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Volvamos a la cooperación internacional

Volvamos a la cooperación internacional

A continuación compartimos un reciente llamado de parte de importantes líderes de la UE y de las Naciones Unidas – publicado por Project Syndicate – que aboga por retomar con fuerza la cooperación internacional, tan venida a menos en los últimos tiempos pero muy necesaria en un mundo que ha sido azotado terriblemente por la pandemia.

Es importante recoger estas reflexiones porque ponen luces sobre muchos de los problemas que aún subsisten en la misma pandemia como es la falta de equipamiento médico, tratamientos eficaces a la enfermedad y sobretodo, vacunas.

En este ultimo punto, por ejemplo, los países de altos ingresos, como era de esperar, han acaparado un mayor volumen de compras, dejando rezagado a buena parte del mundo pobre. Ello ha generado que el coronavirus siga experimentando mutaciones en los lugares en donde no había penetrado con anterioridad, como en el caso de Sudáfrica. Las nuevas cepas en muchos casos resultan más contagiosas y letales, lo cual ha terminado por desbordar toda la capacidad sanitaria, como sucede por ejemplo con la segunda ola de nuestro país.

Si queremos pues generar un verdadero derrotero hacia el coronavirus debemos canalizar la mayor parte de la ayuda internacional hacia los países que por sus bajas posibilidades aun no han cerrado contratos con vacunas. Al respecto, COVAX es una buena iniciativa, pero insuficiente.

Otro punto importante que toca el llamado es el del comercio internacional, que está muy afectado y es el mejor camino para el crecimiento de los países más chicos. Si se pudiera coordinar una estrategia conjunta para profundizar los lazos comerciales de los países en las alianzas internacionales, se podría lograr un impulso interesante.

Todos estos puntos y otros mencionados por el presente llamado solo podrían ser implementados si es que se fortalecen las organizaciones multilaterales en torno a los temas relacionados a ellos – como la OMS y la OMC – así como aquellas dedicadas al financiamiento como el FMI y el Banco Mundial.

Es necesario que los países retomen la agenda del multilateralismo y no desesperen en un mundo que tal vez no será el mismo que antes de la pandemia, pero si nos preparamos, podremos enfrentarlo como hemos hecho con las grandes crisis históricas de la humanidad. Lampadia

Cooperación multilateral para la recuperación global

Emmanuel MacronAngela MerkelMacky SallAntónio GuterresCharles Michel & Ursula Von Der Leyen
P
roject Syndicate
3 de febrero, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

No debemos tener miedo de que un mundo post-pandémico no será el mismo que el statu quo anterior. Debemos acogerlo y utilizar todos los foros apropiados y las oportunidades disponibles para hacer de él un mundo mejor promoviendo la causa de la cooperación internacional.

En septiembre de 2000, 189 países firmaron la “Declaración del Milenio”, que dio forma a los principios de la cooperación internacional para una nueva era de progreso hacia metas comunes. Al salir de la Guerra Fría, confiábamos en nuestra capacidad para construir un orden multilateral capaz de abordar los grandes desafíos del momento: el hambre y la pobreza extrema, la degradación ambiental, las enfermedades, los shocks económicos y la prevención de conflictos. En septiembre de 2015, todos los países se comprometieron nuevamente con una ambiciosa agenda para abordar juntos los desafíos globales: la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible.

Nuestro mundo ha experimentado tendencias divergentes, lo que ha llevado a una mayor prosperidad a nivel mundial, mientras que las desigualdades permanecen o aumentan [dentro de los países más desarrollados]. Las democracias se han expandido al mismo tiempo que el nacionalismo y el proteccionismo han experimentado un resurgimiento. En las últimas décadas, dos grandes crisis han perturbado nuestras sociedades y debilitado nuestros marcos de políticas comunes, poniendo en duda nuestra capacidad para superar las conmociones, abordar sus causas fundamentales y asegurar un futuro mejor para las generaciones venideras. También nos han recordado lo interdependientes que somos.

