1

Elijamos al equipo más capacitado

El Perú atraviesa uno de sus peores momentos históricos con cuatro crisis simultáneas: sanitaria, económica, social y política. En estas dramáticas condiciones entramos a un proceso electoral que lógicamente, encuentra a la población muy afectada, decepcionada de sus líderes y sin sensación de futuro.

Como producto de la pandemia del Covid-19, en los últimos doce meses han muerto más de 100,000 peruanos, ubicándonos entre los países más impactados del mundo. Buena parte de los fallecidos se deben a la torpeza criminal del gobierno de Vizcarra que:

  • insistió en el uso de pruebas rápidas, desoyendo todos los consejos para usar las pruebas moleculares
  • rechazó la donación de un software especializado para el rastreo del virus
  • no se rastreó y aisló el virus para limitar su expansión
  • rechazó el apoyo del sector privado y de las iglesias
  • rechazó las ofertas de vacunas de Astra Zeneca (9/20) y Pfizer (10/20)
  • demoró la aceptación de donaciones de plantas de oxígeno
  • ocultó la información sobre el número de fallecidos

Todo esto se agravó debido a la pésima selección de ministros y colaboradores, más comprometidos con la destructiva ideología de una izquierda retrógrada, que con la lucha contra la pandemia.

Además, se destrozó la economía del país y el empleo de millones de peruanos con cuarentenas mal hechas, en contra de los consejos de los peruanos más capacitados, pero con el aplauso inconsciente de buena parte de los medios de comunicación. En este aspecto, el Perú también fue uno de los peores países en la caída del PBI, empobreciendo a un 10% de la población.

A estas crisis, la sanitaria, la económica y la social, se sumó la crisis política promovida por el gobierno de Vizcarra para tomar control de todos los estamentos del Estado.

Todo esto ha terminado en la absoluta pérdida de confianza en las élites, políticas y empresariales, y en la pérdida de confianza en el futuro del país y de los propios ciudadanos.

No es posible imaginar peores condiciones para atravesar un proceso electoral. No puede pues llamarnos la atención el poco entusiasmo de la población con las elecciones del bicentenario.

Se ha configurado una penosa oportunidad para la aparición de los aventureros de la política, de la demagogia y del populismo; e incluso de propuestas, como la de Castillo-Cerrón de Perú Libre, que basa su predicamento político en la agudización de las contradicciones, en la siembra de resentimientos y en enfrentamiento entre ricos y pobres.

Una propuesta que está dividiendo a los peruanos, y que más allá de la pésima calidad de sus propuestas de gobierno, está dañando la necesaria cohesión social para poder aspirar a recuperar la senda del desarrollo sostenido.

No es fácil salir de esta gravísima situación.

La pregunta más importante de estos días es ¿cómo hacemos para salir de estas crisis?

Y la respuesta obvia es que necesitamos convocar a los mejores peruanos en todos los campos de gobierno, con prescindencia de sus opciones políticas.

En Lampadia, consecuentes con nuestra misión de defender la economía de mercado, la inversión privada, la modernidad, el Estado de Derecho y la meritocracia en el Estado, queremos compartir con nuestros seguidores, el testimonio de una enfermera que nos dice: elijamos al equipo más capacitado.

Ver el video:

Lampadia




Análisis de la situación política

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

En el medio de la pandemia y una crisis social y económica de proporciones dramáticas, nos tiramos de cabeza hacia una crisis política extrema.

En sus orígenes, esta crisis viene del desentendimiento del gobierno de PPK con el Congreso dominado por Keiko Fujimori.

Ambos cometieron errores graves, pero PPK, por su edad y cargo, tiene más responsabilidad. Incluso, antes de asumir el gobierno, se dio el lujo de no recibir a Luis Bedoya Reyes, que llevaba un mensaje de Keiko Fujimori para buscar la convergencia.

La caída de PPK fue propiciada por Vizcarra en un acto de traición.

La estrategia de Vizcarra fue la confrontación con el Congreso y el sector privado.

Forzó un referéndum desencaminado, nos dejó sin senado y sin reelección.

Cerró inconstitucionalmente el Congreso.

Siguió confrontando con el nuevo Congreso.

Se ganó la vacancia, siendo inconveniente en mi opinión.

Se portó muy mal en la crisis de la vacancia promoviendo el caos.

La vacancia era constitucional.

Nos hemos desecho de un presidente traidor, mentiroso y corrupto.

Las protestas, que no tuvieron nada de pacíficas, fueron promovidas por:

  • Políticos como Guzmán, Humala, Forsyth y Vizcarra
  • Periodistas como Rosa María Palacios, Álvarez Rodrich, Juan Infante
  • Medios de comunicación como Canal N, RPP, Latina, El Comercio, Perú21 y la República

Merino y su gabinete no reaccionaron, se quedaron sorprendidos y paralizados.

La elección de Francisco Sagasti fue traumática. Primero propuso se reinstale en el gobierno a Vizcarra. Luego propició la candidatura de Rocío Silva Santisteban a la presidencia del Perú. Una barbaridad. Esa lista perdió gracias a la indisciplina política de los congresistas, que, gracias a Dios, votaron en contra.

Finalmente, postuló a la presidencia, llevando a Mirta Vásquez a la presidencia del Congreso. Ella es abogada de Grufides (la ONG del ex cura Arana que es subvencionada desde el exterior para parar la minería en el Perú). Congresista por el Frente Amplio, anti minero, anti inversión privada, pos-extractivista. Un muy grave error.

Buen discurso de investidura de Francisco Sagasti

Con aire fresco y un gran nivel intelectual, Francisco Sagasti dio un muy buen discurso. En 30 minutos ha podido recorrer la situación nacional y los retos de su gestión, sin una sola palabra de confrontación.

Remarcó la importancia del manejo limpio de las elecciones generales, la superación de la pandemia, la necesidad de preservar la estabilidad económica y fiscal, la seguridad nacional y la necesidad de recuperar la confianza y la esperanza de los peruanos.

