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Yo, robot

Por: Diego Macera
El Comercio, 23 de Mayo del 2023

“A diferencia de anteriores saltos tecnológicos, esta vez serían empleos profesionales los que terminarían desplazados”.

La historia real se ha perdido en el tiempo, pero cuenta la tradición que, en 1779, un trabajador británico llamado Ned Ludd destruyó dos máquinas de tejer en un arranque de ira. El cuento se esparció entre los trabajadores, de modo que, donde quiera que hubiese un sabotaje de maquinaria industrial, se decía que “Ned Ludd lo hizo”. Dos décadas más tarde, un movimiento obrero inglés opuesto al avance tecnológico que reemplazaba sus puestos de trabajo por maquinaria –y que, además, se enmarcaba en la pobreza ocasionada por las guerras napoleónicas– tomaba el nombre de ludismo. Algunos rastrean los inicios del discurso contrario a la automatización de las tareas manuales incluso hasta los inicios de la primera revolución industrial, a mediados del siglo XVIII.

El miedo a perder el empleo frente al avance tecnológico, pues, no empezó con ChatGPT, el popular ‘chatbot’ de OpenAI. Ha sido, más bien, un compañero constante de la evolución científica y de las mejoras productivas a lo largo de siglos. ¿Qué lecciones podemos sacar de los anteriores saltos tecnológicos y qué diferencias hay con el actual reto que plantean los LLM (‘modelos grandes de lenguaje’, por sus siglas en inglés) y otros de aprendizaje profundo?

Lo primero es que, si la historia rima, lo que debería esperarse es un proceso relativamente rápido de adopción tecnológica –esta vez global– que reconfigure los puestos de trabajo y a los ganadores de los próximos años. Estas disrupciones son capaces de demoler estructuras con décadas de dominancia en pocos años. Ninguna de las diez empresas más grandes cotizadas en la bolsa de valores de Nueva York, por ejemplo, estaba en esa lista hace 50 años –de hecho, la mayoría ni existía–. La masificación de los teléfonos inteligentes, por mencionar un caso emblemático, borró del mapa general la necesidad de cámaras fotográficas amateur, de reproductores de audio y otras de otros dispositivos; a la vez, sin embargo, generó un enorme ecosistema de programadores, financistas, académicos y visionarios enfocados en desarrollar la siguiente aplicación para celular revolucionaria.

Al inicio es muy difícil prever dónde estarán los siguientes trabajos luego de una gran disrupción tecnológica, pero lo usual es que estos sean de mayor productividad al tener a la máquina como complemento de la persona, no el reemplazo.

Lo segundo es que, inevitablemente, actividades de hoy resultarán obsoletas y no todos los trabajadores estarán en condiciones de adaptarse al cambio, aún con un esfuerzo serio de capacitación. En EE.UU., la evidencia del impacto negativo de la automatización (además de la migración de fábricas a países como China) sobre la población trabajadora de ciudades industriales del Medio Oeste es abundante.

En neto, los cambios tecnológicos que elevan la productividad son siempre positivos para la sociedad en su conjunto. De hecho, son nada menos que el principal motor del crecimiento económico y del desarrollo global a lo largo de los siglos. A la vez, una atención adecuada sobre la población en riesgo de vulnerabilidad por el cambio tecnológico es una política sensata. En la teoría, los beneficios que reciben los ganadores del nuevo arreglo productivo deben ser más que suficientes para compensar a los perdedores. En la práctica, implementar un acuerdo de esta naturaleza es sumamente difícil, y no siempre justo.

Finalmente, hasta dónde llegarán en los próximos años las habilidades de la inteligencia artificial es algo absolutamente imprevisible e invita a una cautela que excede por largo las preocupaciones sobre el mercado laboral. Por lo pronto, a diferencia de anteriores saltos tecnológicos, esta vez serían empleos profesionales los que terminarían desplazados: programadores, administradores, financistas, publicistas, etc. Las habilidades de los nuevos programas son impresionantes. Por otro lado, robots para tareas domésticas multifunción y de servicios –desde preparar comida hasta servir café– todavía resultan torpes y sumamente costosos. La evolución humana tiene millones de años de ventaja encima en lo que respecta a estas habilidades. Pero una inteligencia multifuncional –algo que hasta poco parecía improbable– ya no es más un escenario de la ciencia ficción.




Los chilenos, víctimas

Chile vivió la triste experiencia y pagó las consecuencias de ser un país que no pudo escapar a los intereses de las grandes potencias, que llevaron al mundo a la locura de la guerra ideológica y amenaza nuclear.

El Mercurio – Chile
Karin Ebensperger Ahrens
20 de mayo de 2023

Hace 50 años que los chilenos no nos perdonamos, acusándonos mutuamente de la llegada del marxismo al poder en 1970, dicen unos, o por el golpe militar de 1973, dicen otros. Pero los chilenos, más que culpables, fuimos víctimas. Víctimas de un mundo que estaba desquiciado por la Guerra Fría, la división Este-Oeste, la bipolaridad en la que Estados Unidos y la Unión Soviética se enfrentaban en una lucha ideológica y potencialmente nuclear, de la cual no escapaba ningún país. Las diferencias políticas que los chilenos teníamos en esa época no habrían llegado al extremo de una cuasi guerra civil y posterior golpe militar, de no haber sido Chile arrastrado a la lógica de la Guerra Fría por las grandes potencias.

Por eso, los chilenos deberíamos perdonarnos. Fuimos protagonistas involuntarios de una época en que la Tercera Guerra Mundial, que no podía disputarse directamente entre EE.UU. y la URSS por el peligro nuclear, se desarrollaba entonces en terceros países: recordemos el aplastamiento por parte de Moscú de las protestas populares en Alemania, Polonia, Hungría. La guerra de Corea. La construcción del Muro de Berlín en 1961 por el régimen marxista. La crisis de los misiles soviéticos en Cuba, en 1962. La invasión soviética a Checoslovaquia en 1968, solo dos años antes de la llegada de Salvador Allende al poder en Chile. Las revelaciones de Alexander Solzhenytsin y Boris Pasternak sobre las atrocidades cometidas en la URSS. Los efectos de la guerra de Vietnam y la obsesión norteamericana con el avance del marxismo, que llevaba a Washington a instalar gobiernos títeres en Latinoamérica y otras regiones. En resumen, era la división del mundo en áreas de influencia norteamericana y soviética, amenazadas por la bipolaridad atómica.

Chile estaba en la zona de influencia norteamericana, pero se instalaba un gobierno marxista. El país aportaba el control del paso bioceánico austral, una larga costa en el Pacífico, y posiciones insulares y antárticas de indudable valor estratégico. Por eso, la llegada de la Unidad Popular al poder tenía enormes repercusiones internacionales.

