular medio británico, el meollo del asunto en el caso de los países emergentes estaría explicado fundamentalmente por una desacumulación de capital, lo cual estaría haciendo menos productivos a los trabajadores en relación a los años 2000. La década de los 2000 a diferencia de la de los 2010 estuvo caracterizada por un boom de commodities impulsado por China, lo cual generaba grandes retornos con consecuentes altos niveles de inversión extranjera en los países exportadores de materias primas como el Perú.

Si bien esto explica gran parte del estancamiento experimentado en América Latina (ver Lampadia: ¿Una década perdida en América Latina?), creemos que existe una suerte de responsabilidad compartida puesto que a la par del factor externo, la coexistencia de populismos de izquierda como el acaecido en Brasil, Argentina, Venezuela, y en menor medida en Perú, comprometieron fuertemente los volúmenes de atracción de inversión privada tanto nacional como extranjera, en tanto se lapidaban los incentivos de acumulación de capital. Los escándalos de corrupción de Odebrecht también jugaron un rol como hemos escrito en anteriores oportunidades.

En ese sentido, consideramos que para retomar el gran crecimiento de la productividad que caracterizó la década de los 2000 en el mundo emergente, se debe atraer más inversión y más comercio, de forma que la brecha que aún nos lastra en nuestros niveles de vida frente a los países ricos pueda ser acortada con mayor premura. Lampadia

No solo un problema del primer mundo
Las economías emergentes están experimentando una desaceleración prolongada de la productividad

Parecen condenados a quedarse atrás de los países ricos por más tiempo de lo esperado

The Economist
18 de enero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

¿Cómo se comparan las innovaciones modernas con las del pasado? Algunos economistas, como Robert Gordon, de la Universidad Northwestern, argumentan que los autos sin conductor, las impresoras 3D, etc., se vuelven insignificantes en comparación con los frutos de revoluciones industriales anteriores, como la producción en masa. Eso, piensan, explica una prolongada desaceleración de la productividad en EEUU y otras economías ricas que la crisis financiera profundizó.

¿Pero qué hay de otros lados? Los países en desarrollo están, por definición, a cierta distancia de la frontera tecnológica. Un consuelo de su posición es la vasta acumulación de innovaciones pasadas que les queda para explotar más plenamente. Su crecimiento depende más de la imitación que de la innovación. Un país donde la mayoría de las personas todavía andan en scooter no tiene que preocuparse si el próximo Tesla no llega a tiempo.

Y, sin embargo, ellos también han sufrido una disminución de la productividad. Según un nuevo informe del Banco Mundial, la desaceleración es la “más pronunciada, más larga y más amplia hasta la fecha”, según los datos que se remontan a cuatro décadas. El PBI por trabajador de las economías en desarrollo es casi un 14% más bajo que si la productividad no hubiera perdido impulso.

El Instituto de Finanzas Internacionales, un grupo de expertos, cree que los mercados emergentes ahora sufren una variante del “estancamiento secular” que atormenta al mundo rico. Oxford Economics, una consultora, argumenta que los mercados emergentes han perdido volatilidad y vigor, consignándolos a una “estabilidad de rejilla”. Capital Economics, otra consultora, predice que en la próxima década, “el crecimiento generalizado de los mercados emergentes de las últimas dos décadas llegará a su fin”. En la mayoría de los mercados emergentes que rastrea, el PBI por persona creció menos rápidamente el año pasado que en EEUU. Se supone que la imitación es más fácil que la innovación. Pero a pesar de que a las economías líderes les resulta más difícil abrir un camino, muchos de sus seguidores se han perdido por completo.

¿Cómo pasó esto? Cuando miran al mundo rico, a algunos economistas les preocupa que las grandes empresas la tengan demasiado fácil. Sin una fuerte competencia, tienen pocos incentivos para innovar o invertir. Pero cuando miran al mundo pobre, a algunos les preocupa que las grandes empresas ahora la tengan demasiado difícil. En una encuesta a más de 15,000 compañías, el Banco Mundial muestra que las grandes empresas en los países pobres tienden a ser más productivas y más propensas a exportar que sus rivales más pequeños. En el pasado, estas empresas han sido conductos importantes para mejorar el conocimiento y las tecnologías adquiridas de socios y rivales en el extranjero y transmitidas a proveedores e imitadores en casa. Pero las “rutas hacia la transferencia de tecnología se están reduciendo”, señala el banco, gracias al creciente proteccionismo y el alto en la expansión de las cadenas de valor mundiales.

Sin embargo, la falta de transferencia de tecnología es solo una parte del problema. La mitad de la desaceleración en el crecimiento de la productividad laboral en los últimos años refleja no un fracaso para imitar, sino un fracaso para acumular: la débil inversión ha dejado al trabajo con muy poco capital para trabajar. Este déficit en la inversión explica toda la desaceleración de la productividad en el sur de Asia, el Medio Oriente y el norte de África, y dos tercios de eso en Europa y Asia Central. Ese es un problema grave, pero también tranquilizador convencional. En la medida en que el bajo gasto de capital proviene de la falta de crédito o confianza, es bastante fácil imaginar una reversión una vez que las heridas financieras sanan y el espíritu animal revive.

La renuencia a movilizar capital ha sido igualada por la lentitud de los trabajadores en la mudanza. En cualquier país, algunas partes de la economía (como la manufactura) son más productivas que otras (como la agricultura). Pero esta brecha es inusualmente grande en los países en desarrollo, donde lo moderno y lo medieval a menudo coexisten. En principio, por lo tanto, las economías emergentes tienen mucho que ganar al trasladar trabajadores entre sectores, incluso si la productividad dentro de cada sector no mejora. En el típico país en desarrollo, este movimiento contribuyó con aproximadamente 1.1 puntos porcentuales al crecimiento en los años previos a la crisis financiera mundial. Esa contribución se ha reducido a solo 0.5 puntos en los últimos años (ver gráfico líneas abajo). En América Latina y el Medio Oriente, la contribución fue negativa: los trabajadores se mudaron por el camino equivocado, a donde eran menos productivos.

Quizás la explicación más simple para la caída de la productividad radica en el auge que la precedió. Durante cinco años extraordinarios, marcados por la crisis financiera mundial, China experimentó un crecimiento excepcional que atrajo a los exportadores de productos básicos. Ese mismo éxito dejó al gigante asiático con menos espacio para un mayor crecimiento de recuperación, lo que contribuyó a su inevitable desaceleración. Su crecimiento también se ha vuelto más autónomo y menos intensivo en productos básicos.

El ritmo y el patrón cambiantes del crecimiento de China resultaron ser un desastre para muchas economías en desarrollo que exportan productos, especialmente en América Latina y Oriente Medio. Su crecimiento de la productividad se ha derrumbado. Pero en otras economías en desarrollo, las afirmaciones de estancamiento secular y el fin del crecimiento de recuperación parecen exageradas. Su crecimiento de la productividad está cerca de su promedio de 25 años y todavía está cómodamente por encima del mundo rico. Es lento solo en comparación con unos pocos años antes y después de la crisis financiera mundial.

En una publicación del Banco Mundial hace 25 años, Lant Pritchett, ahora en la Universidad de Oxford, enfatizó que el crecimiento por imitación fue históricamente bastante raro. Sí, la imitación debería ser más fácil que la innovación (y los rendimientos de la inversión deberían ser altos cuando el capital es escaso). Pero a menudo se interponen otros factores. Después de todo, si los países pobres crecieran de manera confiable más rápido que los ricos, no habría tantos países pobres todavía alrededor. El “rasgo dominante” de la historia económica moderna no era la convergencia entre países ricos y pobres, escribió Pritchett, sino “divergencia, a lo grande”.

La última década, a pesar de todas sus decepciones, ha resistido esa tendencia histórica, aunque menos impresionante que la década anterior. Para las economías emergentes, los años 2010 fueron decepcionantes. Pero seguían siendo la segunda mejor década de los últimos 50 años. Lampadia




Los retos de los CEO en esta nueva era

Los retos de los CEO en esta nueva era

Los cambios en las organizaciones en EEUU producto de diversos factores como el cambio en la estructura de sus inversiones hacia bienes intangibles, la presencia de economías colaborativas y la aparición cada vez más creciente de políticos e importantes segmentos de la sociedad civil que piden mayor preocupación por temas sociales y ambientales, están suscitando grandes retos para los tomadores de decisión de la alta gerencia.

Lo que antes se mantenía bajo control gracias a la previsibilidad de los movimientos del factor trabajo y capital al interior de la empresa, permitía centrar los esfuerzos de la gerencia general en un único objetivo: la creación de valor y el consecuente incremento del patrimonio de los accionistas. Hoy en día, el contexto anteriormente descrito, exige nuevas habilidades y destrezas hacia los empresarios. Ello lo ilustra muy bien un reciente artículo de The Economist que compartimos líneas abajo.

Del presente artículo queremos destacar la valiosa lección que les deja The Economist a los futuros CEO sobre reconocer la importancia de tener una visión de la empresa ya no únicamente como generadora de riqueza para sus dueños, sino también de bienestar para toda la sociedad beneficiaria de las cadenas productivas que engloba su actividad. La difusión de esta nueva corriente denominada capitalismo de “stakeholders”, de la cual nos hemos extendido anteriomente en numerosas oportunidades (ver Lampadia: ¿Qué tipo de capitalismo queremos?), es clave en esta nueva era de constantes ataques al modelo económico capitalista y a la misma globalización. Que los líderes de todo tamaño de empresa puedan emprender, en lo posible y dada su capacidad de inversión, iniciativas sociales y ambientales, es fundamental para acabar con las satanizaciones impregnadas en el debate público sobre la empresa privada, a pesar de ser la única fuente real de ingresos y empleo en las economías. Lampadia

Conoce al nuevo jefe
Lo que se necesita para ser un CEO en la década de 2020

Las reglas de gestión se están rompiendo. Los jefes necesitan adaptarse

The Economist
6 de febrero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

En el papel, esta es una edad de oro para los jefes. Los CEOS tienen un gran poder. Las 500 personas que dirigen las firmas más grandes de EEUU tienen más de 26 millones de empleados. Las ganancias son altas y la economía está ronroneando. La paga es fantástica: la mediana de esos CEOS es de US$ 13 millones al año. Sundar Pichai en Alphabet acaba de obtener un acuerdo por un valor de hasta US$ 246 millones para 2023. Los riesgos son tolerables: sus posibilidades de ser despedido o retirarse en cualquier año son aproximadamente del 10%. Los CEOs suelen salirse con la suya con una actuación terrible. En abril, Ginni Rometty se retirará de IBM después de ocho años en los que las acciones de Big Blue han seguido el mercado de valores en un 202%. Adam Neumann se drogó en aviones privados y perdió US$ 4,000 millones antes de ser expulsado de WeWork el año pasado. El único gran inconveniente son todas esas reuniones, que consumen dos tercios de las horas de trabajo del jefe típico.

Sin embargo, los CEO dicen que el trabajo se ha vuelto más difícil. La mayoría señala con el dedo a la “disrupción”, la idea de que la competencia es más intensa. Pero lo han estado diciendo por años. De hecho, la evidencia sugiere que, a medida que la economía de EEUU se ha vuelto más esclerótica, las grandes empresas han podido contar con grandes ganancias durante más tiempo. Sin embargo, los jefes tienen razón en que algo ha cambiado. La naturaleza del trabajo está siendo interrumpida. En particular, el mecanismo del CEO para ejercer el control sobre sus vastas empresas está fallando, y dónde y por qué operan las empresas está cambiando. Eso tiene grandes implicaciones para los negocios y para cualquiera que suba la escalera corporativa.

Pocos sujetos atraen más análisis vudú que la gerencia. Aun así, los estudios sugieren que la calidad del liderazgo de una empresa estadounidense explica aproximadamente el 15% de la variación en la rentabilidad. Pero las juntas y los cazadores de cabezas luchan por identificar quién hará un buen trabajo. Quizás como resultado, tienden a tomar decisiones conservadoras. Alrededor del 80% de los directores ejecutivos provienen de la empresa y más de la mitad son ingenieros o tienen MBA. La mayoría son blancos y masculinos, aunque eso está cambiando lentamente.

Esta pequeña élite enfrenta grandes cambios, comenzando por cómo controlan sus empresas. Desde que Alfred Sloan sacudió a General Motors en la década de 1920, la herramienta principal que los gerentes han ejercido es el control de la inversión física, un proceso conocido como asignación de capital. La firma y el CEO han tenido una jurisdicción clara sobre un conjunto definido de activos, personal, productos e información de propiedad. Piense en “Neutron” Jack Welch, quien dirigió General Electric entre 1981 y 2001, abriendo y cerrando plantas, comprando y vendiendo divisiones y controlando despiadadamente el flujo de capital.

Hoy, sin embargo, el 32% de las empresas en el S&P 500 de las grandes empresas estadounidenses invierten más en activos intangibles que físicos, y el 61% del valor de mercado del S&P 500 se encuentra en intangibles como investigación y desarrollo (I + D), clientes vinculados por efectos de red, marcas y datos. El vínculo entre el CEO que autoriza la inversión y la obtención de resultados es impredecible y opaco.

Mientras tanto, los límites de la empresa y la autoridad del CEO se están desdibujando. Los 4 millones de conductores de Uber no son empleados y tampoco lo son los millones de trabajadores en la cadena de suministro de Apple, pero son críticos para la misión. Las grandes empresas gastaron US$ 32,000 millones el año pasado en servicios en la nube de unos pocos proveedores poderosos. Las fábricas y oficinas tienen miles de millones de sensores que bombean información sensible a proveedores y clientes. Los mandos intermedios hablan de negocios en las redes sociales.

Incluso a medida que se redefine la autoridad del CEO, se está produciendo un cambio en el lugar donde operan las empresas. Generaciones de jefes han obedecido el llamado a “globalizarse”. Pero en la última década, la rentabilidad de la inversión multinacional en el extranjero se ha deteriorado, por lo que los retornos del capital son un insignificante 7%. Las tensiones comerciales significan que los CEO enfrentan la posibilidad de repatriar la actividad o rediseñar las cadenas de suministro. La mayoría acaba de comenzar a lidiar con esto.

El último cambio es sobre el propósito de la empresa. La ortodoxia ha sido que operan en interés de sus dueños. Pero la presión viene de arriba, ya que políticos como Bernie Sanders y Elizabeth Warren hacen un llamado a los CEO para favorecer más al personal, proveedores y clientes; y desde abajo, ya que tanto los clientes como los jóvenes trabajadores exigen que las empresas adopten una postura sobre los problemas sociales. Alphabet se ha enfrentado a continuas protestas del personal.