Sin lugar a dudas, su discurso ha sido muy superior a todos los presentados por Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra, haciendo gala de su formación y experiencia.

Pero desperdició una gran oportunidad

Pero lamentablemente, Sagasti desperdició una excelente oportunidad para enfatizar la importancia de la inversión privada y el crecimiento económico para recuperar la salud del país, el empleo y los recursos fiscales.

Esto era especialmente importante para educar a los congresistas, a las autoridades regionales y locales, a los medios de comunicación y a los ciudadanos, que muchas veces vienen frenando inversiones a lo largo y ancho del país, por falta de visión y perspectiva de desarrollo.

¿Contendrá el populismo congresal?

Hizo una inteligente y suave invocación al Congreso a no aprobar leyes que afectarán el equilibrio fiscal. Pero lo dijo de una manera muy diplomática.

Otro error de Sagasti es que anunció que buscaría el equilibrio entre la salud y la economía. Cayó en esa falsa dicotomía que turbó al gobierno de Vizcarra.

El gabinete que elija Sagasti es muy importante para recuperar la confianza, enfrentar la pandemia y reconstruir la economía.

Para recuperar la confianza el gabinete debe tener capacidades ejecutorias más que discursivas.

En lo sanitario debe sincerar la información sobre afectados y muertos, debe decretar el uso de las pruebas moleculares, y debe desarrollar la estrategia de identificación y seguimiento de afectados.

Para reconstruir la economía debe promover la inversión privada, mejorar los protocolos, y facilitar los trámites para invertir. Debe flexibilizar el empleo temporal. Apoyar la ejecución de los proyectos de irrigaciones y proyectos mineros.

No es una tarea fácil. No puede equivocarse.

 

Enrique Ghersi

Por su lado Ghersi destacó:

Vivimos una circunstancia compleja.

La elección del 2016 fue fallida, los que pasaron a la segunda vuelta no se entendieron.

Keiko Fujimori, al destruir a PPK, se destruyó a sí misma.

Luego Vizcarra promueve la salida de PPK, que renuncia. Pero Vizcarra termina mal, encausado y con impedimento de salida del país.

En estas condiciones se cayó su reincorporación, va a terminar preso, el fiscal presentó un requerimiento de 705 páginas. Una acumulación formidable de indicios. En cualquier momento termina con prisión preventiva, como ya sucedió en otros casos.

Es muy peligroso ser presidente.

El Parlamento originó una crisis de legitimidad. Seguramente Olaechea no lo hubiera hecho igual.

Vizcarra cometió el error de no tener lista congresal. Seguramente hubiera sacado una mayoría. Se suicidó.

Apostó a los morados, pero el fuego los debilitó.

El Congreso actual es hostil, dispar, son unos gremlins.

No pueden construir, están listos para destruir.

Hay inseguridad política, todo es precario. Su opción será la peor posible, por su composición.

Las elecciones están muy abiertas.

Hoy hay un nuevo jugador: La Calle.

Ver el Video:  




América Latina contra la debacle económica

América Latina contra la debacle económica

A continuación compartimos un reciente artículo publicado en la revista Project Syndicate y escrito por dos economistas latinoamericanos – uno de ellos peruano – que radican en prestigiosas universidades en el extranjero, en el que muestran su visión respecto a qué políticas macroeconómicas deberían emprender los países de nuestra región para mitigar el impacto de la crisis social producto de la pandemia del coronavirus.

Si bien varias de las propuestas aquí presentadas, como las  transferencias condicionadas a los hogares y un mayor acceso al crédito por parte de las empresas con avales del fisco, ya se encuentran siendo implementadas en nuestro país acertadamente (ver Lampadia: El Perú enfrenta la crisis económica), vale la pena rescatar las reflexiones que hacen ambos economistas respecto a la importancia de que estas medidas se concreten sin vacilar y cómo el Perú es uno de los países privilegiados del continente porque cuenta con la capacidad para emprenderlas.

La realidad económica de América Latina, en la que coexisten estructuras productivas formales e informales, requiere políticas diferenciadas que permitan paliar una crisis para empresas y hogares con contextos muy distintos. Si bien resulta relativamente fácil llegar a las empresas y empleos formales por su alta bancarización, en la informalidad se necesitan de políticas más audaces, que probablemente requieran de una inyección de liquidez directa más potente de manera que se abarque a una mayor cantidad de unidades productoras, pymes en su mayoría, que dan empleo a los estratos más bajos de la distribución de ingreso. Aquí la solidez macroeconómica es fundamental, puesto que le permite al fisco no solo acceder a recursos vía deuda a bajas tasas de interés internacionales sino también al ahorro interno, como son las reservas internacionales,  acumuladas gracias a la política fiscal responsable en los buenos años.

Gracias a estos sólidos fundamentos, ausentes en otros países de la región, el Perú podrá inyectar, con todos sus recursos, 12 puntos del PBI  a la economía para evitar un rompimiento de la cadena de pagos, como ha sugerido recientemente la ministra de economía.

Es importante pues preservar el marco institucional que da forma a esta política ortodoxa y que rige nuestro modelo de desarrollo.Lampadia

El virus llega al sur

Project Syndicate
24 de marzo, 2020 
Roberto Chang & Andrés Velasco
Glosado por Lampadia

El COVID-19 ha llegado a América Latina, pero no así las medidas eficaces para enfrentar la pandemia –por lo menos no a todos los países–. Los presidentes Andrés Manuel López Obrador de México y Jair Bolsonaro de Brasil, imitando al presidente estadounidense Donald Trump, todavía realizan actividades públicas y abrazan a sus seguidores, en un imprudente intento por reforzar sus credenciales de machos fuertes. América Latina merece una respuesta más seria, audaz y con metas claras para evitar que una crisis de salud pública se transforme en una catástrofe socioeconómica.

