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Flor de un día

Flor de un día

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

A raíz de la muerte de Abimael Guzmán, el desquiciado creador e ideólogo de Sendero Luminoso, el grupo terrorista más sanguinario de nuestro país y definitivamente entre los más crueles y salvajes de la historia universal; todos los diarios, estaciones de radio y canales de televisión, han dedicado en un día, más tiempo e información respecto a la vesania de estos criminales, que la dedicada durante los últimos 25 años en el Perú.

El silencio cómplice de la prensa y la manipulación de la información histórica al respecto, por parte del sistema educativo peruano (capturado y controlado por la izquierda radical), ha sido tan basta, que hemos llegado al extremo de verificar que los jóvenes de menos de 30 años, hoy no tengan la menor idea de quién es Guzmán y su gente, ni cuáles fueron las acciones criminales con las que se masacró a decenas de miles de peruanos y se destruyó más de 20 mil millones de dólares de activos del Perú. Tan dramático es esto, que la semana pasada un periodista preguntaba a los jóvenes, con fotografía de Guzmán en mano, quién era la persona y uno contestó que era un congresista, otro que era un artista de telenovelas y otro que era un escritor, pero ninguno atinó a identificar al criminal que destripó y destruyó a familias y pueblos enteros.

Creo que, en lugar de atosigarnos con esa información en un solo día; toda la prensa hablada, escrita y televisiva, debería imponerse la obligación de repetir la información histórica y pasar una y otra vez las históricas imágenes de estas atrocidades, todo el tiempo y por muchos años. Es importante que los jóvenes y niños, a los que nadie les enseñó, lo aprendan y se fijen, de manera indeleble, estas imágenes en sus mentes y corazones. Que aprendan de las bestialidades que es capaz de ejecutar gente insana y fanatizada. Que les quede claro en la memoria, que esto fue terrorismo antipatriota y no un “conflicto interno”, que las más sangrientas y alevosas masacres fueron producto de un ansia de poder. Que quienes promovieron ese derramamiento de sangre, no tenían una alternativa para mejorar las condiciones de vida de nuestra ciudadanía, sino el ansia por tomar el poder y perpetuarse en él. Estas imágenes y conceptos, deben estar claros para todos, desde niños de escuela y para toda la vida, para que ellos también las puedan transmitir a las siguientes generaciones y no permitamos ser engañados y caer en ese juego, aunque vengan por una vía diferente.

La sociedad peruana ha contraído una gran deuda para con nuestros jóvenes, pues, inmediatamente después de la victoria militar, no nos ocupamos de enseñar correctamente esa parte de la historia. Lo natural hubiera sido, que los padres, los maestros de escuela y catedráticos universitarios tomaran ese desafío. Pero los padres, en su vida moderna, cargada de obligaciones y retos, no dedicaron el tiempo para enseñar a sus hijos esta realidad. Los maestros de escuela, altamente ideologizados, siguieron las consignas del SUTEP-CONARE y MOVADEF, adoctrinando a los niños, al punto que las promociones de los colegios públicos rurales, llevan los nombres del Che Guevara, de Marx, de Mao, de Malpica y de cuanto comunista ha vivido; hecho que se verifica a nivel nacional. Y en todas las universidades públicas y privadas, so pretexto de la libertad de cátedra, se ha permitido que radicales de la calaña de Béjar, adoctrinen a los estudiantes a su gusto y a base de mentiras no contrastadas por nadie.

La única manera de resarcir esta falta cometida como sociedad, es; 

  1. Que todos nos examinemos y tomemos conciencia que, efectivamente, no cumplimos con nuestra responsabilidad. 

  2. Que nos propongamos corregir esta conducta equivocada y 

  3. Que como sociedad y como individuos, asumamos el desafío de enseñar a nuestros hijos y nietos esa historia dolorosa, las ideas equivocadas y fanáticas que nos llevaron a ese punto y finalmente, las desastrosas consecuencias que la bestialización de esa gente trajo a nuestro país. 

El Perú no merece que los herederos de tamaña insania, puedan conducir los destinos de nuestra patria, puesto que ya sabemos, que no son capaces de construir una mejor sociedad, que no tienen propuestas de mejora individual y colectiva para nuestro pueblo y finalmente, sabemos también, los extremos a que pueden llevar a nuestra sociedad y el nivel de destrucción ilimitado que son capaces de generar, con tal de tomar el poder y enquistarse para siempre.

Propongo que esta sea una labor liderada por la Defensoría del Pueblo, quien debería convocar a los medios, a la academia, a la sociedad civil, a las iglesias, a la fuerza armada y policía nacional, para diseñar el plan de reeducación de nuestra sociedad y supervisar su correcta ejecución.

No podemos permitir que este “flash noticioso” sea sólo “Flor de un día”. Nuestro propósito de enmienda, debe materializarse en un trabajo real y constante para reconstruir la memoria colectiva de nuestra sociedad y mejorarla. Lampadia




La deuda global en tiempos de coronavirus

La deuda global en tiempos de coronavirus

Una de las inevitables consecuencias de los agresivos paquetes de rescate económico que están siendo implementados en el mundo occidental para paliar el impacto de la crisis del covid 19, es el déficit fiscal y el sobreendeudamiento de los Estados, una preocupación que varios economistas ya se encuentran incorporando en sus análisis prospectivos de mediano y largo plazo por las fuertes implicancias que podría tener sobre las economías en un mundo post pandemia.

En línea con estos análisis, compartimos un reciente artículo publicado por The Economist que da cuenta de algunas líneas de política económica que podrían ir explorando los gobiernos para ir amortizando estas cuantiosas deudas ante posibles escenarios que podrían desatarse una vez superada la presente crisis, a resaltar, incrementos en los precios y/o de las tasas de interés internacionales.

Una opción interesante de las sugeridas es la de evaluar ampliar los rangos de las metas de inflación de los bancos centrales para incentivar el crecimiento de manera de hacer más sostenible el repago futuro de estas deudas. Ello no requerirá la fijación de incrementos de impuestos que introducirían innecesarias distorsiones en los mercados justamente en una situación en la que más respiro debe darse a los agentes para generar más producción y así más ingresos fiscales al estado.

Si bien las reflexiones que hace The Economist están hechas a la luz de lo que está sucediendo en el mundo desarrollado, también aplicarían al Perú puesto que da una lección que cualquier gobierno debe tener en cuenta: la capacidad de la política fiscal está restringida a un presupuesto y a una deuda que, si bien puede estar justificada por la emergencia, debe pensarse en hacerse sostenible de manera que no se asfixie a los contribuyentes en el tiempo. Un país como el Perú que cuenta con un bajo ratio deuda/PBI en relación a sus pares de la región, no debe descuidar esta ostentosa posición pues es esta misma característica la que le permitirá –a través de una buena calificación crediticia – acoger más inversiones para así apuntalar su crecimiento una vez superada la pandemia. Lampadia

Finanzas del gobierno
Después de la enfermedad, la deuda

Para hacer frente al costoso legado de la pandemia, los gobiernos deberán encontrar el camino correcto entre el estímulo y la moderación

The Economist
23 de abril, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

A los líderes nacionales les gusta hablar de la lucha contra covid-19 como una guerra. Principalmente es una forma de hablar, pero en un aspecto tienen razón. El endeudamiento público en el mundo rico se elevará a niveles vistos por última vez en medio de los escombros y el humo de 1945. A medida que la economía cae en ruinas, los gobiernos están emitiendo millones de cheques a hogares y empresas para ayudarlos a sobrevivir los bloqueos. Al mismo tiempo, con las fábricas, tiendas y oficinas cerradas, los ingresos fiscales están colapsando. Mucho después de que los barrios del covid-19 se hayan vaciado, los países vivirán con las consecuencias.

Se está desarrollando un deterioro asombroso en las finanzas públicas. El gobierno de EEUU tendrá un déficit del 15% del PBI este año, una cifra que aumentará si se necesita más estímulo. En todo el mundo rico, el FMI dice que la deuda pública bruta aumentará de US$ 6 trillones a US$ 66 trillones a fines de este año, o del 105% del PBI al 122%, un aumento mayor que el observado en cualquier año durante el período de la crisis financiera global. Si los bloqueos duran más, la carga será mayor. Gestionar tales deudas colosales será una carga para las sociedades occidentales en las próximas décadas.

Pocos temas en economía atraen más alarmismo que los préstamos del gobierno. El reloj de la deuda nacional cerca de Times Square en Nueva York ha advertido sobre el inminente Armagedón fiscal desde 1989. De hecho, la deuda pública de un país no es como el saldo de la tarjeta de crédito de un hogar. Cuando la deuda nacional es propiedad de sus ciudadanos, un país se debe dinero a sí mismo. La deuda puede ser alta, pero lo que importa es el costo del servicio y, siempre y cuando las tasas de interés sean bajas, esto sigue siendo barato. En 2019, EEUU gastó 1.8% del PBI en intereses de deuda, menos de lo que hizo hace 20 años. En 2019, la deuda pública bruta de Japón ya era casi el 240% del PBI, pero había pocas señales de que no pudiera sostenerse. En los países que imprimen su propio dinero, los bancos centrales pueden mantener bajas las tasas de interés comprando bonos, como lo han hecho en las últimas semanas en una escala sin precedentes (la Reserva Federal ha comprado más bonos del Tesoro en cinco semanas que los emitidos, en línea, en el año a marzo). Justo ahora no hay riesgo de inflación, particularmente porque los precios del petróleo se han derrumbado. La mayoría de los economistas se preocupan menos de que los gobiernos pidan prestado imprudentemente, que de que sean demasiado tímidos debido al temor irracional de aumentar la deuda pública. El apoyo fiscal inadecuado hoy en día corre el riesgo de empujar a la economía a una espiral de declive.

Sin embargo, aunque gastar libremente ahora para evitar una depresión más profunda es el único camino sensato, los préstamos desmesurados durante años eventualmente amenazarán con problemas. EEUU tiene fuertes defensas contra una crisis de deuda abierta, porque el dólar es la moneda de reserva mundial y los extranjeros quieren poseer sus bonos. Pero otros países ricos no tienen ese lujo. La enorme deuda de Italia y la membresía de la zona euro lo condenan a vivir con la amenaza perenne de un pánico financiero si el BCE deja de comprar sus bonos.

La buena noticia es que los mercados financieros sugieren que las tasas se mantendrán cómodamente bajas durante décadas. Pero aún se desconoce mucho sobre el virus y sus efectos que, ahora de todos los tiempos, los inversores no pueden ver claramente muy lejos en el futuro. A algunos economistas les preocupa que una vez que el virus disminuya, podría comenzar una espiral de precios y tasas de interés a medida que una explosión de la demanda choca contra las cadenas de suministro que han sido destruidas por la pandemia.

Por lo tanto, los gobiernos tendrán que recorrer un camino traicionero entre el estímulo de hoy y la prudencia de mañana. El éxito no está garantizado. Después de la segunda guerra mundial, los países redujeron sus deudas en el transcurso de décadas, pero solo mediante el uso de una combinación mandona de altos impuestos sobre el capital, la represión financiera (que obliga a los inversores nacionales a mantener la deuda a tasas de interés artificialmente bajas) y la inflación, lo que erosiona el valor real de las deudas a lo largo del tiempo. Un baby boom y los niveles de educación en rápido aumento facilitaron a las economías salir de la deuda. Japón no ha enfrentado una crisis del mercado de bonos desde la década de 1990, pero su relación deuda / PBI ha seguido aumentando. Después de la crisis financiera en 2007-09, algunos países europeos optaron por recortes presupuestarios para reducir las deudas, con resultados mixtos y una gran reacción política.

La política de reducción del déficit será tóxica. La pandemia aumentará los pedidos de gastos generosos, no de ajuste del cinturón, especialmente en servicios médicos. El envejecimiento de la población significa que habrá una creciente demanda de pensiones y gastos de salud en las décadas de 2030 y 2040. Será más costoso mantener los servicios públicos, y mucho menos mejorarlos. Los políticos que recorten los beneficios para los pensionados serán castigados por legiones de votantes mayores. Habrá menos efectivo extra para combatir futuras crisis, como el cambio climático o incluso otra pandemia.

Ante esta realidad desalentadora, los gobiernos de los países ricos cometerán un gran error si sucumben a las preocupaciones prematuras y excesivas sobre los presupuestos. Mientras están en medio de la pandemia, la retirada del apoyo de emergencia sería contraproducente.

