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La estrategia digital de la UE

La estrategia digital de la UE

Líneas abajo compartimos un reciente artículo publicado por The Economist en el que se brindan algunos alcances sobre lo que sería la política regulatoria europea en el sector tecnológico, a propósito de la presentación del primer borrador de “estrategia digital” de la Comisión Europea, liderada por Ursula von der Leyen, en un evento que tuvo lugar en Bruselas el pasado 19 de febrero.

En resumen, las intenciones de la UE es extrapolar lo que fue en su momento en el ámbito comercial su mercado único aduanero al terreno digital, creando una suerte “mercado único de datos europeo”. Con ello, buscaría levantar todas las regulaciones impuestas en torno al compartimiento de datos entre las empresas europeas, potenciando así el uso de la inteligencia artificial que usa como principal input esta información. Este documento junto al Reglamento general de Protección de Datos (GDPR), configuraría el tratamiento general que se darían a los libres flujos de datos en el bloque europeo, salvaguardando como es de esperarse, los derechos de privacidad de los usuarios.

En una anterior oportunidad ya habíamos comentado sobre esta innovadora doctrina (ver Lampadia: ¿Una solución de mercado a la alta concentración en la industria tecnológica?) y consideramos positivas estas iniciativas en tanto permitían al consumidor acceder a toda la información con respecto al servicio o producto brindado, a la vez que brindaba igualdad de condiciones entre empresas competidoras, ambas condiciones necesarias para generar un sistema de libre mercado.

Sin embargo, como también enfatiza el popular medio británico, debe estarse alerta frente al segundo borrador que presentará la UE en el resto del año, relacionado a las políticas de competencia de los servicios digitales. El riesgo de imponer reglas excesivas en torno a la posición de dominio de las empresas tecnológicas estadounidenses frente a las europeas, puede transformar este enfoque hacia el proteccionismo, inclinando la balanza mundial hacia un escenario negativo en este tipo de regulaciones.

Imponer excesivas regulaciones al sector tecnológico resulta ser un contrasentido, al ser este de naturaleza disruptiva e innovadora. Peor aún puede trabar el ingreso de empresas tecnológicas no europeas al bloque único, perjudicando a los mismos consumidores con más altos precios y menor calidad.

Esperemos que este segundo borrador sopese estas reflexiones y ahonde en proveer mayor competencia a los más de 500 millones de usuarios digitales europeos, un mercado cuya demanda sigue presta a explorarse. Lampadia

La UE quiere establecer las reglas para el mundo de la tecnología

Sobre protección de datos, inteligencia artificial, competencia y más

The Economist
20 de febrero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

Puede que a Mark Ζuckerberg no le haya gustado todo lo que escuchó, pero el jefe de Facebook acertó en el momento adecuado para una visita reciente a Bruselas. Fue uno de los primeros extraños en enterarse de los ambiciosos planes de la Unión Europea para mantener la industria de la tecnología bajo control, resumidos en una serie de documentos que se hicieron públicos unos días después, el 19 de febrero. Su visita es una admisión de que la parálisis política en Washington, DC, le ha dado a la UE la oportunidad de convertirse en la fuente más importante de regulación tecnológica del mundo.

Europa es pequeña y gigante en el mundo tecnológico. El continente tiene una gran cantidad de tecnología de punta, pero casi ninguna plataforma digital significativa. Representa menos del 4% de la capitalización de mercado de las 70 plataformas más grandes del mundo (EEUU cuenta con el 73% y China el 18%). Al mismo tiempo, la UE es un mercado enorme, con una población de más de 500 millones, que ningún titán tecnológico puede ignorar. Aporta aproximadamente una cuarta parte de los ingresos de Facebook y Google.

Esta combinación ha dado lugar a lo que Anu Bradford de la Facultad de Derecho de Columbia llama, en un nuevo libro del mismo nombre, el “Efecto Bruselas”. Los servicios digitales son, en sus palabras, a menudo “indivisibles”. Sería demasiado costoso para las grandes empresas tecnológicas ofrecer servicios sustancialmente diferentes fuera de la UE. Como resultado, la mayoría ha adoptado el Reglamento general de Protección de Datos (GDPR), la estricta ley de privacidad de Europa, como estándar global. Los gobiernos también han tomado más de una página del libro de protección de datos de la UE. Alrededor de 120 países han aprobado leyes de privacidad, la mayoría de las cuales se parecen al GDPR y sus predecesores.

La Comisión Europea quiere repetir el truco en otras áreas. El documento principal presentado esta semana, un libro blanco sobre inteligencia artificial, es una bolsa de medidas para fomentar el uso de la IA en Europa y limitar sus peligros percibidos. La comisión también lanzó una “estrategia” para promover el uso de datos, el aporte más importante para las aplicaciones de la IA. La idea es crear un “espacio único de datos europeo” en el que la información digital fluya de forma libre y segura. Para que eso suceda, la comisión desea, entre otras cosas, eliminar las barreras legales que impiden que las empresas compartan datos, así como la inversión en servicios en la nube que facilitan el intercambio.

