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El ‘país del futuro’ tendrá que diseñar otro futuro

En Brasil está terminando una era, la de los gobiernos de las izquierdas latinoamericanas del nuevo siglo, con el liderazgo y debacle del Partido de los Trabajadores (PT). Recordemos que Lula da Silva y el PT fueron los mentores de las izquierdas de la región, organizaron el ‘Foro de Sao Paulo’ para contrastar al ‘Foro Económico Global de Davos’, sabotearon los acuerdos de libre comercio de las Américas, apadrinaron a Hugo Chávez, el propulsor del ‘socialismo del siglo XXI’, e ‘inspiraron’ a varios líderes de la izquierda tradicional peruana.

Como cayó el Muro de Berlín, bloque por bloque, los fracasados gobiernos de las izquierdas pre-modernas de Sudamérica, van cayendo, dejando una estela de frustración, desenfoque histórico y niveles ominosos de corrupción. Brasil ha seguido así a su socio del malogrado Mercosur, Argentina, y su ahijado, Venezuela, agoniza en una insoportable crisis humanitaria.

Brasil ha sido siempre visto como ‘el país del futuro’. Lamentablemente, acaba de destruir uno de esos futuros y ha perdido, probablemente, la mejor oportunidad de su historia para llegar al desarrollo. Ahora se inicia un nuevo proceso liderado en parte por nuevos miembros de la política brasileña, los jóvenes liberales del Movimiento Brasil Livre y del Movimiento Vem Pra Rua.

Desde estas páginas deseamos a Brasil la mejor de las suertes en el largo camino que tendrá que recorrer para diseñar ‘un nuevo futuro’.

Leer líneas abajo el magnífico relato del contexto histórico de este proceso, escrito por nuestro colaborador Sebastiao Mendonça Ferreira.

http://cde.3.elcomercio.pe/ima/0/1/0/7/8/1078058.jpg

Los Liberales y la Crisis Política Brasileña

Sebastiao Mendonça Ferreira

Centro Wiñaq

 

La crisis política brasileña se ha acelerado, y la ‘Era PT’ se está concluyendo con una rapidez sorprendente. Los treinta y dos años ininterrumpidos de democracia (1984-2016) están produciendo algunos buenos resultados. Un gobierno corrupto e incompetente (PT) está siendo removido del poder con el uso de mecanismos democráticos, repitiendo el caso de Collor de Mello (1992), y consolidando las instituciones de la democracia en Brasil.

El fracaso económico del populismo del PT, sin dudas, está jugando su papel detrás de la política, y la independencia de la Policía Federal, del Ministerio Público y del Poder Judicial, relativa en este último caso, ha sido indispensable para que ello ocurriera. Sin embargo, este reciente proceso no puede explicarse sin dos otros actores clave: los medios de comunicación que nutrieron el debate público y el movimiento social que están empujando a los demás actores políticos e instituciones a tomar las acciones adecuadas.

Las grandes marchas de los últimos años, especialmente la última (13 de Marzo 2016) con más de 6 millones de personas, han sido lideradas y organizadas por movimientos sociales con inclinación liberal, derrotando a la izquierda en el control de las calles y constituyendo en un hecho sin precedentes en la política de Brasil.

¿Como puede ser que, en un país con amplio predominio de ideas populistas, estatistas y con presencia masiva de marxistas en las universidades, instituciones públicas y medios de comunicación, el cambio político más importante en décadas resulte siendo liderado por liberales? Veamos algunos antecedentes para entender esa transformación.

En forma simplificada, podemos organizar la historia de las ideas liberales en Brasil en cinco grande períodos: [i]

Estos períodos no deben ser vistos como algo rígido, pues la realidad es siempre más compleja que los esquemas, y las fases de los fenómenos políticos nunca son tan definidas. Parte de lo viejo sigue existiendo en el presente, y parte del futuro ya está emergiendo hoy.[ii]

El liberalismo en un contexto pre-industrial

Durante el segundo imperio, Don Pedro II gobernaba una monarquía con alto grado de libertad, casi sin presos políticos ni periodistas procesados. Al interior de la clase política y la intelectualidad existían diversas corrientes liberales que buscaban adaptar las instituciones Francesas, Inglesas y Americanas a las condiciones de atraso de la sociedad Brasileña. Las corrientes más radicales de los liberales se enfocaban en terminar con la monarquía, acabar con la esclavitud e instalar la república. Ruy Barbosa lideraba esas corrientes radicalizadas. 