El COVID–19 ha abrumado a Italia, que tiene más médicos y camas de hospital per cápita que América Latina. En EEUU escasean los equipos para diagnosticar el coronavirus y en el Reino Unido faltan respiradores. Sería ingenuo pensar que estos mismos problemas no van a golpear a Latinoamérica, cuya trayectoria en el ámbito de enfrentar pandemias es deficiente: en la gripe asiática de 1957-1958, Chile encabezó la lista mundial con 9,8 muertes por cada diez mil habitantes.

América Latina tiene amplia experiencia en todo tipo de crisis, pero la actual es sin precedente. La primera prioridad es salvar vidas, de modo que todo peso gastado en la contención del virus es un peso bien gastado. Este no es un momento para ahorrar.

La índole y la gravedad del shock económico también son nuevas. Nunca antes se le había dicho a una proporción tal de la ciudadanía que dejara de trabajar. Incluso si el encierro no dura más de un par de meses, es posible que se produzcan contracciones de dos dígitos en el PBI anual.

De no existir una respuesta de política, este será solo el comienzo de la historia. Si las familias pierden sus ingresos, dejarán de gastar, lo que se traducirá en que otras personas también pierdan sus ingresos. Si las empresas no tienen ganancias, es posible que no puedan pagarles a sus proveedores ni cubrir el servicio de sus deudas. Si los bancos y otros acreedores no reciben pagos, es posible que aceleren sus préstamos y exijan que se los pague en su totalidad, aumentando así la contracción de liquidez de las compañías y los hogares. Y si colapsa el precio de los activos (acciones, bonos y, eventualmente, bienes raíces) todas las personas dispondrán de menores garantías y, por lo tanto, de menos capacidad para pedir préstamos. La iliquidez se extenderá por todo el sistema y dará origen a olas de quiebras.

El papel de la política macroeconómica es detener este círculo vicioso. Las políticas anticrisis deben ser rápidas y enormes.

En primer lugar, las autoridades deben evitar que los hogares pierdan sus ingresos. Esto significa cambiar la normativa laboral de modo que a los trabajadores se les remunere incluso cuando no estén trabajando a tiempo completo. En el Reino Unido y Dinamarca, el gobierno cubrirá de manera temporal el 80% y el 75%, respectivamente, del gasto salarial de las empresas que estén en aprietos. Es probable que esto sea inasequible para los gobiernos latinoamericanos. Sin embargo, pueden aplicarse estrategias más a la medida de cada país. El plan de Chile, por ejemplo, permite que las empresas pasen a jornadas parciales de trabajo y utilicen el fondo de seguro de desempleo para garantizar que sus trabajadores reciban por lo menos el 75% de su salario original.

Una de las dificultades que enfrenta América Latina es que gran parte de su fuerza laboral trabaja de manera independiente o informal, sin empleador que continúe remunerando o pueda proporcionar algún seguro. Por ello, los gobiernos no tienen más alternativa que efectuar transferencias en efectivo a los hogares que han perdido sus ingresos. En los países donde existen programas a gran escala de transferencias de efectivo (entre ellos, Argentina, Brasil, Colombia, Chile y México) la implementación puede ser rápida y amplia. Otros países tendrán que superar mayores desafíos para llegar a un número suficiente de hogares, dado que muchos carecen de cuenta bancaria y de acceso a la Internet. En el caso de Perú, esto significa que el subsidio de 380 soles a los necesitados debe retirarse en persona en los lugares designados, y que se limita a hogares urbanos.

La política macroeconómica también debe ayudar a las empresas para que cumplan sus compromisos con sus propios trabajadores, proveedores y acreedores. Ello requiere asegurar el acceso al crédito mientras dure la emergencia. La reducción de las tasas de interés constituye un componente necesario pero insuficiente de este esfuerzo. Las autoridades monetarias y los reguladores financieros tienen que proporcionar fuertes incentivos a los bancos y a otros prestamistas para que los recursos sigan fluyendo hacia las compañías pequeñas y vulnerables, y hacia los sectores especialmente golpeados por el virus. Una combinación de líneas especiales de crédito y tolerancia normativa viene al caso. En algunos países, los bancos estatales pueden encargarse de otorgar créditos cuando los acreedores privados decidan no hacerlo.

Para poner fin al peligroso ciclo de deflación de los precios de los activos y destrucción de las garantías, los bancos centrales de América Latina deben aprestarse para comprar no solo bonos gubernamentales, sino también otros tipos de títulos privados. Y dado que la deuda externa suele estar denominada en dólares, los gobiernos y los bancos centrales que tienen reservas o acceso a liquidez en dólares no deberían vacilar en inyectar esos dólares en el mercado local. Las reservas de liquidez en moneda extranjera se crearon precisamente para tiempos como los que corren, y para evitar que una híper-depreciación de la moneda destruya el valor de las garantías.

La suma de estas medidas fácilmente puede costar varios puntos porcentuales del PBI. La respuesta a la emergencia es urgente, y ese costo es inevitable. ¿Qué pueden hacer las naciones latinoamericanas para financiarla? Unos pocos países –entre ellos, México, Perú y Chile, y tal vez Colombia y Uruguay– tienen margen para emitir más deuda pública en los mercados nacionales e internacionales, y deberían hacerlo.

Pero otros países no lo tienen. Y así como las tasas de interés a nivel mundial se han desplomado, se han duplicado los spreads de la deuda latinoamericana, en un momento en que caen en picada los precios de los commodities, al igual que los ingresos producto del turismo y de las remesas, que son cruciales para los países de Centroamérica y el Caribe. Por lo tanto, la mayor parte de los países de América Latina van a experimentar una aguda escasez de dólares, y su única fuente de financiamiento en esta moneda serán los organismos multilaterales.

El Fondo Monetario Internacional ha dispuesto una línea de crédito flexible, una línea de liquidez cautelar y un servicio financiero de desembolso rápido (enfocado en los países de bajos ingresos). Este compromiso es útil, pero no se puede afirmar con certeza que estas fuentes serán suficientes o estarán disponibles con la suficiente rapidez.

