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La corrupción endémica y la diosa coima

La corrupción endémica y la diosa coima

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 29 de mayo de 2020
Para Lampadia

Richard Swing no se puede quejar. ¿Qué farandulero no quisiera hacerse famoso de la noche a la mañana? Además, embolsicarse S/. 175,000 para motivar – vía zoom – a los desmotivados funcionarios del Ministerio de Cultura. Y que todo esto ocurra en plena cuarentena, cuando millones de peruanos estamos impedidos de trabajar, y miles se están infectando – y muriendo – a causa del Coronavirus. ¡El tipo es un bendecido!… dirán alguno. Pero no… su bendición proviene de la diosa coima enquistada en el Estado peruano. ¡Menudo problema!

Todo lo anterior es historia conocida. Las redes sociales y los medios de comunicación… todos han dado cuenta del caso Swing, con lujo de detalles.  Y claro… la gente comenta, la gente se indigna, algunos incluso se entretienen. El hecho es que el contrato de marras quedó sin efecto. Sin embargo, la Ministra de Cultura mancó, y el Presidente Vizcarra reconoció que conoce a Swing. Incluso dijo que por haber participado en la campaña electoral de PPK, por ahí que Swing pudo haber tenido acceso a algunas instancias del gobierno. ¡Plop!

La pregunta es ¿cómo es posible que el Estado contrate a personajes como Richard Swing, por el sólo hecho de haber sido del entorno de las campañas electorales del partido del Presidente Vizcarra? ¡Qué tienen que ver los servicios de las campañas electorales con la función pública… digo yo! Bueno pues, eso que es obvio para muchos, no lo es para la inmensa mayoría de nuestras autoridades políticas. O sea, yo te apoyo en tu campaña electoral. Incluso te cobro por ello. Pero eso sí, si ganas las elecciones me tienes que dar una chamba en el Estado… o una obrita donde sea. ¡Así es la nuez!

Pues bien, el Estado está atiborrado de consultores tipo Richard Swing. La partida presupuestal encubridora de esta forma de corrupción endémica en el Estado se llama “consultorías”. Ahí se va una millonada del Presupuesto Público. Claro que hay consultorías útiles y bien justificadas… pero no me refiero a ellas.

Seamos sinceros. La verdadera razón de esta “consultivitis aguda” es la diosa coima. Haber contratado – repetidamente – a Richard Swing para los fines antes mencionados, denota corrupción. Es imposible suponer que no haya habido marmaja bajo la mesa. Además, es altamente probable que una parte de dicha marmaja esté en los bolsillos de quienes lo contrataron. Así funciona el va y viene del dinero sucio de la corrupción. El ciudadano aporta, el Estado malgasta, y una parte del dinero malgastado retorna a las manos inmundas de los funcionarios corruptos.

Pero la corrupción en el Estado tiene mil variantes más. La venta de puestos de trabajo es otra forma de corrupción muy arraigada. O sea, yo te contrato, pero me pagas tanto. En el caso del Gobierno Regional de Ica hay testimonios de funcionarios cuyos pagos los hacen directamente a la primera dama; es decir a la esposa del Gobernador… para que realice “labores sociales”. ¡Habrase visto semejante descaro moral!

Pero hay más. Robo de medicamentos de farmacias de hospitales públicos, para abastecer a farmacias privadas “de enfrente”. Robo de materiales y repuestos de maquinarias y equipos… sobre todo combustibles. En el Ejército y en la Policía hay mucho de eso. Coimas a diestra y siniestra en el otorgamiento de licencias y permisos… incluidos brevetes. Coimas en el otorgamiento de Títulos de Propiedad. Reembolsos de gastos de viáticos sustentados con facturas falsas. Tráfico de Títulos Académicos y Certificados de Trabajo falsos. Como dice la canción… y total corrupción hay en todos lados.

Entonces la pregunta es: ¿por qué no avanza la transformación digital del Estado, sabiendo que con ello desaparecería toda esta porquería? ¿Por qué no seguir los estupendos ejemplos de digitalización estatal de Estonia en Europa, o Uruguay en Latinoamérica?

