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El poder económico gira hacia el Asia

Desde los desarrollos políticos de Gran Bretaña con el Brexit y de EEUU con Trump, que de alguna manera marcan una regresión de sus políticas internacionales hacia el interior de sus países, alejándose de importantes espacios de interés en el plano internacional, así como del libre comercio y la globalización, en Lampadia estamos compartiendo con nuestros lectores, producción intelectual del Asia, especialmente desde Singapur, que goza de una perspectiva privilegiada en el debate político este-oeste que se empieza a formar.   

Fuente: Shutterstock

Días atrás publicamos la visión del 2017 desde el Asia y las ideas de Kishore Mahbubani, el gran intelectual singapurense sobre las relaciones de oriente y occidente, preparado para Davos 2017. Ahora presentamos líneas abajo un interesante artículo de Danny Quah, profesor de economía en la Escuela Lee Kuan Yew de Políticas Públicas de Singapur, quien afirma que, a pesar de los múltiples políticos que han culpado a la globalización y el libre comercio por una supuesta creciente desigualdad económica dentro de las economías desarrolladas, en realidad es la mejora de la igualdad de ingresos entre todas las naciones lo que ha creado esta tendencia a una reacción populista de proteccionismo.

Según Quah, “Durante los años noventa, existía una brecha de ingresos de 70% entre las economías emergentes y el G7. Esa brecha se redujo a menos del 14% en 2016 y desaparecerá en 2020”. La verdad es que el proceso de integración mundial se está consolidando, sin importar cuanto quiera negarlo Donald Trump. Los ajustes de las instituciones multilaterales son necesarios para que se permita una mejor gobernanza global y la convergencia entre las dos mayores potencias mundiales, EEUU y China, es esencial para la armonía y el mayor bienestar global.

Sin embargo, como afirma el profesor Quah, “los americanos comunes y corrientes se preocupan – a un nivel profundo e instintivo – de que ellos, o al menos sus líderes electos, lleguen a estar a cargo, y lleguen a escribir las reglas del juego. Otros en todo el mundo los están alcanzando, y lo que ahora está en las cartas es un futuro compartido, genuinamente global, donde ninguna nación es excepcional o indispensable”.

En efecto, en su último libro, ‘Orden Mundial’, Henry Kissinger nos advirtió que un estudio de Harvard mostraba que históricamente, de 15 casos de interacción entre una potencia emergente y una establecida, 10 terminaron en guerra. Y agregaba que no era sorprendente que hoy pensadores estratégicos significativos, a ambos lados, consideraran que el patrón histórico hacía inevitable el conflicto.

Por su lado Mahbubani, nos decía que estábamos construyendo una nueva y mejor civilización, que nadie habría pensado hace unos años que Singapur podría ser tan próspero como Londres. Pero aún había una gran resistencia a hablar de una gobernanza global que permitiera y cuidara la consolidación de la armonía entre occidente y oriente.

Más vale darse cuenta a tiempo de la dirección e intensidad de los nuevos vientos, que en nuestra opinión alterarán profundamente el mundo que se estaba construyendo: uno que era favorable al espacio de desarrollo que necesitan países como el Perú. Lampadia

A pesar de Trump, el poder económico seguirá girando hacia Asia en 2017

Danny Quah, profesor de economía en la Escuela Lee Kuan Yew de Políticas Públicas de Singapur

Publicado en Quartz

8 de febrero de 2017

Traducido y glosado por Lampadia

Si Estados Unidos se vuelve más proteccionista -tal vez porque piensan que el comercio está dejando que otros ganen mientras ellos pierden-, el Asia emergente buscará otros acuerdos de seguridad “, predice el profesor Quah. “¿Se beneficiará China de este nuevo equilibrio? No le hará daño a China, no”.

El mes pasado fue un fabricante de refrigeración. Este mes son los fabricantes de automóviles. Hasta ahora, el Presidente ha cumplido con sus promesas de campaña en dirigirse a las empresas que obtienen su fuerza de trabajo en el extranjero.