Por ello, la ayuda de la Reserva Federal de EEUU resulta de importancia crítica. Esta entidad es la fuente original de todos los dólares que existen. En esta crisis, ha dado acceso a líneas de swaps en dólares a otros bancos centrales, pero solo a los de países que considera sistémicamente importantes, que en América Latina incluyen a México y Brasil. ¿Por qué no a países con grado de inversión, como Colombia, Perú y Chile? Otra alternativa es que la Reserva Federal compre bonos emitidos por el FMI, el cual a su vez podría prestar esos dólares a economías emergentes y de bajos ingresos (esta es una antigua propuesta, cuyo momento puede haber llegado finalmente).

Todo esto necesita suceder, y de manera rápida. América Latina tiene la “suerte” de ir unas pocas semanas atrás de Europa y Asia en el avance del virus. Es imperativo que emplee este tiempo de manera sabia y audaz.

Theodore Roosevelt afirmó que sin “la gran ocasión, no surge un gran estadista; si [Abraham] Lincoln hubiera vivido en tiempos de paz, ahora nadie sabría su nombre”. Hoy día, América Latina emprende una lucha contra el contagio, la depresión económica y la desesperación social. Por favor ¿pueden los Lincoln de la región dar un paso al frente? Lampadia

Traducción de Ana María Velasco

Roberto Chang es profesor distinguido de economía en la Rutgers University.

Andrés Velasco, ex candidato presidencial y ministro de finanzas de Chile, es decano de la Facultad de Políticas Públicas de la London School of Economics and Political Science.




El Perú enfrenta la crisis económica

El Perú enfrenta la crisis económica

EDITORIAL DE LAMPADIA

Más allá del tema sanitario, el gran riesgo de la pandemia del coronavirus es que, ante la cuarentena, se corte la cadena de pagos, dejando sin sustento a millones de peruanos. Esta no es una crisis económica, es una crisis social.

Pues, como se ha venido solicitando por parte de los más renombrados economistas del país, y como se solicitó en Lampadia, el Estado está poniendo la carne en el asador.

Julio Velarde, el presidente del BCRP ha anunciado anoche que el banco central está lanzando un programa de apoyo financiero inédito en el Perú por 30,000 millones de soles (4% del PBI) en el que participarán el BCR, los bancos y el MEF.

En este programa el BCR proveerá liquidez a los bancos con la garantía de carteras de crédito y los bancos lo utilizan para apoyar a las empresas con nuevos créditos contra garantizados por el MEF. La idea es apoyar el pago de planillas al 100% hasta cierto límite y luego el 90 y 95% de las mismas. Con esto se evitará que se rompa la cadena de pagos y se pierdan muchos puestos de trabajo. El BCR y del MEF han decidido “hacer lo que sea necesario” para evitar una crisis económica, financiera y social sin precedentes.

Por su lado la ministra de economía, María Antonieta Alva, ha explicado que los otros programas de apoyo sumarían un esfuerzo total del orden de 90,000 millones de soles, 12% del PBI. Además, se está solicitando una línea de crédito de emergencia a las multilaterales por 18,000 millones de dólares.

Aún no tenemos mayores detalles de estos programas, pero debemos saludar la visión, decisión y coraje con el que se está empezando a contrarrestar esta tremenda crisis.

Así mismo, el presidente del BCRP explicó los daños que ocasionaría el retiro del 25% de los fondos del Sistema Privado de Pensiones, según lo propuesto por varias bancadas en el Parlamento. Sería malbaratar los ahorros causando más daño que bien. Dadas las medidas que se están anunciando, esto no tendría justificación.

Este es el momento de apostar nuestros recursos y ahorros, logrados gracias a un modelo económico exitoso de 25 años, en combatir una crisis profunda pero pasajera. Otros países no lo pueden hacer, el Perú sí. Lampadia




La primavera chilena

CEP Chile
Leonidas Montes
Director del CEP

Foto: Internet

Fue un fin de semana triste y también deprimente. Un alza de pasajes gatilló situaciones que nadie hubiera imaginado. La efervescencia social nos recordó una vez más ese estado de naturaleza hobbesiano, donde la vida fuera de la sociedad sería ‘solitaria, pobre, repugnante, brutal y corta’. Por eso, según Hobbes, debemos ceder parte de nuestra libertad para establecer un contrato social que nos garantiza vivir en paz. En estos días de rabia y bronca –ya hablaremos de la ira- hemos olvidado lo que significa ese principio hobbesiano que nos limita e impone deberes, pero también esa vieja idea aristotélica del zoon politikón, ese animal social que somos nosotros. En efecto, somos seres humanos que vivimos en sociedad, con otros. Esta idea fundamental sienta los cimientos del Estado moderno. Y del liberalismo que inspira nuestra sociedad moderna. No en vano John Locke establecía los principios de “la vida, la libertad y la propiedad” como los cimientos la sociedad.

Partamos por lo principal. La tolerancia, ese gran valor liberal, nos exige un esfuerzo para tolerar aquello con lo cual no concordamos o que nos produce rechazo. La tolerancia es un ejercicio social que nada tiene que ver con la simple indiferencia. Ésta es solo el acto de ignorar. No nos exige nada, solo centrarse en uno mismo. La tolerancia, en cambio, nos exige ponernos en la situación del otro, tratar de entenderlo y eventualmente esforzarnos por tolerar aquello con lo que no estamos de acuerdo. Pero lo que no se puede tolerar es la violencia y los atentados contra “la vida, la libertad y la propiedad”. Esto atenta contra el tejido que mantiene unida a la sociedad. Destruir los cimientos de nuestra sociedad es atentar contra lo más sagrado de nuestra convivencia: nuestro estado de derecho. Son inquietantes las imágenes de los robos y saqueos, y de la ira destruyendo aquello que nos enorgullece y nos une: el Metro de Chile. Es un ataque cobarde y egoísta a un símbolo de integración y unión. El Metro es una empresa estatal que es de todos y para todos. Destruirlo es intolerable e inaceptable y nos distancia del sentido humano del zoon politikón.