En esas circunstancias extremas que vivía el mundo asumió en 1970 Salvador Allende, con un 36,2% de los votos. Para el marxismo era la primera vez que lograba el poder sin doblegar a un pueblo por las armas sino vía elección, y por eso la ex-URSS convirtió a Allende en un símbolo. No importaba lo que pasara con los chilenos, lo interesante era demostrar que la dictadura del proletariado era irreversible a nivel mundial. La “Doctrina Brezhnev” decía que un país que entraba a la órbita socialista no podía salir voluntariamente de ella.

El presidente Allende hizo explícita esa dependencia al denominar a la URSS “nuestra hermana mayor” (discurso de Allende en el Kremlin, 6-12-1972). La revolución chilena estaba íntimamente ligada al movimiento revolucionario marxista leninista mundial, y Carlos Altamirano decía que “la cuestión básica del poder jamás se resolverá en la tribuna parlamentaria, siempre ha sido y es fruto de la lucha insurreccional” (Genaro Arriagada: “De la vía chilena a la vía insurreccional”). Fidel Castro pasó más de tres semanas en Chile en 1971 con su propia “tropa de choque” para apoyar ese propósito.

EE.UU. también tuvo responsabilidad en la extrema tensión que vivió Chile en los años 70. Su táctica era instalar regímenes antimarxistas que obedecieran las órdenes de Washington y sus intereses políticos y económicos. La gran frustración de EE.UU. fue no poder manipular a las FF.AA. de Chile, pues tenían una larga tradición a la que respondían disciplinadamente.

Y así, tal como Allende —que probablemente creía en el socialismo democrático— fue víctima de las expectativas soviéticas en la región, también la dictadura militar chilena fue víctima del enojo de Washington por su actitud independiente. Los soviéticos desvirtuaron a Allende al utilizarlo para sus propios fines de expansión mundial. Y EE.UU. castigó con sanciones económicas y militares la independencia y actitud propia de la junta militar chilena. La violación de derechos humanos sin duda fue un factor que Washington consideró, además —pero solo además—, pues solía entenderse perfectamente con muchas dictaduras sumisas a EE.UU

Que la chilena fuera la única dictadura militar latinoamericana que entregaba una economía en buena marcha y se retiraba tras perder un plebiscito era algo inédito y se valoraba en el mundo occidental. Pero que Chile se liberara en 1973 de la influencia soviética fue un golpe insoportable para la estrategia marxista, que no se perdona hasta hoy. Incluso, cuando después la URSS invadió Afganistán en 1979, el entonces líder soviético Brezhnev dijo que “no podía repetirse la pérdida del poder ocurrida en Chile” (diario Pravda, 12-1-1980). A su vez, la independencia para actuar del gobierno militar chileno en el plano nacional e internacional fue una molestia también inaceptable para la estrategia de EE.UU. de la contención, que consistía en instalar gobiernos manipulables para combatir la expansión soviética.

Chile vivió la triste experiencia y pagó las consecuencias de ser un país que no pudo escapar a los intereses de las grandes potencias, que llevaron al mundo a la locura de la guerra ideológica y amenaza nuclear. A pesar de nuestras propias divisiones, falencias, ideologismos y disputas políticas, Chile y los chilenos también fuimos víctimas. Por eso, tratemos de mirar el futuro respetándonos más en nuestras legítimas diferencias. Lampadia




Bob Lucas, un gigante de la macroeconomía

Por: Iván Alonso
El Comercio, 19 de Mayo del 2023

“Las reglas fiscales y la independencia de los bancos centrales en las principales economías del mundo son parte de su legado”.

La crisis financiera internacional que comenzó en el 2008 revivió las ideas de John Maynard Keynes, el famoso economista británico que recomendaba un aumento del gasto público para sacar a la economía mundial de la Gran Depresión de los años 30 del siglo pasado. El keynesianismo, sin embargo, no murió porque hubiera triunfado. Al contrario: no solo no terminó inmediatamente, como prometía, con la Gran Depresión, sino que dejó una estela de irresponsabilidad fiscal y monetaria que desembocó en la “estanflación” (estancamiento con inflación) de los años 70.

Robert Lucas, quien acaba de morir a la edad de 85 años en Chicago, la Ciudad Luz de la economía, fue una de las figuras descollantes que nos dio una comprensión distinta del funcionamiento de la economía y de la efectividad de las políticas macroeconómicas. Si el gobierno gastaba más, alguien tenía que gastar menos, porque los recursos de un país no son ilimitados. Alguien, de hecho, va a gastar menos en el futuro si ponemos a los desempleados de hoy a producir cosas de escaso valor para el resto de la sociedad. Hay en las crisis económicas una razón más profunda, que obedece a decisiones individuales y que al gobierno –a cualquier gobierno– le es muy difícil modificar.

Algunas de esas decisiones –aceptar o no un trabajo al sueldo que se ofrece, por ejemplo– dependen de las expectativas de la gente sobre el curso futuro de la economía. ¿Subirán los sueldos si uno espera? ¿Habrá otras ofertas similares o, tal vez, mejores? Una cuestión crítica, en consecuencia, es cómo se forman esas expectativas. Lucas fue el abanderado de las “expectativas racionales”, un enfoque que se suele desdeñar como producto de la fantasía, pero que no es más que un esfuerzo por desarrollar de manera coherente las ramificaciones de la política gubernamental. ¿Cómo reaccionaría una persona racional, con pleno conocimiento del funcionamiento de la economía, si el gobierno aumentara el gasto público o expandiera el crédito? ¿Podemos esperar resultados muy distintos en este mundo poblado por gente no tan racional ni, mucho menos, omnisciente?

Lucas saltó a la fama en 1976 con una crítica del uso de modelos econométricos (grandes grupos de ecuaciones calculadas con métodos estadísticos) para proyectar los resultados de las políticas gubernamentales. Los economistas usaban alegremente sus modelos para predecir lo que iba a pasar con la producción, con el empleo, con la inflación cuando el gobierno hiciera una reforma. Y con frecuencia patinaban porque no se daban cuenta de que la reforma podía alterar la forma como la gente entendía la economía. Su reacción, por lo tanto, podía ser muy distinta a la que esperaban las autoridades.

La crítica de Lucas dirigió la atención de los economistas hacia el “cambio de régimen” como la manera más certera de resolver los problemas crónicos de la macroeconomía, como la inflación: convencer a la gente de que el gobierno no incurrirá en déficits fiscales; amarrarle a este las manos, si es necesario, para que no se financie imprimiendo más billetes. Las reglas fiscales y la independencia de los bancos centrales en las principales economías del mundo son parte de su legado.




La mugre de la ideología llega a The Economist

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

The Economist titula muy bien su artículo sobre el desarrollo político de América Latina, pero desbarra en su análisis y sus calificaciones.

“El experimento de izquierda de América Latina es una advertencia para el mundo. La región tiene algunos de los políticos más izquierdistas del planeta. Y están asustando a los inversores”.

