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La Era PT en Brasil – IV

Este es el cuarto de una serie de artículos de nuestro colaborador Sebastiao Mendonca, con la que describe el origen, formación, gobierno y debacle del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, fundado y destruido por Luiz Inácio Lula da Silva.

Como explicamos anteriormente, uno de los factores de la interrupción nuestro desarrollo es producto de los escandalosos niveles de corrupción diseñados y ejecutados por el ‘putch’ imperialista de la izquierda brasileña, comandada por el ‘gran Lula da Silva’ y sus socios del chavismo y del castrismo. Ver en Lampadia: Brasil corrompe política y negocios – Y nosotros disparamos fuera del objetivo.

Efectivamente, la estructura de corrupción diseñada por el Partido de los Trabajadores y las empresas constructoras brasileñas, con cuentas especiales y diversos mecanismos para la canalización de fondos, tenía tres propósitos fundamentales:

  • Apoyar la consolidación de las izquierdas latinoamericanas en el poder.
  • Comprometer a políticos, periodistas y empresarios, en redes de corrupción.
  • Multiplicar la participación de las constructoras brasileñas en obras que puedan retroalimentar fondos para profundizar los circuitos de la corrupción.

Este gran desarrollo mafioso fue felizmente desbaratado por los notables jueces brasileños y el sistema judicial estadounidense. Algo que debemos agradecer y ponderar; y en todo lo posible, imitar; tal como se hizo en Brasil con el ejemplo de ‘Manos Limpias’ en Italia.

Sin embargo los daños en el Perú han sido inmensos. Somos el único país de la región que desbarató su sector de construcción. Apenas estalló el escándalo de Lava Jato en el Perú, nuestra primera preocupación fue cómo separar la paja del trigo, cómo evitar que el remedio hiciera daño, afectando nuestra debilitada economía. Lamentablemente el gobierno de PPK rechazó nuestras sugerencias de intervenir las empresas y proyectos vinculados al escándalo, permitiendo que mientras se avanzaba con las investigaciones, continuaran operando.

Lula, pues ha sido uno de los elementos más perniciosos de la política regional. Gobernó el país durante ocho años y lo llevó hacia el proteccionismo y el asistencialismo, cooptando a sus opositores y promoviendo altísimos niveles de corrupción gubernamental. Ver en Lampadia: La peor Red de corrupción latinoamericana.

Leamos la cuarta entrega de Mendonca, que nos ayuda a entender este abominable proceso.

Sebastiao Mendonca Ferreira
Centro Wiñaq
Para Lampadia

El 2008, cuando Dilma Rousseff fue electa presidente de Brasil, el Partido de los Trabajadores (PT), creía que había descubierto la fórmula mágica de la política. Lula había gobernado por dos mandatos, había terminado su segundo mandato con una aprobación extraordinaria (78% según una encuesta de Data Folha), y había logrado elegir a quien lo seguiría en el gobierno (Dilma Rousseff), mientras él se preparaba para regresar para el cuarto o quinto período continuado del PT en el gobierno, el 2014 ó 2018. Con esos éxitos, el PT ya se consideraba la versión brasileña del PCC (partido comunista cubano) o del PRI[i] mejicano, en pleno siglo XXI.

Sin embargo, en el 2013 la popularidad de Dilma comenzó a caer. Ello ocurrió sin crisis económica, cuando el ingreso per cápita brasileño estaba en su cumbre: US$ 15,430  (ajustado por poder de compra).  Después un período de inestabilidad política[ii], el PT logra reelegir Dilma manipulando los precios, ocultado los déficits, y utilizando métodos cuestionables de marketing político. Recién elegida, la popularidad de Dilma comienza a caer aún más, y después de grandes movilizaciones y de un juicio político por sus malos manejos en la Gestión del Estado, Dilma fue destituida. El 31 de agosto de 2016, después de casi 13 años, la era del gobierno del PT llegó a su fin.

Menos de un año después, en junio del 2017, Lula da Silva, el gran activo político del PT, fue condenado por el juez Sergio Moro a 9 años y medio de prisión por corrupción y lavado de activos, y el 24 de enero de 2018 su sentencia fue ratificada por unanimidad por el TRF-4 y su condena fue aumentada a 12 años y un mes. Hace poco más de un mes que Lula se encuentra prisionero en una cárcel de la Policía Federal y los innumerables intentos legales y políticos del PT por liberarlo han fracasado. A pesar de mantener 30% de intención de voto, Lula está prohibido de ser candidato por su condena por corrupción. La prohibición se debe a la Ley de Ficha Limpia (nº.135), promulgada por el mismo Lula el 2010.

