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De cómo se reconstruyó el Perú

De cómo se reconstruyó el Perú

Alfonso Bustamante Canny

Es necesario recordar el pasado para no cometer los mismos errores.  Hace pocos días mi padre me entregó una copia de un documento que en el año 1993 le sirvió para presentar ante el Club de parís las reformas en materia económica hechas por el Perú con el fin de reinsertarnos a la comunidad financiera internacional.

En dicho documento recordaba la situación del Perú al término del primer gobierno del Presidente García:

               – Inflación 1990:     7,650% (2´000,000% acumulada en 5 años)
               – PBI:                       -14% (Retroceso de 28 años)
               – Reservas:             – US$150 Millones. (Ojo negativo en 150 Millones)
               – Terrorismo:          25,000 muertos y daños materiales equivalentes a toda la deuda externa.

(*) Ver copia del documento al final de la publicación.

En suma, era un país aparentemente inviable, destrozado por medidas populistas que empobrecieron a millones de peruanos, trayendo desesperanza y desmoralización, sentimientos que permitieron el inicio de cambios profundos en la política económica del país.

Hoy tenemos la Inflación más baja de la región, Endeudamiento competitivo y Reservas por más de US$70,000 Millones. El PBI del 2019 superaba largamente los USD 200,000 Millones.

El Modelo Económico impuesto por la constitución que hoy se pretende abolir ha sido un éxito por que, a través de la atracción de la inversión privada, logró revertir la pobreza en el Perú de más del 50% a menos del 20%. Este nivel de pobreza es aún INACEPTABLE.

¿Qué pasó? ¿Por qué tanto descontento? ¿A quién hay que culpar?

Pasó que cuando ya no estuvimos al filo del precipicio sentimos que no era necesario continuar con las reformas.

  • Nos olvidamos que los apagones no sólo eran productos de la torres derrumbadas por las bombas terroristas sino por el pésimo servicio prestado por las empresas estatales todopoderosas y auto reguladas y decidimos mantener empresas de prestación de servicios básicos en manos de la administración pública como SEDAPAL, ocasionando que el servicio de agua y saneamiento en Lima no le llegue a más de un millón de familias vulnerables quienes pagan por el cilindro de agua 100 veces más de lo que cuesta el servicio en los distritos mas privilegiados. 
  • Por que nos dimos el lujo de decirle NO a la inversión minera responsable cumplidora de las obligaciones sociales y medioambientales, pero permitimos la explotación minera informal, quien no responde a regulador alguno ni contribuye con impuestos y mucho menos con el canon comunitario.

Puedo dar mil ejemplos mas.  Todos ellos coinciden en una cosa:  La eliminación de la pobreza no es la prioridad de nuestros gobernantes.

Para ahondar en la respuesta, el descontento viene por la indolencia de los consecutivos gobiernos frente a los precarios sistemas de Salud, Educación e Infraestructura Social.  ¡Para eso está la Plata!  Si, la plata administrada por el Gobierno y generada por LA EMPRESA PRIVADA FORMAL.  Esa, a la que le da con palo la prensa nacional y ha logrado colocar perversamente en el imaginario popular como el gran responsable de las enormes carencias de una parte de nuestros compatriotas a quienes el ESTADO ha privado de un sistema de salud eficiente y oportuno, de una educación de calidad que le dé a los peruanos igualdad de oportunidades de crecimiento y por supuesto de infraestructura social básica iniciando por agua y saneamiento y seguido por programas de vivienda social digna.

¿A quién hay que culpar?

A todos nosotros.
A los líderes empresariales por no defender la grandeza de generar riqueza en la nación y sacar de la pobreza a millones de conciudadanos con empleos dignos y justos, premiando la productividad de sus colaboradores, arriesgando sus ahorros y reinvirtiendo sus utilidades para seguir generando bienestar y reducir la pobreza.  La gran mayoría de empresarios somos cumplidores de nuestras obligaciones laborales, financieras y tributarias. Somos responsables al no participar directamente en los Gremios empresariales, que es la forma institucional de comunicarse con el Gobierno.  Me rehúso a meter en el mismo saco a los Empresarios, con los criminales que disfrazados de empresarios saquearon al país en complicidad con los políticos.  Estos merecen nuestro mayor repudio, no sólo por sus actos criminales, sino por enlodar la noble actividad de emprender un negocio y generar con el bienestar para la nación. Es decir:  Hacer Empresa.

A los Políticos por traicionar a los electores y actuar consistentemente en contra del pueblo que los eligió. Priorizando los intereses personales o partidarios sobre el bienestar de la sociedad. La conflictividad entre los poderes del Estado corrobora que el Ciudadano no es su prioridad. Todos los presidentes cuestionados: Prófugos, presos o auto eliminados para evitar encarar a la justicia.  Justicia que se ha politizado a niveles insospechados generando una vulnerabilidad institucional aterradora, haciéndonos presas de una administración pública y de justicia corrupta que le ha costado al Perú cuando menos USD70,000 Millones, equivalente a todas nuestras reservas.  ¿Cuántos hospitales se pudieron hacer con ese dinero?; cuántos colegios?; cuántas viviendas?  TODAS LAS NECESARIAS.  Sí, la corrupción le ha robado a los más pobres su derecho a la salud, educación y vivienda digna.

A los Medios de comunicación.  Su incapacidad para adaptarse a un modelo digital atractivo evidencia un deterioro de la economía de los medios de comunicación tradicionales y en la búsqueda de soluciones fáciles, atestiguamos un deterioro intelectual y ético en su redacción.  El morbo, la intriga, el soporte a posiciones radicales y la falta de consistencia evidencia subordinación al Gobierno de turno quien paga tarifas hasta 5 veces mayores a los de los privados por el mismo bien o servicio.  Son los principales responsables por la desinformación a la población en lo económico, político y social.

Finalmente, a los ciudadanos, por la pésima elección política.  El voto poco informado y la tolerancia al STATU QUO. Lampadia

Documento original de 1993

(Fuente: El archivo de Alfonso Bustamante Bustamante, ex Primer Ministro)




Vamos hacia un sector privado mendicante

Vamos hacia un sector privado mendicante

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Para la furia y frustración de las izquierdas retrógradas del Perú, instaurada la Constitución de 1993 que trajo de regreso la inversión privada, y superada la recesión de finales de la década de los 90; el país entró en una fase de crecimiento y desarrollo que generó la reducción de la pobreza de 60 a 20%, la caída de la desigualdad, la eliminación de la inflación, el crecimiento de una clase media emergente, la multiplicación de empleos e inversiones en las regiones, la disminución de la mortalidad infantil, y la mejora de la confianza de los ciudadanos en el futuro.

Así llegamos al año 2011, con todos los indicadores económicos y sociales mostrando una mejora sustancial del bienestar general.

Pero entonces empezaron a tomar cuerpo los relatos anti sistema que negaban y cuestionaban nuestros logros, apoyados por tres fenómenos perversos:

  • la complicidad de tontos útiles, que desde plataformas del mercado, validaban los reclamos de los radicales enfatizando el lado vacío del vaso;
  • la inacción de buena parte de la clase dirigente, especialmente la del ámbito empresarial, que no entendió la necesidad de predicar el bienestar y educar a los ciudadanos en nuestra nueva realidad de una incipiente economía de mercado;
  • el grave deterioro de los medios de comunicación que se enrolaron en enfoques políticos, cortoplacismo y difusión del dolor y el escándalo.

Desde entonces, desde el 2011, llegó a la administración pública una profunda casta de funcionarios anti mercado y anti inversión privada, que impregnaron la acción del Estado de normas y regulaciones que fueron ahogando y paralizando la efectiva primacía de nuestra Constitución. Así bajó la inversión privada, se paralizaron importantes proyectos de inversión, pública y privada, y fue bajando el ritmo de crecimiento y reducción de la pobreza.

Este nuevo ambiente tomó cuerpo con el gobierno de Humala; se mantuvo, traicionando el voto popular, con el gobierno de Kuczynski; y se entronizó con el gobierno de Vizcarra, al punto de que ahora tenemos ministros abiertamente estatistas.

Ahora, con las normas anti pandemia y las regulaciones que supuestamente buscan el reinicio de las actividades empresariales, los benditos protocolos con su reforzado burocratismo, se está terminando de condenar al sector privado a lesiones que impiden el funcionamiento de esa economía briosa que permitió la recuperación de la primera década del siglo.

Se está llevando al sector privado a la condición de mendicante, en la que el futuro de las empresas pasa por pedir y suplicar al gobierno, determinadas condiciones regulatorias y ayudas financieras y económicas. Se ha debilitado gravemente al sector empresarial, desde las empresas más pequeñas hasta las más grandes.

Con la crisis, no solo vamos a perder muchas vidas, también vamos a perder un 20% del PBI, vamos a malograr buena parte de nuestra clase media, vamos a instalar un alto desempleo y retrocederemos más de una década, en la lucha contra la pobreza, aumentándola seguramente en un 10%.

Durante esta crisis el gobierno ha desconfiado del sector privado como agente positivo para la gesta de contención y recuperación, se ha rechazado la ayuda de las empresas, y no se ha destacado y agradecido las múltiples donaciones recibidas a lo largo y ancho del país.

Esta crisis debe ser resuelta sin distorsiones regulatorias que crean congestiones populares y estrangulamientos productivos. Debe ser enfrentada por los ciudadanos y empresas, con sus propios protocolos y compromisos de acción individual. La responsabilidad viene con la sensatez normativa y la libertad. No queremos ser una sociedad lisiada e incapaz de manejar su futuro.

No podemos permitir que cadres de políticos de las izquierdas caducas medren de la crisis implantando una economía de Estado de orientación socialista. Lampadia




La globalización sigue perdiendo fuerza

La globalización sigue perdiendo fuerza

Como veníamos advirtiendo desde inicios del año pasado  (ver Lampadia: La globalización va a paso lento) la globalización, que había sido la principal impulsora de bienestar mundial desde los años 90, había estado perdiendo fuerza vigorosamente en la última década no solo por la última crisis financiera – y más recientemente por el conflicto comercial y tecnológico entre China y EEUU – sino porque también buena parte de la élite intelectual de occidente se encontraba acosándola con mitos y medias verdades acerca de sus supuestos perjuicios en torno a la desigualdad en los países (ver Lampadia: Trampa ideológica, política y académica).

