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Cuba colonizó a Venezuela

Cuba colonizó a Venezuela

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Sin disparar una sola bala, Cuba se apoderó íntegramente de Venezuela, a la que ha saqueado y llevado a la destrucción total.

Hoy el 95% de los venezolanos son pobres, el 75% vive en extrema pobreza y el 25% de la población ha tenido que abandonar su país en condición de miseria.

El origen de esta desgracia humanitaria se debe a 

  • ideologías fracasadas y perversas y destructivas 

  • corrupción generalizada de los gobernantes, 

  • traición a los venezolanos, regalando el país a Cuba, a cambio de técnicas de control político, y a

  • la debilidad de su clase dirigente, desunida, mercantilista y cobarde

A Cuba se le acabó Venezuela. Ahora vienen por más. No cometamos los mismos errores de los venezolanos en Colombia, Chile y Perú, 

Sin usar más palabras, líneas abajo compartimos el último artículo del ínclito venezolano Moisés Naim, que nos enseña el proceso de colonización de su país. 

‘El abrazo fatal de Cuba a Venezuela, una democracia en ascenso arruinada’

Un antiguo aliado de EEUU, rico en petróleo, ha sido colonizado silenciosamente por un vecino mucho más pequeño y pobre. Ahora Venezuela está destrozada y desamparada como un país en guerra.

 

Los presidentes Fidel Castro de Cuba y Hugo Chávez de Venezuela en Ciudad Bolívar,

Venezuela, agosto de 2001. REUTERS

Moisés Naim
Publicado el 11 de diciembre de 2021 como ‘El abrazo fatal de Cuba a Venezuela, una democracia en ascenso arruinada’.
WSJ
Dow Jones & Company, Inc.
Glosado por Lampadia

En el primer semestre de 2019, Venezuela comenzó a sufrir escasez de gasolina. Esto, a primera vista, era absurdo. La nación tenía las reservas de petróleo probadas más grandes del mundo; sus refinerías contaban con la capacidad de satisfacer las necesidades del país muchas veces. Sin embargo, los conductores de todo el país se encontraron esperando días y días en filas frente a las estaciones de servicio, lo que les recordó el viejo chiste de que, si los comunistas se apoderaban del Sahara, éste se quedaría sin arena.

Al mismo tiempo, desde terminales venezolanos partían buques cisterna llenos de petróleo. Lo hicieron en contravención de las sanciones de Estados Unidos, apagaron sus dispositivos de rastreo satelital para evitar ser detectados y se dirigieron al noroeste … hacia Cuba. Esta imagen cuenta la historia fundamental del desastre multinivel de Venezuela. Incluso en medio de una paralizante escasez de gas que dejó a Venezuela en caída libre económica, las prioridades de Caracas eran claras: las necesidades de Cuba son lo primero. Siempre. [TRAICIÓN]

Personas esperan en largas filas por gasolina en una estación
de la petrolera estatal en Maracaibo, Venezuela, 17 de mayo de 2019.

FOTO: ISAAC URRUTIA / REUTERS

Si este orden del día no parece tener sentido, no es nada inusual. Siguen sucediendo cosas en Venezuela que no parecen tener sentido, que ni siquiera se suponía que fueran posibles. El país se ha resistido a tantas tendencias y ha profundizado tanto que todas las explicaciones comunes parecen quedarse cortas.

La implosión de Venezuela no es simplemente la cuestión de un caso perdido de América Latina que hace las cosas que hacen los casos de desastre. Durante gran parte del siglo XX, Venezuela fue el modelo de la exitosa república sudamericana: democrática cuando sus vecinos eran despóticos, próspera cuando sus vecinos eran pobres y estable durante los caprichos de la Guerra Fría. Venezuela se labró un nicho como país que el Departamento de Estado de Estados Unidos podría destacar para defender que la democracia podría funcionar en América Latina.

La respuesta estadounidense al colapso de Venezuela ha sido, por turnos, poco sistemática y torpe.

Súbete a una máquina del tiempo, vuelve a 1985 y pregunta a 100 expertos de América Latina qué país de la región pensaban que podría caer en la dictadura comunista para el año 2021. Habrías escuchado mucha preocupación sobre El Salvador y Guatemala, sobre Argentina y Colombia, incluso Brasil. ¿Pero Venezuela? La idea habría parecido absurda.

Y, sin embargo, la democracia de Venezuela impresionó, junto con su economía, provocando la mayor migración masiva de desposeídos en la historia de América Latina. Uno de cada cinco venezolanos ha huido del país, un lúgubre desfile de más de seis millones de personas sin un centavo, frágiles y desesperadas que se desplazan hacia países vecinos en busca de caridad y refugio. Es difícil obtener claridad sobre lo que le sucedió exactamente a su país. Pasaron demasiadas cosas allí que se suponía que nunca iban a pasar.

Quizás lo más aleccionador es lo que le sucedió a la economía de Venezuela. Durante generaciones, los economistas han tendido a presentar el desarrollo como un proceso unidireccional: los países pobres acumulan capital y tecnología y se vuelven gradualmente más ricos en el proceso. Incluso el término “países en desarrollo” sugiere una cierta inevitabilidad direccional.

Y durante muchas décadas, Venezuela ciertamente pareció estar “desarrollándose”. De hecho, desde el momento en que su industria petrolera se puso en marcha en la década de 1920, Venezuela fue una estrella del desarrollo, con ingresos creciendo de manera constante y una fuerte clase media emergiendo en un país sin historia de tal cosa.

Sin embargo, a partir de la crisis de la deuda de principios de la década de 1980, el proceso se estancó. La política del país se dividió amargamente. Luego, en los últimos 10 años, el proceso de desarrollo se revirtió. Hoy, con los ingresos en caída libre y la gente literalmente caminando hasta la frontera más cercana para encontrar algo para comer, llamar a Venezuela un país en desarrollo es un absurdo, si no una obscenidad.

Un indigente busca comida en Caracas, Venezuela, 10 de abril de 2019.

FOTO: EVA MARIE UZCATEGUI / GETTY IMAGES

Actualmente, según los investigadores, el 95% de los venezolanos son pobres en términos de ingresos. Más de 3 de cada 4 venezolanos viven en condiciones de pobreza extrema e inseguridad alimentaria. Alrededor de $ 3 al mes, el salario mínimo legal no alimenta a una persona durante un día, y mucho menos a una familia durante un mes. Por lo tanto, no tiene mucho sentido trabajar: aproximadamente la mitad de la población en edad de trabajar ha abandonado la fuerza laboral, dejando las remesas de familiares que han huido como la principal estrategia de supervivencia para aproximadamente el 40% de la población. El PIB per cápita se ha desplomado a niveles no vistos desde la década de 1950.

La hiperinflación desencadenó este descenso más reciente y precipitado. A partir de 2017, el gasto público desenfrenado, la expansión monetaria descontrolada y el colapso de los ingresos fiscales llevaron a que los precios subieran sin control. El dinero se volvió en gran parte inútil: los precios en moneda local aumentaron aproximadamente un millón por ciento en 2018. A los 45 meses y contando, la espiral hiperinflacionaria de Venezuela es ahora la segunda más larga de la historia, superada solo por la de Nicaragua en la década de 1980.

Tres de cada cuatro venezolanos viven en extrema pobreza. La escasez de agua es endémica, los apagones son comunes y el sistema de salud se ha derrumbado.

Ninguna parte de la vida se salva del caos. La escasez de agua es endémica en las principales ciudades. Los apagones son comunes. La escasez crónica de gasolina ha detenido el transporte público en muchos lugares: las bicicletas se han convertido en el medio de transporte preferido por quienes pueden pagarlas. El sistema de salud se ha derrumbado, lo que ha llevado a que las tasas de mortalidad infantil se disparen a niveles nunca vistos en una generación. Enfermedades como la difteria y la malaria, que fueron casi erradicadas hace décadas, han vuelto. ¿El único punto brillante? Las tasas de homicidio han disminuido porque, según algunos, hay escasez de municiones y los pandilleros han emigrado a los países vecinos.

Que una nación que alguna vez fue tan próspera como Venezuela podría regresar a este estado distópico es la primera y más seria lección de la experiencia venezolana, una prueba de que los avances en materia de desarrollo no son permanentes. Gestionar mal una economía lo suficientemente mal, y el progreso logrado en una generación se evapora vertiginosamente rápido.

Otra lección es que el mal gobierno puede ser tan destructivo como una gran calamidad física. La escala de la implosión de Venezuela sugeriría que el país había soportado una guerra o una serie de espantosos desastres naturales. Venezuela no sufrió tal aflicción. Más bien, resulta que un país puede soportar niveles de destrucción en tiempos de guerra sin una guerra, como resultado de ninguna fuerza más destructiva que las terribles decisiones políticas de su propio gobierno.

Migrantes hacen fila para ingresar a Colombia desde Venezuela cerca de la frontera
en Paraguachón, Colombia, 8 de junio de 2019

FOTO: GUILLERMO LEGARIA / GETTY IMAGES

El principal culpable es bastante claro: el socialismo, en una encarnación particularmente virulenta y criminalizada. Una ola de expropiaciones que comenzó en 2005 puso gran parte de la economía privada del país en manos del Estado. Aquellas empresas que permanecieron privadas se enfrentaron a un muro de controles estatales que las dejó con poca voz sobre sus propias operaciones. Salarios, precios, contratación y despido, niveles de producción, importaciones, exportaciones e inversiones, todos quedaron sujetos a reglas minuciosamente detalladas ideadas por burócratas socialistas con poca noción de cómo administrar un negocio.

