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Más de la mitad de los peruanos quieren irse del país

Más de la mitad de los peruanos quieren irse del país

EDITORIAL DE LAMPADIA

Es terrible realizar que, si tuviesen la oportunidad, la mayoría de peruanos se iría del país. Peor aún, que el 71% de los jóvenes entre 18 y 24 años piensan igual. Es muy triste pensar que la única razón por la que muchos peruanos, especialmente jóvenes, emigrarían es por el mal manejo político de nuestros gobiernos. No hay peor indicador que el de tus jóvenes pensando en emigrar. Tenemos que interpretarlo como un país donde parte de su población está dispuesta a rendirse y mudarse a algún otro lugar del mundo.

Pero es muy importante destacar que el destino de ese deseo de emigrar está en economías de mercado más sólidas y estables que el Perú. Estados Unidos, España, Brasil, Chile e Italia concentran el 70% de los destinos principales, y en el caso de los jóvenes maduros, entre 25 y 39 años, quienes ya tienen familias que cuidar, ese indicador llega al 76%.

En una reciente encuesta realizada por Ipsos para El Comercio (desarrollada entre el 12 y 14 de setiembre del 2018, con una muestra de 1,266 entrevistados), el 58% de peruanos están dispuestos a salir del país si tuvieran la oportunidad, y 33% tiene planes concretos para hacerlo.

El Perú pasó por una crisis similar hace años, sin embargo, desde el regreso de la inversión privada, los peruanos dejaron paulatinamente de proyectar sus vidas fuera del Perú. Esto se debió principalmente a las mejores condiciones que veían en nuestro país, con una mejora de los indicadores de pobreza, desigualdad, empleo, ingresos e inclusión, los cuales hacían del Perú un país muy atractivo para desarrollarse y vivir.

Lamentablemente, los actuales escándalos de corrupción y la crisis política, más la frenada de la economía, han revertido esta tendencia y se ha incrementado nuevamente el deseo de emigrar. Esta tendencia a la baja, este grave problema ya lo veníamos anunciando en Lampadia (ver: En el 2011 se dio el Punto de Inflexión de nuestro Desarrollo), donde afirmamos que en el Perú el 2011 marcó dos puntos de inflexión, uno social y otro económico, que fueron causados por el ‘gobierno de la inclusión’. En el aspecto social, se produjo un punto de quiebre en la reducción del nivel de anemia en niños menores de tres años, luego de una sostenida reducción entre el 2007 y el 2011. Y en lo económico se paró la inversión minera y toda la cola de inversión en el resto de la economía.

Todo esto ha acelerado la tendencia del deseo de emigrar. No solo el 58% tiene el interés de emigrar, sino que la cifra aumenta a 71% entre los jóvenes de 18 a 24 años. Lo mismo sucede con las cifras de si ya tienen planes concretos para hacerlo, donde el total poblacional es de 33%, pero entre los jóvenes la cifra aumenta a 44%.

A nivel global, según Gallup, el deseo de migrar es de solo 14%. Una prueba irrefutable de que nuestra población ha perdido buena parte de su confianza en el futuro del país.

Lo más dramático aún es el caso de nuestros jóvenes:

  • El deseo de emigrar de los jóvenes es de 71% a nivel nacional
  • El deseo de emigrar en Lima es de 59%.
  • El deseo de emigrar en Lima se ha vuelto a disparar.

Estas cifras se han mantenido (o reducido ligeramente) con respecto a la información que publicamos el año pasado en Lampadia: Recrudece el deseo de emigrar. Sin embargo, la tendencia general sigue siendo muy adversa.

Según este gráfico, el porcentaje de aquellos que quieren emigrar este año es similar al inicio de la gran emigración que se vivió en la década pasada. Para que se tenga una idea, el promedio de peruanos que en la década de los noventa se fueron del país, según datos oficiales del INEI fue de casi 50 mil personas cada año. Esa cifra, en el 2002 subió a 79 mil, en el 2006 llegaría a 214 mil, en el 2009 a 247 mil, cifra más alta desde 1990.

¿A dónde se quieren ir los peruanos?