Ambos documentos son parte de la “estrategia digital” general de la UE, que también se presentó. Más adelante este año, la comisión presentará un borrador de una “Ley de Servicios Digitales”. Las empresas tecnológicas dominantes deben esperar reglas más estrictas no solo sobre cómo vigilan el contenido que generan los usuarios, sino hasta qué punto pueden discriminar a los rivales que usan sus servicios. Todo esto se completa con una revisión de la política de competencia. Los detalles son escasos, pero la legislación propuesta en Alemania indica la dirección del viaje: los datos serán mucho más importantes para determinar si una empresa es dominante y si ha abusado de su poder de mercado.

Hay indicios de que el ‘Efecto Bruselas’ volverá a hacer magia. Facebook no es el único gigante tecnológico que acepta a Europa como la principal fuente mundial de regulación tecnológica en el futuro. Sundar Pichai, el jefe de Alphabet, padre de Google, recientemente visitó la capital belga. Pidió una “regulación sensata” de IA. Brad Smith, presidente de Microsoft, es un invitado habitual. Los titanes tecnológicos de EEUU también utilizan cada vez más la UE para influir en el debate en casa. Ahorra algo de presión allí, si pueden ayudar a dar forma a las regulaciones ampliamente adoptadas que emanan de Europa.

Pero el ‘Efecto Bruselas’ puede ser menos efectivo que en el pasado. El terreno sobre el que se llevó a cabo el debate sobre la legislación de privacidad se estableció hace mucho tiempo antes del GDPR, pero la regulación en IA es incipiente. Los expertos aún discuten sobre cuestiones tan básicas como qué es realmente la IA. Y la UE, donde los políticos tienden a favorecer una regulación más estricta, puede exagerar. Esto podría empujar a los gigantes tecnológicos a diferenciar sus ofertas regionales después de todo (y obstaculizar las nuevas empresas de Europa). Peor aún, la estrategia de datos podría convertirse fácilmente en proteccionista.

Si los planes digitales de la UE se convirtieran en una política restrictiva impulsada por el proteccionismo, eso limitaría la capacidad de Europa de establecer reglas globales que podrían ayudar a dar a sus empresas una ventaja muy necesaria. También haría mucho más difícil para la UE establecer lo que el mundo digital necesitará urgentemente, en caso de que la regulación de la tecnología permanezca estancada en EEUU incluso después de las elecciones presidenciales. Está en riesgo el papel de Europa como una tercera “tecnoesfera”, una que no está controlada por un puñado de titanes tecnológicos, como lo es en EEUU o el estado chino. Lampadia




La encrucijada de la Unión Europea

Paulatinamente, el siglo XXI se va desenvolviendo hacia procesos de impacto global que nos amenazan con puntos de inflexión, con discontinuidades, que pueden llevar a la humanidad hacia situaciones indeseables.

Nadie podía imaginar antes de la crisis del 2008/9 que Europa estaba ad portas de sufrir shocks que la hicieran trastabillar, como la propia crisis financiera y el colapso de las economías de algunos de sus miembros, la migración, el terrorismo y las reacciones populistas y nacionalistas.

En el artículo de Stubb, el ex Primer Ministro de Finlandia, que compartimos líneas abajo, encontramos las advertencias necesarias como para ir prestando atención a estos desarrollos, que no nos dejarán fuera del ámbito de sus impactos. En los próximos días, seguiremos revisando estos temas que deben llevarnos a una oportuna reflexión.   

 

La supervivencia de Europa depende de la defensa de la democracia por sus líderes

Alexander Stubb

Ex Primer Ministro de Finlandia

Financial Times

15 de setiembre de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

“La cumbre de Bratislava debe ser vista como un paso en el camino a la renovación”

Finance ministers of EU countries and other participants pose for a group photo during an Informal Meeting of Ministers for Economic and Financial Affairs (Informal ECOFIN) in Bratislava, Slovakia on September 09, 2016. / AFP PHOTO / VLADIMIR SIMICEKVLADIMIR SIMICEK/AFP/Getty Images

Es imposible subestimar la importancia y el simbolismo de la cumbre de la Unión Europea (UE) en Bratislava. Hace un cuarto de siglo, el continente estaba lleno de esperanzas. El muro de Berlín había caído, la Unión Soviética se había derrumbado y la revolución de terciopelo había dado lugar a la amistosa división de Checoslovaquia. Bratislava rápidamente se convirtió en la capital de Eslovaquia.

Europa oriental y central se encontraba en transición hacia algo mejor. La democracia liberal y la economía de mercado habían demostrado su superioridad sobre los regímenes comunistas autoritarios. La UE pasaría de un club exclusivo de 12 países a una unión de 28.

