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Los relatos de América Latina han creado una realidad peor

Hoy compartimos con nuestros seguidores, un magnífico discurso de Fausto Salinas Lovón, que denuncia como los ‘relatos’ han creado en América Latina y el Perú, una interpretación de la realidad que nos ha llevado a desenfocar nuestra visión del desarrollo y nuestra acción política, para terminar cayendo en los tres grandes males de nuestra región, el autoritarismo, el populismo y la corrupción.

Tres grandes males que se refuerzan mutuamente y distraen la atención de los ciudadanos, evitando una presencia crítica en la formación de nuestras estrategias de desarrollo y las políticas públicas.

Fausto, un cusqueño comprometido con la construcción de nuestra nación, colaborador de Lampadia, tiene el valor de alejarse de lo ‘políticamente correcto’, para prender las luces que deben ayudarnos a reaccionar hacia la acción cívica. Reclamo que les plantea a sus colegas del Rotary International, en la inauguración de la Conferencia del Distrito 4455, en el Cusco.

Fausto Salinas Lovón
Cusco
Compartido con Lampadia

Conferencia pronunciada en la Inauguración de la Conferencia Distrital del Distrito 4455 de Rotary International, en el Cusco, el 25 de mayo de 2018

El propósito de esta conferencia es mostrar cómo en América Latina los relatos sobre su historia se van alejando de la realidad, se convierten en una nueva historia y han creado una realidad mucho peor.

La historia de América Latina está llena de relatos. La realidad, desde el sur del Rio Grande hasta la Patagonia, ha sido una sola y ha estado allí, por varios siglos después de la conquista, sin embargo, los relatos que se han dado para contar esa historia y sobre todo para explicarla, han sido muy variados y de distinto tipo.

En la colonia, hubo dos tipos de relatos. Unos que nos decían que no éramos una civilización, que discutían inclusive nuestra condición humana (me refiero a Jines de Sepulveda en la Conferencia de Valladolid) y que, como lógica consecuencia de ello, nos proponían cambiar todo y sustituir una parte de nuestra esencia por el modo de vida de la metrópoli. El otro relato, nos decía que, si fuimos un conjunto de civilizaciones y culturas y que la colonización sólo era despojo, saqueo y muerte, siendo la consecuencia lógica la necesidad de restablecer la utopía precolombina. Este último relato, ciertamente parte de un hecho histórico: la conquista y el exterminio de varias civilizaciones y culturas; sin embargo, oculta, al igual que el primero, el verdadero sentido de la mezcla de dos mundos: el mestizaje y el surgimiento de una nueva sociedad. La realidad del mestizaje racial y cultural no era advertida por estos relatos.

En la emancipación y el primer siglo republicano, el relato interesado de los caudillos nos hizo creer a todos que podíamos pasar fácilmente, de ser súbditos a ciudadanos de repúblicas inexistentes. Siguiendo estos relatos y desoyendo el mensaje sanmartiniano de prudencia constitucional o las advertencias de Juan Bautista Alberdi a quien le preocupaba nuestra falta de ciudadanía, nuestro desapego a la Ley o el irrespeto a la autoridad, nos enfrascamos en un republicanismo tropical que engendró casi un siglo de caudillismo militar estéril, sólo interrumpido por escasas primaveras liberales y constitucionales en la Argentina con Mitre, Sarmiento y Avellaneda;  en Chile con Andrés Bello o en Perú con José Pardo y el Partido Civil.  Este caudillaje militar engendrado por estos relatos, no hizo otra cosa que prolongar nuestra inmadurez continental y retardó la consolidación institucional de nuestros países. Es cierto que en el Siglo XIX la amenaza de una reconquista europea rondaba diversos ámbitos de nuestro continente; sin embargo, esto sólo fue la coartada para no avanzar en la instauración de verdaderas repúblicas y estados de derecho con libertades ciudadanas.

A principios del siglo XX América Latina tiñó sus relatos de radicalismo. Las ideas de los anarquistas Proudhon, Kropotkin y Mijaíl Bakunin llegaron a América y el anarquismo, llamado a exacerbar la libertad, no ayudó en su protección y terminó siendo simple telonero del marxismo anticapitalista que aterrizó, hace un siglo en nuestra Región, para no dejarla nunca más. En efecto, las ideas anarquistas impulsaron los primeros movimientos sindicales en Argentina, Chile, Perú, sin embargo, fueron superadas por el embate comunista que pasó a controlar el sindicalismo en esta parte del mundo.

En este terreno, abonado por el radicalismo, América Latina siguió siendo tierra de relatos y el nuevo pretexto a inicios del Siglo XX fue la Doctrina Monroe.

Según esta doctrina, acuñada en Washington, Norteamérica podía intervenir en caso de que una potencia colonial europea quisiera reconquistar territorios en América. El intervencionismo norteamericano surge entonces como el nuevo y principal enemigo de la Región, y el relato nos dice que los Estados Unidos están detrás de todo porque quiere una América para los Americanos y que invadirán todo aquello que les parezca. A partir de este relato,  se nos ha llevado a ver en todo la mano norteamericana y su afán intervencionista, pese a que ya han pasado 100 años desde la construcción del canal de Panamá (probablemente el acto más nítido del intervencionismo norteamericano) y ha pasado ½ siglo desde la Alianza para el Progreso, tiempo desde el cual hemos dejado de ser parte de la página principal del Departamento de Estado, ocupado en Corea y China en los 50s, en Vietnam, en los 60´s , en Rusia , Medio Oriente, Afganistán e Irak y ahora en Siria y Corea del Norte. Pero el relato está tan vivo, que, en la cumbre de las Américas de abril pasado, en Lima, el canciller Cubano Bruno Rodríguez, espetó al Vicepresidente Norteamericano Mike Pence, la Doctrina Monroe, afirmando que el encarcelamiento de Luis Ignacio Lula por corrupción es una expresión más del intervencionismo norteamericano.

Si la Doctrina Monroe estuviera presente en la realidad latinoamericana de las últimas décadas y no solo en el relato, Allende no hubiera tenido tiempo de destruir la economía y sociedad chilenas, la Isla del Mal hubiera sido destruida por unos cuantos misiles y en Venezuela, Chávez hubiera podido ver las consecuencias de sus atrocidades. 

Así ha transcurrido el Siglo XX en América Latina en medio de relatos.  En el Perú, de la mano del marxismo de Mariátegui y del antiimperialismo de Haya de la Torre en Perú, se construyeron enemigos distantes en Nueva York y Londres, contra quienes se luchaba en calles y plazas, se aglutinaban masas y obviamente se obtenían votos.  Basados en relatos similares, antiimperialistas y nacionalistas, en 1929 surgió en México el PRI, que gracias a su relato populista se mantuvo en el poder 70 años en lo que Octavio Paz llama la Dictadura Perfecta, que le permitió controlar los sindicatos, las alcaldías, las profesiones, los Estado y obviamente el gobierno central por todo este tiempo.

