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El liberalismo es la idea más exitosa de los últimos 400 años

El liberalismo es la idea más exitosa de los últimos 400 años

La filosofía política liberal es clara: derechos económicos y humanos individuales, autonomía personal, gobierno representativo, libre circulación de bienes y personas a través de las fronteras, libre desarrollo tecnológico sin trabas para promover la economía del mercado global y, bienestar y regulaciones suficientes, pero no tanto como para afectar el crecimiento económico. La mayoría de los debates políticos están dentro de este amplio marco liberal.

Sin embargo, todavía hay incertidumbre sobre el futuro del liberalismo. En Europa, la crisis de inmigración ha impulsado el nacionalismo (ya en aumento), en gran parte responsable de la campaña de Brexit. En los Estados Unidos, la política está polarizada y los comentarios de Trump no ayudan, lo cual causa que la desconfianza hacia el gobierno y otras instituciones cruciales esté aumentando. El descontento popular resultó en unas elecciones inimaginables y un ganador con una plataforma populista.

¿Estamos en un momento de crisis temporal o podemos augurar una crisis aún mayor? Y si el liberalismo está fallando, ¿se puede salvar? ¿Debería ser salvado?

Deneen, después de calificar al liberalismo ‘como la idea más exitosa de los últimos 400 años’, nos explica “Why liberalism failed?”.

El sostiene que la búsqueda de la autonomía (para ser independiente) es una de las fuerzas impulsoras del liberalismo, que ha llegado a definir la libertad como “la condición en la que uno puede actuar libremente en la esfera no restringida por la ley”. Para Deneen, el liberalismo moderno define la libertad como la ausencia de restricciones, y alcanzar tal estado sería su principal propósito. La derecha y la izquierda, “conservadores” y “progresistas”, podrían diferir sobre qué restricciones deberían disolverse, pero ambas, afirma, hacen de la promesa liberal de autonomía un objetivo central; en un caso por libertades económicas, y en otro por derechos humanos, de lo que se desprende la posibilidad de calificar al liberalismo como una doctrina de alcance universal. Ver más sobre su libro líneas abajo:

Un llamado a las armas

El liberalismo es la idea más exitosa de los últimos 400 años

Pero sus mejores años quedaron atrás, según un nuevo libro: ¿Por qué falló el liberalismo?

Por Patrick Deneen – Prensa de la Universidad de Yale
The Economist
25 de enero de 2018
Traducido y glosado por Lampadia

A lo largo de los últimos cuatro siglos, el liberalismo ha sido tan exitoso que ha expulsado a todos sus oponentes del campo de batalla. Ahora se está desintegrando, destruido por una mezcla de arrogancia y contradicciones internas, según Patrick Deneen, profesor de política en la Universidad de Notre Dame [EEUU].

El enfoque principal de Deneen es que las ruinas de los años del crepúsculo del liberalismo se pueden ver por todas partes, especialmente en Estados Unidos. Los principios fundadores de la fe han sido destrozados. La igualdad de oportunidades ha producido una nueva aristocracia meritocrática que tiene toda la distancia de la antigua aristocracia sin su sentido de ‘noblesse oblige’. La democracia ha degenerado en un teatro de lo absurdo. Y los avances tecnológicos están reduciendo cada vez más áreas de trabajo en un trabajo sin sentido. “La brecha entre las afirmaciones del liberalismo y la realidad vivida por la ciudadanía” es ahora tan amplia que “la mentira ya no puede ser aceptada”, escribe Deneen. ¿Qué mejor prueba de esto que la visión de 1,000 aviones privados que llevan a sus ocupantes a Davos para discutir la cuestión de “crear un futuro compartido en un mundo fragmentado”?

