1

Se acabó la disculpa: La economía mundial se recupera

El mundo ha entrado en un período de mayor incertidumbre política, sin embargo, el impacto en el crecimiento económico global parece estar mejorando. La economía estadounidense probablemente verá un alza moderada en la confianza empresarial y posiblemente algún alivio fiscal en el 2017, pero este no es el único escenario positivo en el panorama. Europa y Japón también están experimentando una dinámica interna de crecimiento más fuerte.

Según un reciente análisis de The Economist (compartido y traducido líneas abajo) y su análisis ’La economía mundial se está recuperando’, los manufactureros a nivel mundial tuvieron su mes más activo en casi seis años, basado en el Índice de gestores de compras de JPMorgan, el nivel más alto en más de seis años.

La importancia de este indicador se debe a que aunque la fabricación representa menos del 20% de la economía en varias economías clave como Estados Unidos y Gran Bretaña, sigue siendo un componente importante y puede a menudo apoyar a las industrias de servicios.

The Economist cita a Manoj Pradhan, de Talking Heads Macro, una firma de investigación, quien afirma que “La amplitud de la mejora (desde Asia hasta Europa y América) hace que haya una mayor probabilidad de un crecimiento sostenido. Una amplia tendencia es un buen indicador de una tendencia establecida”.

En el Perú, en los últimos tiempos, desde que perdimos el impulso hacia el crecimiento el 2011, se le ha echado la culpa de nuestro de menor crecimiento, a la economía global y a la caída de los commodities. Siempre tratamos de contradecir ese relato que tapaba la mediocridad del manejo económico, pero entre políticos, periodistas y economistas, empedraron el camino por el que abandonamos el crecimiento.

Lo precios de la materias primas bajaron, pero el Perú es un productor de costos bajos. La verdad es que el Perú dejo de crecer, en gran medida, por la invasión del aparato estatal por parte de las huestes de las izquierdas que se auparon al gobierno de Humala, bajo la dirección de su primer ministro, el ubicuo Salomón Lerner Ghitis. Sorprendentemente, buena parte de ellos sigue formando parte de la burocracia del Estado, algo especialmente dañino en el actual gobierno, que estaba llamado a corregir los entuertos del anterior.

Además de la ideología, el otro factor que paró el crecimiento del país, fue la parada en seco de la inversión minera, como producto de los conflictos (político) sociales. Ver en Lampadia: Lampadia presentó su primer libro.

Ahora debemos retomar la senda del crecimiento. Necesitamos generar recursos para sobreponernos a las desgracias de los huaycos y cerrar las brechas económicas y sociales que siguen afectando a muchos peruanos. Debemos fomentar la inversión privada en minería, explicando al país los traicioneros infundios con los que se la debilitó. Lampadia

En aumento
La economía mundial disfruta de un repunte sincronizado

La última década ha estado marcada por una serie de falsos amaneceres económicos. Esta vez se siente realmente diferente.
Fuente: The Economist

The Economist
18 de marzo de 2017

Los ciclos económicos y políticos tienen el hábito de estar fuera de sincronía. Simplemente pregúntele a George Bush, quien perdió las elecciones presidenciales en 1992 porque los votantes lo culparon por la recesión. O el canciller Gerhard Schröder, abandonado por los votantes alemanes en 2005 después de imponer reformas dolorosas, sólo para ver a Angela Merkel cosechar los frutos.

Hoy, casi diez años después de la crisis financiera más severa desde la Gran Depresión, por fin está en marcha una amplia expansión económica. En América, Europa, Asia y los mercados emergentes, por primera vez desde un breve repunte en 2010, todos los quemadores están funcionando a la vez.

Pero el humor político es agrio. Una rebelión populista, alimentada por años de lento crecimiento, todavía se está extendiendo. La globalización está en desuso. Un nacionalista económico se sienta en la Casa Blanca. Esta semana todos los ojos estaban en las elecciones holandesas con Geert Wilders, un ideólogo islamofóbico holandés [que perdió las elecciones].