En La Argentina, el relato entronizó a los “descamisados” como protagonistas de la acción política y bajo el concepto de que las “nacionalizaciones nos hacen independientes” acuñado por Perón a raíz de la compra de los ferrocarriles a los ingleses, se estatizó la infraestructura pública de ese país, se hizo de la dádiva y el subsidio el lenguaje político y se creó el engaño más acabado de América Latina, el peronismo, que tiene la capacidad de cobijar en su regazo a personajes tan variados como el pseudo liberal Carlos Saúl Menen o la pareja de Néstor y Cristina Kirchner.

En Chile, el relato comunista tuvo forma poética con Pablo Neruda y este, que no renunció a sus tres esposas, pero si a la candidatura presidencial comunista en favor de Allende, hizo posible la llegada del comunismo al poder, con las consecuencias que todos conocemos.

Pero es Cuba, sin ninguna duda, donde se han fabricado los mejores y más poderosos relatos de la historia latinoamericana. Dos fabuladores brillantes como Fidel Castro y Ernesto Che Guevara le hicieron creer al mundo que destruir una nación, asesinar opositores, abolir las elecciones, eliminar la separación de poderes, suprimir la alternancia en el poder, asesinar homosexuales por simple homofobia, exportar guerrillas e instalar el totalitarismo de estado eran actos de dignidad, de heroísmo y de valor revolucionario, porque se daban en contra del Imperio.

En 1963, Lisa Howard, periodista de la ABC entrevistó a Ernesto Che Guevara y le preguntó cuales son los 2 principales problemas de Cuba. Guevara, puro en mano y con dos balas de fusil como decorado de esta entrevista le respondió: Uno el Imperialismo. Dos, el Imperialismo.

Obviamente, en Cuba más que en ningún sitio era necesario un relato de esta magnitud. Había que justificar la destrucción de una nación libre y el enemigo, estaba apenas a 70 millas.

El relato del antiimperialismo y la lucha de clases ligado al anterior, es tan fuerte y vigente que nos ha puesto en guardia de alguien a quien hemos dejado de interesarle hace décadas y hemos perdido la carrera frente a quienes no vieron esos enemigos y nos han ganado la carrera de la historia. Corea, Singapur, Taiwán no se pusieron en guardia frente a imperialismo y sus fantasmas y, en 40 años, han dejado el tercer mundo y son potencias, mientras nosotros, seguimos apostados en trincheras universitarias, académicas, políticas, en contra el imperialismo.

Hay otro relato que no se acuñó en las batallas políticas sino en los gabinetes. La teoría de la dependencia. Esta teoría utiliza la dualidad metrópoli-satélite​ para sostener que la economía mundial posee un diseño desigual y perjudicial para los países no desarrollados, a los que se les ha asignado un rol de subordinación de producción de materias primas con bajo valor agregado, en tanto que las decisiones fundamentales y los mayores beneficios se realizan en los países centrales, a los que se ha asignado la producción industrial de alto valor agregado.

La versión poética de esta teoría (porque los poetas, siguiendo el mandato de Gramschi tenían el encargo de tomar la cultura para garantizar la hegemonía), la dio Eduardo Galeano en sus Venas Abiertas de América Latina de 1971.

“La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, se especializó en perder”   

Este debe ser uno de los relatos más tóxicos de la realidad latinoamericana, ya que, si a alguien le dicen que nació para perder, probablemente no esté dispuesto ni siquiera a entrar al campo de juego.

El último relato es el Socialismo del Siglo XXI creado en el Foro de Sao Paulo, fundado en 1990 a instancia del PT de Luis Ignacio Lula da Silva, como la agrupación de izquierdas latinoamericanas. En su formación, posterior a la caída del muro de Berlín, este Foro sólo tenía a un partido miembro que estaba en el poder: El partido comunista de Cuba. En 20 años llegó a tener hegemonía en América Latina con la llegada de Chávez al poder en Venezuela en 1998, el triunfo de Lula y el Partido de los Trabajadores en 2002 en Brasil, luego Tabaré Vázquez del Frente Amplio en Uruguay en 2004, Evo Morales por el  Movimiento al Socialismo en Bolivia en 2005, Michelle Bachelet del Partido Socialista de Chile en 2006, Rafael Correa por Alianza PAIS en Ecuador en 2006, Daniel Ortega por el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua en 2006, Fernando Lugo en Paraguay, José Mujica por el Frente Amplio en Uruguay en 2009, Mauricio Funes del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional de El Salvador en 2009, Dilma Rousseff por el PT de Brasil en 2010, Ollanta Humala por el Partido Nacionalista de Perú en 2011, Nicolás Maduro del Partido Socialista Unido de Venezuela en 2013, Michelle Bachelet del Partido Socialista de Chile de nuevo en 2014 y Salvador Sánchez Cerén del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional en 2014.

El Foro de Sao Paulo nos contó el relato de que el socialismo real, caído estrepitosamente en 1989 en Europa del Este y luego en la Unión Soviética si era posible en América Latina en la medida en que se agregaran ciertas dosis de autoritarismo, privación de libertades, nacionalizaciones, populismo y clientelismo.

Es verdad que algunos países y por algún tiempo, han tratado de sustraerse de este relato. El Perú, en los últimos 25 años, con la excepción del quinquenio humalista. Chile desde 1980, con algunos tropiezos en el segundo gobierno Bachelet.  Colombia desde Álvaro Uribe y México desde Salinas de Gortari y con mayor firmeza desde Fox y Calderón, a través de su apertura comercial, su apuesta por la democracia, su agresiva política social para reducir la brecha de ingresos y su apertura al capital y la inversión. Sin embargo, nada garantiza que el relato no se vuelva a imponer en estos países y señores como Petros, Lopez Obrador u otros sombríos seguidores del relato de Sao Paulo hagan tropezar a esos países, ya que la vacuna del progreso no ha llegado aún a esas naciones.

¿Pero, cual ha sido el precio de estos y otros relatos similares que han cambiado y sustituido la realidad de América Latina? ¿Qué consecuencias han generado?

Estos relatos, reafirmados día a día en la política doméstica de América Latina, en los debates sindicales, en las notas periodísticas, en los debates universitarios, en los comentarios en redes sociales, han engendrado dos consecuencias muy graves:

En primer lugar, nos ha sustraído la responsabilidad de nuestro destino. La ha puesto en manos de los conquistadores, del imperio, del capitalismo y de la globalización. Nosotros no hemos sido ni seremos responsables de nuestro destino. Nada de lo que hagamos para mejorar como personas, empresarios, intelectuales o lo que fuera, será suficiente porque como indica el relato, la culpa es del Imperio o nacimos para perder.

En segundo lugar, ha construido enemigos falaces y ha creado batallas innecesarias.