Las crisis más graves exigen las decisiones más ambiciosas para dar forma al futuro. Creemos que esta puede ser una oportunidad para reconstruir el consenso para un orden internacional basado en el multilateralismo y el estado de derecho a través de la cooperación, la solidaridad y la coordinación eficientes. Con este espíritu, estamos decididos a trabajar juntos, con y dentro de las Naciones Unidas, organizaciones regionales, foros internacionales como el G7 y el G20, y coaliciones ad hoc para abordar los desafíos globales que enfrentamos ahora y en el futuro.

La salud es la primera emergencia. La crisis del COVID-19 es la mayor prueba de solidaridad global en generaciones. Nos ha recordado un hecho obvio: ante una pandemia, nuestra cadena de seguridad sanitaria es tan fuerte como el sistema de salud más débil. COVID-19 en cualquier lugar es una amenaza para las personas y las economías de todo el mundo.

La pandemia exige una fuerte respuesta internacional coordinada que amplíe rápidamente el acceso a pruebas, tratamientos y vacunas, reconociendo la inmunización extensiva como un bien público global que debe estar disponible y asequible para todos. En este sentido, apoyamos plenamente la plataforma global única Access to COVID-19 Tools (ACT) Accelerator, lanzada por la Organización Mundial de la Salud y los socios del G20 en abril.

Para cumplir su misión, ACT-Accelerator necesita con urgencia un apoyo político y financiero más amplio. También promovemos el libre flujo de datos entre socios y la licencia voluntaria de propiedad intelectual. A más largo plazo, también necesitamos una evaluación independiente y exhaustiva de nuestra respuesta para extraer todas las lecciones de esta pandemia y prepararnos mejor para la próxima. La OMS tiene un papel central que desempeñar en este proceso.

La emergencia también es ambiental. Antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) en Glasgow en noviembre, debemos intensificar nuestros esfuerzos para abordar el cambio climático y hacer que nuestras economías sean más sostenibles. A principios de 2021, es probable que los países que representan más del 65% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero hayan asumido compromisos ambiciosos con la neutralidad de carbono. Todos los gobiernos nacionales, empresas, ciudades e instituciones financieras deberían unirse ahora a la coalición global para reducir las emisiones de CO2 a cero según el acuerdo climático de París y comenzar a implementar planes y políticas concretas.

La pandemia ha provocado la peor crisis económica del mundo desde la Segunda Guerra Mundial. La recuperación de una economía mundial fuerte y estable es una prioridad fundamental. De hecho, la crisis actual amenaza con deshacer el progreso que hemos logrado durante dos décadas en la lucha contra la pobreza y la desigualdad de género. Las desigualdades amenazan nuestras democracias al socavar la cohesión social.

Sin duda, la globalización y la cooperación internacional han ayudado a miles de millones de personas a salir de la pobreza; pero casi la mitad de la población mundial todavía lucha por satisfacer sus necesidades básicas. Y dentro de muchos países, la brecha entre ricos y pobres se ha vuelto insostenible, las mujeres aún no disfrutan de las mismas oportunidades y muchas personas necesitan que se les alivie sobre los beneficios de la globalización.

Mientras ayudamos a nuestras economías a superar la peor recesión desde 1945, nuestra principal prioridad sigue siendo garantizar el libre comercio basado en reglas como un motor importante de crecimiento inclusivo y sostenible. Por lo tanto, debemos fortalecer la Organización Mundial del Comercio y utilizar plenamente el potencial del comercio internacional para nuestra recuperación económica. Al mismo tiempo, la protección del medio ambiente y la salud, así como las normas sociales, deben situarse en el centro de nuestros modelos económicos, garantizando al mismo tiempo las condiciones necesarias para la innovación.

Necesitamos asegurarnos de que la recuperación mundial llegue a todos. Eso significa intensificar nuestro apoyo a los países en desarrollo, particularmente en África, construyendo y yendo más allá de las asociaciones existentes, como el Pacto del G20 con África y su esfuerzo conjunto con el Club de París dentro de la Debt Service Suspension Initiative. Es fundamental seguir apoyando a esos países en la reducción de la carga de la deuda y garantizar una financiación sostenible para sus economías, utilizando todo el alcance de los instrumentos financieros internacionales, como el activo de reserva del Fondo Monetario Internacional, los derechos especiales de giro (DEG).

