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Bancos Centrales siguen apoyando recuperación de economías

Bancos Centrales siguen apoyando recuperación de economías

La crisis del 2008/9 sigue teniendo impactos importantes en la economía global. En el caso de los países más ricos, sus economías no recuperan aún un ritmo de crecimiento que permita mejorar la sensación de bienestar. Además, los europeos no logran reducir el nivel de desempleo ni las inmensas deudas públicas que han acumulado.  Para colmo de males, se ha hecho evidente un aumento importante enla desigualdad en sus países.

Probablemente, este último tema es el más grave y su solución va más allá del artículo de Martin Wolf, sobre la política monetaria, que compartimos líneas abajo. Sobre éste, cabe resaltar lo asertivas que han sido las autoridades monetarias para enfrentar sus problemas con todas las armas necesarias.

Los riesgos de los tratamientos radicales de los bancos centrales

Martin Wolf

Financial Times

25 de mayo de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

La política monetaria extrema puede tener consecuencias no deseadas

Ingram Pinn illustration©Ingram Pinn

¿Hemos llegado a los límites de la política monetaria? No. El botiquín de los bancos centrales todavía está lleno. Sin embargo, el uso agresivo de ‘curas’ antiguas o el uso de nuevas ‘curas’ crean riesgos políticos, financieros y económicos. Peor aún, dichas acciones no puede resolver algunas de las dificultades más grandes que enfrentan las economías de altos ingresos. En un mundo ideal, por lo tanto, la política monetaria, no debería seguir siendo “el único juego en la ciudad”. Desafortunadamente, no vivimos en un mundo ideal. En el mundo real, los bancos centrales deben seguir siendo nuestros médicos de cabecera.

Los bancos centrales han empleado los tratamientos más radicales que nunca antes. Los principales bancos centrales de las economías avanzadas han fijado tasas de interés a corto plazo cercanas a cero. El Banco de Japón las aplica desde 1995. La Reserva Federal de Estados Unidos (FED) y el Banco de Inglaterra han utilizado tasas ultra bajas desde principios de 2009. En 2013, el Banco Central Europeo (BCE) hizo lo mismo – aunque muy lentamente.

Estos bancos también han ampliado considerablemente sus balances a través de la flexibilización cuantitativa [compra de activos financieros del sector público y privado] o, en el caso del Banco de Japón, “flexibilización cuantitativa y cualitativa” (que incluye el alargamiento de los vencimientos de los activos adquiridos). Al igual que la FED, el Banco de Inglaterra ha dejado de comprar activos. Pero, su balance es más grande, en relación con el PBI  del Reino Unido, que a lo largo de su larga historia. El Banco de Japón y el BCE todavía están expandiendo sus balances (ver gráficos).

Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra, señaló en Shanghai en febrero: “la innovación del Banco Central ha. . . llegado a tasas negativas, con alrededor de un cuarto de la producción mundial que se genera en economías en las que las tasas son, literalmente, altísimas”.

Sin embargo, incluso después de años de tales esfuerzos, EEUU es la única economía de altos ingresos que ha alcanzado su meta de inflación. Por ello la FED ha iniciado un ciclo de ajuste, cautelosamente, con la tasa de fondos federales aún por debajo de 0.5%.

Una respuesta a este aparente fracaso es el argumento de que cumplir con la meta de inflación no importa. Algunos incluso argumentan que la deflación tiene méritos. Este punto de vista es erróneo, por tres razones.

En primer lugar, si la inflación es cero o, aún peor, si resulta negativa, se hace más difícil conseguir los cambios necesarios en los precios relativos y los salarios. El obstáculo aquí es la rigidez de los salarios nominales. Esta dificultad es especialmente importante en una unión monetaria de varios países, como en la zona euro.

En segundo lugar, con deflación, los tipos de interés reales negativos sólo son posibles si hay tipos de interés nominales muy negativos. Sin tasas de interés reales negativas, los países podrían terminar en un período prolongado de demanda disminuida, alto desempleo y débil inversión.

En tercer lugar, con deflación, la carga real que implica un determinado nivel de deuda nominal va en aumento. Este riesgo de crear “deflación de la deuda”, una condición explicada por el economista estadounidense Irving Fisher, en la década de 1930. Mientras que Japón logró estabilizar la deflación a un ritmo lento, esto puede ser debido a su uso agresivo de la política fiscal. Descartado esto en la zona euro, los riesgos de la aceleración de la deflación pudieran ser mayores en esta.

Es importante que los bancos centrales alcancen sus metas de inflación. Esto incluye tasas nominales muy bajas o incluso negativas. Mario Draghi, presidente del BCE, afirmó recientemente, que muchos se quejan de que estas bajas tasas de interés son un problema en sí mismas. “Pero”, responde, “no son el problema. Son el síntoma de un problema subyacente, que es una insuficiente demanda para inversión en todo el mundo, para absorber todos los ahorros disponibles en la economía”.

La pregunta es qué tan bien puede la política monetaria remediar tal deficiencia crónica de demanda. Una respuesta es que los bancos centrales poseen muchas maneras de aplicar las nuevas medidas de estímulo monetario: las bajas e incluso negativas tasas de interés, compra de activos, metas más altas de inflación, la financiación monetaria pura y simple de los déficits públicos y el envío directo de dinero a los hogares

Ben Bernanke, ex presidente de la FED, demuestra la potencia de este tipo de herramientas. Él puede ser incluso demasiado cauteloso acerca de qué tan bajo pueden ir las tasas negativas, con el argumento de que “más allá de un cierto punto, la gente simplemente elegirá mantener con ellos,  el dinero que paga cero interés”. Pero la creación de un sistema de pagos basado en efectivo es una tarea difícil y costosa. Como argumenta Martin Sandbu, Director de Roller Agency (agencia desarrolladora de software), sería posible que el banco central o los bancos, limiten el acceso a dinero en efectivo o impongan cargas sobre la conversión de los depósitos en dinero en efectivo. Algunos economistas recomiendan incluso la abolición del dinero en efectivo.

Sin embargo, ir más lejos lleva a dificultades significativas:

En primer lugar, mientras menos convencional es la política, más difícil es calibrar sus efectos. Es necesario crear suficiente demanda adicional, pero no demasiada, junto con efectos secundarios manejables. Esto es muy difícil de hacer, entre otras cosas, porque la política monetaria se maneja a través de muchos canales. Por otra parte, los efectos pueden ser impredecibles. ¿Acaso las tasas negativas, por ejemplo, aumentan la confianza al mostrar que los bancos centrales no están fuera de municiones, o la dañan al demostrar la gravedad de la enfermedad?