Los verbos de una sociedad que no tiene estos relatos son: Inventar, Crear, Progresar, Enriquecer o Innovar. La sociedad que no tiene enemigos falaces inventa y crea. La sociedad que no se siente perdedora progresa. La sociedad que no cree en la lucha de clases progresa y se enriquece. La sociedad que no tiene complejos, innova.

Pero, una sociedad como la nuestra, plagada de estos relatos, usa otros verbos. Los verbos de una sociedad que no es responsable de su destino y que tiene enemigos que la hacen pobre son: Luchar, Reivindicar, Confrontar, Conquistar.

Con una predicación de este tipo, hemos tolerado que hoy día, América Latina sea el continente de la corrupción, el populismo y el autoritarismo. La corrupción de las empresas brasileras apadrinadas por el PT, el autoritarismo rabioso de Maduro o el disimulado de Evo Morales, la perpetuación en el poder y la mayor y más triste crisis humanitaria de Venezuela, son la consecuencia de todos estos relatos.

No es casual que Luis Ignacio Lula Da Silva, en su última visita a Caracas en el 2010, le dijera a Chávez:

“Quiero agradecer a los empresarios brasileros porque ellos a pesar de su preocupación de algunas noticias de que Venezuela va a estatizar empresas o no les pague a las empresas, estos empresarios tienen confianza porque ellos están motivados y conozco la extraordinaria relación que usted tiene con esos empresarios.”

Pero, esto solo ha sido posible porque los gurús del relato sostuvieron que en Venezuela sólo había manipulación y no dictadura. Eduardo Galeano en el 2004, en Italia decía:

“El caso más claro y escandaloso de manipulación de la opinión pública mundial es hoy por hoy el caso de Venezuela. En el teatro del bien y del mal hay una distribución de funciones entre ángeles y demonios y Hugo Chávez es uno de los principales demonios, un dictador desde el punto de vista de las fábricas de la opinión pública mundial”.

En clave contemporánea, podemos concluir sin temor a equivocarnos que, han sido estos relatos los que han engendrado el autoritarismo que tenemos hoy en Nicaragua y Bolivia y las dictaduras infames de Venezuela y Cuba. Esos relatos en su afán de mostrar una realidad acorde a sus intereses han creado una realidad peor y de ella somos víctimas hoy día.

Pero entonces, ustedes se preguntarán, y en todo esto, ¿cuál es el rol de los rotarios?

  • ¿Seguir repartiendo refrigerios para los vacunadores de la Polio, cuando el Estado en manos de los seguidores del relato sigue oprimiendo a los pueblos latinoamericanos?
  • ¿Llevar abrigo a nuestros compatriotas empobrecidos por seguidores del relato que les impiden desarrollar actividades mineras o forestales en sus tierras?
  • ¿Poner agua potable en comunidades que se oponen a tener su propia riqueza en base a la explotación de los recursos naturales?

Algunos deben pensar que si.

Yo, y con esto comienzo el final de esta conferencia, no creo en estos relatos. Creo que la historia de América Latina debe borrar estas páginas horribles. Debe arrancar estos relatos infames que han creado una realidad peor y debe recuperar las enseñanzas de Sarmiento, el valor del mestizaje de Víctor Andrés Belaunde Diez Canseco y José Uriel García, las enseñanzas de Andrés Bello y volver a poner al latinoamericano en el protagonismo de su propia historia.

Y creo que los rotarios, si queremos ser líderes en un mundo y una realidad como esta, no podemos quedarnos en el balcón, viendo, por ejemplo, como nuestra inacción frente a los relatos, ha convertido a Venezuela en lo que es. Hemos dejado que el relato cause mucho daño.

Cuando veo los sitios de internet de los clubes de la frontera de Colombia con Venezuela en las zonas de Bucaramanga, por ejemplo, o los sitios web de los distritos de Venezuela y advierto que allí no se refleja lo que pasa en esas realidades, pienso que estamos convertidos en los músicos del Titanic, enviados a tocar “Cerca de ti Señor”, la patética interpretación en medio del naufragio.

Yo, no creo que ese sea el rol del rotario. El rotario no solo debe alimentar hambrientos y curar heridos, el rotario debe alimentar espíritus para que la destrucción de los relatos no siga haciendo de América Latina la región perdida del mundo.

En esta ciudad, ombligo del Mundo Andino, donde se ha creado, por ejemplo, uno de los disparates diplomáticos más grandes de los últimos años, la UNASUR, que solo ha servido para mermar protagonismo a la OEA y para validar autoritarismos, también podemos asumir el compromiso de buscar que el relato termine y que la libertad, la democracia y el estado de derecho sean el verdadero alimento de los pueblos de América Latina. Solo así podremos decir que somos líderes prestando servicios humanitarios, promoviendo normas de ética y contribuyendo a fomentar la buena voluntad y la paz en el mundo.

Espero que este breve ensayo nos motive en esta Conferencia a tomar acción.

Muchas Gracias. Lampadia




Entendamos los riesgos que nos trae el ‘Eje Cuba-Venezuela’

Desde el 1 de abril, los manifestantes anti-gobierno han organizado protestas diarias en toda Venezuela, las cuales continúan enfrentándose violentamente por parte de las fuerzas de la dictadura chavista, dejando a miles arrestados, cientos heridos y 75 muertos (hasta ahora). Los activistas de la oposición protestan contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro, culpándolo por un régimen corrupto que ha creado una crisis económica y humanitaria sin precedentes.

Fuente: CNN

Esta es la mayor ola de protestas que los venezolanos han visto en décadas. Lo que impulsa esta indignación no es sólo rabia, sino desesperación. Están protestando por la falta de alimentos y medicinas, el deplorable sistema de salud, la inseguridad y la falta de libertad. La hiperinflación está fuera de control y a ha destruido lo que quedaba de los ahorros de las personas. Un país lleno de recursos, que debería estar entre los más ricos del mundo, está sumido en la miseria, gracias a las ‘ideas muertas’ del llamado socialismo del siglo xxi.

Un proceso de cubanización

Lo que sucede es que el pueblo venezolano se está enfrentando una dictadura dirigida por los expertos del castrismo cubano que ha convertido a Venezuela en su colonia. Venezuela está ante un ‘proceso de cubanización’, la instalación de una dictadura a largo plazo asociada al narcotráfico y auspiciada por socios internacionales fuera del eje occidental, como Rusia e Irán. Este ‘Eje Cuba-Venezuela’ es una mezcla peligrosamente tóxica de dos regímenes liderados por dictadores que patrocinan el terrorismo, violan los derechos humanos, censuran los medios de comunicación, secuestran ciudadanos inocentes y rutinariamente incumplen con las normas internacionales. Ver en Lampadia: No permitamos la consolidación del ‘Eje Cuba-Venezuela’ y la opinión de Moisés Naim: Maduro no importa. En ambas publicaciones se explica que Venezuela está dominada por tres poderes: el narcotráfico internacional, los cubanos y los militares corruptos de Venezuela.