El auge de las nuevas tecnologías ha sido un gran activo para el progreso y la inclusión, contribuyendo a la apertura y resiliencia de sociedades, economías y estados, al tiempo que ha salvado vidas durante la pandemia. Sin embargo, casi la mitad de la población mundial, y más de la mitad de las mujeres y niñas del mundo, permanecen desconectadas y no pueden acceder a sus beneficios.

Además, el considerable poder de las nuevas tecnologías puede utilizarse indebidamente para limitar los derechos y libertades de los ciudadanos, propagar el odio o cometer delitos graves. Necesitamos aprovechar las iniciativas existentes e involucrar a las partes interesadas relevantes en la regulación efectiva de Internet con el fin de crear un entorno digital seguro, libre y abierto, donde el flujo de datos en un entorno confiable esté garantizado. Los beneficios deben recaer especialmente en los más desfavorecidos, incluso abordando los desafíos fiscales de la digitalización de la economía y combatiendo la competencia fiscal nociva. Principio del formulario

Finalmente, la crisis de salud interrumpió la educación de millones de niños y estudiantes. Debemos mantener la promesa de brindar educación para todos y equipar a la próxima generación con el conocimiento de las habilidades básicas y la ciencia, así como con el conocimiento de las diferentes culturas, la tolerancia y aceptación del pluralismo y el respeto por la libertad de conciencia. Los niños y los jóvenes son nuestro futuro y su educación es clave.Final del formulario

Para hacer frente a estos desafíos, el multilateralismo no es una técnica diplomática más. Da forma a un orden mundial y es una forma muy específica de organizar las relaciones internacionales basadas en la cooperación, el estado de derecho, la acción colectiva y principios compartidos. En lugar de enfrentar civilizaciones y valores entre sí, debemos construir un multilateralismo más inclusivo, respetando nuestras diferencias tanto como nuestros valores comunes consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

El mundo después de COVID-19 no volverá a ser el mismo. Aprovechemos los diferentes foros y oportunidades, como el Foro de la Paz de París, para trabajar para abordar estos desafíos con una visión clara. Invitamos a líderes políticos, económicos, religiosos y de pensamiento a contribuir a esta conversación global.

En el Foro de la Paz de París el 12 de noviembre del año pasado, el presidente francés Emmanuel Macron y otros líderes mundiales lanzaron una discusión global sobre la creación de un nuevo consenso para el mundo posterior al COVID-19. Esta discusión continúa a través de un debate en curso publicado por Project Syndicate y sus periódicos miembros en todo el mundo. Lampadia




Reforzando el multilateralismo

Reforzando el multilateralismo

La pandemia ha destacado como muy pocos eventos en la historia – el otro probablemente sería la Segunda Guerra Mundial – la necesidad de fortalecer los organismos multilaterales y la cooperación mutua entre los países, para derrotar a un único enemigo común – el covid 19 – cuyas repercuciones globales – ya sea a través del movimiento migratorio, la importación de medicamentos o la difusión de tratamientos eficaces a la enfermedad – hacen imposible un trabajo aislado y desarticulado. Máxime, si la solución permanente a la crisis depende de la unificación de esfuerzos de más de 200 laboratorios que se encuentran analizando vacunas en diferentes fases clínicas, las cuales están desperdigadas en el mundo tanto occidental como oriental.

Al respecto, compartimos a continuación un llamado publicado en el portal Project Syndicate que hace el ex-secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, hacia los líderes políticos de los países más importantes del globo en el que les insiste defender frontalmente el mutilateralismo en los próximos años a través de 5 acciones concretas. De aquí queremos destacar una en particular referida a renovar sus votos a la carta de la ONU, la cual sienta las bases de una organización que ha permitido, como bien enfatiza Ki-moon, “…durante más de siete décadas, [apoyar] de manera decisiva la búsqueda de la paz, la seguridad, los derechos humanos y las mejoras económicas y sociales en todo el mundo.”