¿Qué pasó para que la suerte del PT cambiara tanto, en tan poco tiempo?

 El caso del PT es una historia de fracaso y no de derrota, es decir, su tragedia se debe principalmente a fallas propias del PT y no a las habilidades de sus rivales. Los petistas,

naturalmente, no están de acuerdo con ese diagnóstico, e intentan explicar su destino buscando culpables externos. Para entender el fracaso comencemos por explicar el éxito inicial del PT. El éxito de Lula se debió a cinco grandes factores:

  1. El boom de las exportaciones (2002-2008) que generó un gran superávit comercial, bajó el dólar y permitió el ingreso masivo de importaciones industriales baratas de China, mejorando la calidad de vida de los sectores medios.
  2. Una política económica conservadora, de Lula, que mantuvo y fortaleció los equilibrios macroeconómicos heredados del gobierno anterior (Trípode Macroeconómico)[iii].
  3. La expansión de los programas sociales que permitieron aparentar resultados de corto plazo (no sostenibles) en la reducción de la pobreza y generar un electorado cautivo numeroso (cerca de 30 millones de electores dependientes de los programas sociales).
  4. La estabilidad económica heredada del gobierno anterior (FHC) que posibilitó el aumento del crédito y el consumo de bienes durables.
  5. Una intensa campaña demagógica que descalificaba a su antecesor y presentaba a Lula y al PT como los únicos políticos realmente comprometidos con el mejoramiento de la calidad de vida de la población del país.

Con Lula, el Brasil desperdició una oportunidad histórica para construir las bases de su desarrollo. Al concluir el boom de las exportaciones, los sueños de grandeza se esfumaron, dejando la triste realidad de una economía poco productiva y un sistema político corrupto.

Las semillas de la destrucción: La corrupción, Mensalão

Desde los inicios, el gobierno del PT, puso en marcha un esquema de institucionalización de la corrupción como uno de los pilares de su estrategia política.[iv] El sistema de corrupción era importante para financiar sus campañas y su militancia, consolidar su alianza con un grupo de grandes empresas, comprar a periodistas e intelectuales y ampliar su coalición de poder.

El escándalo conocido como “Mensalão” (2004-2006) ocurrió al descubrirse que el PT estaba comprando alianzas políticas pagando mensualidades a congresistas de varios partidos: Partido Popular Socialista (PPS), Partido Laborista Brasileño (PTB), Partido Socialista Brasileño (PSB), etc. El escándalo envolvió a líderes clave del PT como José Dirceu (primer ministro de Lula), Antonio Palocci (ministro de finanzas de Lula), José Genoíno, (ex-guerrillero comunista y presidente del PT), Duda Mendonça, (estratega de campaña de Lula), Delúbio Soares (tesorero del PT)[v], entre otros.

El mecanismo de pago de sobornos era bastante sofisticado e involucraba redes de empresas privadas e instituciones públicas, en el Brasil y el exterior.[vi] Ese escándalo casi trajo abajo al gobierno de Lula y destruyó la reputación de sus dos mejores líderes y potenciales candidatos para presidente de la República el 2010: José Dirceu y Antonio Palocci. Sin opciones competentes para su continuidad, Lula tuvo que contentarse con la única figura visible que, por ser externa al PT, no estaba públicamente involucrada en el Mensalão, Dilma Rousseff, una persona muy limitada, y sin mayor experiencia política.

A pesar de las limitaciones de inteligencia y de experiencia de Dilma Rousseff, Lula construyó una imagen falsa de su candidata, presentándola al país como si fuera una gerente competente y una política hábil, para así inducir a la población (que confiaba en él) a votar por aquella señora como la continuación de su gobierno. En vez de esperar para regresar cuatro años después, Lula prefirió mentir a la población, induciéndola a entregar el mayor poder político del país a una persona sin las calidades ni las competencias mínimas para tan importante cargo.