Esto es especialmente peligroso porque el ‘Eje Cuba-Venezuela’ pretende extender el control territorial de Cuba a Sudamérica, algo muy difícil de combatir sin apoyo exterior. Como afirma Carlos Sánchez Berzaín (Director del Interamerican Institute for Democracy) en el Diario Las Américas (diario hispano del sur de la Florida):

“El enemigo real del pueblo venezolano es la dictadura cubana que tiene subordinadas las dictaduras del socialismo del siglo XXI (SSXXI). (…) el pueblo venezolano, en la recuperación de su libertad y su democracia, no está luchando contra el “dictador títere Nicolás Maduro”, no es un problema interno entre venezolanos. El enemigo es el “imperialismo dictatorial castrista” con su centro de poder hegemónico en La Habana y con: sus incondicionales Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Salvador; con 18 países más del Petrocaribe; con las FARC y el narcotráfico movilizados (como lo estuvieron para el derrocamiento del presidente boliviano el 2003); con un aparato de control y/o neutralización de organizaciones internacionales; con aliados mundiales muy poderosos coincidentes en su ataque a Estados Unidos y/o en muy buenos negocios; con corruptela transnacional que teme el destape de sus crímenes; con nuevos ricos operando medios de comunicación y prensa; con dinero ilimitado para corromper; con vinculaciones al terrorismo islámico. Por su propia seguridad las democracias no pueden dejar solo al pueblo venezolano”.

Una crisis migratoria en Latinoamérica

En cuanto a la región latinoamericana, sería suicida seguir ignorando la crisis por la que están pasando nuestros vecinos. No solo es inaceptable que sigamos impasivos ante la crisis humanitaria impuesta al pueblo venezolano, también debemos cuidar las implicancias de la penetración cubana en Sudamérica:

  • Como una interferencia grave en nuestro espacio político
  • Como fuente de corrupción de las mafias del narcotráfico
  • Como una futura ola de migración con alto costo social

Hoy ya tenemos una importante migración de venezolanos, pero si se consolida en el poder el ‘Eje Cuba-Venezuela’, tendremos que recibir, ¿a la mitad? ¿a dos tercios de los venezolanos? Eso implica un alto costo social para los migrantes y las poblaciones que tengan que recibirlos.

Fuente:  elconfidencial.com

Una encuesta del 2016 de Datincorp, un encuestador de Caracas, encontró que alrededor del 57 % de los venezolanos querían salir del país. La pregunta es si el resto de América Latina está listo para asumir estos inmigrantes. Recordemos la catastrófica situación que se está viviendo en Europa, donde los países ya están cerrando sus fronteras porque la situación está llegando a niveles inmanejables, y los refugiados están ejerciendo una presión en las finanzas de los distintos países.

La primera parada para muchos venezolanos que huyen es Colombia o Brasil, sus fronteras. El Washington Post estima que 10,000 venezolanos están cruzando a Brasil cada mes, la mayoría busca alimentos y medicinas. Los mercados en auge de Pacaraima hicieron que Maduro respondiera de la misma manera que hizo a Cúcuta (Colombia): cerrando la frontera, afirmando que era una medida necesaria contra los negocios del mercado negro.

¿Cómo se puede detener esta dictadura venezolana?

Las constantes manifestaciones en Venezuela dejan claro el nivel de desesperación de  una nación indefensa, y son una señal de que la población quiere salir de esta situación y lucharán hasta lograrlo. Sin embargo, necesitan más que manifestaciones. Necesitan el apoyo de sus países vecinos y de instituciones mundiales. La dictadura juega a agotarlos y eventualmente, imponer una poderosa y brutal dictadura, como lo hicieron los Castro en Cuba.

Hasta ahora, los chispazos de rebeldía observados en las fuerzas armadas, han sido rápidamente resueltos con carcelería a todos los implicados. No nos olvidemos que la maquinaria de inteligencia de los cubanos es una de las más sofisticadas del mundo. Hace un par de días, salió la noticia de que el hijo de uno de los jerarcas del régimen había fallecido en los enfrentamientos con los esbirros del régimen. Quién sabe si algo así, permita una reacción más contundente entre quienes acompañan a Maduro y los cubanos.

La posibilidad de que Maduro salga del poder solo por las protestas es cada vez más improbable, y tampoco por las acciones políticas del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) y de la coalición de la oposición, que ya discuten sobre un simbólico retiro del presidente.

Para que se pueda consolidar una reacción militar contraria al régimen hay que definir qué se les ofrece a los militares que son parte de él, persecución o perdón si lo derrocan.

Maduro se ha convertido en la cabeza (sustituible) del Eje Cubano-Venezolano que tortura a un gran país. Sin apoyo externo, difícilmente se podrá parar la dictadura chavista. Más vale que los latinoamericanos comprometidos con la libertad, la democracia y la economía de mercado, vayamos entendiendo que, tarde o temprano, tendremos que enfrentar una situación límite. Lampadia

 




Socialistas al Servicio de la Corrupción

Sebastiao Mendonca Ferreira
Centro Wiñaq
Para Lampadia

Los izquierdistas latinoamericanos no saben crear riqueza. Por esta incapacidad, ellos siempre buscan piscinas de riqueza que disputar, y las grandes piscinas de riqueza en América Latina son: los presupuestos nacionales, los recursos naturales y las grandes empresas. Es la disputa de esas riquezas lo que explica la lógica detrás del accionar y de los discursos de la izquierda.

La corrupción, la promoción de conflictos sociales y las estatizaciones de las empresas están entre los principales mecanismos de apropiación de esas riquezas, usadas por la izquierda. Si observamos la operatividad de las organizaciones de izquierda, más allá de sus discursos políticos, vemos que ellos siempre están relacionados a algunos de esos tres mecanismos. 

Los empresarios mercantilistas también buscan apropiarse de los recursos ajenos. Para ellos, la corrupción es la modalidad preferida. Más allá de sus diferencias ideológicas, la asociación entre socialistas y mercantilistas es mutuamente conveniente.

La izquierda descubre la estabilidad

En las últimas décadas del siglo pasado, los gobiernos de la izquierda fueron sinónimos de inestabilidad. Joao Goulart, en Brasil, Salvador Allende, en Chile y Hernán Siles Zuazo, en Bolivia, en menos de tres años, generaron profundas crisis sociales y políticas en sus países y no lograron siquiera terminar sus períodos. Todos ellos fueron destituidos y dieron origen a gobiernos autoritarios y violentos que se legitimaron, por un tiempo, ordenando el desastre dejado por la izquierda.

Es con una nueva generación de la izquierda en el poder, tanto de social-demócratas como de populistas, Fernando Henrique Cardoso (1995), Hugo Chávez (1999), Ricardo Lagos (2000), Luis Ignacio Lula da Silva (2003), Tabaré Vázquez (2005), Rafael Correa (2007), que la izquierda latinoamericana logra estabilizarse en una función de gobierno, generando así una nueva ola de los gobiernos de ideología socialista.

