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Panorama del crecimiento global al 2030

Muchos economistas cometen el error de centrar sus predicciones de crecimiento únicamente en el muy corto plazo ante las desesperadas demandas de información por parte de los políticos y empresarios, cuyos ecosistemas los obligan a tomar decisiones en el día a día.

Este fenómeno es muy común no solo en los think tanks o centros de estudios económicos peruanos, sino inclusive en prestigiosos organismos internacionales como el FMI, el Banco Mundial, el BID, solo por destacar los más importantes.

En contraste, la importancia de analizar las tendencias de largo plazo del comportamiento de las economías recae en que permite encontrar los problemas estructurales que a veces pasan desapercibidos por los hacedores de política, pero que es fundamental tratarlos para lograr altos estándares de desarrollo.

Ante la escasa presencia o hasta ausencia de predicciones de crecimiento de largo plazo de grandes regiones y países importantes en el mundo económico, compartimos un reciente artículo escrito por Jim O’Neill, ex presidente de Goldman Sachs Asset Management y ex ministro de Hacienda del Reino Unido, y publicado en la revista Project Syndicate, en el que presenta sus visiones de crecimiento potencial global hacia el 2030.

Como se dejará entrever en su análisis, inclusive los errores cometidos en las predicciones pueden resultar muy esclarecedores respecto a las reformas que necesitan o dejan de hacer los países, sean de la región que sean. Lampadia

El Futuro del Crecimiento Económico

Jim O’Neill
Project Syndicate
11 de abril, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Dados los fracasos para prever la crisis financiera de 2008 y la posterior recuperación débil, es fácil pensar que los economistas tienen poco que ofrecer en cuanto a las predicciones. Pero cuando se trata del crecimiento del PBI a nivel nacional, las proyecciones anteriores se han confirmado en gran medida; incluso cuando están equivocadas, pueden usarse para diagnosticar problemas estructurales.

El mes pasado, escribí sobre la creciente división entre la teoría económica y las condiciones económicas del mundo real, y recordé a los lectores que la economía sigue siendo una ciencia social, a pesar de las ambiciones más elevadas que puedan tener sus profesionales. No obstante, cuando se trata de la cuestión específica de qué es lo que impulsa el crecimiento económico a largo plazo, todavía se pueden ofrecer predicciones rigurosas centrándose en solo dos fuerzas.

Específicamente, si uno sabe cuánto crecerá (o reducirá) la población en edad de trabajar de un país, y cuánto aumentará su productividad, uno puede predecir su crecimiento futuro con una confianza considerable. La primera variable es razonablemente predecible a partir de las tasas de jubilación y muerte de un país; la segunda es más incierta. De hecho, la desaceleración informada en la productividad en las economías avanzadas desde 2008 es ampliamente considerada como un misterio económico.

¿Sin embargo, es realmente un misterio? Considere la siguiente tabla, que muestra el crecimiento del PBI desde la década de 1980 para las economías más grandes, los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), y los “Next Eleven” (N-11), los países en desarrollo más poblados.

Con la cuarta columna (2011-2020) que muestra lo que mis colegas y yo habíamos proyectado en 2001 cuando acuñamos el acrónimo BRIC, se pueden observar diferencias entre lo que se pronosticó y lo que sucedió en esta década (2011-2017*). Para el mundo en su conjunto, predecimos un crecimiento de poco más del 4% en la década actual, debido al aumento de China y de los otros BRIC principales. Y es precisamente por esa razón que el crecimiento en el período 2001-2010 fue más fuerte que en las décadas anteriores, cuando la persistencia de un crecimiento anual del 3.3% llevó a algunos economistas a concluir que la economía mundial había alcanzado su pleno potencial.

Ahora considere lo que realmente ha sucedido. El crecimiento en los EEUU, el Reino Unido, Japón, China y (posiblemente) la India se ha acercado a lo que predijimos. Pero no se puede decir lo mismo de la eurozona, Brasil y Rusia, cuyo bajos rendimiento deben reflejar una productividad débil, dado que nuestras predicciones ya habían tenido en cuenta las tendencias demográficas.

Vale la pena señalar que ningún país o región importante ha tenido un mejor desempeño del que pronosticamos en 2001. La tabla muestra que puede haber cierta asimetría entre el crecimiento real y el potencial, y que tales divergencias no son aleatorias. Por el contrario, la zona euro, Brasil y Rusia claramente tienen problemas subyacentes que deben abordarse.