Una inflación moderadamente más alta ayudaría, al impulsar la tasa de crecimiento nominal de la economía. Cuando esto excede la tasa de interés, las deudas existentes se reducen en relación con el PBI con el tiempo. Lamentablemente, los bancos centrales han superado recientemente sus objetivos de inflación. En los últimos diez años, el déficit acumulado en EEUU y la zona euro ha sido de aproximadamente 5-6%. Los bancos centrales deberían comprometerse a compensar el déficit con la inflación de recuperación en el futuro. Esto aliviaría la carga de la deuda sin romper las promesas pasadas de alcanzar los objetivos de inflación.

Y los gobiernos deberían prepararse para el sombrío negocio de equilibrar los presupuestos más adelante en la década. Bien hecho, esto sería más justo y más eficiente que mantener bajas las tasas y permitir que la inflación se reduzca, lo que transferiría la riqueza de manera regresiva y arbitraria, por ejemplo, reduciendo las deudas de empresas y propietarios de viviendas apalancadas de manera imprudente. Es mejor aumentar los impuestos sobre la tierra, la herencia, las emisiones de carbono y, en EEUU, el consumo, y al menos tratar de recortar el gasto en personas mayores.

Servicio de deuda nacional

Quizás las tasas de interés realmente se mantendrán bajas mientras el crecimiento se recupera y la inflación aumenta ligeramente, lo que alivia la carga de la deuda. Lo más probable es que vivir con altas deudas sea un trabajo angustioso y agotador. Hacer que los presupuestos se sumen parece ser un desafío decisivo para el mundo post-covid, uno que los políticos de hoy ni siquiera han comenzado a enfrentar. Lampadia




Más DEUDA y mal GASTO PÚBLICO

Más DEUDA y mal GASTO PÚBLICO

Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia, desde el Cusco

A finales de noviembre el gobierno ha hecho gala de la exitosa colocación de bonos por 10,200 millones de soles y en la primera semana de diciembre, en el encuentro con gobernadores regionales, ha quedado en evidencia la poca capacidad de gasto de las regiones y la flexibilidad del gobierno en materia presupuestal. Han quedado, por lo tanto, sobre la mesa, dos temas sobre los cuales es necesaria una reflexión en una perspectiva distinta: DEUDA Y GASTO PÚBLICO.

Según el MEF[i], la deuda pública en MILLONES DE DÓLARES, al 30.09.2019 (sin considerar la exitosa emisión de noviembre) es la siguiente:

El principal de esa deuda equivale a 51,197 MILLONES DE EUROS, cerca de 1,317 MILLONES DE EUROS más que el año 2018 y cerca del doble de la deuda pública del período comprendido entre los años 2009 y 2000, que se mantuvo por debajo de los 26,000 MILLONES DE EUROS.[ii]

La consecuencia de este crecimiento de la DEUDA PÚBLICA peruana es que a su vez la DEUDA PÚBLICA PERCÁPITA (es decir lo que debe cada habitante) ha pasado de 943 € /habitante del año 2,000 a 1,559 € /habitante en el año 2018, según las cifras disponibles a la fecha, pese a que la deuda ya no representa el 44,91% del PBI como era en el año 2000, sino únicamente el 26,15% del PBI el año 2018. Muy lejos quedó el record del año 2008, donde la deuda percápita era de apenas 803€ /habitante. Dicho de otro modo, la deuda que carga en su espalda cada peruano, es casi el doble de la deuda que cargábamos el 2008.

La pregunta que cae de madura es la siguiente. ¿Por qué debemos cada vez más?

Aquí algunas respuestas muy simples, que pueden estar sujetas a aclaraciones, precisiones y correcciones, pero sirven para la reflexión que les planteamos:

  • La primera es obvia, porque el estado peruano se presta más dinero del exterior y de sus ciudadanos.
  • La segunda respuesta fluye de ver las diminutas cifras del rubro ‘DEUDA ATENDIDA’ desde el año 2009 a la fecha: estamos pagando poca deuda, buena parte de los pagos se van a intereses y en el caso de la deuda externa, otra parte se van a comisiones. Veamos el cuadro siguiente:

  • La tercera respuesta tiene que ver con el gasto del Estado. El estado gasta cada vez más y por ende, necesita más crédito. Estamos gastando dinero prestado.
  • Si a esto le agregamos que el país, cada vez produce menos (caída del crecimiento del PBI) y por ende tiene menos impuestos y recaudación, tendremos que no existen fuentes sanas de recursos para el gasto y por ello se sigue recurriendo a la deuda pública.

En este contexto de MÁS DEUDA, resulta cuestionable el pobre nivel de ejecución presupuestal del Estado peruano (sin ingresar en el análisis a la calidad del gasto público que es un tema más serio todavía). Solamente sobre la base de los montos presupuestados, según la misma fuente del MEF[iii], al 19 de diciembre de 2019, el AVANCE en la ejecución del presupuesto es del 78,1% a nivel nacional. En los gobiernos regionales el avance es del 78,5 % y en los gobiernos locales solamente del 64,3 %. En términos monetarios quiere decir que sobre el presupuesto institucional modificado (PIM) del año 2019 hay sin ejecutar cerca de 41,669 millones de soles, equivalentes a 11,201 MILLONES DE EUROS, que serán gastadas de manera precipitada, cuando no irresponsable en lo que resta del año. ¿No sería este el momento para pensar en destinar estos recursos a un objetivo más sano para la economía como reducir la deuda pública?

Creo que este es un debate que debe abrirse a pesar de la oposición de autoridades locales, regionales, burócratas o contratistas con el estado. La combinación entre MÁS DEUDA Y MAL GASTO es una combinación letal para el futuro del país y es necesaria una reflexión por encima de los lugares comunes que se manejan sobre esta materia.

Si, con esta medida se quisiera además alentar el consumo, se haría muy bien en destinar una parte significativa de estos recursos, provenientes de la incapacidad de gasto del estado, al pago de la deuda interna a maestros, jubilados, trabajadores estatales, acreedores al estado, expropiados de reforma agraria, acreedores indemnizatorios del estado y otros, que destinarán un alto porcentaje de estos ingresos al consumo y/o inversión local.

El gobierno, que ha hecho gala en el último GORE REGIONAL de su capacidad de ‘chocolatear’[iv] los presupuestos regionales para permitir que gasten más los gobiernos regionales, bien podría dictar una medida similar para que los recursos no utilizados y no comprometidos, se destinen a reducir la deuda pública peruana, en lugar de que se destinen a adquisiciones improductivas o queden en manos de la corrupción estatal.

Si no enfrentamos este serio problema, la DEUDA PERCAPITA seguirá creciendo y los jóvenes deberán soportar y pagar con su trabajo e impuestos en el futuro, una DEUDA PERCAPITA que al paso que vamos, superará fácilmente los 2,000 € / habitante. Si hay algo por lo cual debieran protestar los jóvenes, debería ser por esto y pedir MENOS DEUDA Y MENOR Y MEJOR GASTO PÚBLICO. La combinación actual de MÁS DEUDA Y MÁS Y MAL GASTO PÚBLICO es insana para el futuro del país.

[iii] http://apps5.mineco.gob.pe  ejecución preupuestal

[iv] Frase utilizada por el presidente Vizcarra para explicar la autorización dada a gobiernos regionales para utilizar recursos presupuestados para un fin en obras, proyectos o fines diferentes.




Un análisis del plan económico de Fernández

Un análisis del plan económico de Fernández

La reciente toma de mando del nuevo presidente de Argentina, Alberto Fernández, ha suscitado toda clase de predicciones respecto de su futuro accionar en las principales líneas de política económica que tomará su gobierno, tanto en el frente fiscal como el monetario.

Y es que la presencia de su vicepresidenta peronista Cristina Fernández, ha acrecentado la incertidumbre sobre si se persistirá en el populismo de izquierda emprendido entre los años 2007 – 2015 que llevó a la actual crisis de creciente inflación y delicado problema de repago de deuda que sume a nuestro vecino del sur y que, con el gradualismo que llevó Macri, agravó aún más ambos impasses.

Para una mejor comprensión de los principales drivers que impulsan la crisis argentina, compartimos a continuación un artículo publicado recientemente por la revista The Economist, en el que se analiza el plan económico que acometerá Fernández a la luz del contexto que lo precede y de la evidencia sobre el éxito de dichas políticas en el pasado.

Como se desprende de este análisis, la posposición del pago de intereses sobre la deuda, que actualmente asciende a US$ 105 mil millones, y el no levantamiento de los controles de precios y de capitales que tienen como objetivo no generar grandes depreciaciones del tipo de cambio en el corto plazo, no constituyen la verdadera solución al problema económico de dicho país. Justamente forman parte de placebos que se han venido anunciando recientemente por varios gobernantes de la región, que como hemos escrito en Lampadia: La calle atormenta América Latina , solo buscan ganar adeptos en el electorado. Por el contrario, una política de ajuste que sólo puede ser llevada a cabo bajo una gran reforma del Estado, debería ser una opción mandatoria para Fernández toda vez que los actuales niveles de presión tributaria en Argentina, considerados entre las más altos a nivel mundial, inhibe todo desarrollo que pueda llevar a cabo el sector privado con la consecuente generación de empleos y reducción de pobreza.

Esperamos que el actual líder argentino tome en cuenta las advertencias de The Economist si realmente quiere generar un quiebre estructural en la economía argentina, de manera que retome un alto crecimiento y quién sabe, pueda volver a ubicarse entre las grandes potencias mundiales, como otrora lo exhibía a finales del siglo XIX e inicios del XX (ver Lampadia: Ideas para ponerle fin a la crisis económica de Argentina). Lampadia

El predicamento peronista
Cómo Alberto Fernández planea hacer frente a la crisis económica de Argentina

El nuevo presidente quiere impulsar el crecimiento y frenar la inflación. Eso será difícil

The Economist
12 de diciembre, 2019
Traducido y comentado por
Lampadia

BUENOS AIRES. Alberto Fernández se llevó a sí mismo y a su novia, Fabiola Yáñez, al Congreso para su toma de posesión como presidente de Argentina en su Toyota. Ese gesto, tanto como lo que dijo en su discurso de una hora, señaló que tiene la intención de ayudar rápidamente a los argentinos comunes que sufren de recesión, alta inflación y aumento de la pobreza. Pero algunos se preguntaron, cuando el peronista aceptó la faja presidencial y el testigo de Mauricio Macri, su predecesor de centroderecha, si conduciría al país hacia adelante o hacia atrás.

La pregunta fue provocada en parte por la presencia de Cristina Fernández de Kirchner, la nueva vicepresidenta, que precedió a Macri como presidente. Fernández, una populista que gobernó de 2007 a 2015, creó el desorden económico en cuya limpieza Macri falló. Ella ha sido acusada en nueve casos judiciales separados por actos de corrupción y otros delitos. En la nueva administración, ella ya ha acumulado una influencia sin precedentes para un vicepresidente. El nuevo presidente (sin relación con Fernández) quiere complacer a la multitud como lo hizo ella, al menos para los argentinos pobres, pero sin repetir sus errores. Eso será complicado.

La “catástrofe social” que Fernández promete poner fin es real. Dos quintos de los ciudadanos argentinos no pueden pagar una canasta mensual de productos básicos. La tasa de inflación interanual supera el 50%. El rescate de US$ 57 mil millones de Argentina del FMI es el más grande en la historia del fondo. Fernández promete poner la economía “de nuevo en pie”. Pero un asesor del nuevo presidente admite: “No hay respuestas fáciles sobre la economía y no hay buenas opciones”.

La apuesta de Macri era que podría restaurar la confianza que Fernández había maltratado, lo que conduciría al crecimiento. Al asumir el cargo en 2015, levantó los controles de cambio introducidos por Fernández, llegó a un acuerdo con los acreedores extranjeros (con quienes ella había peleado) y redujo sus impuestos a los exportadores. Ese enfoque fracasó, en gran parte porque Macri no redujo el déficit presupuestario lo suficientemente rápido como para mantener la calma de los inversores cuando aumentaron las tasas de interés mundiales. El peso se desplomó y la inflación se disparó (ver gráfico líneas abajo). El acuerdo del FMI en 2018 fue una segunda puñalada para revivir la confianza. Pero la austeridad que exigía golpeó justo cuando se iniciaba la temporada política de Argentina, debilitando la economía y llevando a los votantes a Fernández. Eso golpeó nuevamente al peso.

La gran idea del nuevo presidente es revertir la secuencia de Macri: el crecimiento conducirá a un resurgimiento de la confianza en lugar de al revés, argumenta. Para impulsar el crecimiento, tiene la intención de recuperar las herramientas empleadas por la administración de Fernández, pero usarlas con mayor destreza.

