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La importancia y dificultades de crecer alto y sostenido

En esta ocasión Liliana Rojas-Suárez, reputada economista peruana nos trae desde Washington un análisis muy oportuno sobre el ritmo de crecimiento necesario para que el Perú pueda cerrar las brechas de ingresos con respecto a los países más avanzados (que compartimos líneas abajo). En un primer caso, con respecto al conjunto de los países más avanzados y en un segundo, con respecto a aquellos países que alcanzaron el status de avanzados recientemente.

Como puede verse en el siguiente cuadro resumen de los escenarios analizados por Rojas-Suárez, al ritmo actual de crecimiento de la economía, de alrededor de 4% anual, necesitaríamos entre  78 y 25 años para nivelarnos con los más avanzado o con los que recién lo lograron,  respectivamente. Si crecemos a un 7% anual, necesitaríamos entre 28 y 13 años para nivelarnos.   

Esto nos muestra que nos espera un esfuerzo descomunal para llevar a  nuestra población a los estándares de calidad de vida que ofrecen los países más avanzados. Algo que no puede dejar de ser nuestra más importante aspiración.

Hoy estamos muy lejos del ritmo de crecimiento que necesitamos. Después de la parálisis del gobierno de Humala, el nuevo gobierno de PPK sola atina hasta ahora a poner como meta de crecimiento el llamado ‘crecimiento potencial’ de 5%, algo insuficiente para cubrir nuestras brechas y que no parece basarse en el aprovechamiento de nuestros potenciales productivos. (El enorme Potencial Productivo del Perú). 

Convergencia hacia el ingreso de los países avanzados: ¿Qué tan largo es el camino para Perú?

Foro Económico, un Blog Latinoamericano de Economía Política
Liliana Rojas-Suárez 
14 octubre, 2016

Liliana Rojas-Suárez es PhD en Economía, University of Western Ontario. Investigadora principal y Directora de la Iniciativa Latinoamericana del Center for Global Development. Presidenta del Comité Latinoamericano de Asuntos Financieros. Ha publicado extensamente sobre temas macroeconómicos y financieros, incluyendo como coautora o editora de casi una docena de libros.

Una vez más, y por cinco años consecutivos, durante sus reuniones anuales, el FMI acaba de proyectar una disminución en el crecimiento de la economía mundial durante 2016 y las proyecciones para el 2017-2021 no son alentadoras. Aunque esta reducción se explica mayormente por la desaceleración de los países avanzados, las proyecciones para países emergentes y, América Latina en particular, son también hacia la baja.

Perú no es la excepción. Después de un alto crecimiento en el período 2004-2013, que promedió 6.4% (y que en algunos años sobrepasó el 8%), el promedio de crecimiento en el 2014-15 disminuyó a 2.8% y, aunque el FMI proyecta una cierta recuperación para el 2016-17 (3.7% en el 2016 y 4.1 en el 2017), las proyecciones de largo plazo muestran un crecimiento mediocre. Para el período 2017-21, el FMI espera un crecimiento de sólo 3.5% en promedio.  Aunque hay que reconocer que, a pesar de la desaceleración económica peruana, el país presenta una de las tasas de crecimiento más altas de la región (el promedio de América Latina se proyecta en -0.6% en el 2016) y no presenta indicios de importantes fragilidades financieras (en fuerte contraste con Brasil y Ecuador, por ejemplo), las proyectadas tasas de crecimiento para Perú son motivo de preocupación. Una razón central respecto a esta inquietud es que, como se muestra más adelante, al ritmo de crecimiento proyectado por el FMI, no se vislumbra que en las próximas generaciones Perú pueda cerrar la brecha de ingreso per cápita con respecto a los países avanzados. Es decir, el salto al desarrollo parece ser una meta extremadamente distante.