Lula da Silva, entonces presidente de Brasil, junto a Emilio Odebrecht y Marcelo Odebrecht en la inauguración de una planta de Braskem
Fuente: idl-reporteros.pe

El auge de la economía mundial y de los precios de las commodities crearon condiciones favorables a las políticas populistas y, por ende, para los gobiernos de izquierda. Por algunos años, muchos pensaron que el “socialismo del siglo XXI” era una nueva tendencia social, un renacimiento del marxismo después del fracaso de la Unión Soviética y de Mao Zedong. Pero con la crisis del 2008 y la caída del precio del petróleo, el sueño acabó. El nuevo contexto económico internacional obligó a los países latinoamericanos a volver al realismo. [1]

La corrupción tradicional o como funciona el mercantilismo

La corrupción ha sido, en mayor o menor grado, una vieja tradición en América Latina. Con las excepciones de Uruguay y Chile que se mantienen respectivamente en los puestos 21 y 24 de Transparencia Internacional, los países Sudamericanos se ubican en los niveles medios y altos de corrupción, entre los 176 países evaluados: Brasil (79º), Argentina (95º), Perú (101º), Ecuador (120º), etc.

El mecanismo tradicional más común de la corrupción en los países democráticos es la negociación de contratos de obras públicas entre autoridades públicas y empresas privadas locales y/o extranjeras.

Las autoridades públicas alteran las reglas de las licitaciones para beneficiar a empresas específicas, como parte de un acuerdo previo entre autoridades y empresas.

  1. En las negociaciones las empresas contratistas sobre-valoran los montos de los contratos, las autoridades aceptan la sobre-valoración y las empresas comparten el sobre-precio con las autoridades, bajo la forma de soborno.
  2. Las autoridades y gobernantes utilizan esos recursos para tres fines: (a) financiar sus actividades políticas, especialmente las campañas electorales, (b) comprar y consolidar sus coaliciones de poder y (c) enriquecerse personalmente.

En algunos países, como en Brasil, las empresas contratistas forman carteles para evitar la competencia entre ellas y bloquear el ingreso de otras empresas. Esos carteles llegan a acuerdos con diversos grupos políticos nacionales y/o regionales y esos acuerdos pueden mantenerse por muchos años, y a veces, por décadas

La corrupción en dictaduras: Cuba y Venezuela

En los gobiernos dictatoriales, donde un solo partido tiene el control del ejecutivo, de la contraloría y del poder judicial (Cuba y Venezuela), la corrupción asume la forma de apropiación directa de los impuestos y de los recursos de las empresas públicas. Ante la ausencia de mecanismos efectivos de control, los gobernantes no necesitan atender las formalidades legales y directamente reparten los ingresos públicos en tres partes:

  1. Entrega de dinero y puestos de mando y privilegios para los miembros de la coalición de poder (alta dirección del partido, miembros del ejecutivo, miembros de la Corte Suprema, comandantes de las FFAA, etc.),
  2. Financiamiento de los órganos dedicados al control ciudadano (ejército, policía, medios de comunicación estatales y privados, militancia partidaria, etc.), y
  3. Financiamiento de obras, servicios públicos, corrupciones menores y programas sociales.

Las proporciones entre esos tres destinos dependen de situaciones específicas, pero los dos primeros tienen siempre la más alta prioridad. La unidad de la coalición de poder y el financiamiento de los órganos de control ciudadano son de importancia estratégica para esos regímenes dictatoriales. El país puede estar en calamidad pública, como Venezuela hoy, si la coalición de poder está unida y los órganos de control ciudadano están operando, entonces el poder, y los recursos que se obtienen con el poder, están asegurados.

El Partido de los Trabajadores y la institucionalización de la corrupción.

Los petistas argumentan que ellos no han inventado la corrupción y tienen razón, el mercantilismo ya existía mucho antes que ellos legaran al gobierno. Brasil ya estaba en el puesto 54 de Transparencia Internacional, junto a Bulgaria y República Checa, cuando entró Lula al gobierno. Pero también es verdad que ellos hicieron de la corrupción un elemento central de su estrategia política, modificando tanto los fines como los métodos de la corrupción. En el 2016, al concluir la era PT, Brasil ya se había caído hasta el puesto 79, junto a China e India, países que antes estaban muy por debajo de Brasil.

Una vez que el Lula llegó al gobierno, el PT institucionalizó la corrupción y estandarizó los contratos con la Petrobras, y con algunas otras grandes empresas. Con ese nuevo esquema, los partidos políticos podrían exigir soborno a las empresas proveedoras de bienes y servicios. El artículo Petrolao, publicado por Lampadia explica en detalle ese esquema. 

  1. El control de las empresas públicas era/es una fuente permanente de recursos para los partidos políticos, vía comisiones en los contratos con las proveedoras.
  2. Los porcentajes de los sobornos, por lo general, estaban pre-definidos variando según empresas y los tipos de bienes o servicios.
  3. La distribución de los sobornos se hacía a los miembros de la coalición de poder según cuotas previamente definidas entre ellos. En el caso de Petrobras, 2% sería para el PT y el 1% se distribuiría entre el PP y el PMDB.
  4. Los fines del soborno serían básicamente dos: financiamiento político (campañas electorales, funcionamiento partidario, etc.) y enriquecimiento personal de los directivos de los partidos. 

En el gobierno del PT, si un partido era miembro de la coalición de poder (Base Aliada, decían ellos), la organización y sus miembros se incorporaban en la institucionalidad de la corrupción. La corrupción dejó de ser la estrategia de algunos individuos o de pequeñas mafias partidarias para se tornar un sistema institucionalizado. Dos tesoreros del PT están en la cárcel y otro ha sido condenado por su rol en el funcionamiento de la corrupción.

Pero no era solo la organización partidaria, como un todo, que estaba involucrada en la corrupción, era la institucionalidad misma de gobierno la que se comprometía con el sistema montado por el PT. Varios ex-ministros de economía y ex-primer-ministros de Lula y Dilma están hoy acusados de ser agentes activos de los mecanismos de la corrupción. Es decir, para el PT la corrupción era política de gobierno, y como veremos más adelante, era funcional de su idea de sociedad futura y estrategia de poder. Como era de esperarse, su discurso político ocultaba la práctica diaria del partido, presentándolo como una organización motivada por la sensibilidad social y sentido de responsabilidad patriótica.  

La internacionalización de la corrupción.

