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“No le daremos ni un milímetro a la corrupción”

“No le daremos ni un milímetro a la corrupción”

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 20 de agosto de 2021
Para Lampadia

Hace poco – en Piura – con ocasión del sismo que dañó varias viviendas en Sullana, el Presidente Castillo pisó el palito de la demagogia y dijo: no le daremos ni un milímetro a la corrupción. Lo dijo en plural. A su lado estaban ministros, viceministros, directores, asesores y otros personajes recontra cuestionados – precisamente – por corruptos. Todos abanderando la lucha contra la corrupción. Todos fungiendo de santurrones como si se trataran de personas intachables.

La pregunta es: ¿alguien le cree al Presidente? ¿Acaso no es corrupción – y de la brava – todo el accionar de Perú Libre… su partido? ¿Acaso Perú Libre – repito, su partido – no es el hijo putativo de la Organización Criminal Los Dinámicos del Centro, la mafia liderada por Vladimir Cerrón, amo y señor del partido en cuestión?

Recordemos. Cuando Martín Vizcarra asumió la Presidencia de la República en marzo del 2018, más o menos dijo lo mismo: que la prioridad de su Gobierno sería la lucha frontal contra la corrupción. Sin embargo, al poco tiempo salió a la luz el perfil del Lagarto, y todo lo que vino a continuación es historia conocida.

Su oscura relación con el grotesco Richard Swing, acabó en el develamiento de una maraña delincuencial en la que estaban involucrados ministros amigos, asesores de confianza, secretarias personales, amantes saca vuelteras, tenistas aficionados, y otros personajes por el estilo. Luego aparecieron las coimas escandalosas que Vizcarra – el Lagarto – solía cobrar por lo bajo durante su gestión como Gobernador Regional de Moquegua. Y en el colmo de la desfachatez, mintió cínicamente al decir se había ofrecido como voluntario para el ensayo de la vacuna china contra la COVID 19. En síntesis… ¡un corrupto de aquellos!

Pues bien, el Presidente Castillo está repitiendo – mejor dicho, calcando – el patrón de conducta del ex Presidente Vizcarra. Por eso, Castillo no debería mencionar la palabra “corrupción”. Y menos, anunciar su compromiso de erradicarla del Estado. Es que tantas veces – tantos políticos – han ofrecido luchar contra la corrupción… y nada, que ya nadie les cree. Han perdido toda credibilidad.

Además, Castillo lleva a cuestas la pesada carga de la huelga magisterial del 2017, donde millones de niños y jóvenes escolares perdieron el año… por las puras. Y – peor aún – jamás podrá borrar de nuestra memoria la cobarde finta de tirarse al suelo para simular una agresión policial inexistente. Como se ve, estamos ante un doble filo convicto y confeso.

Por todo ello ¡que no nos vengan con cuentos! El Presidente Castillo no tiene autoridad moral para liderar la lucha contra la corrupción en nuestro país. Perú Libre es una organización criminal, plagada de coimeros y chantajistas. Vladimir Cerrón – el coimero No. 1 – es su mentor; Dina Boluarte – su Vice Presidenta – es el testaferro de la mafia; y sus congresistas y militantes… cada cual es más corrupto que el otro.

Además – por limitaciones de espacio – no podría detallar la baja catadura moral de la gran mayoría de funcionarios de alto rango designados por Castillo y su Primer Ministro, donde figuran terroristas, traficantes de brevetes, clientelistas políticos, chantajistas, coimeros, feminicidas, narcotraficantes, y todo lo demás.

COMENTARIO FINAL: El magisterio es una noble profesión. Quizás la más noble de todas las profesiones. Sin embrago, así como hay maestros honestos – lamentablemente – hay también maestros corruptos. Maestros extraordinarios y maestros miserables. Entonces el slogan “palabra de maestro” del Presidente Castillo merece una precisión: ¿a cuál de las dos categorías personifica? ¿Al maestro honesto o al maestro corrupto?