Ahora vamos a la ira. Sloterdijk, en su libro Ira y Tiempo, cuyo título evoca a Heidegger con su Ser y Tiempo, nos recuerda que desde la Ilíada la ira ha acompañado la historia de Occidente. Y su tesis más provocativa es que durante el siglo XX la izquierda fue la banca de la ira ciudadana, una ira que, por supuesto, también era esperanza. Los ciudadanos depositaban su ira a la espera de los intereses que se prometían y esperaban. Con el fracaso del socialismo y la crisis de corrupción que ha azotado a la política, los ciudadanos ahora no tienen una banca para depositar la ira. Como no hay banco, los intereses y las esperanzas han desaparecido. Y lo que es peor, los ciudadanos depositan la ira en sí mismos. Una ira que explota y se define en la subjetividad. Existe un individualismo que es preocupante. Y aquí hay un gran desafío para nuestra clase política que no canaliza la ira, ni refleja las esperanzas.

Las razones detrás del individualismo, eso que algunos pretenden reducir solo al neoliberalismo, es más profunda. Tiene que ver con esa pérdida del sentido social, con esa orfandad que genera el olvidar que somos seres sociales que vivimos con otros. Chile ha vivido un rápido y sostenido crecimiento muy centrado en el individualismo metodológico que es propio de la economía neoclásica. Hablamos mucho de la planilla Excel, como dijo alguna vez Lucía Santa Cruz, pero soslayamos que vivimos en sociedad. El progreso, bien lo sabemos, es más complejo que el PIB per cápita. En cierto sentido nos quedamos solo con el Adam Smith de la Riqueza de las Naciones, y todavía no hemos visto la importancia de su Teoría de los Sentimientos Morales. Hay una preocupante carencia de empatía a todo nivel.

En esta crisis social y política, todos somos responsables. Pero los más irresponsables son los que ignoran lo que está en juego: los principios que sostienen nuestra vida en común.




La crisis del Brexit continúa

La crisis del Brexit continúa

El acuerdo de retiro del Brexit, propuesto por la primera ministra del Reino Unido Theresa May, sufrió una fulminante derrota el pasado 15 de enero, fecha en la que el Parlamento inglés le otorgó 202 votos a favor frente a 432 votos en contra.

En esta ocasión, además de la oposición, los parlamentarios de su propio partido, el Partido Conservador, que otrora le dieran su entera confianza y sobretodo, legitimidad a su liderazgo, votaron en contra de su propuesta en razón de 3 a 1.

Al respecto surgen 2 preguntas inquietantes:

  • ¿Cuáles son los factores que habrían determinado la derrota de May en el Parlamento, si para el 2016, más de la mitad  de los británicos (52%) votaron a favor de la salida del Reino Unido de la UE?
  • Pero más importante aún, ¿Qué debería hacer el Reino Unido, de cara al 29 de marzo, fecha límite para el establecimiento de los términos de negociación del Brexit?

Respondiendo a la primera pregunta, se debe entender, en primer término, el contexto político en el que se venía enfrentando el acuerdo de salida en el 2018, previo a la votación del Parlamento, el pasado 15 de Enero. Como hemos escrito previamente en Lampadia: El debate sobre el acuerdo de salida del Brexit continúa, el Reino Unido tardó un año y medio desde el referéndum en el 2016 en lograr un acuerdo con la UE. El borrador culminó a finales de noviembre del 2018 e iba a ser sometido a votación el 10 diciembre de ese mismo año. Sin embargo, la primera ministra pospuso la votación, con lo cual ya existía un precedente por parte de ella para dilatar la fecha de la votación dado que los términos del acuerdo, aparentemente no habrían agradado ni siquiera a los mismos miembros de su partido y por ende, no habría conseguido los votos necesarios para su victoria.

Pero, ¿Por qué dichos acuerdos han generado tanto disgusto entre los parlamentarios conservadores, quienes en su momento, se encontraban deseosos por cumplir el clamor popular de la mayoría de británicos? Como indicó recientemente The Economist,  “El acuerdo de May no es tan malo como lo dicen algunos de sus críticos, pero está lejos de lo que se prometió en el 2016.” Este acuerdo no solo implica la expulsión del Reino Unido de un mercado único (UE), con todos los beneficios comerciales y de inversión extranjera que ello conlleva, sino que además implica una desestabilización política en la frontera con Irlanda del Norte –que aún desea permanecer en el proyecto europeo- y el pago de unos 50 mil millones de dólares para hacer efectiva su salida en el 2022.

Ahora que ya no hay vuelta atrás lo mejor que puede hacer la Primera Ministra es pensar en una solución sensata y eficiente de cara al 29 de marzo, fecha límite para la ejecución del Brexit.

En este sentido, estamos de acuerdo con la propuesta de The Economist de aumentar el plazo de esta fecha límite e involucrar a los votantes en el diseño de un nuevo acuerdo de salida. Ello implica convocar un Segundo Referéndum, en el que los ciudadanos decidan si aún desean la salida, ahora que saben lo que realmente implica. En este contexto, es cuando los recursos democráticos prueban su verdadera razón de ser y constituyen ser soluciones óptimas ante eventuales crisis políticas o sociales. Lampadia

La crisis británica
Brexit, madre de todos los desórdenes

Resolver la crisis requerirá tiempo y un segundo referéndum

The Economist
17 de enero de 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Ningún plan por parte de un gobierno británico moderno ha sido tan bien golpeado como el acuerdo Brexit rechazado por el Parlamento el 15 de enero. El acuerdo de retiro, la pieza central de la primera ministra Theresa May, que ha pasado casi dos años batallando con la Unión Europea, fue rechazado después de cinco días de debate por 432 votos a 202. Sus propios partidarios conservadores votaron en contra de ella por tres a uno.