En segundo lugar, algunos remedios pueden ser peor que la enfermedad. Tal vez la mayor preocupación es que los riesgos de una política monetaria extrema distorsionen el precio de los activos y la generación de nuevas burbujas financieras. Otra crítica es que la confianza en los tratamientos de política monetaria alivian la presión sobre los gobiernos para llevar a cabo las necesarias reformas estructurales. Otra vez, las políticas aparentemente diseñadas para afectar el tipo de cambio podrían ser vistas como mecanismos para empobrecer al vecino.

En tercer lugar, una política monetaria extrema tiene objeciones políticas. Por ejemplo, los acreedores se oponen a todas las políticas destinadas a reducir las tasas de interés. Una vez más, la gente teme que la financiación directa del déficit público no haría más que alentar el despilfarro fiscal.

Aparte de estas objeciones, hay otras dos importantes dificultades, al depender de una fuerte política monetaria.

Una de ellas es que, si la dificultad fundamental es un exceso de ahorro sobre inversión, la política fiscal sería un remedio mejor orientado. En Japón, por ejemplo, la gran dificultad ha sido el exceso de ahorro del sector de sociedades no financieras. La solución obvia sería mayor tributación de los beneficios no distribuidos. El aumento de los impuestos al consumo está simplemente mal dirigido. Una alternativa sería que los gobiernos aumenten el gasto en inversiones públicas de alta prioridad.

Otra objeción es que la debilidad de la demanda no es la única dificultad. Es, al menos igual de importante, la disminución del crecimiento de la productividad y, en un buen número de países, la falta de flexibilidad de los mercados. Por tales razones, un paquete más completo debería incluir reformas estructurales. Estos últimos no son una panacea, sobre todo a corto plazo, como ha señalado el Fondo Monetario Internacional. Pero necesitan ser parte de la receta.

La política monetaria no se ha agotado, y el uso activo de la misma es esencial. Pero una confianza excesiva en la política monetaria es problemática.

Una dificultad radica en los límites políticos de la acción futura. Otra limitación es la necesidad de calibrar la política y mitigar los efectos secundarios. La política fiscal debe desempeñar un papel mucho más importante en la gestión de la demanda. Más importante aún, la política monetaria puede paliar, pero no curar, los problemas estructurales de bajo crecimiento y mercados inflexibles. Todavía necesitamos una política monetaria activa. Pero no es todo lo que necesitamos. Lampadia




Una mirada a los motores de la economía global

Una mirada a los motores de la economía global

En general, la información sobre la economía global, destaca los aspectos negativos y nos llena de pronósticos poco auspiciosos. La evolución de la desigualdad de los países más desarrollados se proyecta al resto del mundo con falsas generalizaciones, como las del francés, Thomas Piketty. El ajuste de la economía china se presenta como casi algo del fin del mundo. La Encíclica del Papa Francisco critica la sociedad de consumo, pero no recoge que en pocas décadas hemos duplicado la población mundial, la gente se alimenta mejor y la esperanza de vida global bordea los 70 años. Además, la confusa situación política de los países más avanzados se confunde con los fundamentos de la economía global.

Solo algunos personajes, como el economista Xavier Sala i Martín, de la Universidad de Columbia (EEUU),  Hans Rosling, el creador de Gapminder (el dinámico compendio estadístico global) y Bill Gates, que ha donado su fortuna y su tiempo a luchar por los pobres de África, destacan los grandes avances de la humanidad, precisamente en términos de reducción de la pobreza y la desigualdad.

En Lampadia queremos hacer una revisión de los países que lideran la economía global desde una perspectiva multidisciplinaria.

Fuente: Macroeconomia.com

China

El caso más recurrido para alarmarnos es sin duda el de China. Sin embargo, en nuestra opinión, en China está ocurriendo lo que se necesitaba y que todos recomendaban hace pocos años.

Han reducido su ritmo de crecimiento. Después de crecer durante más de 30 años a un promedio de 10% anual, cosa que se estimaba, no debía seguir, están logrando un nivel más manejable de 6 a 7% anual. Además están cambiando la estructura de su enorme economía, pasando de una impulsada por las exportaciones y la inversión (llegaron a invertir hasta el 50% de su producto), a una más orientada al impulso del consumo interno. En el 2015 han logrado un crecimiento de 6.9%, con un sector de servicios que explicó cerca del 50% del crecimiento.

Otra gran preocupación sobre China, era el altísimo nivel de corrupción, que con un manejo bastante descentralizado de la cosa pública y el alto crecimiento, se había desbordado. Pues, en este tema también están realizando importantes avances, tanto en la corrupción del sector público, como en el privado.

En el aspecto de las  libertades políticas, efectivamente, no se ven mayores avances, incluso se aprecian algunos retrocesos.

En resumen, debiera sorprendernos que el ajuste y cambio estructural de la economía china, se esté dando con niveles de ruido relativamente reducidos, para la magnitud de la tarea. La demanda de los productos que le exportamos sigue siendo firme. Para el Perú, un crecimiento de 7% de China es muy bueno, pues, ese 7% equivale al PBI peruano de 3.6 años. Ver en Lampadia¿Crisis china? ¡Miremos al monstruo sin soponcios!

India

Casi ignorado en la media global. Sin embargo, este inmenso país, con el mismo volumen de población que China, alrededor de 1,300 millones de personas, está en un proceso de alto crecimiento, 7.5% en 2015, mayor que el de China, fundamentalmente, en base a un inmenso programa de reformas conducido por su Primer Ministro, Narendra Modi. Sus asesores económicos están apuntando a un crecimiento de entre 8 a 10% anual

No olvidemos que durante su campaña política acuñó el lema de: “No red tape, only red carpet for investors” (Nada de tramitología, solo alfombra roja para los inversionistas). (Ver en Lampadia: La visión de país y reformas que el Perú necesita).

India es una de las cunas de la innovación tecnológica en el mundo. Una de sus especialidades es: ‘High Tech, Low Costs’ (alta tecnología con bajos costos). El costo del lanzamiento de su cohete a Marte fue menor que el costo de producción de la película estadounidense: Gravedad.