A ver… ¿qué dice el viejo refranero al respecto?: Dime con quién andas y te diré quién eres. Visto así, estaríamos ante el típico político moralista, demagogo y cínico que – rodeado de corruptos – es capaz de decir en alta voz: “no le daremos ni un milímetro a la corrupción”.

¡Oh diosa corrupción… cuánto cinismo puede brotar de tu boca! Lampadia




Por una revolución moral

Por una revolución moral

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 9 de octubre de 2020
Para Lampadia

Voy a referirme nuevamente al caso de las conversaciones – totalmente comprometedoras – entre el presidente Vizcarra y sus secretarias, y las contrataciones – totalmente injustificadas – de Richard Swing, y ¡sabe Dios cuántos amigos y colaboradores más! Y lo hago porque – como muchos peruanos – considero que está muy mal que el Estado malgaste nuestros impuestos de una manera tan irresponsable.

Está claro que para el presidente no está mal que el Estado contrate a ese tipo de gente para ese tipo de servicios. Me refiero a personajes como Richard Swing, y a servicios como charlas motivacionales para funcionarios del Ministerio de Cultura… en plena pandemia. – Si muchos lo hacen ¿por qué no lo podría hacer yo? – más o menos así respondió el presidente a la pregunta que le hizo una periodista en un canal de televisión. Pero lo peor vino después, cuando con total desparpajo agregó – ¡qué tanto! si sólo se trató de S/. 175,400… es algo completamente intrascendente – ahondando así su desfachatez en cuanto al manejo de fondos públicos.

¡Está clarísimo! El clientelismo político tampoco es un problema para el presidente Vizcarra. Para él no está mal contratar a personajes sin más mérito que el sólo hecho de ser amigo, familiar, militante del partido de gobierno, o colaborador en campañas electorales previas. Y tampoco le parece mal gastar la plata del Estado – léase de los contribuyentes – en servicios que no sirven para nada.

¡Qué problema! ¿Con qué autoridad moral – el presidente Vizcarra – podrá combatir el clientelismo político en las demás dependencias estatales? – Si el presidente lo hace ¿por qué no lo voy a poder hacer yo? – retrucarán muchos alcaldes, gobernadores, ministros, congresistas, jueces, y mil funcionarios públicos más.

En el nombre de la moral y la eficiencia en el gasto público el presidente debió ser el primero en marcar la diferencia; pero no. El presidente actuó como uno más del montón. El clientelismo político es un acto inmoral… aunque muchos lo hagan. Por otro lado, el mal uso de recursos públicos constituye una falta grave… aunque muchos – también – lo hagan.

Son – precisamente – actitudes como la del presidente Vizcarra lo que me lleva a plantear una revolución moral para el bienestar de la población y el progreso del Perú. Una revolución moral que rescate – de las cenizas – los valores de la verdad, la justicia, el bien, y la vida. Una revolución que remueva las consciencias de nuestras autoridades para que entiendan lo que es vivir en un Estado de Derecho; lo que es el principio de igualdad ante la ley; y lo que implica que el Estado esté para servir a la población… y no para servirse de ella.

Una revolución moral que consolide los conceptos de eficiencia y transparencia en la gestión pública. Que enaltezca los valores de la puntualidad y la austeridad en el Estado. Que respete la carrera pública y la meritocracia en todas las dependencias estatales. Y que refuerce los conceptos de ciudadanía, dignidad, seguridad, libertad, responsabilidad, propiedad, etcétera.

En fin… una vez más debe quedarnos claro que del Estado – tal como está – no debemos esperar nada. El Estado está tomado por la mediocridad y la corrupción. En consecuencia, de allí no va a venir la revolución moral. El Poder Judicial no se va a corregir a sí mismo. El Congreso, menos. Y del Poder ejecutivo – si para el presidente Vizcarra no está mal lo de Richard Swing – ¡qué podemos esperar!

La revolución moral tendrá que nacer de la ciudadanía. Mejor dicho, de cada uno de nosotros. ¡No queda otra!