La brecha del PIB per cápita en Perú con respecto a países desarrollados: la historia reciente

A nivel mundial, las series de datos más conocidas y utilizadas para realizar análisis comparativos entre países con respecto al ingreso real per cápita ajustado por la paridad del poder adquisitivo (PPP por sus siglas en inglés) son las del Penn World Tables, las del Maddison Project Database y las del Banco Mundial. Debido a diferencias metodológicas, existen importantes disparidades entre los datos de dichas series (ver Milanovic, 2013). Para Perú, Seminario (2015) construye series de PIB per cápita que datan desde comienzos del siglo XVIII. Teniendo como únicas consideraciones la disponibilidad de información en períodos más recientes y la uniformidad metodológica para realizar comparaciones entre países, el gráfico 1 utiliza datos del Penn World Tables (que incluye información hasta el 2014) actualizado al 2015 en base a información del Banco Mundial, para mostrar las brechas del PIB real per cápita de Perú y Chile (ajustados por PPP; en dólares del 2011) con respecto a países avanzados. El gráfico 1a muestra la brecha con respecto a la mediana del ingreso per cápita de países que el FMI define como avanzados y el gráfico 1b muestra la brecha con respecto a Estados Unidos. Ambos gráficos muestran el período 1970-2015.

Gráfico 1: Brecha del PIB real per cápita relativo a países avanzados
(PPP, dólares 2011; en porcentajes)

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De los gráficos se desprenden dos conclusiones: La primera es la gran diferencia que existe entre Chile y Perú con respecto a sus brechas de ingreso per cápita relativo a países avanzados. En tanto que el PIB real per cápita de Perú es menos de un tercio (27%) del PIB real per cápita de los países avanzados, el de Chile es mayor a 50%. Para el 2015, la diferencia entre las brechas de Chile y Perú era de 26 puntos porcentuales. La diferencia entre brechas es similar cuando se comparan ambos países con respecto a Estados Unidos. De hecho, elegimos a Chile como punto de comparación, pues es el país Latinoamericano cuyo ingreso per cápita se acerca más a los países avanzados.

La segunda conclusión es que luego de un largo período de relativo estancamiento con respecto a los países avanzados o de fuertes retrocesos (durante los 1980s y comienzos de los 1990s, resultado de una profunda crisis económica), en los 2000s Perú atraviesa por un período de recuperación primero y luego de moderada pero constante convergencia hacia el PIB real per cápita de Estados Unidos (y con menor intensidad con respecto al ingreso per cápita de los países avanzados). Ese proceso pierde ímpetu (con respecto a los países avanzados) o se paraliza (con respecto a Estados Unidos) a partir del 2012, año en el que la economía comienza a crecer a tasas menores al 6%. ¡En casi medio siglo, sólo 8 años (2004-2012) de convergencia moderada!

¿Cuánto le demorará a Perú cerrar la brecha del ingreso per cápita?

Aunque esta pregunta es imposible de contestar, se pueden construir ejercicios de simulación que permitan arrojar luz sobre el tema. La pregunta, entonces, se puede reformular de la siguiente manera: bajo ciertos supuestos con respecto al crecimiento económico en los países avanzados y la evolución poblacional de estos países y Perú ¿cuánto tiempo le tomaría a Perú alcanzar el PIB per cápita de los países avanzados bajo escenarios alternativos de crecimiento?

Tomando como punto de partida los datos observables de PIB real per capital real en el 2015 (ajustados por PPP, en dólares del 2011), se proyecta el valor del PIB real per cápita para los países avanzados en cada año desde el 2016 hasta el 2100 en base a los siguientes supuestos: (a) el PIB real ajustado por PPP de los países avanzados crece a una tasa constante de 2% anual; y (b) el crecimiento poblacional se toma de las proyecciones del World Population Prospects del Population Division de las Naciones Unidas. Estas proyecciones llegan al año 2100[1]. Con estos supuestos, se puede estimar el valor del PIB real per cápita ajustado por PPP para los países avanzados en cada año desde el 2016 hasta el 2100.

Para cada año se calcula la mediana del PIB real per cápita ajustado por PPP de los países avanzados. Dichos valores se re-escalan de forma que en cada año tomen el valor de 100% (reflejando que el ejercicio trata de simular cuanto tiempo le demoraría al Perú alcanzar—al 100%–el nivel de ingreso de los países avanzados). En base a estos cálculos, el gráfico 2 presenta 5 escenarios posibles de crecimiento anual para el Perú, que van del 3% al 7%.