Con el tiempo, los empresarios que habían retenido el control de sus empresas envidiaban a los expropiados: al menos estos últimos habían recibido una compensación nominal, mientras que los primeros se quedaban con el control de empresas que habían perdido valor.

La inversión privada cesó en gran medida. Ningún emprendedor en su sano juicio invertiría en una economía como la de Venezuela, a menos que sea en negocios ilegales o en empresas con vínculos estrechos con militares corruptos o peces gordos del gobierno. De ellos, había muchos: los burócratas de todo el creciente sector empresarial estatal buscaban formas creativas de extraer valor de los activos que controlaban y sacarlo de cuentas bancarias extraterritoriales. Pronto, Caracas se había convertido en un importante centro de lavado de dinero, con cleptócratas neófitos que buscaban socios más inteligentes capaces de ayudarlos a ocultar su botín.

Los cubanos estaban enredados en el sistema estatal de Venezuela en todos los niveles, y Chávez no ocultó el hecho de que confiaba en ellos más que en su propio pueblo.

El socialismo venezolano fue criminalizado desde el principio, a menudo sirviendo como poco más que una narrativa que los poderosos usaban para encubrir su saqueo de bienes públicos. Una élite estatal despiadadamente extractivista atravesó la economía de la nación como una plaga de langostas, sin dejar prácticamente nada atrás.

¿Cómo pudo afianzarse un modelo de gobernanza tan destructivo en un país con una de las democracias más perdurables de América Latina? La pregunta mantendrá ocupados a los académicos durante generaciones, pero el primer lugar para buscar una respuesta es Cuba, que es donde Venezuela encontró el modelo de control estatal que implementaría con tan desastroso efecto.

Llamar a Venezuela bajo Hugo Chávez y Cuba bajo Fidel Castro “aliados” es subestimar el caso. A principios de la década de 2000, miles de médicos, maestros, enfermeras, entrenadores deportivos y organizadores comunitarios cubanos llegaron a Venezuela como parte de un acuerdo de asistencia de petróleo para el desarrollo que se convirtió en un sustento económico para la isla y llenó a Venezuela hasta el borde, con espías cubanos. Pronto, los cubanos se enredaron en el sistema estatal de Venezuela en todos los niveles, y Chávez no ocultó el hecho de que confiaba en ellos más que en su propia gente.

Solo fue culpable de una leve exageración cuando, en 2007, declaró que “en el fondo”, los dos países tienen “un solo gobierno”. Prueba de ello, si se necesitaba alguna, llegó en 2013, cuando en su lecho de muerte Chávez nombró para sucederlo al miembro más militante procubano de su séquito, Nicolás Maduro.

El líder del Partido Comunista de Cuba y expresidente Raúl Castro, el presidente venezolano Nicolás Maduro y el presidente cubano Miguel Díaz-Canel participan en una conferencia de solidaridad en La Habana, Cuba, el 3 de noviembre de 2019. FOTO: REUTERS

Aquí, también, lo que sucedió fue algo que durante mucho tiempo se pensó imposible: gradualmente, en el lapso de unos pocos años, uno de los aliados regionales más importantes de Estados Unidos había desertado de su coalición y se había unido a un bloque enemigo, todo sin que nadie disparara un solo tiro.

La crítica de la izquierda a la política exterior de Estados Unidos no pudo explicar este giro de los acontecimientos. Se suponía que la hegemonía estadounidense, especialmente en las Américas, sería despiadadamente efectiva. Un país tan estratégicamente significativo como Venezuela, con vastas riquezas de hidrocarburos y minerales, debería haber sido una prioridad estratégica para Estados Unidos, y su deserción es inimaginable. Pero a raíz del 11 de septiembre, los tomadores de decisiones en Washington habían llegado a dedicar prácticamente toda su atención al Medio Oriente, dejando a Castro y Chávez libres para profundizar su alianza sin ser molestados.

Bajo la cobertura de la falta de atención de Washington, Venezuela experimentó una especie de colonización al revés, con el país más pequeño y débil, Cuba, apoderándose de su vecino más grande y rico. La respuesta de Estados Unidos, cuando llegó, fue primero fragmentaria y luego torpe.

  • La administración Bush apenas registró la magnitud del problema. 

  • La administración Obama comenzó a imponer sanciones contra figuras individuales del régimen, sanciones que podrían haber sido efectivas si se hubieran aplicado en conjunto con los aliados, pero a menudo no lo fueron porque España, Italia, Argentina, México y otros no las apoyaran. 

  • Pronto, los cleptócratas venezolanos estaban comprando ranchos en las pampas argentinas y castillos en pueblos pintorescos de España. 

  • Cuando la administración Trump decidió aumentar la presión sobre el régimen, impuso sanciones contra la economía venezolana, empobreciendo aún más a los venezolanos que ya estaban desesperados e impulsando a millones a mudarse a países vecinos.

  • La administración Trump comprendió demasiado tarde que sancionar a Venezuela hizo poco para aislar a su régimen. ¿Por qué? Porque los competidores estratégicos de Estados Unidos —incluidos China, Rusia, Irán, Bielorrusia, Turquía, Qatar y, por supuesto, Cuba— se metieron en la brecha y crearon un sistema de apoyo internacional alternativo que sostuvo la dictadura venezolana.

A cambio de compromisos de suministro de petróleo a largo plazo, China proporcionó miles de millones en facilidades de financiamiento a Caracas justo cuando estaba perdiendo acceso a los mercados crediticios occidentales. Las empresas chinas vendieron equipos de control de disturbios al gobierno de Maduro, Rusia vendió aviones de combate y herramientas digitales de espionaje. Irán instaló fábricas de automóviles en Venezuela, fábricas de tractores y casas prefabricadas en Bielorrusia. Turquía y Qatar se convirtieron en los ejes de un sistema para lavar el oro, los diamantes y el coltán extraídos de las selvas del sur de Venezuela y convertirlos en una fuente de ingresos para el régimen.

Esta coalición internacional ad hoc fue un poco destartalada en el mejor de los casos, pero fue lo suficientemente buena para hacer el trabajo. Agotó las sanciones económicas estadounidenses de su efectividad, permitiendo que el régimen aguantara incluso cuando su pueblo estaba catastróficamente empobrecido. 

Sin embargo, la izquierda occidental emprendió una campaña de propaganda bien financiada, llamada “Hands-Off Venezuela” y apoyada por el gobierno venezolano, que pedía la “no intervención” en los asuntos de Venezuela, pero de una manera sorprendentemente desigual: solo las democracias occidentales estaban Se les advirtió que mantuvieran sus manos fuera de Venezuela, no de las autocracias que apuntalaban al régimen.

Los niños juegan en el asentamiento Los Hijos de Dios, una vez un campo vacío propiedad del gobierno y ahora ocupado por unas 60 familias. Caracas, Venezuela, 8 de mayo de 2019.

FOTO: RODRIGO ABD / ASSOCIATED PRESS

 

Es uno de los grandes clichés diplomáticos del mundo que los problemas de un país son para que los resuelvan solo los ciudadanos de ese país. Para Venezuela, penetrada hasta la médula por el comunismo cubano y apuntalada por esta coalición dispar de autocracias, tales exhortaciones rituales son una excusa, un llamado a dejar Venezuela a los cubanos.

En una época anterior, las dictaduras tendían a terminar cuando los dictadores volaban a un exilio cómodo. Baby Doc Duvalier, el sanguinario dictador de Haití, terminó en un castillo en la Costa Azul. Idi Amin de Uganda encontró refugio en Arabia Saudita, Fulgencio Batista de Cuba en España.

Todo eso cambió cuando el expresidente de Chile Augusto Pinochet fue acusado y arrestado mientras visitaba Londres en 1998. Esa medida, una expresión de la nueva doctrina de derechos humanos de la “jurisdicción universal”, estaba destinada a marcar el comienzo de una nueva era de responsabilidad por los derechos humanos graves. violaciones. Para un dictador como Maduro, sin embargo, significa que dimitir lo llevará a una celda en la cárcel, lo que lo ha hecho más obstinado a la hora de aferrarse al poder. Ninguna garantía de inmunidad de cualquier democracia establecida podría parecer plausible para un hombre que en este momento está siendo investigado por crímenes de lesa humanidad por la Corte Penal Internacional en La Haya.

La calamidad de Venezuela era imposible y estaba sobredeterminada. Cualquiera de sus enfermedades —socialismo, un estado capturado por criminales, sanciones draconianas, hiperinflación— podría haber sido suficiente para arruinar un país. Pero el país aún podría haber encontrado las reservas morales para liberarse de sus problemas si no hubiera sido por un factor determinante en última instancia: Cuba.

Venezuela está siendo saqueada en beneficio de una potencia exterior. Esos petroleros que transportan petróleo al norte de La Habana mientras los conductores venezolanos esperan en la fila cuentan la historia de su desastre de manera más clara que cualquier análisis. Venezuela está bajo una sigilosa ocupación extranjera, no menos real por haber sido invitada.

Moisés Naim, quien se desempeñó como ministro de comercio e industria de Venezuela a principios de la década de 1990, es miembro distinguido del Carnegie Endowment for International Peace en Washington, DC Su nuevo libro, “La venganza del poder: cómo los autócratas reinventan la política para el siglo XXI Century ”, será publicado por St. Martin’s Press en febrero.




Los Gobiernistas

Los Gobiernistas

Fausto Salinas Lovón
Para
Lampadia

En el Cusco hubo un periodista muy sintonizado que siempre elogiaba al gobierno de turno, sin importar si fuera democrático, autoritario, eficiente o corrupto. Cuando lo criticaban por ello decía: ¡Yo soy gobiernista, no tengo la culpa de que el gobierno cambie!