El reto de India es inmenso, sobre todo porque hasta hace poco era el reino de los papeleos, además, por supuesto, de la inmensa complejidad del país por el nivel de pobreza del que está despegando y por sus características étnicas y religiosas. Sin embargo, este país continente, avanza en la dirección correcta y poco a poco será una gran contribución al crecimiento global.

EEUU

El volcán de la innovación y desarrollo tecnológico de la Tierra. En poco menos de una década ha logrado pasar de ser importador de hidrocarburos a ser uno de los más grandes productores y exportadores, aprovechando la tecnología del llamado ‘shale gas’ (hasta le exportan petróleo a Venezuela). Además, desde su hub de innovación global, en Silicon Valley, está impulsando la ‘cuarta revolución industrial’ con todas la oportunidades que traerán un salto masivo en productividad y, por supuesto, las amenazas que implican estas revoluciones. Ver en Lampadia:

La llegada de la Cuarta Revolución Industrial

Importantes mensajes del WEF 2016 desde Davos, Suiza

Los retos de la Cuarta Revolución Industrial

Después de la crisis financiera de 2008/9, ha logrado recuperar su economía, largamente antes y en mayor medida que todo el resto de los países directamente afectados por ella. El desempleo está en 5%, casi un nivel de pleno empleo. Las personas y las empresas han bajado sustancialmente sus niveles de deuda. Y su nivel de crecimiento se ve adecuado para las condiciones actuales. Tan es así que Warren Buffette critica el tono sombrío de los candidatos a suceder a Obama: “Esa visión es equivocada por completo. Los bebés que están naciendo hoy en EEUU son la generación más afortunada de la historia”.

La política de EEUU si parece sumergida en el riesgoso pozo del populismo. Por la derecha, con Trump (una persona no grata a la humanidad) y por la  izquierda, con el verbo del empobrecedor populismo socialista de Sanders.

Europa

La vieja Europa, como algunos se refieren al hasta hace poco modelo de desarrollo basado en el Estado del Bienestar, no logra salir de la crisis de fines de la primera década del siglo. El crecimiento económico es muy bajo, se mantienen los riesgos deflacionarios, el desempleo, especialmente el juvenil, sigue en niveles muy corrosivos, el endeudamiento de la gran mayoría de los países de la ‘comunidad’ sigue siendo muy alto. La economía está sobreregulada, sus empresas son poco competitivas y distan mucho de ser innovadoras. Uno de sus íconos, Volks Wagen, cayó en un pozo de corrupción. Además, ahora enfrentan una ola de migración que puede terminar por trastocar sus cimientos.

En el aspecto político, se ve renacer el nacionalismo y el populismo. El Reino Unido enfrenta la posibilidad de abandonar la comunidad (Brexit), la separación de Escocia y el advenimiento de un líder laborista de viejo cuño, Jeremy Corbyn. En Francia y Alemania, cobran más fuerza los partidos de extrema derecha como Le Pen y Udo Voigt, respectivamente. España está en un ‘stand off’ (un impase) político que una vez que se resuelva, solo será para abrir una era de inestabilidad política y liderazgos mediatizados.

Japón

No logra despegar de su estancamiento, está muy limitado por la veloz reducción de su PEA (la población general ha caído en casi un millón de personas), pero ha perdido peso en la economía global con el crecimiento de China y el poderoso espacio que cosecha la India.

Singapur 

Un país muy pequeño pero sumamente exitoso y competitivo. Es uno de los mejores modelos globales de educación, ha eliminado la corrupción y ha implantado, por todo lo alto, la meritocracia en el Estado y los servicios públicos.

 

En resumen, el mundo va mejor de lo que leemos todos los días. Como lo dice Moisés Naím, en su reciente artículo: Los números que revelan la frenética transformación del mundo. Ver también nuestra reciente publicación: Mayor bienestar con malas noticias.

Los peruanos no debemos dejarnos confundir por la pobreza informativa que nos rodea. En esencia, el mundo sigue siendo un muy buen espacio para que proyectemos nuestro desarrollo. Nuestra prioridad es salir de la pobreza de una vez por todas y solo nuestras propias limitaciones podrían impedirlo. Nuestras capacidades para desarrollarnos están intactas, no dejemos que otros cinco años perdidos vayan a disminuirlas. Lampadia




El Banco Central Europeo reacciona para evitar la deflación

El Banco Central Europeo reacciona para evitar la deflación

En un esfuerzo, largamente demorado, para evitar que la economía europea ya deprimida cayera en un espiral deflacionario, el Banco Central Europeo (BCE) ha anunciado un plan de rescate de 1,100 mil billones de euros, o aproximadamente 1,300 mil billones de dólares en programas de flexibilización cuantitativa (QE, quantitative easing, por sus siglas en inglés). Un programa de esta naturaleza ha venido siendo reclamado, con insistencia, por especialistas como Martin Wolf del Financial Times.

La flexibilización cuantitativa es una forma poco convencional de la política monetaria en la que el  banco central crea nuevo dinero electrónicamente para comprar activos financieros, como los bonos del gobierno y de entidades financieras. Este aumento en la demanda por papeles por parte del banco central hace que el precio de los activos financieros aumente, lo que se traduce en una caída de las tasas de interés. A su vez, el menor costo de endeudamiento estimula el gasto de las empresas y las familias, lo que ayuda a sacar a la economía de una recesión. El  programa del BCE tiene como objetivo aumentar el gasto del sector privado en la economía y llevar la inflación al objetivo de 2%.

El mayor riesgo de esta medida es una eventual disparada de la inflación. Sin embargo, actualmente Europa se enfrenta el problema inverso: la deflación (más peligrosa y difícil de combatir que la inflación). El mes pasado, los precios en la zona euro fueron 0.2% más bajos que hace un año, lejos de la meta de inflación. Esto se debió, en parte, a la fuerte caída de los precios de energía, pero la tendencia ya se había expresado antes. Europa está  atrapada en una recesión con síntomas de deflación, una trampa parecida a la sufrida por Japón durante los últimos 25 años.

El QE fue utilizado por la FED (Reserva Federal Americana) en noviembre de 2008 con el objetivo  de salvar a la mayor economía del mundo de la paralización del sistema crediticio y de las  profundidades de una crisis financiera parecida a la del “crack del 29”. A pesar de grandes dudas académicas, la economía de Estados Unidos ha ido mejorando de manera constante, y la FED ha ido reduciendo gradualmente su programa de compra de activos desde US$ 85 mil millones mensuales, primero a US$ 15 mil millones al mes y ahora a cero, desde octubre 2014. Un programa que duró cinco años y terminó bajo la dirección de Janet Yellen (sucesora del ahora legendario Ben Bernanke). Manteniendo el compromiso de no dejar subir las tasas de interés por “un tiempo considerable”.