Esta crítica situación de la globalización ha empeorado en los últimos meses por la crisis del covid-19, la cual ha impuesto el cierre de fronteras, ha limitado la actividad económica – y con ella el comercio – y ha infundido una mayor animadversión hacia la inversión y población extranjera. Si bien no se ha tendido aún a la autarquía en la producción de alimentos entre los países, su implementación se encuentra prevaleciente en la discusión pública. Como hemos advertido en Lampadia: La cadena global de alimentos en tiempos de pandemia, de concretarse esta medida podría incitar a un colapso en la cadena global de suministros de alimentos, así como una mayor escasez, justamente en una situación en la cual se debe generar más mercado  para abastecer a las familias más necesitadas por la crisis.

Un reciente artículo publicado por The Economist que compartimos líneas abajo aterriza todos estos golpes que viene sufriendo la globalización con cifras claras en los bloques más representativos de la economía mundial y atisba lo que podría seguir observándose en los próximos meses.

El delicado contexto de contracción comercial y financiera mundial, como el descrito por The Economist, debería llevarnos a retomar y acelerar nuestras grandes inversiones mineras y de infraestructura en cartera no solo para paliar el impacto negativo que experimentarán los términos de intercambio sino también para dar el mensaje claro a un mundo desglobalizado de que el Perú seguirá siendo un país abierto a los flujos de capital y que respetará los contratos celebrados con sus contrapartes extranjeras. Lampadia

Globalización desenrollada
¿El Covid-19 mató a la globalización?

El flujo de personas, comercio y capital se ralentizará

The Economist
14 de mayo, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

Incluso antes de la pandemia, la globalización estaba en problemas. El sistema abierto de comercio que había dominado la economía mundial durante décadas había sido dañado por el colapso financiero y la guerra comercial chino-estadounidense. Ahora se está recuperando de su tercer golpe al cuerpo en una docena de años, ya que los cierres han sellado las fronteras e interrumpido el comercio. El número de pasajeros en Heathrow ha disminuido en un 97% interanual; las exportaciones de automóviles mexicanos cayeron un 90% en abril; el 21% de los viajes transpacíficos de contenedores en mayo han sido cancelados. A medida que se reabran las economías, la actividad se recuperará, pero no espere un regreso rápido a un mundo sin preocupaciones de movimiento sin restricciones y libre comercio. La pandemia politizará los viajes y la migración y afianzará un sesgo hacia la autosuficiencia. Esta sacudida hacia adentro debilitará la recuperación, dejará a la economía vulnerable y propagará la inestabilidad geopolítica.

El mundo ha tenido varias épocas de integración, pero el sistema comercial que surgió en la década de 1990 fue más lejos que nunca. China se convirtió en la fábrica mundial y las fronteras se abrieron a personas, bienes, capital e información. Después del colapso de Lehman Brothers en 2008, la mayoría de los bancos y algunas empresas multinacionales se retiraron. El comercio y la inversión extranjera se estancaron en relación con el PBI, un proceso que este periódico más tarde llamó lenta globalización. Luego vinieron las guerras comerciales del presidente Donald Trump, que mezclaron las preocupaciones sobre los trabajos manuales y el capitalismo autocrático de China con una agenda más amplia de chovinismo y desprecio por las alianzas. En el momento en que el virus comenzó a extenderse por primera vez en Wuhan el año pasado, la tasa arancelaria de EEUU sobre las importaciones volvió a su nivel más alto desde 1993 y tanto EEUU como China habían comenzado a desacoplar sus industrias tecnológicas.

Desde enero, una nueva ola de perturbaciones se ha extendido hacia el oeste desde Asia. Los cierres de fábricas, tiendas y oficinas han provocado una caída de la demanda y han impedido que los proveedores lleguen a los clientes. El daño no es universal. La comida todavía está llegando, Apple insiste en que todavía puede fabricar iPhones y las exportaciones de China se han mantenido hasta ahora, impulsadas por las ventas de equipos médicos. Pero el efecto general es salvaje. El comercio mundial de bienes puede reducirse en un 10-30% este año. En los primeros diez días de mayo, las exportaciones de Corea del Sur, una potencia comercial, cayeron un 46% interanual, probablemente la peor disminución desde que comenzaron los registros en 1967.

La anarquía subyacente de la gobernanza global está siendo expuesta. Francia y Gran Bretaña se han peleado por las reglas de cuarentena, China está amenazando a Australia con aranceles punitivos por exigir una investigación sobre los orígenes del virus y la Casa Blanca sigue en pie de guerra sobre el comercio. A pesar de algunos casos de cooperación durante la pandemia, como los préstamos de la Reserva Federal a otros bancos centrales, EEUU se ha mostrado reacio a actuar como el líder mundial. El caos y la división en el hogar han dañado su prestigio. El secreto y el acoso de China han confirmado que no está dispuesto, y que no es apto, a tomar el manto. En todo el mundo, la opinión pública se está alejando de la globalización. Las personas se han visto perturbadas al descubrir que su salud depende de una pelea para importar equipos de protección y de los trabajadores migrantes que trabajan en residencias y cosechan cultivos.

Esto es solo el comienzo. Aunque el flujo de información es en gran medida libre fuera de China, el movimiento de personas, bienes y capital no lo es. Considere a las personas primero. La administración Trump propone reducir aún más la inmigración, argumentando que los empleos deberían ir a los estadounidenses. Es probable que otros países sigan. Los viajes están restringidos, lo que limita el alcance para encontrar trabajo, inspeccionar plantas y hacer pedidos. Alrededor del 90% de las personas viven en países con fronteras en gran medida cerradas. Muchos gobiernos se abrirán solo a países con protocolos de salud similares: una de esas “burbujas de viaje” incluye Australia y Nueva Zelanda y, tal vez, Taiwán y Singapur. La industria está señalando que la interrupción para viajar será duradera. Airbus ha reducido la producción en un tercio y Emirates, un símbolo de la globalización, espera que no se recupere hasta 2022.

El comercio sufrirá a medida que los países abandonen la idea de que las empresas y los bienes reciben el mismo trato, independientemente de su procedencia. Los gobiernos y los bancos centrales piden a los contribuyentes que suscriban a las empresas nacionales a través de sus paquetes de estímulo, creando un incentivo enorme y continuo para favorecerlos. Y el impulso para llevar las cadenas de suministro a casa en nombre de la resiliencia se está acelerando. El 12 de mayo, Narendra Modi, primer ministro de la India, le dijo a la nación que había comenzado una nueva era de autosuficiencia económica. El estímulo japonés covid-19 incluye subsidios para empresas que repatrían fábricas; los funcionarios de la Unión Europea hablan de “autonomía estratégica” y están creando un fondo para comprar participaciones en empresas. EEUU insta a Intel a construir plantas en casa. El comercio digital está prosperando pero su escala sigue siendo modesta. Las ventas al exterior de Amazon, Apple, Facebook y Microsoft equivalen a solo el 1.3% de las exportaciones mundiales.

El flujo de capital también está sufriendo, a medida que se hunde la inversión a largo plazo. La inversión china de capital de riesgo en EEUU cayó a US$ 400 millones en el primer trimestre de este año, un 60% por debajo de su nivel hace dos años. Las empresas multinacionales pueden reducir su inversión transfronteriza en un tercio este año. EEUU acaba de instruir a su principal fondo de pensiones federal para que deje de comprar acciones chinas, y en lo que va del año, los países que representan el 59% del PBI mundial han endurecido sus normas sobre inversión extranjera. A medida que los gobiernos intentan pagar sus nuevas deudas gravando a empresas e inversores, algunos países pueden verse tentados a restringir aún más el flujo de capital a través de las fronteras.

Está solo allá afuera

No se deje engañar porque un sistema de comercio con una red inestable de controles nacionales será más humano o más seguro. A los países más pobres les resultará más difícil ponerse al día y, en el mundo rico, la vida será más cara y menos libre. La forma de hacer que las cadenas de suministro sean más resistentes no es domesticarlas, lo que concentra el riesgo y pierde las economías de escala, sino diversificarlas. Además, un mundo fracturado dificultará la resolución de problemas globales, incluida la búsqueda de una vacuna y la recuperación económica.

Trágicamente, esta lógica ya no está de moda. Esos tres golpes al cuerpo han herido tanto al sistema abierto de comercio que se están descuidando los poderosos argumentos a su favor. Despídase de la mayor era de la globalización y preocúpese por lo que va a ocupar su lugar. Lampadia




El perjudicial cierre de las escuelas

El perjudicial cierre de las escuelas

En Lampadia: Se generan importantes daños y desigualdad advertimos de los grandes costos que entraña el cierre de escuelas para los países en vías de desarrollo como el Perú, en particular, por el estancamiento de la movilidad social que se genera producto de interrumpir el cierre de brechas de capital humano de los primeros años de escolaridad.

“La reapertura de las escuelas puede parecer un experimento precipitado con vidas jóvenes. De hecho, es un ejercicio de equilibrio de riesgos. Las escuelas son los motores más poderosos de movilidad social en cualquier sociedad. Deje entrar a los niños y déjelos aprender”.

A estos costos, cabe agregar otros de carácter colateral como por ejemplo la pérdida de productividad – y por ende de ingresos – de los padres que, por no poder solventar un cuidador/a, tienen que sustituir horas de trabajo por horas de cuidado de sus hijos. Otro aspecto a tener en cuenta también es que ante una recesión económica, como la que se está produciendo por el covid 19, se generan choques negativos en el gasto de los hogares lo cual produce una menor provisión de adecuada alimentación  hacia los niños, algo que los colegios podían proveer de mejor manera. En muchos casos, por la misma precaria situación económica, los niños podrían verse obligados por los padres al trabajo infantil, exacerbando las desigualdades anteriormente descritas.

Si es que se tiene en cuenta que la evidencia disponible al momento presenta poca letalidad del covid 19 hacia los niños además de una baja probabilidad de contagio de ellos hacia sus familias, se puede concluir que los costos de cerrar los colegios en la presente crisis sobrepasan largamente a los beneficios.

El MINEDU pues debería reflexionar una vez más sobre la decisión del cierre total de escuelas y por el contrario, diseñar un plan progresivo de reinicio del sector, considerando por supuesto ciertos protocolos de seguridad y sanidad que eviten los contagios. Un reciente artículo de The Economist,  que compartimos líneas abajo, presenta algunas ideas sobre cómo podría estructurarse este plan, dividido en varios fases y priorizando en la fase inicial a los niveles educativos más primarios, que es donde la literatura ha enfatizado como fases críticas en los procesos de aprendizaje y que además comprometen el potencial durante toda la vida de las personas. Lampadia

Los niños no están bien
Al facilitar los desbloqueos, los gobiernos deberían abrir primero las escuelas

Los costos de mantenerlos cerrados son demasiado altos

The Economist
30 de abril, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

El covid-19 ha cerrado las escuelas del mundo. Tres de cada cuatro niños viven en países donde todas las aulas están cerradas. La interrupción no tiene precedentes. A menos que termine pronto, su efecto en las mentes jóvenes podría ser devastador.