Por supuesto, en primer lugar, también podemos haber sido demasiado optimistas sobre el potencial a largo plazo de estas economías. Tal es la naturaleza de una ciencia social. Si cualquiera de ellos puede lograr un fuerte crecimiento de la productividad dependerá de una variedad de factores, entre los que se incluyen las políticas que tienen vigentes. En este punto, sería una agradable sorpresa si alguno de ellos alcanzara el nivel de crecimiento que predecimos para el 2021-30.

También vale la pena señalar que los EEUU y el Reino Unido registraron un crecimiento cercano al nivel que predecimos a pesar de sus débiles aumentos de productividad, pero rápido aumento del empleo en ambos países. Pero con la tasa de desempleo alcanzando mínimos históricos y con una política pública en contra de la inmigración, será matemáticamente imposible alcanzar el mismo nivel de crecimiento del empleo en la próxima década. Para que el crecimiento general continúe, la productividad debe mejorar.

Cuando se trata de la próxima década, gran parte del enfoque últimamente ha estado en China, cuya actual desaceleración parece haber tomado a los mercados por sorpresa. No debería haberlo hecho. Como predijimos hace casi 20 años, China luchará por alcanzar un crecimiento superior al 5% en el período 2021-2030, por la sencilla razón de que el crecimiento de su fuerza laboral habrá alcanzado su punto máximo. Si bien los pesimistas sin duda encontrarán una validación en las futuras decepciones del crecimiento chino que están por venir, los optimistas pueden señalar el hecho de que un 5% de crecimiento anual en China es nominalmente equivalente a un 15-20% de crecimiento en Alemania. En esta etapa del desarrollo de China, un crecimiento más rápido sería realmente extraordinario.

Es igualmente predecible que India comience a crecer a un ritmo mucho más rápido que China, simplemente porque a su fuerza laboral le queda mucho por hacer. La verdadera pregunta es si la India puede implementar fuertes reformas para mejorar la productividad. Si puede, podría ser la única economía importante que supere las expectativas en la próxima década. Pero incluso en su defecto, la India pronto superará al Reino Unido y Francia para convertirse en la quinta economía más grande del mundo; superará a Alemania en algún momento de la próxima década, posiblemente en 2025.

Mientras tanto, a menos que Brasil y Rusia reduzcan su dependencia del ciclo de precios de los productos básicos, solo experimentarán un fuerte crecimiento durante los picos de precios. Con o sin reforma, Rusia ya se dirige a otra década decepcionante como resultado de su demografía. Brasil, por otro lado, podría registrar un crecimiento cercano al que originalmente predijimos si pudiera implementar reformas sociales y de salud difíciles. Pero eso es un gran “Y si”.

En cuanto a la zona euro, parece que hemos sido demasiado optimistas, a pesar de que previmos una disminución en el crecimiento potencial al 1.5%. Hoy en día, la mayoría de los pronosticadores sitúan el potencial de crecimiento de la región en alrededor del 1%. Si Alemania no puede cambiar a un modelo de crecimiento más orientado a la demanda doméstica, esa proyección probablemente resultará correcta. Sin embargo, aunque la mayor parte de la cobertura de la prensa se ha centrado en la caída de las exportaciones y la producción manufacturera de Alemania, el sector de servicios del país sigue siendo fuerte. Por su propio bien y por el de Europa, Alemania debería abrazar esa fuerza permanentemente.

Entre la gran variedad de países N-11, la mayoría de ellos en Asia y África, hay algunos productores de rápido crecimiento como Vietnam. Otros, especialmente Nigeria, tienen un potencial notable debido a sus características demográficas, pero nunca lo alcanzarán a menos que realicen reformas significativas. En eso, tienen algo en común con muchas de las economías avanzadas. Lampadia

Jim O’Neill, ex presidente de Goldman Sachs Asset Management y ex ministro de Hacienda del Reino Unido, es presidente de Chatham House.




Trump lanza ataque comercial

La semana pasada, el presidente Trump dijo que impondría un arancel de 25% sobre las importaciones de acero y un 10% sobre el aluminio, provocando una gran ola de ventas de acciones que reflejó una mayor preocupación: una posible “guerra comercial”. Si los países golpeados por los aranceles imponen represalias, se provocaría un ir y venir de crecientes imposiciones que dañarían el crecimiento global y el comercio internacional, el espacio indispensable para el avance de las economías emergentes.

