1

El silencio de los inocentes

El silencio de los inocentes

Mientras todo sucede
Milagros Leiva
Para Lampadia

Pronto serán dos años y siguen sin ir a la escuela. De hecho, ya se cumplieron 600 días, pero de eso ningún poderoso quiere hablar. Ni siquiera el presidente que dice tener palabra de maestro. ¿Es justo que los pequeños de la casa estén encerrados sin poder ir a la escuela porque al ministro Gallardo, sí, al poderoso de Educación le interesa más el aspecto sindical de su sector que declarar prioridad uno abrir las escuelas? Dirán los ayayeros de turno que estoy mintiendo, que algunos colegios ya comenzaron con la asistencia por horas y que por algo se comienza. Migajas. Migajas oficiales para contener el lamento y la indignación de los padres frente a un camino sin retorno. 

El especialista en Educación Paul Neira ya lo dijo. No se podrán recuperar los dos años perdidos, los chicos no están aprendiendo ni siquiera el 50% de lo previsto frente a la virtualidad, pero hoy mejor se habla de nombrar a los maestros contratados renunciando a la evaluación continua en lugar de curar la herida. Somos conscientes de que lo ocurrido es una herida abierta y sangrante, ¿verdad? Nadie (ni siquiera usted con sus más infinitos temores) podrá justificar ante los menores de edad que fue la desidia del Estado lo que impidió el retorno. Estamos en la cola, pero no importa. Tenemos a un ministro de Educación que más despacha con su hija, pero eso tampoco importa. El daño es irreversible porque el tiempo ya se perdió.

  • ¿Se han dado cuenta de que se ha normalizado no ver a los niños con sus mochilas y loncheras en las calles? 

  • ¿Se han dado cuenta como los pocos parques que existen en el Perú se han convertido en academias donde los chicos estudian lo que pueden?

No vemos a los pequeños uniformados, pero sabemos que están en sus casas. Están encerrados, entre cuatro paredes, estudiando frente a una pantalla que no termina de reemplazar la enorme experiencia del aula. Encerrados en espacios pequeños, sin jugar con los amigos, sin hacer deporte, sin levantar la mano y aprender incluso a ruborizarse delante de los demás. En la mayoría de casos sin supervisión porque sus padres trabajan. 

Seamos sinceros. ¿No es acaso un abuso y una vulneración absoluta a sus derechos todo lo que está sucediendo? Los niños no cierran carreteras, no votan, no paralizan una ciudad. Por eso estamos abusando.

Basta de subestimarlos. Basta de pensar que como son menores se contagiarán en el recreo. Los chicos saben usar las mascarillas y saben cuidarse. Solo hagan un ejercicio. Pregunten a sus hijos o sobrinos: ¿prefieres ponerte la mascarilla, lavarte siempre las manos y guardar distancia o mejor sigues en la casa sin ir a la escuela como estos casi dos años? La respuesta la estoy imaginando y usted también. Unámonos por ellos, levantemos la voz por los menores de edad. Es hora de que regresen al colegio, pero el retorno es para ayer, no para el 2022 como la mediocridad del Minedu lo anuncia sin espantarse.

La prioridad son los alumnos, no la cuota de poder en el magisterio. De nosotros depende convertir el silencio de los inocentes en un grito de absoluta defensa del derecho a la Educación.  Lampadia




7 de cada 10 familias piden el regreso a clases

7 de cada 10 familias piden el regreso a clases

Daniela Delgado Ehni,
Psicóloga Clínica (PUCP)
MsC. Psycoanalisis y Desarrollo Humano (UCL)
Para Lampadia

El jueves 5 de agosto DATUM nos permitió conocer, a través de una encuesta hecha a nivel nacional, el sentir de las familias peruanas cuyos hijos se encuentran en edad escolar. El 90% de los encuestados pide que la educación, que actualmente atraviesa su peor crisis, sea atendida por sus gobernantes a la brevedad. Seguidamente se observa que 7 de cada 10 familias clama el regreso a las clases y, en la medida en que se afina la mirada sobre los diferentes sectores socioeconómicos, se ve con claridad que esta brecha se acorta en aquellos sectores donde hay menor comodidad y solvencia económica.