Es probable que la pieza central del programa económico sea una reestructuración de la deuda de US$ 105 mil millones de Argentina con los tenedores de bonos extranjeros (que no incluye la deuda con el FMI). Esto lo llevará a cabo el nuevo ministro de economía, Martín Guzmán, un académico con poca experiencia política que se especializa en negociación de deudas. Él ha propuesto que Argentina difiera el pago de intereses y capital por los próximos dos años. Los analistas suponen que terminará exigiendo mayores concesiones a los acreedores. Los precios de los bonos sugieren que los mercados esperan un recorte implícito, un descuento en el valor nominal de los bonos, de casi el 50%. “Cada dólar que no usemos para la deuda se destinará a la recuperación en casa dirigida por el consumidor”, dijo Guzmán a sus nuevos colegas.

La idea de pagar a los acreedores extranjeros menos de lo que se les debe es popular. También lo serán los planes de Fernández para aumentar los salarios de los trabajadores del sector público y mal remunerados y aumentar las pensiones.

Las ideas para controlar la inflación son poco ortodoxas. El nuevo gobierno puede mantener un límite en los precios de los servicios públicos que debían expirar a fines de 2019. Se espera que mantenga los controles de capital introducidos por Macri como una medida de emergencia para frenar la depreciación del peso y alcanzar un pacto con empleadores y sindicatos para mantener bajos los precios y salarios. (Esto puede significar que los salarios aumentarán en menos de lo que ha implicado Fernández).

La gran pregunta es si ese paquete puede excluir las cosas que obstaculizan el crecimiento contra las cuales los peronistas hicieron campaña. Eso es improbable. El nuevo gobierno no quiere retirar los US$ 11 mil millones restantes de su préstamo del FMI, pero aún tendrá que lidiar con el fondo. Es probable que el FMI acoja con beneplácito un recorte en la carga de la deuda del sector privado (facilitando que Argentina reembolse el fondo). Es probable que ambos tipos de acreedores insistan en un superávit fiscal primario, es decir, antes de los pagos de intereses, lo que significa más austeridad de la que tiene en mente Fernández. Existe una especulación preocupada de que el banco central pagará promesas como pensiones más altas imprimiendo dinero, a pesar de que se cree que su nuevo presidente, Miguel Pesce, es una opción segura. Si la política fiscal o monetaria es demasiado flexible, aumentará la inflación a pesar de que se planea contenerla.

Aunque Fernández está volviendo a usar algunas de las técnicas utilizadas por su predecesor peronista, está ansioso por señalar que no repetirá sus excesos. “Este es el equipo económico de Alberto, y él estará a cargo en este frente”, dice un asesor. Sin embargo, el nuevo presidente no ha descartado los temores de que Fernández tendrá una influencia indebida. Guzmán obtuvo el ministerio de economía después de que vetó a otros dos candidatos, dice el asesor presidencial.

Ella intervino en la elección de los ministros de interior, defensa y seguridad. Sus partidarios estarán a cargo de las agencias que manejan los impuestos, las pensiones y el cuidado de las personas mayores, que tienen grandes presupuestos y empleos para ofrecer aliados políticos. Su influencia en estas áreas sugiere que reformar el estado no será una prioridad. Como vicepresidenta, Fernández es la líder del Senado y dirige el bloque peronista en la cámara, donde tiene una mayoría. Su hijo, Máximo, dirige a los peronistas en la cámara baja del congreso.

Fernández también ayudó a organizar el nombramiento de Carlos Zannini, uno de sus asociados más cercanos, como fiscal general. Zannini fue detenido preventivamente por su presunto papel en encubrir un acuerdo que Fernández había hecho con Irán para absolverlo de la culpa del bombardeo de un centro judío en Buenos Aires en 1994 en el que murieron 86 personas, incluido el terrorista. Su juicio se ha retrasado indefinidamente. Alberto Nisman, un fiscal que fue asesinado en 2015, había acusado a Zannini. Como el fiscal general, Zannini, quien fue liberado de la cárcel en 2018 y niega todos los cargos, dirigirá la unidad anticorrupción del gobierno y su equipo de abogados.

Alberto Fernández ya dejó en claro que no le preocupan las presuntas fechorías de sus altos funcionarios. Sostiene que Cristina Fernández y los miembros encarcelados de su gobierno son víctimas de “persecución política”. Ha declarado inocente a Zannini. “Le reivindicamos”, le dijo al nuevo fiscal general.

Fernández revivirá aspectos de la política exterior de su predecesora peronista. El nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Solá, ha señalado un “compromiso” con Nicolás Maduro, el dictador izquierdista de Venezuela, que ahora será menos un paria regional. El nuevo gobierno de Argentina no aceptará en su forma actual un acuerdo comercial negociado por Mercosur, un bloque comercial de cuatro países, con la Unión Europea. Esto disminuirá las perspectivas de crecimiento de Argentina a largo plazo y aumentará la tensión con Brasil, el miembro más grande del bloque. Fernández y Jair Bolsonaro, presidente populista de Brasil, hablan de tener “relaciones pragmáticas”. Pero no hay forma de ocultar la escarcha. Bolsonaro no asistió a la toma de posesión de Fernández, sino que envió a su vicepresidente.

El gobierno de Macri se enorgullece de haber puesto fin al aislamiento económico que Cristina Fernández impuso a la Argentina. “Hemos pasado cuatro años sacando a Argentina de la congelación”, dice Jorge Faurie, el canciller saliente. “El miedo es que volveremos”. Los optimistas piensan que el cambio hacia la izquierda en la diplomacia facilitará que Fernández adopte una política económica moderada. Los argentinos deben esperar que sí. Lampadia




El manejo responsable de la deuda pública

El manejo responsable de la deuda pública

A continuación compartimos un reciente artículo escrito por el notable economista norteamericano y profesor en la Universidad de Harvard, Kenneth Rogoff, en el que describe cómo el actual contexto de bajas tasas de interés a nivel mundial está acrecentando el interés de los gobiernos por tomar deuda a un costo casi nulo del dinero.

El mensaje de Rogoff es claro. Una política que en el corto plazo puede ser sumamente tentadora, sobre todo para aquellas economías que crecen en mayor proporción que las tasas de interés, por los posibles usos que podría dársele a tales volúmenes de deuda pública en un contexto de recesión global, pueden tener un altísimo costo puesto que no toma en cuenta ciertos forados fiscales actuales ya existentes. Aquí se encuentran los sistemas de pensiones de reparto que el fisco tiene que financiar anualmente para hacer frente a la demanda de millones de personas, cuya proporción entrante a la jubilación crece a pasos agigantados en los últimos años (ver Lampadia El envejecimiento hay que enfrentarlo).

En ese sentido, el economista propone un manejo prudente de la deuda tomando en cuenta estos costos de oportunidad pero también los riesgos que conllevarían acumular niveles de endeudamiento similares a los de la última crisis financiera del 2008. La deuda al final siempre tiene que pagarse ya sea  con mayores impuestos en el en el futuro o con mayor crecimiento económico, por ende debe sopesarse si el contexto económico actual es el más adecuado para acumular más pasivos en tanto se espera que los próximos años pueda retomarse altas tasas de crecimiento que permitan repagar la deuda sin incrementar impuestos, siendo esta última medida contractiva. Como puede desprenderse de la coyuntura global y la posible recesión con choques permanente de oferta que afectará al mundo en los próximos años (ver Lampadia: Recesión global en 2020), esto no pareciera ser el caso. Lampadia

La deuda del gobierno no es lonche gratis

Kenneth Rogoff
Project Syndicate
6 de diciembre,2019
Traducido y comentado por Lampadia

Con los costos de endeudamiento en mínimos de varias décadas, los gobiernos aparentemente pueden asumir mucha más deuda sin ninguna gran preocupación por las consecuencias a largo plazo. Pero los riesgos y costos reales de un mayor endeudamiento público pueden estar ocultos..

Con las tasas de interés sobre la deuda del gobierno en mínimos de varias décadas, varios economistas líderes han argumentado que casi todas las economías avanzadas pueden permitir que la deuda se desplace hacia niveles japoneses (más del 150% del PBI incluso por la medida más conservadora) sin ninguna gran preocupación sobre consecuencias a largo plazo. Los defensores de una deuda mucho mayor podrían tener razón, pero tienden a minimizar o ignorar todo lo que puede salir mal.

En primer lugar, la nueva visión de la deuda subestima los riesgos para otros reclamantes sobre los ingresos por impuestos públicos, como los pensionistas, que podrían considerarse titulares de deuda junior en el estado de bienestar del siglo XXI. Después de todo, la mayoría de los sistemas de seguridad social son como deudas en el sentido de que el gobierno le quita dinero ahora y promete pagarlo con intereses cuando sea viejo. Y para los gobiernos, esta deuda “junior” es masiva en relación con la deuda del mercado “senior” que se encuentra encima de ella.

De hecho, los gobiernos de los países de la OCDE están pagando actualmente un promedio del 8% del PBI en pensiones de vejez, y un asombroso 16% en el caso de Italia y Grecia. Actuarialmente, los impuestos futuros destinados a pagar pensiones reducen los impuestos futuros destinados a pagar deuda por un múltiplo significativo, aunque muchos gobiernos han estado tratando de ajustar las pensiones a la baja gradualmente, como lo hizo Europa durante la crisis financiera, y México y Brasil lo han hecho bajo coacción más recientemente. Desafortunadamente, el crecimiento lento y el envejecimiento de la población significan mucho por hacer.

Por lo tanto, incluso si parece que los gobiernos pueden endeudarse mucho más sin tener que pagar intereses de mercado significativamente más altos, los riesgos y costos reales pueden estar ocultos. Los economistas Alan Auerbach y Laurence Kotlikoff hicieron un punto similar en una influyente serie de artículos en la década de 1990.

En segundo lugar, y quizás aún más críticamente, la complacencia actual con respecto a una deuda mucho más alta supone implícitamente que la próxima crisis se verá igual que la última en 2008, cuando colapsaron las tasas de interés de la deuda del gobierno. Pero la historia sugiere que esta es una suposición peligrosa. Por ejemplo, la próxima ola de crisis podría derivarse fácilmente de una comprensión repentina de que el cambio climático se está acelerando mucho más rápido de lo que se pensaba anteriormente, lo que requeriría que los gobiernos detuvieran simultáneamente el motor capitalista y gastaran grandes sumas en medidas preventivas y remediación, por no hablar de lidiar con los refugiados del clima. Y la próxima conflagración global podría ser una guerra cibernética, con ramificaciones desconocidas para el crecimiento y las tasas de interés.

Además, la experimentación agresiva con una deuda mucho más alta podría causar un cambio correspondiente en el sentimiento del mercado, un ejemplo de la crítica del economista ganador del Premio Nobel Robert Lucas de que los grandes cambios en la política pueden ser contraproducentes debido a los grandes cambios en las expectativas. Y, francamente, cualquier evaluación realista de los riesgos económicos mundiales actuales debe reconocer que la economía más importante del mundo está en estado de parálisis política, con una toma de decisiones impulsiva que la deja mal equipada para lidiar con una crisis fuera de la caja en caso de que surja.

La conclusión es que no hay garantía de que las tasas de interés caerán en la próxima crisis global.

Ninguno de los argumentos anteriores socava el argumento sólido para invertir ahora en proyectos de infraestructura de alto rendimiento (incluso en educación) que más que se pagan a largo plazo. Mientras los gobiernos se adhieran a criterios sólidos de gestión de la deuda, equilibrando el riesgo y el costo al elegir los vencimientos, las tasas de interés ultra bajas de hoy ofrecen grandes oportunidades.

Pero la afirmación más amplia de que la emisión de deuda del gobierno se ha convertido en un verdadero lonche gratis, similar a las ganancias del gobierno de la emisión de divisas, ha sido exageradamente peligrosa. Si el objetivo de la política gubernamental es reducir la desigualdad, la única solución sostenible a largo plazo consiste en aumentar los impuestos a los que ganan más; la deuda no es un atajo mágico para dar a los pobres sin tomar de los ricos.

Es cierto que en muchas economías avanzadas, las tasas de interés actuales reales (ajustadas a la inflación) sobre la deuda pública están por debajo de la tasa real de crecimiento económico. Por lo tanto, presumiblemente, los gobiernos pueden endeudarse mucho más sin tener que aumentar los impuestos. Después de todo, siempre y cuando el ingreso crezca más rápido que el stock de deuda pública, la simple aritmética muestra que la proporción de deuda a PBI (ingreso) disminuirá con el tiempo.