En aquel entonces los liberales, periodistas y toda la clase política eran pequeñas minorías con influencia urbana en un inmenso país agrario y políticamente desarticulado. Las disputas políticas predominantes, entre conservadores y liberales, buscaban influenciar a Don Pedro II, pues en él se concentraban todas las decisiones. En el fondo eran debates en la corte, y entre la nobleza, la diminuta élite social y los militares. La inmensa mayoría de la sociedad brasileña vivía en otra realidad, protegiéndose de la esclavitud, de la arbitrariedad de los caciques locales y de los grupos de bandoleros que azotaban pueblos y haciendas.

La Vieja República Liberal, implantada en alianza con los militares, y bajo la influencia positivista, definió una constitución liberal en 1891: eliminación de los títulos de nobleza, separación de la iglesia y el estado, respeto a las libertades públicas, introducción del Habeas Corpus, creación del sistema político presidencialista y la organización federal del Estado, están entre los puntos más saltantes. El Brasil inició su vida democrática bajo el liderazgo liberal. Lamentablemente, esa orientación se perdió y no se recupera hasta nuestros días.

El político, periodista, jurista, diplomático y pensador Ruy Barbosa (1849-1923), fue uno de los principales líderes anti-esclavista y pró-República, en el final del Imperio, y el pensador más reconocido de la Vieja República Liberal. Sus propuestas moldearon jurídicamente la institucionalidad brasileña, y sus abundantes escritos han constituido un patrimonio valioso del pensamiento liberal brasileño.[iii]

A pesar de sus méritos, la Vieja República Liberal no logró generar una estructura estatal capaz de manejar los conflictos políticos y fiscales de la naciente federación, crear los mecanismos de estabilización de la institucionalidad democrática, controlar los intereses de la casta militar, y resolver democráticamente la emergente conflictividad social. Las inestabilidades propias de un sistema político naciente en un país atrasado generaron un costo político para quienes estaban a cargo de la gestión pública, los liberales.

La Era de Getúlio Vargas

Con la revolución del 30 termina la primera república brasileña y ocurre el desplazamiento del liberalismo como su rol referencial en el pensamiento político brasileño. Getúlio Vargas, un político nacionalista y autoritario lidera un movimiento revolucionario e instaura un discurso nuevo y un orden político paternalista que va durar mucho más que los períodos de los varios gobiernos de Vargas, 1930-1954.

Al tomar el poder en 1930, el movimiento de Vargas está influenciado por el pensamiento fascista italiano, y fue bajo esa influencia que él redefinió las bases del Estado Brasileño moderno. En su concepción el Estado debería ser el motor de la economía y la sociedad, el instrumento principal para que Brasil pueda realizar su potencial como potencia del futuro. Además de la economía, el Estado debería controlar la polarización social y establecer un nuevo orden político que diera estabilidad al país.

Con esas ideas, Vargas creó grandes empresas públicas que controlaran los recursos nacionales (petróleo, electricidad, siderurgia, etc.), modernizó la legislación electoral, y creó una institucionalidad laboral inspirada en la fascista Carta del Lavoro, aunque sin incluir sus elementos totalitarios. Este nuevo Estado fue instalado en oposición a la Vieja República Liberal que no había sido capaz de manejar la crisis económica y social que padecía Brasil.

Vargas dominó la política brasileña desde 1930 hasta 1954, cuando se suicidó en medio de una crisis. La trayectoria caudillista de Vargas y su dramática muerte le dieron un aire de heroísmo que perduró décadas. Hoy, más de 60 años después de su muerte, la legislación laboral brasileña sigue siendo básicamente la misma implantada por Vargas, y muchas de sus ideas siguen siendo un sobre-entendido del discurso político nacional.

Después de la muerte de Vargas, el Brasil vivió un breve período de democracia (1954-1964) interrumpido por el golpe militar de 1964. Sin embargo, la influencia de Vargas era alta en ese período. El Presidente Joao Goulart, derrocado por los militares y su aliado Leonel Brizola eran herederos políticos de Vargas, quienes en ese entonces habían establecido una alianza con fuerzas populistas y la izquierda (Partido Comunista, Izquierda Católica, etc.).