Veamos el comentario de The Economist sobre el Perú:

“En Perú, Pedro Castillo, un izquierdista elegido como presidente en 2021, fue expulsado de su cargo por su gabinete después de que intentó cerrar el Congreso antes de que pudiera ser destituido. (Varios líderes de izquierda, como López Obrador y Petro, simpatizaron con Castillo y argumentan que es víctima de un golpe de estado). Desde entonces, se ha producido el caos, con la mayoría de los peruanos clamando por una nueva constitución.

Un comentario de The Economist que es una vergüenza para su tradición de rigurosidad. Castillo dio un golpe de estado, posteriormente el Congreso lo vacó y solo una minoría de peruanos ‘clama’ por una nueva constitución. Y después de unas semanas de desorden, donde la mayoría de los peruanos no quisieron sumar sus frustraciones a alimentar el caos, el país está bastante tranquilo y preocupado sobre como recuperar el camino de la prosperidad. Algo que, por supuesto, no menciona The Economist.

“Si estos políticos de izquierda fracasan, podría avivar aún más la desigualdad y el descontento. En Chile, Boric llegó al poder después de protestas enormes, y en ocasiones [¿en ocasiones???] violentas, en 2019. Estas fueron alimentadas en parte por la consternación ante la percepción de que, aunque el PIB había crecido en las últimas décadas, había beneficiado a las élites en lugar de a la gente común. [Claramente demostrado como una narrativa falsa]. En realidad, la proporción de quienes vivían con menos de $3,25 al día (a precios de paridad del poder adquisitivo de 2017) había caído del 36 % en 2000 al 11 % en 2020, y el coeficiente de Gini de 55 a 44.

(…)

Y si son eliminados, sus reemplazos podrían ser peores. Las recientes elecciones constitucionales en Chile fueron ganadas por el partido de José Antonio Kast, un político ultraconservador que se postuló contra Boric en 2021. Kast es admirador de Augusto Pinochet, el ex dictador de Chile. Apela al creciente temor de los chilenos a la delincuencia. De manera similar, en Argentina, Javier Milei, un ultraderechista libertario, está ganando popularidad por sus puntos de vista extremos. Si los nuevos izquierdistas pierden apoyo, hay muchos populistas de diferentes tendencias políticas esperando para llevarse sus votos.

Un sesgo ‘ultraizquierdista’ extremo de The Economist para referirse a América Latina. Una vergüenza. ¿Debemos desconfiar de todas las publicaciones de esta, un día, muy seria revista?

Un péndulo polarizador
El experimento de izquierda de América Latina es una advertencia para el mundo

La región tiene algunos de los políticos más izquierdistas del planeta. Y están asustando a los inversores.

The Economist
18 de mayo de 2023
SANTIAGO Y SÃO PAULO
TRADUCIDO Y GLOSADO POR LAMPADIA

Durante el año pasado, más o menos, la mayoría de los latinoamericanos acudieron a una cabina de votación y pusieron su marca junto a los candidatos que más representan el cambio.

Como resultado, los presidentes de izquierda han llegado al poder en Brasil, Chile y Colombia. Se unen a una franja de izquierdistas establecidos en Argentina, Bolivia, México y Perú, y a la izquierda autocrática en Cuba, Nicaragua y Venezuela.

En América Latina, 12 de 19 países ahora están dirigidos por gobiernos de izquierda. Representan el 92% de la población de la región y el 90% de su pib. Este grupo es un grupo diverso. Y, sin embargo, todos prometen grandes resultados. ¿Pueden entregar?

A medida que el mundo avanza hacia una mayor intervención estatal, el experimento de América Latina ofrece varias lecciones de advertencia.

La región ha tendido a inclinarse hacia la izquierda en las últimas décadas. Bajo la llamada marea rosa de alrededor de 1998 a 2015, gran parte fue liderada por una mezcla de demócratas y demagogos de izquierda.

Las generosas dádivas sociales y las políticas redistribucionistas fueron respaldadas por un auge de las materias primas. Hugo Chávez, el presidente autocrático de izquierda de Venezuela de 1999 a 2013, tuvo la bravuconería —impulsado por los abundantes ingresos del petróleo— de darle a Barack Obama, entonces presidente de los Estados Unidos, una copia de “Las venas abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano. en 2009. El libro de Galeano, publicado por primera vez en 1973, critica la intervención en la región por parte de Estados Unidos e instituciones como el fmi, junto con “comerciantes, banqueros, infantes de marina, tecnócratas, boinas verdes, embajadores y capitanes de la industria”. Se convirtió en un éxito de ventas.

Ahora el giro a la izquierda está impulsado por la sensación de que la región se ha quedado atrás. El auge de las materias primas se ha desvanecido y el crecimiento económico se ha estancado.

Según el banco Goldman Sachs, el crecimiento anual del pib en al 7 (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México y Perú) promedió 3,4% entre 2011 y 2013 y solo 0,9% entre 2013 y 2019. Este año Goldman Sachs calcula que será del 1%. En comparación, el fmi prevé que Asia oriental crecerá un 4,3 % este año. Durante la última década, el pib per cápita en América Latina se ha mantenido estable en términos reales.

La desigualdad sigue siendo obstinadamente alta. “Esto es lo que caracteriza a América Latina”, dice Carolina Tohá, ministra del Interior de Chile. “Ha logrado democracias con niveles de desigualdad que nunca hubieran sido posibles en Europa”.

Al ser encuestados, muchos en la región dicen que les sigue gustando la globalización. En Brasil, Colombia, Perú y México, la mayoría de los encuestados en una encuesta reciente realizada por Ipsos Mori, una encuestadora, dice que ha beneficiado a su país. Aun así, los votantes se están volviendo menos partidarios de la democracia. Este es particularmente el caso entre los jóvenes. Los que tienen entre 16 y 40 años son más propensos que sus mayores a pensar que no hay diferencia entre un sistema democrático y uno autoritario, según Latinobarómetro, una encuesta regional. En 2021, Colombia, Perú, Brasil y Chile obtuvieron los puntajes más altos en el índice “System is Broken” de Ipsos, que se basa en declaraciones de los encuestados como “necesitamos un líder fuerte que esté dispuesto a romper las reglas”. México y Argentina también estuvieron por encima del promedio mundial.

Un resultado de esta desilusión del bajo crecimiento con las normas democráticas es un giro hacia la derecha. En El Salvador Nayib Bukele, un caudillo moderno quién ha encerrado al 2% de la población adulta en el último año para acabar con el crimen, es inmensamente popular. Antes del reciente giro a la izquierda de Brasil, Jair Bolsonaro, un populista de derecha, fue presidente de 2019 a 2022. Bolsonaro perdió las elecciones ante Luiz Inácio Lula da Silva, un izquierdista que anteriormente estuvo en el cargo de 2003 a 2010, con solo 1,8 puntos porcentuales entre ellos. Todavía tiene muchos partidarios que piensan que Lula (como se le conoce) robó las elecciones. En Chile, una elección reciente de un organismo para reescribir la constitución, una idea apoyada por Gabriel Boric, el socialdemócrata de 37 años que llegó al poder el año pasado, estuvo dominada por un partido de extrema derecha. Pero, aunque el péndulo político oscile de un lado a otro, por ahora parece que la izquierda está ganando.