Esta disonancia es peligrosa. Si los políticos populistas ganan el crédito por una economía más floreciente, sus políticas ganarán credibilidad, con efectos potencialmente devastadores. Mientras un esperado repunte eleva los espíritus y extiende la confianza, la gran pregunta es: ¿qué hay detrás de ello?

Todos juntos ahora
La década pasada ha estado marcada por falsos amaneceres, en los que el optimismo al comienzo de un año se ha deshecho –ya sea por la crisis del euro, oscilaciones en los mercados emergentes, el colapso del precio del petróleo o temores de un colapso en China–. La economía de Estados Unidos ha seguido creciendo, pero siempre con vientos en contra. Hace un año, la Reserva Federal esperaba elevar las tasas de interés cuatro veces en 2016. Las debilidades globales lo impidieron.

Ahora las cosas son diferentes. Esta semana, la Fed elevó las tasas por segunda vez en tres meses, gracias en parte al vigor de la economía estadounidense, pero también por el crecimiento en todas partes. Los temores sobre la sobrecapacidad china y la devaluación del yuan han retrocedido. En Japón, en el cuarto trimestre, el gasto de capital creció a su ritmo más rápido en tres años. La zona euro ha cobrado velocidad desde 2015. El índice de confianza económica de la Comisión Europea está en su nivel más alto desde 2011; el desempleo en la zona euro está en su nivel más bajo desde 2009. 

Las campanas de la actividad global se ven también con entusiasmo. En febrero, Corea del Sur, un referente del comercio mundial, registró un crecimiento de las exportaciones superior al 20%. Los fabricantes taiwaneses han registrado 12 meses consecutivos de expansión. Incluso en lugares acostumbrados a la recesión lo peor ha terminado. La economía brasileña ha estado contrayéndose durante ocho trimestres, pero, con las expectativas de inflación domesticadas, las tasas de interés ahora están cayendo. Es probable que Brasil y Rusia añadan crecimiento al PBI mundial este año, en lugar de restarle. El Instituto de Finanzas Internacionales estima que en enero el mundo en desarrollo alcanzó su tasa de crecimiento mensual más rápida desde 2011.

Esto no quiere decir que la economía mundial ha vuelto a la normalidad. Los precios del petróleo cayeron un 10% en la semana hasta el 15 de marzo por renovados temores de exceso de oferta; una caída sostenida perjudicaría las economías de los productores más de lo que beneficiaría a los consumidores. La acumulación de la deuda de China es una preocupación perdurable. El crecimiento de la productividad en el mundo rico sigue siendo débil. Fuera de Estados Unidos, los salarios siguen creciendo lentamente. Y en Estados Unidos, la creciente confianza empresarial aún tiene que traducirse en una creciente inversión.

La apertura de la recuperación exige un acto de equilibrio. A medida que suben las expectativas de inflación, los bancos centrales tendrán que sopesar la presión de endurecer la política contra el riesgo de que, si van demasiado rápido, los mercados de bonos y los prestatarios sufran. Europa es especialmente vulnerable, porque el Banco Central Europeo está alcanzando los límites legales del programa de compra de bonos que ha utilizado para mantener el dinero barato en economías débiles.

El mayor riesgo, sin embargo, son las lecciones políticas. Donald Trump está rezando sus propias alabanzas tras los últimos números de empleos y confianza. Es cierto que el sentimiento bursátil y empresarial se ha disparado por las promesas de desregulación y un impulso fiscal. Pero las afirmaciones de Trump de haber creado mágicamente empleos son pura fanfarronería. La economía estadounidense ha añadido empleos durante 77 meses seguidos.