OTROSÍ DIGO: Todo parece indicar que habrá que agregar al prontuariado Martín Alberto Vizcarra Cornejo el cargo de miembro de la mafia – y coimero – del club de la construcción. Un presidente más… una autoridad más… una raya más al tigre. ¡Terrible!

OTROSÍ DIGO: Por favor… que no insista en decir que su prioridad es la lucha contra la corrupción. Lampadia




Autoridad moral para los malos tiempos

Autoridad moral para los malos tiempos

Mary Robinson, ex Presidente de Irlanda y miembro de The Elders, ha escrito en el Financial Times acerca de la necesidad de tener un fuerte liderazgo moral para combatir la marea populista. (Ver  artículo líneas abajo).

The Elders (elder = mayor) es un grupo de líderes independientes, la mayoría ex jefes de Estado, que ya no tienen cargos públicos, son independientes de cualquier gobierno nacional y de otros intereses personales. Para ser miembro de la organización, deben haber alcanzado confianza en el plano internacional, demostrado integridad y construido una reputación de liderazgo progresista e inclusivo. Los objetivos principales de estos líderes se vinculan a la búsqueda de la paz y de los derechos humanos.

Mary Robinson nos dice que este “no es el momento para un optimismo ingenuo”, y agrega: “todos los políticos responsables, la sociedad civil y los líderes empresariales deben mantenerse firmes y reafirmar nuestros valores básicos y comunes de dignidad para todos”.

Fenómenos políticos como el Brexit y acciones de gobierno excluyentes y confrontacionales como las de Donald Trump indican un claro cambio en la tendencia global. Es lamentable como esta ola de populismo que crea sólo falsas esperanzas y chivos expiatorios, y culpa a los inocentes, es adoptada por políticos irresponsables para sus propios fines personales.

Robinson afirma que “algunos políticos reclaman que se trata de una revuelta populista contra las élites globales y que todo el sistema de gobernanza internacional establecido desde el final de la segunda guerra mundial, incluida la ONU, necesita ser ampliamente revisado. Yo diría que los valores que forman la base de la ONU y la Declaración Universal de los Derechos Humanos son hoy tan relevantes como lo fueron en los años cuarenta y que nuestro desafío es defenderlos”.

“Al mismo tiempo, necesitamos hacer cambios en el sistema de gobernanza internacional para que sea más resistente, robusto, representativo y equipado para adaptarse a las nuevas realidades geopolíticas y a complejos retos a largo plazo, incluyendo el cambio climático, la migración masiva y la creciente desigualdad” [en los países ricos].

Image result for populismo Fuente:  germanmcortes.com

Así lo plantea Kishore Mahbubani, de Singapur, “a medida que el mundo se vuelve cada vez más pequeño, necesitamos una mejor gobernanza mundial. Las instituciones creadas a raíz de la Segunda Guerra Mundial ya no están aptas para el propósito. Los países occidentales ejercen una influencia desproporcionada y han debilitado deliberadamente el sistema para evitar que se limiten sus intereses”.

La verdad es que el comercio internacional y la globalización han producido inmensos beneficios para la humanidad en su conjunto, como una gran disminución de la pobreza global y de la desigualdad entre los países más ricos y los más pobres. En los últimos 40 años se ha duplicado la población mundial y se ha formado una clase media global de 3,000 millones de habitantes y, hoy los más pobres tienen mejores condiciones de vida que nunca antes, con mayor esperanza de vida, mejor alimentación y mejor salud. Se estima que en 20 años podamos superar del todo la pobreza.

Por lo tanto, las clases dirigentes, como ejemplifica The Elders, los viejos de la tribu, los que ya están más allá del bien y del mal (que no actúan por intereses personales), tienen que ejercer un liderazgo moral para combatir el error y la aventura barata y, al mismo tiempo, convocar a todas las generaciones a mejorar las instituciones de gobernanza global, defendiendo los valores universales de paz y prosperidad para todos los pueblos.