El seguidismo al autoritarismo

En el inicio de los años 1960, los liberales brasileños estaban liderados por corrientes conservadoras y, en un contexto de guerra fría y Revolución Cubana, su temor al caos social era más fuerte que su valoración de la democracia. Los liberales entonces, agrupados principalmente en la Unión Democrática Nacional (UDN) no tuvieron problema en apoyar al gobierno militar en sus primeros años. Un destacado liberal brasileño, Roberto Campos, fue ministro de planeamiento en el gobierno del General Castelo Branco.

Los liberales, en la práctica, renunciaron al rol de opositor democrático, asumieron un rol de soporte de un gobierno autoritario, y entregaron el liderazgo del espacio político de oposición a otras fuerzas políticas.[iv] Ese alineamiento conservador de los liberales contribuyó mucho para dar una imagen ética y democrática a la izquierda, cuyas propuestas de dictadura del proletariado eran mucho más autoritarias que la dictadura de los militares que los perseguían y torturaban. El PT sacaría después, un gran provecho de esa imagen.

Al inicio de los 1960s, los seguidores de Vargas, los marxistas (comunistas y trotskistas) y la izquierda católica habían ganado la hegemonía del movimiento social, especialmente del movimiento sindical, del movimiento estudiantil y de la intelectualidad presente en los medios y universidades. Hasta muy recientemente, esta hegemonía se mantuvo indiscutida.

Durante el Gobierno Militar, los liberales pierden lo poco que tenían de presencia en el movimiento social, y pierden autoridad moral ante la sociedad en su conjunto. Los crímenes de la Dictadura, que no fueron pocos, ensuciaron a todos aquellos que le dieron algún tipo de soporte, independiente de la razón que tuviesen para brindar ese apoyo.

A pesar de su alineamiento político con una dictadura, las ideas liberales no desaparecen completamente de la escena pública. La agudeza intelectual de Roberto Campos, y del humorista Millôr Fernandes dio presencia pública a los liberales aún en los peores tiempos de su desgaste político.

Durante el Gobierno Militar, el pensamiento liberal era atributo de un reducido número de intelectuales aislados en las instituciones públicas, las universidades e incluso medios de comunicación. Al terminar el Gobierno Militar, las fuerzas de la oposición (democráticas y anti-democráticas) tenían una ventaja moral sobre todos los demás, y la influencia del marxismo se había expandido enormemente en los movimientos políticos, en los periódicos y en las universidades. Esta influencia de la ideología del resentimiento es una característica de la sociedad brasileña actual que demorará décadas superar.

Renacimiento conceptual y político

Al terminar el Gobierno Militar, 1984, la sociedad brasileña se vuelca a reconstruir su democracia y a reorganizar sus partidos políticos. La ventaja ética de las fuerzas de oposición y el amplio dominio de las ideas socialistas van a influenciar la formación de los nuevos partidos políticos. El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el principal partido de la oposición durante el Gobierno Militar, mantuvo su nombre original, pero en las siglas de los nuevos partidos predominaban palabras como social, socialista, social democracia, trabajadores, comunista, etc. Una de las pocas excepciones fueron los liberales: Partido del Frente Liberal (PFL). Sin embargo, el término liberal y neoliberal estaban tan mal visto que el PFL tuvo que cambiar su nombre a Partido Democrático (DEM). 

Después de aprobar una Constitución con clara influencia izquierdista, la prioridad de la sociedad brasileña pasó a ser la economía. El déficit fiscal era inmanejable y la inflación incontrolable (43% mensual, más de 7,000% anual) recesaba la economía, consumía los pocos ahorros de la clase media y encarecía la vida de todos. Fue Fernando Henrique Cardoso (FHC), quien puso en marcha el Plan Real, en 1994-95,  y logró en dos años estabilizar la economía brasileña, aunque con costos económicos y sociales notables. A pesar de su efectividad económica, y su éxito político inicial, FHC terminó su segundo gobierno con popularidad muy baja y con muchos resentimientos en los sectores medios.

Mientras el país retornaba a la democracia y estabilizaba su economía, las nacientes corrientes liberales se dedicaron difundir sus ideas en un grupo pequeño de jóvenes profesionales y empresarios, en un período que bien puede llamarse de las catacumbas políticas. Donald Stewart Jr. había creado el Instituto Liberal en 1983 y su institución se dedicó a reproducir obras liberales, especialmente de la escuela Austríaca[v].  El Instituto Mises de Brasil se dedicó a una labor similar de difusión teórica, principalmente en los estados del sur de Brasil[vi].  Esos institutos se dedicaron a formar a los jóvenes que más tarde jugarían un importante papel de liderazgo político en el país.