Los CEO están experimentando, con resultados decepcionantes. Reed Hastings en Netflix predica la autonomía radical. El personal decide sus gastos y prescinde de revisiones formales de desempeño, una idea que en la mayoría de las empresas causaría caos. Otros afirman su autoridad reviviendo el culto a la celebridad de los años ochenta. A veces funciona: Satya Nadella ha reconstruido Microsoft utilizando el “liderazgo empático”. A menudo no lo hace. La temporada de Neumann como el jefe de animales de WeWork terminó en un fiasco. Jeff Immelt, el ex jefe de General Electric, ha sido acusado de “teatro de éxito” al convertirse en una estrella del jet set ya que su flujo de caja cayó un 36%.

Deseosos de mostrar que están comprometidos, los jefes están analizando públicamente cuestiones como el aborto y el control de armas. El peligro es la hipocresía. El jefe de Goldman Sachs quiere “acelerar el progreso económico para todos”, pero enfrenta una gran multa por su papel en el escándalo de corrupción de 1MDB en Malasia. En agosto de 1811 CEOs estadounidenses se comprometieron a servir al personal, proveedores, comunidades y clientes, así como a los accionistas. Esta es una promesa, hecha durante una larga expansión económica, que no podrán cumplir. En una economía dinámica, algunas empresas tienen que reducir y eliminar trabajadores. Es una tontería fingir que no hay compensaciones. Mayores salarios y más efectivo para los proveedores significan menores ganancias o precios más altos para los consumidores.

El modelo de un CEO moderno

Entonces, ¿qué se necesita para ser un líder corporativo en la década de 2020? Cada empresa es diferente, pero aquellos que contratan a un CEO, o que aspiran a serlo, deberían valorar algunas cualidades. Dominar el juego complicado, creativo y más colaborativo de asignar capital intangible es esencial. Un CEO debe poder reunir los datos que fluyen entre las empresas y sus contrapartes, redistribuyendo quién obtiene ganancias y asume riesgos. Algunas empresas están por delante (Amazon monitorea 500 objetivos medibles), pero la mayoría de los CEO todavía están atrapados limpiando sus bandejas de entrada de correo electrónico a la medianoche. Por último, los jefes deben tener claro que una empresa debe funcionar en el interés a largo plazo de sus propietarios. Eso no significa ser crujiente o miope. Cualquier negocio sensato debería enfrentar los riesgos del cambio climático, por ejemplo. Significa evitar el avance de la misión. Los CEO en la década de 2020 tendrán sus manos llenas con su propia compañía, así que olvídate de intentar gobernar el mundo también. Y si, entre reuniones, encuentra tiempo para fumar marihuana a 40,000 pies, no se deje atrapar. Lampadia




El futuro promisorio de las baterías

El futuro promisorio de las baterías

El uso de la batería como bien de consumo parece ser  más importante de lo que nosotros, sus consumidores, percibimos en el día a día. Como indicó un reciente artículo publicado en el blog del Foro Económico Mundial, Las baterías son una tecnología central que sustenta el cambio a los sistemas de descarbonización y transporte de energía, y podría ser un cambio de juego en los esfuerzos para frenar el cambio climático”.

Por otro parte, lo interesante es que es un mercado que, además de tener altos prospectos de crecimiento en el mediano plazo – para el 2040, se proyecta que el mercado global de almacenamiento de energía atraerá $ 620 mil millones de inversión – exhibe enormes economías de escala, cuya eficiencia crece a tasa constante y se apoya en una necesidad creciente de la industria electrónica de los EEUU, China y Corea del Sur.

Sin embargo, como toda fuente de energía presta a reemplazar a los combustibles fósiles, como la energía eólica y la energía solar, adolece de algunos problemas que van desde altos costos ambientales y sociales -reflejados en una alta emisión de grandes cantidades de dióxido de carbono, por ejemplo- hasta una falta de coordinación en las estrategias de financiamiento a lo largo de la cadena de valor, lo cual no permite masificar su distribución en los países en vías de desarrollo.

En un contexto en donde el uso de autos eléctricos es cada vez más prominente en los países occidentales y en donde el cambio climático se encuentra ya impactando en menor y mayor medida en varias regiones a nivel internacional – incluyendo a los países de ingresos bajo – urge la necesidad de encontrar mecanismos para potenciar el mercado de baterías.

En este sentido, el presente artículo (ver artículo líneas abajo) propone tres medidas puntuales para llevar a cabo este objetivo:

  • Asumir compromisos claros y firmes y coaliciones que agrupen organizaciones de todos los ámbitos de la sociedad (sector privado, público y sociedad civil), para alinear e impulsar las inversiones hacia una cadena de suministros de cobalto y litio responsable y sostenible.
  • Evaluar las oportunidades, en términos de costos y beneficios, asociadas con una economía circular para las  baterías. Entendiendo en este caso a la economía circular, como todo el ciclo que involucra la reutilización y reciclaje de las baterías en los autos eléctricos.
  • Apoyar los compromisos existentes para aumentar el almacenamiento de la batería y la electrificación del transporte en países de ingresos bajos y medios.

El cambio climático está a la vuelta de la esquina, asomándose detrás de una ventana de cualquier casa o departamento en los barrios del friolento estado de Chicago, por ejemplo. Nuestra capacidad para frenarlo requerirá nuestro compromiso con la cooperación internacional. Lampadia

Las baterías pueden impulsar el desarrollo sostenible. Así es cómo

Los vehículos eléctricos están impulsando el aumento de la demanda actual de baterías. Imagen: REUTERS / Sergei Karpukhin

Benedikt Sobotka
CEO de Eurasian Resources Group
Martin Brudermüller
Presidente del Directorio Ejecutivo y Director de Tecnología de BASF
Foro Económico Mundial
22 de Enero, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Existe una creciente necesidad de movilidad en todo el mundo. Para el 2025, habrá aproximadamente 1.5 billones de autos en las carreteras. La electromovilidad, especialmente en combinación con la energía renovable, es una contribución importante para abordar las necesidades de movilidad global. Para esto, necesitamos el desarrollo de una cadena de valor sostenible y baja en carbono para las baterías con el fin de contribuir a la implementación del Acuerdo Climático de París 2015. Las baterías alimentan vehículos eléctricos, dispositivos electrónicos portátiles y respaldan la energía renovable en hogares, negocios y redes nacionales. Son un facilitador clave de los esfuerzos globales para frenar el cambio climático, y los desarrollos del mercado lo reflejan.

El mercado global de baterías está en alza. Para el 2040, se proyecta que el mercado global de almacenamiento de energía atraerá $ 620 mil millones de inversión. Durante la última década, el mercado de las baterías recargables de iones de litio se duplicó en promedio cada tres años.

Las baterías son una tecnología central que sustenta el cambio a los sistemas de descarbonización y transporte de energía, y podría ser un cambio de juego en los esfuerzos para frenar el cambio climático. Históricamente, la electrónica portátil ha sido el principal motor del crecimiento en el mercado de baterías; Sin embargo, hoy en día el crecimiento de la demanda proviene de los vehículos eléctricos.

La Agencia Internacional de Energía proyecta que para el 2030 una cantidad de 130 millones de vehículos eléctricos podría estar en las carreteras del mundo. Si bien los escenarios varían, las inversiones significativas en la producción de vehículos eléctricos y baterías están en marcha. También están impulsados por objetivos nacionales e internacionales para apoyar la acción climática, mientras que varias ciudades y gobiernos han anunciado sus intenciones de prohibir los motores de combustión interna.

Mirando más allá del transporte, todo el sistema de energía está experimentando una transformación sistémica. Para 2050, se espera que la energía eólica y solar represente el 50% de la generación de energía global, mientras que en 2017 los combustibles fósiles representan el 85% del sistema energético mundial. Además del hecho de que las baterías son la base para la movilidad futura, son claves ya que aseguran la disponibilidad de energía cuando el viento no sopla y el sol no brilla.

El costo de las baterías disminuirá a medida que aumenten la producción y la eficiencia de fabricación.  Imagen: The Economist

Sin embargo, sin una intervención deliberada, el potencial de las baterías para apoyar el desarrollo sostenible y la mitigación del cambio climático se ve socavado por su propia cadena de valor.

En primer lugar, la extracción de materias primas utilizadas en baterías puede tener un costo social y ambiental significativo. Cerca de dos tercios del cobalto del mundo, por ejemplo, proviene de la República Democrática del Congo y se estima que alrededor del 20% proviene de fuentes que pueden estar vinculadas a condiciones de trabajo inseguras y trabajo infantil.

En segundo lugar, la producción de baterías conlleva una gran huella de carbono.

En tercer lugar, la falta de coordinación y esquemas de financiamiento efectivos a lo largo de la cadena de valor parecen estar dificultando el despliegue de baterías para llevar energía limpia y asequible a los países de ingresos bajos y medios.

Se prevé que la salida global de la batería se triplicará en 2025. Imagen: Circular Energy Storage 2018

Se necesitan mejoras fundamentales en toda la cadena de valor de la batería para permitir que las baterías impulsen el desarrollo sostenible y la mitigación del cambio climático. Hoy se requiere una acción de colaboración para desarrollar una columna vertebral sostenible para los sistemas de energía y transporte del futuro. Esto requiere la realización de tres objetivos centrales:

  • Primero, se deben construir cadenas de suministro estables y transparentes de materia prima, caracterizadas por las buenas condiciones de trabajo y la prosperidad compartida. Esto incluye la alineación con los estándares y los marcos de aseguramiento, así como la movilización de fondos combinados a escala para enfrentar desafíos como el trabajo infantil.
  • En segundo lugar, se debe crear una cadena de valor circular, baja en carbono y libre de contaminación para desbloquear el potencial de las baterías para contribuir a la realización del Acuerdo de París 2015.
  • En tercer lugar, se debe desbloquear el potencial completo de las baterías para brindar mejoras de electricidad y productividad a mil millones de personas en países de ingresos bajos y medios.

¿Cómo podemos lograr estos tres objetivos centrales?

  • Necesitamos compromisos claros y firmes y coaliciones de organizaciones públicas, privadas y de la sociedad civil que acepten alinear las inversiones. El objetivo es desarrollar y aprobar estándares para el suministro responsable y sostenible de cadenas de suministro de cobalto y litio.
  • Necesitamos evaluar las oportunidades asociadas con una economía circular para baterías. Se deben formar asociaciones de acción múltiple para definir los criterios de sostenibilidad para el diseño de baterías y reducir los costos de transacción en la reutilización y el reciclaje de baterías de vehículos eléctricos.
  • Necesitamos apoyar los compromisos existentes para aumentar el almacenamiento de la batería y la electrificación del transporte en países de ingresos bajos y medios.

Todos estos esfuerzos están siendo asumidos por The Global Battery Alliance del Foro Económico Mundial, que está copresidida por los autores de este artículo.

The Global Battery Alliance es una plataforma única de colaboración público-privada cuyo objetivo es acelerar la acción público-privada hacia los objetivos antes mencionados. Reúne a las empresas a lo largo de la cadena de valor con gobiernos, organizaciones internacionales y la sociedad civil para coordinar e impulsar los muchos buenos esfuerzos que ya están en marcha.

Este año, debemos aprovechar el impulso ya generado, por ejemplo, mediante la inversión de 1,000 millones de dólares del Banco Mundial en el almacenamiento en baterías, o la misión de The Global Battery Alliance de construir cadenas mundiales de suministro de baterías responsables. La realización de estos objetivos nos llevará un gran paso hacia un mundo en el que las baterías impulsan el desarrollo sostenible. Lampadia




Seguimos aprendiendo de un ícono liberal

John Maynard Keynes, un ícono del activismo económico con filosofía liberal, todavía es muy relevante en la actualidad. Lo cierto es que en el debate sobre si y cuánto debe gastar el gobierno para rescatar a las economías, y sí en determinadas ocasiones, debe reemplazar la inversión privada, Keynes es el protagonista.

Keynes mismo, era un economista liberal en el sentido tradicional: quería que el gobierno usara su fórmula para enfocarse en el pleno empleo, tanto por razones económicas como sociales. La teoría de Keynes no es liberal ni conservadora. Solo describe una economía en la que la presión sobre cualquier variable afecta a las demás.

Y esta es justamente la dificultad de la aplicación de las teorías económicas, todo se puede relativizar, las interconexiones de las variables son complejas y es imposible aislar una variable y su relación con otra, en contextos dinámicos y de múltiples variables,  como se da en el mundo real.

Keynes creía que los gobiernos liberales tenían que luchar activamente contra las recesiones económicas, o los votantes recurrirían a gobiernos antiliberales que sí lo hacen. Keynes era un creyente de la sociedad libre.

Este pensamiento tan acertado para el mediano plazo es imposible de entenderse por parte de políticos cortoplacistas.

Si difería de los liberales “clásicos” en unas pocas cosas evidentes e importantes, era simplemente porque trataba de actualizar la idea liberal esencial para ajustarla a las condiciones económicas de una nueva era.

Compartimos con nuestros lectores un análisis de the Economist al respecto:

¿Fue John Maynard Keynes un liberal?
Libertad vs economía

Las personas deben tener libertad de elegir. Era su libertad de no elegir lo que le preocupaba

The Economist
18 de agosto, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

En 1944, Friedrich Hayek recibió una carta de un huésped del Hotel Claridge en Atlantic City, Nueva Jersey. Esta felicitaba al economista nacido en Austria por su “gran libro”, “El camino a la servidumbre”, que sostenía que la planificación económica representaba una amenaza insidiosa a la libertad. La carta afirmaba que, “moral y filosóficamente, me encuentro de acuerdo y profundamente conmovido”.

La carta a Hayek era de John Maynard Keynes, de camino a la conferencia de Bretton Woods en New Hampshire, donde ayudaría a planificar el orden económico de la posguerra. La calidez de la carta sorprenderá a aquellos que conocen a Hayek como el padrino intelectual del libre mercado del Thatcherismo y a Keynes como el santo patrón de un capitalismo fuertemente intervenido.

Pero Keynes, a diferencia de muchos de sus seguidores, no era un hombre de izquierda. “La guerra de clases me encontrará del lado de la burguesía educada”, dijo en su ensayo de 1925, “¿Soy un liberal?”. Más tarde describió a los sindicalistas como “tiranos, cuyas pretensiones egoístas y seccionales tienen que oponerse valientemente”. Acusó a los líderes del Partido Laborista británico de actuar como “sectarios de un credo desgastado”, “murmurando frases confusas sobre el marxismo”. Y afirmó que “existe una justificación social y psicológica para las importantes desigualdades de ingresos y riqueza” (aunque no por las brechas tan grandes que existían en su época).