La flexibilización cuantitativa, junto con bajas tasas de interés, ha liberado capital y crédito en los EEUU, y ha alentado un aumento constante por el apetito de riesgo, ayudando al alza de los precios de las acciones. En el proceso, el balance de la FED ha crecido enormemente, desde unos US$ 870,000 mil millones en agosto 2007 a US$ 4,500 mil billones de hoy (4.5 trillones americanos).

La consiguiente recuperación de la economía de EEUU, ha llevado el desempleo a niveles de 5.6%, cerca del pleno empleo, mientras que en varias economías europeas, supera largamente el 25%, con niveles de desempleo juvenil insoportables (España 51% y Francia 50%). El último trimestre el crecimiento americano llegó a 5% y se prevé un crecimiento de 3.6% para este año por el FMI, que califica como “el continuo apoyo de una política monetaria acomodaticia, a pesar del aumento gradual previsto de las tasas de interés.” [“Continued support from an accommodative monetary policy stance, despite the projected gradual rise in interest rates”.]

La mayor crítica al BCE es que ha esperado demasiado, permitiendo que la deflación avance. También se señala que las bajas tasas de interés en Europa, incluso con los 60 mil millones de euros en compras mensuales de bonos por parte del BCE, ya no pueden seguir disminuyendo. Teniendo en cuenta estos problemas, algunos analistas creen que incluso un QE infinito ya no tendría mucho impacto. Larry Summers, ex secretario del Tesoro de EEUU, señaló en el World Economic Forum que “es un error suponer que el QE es una panacea en Europa, o que será suficiente”.

Alemania es el país que ha criticado estas medidas con más fuerza. “La decisión de compra de bonos del BCE corre el riesgo de disuadir a los gobiernos de la zona euro de [la necesidad de] tomar medidas para restablecer la competitividad de sus países”, afirma el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble. “Algunas personas podrían malinterpretar que no tienen que hacer lo que deben que hacer los gobiernos, los parlamentos, y así sucesivamente. Implementar una reforma estructural es siempre una tarea política difícil”. Hasta ahora, el manejo monetario europeo ha sido muy influenciado por Alemania. Pero no nos olvidemos que en la “infalible” Alemania, en setiembre 2008, su ministro de finanzas declaró un domingo por la noche que “esta es una crisis americana, que ellos la resuelvan”. Para que, solo cuatro días después, el ministro alemán Peer Steinbrück tuviera que anunciar el inicio de un programa de salvataje al banco hipotecario Hypo Real Estate alemán que superó los 50,000 millones de euros.

Los mayores miedos de Alemania vienen de su fobia a la inflación y al temor de tener que sostener el euro si el programa falla. Muchos ciudadanos alemanes culpan al BCE por las bajas tasas de interés de sus ahorros, temiendo la reducción de sus fondos pensionarios.

Uno de los mayores problemas de la eurozona es que nunca debió establecerse el Euro sin condiciones previas fundamentales, como la convergencia de las políticas fiscales de sus miembros y un sistema bancario con regulaciones uniformes.

Este es un problema estructural, que ahora, es muy difícil de afrontar. La flexibilización cuantitativa puede salvar a Europa de un espiral deflacionario, pero las reformas estructurales son esenciales para asegurar una prosperidad sostenible de la zona euro.

“Los países de la eurozona tienen que aprovechar esta oportunidad ahora para hacer las reformas estructurales, para poner sus finanzas públicas en orden, para hacer los cambios que van a atraer a las empresas y la inversión de todo el mundo a Europa”, afirma George Osborne, Ministro de Finanzas Británico.

Por su lado Christine Lagarde, Director Gerente del FMI, dijo que la política monetaria debe ser apoyada por “acciones integrales y políticas oportunas en otras áreas”, además de “reformas estructurales para impulsar el potencial de crecimiento y garantizar un amplio apoyo político para las políticas de gestión de la demanda”.

La crisis europea ya ha tenido una primera víctima política en Grecia, que seguramente tendrá que dejar el Euro. Ha alterado los balances políticos en España y ha desatado reacciones extremistas en Francia y Alemania. Esto es muy peligroso para la humanidad. Sobre todo ahora que hay que enfrentar la violencia extrema de ISIS, Putin y Boko Haram.

Le deseamos la mayor suerte al QE europeo. Lampadia




La Sociedad del Bienestar llevada al extremo

La Sociedad del Bienestar llevada al extremo

Este 25 de enero (2015), Grecia tendrá una elección adelantada tras el fracaso de la designación del conservador Stavros Dimas como jefe del Estado en tercera ronda.  Ahora, el principal partido de la oposición es el neo-marxista Syriza liderado por Alexis Tsipras. Las últimas encuestas de opinión muestran que Syriza tiene el apoyo del 30% de los votantes, alrededor de 3% por encima del partido gobernante, Nueva Democracia.

Pero, ¿cómo es que Syriza, una coalición de maoístas, socialistas, comunistas y trotskistas llegan a la cima de las encuestas de opinión? Para responder a esta pregunta, se tiene que analizar qué ha llevado a Grecia a su situación actual.

Hay muchos factores que contribuyeron a la crisis económica griega durante la última década. Las causas principales son: la zona euro, la evasión fiscal masiva, la corrupción del gobierno y el dispendio del gasto público.

En la década anterior a la crisis, uno de los principales motivos del alza de los gastos del gobierno se debe al aumento de los salarios y beneficios del sector público. Con el fin de asegurar el apoyo electoral, se pidieron grandes préstamos a los mercados internacionales para financiar puestos de trabajo del sector público, pensiones y otros beneficios sociales. Esto causó un alza en el gasto público, creando problemas de déficit presupuestal. La deuda griega como porcentaje del PBI  ha pasado de 126%en el 2009 a 175% en el 2014.

Los jóvenes desempleados parecen no entender “por qué les toca a ellos abandonar las prebendas de la “sociedad providencial de la cuna a la tumba”, acompañados por los sindicatos que se oponen a la eliminación de beneficios consagrados, se volcaron a las calles y decretaron huelgas en varias ciudades para protestar violentamente por las medidas impuestas por las naciones y entidades multinacionales acreedoras”.(…) “Unos 600 tipos de profesionales helenos [podían] jubilarse [antes de la crisis] entre los 50 y los 55 años. Peluqueras, camareros, músicos o masajistas están entre estos oficios considerados como de alto riesgo para la salud”, como señala el portal Mercado Libre.