El lunes, sin embargo, en relación a Canadá y México, el presidente Trump vinculó su amenaza a la renegociación forzada del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TCLAN), explicando que los eximiría de los aranceles sobre el acero y el aluminio, si aceptan las demandas de la Casa Blanca en la renegociación del TLCAN. Un estilo de negociación que está destruyendo todos los códigos del comercio internacional.

¿Por qué Trump amenaza con imponer aranceles?

Durante años, China ha sido acusada de vender acero y aluminio en EEUU a precios que están por debajo del costo de producción, en parte porque China tiene un gran excedente de capacidad productiva. Trump dice que la práctica le ha costado a la industria siderúrgica estadounidense cientos de miles de empleos. Trump ganó las elecciones prometiendo a los votantes de ‘blue collar’ en los estados productores de acero que se pondría duro con las importaciones. Ahora, está cumpliendo su promesa.

¿Qué es una guerra comercial?

Una guerra comercial ocurre cuando otros países afectados por los aranceles imponen sus propios aranceles en represalia, lo que podría desencadenar una batalla de aranceles en aumento, reversar el libre comercio y obstaculizar el crecimiento económico. La Unión Europea, Canadá y China ya han amenazado con aranceles en respuesta a las acciones de EEUU. Eso perjudicaría a los fabricantes de una amplia variedad de exportaciones de EEUU, incluyendo carne de res, maíz, automóviles y motocicletas. Trump, a su vez, dijo que luego impondría los automóviles europeos con aranceles.

¿Cómo afectan las tarifas a las negociaciones del TLCAN?

Trump parece estar utilizando las tarifas como método de negociación con Canadá y México en las conversaciones del TLCAN. En un tuit, Trump dijo: ” Los aranceles sobre acero y aluminio solo se levantarán si se llega a un nuevo acuerdo”.

Su tweet sugiere que la administración puede estar abierta a modificar las aranceles para eximir a ciertos países. Pero, también pone a los gobiernos de Canadá y México en una posición incómoda. Antes de la amenaza de los aranceles, los tres países podían al menos fingir que estaban tratando de negociar algún tipo de compromiso de beneficio mutuo. Ahora parecerá que están cediendo a las tácticas intimidatorias de Washington.

Tal vez esa es la intención de Trump; quizás está buscando otra excusa para finalmente acabar con el TCLAN. O tal vez está pensando todo lo contrario; es posible que esté preocupado por las duras críticas que ha recibido a nivel global con respecto a sus medidas. Con Trump nada se sabe.

¿Qué implica esto para América Latina y para el Perú?

En general, la decisión de Trump podría impactar todo América Latina, especialmente en Brasil y México, que representan respectivamente el 13% y el 9% del mercado estadounidense. En una región como América Latina, con varias elecciones presidenciales previstas en los próximos meses, el fantasma de una guerra comercial global puede dar impulso a quienes no entienden los beneficios del libre comercio y rechazan la apertura de mercados.

Brasil, segundo mayor exportador de acero a EEUU después de Canadá, reaccionó rápidamente al anuncio sobre aranceles a ese metal y al aluminio. “El gobierno de Brasil recibe con enorme preocupación la información”, indicó un comunicado del ministerio brasileño de Industria y Comercio Exterior el jueves.

El texto advirtió que Brasil espera “trabajar constructivamente” con EEUU para evitar la aplicación de los gravámenes, pero “no descarta eventuales acciones complementarias, en el ámbito multilateral y bilateral, para preservar sus intereses”.

México espera ser excluido de las medidas arancelarias de EEUU, porque de lo contrario el país debería responder con acciones recíprocas. Otros países y bloques como la Unión Europea también han advertido que tomarán medidas de represalia contra EEUU. si se aplican los aranceles anunciados por Trump, alimentando los temores a una guerra comercial que ya causan pérdidas en bolsas de valores.

En el caso del Perú, una guerra comercial tendría un impacto muy negativo en nuestra economía, ya que debilitaría sustancialmente el eco-sistema de libre comercio, indispensable para traer más riqueza del exterior a nuestro país y reducir la pobreza. Además, generaría una caída en el precio de los metales que afectaría las proyecciones de la economía.

Un impacto negativo adicional, se daría por el por el desvío de comercio de las exportaciones de acero de México, que ya es superavitario, y podría invadir nuestro mercado interno, haciendo un daño estructural a nuestra industria siderúrgica. Esto, como consecuencia de medidas que, como la de EEUU, esperamos se puedan corregirse pronto. Evidentemente, el Perú debe ver, en el corto plazo, cómo protegerse de daños de esta naturaleza.