Este periodista murió hace años, sin embargo, como él quedaron muchos en nuestro medio, en el país y no sólo en la prensa, sino en la intelectualidad, la academia, las profesiones y en el empresariado. 

Estos son los que llamo: gobiernistas.

No me refiero aquí a los partidarios del gobierno, los que llegan con él al poder. Esos son los oficialistas, tienen el derecho de pensar como él y actuar para él. Esos son los partidarios abiertos, francos, que ponen el pecho por su líder.  Aquí me refiero a los que no siendo partidarios y queriendo parecer independientes, siempre ven la forma y oportunidad de estar “del lado del gobierno”.

Para ellos, no importa como sea o actúe el gobierno, lo que importa es “estar cerca de él”.

  • Los hay en la prensa. Amplifican lo bueno y silencian lo malo del gobierno. Atacan sin piedad a quien contradice al gobernante. Viven de la publicidad estatal. Publican lo que conviene y callan lo que no conviene (o lo ponen en letra chica).

  • Los hay entre los intelectuales. Presumen de su superioridad intelectual e imparcialidad. Se ubican en un pedestal superior de conocimiento, por encima del debate político. Sin embargo, sus opiniones, ideas y alegatos sirven para descalificar al contrario o validar lo que el gobierno necesita. 

  • Entre los juristas abundan más que en ningún campo. Encuentran la interpretación adecuada que favorezca al gobernante. Siempre se ufana de ser “amigos de”.

  • Los encuentras en las redes. Cierran filas por el poderoso de turno. Creen hasta la estupidez en la inocencia del gobierno, se entregan a su credo y combaten “la maldad del opositor”. Le dan mucho más que el “beneficio de la duda”.

  • Entre los artistas abundan. Mejor si con ello muestran el “nivel de compromiso” del arte con las causas políticamente correctas.

  • Sin embargo, los peores de todos son los que están en el empresariado. A ellos no los mueve la estupidez, la consigna, la pauta publicitaria o la vanidad intelectual. Los mueven aranceles, rebajas impositivas, exoneraciones, fondos públicos, compras estatales, proteccionismo o contratos de obras. Ensayan razonamientos intelectuales o políticos para disimilar su mercantilismo más ramplón.

En escenarios democráticos e institucionales, esto es feo. En escenarios de ruptura institucional como el que estamos viviendo, esto es grave.

Las dictaduras no se construyen sólo con partidarios. Las dictaduras no las erigen solamente unos cuantos miserables que llegan al poder con el afán de destruir el país. Las dictaduras se construyen, se hacen posibles en estos tiempos porque hay, en la prensa, en la intelectualidad, en las profesiones, en las redes, en el arte, en la empresa y en muchos otros ámbitos, los gobiernistas que los hacen posible.

Tengamos cuidado de ellos. Lampadia




Cómo ser un dictador según The Economist

Cómo ser un dictador según The Economist

The Economist publicó recientemente un artículo muy interesante que muestra las artimañas a las que recurrió el dictador Nicolás Maduro en Venezuela – muchas de ellas cimentadas desde Chávez – que además son la clave para dar cuenta sobre cómo avanza el socialismo bolivariano, últimamente tan de moda en nuestra región.

Captura de las fuerzas armadas a través de prebendas, instauración de una asamblea constituyente, manipulación de la población a través de bonos alimenticios, fraudes electorales para simular falsas democracias, son algunas de las políticas que ha permitido la perpetuación del poder de Maduro y su culto en torno a la figura autocrática que emana este miserable personaje. Esto mismo ha sido usado bajo sus propias formas en Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y ahora pretende hacerse en nuestro país.

No es coincidencia pues que el presidente Castillo esté usando las mismas tácticas que su homólogo en Venezuela, empezando con la primera bala: la destitución y posterior ascenso de los altos mandos de las FFAA de personas que fueran más amigable al régimen. Y por supuesto soslayar cada cierto tiempo, la propuesta de convocar una Asamblea Constituyente, saltándose los cauces legales del Congreso, vía referéndum popular.

Advertidos estamos pues que si no damos cuenta del común accionar de estos dictadorzuelos en la región y no reaccionamos a tiempo, será demasiado tarde para salvar nuestra democracia. Lampadia

 

CÓMO SER UN DICTADOR
Seis formas en que Nicolás Maduro se mantiene en el poder en Venezuela

Con un índice de aprobación de alrededor del 15%, no podría ganar una elección justa.
The Economist
9 de noviembre de 2021
Traducida y comentada por Lampadia

 

“Yo no veo cómo Nicolás Maduro tiene la capacidad de permanecer por un tiempo prolongado en el gobierno”, dijo Henrique Capriles, un ex candidato presidencial, en 2013. “Está cerca el final para Maduro”, concluyó Ian Bremmer, un politólogo, en 2017. “Los días de Maduro están contados”, prometió Mike Pompeo, entonces secretario de Estado de EEUU, en 2019.

El presidente de Venezuela ha tenido la satisfacción de demostrar que todos estaban equivocados. El comportamiento de Maduro durante las transmisiones en la televisión estatal en estos días es de calma paternal. En octubre llevó a los espectadores a un recorrido por el palacio presidencial para mostrar llamativos adornos navideños. “¡Que lindo!” exclamó, mientras señalaba un ciervo de plástico.

Tal alegría festiva es rara fuera del palacio. Maduro ha originado una de las peores recesiones en la historia del mundo. Bajo su incompetente gestión, la economía de Venezuela se ha contraído en un 75%. Han emigrado unos 6 millones de personas: más de una quinta parte de la población. Si se llevaran a cabo elecciones justas para presidente, es casi inconcebible que gane. Su apoyo en las encuestas de opinión ronda el 15%. Pero Maduro no deja que la gente común le diga qué hacer. En los últimos cinco años, su régimen ha pasado de ser algo autoritario a descaradamente autoritario. Cuando los venezolanos acudan a las urnas para las elecciones municipales del 21 de noviembre, es muy poco probable que la oposición —que, para variar, está participando— llegue muy lejos. Aquí hay seis pasos que Maduro ha dado en el camino hacia la autocracia.

Paso a paso

Más importante aún, ha continuado y extendido la subversión de las instituciones que comenzó bajo su predecesor, Hugo Chávez, quien fue presidente de 1999 a 2013. Después de que el Partido Socialista Unido de Maduro perdiera el control del parlamento en 2015 (en lo que la mayoría de los observadores califica como el último elecciones remotamente justas), se pusieron en marcha varias medidas para evitar que la oposición logre algo. La Corte Suprema estaba repleta de jueces leales. En 2017, el parlamento electo fue disuelto y reemplazado por una asamblea constituyente de simple formalidad. El parlamento se restableció más tarde, con una mayoría socialista, después de una elección injusta. La autoridad electoral que supervisó todos estos cambios está flagrantemente sesgada.

Mientras tanto, el régimen ha reforzado su control sobre los medios de difusión. Los canales privados están dirigidos por personas que simpatizan con el régimen o que han decidido seguir la línea. El gobierno ha cerrado casi todos los periódicos. Los partidos de la oposición están destinados a tener un acceso igualitario a los medios de comunicación antes de las elecciones, como las de noviembre, pero en la práctica están casi completamente excluidos. Un análisis de la cobertura reciente del principal canal de televisión estatal encontró que la oposición no fue mencionada en absoluto en tres de los nueve días examinados. El resto del tiempo se lo denomina sólo breve y despectivamente, como “radical” o “extremo”. Varios sitios web que critican al régimen de Maduro están bloqueados.

Habiendo heredado su trabajo de un militar que fue tanto el autor (en 1992) como el objetivo (en 2002) de intentos de golpe de Estado, Maduro está dispuesto a evitar cualquier desagrado similar. Chávez, mientras era presidente, creó un ejército leal a sí mismo, no a Venezuela. Maduro recibe ayuda de espías cubanos para encontrar y purgar a oficiales potencialmente problemáticos. “Créame, puede ser totalmente despiadado si es necesario”, dice un ex funcionario del gobierno.

Se ha encerrado a decenas de agentes. Al parecer, algunos han sido torturados. El mes pasado murió el general Raúl Baduel en un centro de detención administrado por los servicios de seguridad. Exministro de Defensa, que ayudó a reinstaurar a Chávez como presidente después del complot golpista de 2002, comenzó a estar en desacuerdo con su exjefe en 2007. Durante la mayor parte del resto de su vida fue encarcelado por cargos de corrupción no comprobados, a pesar de las súplicas de su familia por piedad. Su hija dice que fue asesinado. (El gobierno dice que murió de covid-19 ).

Los oficiales que apoyan al régimen tienden a prosperar. Con Maduro, las fuerzas armadas tienen el control informal de la extracción de oro y diamantes, por razones que nadie puede explicar. La industria petrolera de Venezuela no es tan lucrativa como solía ser, gracias a las sanciones y la mala gestión, pero el régimen tiene otras formas de recompensar la lealtad. Una es otorgar permiso a los compinches para construir casas en parques nacionales. Se cree que los oficiales y funcionarios se encuentran entre los propietarios de lujosas mansiones que han surgido en áreas supuestamente prohibidas para la construcción, incluido el archipiélago caribeño de Los Roques y la montaña supuestamente protegida sobre Caracas.

Algunos especularon que cuando Maduro arruinara la economía, provocaría un levantamiento masivo contra su régimen. No lo hizo. Muchos de los venezolanos más enojados y enérgicos huyeron al extranjero y ahora envían a casa dinero en efectivo que ayuda a sus familiares a sobrevivir. Los que se quedaron se han vuelto cada vez más dependientes del estado. Si se rebelaran, temen que eso los deje morir de hambre. En 2016, Maduro introdujo repartos de alimentos bimensuales. Para calificar, los destinatarios deben tener una tarjeta de identidad que los leales al partido a menudo inspeccionan en los días de elecciones. El mensaje es claro: con la lealtad viene la comida.