El país más popular para emigrar es EEUU, con 28%, a pesar de la actitud xenófoba del presidente Trump y las trabas a la inmigración. El segundo país es España (13%), seguido por Brasil (11%), Chile (11%) e Italia (7%), sumando entre ellos un 70% del total.

Quizás esto va relacionado con los países a los que admiran, en combinación con las facilidades de acceso a dicho país, o más bien por que saben que su futuro depende de su esfuerzo personal y de hacerlo en un lugar que puedas progresar, y no como se pinta el Perú de siempre, en que remas, pero al final estás en la misma orilla.

Entre los países más admirados tenemos a EEUU (13%), Japón (8%) y España (5%).

Como mencionamos anteriormente, es interesante notar que los peruanos proyectan sus vidas fundamentalmente a economías de mercado. Donde están dispuestos, tal como los 3’000,000 de peruanos que ya están en el exterior, a cumplir las leyes, a trabajar largas horas, a educar a sus hijos, a participar en la vida cívica de sus países de residencia, y a enviar dinero a sus familiares en el Perú.

Los peruanos fuera del Perú expresan nuestra verdadera naturaleza, somos gente de bien, pero en la patria, en el sistema en que vivimos, actuamos como si estuviéramos en una selva. Lo que está mal no es el hombre, es el sistema.

Queda claro que el peor indicador de la salud del país es el que hoy expresan sus ciudadanos y, especialmente sus jóvenes, con su deseo de emigrar. Ese indicador nos dice que la salud de nuestro Perú no está bien. Y si no actuamos desde la realidad, solo se seguirán empeorando las cosas.

Por lo tanto, la clave para crear mayor bienestar y volver al Perú un país atractivo para nuestros jóvenes es crear riqueza y oportunidades para que ellos puedan desarrollarse acá, con sus familias, sus amigos y su comida.

Hasta el inicio de la segunda década del siglo, el crecimiento económico ha sido la mejor política de bienestar y desarrollo. Pero los enemigos de la modernidad se han ocupado de desdibujar nuestros logros y llevarnos a una mezcla de confusión y pérdida de fe en el futuro.   

En Lampadia hemos llegado a afirmar que ‘El Perú es Infinito’, dado su inmenso potencial de desarrollo. Lamentablemente, ese potencial no estará siempre con nosotros. El mundo está cambiando a toda velocidad y nuestras capacidades pueden desaparecer en los próximos 20 años. Ver: Estrategia para la generación de empleo y creación de riqueza en los próximos 20 años en el Perú.

Hoy día se están multiplicando las voces que quieren llevarnos de regreso al oscurantismo de la constitución del 79, y están socavando la confianza de los peruanos en todo aquello que nos permitió pasar de ser un ‘Estado Fallido a ‘Estrella Internacional. Todavía podemos hacerla, pero es urgente actuar de inmediato.

Los datos duros que muestran nuestra realidad actual, deberían ser suficientes para que aparezca una propuesta política disruptiva que recoja los valores de la modernidad y rechace palmariamente la pre-historia, que hoy se señorea ante la pasividad de la clase dirigente no política. Solo imaginemos lo que podemos hacer en el curso correcto, buena voluntad y unión de los peruanos. Lampadia

Abajo compartimos unos cuadros adicionales con mayor detalle (fuente: El Comercio):




En el Perú es identidad, orgullo y felicidad

Cuidemos la fiesta del futbol. En México 70, en uno de nuestros mejores momentos futbolísticos, ganamos el premio del ‘Fair Play’

Empate de Perú con Suecia una semana antes del debut

En los últimos meses hemos logrado afiatar un equipo con vocación de gol, que se muestra unido en búsqueda de la victoria, que no debe caer en estimular individualidades. Hagamos oídos de la cuadrada del gran Pelé a Neymar, la nueva estrella brasileña.

El futbol de nuestros días nos permite hacer unas importantes reflexiones sobre la cultura de los peruanos. Veamos:

En el Perú solemos flagelarnos por la supuesta incultura de nuestra gente, por que no respetamos los semáforos, no cumplimos las leyes, ensuciamos las calles, no somos suficientemente amables, etc., etc. Y presentamos estos comportamientos como algo estructural, que solo puede superarse el largo plazo, con educación.