Sin embargo, las cosas no son tan simples. Las tasas de interés son extremadamente bajas en parte porque los inversores globales están privados de activos “seguros” que aún pagarán en caso  se de una fuerte recesión o una catástrofe económica. Pero, ¿pueden los gobiernos proporcionar ese seguro de forma gratuita si existe el riesgo de que las tasas de interés aumenten en la próxima gran crisis sistémica? Un estudio reciente del FMI de 55 países en los últimos 200 años mostró que, aunque el crecimiento económico superó las tasas de interés de la deuda del gobierno casi la mitad del tiempo, este no fue un buen predictor de si los países encuestados estaban a salvo de los picos de tasas de interés en un crisis.

Por último, pero no menos importante, ¿qué tan seguros pueden estar los inversores de que llegarán primero en la fila en la próxima crisis, como lo hicieron en 2008? ¿El gobierno de los EEUU volverá a poner a Wall Street antes que a Main Street y honrará las deudas con China antes que las obligaciones con los pensionistas?

Las economías modernas tienen muchos usos importantes para la deuda. Pero nunca es una opción libre de riesgos para los gobiernos, razón por la cual debe ser asumida y administrada sabiamente, incluso cuando prevalecen los costos de los préstamos de fondo. Lampadia

Kenneth Rogoff, profesor de Economía y Políticas Públicas en la Universidad de Harvard y ganador del Premio Deutsche Bank 2011 en Economía Financiera, fue el economista jefe del Fondo Monetario Internacional de 2001 a 2003. Es coautor de This Time is Different: Eight Centuries of Financial Folly y autor de The Curse of Cash.




Lo que los candidatos a la municipalidad de Lima deberían saber sobre el Metropolitano

El candidato a alcalde de la municipalidad de Lima, Luis Castañeda Pardo, dijo en entrevista publicada en Perú21 el miércoles: “La flota actual (del metropolitano) todavía no ha sido pagada por parte de los operadores porque aducen que todavía no ha iniciado la operación debido a que no se culmina el tramo hasta Chimpu Ocllo. Voy a abordar toda esa maraña de problemas”.

Reveló, así, la existencia de, efectivamente, una maraña de problemas en relación al Metropolitano que hasta ahora han pasado casi inadvertidos. El principal es una deuda por más de 1,000 millones de soles (entre capital e intereses) que los 4 operadores le deben a COFIDE por los préstamos puente de 550 millones que éste les hizo para comprar los 512 buses con los que operan. Ese préstamo debía empezar a pagarse, según el contrato, a partir de la fecha de inicio de la concesión, pero el inicio de la concesión dependía, a su vez, del cumplimiento por parte de la municipalidad de ciertas obligaciones. De ellas, la municipalidad nunca cumplió con tres principales: 

  • Construir y entregar el tramo del corredor Norte entre Naranjal y   
    Carabayllo (12kms),
  • Habilitar el patio de maniobras Norte, y
  • Mantener la intangibilidad de las vías aledañas a fin de evitar la
    competencia al nuevo sistema.

En la medida en que esas obligaciones no se cumplieron, la concesión como tal no podía formalmente comenzar, y por lo tanto los operadores no pagaban los préstamos.

Uno de los resultados es que en la actualidad el Metropolitano atiende una demanda actual de 530 mil pasajeros/día, lejos del estimado inicial de 713 mil pasajeros/día. En parte por eso la tarifa subió a S/2.50 desde diciembre del 2014.

En vista de los incumplimientos municipales, los operadores abrieron procesos arbitrales a la municipalidad exigiendo compensaciones económicas por los perjuicios ocasionados, con el acuerdo de que los pagos que tuviera que hacer la municipalidad, si perdía, se harían a favor de COFIDE para cancelar o amortizar las deudas. La municipalidad siempre perdió los laudos, pero solo pagó en una ocasión, el 2012, durante la gestión de Susana Villarán, cuando se entregó 72 millones de soles a favor de COFIDE a cuenta de los intereses. Pese a ello, los intereses acumulados suman en la actualidad 499 millones de soles y los laudos no desembolsados por la municipalidad alcanzan una suma menor a esa, 270 millones de soles.

La gestión actual de COFIDE, presidida por Pedro Grados, está desarrollando conversaciones con los operadores para que estos le paguen por fin la deuda, desvinculando el pago del inicio de la concesión. Los operadores están interesados en llegar a un acuerdo de pago porque corren el riesgo, si no lo hacen, de que la deuda que tienen pase a la categoría de “pérdida”, con lo cual dejan de ser sujetos de crédito, lo que sería desastroso para ellos no solo por razones reputacionales, sino porque no podrían renovar la flota que ya se aproxima a su tiempo de vida límite. En efecto, el “overhaul” de la flota y su ampliación debería iniciarse en unos 18 meses.

El problema es, por supuesto, el elevado monto de la deuda acumulada. ¿Están en condiciones los operadores de pagarla? La respuesta no es fácil. El cumplimiento de las obligaciones municipales y del pago del adeudo por los laudos perdidos, es fundamental para asegurar capacidad de pago por parte de los operadores. Y quizá se requiera otras facilidades.      

Ahora bien, ¿por qué la municipalidad nunca cumplió con las obligaciones arriba mencionadas? Hemos tratado de conversar con el presidente de Protransporte, el señor Victor Pacahuala, para conocer sus explicaciones, pero no hemos tenido la suerte de conseguirlo. No obstante, cuando menos el hijo del alcalde, Luis Castañeda Pardo, sí estaría dispuesto a cumplirlas. Y a pagar los 270 millones que debe la Municipalidad por los laudos perdidos. Hace falta saber si los demás candidatos están enterados o no de lo que ocurre y de los compromisos que en este tema la municipalidad tiene por delante. Lampadia




Los hospitales se rebelan contra la racionalización del SIS

Los hospitales se rebelan contra la racionalización del SIS

Jaime de Althaus
Para Lampadia

En los últimos días hemos visto arreciar una campaña contra el Seguro Integral de Salud (SIS) acusándolo de desfinanciar a los hospitales y centros de salud al no transferirles lo que se les adeuda y reducir las tarifas que paga por diversas prestaciones. La Federación Médica y voceros de diversos hospitales han señalado que el SIS adeuda 700 millones de soles (o incluso mucho más) a los hospitales y que por eso la calidad de la atención es cada vez más pobre.

Lo que está ocurriendo, en realidad, es un movimiento de resistencia a los cambios que buscan erradicar prácticas corruptas y gastos indebidos. 

Es cierto que la población asegurada en el SIS ha crecido a una velocidad mayor que los recursos financieros. Ha pasado de 5.8 millones de asegurados el 2002 a 18 millones en la actualidad. De estos, alrededor de 5 millones no serían pobres según el “Informe de la Comisión Interventora del SIS” (Enero 2017),[1] siendo condición para la  afiliación ser pobre o pobre extremo. Hay allí, para comenzar, un problema de mala gestión que ha generado una masiva] filtración. El presupuesto del SIS también ha sufrido una cierta reducción a partir del año 2015: bajó de 1,756`278,819 soles ese año a 1,558`689,609 el 2016 y a 1,400’996,418 este año.

Fuente: RPP

No obstante, también es cierto que el gasto ha sido ineficiente, desviado a otros destinos y eventualmente presa de corruptelas prácticamente institucionalizadas. Es decir, podría ser más bajo  y más eficiente. Si el gasto se hubiese hecho bien, quizá la deuda no sería de 700 millones, sino mucho menor. Debe precisarse que los 700 millones se refieren a la deuda acumulada  de años anteriores. No es deuda de este año o de la gestión presente. Edmundo Beteta, jefe del SIS, informa que en los últimos 7 meses ha transferido 1,000 millones de soles a las entidades prestadoras. 

Los directores de los hospitales y la Federación Médica han reclamado el pago de esos 700 millones. Ante ello, el SIS decidió iniciar un trabajo de revisión y validación de esa deuda. Aplicó un software sencillo y descubrió un conjunto muy amplio de prácticas corruptas a las que denomina con el eufemismo de “Inconsistencias”.

Fuente: Minsa

En el siguiente cuadro, referido solo a partos y cesáreas, podemos ver la manera desvergonzada como se inventaban intervenciones quirúrgicas o atenciones imposibles. 194 hombres dieron a luz, 143 ancianas también pudieron alumbrar, y nada menos que 34,812 mujeres pudieron dar a luz dos veces en menos de dos o tres meses, entre otros maravillosos milagros.

Fuente: SIS

La resurrección es también un milagro frecuente entre los asegurados del SIS, pues varias personas han cobrado por sepelio más de una vez, en conexión con funerarias. Allí no queda la cosa: una persona se operó 200 veces de cataratas.  En un colegio que recibía Kali Warma, el 80% de los niños respecto de los cuales se reportó que se les había hecho curaciones dentales, no se les había efectuado tales curaciones. Y así sucesivamente.

Podemos inferir, entonces, que cuando menos parte de las protestas actuales contra el SIS por supuesta falta de transferencia de fondos, obedecen al hecho de que se está empezando a descubrir prácticas corruptas y, naturalmente, se está empezando a introducir ajustes y controles. Pues, fuera de las prácticas fraudulentas reseñadas, también se desperdicia dinero en gastos que el SIS no debe pagar. Es decir, se destinan a fines que no corresponden. Los hospitales usan parte –se calcula que alrededor de la mitad- del dinero del SIS como “caja chica”, para otros fines (remuneraciones, equipos, refacciones), a costa del gasto en medicinas.

Tarifa solo costos variables 

Parte de ese fenómeno tenía que ver con un tarifario mal hecho, que reconocía indebidamente costos fijos, que no corresponden al SIS sino al Ministerio de Salud o a los gobiernos regionales. El tarifario, entonces, ha empezado a sincerarse. Como consecuencia, el presidente de la Comisión de Salud del Congreso, Cesar Vásquez, ha “denunciado” que el SIS ha reducido tarifas “brutalmente”. Por ejemplo –dijo- “una tomografía ha bajado de 145 a 32 soles”. Pero  Edmundo Beteta lo explica: “Por una tomografía se pagaba 145 soles, de los cuales 116 soles correspondían al  conjunto de disparos de un tubo. Pero el  disparo del tubo es el uso del tubo, y el tubo es un equipo,  un costo fijo, y los equipos se pagan con recursos ordinarios, no con el SIS. Lo que el SIS sí paga en las tomografías es el material de aseo, las placas para impresión de imágenes, la sábana de camilla, es decir, los costos variables”. 

En efecto, según la norma, el SIS debe pagar solo por los medicamentos y análisis recetados por el médico y por los insumos usados en las intervenciones. No paga ni sueldos ni equipamiento ni infraestructura. Sólo paga los gastos variables. El presupuesto del SIS es solo el 9% del presupuesto total del Sector. En realidad, esta reforma del SIS debería venir acompañada de una reforma del presupuesto ordinario (el que viene del MINSA o los gobiernos regionales) de los establecimientos de salud, que introduzca también racionalidad por resultados y mejore la asignación donde realmente sea necesario. Para ello, la gerencia de los hospitales debería ser tercerizada.

Mientras tanto, la racionalización del SIS ha puesto a los hospitales en pié de guerra y están reclamando los 700 millones de deuda. El SIS está en proceso de negociar convenios nuevos con los hospitales que no solo suponen un tarifario más ajustado sino más controles y penalidades si se revela información falsa.  E indicadores de calidad en la atención y el servicio, pues la atención al asegurado es muy mala. Pero también incentivos. Algunos hospitales se resisten.   

El informe de la Comisión Interventora del SIS reveló que prácticamente no hubo control en el pasado porque “solo se auditó menos del 1% de las prestaciones de manera presencial”. Eso se va a incrementar con un número mayor de auditores, de manera muestral. También se pondrá énfasis en los análisis de consistencia de la información. 

Pese a todo, el INEN, que había hecho un plantón, ya firmó el nuevo convenio. Lo mismo el Hospital Loayza, el Instituto Nacional de Salud del Niño, el Casimiro Ulloa, el Hospital de Emergencias Pediátricas, el Hospital Nacional Docente Madre Niño – San Bartolomé, el Instituto Nacional del Niño San Borja y el Hospital de Emergencias Villa el Salvador. El Hospital María Auxiliadora y el Sergio Bernales. Y algunos Gobiernos Regionales.