Hoy en día, el sentimiento general de todos los que se encuentran en defensa del mundo libre parece ser uno de desesperación. Los populistas están incitando el miedo y están ganando los corazones de muchos votantes. El nacionalismo, anti-globalización, el racismo y la xenofobia están en movimiento. Brexit y Donald Trump son solo una manifestación de lo que vendrá.

¿Deberían los defensores de la democracia, la economía de mercado y la globalización abandonar toda esperanza? La respuesta corta es, absolutamente, ¡NO! Pero mucho dependerá del liderazgo que muestren las instituciones de la UE y sus miembros en los próximos meses. 

Esta reunión debe ser vista como el primer paso en un largo camino hacia la renovación: una UE sin el Reino Unido, una UE que necesita demostrar por qué sigue siendo el medio mas exitoso para manejar las relaciones entre los estados-nación. Para cimentar el camino, los líderes europeos deben transmitir tres mensajes claros.

En primer lugar, abordar el Brexit sin apuros. Es el evento más significativo en el proceso de integración desde el Tratado de Maastricht. Habrán impredecibles consecuencias políticas, económicas y legales de largo alcance. Dejemos a Gran Bretaña que descifre qué tipo de relación quiere con la UE. Dejemos que la UE trate de entender lo que significa la vida sin el Reino Unido.

En segundo lugar, centrarse en los aspectos básicos. La legitimidad de la UE se basa en su capacidad para obtener resultados. El crecimiento económico, la creación de empleo y la seguridad son la prioridad. Si uno de estos es visto como débil, sufre toda la unión. Si la UE se muestra incapaz de hacer frente a la crisis migratoria, la economía o el terrorismo; entonces, emergerán otras opciones. Y, por desgracia, tales alternativas tienen más que ver con el rechazo de la democracia liberal.

En tercer lugar, hacer una fuerte defensa de los valores europeos. Los actuales defensores de la democracia liberal, la economía de mercado y la globalización son pocos y dispersos. Parte del lenguaje utilizado en Occidente, incluso entre los líderes de la UE, hace que el déspota tradicional se vea como un defensor de la democracia y de la convivencia pacífica. Muchos líderes de Europa Central y del Este se consideraron héroes en la lucha contra el comunismo. Sin embargo, algunos le están dando la espalda a los mismos principios por los que lucharon. Esto debe cambiar para que Europa pueda sobrevivir.

En la situación dada, la UE tiene la tendencia de avanzar en tres etapas: crisis, caos y solución subóptima. En un mundo post-Brexit, estamos entre las etapas uno y dos. El tiempo se acaba, pero no es demasiado tarde para cambiar de rumbo.

Esta semana hemos visto los diferentes enfoques de la crisis: el institucionalismo de Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea; el pragmatismo de Donald Tusk, Presidente del Consejo Europeo; y el flagrante nacionalismo de Nicolas Sarkozy, el ex presidente francés que busca otra oportunidad de llegar al Palacio del Elíseo. Este fue un anticipo del debate en Bratislava.

Los objetivos básicos de la UE -paz, prosperidad y seguridad- no han cambiado. Estos objetivos se han logrado en gran parte porque los líderes que actuaron después de 1945 tuvieron el coraje de unir sus soberanías y descansar en instituciones comunes. Hoy más que nunca, tenemos que defender esos objetivos. En una era de globalización sería una farsa, revertir hacia un artificioso nacionalismo y a las propuestas populistas.

Para todos los líderes reunidos en Bratislava: por favor piensen seriamente en lo que hemos logrado en los últimos 25 años. Atesórenlo, defiéndanlo y, sobre todo, a mejórenlo. Es hora de  hacer a Europa grande otra vez. Lampadia




La aplanadora regulatoria de la UE choca con Irlanda y Apple

La decisión de la Unión Europea de pedir a Irlanda que solicite a Apple la devolución de 13,000 millones de euros en impuestos (desde 2003) es, según Tim Cook, Director Ejecutivo de Apple, “una completa estupidez política”. En esencia, se trata de un reclamo tributario retroactivo, que hasta los más altos funcionarios del gobierno de EEUU han calificado como injusto. Esta situación ha llevado a Irlanda y a Apple a enfrentarse con la Comisión Europea y podría amenazar con destruir empleos en Europa.

Apple

Fuente: El Español

La Comisión Europea afirma que el Gobierno de Irlanda le ha dado un apoyo ilegal a Apple bajando artificialmente sus impuestos por más de 20 años. ¿Qué sucedió realmente? Apple fue una de las primeras grandes compañías tecnológicas en establecerse en Irlanda por invitación del gobierno. En 1980, Irlanda estaba en muy malas condiciones económicas: el desempleo era alto y mucha gente salía del país para encontrar trabajo en el exterior.