La victoria del PT en el 2003 dio un gran impulso a las ideas populistas. Beneficiada por la estabilidad macroeconómica lograda por FHC y por el dinamismo de la economía global, la economía brasileña creció en forma estable por casi una década, y Lula aprovechó para desarrollar un discurso falaz que atribuía el ingreso de 40 millones de brasileños a la clase media como resultado de sus programas sociales (Bolsa Familia), ocultando las causas económicas detrás del aumento de los ingresos de los sectores pobres[vii] .  

El ambiente político brasileño era de muy alta popularidad de los Gobiernos del PT. Lula con 80% y el primer gobierno de Dilma con 60%, evidenciaba que las ideas populistas tenían gran aceptación y parecían predestinadas a orientar el Brasil a lo largo del siglo XXI. Además, la ola populista era fuerte en América Latina (Venezuela, Argentina, Uruguay, Bolivia, etc.) y las voces críticas eran presentadas como expresión de intereses retrógrados y de grupos de resentidos con la presencia de los pobres en espacios sociales antes exclusivos de los ricos. 

Sin embargo, en la academia, intelectuales liberales estaban realizando una diversidad de estudios históricos y de análisis de la institucionalidad brasileña, generando una creciente producción intelectual nacional en ese campo. Diversas editoras comenzaron a publicar libros de autores liberales (UnB, Visão, Nórdica, Itatiaia, Brasiliense, Zahar, etc.) con títulos clásicos y con los aportes de los liberales nacionales[viii] .  El alcance de esa bibliografía, aunque limitada, contribuyó a crear una capa intelectual crítica a la ideas populistas y marxistas, dominantes, y desarrollaron una capacidad polémica que sorprendió a sus rivales.

En los medios (Veja, O Globo, Estado de Sao Paulo, etc.), algunos periodistas, como Reinaldo Azevedo (liberal conservador) y Rodrigo Constantino (hoy Presidente del Instituto Liberal), comenzaron a ganar reconocimiento analizando los acontecimientos desde una perspectiva de oposición al gobierno del PT. Esa presencia en medios, y la intensa producción bibliográfica de intelectuales como ellos, han contribuido mucho a la difusión de las ideas liberales y a la confianza en su utilidad para entender los acontecimiento nacionales.

En el terreno de la organización política, los Demócratas (liberales) han logrado sobrevivir a los tiempos difíciles y aumentar gradualmente su reconocimiento como oposición radical al gobierno del PT. Su influencia como partido es aún de nivel medio, tienen 28 diputados, mientras el PMDB, PSDB y PT tienen entre 50 y 60 diputados cada uno, y el PP 42. Recientemente, ha sido inscrito el Partido Novo, que nace con una identidad liberal explícita, pero que todavía no ha participado en ningún proceso electoral. Por ello no sabemos cuál es su grado de influencia.

Presente y Futuro

En Mayo de 2013, todo parecía tranquilo para el PT. Desde 2004, el país había mantenido tasas de crecimiento excepcionales para Brasil, y había soportado bien la crisis global del 2009. Nadie esperaba que el enfriamiento de la economía ocurrido el 2012 (2.8% de crecimiento del PIB) pudiera generar alguna reacción social significativa. 

Sin embargo, un aumento en los pasajes desencadenó la protesta nacional del 6 de Junio del 2013, la primera protesta contra un gobierno del PT. El precio de los pasajes urbanos en Brasil son muy altos (el doble o triple del Perú), pero su alza en Sao Paulo difícilmente explica en si misma movilizaciones a nivel nacional. La decepción con el gobierno de Dilma, siendo el alza de los pasajes un detonante, es una explicación más confiable pues la popularidad de Dilma se derrumbó literalmente después de dichas marchas (ver figura)[ix] 

Los jóvenes liberales participaron de esas primeras marchas, pero no las lideraron. Sin embargo, en las marchas siguientes bajo la consigna Fuera Dilma, fueron las dos organizaciones de liberales, Movimento Brasil Livre[x] y Movimento Vem Pra Rua,[xi] que convocaron y organizaron todo el proceso. En la marcha del 13 de Marzo del 2016, por el Impeachment de Dilma, participaron más de 6 millones de personas en todo el país. Con este evento el Impeachment se hizo literalmente imparable. Esas dos organizaciones, lideradas por jóvenes liberales, se legitimaron como los dos grupos con mayor capacidad de convocatoria de manifestaciones políticas en el Brasil.