Durante algunas epidemias es sabio mantener a los niños en casa; son propagadores eficientes de enfermedades como la gripe estacional. Sin embargo, parecen ser menos propensos a la captura y transmisión de covid-19. El cierre de las escuelas puede traer algún beneficio al frenar la propagación de la enfermedad, pero menos que otras medidas. Contra esto, se acumulan los altos costos para el desarrollo de los niños, para sus padres y para la economía.

Algunos países, como Dinamarca, están reabriendo gradualmente las escuelas. Otros, incluida Italia, dicen que no lo harán hasta el otoño. En EEUU, a pesar de los recientes llamamientos del presidente Donald Trump para que se abran las escuelas, la mayoría de los estados planean mantener sus aulas cerradas por el resto del año académico, y posiblemente más tiempo. Eso es un error a medida que los países alivian el distanciamiento social, las escuelas deberían estar entre los primeros lugares para desbloquear.

Considere los costos de excluir a los niños del aula. Ninguna cantidad de crianza en helicóptero o videoconferencia puede reemplazar a los maestros de la vida real o las habilidades sociales adquiridas en el patio de recreo. Incluso en los países mejor preparados para el aprendizaje electrónico, como Corea del Sur, la escuela virtual es menos buena que la realidad.

Los niños más pobres son los que más sufren. Las lecciones de zoom son de poca utilidad si su casa carece de una buena conexión Wi-Fi, o si tiene que pelear con tres hermanos por un solo teléfono. Y mientras que las familias más ricas a menudo incluyen padres bien educados que incitan a sus hijos a hacer su tarea y ayudar cuando se quedan atascados, las familias más pobres pueden no hacerlo.

La escuela también es importante para los padres, especialmente aquellos con niños pequeños. Aquellos que trabajan en casa son menos productivos si se distraen con fuertes lamentos y el misterioso silencio que presagia la mermelada que se extiende en el sofá. Los que trabajan fuera del hogar no pueden hacerlo a menos que alguien se preocupe por su descendencia. Y dado que la mayoría del cuidado infantil lo realizan las madres, perderán terreno en el lugar de trabajo mientras las escuelas permanecen cerradas.

En los países pobres los costos son aún mayores. Las escuelas a menudo ofrecen almuerzos gratis, evitan la desnutrición y sirven como centros para vacunar a los niños contra otras enfermedades. Los alumnos que se quedan en casa ahora nunca pueden regresar. Si el encierro empuja a sus familias a la penuria, es posible que tengan que salir a trabajar. Es mejor volver a abrir las escuelas, para que los padres puedan ganar y los niños puedan estudiar.

La réplica obvia es que cerrar las escuelas trae beneficios. El covid-19 puede ser mortal. Los padres no quieren que sus hijos lo contraigan o se lo den a la abuela.

De hecho, aunque los niños son muy susceptibles a la gripe, el covid-19 es diferente. Dos estudios de China que rastrean los contactos de personas infectadas encuentran que, en el peor de los casos, los niños no tienen más probabilidades de contraer la enfermedad que los adultos, y posiblemente menos. Si lo consiguen, tienen 2.000 veces menos probabilidades de morir que alguien mayor de 60 años.

Tampoco hay evidencia de que los niños que terminan contagiando la enfermedad sean propagadores silenciosos que la transmiten a sus familias. Los investigadores en Islandia y los Países Bajos no han encontrado un solo caso en el que un niño haya traído el virus a su familia. El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades, la agencia de salud pública de la Unión Europea, dijo la semana pasada que la transmisión de niño a adulto “parece ser poco común”.

Algunas de estas conclusiones se basan en pequeñas muestras. Tal vez no se haya visto a los niños transmitir la enfermedad porque las escuelas cerraron temprano y no porque no representen una amenaza especial. Quizás comenzarán a esparcirlo en el patio de recreo.

Por lo tanto, las escuelas deberían volver a abrir por etapas. Los niños más pequeños deben regresar primero, a guarderías y escuelas primarias. Tienen los cerebros más sedientos y parecen tener el menor riesgo. También exigen la mayor parte de sus padres, ya que pocos han comprendido los principios del aprendizaje autodirigido. Es poco probable que los niños pequeños mantengan su distancia de nadie. Las clases deben dividirse a la mitad para que puedan asistir en días alternos.

Los que se enfrentan a los exámenes deberían venir después. Varios países han cancelado pruebas importantes; otros las han pospuesto. Los estudiantes mayores pueden estar en mayor riesgo que los más jóvenes, pero también son más capaces de seguir nuevos protocolos. El distanciamiento social es posible en las escuelas secundarias, particularmente si se reduce el tamaño de las clases.

Las aperturas escolares deberán ser monitoreadas. Los científicos deben ajustar las reglas si es necesario. Los niños que deben quedarse en casa deben ser contactados directamente por la escuela. Los maestros necesitarán apoyo. Las personas más vulnerables a las infecciones, como los diabéticos, deberían poder enseñar de forma remota. El resto necesitará orientación sobre higiene y el distanciamiento social. Deben ser probados regularmente por el covid-19.

Es comprensible que los gobiernos desconfíen de ser llamados mandones: ningún político quiere dar órdenes que puedan ser ampliamente desobedecidas. Francia está considerando reabrir escuelas pero hacer que la asistencia sea voluntaria. El problema con este enfoque es que puede afianzar la desigualdad educativa. Una encuesta reciente sugiere que el 48% de las familias acomodadas enviarían a sus hijos de regreso; solo el 17% de los pobres lo haría. Bajo el cierre de Gran Bretaña, más de 500,000 niños vulnerables han podido ir a la escuela, incluidos aquellos con necesidades especiales; solo el 5% ha aparecido.

El mejor enfoque sería aplicar las reglas de asistencia de manera sensible. Insista en que la educación es obligatoria, pero no sancione a los padres asustados involuntariamente, especialmente si tienen razones adicionales para temer la infección. A medida que regresen las clases, los padres verán que es seguro y se les ocurrirá la idea de enviar a sus propios hijos. Los gobiernos deberían ayudar a los niños a recuperar las lecciones perdidas con escuelas de verano gratuitas, vacaciones más cortas y días escolares más largos.

La reapertura de las escuelas puede parecer un experimento precipitado con vidas jóvenes. De hecho, es un ejercicio de equilibrio de riesgos. Las escuelas son los motores más poderosos de movilidad social en cualquier sociedad. Deje entrar a los niños y déjelos aprender. Lampadia




Se generan importantes daños y desigualdad

Se generan importantes daños y desigualdad

Los daños sociales de la cuarentena se multiplican en distintos frentes. La paralización de las actividades productivas genera pérdidas de ingresos, empleos y quiebras de empresas. Sobre esto se han publicado muchos comentarios y se han dado distintas normas para, supuestamente, contrarrestar sus impactos. Pero hay otro frente muy delicado, sobre el cual debemos tomar mayor cuidado, el cierre de las escuelas.

Según The Economist, ver artículo líneas abajo, las interrupciones de la asistencia a las escuelas, así sean de corta duración, causan mucho daño y aumentan la desigualdad.

En el caso del Perú, por el cierre decretado a raíz del coronavirus, el daño es mucho mayor al reportado para los países más ricos. Especialmente por la falta de facilidades de comunicación de millones de niños, especialmente los más pobres. Pero no solo ellos, ¿cuántas familias de mayores ingresos pueden dar una computadora o una tablet a cada uno de sus hijos, si tienen familias grandes? O ¿una ambiente adecuado para el estudio para cada hijo?

Aparte de las limitaciones técnicas de equipos y comunicación, está el tema de los espacios pequeños de gran cantidad de familias y los problemas psicológicos que causa el encierro.

Debemos pues considerar el riesgo de muchos daños, y especialmente un incremento sustancial de la desigualdad entre nuestros niños.

El Ministerio de Educación habla con mucha ligereza sobre la posibilidad de mantener el cierre de las escuelas todo el resto del año. En Lampadia pensamos que hay que hacer los mayores esfuerzos posibles para reabrir los colegios cuanto antes y no hay que desmayar en el mismo.

¡Hay que abrir las escuelas apenas sea posible!

No más lápices, no más libros
El cierre de escuelas para covid-19 hace daño de por vida y amplía la desigualdad

Las escuelas primarias en particular son vitales para la movilidad social.

The Economist
27 abr 2020

Traducido y glosado por
 Lampadia

EN LAS CALLES de Amsterdam, los niños pasan las “vacaciones de la corona” zumbando en scooters; sus pares en París están mayormente atrapados en casa con videojuegos; los de Dakar cuidan de hermanos menores. El único lugar donde no están es en la escuela. Según la UNESCO, una agencia de la ONU, más de las tres cuartas partes de los aproximadamente 1.500 millones de escolares del mundo están actualmente sin escolarizar. En la mayoría de China y en Corea del Sur no han oscurecido las puertas de las escuelas desde enero. En Malta y California han aprendido que no regresarán antes de septiembre. Este cierre global de las puertas de la escuela no tiene precedentes en cuanto a alcance, duración y posibles consecuencias.

Las escuelas siempre se han esforzado por permanecer abiertas durante guerras, hambrunas e incluso tormentas. Su cierre prolongado es costoso. Más inmediatamente se interpone en el camino de la productividad de los padres. Más preocupante es el daño a largo plazo causado a los niños y sus perspectivas. Los cierres obstaculizan el aprendizaje y el desarrollo de todos los niños. Ninguna cantidad de crianza en helicóptero puede compensar la influencia de los compañeros y los planes de lecciones reflexivos.

Los cierres afectan especialmente a los más pobres y a los más pequeños. A los menos propensos a tener acceso a tres comidas al día, una computadora con acceso a Internet, padres altamente educados, un maestro disponible y un espacio tranquilo y seguro para estudiar les irá peor. Y si el aprendizaje de los niños de ocho años se detiene hasta el otoño, como lo hará para algunos, podrían perder el logro en matemáticas de casi un año, según las primeras estimaciones. Sin intervenciones, los efectos podrían durar toda la vida.

Por estas razones, Singapur en 2003 redujo sus vacaciones de junio de un mes en dos semanas para compensar una quincena de cierres escolares durante la epidemia de SARS. Incluso las interrupciones cortas perjudican el rendimiento. En Estados Unidos, los alumnos de tercer grado afectados por cierres relacionados con el clima tienen un rendimiento inferior en los exámenes de evaluación estatales. Los estudiantes belgas de habla francesa afectados por una huelga de docentes de dos meses en 1990 tenían más probabilidades de repetir una calificación, y menos probabilidades de completar la educación superior, que estudiantes similares de habla flamenca no afectados por la huelga.

