1

Acabar lo más pronto

Acabar lo más pronto

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia

Lo que menos preocupa al actual gobierno es resolver los graves problemas del país y de los peruanos.

Sus principales intereses ahora son, en primer lugar, llenar los cargos públicos con personas leales a su partido o a sus cabecillas, sin preocuparse si cumplen los más mínimos requisitos de capacidad y honestidad. En realidad, pareciera que se busca a los que tengan características contrarias, incompetencia y deshonestidad.

Quizá también sea una manera de llenar las arcas del partido -y de sus dirigentes- tal como, según la acusación fiscal, hacían los dinámicos del centro en Junín, cobrando cupos a los que beneficiaban con un puesto público sin merecerlo.

La segunda prioridad de esta gavilla, es librarse de los varios procesos judiciales que tienen, por corrupción y por su asociación con el terrorismo. Como todos los de su calaña, tienen experiencia en eso. Vladimir Cerrón logró que le rebajaran la condena y está libre, a pesar que originalmente era de prisión efectiva. Luego consiguió que un juez le levantara la inhabilitación para ocupar cargos públicos, aunque esa decisión fue revocada después del escándalo que suscitó.

En el caso de los dinámicos del centro un complaciente fiscal retrasó la operación hasta luego de las elecciones, para no perjudicarlos políticamente, y luego dejaron a todos los implicados en libertad. Además, ellos sabían, por información de la fiscalía, del operativo en su contra.

En suma, las acusaciones a la pandilla que se ha apoderado del gobierno tienen sólidos fundamentos, pero no es seguro que prosperen. Ejemplos del fracaso y la corrupción del sistema judicial hay muchos: los principales implicados en el caso Lava Jato están libres al igual que los comprometidos con el club de la construcción (Ollanta Humala, Nadine Heredia, sus ministros y funcionarios, Martín Vizcarra y funcionarios, etc.).

Ellos saben usar el poder para torcer la justicia. Y hoy tienen más poder del que nunca han tenido.

En tercer lugar, pero no menos importante, es el propósito de esta cuadrilla de acabar con la democracia e implantar una dictadura al estilo chavista. Los ataques y denuncias judiciales contra periodistas y medios de comunicación, la propuesta de crear “rondas urbanas” -grupos paramilitares para reprimir a la oposición-, la amenaza de cerrar el Congreso formulada por el procesado por terrorismo Guillermo Bermejo, el cambio de toda la cúpula de las Fuerzas Armadas y varias otras señales, reiteran lo evidente: los simpatizantes de Sendero Luminoso, el MRTA y admiradores de las dictaduras de Cuba y Venezuela, hoy día en el gobierno, van a destruir la democracia, si se les permite.

Entretanto, la economía se sigue deteriorando, la incertidumbre y la desconfianza crecen y no se vislumbran alternativas para la recuperación.

Hoy día son cada vez más los convencidos de que hay que acabar con este gobierno lo más pronto posible, antes que ellos acaben con el Perú. Lampadia




La constitución del subdesarrollo

La constitución del subdesarrollo

Fundación para el Progreso
Axel Kaiser
Publicado en El Mercurio, 5.11.2019

En sus ‘Reflexiones sobre la revolución francesa’ publicadas en 1790, el intelectual y político irlandés Edmund Burke, advirtió que el afán refundacional de los jacobinos terminaría en una tragedia colosal que no solo fracasaría en conseguir la añorada igualdad que proclamaban, sino que daría pie al caos, el terror y la tiranía.

‘Es con infinita precaución que cualquier hombre debería aventurarse a derribar un edificio que ha respondido en cualquier grado tolerable a los propósitos comunes de la sociedad’, afirmó Burke, cuyas predicciones en poco tiempo se cumplieron consagrándolo como uno de los observadores más agudos y visionarios de su época. Desde sus orígenes, la filosofía liberal ha sido escéptica de las grandes narrativas refundacionales y de sus profetas, prefiriendo un tedioso, predecible y aburrido gradualismo cuando se trata de modificar aquellas instituciones que han permitido el florecimiento de la libertad y del progreso económico y social. Las sociedades maduras y avanzadas usualmente prefieren la precaución liberal recomendada por Burke antes que el entusiasmo rousseauniano que embriagó a los revolucionarios franceses y que, sin duda, ha constituido un aspecto central del subdesarrollo latinoamericano por más de un siglo.

Basta un breve repaso comparativo de historia constitucional para advertirlo. Así, por ejemplo, Estados Unidos ha tenido una sola Constitución en toda su historia a pesar de haber atravesado por una horrible guerra civil, dos guerras mundiales y la guerra fría, entre muchos eventos traumáticos. Dinamarca, Holanda, Noruega, Singapur, Bélgica y Australia también cuentan con una sola Constitución en su historia. Suiza ha tenido tres Constituciones desde 1291, Canadá dos desde 1867, al igual que Finlandia y Austria, ambas con dos Cartas fundamentales desde principios del siglo 20. Alemania, Italia, Japón y Francia han mantenido la misma Constitución en los últimos 60-70 años y países como Reino Unido, Israel, Nueva Zelandia y Hong Kong jamás han tenido siquiera una sola Constitución escrita. En América Latina, en cambio, la historia es muy diferente. Argentina ha tenido seis Constituciones; Brasil, Uruguay y México, siete. El Salvador, Honduras y Nicaragua han tenido 14 Constituciones cada uno, Colombia 10, Perú 12, Bolivia 16, Ecuador 20, Haití 24, Venezuela 26, y República Dominicana 32. Ninguna región del mundo, incluyendo África, ha tenido más Constituciones que América Latina. (Cordeiro, 2008).

Existe en nuestra cultura el curioso hábito de hacer de las Constituciones un chivo expiatorio sobre el que proyectamos todos nuestros defectos —mediocridad económica, corrupción, miseria social, deshonestidad, abusos, etc.—, para luego sacrificarlo en un acto de liberación colectiva que nos permite desentendernos de nuestra propia responsabilidad por los males que sufrimos. Ello, sumado al utopismo irresponsable tan propio de nuestros intelectuales, que no dudan un segundo cuando se trata de encontrar en la teoría la solución definitiva para nuestros padecimientos, pero que al mismo tiempo suelen ser ignorantes en casi todas las cuestiones prácticas de la vida social, es lo que impide la creación de instituciones estables en el tiempo, haciendo imposible el progreso acumulativo que se observa en los países desarrollados.

El hecho de que nuestras Constituciones desechables, a diferencia de las de naciones avanzadas, sirvan más bien para incrementar que para controlar el poder del Estado, horada aún más las bases liberales necesarias para la prosperidad. En ese contexto, los esfuerzos que apuntan a desbancar la Constitución actualmente vigente en Chile, bajo la cual se ha producido el período de mayor éxito en la historia nacional, son una manifestación clásica de la inmadurez política, intoxicación ideológica y evasión de la propia responsabilidad que históricamente ha sumido a América Latina en el subdesarrollo. Si Chile opta por seguir el camino refundacional desechando su Constitución, demostrará definitivamente que, a fin de cuentas, carece del mínimo necesario para pertenecer a la liga de los países serios. Lampadia