El problema era que Lula y el PT querían destruir la alternancia democrática para instalar un gobierno de una oligarquía partidaria. Sin darse cuenta, el PT estaba imitando a los militares que gobernaron al Brasil entre 1964 y 1985. Lula nombraba los presidentes al interior de su organización, y buscaba legitimarlos electoralmente en base a la manipulación política. Como veremos más adelante, esa estrategia le iba costar mucho al Brasil y al PT.

Las semillas de la destrucción: La corrupción, Petrolão

Mientras avanzaba el juicio a los corruptos del Mensalão, Lula y el PT estaban dedicados a organizar el sistema de corrupción en Petrobras. Ese nuevo sistema, conocido como Petrolão, era aún más grande que el anterior. Esta vez, el PT no actuó solo, sino que lo hizo con sus dos principales aliados: el Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, hoy MDB) y el Partido Progresista (PP).

 Descubierto por la Operación Lava Jato, el Petrolão resultó siendo el mayor escándalo de corrupción de la historia de Brasil,[vii] involucró a varias de las principales empresas contratistas del país: Odebrecht, Andrade Gutierrez, Camargo Correa, OAS, etc. Por primera vez, Luis Lula Inacio da Silva estaba personalmente involucrado en un gran escándalo de corrupción. Ya no era posible responsabilizar solamente a los tesoreros del PT o a algunos ministros o congresistas por los delitos descubiertos. Las evidencias que fueron saliendo a la luz indicaban la participación directa de Lula en diversos componentes del escándalo. Preso y con 8 juicios adicionales, el impacto de la corrupción sobre la imagen de Lula ha sido demoledor, especialmente en la clase media brasileña, en el centro y sur del país, y en la escena internacional. Se ha deteriorado seriamente la imagen de Lula, el principal activo político del PT, perjudicando mucho sus posibilidades electorales.

 La red de corrupción no se limitó al gobierno de Lula. Durante el gobierno de Dilma, los esquemas montados por Lula siguieron operativos. Dilma puso a los corruptos en los más altos cargos del Estado y de las empresas públicas. Los robos en Petrobras solo se interrumpieron cuando apareció el  Lava Jato el 2014. Antonio Palocci, hoy preso por corrupción, fue primer ministro de Dilma, y Guido Mantega, preso por corrupción, fue su ministro de finanzas hasta el final. El asesor de marketing político de Dilma (Joao Santana), también está preso por corrupción.

Para financiar la corrupción y consolidar el capitalismo de compadres, el PT expandió el Banco Nacional del Desarrollo Económico y Social (BNDES) a niveles extraordinarios. En 8 años Lula triplicó el volumen de crédito del banco, pasando de R$60 a R$168 mil millones de créditos anuales. Dilma mantuvo ese crecimiento en 20% anual incrementando el costo de la deuda pública a 14%, para brindar créditos subsidiados al 5% a las grandes empresas y gobiernos ideológicamente afines. Los grandes beneficiarios fueron Odebrecht, JBS/Friboi, Eike Batista y otros. Hoy, los gerentes de la mayoría de esas empresas están presos por corrupción. [viii]

 Semillas de la destrucción: Heterodoxia económica

Puede parecer increíble, pero en el Brasil, las teorías económicas heterodoxas aún son creíbles.[ix] A diferencia de Lula, un conservador en economía, Dilma optó por la heterodoxia. Cuando el boom de las exportaciones se enfrió, Dilma abandonó el Trípode Macroeconómico “neoliberal” de Fernando Henrique Cardoso, aplicado por Lula, y lanzó la “Nueva Matriz Económica” de concepción heterodoxa. Con su “nueva” política económica Dilma decidió estimular el consumo sin cuidar los costos.

Los resultados no se hicieron esperar. El superávit fiscal primario (antes del pago de deudas), que en el 2011 era de 3%, comenzó a caer en forma sistemática llegando a -2% el 2016. La deuda pública, que ya era alta (50% del PBI) se disparó el 2014 llegando a 70% del PBI en poco más de dos años, manifestando un absoluto descontrol de las finanzas públicas. En el caso de Brasil, la deuda pública genera un costo financiero muy alto porque, como ha sido indicado, los intereses pagados por el Estado brasileño son de 14% anual.

