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El sentido común de la meritocracia

El sentido común de la meritocracia

El desarrollo de los colegios de Alto Rendimiento tendrá un importante impacto en la cultura social del país, permitirá que los peruanos nos acerquemos a la ‘cultura del éxito’ y adoptemos un ‘sentido común’ permeable a la meritocracia.

El mayor anhelo de una familia es el acceso de sus hijos a una educación de calidad que les abra las mejores oportunidades posibles de superación y de lograr una vida rica en realizaciones y prosperidad.

Los colegios de alto rendimiento implican generar mejores capacidades y oportunidades de desarrollo a sus alumnos. De alguna manera reconocen el esfuerzo individual de los mejores alumnos y sus actitudes positivas hacia la prosperidad, lo que establece modelos de vida positivos.

El hecho de que los padres de familia aspiren a que sus hijos puedan terminar su educación escolar en colegios de alto rendimiento implicará necesariamente un opción por el éxito y la meritocracia.

Creemos que así se transformará nuestra cultura. Ello nos hará más exigentes con los servicios educativos y, por supuesto, también con los de  salud y seguridad pública. Una vez que un padre de familia se engancha en los caminos de prosperidad de sus hijos también proyectará su propia vida y la de la nación y la acción política en espacios de meritocracia.

Si este proceso se acompaña con la dignificación de los maestros, dándoles mucho mejores ingresos, capacitación, acceso a las tecnologías modernas e infraestructuras educativas de primer nivel; si efectivamente podemos llevar el presupuesto de educación pública de 3.5% a 5% del PBI, más 4 o 5% del sector privado (hoy está en 3%), podremos invertir en educación escolar el 10% del PBI. Ver en Lampadia nuestra propuesta de ‘Dignifiquemos el rol de los maestros’ y Educación y Habilidades para el Futuro.

Una de las grandes trabas de la transformación educativa en el Perú y en muchos países del mundo son las militancias gremiales de los sindicatos de maestros. En el caso de nuestro país, esto ha probado ser especialmente difícil pues, ante la pobreza a la que condenamos al magisterio, era lógico que se refugiaran en la protección sindical.

El empobrecimiento de la profesión del maestro fue producto de un país que por 30 años se cerró a la inversión privada (60s, 70s y 80s) y a los mercados internacionales, que solo logró el estancamiento de toda la sociedad: ciudadanos, empresas y Estado.

Evidentemente, esta realidad convirtió al magisterio en ‘bocatto di cardenale’ para la infiltración política del gremio. Hasta hoy día el SUTEP sigue suscribiendo la ‘lucha de clases’ y está controlado por Patria Roja, un partido político de ideología comunista al que el Conare (Movadef –  Sendero Luminoso) le está disputando el control.

En el nuevo escenario que se nos abre con la cultura del éxito y la meritocracia, será muy difícil que los maestros dejen de adoptar otros valores, pues les estaríamos ofreciendo que a cambio de meritocracia, de una clara opción por la calidad educativa y de alejarse del refugio gremial (cooptado por la ideología); reciban los honores de una profesión que nunca debió devaluarse y ser parte de una de las más admiradas profesiones del país.

Ahora que hemos paladeado, recientemente, la sensación de abundancia y que tenemos la oportunidad que nos abre esta nueva cultura y este mejorado sentido común, tenemos que ser conscientes de que necesitamos que la economía del país siga creciendo y generando la riqueza que haga posible estas realizaciones.

¡Todos por la educación! ¡Todos por la cultura del éxito, la meritocracia y  la calidad educativa! No desmayemos, la prosperidad está a nuestro alcance. Lampadia

 

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