Los africanos occidentales recuerdan fácilmente la devastación causada por paradas más largas. Los escolares mayores de hoy todavía recordarán cómo el cierre prolongado de las escuelas durante el brote de Ébola en 2014 condujo a un aumento en los embarazos adolescentes no planificados y en el abandono escolar relacionado. Las dificultades que enfrentan los escolares de hoy en el mundo rico (el enfoque de este artículo) pueden parecer triviales en comparación. De hecho, ellos también son serios y les cambian la vida.

El mundo rico no tiene precedentes modernos, pero un artículo de 2017 de Keith Meyers, de la Universidad del Sur de Dinamarca, y Melissa Thomasson, de la Universidad de Miami, sobre una epidemia de polio en 1916 en Estados Unidos, dejó en claro la lección: cerrar las escuelas perjudica las perspectivas de los niños. Los más jóvenes abandonan la escuela con logros más bajos que las cohortes anteriores y los mayores tienen más probabilidades de abandonar por completo.

Por supuesto, en 1916 no hubo videoconferencia. Hoy en día, casi nueve de cada diez países ricos afectados ofrecen algún tipo de aprendizaje a distancia (en comparación con solo uno de cada cuatro países pobres. Pero esto también puede servir para resaltar las desigualdades. En Gran Bretaña, más de la mitad de los alumnos de las escuelas privadas participan diariamente en línea En las primeras semanas del cierre, algunas escuelas estadounidenses informaron que más de un tercio de sus alumnos ni siquiera habían ingresado a la escuela, de acuerdo con Sutton Trust, una organización benéfica. sistema, y ​​mucho menos asistieron a clases. Mientras tanto, las escuelas de élite informan de una asistencia casi completa y los ricos han contratado maestros como tutores privados a tiempo completo.

Ashley Farris, maestra de inglés en la escuela secundaria KIPP en Denver, Colorado, dice que varios de “sus” hijos son estudiantes virtuales. Su escuela trabajó duro para que los estudiantes tengan computadoras y acceso wifi, pero la brecha digital es solo una parte de la historia. Algunos han tenido que conseguir trabajo para compensar los salarios que sus padres han perdido. Otros deben cuidar a los hermanos menores.

Durante el siglo pasado, a medida que la asistencia global a las escuelas primarias aumentó del 40% al 90%, las escuelas han sido motores de movilidad social. Los cierres en Gran Bretaña podrían aumentar la brecha en el rendimiento escolar entre los niños en las comidas escolares (un proxy para la desventaja económica) y los que no están en las comidas escolares, teme Becky Francis, de la Fundación Education Endowment, otra organización benéfica. Durante la última década, la brecha, medida por las calificaciones en las pruebas, se ha reducido en aproximadamente un 10%, pero cree que el cierre de las escuelas podría, al menos, revertir este progreso. Crecen los temores de que la “diapositiva de aprendizaje de verano”, que ve el conocimiento perdido durante las vacaciones de verano, se convertirá en una avalancha para algunos. Al menos durante el verano, los maestros no están disponibles para nadie. En el bloqueo actual, algunos estudiantes aún pueden calmar su sed de educación no solo con padres altamente educados sino también con maestros; otros no tendrán acceso a ninguno.

Algunos países están mejor posicionados que otros para soportar tales presiones. La escala de las desigualdades preexistentes será especialmente importante. En lugares como Dinamarca, Eslovenia y Suecia, la gran mayoría (95%) de los jóvenes de 15 años tienen acceso a una computadora en el hogar, independientemente de sus antecedentes familiares. En Estados Unidos eso es cierto para prácticamente todos los estudiantes en el cuartil más rico, pero solo tres de cada cuatro de los más pobres. En México es 94% y 29% respectivamente. Para empeorar las cosas, los niños más pobres tienden a tener más hermanos con los que discutir sobre el uso de los dispositivos que hay.

Finlandia comenzó el aprendizaje a distancia solo cuando estaba convencido de que casi todos los niños podrían participar. Corea del Sur extendió sus vacaciones escolares para preparar maestros y distribuir dispositivos donde sea necesario. “Para mi escuela de 1,000 estudiantes, solo 13 tomaron prestadas tabletas porque tenían varios hermanos en su casa”, dice Hyunsu Hwang, maestra de inglés en Inmyung Girls High School, en Incheon. Los maestros ahora usan una combinación de clases interactivas en tiempo real, material pregrabado y clases digitales basadas en tareas. Cuando las escuelas comenzaron a reabrir el 9 de abril, la asistencia oficial fue del 98%.

También es importante qué tan acostumbrados están los estudiantes a tener sus propios proyectos, dice Andreas Schleicher, de la OCDE, un club de países ricos. “El problema real es que si un maestro te ha alimentado con una cuchara todos los días y ahora te dicen que vayas solo, ¿qué te motivará?” En Estonia y Japón, la mayoría de los estudiantes están acostumbrados a “actividades autorreguladas”, y en todos los países de la OCDE, la proporción es de casi el 40%. Pero en países como Francia, Italia y España, tal autonomía es rara.

Quizás el factor más importante para exacerbar la desigualdad en las circunstancias de hoy es la brecha de los padres. En una encuesta reciente realizada por Sutton Trust, casi la mitad de los padres británicos en profesiones de clase media dijeron que confiaban en la educación en el hogar, en comparación con poco más de un tercio de los padres de la clase trabajadora.

Desde la década de 1970, los padres con educación universitaria en el mundo rico han aumentado drásticamente el tiempo que pasan con sus hijos, incluso en la tarea. A medida que los padres más educados pueden dedicar más tiempo a sus hijos que las familias menos educadas, la “brecha de logros” se amplía, especialmente durante la primera infancia. Ha crecido especialmente rápido en países muy desiguales como Estados Unidos. Sin embargo, irónicamente, las escuelas primarias en países escandinavos más igualitarios están reabriendo, mientras que en lugares como Estados Unidos y Gran Bretaña, sus alumnos se quedan con sus propios dispositivos en casa. “Algunos niños de cinco años irán a la escuela en casa con los padres, mientras que otros se quedarán jugando videojuegos”, dice Natalie Perera, del Instituto de Política Educativa, un grupo de investigación con sede en Londres.

Sin embargo, incluso en países más igualitarios, el dolor no se extiende por igual. En la escuela primaria Alan Turing en Amsterdam, rápidamente se hizo evidente que 28 de sus 190 alumnos no podían participar en clases en línea. La escuela ahora abre sus puertas para 15 de este grupo tres mañanas a la semana y ha encontrado otras formas de ayudar a los 13 restantes, como obtener asistencia de sus vecinos. “Al principio parecía que estábamos haciendo algo ilegal”, dice Eva Naaijkens, la directora, “pero ¿cómo puede aceptar una situación en la que varios niños simplemente abandonan?” Ella pide realismo, estimando que sus maestros pueden impartir quizás el 40% de la educación que normalmente harían.

Eso coincide aproximadamente con los supuestos que los investigadores en Noruega han hecho para estimar los costos de los cierres de la economía. Un cálculo “conservador” realizado por Statistics Norway estima que las paradas educativas del país, desde guarderías hasta escuelas secundarias, le cuestan a su economía 1.700 millones de coronas (161,6 millones de dólares) por día. La mayor parte de eso es la estimación de los ingresos futuros perdidos de los escolares de hoy, quienes, suponen, están aprendiendo aproximadamente la mitad de lo que normalmente harían, y por lo tanto están sufriendo una reducción en su “capital humano”. El resto se pierde la productividad parental hoy.

Otra forma de estimar la magnitud de las pérdidas de aprendizaje, y las brechas, ahora emergentes, es profundizar en los datos de pérdida de aprendizaje de verano. Durante las vacaciones, los niños pequeños en Estados Unidos normalmente pierden entre el 20% y el 50% de las habilidades que adquirieron durante el año escolar. Este es un problema global pero más estudiado en Estados Unidos debido a sus largas vacaciones de verano. Matthias Doepke, de la Northwestern University, estima que para fines de este verano el considerable grupo de niños estadounidenses cuya pérdida de aprendizaje comenzó cuando cerraron las escuelas podría haber perdido hasta el logro de un año. Dado que cada año de educación se asocia con un aumento en las ganancias anuales de aproximadamente el 10%, las consecuencias para esos niños se vuelven claras. “Me temo que veremos más desigualdad y menos movilidad social si no se hace nada”, agrega.

Los cierres también perjudicarán desproporcionadamente a los escolares más pequeños. “Puedes compensar las matemáticas perdidas con la escuela de verano. Pero no se puede hacer eso fácilmente con las cosas que los niños aprenden desde muy pequeños “, dice Doepke. Las habilidades sociales y emocionales como el pensamiento crítico, la perseverancia y el autocontrol son predictores de todo tipo de cosas, desde el rendimiento académico y el empleo hasta los resultados de salud y la probabilidad de terminar en la cárcel. Y mientras que los niños mayores pueden ser colocados frente a una computadora, los más pequeños aprenden mucho más cuando el aprendizaje digital, ya sea leyendo un libro electrónico o viendo un video, es supervisado por un adulto.

La escuela primaria normalmente ofrece una oportunidad crucial para que las brechas que surgieron en el desarrollo de los primeros años comiencen a reducirse o, al menos, a detenerse. Esa oportunidad ahora está perdida. Para tener una idea del costo para los niños pequeños más desafortunados, considere el proyecto preescolar Perry de la década de 1960, un estudio realizado en Ypsilanti, Michigan, que encontró que un grupo de control de niños pequeños de entornos desfavorecidos que no asistieron al preescolar sufrió consecuencias de por vida.

Otra preocupación es que las brechas de lectura se ampliarán. La espiral descendente que viene con las dificultades iniciales de lectura está bien establecida: cuando los niños, por cualquier razón, se retrasan, pueden desmotivarse y leer aún menos, quedando aún más atrás. Los lectores pobres tienen menos probabilidades de graduarse de la escuela secundaria y tienen un mayor riesgo de terminar en una prisión juvenil. A Ola Ozernov-Palchik, de Harvard, le preocupa que tales brechas crezcan a medida que los niños se sientan en casa en circunstancias muy diversas. “Sin una intervención adecuada, tales diferencias se vuelven más pronunciadas y cada vez más insalvables en todo el desarrollo”.

