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El JNE insiste en conducir un proceso turbio

El JNE insiste en conducir un proceso turbio

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

Las últimas elecciones han producido la posibilidad de un quiebre dramático en la vida de los peruanos. Las propuestas de Perú Libre (PL) mostraron, sin ningún recato, un programa político extremista inspirado en el marxismo-leninismo, que se llevaría a cabo detrás de un cambio de Constitución, el quiebre de las regulaciones del sector productivo y la eliminación de una serie de instituciones republicanas.

Luego estas propuestas han ido siendo edulcoradas y cambiadas a conveniencia de la coyuntura electoral. PL ha llamado al resto de las izquierdas que, ante propuestas tan extremistas, suenan a muchos como música para sus oídos. Pero no podemos olvidar que estas siempre fueron de una oposición caprichosa, desinformada y hasta falseante, a nuestra economía de mercado.

Como hemos dicho anteriormente, las elecciones se salieron de su curso normal ante la gravedad de la multi-crisis: sanitaria, económica, social y política, creada por el desastroso gobierno de Vizcarra y sus compinches. Situación que llevó a gran parte de la población a la pérdida de confianza en los liderazgos políticos y a una tremenda confusión sobre las relaciones causa-efecto de las políticas públicas. Confusión agravada por la aparente contradicción del crecimiento económico de las últimas décadas, con los pésimos servicios públicos, sobre todo en salud y educación.

No fue suficiente que los peruanos reflexionáramos sobre el desarrollo del país desde el año 1990, en que nuestra incipiente economía de mercado redujo la pobreza de 60% a 20%, además de haber generado muchos otros indicadores positivos (ver en Lampadia: La prosperidad sin precedentes del Perú). La multi-crisis y la narrativa anti mercado de las izquierdas pre modernas, más la manipulación mediática del gobierno Vizcarrista, llevaron a muchos peruanos a abrazar la propuesta política de cambio, como un cheque en blanco, sin reparar que los remedios que planteaba, solo producirían más daños en la calidad de vida de toda la población, pero especialmente en la vida de los más pobres.

Aún así, la elección fue muy ajustada, como presagiaban todas las encuestas. La boca de urna dio la victoria a Fuerza Popular, pero horas más tarde, el conteo de votos daba como ganador a Perú Libre.

Ahí empezaron los problemas, pues el conteo rápido no incluía las actas observadas, mayormente en Lima, donde FP tenía larga ventaja. Algo que podía explicar la mínima variación que volteó el resultado. Lamentablemente, Ipsos no advirtió esto al país, y PL pasó a representarse como ganador final de la contienda. A esto se empezaron a sumar una serie de denuncias sobre irregularidades en distintas zonas del país.

Con toda lógica, FP y una gran mayoría de peruanos planteó la imperiosa necesidad de que el cómputo electoral fuera especialmente cuidadoso y transparente, y que se analizaran en detalle todas las observaciones de irregularidades.

Lamentablemente, la conducción del proceso electoral, adoleció de todo lo contrario.

  • La composición de JNE fue irregular, con solo cuatro miembros y doble voto para su presidente.
  • No se exigieron las mismas reglas a todos los participantes. El JNE fue muy severo con algunos (PPC, Apra, Fernando Cillóniz) y laxo con otros.
  • Se pasaron por alto varias faltas, como no haber descalificado la postulación de Vizcarra al Congreso por no haber renunciado oportunamente. Lo mismo sucedió con la candidata a la primera vicepresidencia de PL. Así mismo, no se descalificó al propio Pedro Castillo de PL, por haber mentido y ocultado información sobre su situación patrimonial.
  • El JNE se ha negado a analizar adecuadamente los reclamos de FP.
  • Se mantuvo de manera arbitraria el límite de las ocho de la noche, en lugar de considerar las 11:59 como la ley permitiría, para rechazar expedientes de FP.
  • Ante denuncias de firmas falsas, el propio presidente del JNE ha llegado a declarar que no existe disposición alguna que prohíba al ciudadano hacer una grafía distinta a su propia firma.
  • Contrariamente a lo usual, la ONPE observó la mayor cantidad de actas en las zonas más educadas, ahí donde ganó Keiko Fujimori, y, en cambio validó actas con errores y vicios en la zona rural y del interior del país.
  • En la revisión de esas actas observadas por lo general no se respetó el principio de salvar el voto.
  • El JNE le niega a FP, acceso a información pública, como son los padrones, evitando que se despejen buena parte de la dudas y resquemores.  

Además, el fiscal supremo Luis Arce Córdova, miembro del pleno del JNE, declinó continuar en el proceso para evitar que sus “votos en minoría sean utilizados para convalidar falsas deliberaciones constitucionales, que son en realidad decisiones con clara parcialización política”. En su carta pública, hizo acusaciones muy graves contra los presidentes de los órganos judiciales y electorales, sobre algunas supuestas irregularidades en el proceso electoral.

Este proceso, evidentemente lleno de irregularidades, para no hablar de algo más grave, ha sido, indebidamente, santificado por el presidente Sagasti, por los negligentes observadores de la OEA y de la Unión Europea. Del mismo modo, apuradamente, los medios internacionales tomaron partido por PL, mediante (hasta groseras) manipulaciones de muchos de sus corresponsales en el Perú, la mayoría de izquierda pre moderna, a pesar de que no representan la línea editorial de sus medios.

La honrosa excepción a estas reacciones del exterior, es la expresada por el Premio Nobel peruano, Mario Vargas Llosa, que apoya a Keiko Fujimori y a todas las gestiones que está haciendo ante la autoridad electoral. Un gesto doblemente valioso, pues MVL representó durante varios lustros, la inspiración de una acérrima oposición a todo lo que se relacionara con el fujimorismo.

Hoy día estamos ante la posibilidad de que se entronice un gobierno de izquierda radical, sin pasar por un proceso electoral claro y transparente. Llama especialmente la atención, la pertinacia, la arbitrariedad y la poca voluntad del JNE para ser transparente y legitimar el proceso electoral.

Por nuestro lado, tenemos que insistir en que se corrijan todas las actitudes oscuras que nublan las elecciones. Deben revisarse todos los reclamos, incluyendo los rechazados por el supuesto vencimiento de plazos y revisarse todos los votos.

¡Nunca es tarde para hacer las cosas bien! Lampadia