¿Por qué entonces Keynes promovía lo que llamamos keynesianismo? La respuesta obvia es la Gran Depresión, llegó a Gran Bretaña en la década de 1930, y destrozó la fe de muchas personas en el capitalismo no administrado. Pero varias de las ideas de Keynes datan de más atrás.

Él pertenecía a una nueva generación de liberales que no estaban esclavizados por el laissez-faire, la idea de que “una empresa privada sin trabas promovería el mayor bien del conjunto”. Esa doctrina, creía Keynes, nunca fue necesariamente verdadera en principio y ya no era útil en la práctica. Lo que el estado debería dejarle a la iniciativa individual, y lo que debería asumir, tenía que decidirse por los méritos de cada caso.

Al tomar esas decisiones, él y otros liberales tuvieron que lidiar con las amenazas del socialismo y el nacionalismo, la revolución y la reacción. En respuesta a la creciente influencia política del Partido Laborista, un gobierno liberal con mentalidad reformista había introducido el seguro nacional obligatorio en 1911, el cual proporcionaba subsidio por enfermedad, prestaciones de maternidad y asistencia limitada por desempleo a los pobres que trabajaban. Los liberales de este tipo consideraban a los trabajadores desempleados como activos nacionales que no debían ser “pauperizados” sin culpa propia.

Este grupo de liberales creía en ayudar a aquellos que no podían ayudarse a sí mismos y lograr colectivamente lo que no se podía lograr individualmente. El pensamiento de Keynes pertenece a este ámbito. Se dedicó a los emprendedores que no podían expandir sus operaciones de manera rentable a menos que otros hicieran lo mismo, y a los ahorradores que no podían mejorar su posición financiera a menos que otros estuvieran dispuestos a pedir prestado. Ninguno de los dos grupos puede tener éxito solo con sus propios esfuerzos. Y su fracaso en lograr sus propósitos también perjudica a todos los demás.

¿Cómo es eso? Keynes dijo: Las economías producen en respuesta al gasto. Si el gasto es débil, la producción, el empleo y los ingresos serán correspondientemente débiles. Una fuente vital de gasto es la inversión: la compra de nuevos equipos, fábricas, edificios y similares. Pero a Keynes le preocupaba que los empresarios privados, dejados a sus capacidades, realizaran muy pocos gastos de este tipo. Él argumentó, provocativamente una vez, que Estados Unidos podría gastar su camino hacia la prosperidad.

Los primeros economistas eran más radicales. Creían que, si la voluntad de invertir era débil y el deseo de ahorrar era fuerte, la tasa de interés caería para alinear a los dos. Keynes pensó que la tasa de interés tenía otro rol. Su tarea consistía en persuadir a la gente a desprenderse del dinero y, en cambio, mantener activos menos líquidos.

El atractivo del dinero, como lo entendía Keynes, era que permitía a las personas preservar su poder adquisitivo mientras diferían las decisiones sobre qué hacer con él. Les daba la libertad de no elegir:

  • Si la demanda de la gente por este tipo de libertad fuera particularmente feroz, se separarían del dinero solo si otros activos parecían irresistiblemente baratos en comparación.
  • Desafortunadamente, los precios de activos muy bajos también deprimirían el gasto de capital, lo que provocaría una disminución de la producción, el empleo y las ganancias.
  • La caída de los ingresos reduciría la capacidad de la comunidad para ahorrar, exprimiéndola hasta que coincida con la escasa disposición de la nación para invertir.
  • Y allí la economía languidecería.

El desempleo resultante no solo era injusto, también era tremendamente ineficiente. El trabajo, Keynes señaló, no se cumple. Aunque los trabajadores mismos no desaparecen por falta de uso, el tiempo que podrían haber dedicado a la economía se desperdicia para siempre.

Tal desperdicio aún persigue al mundo. Desde principios de 2008, la fuerza de trabajo estadounidense ha invertido 100,000 millones de horas menos de lo que podría tener si tuviera un empleo pleno, según la Oficina de Presupuesto del Congreso. Keynes a menudo era acusado por los oficiales de una despreocupación excesiva por la rectitud fiscal. Pero eso no era nada en comparación con el extraordinario desperdicio de recursos del desempleo masivo.

Algo ligeramente rosado

El remedio que se asocia más a menudo con Keynes era simple: si los empresarios privados no invirtieran lo suficiente para mantener un alto nivel de empleo, el gobierno debería hacerlo en su lugar. Estaba a favor de ambiciosos programas de obras públicas, incluida la reconstrucción del sur de Londres desde County Hall hasta Greenwich, de modo que rivalizara con St. James’s. En su carta a Hayek, admitió que su acuerdo moral y filosófico con “El camino a la servidumbre” no se extendía a su visión económica. Era casi seguro que Gran Bretaña necesitaba más planificación, no menos. En la “Teoría General” prescribió “una socialización de la inversión algo comprensiva”.

Sus peores críticos han aprovechado las implicaciones iliberales, incluso totalitarias, de esa frase. Es cierto que el keynesianismo es compatible con el autoritarismo, como lo demuestra la China moderna. La pregunta interesante es esta: ¿si el keynesianismo puede funcionar bien sin liberalismo, puede el liberalismo prosperar sin keynesianismo?

Los críticos liberales de Keynes proponen una variedad de argumentos:

  • Algunos rechazan su diagnóstico. Las recesiones, argumentan, no son el resultado de un déficit de gasto curable.
  • Ellos mismos son la cura dolorosa para gastos mal dirigidos.
  • Las depresiones no representan un conflicto entre la libertad y la estabilidad económica.
  • El remedio no es menos liberalismo sino más: un mercado laboral más libre que permita que los salarios caigan rápidamente cuando aumenta el gasto.
  • El fin de los bancos centrales activistas, porque las tasas de interés artificialmente bajas invitan a inversiones mal dirigidas que terminan fracasando.

Otros dicen que la cura es peor que la enfermedad. Las recesiones no son motivo suficiente para infringir la libertad. Este estoicismo estaba implícito en las instituciones victorianas como el patrón oro, el libre comercio y los presupuestos equilibrados, que ataron las manos de los gobiernos, para bien o para mal. Pero, en 1925, la sociedad ya no podía tolerar ese dolor, en parte porque ya no creía que era necesario. 

Una tercera línea de argumento acepta principalmente el diagnóstico de Keynes, pero tiene conflicto con su prescripción más famosa: la movilización pública de la inversión. Los liberales posteriores a Keynes depositaron más fe en la política monetaria. Si la tasa de interés no reconciliara naturalmente el ahorro y la inversión en altos niveles de ingresos y empleo, los bancos centrales modernos podrían reducirla hasta que lo hiciera. Esta alternativa se sentó más cómodamente con los liberales que el activismo fiscal keynesiano. La mayoría de ellos (aunque no todos) aceptan que el estado tiene la responsabilidad por el dinero de una nación. Dado que el gobierno necesitará una política monetaria de uno u otro tipo, también podría elegir una que ayude a la economía a desarrollar todo su potencial.

Estos tres argumentos tienen refutaciones:

  • Si una economía ha gastado mal, seguramente la solución es redirigir los gastos, no reducirlos.
  • Si los gobiernos liberales no luchan contra las recesiones, los votantes recurrirán a gobiernos antiliberales que lo hagan, poniendo en peligro las mismas libertades que la piadosa inacción del gobierno debía respetar.

Por último, Keynes mismo pensó que el dinero fácil era útil. Él solo dudaba de que fuera suficiente. Sin importar lo generosamente provisto, la liquidez adicional puede no reactivar el gasto, especialmente si las personas no esperan que la generosidad persista. Dudas similares sobre la política monetaria han revivido desde la crisis financiera de 2008. La respuesta de los bancos centrales a ese desastre fue menos efectiva de lo esperado. También fue más entrometido de lo que a los puristas les gustaría. Las compras de activos de los bancos centrales, incluidos algunos valores privados, inevitablemente favorecieron a algunos grupos sobre otros. Por lo tanto, comprometieron la imparcialidad en los asuntos económicos que corresponden a un estado estrictamente liberal.

En crisis severas, la política fiscal keynesiana puede ser más efectiva que las medidas monetarias. Y no necesita ser tan torpe como sus críticos temen. Incluso un estado pequeño y sin pretensiones debe llevar a cabo alguna inversión pública, en infraestructura, por ejemplo. Keynes pensó que estos proyectos deberían programarse para compensar las caídas en el gasto privado, cuando los hombres y los materiales serían de todos modos más fáciles de encontrar.

Al promover la inversión, le complació tener “todo tipo de compromisos” entre la autoridad pública y la iniciativa privada. El gobierno podría, por ejemplo, suscribir los peores riesgos de algunas inversiones, en lugar de emprenderlas por sí mismo.

En la década de 1920, Gran Bretaña contaba con impuestos progresivos y un seguro nacional obligatorio, que recaudaba contribuciones de los asalariados y las empresas durante los períodos de empleo, luego desembolsaba los beneficios de desempleo durante períodos de desempleo. Aunque no se concibió como tal, estos arreglos sirvieron como “estabilizadores automáticos”, eliminando el poder adquisitivo durante los auges y restaurándolo durante las caídas.

Esto puede ser llevado más allá. En 1942, Keynes respaldó una propuesta para reducir las contribuciones de seguro nacional durante los malos tiempos y elevarlos en los buenos tiempos. En comparación con la inversión pública variable, este enfoque tiene ventajas: los impuestos a la planilla, a diferencia de los proyectos de infraestructura, se pueden ajustar con el trazo de un bolígrafo. También difumina las líneas ideológicas. El estado es más keynesiano (juzgado por el estímulo) cuando también es el más pequeño (medido por su recaudación de impuestos).

La teoría keynesiana es finalmente agnóstica sobre el tamaño del gobierno. El propio Keynes pensó que una imposición fiscal del 25% del ingreso nacional neto (aproximadamente el 23% del PBI) es “aproximadamente el límite de lo que se soporta fácilmente”. Le preocupaba más el volumen de gasto que su composición. Estaba muy contento con la idea de dejar que las fuerzas del mercado decidieran qué se compraba, siempre que fuera suficiente. Hecho bien, sus políticas solo distorsionaban el gasto que de otro modo no habría existido.

Ciertamente, el keynesianismo puede ser llevado al exceso. Si funciona demasiado bien para reactivar el gasto, puede estresar los recursos de la economía, produciendo una inflación crónica (una posibilidad que también preocupa a Keynes). Los planificadores pueden calcular mal o sobrepasarse. Su poder para movilizar recursos puede invitar a un cabildeo intenso, que puede volverse militante, requiriendo una respuesta fuerte del gobierno. Los estados totalitarios que Keynes, trabajó duro para derrotarlos, demostraron que la “movilización central de recursos” y “la regimentación del individuo” podrían destruir la libertad personal, como él mismo señaló una vez.

Pero Keynes sintió que el riesgo en Gran Bretaña era remoto. La planificación que propuso fue más modesta. Y algunas de las personas que lo llevaban a cabo estaban tan preocupadas por el socialismo rampante como cualquiera. La planificación moderada será segura, argumentó Keynes en su carta a Hayek, si los que la implementan comparten la posición moral de Hayek. Los planificadores ideales son reacios. El keynesianismo funciona mejor en manos de Hayekianos. Lampadia




La política británica al borde del abismo

El populismo ha sido una de las mayores plagas de la política latinoamericana durante casi cien años. En Lampadia lo hemos calificado como ‘una alianza entre la mentira y la esperanza’. La mentira, porque el político populista sabe que no va a cumplir con lo que ofrece, solo lo hace para conseguir votos de los más necesitados y carentes de alternativas. La esperanza, porque resulta ser como el último pedazo de madera del cual uno se puede agarrar en medio del mar, después de haber llegado a creer que ya nada puede darle algo que lo ayude a mejorar su situación.

Pero, lamentablemente, esta tendencia populista está propagándose por todo el mundo. En el Reino Unido, donde los populistas lograron el voto por el Brexit, el resultado marca un cambio dramático, que parece haberlos llevado a perder perspectiva y dejar que procesos como la migración y la pérdida de competitividad con EEUU y China los lleven a una crisis de identidad y a malograr sus políticas públicas con una retórica digna de falsos paradigmas políticos.

Las consecuencias a corto plazo ya se están viendo: La incertidumbre sobre los futuros acuerdos comerciales ya ha reducido la confianza en la libra esterlina, lo que vuelve menos atractivas las inversiones. El Banco de Inglaterra llamó al Brexit “el mayor riesgo para la estabilidad financiera nacional”.

Los efectos a largo plazo son más controvertidos, aunque la mayoría de los economistas consideran que también serán negativos. Económicamente es un problema grave que llega en un mal momento para Europa. Según Martin Wolf (compartimos su artículo líneas abajo) “Las ‘Perspectivas de la Economía Mundial del Fondo Monetario Internacional’ pronostican un crecimiento para la economía del Reino Unido este año y el próximo, de 1.7% y 1.5% respectivamente, lo que lo situaría cerca de la parte inferior del ranking de la UE. En 2018, solo Italia estaría (marginalmente) por debajo. Sin embargo, esta desaceleración no es tan preocupante como las deficiencias económicas a más largo plazo, como lo demuestra el informe provisional de la Comisión de Justicia Económica del Instituto para la Investigación de Políticas Públicas, con sede en Londres.”

Uno de los grandes problemas es que, como afirmó Wolf la polarización entre ‘perdedores’ y élites, duró mucho tiempo,  “los proyectos de la elite de derecha han sido bajar las tasas marginales de impuestos, inmigración liberal, globalización, cortar costosos ‘programas de ayuda social’, mercados laborales desregulados y buscar la maximización del valor para el accionista. (…) En el proceso, las élites se han desprendido de las lealtades y preocupaciones nacionales, formando en su lugar una súper-elite global. No es difícil ver por qué la gente común, en particular hombres nativos, se sienten alienados. Son perdedores, al menos relativamente; no comparten por igual las ganancias. Se sienten usados y abusados. Después de la crisis financiera y la lenta recuperación en los niveles de vida, ven a las elites como incompetentes y depredadoras. La sorpresa no es que muchos estén enojados, sino que no lo estén todos.”