Gráfico 2
Simulaciones de Convergencia: Brecha de PIB real per cápita de Perú con respecto a países avanzados bajo supuestos de crecimiento alternativos
(PPP, dólares del 2011; en porcentajes)

Las conclusiones que se derivan del gráfico son impactantes: Bajo un escenario en el que Perú mantiene una tasa de crecimiento de 3%, ¡el país simplemente no cierra la brecha de ingreso real per cápita con respecto a los países avanzados en los siguientes 100 años! Creciendo al 4% lo logra en 78 años. Un crecimiento anual del 7% permitiría que Perú alcanzara la meta en unos 28 años. Interesantemente, un ejercicio similar para Chile indica que creciendo al 4%, a este país le demoraría 36 años cerrar la brecha y lo lograría en menos de 15 años si pudiera crecer al 7%. La ventaja que actualmente le lleva Chile a Perú en cuanto a nivel de ingreso per cápita explica estos resultados.

No está demás insistir en las limitaciones del ejercicio y en su alta dependencia a los supuestos incorporados; por lo que los resultados son, por supuesto, solo de naturaleza indicativa y así deben tomarse. Sin embargo, aparte de las limitaciones metodológicas, una crítica válida puede ser que estamos poniendo la valla muy alta. Muchos de los países clasificados como avanzados, tienen un ingreso per cápita menor al valor de la mediana de dicho grupo de países.

Por ello, consideremos un ejercicio alternativo, planteado por Foxley y Sossdorf (2011). En este caso, la pregunta es: Bajo escenarios alternativos de crecimiento, ¿cuánto tiempo le tomaría a Perú alcanzar el PIB per cápita de los países recientemente reclasificados como avanzados por el FMI? Para reclasificar a los países depaíses de ingreso medio a países avanzados, en los últimos años, el FMI viene utilizando un PBI per cápita (ajustado por PPP) entre US$ 24,000 y US$ 28,000.[2] De hecho, Lituania, el último país que el FMI reclasificó a la categoría de avanzados en el 2015, reportaba en ese entonces un PIB per cápita ajustado de US$ 24,900. Es importante notar, sin embargo, que Lituania es miembro de la Unión Europea, lo que le brinda ventajas de las que no gozan la mayoría de países emergentes. Otros países que han sido reclasificados de países de ingreso medio a países avanzados, tales como Corea del Sur e Israel, tienen un PIB per cápita (ajustado por PPP) un poco mayor a US$ 30,000.

El gráfico 3 presenta simulaciones similares a las del gráfico 2, con la diferencia que no se muestran las brechas de ingreso, sino los valores simulados del PIB per cápita de Perú (PPP, en dólares del 2011) ante escenarios alternativos de crecimiento, con los mismos supuestos poblacionales usados en el gráfico 2. La pregunta específica en este caso es ¿cuánto tiempo le llevará a Perú alcanzar un PIB per cápita (ajustado por PPP) de US$ 24,000; valor mínimo utilizado por el FMI para clasificar a un país como avanzado?

Gráfico 3: Simulaciones del PIB per cápita de Perú
(PPP dólares 2011)

Con esta nueva metodología, los resultados, aunque aún preocupantes, son menos dramáticos: a Perú le tomaría 35 años para alcanzar la categoría de país avanzado si creciera al 3%, 25 años si creciera al 4% y 13 años si lo hiciera al 7%.

La lección más importante de estos ejercicios es que, a pesar de sus limitaciones metodológicas, parece altamente probable que Perú requerirá de tasas de crecimiento por encima del 4%, como mínimo si es que aspira regresar al sendero de convergencia que le permita la transición de país de ingreso medio a país avanzado. El país necesita mostrar que puede ir más allá de las tasas de crecimiento de 3.5% proyectadas por el FMI para el período 2017-21.