Sin Keynes no hay ganancias

Lo más importante es que el auge no tiene nada que ver con el nacionalismo económico del “America Primero” de Trump. De todos modos, el auge mundial reivindica a los populistas que hoy los expertos a menudo critican. Los economistas han sostenido durante mucho tiempo que las recuperaciones de las crisis financieras tardan mucho tiempo: las investigaciones sobre 100 crisis bancarias de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff de la Universidad de Harvard sugieren que los ingresos vuelven a los niveles previos a la crisis sólo después de ocho largos años. La mayoría de los economistas también argumentan que la mejor manera de recuperarse después de una crisis de deuda es limpiar los balances rápidamente, mantener la política monetaria suelta y aplicar estímulo fiscal siempre que sea prudentemente posible.

La recuperación de hoy confirma la prescripción. La Fed fijó las tasas de interés en el piso hasta que el pleno empleo estaba a la vista. El programa de compra de bonos del BCE ha mantenido en niveles tolerables los costos de endeudamiento en los países propensos a crisis, aunque el acento de Europa sobre la austeridad, recientemente relajado, hizo que el trabajo fuera más difícil. En Japón, las subidas del IVA han reducido los avances previos; esta vez el gobierno sabiamente ha diferido un aumento hasta por lo menos 2019.

Con todo, un respaldo a políticas económicas populistas favorecería a los partidos insurgentes en países como Francia, donde la líder de extrema derecha Marine Le Pen está en buena posición para ganar la presidencia. También favorecería políticas erróneas. Los recortes de impuestos propuestos por Trump impulsarían a una economía que ahora menos necesita apoyo –y complican la tarea de la Fed–. Fortificados por la creencia errónea en su propia visión del mundo, los proteccionistas de la administración podrían instar a Trump a abandonar la infraestructura de la globalización (eludiendo a la Organización Mundial del Comercio en la persecución de sus quejas contra China), arriesgando una guerra comercial. Un derroche fiscal en el país y un dólar más fuerte ampliaría el déficit comercial de Estados Unidos, lo que podría fortalecer su mano. Los populistas no merecen crédito por la mejora. Pero todavía podrían arrebatárnosla
Lampadia

Para sustentar los mensajes de The Economist, compartimos abajo los cuadros de su segundo artículo ‘La economía mundial se está recuperando’:

 

 




Secada: “PBI crecería este año solo ‘un cachito más’ que en el 2014”

Secada: “PBI crecería este año solo ‘un cachito más’ que en el 2014”

Por José Carlos Reyes

(Gestión, 18 de Febrero de 2015)

Economista estima que la economía crecería entre 3% y 3.5%. Advierte que aún no se recupera, pues el PBI desestacionalizado cayó tanto en noviembre como en diciembre del 2014.

El Gobierno podría volver a fallar en cumplir la meta de crecimiento trazada para este año, e incluso también será difícil que se supere la tasa de expansión de 2.3% registrada en el 2014.

Para el economista Pablo Secada, este 2015 el PBI crecería solo “un cachito más” que el año pasado: “entre 3% y 3.5%”. Ello debido a que los últimos datos del INEI no muestran una recuperación y tampoco repunta la confianza empresarial.

Refirió que si se observa el PBI desestacionalizado -que compara el PBI de un mes con el anterior- en diciembre y noviembre pasados la economía retrocedió, a diferencia de lo ocurrido en meses previos (ver cuadro).

“En noviembre y diciembre la actividad económica retrocedió. Entonces, hemos terminado el año no recuperándonos, sino retrocediendo”, indicó a Radio Exitosa.

Incertidumbre

Asimismo, Secada subrayó que actualmente la confianza empresarial está “estancada”, y si en algún momento se recupera, sus efectos en la economía se sentirían recién luego de dos trimestres.

“No es que mañana mismo se gira el cheque. El dinero entra en dos trimestres. Por ejemplo, mientras pides la maquinaria y llega, luego recién la pagas”, anotó.

Cabe recordar que tanto el Ministerio de Economía (MEF) como el Banco Central de Reserva estiman que este año el PBI crecería alrededor de 4.8%, impulsado por la recuperación de la minería y pesca, la baja del precio del petróleo, el avance de las obras de infraestructura y los efectos del paquete fiscal lanzado a fines del 2014.