El otro grupo en el que centrarse son aquellos que se enfrentan a exámenes críticos, lo que podría tener un gran impacto en los resultados de por vida. Alemania está reabriendo escuelas para estudiantes de secundaria de último año que se someten a exámenes en mayo y junio. China ha pospuesto su examen Leaving Certificate (gaokao) hasta julio; Corea del Sur ha trasladado sus exámenes de ingreso a la universidad a diciembre. Varios otros países, incluidos Gran Bretaña y Francia, han cancelado por completo los exámenes de este año. Las calificaciones son en parte decididas por las predicciones de los maestros sobre cómo podría haberse desempeñado un estudiante. Esto alimenta aún más los temores sobre la desigualdad, ya que algunos expertos temen que los maestros discriminen inconscientemente a los niños menos privilegiados y les otorguen calificaciones injustamente bajas.

Además de permitir que los estudiantes de la escuela secundaria de último año que se enfrentan a los exámenes reanuden las clases, Dinamarca también reabrió guarderías y escuelas primarias. La decisión de dar prioridad a los muy pequeños se debió tanto a la comprensión de cuán crucial es esta etapa temprana de aprendizaje, como a la carga de cuidado infantil y la percepción de que el riesgo de que los niños pequeños contraigan o propaguen el virus es bajo. En todo el mundo, muchos padres esperarán que las escuelas de sus hijos también puedan volver a abrir de manera segura pronto. En cuanto a los niños, pueden tener sentimientos encontrados. Pero para el futuro bienestar de aquellos que recorren las calles de Ámsterdam, es una noticia inequívocamente buena que las escuelas primarias holandesas reabrirán parcialmente el 11 de mayo. Lampadia




¡Esto no es un botín ideológico!

¡Esto no es un botín ideológico!

Jaime de Althaus
Para Lampadia

La inteligentzia de izquierda saborea la potenciación del poder del Estado en esta coyuntura como un triunfo ideológico. Se anima en la contemplación de un súper Estado redistribuidor que puede cerrar empresas y ordenar qué producir y qué no producir. Confunde los imperativos de la emergencia con el modelo permanente.

Juan de la Puente (LR, 27-03-20) anuncia “un dramático final del Estado neoliberal”, “…transformándose radicalmente la antigua visión neoliberal del Estado, para construir un orden más estatal con mayor solidaridad, regulación y supervisión de cara al futuro”.

Seguramente ha olvidado que ese modelo estatista y solidario de los 70 y 80 fue el que llevó a la depredación creciente de los salarios de los maestros en esas dos décadas y al colapso total del Estado, expresado, por ejemplo, en la privatización “fáctica” de los servicios de salud al final del periodo.

Ya olvidó también que fueron las políticas liberales de los 90 las que permitieron reconstruir el Estado desde sus escombros y recuperar a la nación al punto que hoy la propia ministra de Economía puede afirmar que, a diferencia de otros países, el Perú tiene cómo responder porque tiene los ahorros suficientes. Gracias al mal llamado “Estado neoliberal”, por primera vez en la historia el Perú ha acumulado reservas y ahorros suficientes para enfrentar una catástrofe como esta.

No solo eso. Las políticas liberalizadoras de los 90 permitieron empezar a recuperar lenta y paulatinamente el salario de los maestros -que no llega hasta ahora al nivel que tenían en los 60, sin embargo-, restablecer el servicio de salud pública -que aún debe modernizarse, sin embargo- poniendo en operación nuevamente postas médicas abandonadas, e introducir programas sociales que antes no existían. Pero, lo más importante, fueron esas políticas las que produjeron un crecimiento sostenido que sacó de la pobreza a millones de peruanos bajándola de un 60% a un 20%, reduciendo también en alguna medida la desigualdad.

Pese a ello, Juan de la Puente ve un olvido a los pobres originado en “un modelo resistente a la regulación”, cuando lo que hemos tenido en los últimos diez años ha sido una sobre regulación creciente de la economía que ha asfixiado los emprendimientos y consolidado la alta tasa de informalidad. Justamente, la única manera de salir del pozo económico post coronavirus será restableciendo niveles de libertad económica que se han perdido. Liberar las fuerzas productivas, como diría Marx.

Es que la ideología altera la visión. Es un falso dilema el que se da entre Estado y mercado. A más mercado libre, más ingresos para el Estado, y por lo tanto mejores servicios de educación y salud públicas siempre y cuando estos se reformen y gestionen bien. Y esa es la gran tarea pendiente y ahora sí impostergable luego del coronavirus. Para eso, sin embargo, sería bueno tener a la inteligentzia de izquierda ayudando a persuadir a los gremios y sindicatos de médicos y enfermeras de no ofrecer resistencia a los cambios. No podemos seguir con una jornada laboral efectiva de 4 horas, habrá que entregar presupuesto por resultados y no por número de atenciones y en algunos casos, por ejemplo, la mejor manera de dar buenos servicios públicos exigibles será concesionarlos.

En lugar de ver esto como un botín ideológico, hablemos de lo que hay que hacer.

Fernando Villarán, por ejemplo, en un artículo publicado en la web de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya[1], se suma al mismo sentimiento de exaltación estatal cuando afirma que los países que han logrado contener al virus -China, Corea del Sur, Singapur y Taiwán- tienen en común un Estado fuerte y un sistema de salud pública grande y eficiente.

Las anteojeras son tan poderosas que no llega a ver que esos países exitosos tienen un Estado mucho más pequeño -y por lo tanto mucho menos gasto en salud- que los que fracasaron estrepitosamente, como Italia, España y Francia. En Singapur, Taiwán y Corea el gasto público como porcentaje del PBI oscila entre 15% y 24%. En dos de ellos ¡es menor que en el Perú (20%)! En cambio, en Italia es 48%, en España 41% y en Francia 56%. Más que doblan el tamaño de los Estados exitosos. Son los célebres “Estados de bienestar” europeos, diseñados precisamente para infundirle “solidaridad” al capitalismo. Un desastre.  

Pero no estamos proponiendo un Estado mínimo. El Estado debe tener autoridad y los recursos suficientes para asegurar el imperio de la ley, el desarrollo de infraestructura y la prestación de servicios sociales eficientes y de calidad. Para eso se requiere, como decíamos, liberar los mercados, para generar más ingresos fiscales, y sentarnos a discutir -deconstruyendo los intereses creados- cuáles son los cambios o reformas que debe hacerse en los servicios sociales para que sean eficientes y de calidad para los más vulnerables, en lugar de salir a pescar en río revuelto.

El peligro, según lo que leemos en las odas como las que hemos citado, es que vuelvan a desplegar sus alas las ideas que restringen la libertad económica, que es indispensable incluso para que el Estado sea fuerte, más aún en un contexto de angustia económica de la gente en la que la prédica populista y demagógica puede encontrar eco. Lampadia




Ni socialismo democrático, ni socialdemocracia

Ni socialismo democrático, ni socialdemocracia

Un reciente artículo del notable economista Daron Acemoglu publicado por la revista Project Syndicate desentraña todas las supuestas similitudes entre las ideas del denominado “socialismo democrático” del ahora candidato con mayor popularidad del Partido Demócrata estadounidense, Bernie Sanders, y la filosofía política de los partidos socialdemócratas que actualmente gobiernan los países escandinavos. Como dice Acemoglu: “En pocas palabras, la socialdemocracia europea es un sistema para regular la economía de mercado, no para suplantarla”.

Como dejan entrever sus reflexiones, si bien el modelo de desarrollo a imponerse por Sanders puede llegar a instaurarse mediante medios democráticos – como el voto popular- sus bases económicas fuertemente marxistas hacen que sea incomparable con los modelos de las socialdemocracias nórdicas. Aún cuando estas últimas concentran grandes estados de bienestar, no terminan por eliminar la propiedad privada y menos volverla colectiva, como sí lo propone el modelo de Sanders.

Cabe resaltar, además, que estas economías, como son el caso de Suecia o Dinamarca, llegaron a ser naciones ricas primero gracias a modelos liberales implantados en los 90 y no por sus grandes estados de bienestar que fueron progresivamente instaurados en los últimos años. Estos, por el contrario, constituyen grandes bolsas de endeudamiento público a mediano y largo plazo porque dependen de una población joven, que al día de hoy es minoritaria en estos países (ver Lampadia: Suecia, el otro modelo).

Acemoglu prosigue descartando el modelo de Sanders dadas las catástrofes causadas por el comunismo soviético, pero también hace una fuerte crítica hacia los modelos de desarrollo de corte liberal adoptados por varias economías occidentales en los años 80. Según su visión, este tipo de modelo contribuyó al estancamiento de los salarios reales, al incremento de la desigualdad y a un rendimiento de la productividad igualmente magro durante las últimas 4 décadas en EEUU, por lo que no constituyen una solución definitiva a los problemas económicos y sociales que aquejan a este país

Respecto a esta crítica, tenemos que agregar que el análisis hecho por el economista es incompleto, si es que se miden los ingresos correctamente de los hogares estadounidenses abarcando más allá de los salarios (ingresos por trabajo). Como nos hemos extendido en anteriores oportunidades (ver Lampadia: Cuidados en el manejo de cifras de pobreza, Retomemos el libre comercio, Otra mirada al mito de la desigualdad), si uno realiza ciertos ajustes  a los ingresos familiares promedio en EEUU tomando en cuenta el tamaño de los hogares, las transferencias e impuestos, se tiene que dichos ingresos aumentaron en un 51% entre 1979 y 2014 (ver gráfico a continuación)

Fuentes: Oficina del Censo; CBO; BLS; BEA; NBER; The Economist

En conclusión, ni la socialdemocracia, sustentada en grandes estados de bienestar halagada por Acemoglu ni el socialismo democrático propuesto por Sanders son siquiera modelos a concebir como posibles buenas opciones. Por el contrario, profundizar en el modelo económico liberal que respeta la propiedad privada y promueve el libre emprendimiento debiera ser, a la luz de las cifras presentadas anteriormente, el camino a seguir para seguir proveyendo desarrollo a EEUU. Lampadia

La socialdemocracia vence al socialismo democrático

Daron Acemoglu
Project Syndicate
17 de febrero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

Ahora que el senador estadounidense Bernie Sanders se ha convertido en uno de los principales candidatos para la nominación presidencial del Partido Demócrata, su marca de socialismo democrático merece un escrutinio más cercano. En pocas palabras, no es una aproximación cercana del “modelo nórdico” que Sanders invoca a menudo ni una solución a lo que aqueja a la economía estadounidense.

Solía ser una regla no escrita de la política estadounidense que un socialista nunca podría calificar para un alto cargo nacional. Pero ahora un autoproclamado “socialista democrático”, el senador estadounidense Bernie Sanders, es el principal candidato para la nominación presidencial demócrata. ¿Debería EEUU aceptar el cambio?