Una de las estrategias de Irlanda para atraer a las grandes corporaciones tecnológicas fue establecer el ‘flat tax’ (el impuesto plano a la renta). Se creó un sistema impositivo que es la piedra angular de su política económica, atrayendo al país a cientos de multinacionales, entre ellas Google y Facebook. Apple es solo una de las más de 700 empresas estadounidenses con divisiones en Irlanda, empleando a un total de 140,000 personas, según la Cámara de Comercio Americana de Irlanda. Además, el gobierno negoció con algunas compañías, Apple entre ellas, condiciones tributarias especiales (aún menores) a cambio de transferencia de tecnología y creación de empleos de alta calidad.

Fuente: CNN en Español

Estas medidas ayudaron a transformar Irlanda, que se convirtió en un país muy dinámico. Lamentablemente, la crisis financiera del 2008/9, en la que el gobierno se vio obligado a rescatar a todo el sistema financiero, la obligó a pedir un rescate de 85,000 millones de euros a la UE y el FMI. La posterior recuperación de Irlanda ha sido bastante notoria. Hoy día, el país  está posicionado como sede de más de un millar de empresas tecnológicas internacionales de primer nivel, como Google, Apple o Twitter que han situado al país en el mundo, generan decenas de miles de empleos y aportan una parte muy significativa de su PBI de 215,000 millones de euros. Irlanda también aloja a un buen número de farmacéuticas como la estadounidense Pfizer y la catalana Grífols, que han asentado allí sus sedes europeas y hasta la mismísima Zara hizo lo propio (confecciones) en 2011 para su negocio online. Todo esto ha ayudado al crecimiento económico del país, que en 2015 creció en 26%.

Los cambios en la economía de Irlanda en 2015

Volviendo al diferendo con la UE, el ministro de Finanzas de Irlanda, Michael Noonan, ha rechazado categóricamente la idea de que se trate de una oferta especial para Apple. “La Administración Tributaria de Irlanda no da un trato especial”. Además anunció que su país recurrirá a una apelación: “esto [el dictamen] es necesario para defender la integridad de nuestro sistema fiscal, aportar certeza fiscal a los negocios y desafiar la usurpación de las reglas de ayuda comunitarias en la competencia fiscal de un estado miembro soberano”.

Apple también apelaría la decisión. El equipo ejecutivo de Apple respondió ante las acusaciones de la Comisión Europea y ante la sentencia dictaminada. Según ellos, la sentencia es injusta y en ningún momento han roto las leyes de Irlanda.

“La Comisión Europea ha hecho un esfuerzo en reescribir la historia de Apple en Europa, ignorando las leyes de tasas de Irlanda y metiendo las reglas internacionales en el proceso. El caso de la Comisión no es sobre cuánto paga Apple en impuestos, es sobre cómo el gobierno consigue el dinero. Esto va a tener un profundo impacto sobre nuestro esfuerzo en la creación de empleo en Europa.

Apple cumple las leyes y paga todos los impuestos en todos los sitios donde está operando. Vamos a apelar y tenemos la confianza de que la decisión será replanteada.”

Más allá de Apple

La lucha de los impuestos va más allá de una supuesta obligación tributaria de Apple. Desde Estados Unidos se ha llegado a decir que Europa está celosa por el éxito de las tecnológicas estadounidenses. Parece que nuevamente Estados Unidos y Europa no pueden ponerse de acuerdo en temas regulatorios ni comerciales. Europa es conocida por generar grandes multas y regulaciones rígidas para controlar la forma en que las empresas tecnológicas operan en el viejo continente. Otras víctimas de estas prácticas han sido Facebook, Google, Amazon y Netflix. Aunque las verdaderas víctimas son los propios europeos, que pierden empleos y competitividad. También se llegó a implementar un increíble “impuesto al sol”, por más impresionante que suene. Ver en Lampadia: Un eclipse de la energía solar que desnuda un doble estándar.

Las normas de la UE ya han llegado a un punto que traban el desarrollo de la región. Como afirma Ian Vasquez en su columna de opinión: El Reino Unido y el futuro de Europa, “La UE empezó como un mercado común y zona de libre comercio. [Pero] Se ha transformado en el tiempo en un gobierno supranacional y burocratizado que centraliza cada vez más poderes y recursos financieros, y emite cada vez más regulaciones que sus 28 diversos miembros tienen que cumplir. Muchas regulaciones son simplemente ridículas”.

Lo grave de este proceso en la UE es que se da en medio de un sentimiento nacionalista, proteccionista y populista que con un tono antiglobalización empieza a extenderse por todo el bloque europeo. Como afirma un artículo del Financial Times:

“Nos encontramos ante un momento histórico. El sistema fiscal formado bajo la Sociedad de Naciones en 1928 se basa en la idea de que las empresas deben ser gravadas en el lugar donde se crean las ganancias, no donde se venden sus productos y servicios. Esto parece que puede colapsar y lo que sucederá a continuación es una incógnita y es probable que se asemeje a una guerra fiscal global”.