Sector externo “no ayuda

No obstante, Secada remarcó que este año el “sector externo no ayudará”, pues se prevé una baja en la demanda, incluida la de los minerales, del mercado chino y europeo. “Si bien no es un panorama de crisis, como en algún momento lo dijo el presidente, la economía mundial no te va a ayudar. Básicamente, lo que te queda es el consumo privado y el gasto público”, sostuvo.

Pero advirtió que en el primer caso el consumo privado ha venido desacelerándose, al crecer antes a 6% anual y ahora a solo 4%. Mientras que el gasto público viene avanzando muy lento, no solo a nivel de las regiones y municipios, sino también de parte del gobierno central (Gestión 12.02.2015). “Entonces, no sabemos de dónde va a salir el crecimiento (adicional para este año)”, anotó.

“Fallas” en concesiones

Secada, analista del Instituto Peruano de Economía (IPE), también advirtió sobre fallas en los contratos de concesión de los proyectos de infraestructura elaborados a nivel del MEF y el Ministerio de Transportes para luego ser promovidos en ProInversión. “El diseño es pobre, los contratos están mal hechos, pues no se define bien de quién es el riesgo. Por ello, al final, se presentan pocas empresas postoras”, anotó el analista.




“¡Es el Estado, …estimado!”

“¡Es el Estado, …estimado!”

Algunos analistas creen ingenuamente que el contexto externo es el principal factor que explica la desaceleración de la economía peruana, y es a partir de este diagnóstico que el Gobierno tendría que expandir el gasto y relajar la política monetaria para hacer frente al menor ritmo de crecimiento. Este diagnóstico equivocado olvida que la inversión privada (el principal motor del crecimiento), se encuentra paralizada por la maraña burocrática, la “normatitis” recrudecida y las señales erróneas del Gobierno.

Durante el primer trimestre del año, el crecimiento del PBI fue de 4.9%, nivel inferior al esperado (5.5%). Esta desaceleración se explica por una menor inversión privada, que constituye entre el 80-85% de la inversión total y es uno de los principales motores de nuestro crecimiento.Así, entre los años 2010 y 2012 esta variable creció a tasas que superaban el 15% anual, pero el año pasado lo hizo solo a un ritmo de 3.9%, terminando el último trimestre en 0.5% (Ver: Volvamos a prender el motor de la economía).

¿Cuáles son las causas que explican la caída de la inversión? Algunos analistas creen que la respuesta está en el contexto externo. Explican que debido a una reducción de 12% en los precios de las exportaciones en el primer trimestre del año, y una reducción en el ingreso de capitales de corto y largo plazo (esta última asociada a inversión extranjera directa) se está afectando el crédito, sobre todo en moneda extranjera, y esto sería evidencia de que un choque externo estaría causando el enfriamiento. En efecto, el crecimiento del crédito en dólares se ha reducido a 4%, y en el primer trimestre del año solo ingresaron US$ 131 millones de préstamos de largo plazo, cuando en el año pasado entraron US$ 486 millones en el mismo periodo.

Pero este diagnóstico no es el más preciso. La demanda interna, impulsada principalmente por el comercio y el consumo, sigue mostrando un importante dinamismo. El crédito bancario total al sector privado ha crecido en promedio 19.3% en el primer trimestre, y el crédito en soles lo ha hecho en 26.2%. Entonces no hay un problema de “demanda insuficiente”. El remedio del libro de texto de Introducción a la Macroeconomía, recomendado por algunos ingenuos, asociado a la expansión del gasto público y relajación monetaria, solo inflaría transitoriamente la demanda interna sin corregir la fuente de la desaceleración: la contracción de la inversión privada.