En Lampadia no negamos estos comportamientos, ni la imperiosa necesidad de emprender una revolución educativa. Pero de ahí a descalificar estructuralmente la cultura de nuestra gente, hay un paso que no estamos dispuestos a dar.

El Perú tiene al 10% de su población en el exterior, tres millones de peruanos que tuvieron que migrar, para asegurar el futuro de sus familias, fundamentalmente a EEUU, España, Italia y Chile.

Por lo tanto, tenemos la capacidad de analizar la cultura de los peruanos, simplemente comparando su comportamiento en el Perú y el exterior, con una muestra de un tamaño que permite hacer inducciones estadísticamente significativas. Llama la atención, que, habiendo escrito sobre esto en varias ocasiones, los especialistas en sociología y sicología de la PUCP, tan listos para chancarnos, no hagan estudios serios para diagnosticar adecuadamente a nuestra gente, y determinar los remedios que pueden mejorar nuestro comportamiento, tan rápido como se cruza una frontera.  

¿Tan rápido como se cruza una frontera?

Efectivamente. Los peruanos que están en el exterior son los mismos que estamos en el Perú, son nuestros hermanos, padres, sobrinos, primos y amigos. La gran mayoría de ellos se porta muy bien: respetan los semáforos, no ensucian las calles, respetan a la autoridad, ahorran, educan a sus hijos, participan en actividades cívicas y envían dinero a sus familiares en el Perú (hasta 3,000 millones de dólares por año).

¿Cómo es posible que un peruano cruce la frontera y cambie de cultura?

¿Qué es lo que determina semejante cambio de comportamiento?

¡Es el sistema, no el hombre!

  • En el exterior, en los países que eligen nuestros migrantes, se tienen economías de mercado y Estados de Derecho. Hay orden y la autoridad impone la ley.
  • En el Perú no hay autoridad, vivimos en la ley de la selva. Hay impunidad, no se castigan los crímenes, desde los menores a los mayores. El sistema judicial, abogados, policía, fiscalía y judicatura, genera una inmensa desconfianza en el ciudadano y empresas.

Con el futbol, en St. Gallen, en Suiza, hace una semana, hemos tenido una excelente demostración de la buena cultura de los peruanos en el exterior. Muy distinta a los persistentes desmanes propiciados por los aficionados en el Perú, tanto por los excesos de las barras bravas, como por los que dejan los estadios y vías de acceso como basurales.

Para promover un ánimo futbolero festivo, líneas abajo compartimos referencias al encuentro de hace una semana entre el Perú y Arabia Saudita, que nos permite recoger ejemplos muy loables sobre el comportamiento de los peruanos en el exterior y apreciar estas reflexiones con claridad.:

1. Las siguientes líneas reproducen algunos pasajes de una magnífica nota de Umberto Jara en Somos del sábado pasado:

El lunes 2 de marzo de 2015, cuando un hombre alto, flaco y con una melena rubia ingresó a la sala de conferencias de la FPF, millones de peruanos apenas se interesaron por la noticia, nadie se agolpó en la puerta de La Videna y a la cita acudieron únicamente los periodistas deportivos, alguno de ellos salivando ante la ocasión de hincarle los colmillos a su nueva víctima.

Las palabras que ese mediodía pronunció, con voz firme, Ricardo Alberto Gareca Nardi se tomaron como un buen discurso de ocasión, como un gesto diplomático de un argentino sereno y sin aspavientos: “Nos espera una tarea difícil, complicada, no imposible de ninguna manera. No hay nada imposible cuando uno está unido, cuando uno tiene un objetivo claro, cuando uno tiene por sobre todas las cosas esto que me ha llevado a tomar esta decisión: creer en el jugador peruano. Como yo creo en el jugador peruano, estoy sentado aquí́”. Nadie destacó estas palabras pronunciadas por Gareca por la sencilla razón de que ni los jugadores peruanos creían en sí mismos.