Los demócratas han llegado a las primarias por mucho más que el presidente de los EEUU, Donald Trump. El impulso de Sanders refleja un anhelo de soluciones radicales a los graves problemas económicos estructurales. En las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la economía de EEUU se volvió cada vez más productiva y los salarios de todos los trabajadores, independientemente de la educación, crecieron en promedio más del 2% anual. Pero ese ya no es el caso hoy.

En las últimas cuatro décadas, el crecimiento de la productividad ha sido mediocre, el crecimiento económico se ha desacelerado y una parte cada vez mayor de las ganancias se ha dirigido a los propietarios de capital y a los altamente educados. Mientras tanto, los salarios medios se han estancado, y los salarios reales (ajustados a la inflación) de los trabajadores con educación secundaria o menos han caído. Solo unas pocas empresas (y sus propietarios) dominan gran parte de la economía. El 0.1% superior de la distribución del ingreso captura más del 11% del ingreso nacional, en comparación con solo el 2.5% en la década de 1970.

¿Pero el socialismo democrático ofrece una cura para estos males? Como una ideología que considera la economía de mercado como inherentemente injusta, no igualadora e incorregible, su solución es cortar la línea vital más importante de ese sistema: la propiedad privada de los medios de producción. En lugar de un sistema en el que las empresas y todos sus equipos y maquinaria descansen en manos de un pequeño grupo de propietarios, los socialistas democráticos preferirían la “democracia económica”, mediante la cual las empresas serían controladas por sus trabajadores o por una estructura administrativa operada por el estado.

Los socialistas democráticos contrastan su sistema imaginario con la marca de estilo soviético. La suya, argumentan, se puede lograr totalmente por medios democráticos. Pero los intentos más recientes de socializar la producción (en América Latina) se han basado en acuerdos antidemocráticos. Y eso apunta a otro problema con el debate actual en los EEUU: el socialismo democrático se ha combinado con la socialdemocracia. Y, desafortunadamente, Sanders ha contribuido a esta confusión.

La socialdemocracia se refiere al marco político que surgió y se afianzó en Europa, especialmente en los países nórdicos, a lo largo del siglo XX. También se centra en controlar los excesos de la economía de mercado, reducir la desigualdad y mejorar el nivel de vida de los menos afortunados. Pero si bien los socialistas democráticos estadounidenses como Sanders a menudo citan la socialdemocracia nórdica como su modelo, de hecho existen diferencias profundas y consecuentes entre los dos sistemas. En pocas palabras, la socialdemocracia europea es un sistema para regular la economía de mercado, no para suplantarla.

Para comprender cómo ha evolucionado la política socialdemócrata, considere el Partido de los Trabajadores Socialdemócratas de Suecia (SAP), que se distanció desde el principio de la ideología marxista y el Partido Comunista. Uno de los primeros y formativos líderes del SAP, Hjalmar Branting, ofreció una plataforma atractiva no solo para los trabajadores industriales sino también para la clase media.

Lo más importante es que el SAP compitió por el poder por medios democráticos, trabajando dentro del sistema para mejorar las condiciones para la mayoría de los suecos. En las primeras elecciones después del inicio de la Gran Depresión, el líder del SAP, Per Albin Hansson, presentó el partido como un “hogar de personas” y ofreció una agenda inclusiva. Los votantes premiaron al SAP con un notable 41.7% de los votos, lo que le permitió formar una coalición de gobierno con el Partido Agrario. Tras otra abrumadora victoria electoral, el SAP organizó una reunión en 1938 de representantes de empresas, sindicatos, agricultores y el gobierno. Esa reunión, en la ciudad turística de Saltsjöbaden, lanzó una era de relaciones laborales cooperativas que definirían la economía sueca durante décadas.

Un pilar clave del pacto socialdemócrata sueco fue la fijación centralizada de salarios. Bajo el modelo de Rehn-Meidner (llamado así por dos economistas suecos contemporáneos), los sindicatos y las asociaciones empresariales negociaron los salarios de toda la industria, y el estado mantuvo políticas activas de mercado laboral y bienestar social, al tiempo que invirtió en capacitación de los trabajadores y educación pública. El resultado fue una compresión salarial significativa: a todos los trabajadores que realizaban el mismo trabajo se les pagaba el mismo salario, independientemente de su nivel de habilidad o la rentabilidad de su empresa.

Lejos de socializar los medios de producción, este sistema apoyó la economía de mercado, ya que permitió a las empresas productivas prosperar, invertir y expandirse a expensas de sus rivales menos competitivos. Con los salarios establecidos a nivel de la industria, una empresa que incremente su productividad podría mantener las recompensas (ganancias) resultantes. No es sorprendente que la productividad sueca bajo este sistema creciera constantemente, y las empresas suecas se volvieron altamente competitivas en los mercados de exportación. Mientras tanto, se desarrollaron instituciones similares en otros países nórdicos, en algunos casos reveladores introducidos no por socialistas o socialdemócratas, sino por gobiernos de centroderecha.

La socialdemocracia, ampliamente interpretada, se convirtió en la base de la prosperidad de la posguerra en todo el mundo industrializado. Eso incluye a los EEUU, donde el New Deal y las reformas posteriores fortalecieron o introdujeron componentes importantes del pacto socialdemócrata, incluida la negociación colectiva, las políticas de bienestar social y la educación pública.

Cuando las corrientes intelectuales y políticas se desviaron del pacto socialdemócrata basado en el mercado, las cosas generalmente no funcionaron demasiado bien. A finales de la década de 1960, los sindicatos suecos y daneses, bajo la influencia de fuerzas de izquierda más radicales, adoptaron el socialismo democrático y comenzaron a exigir democracia económica y control directo de las ganancias. En Suecia, esto condujo a intensas negociaciones con las empresas y a la introducción de “fondos asalariados”, mediante los cuales porciones de las ganancias corporativas (generalmente en forma de nuevas emisiones de acciones) se colocarían en fondos a nivel de empresa para los trabajadores. Este cambio destruyó el acuerdo de cooperación entre empresas y sindicatos, y distorsionó los incentivos que anteriormente habían impulsado el crecimiento de la inversión y la productividad. A principios de la década de 1990, las fallas del sistema se habían vuelto evidentes y se abandonó debidamente.

Cuando las corrientes intelectuales del libre mercado condujeron a desviaciones hacia la derecha del pacto socialdemócrata, los resultados fueron igual de malos. La desigualdad se amplió en medio de un rendimiento de productividad igualmente tibio, mientras que las redes de seguridad social quedaron hechos jirones.

Lo que se necesita, entonces, no es el fundamentalismo de mercado o el socialismo democrático, sino la socialdemocracia. EEUU necesita una regulación efectiva para controlar el poder concentrado del mercado. Los trabajadores necesitan una mayor voz, y los servicios públicos y la red de seguridad deben fortalecerse. Por último, pero no menos importante, EEUU necesita una nueva política tecnológica para garantizar que la trayectoria del desarrollo económico sea del interés de todos.

Nada de esto se puede lograr socializando las empresas, especialmente en una era de globalización y empresas lideradas por la tecnología. El mercado debe ser regulado, no marginado. Lampadia

Daron Acemoglu, profesor de economía en el MIT, es coautor (con James A. Robinson) de Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity and Poverty y The Narrow Corridor: States, Societies, and the Fate of Liberty.




Pobreza multidimensional: ¿Qué regiones serían las más pobres del Perú con nueva medición?

Pobreza multidimensional: ¿Qué regiones serían las más pobres del Perú con nueva medición?

En promedio, la pobreza multidimensional y la monetaria muestran un nivel y una evolución muy parecidas. Sin embargo, para Lima, la pobreza multidimensional señala una mucho menor pobreza y mayor pobreza para el sector rural.

La pobreza comenzaría a medirse de forma multidimensional, considerando carencias en salud, educación y condiciones de vida. Este cambio no varía la tendencia hacia la reducción en el país.

Este resultado implica que el 21,7% de la población del país subsiste gastando menos de S/338 mensuales,
monto que, según la metodología del INEI, permite cubrir las necesidades básicas alimenticias y no alimenticias. (Foto: Rolly Reyna)

Informe IPE – El Comercio
17 de febrero de 2020

La semana pasada el Ejecutivo anunció que, a partir del próximo año, se cambiaría la forma en que se mide la pobreza en el Perú. Actualmente, en el país se emplea el enfoque conocido como pobreza monetaria; que sería reemplazado por uno denominado pobreza multidimensional.

Con la medición actual, al cierre del 2018 el 20,5% de peruanos vivía en situación de pobreza. Según el enfoque monetario, una persona es considerada pobre si reside en un hogar cuyo gasto mensual per cápita está por debajo del costo de una canasta básica de consumo, que incluye necesidades mínimas alimentarias y no alimenticias.

Este umbral de gasto mensual por persona, conocido como línea de pobreza, es de S/344. Entonces, una persona pobre es aquella que, en un mes, tiene un gasto inferior a S/344. Hay alrededor de 6,4 millones de personas en esta situación.

Aunque útil, esta metodología ha sido foco de diversas críticas. Quizás la más importante es que la línea de pobreza hace que la definición sea muy cerrada: un hogar con gasto per cápita de S/343 al mes sería pobre y uno con gasto de S/345 no lo sería. Es decir, si un hogar gasta S/345 al mes por persona, pero al mismo tiempo carece de condiciones de vida adecuadas, resulta difícil considerarlo como no pobre.

MIRADA HOLÍSTICA

La cuestión de fondo más relevante es que la mirada del lado monetario no permite identificar qué carencias tienen las personas pobres, de modo que las políticas públicas se orienten a cerrar las brechas que les impiden mejorar su calidad de vida. Es a partir de esto que surge el enfoque multidimensional.

En el 2008, los investigadores Sabina Alkire y James Foster, de Oxford Poverty & Human Development Initiative, desarrollaron una metodología para medir cuántas privaciones sufren las personas en situación de pobreza. Así, crearon el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), que refleja las múltiples carencias de los hogares y las personas en tres dimensiones: salud, educación y condiciones de vida.

La ministra de Desarrollo e Inclusión Social, Ariela Luna, ya ha señalado que este enfoque permitirá optimizar la ejecución de las políticas sociales orientadas a favorecer a las personas pobres o vulnerables.

CIFRAS BAJO LA LUPA

A partir de la información de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), el Instituto Peruano de Economía (IPE) ha hecho una medición aproximada de la pobreza bajo el enfoque multidimensional, considerando diversas privaciones.

En la dimensión de salud, se tiene en cuenta la asistencia a algún centro de salud y el consumo mínimo de una canasta básica de alimentos. En educación se incluye el nivel de educación familiar y la matrícula escolar. Finalmente, en cuanto a condiciones de vida, se consideran el acceso a servicios básicos, la calidad de los pisos y el combustible de la vivienda, además de la posesión de activos como electrodomésticos, vehículos o títulos de propiedad.