Como hemos comentado en Lampadia: Urge reformar la OMS, países como el Perú, que tienen sistemas de salud públicos precarios por como ha dejado entrever la terrible performance que ha tenido en el ámbito sanitario durante la crisis, requieren del mayor apoyo posible de organizaciones como la OMS – uno de los brazos de la ONU – y por ende urge reformarla con mayor financiamiento y corrigiendo sus cuellos de botella observados en la pandemia. Consideramos lo mismo para la ONU en su principal ámbito de acción que es el de preservar la paz global e incentivar la cooperación internacional en problemáticas importantes que además del tema sanitario, involucran el cambio climático y la seguridad.  Ello se torna aún más apremiante hoy en día dado el proceso de desglobalizacion en el cual ha entrado el mundo desde la última década, lo cual ha sucitado una mayor animosidad entre países afines a ciertas ideologías políticas (ver Lampadia: La globalización sigue perdiendo fuerza).

Veamos el llamado de Ki-Moon denominado “Volviendo al multilaretalismo”. Lampadia

Volviendo al multilateralismo

Ban Ki-Moon
Project Syndicate
23 de septiembre, 2020
Traducida y glosada por Lampadia

Durante 75 años, las Naciones Unidas han proporcionado un foro mundial imperfecto pero incomparable para promover la paz, la prosperidad y los derechos humanos, como un baluarte contra otra guerra mundial. Pero la pandemia del COVID-19 presenta al principal organismo multilateral del mundo su mayor desafío hasta el momento.

NUEVA YORK – El COVID-19 ha arrojado luz sobre las graves vulnerabilidades de un mundo profundamente interconectado. Ningún país, independientemente de su tamaño, riqueza o sofisticación tecnológica, puede abordar esta crisis solo.

Debido a la pandemia, la Asamblea General de las Naciones Unidas de este mes se celebra en circunstancias excepcionales, y los jefes de estado participan “virtualmente” en lugar de viajar a la ciudad de Nueva York. La naturaleza única de la reunión de este año debería servir como recordatorio de que la única forma de superar la amenaza del COVID-19 es a través de la cooperación internacional, la transparencia y el cumplimiento de reglas y regulaciones compartidas.

Es una conmovedora ironía que la pandemia haya golpeado en el 75 aniversario de la ONU. Nacido de los escombros de la Segunda Guerra Mundial, una calamidad totalmente provocada por el hombre, el principal foro internacional del mundo encarnó la determinación de los líderes de la posguerra de que las generaciones futuras deben salvarse del tipo de sufrimiento que habían presenciado.

En Medio Oriente y otras regiones asoladas por conflictos, la ONU y sus principios de cooperación multilateral siguen siendo indispensables para encontrar soluciones sostenibles a largo plazo que garanticen la paz, la estabilidad y la prosperidad. Los principios del derecho internacional son la base de nuestro orden global y proporcionan un marco crucial para defender los derechos y ejercer el poder frente a los desafíos globales.

Podemos ver esto claramente en el conflicto israelí-palestino, que ha durado casi tanto como la propia ONU. La mejor solución serán dos estados, Israel y Palestina, para los dos pueblos, sobre la base de las fronteras anteriores a 1967 reconocidas internacionalmente y de acuerdo con las Resoluciones 242 y 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU, entre otras.

El reciente establecimiento de relaciones diplomáticas entre Israel y dos países del Golfo, los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein, es un acontecimiento político significativo que espero pueda ayudar a superar décadas de distanciamiento y desconfianza. Pero sigo creyendo que la única forma de lograr una verdadera “normalización” entre Israel y el mundo árabe es que todas las partes trabajen hacia una solución duradera de dos Estados que brinde paz, justicia, dignidad y seguridad a palestinos e israelíes por igual. Los derechos inalienables de las personas nunca deben ser cambiados por otros.