La madre de los parlamentos está sufriendo la madre de todas las crisis constitucionales. Hace tres años, en la encuesta más grande en la historia del país, los británicos votaron en un referéndum para dejar la UE. Sin embargo, el Parlamento, recién elegido un año más tarde por esos mismos votantes, ha juzgado inaceptables los términos de la salida. La UE muestra poca voluntad de renegociar. La primera ministra sigue obstinadamente. Y si este enigma no puede resolverse antes del 29 de marzo, Gran Bretaña se quedará sin ningún acuerdo.

Para evitar esa catástrofe, la prioridad debe ser pedirle a la UE más tiempo. Pero incluso con el reloj de su lado, parece improbable que los parlamentarios estén de acuerdo con una solución para el gran acertijo de Brexit: ¿qué términos de salida, si los hay, satisfacen realmente la voluntad de la gente? Con cada semana en que los parlamentarios no responden a esta pregunta, se hace más claro que las personas deben decidir, en un segundo referéndum.

La derrota de esta semana fue el resultado de dos años de mal juicio político. El referéndum de 2016 fue ganado por solo 52% a 48%. Sin embargo, en lugar de consultar al lado derrotado, May siguió un Brexit de línea dura, redactado apresuradamente con un puñado de asesores y calibrada para complacer a su Partido Conservador. Después de que perdió su mayoría en 2017, la necesidad de construir un consenso se hizo aún más clara, pero se dobló. Incluso después de que el Parlamento estableció su derecho a votar sobre el acuerdo final, ella no cedió, en su lugar intentó (y fracasó) frustrar la votación del Parlamento al retrasar el reloj. La tenacidad que le ha ganado a muchos admiradores ahora parece una cabeza de cerdo. La promesa de la primera ministra después de la aplastante derrota de esta semana para trabajar con los parlamentarios de la oposición llega dos años tarde.

Pero la crisis no se trata solo de un liderazgo pobre. El Brexit ha expuesto dos problemas más profundos.

  • Uno tiene que ver con las dificultades que enfrentará cualquier país que intente “recuperar el control”, como lo expresó la campaña para salir de la UE, en un mundo globalizado e interconectado. Si retira el derecho de establecer sus propias reglas y estándares, por definición será más difícil hacer negocios con países que utilizan diferentes reglas. Si quiere comerciar, probablemente terminará siguiendo las reglas de un socio más poderoso, que para Gran Bretaña significa la UE o Estados Unidos, solo que sin una palabra para establecerlos. Por lo tanto, el Brexit equivale a recuperar el control en un sentido literal, pero perder el control en un sentido significativo. Los partidarios tienen razón al decir que la UE es un lugar cada vez menos atractivo, con sus populistas italianos, gilets jaunes franceses, el tartamudeo de la economía alemana y los súper burócratas de Claret en Bruselas. Pero no podían estar más equivocados al juzgar que la ominosa dirección de viaje de la UE hace que sea inteligente que Gran Bretaña abandone su asiento allí.
  • El segundo problema esencial que ha expuesto Brexit se refiere a la democracia. Gran Bretaña tiene una larga historia de democracia representativa, en la que los votantes eligen a los parlamentarios para que tomen decisiones en su nombre. El referéndum de 2016 fue un caso raro de la democracia directa, cuando el público decidió sobre una cuestión de política. La crisis de hoy ha sido causada por los dos enfrentamientos entre sí. El referéndum dio una orden clara y legítima de abandonar la UE. Ignorarlo sería subvertir la voluntad del pueblo. Sin embargo, los representantes del pueblo en el Parlamento han emitido un juicio igualmente claro y legítimo de que el trato de Brexit de May no está en los intereses de sus electores. Al margen de los parlamentarios, como ha intentado hacer May, no sería menos una perversión de la democracia.

La primera ministra ha ejercido presión moral sobre los parlamentarios para respaldar el acuerdo de todos modos, argumentando que incluso si no les gusta mucho, es por lo que votaron sus electores. No es tan simple. El acuerdo de May no es tan malo como lo dicen algunos de sus críticos, pero está lejos de lo que se prometió en 2016. La expulsión del mercado único, el declive de industrias que van desde las finanzas hasta la fabricación de automóviles, la desestabilización de Irlanda del Norte y una salida de una factura de unos $ 50 mil millones: nada de esto fue anunciado en la campaña. Los votantes pueden estar completamente contentos con este resultado (las encuestas de opinión sugieren lo contrario). Pero no hay nada que diga que la votación para irse deba implicar el apoyo a la versión particular de la salida de May. Es por eso que todas las partes pueden afirmar que representan la voluntad “real” de la gente. Si los parlamentarios respaldan un acuerdo que juzguen perjudicial por respeto a un referéndum anterior que emitió una instrucción vaga no sería una democracia representativa ni una democracia directa, sino una que causaría una mala impresión de la otra.

El primer paso para salir de este lío es detener el reloj. Debido a que el acuerdo de May está muerto y no se puede arreglar uno nuevo en las diez semanas restantes, la prioridad debe ser evitar el 29 de marzo sin un acuerdo, lo que sería malo para toda Europa y potencialmente desastroso para Gran Bretaña. Si May no solicita una extensión, el Parlamento debería votar para otorgarse a si mismo el poder para hacerlo. Esta medida desesperada pondría fin a una larga convención en la que los negocios del gobierno tienen prioridad sobre los parlamentarios. Pero si la primera ministra se queda en el camino sin acuerdo, los parlamentarios tienen el deber de apoderarse del timón.