Deneen usa el término ‘liberalismo’ en su acepción filosófica, no en su sentido popular. Él está describiendo la gran tradición de la teoría política que comúnmente se remonta a Thomas Hobbes y John Locke, en lugar del conjunto de actitudes vagamente izquierdistas que los estadounidenses ahora asocian con esta palabra. La mayoría de los teóricos políticos argumentan que el liberalismo se ha dividido en dos corrientes independientes: el liberalismo clásico, que celebra el mercado libre, y el liberalismo de izquierda que celebra los derechos civiles. Para Deneen tienen una unidad subyacente. La mayoría de los observadores políticos piensan que el debate sobre el estado del liberalismo no tiene nada que ver con ellos. Deneen argumenta que el liberalismo es una filosofía dominante que dicta todo, desde las decisiones judiciales hasta el comportamiento corporativo. La teoría es práctica.

La unidad subyacente radica en la autoexpresión individual. Tanto los liberales clásicos como los izquierdistas conciben a los seres humanos como personas que llevan derechos, a quienes se les debe dar tanto espacio como sea posible para que cumplan sus sueños. El objetivo del gobierno es asegurar los derechos. La legitimidad del sistema se basa en una creencia compartida en un “contrato social” entre adultos. Pero esto produce una paradoja. Debido a que el espíritu liberal destruye mecánicamente las costumbres heredadas y las tradiciones locales, a veces en nombre de la eficiencia del mercado y algunas veces en nombre de los derechos individuales, crea más espacio para la expansión del Estado, como creador de mercado y legislador. La expresión perfecta del liberalismo moderno es proporcionada por el frontispicio del “Leviatán” de Hobbes (foto superior), con su esbozo de miles de individuos atomizados confrontados por un soberano todopoderoso.

Deneen explica bien su caso, aunque a veces confunde la repetición con la persuasión. Recuerda al lector que, antes del advenimiento del liberalismo moderno, los filósofos identificaron la libertad más con el dominio propio que con la autoexpresión, con la conquista de los deseos hedonistas en lugar de su indulgencia. Hace un trabajo impresionante al capturar el estado de ánimo actual de desilusión, haciéndose eco de las quejas de la izquierda sobre el comercialismo desenfrenado, las quejas derechistas sobre los estudiantes narcisistas y acosadores, y las preocupaciones generales sobre la atomización y el egoísmo. Pero cuando concluye que todo esto se suma a un fracaso del liberalismo, ¿es convincente su argumento?

Su libro tiene dos defectos fatales. El primero se encuentra en su definición de liberalismo. J H. Hexter, un académico estadounidense, creía que sus colegas historiadores podrían dividirse en dos bandos: “divisores” (que siempre hacían distinciones) y “lumpers” (que hacen amplias generalizaciones juntando cosas). Deneen es un lumper extremo. Él argumenta que la esencia del liberalismo consiste en liberar a los individuos de las restricciones.

De hecho, el liberalismo contiene una amplia gama de tradiciones intelectuales que brindan diferentes respuestas a la pregunta de cómo negociar con los reclamos relativos de derechos y responsabilidades, expresión individual y vínculos sociales. Incluso los liberales clásicos que eran más insistentes en eliminar las restricciones a la libertad individual agonizaban por la atomización. Los mediados de la era victoriana fueron grandes constructores de instituciones, creando todo, desde organizaciones voluntarias hasta sociedades anónimas (“pequeñas repúblicas” en la frase de Robert Lowe, un estadista británico del siglo XIX) que fueron diseñadas para llenar el espacio entre el estado y sociedad. Los liberales posteriores experimentaron con una variedad de ideas, desde la transferencia de poder del centro a la creación de sistemas educativos nacionales.

La fijación de Deneen en la esencia del liberalismo lleva al segundo gran problema de su libro: su incapacidad para reconocer la capacidad del liberalismo para reformarse y abordar sus problemas internos. A fines del siglo XIX, Estados Unidos sufrió muchos de los problemas que están reapareciendo hoy, incluida la creación de una aristocracia empresarial, el surgimiento de grandes compañías, la corrupción de la política y la sensación de que la sociedad se dividía en ganadores y perdedores. Pero una gran variedad de reformadores, trabajando desde la tradición liberal, enfrentaron estos problemas directamente. Theodore Roosevelt se hizo cargo de los fideicomisos. Los progresistas limpiaron la corrupción gubernamental. Los reformadores de la universidad modernizaron los programas académicos y crearon escaleras de oportunidades. En lugar de morir, el liberalismo se reformó a sí mismo.