Por eso, antes de que suene el pitazo inicial de los (primeros) tres partidos que el Perú jugará en Rusia 2018, conviene señalar que, si los resultados fuesen adversos, será́ un mezquino aquel que, en julio, se ponga a gritar o escribir la palabreja aquella que tanto usan los villanos nacionales: “Fracaso”. Sean cual fuesen los resultados aquí́ no hay fracaso. Incluso si volviésemos en primera vuelta, Gareca y todos los que lo han acompañado en su gesta seguirán siendo los mismos inmensos profesionales que se han ganado un inmenso reconocimiento.

La razón es evidente: nunca antes hemos tenido tanta alegría junta. Nunca antes padres, hijos y abuelos habían conocido lo que es abrazarse vibrando de tanta alegría, nunca antes generaciones enteras habían experimentado la intensa y maravillosa emoción de goles peruanos victoriosos que significan, además, la alegría del día siguiente; el descubrir la sensación de comprarse una camiseta blanquirroja y ponérsela con el orgullo de sentirse peruanos. El descubrir que es posible el esfuerzo que conduce al éxito.

Hay algo más y es muy valioso. Ya no somos los marginales de la fiesta más grande del planeta. Existimos y esa identidad en algo nos tiene que servir.

En un articulo titulado “Perú canta y canta”, el diario Tagblatt de Suiza –una nación que simboliza estándares altos de civilidad– escribió́ esto luego del Perú-Arabia Saudita jugado en la ciudad de St. Gallen: “Miles de personas demostraron a los suizos reservados lo que significa celebrar una fiesta futbolística. Los peruanos llegaron desde todas partes de Europa a St. Gallen. 120 buses llegaron a la ciudad. La mayoría venían desde Italia. Los organizadores habían calculado que llegarían 2 mil espectadores, pero cada vez aumentaba el número. Con 18,053 espectadores, todas las entradas del estadio Kybunpark se vendieron. Casi nunca tuvo el estadio de St. Gallen una atmósfera tan apasionada. El policía de la ciudad Lukas Schmuki dijo a los medios: ‘El balance es positivo. No hubo incidentes. Los peruanos son conocidos como gente pacífica. Fue una fiesta’. Nunca un equipo fue ovacionado durante dos horas seguidas en el Kybunpark”.

Se fueron entre aplausos y cuando vuelvan tenemos la obligación de recibirlos con aplausos, incluso si el sueño mundialista, matemáticamente, no fuese posible.

2. A continuación, compartimos un video y algunas fotos publicadas por el diario Tagblatt de Suiza con ocasión del partido en St. Gallen hace una semana:

3. Algunos comentarios simpáticos del diario suizo:
(Traducido y glosado por Lampadia)

Cerveza demasiado cara, “No he vendido un solo helado”

Los restaurantes se habían abierto, pero para muchos peruanos del exterior, los precios suizos eran simplemente demasiado altos. Katharina Fehlmann, Chef de Service en Restaurant Marktplatz, resume: “Cuando vieron nuestro menú y los precios, muchos peruanos se levantaron y dejaron el bar”. 

El puesto de cerveza de Egger Catering, vendió mucha menos cerveza que en un juego del FCSG. “Cinco francos por una cerveza eran demasiado caros para la mayoría”, dicen los vendedores.

Los helados se encuentran a unos metros de él. Cuando se le preguntó acerca de su registro: “Zero, Zero, nada, no vendí nada, probablemente los peruanos no coman helado”.

Liza Lazraj se ve más feliz. El jefe del restaurante Piazza d’Arena experimenta un día récord. “Vendimos pizza como locos”, los invitados peruanos fueron” extremadamente amigables “.

Lampadia




Sobre deudas, acotaciones y litigios

Sobre deudas, acotaciones y litigios

Las relaciones entre los Estados y los ciudadanos y empresas de una nación, son la caracterización más clara de la calidad de una democracia y de su economía de mercado. Ante el absolutismo de las monarquías europeas, en nuestro continente, los ‘padres fundadores’ de lo que hoy conocemos como los Estados Unidos, tomaron muchísimos cuidados para privilegiar al ciudadano sobre el poder de los gobiernos.