¿Por qué no imponer la meritocracia en el Estado, y el respeto irrestricto a la carrera pública, para que los funcionarios de carrera permanezcan en sus puestos, a pesar de los cambios presidenciales, ministeriales, regionales, y municipales? ¿Por qué no seguir el gran ejemplo del Banco Central de Reserva (BCR) en estos menesteres?

Damas y caballeros. Con ustedes… la corrupción endémica y la diosa coima. Lampadia




Hasta los árbitros eran corruptos

Hasta los árbitros eran corruptos

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 25 de octubre de 2019
Para Lampadia

Los destapes de corrupción no tienen cuándo acabar. Como que todo está podrido. Lo de Luciana León cayó como un baldazo de agua fría. Tan linda ella… pero tan coimera. En fin. Como dice el refrán… a lo hecho, pecho. O sea, a asumir las consecuencias. La justicia debe aplicarse a todos por igual. Con todo el rigor de la ley. Caiga quien caiga. Le duela a quien le duela.

Pero lo de Lucianita no fue el único destape de la semana. Ahora resulta que hasta los árbitros eran corruptos. Los que supuestamente eran personas honorables, de trayectoria intachable, y conspicuos paradigmas de la justicia y la legalidad, resultaron ser tan corruptos como los peores exponentes de la banda de Los Cuellos Blancos del Puerto.

Por ello – una vez más – insisto… la polarización entre peruanos no debe basarse en consideraciones políticas, sociales, culturales, o de cualquier otra índole que no sea de tipo moral. En otras palabras, no debemos enfrentarnos porque algunos son de izquierda y otros son de derecha; o porque unos están a favor de una economía dirigida por el Estado y otros prefieren una economía de mercado. Lo mismo se puede decir de los que están por un Estado promotor y supervisor, y los que están por un Estado empresario y controlador. Ciertamente, todo ello es debatible. Y está bien que sea así. Cada peruano tendrá sus argumentos para sustentar su posición ideológica, la cual debe merecer respeto y tolerancia.

Pero cuando la moral está de por medio – ahí sí – la cosa cambia. Sobre todo, sabiendo que el principal problema de nuestro país es la CORRUPCIÓN. ¡Ese es el problema! Entonces, la única disyuntiva por la que sí se justificaría una polarización entre peruanos, es cuando está en juego el discernimiento entre valores como ¿Verdad o Mentira? ¿Justicia o Injusticia? ¿Bien o Mal? ¿Vida o Muerte? ¿Integridad o Corrupción?

En efecto, qué sentido tendría discutir ¿quién es peor? ¿Un corrupto de izquierda o un corrupto de derecha? O ¿quién le hace más daño al país? ¿Un juez corrupto o un empresario corrupto?

Ahora bien, lo peor de la corrupción – llamémosle de alto vuelo – es la frustración e indignación que causa en la ciudadanía. Y qué decir del efecto contagio que causa en los funcionarios de niveles más bajos en el escalafón del Estado… policías, médicos, maestros, y demás funcionarios públicos. Es decir, en aquellos que están en contacto directo con la ciudadanía.

“Si los de arriba – presidentes, ministros, congresistas, gobernadores, alcaldes, empresarios, y jueces – son unos grandes coimeros ¿qué de malo tiene que yo sea un pequeño coimero?” Ese parece ser el razonamiento que se ha enquistado en – prácticamente – todo el aparato Estatal.

Y los paganos somos todos los peruanos. Sobre todo, los pobres. Las colas y coimas en los hospitales públicos. Los maestros acosadores. Las mafias de los brevetes. La corrupción en el otorgamiento de licencias de funcionamiento y / o de construcción. El fracaso municipal en cuanto a los servicios de agua y saneamiento, y limpieza pública. Todo ello – y varios etcéteras más – son consecuencias de la corrupción en nuestro país.

¡Metástasis! La corrupción ha hecho metástasis en nuestro país. Tanto que hasta los árbitros eran corruptos. Lampadia




Vino el Papa… y puso el dedo en la llaga

Vino el Papa… y puso el dedo en la llaga

Fernando Cillóniz B.
Gobernador Regional de Ica
Ica, 2 de febrero de 2018
Para Correo Ica y Lampadia

A más trámites… más corrupción. A más requisitos… también. A más tiempos de espera… peor. Y a menores remuneraciones… ¿cuánto es? He ahí la cuadriga enfermiza enquistada en muchas instituciones públicas iqueñas. Una cuadriga que conduce – inexorablemente – al inmundo mundo de la corrupción.