En cuanto al impacto de una guerra comercial y la reversión del libre comercio, el gobierno tendría que convocar a los peruanos más conocedores de estos temas, para repensar nuestras estrategias comerciales, procurando no abundar en la destrucción del eco-sistema comercial global. Lampadia




Los 10 riesgos globales del 2018

Como lo hicimos en años anteriores, en esta ocasión compartimos el análisis de riesgos del Economist Intelligence Unit (EIU), sobre su insidencia en el 2018.

En su análisis, el EIU, no incluye uno que destacó The Economist hace pocos días, el riesgo de una guerra entre grandes potencias, concretamente, la posibilidad de un enfrentamiento de EEUU con Rusia (ver en Lampadia: El peligro de una guerra entre grandes potencias. En esa línea, esta semana, Putin a soltado un mensaje muy preocupante, ufanándose, al estilo del tirano norcoreano, de la capacidad de sus nuevas armas nucleares. Tema que analizaremos próximamente.  

Según las previsiones de crecimiento, este es un buen momento para la economía mundial. Sin embargo, un nuevo informe del EIU advierte de los grandes riesgos, algunos de los cuales ya se están viendo a través de la política comercial de los EEUU y el nerviosismo del mercado bursátil.

Las proyecciones de crecimiento mundial más recientes, del FMI, el Banco Mundial, el Foro Económico Mundial, etc., hablan de un “empuje” y “repuntes sostenidos”, de “recuperación cíclica” y “aumento de confianza”. La tasa de crecimiento global oscila entre 3% y 4%, aumentando en 2018 y 2019. Entonces, ¿todo va bien?

No necesariamente, afirma el Economist Intelligence Unit (EIU), un grupo global de investigación y análisis de inteligencia empresarial que evalúa regularmente los principales riesgos para la salud económica mundial.

La unidad ha publicado lo que determina serán los 10 principales riesgos para la economía global en los próximos dos años. El EIU afirma que “A pesar de las cifras alentadoras de crecimiento, la economía mundial se enfrenta al mayor nivel de riesgo en años. De hecho, este panorama económico favorable parece provenir de un mundo completamente diferente a aquel en el que los titulares están dominados por la retórica proteccionista, las principales disputas territoriales, el terrorismo, el creciente ciber-crímenes e incluso la amenaza de una guerra nuclear.”

Usando una métrica que combina la probabilidad de un evento dado con la severidad de su impacto, el informe dice que las dos amenazas más graves para la salud económica mundial en los próximos dos años provienen de Estados Unidos.

Esta tabla destaca los 10 principales riesgos mundiales de The Economist Intelligence Unit, clasificados en orden de intensidad. La intensidad del riesgo aquí se mide en una escala de 25 puntos, y es un producto de la probabilidad de que ese riesgo tenga lugar y el impacto potencial que tendría en la economía global.

1. La caída prolongada en las principales bolsas de valores desestabiliza la economía mundial

Se considera que un colapso prolongado en los mercados bursátiles mundiales, tiene el mismo nivel de riesgo que una guerra comercial global precipitada por las políticas proteccionistas de EEUU. Algo que parece aumentar después de que el presidente estadounidense Donald Trump anunciara nuevos aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio.

“Ambos son riesgos que creemos que tienen una oportunidad no desdeñable de ocurrir, tal vez un 20 o 30 por ciento de posibilidades”, dijo Philip Walker, el editor del informe. “Tendrían un impacto muy perjudicial en la economía mundial y reducirían significativamente el PBI mundial”.

El EIU afirma que un período de “gran incertidumbre” está por venir en los próximos meses, particularmente debido a la creciente expectativa de que la Reserva Federal de la EEUU normalice su política monetaria y aumente las tasas de interés, con otros tesoros importantes en todo el mundo.

2. El comercio mundial se desploma a medida que Estados Unidos intensifica las políticas proteccionistas

La probabilidad de una guerra comercial global, calificada en alrededor del 30 % por la EIU, seguramente ha aumentado en los últimos días. El anuncio de que EEUU cobrará aranceles del 25 % sobre las importaciones de acero y del 10 % sobre el aluminio ha provocado la indignación de varios socios comerciales clave de EEUU.

La respuesta de Trump, a través de un tweet, fue que “las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”. Sin embargo, el informe describe dos riesgos distintos a corto plazo con respecto al comercio mundial. Una es que la retórica de Trump de 2016 y 2017 (en gran medida dirigida a China) sucederá en 2018, como parece.  El segundo es la posibilidad de que Estados Unidos se retire del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), algo que tendría un profundo impacto global.