En América Latina, con la precariedad institucional que arrastramos desde la formación de las repúblicas, las secuelas de militarismos y caudillismos, nunca hemos llegado a afirmar la condición de un Estado al servicio del ciudadano, ni democracias sólidas, y menos aún, economías de mercado. En mayor o menor grado, sufrimos de diversas formas de autoritarismos, populismo, mercantilismo y patrimonialismo.

En el caso del Perú, se puede decir que recién a partir de los años 90, empezamos a construir una economía de mercado. Además, hasta entonces, nuestra economía era muy pequeña, el Estado era determinante para todos los acontecimientos, habiéndonos empobrecido, ciudadanos, empresas y el propio Estado.

Después de vivir unos 25 años en una insipiente economía de mercado, hemos logrado cambiar las medidas de nuestra economía. Ahora, acomodando las cifras, nuestras medidas son: 90 – 90 – 90. Ahora, el sector privado aporta aproximadamente el 90% de la inversión, 90% del empleo, y 90% de los recursos fiscales.

Pero muchos todavía no entendemos nuestra nueva realidad, lo difícil del proceso de formación de una economía de mercado, la necesidad de construir, sin retrocesos, predictibilidad de las decisiones de gobierno, el respeto de los contratos, y sobre todo, el respeto al ciudadano y sus empresas a contrastar decisiones de gobierno que pueden afectar su bienestar.

Un ejemplo de esta debilidad, lo vemos estos días alrededor de la situación fiscal. Por responsabilidad de nuestros gobiernos, especialmente el del nacionalismo instalado por Ollanta Humala y Salomón Lerner, y en menor medida por el de PPK, nuestra economía ha dejado de crecer al ritmo de nuestras capacidades y necesidades. Después de muchos años, hemos vuelto a vivir con déficit fiscal. Y esto está empezando a generar una serie de comportamientos disfuncionales que pueden debilitar, aún más, nuestra alicaída economía. Veamos:

  • El primer Ministro de Economía y Finanzas, del gobierno de PPK, Alfredo Thorne, el día que dejó la cartera, recaló en la noche en un programa de RPP, donde se quejó de que las empresas enjuicien al Estado por ‘deudas’ tributarias.
  • Hace pocos días, la entonces viceministra de Fernando Zavala, Claudia Cooper, ahora ministra, con un ánimo fiscalista, declaró muy suelta de huesos, que eliminarían algunas exoneraciones tributarias sin especificar cuáles ni cuándo.
  • El 20 de setiembre pasado, Gestión entrevistó a Diego Sánchez-Ancochea, director del Latin American Centre de la Universidad de Oxford, Inglaterra, que despachó con: “La élite de Perú debe pagar más impuestos o acabaremos con un Trump peruanos”. Otro experto que llega al país, le dan unas cifras de promedios y hace comparaciones y asertos sin base. Habría que informarle al ‘experto’, que en el Perú no hay ‘loopholes’, que los peruanos formales pagan en promedio más impuestos que los de los países ricos, que las empresas de ‘élite’ (asumamos las mineras), pagan hasta 45% de impuesto a la renta. Que nuestro sector informal, hasta el 70% tiene muy baja productividad y no tiene capacidad de generar renta más allá del soporte de sus trabajadores. Que las distintas mafias que pululan por la economía, como la de contrabando de oro, las culebras de Puno y el narcotráfico, entre otras, no son de la élite, operan con toda impunidad, en un país donde el sujeto de fiscalización es el formal.
  • Ya hay mucha gente alrededor del nuevo MEF, el de la escasez de recursos, como no teníamos hace muchos años, hablando de impuestos y tasas.
  • Siguiendo con esta filosofía del MEF, el nuevo Jefe de la Sunat, Víctor Shiguiyama(según Gestión), hace suya la prédica contra el sector formal con expresiones que debemos observar.

A la fecha, Sunat mantiene cerca de 20,000 litigios por deudas tributarias valorizadas en S/ 8,000 millones, pero la mayoría de ese monto está concentrada en disputas con grandes empresas.

Así, Sunat tiene nueve juicios con grandes empresas por una deuda de S/ 7,053 millones, informó el ente tributario. El jefe de la Sunat, Víctor Shiguiyama, refirió que entre las empresas involucradas en estos litigios se encuentran Buenaventura, Backus, Telefónica del Perú y Cerro Verde.