Buena parte de esta contracción se debe alas trabas y la incapacidad del gobierno para permitir el desarrollo de los sectores: minero, energéticoy el de hidrocarburos. Consiguientemente se prevé una contracción de 7% en la inversión minera y una caída de 30% en la inversión eléctrica;dramático para un país con el potencial minero e hidroenergético del Perú. Este panorama contrasta significativamente con las cifras registradas entre el 2010 y 2012, en los que las inversiones minerasy energéticas crecieron en 15% y 27% anual respectivamente, impulsadas por los proyectos que se encontraban en marcha.

Pero también se ha hecho casi imposible invertir en el Perú tanto en negocios grandes como en pequeños: desde abrir una mina hasta poner un restaurante, o poner una antena de celulares hasta tramitar un cambio de uso de terrenos, conseguir permiso para abrir un nuevo colegio o un centro de salud, e inclusive, poner un letrero en la fachada de una bodega. (Ver: Otra vez la Parada…esta vez de la inversión) El efecto negativo sobre la inversión se incrementa por las normas contra-propósito y los temas como: Bear Creek, Ley de comida chatarra, Sunafil, Ley de seguridad y salud en el trabajo, Conga, el nuevo marco legal laboral, la exagerada regulación ambiental (Ver: Radicalismo ambiental en el ministerio), entre otros.

Como lo han señalado diversos economistas, el principal factor que nos está golpeando es la desaceleración de la inversión privada causada por el deterioro de la confianza, las expectativas y el clima de inversión. Es por ello que la principal receta para la reactivación implica tomar medidas de emergencia necesarias en el corto plazo para al menos facilitar el impulso de cinco grandes proyectos, así como generar una campaña de información y concientización en todos los ciudadanos sobre las relaciones causa-efecto que existen entre la inversión y el bienestar. Pero nada de esto será suficiente, si el gobierno no propicia un mejor clima político y un shock de confianza. Lampadia




Otra vez La Parada (esta vez en la inversión)

Otra vez La Parada (esta vez en la inversión)

El panorama económico que se presenta este año no es de los mejores. A pesar de las optimistas proyecciones oficiales para la economía (expansión de 6%) y nuestro consuetudinario esfuerzo por ver siempre el vaso medio lleno, nuevamente los analistas han empezado a corregir sus estimaciones de crecimiento hacia la baja. Por ejemplo el BCP proyecta una desaceleración de los principales motores de la economía: la inversión privada y el consumo, (después de haberse frenado el motor de las exportaciones).

La inversión privada (entre 80-85% de la inversión total) ha sido uno de los principales motores de nuestro crecimiento llegando al 28% del PBI (US$ 53,000 millones el 2013). Entre el 2010 y el 2012, la inversión privada se ha expandido a tasas que superaban el 15%, sin embargo el año pasado, apenas creció 3.9% y el último trimestre solo 0.5%. El BCP estima que este año crecerá solamente 3.3%, cayendo aún más. Buena parte de esta desaceleración se debe al descuido en el que el gobierno tiene a los sectores minería, energía e hidrocarburos. Un reflejo de ello es que para el presente año se prevé una contracción de 7% en la inversión minera y una caída de 30% en la inversión eléctrica. Una situación dramática para un país con un enorme potencial minero e hidroenergético. Esta vergonzosa performance contrasta radicalmente con las cifras registradas entre el 2010 y 2012, en los que la inversión en minería creció 15% y la inversión eléctrica 27% impulsada por los proyectos que se encontraban en marcha.

Por su parte, el consumo privado, que venía registrando tasas de crecimiento de dos dígitos (se incremento en 6.4% entre el 2010-2012) tendría un frenazo en el presente año, creciendo apenas 4.8% luego de haberse desacelerado a 5.2% el año pasado.

Como lo han venido señalando economistas como Roberto Abusada, Hugo Santa María, Carlos Adrianzén y Luis Carranza, el principal factor que está golpeando a la economía es el deterioro de la confianza y las expectativas. Tal situación se debería a fallas sistémicas del Gobierno a la hora de dar mensajes claros a la población, la falta de liderazgo del gobierno y las debilidades de nuestra burocracia para impulsar los grandes proyectos. Luis Carranza, sostiene al respecto que el Gobierno “pensó, desde un inicio, que el crecimiento estaba garantizado y la inversión privada iba a continuar”.  