“Estamos en una situación en la que las cadenas de suministro mundiales están tan interconectadas, esta amenaza del TCLAN no es solo un problema de Norte América, o una cuestión entre Estados Unidos y China, es global”, dice EIU.

Lo que está claro, de acuerdo con este informe, es que el riesgo principal en el comercio global se relaciona con la forma en que China reaccionará ante las políticas proteccionistas de Estados Unidos. Hasta ahora, la reacción de la segunda economía más grande del mundo a los cambios de política de Estados Unidos en 2018 ha sido relativamente medida.

En la decisión de enero de imponer aranceles a las lavadoras y paneles solares, el Ministerio de Comercio de Pekín dijo que colaboraría con la OMC para defender sus intereses. “Si China reacciona desproporcionadamente”, advierte el EIU, “o si Estados Unidos reaccionara de una manera desproporcionada, se podría ver cómo esto se magnifica rápidamente en un problema comercial global”.

3. Las disputas territoriales en el Mar del Sur de China conducen a un estallido de hostilidades

Muchos de los riesgos se relacionan con una guerra abierta. El tercer riesgo más alto se relaciona con la posibilidad de que estallen hostilidades en el Mar del Sur de China por disputas territoriales, y China reclame aguas territoriales tanto al sur como en la costa de Malasia.

Luego está la posibilidad de que algo dramático ocurra en la Península Coreana, donde el programa nuclear de Corea del Norte continúa avivando las tensiones. El EIU ve esto como un evento de baja probabilidad, con las hostilidades en el Mar Meridional de China consideradas significativamente más probables.

Luego hay temores sobre la posibilidad de una guerra abierta entre los rivales de Medio Oriente, Arabia Saudita e Irán, cuya prolongada disputa geopolítica ha provocado varias guerras de poder en la región y una creciente polarización sobre dónde se encuentran las lealtades de los diferentes países.

4. El crecimiento global sobrepase el 4%

El aumento del crecimiento global es un riesgo en el sentido de que es poco probable que eso suceda, pero no necesariamente será negativo.

“Una aceleración amplia en el crecimiento no solo proporcionaría un alivio bienvenido a los países de crecimiento lento en otros lugares, sino que también podría ayudar en cualquier reequilibrio económico a largo plazo en China, haciendo que todo el proceso sea menos doloroso. (…) Una mejora en la demanda mundial proporcionaría un mayor apoyo para los precios de los commodities, lo que se sumaría a un círculo económicamente virtuoso para los exportadores de productos básicos en América Latina, Oriente Medio y el África subsahariana”.

5. Un ciberataque paralice las actividades corporativas y gubernamentales

A medida que continúan las discusiones sobre la interferencia rusa en las elecciones estadounidenses en 2016, los ciberataques globales siguen siendo una gran amenaza.

Sin embargo, existe el riesgo de que la frecuencia y la gravedad de los ataques aumenten. Muchos de los recientes ataques se han centrado en el uso de ransomware, que busca obtener ganancias financieras mediante la explotación de las vulnerabilidades de la red.

Estos ataques bien podrían formar parte de los esfuerzos más amplios de los actores para paralizar gobiernos y economías rivales e incluir esfuerzos para dañar la infraestructura física mediante ciberataques u obtener acceso a información importante.

6. China sufre una recesión económica desordenada y prolongada

Lejos de sus crecientes ambiciones políticas, China ya es una potencia económica, siendo la segunda economía más grande del mundo (la primera según algunas medidas). Sin embargo, persisten los temores de que el crecimiento económico podría estancarse a medida que el país se moderniza.

“Si el gobierno chino es incapaz de evitar una espiral económico descendente, esto llevaría a precios mucho más bajos de los commodities, particularmente en metales”, según la EIU. “Esto, a su vez, tendría un efecto perjudicial en las economías de América Latina, Medio Oriente y África Subsahariana que se habían beneficiado del anterior auge de los precios de los commodities impulsados por China”.

7. Una gran confrontación militar en la Península Coreana

Aumentando aún más el riesgo, Trump ha adoptado una postura más dura que su predecesor hacia Corea del Norte. La combinación de una postura más agresiva por parte de EEUU y la posibilidad de que Corea del Norte se convierta en un estado nuclear capaz de llegar a Estados Unidos en 2018 o principios de 2019 podrían provocar una escalada hacia un conflicto armado importante.