¿Qué quieren hacer estos gobiernos de izquierda?

En términos generales, quieren un gobierno más grande, con más empresas estatales, mayor gasto y un mayor grado de intervención en el mercado. Todos quieren reducir la desigualdad a través de impuestos más altos para los ricos, sistemas de bienestar más grandes y más atención médica financiada por el estado. A diferencia de la marea rosa anterior, la protección del medio ambiente es un área en la que estos izquierdistas recientemente elegidos tienden a estar de acuerdo en que se necesita hacer mucho más. El consenso de izquierda también se está volviendo más proteccionista y más decidido a detener la explotación extranjera de recursos verdes, como el litio.

(…)

Para financiar un mayor gasto social, América Latina necesita un mayor crecimiento. Hay pocas señales de que se levante. La inversión, uno de los motores del aumento de los niveles de vida, es tibia. Durante las últimas tres décadas, la participación de la región en los flujos mundiales de inversión extranjera directa ha disminuido (ver gráfico 1). La burocracia, las políticas inconsistentes y la política volátil desaniman a los inversores, aunque no a todos: en 2021, las empresas chinas invirtieron $ 6 mil millones en Brasil, la mayor cantidad desde 2017, según el consejo empresarial China-Brasil.

A los flujos de cartera les ha ido un poco mejor recientemente, ya que los inversores buscan otras oportunidades fuera de Europa del Este o China. Pero, aun así, no es el caso “que América Latina esté brillando intensamente”, dice Alberto Ramos de Goldman Sachs. “Más bien: la oscuridad que lo rodea lo convierte en una oportunidad más interesante”. Según el Instituto de Finanzas Internacionales (iif), una asociación comercial estadounidense, la inversión de cartera de no residentes en la región aumentó del 20% al 25% de todos los flujos de cartera totales a los mercados emergentes en 2020-23, del 15% al 20 % en 2016-19. Eso puede explicarse en parte por un alejamiento de China junto con un repunte en los precios de las materias primas debido a la guerra en Ucrania, dice Martín Castellano del iif… Pero aún está por debajo de la proporción entre 2010 y 2015, del 30 % al 40 % durante el auge de las materias primas.

Un peligro es que haya una explosión financiera. Los diferenciales de riesgo de la deuda en la región son generalmente tolerables. Pero en algunos casos han aumentado y, en general, son ligeramente más altos que en los mercados emergentes de Asia (ver gráfico 2). Colombia claramente ha empeorado, mientras que Brasil está más alto de lo que solía ser. El conservadurismo fiscal de López Obrador ha ganado el cariño del país entre los inversionistas, particularmente en contraste con Brasil. Ayuda que México también esté cerca de los Estados Unidos y, por lo tanto, esté bien ubicado para la “recogida de amigos” de los empleos manufactureros en los Estados Unidos. Aun así, muchos analistas sospechan que México no se está beneficiando tanto como lo haría si López Obrador no hubiera comenzado su mandato bloqueando varias grandes inversiones. En Chile, los inversionistas locales son cautelosos: desde 2019 los chilenos, que tendían a invertir en casa.

Otro peligro es que las agendas de tendencia izquierdista puedan transformarse en luchas constitucionales, especialmente si están alimentadas por la desconfianza pública en el statu quo. En el caso más extremo, en Venezuela, Nicolás Maduro, el sucesor elegido a dedo por Chávez, ha pisoteado las instituciones democráticas. Casi 7 millones de ciudadanos han votado con los pies; los que se han quedado tienen cada vez más probabilidades de estar desilusionados con la democracia. En Perú, Pedro Castillo, un izquierdista elegido como presidente en 2021, fue expulsado de su cargo por su gabinete después de que intentó cerrar el Congreso antes de que pudiera ser destituido. (Varios líderes de izquierda, como López Obrador y Petro, simpatizaron con Castillo y argumentan que es víctima de un golpe de estado). Desde entonces, se ha producido el caos, con la mayoría de los peruanos clamando por una nueva constitución. [Un comentario de The Economist que es una vergüenza para su tradición de rigurosidad. Castillo dio un golpe de estado, posteriormente el Congreso lo vacó y solo una minoría de peruanos ‘clama’ por una nueva constitución].

De manera similar, tanto Petro como López Obrador muestran signos preocupantes de autoritarismo. Rafael Correa, un expresidente de izquierda de Ecuador, puede estar en el exilio, pero su partido ayudó a provocar una crisis constitucional allí.

Si estos políticos de izquierda fracasan, podría avivar aún más la desigualdad y el descontento. En Chile, Boric llegó al poder después de protestas enormes, y en ocasiones [¿en ocasiones???] violentas, en 2019. Estas fueron alimentadas en parte por la consternación ante la percepción de que, aunque el PIB había crecido en las últimas décadas, había beneficiado a las élites en lugar de a la gente común. [Claramente demostrado como una narrativa falsa] En realidad, la proporción de quienes vivían con menos de $3,25 al día (a precios de paridad del poder adquisitivo de 2017) había caído del 36 % en 2000 al 11 % en 2020, y el coeficiente de Gini de 55 a 44.

Y si son eliminados, sus reemplazos podrían ser peores. Las recientes elecciones constitucionales en Chile fueron ganadas por el partido de José Antonio Kast, un político ultraconservador que se postuló contra Boric en 2021. Kast es admirador de Augusto Pinochet, el ex dictador de Chile. Apela al creciente temor de los chilenos a la delincuencia. De manera similar, en Argentina, Javier Milei, un ultraderechista libertario, está ganando popularidad por sus puntos de vista extremos. Si los nuevos izquierdistas pierden apoyo, hay muchos populistas de diferentes tendencias políticas esperando para llevarse sus votos. [Un sesgo ‘ultraizquierdista’ extremo de The Economist para referirse a América Latina. Una vergüenza. ¿Debemos desconfiar de todas las publicaciones de esta, un día, muy seria revista?] Lampadia




Ni retroexcavadora ni aplanadora

Los opinólogos chilenos serios van perfilando un lenguaje incluyente que marque el espíritu de la nueva constitución que debe diseñar el Consejo Constitucional. Incluyente, no por asumir el lenguaje progresista que sigue ensuciando los debates políticos, sino por pretender albergar a todos los ciudadanos, discriminaciones políticas.

Lean el importante artículo de Varela al respecto.