Durante mucho tiempo, Trump ha proclamado que quiere detener el ‘offshoring’ mediante la renegociación de acuerdos comerciales “injustos” y presionar a las firmas con sede en Estados Unidos para que repatrien sus operaciones en el extranjero -y, lo que es más importante, los empleos extranjeros- a los Estados Unidos.

Sería conveniente desechar gran parte de su discurso como posturas políticas. La campaña de Trump no fue la única en culpar a la globalización, ni tampoco fue el primero -políticos de ambos partidos tienden a demonizar los acuerdos comerciales en lugar de vender sus beneficios. Y a pesar de algunas regresiones altamente promocionadas por empresas como Carrier y Ford, pocos caracterizarían un ‘shakedown de empresa por empresa’ como una forma eficaz de debilitar las fuerzas del comercio mundial.

Aun así, la embestida muestra un sentimiento anti-globalización muy preocupante.

A raíz del Brexit, el ascendente nacionalismo europeo y las elecciones estadounidenses, se ha escrito mucho sobre la amenaza del populismo al crecimiento del comercio mundial y las instituciones económicas internacionales establecidas después de la Segunda Guerra Mundial. Hay una serie de explicaciones para este ‘giro hacia adentro’. Muchos han culpado a la creciente desigualdad económica dentro de las economías desarrolladas –parte de la culpa sería la subcontratación o la transición tecnológica.

Otros postulan que un factor motivador puede ser una disminución de la desigualdad. Danny Quah, profesor de economía en la Escuela Lee Kuan Yew de Políticas Públicas de Singapur, y Kishore Mahbubani, decano de la escuela, culpan a la mejora de la igualdad de ingresos en todas las naciones como la causa del aumento del populismo. Durante los años noventa, existía una brecha de ingresos de 70% entre las economías emergentes y el G7. Esa brecha se redujo a menos del 14% en 2016 y desaparecerá en 2020.

Mahbubani y Quah proponen que el cambio en el poder -incluyendo el poder adquisitivo- de las naciones más ricas a las economías emergentes y al este de Asia es una idea inquietante para los ciudadanos de los países desarrollados.

“Los americanos comunes y corrientes se preocupan – a un nivel profundo e instintivo – de que ellos, o al menos sus líderes electos, lleguen a estar a cargo, y lleguen a escribir las reglas del juego”, dice el profesor Quah. “Otros en todo el mundo los están alcanzando, y lo que ahora está en las cartas es un futuro compartido, genuinamente global, donde ninguna nación es excepcional o indispensable”.

Sólo el tiempo determinará cómo se llevará a cabo este cambio. No obstante, el actual clima anti-globalización plantea algunas preguntas para Asia, que, al menos hasta ahora, se ha beneficiado en gran medida de la globalización. Si el retorno al mercantilismo se acelera y el comercio mundial se ralentiza, ¿girará Asia? Y si el Oeste se aparta de impulsar soluciones internacionales, ¿llenarán otros esos zapatos?

“El Oeste solo representa el 12% de la población mundial. El 88% vive fuera del Oeste. 

Y, en total, sus condiciones de vida nunca han sido mejores.” – Kishore Mahbubani

“No es un juego de suma-cero.  No lo volvamos así.” – Danny Quah

Hay una idea de que las economías emergentes de Asia han crecido sólo porque los asiáticos exportan a los consumidores estadounidenses y que el consumo es demasiado débil en Asia para apoyar el crecimiento sostenible. Pero igual que en cualquier otra economía, los economistas nos dicen que, cuando los ingresos disponibles crecen, también lo hará el consumo.

“La demanda interna se ha mantenido notablemente resistente en la mayor parte de la región, apoyada por el aumento de los ingresos reales”, dice Changyong Rhee, Director del Departamento de Asia y el Pacífico del FMI. La demanda externa no será ayudada por la muerte de la Asociación Transpacífica, y el reequilibrio de China continuará teniendo efectos en el comercio mundial. Pero no se puede negar que la economía de Asia seguirá desempeñando un papel importante en la economía mundial a medida que sus mercados emergentes y fronterizos continúen creciendo.