“Estos litigios se encuentran tanto a nivel del Poder Judicial como del Tribunal Constitucional”, señaló Shiguiyama durante su presentación realizada en la Comisión de Presupuesto del Congreso, para sustentar los ingresos tributarios del presupuesto público 2018. (…) Algunos también se encuentran en la instancia del Tribunal Fiscal del Ministerio de Economía.

(…) “El desafío consiste en tener un sistema ágil de resolución de controversias”. Así, solicitó modificaciones a los procedimientos normativos para acelerar los procesos judiciales.

“Lo que tiene que quedar claro es que litigar con el Estado no debe ser un buen negocio para algunos contribuyentes. Si logramos que los procesos se resuelvan en corto tiempo vamos a cambiar su conducta”, puntualizó.

En nuestra opinión, varias de las llamadas deudas no lo son. Se originan como acotaciones de la Sunat (ver ejemplo en nuestro análisis: Herencia que la SUNAT y el MEF deben recusar). Si una empresa considera que una acotación de la Sunat, no se condice con las normas vigentes o con las buenas prácticas fiscales, tiene todo el derecho, y también la obligación, de reclamar. La obligación, porque así, como en las democracias más avanzadas, se van ajustando los procesos para beneficio de todos los contribuyentes.

Que el procesamiento de los reclamos se haya convertido en un vía crucis, dada la complejidad procesal, es responsabilidad del Estado. Por otro lado, según una apreciación generalizada, el Tribunal Fiscal habría devenido en una suerte de filial de la Sunat, lo que obliga, a quién considera justo defender su patrimonio, aquél con el que invierte, a tener que recurrir a instancias adicionales.

Desde el punto de vista fiscal, en el corto plazo es difícil aumentar la recaudación del impuesto a la renta, sin sobrecargar la mano sobre las empresas formales, dadas las dificultades para ampliar la base de contribuyentes. Pero, aumentar la recaudación del IGV es más fácil ampliando la base de contribuyentes. Lampadia propuso hace más de un año el canje de parte de los pagos de IGV por aportes a cuentas individuales de pensiones, por parte de todos los ciudadanos. Esa medida aumentaría la recaudación, pues formalizaría a todos los ciudadanos, se podría universalizar el sistema privado de pensiones, disminuiría la evasión de IGV, y se podría cerrar el déficit fiscal de la ONP. 

Como explicamos líneas arriba, en el Perú, las relaciones entre el Estado y los ciudadanos y empresas, en una economía de mercado en formación, no conllevan suficientes equilibrios y no cautelan debidamente los derechos de quienes el Estado, debe proteger. Una simple declaración de un funcionario de gobierno, puede implicar una indebida presión mediática y política, sobre los débiles procesos de resolución de conflictos que se deben enfrentar.

Invocamos pues, a los funcionarios públicos a tener mejores balances. Para empezar, la escasez fiscal es responsabilidad de los gobiernos que destruyeron o permitieron que se destruya, nuestro proceso de crecimiento económico. Recuperarlo debe ser la mayor tarea del MEF. Lampadia




Un mensaje para nuestros queridos jóvenes

Un mensaje para nuestros queridos jóvenes

Hace solo diez años el 86% de nuestros jóvenes pensaba emigrar al extranjero en búsqueda de un mejor destino del que veían en su patria. Probablemente no existe un peor indicador de la salud de una nación que ese terrible drama.

Pero no solo eran los jóvenes los que pensaban dejar el Perú. Como podemos ver en el siguiente gráfico, según mediciones de Apoyo Opinión y Mercado, en el 2004, el 77% de los peruanos consideraba la posibilidad de emigrar (cuando todavía estábamos saliendo de la recesión del 98). Solo unos pocos puntos porcentuales más que en el nefasto año del shock de Fujimori, en el que tuvimos que pagar de un porrazo buena parte de las consecuencias de los malos gobiernos de las tres décadas anteriores.