Fundación para el Progreso – Chile
Gerardo Varela
Publicado en El Mercurio
13.05.2023

Que agradable es un triunfo de la derecha. En la noche, sus líderes llaman a la humildad y la izquierda a que no se repitan sus errores. La gente celebra con banderas chilenas, no hay saqueos ni violencia y al día siguiente nos levantamos a trabajar y retomamos nuestra vida normal. ¡Que contraste!

  • Con Bachelet que cuando ganó señalaba «cuando la izquierda sale a la calle la derecha tiembla» o
  • Con Boric que invitaba a transformar Chile en la tumba del neoliberalismo o
  • Quintana usando la metáfora de la retroexcavadora para referirse al programa de gobierno.

Los chilenos quieren que nadie tiemble ni en su casa ni en la calle ni por lo que piensa ni por lo que dice.

Chile necesita menos amenazas y menos ideología para retomar su senda de progreso. Una sociedad libre se construye con las armas de la democracia: el diálogo y el voto, y un país se desarrolla con esfuerzo, inversión y trabajo. La Constitución debe asegurar ambos.

La izquierda tuvo la oportunidad de hacer una constitución para todos, pero la hizo para ella y perdió. Hoy la derecha puede hacer una constitución para Chile y no debe caer en el error de hacerla para ella.

En nuestro país habitan el profesor Silva y su hermano cineasta y en la Constitución deben caber los 2; el humilde y serio profesor de derecha con el talentoso y poco hermanable cineasta de izquierda.

Para eso, es mejor una Constitución que diga menos y no más y que el Congreso zanje temas controvertidos sin dejarlos inamovibles en la constitución.

La paridad, el matrimonio gay o el aborto es mejor tratarlas en la ley y no en la Constitución. La Constitución de EEUU – la más exitosa de la historia- permanece silente sobre estos temas. La izquierda -a partir de Roe vs Wade– logró meter al aborto en la Constitución forzándolo en el derecho a la intimidad y sustrayéndolo del debate democrático, pero recientemente la Corte Suprema lo sacó revocando ese fallo y lo devolvió a los congresos estatales, para que se resuelva democráticamente. Yo soy anti aborto y anti pena de muerte, pero pueden y deben discutirse en el Congreso.

Dos elecciones confirman que Chile no es de extrema izquierda y que los chilenos no quieren refundar ni demoler nada, sino que quieren progresar en paz. El voto obligatorio ha mostrado el Chile real. Por cada octubrista que salió a quemar y robar, había el doble que querían salir a estudiar o trabajar y por cada octubrista que pedía el fin del neoliberalismo había el doble que querían disfrutar de él. Es hora de usar la maquinaria pesada para construir no para destruir; es hora de ser más sobrios en el lenguaje, más templados en las opiniones y más humildes en los objetivos. Chile con el voto obligatorio ha mostrado un camino de mesura y moderación y sus líderes deben seguirlo.

El desafío no es refundacional, sino que modernizador. Chile quiere que el Estado deje de crecer y empiece a mejorar. Que el ejecutivo administre con eficiencia y responsabilidad; que el Congreso legisle pensando en el bien común, no en la próxima elección; que el Poder Judicial aplique la ley y no haga política y que el Banco Central cuide el valor de nuestros sueldos y ahorros.

Queremos que la Constitución reconozca nuestros derechos a la vida, la libertad y la propiedad y a desarrollar nuestros proyectos vitales de la forma que elijamos.

No queremos una constitución que nos diga como ser felices ni que permita que los políticos se metan en todos los aspectos de nuestras vidas.

No queremos que una constitución sirva para exigirle al resto que financie nuestras necesidades, sino una que garantice que podremos disfrutar del fruto de nuestro esfuerzo.

Los chilenos quieren libertad, para elegir el colegio que eduque sus hijos, el doctor que sane sus heridas y el dios al que encomienden su alma. Quieren igualdad en dignidad y derechos sin privilegios ni preferencias. Quieren que el estado cuide el medio ambiente compatibilizándolo con el humanismo y el desarrollo.

Chile quiere una Constitución hecha desde la tolerancia no del odio, desde la paz no de la violencia y desde la generosidad no del resentimiento. Queremos una Constitución inclusiva, moderna y libertaria, no una excluyente, retrógrada y sectaria. Esa ya la rechazamos y no queremos repetir la experiencia. Lampadia




Desmintiendo mitos

Por: Patricia Teullet
Perú21, 15 de Mayo del 2023

“Cuando las personas han asumido información como verdadera, tenderán a bloquear, incluso sin ser conscientes, la nueva información que se les alcanza si es que esta contradice la idea preconcebida”.

Muchas veces nos preguntamos por qué es tan difícil hacer que alguien, una vez que tiene una idea determinada, cambie de opinión. Un ejemplo son las propuestas para convocar a una Asamblea Constituyente para cambiar el capítulo económico de la Constitución de 1993 porque, entre otras, esta incentiva la inversión privada y da al Estado un rol subsidiario o da el mismo tratamiento a la inversión nacional y extranjera. Quienes plantean los cambios proponen, por ejemplo, una mayor intervención empresarial del Estado.

Encontré un “manual para desmentir” ideas erróneas o mitos tomados como ciertos, incluso a pesar de la evidencia en contra de ellos: The Debunking Handbook. Explica que, cuando las personas han asumido información como verdadera, tenderán a bloquear, incluso sin ser conscientes, la nueva información que se les alcanza si es que esta contradice la idea preconcebida. Otra razón es que, para continuar informándose, las personas escogerán fuentes que ratifiquen sus propias ideas e ignorarán las que vayan en contra.

Advierten los autores del manual, John Cook y Stefan Lewandowsky, que, cuando haya intención de hacer un desmentido, se debe tener cuidado al enunciar la idea errónea, pues, al repetirla, puede haber un efecto de reafirmación de la misma.

Para lograr desmentir un mito proponen: primero, focalizarse en los hechos que se quieren comunicar (en nuestro ejemplo, el capítulo económico de la Constitución actual ha sido y es bueno para el país). Segundo, una vez establecido este hecho (gracias a la Constitución se ha atraído la inversión, causado crecimiento y reducido la pobreza), debemos resaltarlo de manera sencilla, idealmente ayudados por gráficos (hay muchos de donde escoger que demuestran la mejora de la economía). Luego se debe advertir sobre la desinformación que se va a citar y, recién en ese momento mencionar, cuál es esta información equivocada (hace falta cambiar el capítulo económico de la Constitución) y las razones por las que está equivocada (en nuestro ejemplo, podría ser la falta de inversión privada y reducción del crecimiento y empleo de calidad, o los déficits e hiperinflación al amparo de otro capítulo económico).

Hay esfuerzos, como el de Lampadia, el IPE o, más recientemente, el de Miguel Palomino con artículos llenos de ejemplos y muy fáciles de entender, pero hace falta más.

Estamos admirados por el resultado de las últimas elecciones en Chile. Pues no ha sido gratis: aunque los malos resultados de Gabriel Boric contribuyeron, ha habido, además, esfuerzo (y financiamiento) para lograrlo.