De hecho, China, que habría sido excluida del TPP, ahora tendrá más posibilidades de impulsar el comercio con sus socios regionales. Los canales comerciales de Asia tienen un largo alcance, y sólo se fortalecerán si iniciativas como “One Belt, One Road” y la Asociación Económica Regional Amplia son exitosas.

A medida que Asia crece, la concentración de consumidores y los mercados en rápida expansión necesitarán infraestructuras e industrias para apoyarlos. Al mismo tiempo, a medida que el neo-mercantilismo occidental tome forma, las compañías estadounidenses tendrán que decidir cómo será su papel.

En una entrevista con el Wall Street Journal, John Dulchinos, vicepresidente de fabricación digital de Jabil, proveedor de empresas como Apple y Electrolux SA, dice: “En ningún otro país se puede escalar tan rápidamente. Uno tiene la capacidad de moverse rápidamente y hay una cadena de suministro de electrónica muy fuerte en Asia, centrada en China”.

Ya sean estadounidenses o asiáticos, las industrias que tengan éxito serán aquellas que no enfrenten a los humanos contra las máquinas, sino que usen la velocidad y precisión para permitir que los seres humanos funcionen mejor. Asia ha aprendido esa lección: es el centro mundial de manufactura avanzada y logística sofisticada.

Además, China es ahora el mayor mercado consumidor de teléfonos inteligentes y otros aparatos. Y sin importar el este o el oeste, los negocios astutos buscarán siempre capitalizar  las oportunidades disponibles. Asia tiene muchas. Lampadia




La importancia y dificultades de crecer alto y sostenido

En esta ocasión Liliana Rojas-Suárez, reputada economista peruana nos trae desde Washington un análisis muy oportuno sobre el ritmo de crecimiento necesario para que el Perú pueda cerrar las brechas de ingresos con respecto a los países más avanzados (que compartimos líneas abajo). En un primer caso, con respecto al conjunto de los países más avanzados y en un segundo, con respecto a aquellos países que alcanzaron el status de avanzados recientemente.

Como puede verse en el siguiente cuadro resumen de los escenarios analizados por Rojas-Suárez, al ritmo actual de crecimiento de la economía, de alrededor de 4% anual, necesitaríamos entre  78 y 25 años para nivelarnos con los más avanzado o con los que recién lo lograron,  respectivamente. Si crecemos a un 7% anual, necesitaríamos entre 28 y 13 años para nivelarnos.   

Esto nos muestra que nos espera un esfuerzo descomunal para llevar a  nuestra población a los estándares de calidad de vida que ofrecen los países más avanzados. Algo que no puede dejar de ser nuestra más importante aspiración.

Hoy estamos muy lejos del ritmo de crecimiento que necesitamos. Después de la parálisis del gobierno de Humala, el nuevo gobierno de PPK sola atina hasta ahora a poner como meta de crecimiento el llamado ‘crecimiento potencial’ de 5%, algo insuficiente para cubrir nuestras brechas y que no parece basarse en el aprovechamiento de nuestros potenciales productivos. (El enorme Potencial Productivo del Perú). 

Convergencia hacia el ingreso de los países avanzados: ¿Qué tan largo es el camino para Perú?

Foro Económico, un Blog Latinoamericano de Economía Política
Liliana Rojas-Suárez 
14 octubre, 2016

Liliana Rojas-Suárez es PhD en Economía, University of Western Ontario. Investigadora principal y Directora de la Iniciativa Latinoamericana del Center for Global Development. Presidenta del Comité Latinoamericano de Asuntos Financieros. Ha publicado extensamente sobre temas macroeconómicos y financieros, incluyendo como coautora o editora de casi una docena de libros.