¿Qué lleva a los padres a solicitar un pronto regreso a clases?

A los padres les preocupa principalmente saber qué es lo que realmente están aprendiendo sus hijos y cómo lo están logrando.  El 46% de los padres refiere sentir que el nivel de aprendizaje de sus hijos ha empeorado.  Al desglosar dicho número en los diferentes sectores, se observa que éste se eleva a 64% en los niveles socioeconómicos más bajos.  Valgan verdades, a estas alturas, a todos nos queda claro que no es lo mismo aprender en casa vas aprender en un centro educativo donde los alumnos, en compañía de sus pares, profesores y demás especialistas, se enfrentan a experiencias de aprendizaje en un entorno donde todo suma a esta experiencia y además no deben preocuparse ahí por otra cosa que no sea aprender. 

Ahora bien, algo que explicaría esta cifra y su variante es la innegable realidad de que no todos cuentan con la misma realidad y las mismas herramientas.  Mientras algunos estudiantes cuentan con la posibilidad de interactuar virtualmente con sus compañeros y el profesor que les enseña, un gran porcentaje de la población estudiantil aprende a través de programas estándares de tv, radio, o vía materiales enviado por correo o mensaje de WhatsApp, donde la posibilidad de aclarar algo que no se entendió, es muy remota. 

Esta realidad se complejiza cuando añadimos la variable de que en muchas familias ambos padres han sido exhortados a retornar a sus centros laborales viéndose forzados a dejar a sus hijos solos en casa, esperando día a día, que sepan cuidarse, sean responsables y aprendan.   Peor aún, si es que los hijos, cumpliendo un deseo de superación familiar, hoy atienden grados académicos superiores a aquellos que lograron sus padres, quienes, al regresar a casa, no pueden ayudarlos a entender algo que no les quedó claro.  Ya en el extremo más conmovedor y preocupante, tenemos a padres que, afectados por la crisis económica y la pérdida de sus empleos, se han visto en la necesidad de retirar a sus hijos de su centro educativo solicitándoles también que, al margen de la edad que tengan, trabajen para apoyar en el ingreso familiar.

Vemos así pues, que los centros educativos son espacio importante para la sociedad ya que gracias a ellos los estudiantes aprenden, los miembros de la familia pueden dedicarse a sus diferentes roles y finalmente permiten que las futuras generaciones puedan superar a las anteriores y soñar con mejores oportunidades.

¿Qué detiene el retorno a clases?

En primer lugar, el hecho de que los profesores, así como el personal administrativo de los diferentes centros educativos aún no han sido vacunados en su totalidad.  Las preguntas que surgen entonces son:

  • ¿Cuándo el gobierno tiene pensado atender este asunto?
  • ¿Cuándo se estima hacer una vacunación de maestros destinada a permitirnos vislumbrar un regreso a clases seguro?
  • ¿Porque los profesores no son considerados un rubro de primera necesidad si cada vez se hace más evidente lo vital que son para la sociedad, el progreso y la salud integral del futuro de nuestro país?
  • ¿Por qué si este es el único rubro cuya reapertura está sujeta a condiciones epidemiológicas no se le permite entonces tener prioridad en la vacunación de su personal?   

Siendo el Perú un país afortunado que a la fecha cuenta con la llegada bastante puntual de vacunas en comparación a otros países y que además sus autoridades han sido capaces de organizar y sostener una buena campaña de vacunación, no cabe la menor duda de que éste es un punto que, sin mayores reparos, puede ser resuelto a la brevedad.