“Pucha, o sea, no me digas “caviar”, oye”

Por: Aldo Mariátegui
Perú21, 16 de Mayo del 2023

“Están por perder la Defensoría del Pueblo. Su reducto principal ahora es la Junta Nacional de Justicia’’.

Examinemos hoy las distintas respuestas de los caviares cuando les dicen “caviares”.

1) Muchos de estos responden que no saben qué significa y se hacen así los cojudos, cuando conocen perfectamente que ese término se refiere a una argolla “progre” de abogados, científicos sociales y otros egresados básicamente de la PUCP, oenegeros, artistas, catedráticos, intelectualoides, opinólogos, consultores, “niños bien” (que ahora ya están “tíos”) que jugaron a la izquierda, etcétera, que ha capturado la academia y gran parte de la prensa y del Estado (aunque allí están en retroceso).

Ya no controlan el TC ni la Fiscalía, han retrocedido bastante en el Poder Judicial y en algunos ministerios que eran sus feudos y sus mamaderas, como Justicia, PCM, Educación, RR.EE., Salud, Cultura, Mujer e Inclusión. Están por perder la Defensoría del Pueblo. Su reducto principal ahora es la Junta Nacional de Justicia.

2) Otros enumeran una serie de virtudes (que son los paladines de la democracia, los héroes que luchan contra la corrupción, los guardianes de los derechos humanos, los reyes de la inclusión social, los únicos cultos y civilizados del país, los defensores de las mujeres y gays, bla-bla-blá por el estilo), para finalizar afirmando que si todo eso significa caviar, entonces, ellos lo son. 3) Otros simplemente descalifican el vocablo como un invento de fujimoristas o ignorantes o brutos.

Pero todos ellos están abrumados por el éxito y la popularización de la expresión (que ya cruzó fronteras y está comenzando a usarse en España y otros países, a pesar de que su origen es francés y algo añejo. Al Perú lo importó Herbert Mujica), que les apabulla y desmoraliza (sino, lean la columna del huachafo de Jorge “Lacan Foucault” Bruce ayer en LR). Para defenderse, contratacaron con “DBA”, sin que cínicamente les importe que eso fue inventado por un coleguita (que no es AAR, como miente RMP) que en los 90 fue un fujimorista de las filas del… ¡“Chapulín” Calmell del Solar!




El vaivén Latinoamericano

Jaime Spak
Para Lampadia

En el Perú estamos viviendo una tensa calma política.

¿La gente ya dejó de preguntarse que vendrá después de este gobierno?

Será porque ya se convenció que el gobierno de Dina Boluarte se quedará hasta el año 2026.

Pero, así como nos hacemos la pregunta sobre el futuro del Perú, si volteamos la mirada a los otros países de Latinoamérica, vemos que las cosas no son tan diferentes.

¿Por qué una región con tantos recursos sigue en el tercer mundo, no podemos crecer adecuadamente y resolver los problemas más importantes en cada país?

Creo que la gran mayoría de países de este continente viven en un péndulo político constante.

No importa de qué tendencia es el gobierno de cada país, la gran mayoría gira en torno a lo opuesto, pasan de derecha a izquierda y al revés.

Si echamos una mirada a nuestros vecinos vemos que a pesar que indiquen que Sudamérica está girando a la izquierda, la verdad es que es una situación que no durará mucho tiempo.

¿Y por qué sucede esto?

Pues cada gobierno que ingresa al poder trata de desandar lo bueno que haya podido hacer el anterior.

Si nos damos una vuelta por nuestros vecinos podemos sacar alguna conclusión.

  • En Chile el joven de 37 años Gabriel Boric, un izquierdista radical asumió la presidencia en marzo del año pasado y seis meses después, se realizó el plebiscito para aprobar una nueva constitución.

Fue rechazado por el 64% de la población.

A pesar de ello insistió en que había que reformar la constitución e hicieron una nueva elección para convocar a 50 personas para que redacte una constitución que reemplace a la que se aprobó en 1980 en época de Pinochet.

La victoria abrumadora de la derecha seguramente hará que la nueva constitución sea tan o más liberal que la actual.
No nos sorprendería que luego del gobierno de Boric, se elija a alguien que sea de la oposición.

  • En Argentina luego del nefasto gobierno de Cristina Kirchner, el nuevo presidente del mismo grupo Alberto Fernández, tendrá que dejar el mando en diciembre de este año y seguramente algún candidato de centro o de derecha será el ganador.
  • En Brasil luego de un gobierno de Derecha de Bolsonaro, ahora está gobernando el dos veces antes presidente Lula Da Silva, el político más hábil de aquel país, quien indicó que al gobierno hay que manejarlo como tocando el violín, se agarra con la izquierda y se toca con la derecha.
  • Colombia, un país con una tradición democrática de larga data ahora es dirigida por un ex militante de la guerrilla del M19 que aún no cumple un año en el gobierno.

Me hace recordar los primeros meses del gobierno de Castillo, se puede ver en los mítines carteles de “No más Petro” y ahora está atravesando una gran crisis política que ha tenido que hacer un cambio radical de gabinete.

A los colombianos no les gustan los presidentes bronqueros.

Su negativa a reconocer al gobierno de Boluarte, ha llevado al retiro del embajador de Perú en el vecino país.

  • En Bolivia luego de la caída de Evo Morales, asumió la presidencia Jeanine Añez, y ahora regresó el partido de Evo con su delfín Luis Arce y la pobre señora Añez la acaban de condenar a 10 años de prisión por incumplir la constitución ¡¿?!!!
  • Quién sabe los países más estables en la región están en la parte sur del hemisferio, tanto Uruguay como Paraguay, que acaba de elegir a Santiago Peña para continuar con la hegemonía del partido colorado.
  • Ecuador también está pasando por una etapa muy complicada.

El presidente Lasso, una persona de una gran fortuna, está ejerciendo el poder, y si progresa el juicio político que acaba de aprobar el congreso impulsado por los simpatizantes del anterior presidente Correa, esto puede generar en el cierre del congreso de su parte o la destitución de Lasso.

  • La crisis de la dictadura venezolana ha generado la más grande diáspora.

Más de 7 millones de habitantes han tenido que abandonar el país.

Dicen que ahora en Venezuela ya se puede caminar tranquilo, porque han exportado a todos los delincuentes.

Nuestro continente no puede crecer porque los gobiernos no ejercen el poder para beneficio de las grandes mayorías, sino para beneficio propio.

Y las personas más lúcidas y decentes no desean ingresar a la política porque acaban chamuscados.

El vaivén de la política es lo que caracteriza a la mayoría de los países de esta parte del continente.

Los que logran llegar al poder son los que tienen en su conciencia la frase que la “política es el arte de ocultar las verdaderas intenciones”.