Los resultados de la crisis y el ajuste se pueden resumir en los siguientes indicadores (publicados por el Wall Street Journal):

  • La economía se ha reducido en 25% desde mediados del 2008.
  • El desempleo general llega al 25.8% de la población.
  • Grecia está en la tercera posición entre los países con mayor riesgo de pobreza y exclusión.
  • 23.1%  de los griegos viven a riesgo de caer en la pobreza (2013).
  • El 33.5% de las deudas están en mora por más de 90 días (US$ 89,000 millones).
  • Se calcula que 70 mil millones de Euros han salido de los bancos durante los últimos cinco años.
  • La bolsa de valores ha bajado en 83.9% desde el 2008.
  • Una de cada cuatro empresas pequeñas y medianas han cerrado desde el 2008 (unas 230,000).
  • Los impuestos han aumentado sustancialmente para los profesionales independientes (9 veces); para empleados y pensionistas, 7 veces; y el IGV ha llegado a 23%.
  • Los científicos griegos que trabajan en el exterior llegan a 100,000.

La profunda y prolongada recesión y el alto desempleo, sumado a los recortes de pensiones y un alza en la edad de jubilación han destrozado el sistema. Seis años después de la crisis financiera, el desempleo de los jóvenes supera el 50%. El crecimiento económico es inferior al 1% y la inflación es negativa. La deflación hace que sea más difícil para los deudores reducir el apalancamiento y pagar sus deudas. Al 2014, las deudas privadas llegan a alrededor de 180,000 millones de euros, mientras que las deudas con el tesorollegan a los 100,000 millones. Las empresas y los consumidores dejan de invertir bajo la creencia de que su dinero valdrá más en el futuro. Menos consumo significa menos puestos de trabajo, lo que provoca que las empresas y los consumidores reduzcan aún más sus gastos.

Uno de cada tres griegos está en situación de pobreza. A ello se añade que los nuevos impuestos introducidos en 2014 han reducido a cero la perspectiva de mejora de la situación económica en un país donde dos tercios de los hogares tienen ingresos menores a 18,000 euros al año. 

Todo esto se ha agravado en la sensación de la gente por las estrictas medidas de austeridad exigidas por la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE), a cambio de ayuda financiera a Grecia para evitar el default. Estas medidas han llegado en forma de recortes de pensiones, recortes de gastos y aumentos de impuestos, dejando a los ciudadanos griegos con menos dinero para gastar y ha agravado los problemas económicos, puesto que por la falta de inversión, las tasas de desempleo se han disparado a niveles insostenibles.

Esta situación ha aumentado la fuerza de Syriza, que plantea un paquete populista sin el sustento de un programa sólido de crecimiento económico. Ofrecen impulsar la economía y lograr una serie de medidas como: el aumento del salario mínimo que actualmente es de 684 euros hasta 751; el incremento de las pensiones inferiores a 700 euros, el restablecimiento de la gratificación por Navidad y de la asistencia sanitaria gratuita, electricidad gratis y bonos de comida para los pobres.

La elección de Syriza podría significar la salida de Grecia del Euro. Pero más allá de si esto sucede o no, la situación muestra claramente una problemática mayor: la creciente divergencia económica entre los países de la eurozona. Hasta hace poco tiempo se consideraba que sólo medidas de unificación e integración fiscal y bancaria podrían resolver esta crisis, que sigue tomando forma en otras partes de Europa. Pero ahora, esta solución parece casi imposible o tardía. Ya habría pasado la oportunidad de establecer lo que debieron ser los requisitos previos a la adopción del Euro.

Los riesgos de la asunción al poder de grupos políticos populistas o extremistas de todo cuño son muy reales y pueden ser perniciosos, no sólo para Grecia, España o el resto de Europa, sino para toda la humanidad. Lampadia




Crisis: Ortodoxia y pragmatismo

Crisis: Ortodoxia y pragmatismo

Comentario de Lampadia

Excelente análisis de Joaquín Estefanía sobre el manejo de la crisis financiera del 2008 en EEEUU y Europa. Como explica Estefanía, EEUU fue consistente en la aplicación de políticas de soporte financiero a las entidades, financieras y no financieras, invirtiendo importantes recursos fiscales. Estos no solo han sido ya recuperados, inclusive han generado utilidades al tesoro norteamericano, han logrado una mejor salud del sistema financiero, mejores balances del sector privado en su conjunto y una sustancial reducción del desempleo, a niveles de, prácticamente, full empleo.

En cambio, Europa, con sus dificultades políticas de la unión no muy uniforme de varios países, con situaciones fiscales divergentes y las típicas dudas cartesianas de los europeos, nunca se avino a establecer y mantener un programa de apoyo financiero y productivo. Como consecuencia de esto, Europa se debate aún cerca de la recesión, agravada por el riesgo de la deflación, con altísimos niveles de desempleo y altas cargas fiscales.

Estefanía plantea que esta situación es una prueba palpable de la eficacia de una versus otra política monetaria y fiscal.

Los frutos de la adversidad

Por Joaquín Estefanía

(El País, 12 de Enero de 2015)

El permanente debate de política económica, que ha durado toda la Gran Recesión, entre los partidarios de ajustar las economías primero para que luego creciesen (los ortodoxos), y los que defendían que era imprescindible crecer antes para ajustar después (los pragmáticos), ya tiene un vencedor claro: EE UU, el representante más genuino de la segunda opción. Sus datos macroeconómicos (el crecimiento y, sobre todo, la creación de puestos de trabajo) avalan esa victoria con gran holgura.

Este debate no fue tal en los momentos más duros. Después de la quiebra de Lehman Brothers y de la implosión del sistema financiero en otoño de 2008, los líderes de los países más ricos del mundo (G-20) se reunieron en Washington (noviembre de 2008), Londres (abril 2009) y Pittsburg (septiembre de 2009) y convinieron que la única forma de evitar el pánico bancario y estimular una economía mundial mortecina era fomentar los rescates a las entidades en dificultades e inyectar dinero público en el sistema para crear empleo y para que la coyuntura no llegase a parecerse a la de la Gran Depresión de los años treinta (la forma en la que se entendió eso en España fue el epidérmico Plan E de Zapatero). A partir de junio de 2010 (cumbre de Toronto), las sensibilidades se modificaron: mientras una parte del mundo liderada por EE UU continuó con una política monetaria laxa y medidas de estímulo para que su economía continuase creciendo y detuviese el sufrimiento de un paro masivo, otra parte – Europa- cambió radicalmente su visión de las cosas, implantó el dogma de las políticas de austeridad autoritaria y del equilibrio presupuestario frente a cualquier otra prioridad.