Y es que, efectivamente, en los países ricos, desde la crisis del 2008/9, se descuidó a los segmentos de población que vieron debilitada su situación económica. Esto originó que estos países importen el populismo como base del nuevo discurso político, ocultando que buena parte de los impactos en la desigualdad se debían a los impactos de la ‘Cuarta Revolución Industrial’, que ha generado una inmensa ola de automatización y debilitamiento de los empleos tradicionales. Ver en Lampadia: Porqué el populismo le está ganando a los liberales.

Tomemos lo que está sucediendo en el Reino Unido como una señal de alarma para nosotros. Ahora, más que nunca, es muy importante que los países emergentes como el Perú, tomen una posición anti populismo y reafirmen su opción por un mundo más globalizado y una economía abierta, destacando la importancia del comercio internacional para nuestro desarrollo económico y para beneficio e inclusión de nuestros pobres en la economía de mercado. Lampadia

Un Brexit herido podría naufragar la economía británica

Es absurdo sugerir que el RU podría soportar el impacto de menor acceso a los mercados

Martin Wolf
Financial Times
17 de noviembre, 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

 

Los compradores en Petticoat Lane de Londres buscan mejores ofertas. Inner London es la región más rica de Europa, sin embargo, la economía del Reino Unido es una de las más divididas regionalmente, con una desigualdad en aumento © Bloomberg

La política británica está cerca del abismo. El país se ha embarcado en la separación de la UE con una primer ministra sin autoridad, y un gobierno sin unidad. Sería bueno si la economía del Reino Unido estuviera saludable. Desafortunadamente, sufre de profundas debilidades. Es probable que el Brexit muestre estos problemas con mayor claridad.

El desempeño económico de corto plazo del RU es decepcionante. Las ‘Perspectivas de la Economía Mundial del Fondo Monetario Internacional’ pronostican un crecimiento para la economía del RU este año y el próximo de 1.7 % y 1.5 % respectivamente, lo que lo situaría cerca de la parte inferior del ranking de la UE. En 2018, solo Italia estaría (marginalmente) por debajo. Sin embargo, esta desaceleración no es tan preocupante como las deficiencias económicas a más largo plazo, como lo demuestra el informe provisional de la Comisión de Justicia Económica del Instituto para la Investigación de Políticas Públicas, con sede en Londres.

Entonces, ¿cuáles son las debilidades?

Las secuelas de la crisis financiera han sido devastadoras. A pesar de las ventajas de un tipo de cambio flexible y autonomía monetaria y fiscal, la recuperación ha sido la más débil desde la segunda guerra mundial. Los ingresos medios reales disponibles de los hogares son solo 5% más altos que en 2007. Nuevamente, entre 2007 y 2016, los salarios reales crecieron 10.6% en Alemania y 6.4% en promedio en los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Pero, en el Reino Unido, cayeron un 2.6%. Solo Grecia, México y Portugal tuvieron un peor desempeño en los salarios reales.

También se ha abierto una brecha generacional significativa. Quienes tenían entre 22 y 39 años experimentaron una caída del 10% en las ingresos reales entre 2007 y 2017. También fueron particularmente afectados por el aumento en los precios promedio de las viviendas de 3.6 veces el promedio anual de ingresos de hace 20 años a 7.6 veces en la actualidad. No es de sorprender que la proporción de personas de 25 a 34 años que obtuvieron una hipoteca haya caído bruscamente, del 53 % al 35 %.

La economía del Reino Unido sigue siendo la más dividida regionalmente, de Europa. Inner London es la región más rica de Europa. Las otras regiones (aparte del resto de Londres y el sureste) son mucho más pobres, sin embargo, cabe señalar que Francia, Italia y España tienen regiones más pobres que las más pobres del Reino Unido. Además, el PBI per cápita solo ha recuperado los niveles previos a la crisis en Londres y el sureste.                                                                         

Además, si bien el historial de empleo del Reino Unido ha sido bueno, el empleo a tiempo parcial es relativamente alto y varios empleos de categorías ‘inseguras’ han aumentado considerablemente. En 2016, por ejemplo, el 2.8 % de todas las personas en el empleo tenían contratos de cero horas, comparado con el 0.6 % en 2007. Debe ser difícil para las personas que trabajan bajo tales contratos tener mucho control sobre sus vidas.

El nivel de desigualdad del Reino Unido se encuentra entre los más altos de Europa. Si bien la desigualdad general no ha aumentado mucho en las últimas décadas (a diferencia de EEUU), los salarios máximos se dispararon al alza: hace 30 años, a los directores generales de la empresa se les pagaba unas 20 veces el salario del trabajador medio. Ahora es aproximadamente 150 veces. La gente podría preguntarse, dado el desempeño del Reino Unido, qué han hecho estos líderes empresariales para justificar esos enormes incrementos.

También podrían señalarse que la productividad promedio, por horas trabajadas, del Reino Unido, se encuentra entre las más bajas entre los países de altos ingresos y, lo que es peor, la productividad se ha estancado desde la crisis. En ambas medidas, el rendimiento es bastante similar al de Italia. Este rendimiento extremo de la productividad refleja en parte la cola enormemente larga (y creciente) de los de bajo rendimiento.

Por último, pero no menos importante, en esta lista de debilidades, la inversión en el Reino Unido es excepcionalmente débil según los estándares de países comparables y ha tendido a caer como una parte del PBI durante tres décadas. El gasto en investigación y desarrollo también es relativamente débil. Esto, según algunos, refleja incentivos perversos, que recompensan a la administración por la medida en que elevan los precios de las acciones en el corto plazo, en lugar de determinar si mejoran el desempeño a largo plazo de las empresas.

Esta no es una economía vigorosa y saludable que pueda soportar el impacto de un acceso sustancialmente menor a sus mercados más importantes. Es absurdo sugerir lo contrario. El desprecio que muchos políticos de la derecha parecen sentir por los pares europeos del Reino Unido es particularmente inapropiado. Las políticas destinadas a mejorar el desempeño económico en todos los ámbitos son esenciales, sobre todo porque la decepción económica debe haber sido uno de los motivos de la votación del Brexit. Sin embargo, es probable que el impacto del Brexit, combinado con las debilidades subyacentes del Reino Unido, provoque una decepción aún más grave.

El Reino Unido se ha embarcado en un viaje arriesgado en un barco con coladeras. Cuidado con el naufragioLampadia

 




Acero: Una larga historia con múltiples aplicaciones

Acero: Una larga historia con múltiples aplicaciones

En Lampadia pretendemos crear conciencia sobre sobre el mundo de nuestros días. Nuestro objetivo es propiciar que los peruanos optemos por una sólida economía de mercado, y eso conlleva, entre otras cosas, analizar la creación de ideas en el mundo global; ‘diseccionar’ los desarrollos económicos, separándolos de los ropajes ideológicos; difundir el potencial de desarrollo del Perú, retirando la contaminación de la política partidista; destacar nuestras riquezas y nuestra capacidad de superar nuestras limitaciones.

En ese proceso, hemos hecho especial hincapié en defender la importancia del desarrollo de nuestros recursos naturales, como la mejor oportunidad de crear riqueza en el volumen y la oportunidad, que nos permitan nivelarnos aprisa, con los países más avanzados, de cara a la ‘cuarta revolución industrial’.

Varias veces hemos destacado la magnífica y sorprendente conversión de la industria peruana, que hoy, sin protección del Estado, es competitiva y exportadora, y está integrada a los sectores primarios. Su tamaño con respecto al PBI del país, alrededor de un 14%, es nominalmente del mismo orden, desde la ominosa época de la ‘sustitución de importaciones’. Sin embargo, su tamaño efectivo es mucho mayor que el de la era del proteccionismo, pues, hoy día su aporte al PBI no incluye aranceles altos, ni márgenes de utilidad sobredimensionados de industriales protegidos.

Fuente: INVDES

A continuación, presentamos información ilustrativa sobre el acero, el material industrial de mayor uso en el mundo moderno, que pensamos vale la pena compartir con nuestros lectores: 

I. Aprendiendo sobre el acero

Su historia desde la Edad del Hierro hasta los hornos de arcos eléctricos

Imágenes de Buena Vista / Stone / GettyImages

Terence Bell
The Balance
21 de agosto de 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

 

El desarrollo del acero se remonta a más de 4,000 años, desde el comienzo de la Edad del Hierro. Demostrando ser más duro y más fuerte que el bronce, que anteriormente había sido el metal más utilizado, el hierro comenzó a desplazar al bronce en armamentos y herramientas.

Durante los siguientes miles de años, sin embargo, la calidad del hierro producido dependería tanto del mineral disponible como de los métodos de producción.

En el siglo XVII, se entendían bien las propiedades del hierro, pero la creciente urbanización en Europa exigía un metal estructural más versátil.

Y en el siglo XIX, la cantidad de hierro consumido por la expansión de los ferrocarriles proporcionó a los metalúrgicos el incentivo financiero para encontrar una solución a la fragilidad del hierro y los ineficientes procesos de producción.

Sin duda, sin embargo, el gran avance en la historia del acero se produjo en 1856 cuando Henry Bessemer desarrolló una forma efectiva de usar oxígeno para reducir el contenido de carbono en el hierro: así nació la industria siderúrgica moderna.

La era del hierro

A temperaturas muy altas, el hierro comienza a absorber carbono, disminuyendo el punto de fusión del metal, lo que resulta en hierro fundido (2.5% a 4.5% de carbono). El desarrollo de los altos hornos, utilizados por primera vez por los chinos en el siglo VI a.C., pero más ampliamente utilizados en Europa durante la Edad Media, aumentó la producción de hierro fundido.

El arrabio es el hierro fundido que sale de los altos hornos y se enfría en un canal principal. Los lingotes grandes, centrales y contiguos se parecían a una cerda y a sus lechones lactantes.

El hierro fundido es fuerte pero sufre fragilidad debido a su contenido de carbono, por lo que no es ideal para trabajar y dar forma. Como los metalúrgicos se dieron cuenta de que el alto contenido de carbono en el hierro era fundamental para el problema de la fragilidad, experimentaron con nuevos métodos para reducir el contenido de carbono con el fin de hacer que el hierro sea más viable.

A fines del siglo XVIII, los fabricantes de hierro aprendieron cómo transformar el arrabio fundido en un hierro forjado de bajo contenido de carbono utilizando hornos de pudelaje (desarrollado por Henry Cort en 1784). Los hornos calentaron el hierro fundido, que tuvo que ser removido por la pudelación usando herramientas largas en forma de remos, permitiendo que el oxígeno se combinara y eliminara lentamente el carbono.

A medida que disminuye el contenido de carbono, aumenta el punto de fusión del hierro, por lo que las masas de hierro se aglomeran en el horno. Estas masas serían removidas y trabajadas con un martillo de forja por el pudelaje antes de ser enrolladas en hojas o rieles. En 1860, había más de 3,000 hornos de pudelaje en Gran Bretaña, pero el proceso seguía obstaculizado por su intensidad de trabajo y combustible.

Una de las primeras formas de acero, acero blister, comenzó su producción en Alemania e Inglaterra en el siglo XVII y se produjo al aumentar el contenido de carbono en el arrabio fundido mediante un proceso conocido como cementación. En este proceso, las barras de hierro forjado se cubrieron con carbón en polvo en cajas de piedra y se calentaron.

Después de aproximadamente una semana, el hierro absorberá el carbono del carboncillo. El calentamiento repetido distribuiría el carbono de manera más uniforme y el resultado, después del enfriamiento, era el acero blíster. El mayor contenido de carbono hizo que el acero blíster sea mucho más viable que el arrabio, porque puede ser planchado o enrollado.

La producción de acero blíster avanzó en la década de 1740 cuando el relojero inglés Benjamin Huntsman, al tratar de desarrollar un acero de alta calidad para sus manantiales, descubrió que el metal podía fundirse en crisoles de arcilla y perfeccionarse con un flujo especial para eliminar la merma que dejaba el proceso de cementación. El resultado fue crisol o acero fundido. Pero debido al costo de producción, tanto el blister como el acero fundido solo se usaron en casos especiales.

Como resultado, el hierro fundido hecho en hornos de pudelaje permaneció como el metal estructural primario en la industrialización de Gran Bretaña durante la mayor parte del siglo XIX.

El proceso de Bessemer y la fabricación de acero moderna

El crecimiento de los ferrocarriles durante el siglo XIX, tanto en Europa como en EEUU, ejerció una gran presión sobre la industria del hierro, que aún luchaba con ineficientes procesos de producción.

Sin embargo, el acero aún no estaba probado como metal estructural y la producción era lenta y costosa. Fue hasta 1856 cuando Henry Bessemer ideó una forma más efectiva de introducir oxígeno en el hierro fundido para reducir el contenido de carbono.

Conocido ahora como el Proceso de Bessemer, Bessemer diseñó un receptáculo en forma de pera, conocido como “convertidor”, en el que se podía calentar hierro mientras se podía aspirar oxígeno a través del metal fundido. A medida que el oxígeno pasaba a través del metal fundido, reaccionaría con el carbono, liberando dióxido de carbono y produciendo un hierro más puro.

El proceso fue rápido y barato, eliminando el carbono y el silicio de hierro en cuestión de minutos, pero sufrió por ser demasiado exitoso. Se eliminó demasiado carbono y quedó demasiado oxígeno en el producto final. Bessemer finalmente tuvo que reembolsar a sus inversores hasta que pudo encontrar un método para aumentar el contenido de carbono y eliminar el oxígeno no deseado.

Casi al mismo tiempo, el metalúrgico británico Robert Mushet adquirió y comenzó a probar un compuesto de hierro, carbono y manganeso, conocido como speigeleisen. Se sabía que el manganeso eliminaba el oxígeno del hierro fundido y el contenido de carbono en el speigeleisen, si se añadía en las cantidades adecuadas, proporcionaría la solución a los problemas de Bessemer. Bessemer comenzó a agregarlo a su proceso de conversión con gran éxito.

Sin embargo, aún quedaba un problema. Bessemer no había logrado encontrar una forma de eliminar el fósforo, una impureza perjudicial que hace que el acero sea frágil, de su producto final. En consecuencia, solo se podía usar mineral libre de fósforo de Suecia y Gales.

En 1876, el galés Sidney Gilchrist Thomas propuso la solución añadiendo un flujo químicamente básico de piedra caliza al proceso de Bessemer. La piedra caliza sacó fósforo del arrabio en la merma, permitiendo que se elimine el elemento no deseado.

Esta innovación significó que, finalmente, el mineral de hierro de cualquier parte del mundo podría usarse para fabricar acero. No sorprende que los costos de producción de acero comenzaron a disminuir significativamente. Los precios del ferrocarril de acero cayeron más del 80% entre 1867 y 1884, como resultado de las nuevas técnicas de producción de acero, iniciando el crecimiento de la industria siderúrgica mundial.