Se puede afirmar que esos dos grupos organizaron las mayores manifestaciones de la historia política de Brasil y que esas manifestaciones multitudinarias son las razones principales para que el actual proceso del Impeachment contra Dilma Rousseff siga avanzando a pesar de todas las maniobras maquiavélicas realizadas por el PT.  

La crítica al PT (a su corrupción y a su estilo manipulador de hacer política) llevada a cabo por los líderes de esos dos movimiento, por algunos congresistas y periodistas liberales es muy reconocida. La autoridad moral e intelectual que han adquirido es destacable y está sirviendo para que ideas liberales penetren en una sociedad con profundas tradiciones populistas y fuerte presencia marxista en universidades y medios de comunicación.

Brasil es un ejemplo típico de capitalismo clientelista (Crony Capitalism),[xii] en el cual partidos políticos y empresas convienen en montar un sistema corrupto de saqueo del presupuesto nacional y de manipulación de los sectores de menores ingresos con programas sociales. Elementos de este sistema ha sido criticado por Ruy Barbosa, un siglo antes del gobierno del PT y no va desaparecer con la salida de Dilma. Transformar el marco institucional del país para evitar que los buscadores de renta (parásitos) tengan éxito en el  saqueo de los recursos públicos, como hoy ocurre bajo el liderazgo del PT, es un esfuerzo de largo plazo

La derrota política del PT, su desprestigio moral y el fracaso de su discurso populista están creando un nuevo ambiente político en Brasil. La inestabilidad política y económica de los próximos tiempos va exigir que la población, especialmente la clase media, dé atención a los temas políticos, posibilitando que los paradigmas políticos y sociales implantados en el Brasil desde la Era Vargas puedan finalmente ser cuestionadas en repetidos debates públicos. Después de muchas décadas, los liberales brasileños están moral e intelectualmente en una situación de ventaja para liderar ese debate.

La oportunidad está ahí. Si lo logran o no, nos lo dirá el tiempo.

Lampadia
 
 

[i] He armado esta periodización para ordenar la interpretación que he ido desarrollando, otros autores pueden tener otra interpretación, y por lo tanto, otras periodizaciones tan válidas cuanto, o mejores que esta.

[ii] Una fuente reconocida sobre la historia del liberalismo brasileño es el libro de Antonio Paim: “Historia do Liberalismo Brasileiro” publicado en 1998.

[iii] Existen abundante materiales sobre Ruy Barbosa. Una Fuente introductoria puede ser

https://pt.wikipedia.org/wiki/Ruy_Barbosa.

[iv] Si aplicamos el Diagrama de Nolan a los liberales brasileños de entonces, ellos estaban inclinados a la derecha del esquema, y actuaron como conservadores.

[v] http://www.institutoliberal.org.br/

[vi] http://www.mises.org.br/

[vii] Esta creencia se mantiene generalizada hasta hoy y constituye un capital político del PT.

[viii] El libro “Pare de Acreditar no Governo” de Bruno Garschagen, sobre la historia de las ideas políticas en Brasil, recientemente publicado, ha adquirido gran difusión.

[ix] http://www1.folha.uol.com.br/poder/2015/03/1604420-no-3-mes-do-novo-mandato-62-ja-desaprovam-dilma.shtml

[x] https://www.facebook.com/mblivre/

[xi] https://www.facebook.com/VemPraRuaBrasil.org/

[xii] https://en.wikipedia.org/wiki/Crony_capitalism




“Fuera de la ideología todo es ilusión” (I)

“Fuera de la ideología todo es ilusión” (I)

Es paradójico que en el Perú, un país en el cual se están dando pasos efectivos para sacar a su población de la pobreza, surjan corrientes de pensamiento que proponen, en diversos aspectos, el regreso al pasado pre-industrial e incluso pre-Colombino.

¿Cómo puede ser que surjan corrientes de pensamiento contrarias al desarrollo y que defiendan como alternativa la permanencia de la pobreza?