El resultado de ambas opciones se ha hecho visible ahora. Los EE UU de Obama, que crecieron a un ritmo del 5% de su PIB en el tercer trimestre del año, ya ha recuperado todos los puestos de trabajo perdidos durante la crisis y terminaron el curso con una creación de empleo de casi tres millones de personas, lo que sitúa su tasa total de paro en el 5,6%, a punto de llegar al pleno empleo. Por el contrario, la Europa del euro, la de la señora Merkel, dobla la tasa de desempleo estadounidense (11,5%) en una coyuntura de estancamiento económico y deflación de sus precios. Esta media es, como casi todas, engañosa: mientras Alemania tiene un paro del 6,5%, el menor desde la unificación del país a principios de los años noventa, la Europa del Sur (Grecia, España y Portugal) se encuentra en porcentajes insufribles (25,7%, 23,9% y 13,4%, respectivamente). No es de extrañar que cuando le preguntaron a Matteo Renzi, primer ministro italiano, por las reformas españolas, respondiese: atrás, Satanás, “nuestro modelo es Alemania, no España”.

Mientras que aquí todavía se espera, inquietos por las presiones alemanas en contra, que el Banco Central Europeo anuncie en su reunión de dentro de 10 días el inicio de la expansión cuantitativa (la compra masiva y directa de bonos públicos de los países europeos con más dificultades), EE UU ya la abandonó el pasado mes de octubre después de 37 meses aplicándola, mientras mantiene el precio del dinero (tipos de interés) próximos a cero.

Una y otra parte del planeta tienen que observar con atención los riesgos geopolíticos existentes, que pueden limitar el comportamiento de sus economías: el precio y la especulación sobre el petróleo, el deterioro de los mercados de materias primas, el resultado de las elecciones griegas, y el frenazo de los países emergentes. Y dentro de estos últimos, la situación de Rusia. George Soros advertía hace unos días que Rusia es la mayor amenaza para la evolución económica del mundo ya que el colapso de los precios del petróleo se une al efecto de las sanciones económicas impuestas por la anexión de Crimea, por lo que “no sería sorprendente” el impago de la deuda rusa.

Un aspecto unifica los mercados laborales estadounidense y europeo: la baja calidad del empleo creado (temporal, parcial, sin garantías,…) y la devaluación salarial, principal causante, junto con el paro, del incremento exponencial de la desigualdad en esta época. La Gran Recesión se recordará por la distribución de la renta y la riqueza en sentido contrario al progreso. 




Reminiscencias noventeras

Reminiscencias noventeras

En el 2015, la economía mundial mostrará preocupantes similitudes con lo vivido a fines de la década de 1990.

The Economist

(Gestión, 23 de Diciembre del 2014)

Crisis financiera en Rusia, precios del petróleo a la baja y un dólar fuerte, un nuevo boom en Silicon Valley y una resurgente economía estadounidense, debilidad en Alemania y Japón, divisas tambaleantes en los mercados emergentes, un demócrata en problemas en la Casa Blanca. ¿Es esta una proyección del mundo para el 2015 o un retrato de fines de los noventa?

La reciente historia económica ha estado tan dominada por la contracción del crédito del 2008-09 que es fácil olvidar lo que sucedió en las décadas previas. Pero mirar lo que sucedió hace quince años es instructivo, en términos de lo que hay que hacer y lo que se debe evitar.

Así como entonces, ahora Estados Unidos se halla a la vanguardia de una revolución digital y, en 1999, su PBI crecía más de 4% al año, casi el doble del promedio de los países avanzados, y el desempleo cayó a 4%, el nivel más bajo en 30 años. Los inversionistas extranjeros hacían cola, impulsando tanto el dólar como los precios de las acciones.

El optimismo sobre este país contrastaba con el pesimismo en el resto de la economía global, igual que hoy. La economía de Japón entró en deflación en 1997 y en Alemania, sus empresas sufrían estancadas por un rígido mercado laboral y otros costos. Los mercados emergentes estaban en crisis: entre 1997 y 1999, desde Tailandia hasta Brasil, las monedas colapsaron, mientras el capital extranjero huía y las deudas en dólares se volvían impagables.

A la larga, Estados Unidos también acusó problemas, pues la burbuja de las “dotcom” estalló y causó una caída bursátil generalizada, así como una retirada de la inversión privada, particularmente en tecnología. Para principios del 2001, ya estaba en recesión (aunque una moderada), junto con la mayoría de economías desarrolladas. Es inevitable que los paralelos no sean perfectos. La principal diferencia es China, que en 1999 era un actor pequeño, pero hoy es la segunda economía más grande del mundo.

Son tres las tendencias que desestabilizaron la economía global en esa época y que podrían hacerlo de nuevo. La primera es la brecha entre Estados Unidos, donde el crecimiento se está acelerando, y el resto, donde se está ralentizando. En ese entonces se advirtió que la economía mundial volaba “con un solo motor” y, para el 2015, el panel de expertos de The Economist proyecta un 3% de expansión en Estados Unidos y de 1.1% para Japón y la eurozona. En China, la tasa podría reducirse a 7%.

El segundo paralelo preocupante es la pésima perspectiva de las otras dos grandes economías avanzadas. El crecimiento de Alemania se ha derrumbado a alrededor de 1% y existe una profunda perturbación causada por años de escasa inversión y un gobierno demasiado obsesionado por sus metas fiscales y temeroso de continuar con sus reformas estructurales. Por su parte, Japón ha repetido el error que cometió en 1997: destruyó su escape de la estagnación con un incremento prematuro del impuesto a las ventas. El tercero es el peligro en los mercados emergentes. A fines de los noventa, fueron los tipos de cambio fijos y la excesiva deuda pública externa; ahora el cambio es flotante y las deudas son más bajas, pero existen muchas señales preocupantes, sobre todo en Rusia y otros exportadores de materias primas, especialmente en África.

En otros países, el peligro reside en el sector corporativo. Muchas empresas brasileñas están altamente endeudadas en dólares y una racha de incumplimientos podría ser menos espectacular que las crisis de deuda soberana de Asia hace década y media, aunque harían que los inversionistas se pongan nerviosos y empujen una subida del dólar.