El proceso de ‘hogar abierto’

En la década de 1860, el ingeniero alemán Karl Wilhelm Siemens mejoró aún más la producción de acero a través de su creación del proceso de hogar abierto. El proceso de hogar abierto produjo acero de arrabio en grandes hornos poco profundos.

Usando altas temperaturas para quemar el exceso de carbono y otras impurezas, el proceso se basó en cámaras de ladrillo calentadas debajo del hogar. Los hornos regenerativos luego usaron gases de escape del horno para mantener altas temperaturas en las cámaras de ladrillo.

Este método permitió la producción de cantidades mucho mayores (se podían producir 50-100 toneladas métricas en un horno), pruebas periódicas del acero fundido de modo que se pudiera fabricar para cumplir especificaciones particulares y el uso de chatarra de acero como materia prima. Aunque el proceso en sí mismo fue mucho más lento, en 1900 el proceso de hogar abierto había reemplazado en gran medida el proceso de Bessemer.

El nacimiento de la industria siderúrgica

La revolución en la producción de acero que proporcionó material más barato y de mayor calidad, fue reconocida por muchos empresarios de la época como una oportunidad de inversión. Los capitalistas de finales del siglo XIX, incluidos Andrew Carnegie y Charles Schwab, invirtieron e hicieron millones (miles de millones en el caso de Carnegie) en la industria siderúrgica. Carnegie’s US Steel Corporation, fundada en 1901, fue la primera corporación valorada en más de mil millones de dólares.

Fabricación de acero con hornos de arco eléctrico

Justo después del cambio de siglo, ocurrió otro desarrollo que tendría una fuerte influencia en la evolución de la producción de acero. El horno de arco eléctrico (EAF) de Paul Heroult fue diseñado para pasar una corriente eléctrica a través del material eléctrico, dando como resultado una oxidación exotérmica y temperaturas de hasta 3272 ° F (1800 ° C), más que suficiente para calentar la producción de acero.

Utilizados inicialmente para aceros especiales, los EAF crecieron en uso y, en la Segunda Guerra Mundial, se utilizaron para la fabricación de aleaciones de acero. El bajo costo de inversión involucrado en la instalación de las plantas de EAF les permitió competir con los principales productores estadounidenses como US Steel Corp. y Bethlehem Steel, especialmente en aceros al carbono o productos largos.

Debido a que los EAF pueden producir acero a partir de chatarra al 100% o de alimentos ferrosos fríos, se necesita menos energía por unidad de producción. A diferencia de los hogares básicos de oxígeno, las operaciones también pueden detenerse e iniciarse con un pequeño costo asociado. Por estos motivos, la producción a través de los EAF ha ido aumentando de manera constante durante más de 50 años y ahora representa alrededor del 33% de la producción mundial de acero.

Siderúrgica de Oxigeno

La mayoría de la producción global de acero, aproximadamente el 66%, ahora se produce en instalaciones básicas de oxígeno. El desarrollo de un método para separar el oxígeno del nitrógeno a escala industrial en la década de 1960 permitió grandes avances en el desarrollo de hornos básicos de oxígeno.

Los hornos de oxígeno básicos soplan oxígeno en grandes cantidades de hierro fundido y desecho de acero y pueden completar una carga mucho más rápidamente que los métodos de hogar abierto. Los buques grandes con hasta 350 toneladas métricas de hierro pueden completar la conversión al acero en menos de una hora.

La eficiencia de costos de la fabricación de acero al oxígeno hizo que las fábricas de hogares abiertos no fueran competitivas y, luego de la llegada de la producción de acero al oxígeno en la década de 1960, las operaciones de hogar abierto comenzaron a cerrarse. La última instalación de hogar abierto en los Estados Unidos cerró en 1992 y en China en 2001.

II. Perfil de metal: todo sobre el acero

Thierry Dosogne / GettyImages

Terence Bell
The Balance
02 de marzo de 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

Steel (acero), el material de construcción más importante del mundo, es una aleación de hierro que contiene entre 0.2% y 2 % de carbono en peso.

Historia

El advenimiento de la producción de acero comercial a fines del siglo XIX fue el resultado de la creación de Sir Henry Bessemer de una manera eficiente de reducir el contenido de carbono en el hierro fundido. Al reducir la cantidad de carbono en el hierro a aproximadamente el 2%, se produce la aleación más dura y más maleable.

Producción

Hoy en día, la mayoría de los productos de acero son producidos por métodos básicos de oxígeno (también conocidos como producción básica de oxígeno o BOS). BOS se denomina así porque requiere que el oxígeno se inyecte en grandes recipientes que contienen hierro fundido y chatarra de acero.

Aunque BOS representa la mayor parte de la producción mundial de acero, el uso de hornos de arco eléctrico (EAF) ha ido en aumento desde principios del siglo XX y ahora representa alrededor de un tercio de toda la producción de acero.

Grados

Existen más de 3,500 diferentes grados de acero. El acero comercial generalmente se clasifica en cuatro grupos según su contenido de aleación de metal y aplicaciones de uso final:

1. Aceros de carbono (incluidos los aceros de bajo carbono, de medio carbono y de alto carbono)

2. Aceros de aleación (metales comunes de aleación, manganeso, silicio, níquel y cromo)

3. Aceros Inoxidables (contienen aproximadamente 10% de cromo y clasificados como austeníticos, ferríticos y martensíticos)

4. Aceros para herramientas (aleados con metales duros y de alta temperatura, como molibdeno y tungsteno)

El acero tiene una amplia gama de composiciones de aleación, que le permiten tener diversas propiedades mecánicas.

Propiedades

Se producen diferentes tipos de acero de acuerdo con las propiedades requeridas para su aplicación, y se usan diversos sistemas de clasificación para distinguir los aceros basados ​​en estas propiedades. La siguiente tabla enumera las propiedades de los aceros a temperatura ambiente (25 ° C).

Aplicaciones

Desde aceros inoxidables y de alta temperatura hasta productos de carbono planos, las diversas formas y aleaciones de acero ofrecen diferentes propiedades para satisfacer una amplia gama de aplicaciones. Por estas razones, así como la combinación de metal de alta resistencia y un costo de producción relativamente bajo, el acero ahora se usa en innumerables productos.

Las aplicaciones de acero se pueden dividir en cinco sectores.

III. Aplicaciones de acero

¿Para qué se usa el acero?

ThanathamPiriyakarnjanakul / EyeEm / GettyImages

Terence Bell
The Balance
20 de agosto de 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

El acero es el material de metal más utilizado y reciclado en la tierra. Desde aceros inoxidables y de alta temperatura hasta productos de carbono planos, el acero en sus diversas formas y aleaciones ofrece diferentes propiedades para satisfacer una amplia gama de aplicaciones. Por estas razones, así como la combinación de metal de alta resistencia y un costo de producción relativamente bajo, el acero ahora se usa en innumerables productos.

Las aplicaciones de acero se pueden dividir en cinco sectores:

1. Construcción

2. Transporte

3. Energía

4. Embalaje

5. Electrodomésticos e industria

Construcción:

La mayoría del acero va a la industria de la construcción. Las estructuras de acero sostenibles se pueden construir rápidamente a un precio bajo. El acero, en sus diversas formas y aleaciones, puede diseñarse para cumplir los requisitos de proyectos únicos, que le permiten incorporarse a la infraestructura en todos los entornos. Dependiendo de las condiciones a las que esté expuesta la estructura, el acero puede alearse o tratarse superficialmente de forma diferente para protección.

El desarrollo de técnicas eficientes de producción de acero a finales del siglo XX contribuyó al crecimiento de los ferrocarriles en todo el mundo, así como a la llegada del edificio de gran altura. Muchas estructuras históricas famosas, como el EmpireStateBuilding, contienen acero como material de construcción primario.

El acero también se puede encontrar en:

  • edificios bajos y altos
  • edificio educativos y hospitalarios
  • estadios deportivos y estaciones
  • concreto reforzado
  • placas de la cubierta de puentes
  • muelles y cables de suspensión
  • puertos
  • revestimiento y techos
  • oficinas
  • túneles
  • vallado de seguridad
  • defensas costeras e inundaciones

Transporte:

Los aceros de ingeniería son aceros forjados que están diseñados para tener ciertos niveles específicos de elasticidad, resistencia, ductilidad y resistencia a la corrosión. Se utilizan en los sectores de ingeniería y fabricación en general, pero el grueso se destina al transporte de vehículos.

El acero representa más del 50% del peso de un automóvil promedio. Los aceros avanzados de alta resistencia (AHSS) se utilizan en vehículos. Es un material ligero que requiere menos energía para producir y reduce las emisiones de CO2.

Se utilizan diferentes tipos de acero para la carrocería, las puertas, el motor, la caja de cambios, la dirección, la suspensión, los ejes de las ruedas y el interior.

Además del mercado automotriz, el acero se encuentra en materiales de transporte como:

  • camiones
  • transmisiones
  • trenes
  • rieles
  • naves
  • cadenas de anclaje
  • trenes de aterrizaje de aeronaves
  • componentes de motores a reacción

Energía:

Todos los segmentos del sector de la energía, incluida la nuclear, eólica, eléctrica y de gas natural, demandan acero para infraestructura. El acero también se utiliza para la extracción de recursos, como en plataformas marinas, equipos de movimiento de tierras y canteras, grúas y carretillas elevadoras. Debido a los exigentes entornos, los aceros al carbono, microaleados, de alta resistencia y los aceros inoxidables se utilizan en la producción de plataformas y tuberías mar adentro.

Además de estos, muchos otros proyectos de energía dependen de grandes cantidades de acero:

  • pozos y plataformas de petróleo y gas
  • tuberías
  • componentes de turbina de energía eléctrica
  • pilones de electricidad
  • turbinas de viento
  • torres de transmisión
  • electroimanes 
  • escudos electromagnéticos

Embalaje:

El embalaje de acero protege los productos del agua, aire y la exposición a la luz, y es totalmente reciclable. Este método de almacenamiento ha existido por más de 200 años.

El acero permite el llenado de alta velocidad y el empaque liviano y fácil de abrir. Los aceros de empaque a menudo están hechos de una tira de acero laminado en frío de bajo carbono y tienen un acabado superficial. El acero está estañado para evitar la corrosión y luego se recubre con un polímero, se laca e imprime. La mayoría de los envases de acero se destinan al envasado de alimentos y bebidas, seguido de una línea general, aerosoles y cierres (por ejemplo, tapas de botellas).

Electrodomésticos e Industria:

Alrededor del 75% del peso de los electrodomésticos típicos proviene del acero. El acero se encuentra en electrodomésticos como neveras, lavadoras, hornos, microondas, fregaderos, cubiertos, etc.

El acero también cuenta con muchos bienes de la industria, como vehículos agrícolas y maquinaria, tanques de almacenamiento, herramientas, estructuras, pasarelas y equipos de protección.

Lampadia




¿Cómo es que la oferta crea su demanda?

¿Cómo es que la oferta crea su demanda?

¿Qué viene primero: la oferta o la demanda? Esa es una de las grandes preguntas de la economía y es una que The Economist quiso responder en una de las publicaciones de su serie de grandes ideas económicas.

Para hacerlo, TheEconomist se remonta a una teoría planteada por Jean Baptiste Say, economista en el siglo XIX, quien plantea que la oferta crea demanda. La ley de Say estipula que, dado que la oferta crea su propia demanda, la sobreproducción (la creación de bienes y servicios sin un flujo igual de demanda de esos bienes y servicios) es imposible.

Fuente: bp.blogspot.com

En una economía de intercambio, lo que se produce representa la demanda de otro producto porque todo lo que se produce se vende fácilmente. Cuando se crea una producción adicional en la economía, también se genera, al mismo tiempo, el poder adquisitivo necesario para absorber el suministro adicional; por lo tanto, no hay un alcance de la oferta que exceda la demanda, causando desempleo. Esta ley fue la base del supuesto de pleno empleo en la economía, basado en que los ingresos se gastan a un ritmo que siempre mantendrá los recursos plenamente empleados.

Los ahorros, según la economía clásica, son sólo otra forma de gasto; todos los ingresos se gastan en parte en el consumo y en parte en la inversión. No hay motivo para temer una ruptura en el flujo de ingresos en la economía. Por lo tanto, no puede haber sobreproducción general o desempleo.

Say creía que durante el proceso de producción se genera el poder adquisitivo necesario para absorber la oferta adicional. Por ejemplo, cuando se fabrica un automóvil nuevo, se genera simultáneamente el poder adquisitivo necesario en forma de salarios, beneficios, etc. Por lo tanto, no hay posibilidad de que la demanda agregada se vuelva deficiente.

Hoy en día, muchas personas critican la ley de Say, ya que el economista sí se equivocó al decir que los déficits de la demanda no ocurren en toda la economía. The Economist afirma que “Había al menos dos fallas en la opinión de Say sobre la economía. Si un empresario no puede vender tantos bienes como pretende, él (y eventualmente todos los que emplea o patrocina) no tendrá los medios para comprar tanto. Aunque pueden pretender exigir más (y lo harían, si sus energías estuvieran mejor empleadas) tal vez no tengan manera de poner en práctica esa demanda. En segundo lugar, la gente puede acaparar el dinero que ganan de suministrar bienes y servicios, manteniéndolo como un activo, en lugar de gastarlo en otras cosas. Una demanda excesiva de dinero puede coexistir con un exceso de oferta de todo lo demás. Eso, de hecho, es una explicación para la Gran Depresión.”

De hecho, como muchos economistas, su teoría se basaba en grandes suposiciones. Algunas de ellas son:

1. Se ha supuesto que el gobierno debe interferir en los asuntos económicos del
público.

2. Todos los ahorros deben ser utilizados para la inversión.

3. La extensión del mercado depende del volumen de producción de la riqueza.

4. La tasa de salario es igual al producto marginal.

5. La tasa de interés trae un equilibrio en el ahorro y la inversión.

6. Los precios y los salarios son elásticos.

7. Esta ley es aplicable en una economía de libre empresa

La verdad es que cuando la ley de Say no se cumple, los trabajadores carecen de empleo porque las empresas carecen de clientes y las empresas carecen de clientes porque los trabajadores carecen de empleo.