En 1945, muchos esperaban que el mundo finalmente hubiera aprendido las lecciones de dos guerras mundiales desastrosas. En palabras de la Carta de la ONU, el organismo fue creado para “salvar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra” y para seguir caminos pacíficos e inclusivos hacia la prosperidad y la democracia globales. La red de convenios e instituciones internacionales centrados en la ONU que se han establecido desde entonces está lejos de ser perfecta. Sin embargo, durante más de siete décadas, ha apoyado de manera decisiva la búsqueda de la paz, la seguridad, los derechos humanos y las mejoras económicas y sociales en todo el mundo.

Para resaltar este legado, The Elders, un grupo de líderes mundiales independientes fundado por Nelson Mandela, del cual tengo el honor de servir como vicepresidente, publicó recientemente un informe sobre la defensa del multilateralismo. En él, emitimos cinco llamados a la acción para los líderes de hoy:

  • Volver a comprometerse con los valores de la Carta de la ONU;
  • Empoderar a la ONU para que cumpla su mandato de acción colectiva sobre la paz y la seguridad;
  • Fortalecer los sistemas de salud para hacer frente al COVID-19 y prepararse para futuras pandemias;
  • Demostrar una mayor ambición sobre el cambio climático para cumplir con los objetivos del acuerdo de París;
  • Movilizar el apoyo para todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Todos los países deben reconocer que la única forma de lograr estos objetivos es mediante un multilateralismo eficaz, que en última instancia redunda en interés de todos. La mayoría de las veces, el fracaso de la ONU para cumplir sus objetivos declarados ha sido el resultado de los estados miembros, en particular, pero no exclusivamente, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (EEUU, Reino Unido, Francia, Rusia, China), no cumpliendo con sus responsabilidades. Cuando los países ponen los intereses nacionales estrechos por encima de las prioridades comunes, todos salen perdiendo.

Sin duda, en julio pasado, acogí con beneplácito la adopción unánime de la Resolución 2532 por parte del Consejo de Seguridad de la ONU, que pedía un alto al fuego mundial para evitar más catástrofes humanitarias en el contexto de la pandemia. También apoyé firmemente esta iniciativa cuando el Secretario General de la ONU, António Guterres, la propuso por primera vez en marzo. Sin embargo, me decepcionó ver tantos meses valiosos desperdiciados en discusiones sobre los detalles del texto.

Las disputas sobre semántica frente a sangrientos conflictos y una pandemia sin precedentes enviaron un mensaje terrible al público mundial. Más allá de los efectos directos en la salud, las consecuencias económicas de la crisis serán duraderas y graves, creando efectos dominó que se sentirán en muchas partes del mundo frágiles y afectadas por conflictos durante algún tiempo. No era el momento de jugar duro diplomáticamente.

Desde entonces, el Programa Mundial de Alimentos advirtió que podríamos encaminarnos hacia la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial, con hasta 600,000 niños con probabilidades de morir de hambre y desnutrición en países muy afectados como Yemen, Somalia, Nigeria y Sudán del Sur.

La crisis del COVID-19 es un sombrío recordatorio de nuestros vínculos humanos y vulnerabilidades comunes. Si no respondemos a la pandemia y otras amenazas compartidas con un renovado sentido de solidaridad y acción colectiva, habremos deshonrado a las víctimas del virus y traicionado las esperanzas que la generación fundadora de la ONU tenía para nosotros. Lampadia

Ban Ki-moon, vicepresidente de The Elders, fue Secretario General de las Naciones Unidas de 2007 a 2016, antes de lo cual fue ministro de Relaciones Exteriores de Corea del Sur. Diplomático de carrera, anteriormente se desempeñó como Director de la Oficina de Tratados y Organizaciones Internacionales de la ONU, Vicepresidente de la Comisión Conjunta de Control Nuclear Sur-Norte y Asesor de Seguridad Nacional de Corea del Sur.




La urgencia de salvar el multilateralismo

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