Quizás el movimiento más sorprendente de Maduro ha sido su aceptación del dólar estadounidense. Habiendo denunciado anteriormente la moneda como una herramienta imperialista, ahora dice “gracias a Dios” que existe. El cambio ocurrió en 2019, durante un corte de energía de seis días que imposibilitó los pagos electrónicos. Eso obligó a la gente a aceptar el dólar, técnicamente en violación de la ley. Desde entonces, el régimen abandonó los controles de precios y un tipo de cambio fijo y, en cambio, adoptó el dólar. A junio, alrededor del 70% de las transacciones se realizaron en dólares. La política ha reducido la inflación anual de un máximo de más de 2,000,000% en 2019 a menos de 2,000%, lo que para los estándares de Maduro es un éxito.

El uso de dólares ha ayudado a simplificar el envío de remesas. También ha hecho que la vida de la gente de clase media sea un poco más tolerable. En todo el país se están reabriendo casinos. En la burbuja relativamente rica del este de Caracas, las tiendas de divisas venden de todo, desde ropa de esquí de diseñador hasta jarabe de arce orgánico. Los cínicos llaman al proceso pax bodegónica, o paz a través de las delicatessen.

A diferencia de, digamos, Arabia Saudita o Afganistán, Venezuela todavía pretende ser una democracia. Al comienzo del período de campaña de 24 días antes de las elecciones de este mes, Maduro imploró a la gente que participara. Votar fue “la mejor demostración de amor por la democracia venezolana”. Pero su régimen también ha demostrado que, cuando corre el riesgo de perder una elección, hará trampas, ignorará los resultados o ambas cosas.

La táctica no solo ha permitido que el régimen sobreviva. También parece haber convencido a muchos venezolanos de que la democracia no funciona. En una encuesta realizada en octubre por la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas, solo la mitad de los encuestados dijo que la democracia era su forma de gobierno preferida, una caída de 18 puntos porcentuales desde que Maduro asumió el cargo. Lampadia




No hay que subestimarlos

No hay que subestimarlos

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia

La amenaza de Guido Bellido para nacionalizar el gas de Camisea es ridícula, imposible de ejecutar en democracia y carece de todo fundamento. Sin embargo, es una consigna política que tiene eco en una parte importante de la población, sirve para justificar la inoperancia del gobierno, presiona a Pedro Castillo y desarrolla la popularidad de Bellido en sus bases.

Dos meses después de haber asumido el gobierno, es claro que se trata de una gavilla de incompetentes que no tienen ninguna idea de cómo gestionar el Estado ni un plan para hacerlo, salvo avanzar hacia la captura de todo el poder para instaurar una corrupta dictadura chavista.

Ante un problema específico, la inflación y subida de precio de artículos esenciales como el gas, recurren a una propuesta demagógica pero políticamente rentable.

La explicación de los altos precios del gas que afecta sobre todo a los más pobres, que difunden los comunistas en el poder, es que la culpa la tienen los monopolios extranjeros que se han apoderado de mala manera de nuestros recursos naturales. Es una interpretación absolutamente falsa del problema, como se han encargado de explicar varios expertos, pero refuerza una idea pre existente en buena parte de la población.

En efecto, esas ideas populistas tienen arraigo desde hace muchísimo tiempo, probablemente un siglo. Por ejemplo, la primera medida importante que tomó la dictadura izquierdista del general Juan Velasco fue expropiar a la compañía norteamericana IPC, el 9 de octubre de 1968. Y ocuparon con gran despliegue militar -innecesario realmente, pero útil para proporcionar la escenografía del golpe nacionalista- los campos ya exhaustos de la Brea y Pariñas y la antigua refinería de Talara.

Ese acto fue aplaudido por casi todos, empezando por el entonces influyente diario conservador El Comercio, que era uno de los promotores de esa política. Pocos se ocuparon después que el Estado peruano tuvo que pagar las expropiaciones populistas de la dictadura (acuerdo Green-Mercado en 1973) y que los beneficios fueron inexistentes.

Sin embargo, muy poco hicieron después los demócratas para explicar clara e insistentemente que esas políticas populistas y nacionalistas terminaron en fracasos rotundos que el pueblo peruano tuvo que pagar. Pero los comunistas de todo pelaje si han seguido difundiendo el mito que los peruanos son pobres porque los imperialistas se roban las riquezas naturales del país.

Esas ideas siguen siendo las dominantes, el sentido común, en muchos ciudadanos. Y de eso se aprovecha gente como Bellido para difundir, de seguro con amplia audiencia, los disparates que hoy pregona.

Eso crea ilusiones y expectativas entre sus simpatizantes, abrumados por la inflación. Ahora creen que sus problemas se resolverán con estatizaciones. Pero como no se pueden hacer ahora -se necesita una asamblea constituyente, les dicen-, refuerza el propósito básico de los comunistas en el poder: una constituyente para imponer una dictadura.

En suma, no hay que subestimar las necedades que difunden Bellido y sus secuaces. Ellos van con la corriente, refuerzan ideas pre existentes y las usan para sus propósitos. Lampadia




La libertad no tiene castillo

La libertad no tiene castillo

Milagros Leiva
Para Lampadia

Fue la seguridad de Hugo Chávez la que peor me trató en una cobertura periodística. Eran tiempos de Alejandro Toledo y de la Cumbre del Grupo de Río. Yo estaba en el Cusco tratando de cumplir mi misión: una entrevista con el poderoso venezolano. Intenté acercarme a él en Sacsayhuamán, pero sus agentes no solo me cargaron en peso, también me arrancaron una mata de cabellos porque yo terca me mantenía firme ejerciendo el oficio. Tanto fue mi dolor que termine gritando mientras veía un mechón de mis cabellos en manos de un agente; solo recuerdo que el gobernante volteó y reprendió a su seguridad accediendo a responder mi cuestionario. Yo triunfé por terca, él aceptó por culpa. La entrevista, dicho sea de paso, fue abortada ni bien comencé a preguntarle por la libertad de expresión. Acusándome de agente del imperialismo y de que trabajaba en un periódico de derecha, Chávez interrumpió el interrogatorio. La crónica de ese encuentro la escribí en diario El Comercio, medio en el que escribía.

Tengo que reconocer que no me extrañó la violencia de la guardia chavista. El líder de “la revolución bolivariana” despreciaba tanto a los periodistas que no solo cerró medios de comunicación, hoy muchos de los informadores viven exiliados en Estados Unidos. No me sorprendió porque el rechazo a la prensa es típico de las dictaduras, la crítica no está permitida.

Escribo todo esto porque últimamente he visto al presidente Pedro Castillo, a su primer ministro Guido Bellido y a varios miembros del partido Perú Libre como actores de un gobierno donde el veto a la prensa está formado por tres ejes fundamentales: silencio, burla y agresión. Un gobernante elegido en democracia que no respeta a la prensa ingresa al terreno del autoritarismo, quiera o no. El presidente Castillo prefiere tuitear a dar conferencias y es tan silente con las críticas que su mutismo termina convirtiéndose en un estruendo político. Uno podría pensar que se está acostumbrando a su nuevo rol, que las conferencias le quitan tiempo pues trabaja sin descanso y que incluso se toma tiempo antes de contestar; nada más lejos de la realidad. Castillo fue un candidato que azuzó a sus seguidores contra los periodistas, no dio entrevistas salvo contadas veces que lo dejaron mal parado y hoy ensaya un estilo que ya despertó alertas en la comunidad periodística. No habla, pero tampoco deja que le pregunten y si los periodistas osan acercarse agredidos quedarán. Allí están las reporteras de RPP y TV Perú para contarlo.

¿Puede un gobernante dejar de contestar a los periodistas? La respuesta es no, pero Castillo cree que sí. Aunque la incertidumbre de tanta crisis política dispare el dólar, prefiere seguir con su estrategia de campaña: hablo y digo lo que quiero en la plaza, pero jamás a un periodista que llegue cargado de preguntas. Y mientras todo esto sucede se va de viaje a México y Estados Unidos, dejándonos el cadáver del terrorista Abimael Guzmán en la morgue sin entierro a la vista y un rosario de preguntas sobre su gobierno que sabe Dios si algún día contestará. La libertad de prensa en el Perú hoy no tiene castillo y quienes están en el Ejecutivo buscan tener a los periodistas controlados y si se puede encerrados en una mazmorra; olvidan que el derecho a la información siempre encuentra una ventana para triunfar. Olvidan que mientras exista independencia no importan los silencios ni los desprecios, mucho menos los cantos del poder; lo que realmente importa es la búsqueda de la verdad. Lampadia




Entender qué se busca con una nueva Constitución

Entender qué se busca con una nueva Constitución

Jaime de Althaus
Para
Lampadia

Habría que entender qué es lo que se busca con una nueva constitución.

La Constitución como mito fundacional

Es posible que algunos vean en una nueva Carta Magna la ilusión de un nuevo nacimiento sin las taras y males del pasado. Comenzar de cero por decimotercera vez para crear un mundo feliz, justo, donde todos seamos iguales. Es decir, una función mítica. Lo puso Castillo en su ya célebre tuit:

“…para terminar con la histórica discriminación que sufren nuestros pueblos andinos, amazónicos, afrodescendientes y nuestras poblaciones vulnerables a la violencia machista, clasista y racista… la reconquista de derechos laborales, ecológicos, sociales y económicos, para que los peruanos/os dejemos de subsistir y podamos vivir dignamente”

Aquí hay un error de base: creer que una Constitución puede crear la felicidad social. Que puede ordenar la igualdad. Y que puede hacerlo dándole al Estado unos poderes muy fuertes. La dictadura del Estado contra los poderes malignos de los privados.