¿Cómo puede ser que, con el eufemismo de alternativas al desarrollo, le propongan a la población rural renunciar a sus aspiraciones de progreso en función a una idea de buen vivir en la pobreza? Esas corrientes evidencian una indiferencia chocante con las aspiraciones de progreso de las poblaciones rurales del país. Desde su condición de clase media y alta financiada con donaciones y/o con fondos públicos, ellos buscan venderle al país un discurso hostil en contra del progreso, de la minería y del aprovechamiento de los recursos naturales en general, e indiferente frente al sufrimiento que genera la pobreza rural.

 

Fuente: http://ambiental.net/2015/11/transiciones-al-pos-extractivismo-conferencia-en-cajamarca/

Las ideas de los pos-extractivistas peruanos no son ni latinoamericanas ni peruanas.[1] Son copiadas de pensadores radicales europeos y americanos, marginales en sus propias sociedades. En realidad, los pos-extractivistas locales o regionales son básicamente reproductores de un discurso creado en Europa y Estados Unidos. Ellos mismos fueron adoctrinados en universidades del norte (Edinburgh, Yale, Madrid, etc.), y buscan hacer lo mismo con los líderes de la población local.[2] Aunque no visten camisas blancas ni usan corbatas cortas, no son muy distintos de algunos promotores religiosos-americanos que encontramos en los barrios de Lima.

El origen de los Anti-Mineros

El primer gran movimiento en contra del uso de tecnología moderna surgió en Inglaterra a inicios de la revolución industrial. Fue Ned Ludd (un personaje que no se sabe si es ficticio o  real), quien en 1811 se le atribuyó la iniciativa de convocar a los trabajadores ingleses para destruir las máquinas que posibilitaban la emergencia de la industria textil.

La rebelión Ludita fue duramente reprimida por el Estado Británico. Sus líderes fueron encarcelados o asesinados, y el movimiento salió de la historia por más de un siglo. En su lugar, surgió el Marxismo, la cual en vez de oponerse a la industrialización, hablaba de una utopía autoritaria basada en la industria y dirigida por un partido formado por intelectuales de clase media que decían representar a los trabajadores industriales.

Más allá de su intento insensato de bloquear la revolución industrial, el movimiento Ludita, como se le conocía, tenía una justificación social. Los cambios en la  economía inglesa estaban generando serias dificultades a los diversos sectores de esa sociedad, ya que el uso de los telares industriales estaba literalmente llevando a la quiebra a miles de artesanos y trabajadores textiles. Además, los artesanos estaban siendo desplazados por los telares industriales en dónde los obreros trabajaban 16 horas diarias viviendo una existencia corta y miserable. 

Los anti-mineros modernos son tan o más retrógrados que los Luditas del siglo 19, no solo porque repiten los mismos errores dos siglos después, sino porque al bloquear la minería moderna, sacrifican las aspiraciones de progreso de las poblaciones rurales del Perú y lo hacen para defender los intereses ideológicos de las corrientes radicales europeas y americanas que los adoctrinan y financian.[3]

Surge el Neo-Ludismo

A pesar de la derrota de los Luditas en Inglaterra, el rechazo a los avances técnicos (basado en las actividades industriales) siguió teniendo adeptos, especialmente en los Estados Unidos. En 1975, Edward Abbey escribió una novela de gran éxito e influencia, The Monkey Wrench Gang [La Pandilla del Sabotaje], en la que cuatro personajes luchan contra la construcción de represas hidroeléctricas y del desarrollo industrial en el oeste americano. Los personajes de la novela se dedicaban a destruir las instalaciones que, según ellos, afectaban las costumbres locales y la belleza del paisaje natural. La novela se transformó en una referencia para el naciente movimiento Neo-Ludita, un movimiento hostil en contra del uso la tecnología moderna y las actividades extractivas. Una comparación entre los discursos de los pos-extractivistas peruanos y las ideas de los personajes de la novela de Edward Abbey permite ver que el pensamiento Neo-Ludita los ha influenciado, aunque  ellos se resistan a reconocerlo.[4]

Con la caída del muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética, se desprestigió el Marxismo. La utopía comunista resultó ser una dictadura muy semejante a la fascista, y su economía centralmente planificada se derrumbó ante el avance de la innovación en los países capitalistas. El giro de China hacia el capitalismo, con fuerte rol del Estado, y su extraordinario éxito económico reforzó el desprestigio de la ideología marxista. Hoy, el Marxismo es un símbolo de dictaduras y de atraso económico con dos íconos claros: Corea del Norte y Cuba.