Una vez que acceden al poder hacen todo lo contrario de lo que ofrecieron.

Así es imposible que nuestra región crezca en beneficio de sus pobladores y seguiremos en una especie de montaña rusa institucional.

Lampadia




La élite se desconectó de la realidad de la mayoría

Axel Kaiser
Presidente de la Fundación para el Progreso
Entrevista de Ricardo León, El Comercio
14 de mayo, 2023

Con la elección del Consejo Constitucional, que estará dominado por la derecha, “se sofoca definitivamente la revolución de izquierda en Chile”, opina Axel Kaiser, una de las figuras liberales chilenas más mediáticas.

La victoria apabullante del Partido Republicano en la elección del Consejo Constitucional no fue una sorpresa, no tanto para el gobierno izquierdista de Gabriel Boric, sino para los seguidores de José Antonio Kast, líder de la derecha conservadora chilena. Axel Kaiser, una de las figuras liberales chilenas más mediáticas, autor de diversos libros sobre la materia, brinda una lectura sobre estos resultados.

— ¿Cómo asumir los resultados del domingo pasado?

Esto es una paliza dada desde la derecha a la centro derecha pero, sobre todo, a la centroizquierda, que se quedó con ningún representante, y a la izquierda de Gabriel Boric, que sacó una minoría que no le permite ni siquiera bloquear la propuesta de Constitución que haga la derecha. Van hacer mucho ruido, van a tratar de sabotearla y es obvio que toda la izquierda va a votar en contra de la nueva Constitución.

— ¿Cómo se entiende que, tan poco tiempo después de las protestas masivas que pedían cambios en la Constitución, tengamos este escenario?

Para que los republicanos hayan sacado ese nivel de votos tuvo que haber un cambio en el clima de opinión muy importante. Había que correr el eje del debate hacia ideas sobre libertad económica, sobre el orden público y la seguridad, el control de la migración. Se hizo un trabajo muy activo, incluso antes de que estuviera tan presente la figura de José Antonio Kast. Querían hacer un país básicamente socialista; entonces eso movilizó a mucha gente, desde la centroizquierda hasta la centroderecha y la derecha, y con eso logramos el rechazo. Lo que ocurrió el domingo pasado es que, finalmente, se sofoca definitivamente la revolución de izquierda en Chile, le cierran las puertas ya de manera total, al menos por un buen tiempo.

José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, lidera el debate en Chile. (Foto: EFE).

— El presidente Boric, asumiendo la derrota, pidió a los republicanos “no cometer los mismos errores” que los que tuvo la izquierda. Es decir, no polarizar el plan de una nueva Carta Magna. ¿La derecha entiende que hay ese riesgo?

Lo está diciendo por una cuestión táctica, porque nunca van a aceptar una Constitución que salga de allí. En una posición un poco incómoda, porque van a estar entre la constitución controlada por la gente de José Antonio Kast y la que ellos consideran que es la Constitución de Pinochet, que es la que es vigente hoy en día. Van a boicotear esta instancia, pero están haciendo como que van a comportarse a la altura del desafío.

— Los grandes derrotados son, en realidad, la centroderecha y la centroizquierda. ¿Estamos viviendo el fin del centrismo en Latinoamérica?

¿Cuál es el problema del centrismo? Que carece de ideas propias. El centrismo, por definición, es la posición media entre dos extremos. El centro se tiene que mover porque no tiene peso específico, no tiene principios propios que son claros y que se pueden defender. Entonces en Chile la hegemonía cultural, es decir, el conjunto de ideas que predominan en el debate público, se corrió muy hacia la izquierda y todo el centro se fue hacia la izquierda. Y como se fue todo el centro hacia la izquierda, toda la derecha o centroderecha de Chile, más la centroizquierda, se movieron hacia la izquierda radical que controló el debate. Entonces dejaron un espacio gigantesco hacia la derecha y es ahí donde entran el Partido Republicano y José Antonio Kast. Ellos emergen como resultado del abandono que la centroderecha hace de principios, de ideas que son tradicionales del sector.

— Con el fin del centro hay otro problema: el populismo de ambos lados. Gloria Álvarez, figura liberal guatemalteca, decía: “La libertad siempre es la más sacrificada porque la izquierda la ha mutilado en cuestiones económicas, y la derecha la ha mutilado de libertades individuales”. ¿Coincide con ella?

Históricamente, uno podría decir que el conservadurismo es más asociado a la derecha, por supuesto, pero no solo a la derecha, ojo. Pero en el escenario actual, yo no veo que la derecha conservadora haya mutilado libertades individuales de manera relevante. Sí podría ser parte del debate democrático una restricción del aborto más estricta, pero eso no es limitar libertades individuales, porque incluso dentro del mundo liberal hay gente que se opone al aborto. Es una discusión más compleja. La ciudadanía que votó por los republicanos ahora no votó porque le importa demasiado el tema del matrimonio homosexual; votó porque quiere es que no la estén asesinando en las calles, que el narcotráfico no tome los barrios donde vive, y porque quiere trabajo.

El presidente chileno Gabriel Boric llamó a sus rivales de la derecha a “no cometer los mismos errores” que en el anterior proceso constituyente. (Foto: AFP).

— Las protestas del 2019 las protagonizaron los jóvenes. ¿Quiénes han votado ahora por Kast?

Votaron todos, pero donde más apoyo sacó fue entre la gente más pobre de Chile y que es la que vive, obviamente con los estragos del narcotráfico, la delincuencia, la criminalidad, la inmigración descontrolada. Y los candidatos del gobierno de la izquierda sacaron más apoyo a los sectores más acomodados. En Chile la élite, tanto la centroderecha como la centroizquierda, se desconectó de la realidad de la mayoría.

— ¿Por qué el liberalismo recién parece estar queriendo pelear la batalla cultural en estos últimos años, y con gente joven?

Estaban demasiado cómodos, muy acostumbrados a ganar dinero en países que ya habían hecho una transición a la democracia y que tenían un sistema económico que funcionaba, como Perú y Chile hace un par de décadas. Sintieron que todo estaba resuelto. Dar esta pelea implica costos; antes no tenían la energía, la claridad intelectual. Dejaron que la hegemonía cultural la capturara la izquierda. El cambio que se está viendo tiene mucho que ver con la emergencia de figuras nuevas. Lampadia




“El mundo emergente y popular y la ‘derecha’ peruana”

Por: Iván Arenas
Perú21, 12 de Mayo del 2023

“Ha surgido una nueva clase media que a falta de representación política en los partidos de hoy, vota por la opción más cercana a sus intereses y aspiraciones…”.

El último triunfo de Kast y del Partido Republicano para la elección del Consejo Constitucional en Chile se expande por la región, y en las tiendas de la izquierda y la derecha peruana se empiezan a hacer análisis y cálculos. Una de las preguntas recurrentes entonces es por qué gana Kast de manera holgada en un país que hasta ayer nomás eligió a Boric de presidente.