Estos últimos manejan sus propios hospitales y también el primer nivel de atención, los centros de salud y las postas. Para este último efecto se eligieron indicadores de calidad en salud preventiva. Cada región se puso metas en reducción de desnutrición, anemia y embarazo adolescente, y se les da un bono de hasta 35% por el cumplimiento de esas metas. Dicho cumplimiento es verificado por el INEI, que mide el peso y la talla de los niños.

Desvíos a clínicas propias o de amigos

La resistencia de algunos hospitales obedece también a otras corruptelas que se han detectado y están siendo erradicadas. Una de ellas ha sido el incremento explosivo de las atenciones en emergencias de clínicas privadas. Un asegurado del SIS puede ir a la clínica privada más cercana si sufre una emergencia con riesgo vital, y el SIS paga la cuenta. Según el Informe de la Comisión Interventora del SIS, el 2014 se pagó por esa modalidad 1.7 millones de soles. El 2016, ¡114 millones! Había muchos casos que no eran de emergencia, y otros que comenzaron en emergencia, fueron estabilizados, y después en lugar de salir permanecieron en la clínica muchos días (28 casos de pacientes con estancias que se encuentran entre los ¡100 y 381 días!). 

Pero el factor principal de ese incremento fue que médicos de los propios hospitales aprovecharon para derivar pacientes a sus clínicas privadas o a las de médicos amigos. En efecto, el Informe revela muchos casos de emergencia que fueron atendidos por la oferta pública y posteriormente trasvasados hacia la oferta privada por el mismo responsable de la atención (ver cuadro). 

Pues bien, todo eso se ha cortado drásticamente: en septiembre del 2016 hubo 630 casos de emergencias en establecimientos privados, por 5.5 millones de soles. En marzo 2017 se dieron solo 5 casos, con un costo de 10 mil soles. “El decreto legislativo 1346 nos dio facultades para hacer mejor control y lo que no es emergencia no se paga”, nos explica Edmundo Beteta. Sencillamente cambiaron los incentivos.[2]

A todo esto se agrega una disposición, esta sí más discutible, del ministerio de Salud en el sentido de cerrar las clínicas privadas que funcionaban, reglamentadas sin embargo, dentro de los principales hospitales y sobre todo en los Institutos especializados. Aun si fuese correcta esta decisión, no era el momento de tomarla. No se puede hacer todo a la vez y menos cuando hay restricción presupuestal.

El problema es que, como en el sector Interior, apenas empieza un esfuerzo serio de racionalización y reforma, los intereses afectados movilizan a sus representantes en el Congreso con la finalidad que se aprueben leyes o deroguen decretos legislativos a fin de mantener el statu quo y anular todo intento de introducir racionalidad y modernidad en la gestión de un servicio que es fundamental para la salud de los peruanos en un país cuyo presupuesto público es escaso. Por lo tanto, este también es un tema que debería ser materia de acuerdo político, a fin de proteger la profundización de la reforma.  Lampadia

[1] Ver informe en:  http://www.minsa.gob.pe/sis/index.html

[2] Allí no queda la cosa. La Comisión Interventora encontró “que el SIS viene financiando tercerizaciones de los establecimientos de salud públicos a privados, a tarifas que exceden lo fijado en los convenios. Entre los procedimientos más tercerizados al sector privado por parte de los prestadores públicos se encuentran la tomografía, resonancias magnéticas, hemodiálisis, cateterismo cardiaco y la embolización”.  Huelgan comentarios.




Aprendamos de la gran crisis del 2008-2009

En este análisis presentamos la cuarta publicación de The Economist sobre las más importantes teorías económicas explicadas de una manera menos ‘matematizada’ y con énfasis en cómo estas teorías se aplican en la actualidad. Este artículo se refiere al gran debate sobre la adecuación de políticas públicas expansivas o contractivas para guiar las fluctuaciones del ciclo económico, especialmente en situación de crisis, como se hizo en el 2008/09.

Por un lado tenemos la austeridad. Los beneficios, en el campo de la gestión del presupuesto público, es que elimina gastos superfluos, mejora la eficiencia recaudatoria, devuelve la confianza a los mercados financieros internacionales, reduce el coste de la deuda y posibilita alcanzar un equilibrio entre ingresos y gastos que culmina con un relanzamiento de la economía del país después de un periodo (en teoría relativamente corto) de ajuste, en que se ha reducido el crecimiento y el empleo.

Sin embargo, como afirma The Economist, los efectos contractivos pueden provocar un debilitamiento en la capacidad productiva del país y una reducción significativa de la recaudación impositiva por efecto de la caída de rentas y del estímulo al fraude fiscal. Bajo estas condiciones pueden realimentarse los temores de impago de la deuda soberana en los mercados financieros internacionales, elevación del costo de una deuda pública creciente y entrar así en un círculo vicioso de austeridad y reducción del crecimiento y del empleo.

Por otro lado tenemos el estímulo fiscal, una de las propuestas innovadoras de John Maynard Keynes, quien afirmaba que cuando la economía está trabajando por debajo del pleno empleo, es la demanda más que la oferta quien determina la inversión y la renta. En estas situaciones, el dinero adicional gastado por el gobierno añadiría directamente producción, trabajo y rentas a través de los contratistas de obras, funcionarios o receptores de las políticas de bienestar social. Además, el nuevo gasto tendría efectos en cadena que podrían multiplicarse en el tiempo.

El debate económico en términos de la necesidad del estímulo fiscal o austeridad fiscal llegó a los gobiernos durante la última crisis económica internacional, donde Europa y Estados Unidos actuaron de manera completamente opuesta. Durante esta crisis ha quedado claro que los planes de estímulo propuestos por EEUU han triunfado en detrimento de las políticas de austeridad de Angela Merkel.

El estímulo económico de Barack Obama ha contribuido a terminar con la caída en picado de la economía; ha creado o conservado millones de puestos de trabajo; ha dejado un importante legado de inversión pública y privada. Y es que EEUU supo minimizar los efectos de la crisis mediante un plan agresivo de inyección de efectivo en la economía. Desde el año 2009 cuando se produjo un frenazo en la producción estadounidense, EEUU ha crecido a una media de más del 2.5% del PBI rebajando la tasa de desempleo hasta el 5.3%.

Por otro lado, en Europa se llevó a cabo la política contraria, la de los recortes y austeridad, que lo único que ha hecho es enfriar la economía.

Como afirmó José Luis Sardón, cuando era decano de la UPC, “el Perú debe recoger las lecciones aprendidas por las economías más desarrolladas, cuidando de no utilizar estímulos económicos similares, frente al eventual enfriamiento de la economía. Desde que la clave del éxito de una economía es la asignación de los recursos productivos a sus usos más valiosos, la única manera sana de estimular la economía es devolviendo la decisión sobre la asignación de los recursos productivos a quienes los generan con su creatividad y laboriosidad.”

Es importante que analicemos cuidadosamente las consecuencias de lo que sucedió en la crisis para que estemos preparados para los nuevos “períodos de vacas flacas” y que estos no afecten negativamente las perspectivas de desarrollo del Perú. Lampadia

Estímulo versus austeridad

Dudas soberanas

El cuarto en nuestra serie de artículos sobre la crisis financiera ve en el aumento de la deuda pública y el debate sobre la rapidez con que los gobiernos deben hacer recortes.

The Economist

18 de Agosto de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

Los economistas son argumentativos. Sin embargo, antes de la crisis, la mayoría estaba de acuerdo en que el estímulo fiscal era una reliquia obsoleta. La política monetaria parecía totalmente capaz de domar el ciclo económico. Los esfuerzos del gobierno para aumentar el gasto o reducir los impuestos para luchar contra el desempleo solamente ensuciarían las cosas. Sin embargo, cuando la crisis golpeó en 2008, se evaporó el consenso.

La aterradora velocidad del colapso económico obligó a los gobiernos a tomar acción, a pesar de las dudas doctrinales de los economistas. En 2009, muchos países implementaron grandes medidas de recortes de impuestos y mayor gasto con la esperanza de activar el crecimiento. Este estímulo fue de 2% del PBI en promedio entre los miembros del club del G-20. Entre las primeras medidas de Barack Obama como presidente estaba firmar la Ley de Recuperación y Reinversión, un plan de estímulo valorizado en US$ 831 mil millones, o casi el 6% del PBI de ese año, de la cual la mayor parte se gastaría durante los próximos tres años.

Los partidarios del estímulo seguían las ideas de John Maynard Keynes, economista británico. Sus acólitos razonaron que la depresión se produce cuando hay demasiado ahorro. Cuando demasiadas personas quieren ahorrar y muy pocos quieren invertir, entonces los recursos (incluidos los trabajadores) se estancan. Las empresas y las familias pueden ahorrar demasiado debido a la incertidumbre financiera o porque están trabajando para “reducir el apalancamiento”.

En tiempos normales, los bancos centrales tratan de estimular el crecimiento mediante el ajuste de las tasas de interés para desalentar el ahorro y fomentar el endeudamiento. Sin embargo, a principios de 2009, los bancos centrales habían reducido sus principales tipos de interés casi a cero, sin conseguir el resultado deseado. El sobreendeudamiento, conjeturaron algunos, podría haber impedido que las personas pidan todos los préstamos que quisieran, sea cual sea el tipo de interés. Los keynesianos afirman que los gobiernos necesitan compensar por la falta de préstamos de las empresas y familias, pidiendo prestado y gastando más (o gravando menos) para fomentar el consumo del exceso de ahorro.

Cuando la economía está débil, los estímulos fiscales pueden ser especialmente potentes gracias a un efecto “multiplicador”. Un dólar gastado en la construcción de un ferrocarril, por ejemplo, podría ir a los salarios de un trabajador de construcción. A continuación, el trabajador puede utilizar el ingreso extra en comestibles, enriqueciendo al dueño de la tienda, que a su vez va de compras y así sucesivamente. Cada dólar de estímulo podría ser el resultado de dos dólares de output con un multiplicador de dos. (Los multiplicadores también se aplican a los recortes gubernamentales, amplificando la reducción del PBI.) Eso permite a los gobiernos entregar una explosión económica considerable con un costo fiscal moderado.

Sin embargo, el estímulo fiscal es más necesario cuando los gobiernos ya tienen costos adicionales que solventar. De 2007 a 2010, los países ricos vieron la proporción de su deuda soberana bruta con respecto al PBI subir de 74% a 101% en promedio. La deuda pública británica subió de tan sólo el 44% del PBI a 79%, mientras que el alza de Estados Unidos fue de 66% del PBI a 98%. Grecia se elevó en 40 puntos porcentuales, hasta el 148% del PBI (véase el gráfico 1). El déficit de Grecia era tan alto que cuando el gobierno lo anunció, la admisión desencadenó una crisis de confianza en las finanzas públicas en el sur de Europa, y por lo tanto en la viabilidad del propio euro.  

El estímulo no fue la razón principal de la acumulación de la deuda: el mayor lastre para las finanzas públicas provino de los ingresos fiscales más bajos, gracias a las ganancias débiles y el alto desempleo. Los rescates financieros añadieron a la cifra fiscal, al igual que los “estabilizadores automáticos”, medidas como las prestaciones por desempleo que elevan el gasto de forma automática y apoyan la demanda cuando se produce una recesión. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que casi el 60% del aumento de la deuda pública desde 2008 se debe al colapso de los ingresos, más del doble que el costo del estímulo y los rescates combinados.

Dado que el crecimiento volvió en 2010, algunos líderes argumentaron que era el momento de recortar el gasto público. Otros temían que la recuperación era demasiado frágil para permitir cualquier indicio de austeridad. No había duda de que “la consolidación fiscal” podría ser eventualmente necesaria, pero había mucha controversia acerca de cuándo se debía comenzar.

Gran Bretaña se movió rápidamente hacia la ‘sobriedad’, poniendo fin a su estímulo en 2010 y planificando futuros recortes. De 2010 a 2011, el gobierno redujo su déficit “estructural” del presupuesto (es decir, ajustado para tener en cuenta los costos cíclicos tales como estabilizadores automáticos) en dos puntos porcentuales, con caídas adicionales de un punto porcentual en 2012 y 2013. Varios países del sur de Europa tuvieron que hacer recortes aún más profundos ante la propagación de la crisis. Pero Estados Unidos mantuvo el gasto, agregando nuevas rebajas de impuestos al estímulo anterior. Como resultado, el déficit estructural disminuyó más lentamente.