Los hogares suman ‘puntos’ en función al número de carencias que tienen (cada una tiene un puntaje; así, si les falta escolaridad, suman 0,167 puntos). De acuerdo a la metodología de Alkire y Foster, una persona es considerada pobre si obtiene un IPM mayor a 0,33.

Estos cálculos mostrarían una incidencia de pobreza muy similar entre la monetaria y la multidimensional.

Así, el 21,5% de la población en el país sería pobre desde el punto de vista multidimensional.

El resultado es un punto porcentual mayor que la pobreza monetaria; esto implica que existirían cerca de 327 mil personas que no estarían siendo consideradas como pobres, pese a serlo en el otro enfoque.

Vale la pena resaltar que, en ambas metodologías, la pobreza se ha ido reduciendo consistentemente desde el 2011 e, incluso, la brecha entre ambas mediciones se habría acortado en los últimos dos años.

Por ámbito geográfico, la pobreza multidimensional alcanzaría al 9,3% de la población en el área urbana y al 62,8% en el área rural, frente al 14,4% y 42,1%, respectivamente bajo la perspectiva monetaria.

En las regiones, Ica se mantendría como aquella con menor pobreza del país bajo ambas mediciones, mientras que Cajamarca –la región más pobre según la medición monetaria– sería desplazada del último lugar por Huancavelica bajo el enfoque multidimensional.

En 21 de las 25 regiones la pobreza multidimensional es mayor a la monetaria. El caso que más resalta es el de Huánuco, donde la pobreza pasaría del 29,9% de acuerdo al enfoque monetario al 47% según el multidimensional.

Con ello, no sería la novena región más pobre, sino la tercera, solo detrás de Huancavelica y Cajamarca.

LA ADOPCIÓN DEL ENFOQUE MULTIDIMENSIONAL EN OTROS PAÍSES

El primer país de la Alianza del Pacífico en implementar el enfoque multidimensional fue México, en el 2009. Dos años más tarde, Colombia comenzó a reportar sus estadísticas de pobreza bajo esta metodología y Chile empezó a hacerlo en el 2015. El Perú es el único del bloque que tiene pendiente este cambio.

Otros países de la región también han migrado hacia la metodología multidimensional, como Ecuador, El Salvador, Panamá, Costa Rica y Honduras. Lampadia




Llorarán el “neoliberalismo”

Llorarán el “neoliberalismo”

El caso chileno es un ejemplo clásico de lo perniciosos que pueden ser las narrativas manipuladas políticamente, una técnica marxista que distorsiona la realidad e inculca en la opinión pública mensajes falsos. Veamos el análisis de Axel Kaiser:

Fundación para el Progreso
Publicado en El Mercurio, 11.02.2020
Axel Kaiser

El dictador venezolano Nicolás Maduro admitió implícitamente hace poco que PDVSA, la empresa de petróleos venezolana, ha sido completamente destruida por el control que de ella ha hecho el socialismo chavista. No es para menos si se considera que —en sus tiempos ‘neoliberales’— esta llegó a producir 3,5 millones de barriles diarios, para desplomarse a apenas 700 mil hoy, a pesar de contar con las mayores reservas de petróleo del mundo. Los estragos del socialismo venezolano no se detienen ahí, por supuesto. Más de un 80% de la población viviendo en la pobreza, una contracción del PIB de un 70%, una de las tasas de homicidios más altas del mundo y la migración de más de 4 millones de personas son algunos de sus ‘logros’. Ahora, tras años de retórica en contra de la propiedad privada y a favor de que el Estado controle ‘los recursos del pueblo’, Maduro llama a los privados para que rescaten a la empresa más importante del país, saqueada por las huestes de izquierda que la administraron.

Y es que, cuando los socialistas afirman que algo será del Estado o del ‘pueblo’, en realidad lo que quieren decir es que será de ellos. Ya sabía Orwell que un verdadero socialista no puede serlo sin vivir con privilegios y lujos, hoy por hoy mansiones, primera clase, autos con choferes y vacaciones en el extranjero, pues todos esos son medios necesarios para llevar a cabo la revolución y defenderla de sus eternos enemigos.

“El denostado ‘neoliberalismo’ benefició a los más pobres más del doble que a los de mayores ingresos”.

De ahí que no exista prácticamente ningún solo caso en la historia de un líder socialista que no haya vivido en la opulencia. Ya sean Mao, Castro, Chávez, Allende, Stalin, Lenin u otro, todos ellos compartieron una afición por el lujo. En cambio, el malvado ‘neoliberalismo’ es realmente la fuerza que democratiza la riqueza. Cuando hace cinco décadas Venezuela se encontraba entre los países con mayor libertad económica de la región, era uno de los más prósperos. Chile, que con Allende siguió el camino chavista, pasó de ser uno de los países más miserables de la región, con casi un 60% de pobreza, al más avanzado. Solo entre 1990 y 2015 el ingreso del 25% más pobre creció un 439% versus un 208% para el 25% más rico. En otras palabras, el denostado ‘neoliberalismo’ benefició a los más pobres más del doble que a los de mayores ingresos.

La clase media, que en 1990 era de un 23% de la población, alcanzó un 57,8% en 2013, mientras los sectores vulnerables y pobres se redujeron de un 34,5% a un 25,8% y de un 38,6% a un 7,8%, respectivamente. El famoso índice Gini cayó fuertemente, de 0,57 a 0,46, situando a Chile cerca del promedio de América Latina en términos de desigualdad y mejor que países como Brasil, México, Costa Rica y Paraguay, entre otros mucho menos ‘neoliberales’, pero bastante más pobres y desiguales. Eso es sin considerar la desigualdad intergeneracional, que se ha reducido de manera tan dramática que, en términos de acceso a educación superior, alcanzamos ya niveles de países desarrollados.

“Un informe de la OCDE  de 2017 sitúa a Chile como el país con mayor movilidad social de toda la OCDE”.

Por si todo lo anterior fuera poco, un informe de la OCDE de 2017 sitúa a Chile como el país con mayor movilidad social de toda la OCDE. Esto significa que para un chileno del 25% más pobre es más fácil llegar al 25% más rico que para un alemán, un sueco, un estadounidense, un francés y así sucesivamente. El sistema de pensiones chileno, en tanto, se encuentra entre los diez mejores del mundo, según el prestigioso ranking de Melbourne Mercer, y se acusa de injusto a pesar de que el 70% de todo lo acumulado para los pensionados es rentabilidad de las AFP y no contribución de ellos. Y si de gasto social se trata, en los últimos treinta años este ha crecido 5,4% real per cápita anual, contra un 3,4% de crecimiento del ingreso. Es decir, el Estado ha avanzado a un ritmo más acelerado que el sector privado, no precisamente la receta ‘neoliberal.’ En moneda de hoy, el gasto por persona del Estado chileno ha pasado de 530.000 pesos anuales en 1990 a 2.500.000 pesos en 2019 y la gente se muestra más insatisfecha que nunca.

Y es que ese es parte del problema: un Estado capturado por grupos de interés y corrupción cada vez más galopante que parasita a quienes crean valor real para la sociedad. Por supuesto, nadie dice eso y tampoco que la productividad por hora promedio en Chile es la más baja de la OCDE —a excepción de México—, alcanzando 26,9 dólares, contra 50,50 dólares promedio en la organización. Países con los que nos gusta compararnos, como Noruega, tienen 82,7 dólares, Dinamarca 69,73 dólares, Francia 67,17 dólares, Suecia 60,54 dólares y así sucesivamente. Pero nada de esto importa, porque nuestros profetas del resentimiento nos han convencido de que si tenemos problemas no es porque nos falta muchísimo por avanzar o porque nuestro Estado está capturado —en parte por ellos mismos—, sino por el abuso y la desigualdad de los privados.

Por lo tanto —nos dicen—, debemos cambiar el modelo ‘neoliberal’ con una nueva Constitución, porque —claro— una nueva Constitución de seguro nos dará mejores pensiones, educación, mayores ingresos, empleo, salud, etc., todo ello sin importar el nivel de nuestra productividad, eficiencia estatal y desarrollo económico. Y así, guiados por una tropa de charlatanes, demagogos y algunos ingenuos, nos encaminamos a arruinar definitivamente, al más clásico estilo latinoamericano, lo que hemos construido hasta ahora y la única base que nos permitiría dar un nuevo salto de progreso. ¿Será que tendremos que hacerlo para terminar, como Maduro, pidiendo que vuelvan los ‘neoliberales’ a resolver la catástrofe estatista? Es de esperar que no, pero, así como vamos, no sería raro que en una década quienes lo denostaron, tanto a la izquierda como a la derecha, estén llorando el ‘neoliberalismo’. Lampadia




Populismo y agenda radical

Populismo y agenda radical

Con las elecciones del 26 de enero pasado parece haberse instalado en el Congreso un mayor espacio para el populismo y una presencia vocinglera de radicalismo anti sistema.

Si esa agenda radical se mantuviera en los confines del Congreso, la aritmética de la estructura del Parlamento la constreñiría a su correspondiente participación proporcional. Lamentablemente no será así. Esa agenda radical percolará en los medios de comunicación, contaminando la salud institucional de la República.

Los medios van a llevar las propuestas radicales al primer plano, aprovechando su tono filo escandaloso. Esto va a alterar el diálogo nacional y sesgar la atención de los ciudadanos.

Ya la entrevistadora de Canal N intentó sacarle al presidente de la República, Martín Vizcarra, una posición cercana a la necesidad de una nueva Constitución.

Otro mecanismo que redundará en los mismos impactos, es el de la presencia en “la calle” de los grupos más extremistas, como son y es su práctica habitual, el FREPAP con sus predicadores y UPP con sus reservistas.

Pero analicemos un poco los resultados de las elecciones. Si bien han emergido un par de grupos radicales, hay que tomar debida medida de su tamaño.

El verdadero peso de ambos partidos es de 5.30 y 4.44% respectivamente. Una ínfima representación del sentir ciudadano.

De igual forma podemos evaluar el voto de la sierra sur, que de una primera mirada se ve como que asume el radicalismo de UPP. Pero midiendo la representación de ese voto sobre el total de la población, pasa a ser casi anecdótico.

En resumen, esta elección es poco representativa del sentir ciudadano y deja abiertos todos los espacios de la evolución de la estructura política del país, más allá del 2021.

Aún así, como hemos explicado líneas arriba, el impacto mediático de ambas agrupaciones, a través de los medios, será notorio.