En realidad, una Constitución es mucho más efectiva poniendo límites a los poderes que creándolos o agravándolos. Nació para eso: para poner límites al poder del Rey y permitir el desarrollo de los ciudadanos. Límites para que los poderes públicos no avasallen la libertad individual. Para permitir la máxima expansión posible de la iniciativa política, económica y cultural de los ciudadanos, a fin de hacer posible la realización individual y el crecimiento colectivo.

Es más, cuando la Constitución se pervierte dando excesivos poderes al Estado, termina facilitando la destrucción de los derechos fundamentales del ciudadano, la dignidad de la persona. Y termina agravando la desigualdad y la pobreza.

La Constitución puede reconocer derechos –de hecho, la Constitución actual reconoce todos los derechos mencionados por Pedro Castillo-, pero su concreción en la realidad es un asunto de políticas, de gestión. Y de posibilidades materiales, de mercado. Un mercado que genere los excedentes y que integre.

Castillo ha dicho que la salud y la educación no deben ser servicios sociales, sino derechos. Es creer, nuevamente, en el poder mítico de la palabra, de la norma constitucional. Lo que nos falta no es la letra del derecho, sino un buen servicio público que la encarne. Eficiencia, gestión por resultados, meritocracia. Y acabar con las mafias corruptas. Eso es mucho más difícil que escribir una palabra. Tenemos que cambiar el Estado, no la Constitución.

La Constitución como vehículo de incorporación en la nacionalidad

Algunos verán una nueva constitución como la carta de incorporación de los sectores marginados o excluidos o postergados a la ciudadanía nacional, a un sistema que no les sea ajeno sino propio. Como el nuevo pacto social que les permita incorporarse.

Podemos decir que esa exclusión se expresa concretamente en la informalidad. Es una exclusión del sistema formal, del Estado legal, que es el sustento de la exclusión social y cultural, de la discriminación y el racismo. Un mercado integrador gracias a una formalidad incluyente, sería un gran igualador y desprejuiciador, un gran creador de prójimos.

Y se expresa también en la exclusión de los servicios públicos, ineficientes y capturados por grupos de interés. Es decir, del Estado social.

Pero ambas exclusiones no se resuelven con una nueva Constitución, sino con la reforma de la formalidad y del Estado, de la salud y la educación. Nuevamente, eso es mucho más difícil que poner palabras en un texto. La Constitución y la ley, más bien, al regular derechos tan difíciles de alcanzar que solo una minoría los puede disfrutar, se vuelven excluyentes. Consolidan y agravan la injusticia.

La Constitución como truco simbólico para acumular poder

En los últimos veinte años las nuevas constituciones en américa latina han tenido esas consecuencias. Pero no solo han agravado la pobreza y la desigualdad, sino que han servido para suprimir libertades. Con el señuelo de diseñar el paraíso social, han sido usadas por los gobernantes para acumular poder, suprimir controles horizontales, disolver los congresos, capturar las cortes judiciales y los poderes electorales.

Esto no solo por el texto que aprueban –por lo general estatista- sino desde el proceso mismo de convocatoria a asambleas constituyentes. Para hacerlo y conseguir mayoría en ellas, los gobernantes movilizan a sectores y organizaciones sociales, hacen populismo económico y político y revientan la caja fiscal.  Una vez instaladas, suelen desplazar o disolver el Congreso y absorber sus funciones. Su poder es omnímodo, absoluto. Mientras duran, todos los derechos y las reglas de juego quedan en suspenso. Y el tirano se aprovecha. Pesca a río revuelto. 

Se convierten en la práctica en la cobertura perfecta para la corrupción y para retroceder en la reforma del Estado y de los servicios públicos.

Me pregunto si será posible sentarse a conversar con los impulsores de una nueva Constitución sobre las razones o los sentimientos o las percepciones que los han llevado a plantearla. Si será posible una discusión seria y racional sobre fines y medios. Sobre cuáles serán los mejores medios para alcanzar los fines que persiguen, siempre y cuando no se trate simplemente de la captura del poder total. Lampadia




Totalitarios y autoritarios

Totalitarios y autoritarios

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia

Las impresionantes manifestaciones de protesta contra la dictadura comunista que oprime Cuba desde hace 62 años, han despertado solidaridad y esperanzas en todo el mundo. No obstante, no será tan fácil para los cubanos liberarse de ese régimen despótico.

La académica y diplomática norteamericana Jeane Kirkpatrick estableció una diferencia sustancial entre totalitarismo y autoritarismo, para diferenciar a los sistemas totalitarios, comunistas o nazis, de las dictaduras como las que, por ejemplo, hemos tenido en el Perú y países vecinos en diversos períodos.

Kirkpatrick sostenía que era mucho más probable que una dictadura autoritaria se liberalizara y evolucionara hacia la democracia, a que un régimen totalitario comunista cambiará.

El totalitarismo comunista -o fascista- no solo impone una brutal represión sobre el pueblo:

  • elimina la libertad de prensa,
  • liquida la alternancia en el poder e impide la existencia de una oposición política,
  • sino que encuadra a la población en un partido único,
  • disuelve la sociedad civil y encasilla a la población en organizaciones controladas por el partido y el gobierno.
  • Además, por supuesto, de impartir, desde el nacimiento hasta la muerte, una ideología que se inocula en las escuelas, los medios de comunicación y las artes.

Por eso es tan difícil que un pueblo que cae bajo el yugo totalitario se libere de él. Los rusos demoraron 74 años en acabar con el totalitarismo comunista. El totalitarismo nazi y fascista duró menos por la derrota militar que sufrió. Un nuevo tipo de totalitarismo, la teocracia islámica en Irán es un fenómeno relativamente nuevo, y no se sabe todavía cómo puede terminar.

Precisamente en un premonitorio artículo publicado en 1979, “Dictaduras y doble estándar”, Kirkpatrick hizo una crítica implacable de la política norteamericana del gobierno de Jimmy Carter, que dejó caer a dos aliados, los socavó y contribuyó a que los reemplacen gobiernos enemigos de los EEUU con el argumento de que lo hacían para defender la democracia y los derechos humanos.

En efecto, en 1979 fueron derrocadas las dictaduras del Sha de Irán y de Somoza en Nicaragua, y reemplazados no por gobiernos democráticos respetuosos de los derechos humanos, sino por otras dictaduras enemigas de los EEUU:

Dice Kirkpatrick, refiriéndose también a otros países como Cuba: “En cada uno de estos países, el esfuerzo norteamericano por imponer la liberalización y la democratización a un gobierno enfrentado a una violenta oposición interna no sólo falló, sino que en realidad ayudó a la toma del poder por nuevos regímenes bajo los cuales las personas comunes gozan de menos libertades y menos seguridad personal que bajo las autocracias anteriores; más aún, regímenes hostiles a los intereses y políticas norteamericanos.”

Y, premonitoriamente, “en este momento [1979] hay mucha más probabilidad de una liberalización y democratización progresiva en Brasil, Argentina y Chile que en el gobierno de Cuba”. En efecto, las dictaduras de Brasil, Argentina y Chile finalmente terminaron y se establecieron gobiernos democráticos en esos países, mientras el pueblo cubano sigue todavía sojuzgado por una tiranía comunista.

En suma, la diferencia que estableció Kirkpatrick entre totalitarismo y autoritarismo tiene una importancia práctica muy importante, no solo académica.

Y su crítica al doble estándar de la política exterior de los EEUU está vigente. Los EEUU no solo actúan, como cualquier país, en función de sus intereses geopolíticos y estratégicos, sino que tienen -como bien ha precisado Henry Kissinger- una política ambivalente, que combina eso con un defensa idealista de la democracia, que los lleva a cometer errores fatales, como en los casos descritos por Kirkpatrick en 1979 en Irán y Nicaragua, donde contribuyeron a derribar dos dictaduras amigas y a establecer otras mucho peores en términos de represión y violación de los derechos humanos, y enemigas de los EEUU.

Hoy la teocracia que gobierna Irán es un peligro con su política nuclear no solo para los EEUU sino para el mundo entero, y en Nicaragua Daniel Ortega, el mismo al que ayudaron a encaramarse en 1979, sigue en el poder después de un breve interregno democrático. Y en ambos, el pueblo sufre mucho más que antes. Lampadia




Pelotudeces democráticas

Pelotudeces democráticas

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia

Las declaraciones de Guillermo Bermejo, congresista electo de Perú Libre, solo confirman lo que creen y piensan los dirigentes de esa agrupación y, por lo menos, buena parte de sus miembros.

Ellos desprecian la democracia y pretenden implantar una dictadura como la cubana o la venezolana en el Perú. No existe la más mínima duda de ello. Que un conjunto de personas “progresistas” finge no darse cuenta o que algunos ingenuos no están convencidos, es otra historia.

Las evidencias sobre los promotores y animadores de ese conglomerado que se llama Perú Libre son abrumadoras.