En los objetivos de largo plazo del PT estaba la creación de una red latinoamericana de aliados políticos, ideológicamente alineados con su corriente socialista-populista. Para ese propósito el PT ha ideado tres instrumentos: uno político, otro financiero y otro técnico:

  1. El instrumento político fue el Foro de Sao Paulo, creado por Lula y Fidel Castro en 1990, como un espacio de debate y coordinación entre los grupos de izquierda de América Latina. El éxito del Foro de Sao Paulo fue notable, logrando agrupar a más de 100 organizaciones, y apoyándolos en el logro de sus objetivos políticos.[i] El Foro de Sao Paulo antes que una instancia de conspiración política, como muchos lo han imaginado, ha sido y es una instancia de articulación entre grupos políticos con propuestas disímiles, pero con el interés común de llegar al poder. El Foro de Sao Paulo no dirigía ni dirige a sus miembros, pero sí les brinda criterios en temas políticos, y genera un espacio de intercambio de ideas y conocimientos muy útiles para ellos. El Foro de Sao Paulo ha sido y es un espacio de unidad regional entre grupos que, en sus mismos países, no logran ponerse de acuerdo. Algunos miembros peruanos del Foro de Sao Paulo son: Partido Comunista del Perú-Patria Roja, Partido Comunista Peruano, Partido Nacionalista del Perú, Ciudadanos por el Cambio, y Tierra y Libertad.
  2. El instrumento financiero ha sido el BNDES (Banco Nacional de Desenvolvimento Económico y Social). Creado en 1952 por Getulio Vargas como un banco tradicional de fomento e intervención interna anti-cíclica, el BNDES, sufrió una transformación mayor en la era petista. En 10 años, sus activos y sus colocaciones fueron multiplicados por casi seis (ver cuadro abajo), llegando en el 2014 a disponer del mismo nivel de activos ($344 mil millones) que el Banco Mundial (358.9 mil millones).[ii],[iii],[iv] Con el PT, el BNDES pasó a financiar importantes obras en el exterior ($14 mil millones). La justificación era siempre la integración regional, pero las obras principales coinciden con el mapa de los aliados políticos del PT. Los gobiernos que recibieron el mayor financiamiento de BNDES para grandes obras con Odebrecht fueron Cuba, Venezuela, Argentina, República Dominicana, y Perú.[v] Y en África, los países beneficiados fueron Angola y Mozambique. Para ocultar el uso político de los recursos del BNDES, el gobierno del PT bloqueó el acceso de la prensa a la información de los préstamos del BNDES en el exterior, como si el conocimiento de esos créditos involucrara problemas de seguridad nacional.

  1. El instrumento técnico fue la asistencia en marketing electoral brindado por el equipo de Joao Santana. Resulta que la tecnología de campaña electoral en Brasil está más desarrollada que en la mayoría de los países de América Latina, y el PT ha constituido un equipo de marketing de campaña electoral de muy buen nivel.[i] Joao Santana, preso con su esposa a inicios del 2016, era el estratega, que diseñaba las campañas, y los demás miembros de su equipo (argentinos y brasileños) eran los operadores de campaña. Odebrecht se encargaba de financiar las actividades de Santana y su equipo, con depósitos en cuentas en Suiza. Con la asistencia técnica de Santana, el PT logró que sus aliados ganaran elecciones en Venezuela, El Salvador, República Dominicana y Perú, entre otros, y lograron evitar la revocatoria de alcaldesa de Lima. Aun que, fracasaron en las recientes elecciones presidenciales de Argentina.

Conclusiones                                                     

El PT es un partido con ideología socialista y muchos elementos del marxismo. Son discípulos de Antonio Gramsci y buscan que su ideología se vuelva hegemónica en la sociedad. Tienen una concepción utilitarista de la democracia, es decir, usan la democracia para llegar al poder y mantenerse en él, pero no tienen escrúpulos para manipular las instituciones democráticas en función de sus objetivos políticos.

Detrás del discurso socialista, el modelo de sociedad que el PT promueve es una forma de capitalismo corrupto (mercantilista) con alto grado de intervención estatal, sin llegar a ser un capitalismo de estado como China. La ideología socialista, además de brindarle justificativa política y cobertura moral, sirve para viabilizar electoralmente a sus líderes y generar una polarización social hostil a sus rivales políticos. Es decir, un discurso socialista políticamente funcional a su permanencia en el poder, pero tolerante a las incoherencias económicas del mercantilismo, promovido por ellos.

Esa concepción del PT creó las condiciones propicias para constituir una alianza con el cartel de las empresas contratistas. Dentro de una narrativa de Brasil potencia, las obras faraónicas eran muy bien venidas. Manipulaban un sueno nacionalista (alcanzar a los países desarrollados y ser uno de los grandes países del mundo), mientras canalizaban los impuestos del público hacia sus bolsillos y el de las constructoras.

El BNDES, tanto fuera como en el país, ha operado como el gran financiador. En un país de crédito carísimo,[ii] el BNDES entregaba crédito subsidiado a las grandes constructoras y a las empresas aliadas del PT, forzando a un importante sector de los empresarios a aceptar las reglas del juego o competir en desventaja. 

Lo que se dio entre el PT y las contratistas fue una especie de alianza interesada, en que las dos partes ganaban a costa de terceros (mala calidad de los servicios públicos, bajo desempeño de la economía, y condiciones precarias para la población). Con ese sistema, las empresas obtenían contratos públicos con gigantescos sobre-precios y el PT obtenía recursos para financiar sus operaciones políticas, comprar a los miembros de su coalición de poder, y enriquecer a su cúpula partidaria. Lo que sucedía en la práctica, no era que se tenía capitalistas apoyando a socialistas, sino socialistas construyendo un capitalismo corrupto con amplia intervención estatal en alianza con empresas mercantilistas.

El modelo fue exitoso por un tiempo. Mientras duró su gobierno, la influencia política del PT se expandió en América Latina, usando el dinero público (BNDES, y Petrobras) para financiar la corrupción, para intervenir en los países vecinos, llevar al poder gobernantes ideológicamente afines, y hacer millonarias ganancias.

Ahora que los recursos acabaron y la corrupción fue descubierta, la herencia que el PT deja al Brasil es la peor crisis económica en 128 años de vida republicana. Y a los países vecinos, lo que les deja es una situación política y económica afectada por niveles de corrupción sin precedentes. Lampadia

 

[1] Debido a su postura anti-empresarial y su carácter parasitario, los gobiernos de izquierda en América Latina solo son estables si las condiciones del contexto económico son muy favorables, pero entran en crisis cuando el país necesita incrementar su productividad para encarar nuevas condiciones de mercado.

[2] http://forodesaopaulo.org/

[3] http://treasury.worldbank.org/cmd/pdf/InformationStatement.pdf

[4] http://www.bndes.gov.br/SiteBNDES/export/sites/default/bndes_pt/Galerias/Arquivos/empresa/RelAnual/ra2014/RA_2014_esp.pdf

[5] Rezende. F. (2015). Why Does Brazil’s Banking Sector Need Public Banks? What Should BNDES Do? Working paper 825. Accesible en. http://www.levyinstitute.org/pubs/wp_825.pdf

[6] De los $14 mil millones prestados por el BNDES durante los gobiernos del PT, el 70% fue entregado a Odebrecht.