El debate sobre estas políticas giraba en torno a dos cruciales incertidumbres. Una de ellas era el tamaño del multiplicador. Los escépticos estimaban que sería bajo, y que ni el estímulo ni la austeridad tendrían mucho efecto en la producción o el empleo. El estímulo simplemente absorbería recursos que de otro modo habrían sido utilizados por empresas privadas, argumentaron. Por otra parte, las empresas y los hogares probablemente guardan su parte de las ganancias, en lugar de impulsar la economía con el gasto, ya que se asume que la generosidad del gobierno era sólo temporal y que las contribución pronto iban a subir.

Los de una inclinación keynesiana le restan importancia a estas preocupaciones. Con un alto desempleo y una baja demanda privada de préstamos, había poco riesgo de que el gobierno “desplace” la actividad privada. De hecho, en una “recesión de balance”, con las familias endeudadas, forzadas pagar los préstamos rápidamente por la caída de precios de los activos, impulsando los ingresos de un estímulo fiscal que aceleraría el ajuste financiero, y generaría así una recuperación más rápida.

La otra pregunta era la cantidad de deuda que los gobiernos ricos podrían asumir sin dañar la economía. Por lo general, a medida las deudas públicas crecen, los prestamistas exigirán a los derrochadores gobiernos tasas de interés cada vez más altas. Eso conduce a tasas más altas para todos los demás, que reduce el crecimiento económico. Pero los partidarios del estímulo argumentan que una economía en crisis, con bajísimas tasas de interés, no tiene ninguna razón para temer de los ‘vigilantes’ del mercado de bonos. 

La evidencia académica, inevitablemente, también ha sido disputada. Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, de la Universidad de Harvard, publicaron un artículo muy citado afirmando que las tasas de crecimiento económico bajan bruscamente cuando la deuda pública supera el 90% del PBI. Los estudios complementarios también presentaron una relación negativa entre el crecimiento y la deuda, aunque no siempre en el mismo umbral. La investigación realizada por Alberto Alesina, de Harvard, y Silvia Ardagna de Goldman Sachs, mostró que la rectitud fiscal, sobre todo en forma de recortes de gastos en lugar de aumentos de impuestos, en realidad podría impulsar el crecimiento.

Los keynesianos cuestionaron las conclusiones de Reinhart y Rogoff, señalando que el crecimiento lento podría ser una causa de la elevada deuda en lugar de un síntoma de la misma. También pensaban que la “austeridad expansiva” de Alesina era una quimera. En el pasado, se observó que se había producido sólo bajo condiciones muy diferentes. Si el endeudamiento público hubiera estado tomando el  escaso crédito, empujando hacia arriba las tasas de interés para las empresas privadas, entonces los menores déficit podrían reducir las tasas y desencadenar un auge de la inversión. Pero  la mayoría de tipos de interés del mundo rico ya eran bajos; el problema era el ahorro excesivo.

Lo que es más, los keynesianos sustentan que los multiplicadores son mucho más altos durante las crisis más fuertes que en otras épocas. La investigación realizada por Lawrence Christiano, Eichenbaum Martin y Sergio Rebelo de la Universidad Northwestern sugiere que cuando las tasas de interés están cerca de cero, el multiplicador podría ser mayor que dos, ya que las personas tienen un incentivo mayor de lo habitual a gastar que a ahorrar. Una crisis financiera también eleva los multiplicadores, encontró otro estudio. El trabajo de Larry Summers, el arquitecto del estímulo de Obama, y ​​Brad DeLong de la Universidad de Berkeley en California, argumenta que dado el costo del desempleo prolongado, el estímulo podría pagarse por sí mismo durante una larga recesión. 

El tiempo ya está dejando veredictos. A principios del año pasado, un estudio de McKinsey señaló que el des-apalancamiento financiero en EEUU funcionó más rápidamente que en el Reino Unido y Europa. También el año pasado, el FMI publicó un análisis de sus previsiones económicas, y encontró que la austeridad engarza crecimiento mucho más de lo que se había esperado. Mientras mayores fueron los recortes previstos, más cayó la previsión de crecimiento, concluyó el FMI. El multiplicador sobre los recortes de gastos fue tal vez el doble de lo que los investigadores habían previsto en un principio. La austeridad española redujo el déficit estructural del gobierno en más de dos puntos porcentuales entre 2011 y 2012. Pero los recortes ayudaron a impulsar la economía en recesión. En realidad, el endeudamiento neto del gobierno aumentó.

En abril de este año, una investigación de la Universidad de Massachusetts socavó la conclusión de Reinhart-Rogoff que afirmaba que el crecimiento se desacelera bruscamente cuando la deuda supera el 90% del PBI. Resulta que un error en el análisis y datos cuestionables habían sustentado el resultado. No hay consenso entre los economistas en cuanto a qué nivel de la deuda daña el crecimiento, o si incluso si es posible establecer una regla de ese tipo.

Eso no quiere decir que el aumento del endeudamiento público no es nada de qué preocuparse, sin embargo. Una nueva investigación sugiere que los gobiernos menos endeudados son mucho más propensos a recurrir a los estímulos para fomentar el crecimiento económico, presumiblemente debido a que sienten que pueden permitirse el lujo de hacerlo. Puede tomar un buen tiempo en llegar (la deuda pública de Japón asciende actualmente a 245% del PBI), pero en algún momento demasiada tinta roja dará lugar a una crisis de la deuda. Las preocupaciones sobre la solvencia de un país conducirán a los acreedores a exigir mayores tasas de interés, que a su vez agravarán sus problemas fiscales.

Saber justo cuando cambiará el mercado de bonos depende de una serie de factores. Economías vistas como refugios, como Estados Unidos y Suiza, tienen más libertad: la agitación económica tiende a reducir sus costos de endeudamiento en lugar de aumentarlos. Ayuda si la mayoría de los acreedores son locales, como en Japón, ya que los pagos ayudan a impulsar la economía doméstica.

El pánico es más probable cuando la deuda se da en una moneda que el gobierno no controla, ya que el banco central no puede actuar como prestamista de última instancia. La incertidumbre sobre si el Banco Central Europeo va a desempeñar este rol ha avivado la crisis de la zona euro, por ejemplo. Si se lleva al extremo, la compra de deuda pública puede alimentar temores sobre la inflación, que a su vez puede dar lugar a mayores costos por intereses, mientras que los acreedores exigen una prima de riesgo de inflación. Sin embargo, durante la crisis, las economías eran tan débiles que las compras de los bancos centrales de bonos del gobierno, demostraron ser más tranquilizadores que preocupantes para los inversores, en parte debido a la reducción del riesgo de pánico y de default.

La hora de la verdad, sin embargo, puede estar más cerca de lo que parece. Bancos en quiebra pueden transformar rápidamente las cargas de deuda de moderada a galopante. Antes de la crisis, los activos de los bancos comerciales de Irlanda aumentaron a más del 600% del PBI. Las deudas de Irlanda explotaron de 25% del PBI en 2007 a 117% en 2012, sobre todo gracias a la suposición del gobierno sobre las deudas de los bancos después de la crisis.

Cada corte tiene su día

La austeridad, en conclusión, todavía tiene su lugar. Pero ¿qué tipo? Mientras que algunos economistas recomiendan recortes de gastos, otras investigaciones indican que los impuestos más altos también pueden funcionar. Ambos enfoques tienen sus costos. Gravar pagos puede distorsionar los mercados de trabajo; los impuestos al consumo pueden conducir a la inflación, provocando una política monetaria contractiva. Sin embargo, la reducción del gasto es más impopular y puede exacerbar la desigualdad.

La experiencia de los últimos años ha respondido la pregunta del cuándo. El momento de tomar el camino de la austeridad es, idealmente, cuando la economía puede soportarlo. No todos los gobiernos pueden darse ese lujo, por supuesto: el de Grecia, por ejemplo, no podría retrasar los feroces recortes puesto que ya no podría pedir prestamos suficientes para financiar sus déficits. Los que tienen más espacio para respirar deberían tratar de estabilizar sus deudas en el largo plazo, indica el FMI, mediante el establecimiento de planes para reducir sus déficits. Mientras más creíble sean sus planes, tendrán mayor margen de maniobra para apartarse de ellas si las condiciones lo justifican. Como insistía Keynes, el tiempo para la austeridad es el boom no la crisis.

Lampadia




La dignidad de la humanidad se juega en el África

La eliminación de la pobreza extrema debe ser el mayor compromiso de la humanidad y como se ha reportado por parte de analistas internacionales, las Naciones Unidas, el Banco Mundial y muchos otros, durante las últimas tres décadas la humanidad ha experimentado un período extraordinario de reducción de la pobreza y la desigualdad entre los países más ricos y los emergentes.

En gran medida, este proceso ha sido impulsado por los avances en el libre comercio, la adopción de la economía de mercado por parte de China, la apertura económica de la India y por la dinámica de la inversión privada en todas las regiones del mundo.

En los últimos veinte años han salido de la pobreza más de mil millones de personas, solo quedan por hacerlo unos mil millones. Hasta hace pocos años se estimaba que para el 2030, se podría lograr el gran éxito de que ellos también superaran su situación de atraso.

El motor más evidente de este proceso tan positivo ha sido el crecimiento de la economía china, que originó el llamado súper ciclo de los commodities, con el  consiguiente incremento de los ingresos de los países emergentes y de los flujos de inversión favorecidos por tasas de interés bajas y el exceso de liquidez internacional.

La mayor parte de la pobreza sigue concentrada en el África, donde solo el 25% de la población tiene acceso a la electricidad, tecnología que marca la frontera entre la Edad Media y la modernidad. Sin embargo, como se explica en el artículo del Financial Times que presentamos líneas abajo, una buena parte de los países africanos supo aprovechar las recientes condiciones favorables para el crecimiento, que por ahora, estaría entrando en una suerte de receso, hasta que se recuperen los precios de los commodities. Desarrollo que muchos niegan, pero que se sustenta en la aritmética del crecimiento futuro de China e India.

Durante los últimos lustros, el África también se ha beneficiado del avance tecnológico, fundamentalmente el referido al de las comunicaciones con celulares que ha permitido una serie de desarrollos inclusivos que nunca hubieran sido logrados tendiendo líneas de cobre.  

En este aspecto es interesante leer el siguiente párrafo de Tony Blair (10 de mayo, 2016) en su artículo ‘Why Africa’s digital revolution will be powered by partnerships’  (Por qué la revolución digital de África se impulsará con asociaciones): (…) ellos pueden usar las últimas innovaciones asociándose con las compañías tecnológicas de occidente, en vez de tener que empezar desde la base. Por ejemplo, Ruanda ya inició este camino con 4G, lanzado hace dos años en un joint venture. Ahora se ha asociado con Carnegie Mellon University para desarrollar un ‘Campus’ para grados técnicos. Y con arquitectos internacionales y universidades, se va a desarrollar el primer aeropuerto de ‘drones’ en Kigali, para distribuir medicinas y equipos médicos urgentes a áreas remotas, superando las brechas de infraestructuras que han retrasado su desarrollo. Ver el gráfico de suscripción de celulares:

Para superar la reducción de la pobreza, la humanidad necesita mantener las políticas de libre comercio, los flujos internacionales de capitales, recuperar un mejor ritmo de crecimiento económico y seguir llevando las nuevas tecnologías a los países más pobres. Lamentablemente, los problemas económicos y políticos que atraviesan los países más ricos, como el crecimiento de la desigualdad al interior de sus fronteras, van en contra de las necesidades de los países más pobres. Esperemos que se pueda evitar la toma de poder de políticos populistas en Europa y EEUU. De lo contrario, nos esperarán años muy difíciles.

África: entre la esperanza y la desesperación

Por David Pilling

Publicado en Financial Times

24 de de abril de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

El optimismo que rodeaba al continente se ha evaporado con el colapso de los precios de las materias primas.

¿Qué pasó con “Africa Rising“? En el 2009 surgió una nueva narrativa, más esperanzadora.

En esa versión, en lugar de ser el “Continente Sin Esperanza” (el título de un notorio artículo de la revista The Economist en 2000), África se convirtió en la próxima gran frontera de inversión. La mayor parte de su deuda multilateral había sido perdonada, las tasas de crecimiento habían mejorado desde el cambio de siglo y, por primera vez, los gobiernos estaban aprovechando los mercados de capitales con tasas bajas.

Esta visión optimista fue impulsada en parte por la demografía. Gracias a una alta tasa de natalidad – en muchos países 5 o 6 por mujer – es probable que la población de África subsahariana se duplique a 2 mil millones para el año 2050, de acuerdo con Hans Rosling, del Instituto Karolinska en Estocolmo [creador de Gapminder].