  • En primer lugar, Vladimir Cerrón, que es una suerte de agente de cubanos y venezolanos y que no da el trabajo de ocultar sus posturas antidemocráticas y marxistas leninistas. Lo ha dicho para todo aquel que quiera escucharlo: si llegan al Gobierno será para quedarse indefinidamente, como en Cuba y Venezuela, que es exactamente lo mismo que repite Bermejo.
  • En segundo lugar, Sendero Luminoso de Abimael Guzmán, -ahora se hace llamar Movadef-, que es quien captó a Pedro Castillo para ponerlo al frente de la huelga magisterial que ellos promovieron el 2017 y después lo ha usado para lograr su ansiado ingreso a la política electoral. No es necesario describir cuál es su pensamiento y sus intenciones.
  • En tercer lugar, Antauro Humala, que desde la cárcel ha experimentado todas las opciones para introducirse en la política y ahora ha encontrado otra, sumándose a Castillo y ofreciéndole el control de las Fuerzas Armadas que, según dice, es el elemento indispensable para establecer una dictadura. De hecho, ya los antauristas aparecen públicamente al lado de Castillo, disfrazados de militares y sirviéndole de fuerza de choque.

Las informaciones que se van conociendo ahora sobre el desempeño de Cerrón en Junín, revelan también lo que esperaría al Perú en caso de que ganen las elecciones. Su gobierno regional es absolutamente corrupto. No solo está la sentencia que ya pesa sobre él, sino decenas de investigaciones que lo involucran a él, a sus familiares más cercanos y a sus secuaces.

Como reveló el periodista Carlos Paredes, ha establecido una red de corrupción que incluye a medios de comunicación y periodistas locales, financiados con dinero del gobierno regional u otras instituciones públicas, red que también incluye a jueces y fiscales, a cuyas esposas y parientes contrata también con dinero del erario público.

A los opositores y críticos que no pueden comprar o someter los amedrenta o amenaza. Una réplica local de la Venezuela chavista, como ha dicho el congresista César Combina, aunque por ahora solo controla los limitados recursos regionales y municipales.

No se requiere gran imaginación para prever lo que haría si llegara al gobierno.

Por último, el desprecio que Bermejo expresa por Verónika Mendoza y sus propuestas sobre los gays, el aborto, la mujer, etc. es también idéntico al que ha manifestado Cerrón en múltiples oportunidades. No obstante, ella y algunos de sus adictos no se dan por aludidos y se alinean sin chistar con ellos, demostrando visiblemente que todas esas posturas son solamente declaraciones que pueden ser fácilmente olvidadas si lo que está en juego es la posibilidad de seguir mamando de la teta del Estado. Lampadia




“La Habana no va a permitir que Caracas cambie de mano”

“La Habana no va a permitir que Caracas cambie de mano”

ELKIS BEJARANO DELGADO
Entrevista a Enrique Aristeguieta Gramcko Historiador y analista venezolano
Diario Las Américas – Miami
08 de mayo de 2021
Glosado e ilustrado por Lampadia

El abogado e historiador Enrique Aristeguieta Gramcko asegura que su país todavía tiene suficientes medios económicos para propiciar y financiar movimientos de extrema izquierda

Venezuela es una colonia de Cuba y eso lo sabemos. Es la primera vez en la historia que un país como Cuba, hambreado y depauperado, se apodera de uno de los países más ricos del continente y lo convierte a su imagen y semejanza, lo transforma en un país en ruinas. Pero todavía hay riqueza suficiente para darle a los cubanos y fomentar sus ideales en la región. Por lo que La Habana no va a permitir que Caracas cambie de mano”.

Así lo afirma el historiador y analista venezolano Enrique Aristeguieta Gramcko quien esta semana cumple 88 años por lo que no duda en asegurar que conoce los procesos políticos ocurridos en Venezuela, desde tiempos de Juan Vicente Gómez, quien gobernó Venezuela con métodos autoritarios desde 1908 hasta su muerte en 1935.

Durante una entrevista concedida a DIARIO LAS AMÉRICA Aristeguieta Gramcko analiza cómo el avance de la izquierda radical se ha convertido en una amenaza para la democracia, especialmente para los países hispanoparlantes.

“Con lo que ocurre en Colombia hay que aplicar mano dura. Hay que aplicar lo que dice la ley. Hoy en día, después de todo lo que he vivido y toda la historia que he leído, he llegado a la conclusión de que a la extrema izquierda no se le puede permitir participar en el juego electoral de los partidos democráticos. Es como cuando hay un campeonato de futbol, pero el día que gane ese equipo se acaban los campeonatos porque él se declara campeón para siempre. Cuando llega la extrema izquierda no hay más elecciones, entonces por qué darle la oportunidad de que lleguen por la vía electoral. Que tomen por asalto el poder, si pueden. Hay que tomar conciencia de esto”.

Para Aristeguieta Gramcko es lamentable que Venezuela se haya convertido en un foco de contaminación para toda la región, porque, aunque las instrucciones vienen desde La Habana, Venezuela se encuentra en una posición estratégica en el continente.

“La nación caribeña todavía tiene suficientes medios económicos no para que el pueblo viva mejor, sino para estar propiciando estos movimientos de extrema izquierda. Colombia está a punto de caer, si no hay una reacción fuerte de su presidente. El Perú está a punto de caramelo y Chile también está en riesgo. Cuando el gobierno aplica la ley y los reduce en sus excesos entonces vienen las protestas. Porque ellos son delicadísimos y no se pueden tocar ni con el pétalo de una rosa. No puede ser. La democracia se tiene que saber defender. La democracia no debe permitir que todo el mundo haga lo que le da la gana, hasta llegar al punto de hacerla desaparecer”.

El politólogo exhorta a los países vecinos a que sean realistas y analicen la historia y lo que está ocurriendo. “La izquierda es un peligro. Al parecer la experiencia de Venezuela no ha sido suficiente. Y por más que están llenos de venezolanos que han huido desesperados, siguen votando masivamente por la izquierda. La América hispano parlamente deberá tomar medidas muy duras para evitar que peligre la democracia. Desde que cayó Venezuela esa amenaza se quintuplicó. Cuba pone el cerebro y Venezuela pone los reales”.

Sin posibilidad democrática

Para el analista está claro que el régimen de Nicolás Maduro no dejará el poder por la vía electoral. “Recién leí un mensaje de Jorge Rodríguez en el que decía que la revolución está por encima de todo. Hay que recordar lo que decía Hugo Chávez, cuando hablaba de desnudos, descalzos, muertos de hambre, pero con revolución. Por qué seguir creyendo que ellos van a dejar la posibilidad abierta que lo saquemos electoralmente”.

Recuerda que esa posibilidad la vivió en Nicaragua, cuando el gobierno de Daniel Ortega aceptó ir a elecciones y Violeta Chamorro ganó la presidencia. “Había una situación muy diferente porque en Venezuela estaba gobernando otro presidente. En Nicaragua había una oposición frontal contra Ortega y había un movimiento contrarrevolucionario en Honduras, en la frontera. También un presidente en los Estados Unidos que tenía prensado a esta gente”.

Asegura que la izquierda aprendió la lección y más nunca van a correr ese riesgo. “En Venezuela la oposición ganó la Asamblea Nacional y mira las cosas qué ocurrieron. Ellos no dejarán que por elecciones le quiten el poder”.

Apoyo externo

A juicio del historiador, sin un apoyo externo es muy difícil que Venezuela salga de la dictadura. “Lo digo con tristeza, pero con realismo. Salimos de la dictadura de Pérez Jiménez porque contábamos con la fuerza suficiente para sacarlo, de lo contrario no sale. Y estos (chavismo) están más pegados que una garrapata. Sacarlos sería más difícil, pero necesitamos fuerza interna y ayuda externa. Solos no podemos, porque estos han desmantelado al país y han desmantelado las Fuerzas Armadas”.

Asegura que prueba de ello es lo que ha ocurrido en el estado Apure, donde en enfrentamientos con los grupos paramilitares de la zona y las Fuerzas Armadas de Venezuela han fallecido un número indeterminados de soldados jóvenes. “Eso se ha quedado así y no se debe quedar así. Las Fuerzas Armadas están muy golpeadas. Adentro de lo que queda tiene que haber mucha gente que esté disgustada con eso. Lo de Apure es muy grave, han hecho el ridículo al precio de una pila de muchachos muertos vilmente asesinados y todavía no se sabe quién es el responsable de esa operación. Eso se ha silenciado”. Lampadia




China sanciona a Occidente

China sanciona a Occidente

Hace un tiempo venimos escribiendo sobre la visión equivocada que tuvo EEUU al mando de Donald Trump, en relación a China y cómo sus políticas comerciales y tecnológicas no buscaban la tan necesaria convergencia con el gigante asiático.

Por otra parte, los discursos del entrante presidente Biden en diversos foros internacionales en los últimos meses, han reflejado su interés de luchar abiertamente con China por la supremacía de dos modelos políticos antagónicos, democracia vs dictadura, exacerbando el conflicto ya arrastrado por la administración Trump (ver Lampadia: EEUU y China deben descongelar sus relaciones).

¿Cómo viene reaccionando China a estas afrentas a nivel internacional?

The Economist ha publicado un artículo que informa que recientemente los funcionarios china han impuestos sanciones a diplomáticos y otros activistas democráticos de Canadá, Reino Unido y de la misma UE. Bajo la visión de The Economist, China está asumiendo mayores riesgos que en el pasado en sus relaciones externas dado que da por sentada su supremacía a largo plazo, así como la decadencia de Occidente en su peso geopolítico mundial.

Si bien las reflexiones de los funcionarios chinos pueden ser ciertas, consideramos que el confrontar con otros países en estas épocas de severa recesión global, no ayudan a la reactivación que necesitamos ni tampoco a reversar el proceso de desglobalización que se ha visto enrumbado el mundo en la década pasada. Como explicamos en Lampadia: Volvamos a la cooperación internacional, la agenda de los líderes mundiales debe ser de fomentar el comercio libre y la inversión extranjera, y no petardear las relaciones de los tratados existentes, sino por el contrario establecer la mayor cantidad de nuevas iniciativas posibles. Este es el caso por ejemplo el borrador del Acuerdo Integral de Inversión entre China y la UE que, tras estas sanciones, pareciera que ya no tendría buen cauce.