Todo esto hace prever que el 2015 será escabroso. Los apostadores esperarán que un dólar al alza, emparejado con el adormecimiento de la eurozona y unas cuantas crisis en el mundo emergente causarán una nueva recesión en Estados Unidos. Pero por el lado optimista, hay que notar que los mercados bursátiles no se ven tan burbujeantes como antaño y aunque muchas empresas tecnológicas están invirtiendo de manera descontrolada, la mayoría presenta estados financieros decentes.

Además, el sistema financiero global se encuentra menos apalancado y, por tanto, menos vulnerable al contagio. En 1998, el incumplimiento del pago de la deuda rusa causó la caída del fondo de coberturas estadounidense LTCM. Hoy, tales efectos de repercusión son menos probables.

Si la economía mundial tambalea, restaurar la estabilidad será más difícil porque los gobiernos tienen menos espacio de maniobra. En 1999, la tasa de interés de la Reserva Federal era alrededor de 5%, lo que permitía recortarla cuando la economía se enfriaba, pero hoy las tasas en los países ricos están cercanas a 0%.

El escenario político también es distinto, y nada positivo. Entonces, la mayoría de habitantes en el mundo avanzado había recibido los frutos del boom: los salarios reales en Estados Unidos crecieron 7.7% en el periodo 1999-2000, pero desde el 2007, se han estancado, y han caído en Reino Unido y gran parte de la eurozona.

Hoy, los electores en esos países están enojados con sus gobiernos y lo muestran sus intenciones de voto por partidos de oposición. Si se les vuelve a sacudir el próximo año, su descontento se transformará en ira. La economía del 2015 puede lucir similar a la de fines de los noventa, pero probablemente la política será peor.




Desastre en cámara lenta

Desastre en cámara lenta

Por Paul Krugman

(Gestión, 03 de Diciembre del 2014)

Parece que al fin la economía estadounidense está saliendo del profundo hoyo en el que se sumió durante la crisis financiera global. Pero el otro epicentro de la debacle, Europa, no puede decir lo mismo. El desempleo en la eurozona está estancado a un nivel que casi duplica el de Estados Unidos, mientras que la inflación está muy por debajo de la meta oficial y la deflación se ha convertido en un riesgo rampante

Los inversionistas ya han tomado nota: las tasas de interés europeas se han desplomado. Entre ellas, los bonos de largo plazo alemanes, cuyo rendimiento es de apenas 0.7% anual. Esa es la clase de tasa que solíamos asociar con la deflación japonesa y, efectivamente, los mercados están señalando que esperan que Europa experimentará su propia década perdida.

¿Por qué está Europa en tan grave situación? La sabiduría convencional entre los encargados de la política económica europea dice que estamos ante el precio de la irresponsabilidad: Algunos gobiernos no se comportaron con la prudencia que una moneda común requiere, que eligieron aferrarse a doctrinas económicas fallidas.

Si me preguntan a mí (y a un buen número de otros economistas que han estado analizando en profundidad el tema), esta conclusión es esencialmente correcta, salvo por una cosa: se han equivocado en la identidad de los malos actores. Es que la mala conducta en el núcleo de este desastre en cámara lenta no viene de Grecia, Italia o Francia, sino de Alemania.

No niego que el Gobierno griego haya actuado irresponsablemente antes de la crisis o que Italia tenga un gran problema con su productividad estancada. Pero Grecia es un país pequeño cuyo desorden fiscal es único, mientras que los problemas de largo plazo de Italia no son la fuente de la corriente hacia la deflación que sufre el continente.

Si intentamos identificar a los países cuyas políticas económicas estuvieron bastante desalineadas antes de la crisis y que han dañado a Europa desde entonces, y que se rehúsan a aprender de la experiencia, todo apunta a que Alemania es el peor actor. En particular, consideremos la comparación con Francia.

Este país recibe mucha mala prensa, en especial a través de críticas a su supuesta pérdida de competitividad. Pero se está exagerando la realidad, pues nunca se sabrá por la prensa que su déficit comercial es pequeño. Claro que existe un problema y lo que habría que preguntarse es qué lo está causando.

¿La competitividad francesa ha sido erosionada por el excesivo aumento de costos y precios? Pues no. Desde que el euro entró en escena, en 1999, el deflactor del PBI francés (el precio promedio de los bienes y servicios producidos) ha crecido 1.7% anual, en tanto que los costos unitarios laborales lo han hecho en 1.9%.

Ambos números están en línea con la meta de inflación del Banco Central Europeo, que está ligeramente por debajo de 2%, y similar a lo ocurrido en Estados Unidos. Por su parte, Alemania está muy desalineada, pues el aumento de sus precios y sus costos laborales es de 1% y 0.5%, respectivamente.

Y no solo en Francia los costos están donde deberían estar. España vio que sus costos y precios crecieron durante la burbuja inmobiliaria, pero en estos momentos todo el exceso ha sido eliminado luego de años de doloroso desempleo y restricciones salariales. El aumento de los costos en Italia ha sido un poco elevado, pero no está tan desalineado hacia arriba como el de Alemania lo está hacia abajo.

En otras palabras, en la medida en que existe un problema de competitividad en Europa, este está siendo abrumadoramente causado por las políticas de “empobrecimiento del vecino” que ha venido aplicando Alemania, que en efecto están exportando deflación al resto del continente.

¿Y la deuda? ¿Acaso no es la Europa no alemana la que está pagando el precio de la pasada irresponsabilidad fiscal? En realidad, ese es el caso de Grecia y de nadie más. Y es especialmente erróneo en el caso de Francia, que no está enfrentando ninguna crisis fiscal y que puede obtener préstamos de largo plazo a una tasa de interés récord de menos de 1%, que apenas es ligeramente superior a la alemana.

Pese a ello, los encargados de la política económica europea parecen determinados a culpar a otros países y otras políticas por sus tribulaciones. Es verdad que la Comisión Europea (CE) tiene previsto un plan para estimular la economía con inversión pública —aunque los desembolsos son tan diminutos que el plan es casi una broma—. Entretanto, la CE está advirtiendo a Francia, que tiene los costos de endeudamiento más bajos de su historia, que podría recibir multas por no recortar lo suficiente su déficit presupuestario.