El voraz apetito de China por el petróleo, cobre, mineral de hierro, bauxita y otros productos, hizo subir el poder adquisitivo de países africanos, desde Angola hasta Zambia. Del mismo modo, su enfoque de invertir y construir ‘sin condiciones’ habría empujado hacia abajo el costo de las carreteras, puertos y centrales eléctricas, además del extraño palacio presidencial.

Según este relato más esperanzador, África estaba menos convulsionada por la violencia y, más bien, estaba dirigida por líderes más sensatos que tuvieron elecciones regulares e implementaron políticas económicas racionales. Todo esto abrió la posibilidad de que se podría dejar atrás una etapa de desarrollo, saltando directamente desde un estado pre-industrial a un nuevo y brillante mundo digital. [Como sucedió en telecomunicaciones, en que no hubo que tender líneas de cobre por todo el continente al aprovechar la telefonía celular].

Esa euforia se ha evaporado. Nigeria y Sudáfrica, que en conjunto representan más de la mitad del PBI del África subsahariana, están en serios problemas. La economía de Nigeria, que depende del petróleo, tendrá suerte si logra un crecimiento de 3% este año, apenas lo suficiente para hacer frente al crecimiento de la población. El naira se encuentra bajo presión, las divisas están siendo racionadas, el presupuesto está al límite y se avecina una crisis de balanza de pagos.

Sudáfrica se encuentra en una situación aún peor, convulsionada políticamente, dañada profundamente por la pérdida de empleos en sus minas y enfrentando la posibilidad real de una rebaja de la deuda soberana.

Muchos otros estados africanos, especialmente los productores de commodities, también están sufriendo. Angola, que había estado bombeando petróleo y disfrutando tasas de crecimiento de dos dígitos, ha pedido ayuda al FMI. Mozambique se encuentra en una situación desesperada tras haber desaprovechado la mayor parte de las ganancias de los préstamos internacionales. Por todo el continente, el grotesco uso de los beneficios extraordinarios por parte de sus políticos, es un recordatorio de que la corrupción sigue viva. 

Con unas pocas excepciones notables, como Kenia, Tanzania, Etiopía, Ruanda y Costa de Marfil, quienes surgieron después de años de guerra civil, la situación es similar. País tras país, el crecimiento se está desacelerando, las posiciones externas se están debilitando y el déficit fiscal está aumentando.

“Has pasado de un enorme exceso de euforia al súper-pesimismo sin nada en el medio,” dice David Cowan, Economista sobre temas de África en Citibank. 

En la búsqueda de respuestas, es útil examinar las causas originales del optimismo. Una razón comúnmente citada es la esperanza de que, después de las turbulentas décadas que siguieron a la independencia, muchos estados estaban siendo cada vez mejor gobernados. Ciertamente, con el fin de la guerra fría, hubo menos guerras civiles en Angola, Mozambique y la República Democrática del Congo. Han pasado varios años sin que en África sucedan eventos como el genocidio que destruyó Ruanda en 1994. Sin embargo, todavía existen conflictos (a menor nivel) en el sur de Sudán y Somalia y África se enfrenta a una nueva amenaza del terrorismo islamista.

La convicción de que hay una clase media africana cada vez mayor, que ha conducido a un aumento en el interés comercial en el continente, es igualmente frágil. Vijay Mahajan ayudó a consolidar el afro-optimismo con su libro de 2009 ‘Africa Rising: Cómo 900 millones de consumidores africanos ofrecen más de lo que se piensa’. Pero Mahajan, profesor de Marketing en Estados Unidos, construyó su tesis en base a clasificaciones de publicidad poco sólidas del poder adquisitivo.

Es cierto, como sostiene Mahajan, los datos oficiales subestiman la riqueza de África, gran parte de ella escondida en la economía informal, libre de impuestos. Algunas multinacionales han hecho bien en atender a un nuevo estrato de los consumidores. Anheuser-Busch InBev está pagando US$ 71 mil millones por SABMiller en gran medida sobre la base de sus operaciones lucrativas de cerveza africana. Incluso en medio de los problemas actuales de Nigeria, Coca-Cola pagó US$ 240 millones por una participación del 40 por ciento en CHI, un fabricante de jugo.

En los últimos años, las compañías de bienes de consumo se han visto obligadas a perseguir a sus clientes de baja gama, ofreciéndoles paquetes de tamaños más pequeños (el pack de dos cigarrillos ha llegado a las calles de Harare) o marcas más económicas para mantener la lealtad de los clientes con problemas de liquidez.

Tal vez el mayor defecto en la historia de la clase media es que, con pocas excepciones, África casi no fabrica nada. Para muchos países, el modelo económico sigue siendo cavar recursos de la tierra y venderlo a empresas extranjeras.

El único país con verdadera escala es Nigeria, con 180 millones de personas. Kingsley Chiedu Moghalu, ex vicegobernador del banco central, sostiene que los bajísimos precios del petróleo son sólo el empuje final que su país necesitaba para finalmente  diversificarse y convertirse en una fuerza manufacturera. Sin embargo, Nigeria todavía no está en la línea de partida. El país, que alberga el 2.5 por ciento de la población mundial, tiene sólo un 0.1 por ciento de capacidad eléctrica. Tiene mano de obra cara, una moneda sobrevaluada y una clase empresarial especializada en hacer negocios mediante arbitrajes y búsqueda de rentas.

No todo es sombrío. Algunos países africanos han construido economías dinámicas sin depender de las materias primas. Kenia ha sido pionera en el uso de la tecnología. Su sistema de dinero móvil M-Pesa, implementado hace una década, ha producido una economía que opera cada vez más sin dinero en efectivo, atrayendo a todo tipo de usuarios, desde citadinos hasta pastores masai a su red, mejorando enormemente la eficiencia del negocio.

El surgimiento de China, incluso uno menos hambriento de materias primas, ha sido un cambio de juego, más evidente a través de la mejora de la infraestructura de África. La red vial pavimentada del continente ha crecido unos 7,500 kilómetros al año durante la última década, de acuerdo con el Banco Africano de Desarrollo. Se puede ir a casi cualquier lugar de África, ya que las empresas chinas están construyendo carreteras, puertos y edificios de oficinas.

África siempre ha sido valorada por sus materias primas, ya sea de oro o de diamantes o esclavos”, dice el historiador Martin Meredith.” ‘Africa Rising’ se basó en gran medida en que los chinos estarían preparados para comerciar bastante para obtener esas materias primas.” 

Esta fase ha terminado. A menos que los gobiernos puedan construir modelos de crecimiento sostenibles menos dependientes de las materias primas y más basada en la adición de valor a nivel nacional, la historia de ‘Africa Rising’ será sólo eso: una historia.

Lampadia




Nuestro potencial de crecimiento está aún intacto

Nuestro potencial de crecimiento está aún intacto

Para sorpresa de muchos analistas y en contra de la tendencia de algunos productores de commodities, la economía de Perú tuvo un crecimiento de 6.39 % en diciembre (la expansión mensual más grande en dos años), lo cual hizo que el crecimiento anual ascendiera a 3.26%. Un rebote pequeño pero significativo del pobre crecimiento de 2.39% en 2014. Esto a pesar de haberse trabado decenas de importantes proyectos de inversión productiva y de infraestructuras.

Así reportamos esta noticia hace pocos días. Ver en Lampadia: Minería impulsa la economía peruana. Esta nota mereció un sesudo comentario de Emilio Zúñiga Castillo, Presidente Adjunto de Latin Pacific Capital: “El crecimiento en una economía de mercado se debe a los sectores con ventajas comparativas y por lo tanto por aquellos sectores de alta productividad. Estos sectores demandan insumos de otros y por lo tanto jalan al resto y son claves en el crecimiento. Este tipo de crecimiento no es uniforme, sino desigual. En el Perú, crece la minería, los hidrocarburos (gas principalmente), la agroindustria y el turismo como sectores punta. Dentro de ellos, las inversiones mineras y petroleras son masivas con miles de millones y de ahí su gran impacto en el crecimiento. Desconocer lo anterior es ignorar la teoría elemental del desarrollo económico en una economía de mercado”.

El aumento fue impulsado por el sector de la minería e hidrocarburos, lo que representa algo menos del 12% del PBI peruano. El sector aumentó un 22.4 % en diciembre, la tasa de crecimiento más fuerte desde 2002. El alza es impulsada principalmente por un fuerte ascenso en la minería metálica, la cual tuvo una variación de 30.7% en el mismo periodo, con un peso en el PBI de solo 7.4% (como se puede observar en el gráfico inferior). Esto fue el resultado de una mayor producción de cobre, que subió un 68 % durante el mes en comparación con el mismo período del año pasado, gracias a nuevas producciones o ampliaciones, entre las que destaca el proyecto icónico de Las Bambas, propiedad de MMG de China.

Otros sector que registró un fuerte crecimiento es la pesca, que se expandió 82.5 % en diciembre, gracias a las 514,000 toneladas de anchoveta capturadas en diciembre. Esto impulsó la industria pesquera a 15.9% en 2015.

Por otro lado, el sector de telecomunicaciones creció un 11.3%, impulsado por una mayor demanda de servicios de internet, planes de datos móviles, la entrada de nuevos operadores, y una mayor cobertura de red. Además, el sector de manufactura subió 5% en diciembre, por el aumento de la producción de harina de pescado, aceite de pescado y productos de petróleo refinado.

Según el MEF, es probable que la economía se expanda un 4% en el primer trimestre de este año, lo cual es bastante bueno comparado con muchos países de América Latina que están luchando con los precios más bajos de las materias primas. Todo esto demuestra la solidez de los fundamentos macroeconómicos y productivos de nuestro país.

La economía de Perú continuará acelerándose en los siguientes meses mano a mano con la recuperación de las exportaciones. Según el BCRP, en diciembre del 2015, el Perú registró un superávit comercial de US$ 210 millones, con exportaciones de US$ 3,170 millones e importaciones de US$ 2,960 millones. Además, el INEI afirma que el volumen total de bienes exportados aumentó en 7.8% con respecto a diciembre del año pasado, como resultado de los mayores envíos de productos tradicionales (14.5%) y no tradicionales (1.4%).

La principal razón del alza de las exportaciones tradicionales fue la recuperación minera, la cual aumentó en 24.5%: cobre (49.6%), oro (1.6%), plomo (41.3%), estaño (28.9%) y hierro (21.4%). Según el INEI, los principales países de destino fueron China con una participación de 19.6% del total, Estados Unidos (19.2%), Suiza (5.6%) y Canadá (4.3%).

Para más detalles de las exportaciones, ver el siguiente video interactivo publicado por el INEI:

Los analistas de Focus Economics proyectan un incremento en las exportaciones nacionales de 2.7% en 2016 y además se espera que las ventas a los mercados extranjeros se expandan un 10.1% en 2017.

Todo este crecimiento es a pesar del aumento de la tasa de la FED y la consiguiente alza del dólar. Esto teóricamente afecta negativamente nuestro crecimiento, pues reduciría la inversión privada debido al mayor costo y disponibilidad de financiamiento, al igual que el consumo privado, debido al mayor costo de la deuda. Esto es lo que ha venido impulsando una mayor tasa de inflación, induciendo a nuestro Banco Central a subir sus tasas de referencia.

En enero, la tasa anual se ubicó en un 4.61%. De acuerdo a los estimados de este mes, la inflación anualizada llegaría a ubicarse entre un 4.30% y un 4.80%, por encima del rango meta de entre un 1% y un 3% del Banco Central. Es por esto que el BCRP ha incrementado por tercera vez consecutiva la tasa de referencia de la política monetaria, buscando contrarrestar el alza de la inflación. 

El Perú tiene reservas fiscales del orden de 15% del PBI para el financiamiento del país, y parte de ellas deberían utilizarse para incrementar la inversión pública, pues este tipo de obras contribuirán a la reactivación económica. Esa es la gran falla del Ministerio de Economía y Finanzas, ya que en su último reporte se afirmó que la ejecución de proyectos de inversión del gobierno cayó un 41% en enero. 

Para retomar la senda del crecimiento y el ciclo virtuoso del Perú, urge seguir promoviendo un alto nivel de inversión sobre el PBI. La inversión es la fuente principal de crecimiento de la economía y el empleo. Hoy estamos atrapados entre la tramitología y el caos político.