Esperemos que los funcionarios chinos reflexionen una vez más sobre las implicancias que tendría este recrudecimiento de relaciones externas para su país y den cuenta que siempre es mejor la cooperación que la autosuficiencia en materia económica. Lampadia

China apuesta que Occidente está en un declive irreversible

Los líderes del país ven su momento y lo están aprovechando

The Economist
3 de abril, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

Con la mirada fija en el premio de hacerse rica y fuerte, China ha pasado los últimos 40 años como un matón reacio al riesgo. Rápido para infligir dolor a las potencias más pequeñas, ha sido más cauteloso en cualquier país capaz de devolver el golpe. Recientemente, sin embargo, los cálculos de riesgo de China parecen haber cambiado. Primero, Yang Jiechi, el jefe de política exterior del Partido Comunista, dio una conferencia a los diplomáticos estadounidenses en una reunión bilateral en Alaska, señalando las fallas de la democracia estadounidense. Eso le valió el estatus de héroe en casa. Luego, China impuso sanciones a políticos, diplomáticos, académicos, abogados y activistas por la democracia británicos, canadienses y de la Unión Europea. Esos amplios bordillos fueron en represalia por sanciones occidentales más estrictas contra funcionarios acusados de reprimir a los musulmanes en la región noroeste de Xinjiang.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de China declara que horrores como el comercio de esclavos en el Atlántico, el colonialismo y el Holocausto, así como la muerte de tantos estadounidenses y europeos por el covid-19, deberían avergonzar a los gobiernos occidentales de cuestionar el historial de China en materia de derechos humanos. Más recientemente, los diplomáticos y propagandistas chinos han denunciado como “mentiras y desinformación” los informes de que se utiliza trabajo forzado para recolectar o procesar algodón en Xinjiang. Han elogiado a sus conciudadanos por boicotear a las marcas extranjeras que se niegan a utilizar algodón de esa región. Otros han tratado de demostrar su celo lanzando abusos de la era maoísta. Un cónsul general chino tuiteó que el primer ministro de Canadá era “un perro corredor de EEUU”.

Los diplomáticos occidentales en Beijing observan con consternación ese nacionalismo. Los funcionarios chinos han convocado a los enviados para que los reprendieran a altas horas de la noche, para que se les informara de que esta no es la China de hace 120 años, cuando los ejércitos extranjeros y las cañoneras obligaron a la última y tambaleante dinastía imperial del país a abrir más el país a los forasteros. Algunos diplomáticos hablan de vivir un punto de inflexión en la política exterior china. Los aficionados a la historia debaten si el momento se parece más al surgimiento de un Japón revisionista y enojado en la década de 1930, o al de Alemania cuando una ambición férrea lo llevó a la guerra en 1914. Un diplomático veterano sugiere con tristeza que los gobernantes de China ven a Occidente como una persona indisciplinada. , débiles y venales, y buscan dominarlo, como un perro.

En Washington y otras capitales no es difícil escuchar voces que sugieren que China está cometiendo errores imprudentes y torpes. Seguramente China ve que está agriando la opinión pública en todo Occidente, murmuran. Hay perplejidad sobre cómo China ve ahora su reciente borrador de acuerdo con la Unión Europea, el Acuerdo Integral de Inversión, que parecía tan ansioso por concluir. La ratificación de ese pacto por el Parlamento Europeo está ahora congelada, y posiblemente sepultada en el permafrost, como resultado de las sanciones de China a varios euro legisladores.

En realidad, los líderes chinos, si sus propias palabras y escritos sirven de guía, piensan que la asertividad es racional. Primero, creen que China tiene números de su lado a medida que surge un orden mundial en el que los países en desarrollo exigen, y se les concede, más influencia. En la ONU, la mayoría de los estados miembros apoyan de manera confiable a China, como una fuente insustituible de préstamos, infraestructura y tecnología asequible, incluido un equipo de vigilancia para autocracias nerviosas. En segundo lugar, China está cada vez más segura de que EEUU está en un declive irreversible a largo plazo, incluso si otros países occidentales son demasiado arrogantes y racistas para aceptar que “Oriente está subiendo y Occidente está en declive”, como lo expresaron los líderes chinos. China ahora está aplicando dosis calculadas de dolor para sorprender a los occidentales y hacerles comprender que el antiguo orden liderado por EEUU está terminando.

Los gobernantes de China son mayoritarios. Su dominio del poder implica convencer a la mayoría de los ciudadanos de que la prosperidad, la seguridad y la fuerza nacional requieren un gobierno unipartidista con puño de hierro. Ponen sin ruborizar los intereses de muchos por encima de los de unos pocos, ya sean agricultores desalojados para construir una presa, minorías étnicas reeducadas para convertirse en trabajadores por licitación o disidentes que deben ser silenciados. China es un desafío difícil para los demócratas liberales precisamente porque su tiranía en nombre de la mayoría está respaldada por muchos chinos, aunque a un costo terrible para los valores atípicos y las minorías. Hoy, las ideas chinas sobre la gobernanza global suenan como un orden mundial mayoritario. Ruan Zongze, un académico del Centro de Investigación Diplomática del Ministerio de Relaciones Exteriores de Xi Jinping, explicó la línea oficial en una conferencia de prensa. Negó que China quisiera exportar sus valores. Pero esbozó una visión del multilateralismo por mayoría que, al no otorgarle una legitimidad especial a las normas liberales, sería un refugio seguro para la autocracia china. Ruan despreció a los gobiernos que “usan el pretexto de la democracia para formar alianzas”. Llamó a eso “falso multilateralismo”, y agregó que los países en desarrollo no necesitan soportar las acusaciones de un Occidente que no habla por el mundo. Como motores del crecimiento global, China y otras economías emergentes deberían tener más voz, declaró. “Aquellos que representan las tendencias futuras deben ser la fuerza líder”.

La mayoría de las tiranías

Como lo ve un diplomático europeo, al menos una parte del establecimiento de China está convencido de que el orden liberal establecido después de 1945, construido alrededor de derechos humanos universales, normas y reglas que unen a fuertes y débiles por igual, es un obstáculo para el ascenso de China. Estos revisionistas están “convencidos de que China no logrará sus objetivos si sigue las reglas”, dice.

Los diplomáticos describen una China arrogante y paranoica. Dicen que algunos funcionarios chinos están convencidos de que la UE pronto retirará sus sanciones relacionadas con Xinjiang, porque Europa no puede recuperarse de la pandemia sin el crecimiento chino. A otros funcionarios chinos les preocupa que su país se esté haciendo demasiados enemigos y se lo dicen a los diplomáticos. Por desgracia, son superados en número por aquellos que culpan de la impopularidad de China al resentimiento occidental por el éxito chino. Los gobernantes de China se están preparando para una lucha prolongada. Los riesgos son claros, tanto para China como para Occidente. Lampadia




El peligro izquierdista

El peligro izquierdista

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia

Los grupos terroristas derrotados en el Perú en la década de 1990, Sendero Luminoso y el MRTA, no van a volver a las andadas. Es decir, no van a repetir su intento de tomar el poder a través de la “lucha armada”, la “guerra popular”. Pero ahora varios de sus remanentes, aliados con algunos caudillos, participan en las elecciones y tratan de hacerse del Gobierno por ese camino.

Durante mucho tiempo se ha insistido en la posibilidad de un “rebrote terrorista”, contingencia que en mi opinión es imposible (un atentado se puede cometer en cualquier momento, otra cosa es lo que tuvimos en el Perú desde 1980).

La situación que posibilitó esas aventuras ha cambiado radicalmente en el mundo y en el Perú. Pero, sobre todo, está la experiencia: SL y MRTA fueron aniquilados por las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, como todos sus congéneres en América Latina. Saben que por esa vía nunca podrán llegar al poder.

Por eso han variado su estrategia y ahora participan en el proceso electoral con objetivos similares a los que tenían antes, pero sin revelar sus auténticas intenciones.

Abimael Guzmán lo viene intentando desde 1993, cuando propuso un “acuerdo de paz”. Sus seguidores han buscado participar en las elecciones a través del Movadef, pero no lo consiguieron. En 2017 respaldaron la huelga magisterial, que logró movilizar a miles de maestros contra la voluntad de la burocratizada dirigencia del Sutep.

El principal dirigente de esa huelga, hoy día es un candidato en alza. No es un terrorista, como erróneamente lo calificó el Gobierno de aquel entonces –no ha realizado acciones terroristas-. Es un radical apoyado por los seguidores de Abimael Guzmán que pretenden alcanzar objetivos similares a través de las elecciones.

Igualmente, una candidata que tiene en su entorno más inmediato a varios antiguos colaboradores del MRTA y que tuvo directa vinculación con el Gobierno de Hugo Chávez cuando fungía de secretaria de Nadine Heredia, tiene hoy día cierta opción, con el respaldo suicida de parte del estrato A/B.

Por supuesto, sería aceptable que grupos izquierdistas que antes repudiaban la democracia y el libre mercado, rectificaran y se incorporaran al sistema político, como de hecho ha ocurrido en otros lugares de América Latina. El problema radica cuando en realidad no han modificado su pensamiento ni sus objetivos, solo han adoptado una nueva estrategia para hacerse del poder y tratar de implantar el “socialismo del siglo XXI”, una dictadura estatista que hundiría al país en una situación parecida a la de Venezuela.

Obviamente no todos los que están con esos caudillos se dan cuenta de eso. Tampoco todos los que acompañaron a Fidel Castro (o a Hugo Chávez) se percataron de sus propósitos hasta que fue muy tarde y terminaron en el paredón, en la cárcel o el exilio.