Ante el fracaso del Marxismo, los grupos anti-capitalistas, marxistas y no marxistas, los grupos anti-modernidad, y los diversos rebeldes confusos, volvieron sus ojos hacia una nueva versión del Ludismo: una versión que combina elementos del marxismo con ideas de un ecologismo radical y un histórico resentimiento social. Esas corrientes están activas en Perú, influenciando fuertemente al movimiento anti-minero, canalizando marxistas frustrados, aventureros políticos locales, izquierdistas desocupados e intelectuales de menor rango. Ellos se auto-titulan pos-extractivistas.

El Terrorismo Anti-Tecnología

En 1995, el matemático americano Theodore Kaczynski, autor de una serie de atentados terroristas con cartas bombas, le exigió al New York Times y al Washington Post que publicaran su “Manifesto” en contra de la sociedad industrial, en donde planteaba la necesidad de destruir la tecnología moderna y regresar a la vida pre-industrial.[5]

El texto de Kaczynski, claro y consistente, es uno de los pronunciamientos Neo-Luditas más completos e influyentes.[6]La lectura de sus textos y la comparación con las ideas de los anti-mineros peruanos evidencia cierta convergencia evolutiva entre ambos grupos de ideas.

Para Kaczynski, las sociedades primitivas posibilitaban una experiencia de vida más acorde con la naturaleza humana (similar al Buen Vivir de los pos-extractivistas). En la párrafo 115 de su Manifesto, dice: “Entre los pueblos primitivos las cosas en que los niños son entrenados tienden a ser razonablemente en armonía con los impulsos humanos naturales. Entre los indios americanos, por ejemplo, los niños eran entrenados en actividades en el campo. Pero, en nuestra sociedad los niños son empujados a estudiar temas técnicos, lo que la mayoría hace en forma reluctante.”

En un artículo sobre el post-extractivista uruguayo Eduardo Gudynas de The Guardian (periódico inglés que influencia la izquierda latinoamericana),  se ilustra el concepto del Buen Vivir con una foto de dos niños amazónicos desnudos jugando con papagayos, dejando claro a qué tipo de pasado los post-extractivistas nos quieren llevar en el futuro.[7]

La utopía de los post-extractivistas peruanos y de los Neo-Luditas es la misma: una sociedad sin tecnología industrial. En esto coinciden Gudynas, Abbey y Kaczynski. Aún con diversos niveles de radicalidad, los tres sienten aversión ante el progreso técnico y a la manera cómo éste ha modificado la forma en que estructuran sus sociedades y sus métodos de producción en masa.

El costo humano que se genera como consecuencia de sus absurdas ideas en términos de permanencia de la pobreza y deterioro de la calidad de vida de la población rural no les interesa mucho. Son de clase media y alta, y sus ingresos no dependen de cómo le va a la población rural.

La contradicción más evidente del pensamiento de los post-extractivistas es que, sin el desarrollo industrial moderno, Gudynas no estaría publicando sus opiniones en The Guardian, ni viajando en avión (con turbinas de alta tecnología) para dar charlas en reuniones de anti-mineros en Cajamarca y Lima y no tendría celular con procesadores de última generación.

Algunos anti-mineros pueden considerar injusta la comparación de sus ideas con las de conocidos anarquistas y terroristas de los países del norte, sin embargo, una lectura cuidadosa y objetiva de los materiales producidos por ambos grupos pone en evidencia muchas coincidencias entre sus ideas. Quienes todavía tengan dudas, pueden leer todos los textos citados.

Una diferencia importante con los pos-extractivistas peruanos es que Kaczynski es revolucionario y propicia el terrorismo como método de propaganda, mientras los pos-extractivistas son, por lo general, reformistas radicales. Aunque promueven la violencia en las marchas anti-mineras, no promueven el terrorismo como estrategia política. Su actuación política combina una diversidad de métodos: la promoción de conflictos locales, la intimidación y represión de la población local vía rondas campesinas u otros elementos de poder local (ver: El cerco cognitivo de las comunidades donde operan), la realización de los actos de sabotaje a instalaciones mineras, la incidencia política en el Estado, la destrucción de la legitimidad de las empresas mineras y el adoctrinamiento de la juventud y líderes locales. Algunos ex-terroristas han encontrado en el movimiento anti-minero el lugar perfecto para canalizar su radicalismo ideológico, sus inclinaciones hacia la violencia y sus habilidades en organizar conflictos, pero ello no justifica llamarlos de terroristas.