El control de precios, utilizado como instrumento de demagogia electoral, permitió ocultar la inflación por dos años, pero la disparó a partir del 2013. Los precios “controlados” se descontrolaron y subieron un 18% el 2015. Los gastos públicos, también con fines demagógicos, se dispararon. Según el Tribunal de Cuentas de la Unión, la Copa del Mundo el 2014 costó cerca de 12 mil millones de dólares,[x] y las Olimpíadas del 2015 costaron $17.6 mil millones.[xi] Ninguno de esos gastos mejoró la productividad de la economía brasileña.

 Dilma gastaba todo lo que ella consideraba necesario para mantener su popularidad, y manipulaba las cuentas nacionales para ocultar los déficits. La confianza de los empresarios comenzó a caer desde el inicio del gobierno de Dilma, pero se derrumbó el 2014, cuando los indicadores empeoraron. La confianza de los consumidores seguía a los empresarios, aunque con un año de diferencia. El 2015 Brasil perdió el grado de inversión de las principales agencias de riesgo (Standard and Poor, Fitch y Moody’s). La consecuencia final de esa cadena de errores fue la peor crisis económica desde 1930. Después de más 80 años, la economía brasileña cayó ocho trimestres consecutivos: -3.8% (2015) y -3.7% (2016).[xii]

La manipulación de las cuentas nacionales fue la gota de agua que llenó el vaso. Para ocultar su crisis, Dilma comenzó a utilizar a los bancos públicos para financiar los gastos corrientes del Estado, las llamadas Pedaladas Fiscales. Con esa práctica Dilma hacia sus cierres mensuales ocultando los déficits y mostrando “resultados” falsos. Esa práctica había sido prohibida durante el segundo gobierno de FHC (Ley de Responsabilidad Fiscal 101 del 2000).

En la Ley de Responsabilidad Fiscal se especificaba que la penalidad por su violación sería la destitución del cargo presidencial. FHC obedeció esa Ley rigurosamente y Lula también, aunque se descuidó un poco al final de su segundo gobierno (ver gráfico). Es Dilma quien hace de las Pedaladas Fiscales una práctica regular de gestión para manipular las cuentas públicas, realizando operaciones por más de 20 mil millones de dólares.

Semillas de la destrucción: La anulación de la alternancia democrática

El plan del PT era quedarse en el poder para siempre, como los comunistas en Cuba y el PRI en Méjico. Para ello el PT creó los mecanismos de manipulación política de la población pobre (Bolsa Familia), desarrolló una narrativa de descalificación de sus rivales (derecha neoliberal) y financió su coalición con la corrupción institucionalizada (Mensalão, Petrolão, etc.).

En ese esquema, los presidentes Lula, Dilma y otros, se alternarían en el poder, dejando a todos los demás partidos políticos al margen del poder presidencial. El PT reservaba para sí el rol hegemónico en el sistema político nacional, asignando a todos los demás partidos un rol subordinado. Si algún partido osaba disputarle esa hegemonía por la vía electoral, el PT descargaba sobre él su demoledora batería de difamación. En las elecciones del 2014, en que Marina Silva[xiii] y Aécio Neves compitieron con Dilma Rousseff, el PT demostró que dominaba bien los principios de la propaganda del nazi Joseph Goebbels, logrando erosionar las reputaciones de sus rivales hasta descalificarlos moral y políticamente.[xiv]

El problema de esa postura es que, después de un tiempo, todos los partidos se unificaron en contra del PT, como condición para ampliar sus espacios políticos. Es como si la historia se repitiera con variaciones. En los años 1980 todos los partidos políticos querían el final de la dictadura, pues los militares habían definido que solo ellos podrían ser presidentes. El resultado fue que, pasado el riesgo del caos social de los años 60 y 70, todas las fuerzas políticas del país sentían que podrían beneficiarse con la apertura democrática, la coalición política de los militares colapsó y tuvieron que dejar el gobierno. Lo mismo sucedió con el PT. El 2015 todos, hasta sus aliados, querían el fin de la Era PT.

El fin de Dilma

El desgobierno de Dilma, con la violación sistemática del la Ley de Responsabilidad Fiscal, ofreció a los demás partidos la oportunidad para retornar a la alternancia democrática. La ley era tajante: castigaba con la destitución al presidente que no la cumpliera. El caso de Dilma estaba claro, estaba documentado y tenían abundantes pruebas (ver gráfico). Además, su popularidad se había derrumbado, la población estaba protagonizando las mayores marchas de la historia del país. Lula estaba desprestigiado y no tenía como salir en defensa de Dilma.