Es muy importante preguntarse a dónde pensaban entonces nuestros jóvenes que podían tener una vida mejor. La gran mayoría de ellos imaginaba su futuro en los EEUU, España e Italia (antes de la crisis europea). No pensaban en Cuba, ni en la Venezuela chavista, se proyectaban a economías de mercado donde estarían básicamente solos. Tendrían que trabajar duro, sin amigos ni familiares que los ampararan o acompañaran. Un tremendo reto y una muestra de gran valor individual.

Tres millones de nuestros compatriotas llegaron a irse del país. Ellos son hoy día un ejemplo de la verdadera naturaleza de los peruanos: no se pasan las luces rojas, respetan las leyes, educan a sus hijos, participan honradamente en la política de los países que los acogen y envían regularmente dinero a sus familiares en el Perú (US$ 3,000 millones anuales). Nunca nos olvidemos de que lo malo en el Perú no somos los peruanos, sino el SISTEMA.

Hoy día nuestro país flaquea nuevamente: la economía casi no crece, la inversión pública y privada están de retroceso, hemos perdido confianza en el futuro, nuestros políticos están enfrascados en peleas de callejón y nadie marca un norte que ofrezca una pronta recuperación. Además se acercan unas elecciones generales en las que nadie parece representar lo que nuestros inteligentes y esforzados jóvenes necesitan para ser ciudadanos del mundo, para que puedan desarrollarse siendo iguales o mejores que los jóvenes de cualquier otro lugar. Como ha indicado hace pocos días el estudioso Rolando Arellano, ningún político le habla a los jóvenes.

Evidentemente, si esta situación no cambia pronto, volveremos a sufrir la posibilidad de perder a nuestros jóvenes allende las fronteras.

Entonces, pensemos nosotros qué necesitan nuestras juventudes para no tener que emigrar: en Lampadia nos parece que lo adecuado es que se les ofrezca lo que pensaban encontrar en EEUU, España o Italia: la posibilidad de transformar su esfuerzo personal en prosperidad, predictibilidad y una mejor vida para sus hijos. Si este desarrollo se da al costado de sus familiares y amigos, con su comida y su música, podríamos ofrecerles algo aún mejor que lo que obtendrían en el exterior.

Alguien podría afirmar que nuestra juventud está enrolándose en manifestaciones y protestas, por ejemplo por una ley que nadie les explicó ni les dejó mejorar (como la ley pulpín). Pero, seguramente, a la hora que cada joven comprometa su vida y proyecte su futuro, harán el mismo reclamo de Viviana Nina Calizaza, que en marzo del 2010, en una audiencia organizada por El Comercio en Moquegua, protestó diciendo en voz alta: “Tenemos hambre de progreso”. Ver el recorte del evento más abajo:

Es pues evidente que un joven ambicioso, en el buen sentido de la palabra, va a optar siempre por el progreso. Eso es precisamente lo que estábamos construyendo en el Perú hasta el punto de inflexión del 2011, con el inicio del gobierno del Presidente  Ollanta Humala, momento en que se inicia la ralentización de nuestro crecimiento. (Ver en Lampadia: Las Cifras de la Prosperidad y En el 2011 se dio el Punto de Inflexión de nuestro Desarrollo).

No podemos ofrecer a nuestros jóvenes un futuro fácil sin su compromiso personal. Pero si podemos ofrecerles un país del que puedan estar orgullosos por sus realizaciones económicas y sociales, un país en el que puedan desarrollarse como los mejores jóvenes del planeta, donde puedan progresar y dar a sus futuros hijos oportunidades aún mejores que las de ellos.

Pero, para que ello sea posible, tendrán que esforzarse y sudar como lo hubieran hecho afuera. Pero no solo eso, también tendrán que entender  que la novelería política no es suficiente para construir un futuro de prosperidad. Para los grandes logros, se necesita realismo, mente abierta, aprender de las  experiencias de otros países y una estrategia que permita dar la lucha por el futuro en mejores condiciones. (Ver en Lampadia: Visión estratégica de la coyuntura peruana)

Un último ‘pero’: ningún joven debería inhibirse de participar en  las tareas que faltan en el Perú (que no son pocas) pues “El Perú es un país en construcción”, y ya es hora que terminemos la obra. Lampadia