La amenaza populista e izquierdista está en la puerta, aprovechando la crisis y el desastre que han causado los ineptos Gobiernos de Martín Vizcarra y Francisco Sagasti, ambos con influencia de esos izquierdistas que hoy secundan a varios de los caudillos que podrían ganar la elección.

Hay que detenerlos. Lampadia




Las protestas de los artistas cubanos

Las protestas de los artistas cubanos

Recientemente se ha hecho visible un movimiento reaccionario a la dictadura cubana, cuyo epicentro se desarrolla en San Isidro, un barrio pobre de La Habana, y que comprende básicamente a artistas. Músicos, entre otras personas, que realizan actividades de alguna índole cultural.

Como muestra The Economist en un artículo que compartimos líneas abajo, resulta interesante que a pesar de no contar con una multitudinaria comitiva, sus reclamos han hecho mella en el régimen castrista, al punto de reversar parcialmente las censuras contra este grupo y generar diálogos activos con ellos. Por supuesto también se destaca el hecho que personas asociadas a las artes reclamen directamente hacia una dictadura de izquierda, cuando usualmente lo que se ha observado en nuestra región es normalmente son funcionales tanto a las ideológicas progresistas como a movimientos radicales.

Y es que ya no se puede permitir que la dictadura castrista siga controlando hasta el contenido en la difusión de las artes, algo que se suma a otras libertades coartadas desde el inicio de la tiranía castrista, como la libertad de expresión y las libertades económicas, las cuales han sumido a los cubanos en la miseria y la mendicidad. Prácticamente toda la población sufre de la escasez de bienes básicos y se debate en la pobreza extrema. Todo ello debe llamar a los cubanos a extender este tipo de protestas para finalmente derrocar un régimen que ya está enquistado por más de 70 años con desastrosas consecuencias en todos los ámbitos de su sociedad.

Así como sucedió en Bolivia con Evo, cuyo sorpresivo derrocamiento se dio por un levantamiento popular contra el fraude electoral, ya es hora de que pase algo parecido también en Cuba y por qué no, en Venezuela. Esperamos que no tengan que transcurrir más años para que ello suceda y que el “Movimiento San Isidro” sirva de punto de apoyo de todas las manifestaciones políticas que estén cansadas de la represión sistemática de las libertades por parte del régimen cubano.

Veamos el artículo de The Economist sobre el MSI. Lampadia

El arte de la disensión
El Movimiento San Isidro desafía al régimen cubano

El gobierno ha respondido con represión. Pero el movimiento de los disidentes ve señales de progreso

The Economist
5 de diciembre, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

La puerta de entrada de Damas 855, un edificio destartalado en San Isidro, un barrio pobre de La Habana, se partió como una espoleta cuando agentes de seguridad la atravesaron la noche del 26 de noviembre. El candado y la cadena cayeron al suelo. Los agentes, vestidos con batas médicas, detuvieron a 14 personas (su pretexto era que uno de los vecinos había violado un protocolo de prueba del covid-19). Se habían encerrado durante ocho días para protestar por la detención de Denis Solís, un joven rapero que había sido acusado de irrespeto a la autoridad y condenado a ocho meses de prisión. Algunos de los habitantes de Damas 855 estaban en huelga de hambre y sed. Los coches de la policía se llevaron a los detenidos. Facebook, YouTube e Instagram cayeron en la mayor parte de la isla durante aproximadamente una hora. Las conexiones han sido irregulares desde entonces.

Para los defensores de la revolución cubana de 62 años, los partidarios del Movimiento San Isidro (MSI) son réprobos. En Twitter, el presidente del país, Miguel Díaz-Canel, lo calificó como un “espectáculo imperial para destruir nuestra identidad y volver a subyugarnos”. Una foto del presidente Donald Trump acompañó al tuit. Los medios estatales se hicieron eco del mensaje.

Algunos cubanos tienen una visión más amable del movimiento, que incluye artistas, académicos, periodistas, raperos, poetas y científicos que abogan por una expresión más libre y más democracia de la que permite el régimen comunista. Sus líderes son Luis Manuel Otero, artista de performance, y Maykel “El Osorbo” Castillo, un músico que se cosió los labios en la cárcel en agosto. Se reúnen en una parte de La Habana Vieja donde los residentes principalmente negros viven en viviendas destartaladas a la sombra de hoteles de lujo. Cuando un balcón se derrumbó en enero y mató a tres niñas, Otero usó un casco durante nueve días para honrarlas. Ha sido arrestado más de 20 veces en los últimos dos años. Su huelga de hambre lo llevó al hospital.

El movimiento se inició en septiembre de 2018 en respuesta al Decreto 349, que proponía restringir la actividad cultural no autorizada por el Ministerio de Cultura. Después de una protesta ese mes fuera de la legislatura cubana, el gobierno suspendió la aplicación del decreto. Eso no le ha impedido silenciar las voces que no le gustan.

El MSI no es comparable al movimiento de masas de Bielorrusia para derrocar una dictadura. Cuba no tiene ese movimiento, aunque los activistas a favor de la democracia se encuentran entre las 1,800 personas que han sido arrestadas arbitrariamente en los primeros ocho meses de 2020, según Human Rights Watch. El MSI tiene más en común con otras protestas locales recientes que le han arrancado pequeñas concesiones al régimen.

En agosto de 2017, los cuentapropistas (empresarios) propusieron reformas, como el derecho a incorporarse, al Ministerio de Trabajo. Inicialmente fueron rechazados. El gobierno forzó la cancelación de eventos destinados a ayudar a los empresarios en ciernes. Cuando en 2018 amenazó con restringir a cada empresario a una sola línea de negocio, los cuentapropistas, que dirigen gran parte de la industria turística económicamente vital, dijeron que harían huelga. Se suavizaron las reglas.

Un choque entre los jugadores que improvisaron SNET, una intranet privada y el ministerio de Comunicaciones, se desarrolló de manera similar, aunque el gobierno rindió menos. En una isla con conectividad deficiente y costosa, la red era una forma para que los jugadores jugaran entre sí, a menudo juegos que habían creado. Cuando el gobierno restringió el uso de tales redes y amenazó con confiscar el equipo en mayo de 2019, los usuarios de SNET quedaron devastados. Varias decenas se reunieron en el ministerio para protestar. Los coches de policía los rodearon rápidamente. El gobierno finalmente decidió que se permitiría SNET y su hardware, pero bajo la supervisión de los clubes de informática juvenil estatales.

Al igual que los cuentapropistas y los jugadores de SNET, el MSI comenzó en respuesta a una amenaza a las actividades privadas de sus miembros. Pero tiene más potencial para crecer. Al día siguiente de la redada de Damas 855, cerca de 300 personas, muchas de ellas simpatizantes de otros movimientos, se reunieron fuera del Ministerio de Cultura y se negaron a irse hasta que el viceministro, Fernando Rojas, accediera a reunirse con ellos. Las fuerzas de seguridad y los “grupos de respuesta rápida”, entrenados para gritar consignas comunistas a los escépticos, inundaron la zona. Agentes vestidos de civiles tomaron fotos y grabaron videos.

Rojas se reunió con unos 30 activistas durante casi cinco horas del 27 al 28 de noviembre y prometió más diálogo. Pero el gobierno luego lanzó una campaña mediática contra el MSI. La policía persiguió a Otero después de su alta del hospital.

Aun así, el movimiento cree que ha avanzado. El encuentro fuera del Ministerio de Cultura es un signo de una “discordancia colectiva” emergente, dice Carlos Manuel Álvarez, uno de los detenidos de Damas 855 y cofundador de “El Estornudo”, una revista en línea independiente. Él ve eso como una amenaza directa a la cultura de sumisión exigida por el régimen. Su acuerdo para reunirse con los participantes en una protesta tan grande “no tuvo precedentes”, dice Camila Ramírez Lobón, una artista visual que se unió al encuentro con Rojas. Artistas que son populares y aceptables para el régimen, como Fernando Pérez, director de cine, y Leoni Torres, músico, han respaldado públicamente al MSI.

Internet, por poco fiable que sea, hace que estos movimientos sean más difíciles de controlar. Más del 60% de los cubanos tienen acceso a una conexión. Eso ha llevado a “una explosión de activismo cívico” entre grupos que abogan por causas como el feminismo, los derechos de los homosexuales y los derechos de los animales, dice José Jasán Nieves, editor de El Toque (“The Touch”), una publicación en línea independiente. Algunos estaban en la protesta del ministerio de cultura. Si unen fuerzas con más frecuencia, podrían desafiar al gobierno de manera más efectiva.

El gobernante Partido Comunista de Cuba, dividido entre la línea dura que recuerda la revolución y los funcionarios más jóvenes que son un poco más liberales, no está a punto de ceder. El 1 de diciembre, el gobierno liberó a Silverio Portal Contreras, un prominente preso político (y partidario de Trump, que ha impuesto sanciones al régimen cubano). Eso probablemente no sea una señal de que el régimen se esté volviendo tolerante con la disidencia. Lo más probable es que fuera una forma de calmar la ira por la redada de San Isidro.

La mayoría de los cubanos, que hacen cola durante horas para conseguir huevos o gallinas, a menudo para volver a casa con las manos vacías, tienen poco interés en las acciones de agitadores como los de MSI. Su sufrimiento ha empeorado desde que la pandemia cerró el turismo. Pero una vacuna, y quizás una suavización de las sanciones estadounidenses por parte de la administración entrante de Biden, podría eventualmente aliviar la escasez. Más cubanos podrían preguntarse entonces por qué tienen tan poca libertad. Lampadia