¿Y si se resuelve el problema de la demasiado pequeña inflación en Alemania? Una política monetaria muy agresiva podría lograrlo (aunque no contaría con ello), pero los funcionarios monetarios de este país están advirtiendo contra tales políticas porque podrían hacer que los deudores se salgan con la suya.

En suma, lo que estamos viendo es el poder inmensamente destructivo de las malas ideas. La culpa no es totalmente de Alemania —aunque es un jugador muy importante en Europa, solo es capaz de imponer políticas deflacionarias porque gran parte de la élite europea cree en la misma falsa narrativa—. Y uno tiene que preguntarse qué causará que la realidad termine por abrirse paso.




Cumbre del G-20 en perspectiva

Cumbre del G-20 en perspectiva

A mediados de noviembre, en la cumbre del G-20 en Brisbane, Australia, los líderes de los países miembros se reunieron para buscar avances significativos en temas claves para la recuperación de la economía mundial. Ellos se han comprometido principalmente a estimular el crecimiento del empleo, reforzar las instituciones financieras mundiales y hacer frente al cambio climático. Posteriormente, la OECD ha calificado la situación de la Eurozona como muy delicada.

Veamos los principales temas tratados en la cumbre:

1. El crecimiento económico mundial

La desaceleración económica llevará el crecimiento mundial a apenas 3% este año, el peligro de la deflación de la eurozona (con una inflación de solo 0.2%) y la recesión del Japón, son muestras claras de la debilidad actualde la economía. Como afirma El País, “una caída persistente y prolongada de los precios [deflación] haría más difícil aún pagar la deuda, desincentivaría el consumo y la inversión empresarial.  El resultado: otra recesión y más desempleo”. En octubre,el Fondo Monetario Internacional redujo su proyección para el crecimiento económico mundial del 2015 a 3.8%.

Los miembros del G-20 se han comprometido a incrementar su producción en  un 2.1 % adicional hacia el 2018. Su estrategia para lograr este objetivo es a través de reformas de política interna llamadas “Plan de Acción de Brisbane”. Se basa en iniciativas para impulsar la inversión, el empleo, la competencia y el comercio. Esto también sería beneficioso para las economías que no pertenecen al G-20,ya que, de lograrse la meta, crecerían un 0.5 % extra.

Las medidas para impulsar el crecimiento difieren caso a caso. Estados Unidos, el más fuerte entre los países avanzados, está volviendo más laxa su política monetaria. Además, Europa y Japón están agregando más estímulo para evitar la deflación, pero largamente por debajo de lo necesario, según Martin Wolf.

Christine Lagarde, directora del FMI, afirmó que, a fin de evitar la “mediocridad” de bajo crecimiento, baja inflación, altas tasas de desempleo y alta deuda, deben usarsetodas las herramientas. “Eso incluye no sólo la política monetaria, que se está utilizando de manera significativa, particularmente en la zona del euro, sino también la política fiscal, las reformas estructurales y, en determinadas condiciones, la infraestructura.”

2. Inversión en Infraestructuras

El medio para relanzar la economía mundial y para impulsar el PBI del G20 por encima de las pesimistas previsiones de todos los organismos multilaterales es mediante inversión pública y privada en grandes proyectos de infraestructuras. Se acordó poner en marcha una iniciativa para desbloquear la financiación privada de la inversión en infraestructuras en el mundo, incluyendo la creación de un Hub Global de Infraestructura (un centro que facilitará el mejor intercambio de información y la colaboración entre el sector privado, los gobiernos, los bancos de desarrollo y organizaciones internacionales en la inversión en infraestructura) para enfrentaruna brecha de US $ 70,000 mil millones, que debe cubrirse hacia el 2030.

Como afirmó el Primer Ministro de Singapur, Lee Hsien Loong:”Cuando se combina con nuevas tecnologías, podemos utilizar una infraestructura inteligente que le permita a las ciudades emergentes superar a las más desarrolladas y elevar la calidad de vida de nuestros ciudadanos”. También destacó la importancia de las recientes iniciativas multilaterales, diciendo que nuevos jugadores, como el flamante Banco de Inversión en Infraestructura de Asia, deben trabajar con el Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo para asegurar estándares altos y cumplir con las inmensas necesidades de infraestructuras.

3. La liberalización del comercio

El comercio se ha vuelto cada vez más restrictivo y se viene desacelerando significativamente en los últimos años, afectando el ritmo de crecimiento económico. En los dos últimos, el comercio mundial creció un promedio de 2.2%, mientras que la economía lo hizo en 3.4%, según la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el FMI.

Para estimular el crecimiento, se debe luchar contra el proteccionismo y facilitar el comercio. El G-20, que representa alrededor del  85% de la economía y el 80% del comercio mundial, se ha comprometido a poner fin a las medidas que obstaculizan el comercio, pero hasta ahora los resultados muestran permanentemente lo contrario.

Según esta última cumbre, el aumento del comercio mundial será un requisito importante para lograr un crecimiento sostenido. Este tema fue uno de los principales objetivos del G-20 desde la crisis del 2008, pero siempre se quedaron en el papel.

4. Regulación financiera

Se aprobó la necesidad de incrementar el capital de los bancos globales de importancia sistémica, con el objetivo de poner fin a la amenaza de “demasiado grande para quebrar”, para evitar el riesgo de provocar reacciones en cadena. Esta mejora regulatoria deja la responsabilidad en manos de los inversionistas y reduce la de los Estados.

5. Cambio Climático          

El cambio climático no estuvo oficialmente en la agenda, pero por su importancia se destacó la necesidad de financiar US$ 3 mil millones al Fondo Verde del Clima (Green Climate Fund), un fondo en el marco de la ONU que tiene como objetivo redistribuir el dinero de los países desarrollados a los países en desarrollo, con el fin de ayudar a los países en desarrollo de prácticas de adaptación y mitigación para contrarrestar el cambio climático.

6. Energía

La cumbre tuvo, por primera vez, una sesión dedicada a las cuestiones energéticas. Se acordó que la energía sería uno de los temas principales de la agenda del G-20, a revisarse el 2015.

7. Igualdad de  Género

La cumbre logró un compromiso para cerrar la brecha de participación laboral femenina en un 25 %al 2025. Esto traería unas 100 millones de mujeres adicionales a la fuerza laboral.

Estas medidas tomadas por el G-20 tienen como objetivo solucionar la desaceleración de la economía global que, a su vez, brindarían un clima de inversión y crecimiento, que esperemos cree un mejor ambiente externo para el crecimiento del Perú. Lampadia