8. Los conflictos en Medio Oriente se convierten en enfrentamientos directos que paralizan los mercados mundiales de energía

Arabia Saudita e Irán han tenido una relación tensa durante décadas, pero se ha intensificado recientemente y ahora tiene el potencial de presentar un desafío económico global.

Como señala la EIU: “En el peor de los casos, estas batallas por poder podrían llevar a un conflicto más amplio en la región del Golfo, potencialmente enfrentando directamente a Arabia Saudita e Irán, cerrando el Estrecho de Hormuz y paralizando los mercados mundiales de energía”.

“En un período en el que ya esperamos que las reservas mundiales de petróleo caigan, cualquier interrupción en el suministro del Golfo se traduciría rápidamente en un aumento de los precios y, en consecuencia, afectaría severamente las perspectivas de crecimiento económico mundial”.

9. Los precios del petróleo caen significativamente después del acuerdo de la OPEP para frenar la producción

Los precios del petróleo se recuperaron durante el año pasado, pero se mantienen muy por debajo de los niveles previos a 2014. Las tensiones aún permanecen dentro de la OPEP, el cártel de los productores de petróleo, y cualquier escalada podría hacer que los precios bajen, con un impacto económico mundial generalizado. Arabia Saudita, por ejemplo, podría decidir aumentar la producción, creando un nuevo exceso de oferta.

“Habiendo comenzado recientemente a recuperarse de la recesión de 2014-16, los precios del petróleo se verían afectados por un repentino y gran aumento en la producción de crudo, y algunos países enfrentarían serias crisis de balanza de pagos”, dice la EIU.

10. Múltiples países se retiran de la zona euro

El EIU considera probable que Grecia deje la eurozona en el mediano plazo. No considera que otros países lo seguirán, pero si lo hicieran, sería altamente perjudicial tanto para la economía europea como para la mundial.

Si más países dejaran la zona del euro, la economía mundial se desestabilizaría. Los países que salgan de la zona bajo coacción sufrirían grandes devaluaciones monetarias y no podrían pagar las deudas denominadas en euros. A su vez, los bancos sufrirían grandes pérdidas en sus carteras de bonos soberanos y la economía mundial podría verse sumida en una recesión. Lampadia




Es importante defender el libre comercio (y …)

La directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde (CL), hizo un fuerte pedido a los países del G-20 (ver artículo líneas abajo), para que apliquen políticas más fuertes para evitar la trampa de un persistente crecimiento bajo, antes de embarcarse a China para la cumbre. Ésta tiene el objetivo de impulsar el crecimiento económico global. Lagarde manifestó su preocupación por la prolongación de un crecimiento lento y por el aumento de la desigualdad que está erosionando políticamente el apoyo al libre comercio y los mercados abiertos.

Lagarde afirma que el bajo crecimiento, la alta desigualdad y el lento progreso en las reformas estructurales son algunos de los temas clave que los líderes del G-20 discutirán en la reunión: “Esta reunión tiene lugar en un momento importante para la economía mundial. El péndulo de las políticas públicas podría inclinarse en contra de la apertura económica, y si no se adoptan medidas de política contundentes, el mundo podría registrar tasas de crecimiento decepcionantes por mucho tiempo”.

Las conclusiones del informe del FMI, en las que se basan las palabras de Lagarde, señalan que “más progreso es urgente” por parte de los miembros del G-20, sobre todo porque el grupo “no está cumpliendo” con la meta de elevar el producto bruto interno (PBI) colectivo en un 2% adicional para 2018. Además, el FMI recomienda que, mientras la demanda es “todavía insuficiente”, y las medidas monetarias pueden estar cerca de sus límites, puede ser necesario ‘apoyar el crecimiento a corto plazo’ con medidas fiscales y a la vez, “acelerar el impacto positivo de las reformas estructurales”.

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Lagarde argumentó que: “Es fácil culpar al comercio de todos los males que aquejan a un país. Pero frenar el libre comercio sería parar un motor que ha generado ganancias de bienestar sin precedentes en todo el mundo durante muchas décadas”.

Es justamente el mayor proteccionismo el causante de parte del freno al crecimiento mundial, como afirmó el Centro para la Investigación de Política Económica, el cual estima que sólo durante los primeros ocho meses de 2016, los gobiernos del G-20 implementaron casi 350 medidas que afectaban los intereses extranjeros. “Los saltos en el proteccionismo del G-20 en 2015 y 2016 coinciden ominosamente con el freno en el crecimiento de los volúmenes de crecimiento del comercio global”, afirmó el centro europeo (al que los europeos no hacen caso).