En este contexto, el BCP estima que la economía peruana crecerá 5.3% el presente año, y estará impulsada por el gasto público, el aumento de la producción de cobre por el inicio del proyecto  Toromocho, y el incremento de las exportaciones tradicionales. Pero este escenario base no está exento de riesgos. Actualmente se proyecta que China crecerá 7.5% este año, pero de desacelerarse al 6%, el Perú solo registraría una modesta expansión de 4.4%. (Cabe señalar que las proyecciones del BCP no incluyen el escenario confirmado de un Fenómeno del Niño, que aunque débil, afectaría a los sectores productivos).

El problema con una eventual desaceleración de la economía es que produce una sensación de frustración y debilita la capacidad de disminuir la pobreza. Además, como ya hemos mencionado antes en Lampadia, el costo de oportunidad de reducir un punto el crecimiento es enorme en términos de generación de empleo, impuestos y bienestar. (Ver: Los costos de la desaceleración).

La razón de la parálisis de la inversión no es porque no se quiera invertir en el Perú. Es porque se ha hecho casi imposible invertir, tanto en negocios grandes como en pequeños. Desde abrir una mina hasta poner un restaurante, o poner una antena de celulares hasta tramitar un cambio de uso de terrenos, conseguir permiso para abrir un nuevo colegio o un centro de salud, e inclusive, para poner el letrero en la fachada de una bodega.

En este proceso de parálisis no podemos dejar de considerar el impacto que tienen las normas contra-propósito y los temas como: Bear Creek, Ley de comida chatarra, Sumafil, Ley de seguridad y salud en el trabajo, Conga, el nuevo marco legal laboral, la tramitologia ambiental, entre otros.

Urge, entonces hacer un llamado a todas las instancias de gobierno, desde la Presidencia de la República hasta el municipio del distrito más pequeño del país. Este llamado debe incluir a la oposición, líderes gremiales y líderes de opinión, para diligentemente apostar por crear un clima favorable a las inversiones, como lo acaba de recomendar Paul Krugman. Además, tomar medidas de emergencia necesarias en el corto plazo para al menos facilitar el impulso de cinco grandes proyectos, así como generar una campaña de concientización en todos los ciudadanos sobre las relaciones causa-efecto que existe entre inversión y bienestar. Pero nada de esto será suficiente, si el Presidente de la  República no propicia un mejor clima político y de confianza mutua. Lampadia




Los puntos sobre las íes

Los puntos sobre las íes

En el presente artículo Lampadia expresa su opinión sobre los injustificados ataques y sobrerreacciones al Comunicado de Confiep. Un comunicado que está más que justificado dada la coyuntura actual. Sus críticos olvidan, obvian u ocultan que el índice de confianza empresarial ha caído 10 puntos en el 2013 afectando, así, el nivel de inversiones del país. 

Una cuestión de CONFIANZA: Necesitamos creer en la posibilidad un futuro mejor

El comunicado de CONFIEP aparecido el domingo último ha generado una desmedida reacción tanto de algunos funcionarios del gobierno como en cierta prensa. Lo curioso es que las críticas no van al fondo de los señalamientos que realiza el gremio empresarial, sino a otros aspectos: “que no se han cuidado las formas”, que es “inoportuno” e incluso “contraproducente”. Algunos columnistas, incluso, han obviado el análisis y la ecuanimidad para llenarlo de calificativos, como el de “brulote”, por ejemplo.

Veamos. El comunicado se expresa en términos correctos. De hecho, no exige nada, se emplea la palabra “invocar” y solicita una “reflexión” y “rectificación” de algunos hechos y actitudes que, desde el punto de vista empresarial y el de muchos peruanos, están poniendo en riesgo el clima de inversiones en el país.