La narrativa pos-extractivista tiene una deficiencia fundamental.

Los pos-extractivistas no pueden ofrecer una respuesta efectiva a las aspiraciones de progreso de las poblaciones rurales. Para ocultar esa deficiencia, hablan del Buen Vivir o de la Dignidad. Esas dos opciones le sugieren a la pobreza rural que su sufrimiento es un problema de actitud y no una cuestión de ingresos económicos, acceso a servicios de salud, electricidad, productividad agrícola, costos de transporte, etc.

En una reciente conferencia en Cajamarca (2015), la región más pobre del Perú, el ícono pos-extractivista Eduardo Gudynas (ver foto del evento con líderes de Patria Roja) no pudo decir nada claro ni efectivo sobre cómo abrir una ruta de progreso para la población Cajamarquina. En una conferencia que tenía por temática la transición de la sociedad actual con minería industrial hacia el pos-extractivismo (sin minería moderna), no propuso ninguna medida específica con la cual se pudiera realizar dicha esta transición. Lo único concreto que dijo fue la necesidad de oponerse a los grandes proyectos mineros, a la agro-exportación y a las hidroeléctricas.

Ese desinterés e incapacidad de los pos-extractivistas de ampliar las rutas de progreso de la población rural incrementa la responsabilidad de las corrientes pro-desarrollo, pero también ofrece una oportunidad para aislarlos socialmente.

Los pos-extractivistas solo pueden ofrecer la permanencia de la pobreza y una cultura de victimización y resentimiento.

Las corrientes pro-desarrollo pueden promover el debate público mostrando cómo la minería responsable puede generar recursos y oportunidades que dinamicen el desarrollo regional y les permitan a los niños de esas regiones tener el futuro que se merecen.

La condición para que las corrientes pro-desarrollo sean capaces de responder a las expectativas de las poblaciones de las regiones mineras del Perú es superar los enfoques asistencialistas y el pragmatismo transaccional aún presentes en las estrategias de las empresas mineras para que la minería contribuya efectivamente a dinamizar las economías locales y brindarle la posibilidad a la población rural y los sectores urbanos que visualicen un futuro mejor en relación sinérgica con la minería. Lampadia

 

[1] El pedagogo brasileño Paulo Freire, un pensador del sur, desarrolló un enfoque de alfabetización que hasta hoy influencia las universidades del norte, pero ese no es el caso de los post-extractivistas, pero este no es el caso de los post-extractivistas peruanos.

[2] Una estrategia mediática de los post-extractivistas es el adoctrinamiento de voceros locales para dar la ilusión de que sus ideas son originarias de los países en donde operan.

[3] Los luditas no entendieron que la industrialización no era solo consecuencia de las condiciones en Inglaterra sino de la naciente demanda global de telas, máquinas, insumos industriales, etc. La industrialización de China e India, y después de África, va incrementar la necesidad de la minería hacia niveles nunca antes conocidos en la historia de la humanidad. El bienestar futuro de la humanidad va requerir más minería y no menos minería como se imaginan los post-extractivistas.

[4]Otras corrientes Neo-Luditas buscan bloquear la tecnología digital y la ingeniera genética: computadores, robots, modificaciones genéticas, etc., pero ese no es el caso en Perú en donde la minería, el petróleo y las represas hidroeléctricas son los blancos preferidos de los pos-extractivistas.

[5] Kaczynski, un matemático con un IQ de genio, entre 150 y 170, redactó su Manifesto en forma muy lógica e completa. Más allá de sus ideas absurdas, es un documento de lectura entretenida.

[6] En el final del Manifesto (del §213 al §232), Kaczynski realiza una crítica aguda a la izquierda y a su ambición de poder por el poder. Por ello, sería más adecuado caracterizarlo políticamente como más próximo a los anarquistas que a la izquierda tradicional de Latino América o de los países del norte.

[7] http://www.theguardian.com/sustainable-business/blog/buen-vivir-philosophy-south-america-eduardo-gudynas