Esto es reiterado por Tim Cook, quien afirma que: “Esto es un tipo de impuesto hecho para la era industrial, no la era digital. Es retrógrado. Es horrible para América. Debería haberse arreglado hace muchos años. Ya vamos muy tarde para solucionarlo”.

Lamentablemente, la UE ha ido recorriendo un camino anti moderno de empoderamiento de la burocracia y la abundancia de normas que asfixian la creatividad y competitividad de los países miembros y de sus empresas y, degradan la calidad de vida de sus ciudadanos. El debate de Apple e Irlanda vs. la UE va más allá de un posible reclamo de impuestos. Muestra la debilidad de la UE y su necesidad de reformar sus políticas públicas, empezando por las de competencia, para que sean más acordes con el mundo moderno y la globalización. Lampadia




Señales de vida en la zona euro

Señales de vida en la zona euro

Por Nouriel Roubini, Project Syndicate, 31 de marzo 2015

Traducido por Lampadia

Los últimos datos económicos de la zona euro sugieren que su recuperación puede estar a la vista. ¿Qué la está impulsando? ¿A qué obstáculos se enfrenta? ¿Y qué se puede hacer para sostenerla?

Las causas inmediatas de la recuperación no son difíciles de discernir. El año pasado, la eurozona estaba al borde de una recesión del tipo de una doble caída (W). Cuando  recientemente entró técnicamente en deflación, finalmente, el Banco Central Europeo (BCE) soltó un programa de flexibilización agresivo y puso en marcha una combinación de flexibilización cuantitativa (quantitative easing), que incluye la compra de bonos soberanos y tasas de interés negativas.

El impacto financiero no se hizo esperar: en previsión a la flexibilización monetaria, y después de su inicio, el euro cayó con fuerza, los rendimientos de los bonos en el núcleo de la eurozona y la periferia cayeron a niveles muy bajos, y los mercados de valores comenzaron a subir con firmeza. Esto, unido a la fuerte caída de los precios del petróleo, logró impulsar el esperado  crecimiento económico.

También están contribuyendo otros factores. La flexibilización del crédito del BCE está subsidiando de manera efectiva los préstamos bancarios. El freno producido por la  austeridad fiscal será menor este año, dada la mayor indulgencia de la Comisión Europea. El inicio de una unión bancaria también ayuda; tras las últimas pruebas de resistencia y calidad de los activos, los bancos tienen mayor liquidez y más capital para prestar al sector privado.

Como resultado de estos factores, el crecimiento de la zona se está reanudando, y la renta variable ha superado recientemente a la de EEUU. El debilitamiento del euro y las medidas agresivas del BCE pueden incluso detener la presión deflacionaria hacia finales de este año.

Sin embargo, una recuperación más robusta y sostenida aún enfrenta muchos desafíos. Para empezar, los riesgos políticos podrían descarrilar el progreso. Grecia, esperamos, permanecerá en la zona euro. Pero las difíciles negociaciones entre el gobierno liderado por Syriza y la “troika” (el BCE, la Comisión Europea y el FMI) podrían causar un accidente involuntario – lo llaman un “Grexident” – si no se llega a un acuerdo sobre la refinanciación de dicho país en las próximas semanas.

Por otra parte, Podemos, un partido de izquierda del mismo molde de Syriza, podría llegar al poder en España. Partidos populistas anti-euro de derecha e izquierda están desafiando al primer ministro italiano Matteo Renzi. Y Marine Le Pen, del partido ultraderechista Frente Nacional, ya figura adelante en los sondeos pre-electorales para las presidenciales francesas de 2017.

La creación de empleo y un lento aumento de ingresos pueden seguir alimentando la reacción populista contra la austeridad y las reformas. Incluso el BCE estima que la tasa de desempleo de la zona euro seguirá siendo un 9.9% en 2017 – muy por encima de la media de 7.2% pre- crisis financiera mundial hace siete años [largamente por encima del nivel de desempleo en EEUU]. La austeridad y la fatiga de las reformas en la periferia de la eurozona han sido igualadas por el cansancio de los rescates en el núcleo europeo, permitiendo el apoyo a una serie de partidos anti-euro en Alemania, los Países Bajos y Finlandia.

Un segundo obstáculo para la recuperación sostenida es la mala vecindad de la zona euro. Rusia está cada vez más firme y agresiva en Ucrania, los países bálticos, y hasta los Balcanes (mientras que las sanciones contra Rusia han herido a muchas economías europeas). A la vuelta de la esquina, el Medio Oriente arde en llamas: los recientes ataques terroristas en París y Copenhague, y en contra de los turistas extranjeros en Túnez, le recuerdan a Europa que cientos de yihadistas locales podrían regresar de los combates en Siria, Irak, o en otro lugar y lanzar nuevos ataques.

En tercer lugar, mientras que las políticas del BCE mantienen los costos de endeudamiento más bajos, la deuda privada y pública en los países de la periferia, como proporción del PBI, es alta y seguirá creciendo, porque el denominador del ratio de deuda – PBI nominal – apenas está en aumento. Por lo tanto, la sostenibilidad de la deuda seguirá siendo un problema de mediano plazo.