El punto más importante en la formulación de Say es que el individuo debe producir algo que es deseable para los demás. La conocida, pero errónea, frase “la oferta crea su propia demanda” es de donde viene la noción de que mientras algo sea producido encontrará fácilmente un mercadoLampadia

The Economist explica la economía

Cómo la oferta puede crear su propia demanda

Jean-Baptiste Say explicó que “si lo construyes, vendrán”

The Economist
20 de setiembre, 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

 

“The Economist explica” [publica el tercer artículo] de la serie sobre grandes ideas económicas.

En las profundidades de la Gran Depresión [1929-1939], más de una cuarta parte de los trabajadores estadounidenses no pudieron encontrar empleo. No había suficiente demanda para los bienes y servicios que podían suministrar. Hoy, la fuerza de trabajo de EEUU puede producir más de 17 veces lo de ese entonces, pero el desempleo es inferior al 5%. La demanda, tan inadecuada en la década de 1930, es de alguna manera suficiente para equiparar una oferta masiva de bienes y servicios ocho décadas más tarde. Este feliz resultado habría sorprendido a algunos economistas de los 30s, que se preocuparon por un estancamiento “secular” (es decir, persistente) de la demanda. Pero no habría sido ninguna sorpresa para una generación más vieja de economistas, dirigida por Jean-BaptisteSay. Su obra más conocida, “Un tratado sobre la economía política”, se editó seis veces entre 1803 y 1841. Contenía gran parte de lo que se conoció como la ley de Say, la noción de que la oferta crea su propia demanda.

Say y sus aliados intelectuales señalaron que la gente no tendría la molestia de producir un bien o servicio, a menos que tuvieran la intención de obtener algo de igual valor a cambio. Así que cada adición a la oferta se acompaña de una adición prevista a la demanda. Además, el acto de producción crea un elemento adicional de valor para el cual se pueden intercambiar otras cosas. De esta manera, la producción crea una “salida” fresca para los productos existentes (y 17 veces más producción crea 17 veces más puntos de venta). En el curso de la fabricación de nuevos bienes, un empresario pagará salarios a sus trabajadores, alquiler a su propietario, intereses a sus acreedores, facturas a sus proveedores y cualquier beneficio residual para sí mismo. Estos pagos serán por lo menos igual a la cantidad que el empresario puede obtener para vender su producto. Los pagos, por lo tanto, se sumarán tanto a los ingresos gastados como a la empresa conjunta de los receptores que se ha añadido a la oferta.

Los defensores de la ley de Say reconocieron que los empresarios podrían calcular mal y producir más bienes de los que son necesarios. Pero, en general, una economía no puede producir más bienes de los que se demandan. Si el capital, el trabajo y otras capacidades productivas se han dedicado a exceder un tipo de producto, estos recursos deben haber sido negados a otros emprendimientos más lucrativos. Por lo tanto, si un artículo sufre de exceso de oferta, es probable que otro sufra de demanda excesiva. La solución obvia es cambiar la mezcla de producción, en lugar de reducir su nivel.

Por lo menos habíandos fallas en la opinión de Say sobre la economía. Si un empresario no puede vender tantos bienes como pretende, él (y eventualmente todos sus empleados) no tendrá los medios para comprar tanto. Aunque pueden pretender exigir más (y lo harían, si sus energías estuvieran mejor empleadas) tal vez no tengan manera de poner en práctica esa demanda. En segundo lugar, la gente puede acaparar el dinero que ganan de suministrar bienes y servicios, manteniéndolo como un activo, en lugar de gastarlo en otras cosas. Una demanda excesiva de dinero puede coexistir con un exceso de oferta de todo lo demás. Eso, de hecho, es una explicación para la Gran Depresión.

Sin embargo, a largo plazo, la ley de Say es en gran medida verdadera. Y al aumentar la oferta de dinero para satisfacer cualquier exceso de demanda, los bancos centrales modernos también pueden tratar de hacerla verdadera en el corto plazo. Lampadia

 




Análisis de la conflictividad minera

Análisis de la conflictividad minera

Con Sebastiao Mendonca Ferreira y su equipo del Centro Wiñaq, en Lampadia hemos venido desarrollando un análisis sistemático sobre el aprovechamiento de nuestros recursos naturales, con especial énfasis en la conflictividad socio-política que ha venido frenando las inversiones mineras, con un impacto clarísimo en la desaceleración de la economía y una menor disminución de la pobreza. Ver nuestra biblioteca virtual: Recursos Naturales y Desarrollo.

En base a este trabajo, se publicó el libro: Para Reducir la Conflictividad Minera. En esta ocasión, queremos compartir con nuestros lectores, la presentación de Mendonca en Perumin33 la semana pasada.

Presentación realizada por Sebastiao Mendonca Ferreira en la  Convención Minera, Perumin 33, en Arequipa, 2017.

La conflictividad minera, hasta ahora, ha resistido los esfuerzos de las empresas mineras y de las instituciones publica que han buscado superarla o por lo menos reducirla de manera significativa.
En nuestra forma de pensar la razón principal de ese hecho es el entendimiento limitado que se tiene del fenómeno.

Esta presentación busca desarrollar elementos de un enfoque que podría generar estrategias más efectivas en ese campo.

Introducción

Antes de ingresar al tema central consideramos necesario explicitar una hipótesis conceptual.

La permanencia de cualquier empresa o institución en una sociedad depende de su legitimidad o, dicho de otro modo, es imposible lograr la sostenibilidad sin lograr la legitimidad social. La falta de legitimidad puede llevar a la abolición de actividades económicas. Por ejemplo: algunas provincias argentinas has prohibido la minería a tajo abierta, en Costa Rica y el Salvador prohibió la minería metálica.

Lo desafiante es que la legitimidad es una percepción la población local, esta percepción es construida sobre la base de las creencias, valores y expectativas de dicha población, dichos elementos pueden ser muy distintos de aquellos de la empresa minera que está buscando legitimarse.

 

Entre 2005 y 2015, la minería ha entregado a las regiones mineras una cantidad extraordinaria de recursos: 40 mil millones de soles.

Una cantidad de recursos que nunca antes había fluido hacia las regiones.

Lo esperable es que una transferencia a las regiones mineras de grandes cantidades recursos creados por la minería debería generar satisfacción en la población local y una defensa de la actividad minera por dicha población.

 

Es común el discurso de que la minería extrae los recursos locales y no contribuye al desarrollo. Sin embargo, un estudio del BID sobre el impacto de la minería en las zonas mineras del Perú ha evidenciado que la minería sí ha traído desarrollo económico y social. Múltiples estudios muestran que la minería trae desarrollo local.

Sin embargo, el desarrollo económico y la transferencia del canon y el desarrollo económico no han sido efectivos para reducir la conflictividad.

Ello significa que la falta de progreso económico y social, repetido en esos discursos, no es la explicación para la conflictividad minera.

 

Durante ese mismo período, las empresas mineras han firmado varios principios voluntarios con ICMM y varios otros estándares globales, y han realizado notables mejoras en sus prácticas ambientales y sociales.

Sin embargo, la conflictividad social es el principal factor de riesgo para el sector extractivo y puede producir pérdidas de miles de millones de dólares a las empresas, al Estado y a las poblaciones locales.

Ello cuestiona que las prácticas ambientales y los aportes sociales de las empresas mineras sean los factores centrales de la actual conflictividad social.Cuestionando así el discurso de los grupos hostiles a la minería y la interpretación predominante en las publicaciones sobre el tema. Que consideran que la conflictividad se genera por la disputa de los recursos naturales y falta de beneficios locales.

 

Si la evidencia empírica cuestiona las explicaciones que predominan en el país entonces, ¿cuáles podrían ser las causas de los conflictos mineros?

Ello nos obliga cuestionar la narrativa tradicional y abrir nuestras mentes para otro tipo de explicaciones para la conflictividad minera.

A través de nuestros estudios en el Centro Wiñaq hemos encontrado algunas de las causas de los conflictos mineros.

 

Aunque los conflictos son -casi siempre- presentados como si fueran ambientales, ello no refleja la realidad de sus causas.

Es común que los promotores de conflictos busquen alarmar a la población con la cuestión ambiental pues ello genera el clima social que genera movilizaciones. Esos grupos lo hacen exagerando los hechos o simplemente inventando rumores.

La narrativa ambiental de los conflictos ocurre porque es creíble. Es decir, si un grupo dice que está luchando porque una mina los está contaminando, el periodismo, los lideres de opinión y la población en general tiende a creer que es verdad.

Sin embargo, si se investigan los antecedentes de los conflictos y las plataformas de lucha y de negociación de la mayoría de los conflictos mineros, se encuentra que las cuestiones ambientales están ausentes o tienen un papel secundario.

Ello no quiere decir que no existan problemas ambientales en algunos conflictos, pero si quiere decir que, en la mayoría de los casos, las causas principales son otras.

 

Los conflictos mineros son fenómenos con muchos actores y múltiples dimensiones y sus procesos son non-lineales y con saltos cualitativos (Ver teoría de la complejidad).

Ello significa que no existen balas de plata, es decir, que no existen estrategias mágicas basadas en un solo factor.

Sin embargo, existen análisis que pueden servir como radiografías que ayudan a salir de las interpretaciones ideológicas y a entender mejor algunas de sus dimensiones.

 

Existen muchas expectativas de que los conflictos sociales puedan tener soluciones puramente económicas: distribución de canon, proyectos de desarrollo, adelanto social, etc.

Si revisamos las plataformas de lucha de los conflictos vamos encontrar que los beneficios económicos están presentes y reciben una prioridad muy superior a los temas ambientales.Sin embargo, las expectativas económicas de la población son casi infinitas. Es decir, la atención de una expectativa económica no significa que no se presentarán otras demandas.

Lo más importante, es imaginar los incentivos que la economía genera. Es decir, lo más importante no es lo que las personas ya recibieron como beneficio en el pasado sino sus expectativas sobre los beneficios adicionales posibles de obtenerse. En especial es importante conocer las consecuencias económicas personales de liderar conflictos antimineros. Es detrás de esas expectativas que se mueven los líderes de los conflictos mineros.

El tema de los incentivos es muy descuidado, pues predominan las interpretaciones basadas en las narrativas.

Los sistemas de incentivos son percepciones de la población sobre cual es la forma de obtener el máximo provecho de una situación, de la minería en este caso.

Esos sistemas de incentivos indican a la población cual es la mejor manera de relacionarse y sacar más provecho de la minería.

 

 

La minería se desarrolla, principalmente, en zonas rurales con economías tradicionales, principalmente agrícola y de con muy baja productividad. Según el INEI, la renta per-cápita anual en la sierra rural en el 2013, era de US$ 1,250, algo más de US$ 100 mensuales.

La llegada de una mina, con productividades decenas de veces superiores a la agricultura genera una zona de economía moderna, ligada a la minería.

El surgimiento de un sector moderno en medio de una economía tradicional desencadena un cambio en las estrategias de capitalización de las familias. En una situación así, las rutas de capitalización de las familias, y sus poderes relativos, dependen en forma crítica de su relación con ese sector moderno.

Con la llegada de la minería, la cuestión de cómo beneficiarse con la minería se vuelve la preocupación estratégica dominante de la población local.

William Easterly, analizando las economías de los países emergentes, hace hincapié de que los seres humanos reaccionamos a los incentivos. También en la conflictividad minera, las personas están reaccionando al sistema de incentivos.

La minería genera tanta riqueza que abre nuevas posibilidades de ascenso social en las regiones donde opera.

Para algunos grupos de la población, la conflictividad constituye en una de esas formas ascenso social.

 

La población puede beneficiarse de la minería de múltiples formas. La mayoría de esas formas son constructivas.

Sin embargo, también hay formas destructivas de sacar provecho de la minería. Esas formas destructivas solo benefician a una minoría, pero puede hacer que el conflicto se vuelva una actividad rentable. Algunas de estos beneficios provienen de la posibilidad de acceder a la riqueza minera, pero otras son por el acceso a fondos públicos o de la cooperación internacional. También están presentes los incentivos políticos, es decir, la posibilidad de acceder a la notoriedad política y a cargos de autoridad.En Perú, no son pocas las personas que han logrado puestos en municipalidades, regiones e incluso en el Congreso de la República promoviendo conflictos hacia la minería.

Para incidir sobre la conflictividad es necesario entender el sistema de incentivos que predomina en las zonas mineras. ¿Qué ha aprendido la población y líderes locales sobre la conveniencia o no de armar conflictos?

¿Qué incentivos existen para buscar una relación de cooperación con la actividad minera?

¿Para los campesinos, empresarios, instituciones, autoridades y universidades es más provechoso colaborar o conflictuar con las empresas mineras?¿A quiénes premia el Estado con sus decisiones e inacciones?

El sistema de incentivos es el verdadero paisaje o contexto económico de las zonas mineras. Sin conocer el sistema de incentivos es difícil tener éxito en la superación de los conflictos.

William Baumol, ha clasificado los tres tipos de emprendedorismo: productivo, improductivo y destructivo.

En el caso de la conflictividad minera son importantes los tipos uno y tres. ¿En que medida el sistema de incentivos predominante en las zonas mineras favorece al emprendedorismo destructivo, que aumenta sus rentas por medio de la conflictividad?

La acumulación de riqueza por medio de la violencia es muy antigua. Los Vikingos crearon una institucionalidad especializada en el saqueo. Las mafias peruanas, como en zonas del norte peruano, viven de la extorsión. ¿cuánto hay de este tipo de emprendedorismo en el entorno de las operaciones mineras? Una observación objetiva de muchos conflictos mineros puede sorprender a quienes están influenciados por las explicaciones ideológicas.

La cuestión institucional es fundamental. Según Daron Acemoglu, el éxito o fracaso de los países está ligado a la calidad de sus instituciones.

La conflictividad minera también está ligada a la calidad de las instituciones en el país, especialmente en las zonas mineras.

Cuando una mina se instala en una zona rural, las instituciones locales no están listas para recibir una actividad económica de tan grande escala, ni menos para procesar las nuevas expectativas y conflictos sociales que desencadena.Esta deficiencia institucional genera impunidad e inseguridad jurídica en dichas zonas.

En el Perú, hay tres niveles del Estado de derecho.

En los barrios de clase media y alta de Lima predomina un nivel básico del imperio de la ley. No ocurren saqueos de malls, ni invasiones de oficinas de bancos, ni bloqueos de avenidas. Los conflictos, cuando ocurren, se canalizan por la vía institucional.

En el VRAE (Valle del Río Apurímac y Ene), zona de narco tráfico y terrorismo, los ciudadanos y empresas no tienen ninguna seguridad, ni jurídica ni física.

En las zonas mineras existe una situación intermedia: la ley se cumple parcialmente y predomina la impunidad para las actividades violentas contrarias a la minería: bloqueo de carreteras, invasiones de propiedad, destrucción de maquinaria, etc.