En segundo lugar nos topamos con la preocupación que genera la llegada de una tercera ola y el “hecho” de que los niños “son” temibles portadores. En este punto quiero mencionar que, en muchos países, frente a la llegada de nuevas olas e inclusive en momentos en los que aún no se contaban con vacunas, los centros educativos, una vez abiertos, no volvieron a cerrar o en caso de hacerlo, fue de modo parcial o por periodos cortos.  El motivo de esta decisión se sostuvo siempre por un lado en el rol integral que cumplen los centros educativos en la sociedad y por otro lado en la ratificación de que, con buenos protocolos, los planteles educativos no se comportaron como los “temibles” vectores de contagios que en algún momento se supuso.   Algo que ayudó a desvanecer esta hipótesis inicial fue la confirmación, a través de diversos estudios, de que los niños tenían aproximadamente la mitad de probabilidades de contraer covid-19 que los adultos y además, de que ellos transmitían la enfermedad con menor frecuencia que el promedio de la población (5.3% vs 11,8%).  Estos resultados se han sostenido en tiempo.

Ahora bien, en el caso del Perú, algo que confirma esta data es el hecho, real y concreto, de que desde que el exministro Cuenca comenzó a abrir gradualmente algunas escuelas, no se han registrado contagios entre niños, adolescentes y docentes asociado al retorno a clases.  Inclusive cuando no se tenían vacunas para docentes.   La ciencia y los datos fehacientes son los que acá debieran primar al momento de tomar decisiones y no los temores que la especulación ha venido generando en la población.

En tercer lugar se ha mencionado la propuesta de que el regreso a clases debiera darse cuando los niños sean también vacunados; se cree que solo así el regreso a clases es totalmente seguro para todos especialmente ahora que en varios países el contagio entre niños ha aumentado significativamente.  Analizando el comportamiento de los países donde se observa esto debemos tomar en cuenta los siguientes hechos: primeramente en dichos países la población mayor a 12 años ya viene siendo vacunada y los contagios en mayores de 12 años se ha reducido considerablemente. Luego, los protocolos de bioseguridad se fueron flexibilizando a tal punto que el uso de mascarillas dejó de ser obligatorio en espacios cerrados.  Finalmente está el efecto anti vacuna ocasionando que quienes han decidido no vacunarse sean ahora quienes vienen llevando la peor parte mientras perpetúan la aparición de variantes.  Es por todo ello que frente a este punto la mencionada propuesta no ha sido contemplada en ningún país salvo el nuestro.  Quienes ya han retornado a clases no mencionan cerrar las escuelas, sino más bien, sugieren incentivar y continuar con las vacunaciones, regresar a las mascarillas y respetar con mayor rigurosidad los protocolos de bioseguridad.  ¿Por qué?  Esto se debe principalmente a que la vacunación en niños aún no es posible, el riesgo de que ellos se contagien continúa siendo extremadamente bajo, no son peligrosos transmisores del virus y finalmente la mortalidad en niños es de dos por millón asociada principalmente a afecciones subyacentes.  Por si sola, y nuevamente, con datos obtenidos en estudios serios conducidos en diferentes países como Reino Unido y España entre otros, se observa que esto es algo que no cuenta con un real sustento para seguir postergando el regreso a clases.

¿Qué podemos concluir entonces?

De lo expuesto queda claro que es momento de disipar miedos infundados, de informar mejor a la población, de revisar que es lo que otros países han ido logrando con respecto al retorno a clases, revisar el estado real de la infraestructura educativa, implementar protocolos y finalmente, como lo mencione en mi artículo anterior, poner manos a la obra en un trabajo articulado donde las autoridades competentes se acerquen a las instituciones educativas para dar marcha a un retorno a clases VOLUNTARIO, GRADUAL Y SEGURO que nos permita atender las necesidades de nuestros estudiantes.

El pueblo habló, el pueblo ha dado a conocer lo que necesita, el pueblo requiere que sus autoridades aborden este tema a la brevedad y mientras tanto se debe echar a andar un plan que estoy segura se puede gestionar satisfactoria y exitosamente como se ha logrado en temas de obtener las vacunas y comenzar a vacunar a nuestra población.

Como siempre les digo a mis hijos cuando enfrentan retos nuevos… “¡querer es poder!”. Lampadia