[7] En realidad, el manejo de campañas electorales es un campo en que el PT tiene un nivel técnico excepcional. Lamentablemente, para Brasil, los conocimientos del PT en materia de economía son muy inferiores a sus conocimientos sobre manejo de campañas electorales. Su capacidad de manipulación política es muy superior a su capacidad de gestión económica.

[8] La tasa referencial del Banco Central (Selic) durante el gobierno de Dilma era de 14% (http://www.tradingeconomics.com/brazil/interest-rate). Una tarjeta de crédito en Brasil tiene una tasa de interés superior a 410% al año.

 
 



Venezuela se zambulle en la destructiva hiperinflación

La crisis en Venezuela los ha llevado a un caos generalizado. La escasez de alimentos y medicinas y los constantes saqueos son la expresión más clara de la crisis humanitaria que se ha venido fraguando durante un largo tiempo. La actividad económica está disminuyendo drásticamente y la inflación sigue aumentando al galope, creando un ciclo vicioso que es reforzado por la parálisis política, la falta de electricidad y la prepotencia política del agonizante régimen del ‘socialismo del siglo XXI’.

La población de Venezuela sufre actualmente una grave crisis de inflación. La tasa de inflación real de Venezuela es un gran misterio, dado que el gobierno rara vez publica los números oficiales. Sin embargo, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), Venezuela cerrará el año con una inflación del 475.8%. Esos números exorbitantes se empequeñecen frente a las perspectivas: El FMI cuadruplica las cifras para el 2017.

A medida que el país se aproxima a los niveles de hiperinflación, la compra de artículos cotidianos (cuando están disponibles) utiliza tantos de billetes que los negocios han empezado a abandonar el conteo y están pesando el dinero. Cajas y bolsas de billetes se están convirtiendo en una molestia para los dueños de tiendas que tienen que encontrar lugares para almacenar sus ingresos.

En Venezuela el dinero vale tan poco que ya no se cuenta, se pesa

Esta situación nos hace recordar a los peruanos nuestra propia historia. En la década de 1970, la dictadura militar de Velasco y Morales Bermúdez iniciaron una de las mayores inflaciones de la historia de la economía mundial. Una de las mayores en dos aspectos, por su incidencia y su duración. La hiperinflación peruana descalabró a nuestra sociedad por más de 20 años y en un solo año llegó a generar un aumento de precios de 7,482% (1990).

Para recordarles un poco a los más jóvenes que no sufrieron de esta situación, ésta es una pequeña descripción de la inflación (Ver en Lampadia: La tragedia de los servidores del Estado):

En economía, la inflación se define como un aumento sustancial, persistente y sostenido del nivel general de precios a través del tiempo. Otra forma de definirlo es como la disminución del valor del dinero respecto a la cantidad de bienes o servicios que se pueden comprar con dicho dinero.

En otras palabras, si a principios de año tu ingreso fijo como maestro era de 1,000 soles al mes, tu poder de compra te permitía adquirir bienes por valor de 1,000 soles. Pero si la inflación anual era de 50%, al final del año, los mismos bienes habían subido de precio con la inflación a 1,500 soles, pero no tu ingreso. Por lo tanto, ya no podías comprar las mismas cosas. Solo podías comprar por 1,000 soles, o sea dos tercios (1,000/1,500) de las cosas que podías adquirir a inicios de año.

Hasta ahora, mientras el bolívar se hundía, el gobierno se negaba a imprimir billetes de mayor denominación. El billete de 100 bolívares (el de más alta denominación) vale menos de diez centavos de dólar. Hace unas semanas, el gobierno ya ha solicitado a varias compañías de impresión de moneda que presenten propuestas para billetes de mayores denominaciones: 500 – 1,000 – 5,000 – 10,000, y quizás de 20,000 bolívares. El pedido es que los billetes estén listos a tiempo para los aguinaldos de Navidad.

Exacerbando la situación, el 40% de los venezolanos no tienen cuentas bancarias y a un tercio de los trabajadores se les paga en efectivo. Con tanto efectivo en el país, parecería que obtener dinero en efectivo sería bastante fácil, pero esa no es la situación. De hecho, el Banco Central de Venezuela publicó un estudio que muestra una disminución en los cajeros automáticos disponibles. Los cajeros automáticos que antes se recargaban cada pocos días, ahora se están reponiendo cada pocas horas.

Además, Nicolás Maduro, anunció que el salario mínimo subiría de manera integral 40 % a partir del 1 de noviembre. Éste es el cuarto ajuste al alza que el Ejecutivo ordena en lo que va de año, tiempo en el que se ha profundizado la crisis económica. Ver en Lampadia: La dictadura de Maduro lleva a Venezuela al borde del abismo.

La inflación de Venezuela es una de las alarmas más claras del estallido social. Es una historia cuyo originada por las malas políticas monetarias y la mala regulación del mercado libre. En 2013, el gobierno depreció su moneda a un tercio del valor original con el fin de reducir los costos de exportación y fortalecer los negocios domésticos.

Al hacer las importaciones más caras, el gobierno motivó a los consumidores a comprar productos nacionales. Sin embargo, también aseguró que el país exportara más e importara menos, lo que redujo el suministro de productos para comprar, al tiempo que aumentaba la cantidad de dinero que los consumidores tenían que comprar. La devaluación de la moneda puede parecer que protegía a las empresas nacionales, que sienten menos presión para competir, pero también aumentó los costos de los materiales, lo que causó un resultado neto de reducción de la producción. Esto se debe a que a medida que la oferta de bienes cae mientras aumenta la oferta de divisas para ofertarlos, los precios suben.

Devaluar el bolívar frente al dólar ha detenido la importación de muchos productos de los que el pueblo venezolano dependía para vivir. Los fabricantes estadounidenses tienen poco incentivo para negociar contra una moneda tan devaluada. También ayudó a expulsar al dólar estadounidense del país, lo que ha llevado a la escasez de productos básicos como papel higiénico, arroz, café y medicinas.

Esta crisis ha generado una oleada migratoria, producto de la invivible situación que se está sufriendo en Venezuela. El año pasado, 7,307 venezolanos solicitaron asilo en Estados Unidos, una cifra casi 150% superior a la del año anterior, según los Servicios de Ciudadanía e Inmigración estadounidenses (USCIS). Desde principios de 2014, Venezuela ha estado entre los 10 países cuyos ciudadanos piden más asilo en Estados Unidos, también según los USCIS.

Según la Dirección Nacional de Migraciones de Argentina, la cifra de venezolanos que pidieron residencia aumentó 55.57% entre 2013 y 2014, para convertirse en la procedencia que más ha crecido. Por otro lado, en Colombia, la inmigración venezolana también va en ascenso, con un aumento de 13% en 2015 respecto al año anterior, según la oficina de migración de ese país. Ver en Lampadia: Dictadura socialista sigue agravando crisis humanitaria

Los planes del gobierno de Nicolás Maduro sólo han generado un creciente sufrimiento de la población. La realidad habla por sí sola: el modelo político y económico de Venezuela es insostenible y solo los llevará a la miseria de una espantosa crisis humanitaria que no tiene cuando acabar. Lampadia

 




“El empresariado ya sabe que las dictaduras no sirven”

“El empresariado ya sabe que las dictaduras no sirven”

Entrevista a Ricardo Vega Llona, Empresario.