Y si – encima – existe discrecionalidad para aplicar multas… ¡tate! La multa se convierte en coima. El funcionario se enriquece… pero el ciudadano se empobrece. Así es la nuez.

Nuestra región está plagada de corrupción… “ese virus social que lo infecta todo”. (Palabras del Papa Francisco). Tanto que trabajar en el Estado es una carísima aspiración de muchos iqueños. ¿Porqué? ¿Acaso las remuneraciones son tan altas? ¡Nada que ver! Hay gente que trabaja en el Estado – única y exclusivamente – por la cutra.

¿Qué hacer para solucionar el problema? Simplificación administrativa. Menos trámites. Menos requisitos. Menos tiempos de espera. Y mejores remuneraciones… a los servidores eficientes. No a los vagos e incompetentes. En otras palabras… Gobierno Digital. Nada de colas. Nada de papeleos, ni sellos, ni vistos buenos. Todo digital… desde un Smartphone o una Laptop. Todo simple, rápido y correcto… como en nuestros hospitales.

Por otro lado, el Estado – salvo honrosas excepciones – está infestado de parásitos… gente que no hace nada. Gente que entró a trabajar al Estado… comprando su puesto, falsificando documentos, o – simplemente – a punta de tarjetazos. Gente perversa que todo lo traban… ya sea para cobrar una coima, o – simplemente – para boicotear a la autoridad. También puede ser por pura incapacidad, o por temor a ser sancionado. El hecho es que todo lo traban. Ciertamente, hay gente eficiente y honesta en el Estado. Pero que tenemos parásitos… tenemos. Gente improductiva que gana poco… pero coimea como loco. Lamentablemente.

Gestión por resultados. Cada vez más, nuestros servidores tienen metas – cuantificables y verificables – de su trabajo. Sobre todo, cuando se trata de servicios a la ciudadanía. Número de pacientes atendidos, en el caso de los médicos. Índice de comprensión lectora, en el caso de los maestros. Número de licencias o expedientes por día. Y así por el estilo. El servidor público debe estar sujeto a evaluaciones permanentes.

Obviamente, hay que capacitar y motivar a los servidores públicos. Pero también hay que advertirles. Sí a pesar de las capacitaciones y motivaciones no atienden bien a los ciudadanos… ¡a su casa, calabaza! 

Todo Gobierno debe propiciar la participación ciudadana. No tanto para la gestión propiamente dicha… porque muchas manos en un mismo plato causan arrebato. Pero sí para la evaluación del servicio público.

En nuestro caso, muchas atenciones ciudadanas terminan en una evaluación sencilla y objetiva: ¿Me maltrataron? Sí o no. ¿Me pidieron requisitos innecesarios? ¿Me hicieron esperar más de la cuenta?, o ¿Me pidieron plata por lo bajo? Si las respuestas son Sí, Sí, Sí, Sí… malo. Si son No, No, No, No… vamos bien.

La gestión pública debe ser honesta y transparente. Repito… honesta y transparente. Vuelvo a repetir… honesta y transparente. Pero de verdad. No de la boca para afuera… como pregonan – cínicamente – muchos políticos y periodistas corruptos. Y ¡qué me dicen de los médicos deshonestos! Esos son los peores.

Por otro lado, la lucha contra la corrupción tiene que reflejarse en sanciones disciplinarias… ratificadas por el Tribunal del Servicio Civil (SERVIR). Si no hay sanciones – como es el caso de TODAS las gestiones anteriores del Gobierno Regional – ampay. ¡Esos son los Gobiernos corruptos! El que permite la corrupción… es corrupto. Y el que la defiende… más aún.

Pues bien… en eso estamos en Ica. Simplificando procesos, mejorando servicios, evaluando y motivando al personal, y transparentando nuestros actos. Pero, sobre todo, sacándole la contumelia a la corrupción. El flagelo de los pobres. “Ese virus social que lo infecta todo”.

Gracias Papa Francisco por venir… y poner el dedo en la llaga. Lampadia