Lampadia comparte las preocupaciones expresadas en el comunicado de Confiep. Como hemos indicado recientemente: “El Presidente de la República tiene temas más importantes en su agenda, la de todos los peruanos, que el inmiscuirse en la controversia surgida por la supuesta ´concentración´ de medios. En esa misma línea, consideramos inaceptable que se nos pretenda imponer una ley universitaria al caballazo, y se mantengan las erradas políticas del sector pesquero. También coincidimos en la necesidad de lograr mayor efectividad en la culminación de los proyectos de inversión, para lo cual se requiere valentía política y eficacia en el Estado”.

Estamos convencidos que es necesaria una rectificación en dichos temas, porque efectivamente el clima de inversión se ha afectado. Una muestra de ello, y estos son datos concretos, no simples conjeturas como las que fácilmente realizan ciertos columnistas y editorializa La República, es la constatación de que el ritmo de crecimiento de la inversión viene cayendo (Ver artículo de Lamapadia).

Hemos pasado de una tasa de crecimiento de 26% entre 2006-2008 a un estancamiento de 10%  entre 2011-2012, y lo que es realmente alarmante es que en el 2013 se registró un promedio de crecimiento de 7%. Por ello, el llamado de reflexión de la clase empresarial es más que oportuno. Dada esta situación se debería comenzar por implementar medidas para recuperar un mejor nivel de inversión. Es decir, debemos mejorar las expectativas del sector privado, golpeadas según el índice de confianza empresarial, que ha caído 10 puntos en el 2013.

En paralelo a esta situación, lamentablemente, se sigue deteriorando la confianza en las instituciones del Estado. Estas son realidades objetivas y es obvio entonces que este gremio tenga que pronunciarse solicitando se rectifiquen actitudes que nos permitan a todos los ciudadanos, no solo a los empresarios, recuperar los niveles de confianza en el futuro que teníamos hasta hace poco tiempo.

¿Es acaso un disparate que se solicite, por ejemplo, que se detenga el sistemático e injustificado enfrentamiento entre las autoridades y la industria pesquera? Los resultados de este sector el año pasado, así lo ameritan. Para muestra un botón: las medidas buscaban incrementar la pesca para consumo humano. ¿Cuál ha sido el resultado? Una disminución de la pesca para consumo directo de 2.4% y de 19,6% para indirecto. Asimismo, la producción de recursos hidrobiológicos para consumo directo cayó un 5.4%, mientras la producción para consumo indirecto un 55.8%. Un desastre.

Por eso, sorprende que en un momento en que se debiera reflexionar sobre las medidas que eviten que la economía nacional se enfríe, se busque el enfrentamiento con el sector privado, que puede hacer que sigamos en la senda de progreso.  Lampadia




Los costos de la desaceleración

Los costos de la desaceleración

Mientras el mundo sale lentamente de una de las mayores crisis económica y financiera de su historia moderna, en el Perú, paradójicamente, se viene registrando un fenómeno inverso, los analistas, instituciones financieras, y el propio gobierno ha venido reajustando a la baja sus proyecciones de crecimiento durante todo el año. El Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) publicó en noviembre pasado la encuesta de expectativas de crecimiento del PBI, esta mantuvo su tendencia negativa, cayendo a 5.0%, muy lejana al 6.0% estimado en noviembre del 2012, es decir en 12 meses se perdió 1 punto porcentual de crecimiento, lo que representa S/. 5,400 millones menos de producción y una pérdida de cerca de S/. 1,200 millones en recaudación para el fisco. Esto equivale a la suma de los presupuestospara 2013 de los pliegos  de Trabajo, Turismo, Producción y Relaciones Exteriores o al presupuesto anual de regiones como Ayacucho, Ica, Lambayeque o la provincia constitucional del Callao en conjunto. Si proyectamos esta cifra para los próximos cinco años, la pérdida en recaudación sumaría S/. 32,700 millones. Pese a ello, el gobierno mantiene la economía en piloto automático, olvidando que siempre hay que estar atento al calor del horno de la locomotora, porque si se enfría, calentarla es muy costoso.