Con más tiempo, quizás se pueda encontrar un acuerdo en el que tanto el Parlamento como la UE puedan ponerse de acuerdo. Ya sea una unión aduanera permanente o un modelo de estilo noruego (que este periódico aprobó hace un año como la versión menos mala de Brexit) podría lograrse. Pero ambos exigirían compromisos, como el hecho de que Gran Bretaña renuncie al derecho de firmar sus propios acuerdos comerciales o mantener la libre circulación, que contradigan algunas promesas de la campaña de salir de la UE.

Es por eso que el camino hacia cualquier acuerdo, ya sea de May o uno renovado, debe involucrar a los votantes. El hecho de que Brexit requiere dar y recibir significa que ninguna forma de salida se parecerá al prospecto que el público fue vendido imprudentemente en 2016. Puede ser que los votantes acepten una de estas compensaciones. Pero la voluntad de la gente es demasiado importante para ser simplemente adivinada por los peleadores parlamentarios. La incapacidad del Parlamento para definir y ponerse de acuerdo sobre lo que realmente quiere el resto del país hace que sea más claro que nunca que la única forma práctica y basada en los principios es volver al pueblo y preguntar.

Lampadia




Una salida a la crisis social de Francia

Una salida a la crisis social de Francia

Emmanuel Macron, presidente electo de Francia desde mayo del 2017, actualmente se encuentra en una encrucijada impuesta por el movimiento político descentralizado “los chalecos amarillos”.

Lo que está en juego en Francia es mucho más que un aumento de tarifas. Lo más trascendente de esta situación es el debilitamiento de un líder que recogió las banderas del libre comercio y de la globalización en Europa. Es el único político europeo, después de la salida de Merkel, que puede defender el ecosistema global favorable a los países emergentes como el Perú.

Aún cuando el gobierno francés recientemente canceló el alza del impuesto al diesel, que fue motivo por el cual se acrecentaron las protestas masivas y la quema de numerosos activos en las calles de París, el descontento parece cada vez peor e inclusive está tomando vidas humanas.

Un reciente artículo de The Economist hace un breve análisis de la problemática que enfrenta Macron a la luz de las políticas públicas emprendidas en su gobierno y de la imagen proyectada de su persona. Como se verá, este análisis puede dar mayores luces acerca de cómo podría ser una posible salida de la crisis social que enfrenta Francia hoy en día.

Un primer aspecto a tener en cuenta es que el presidente Macron adolece de un problema que muchos políticos liberales de derecha no han podido solucionar: el calar en el pensamiento de la gente, sin caer en el populismo. Gran parte del discurso de esta clase política está enfrascado en el economicismo y no incorpora un componente moral y de justicia que podría resultar más atractivo hacia la sociedad.

El caso de Macron es particular ya que, como indica The Economist, “Macron olvidó que un presidente francés no es ni un dios ni un monarca, sino simplemente un político en una democracia que requiere la forja constante del consentimiento. Su altanería ha conducido a una serie de errores pequeños individualmente pero acumulativamente destructivos”. De ahí que haya sido tildado como “presidente de los ricos”. En este sentido,  es necesario que proyecte una personalidad de paciencia, persuasión y humildad hacia los franceses, de tal manera que pueda mejorar esta mella en su imagen.

Un segundo aspecto tiene que ver con la falta de comunicación de las reformas emprendidas. Si bien Macron tiene poco más de 1 año y medio en el poder, las políticas que ha llevado a cabo en este corto tiempo han sido formidables. Estas incluyen una reforma laboral que otorga una mayor flexibilidad a los mercados de trabajo, en particular, hacia los jóvenes quienes ahora tienen una mayor probabilidad de optar por contratos de más largo plazo por parte de las empresas.

Asimismo, ha emprendido una reforma educativa que ha permitido aumentar la cobertura de las clases en áreas pobres, que eran inaccesibles en años pasados. Y por si fuera poco, ha mantenido un correcto manejo de las cuentas fiscales, alcanzando un límite del déficit fiscal de 3% del PBI por primera vez desde 2007.

Lamentablemente, no ha sabido comunicar estos hechos, y en ese sentido, no ha podido capitalizarlos a su favor. De haberlo hecho, probablemente “los chalecos amarillos” no tendrían el aval del 75% de los franceses.

Finalmente, un tercer punto que señala The Economist tiene que ver con el aspecto coyuntural, en el sentido de la falta de una política de corto plazo relacionada al ingreso laboral que permita sopesar el descontento desproporcionado que ha invadido a este grupo de manifestantes. Al respecto, ya hay un avance puesto que el día de ayer, Macron hizo un anuncio de un aumento del salario mínimo de 100 euros acompañado de una reducción de impuestos a los trabajadores y pensionistas.

Dadas estas recomendaciones, reconfirmamos nuestra posición de defender las políticas del gobierno de Emmanuel Macron, quien rompió la política tradicional anti-globalización francesa y alzó las banderas del libre comercio, esenciales para el Perú, en un contexto global de mayor proteccionismo y antiinmigración. Lampadia

Solo humano, después de todo
Los problemas de Emmanuel Macron son más de presentación que de política

Pero aún puede salvar su presidencia

The Economist
Dec 8th 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Está muy lejos del Monte Olimpo. El año pasado, Emmanuel Macron llegó al poder con el mandato de reformar Francia. Esta semana Francia lució irreformable. Las calles de París están llenas de autos quemados y vidrios de escaparates destrozados. Algunas partes del campo están paralizadas, ya que los manifestantes con chaquetas amarillas de alta visibilidad obstruyen las carreteras y bloquean los depósitos de combustible. Los cambios de sentido en la política están haciendo que Macron se vea tan débil como todos sus antecesores recientes que intentaron cambiar a esta nación tan obstinada. El hombre que una vez prometió una presidencia “jupiteriana” parece decididamente mortal.

La elección de Macron en mayo de 2017 parecía anunciar un nuevo optimismo sobre Francia, Europa y el mundo. Joven, inteligente y lleno de ideas para hacer que Francia sea más abierta, dinámica y fiscalmente sobria, dio una respuesta elocuente a la nostalgia del puente levadizo del Brexit, Donald Trump en Estados Unidos y las autocracias de Europa del Este. La esperanza de una amplia renovación del centro radical se posó sobre sus hombros.