Lamentablemente, quién sabe lo peor de esta situación, es que en principio no hay quienes asuman el rol de contrarrestar la prédica anti sistema. Por un lado, casi todos los demás partidos son del mismo peso, y por otro, tenemos una clase dirigente inerme y ausente del debate nacional.

Tenemos pues que multiplicar los esfuerzos de ilustrar a la ciudadanía sobre cuales son las políticas públicas que deben defenderse en aras de consolidar una economía que crezca, reduzca la pobreza y aminore la desigualdad.

Esa es la agenda del Perú, más velar por la seguridad ciudadana, la educación y la salud públicas. En eso no podemos descuidarnos. Hay que sembrar con esmero, si queremos tener un mejor país hacia nuestra tercera centuria. Es el momento del compromiso ciudadano con la patria. Lampadia




El Oasis de Latinoamérica desciende al caos

El Oasis de Latinoamérica desciende al caos

El sorprendente caos en el que se vio envuelto Chile desde octubre pasado ha desestabilizado una nación sólida, más allá de que se le llame un oasis, como lo hizo el presidente Piñera, tan solo semanas antes del estallido social. Lo cierto es que el país ha sufrido un cambio de proporciones, una angustiante metamorfosis.

Como dice Axel Kaiser, autor del artículo que compartimos líneas abajo, en Chile, durante los últimos 20 años, ha percolado una narrativa anti sistema, que explica en gran medida lo que está detrás del caos y hace difícil una salida ordenada de la crisis.

Lo más llamativo es que la narrativa anti sistema desdibuja la realidad, pues las cifras objetivas de bienestar, de avances en la reducción de la pobreza, e incluso en la reducción de la desigualdad, ya no significan nada, lo que prevalece es la sensación de frustración y de venganza.

Veamos la explicación de Axel Kaiser, hecha para el público de EEUU, pues permite una perspectiva interesante. 

Fundación para el Progreso – Chile
Axel Kaiser
Publicado en The Wall Street Journal, 1.01.2020
Traducido y glosado por Lampadia

Chile, la nación más libre, estable y rica de América Latina, está en caída libre. El orden público se derrumbó, la violencia es rampante y el populismo es el nuevo credo de la clase política. Hay una recesión, caracterizada por la fuga de capitales y el aumento del desempleo. La desigualdad de ingresos podría aumentar a niveles no vistos desde la década de 1990, según una declaración reciente del Banco Central de Chile.

Tomó solo 40 días para que el “oasis” latinoamericano —como el presidente Sebastián Piñera llamó a Chile no hace mucho— desapareciera. Cómo un Chile estable y próspero cayó tan dramáticamente en un período tan corto es una lección para toda democracia occidental.

La causa inmediata de la crisis fue el pequeño aumento en el precio de los boletos de transporte público en Santiago. La subida de precios del 4 de octubre fue claramente impopular, pero inicialmente el gobierno no mostró voluntad de reconsiderar lo que correctamente llamó una medida “técnica”. Como resultado, cientos de estudiantes comenzaron a evadir el pago del metro. El 18 de octubre, dos semanas después del anuncio del aumento de precios, el país explotó. Grupos de protesta coordinados destruyeron casi 80 estaciones del metro, deteniendo el transporte público de Santiago. Los manifestantes atacaron la propiedad pública y privada.

Al final del día, la situación era tan desesperada que Piñera se vio obligado a declarar un estado de emergencia y poner a los militares en control. Siguieron manifestaciones masivas, y la violencia volvió tan pronto como se levantó el estado de emergencia. Unas semanas después, las consecuencias están en todas partes: más de $ 2 mil millones en pérdidas y daños, más de 1,200 tiendas minoristas saqueadas, aproximadamente 300,000 nuevos desempleados, 25 muertos, más de 2,000 policías heridos y una crisis política y económica sin final a la vista.

Una pequeña subida en el precio de los billetes de metro no es suficiente para causar tanta devastación. El dolor económico comenzó con las reformas anti-mercado del gobierno anterior bajo la presidenta socialista Michelle Bachelet, de 2014-18. Bachelet aumentó los impuestos corporativos en un 30%; firmó una ley que prohíbe el reemplazo de trabajadores en huelga, lo que aumenta drásticamente los costos de la mano de obra; aumento del gasto público a tres veces la tasa de crecimiento económico; y desató ejércitos de burócratas reguladores en el sector privado.

La inversión de capital cayó en cada año de su mandato. Una reducción tan consistente en la inversión no ha ocurrido desde la primera recopilación de datos, en la década de 1960. El crecimiento económico se derrumbó de un promedio anual de 5.3% bajo el gobierno anterior de Piñera (2010-14) al 1.7% bajo Bachelet. El crecimiento de los salarios reales recibió un golpe del 50%. (En su campaña para presidente en 2017, Piñera prometió traer mejores tiempos. Hasta ahora no ha podido cumplir).

Pero las políticas regresivas de Bachelet no son la causa última del problema. Las políticas son el resultado de una narrativa profundamente falsa que las élites chilenas se cuentan sobre el país. En los últimos 20 años, intelectuales, personalidades de los medios, líderes empresariales, políticos y celebridades en esta nación latinoamericana han comercializado el mito de que Chile es un caso extremo de injusticia y abuso. Comenzó en las universidades, donde los ideólogos progresistas difundieron la idea de que no había nada de lo que sentirse orgulloso cuando se trataba del historial social y económico de Chile. Según esta narrativa agresivamente igualitaria, el “neoliberalismo” había creado una sociedad de ganadores y perdedores en la que ninguno de los grupos merecía la posición en la que se encontraba.

El segundo mandato de Bachelet y su agenda impulsada por la justicia social fueron el resultado inevitable. Incluso Piñera, multimillonario, aceptó las premisas básicas de la narrativa de las élites progresistas. En su primer mandato, aumentó los impuestos para abordar lo que llamó uno de los principales problemas de Chile: la desigualdad.

Ahora está tratando de restablecer el orden comprando grupos de interés con más intervenciones económicas: un aumento sustancial en el gasto gubernamental para apoyar a los jubilados, mayores impuestos a la renta personal, esquemas de seguro de salud más generosos y un ingreso mínimo garantizado para todos los trabajadores chilenos.

Tampoco el daño causado por las narrativas progresivas se limita a la economía. Las élites chilenas están librando una guerra sostenida contra la policía. Muchos agentes de policía no se atreven a actuar por miedo a la cobertura sensacionalista de los medios y a los castigos de los tribunales bajo el dominio de las élites progresistas. Lo mismo es cierto para los militares. La tolerancia a la violencia, el desorden público y la delincuencia era la norma en Chile mucho antes de la reciente crisis. La celebración del fracaso de las élites impregna casi todas las partes de la vida pública chilena.

El libre mercado no le falló a Chile, digan lo que digan sus políticos, y el Estado no carece de los medios para restaurar el Estado de derecho. El problema central es que una gran proporción de las élites que dirigen instituciones clave, especialmente los medios de comunicación, el Congreso Nacional y el poder judicial, ya no creen en los principios que hicieron que el país fuera exitoso. El resultado es una crisis económica y política en toda regla. Otras naciones deberían tomar nota: esto es lo que el odio de élite puede hacer por usted.

Axel Kaiser es académico en la Universidad Adolfo Ibáñez en Santiago.




El Estado en contra de las inversiones

El Estado en contra de las inversiones

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 13 de diciembre de 2019
Para Lampadia

Grandes, medianos y pequeños. Los empresarios privados son los mayores generadores de trabajo, riqueza y bienestar. Hablando de inversión a nivel nacional, se estima que los empresarios privados – sobre todo los pequeños y medianos – aportan alrededor del 80%. Y el Estado – o sea, la inversión pública – alcanza apenas al 20% de todo lo que se invierte en el país.

En otras palabras. Mucho más se invierte en empresas privadas que producen todo tipo de bienes y servicios, que en carreteras, redes de agua y alcantarillado, escuelas, hospitales, etc. ¡4 veces más!

También se sabe que el principal origen de los fondos que se invierten en el país, son locales. Es decir, los inversionistas son – en su gran mayoría – peruanos.

Dicho esto ¿cómo explicar que el Estado maltrate tanto a los inversionistas privados? ¿Acaso el Estado no está para facilitar la generación de trabajo, riqueza y bienestar para la población?

Obviamente, lo van a negar. Pero es así. Las burocracias municipales – sobre todo las distritales – constituyen los mayores obstáculos para los inversionistas privados. Incluso, para las inversiones públicas.

Las Licencias de Construcción han devenido en un escollo tremendo para las inversiones. A ese respecto, las municipalidades se han convertido en unas cajas negras donde si no hay marmaja bajo la mesa… piña. ¡No hay licencia! Y lo mismo ocurre con las Licencias de Funcionamiento de hoteles y restaurantes, tiendas, locales industriales, etc.

La pregunta es ¿y los órganos de control? ¿Y la Policía y el Poder Judicial? ¿Y la Defensoría del Pueblo? En general ¿qué hace el Estado para corregir tamaño maltrato? NADA. Peor aún. El Estado forma parte de las mafias que se oponen al desarrollo empresarial en nuestro país.

Y así por el estilo. Los municipios provinciales y los Gobiernos Regionales son parte de las redes que se oponen a las inversiones. Repito. Inversiones públicas e inversiones privadas. Y el Gobierno Central, igual.

Aunque parezca mentira, Proinversión es una gran traba para las inversiones en el país. Y los ministerios también. Entre ellos, se traban unos a otros. Ambiente y Cultura son claramente anti inversionistas. La pujante y sacrificada pequeña minería iqueña ha sido ilegalizada por el Ministerio de Cultura. Yo puedo dar fe de ello. El Ministerio del Ambiente – y su séquito de Organismos Públicos Descentralizados – se opone al desarrollo portuario de Ica. Su proceder los delata.

¿Qué espera el Gobierno para corregir tanta inoperancia? No se sabe. Pero lo cierto es que los rankings de competitividad denotan este deterioro de manera objetiva, sistemática, y crónica. Cada publicación resulta más de lo mismo. “El Perú cae “x” posiciones en el Ranking Mundial de Competitividad. Cada vez es más difícil y engorroso invertir en el país. La tendencia se mantiene desde hacen 10 años”.

Conclusión: el Gobierno está en otra cosa. No le interesa la competitividad del país. Y menos, las inversiones. El Gobierno está en lo que está. Lo único que le interesa es la confrontación política. La seudo lucha contra la corrupción. Y digo “seudo” porque es falsa. El Gobierno – en el fondo – no está luchando contra la corrupción. Me refiero a la corrupción menuda… por así decirlo. A la golpea directamente a la población. A la corrupción brava. Lampadia