El desafío es grande dado el contexto internacional en el que se desenvuelve la economía peruana. El factor externo más importante que explica la desaceleración reciente de Perú ha sido el fuerte deterioro de los términos de intercambio, producto de la disminución de la demanda global por las materias primas que exporta el país, especialmente el cobre, oro y otros metales. No se espera una recuperación importante en los precios de las materias primas metalúrgicas en el futuro cercano, principalmente porque las proyecciones de crecimiento de China, el consumidor de metales más importante del mundo, son hacia la baja. Y aún es incierto los efectos que tendrán las futuras subidas de la tasa de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos sobre los costos de financiamiento para los países emergentes. Es así, que la ruta hacia el crecimiento alto de Perú se encuentra en la implementación de reformas estructurales que incentiven la inversión, no solo en cantidad sino en la calidad de asignación de recursos; aquellas reformas que no se percibieron como necesarias durante el período de bonanza económica, en el cual los motores de crecimiento provenientes del exterior marchaban a todo vapor. Y la lista de reformas es larga y su priorización compleja; este es un tema para un blog futuro.

Referencias

Foxley, Alejandro y Fernando Sossdorf, 2011, “Making the Transition: from Middle-Income to Advanced Economies”, The Carnegie Papers, Carnegie Endowment for International Peace, Septiembre

Milanovic, Branko, 2013, “The End of a Long Era”, blog: Lets’s Talk Development, The World Bank, July

Seminario, Bruno, 2015, “El Desarrollo de la Economía Peruana en la Era Moderna: Precios, Población, Demanda y Producción desde 1700”, Universidad del Pacífico, septiembre

[1] El ejercicio se basa en el escenario base de las Naciones Unidas. Esta organización presenta proyecciones alternativas en función de cómo varían ciertas variables (tasas de fertilidad diferenciadas, por ejemplo).

[2] Además del ingreso per cápita, el FMI utiliza otras consideraciones adicionales para clasificar a países como avanzados. En particular: (a) el grado de diversificación de exportaciones y (b) el grado de integración del país a los mercados financieros internacionales.

Lampadia

 




Los mercados y la calidad de las escuelas

Los mercados y la calidad de las escuelas

El artículo de Andrés Velasco sobre la relación de los mercados y la calidad de la educación, que compartimos líneas abajo,  nos permite revisar y aclarar algunos conceptos muy importantes para el debate general sobre la educación en el Perú.

Antes que nada es preciso aclarar que en Lampadia no estamos en contra de la educación pública, lo que reiteramos, una y otra vez, es que lo que necesitamos es hacer una revolución en la educación pública para ponerla en el nivel que necesitamos en el mundo de la ‘cuarta revolución industrial’.

Fuente: educaciontic.perueduca.pe

Más bien, los funcionarios del sector educativo y los políticos de nuestras izquierdas, de las ‘ideas muertas’, son los que pretenden abolir la educación privada, presumiblemente, para tener el monopolio de la educación y usarla como un vehículo de penetración política. No olvidemos que el gremio magisterial está más comprometido con la ‘lucha de clases’ que con la calidad de la educación. (Aún hoy, se manifiesta así en el estatuto del Sutep).

Veamos pues el análisis siguiente:

Project Syndicate

Andrés Velasco, ex Ministro de Finanzas y candidato presidencial de Chile, profesor de la Universidad de Columbia, EEUU

29 de setiembre, 2016

Traducido del inglés por Ana María Velasco

Comentado y glosado por Lampadia

Hoy día, las escuelas privadas están en gran expansión en todo el mundo,  especialmente en los países en desarrollo. Según The Economist, en 2010, en dicha parte del mundo existían alrededor de un millón de escuelas privadas. Este número ha ido en rápido aumento. Desde América Latina a África y al sur de Asia, las escuelas privadas están penetrando en su mayoría en comunidades pobres en las que el Estado ha sido lento a la hora de proveer servicios.

Esta tendencia ha resultado ser polémica. La combinación de los mercados y la educación es blanco de las siguientes críticas principales enfocadas en la justicia distributiva: si todo, incluso la educación, se encuentra en venta, quienes dispongan de más dinero adquirirán más, la desigualdad de conocimientos (y, por lo tanto, de ingresos) de una generación pasará a la próxima, quizás de forma ampliada. 