Por: Gonzalo Pajares

(Perú 21, Viernes 31 de enero del 2014)

“VARGAS LLOSA DIJO QUE LOS EMPRESARIOS ÉRAMOS INCULTOS. TE PUEDO DAR NOMBRES DE VARIOS DE MIS AMIGOS –Y TAMBIÉN AMIGOS DE MARIO– QUE SON MUY CULTOS Y, ES MÁS, PROMUEVEN LA CULTURA. HAY QUE ADJETIVAR LO MENOS POSIBLE; GENERALIZAR, NUNCA”, NOS DICE RICARDO VEGA LLONA.

Ricardo Vega Llona es un empresario al que le interesa mucho la política. Amigo de Vargas Llosa, García y Toledo, entre 1990 y 1992 fue senador por el Fredemo. También ha presidido la Confiep y hoy preside el grupo español OHL que, entre otras tareas, construye la autopista Pativilca-Trujillo. Aquí hablamos de su vida, del país, de sus políticos y sus empresarios.

¿Este es el mejor Perú que ha visto?

Es el mejor que he visto en mi vida empresarial, pero no puedo olvidar el Perú de mi niñez. Crecí en La Punta y tomaba mi tranvía para venir a trabajar a Lima. Por entonces, el Jr. De la Unión era esplendoroso, con mujeres guapísimas.

¿Es verdad que la agenda política la manejan los empresarios y no los gobernantes?

Es mentira que en el Perú cinco personas manejen todo. Ya quisiera que la Confiep tuviera más influencia de la que tiene. Nuestra ‘influencia’ no es real. Queremos ser una voz adicional en el gran debate nacional, pero no manejamos al país. Queremos influir, hacer política de ideas, pero es imposible imponer la agenda del país. Todos estamos de acuerdo con la división de poderes, todos queremos al presidente por un lado y al empresario por el otro, conversando, dialogando, pero separados.

Hoy, los jóvenes quieren ser empresarios, esta ya no es tan ‘mala’ palabra…

Aquí han influido dos factores: antes éramos concesionarios del Estado, no podíamos ser empresarios pues la producción estaba controlada. Esto generó falta de creatividad. En el 90, cuando el Perú entró a un gran cambio, a una economía más abierta, esto cambió. La celeridad de este proceso, aunque suene paradójico, se produjo por ese Estado ineficiente, ausente, lo que le permitió a la gente crear. “No tengo Estado, me las arreglo yo”, dijo el primer emprendedor. Este fenómeno despegó cuando el nuevo Estado se modernizó y abrió su economía. Es increíble cómo una cosa mala pudo generar algo bueno. Lo negativo es la desconexión que aún tenemos con el Estado: poca responsabilidad tributaria, poca participación política, poco interés por la cosa pública.

“La plata se fuga de un país por falta de confianza. Hay que entenderlo bien, no hay nada más cobarde que un dólar”

Muchos afirman con furia: “No quiero que el Estado haga algo por mí, solo deseo que no me moleste”.

Eso no está bien porque si se quiere seguridad, educación, salud no podemos permitirnos ser unas partículas que solo dan vueltas. Para respetarnos también hay que respetar a nuestro país. Y todo empeora con nuestra falta de cultura cívica, esta es una de nuestras carencias. Los mercados tienen que ser libres, pero en mercados imperfectos tiene que haber regulaciones.

“Muchos dicen que el golpe de Velasco fue necesario. Falso. Velasco quebró el país y no realizó grandes conquistas sociales”

Hechas las sumas y las restas, ¿el gobierno de Fujimori fue bueno o malo?

En cierto momento hizo un manejo adecuado de la economía, luego la destruyó; tuvo un momento muy blando contra los subversivos, pero luego cambió para bien, pero mi conclusión es que no fue un buen gobierno. No puedo dejar de reconocerle algunos éxitos, pero no me gusta, pues. Esa idea de Fujimori redentor no me la como. Él impidió que la democracia funcione adecuadamente en el país. Insisto, el objetivo de los empresarios es que al Perú le vaya mejor. Y, para eso, la democracia, la separación de poderes y el respeto por la Constitución son fundamentales. Si algo ha aprendido el empresariado peruano, incluso el que apoyó a Fujimori y aún lo respeta, es que las dictadura no sirven.

Fue asesor de Alan García durante su segundo gobierno…

(Ríe). Un consejero externo, no remunerado. Apoyé su primera candidatura, la de 1985, por eso, Sofocleto me calificó en su revista como ‘El huevón de la semana’ (risas). Con la estatización de la banca, en el 87, esta relación se rompió, pero nunca lo ataqué como persona. Imagino que, por ello, en 2001, tuvo palabras afectuosas conmigo, y yo decidía hacer borrón y cuenta nueva. No voté por él pues apoyé la candidatura de Toledo. En 2006 sí voté por él, nuestra relación mejoró y hoy es una buena amistad. Él quería que trabajase a su lado, no acepté pero le sugerí formar un consejo que, imaginamos, iba a durar dos semanas y se mantuvo durante todo su gobierno, es más, nos reunimos hasta hoy.

Apoyó a Toledo y a García. ¿Cree que son honestos?

Veo con mucha pena el tema en el que se ha metido Alejandro Toledo. Ojalá salga bien de ello, pero ha cometido errores, torpezas. En el caso de García, y vas a pensar que lo defiendo, creo que le han querido montar una celada cobarde. ¿Puedes creer que un gobernante se va a asociar para dar ‘narcoindultos’? García debe estar indignado por ser tratado como bruto. Y ya la Fiscalía ha dicho que no tiene desbalance patrimonial, entonces, ¿qué le quieren inventar?

Como empresario, ¿cómo toma el fallo de La Haya?

Con prudencia. Cerrar este capítulo y mirar hacia el futuro ya es una maravilla. Mire lo beneficiosa que ha resultado la paz con Ecuador. Chile, Perú y México son hoy vistos como países virtuosos, entonces, debemos dejar atrás nuestros problemas y avanzar juntos.

AUTOFICHA

–          Es inaceptable lo que ha hecho La República: ha creado una guerra de guerrillas editorial induciendo a la población a darle a la prensa una importancia que no tiene.

–          Mario Vargas Llosa fue un gran candidato presidencial, aunque Belaunde decía que las plazas públicas no eran para confesarse.

–          Es mentira que en el Perú cinco personas manejen todo. Ya quisiera que la Confiep tuviera más influencia. Queremos ser una voz adicional en el debate nacional.