Cuarto, la política fiscal sigue siendo contractiva, porque Alemania sigue rechazando al creciente coro de consejos para que debería emprenda estímulos de corto plazo. Por lo tanto, un mayor gasto alemán no compensaría el impacto de la austeridad adicional en la periferia o el importante déficit esperado para el plan de inversión de € 300 mil millones (US$ 325 mil millones) en un período de tres años presentado por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

Quinto, las reformas estructurales aún se están produciendo a un ritmo muy lento, frenando el potencial crecimiento. Mientras que las reformas estructurales son necesarias, algunas medidas – por ejemplo, la liberalización del mercado laboral y reparaciones de pensiones – pueden aumentar la tasa de ahorro de la zona euro y por lo tanto debilitar aún más la demanda agregada (como ocurrió en Alemania después de sus reformas estructurales hace una década).

Por último, la unión monetaria de Europa sigue siendo incompleta. Su viabilidad a largo plazo requiere del desarrollo de una completa unión bancaria, unión fiscal, unión económica y, con el tiempo, unión política. Pero el proceso de mayor integración europea se ha estancado.

Si la tasa de desempleo sigue siendo muy elevada a finales de 2016, la inflación anual se mantiene muy por debajo del 2% del objetivo del BCE, y las políticas fiscales y las reformas estructurales ejercen un lastre a corto plazo sobre el crecimiento económico, se tendría que continuar con la flexibilización cuantitativa. Pero la continua debilidad del euro – alimentado por estas políticas – sigue incentivando el crecimiento del superávit de cuenta corriente de la zona euro.

De hecho, mientras se debilita el euro, las cuentas externas de los países de la periferia han oscilado de déficit a equilibrio y, cada vez más, a los excedentes. Alemania y el núcleo de la eurozona ya acumulaban grandes excedentes; y en ausencia de políticas para impulsar la demanda interna, esos excedentes simplemente han aumentado aún más. Por lo tanto, la política monetaria del BCE tendrá que asumir a un elenco de vecinos cada vez más empobrecidos, lo que creará tensiones en el comercio y con el tipo de cambio con los Estados Unidos y otros socios comerciales.

Para evitar este resultado, Alemania debe adoptar políticas – de estímulo fiscal, un mayor gasto en infraestructura e inversión pública y un aumento más rápido de los salarios, los cuales  impulsarían el gasto interno y reducirían el superávit externo del país. A menos que, y hasta que, Alemania se mueva en esta dirección, nadie debería apostar por una recuperación más sólida y sostenida de la zona euro.




El harakiri

El harakiri

Por Mario Vargas Llosa

La Tercera de Chile, 08 de febrero de 2015

El harakiri es una noble tradición japonesa en la que militares, políticos, empresarios y a veces escritores (como Yukio Mishima), avergonzados por fracasos o acciones que, creían, los deshonraban, se despanzurraban en una ceremonia sangrienta. En estos tiempos, en que la idea del honor se ha devaluado a mínimos, los caballeros nipones ya no se suicidan. Pero el ritual de la inmolación se mantiene en el mundo y es ahora colectivo: lo practican los países que, presa de un desvarío pasajero o prolongado, deciden empobrecerse, barbarizarse, corromperse, o todas esas cosas a la vez.

América Latina abunda en semejantes ejemplos trágicos. El más notable es el de Argentina, que hace tres cuartos de siglo era un país del primer mundo, próspero, culto, abierto, con un sistema educativo modélico y que, de pronto, presa de la fiebre peronista, decidió retroceder y arruinarse, una larga agonía que, apoyada por sucesivos golpes militares y una heroica perseverancia en el error de sus electores, continúa todavía. Esperemos que algún día los dioses o el azar devuelvan la sensatez y la lucidez a la tierra de Sarmiento y de Borges.

Otro caso emblemático del harakiri político es el de Venezuela. Tenía una democracia imperfecta, cierto, pero real, con prensa libre, elecciones genuinas, partidos políticos diversos, y, mal que mal, el país progresaba. Abundaban la corrupción y el despilfarro, por desgracia, y esto llevó a una mayoría de venezolanos a descreer de la democracia y confiar su suerte a un caudillo mesiánico: el comandante Hugo Chávez. Hasta en ocho oportunidades tuvieron la posibilidad de enmendar su error y no lo hicieron, votando una y otra vez por un régimen que los llevaba al precipicio. Hoy pagan cara su ceguera. La dictadura es una realidad asfixiante, ha clausurado estaciones de televisión, radios y periódicos, llenado las cárceles de disidentes, multiplicado la corrupción a extremos vertiginosos -uno de los principales dirigentes militares del régimen dirige el narcotráfico, la única industria que florece en un país donde la economía se ha desfondado y la pobreza triplicado- y donde las instituciones, desde los jueces hasta el Consejo Nacional Electoral, son sirvientes del poder. Aunque hay una significativa mayoría de venezolanos que quiere volver a la libertad, no será fácil: el gobierno de Maduro ha demostrado que, aunque inepto para todo lo demás, a la hora de fraguar elecciones y de encarcelar, torturar y asesinar opositores no le tiembla la mano.