Esto es preocupante, especialmente en vista de la desigualdad cada vez mayor de la distribución del ingreso en los países desarrollados. Sin embargo, desde hace tiempo, los economistas comprenden que la distribución de la riqueza, como lo expresó John Stuart Mill en sus: Principios de Economía Política, es “una cuestión de la institución humana solamente”. Es decir, la producción basada en el mercado es una cosa; la distribución es algo muy distinto, y ella puede ser influenciada por políticas. [Por ejemplo, el uso de vouchers educativos que permite el acceso de los pobres a la educación privada].

“Nunca ha habido un tiempo de mayores promesas, o mayores peligros.”

Las subvenciones son un ejemplo. Los alumnos que las reciben, como en el caso de Suecia o Chile, pueden obtener tanta educación como lo permite la subvención, no el ingreso de sus padres. Estos esquemas son objeto de críticas válidas, entre ellas, la que se hace en Chile de que las subvenciones pueden ser demasiado bajas para adquirir una educación de calidad; no obstante, por lo menos en principio, las subvenciones y otras formas de asistencia financiera pueden hacer, si se la desea, que la educación privada sea accesible para todos.

La segunda crítica es que el funcionamiento de los mercados de la educación es deficiente.  Sabemos, a partir de estudios sobre la economía de la información imperfecta, que los mercados tienen problemas cuando lo que se compra y lo que se vende no se puede observar ni medir. La educación parecería estar plagada de tales problemas.

Los alumnos, sobre todo los más pequeños, no pueden observar el esfuerzo pedagógico de sus profesores. Los padres, especialmente si carecen de mayor educación, no pueden evaluar la calidad de la educación de sus hijos. Por lo tanto, es posible que las escuelas privadas con fines de lucro entreguen un nivel de enseñanza bajo y una calidad insuficiente. [Según observa Jorge Morelli, en la educación privada hay por lo menos una importante diferencia, los padres de familia pueden ir a reclamar al colegio de sus hijos y necesariamente serán escuchados, mientras que en los colegios públicos no hay con quién hablar, pues los directores no se sienten responsables de la calidad de la educación].

Se han llevado a cabo muchas investigaciones que miden la gravedad de estos problemas en la práctica y, en consecuencia, si el desempeño de las escuelas privadas es mejor o peor que el de las públicas. Abundan los ejemplos, en países ricos y pobres por igual, de escuelas con fines de lucro poco fiables, que engañan a los padres y desatienden a los alumnos (la impostora Trump University de Donald Trump viene al caso). Sin embargo, dichas investigaciones no llegan a conclusiones tajantes por diversos motivos, entre los que destaca que las escuelas públicas enfrentan sus propios problemas de incentivos, los que suelen estar asociados a falta de esfuerzo docente, ausentismo y huelgas frecuentes.

Además, estadísticamente es difícil separar el valor agregado por la escuela de las características de las familias cuyos hijos asisten a ella. Por ejemplo, si una familia motivada opta por una escuela privada, sus niños rendirán más, pero esto no obedece a ninguna característica de la educación privada en sí.

La tercera crítica es que la educación puede degradarse cuando se la compra y se la vende. Michael Sandel, de la Universidad de Harvard, sostiene que los mercados deberían tener límites, y que hay ciertas cosas que no se puede (o no se debe) permitir que el dinero adquiera. [Como podemos ver hay Saavedras en todas partes].

Por ejemplo, todos sabemos de manera intuitiva que contratar a alguien para que actúe como un amigo, no es lo mismo que tener un amigo. Dada la dignidad inherente al ser humano, las sociedades modernas prohíben que las personas se vendan a sí mismas, o a sus hijos, como esclavos. Y las democracias no permiten la venta de votos porque ello degradaría las elecciones.