En Lampadia propusimos formar equipos de profesionales independientes que se encargaran de evaluar, monitorear y ver que los proyectos más importantes no se paralizaran, manteniendo informada a la población y planteando las necesarias acciones de gobierno para lograrlo. Ver en Lampadia: 7 equipos que aseguren el desarrollo de 7 proyectos.  El ejecutivo, con falta de sentido práctico y mucha soberbia decidió enfrentar la tarea con sus propios medios. Pues bien, no han logrado encaminar adecuadamente ni un solo proyecto. Solo veamos en que andan cinco de los proyectos que incluimos en la lista: Tía María, el Gasoducto Sur, el Lote 108, la Línea 2 del Metro y Majes Siguas II.

Ahora tenemos que reaccionar. Debemos liberar la economía de las trampas regulatorias y crecer a un mínimo de 5.5% por año. Nuestro potencial de crecimiento se encuentra intacto. No podemos perder cinco años más, tenemos una gran deuda con nuestros pobres y debemos aprovechar la ola de la cuarta revolución industrial. El momento de actuar es ahora y la decisión está en manos de todos los peruanos. Lampadia

 




Sorpresivas elecciones argentinas

Sorpresivas elecciones argentinas

El domingo pasado, los argentinos votaron para elegir a un nuevo presidente, después de doce años de ser conducidos por Néstor Kirchner y luego por su viuda, Cristina Fernández de Kirchner. Hubo tres candidatos en la carrera: Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires, del peronismo kircheriano; el alcalde de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, del partido Cambiemos; y el congresista Sergio Massa, Unidos por una Nueva Alternativa.

El resultado sorprendió a muchos argentinos. Con 96% de los votos escrutados, Scioli obtuvo una ventaja marginal con el 36.7% de los votos, mientras que Macri obtuvo 34.5%. Sergio Massa, un ex aliado que se volvió rival de Cristina Fernández de Kirchner, llegó en un distante, pero importante tercer lugar, con el 21.3% de los votos.

Macri celebrando después de las elecciones

Por lo tanto habrá una histórica segunda vuelta. Y es que el único precedente de una segunda vuelta fue en 2003, pero no se completó ya que Carlos Menem se retiró, entregando la presidencia a Néstor Kirchner.

Es importante notar que el sistema electoral de doble vuelta o ballottage funciona de manera diferente a lo tradicional en Argentina, hecho a la medida del peronismo para dificultar la emergencia de la oposición. Lo común es que cuando ningún candidato logra mayoría absoluta (50% más un voto) en una elección, la elección se debe definir en un nuevo comicio entre los dos que recibieron más votos, en Argentina no es así, son menos exigentes. Para asegurar la victoria en la primera vuelta, el candidato tendrá que ganar el 45 por ciento de los votos o el 40 por ciento con una ventaja de 10 puntos porcentuales sobre el competidor más cercano. Esta fue una estrategia más del peronismo para mantenerse en el poder y obtener una victoria más fácil.

Sin embargo, aún con esta ventaja en el sistema electoral, el discípulo del kirchnerismo se enfrentará a una reñida segunda vuelta en la que se podría poner fin a lo que se denomina una era en Argentina.

Pero, ¿en qué estado deja la presidenta al país? El largo reinado de los Kirchner se caracterizó por su populismo económico. Desde que la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, asumió la presidencia en 2007, las políticas de la Argentina se han desplazado más hacia la izquierda y sus consecuencias han sido nefastas.

Durante la última década, Argentina ha desperdiciado el un auge de precios de los commodities (soya) que ha alimentado un crecimiento económico promedio anual de alrededor del 4%, cifra que la presidenta utiliza para defender su mandato. Pero en los últimos cuatro años, la economía se ha ralentizado (tuvo un crecimiento del PBI de sólo el 0.5% el año pasado), para este año se estima un crecimiento mínimo de 0.4% y una cáida de 0.7% el 2016, según el FMI. Las tasas de inflación se encuentran entre las más altas del mundo (las políticas de Fernández que incluyen los subsidios al gas y transporte, además de beneficios para las madres solteras y los periódicos aumentos de las pensiones han contribuido a una mayor inflación) y no todo es tan ideal como al gobierno le gustaría pregonar. 

Se ha destruido la economía, las exportaciones de carne han bajado de un 10% de la oferta global a 2% y ahora son menores que las del pequeño Uruguay. En el camino del desastre hicieron otro perro muerto con la deuda externa y se robaron los fondos de pensiones privados.  

El gobierno ha manipulado las estadísticas; es imposible tener una idea clara acerca de las tasas de pobreza oficiales o de la inflación. La actual presidenta dejará un país en una situación económica desesperada por un grave déficit fiscal, alta inflación y reservas de divisas críticamente bajas. 

Los gestos de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner durante un discurso en relación con los 
resultados de las elecciones primarias en Buenos Aires, Argentina

Además, el gobierno también está enfrascado en una batalla contra los hedgefunds estadounidenses que están en desacuerdo con la forma en que quieren reestructurar los US$ 100 mil millones de la deuda que incumplieron en 2001, fondos a los que el gobierno denomina como ‘fondos buitres’.

Asimismo, el mandato de Kirchner ha sido engullido por los escándalos de corrupción (empezando por el hijo de los Kirchner) y acusaciones de irregularidades que han erosionado la confianza de los ciudadanos, aunque sigue siendo popular con un gran segmento de la población, cooptada por los programas clientelistas.

El siguiente presidente tendrá que abordar estos problemas si quiere sacar adelante un país con tanto potencial como Argentina. La segunda vuelta dictará si continuará el legado de proteccionismo comercial, falso bienestar social y defensa de las prebendas de las dirigencias obreras con Daniel Scioli, autodenominado ‘centrista’, quien se ha comprometido a mantener el núcleo del “kirchnerismo”. Pero también ha prometido un cambio en el estilo para atraer más inversiones y aumentar la productividad, que parecen palabras huecas.

Los votos de Macri aparecieron casi por arte de magia

La otra opción es el pro-inversión Mauricio Macri, un ex ejecutivo del fútbol que saltó a la fama dirigiendo la mejor temporada del Boca Juniors. Se ha comprometido a poner fin de inmediato a las principales políticas de Cristina Fernández. Macri, actual alcalde de Buenos Aires, es hijo de inmigrantes italianos que lograron dirigir un conglomerado empresarial exitoso. Fue secuestrado por policías corruptos a cambio de un botín y fue entonces cuando decidió dedicarse a la política. Actualmente es el líder de Propuesta Republicana o PRO, un partido nacido tras la crisis de 2001 que unió a políticos de centro-derecha y jóvenes profesionales que antes no habían tenido experiencia en campañas, como un proyecto para renovar la política nacional. Su campaña ha prometido un cambio: el fin de la calamidad económica y las políticas de confrontación que han definido el mandato de los Kirchner.

Ahora solo queda esperar los resultados de la segunda vuelta. Según la primera encuesta publicada sobre la segunda vuelta, Macri ganaría con una ventaja de cuatro puntos (45.6% vs. 41.5%). Scioli ya giró en torno a recuperar el voto peronista que apoyó a Sergio Massa (el tercer puesto). Por su lado, Macri lidera una alianza de partidos no peronistas –Cambiemos-, que incluye a la histórica Unión Cívica Radical, a los liberales de la Coalición Cívica y a su propio grupo, con el fin de hacer un frente electoral común que plante cara al kirchnerismo, que controla buena parte del poder ejecutivo y legislativo en el país. 

El futuro del país está en manos de los argentinos. Mientras tanto, todos lloramos por Argentina. Lampadia

 

 

 




Brasil pierde por goleada en corrupción y economía

Brasil pierde por goleada en corrupción y economía

Las malas noticias no le dan tregua a Dilma Rousseff. Las revelaciones del llamado escándalo Lavo Jato (lava auto) o Petrolao, cada día desacreditan más su figura y la imagen del Partido de los Trabajadores. La economía marcha de mal en peor y las medidas que ha tomado no parecen enmendar el rumbo. Finalmente, Brasil está pagando la factura de haber implementado un modelo económico proteccionista, estatista y dilapidador (en ingentes programas sociales clientelistas), que le ha restado competitividad, recursos y ha incubado una corrupción generalizada. 

Como acaba de hacer notar la revista brasileña Veja, desde que asumió Rousseff la presidencia de su país en el 2011, sucediendo a su mentor político Lula da Silva, prácticamente todos los indicadores económicos importantes están mucho peor que antes. Veamos, la deuda federal (interna y externa) aumentó de 1.7 trillones de reales en diciembre de 2010 a 2.3 trillones de reales en enero de 2015. Un incremento del 35%, llegando a 63 % del PBI. Las que descendieron estrepitosamente fueron las acciones de Petrobras. Descubierto el escándalo del Petrolao, los papeles de esta compañía que el 31 de diciembre de 2010 se cotizaban a 27.29 reales cayeron a 8.94 reales el 11 de febrero último (en diciembre del 2014 se hallaba en 16.50 reales). Una caída del 67%. La devaluación de los papeles de Petrobras contribuyó a la caída del índice Bovespa (Bolsa de Valores de Sao Paulo), que el 3 de enero 2011 fue de 69,962 puntos y ahora apenas llega a los 50,000.

Pero en dónde se manifiesta el fracaso del modelo implantado por Lula y seguido por Rousseff es el precio del dólar. El 30 de diciembre de 2010, un dólar equivalía a 1.66 reales. El 10 de febrero, por primera vez en una década, la moneda norteamericana pasó la barrera de los 3 Reales y hoy se cotizaba a 3.22, una devaluación de 93%. No sólo eso, mientras que la inflación del 2010 fue 5.91%, entre febrero de 2014 y enero 2015 llegó a 7.14%. Todo mal.

Cabe recordar que en una visita de Lula al Perú, durante el segundo gobierno de García, el entonces presidente brasileño retó al peruano, declarando que era mejor distribuir que crecer. Lula presentó cifras para alardear de su supuesto éxito. En Lampadia no nos convencieron ni nos dejamos ilusionar por el asistencialismo y voluntarismo de Lula. Entonces comparamos sus cifras con las peruanas y mostramos que la performance del Perú era muy superior. Posteriormente, Brasil empezó a deteriorarse, y hoy tiene aún mucho peores indicadores. No cabe duda que el Perú también ha tenido un “traspié” al ningunear la importancia de la minería, pero Brasil ha llevado su modelo asistencialistay el crecimiento del Estado a límites insostenibles.

A pesar de estos esfuerzos y de sus masivos y millonarios programas asistenciales, su tasa de crecimiento y sus índices sociales no resisten comparación con los peruanos. Esto se puede observar en la tabla siguiente, una versión actualizada de la publicada por Lampadia anteriormente. Para ello, al incluir los datos del 2013, hemos tenido que homogenizar las fuentes.

Los cierto es que Rousseff no solo enfrenta los problemas derivados del agotamiento de un modelo equivocado al que ha defendido y debe su elección, sino a la ingente corrupción que esa forma de gobernar ha generado. Las acusaciones de corrupción, como advertía hace unos días el New York Times amenazan a las más importantes empresas brasileñas y amenazan al país con una seria recesión.

Petrobras no es cualquier empresa estatal. La compañía produce más del 90% del petróleo de Brasil, posee todas las refinerías, opera más de 34,000 kilómetros de oleoductos, domina la distribución al por mayor de la gasolina y el diesel y es hasta el dueño de la mayor red de estaciones de servicio.

A raíz del escándalo, Petrobras ha suspendido muchos de sus proyectos de inversión y prohibió el establecimiento de nuevos contratos con algunas de las mayores empresas de ingeniería y productos petroquímicos del país. La disminución de los gastos de la empresa han afectado los flujos de caja de empresas grandes y medianas. Se cree que estos recortes afectarán el crecimiento esperado dela economía brasileña calculado optimistamente para este año en  0,75, lo que podría empujaral aletargado Brasil a una leve recesión.

Para colmo de males, las acusaciones de corrupción podrían por comprometer a la propia Rousseff, la cual se desempeñó como su presidenta. Un mal que parece haberse contagiado en la región entre, curiosamente, políticas mujeres. En Argentina, Cristina Fernández Kirchner es acusada de corrupción y de estar detrás del asesinato del fiscal Nisman; en Chile, Bachelet ha visto caer su imagen por el sospechoso y millonario préstamo recibido por su hijo de una de las entidades financieras más poderosas del país y, en Perú, Nadine Heredia está cuestionada por sus poco transparentes ingresos que le habrían permitido a familiares suyos adquirir varias propiedades.

Esto último, las nubes que se ciernen sobre varias políticas mujeres de la región, no es por su condición de mujeres, sino por ser políticos. El gran atraso de la región es la política que hasta ahora no se desembaraza del populismo y siempre termina rodeada de corrupción. Lampadia