Más grave aún, el libre comercio se encuentra casi al final de una larga lista de prioridades en la reunión de Hangzhou, precedido por la crisis de refugiados, el crecimiento del empleo, la estabilidad financiera y la transparencia fiscal.

Adam Triggs, académico investigador de la Escuela de Política Pública de Crawford en la Universidad Nacional de Australia, lo dice claramente: “El G-20 tiene que mejorar la forma en la que comunica los beneficios del libre comercio, y al mismo tiempo dar el empuje político necesario para destrabar una liberalización del comercio multilateral que está estancada. Lograr que la cumbre del G-20 en Hangzhou sea exitosa implica hacerse cargo de los grandes desafíos globales a través de medidas prácticas que el público puedan comprender”.

El libre comercio, la más clara expresión de la globalización económica de las últimas décadas, produjo los grandes avances de la humanidad en términos de reducción de la pobreza y de la desigualdad globales, la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida, la emergencia de una clase media global y el crecimiento de la población mundial al doble de lo que fue hace pocas décadas, con mejor calidad de vida, salud e ingresos. Ver en Lampadia: El libre comercio benefició a los países emergentes.

En un artículo publicado hoy del Financial Times se advirtió de la necesidad de abordar las preocupaciones de los votantes sobre la globalización. FT afirmó que “los líderes de las 20 economías más grandes del mundo han sido advertidos de que deben ‘civilizar el capitalismo’ en su intento de reactivar el crecimiento económico y de un creciente escepticismo público acerca de los beneficios del libre comercio y la globalización”.

En la región latinoamericana, debiéramos aprovechar la desaparición del pernicioso liderazgo del PT de Brasil (anti comercio internacional), para promover políticas públicas y posiciones en los foros internacionales, que rescaten la importancia del comercio internacional en la real inclusión de nuestro pobres en la economía de mercado. Lampadia

Las políticas necesarias para evitar la trampa del bajo crecimiento

Christine Lagarde, Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI)

Publicado en IMF Direct y World Economic Forum

2 de Setiembre de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

A worker arrives at his office in the Canary Wharf business district in London February 26, 2014.

Image: © Eddie Keogh / Reuters

El bajo crecimiento, el elevado nivel de desigualdad y el lento avance de las reformas estructurales son algunos de los temas principales que los líderes del G-20 debatirán en la reunión en Hangzhou, China, este fin de semana [3-4 de setiembre]. Esta reunión tiene lugar en un momento importante para la economía mundial. El péndulo de las políticas podría inclinarse en contra de la apertura económica, y si no se adoptan políticas contundentes, el mundo podría registrar tasas de crecimiento decepcionantes por mucho tiempo.

El 2016 será el quinto año consecutivo con un crecimiento del PBI mundial por debajo de su promedio de largo plazo del 3.7% (1990-2007), y el 2017 podría ser el sexto (ver el gráfico). Desde principios de los años noventa, cuando los efectos de contagio derivados de la transición económica provocaron una desaceleración del crecimiento, no se ha visto un debilitamiento tan largo de la economía mundial. ¿Qué ha ocurrido?

En las economías avanzadas, el crecimiento real se mantiene casi un punto porcentual por debajo del promedio entre 1990 y 2007.

Muchas economías siguen todavía plagadas por los legados de la crisis [2008/09], como por el sobre-endeudamiento público y privado, y el deterioro de los balances de las instituciones financieras. El resultado ha sido una demanda tercamente débil. Cuanto más se prolongue el debilitamiento de la demanda, mayores serán las repercusiones sobre el crecimiento a largo plazo, dado que las empresas reducen su capacidad de producción y los trabajadores desempleados abandonan la fuerza laboral y sus aptitudes críticas se deterioran. Una débil demanda también deprime el comercio, lo que se suma al decepcionante crecimiento de la productividad. Del lado de la oferta, la desaceleración de la productividad y las tendencias demográficas adversas están frenando el crecimiento potencial, una tendencia iniciada antes de la crisis financiera mundial. Y con pocas expectativas de un mayor crecimiento futuro, las empresas tienen aún menos incentivos para invertir, lo cual daña la productividad y las perspectivas de crecimiento a corto plazo.