Deneen tiene razón al señalar que el historial del liberalismo en los últimos años ha sido deprimente. También tiene razón al afirmar que el mundo tiene mucho que aprender de las nociones pre-modernas de la libertad como autodominio y abnegación. El mayor enemigo del liberalismo no es tanto la atomización como la codicia pasada de moda, ya que los miembros de la élite de Davos apilan cada vez más sus platos con beneficios y comparten opciones. Pero se equivoca al argumentar que la única forma de que la gente se libere de las contradicciones del liberalismo, es “liberarse del propio liberalismo”. La mejor manera de leer el libro: “Por qué fracasó el liberalismo” no es como una oración fúnebre, sino un llamado a la acción: mejora tu juego, o de lo contrario… Lampadia




El mandamiento incompleto

El mandamiento incompleto

Fernando Cillóniz B.
Gobernador Regional de Ica
Ica, 29 de Setiembre de 2017
Para Correo Ica y Lampadia

Cuando asumió el cargo el año pasado, el Presidente Kuczynski tuvo una ocurrencia muy comentada… entregó a sus ministros un listado de siete mandamientos, los cuales – al igual que los 10 mandamientos del catolicismo – debían guiar el accionar de su equipo de gobierno.

“Debes ser absolutamente incorruptible” dice el primer mandamiento. Los siguientes mandamientos – del segundo al sexto – tienen que ver con la modestia, el trato a las personas, el conocimiento del país, los ministerios, y la PCM. El último mandamiento – el sétimo – dice así: “Toma las cosas con calma, sonríe y reza”.

Analicemos – brevemente – el último. Estamos de acuerdo… siempre es bueno tomar las cosas con calma, sonreír y – sobre todo – rezar. El atolondramiento no es bueno… y menos en gestión pública. Pero el extremo opuesto tampoco es bueno. Por ejemplo… algunos funcionarios – digamos flojos – podrían interpretar este mandamiento como “Ráscate la panza, no asumas ninguna responsabilidad, aplica la mecedora, y finalmente… sonríe y reza”. Y eso no es – precisamente – lo que quiere el Presidente.

Al contrario, a veces hay que tomar al toro por las astas y actuar con prisa y sin pausa; incluso hay ocasiones en las que es mejor no sonreír y proceder con severidad – sobre todo – frente a la corrupción e indolencia de algunas personas. A la corrupción hay que confrontarla, caiga quien caiga… rápido.

Lo de rezar – eso sí – hay que rezar… siempre. Sin embargo, no deja de causarme gracia ver cómo algunos corruptos – con un cinismo de telenovela – también rezan… ¡y con qué devoción! Pero ese es otro tema. Además – estoy seguro – el Señor de Luren sabe perfectamente quién es quién en su rebaño.

El hecho es que – con las aclaraciones del caso – los siete mandamientos de PPK son muy pertinentes, y constituyen una buena guía para todos los que estamos involucrados en la gestión pública. Tomarlos en cuenta a la hora de gobernar, es – ciertamente – un buen consejo.

Sin embargo – y a eso quería llegar – me parece que al primer mandamiento le falta algo. Como que está incompleto. En mi opinión, al “Debes ser absolutamente incorruptible”, yo le agregaría – y en mayúsculas – “… Y DARLES SU MERECIDO A LOS CORRUPTOS. Yo completaría así el primer mandamiento.

Y para que se entienda bien… darles su merecido a los corruptos es simplemente sancionar – con todas las de la ley… y en al acto – a los funcionarios o servidores que cometan faltas en el ejercicio de sus funciones. Y desenmascarar – porque no se les puede sancionar formalmente – a los corruptos que gozan de inmunidad o autonomía, como ciertos congresistas, consejeros regionales, periodistas, dirigentes gremiales, etc.  