En una reciente publicación, Hugo Santa María calcula que el impacto de caer un punto porcentual en el crecimiento, implicaría que los próximos cinco años tengamos 140 mil empleos menos, 160 mil familias de zonas urbanas no entrarían a la clase media, y que el sector privado dejaría de invertir US$ 27 mil millones, equivalentes a seis proyectos Conga.

No nos olvidemos, que a diferencia de lo que dicen los economistas de la izquierda, uno de los motores más importantes del reciente crecimiento de nuestra economía, ha sido la inversión (privada en un 80 a 85%), que se ha dinamizado de tal manera, que ha alcanzado al 28% del PBI (US$ 53,000 millones por año), de un producto que se ha multiplicado por cinco veces y media en los últimos veinte años.

La inversión viene cayendo, pasamos de una tasa de crecimiento de 26% entre 2006-2008 a un estancamiento de 10%  entre 2011-2012, y más alarmante aún, cayendo en 2013 a un promedio de crecimiento de 7%. Se debería comenzar por implementar medidas para recuperar un mejor nivel de inversión. Es decir debemos mejorar las expectativas del sector privado, golpeadas según el índice de confianza empresarial, que ha caído 10 puntos en el 2013.

Como parte de la agenda pendiente, en Lampadia pensamos que se deben priorizar cinco grandes proyectos de inversión de alto impacto para el país. Por ejemplo, podría comprometerse con dinamizar los proyectos de Conga, Tía María, el Gasoducto del Sur, la Longitudinal de la Sierra y el Túnel Trasandino.

Otra forma complementaria para acelerar la economía es a través del sector construcción, cuyos efectos de encadenamiento son ampliamente conocidos. Los temores de burbujas inmobiliarias son infundados en el Perú, pues el déficit habitacional es aun enormeen los segmentos populares y la cartera de créditos hipotecarios en los bancos es aun pequeña.

En promedio, el crecimiento del Perú en los últimos 20 años fue de 5.2%, incluyendo la crisis de 1998 (crisis asiática), la de 2001 (burbuja punto com) y la más reciente del 2008 (iniciada por la quiebra de Lehman Brothers). Mientras que en la última década, excluyendo el 2009, crecimos un promedio de 7%. Por lo tanto un crecimiento de 5%, por debajo de su crecimiento potencial (6%), es muy preocupante y su impacto en el largo plazo es dramático para los más pobres, para ellos, hace toda la diferencia.

En 2012 el PBI per cápita fue de US$ 6,525, sin embargo la historia pudo haber sido muy diferente, si hubiéramos crecido a una tasa de 7% los últimos 40 años, tendríamos un nivel de ingresos similar al de Corea del Sur (US$ 22,600). El costo de la caída de cada punto porcentual en el PBI en el crecimiento de largo plazo, es tremendo, para apreciarlo, retrocedamos al año 1975. Si desde 1975 hasta el 2012 hubiéramos crecido a una tasa de 2% anual, hoy contaríamos con un PBI per cápita 30% menor al actual (a precios de 1994). Si incrementamos la tasa un punto adicional a 3%, alcanzaríamos el mismo nivel de ingresos de realizados en 2012, mientras que con una tasa de 7% tendríamos un ingreso más de 4 veces superior, este número mágico de 7% duplica el PBI en una década. Exageramos un poco el al  mirar hacia atrás, para remarcar los impactos de no tomar con seriedad la caída de un punto porcentual en el crecimiento, imaginemos un país donde todos contamos con ingreso cuatro veces superior!

El escenario previo muestra una tasa de 7%; el PBI potencial es al menos de 6%, sin embargo con las medidas adecuadas podemos elevar ese límite teórico de crecimiento. Por lo que este simple hecho ya debería haber despertado las alarmas de Palacio de Gobierno y el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Es pues hora de ensuciarse un poco el overol y tomar las medidas necesarias para mantener el horno a todo carbón. Lampadia