Además, los petistas, no entendían qué estaba sucediendo. Ellos habían dominado los medios y las calles por 30 años, y ahora no lograban armar nada parecido a las campañas y marchas de la oposición. El tradicional discurso del PT, con el cual descalificaban a sus rivales, dejó de funcionar. Para la mayoría de la población el discurso petista había perdido significado. Su simbología, las banderas rojas y las marchas violentas, chocaban con las expectativas de las nuevas generaciones. Las nuevas marchas eran masivas y pacíficas, con banderas de Brasil, con frases de apoyo a Lava Jato y a Sergio Moro, y demandaban el enjuiciamiento de Dilma Rousseff.

Dilma fue destituida el 31 de agosto de 2016 con la aplicación rigurosa del marco jurídico del país. El PT armó el discurso de golpe para recordar el golpe militar de 1964 y crear una narrativa para su aliados nacionales e internacionales. Sin embargo, el proceso de enjuiciamiento de Dilma y el cambio de gobierno al vice-presidente Michel Temer ha sido institucionalmente ejemplar, y muestra una nueva fase del desarrollo democrático del país.

La salida del PT fue un alivio. Se interrumpió el desastre de Dilma, pero el país vivía una severa crisis económica y moral, con un sistema de pensiones insostenible, con una deuda pública que devora la capacidad de inversión del Estado, con una economía cerrada y con baja productividad, con pésima calidad de servicios de Salud y Educación, con una clase política más corrupta que antes, con decenas de millones de jóvenes ideologizados, con 60 millones de personas dependientes de la asistencia social, y la población desconcertada sobre las ideas que deben orientar a los gobernantes del país.

En el próximo artículo de esta serie, desarrollaremos las implicancias y desafíos de las nefastas herencias del PT.

Hoy, en pleno proceso electoral presidencial, la situación de Brasil es de alta incertidumbre. A cinco meses de las elecciones, los candidatos son todos minoritarios y las opciones liberales no tienen probabilidades de éxito. A pesar de todo, el país está mejor que el 2013, cuando el discurso populista era el único que se paseaba en los medios de comunicación y se alojaba en la mente de la población. Ahora hay debates abiertos, y algunos segmentos de la población comienzan a entender como funciona la política en su país. Se abren nuevas posibilidades. Lampadia

 

[i] El PRI, Partido Revolucionario Institucional, es un partido político mejicano que gobernó su país por 71 años consecutivos (1929 a 2000), un período aún más largo que el Partido Comunista de Cuba (1959-2018).

[ii] En junio del 2013 se realiza una serie de marchas en contra del alza de pasajes. Aún que el objeto de las marchas no fuera político, dio inicio a una serie de otras marchas que terminaron siendo importantes para la caída de Dilma.

[iii] El Trípode Económico, definido por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, tenía tres principios: Cambio flotante, meta de inflación, y meta fiscal (equilibrio).

[iv] La corrupción es una tradición en el sistema político brasileño, pero era personalizada. La institucionalización de la corrupción ha sido responsabilidad del PT. Ningún partido, antes del PT, había encargado a sus primer ministros y ministros de finanzas el manejo de la corrupción. Sólo el PT lo hizo.

[v] Delúbio Soares acaba de ser preso para cumplir una segunda condena de 6 años de prisión por corrupción.

[vii] En el siglo y medio que duró el ciclo del oro, Portugal se llevó entre 20 y 40 millones de onzas de oro de Brasil. Considerando el precio del oro en la época (US$20) y actualizando al valor presente (US$600 la onza) se llega a cantidades entre 12 a 24 mil millones de dólares.

[ix] El Perú experimentó la teoría heterodóxica en el primer gobierno de Alan García, con la asesoría de Daniel Carbonetto, y sirvió como vacuna, pero en el Brasil el experimento recién se realizó en esta segunda década.

[xii] Todos los gráficos de Mercado Popular están disponibles en: http://mercadopopular.org/2016/05/a-ascensao-e-queda-do-pt-em-13-graficos/

[xiv] Marina Silva llegó al llanto en público ante las mentiras que fueron irradiadas por el PT en su contra.