El harakiri no es una especialidad tercermundista, también la civilizada Europa lo practica, de tanto en tanto. Hitler y Mussolini llegaron al poder por vías legales y buen número de países centroeuropeos se echaron en brazos de Stalin sin mayores remilgos. El caso más reciente parece ser el de Grecia, que, en elecciones libres, acaba de llevar al poder -con el 36% de los votos- a Syriza, un partido demagógico y populista de extrema izquierda que se ha aliado para gobernar con una pequeña organización de derecha ultranacionalista y antieuropea. Syriza prometió a los griegos una revolución y el paraíso. En el catastrófico estado en el que se encuentra el país que fue cuna de la democracia y de la cultura occidental tal vez sea comprensible esta catarsis sombría del electorado griego. Pero, en vez de superar las plagas que los asolan, estas podrían recrudecer ahora si el nuevo gobierno se empeña en poner en práctica lo que ofreció a sus electores.

Aquellas plagas son una deuda pública vertiginosa de 317 mil millones de euros con la Unión Europea y el sistema financiero internacional que rescataron a Grecia de la quiebra y que equivale al 175% del producto interior bruto. Desde el inicio de la crisis el PIB de Grecia ha caído un 25% y la tasa de desempleo ha llegado casi al 26%. Esto significa el colapso de los servicios públicos, una caída atroz de los niveles de vida y un crecimiento canceroso de la pobreza. Si uno escucha a los dirigentes de Syriza y a su inspirado líder -el nuevo Primer ministro Alexis Tsipras- esta situación no se debe a la ineptitud y a la corrupción desenfrenada de los gobiernos griegos a lo largo de varias décadas, que, con irresponsabilidad delirante, llegaron a presentar balances e informes económicos fraguados a la Unión Europea para disimular sus entuertos, sino a las medidas de austeridad impuestas por los organismos internacionales y Europa a Grecia para rescatarla de la indefensión a que las malas políticas la habían conducido.

Syriza proponía acabar con la austeridad y con las privatizaciones, renegociar el pago de la deuda a condición de que hubiera una “quita” (o condonación) importante de ella, y reactivar la economía, el empleo y los servicios con inversiones públicas sostenidas. Un milagro equivalente al de curar a un enfermo terminal haciéndole correr maratones.

De este modo, el pueblo griego recuperaría una “soberanía” que, al parecer, Europa en general, la troika y el gobierno de la señora Merkel en particular, le habrían arrebatado.

Lo mejor que podría pasar es que estas bravatas de la campaña electoral fueran archivadas ahora que Syriza ya tiene responsabilidades de gobierno y, como hizo François Hollande en Francia, reconozca que prometió cosas mentirosas e imposibles y rectifique su programa con espíritu pragmático, lo cual, sin duda, provocará una decepción terrible entre sus ingenuos electores. Si no lo hace, Grecia se enfrenta a la bancarrota, a salir del euro y de la Unión Europea y a hundirse en el subdesarrollo. Hay síntomas contradictorios y no está claro aún si el nuevo gobierno griego dará marcha atrás. Acaba de proponer, en vez de la condonación, una fórmula picaresca y tramposa, consistente en convertir su deuda en dos clases de bonos, unos reales, que se irían pagando a medida que creciera su economía, y otros fantasmas, que se irían renovando a lo largo de la eternidad. Francia e Italia, víctimas también de graves problemas económicos, han manifestado no ver con malos ojos semejante propuesta. Ella no prosperará, sin duda, porque no todos los países europeos han perdido todavía el sentido de la realidad.

En primer lugar, y con mucha razón, varios miembros de la Unión Europea, además de Alemania, han recordado a Grecia que no aceptan “quitas”, ni explícitas ni disimuladas, y que los países deben cumplir sus compromisos. Quienes han sido más severos al respecto han sido Portugal, España e Irlanda, que, después de grandes sacrificios, están saliendo de la crisis luego de cumplir escrupulosamente con sus obligaciones.

Grecia debe a España 26 mil millones de euros. La recuperación española ha costado sangre, sudor y lágrimas. ¿Por qué tendrían los españoles que pagar de sus bolsillos las malas políticas de los gobiernos griegos, además de estar pagando ya por las de los suyos?