No obstante de diversas aproximaciones, para el suscrito, el triunfo de Kast y el Partido Republicano se debe sobre todo a que ha sabido representar las demandas y necesidades del chileno de a pie. De allí sus holgados triunfos en Valparaíso, bastión zurdo, en las periferias más pobres de Santiago y en las regiones mapuches del sur. Hasta aquí no he dicho nada nuevo.

Ahora bien, a pesar de que todavía una componenda en un sector de la media, analistas y políticos tildan a Kast como de “extrema derecha”, de alguna manera solo un desconcertado podría creer que hay millones de chilenos fascistas o extremistas que eligen a un partido “nazi”. La victoria de Kast, entonces, es la construcción del antiestablishment, pero no desde las coordenadas de derecha clásica, tradicional ni de extrema derecha, como se le tilda, sino porque su partido y él saben expresar y representar políticamente el sentir del mundo popular chileno, del ciudadano común y silvestre.

Ahora bien, en el Perú sucede algo similar. Por ejemplo, ¿por qué una región capitalista como Puno vota a la izquierda casi siempre? Si lo interpretamos desde las coordenadas clásicas entonces los puneños son de izquierda. Pero, semejante apreciación es temeraria. Lo que sucede es que la izquierda de todos los colores ha sabido construir el antiestablishment y representar políticamente muy bien a los puneños emprendedores anti-Estado.

En el Perú, además, en las últimas décadas ha surgido a nivel nacional una nueva clase media, emergente y popular que a falta de representación política en los partidos de hoy, vota por la opción más cercana a sus intereses, demandas y aspiraciones, sean de izquierda o derecha. El detalle es que en este mundo popular existen instituciones conservadoras como la familia, el sentido del orden, los mercados populares o las tradiciones, que colisionan siempre con la élite del establishment y que en teoría políticamente deberían estar más cerca a la derecha.

Entonces, quien logre representar —ya sea desde la izquierda o la derecha para el análisis clásico— los intereses, demandas y aspiraciones de este mundo emergente y popular será la gran figura electoral de la próxima competencia presidencial.




“El coraje de pensar”

Por: Andrés Balta
Perú21, 11 de Mayo del 2023

“Metan la pereza y la cobardía en el tacho de la basura y realicen la máxima expresión posible de libertad humana: pensar. Así empezaremos a ganar esas batallas”.

Axel Kaiser fue directo, se paró frente al auditorio y lo retó preguntándole: ¿Cuál creen ustedes que es la máxima expresión posible de libertad humana? Luego de respuestas que tuvieron algo de verdad, las desafió a todas con otra: El acto de pensar es la máxima expresión posible de libertad. “No hay nada que represente mejor la libertad que el enorme y dificultoso esfuerzo de pensar”.

Nos transmitió que, si bien pensar es facultad de todos, es algo relativamente escaso. No se hace mucho porque es extraordinariamente solitario e individual siempre. En él “nos enfrentamos a nosotros mismos y requiere de un arrojo que no es sencillo de encontrar”.

Acotó que no estamos pensando cuando seguimos modas o nos ajustamos a dictámenes de autoridades, doctrinas e ideologías (de cancelación y género, por ejemplo). En estos actos no pensamos, nos plegamos.

Kaiser dijo también que nadie mejor que Kant para desafiarnos a pensar. Kant sostenía que la gran mayoría de los seres humanos vivimos en una permanente situación de oscuridad y que la ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad de servirse de su inteligencia sin la guía del otro, agregando, finalmente, “ten el coraje de servirte de tu propia razón”.

En estos tiempos las cosas suceden rápido. Veremos, otra vez, quién triunfa en las nuevas batallas culturales entre el Libre Pensamiento y el Dirigismo Irracional de lo Políticamente Correcto. Mientras tanto los invito a ver “El genial Axel Kaiser en Puebla” por YouTube. Escuchen esa exposición, metan la pereza y la cobardía en el tacho de la basura y realicen la máxima expresión posible de libertad humana: pensar. Así empezaremos a ganar esas batallas.




Las mamás Modernas

Por: Rolando Arellano
El Comercio, 8 de Mayo del 2023

“Si la sociedad y las empresas tomaran más en cuenta esos cambios, todos ganarían”.

Uno de los cambios sociales más importantes en el mundo es el crecimiento de la mujer, que tiene también gran influencia en su papel de madre. Veamos.

Los Estilos de Vida de los peruanos y latinoamericanos que desarrollamos en Arellano, han mostrado importantes variaciones en sus casi 30 años de existencia. Hemos visto, por ejemplo, disminuir grandemente al grupo de los Austeros, los más pobres, y crecer un poco el de los Progresistas, que son los más independientes.

Pero el cambio más radical se ha dado en la notable disminución de las Conservadoras, mujeres más tradicionales cuyo centro de preocupación es el cuidado de su hogar, frente al crecimiento de las Modernas, que realizan más actividades fuera de casa y tienen más intereses de desarrollo personal paralelos a su función de madres. Así, de haber sido casi 30% frente al 10% de las Modernas, hoy la relación es inversa, pues solo el 10% de los adultos del Perú son Conservadoras, dándose el trasvase de manera más rápida cada año.

Esta variación, sin duda, resulta del notable avance de las mujeres. Se ve en la educación, pues hoy ellas son mayoría en las universidades (donde tienen mejores notas y se gradúan más rápido) y en el sector empresarial (más de la mitad de las nuevas empresas son registradas por ellas). Y su influencia se ve hasta en el sector político, pues, guste o no su manera de actuar, la primera autoridad de la nación es, marcando un hito, una mujer.

Pero se observa que gran parte de la sociedad no toma en cuenta este inmenso cambio. No se considera, por ejemplo, que los horarios de trabajo deben adaptarse a una mamá que debe enviar a sus hijos al colegio, y los colegios no toman en cuenta que no pueden recogerlos muy temprano. Y, como lo vemos en muchas de nuestras consultorías, existen grandes oportunidades empresariales para satisfacer mejor las necesidades de estas mamás empoderadas. Esto es válido para productos tradicionalmente “femeninos” como los cosméticos y los alimentos, que, más allá del nivel socioeconómico, son de uso muy diferente para las Modernas y para las Conservadoras. Así, en los alimentos, las Modernas buscan y no encuentran aquellos que les permitan alimentar a su familia de manera rica y nutritiva, pero práctica. Por otro lado, siendo ya un alto porcentaje de los clientes de autos y de bancos, ¿no corresponde crear productos y protocolos de atención pensados en ellas? Por cierto, la respuesta no pasa por copiar productos o servicios de fuera porque, felizmente, las mamás peruanas son muy especiales.

En fin, si la sociedad y las empresas tomaran más en cuenta esos cambios, todos ganarían. Y en especial las mamás, a las que deseamos el próximo domingo un gran Día de la Madre.