Es que no se puede gobernar – siendo absolutamente incorruptible – con permisividad o pusilanimidad frente a gente corrupta enquistada en las gerencia o direcciones de nuestras instituciones públicas; inclusive con gente corrupta en los mandos medios o bajos del aparato estatal. No se puede gobernar – siendo absolutamente incorruptible – sin pararle el macho a políticos o personas en general, que exigen favores indebidos como dar trabajo a allegados, o contratar a amistades para hacer obras o adquisiciones sin la transparencia debida.

Tampoco se puede gobernar – siendo absolutamente incorruptible – con funcionarios que abandonan su trabajo y cobran como si nada. O con funcionarios que rinden cuentas de viáticos con facturas falsas. ¡Cómo se va a gobernar – bien – con funcionarios que encarecen presupuestos para cobrar coimas – previamente – concertadas con proveedores de su misma calaña! No se puede gobernar sin combatir a las mafias que trafican con licencias y permisos que sólo ellos pueden otorgar.

Puesto en positivo… hay que gobernar con gente honesta, eficiente y servicial, como los muchos servidores del Gobierno Regional de Ica.

Entonces… “debes ser absolutamente incorruptible… Y DARLES SU MERECIDO A LOS CORRUPTOS”. He ahí el primer mandamiento del Gobierno Regional de Ica. Y perdón por la apropiación intelectual de los demás mandamientos. Lampadia




Analizando una ‘Imposible’ Trinidad

En este análisis presentamos la sexta y última publicación de The Economist sobre las más importantes teorías económicas explicadas de una manera menos ‘matematizada’ y con énfasis en cómo estas teorías se aplican y afectan nuestra realidad. 

Las cinco anteriores publicaciones de esta serie son:

  1. La asimetría de la información en los mercados actuales:  Cómo una teoría pudo dar forma a los negocios
     
  2. El Momento Minsy: La gran crisis financiera y económica que no se supo evitar
     
  3. El teorema de Stolper-Samuelson y su vinculación con el libre comercio:El teorema que revolucionó la visión de los aranceles y salarios
  4. El gran debate sobre la adecuación de políticas públicas expansivas o contractivas para guiar las fluctuaciones del ciclo económico:Aprendamos de la gran crisis del 2008-2009.

  5. La teoría de juegos (de John Nash), un estudio de las estrategias que se llevan a cabo en juegos complejos: Sobre resultados inesperados de decisiones individuales

Con la traducción y comentarios de estas publicaciones, esperamos haber contribuido a acercar las teorías económicas más sofisticadas a los jóvenes peruanos, especialmente a aquellos que estudian economía y finanzas en nuestros institutos y universidades.

Este último artículo se refiere al trilema de Mundell-Fleming, más conocido en la economía internacional como la “Trinidad imposible”, que pone al descubierto las limitaciones y pies forzados de política económica que enfrentan los países en un mundo de flujos de capitales libres. 

El modelo Mundell-Fleming (desarrollado en la década de 1960 por Robert Mundell y Marcus Fleming), advierte que es imposible que un país pueda compatibilizar una política monetaria independiente con el libre movimiento de capitales y un tipo de cambio fijo. Así, por ejemplo, un país con una cuenta de capitales abierta puede sufrir una intensa presión para depreciar su moneda que llevaría a su banco central a tener que intervenir para garantizar la estabilidad del tipo de cambio. 

En palabras de Paul Krugman, “el punto es que no se puede tener todo: un país debe elegir dos de tres objetivos de política. Puede fijar su tipo de cambio sin debilitar a su banco central, pero sólo mediante el mantenimiento de controles sobre los flujos de capitales, o puede permitir la libre movilidad de capitales manteniendo la autonomía monetaria, pero sólo a expensas de dejar flotar el tipo de cambio (como Gran Bretaña – o Canadá), o puede optar por permitir el libre movimiento de capitales y estabilizar la moneda, pero a costa de abandonar cualquier posibilidad de ajustar las tasas de interés para combatir la inflación o la recesión (como la Argentina de 2002)”.