Alemania no es la culpable de que buen número de países de la Europa comunitaria tengan su economía hecha una ruina. Alemania ha tenido gobiernos prudentes y competentes, austeros y honrados y, por eso, mientras otros países se desbarataban, ella crecía y se fortalecía. Y no hay que olvidar que Alemania debió absorber y resucitar a un cadáver -la Alemania comunista- a costa, también, de formidables esfuerzos, sin quejarse, ni pedir ayuda a nadie, sólo mediante el empeño y estoicismo de sus ciudadanos. Por otra parte, el gobierno alemán de la señora Merkel es un europeísta decidido y la mejor prueba de ello es la manera generosa y constante en que apoya, con sus recursos y sus iniciativas, la construcción europea. Sólo la proliferación de los estereotipos y mitos ideológicos explica ese fenómeno de transferencia freudiana que lleva a Grecia (no es el único) a culpar al más eficiente país de la Unión Europea de los desastres que provocaron los políticos a los que durante tantos años el pueblo griego envió al gobierno con sus votos y que lo han dejado en la pavorosa condición en que se encuentra.




La OCDE ve riesgo de “crecimiento cero” si el BCE no actúa

La OCDE ve riesgo de “crecimiento cero” si el BCE no actúa

Pide ampliar ya la compra de activos a bonos públicos y empresariales

Por Alejandro Bolaños

(El País, 07 de Noviembre del 2014)

El frenazo de la zona euro llevó este jueves a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que aglutina a 34 países industrializados, a rebajar su pronóstico sobre la evolución de la economía de los Dieciocho, como ya hicieron el FMI o la Comisión Europea. Pero, además, advierte que el escuálido 1,1% de avance en 2015 que predice ahora solo será posible si “se ralentiza el ajuste fiscal”, hay “mejores condiciones financieras tras el inicio de la unión bancaria” y, sobre todo, si cristaliza “un mayor estímulo monetario”.

“Déjenme subrayar esto: nuestra previsión depende de un ‘si’ y es un gran ‘si’. Solo si estos apoyos macroeconómicos tienen lugar, la economía de la zona euro crecerá como hemos previsto. En caso contrario, el crecimiento será más débil”, explicó el secretario general de la OCDE, José Ángel Gurria, en la presentación en París de un análisis sobre los países que forman parte del G20, cuya cumbre anual se celebrará los días 14 y 15 de noviembre en Brisbane (Australia).

La nueva economista jefa de la institución, Catherine L. Mann, estableció los límites del dilema europeo: “En nuestro rango de probabilidades, la zona euro se arriesga a entrar en un periodo de crecimiento cero e inflación cero”. La economista estadounidense destacó luego que, pese a cierto recorte de la tasa de paro en EE UU y Japón, había aún 12 millones de desempleados más que en el inicio de la crisis financiera en los países industrializados. Y que la mitad de ese aumento del desempleo corresponde a la zona euro. “Son cifras que deberían servir de catalizador para que los responsables políticos den un paso al frente y actúen”.

En la conferencia de prensa, celebrada tres horas antes de la que dio cuenta del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo, Mann expresó su deseo de que se lanzara “un mensaje de unidad” en torno a la necesidad de una nueva inyección monetaria. Deseo que acompañó de una gráfica en la que se ilustraba como el balance de activos del supervisor del euro había descendido del 30% al 20% del PIB en los dos últimos años, nivel que se sitúa por debajo del de la Reserva Federal y el Banco de Japón.

Si hay que atenerse a lo que el presidente del BCE, Mario Draghi, expuso después, se podría concluir que el deseo de Mann, en buena parte, se cumplió. Aunque queda por comprobar cómo se concreta el “unánime” compromiso de hacer lo que haga falta si la debilidad se prolonga en precios y actividad económica.

En su informe, la OCDE sí es precisa: “El Banco Central Europeo debe comprometerse a ampliar su programa de compra de activos más allá de lo anunciado”. Y para ello, además de reducir las exigencias en las titulaciones de deuda y bonos garantizados que ya adquiere, debería adentrarse en “la adquisición de bonos empresariales y públicos”.

Para la OCDE, el estancamiento de la zona euro es ahora “el mayor riesgo” para el crecimiento mundial, que seguiría por debajo del 4% en 2015 y 2016, aunque acelera algo desde el 3,3% previsto para este año.

En el caso de España, la OCDE sigue la estela del FMI o la Comisión Europea, y anticipa un avance del 1,7% en 2015, tras una ligera revisión al alza. Es un crecimiento mayor al del conjunto de la zona euro, pero la predicción es menos optimista que la del Gobierno o que la de la mayoría de analistas privados españoles, que anticipan un avance cercano al 2%.

Además, la OCDE insistió en su mensaje tradicional de la necesidad de desarrollar reformas estructurales para elevar el potencial del crecimiento en países desarrollados y emergentes. Y se congratuló de que el millar de propuestas ya formuladas por los países del G20 cumplan el objetivo marcado para la inminente cumbre de Brisbane: plantear reformas que permitan a la economía mundial crecer un 2% más en cinco años. “Ahora solo falta que estas medidas se lleven a cabo. Estaremos vigilantes, como indica el mandato que nos hizo el G20”, añadió Gurría.