Una vez más, y por cinco años consecutivos, durante sus reuniones anuales, el FMI acaba de proyectar una disminución en el crecimiento de la economía mundial durante 2016 y las proyecciones para el 2017-2021 no son alentadoras. Aunque esta reducción se explica mayormente por la desaceleración de los países avanzados, las proyecciones para países emergentes y, América Latina en particular, son también hacia la baja.

Perú no es la excepción. Después de un alto crecimiento en el período 2004-2013, que promedió 6.4% (y que en algunos años sobrepasó el 8%), el promedio de crecimiento en el 2014-15 disminuyó a 2.8% y, aunque el FMI proyecta una cierta recuperación para el 2016-17 (3.7% en el 2016 y 4.1 en el 2017), las proyecciones de largo plazo muestran un crecimiento mediocre. Para el período 2017-21, el FMI espera un crecimiento de sólo 3.5% en promedio.  Aunque hay que reconocer que, a pesar de la desaceleración económica peruana, el país presenta una de las tasas de crecimiento más altas de la región (el promedio de América Latina se proyecta en -0.6% en el 2016) y no presenta indicios de importantes fragilidades financieras (en fuerte contraste con Brasil y Ecuador, por ejemplo), las proyectadas tasas de crecimiento para Perú son motivo de preocupación. Una razón central respecto a esta inquietud es que, como se muestra más adelante, al ritmo de crecimiento proyectado por el FMI, no se vislumbra que en las próximas generaciones Perú pueda cerrar la brecha de ingreso per cápita con respecto a los países avanzados. Es decir, el salto al desarrollo parece ser una meta extremadamente distante.

La brecha del PIB per cápita en Perú con respecto a países desarrollados: la historia reciente

A nivel mundial, las series de datos más conocidas y utilizadas para realizar análisis comparativos entre países con respecto al ingreso real per cápita ajustado por la paridad del poder adquisitivo (PPP por sus siglas en inglés) son las del Penn World Tables, las del Maddison Project Database y las del Banco Mundial. Debido a diferencias metodológicas, existen importantes disparidades entre los datos de dichas series (ver Milanovic, 2013). Para Perú, Seminario (2015) construye series de PIB per cápita que datan desde comienzos del siglo XVIII. Teniendo como únicas consideraciones la disponibilidad de información en períodos más recientes y la uniformidad metodológica para realizar comparaciones entre países, el gráfico 1 utiliza datos del Penn World Tables (que incluye información hasta el 2014) actualizado al 2015 en base a información del Banco Mundial, para mostrar las brechas del PIB real per cápita de Perú y Chile (ajustados por PPP; en dólares del 2011) con respecto a países avanzados. El gráfico 1a muestra la brecha con respecto a la mediana del ingreso per cápita de países que el FMI define como avanzados y el gráfico 1b muestra la brecha con respecto a Estados Unidos. Ambos gráficos muestran el período 1970-2015.

Gráfico 1: Brecha del PIB real per cápita relativo a países avanzados
(PPP, dólares 2011; en porcentajes)

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De los gráficos se desprenden dos conclusiones: La primera es la gran diferencia que existe entre Chile y Perú con respecto a sus brechas de ingreso per cápita relativo a países avanzados. En tanto que el PIB real per cápita de Perú es menos de un tercio (27%) del PIB real per cápita de los países avanzados, el de Chile es mayor a 50%. Para el 2015, la diferencia entre las brechas de Chile y Perú era de 26 puntos porcentuales. La diferencia entre brechas es similar cuando se comparan ambos países con respecto a Estados Unidos. De hecho, elegimos a Chile como punto de comparación, pues es el país Latinoamericano cuyo ingreso per cápita se acerca más a los países avanzados.

La segunda conclusión es que luego de un largo período de relativo estancamiento con respecto a los países avanzados o de fuertes retrocesos (durante los 1980s y comienzos de los 1990s, resultado de una profunda crisis económica), en los 2000s Perú atraviesa por un período de recuperación primero y luego de moderada pero constante convergencia hacia el PIB real per cápita de Estados Unidos (y con menor intensidad con respecto al ingreso per cápita de los países avanzados). Ese proceso pierde ímpetu (con respecto a los países avanzados) o se paraliza (con respecto a Estados Unidos) a partir del 2012, año en el que la economía comienza a crecer a tasas menores al 6%. ¡En casi medio siglo, sólo 8 años (2004-2012) de convergencia moderada!