¿Se encuentra la educación en la misma categoría? A los profesores (hace tiempo que lo soy) nos gustaría creer que hacemos nuestro trabajo motivados por el amor a aprender y enseñar, y que nuestro esfuerzo y dedicación no son algo que el dinero pueda comprar fácilmente. Los críticos afirman que transformar la educación en un commodity, de algún modo la degrada. [Contrariamente a esta aseveración, las escuelas públicas son las que uniformizan (comoditizan) la educación con modelos obsoletos. Quienes están innovando y desarrollando los nuevos paradigmas de la educación, con modelos de educación personalizada, son justamente las escuelas privadas].

Los padres que en los países pobres han estado acudiendo en gran número a escuelas privadas, probablemente estén en desacuerdo. Hoy día en Chile, el 53% de los niños asiste a escuelas privadas subvencionadas (muchas de ellas con fines de lucro hasta hace poco), a pesar de que cobran un copago adicional a la subvención. El hecho de que los padres estén dispuestos a hacer un esfuerzo especial, obedece tan solo a que muchas veces las escuelas públicas locales no ofrecen la calidad suficiente.

Tampoco es obvio que la educación sea tan diferente de la atención a la salud, otro servicio esencial en el que las consideraciones de dignidad y respeto son de importancia. Las clínicas privadas (a veces con fines de lucro) son comunes a través del mundo, sin embargo, no enfrentan la oposición que despiertan las escuelas con fines de lucro. Además, en los países pobres se aceptan ampliamente las transferencias monetarias condicionales, las que de facto significan pagarles a las madres para que hagan cosas como enviar a sus niños a la escuela o llevarlos a una clínica para vacunarlos. [Es interesante preguntarse por qué se da esta diferencia entre la educación y la salud. ¿Será porque la educación permite manejar políticamente las mentes de los niños?].

Una acusación de mayor peso es que los incentivos del mercado cambian las conductas de modos que son socialmente perjudiciales. Sandel menciona un estudio muy citado sobre guarderías infantiles en Israel, en las que los padres, luego de haber recibido multas por ir a buscar a sus niños tarde, empezaron a llegar a recogerlos aún más tarde. Al parecer, esto se debió a que los padres consideraban las multas como un arancel, y no se sentían culpables al pagarlas.

Sin embargo, los incentivos del mercado también pueden tener la consecuencia opuesta, y mejorar la motivación o algún otro aspecto de valor. En un estudio de 2012, se examina lo que sucede cuando a los alumnos se les permite escoger una escuela (supuestamente mejor) después de haber ganado en una lotería. La conclusión del estudio es que la tasa de ausentismo se reduce tan pronto como los alumnos se enteran del resultado de la lotería, y que, luego de su traslado a la nueva escuela, se eleva considerablemente su rendimiento en los exámenes.

Contrario a lo que sostienen los tenaces partidarios de uno y otro bando, los resultados de las escuelas públicas y de las privadas no son siempre mejores ni peores que los de la alternativa. Por lo tanto, parece más acertado considerar la forma en que se pueden combinar las virtudes de cada uno de los sistemas, en lugar de simplemente escoger entre uno y otro.

En lo que se refiere a la educación universitaria, en un estudio reciente, David Deming, Claudia Goldin y Lawrence Katz, de la Universidad de Harvard, llegan a la conclusión de que en Estados Unidos “los planteles con fines de lucro funcionan mejor en programas bien definidos y de corta duración, que preparan a los estudiantes para una ocupación específica”. En otros ámbitos, las universidades tradicionales sin fines de lucro muestran un mejor desempeño, con una tasa más alta de graduación y mayor éxito en el mercado laboral.

Finalmente, a pesar de que la práctica de enseñar solo para “aprobar el examen” suscita preocupaciones legítimas, existe evidencia de que evaluaciones de profesores bien diseñadas pueden mejorar los incentivos y los resultados en las escuelas públicas y privadas por igual.

En términos más generales, varias investigaciones recientes han dejado en claro que muchos de los factores que repercuten sobre los resultados de la educación no tienen ninguna relación con el hecho de que las escuelas sean públicas o privadas. En un estudio reciente del Banco Mundial, se hace un llamado a que los países dejen de lado las “grandes guerras sobre la educación” y adopten un “enfoque pragmático” frente a las reformas educacionales. Este parece ser un enfoque que vale la pena poner en práctica.

Lampadia