Esa impunidad incentiva las acciones violentas y las amenazas a las empresas mineras, e incluso estimula que algunos grupos busquen extorsionar a las empresas mineras. En más de una región minera se han identificado comportamientos de extorción en grupos locales.

Hasta estos momentos, la mayoría de los intentos de reducir la conflictividad social han demostrado poca efectividad. No es que las acciones de relaciones comunitarias de las empresas sean completamente inefectivas, sino que son insuficientes para bajar la conflictividad social de los doscientos casos listados por la Defensoría.

Considerando los sistemas de incentivo y las condiciones institucionales es posible iniciar un camino de reducción de la conflictividad.

 

 

Antes de sugerir algunas ideas para la reducción de la conflictividad es conveniente clarificar que esa labor desborda las posibilidades de las empresas mineras. La solución a la conflictividad social no se reduce a mejorar la relación entre las empresas mineras y las comunidades del entorno. Hay varios otros actores cuya participación es indispensable.

La reducción de la conflictividad involucra al Estado Nacional, a las autoridades políticas regionales y locales, a las instituciones públicas que operan localmente, las universidades, las instituciones civiles locales e incluso a las empresas que se benefician de la actividad minera.

Sin el adecuado involucramiento de esa constelación de actores, los esfuerzos de las empresas mineras tendrán un éxito limitado.

Como explica Acemoglu y Robinson, las instituciones resisten a los cambios. Ver su esquema de cómo se reproducen las instituciones políticas y económicas y las condiciones para que ocurran los cambios institucionales. En su artículo, él explica que para que los cambios institucionales ocurran se requieren de modificaciones en el poder político formal y de-hecho.

En un corto y mediano plazos lo más viable es modificar la operatividad de las instituciones nacionales en los temas relativos a la minería y en el contexto de las regiones mineras. Esos cambios en la operatividad pueden lograrse si existe la voluntad política de apoyar el desarrollo minero del país.

Aunque algunos de los actores de la conflictividad minera son nacionales e incluso globales, los conflictos son fenómenos principalmente locales y su evolución depende en alto grado de la configuración de las instituciones locales.

La armonización o alineamiento de las instituciones en el contexto local puede crear condiciones favorables para reducir la conflictividad.

Ese cambio en el marco institucional local puede ocurrir sin cambios radicales en el marco institucional nacional, que serían de muy difícil obtención. Es posible así reducir la inseguridad jurídica de la minería sin tener que realizar modificaciones mayores en el marco legal e institucional. Se puede generar reformas institucionales focalizadas en las áreas problemáticas para el desarrollo de la minería en el país.

Ya hemos tratado el tema del sistema de incentivos, o de los intereses. Pero, para completar el enfoque de reducción de la conflictividad hay que considerar las ideas de las personas, su forma de pensar sobre la minería y como imaginan su futuro personal y colectivo.

La influencia en la forma de pensar de la población es una prioridad para los grupos hostiles a la minería. Ellos dedican años montando los mecanismos para influenciar a la población. Sinneutralizar su narrativa es poco probable que pueda crearse un clima social local y regional duradero.

En gran medida, lo que está ocurriendo es una batalla de ideas acerca de la minería y su papel para la realización de las expectativas de progreso de las personas.

Los grupos hostiles a la minería son muy claros en ese campo. Son más claros que las empresas mineras y sus instituciones.

La conflictividad social disminuirá cuando las personas crean que su progreso personal y familiar está ligado a la actividad minera, cuando sientan alegría por el aprovechamiento de la riqueza mineral del país.

En aquellas regiones y localidades en que el ambiente social sea de temor a la contaminación o de resentimiento hacia las empresas mineras los pronósticos son reservados. El problema es que esas regiones no son pocas y parecen estar expandiendo en el Perú.

Los grupos hostiles a la minería trabajan diariamente en la generación de temores, desconfianza y resentimientos en la población de las regiones mineras del país, y sobre esa base desarrollan una narrativa hostil a la minería.

Muchas empresas mineras creen que la actitud de la población local puede ser modificada con campañas transitorias de comunicación. Ello es una ilusión.Las percepciones dependen mucho más del flujo diario de mensajes en los medios que de breves campañasde comunicaciones.

Las percepciones de la población se moldean a lo largo de muchos años. Los rumores que generan temores hacia la minería, los discursos políticos que cultivan resentimientos, las opiniones de los periodistas sobre la minería y el desarrollo, y los gestos simbólicos de los líderes, a lo largo de varios años van moldeando las creencias y percepciones de la población. Los cambios en ese sistema de creencias y en las percepciones de la población requieren mucho más que estrategias comunicacionales. Una población que está bajo cerco cognitivo difícilmente cambiará sus percepciones a causa de campañas comunicacionales de las empresas mineras.

Quienes quieran reducir la conflictividad minera necesitan entender en profundidad a la población y sus temores y expectativas en relación a la actividad minera: afectación a la calidad y cantidad del agua, daño ambiental, cambios en las posiciones sociales, etc.

¿Como piensan sobre los manantiales, sobre el agua que consumen, sobre la minería, sobre las empresas mineras, etc.? ¿En qué aspectos confían y en qué otros aspectos desconfían de las instituciones públicas ligadas a la minería?¿MINEM, ANA y OEFA? ¿Por qué? ¿Qué significa la minería en su imagen de futuro? ¿Qué opinan sobre los conflictos? ¿Creen que los conflictos son positivos o negativos para sus expectativas personales? ¿Por qué? No hay que olvidar que la legitimidad de una actividad económica se define en base al sistema de creencias y valores de la población local.

Si alguien quiere llevar adelante un proyecto minero, expandir sus operaciones o trabajar en un clima social favorable necesita crear algunas condiciones.

La más importante de todas es que la población tenga una opinión favorable sobre el proyecto y sobre la actividad minera.

Para protegerse de los rumores y campañas de los grupos hostiles a la minería es indispensable tener voceros creíbles, dotados de una narrativa pro-desarrollo y con capacidad de rebatir las falacias anti-mineras.

Para que los micro-conflictos no escalen localmente o regionalmente, es necesario contar con el apoyo político y social de personas e instituciones creíbles para la población local.

Para que la violencia no sea una característica frecuente en los conflictos mineros, es necesario que dichos actos no queden impunes. Ello requiere el Estado tenga monopolio en al uso de la fuerza y que la ley impere.

Para los recursos de los gobiernos locales se apliquen en acciones de desarrollo y evitar la práctica de los grupos anti-mineros de financiar sus actividades con el presupuesto de autoridades afines a sus intereses, el uso de los recursos públicos debe ser cuidadosamente supervisado.

La primera responsabilidad del Estado es garantizar el monopolio del uso de la fuerza y el imperio de la ley en las zonas mineras.

Sin este monopolio los anti-mineros podrán amedrentar a sus opositores, amenazar la propiedad privada e impedir el accionar de las Empresas y el Estado.

Dada las deficiencias de la institucionalidad peruana, ya señaladas, su efectividad requiere que el Estado logre un alineamiento en los tres niveles (local, regional y nacional) de las instituciones y autoridades que pueden influir en al clima social relativo a la minería y en el manejo de los conflictos sociales.

Para tranquilizar a la población y evitar la propagación de rumores de contaminación, es importante que los procesos de aprobación y socialización de los EIA sirvan para ilustrar a la población sobre la minería y esclarecer sus preocupaciones. No es suficiente que se cumpla el proceso de manera formal, es necesario que la población entienda y confíe.

La población necesita de referencias institucionales para creer que las empresas mineras están actuando bien y que el Estado está garantizando sus derechos. Para ello el Estado debe dar mucha atención en fortalecer la credibilidad de las instituciones públicas por la población. Sin fedatarios institucionales, la población se queda vulnerable a los discursos demagógicos.

El Estado, en sus tres niveles (local, regional y nacional) tiene la responsabilidad de aplicar bien los recursos públicos, especialmente el canon minero, con el propósito de generar oportunidades para todos los sectores sociales y fortalecer los incentivos para el emprendedorismo constructivo.

Las empresas mineras tienen la obligación de cumplir con altos estándares ambientales y sociales.

Sin embargo, ello no es una garantía de que no tendrán conflictos. Además de atender esos estándares, las empresas necesitan conocer como piensa la población, cuáles son sus sentimientos hacia la minería y a las empresas mineras, las autoridades locales y las instituciones públicas que operan en la zona.

Debido al carácter formativo del flujo diario de mensajes sobre las percepciones de la población, las empresas mineras conocer y saber analizar dicho flujo, especialmente los mensajes y rumores que pueden afectar su legitimidad social. Este es un tema descuidado por muchas empresas mineras en el país.

Necesitan conocer también quienes son los promotores de la conflictividad, como operan y cuáles son las comunidades que están bajo su influencia. Ello es fundamental para que las empresas mineras puedan neutralizar sus actividades antes que ellas se transformen en conflictos.

Hoy, predominan los enfoques equivocados sobre la conflictividad social y como manejarla. Las empresas mineras necesitanque sus gerentes tengan un entendimiento claro en ese campo.

Necesitan tener la capacidad de analizar el flujo de mensajes que moldean las percepciones de la población y como ello afecta su legitimidad y las perspectivas de cooperación o conflicto en la zona.

¿Cuáles son los disparadores de conflictos entre la población local: expectativas exageradas, temores, resentimientos, etc.?

¿Existen en las zonas mineras voceros pro-desarrollo con credibilidad y con capacidad para rebatir los discursos anti-mineros? ¿Tienen esos voceros acceso a los medios locales, o están aislados?

¿Cuentas las empresas con personal capaz de tranquilizar a la población y de explicar los beneficios que la minería puede traer? ¿Su narrativa está o no está influenciada por la narrativa anti-minera?

Esta es una lista incompleta de las capacidades que una empresa minera necesita construir para poder incidir sobre las dinámicas de la conflictividad social en sus zonas.

Fuentes recomendadas 

Mendonca, S. (2017) Para reducir la conflictividad minera. Lima, Perú: Lampadia.(Accesible para download en https://www.facebook.com/centrowinaq/). Ferreira, C. & Olcese, F. (2017). Como se organizan los conflictos mineros: http://www.lampadia.com/analisis/mineria/spin-explica-la-convergencia-de-fuerzas-anti-mineria/ Ferreira, C., & Mendonca, S. (2017). Herramientas anti-minería y cerco cognitivo. Lima, Perú: Wiñaq. 70 artículos sobre conflictividad minera escritos por Sebastiao Mendonca Ferreira, Camilo Ferreira Legua y Franco Olcese en Lampadia: http://www.lampadia.com/

Sobre la productividad de la minería y la agricultura: 
Mendoza, W. & Collantes, E. (2017). La economía de PPK. Promesas y resultados: La distancia que los separa. (Documento de trabajo 440). Lima, Perú: Pontificia Universidad Católica del Perú.

Sobre Teoría de Juegos: 
https://www.coursera.org/learn/game-theory-1

Sobre la organización de los conflictos mineros, SPIN:
Gerlach, L. (1999) The structure of social movements: Environmental activism and its opponents. In Jo Freeman &Victoria Johnson (editors), Waves of Protests: Social movements since the sixties, chapter 9. Uploaded from: https://www.rand.org/content/dam/rand/pubs/monograph_reports/MR1382/MR1382.ch9.pdf

Sobre el uso de la prensa:
Barrell, H. (2014). Press your case to the media: Activism and the media. Sessions 1, 2, 3, & 4. Non-Violent Conflict: https://www.youtube.com/watch?v=wMek2e_tzzs

Sobre el emprendedorismo:
Baumol, W. (1990). Entrepreneurship: Productive, Unproductive, and Destructive. Journal of Political Economy, 98 (5), 893-921. Chicago: The University of Chicago Press. http://www.jstor.org/stable/2937617.

Sobre las instituciones y el desarrollo económico y social de los países:
Acemoglu, D., & Robinson, J. (2013). Why nations fail. Crown Business.
Acemoglu, D., Johnson, S., & Robinson, J. (2005). Handbook of economic growth. P. Aghion and S. Durlauf (editors), volume 1, Amsterdam, The Nederland: Elsevier B.V.




Una mirada económica a la educación

Una mirada económica a la educación

A lo largo de la historia, los economistas solían considerar la educación como una búsqueda puramente intelectual. El hecho de que los países más ricos tuvieran poblaciones más educadas se atribuía a que la educación era un lujo que solo los ricos podían permitirse, no a que la educación era un factor que contribuía a la prosperidad económica.

Después de la Segunda Guerra Mundial, un grupo de economistas, entre ellos Gary Becker, Arthur Lewis y Theodore Schultz (ganadores del Premio Nobel) propusieron una interpretación diferente para la educación, popularizando el término “capital humano”. En lugar de analizar la educación como una actividad intelectual no relacionada con la productividad del trabajo, la trataron como un esfuerzo que un individuo hace para mejorar sus habilidades, incluidas las de interés para los empleadores.

Fuente: unoauno987.com

El capital humano es un término relativamente familiar hoy en día, sin embargo, la idea de que los seres humanos son un tipo de capital fue controversial cuando apareció por primera vez. Como afirmó Becker en su conferencia de aceptación del Premio Nobel de 1992, “hasta la década de 1950, los economistas generalmente asumían que la fuerza de trabajo era dada y no aumentable”. Su concepto del capital humano cambió todo eso.

Lo que Becker destaca es que la gente hace varias elecciones de vida, que tienen un impacto significativo en sus destinos económicos. “En la teoría del capital humano, la gente evalúa racionalmente los beneficios y costos de las actividades, como la educación, la capacitación, los gastos en salud, la migración y la formación de hábitos que alteran radicalmente su forma de ser”.

La teoría de Becker proporcionó una descripción de la forma en que los individuos analizan sus vidas. La educación se convierte en una inversión estratégica para uno mismo. Las relaciones son contratos económicos, con costos y beneficios para cada parte. Y estamos cada vez más conscientes de que nuestras dietas, regímenes de ejercicio, sueño y ocio influyen en nosotros y cómo trabajamos eficazmente. La implicancia subyacente de la obra de Becker es tanto existencial como económica: cada uno de nosotros decide qué tan exitoso desea ser.

Fuente: chicagobooth.edu

La razón del término “capital” en el capital humano es que se considera una inversión: el inversor tiene un costo inicial, que incluye las matrículas y las ganancias del mercado de trabajo perdidas debido a estar matriculado en educación a tiempo completo, a cambio de un retraso en el retorno, lo que representa un aumento de los ingresos del mercado de trabajo después de la graduación.