¿Cuánto le demorará a Perú cerrar la brecha del ingreso per cápita?

Aunque esta pregunta es imposible de contestar, se pueden construir ejercicios de simulación que permitan arrojar luz sobre el tema. La pregunta, entonces, se puede reformular de la siguiente manera: bajo ciertos supuestos con respecto al crecimiento económico en los países avanzados y la evolución poblacional de estos países y Perú ¿cuánto tiempo le tomaría a Perú alcanzar el PIB per cápita de los países avanzados bajo escenarios alternativos de crecimiento?

Tomando como punto de partida los datos observables de PIB real per capital real en el 2015 (ajustados por PPP, en dólares del 2011), se proyecta el valor del PIB real per cápita para los países avanzados en cada año desde el 2016 hasta el 2100 en base a los siguientes supuestos: (a) el PIB real ajustado por PPP de los países avanzados crece a una tasa constante de 2% anual; y (b) el crecimiento poblacional se toma de las proyecciones del World Population Prospects del Population Division de las Naciones Unidas. Estas proyecciones llegan al año 2100[1]. Con estos supuestos, se puede estimar el valor del PIB real per cápita ajustado por PPP para los países avanzados en cada año desde el 2016 hasta el 2100.

Para cada año se calcula la mediana del PIB real per cápita ajustado por PPP de los países avanzados. Dichos valores se re-escalan de forma que en cada año tomen el valor de 100% (reflejando que el ejercicio trata de simular cuanto tiempo le demoraría al Perú alcanzar—al 100%–el nivel de ingreso de los países avanzados). En base a estos cálculos, el gráfico 2 presenta 5 escenarios posibles de crecimiento anual para el Perú, que van del 3% al 7%.

Gráfico 2
Simulaciones de Convergencia: Brecha de PIB real per cápita de Perú con respecto a países avanzados bajo supuestos de crecimiento alternativos
(PPP, dólares del 2011; en porcentajes)

Las conclusiones que se derivan del gráfico son impactantes: Bajo un escenario en el que Perú mantiene una tasa de crecimiento de 3%, ¡el país simplemente no cierra la brecha de ingreso real per cápita con respecto a los países avanzados en los siguientes 100 años! Creciendo al 4% lo logra en 78 años. Un crecimiento anual del 7% permitiría que Perú alcanzara la meta en unos 28 años. Interesantemente, un ejercicio similar para Chile indica que creciendo al 4%, a este país le demoraría 36 años cerrar la brecha y lo lograría en menos de 15 años si pudiera crecer al 7%. La ventaja que actualmente le lleva Chile a Perú en cuanto a nivel de ingreso per cápita explica estos resultados.

No está demás insistir en las limitaciones del ejercicio y en su alta dependencia a los supuestos incorporados; por lo que los resultados son, por supuesto, solo de naturaleza indicativa y así deben tomarse. Sin embargo, aparte de las limitaciones metodológicas, una crítica válida puede ser que estamos poniendo la valla muy alta. Muchos de los países clasificados como avanzados, tienen un ingreso per cápita menor al valor de la mediana de dicho grupo de países.