Las economías emergentes también han experimentado una desaceleración, aunque con respecto a un nivel de crecimiento excepcionalmente rápido en la última década. Por lo tanto, esta desaceleración es más bien una vuelta a la norma histórica. La evolución  dentro de las economías emergentes es bastante diversa. En 2015, por ejemplo, el PBI de dos de las cuatro economías más grandes (China e India) creció entre 7-7½%, mientras que el PBI de los otros dos, Rusia y Brasil, se contrajo cerca del 4%. Sin embargo, existen importantes factores comunes:

Uno es el reacomodo de la economía china desde una basada en inversión hacia el consumo, y de la demanda externa hacia la demanda interna. Si bien una economía china estable que crezca a tasas sostenibles es, en definitiva, favorable para la economía mundial, la transición es costosa para los socios comerciales que dependen de la demanda china para sus exportaciones. Esto puede también traer, en el camino del ajuste, brotes de volatilidad financiera. El segundo factor, vinculado al anterior, es el fuerte descenso de los precios de las materias primas, que ha afectado negativamente al ingreso disponible de muchos países exportadores de materias primas. El ajuste de los países exportadores de materias primas a esta nueva realidad será difícil y prolongado. En ciertos casos, requerirá un cambio de modelo de crecimiento.

El débil crecimiento mundial que interactúa con el aumento de la desigualdad está generando un clima político en el cual las reformas se estancan y los países recurren a políticas proteccionistas. En una amplia muestra representativa de economías avanzadas, el ingreso del 10% superior aumentó en alrededor del 40% en los últimos 20 años, mientras que creció de manera muy moderada en los grupos de ingresos más bajo (ver el siguiente gráfico). La desigualdad también ha aumentado en muchas economías emergentes, aunque el impacto en los pobres ha quedado a veces neutralizado por un sólido crecimiento general del ingreso.

Es necesario aplicar políticas contundentes para evitar lo que podría convertirse en una trampa de bajo crecimiento. Estos son para mí los principales elementos de la agenda para reforzar el crecimiento mundial:

El primer elemento es el apoyo a la demanda en las economías que operan por debajo de su capacidad. En los últimos años, esta tarea se ha delegado principalmente en los bancos centrales. Pero la política monetaria está sometida a una presión cada vez mayor, dado que varios bancos centrales están operando con tasas de política monetaria que ya se encuentran en su límite inferior efectivo o cercano a este límite. Esto significa que la política fiscal debe desempeñar un papel más importante. Donde exista margen de maniobra fiscal, las tasas de interés históricamente bajas brindan la excelente oportunidad de impulsar la inversión pública y actualizar las infraestructuras. El segundo elemento son las reformas estructurales. Los países podrían hacer mucho más en este ámbito. Hace dos años, los miembros del G-20 se comprometieron a aplicar reformas que elevarían su PBI colectivo en un 2% adicional en cinco años. Sin embargo, en la evaluación más reciente, las medidas implementadas hasta la fecha equivalen como máximo a la mitad de esta cifra. Por lo tanto, es urgente aplicar más reformas. Los estudios del FMI muestran que las reformas son más eficaces cuando se focalizan en los ámbitos donde las brechas son más patentes y tienen en cuenta el nivel de desarrollo y la posición en el ciclo económico. El tercer elemento es la revitalización del comercio mediante la reducción de los costos comerciales y la disminución de las barreras comerciales temporales. Es fácil culpar al comercio de todos los males que afectan a un país, pero frenar el libre comercio supondría paralizar un motor que ha permitido conseguir mejoras sin precedentes del bienestar en todo el mundo a lo largo de muchas décadas. Sin embargo, para que el comercio beneficie a todos, las autoridades económicas deberían ayudar a aquellos que se vean negativamente afectados a través de la recapacitación, el fortalecimiento de las capacidades, la asistencia profesional y la movilidad geográfica. Por último, las políticas deben garantizar una distribución más amplia de los beneficios del crecimiento. Los impuestos y las prestaciones deberían reforzar los ingresos en los tramos inferiores y recompensar el trabajo. En muchas economías emergentes, es preciso fortalecer las redes de protección social. La inversión en educación puede mejorar la productividad y las perspectivas de los trabajadores de salarios bajos.

Para implementar esta agenda hace falta valentía política. Pero el riesgo de la inacción es  revertir la integración económica global, y por lo tanto paralizar un motor que, durante décadas, ha creado y distribuido riqueza en todo el mundo. En mi opinión, este riesgo es  demasiado grande como para tomarse. Lampadia