En el caso del Perú, debemos preguntarnos: ¿Dónde están nuestros ‘elders’? Lampadia

Se necesita un fuerte liderazgo moral para combatir la marea populista

Es hora de reafirmar nuestros valores de cómo tratar decentemente a todos

La necesidad de sostenibilidad: distribución de alimentos y suministros en Haití tras el huracán Matthew en la isla en 2016 © Andres Martinez Casares / Reuters

Mary Robinson
Ex Presidente de Irlanda, Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU y miembro de The Elders 
Financial Times
17 de enero de 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

Millones de personas en todo el mundo consideran que el actual sistema globalizado no está funcionando en su mejor interés.

Sabemos que, históricamente, el populismo crudo no ofrece soluciones reales, creando sólo falsas esperanzas y chivos expiatorios. Sin embargo, también está claro que hay muchos políticos que explotarán cínicamente las quejas genuinas para sus propios fines.

Todo esto significa que el nuevo año comienza con incertidumbre y temor en todos los niveles de la sociedad. Los cambios potencialmente sísmicos en el liderazgo político en 2017, no sólo en Estados Unidos, sino también en toda Europa, Irán, India y partes de África, podrían perturbar las instituciones establecidas y los procesos multilaterales.

Al mismo tiempo, en todo el mundo vemos niveles crecientes de xenofobia e intolerancia, un estrechamiento de la visión política y un enfoque en la introspección parroquial. Se siente como si se hubiera retirado la tapa de una olla a fuego lento de tensiones y descontento. Las opiniones sobre raza, género y religión, que hace sólo unos pocos años se consideraban inaceptables, son ahora comunes. Durante el último año, hemos visto cómo el discurso público se ha visto empañado por la retórica áspera y desagradable.

Algunos políticos afirman que se trata de una revuelta populista contra las élites globales y que todo el sistema de gobernanza internacional establecido desde el final de la segunda guerra mundial, incluida la ONU, necesita ser ampliamente revisado. Yo diría que los valores que forman la base de la ONU y la Declaración Universal de los Derechos Humanos son hoy tan relevantes como lo fueron en los años cuarenta y que nuestro desafío es defenderlos.

Al mismo tiempo, necesitamos hacer cambios en el sistema de gobernanza internacional para que sea más resistente, robusto, representativo y equipado para adaptarse a las nuevas realidades geopolíticas y a complejos retos a largo plazo, incluyendo el cambio climático, la migración masiva y la creciente desigualdad [en los países ricos].

Si queremos tener alguna esperanza de hacer progresos constructivos en 2017 y detener esta creciente oleada de ira que se convierte en un nihilismo destructivo, todos los políticos responsables, la sociedad civil y los líderes empresariales deben mantenerse firmes y reafirmar nuestros valores básicos y comunes de dignidad para todos.

Me alienta el hecho de que hay muchos líderes, organizaciones y ciudadanos que todavía están decididos a actuar juntos para asegurar un futuro sostenible para nuestra gente y nuestro planeta.

Afortunadamente, el liderazgo existe. En Marrakesh, me inspiró su llamado a “una nueva era de la búsqueda del desarrollo, el fin de la pobreza, no dejar a nadie atrás y proteger el medio ambiente”.

Sólo mediante la adopción de un enfoque así de holístico podemos aplicar con éxito, no sólo el Acuerdo de París sino también los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

Debe ser un enfoque de abajo hacia arriba, en el que los líderes y los responsables políticos muestren humildad y escuchen las experiencias y las voces de las personas sobre temas de cambio climático, pobreza, violencia e injusticia.

Este no es el momento para un optimismo ingenuo; los retos que se avecinan son duros y las voces de hostilidad son estridentes. Pero sigo inspirado por las palabras de Nelson Mandela, quien dijo en 2003 que: “Los que se comportan con moralidad, integridad y consistencia no deben temer las fuerzas de la inhumanidad y la crueldad”.

Como miembro de The Elders, el grupo de ex líderes independientes fundado por Mandela para trabajar por la paz y los derechos humanos, recordaré sus palabras en el próximo año y espero que sigan inspirando a los ciudadanos de todo el mundo a confiar en sus mejores instintos y trabajar juntos por la justicia. Lampadia