Por ello, consideremos un ejercicio alternativo, planteado por Foxley y Sossdorf (2011). En este caso, la pregunta es: Bajo escenarios alternativos de crecimiento, ¿cuánto tiempo le tomaría a Perú alcanzar el PIB per cápita de los países recientemente reclasificados como avanzados por el FMI? Para reclasificar a los países depaíses de ingreso medio a países avanzados, en los últimos años, el FMI viene utilizando un PBI per cápita (ajustado por PPP) entre US$ 24,000 y US$ 28,000.[2] De hecho, Lituania, el último país que el FMI reclasificó a la categoría de avanzados en el 2015, reportaba en ese entonces un PIB per cápita ajustado de US$ 24,900. Es importante notar, sin embargo, que Lituania es miembro de la Unión Europea, lo que le brinda ventajas de las que no gozan la mayoría de países emergentes. Otros países que han sido reclasificados de países de ingreso medio a países avanzados, tales como Corea del Sur e Israel, tienen un PIB per cápita (ajustado por PPP) un poco mayor a US$ 30,000.

El gráfico 3 presenta simulaciones similares a las del gráfico 2, con la diferencia que no se muestran las brechas de ingreso, sino los valores simulados del PIB per cápita de Perú (PPP, en dólares del 2011) ante escenarios alternativos de crecimiento, con los mismos supuestos poblacionales usados en el gráfico 2. La pregunta específica en este caso es ¿cuánto tiempo le llevará a Perú alcanzar un PIB per cápita (ajustado por PPP) de US$ 24,000; valor mínimo utilizado por el FMI para clasificar a un país como avanzado?

Gráfico 3: Simulaciones del PIB per cápita de Perú
(PPP dólares 2011)

Con esta nueva metodología, los resultados, aunque aún preocupantes, son menos dramáticos: a Perú le tomaría 35 años para alcanzar la categoría de país avanzado si creciera al 3%, 25 años si creciera al 4% y 13 años si lo hiciera al 7%.

La lección más importante de estos ejercicios es que, a pesar de sus limitaciones metodológicas, parece altamente probable que Perú requerirá de tasas de crecimiento por encima del 4%, como mínimo si es que aspira regresar al sendero de convergencia que le permita la transición de país de ingreso medio a país avanzado. El país necesita mostrar que puede ir más allá de las tasas de crecimiento de 3.5% proyectadas por el FMI para el período 2017-21.

El desafío es grande dado el contexto internacional en el que se desenvuelve la economía peruana. El factor externo más importante que explica la desaceleración reciente de Perú ha sido el fuerte deterioro de los términos de intercambio, producto de la disminución de la demanda global por las materias primas que exporta el país, especialmente el cobre, oro y otros metales. No se espera una recuperación importante en los precios de las materias primas metalúrgicas en el futuro cercano, principalmente porque las proyecciones de crecimiento de China, el consumidor de metales más importante del mundo, son hacia la baja. Y aún es incierto los efectos que tendrán las futuras subidas de la tasa de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos sobre los costos de financiamiento para los países emergentes. Es así, que la ruta hacia el crecimiento alto de Perú se encuentra en la implementación de reformas estructurales que incentiven la inversión, no solo en cantidad sino en la calidad de asignación de recursos; aquellas reformas que no se percibieron como necesarias durante el período de bonanza económica, en el cual los motores de crecimiento provenientes del exterior marchaban a todo vapor. Y la lista de reformas es larga y su priorización compleja; este es un tema para un blog futuro.

Referencias

Foxley, Alejandro y Fernando Sossdorf, 2011, “Making the Transition: from Middle-Income to Advanced Economies”, The Carnegie Papers, Carnegie Endowment for International Peace, Septiembre

Milanovic, Branko, 2013, “The End of a Long Era”, blog: Lets’s Talk Development, The World Bank, July

Seminario, Bruno, 2015, “El Desarrollo de la Economía Peruana en la Era Moderna: Precios, Población, Demanda y Producción desde 1700”, Universidad del Pacífico, septiembre

[1] El ejercicio se basa en el escenario base de las Naciones Unidas. Esta organización presenta proyecciones alternativas en función de cómo varían ciertas variables (tasas de fertilidad diferenciadas, por ejemplo).

[2] Además del ingreso per cápita, el FMI utiliza otras consideraciones adicionales para clasificar a países como avanzados. En particular: (a) el grado de diversificación de exportaciones y (b) el grado de integración del país a los mercados financieros internacionales.

Lampadia