Cuando este nuevo partido, una banda de recién llegados políticos impulsados por las redes sociales, ganó una abrumadora mayoría parlamentaria, la revolución de Macron parecía imparable. Pasó rápidamente las reformas necesarias para que el mercado laboral fuera más flexible, trabajara con sindicatos moderados y enfrentara a los obstaculizados. Sus reformas educativas ofrecieron clases más pequeñas en áreas pobres y un mayor control de los ciudadanos sobre la capacitación. El presupuesto se puso en forma y alcanzó el límite de déficit de Maastricht del 3% del PBI por primera vez desde 2007.

Sin embargo, a lo largo del camino, Macron olvidó que un presidente francés no es ni un dios ni un monarca, sino simplemente un político en una democracia que requiere la forja constante del consentimiento. Su altanería ha conducido a una serie de errores pequeños individualmente pero acumulativamente destructivos: regañar a un adolescente por llamarlo “Manu” en lugar de “Monsieur le Président”, convocar al parlamento para que le diera una conferencia en el Palacio de Versalles, hablando de “personas que no son nada”.

Macron también parece haber olvidado que, en la primera ronda de las elecciones del año pasado, el 48% de los votantes estaban tan descontentos que respaldaron a los extremistas: Marine Le Pen en la derecha nacionalista, Jean-Luc Mélenchon en la izquierda y la mitad, una docena de radicales menos carismáticos. Esos votantes no se han ido. Por lo tanto, no era prudente que el nuevo presidente antagonizara con negligencia a los que quedaban atrás. Uno de sus primeros movimientos fue reducir los impuestos sobre la riqueza. El antiguo impuesto a la riqueza era ineficiente, agotaba los incentivos y a menudo se evitaba. Pero su eliminación debería haber ido de la mano con más ayuda para los más débiles. Del mismo modo, sus aumentos de impuestos sobre el diesel son una política ecológica sólida, pero debería haber prestado más atención a las personas a las que más perjudican: las personas rurales que luchan y necesitan ir al trabajo. La etiqueta más dañina que se le ha pegado al ex banquero es que él es “el presidente de los ricos”.

Muchos franceses creen esto, tal vez por eso alrededor del 75% dice que apoya a los manifestantes de los chalecos amarillos. Al igual que la campaña electoral de Macron, los manifestantes se organizan a través de las redes sociales. A diferencia de ellos, no tienen líderes y carecen de una agenda coherente, por lo que son casi imposibles de negociar. Los choques ya parecen ser los peores desde los años de 1968.

Macron ahora estará convencido de que su decisión, el 5 de diciembre, de cancelar el aumento del impuesto al diesel “para el año 2019”, eliminará el conflicto. Esto parece improbable; para empezar, las protestas en parte ahora han sido secuestradas por extremistas matones con interés en el violento derrocamiento del capitalismo. Muchos de los chalecos amarillos moderados están exigiendo la renuncia de Macron, o un nuevo parlamento. Y un aumento de impuestos anterior al diesel que entró en vigencia en enero pasado, aún no se ha revertido.

Solo humano después de todo

La reacción del gobierno podría ser horriblemente contraproducente. Puede que no sea suficiente para sacar el aguijón de las protestas. Pero, al ceder terreno, pueden mostrar que las turbas en las calles pueden derrocar a Macron, lo que anima a que se formen más turbas. Hay presión sobre Macron para recuperar el impuesto a la riqueza; y más reformas ahora parecen mucho menos probables que antes. Sin embargo, todavía queda mucho trabajo por hacer; el próximo proyecto atrasado que Macron planea abordar es el imposible sistema de pensiones de Francia.

¿Significa todo esto que debe triunfar el populismo y que los reformadores siempre se verán frustrados? Es deprimentemente fácil concluir así. Trump ha ganado el apoyo de su base ofreciendo recortes de impuestos a los estadounidenses que no son asequibles a largo plazo. En Italia, la coalición gobernante, completamente populista, promete reducir la edad de jubilación que un predecesor más prudente planteó, al tiempo que ofrecía profundos recortes de impuestos. Incluso Vladimir Putin no tuvo el coraje de enfrentar a los jubilados rusos este año.

No todo está perdido para Macron. Él podría ayudarse a sí mismo de varias maneras. Primero, debe demostrar dónde están sus prioridades. Será costoso, pero se necesita algún tipo de crédito tributario por ingreso del trabajo: un subsidio salarial adecuado para el salario bajo que aumenta su incentivo para trabajar, en lugar de cobrar el sueldo. (Ya existe uno, pero es demasiado pequeño. Macron ha prometido reforzarlo, pero solo lentamente). Eso debería haber ido de la mano con la eliminación del impuesto a la riqueza. En segundo lugar, él y su gobierno deben hacer más para promover y explicar las cosas buenas que ya han hecho, pero que son poco apreciadas, como la inversión en aprendizajes o los movimientos que harán más probable que las empresas contraten a jóvenes por mucho tiempo. Contratos a largo plazo. La tasa de desempleo ha bajado medio punto porcentual, aunque todavía es demasiado alta, con un 9.1%.

Y tercero, el propio Macron necesita cambiar. Su idea de que los franceses quieren que su presidente sea distante y Jupiteriano está equivocada. Como lo muestra el gráfico, el presidente francés más popular de los últimos tiempos fue el menos lejano: Jacques Chirac, un bebedor cerveza y fumador con un brillo en sus ojos. En una época en la que los populistas harán y dirán cualquier cosa, un político que no puede persuadir a la gente común de que él o ella los entiende, les gustan y quieren ayudarlos luchará por hacer algo. No se necesitarán poderes sobrehumanos para reformar Francia, solo los muy humanos de paciencia, persuasión y humildad. Lampadia