Diferentes tipos de capital humano varían en su valor de mercado de trabajo, dependiendo de la disponibilidad de otras personas con el mismo capital humano y la eficacia generadora de ingresos de ese capital humano. Así, algunas inversiones, como un doctorado en historia del arte, ofrecen una tasa de retorno muy pobre, y probablemente negativa, en comparación con una licenciatura en ingeniería mecánica.

Fuente: slideshare.net

Los avances en la disponibilidad de datos han permitido a los economistas estudiar la relación entre ingresos y educación, en parte como una forma de probar el modelo de capital humano en la educación. El modelado estadístico ha proporcionado una fuerte confirmación de que los individuos y los países con niveles más altos de educación también muestran mayores niveles de ingresos.

La convicción de que la educación mejora las habilidades y por lo tanto los ingresos han llevado a muchos economistas a apoyar los subsidios públicos para la acumulación de capital humano. La abundancia de educación de bajo costo en todo el mundo, a veces incluso hasta el nivel de doctorado, confirma que los políticos han sido convencidos por tales argumentos. En este entendido, resulta incomprensible que un país pobre como el Perú, en vez de asociarse con la inversión privada en educación, la ha estado combatiendo. Lampadia

Lea el informe completo sobre el concepto de capital humano de Becker:

Seis grandes ideas

El concepto de capital humano de Gary Becker

Becker convirtió a la gente en el centro de la economía. El segundo de nuestra serie sobre grandes ideas económicas

The Economist
3 de agosto de 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

¿Por qué las familias de los países ricos tienen menos hijos? ¿Por qué las empresas de los países pobres a menudo ofrecen comidas para sus trabajadores? ¿Por qué cada nueva generación ha pasado más tiempo en la escuela que la anterior? ¿Por qué han aumentado las ganancias de los trabajadores altamente calificados, aun cuando su número también ha aumentado? ¿Por qué las universidades deben pagar los gastos de matrícula?

Este es un conjunto increíblemente diverso de preguntas. Las respuestas a algunas pueden parecer intuitivas; otras son más desconcertantes. Para Gary Becker, un economista estadounidense que murió en 2014, un hilo común pasó por todos ellos: el capital humano.

En pocas palabras, el capital humano se refiere a las habilidades y cualidades de las personas que las hacen productivas. El conocimiento es el más importante de estos, pero otros factores, desde un sentido de puntualidad hasta el estado de la salud de alguien, también importan. La inversión en capital humano se refiere principalmente a la educación, pero también incluye otras cosas: la inculcación de valores por parte de los padres, por ejemplo, o una dieta saludable. Así como la inversión en capital físico -ya sea la construcción de una nueva fábrica o la modernización de las computadoras- puede ser rentable para una empresa, por lo que las inversiones en capital humano también pagan a las personas. Las ganancias de individuos bien educados son generalmente más altas que las de la población más amplia.

Todo esto puede parecer obvio. Desde Adam Smith en el siglo XVIII, los economistas habían observado que la producción dependía no sólo de los equipos o de la tierra, sino también de las capacidades de las personas. Pero antes de los años cincuenta, cuando Becker examinó por primera vez los vínculos entre la educación y los ingresos, poco se pensó en cómo esas habilidades se ajustaban a la teoría económica oa la política pública.

En cambio, la práctica general de los economistas era tratar el trabajo como una masa indiferenciada de trabajadores, reuniendo a los trabajadores calificados y no calificados. En la medida en que se pensaban temas como el entrenamiento, la visión era pesimista. Arthur Pigou, un economista británico al que se le atribuye el término “capital humano”, creía que habría un suministro insuficiente de trabajadores capacitados porque las empresas no querrían enseñar habilidades a los empleados sólo para verlos irsedonde sus rivales.

Después de la segunda guerra mundial, cuando el proyecto de ley de Estados Unidos ayudó a millones de estudiantes a completar la escuela secundaria y la universidad, la educación comenzó a recibir más atención por parte de los economistas, Becker entre ellos. El hijo de padres que nunca habían superado el octavo grado, pero que llenaba su hogar de infancia con discusiones sobre política, quería investigar la estructura de la sociedad. Gracias a las lecciones de Milton Friedman en la Universidad de Chicago, donde Becker completó sus estudios de posgrado en 1955, aprendió el poder analítico de la teoría económica. Doctorado en la mano, Becker, entonces a mediados de los 20s, fue contratado por la Oficina Nacional de Investigación Económica para trabajar en un proyecto de cálculo de los retornos de la escolarización. Lo que parecía una pregunta sencilla le llevó a darse cuenta de que nadie había desarrollado todavía el concepto de capital humano. En años subsecuentes lo desarrolló en una teoría verdadera que podría ser aplicada a cualquier número de preguntas y, después, a las ediciones consideradas previamente como fuera del ‘reino de la economía’, del matrimonio a la fertilidad.

Una de las primeras contribuciones de Becker fue distinguir entre capital humano específico y general. El capital específico surge cuando los trabajadores adquieren conocimientos directamente vinculados a sus empresas, tales como la forma de utilizar software propietario. Las empresas están felices de pagar por este tipo de formación porque no es transferible. Por el contrario, como Pigou sugirió, las empresas son a menudo reacios al capital humano general: enseñarle a los empleados a ser buenos programadores de software y se pueden ir a cualquier compañía que pague más.

Pero esto fue sólo el comienzo de su análisis. Becker observó que las personas adquieren capital humano general, pero a menudo lo hacen a sus expensas, más que a la de los empleadores. Esto es cierto en la universidad, cuando los estudiantes asumen deudas para pagar la educación antes de ingresar a la fuerza de trabajo. También es cierto para los trabajadores en casi todas las industrias: los pasantes, los aprendices y los empleados jóvenes comparten el costo de hacerlos actualizar al ser pagados menos.

Becker supuso que la gente sería dura en el cálculo de cuánto invertir en su propio capital humano. Compararían las ganancias futuras esperadas de diferentes opciones de carrera y consideran el costo de adquirir la educación para seguir estas carreras, incluyendo el tiempo pasado en el salón de clases. Sabía que la realidad era mucho más desordenada, con decisiones plagadas de incertidumbre y complicadas motivaciones, pero describió su modelo como una “manera económica de ver la vida”. Sus suposiciones simplificadas acerca de que las personas eran decididas y racionales en sus decisiones sentaron las bases para una elegante teoría del capital humano, que expuso en varios artículos fundamentales y un libro a principios de los años sesenta.

Su teoría ayudó a explicar por qué las generaciones jóvenes pasaban más tiempo en la escuela que las mayores: una esperanza de vida más larga aumentaba la rentabilidad de adquirir conocimientos. También ayudó a explicar la difusión de la educación: los avances en la tecnología hicieron más rentable tener habilidades, lo que a su vez aumentó la demanda de educación. Se demostró que la subinversión en capital humano era un riesgo constante: los jóvenes pueden ser miopes debido al largo período de recuperación de la educación; y los prestamistas se cuidan de apoyarlos debido a su falta de garantía (atributos como el conocimiento siempre se quedan con el prestatario, mientras que los activos físicos del prestatario puede ser incautado). Sugirió que no había un número fijo de buenos empleos, pero que el trabajo altamente remunerado aumentaría a medida que las economías produjeran graduados más capacitados que generaran más innovación.

“La teoría de Becker arrojó una amplia gama de ideas poderosas. Dio luz sobre el empequeñesimiento de las familias en los países ricos: si se asigna un valor cada vez mayor al capital humano, los padres deben invertir más en cada niño, haciendo que las familias numerosas sean costosas. Se demostró que los jóvenes, a menudo miopes, corrían el riesgo de invertir en el capital humano equivocado, adquiriendo habilidades que no ayudarían en el mundo del trabajo. Sugirió que no había un número fijo de buenos puestos de trabajo, pero que el trabajo altamente remunerado aumentaría a medida que los países produjeran a graduados más calificados generando más innovación. Becker señaló a países asiáticos de Corea del Sur a China como ejemplos de economías que habían utilizado la educación para alimentar su crecimiento. A pesar de tener pocos recursos naturales, habían desarrollado su capital humano y cosechado las recompensas. Para otros que buscan seguir su ejemplo, el mensaje es simple pero vital: invertir en la gente.”, afirmó TheEconomist en ‘El concepto de capital humano de Gary Becker’.

El “becklash” (la crítica a Becker)

El capital humano también podría aplicarse a temas que van más allá de las retribuciones a los individuos de la educación. La idea era una variable poderosa para explicar por qué algunos países se comportaban mucho mejor que otros: para promover el crecimiento de los ingresos durante muchos años, era necesaria una fuerte inversión en educación. Ello arroja luz sobre por qué las empresas de los países pobres tienden a ser más paternalistas, proporcionando dormitorios y comedores: cosechando ganancias de productividad inmediatas de los trabajadores descansados y bien alimentados. Informó grandes aumentos en el número de mujeres que estudian derecho, finanzas y ciencias desde la década de 1950: la automatización de muchos trabajos domésticos significaba que las mujeres podían invertir más en la construcción de sus carreras. Y ayudó a explicar el encogimiento de las familias en los países ricos: si se asigna un valor cada vez mayor al capital humano, los padres deben invertir más en cada niño, haciendo costosas las familias numerosas.

Pero cualquier teoría que intente explicar tanto es obligada a encontrar un pushback (una crítica). Muchos críticos se erizaron ante la lógica impulsada por el mercado de Becker, que parecía reducir a la gente a máquinas frías y calculadoras. Aunque el “capital humano” es un término antiestético -en 2004 un grupo de lingüistas alemanes consideró Human kapital la palabra más ofensiva del año.

Dentro de la disciplina, algunos objetaron que Becker había exagerado la importancia del aprendizaje. La educación no importa porque transmita conocimiento, dicen los críticos, sino por lo que señala sobre las personas que completan la universidad, a saber, que son disciplinados y más propensos a ser trabajadores productivos. En cualquier caso, las personas de mayores habilidades son las que tienen más probabilidades de obtener grados más altos en el primer lugar.

Sin embargo, los análisis empíricos cada vez más sofisticados han revelado que la adquisición de conocimientos es en realidad una gran parte de lo que significa ser un estudiante. El propio Becker destacó los hallazgos de la investigación de que una cuarta parte del aumento en los ingresos per cápita de 1929 a 1982 en los Estados Unidos se debió a aumentos en la escolaridad. Gran parte del resto, insistió, fue el resultado de ganancias más difíciles de medir en el capital humano, como capacitación en el trabajo y mejor salud.

También le gustaba señalar el éxito de las economías asiáticas como Corea del Sur y Taiwán, dotadas de pocos recursos naturales, más allá de sus propias poblaciones, como prueba del valor de invertir en capital humano y, en particular, en la construcción de sistemas educativos. El análisis original de Becker se centró en los beneficios privados para los estudiantes, pero los economistas que siguieron sus pasos ampliaron su campo de estudio para incluir las ganancias sociales más amplias de tener poblaciones bien educadas.

Ahora se da por sentada la importancia del capital humano. Lo que es más controvertido es la cuestión de cómo cultivarlo. Para aquellos que apoyan Estados más grandes, el gobierno debería invertir en la educación y hacerla ampliamente disponible a un bajo costo. Para un liberal, la conclusión podría ser que los beneficios privados de la educación son tan grandes que los estudiantes deberían asumir los costos anuales.

Aunque los escritos académicos de Becker rara vez se desvanecieron en las recetas de política, en sus escritos populares -una columna mensual de Businessweek que comenzó en los años ochenta y posts en años posteriores- ofreció un buen número de sus puntos de vista. Para empezar, habló de “mala desigualdad”, pero también de “buena desigualdad”, una idea pasada de moda hoy en día. Las ganancias más altas para los científicos, los médicos y los programadores informáticos ayudan a motivar a los estudiantes a abordar estos temas difíciles, en el proceso de impulsar el conocimiento hacia adelante, desde esta perspectiva, la desigualdad contribuye al capital humano. Pero cuando la desigualdad es demasiado extrema, la escolarización e incluso la salud de los niños de familias pobres sufren, con sus padres incapaces de proveerlos adecuadamente. Este tipo de desigualdad deprime el capital humano, dejando peor a la sociedad.

En cuanto al debate sobre si las universidades financiadas por el gobierno deberían aumentar las tasas de matrícula, Becker pensó que sólo era justo, dado que sus graduados podían esperar mayores ganancias de por vida. En lugar de subsidiar a los estudiantes que se convierten en banqueros o abogados, argumentó que sería más productivo para el gobierno financiar la investigación y el desarrollo. Sin embargo, preocupado por el aumento de la desigualdad en EEUU, pensó que debía hacerse más para invertir en la educación de la primera infancia y mejorar el estado de las escuelas.

La economía del conocimiento

Becker aplicó sus propias reservas prodigiosas de capital humano mucho más allá de la educación. Utilizó su “enfoque económico” para examinar todo, desde los motivos de los delincuentes y los drogadictos hasta la evolución de las estructuras familiares y la discriminación contra las minorías. En 1992 fue galardonado con el Premio Nobel por ampliar el análisis económico a nuevas esferas de la conducta humana. Sigue siendo uno de los economistas más citados del último medio siglo.

La manera de hacer economía de Becker, inicialmente un desafío radical a la convención, fue atacada a medida que pasaba a la corriente principal. El surgimiento de la economía conductual, con su énfasis en los límites de la racionalidad, socava su representación de las personas como agentes racionales que buscan maximizar el bienestar. Las mejoras en la recolección y análisis de datos también dieron lugar a una investigación empírica más detallada, en lugar de los amplios conceptos que él favoreció.

Sin embargo, precisamente porque el análisis de Becker tocaba tanto, todavía tiene mucho que ofrecer. Considere el debate sobre cómo los gobiernos deben responder a los cambios tecnológicos que causan disrupción en distintos sectores. Desde el punto de vista del capital humano, una respuesta es obvia. Los avances tecnológicos significan que el conocimiento que las personas adquieren en la escuela se está volviendo obsoleto más rápidamente que antes. Al mismo tiempo, las esperanzas de vida más largas significan que los retornos de la formación a mitad de carrera son más altos que en el pasado. Por lo tanto, es necesario y posible reponer el capital humano mediante el diseño de mejores sistemas para el aprendizaje permanente.

Este es sólo un elemento de la respuesta a la disrupción tecnológica, pero es vital. Becker nunca quiso que su teoría del capital humano explicara todo en economía, sólo que explicara un poco. A este respecto, su trabajo sigue siendo indispensable. Lampadia