China ha sido nombrada continuamente como el ejemplo de un país que ha intentado desafiar esta teoría. Hasta el momento, China ha optado por mantener el yuan más o menos ligado al dólar, implementar una política monetaria más laxa y no controlar de forma absoluta la entrada y salida de capitales del país. Esta situación está desembocando, entre otras cosas, en fuertes salidas de capitales y en una considerable erosión de las reservas de divisas del gigante asiático. Si la situación se prolonga sin que las autoridades chinas den un giro a sus políticas, la economía de Pekín colapsará con unas consecuencias incalculables. Ahora, China debe elegir entre dejar que el yuan flote de forma limpia y libre, implementar una política monetaria muy restrictiva o implementar fuertes controles de capitales.

Como afirma The Economist, el trilema es realmente un dilema: elegir entre permanecer abiertos a los flujos de capitales o mantener el control de las condiciones financieras locales. Lampadia

El trilema de Mundell-Fleming
Dos de tres no está mal

Un tipo de cambio fijo, la autonomía monetaria y el libre flujo de capitales son incompatibles, de acuerdo con la última publicación de nuestra serie de grandes ideas económicas

Publicado por The Economist
04 de setiembre de 2016
Traducido y glosado por Lampadia

A Hillel el Mayor, un líder religioso del siglo I, se le pidió que resuma el Torá parado sobre una sola pierna. Aquello que es odioso para ti, no lo hagas a tus compañeros. Ese es todo el Torá. El resto son comentarios; ve y apréndelo”, respondió. Michael Klein, de la Universidad de Tufts, escribió que la base de la macroeconomía internacional (el estudio del comercio, la balanza de pagos, tipos de cambio, etc.) podría ser resumida de una manera similar: “Los gobiernos se enfrentan al trilema de política; el resto son comentarios”.

El trilema de la política económica, también conocido como la trinidad imposible o irreconciliable, dice que un país debe elegir entre la libre movilidad de capitales, el manejo del tipo de cambio y la autonomía monetaria (los tres vértices del triángulo en el diagrama). Sólo dos de los tres objetivos de política son posibles. Un país que quiere fijar su tipo de cambio y tener una política de tipos de interés libre de influencias del  exterior (lado C del triángulo) no puede permitir que los capitales fluyan libremente del exterior. Si el tipo de cambio es fijo, pero el país está abierto a los flujos de capital, no puede tener una política monetaria independiente (lado A). Y, si un país decide tener libre movilidad de capitales y quiere autonomía monetaria, tiene que permitir que su moneda flote (lado B).

Para entender el trilema, imaginemos un país que fija su tipo de cambio frente al dólar estadounidense y también está abierto a los capitales del exterior. Si su banco central fija las tasas de interés por encima de las establecidas por la FED (Reserva Federal de EEUU), los capitales del exterior inundarían al país en busca de una mayor rentabilidad. Estos flujos de dinero aumentarían la demanda por moneda local; rompiendo, eventualmente, la paridad con el dólar. Si las tasas de interés se mantienen por debajo de las de EEUU, los capitales dejarían el país y se devaluaría la moneda.

En las situaciones en que las barreras a los flujos de capital son indeseables o inútiles, el trilema se reduce a una elección: entre un tipo de cambio flexible y el control de la política monetaria; o un tipo de cambio fijo y la servidumbre monetaria. Los países ricos suelen elegir la primera opción, pero los países que adoptaron el euro abrazaron  la segunda. El sacrificio de la autonomía de la política monetaria, que implicó la moneda única, fue evidente incluso antes de su lanzamiento en 1999.

En el período previo, los países aspirantes ligaron sus monedas al marco alemán (DM). Dado que el capital se mueve libremente dentro de Europa, el trilema obligó a los posibles miembros a seguir la política monetaria de Alemania, la potencia regional. El jefe del banco central holandés, Wim Duisenberg (que posteriormente se convirtió en el primer presidente del Banco Central Europeo), se ganó el apodo de “Sr Quince Minutos”, debido a la rapidez con la que copiaba los cambios de las tasas de interés realizados por el Bundesbank (Alemania).

Esta servidumbre monetaria es tolerable para los Países Bajos (Holanda) debido a que su comercio está estrechamente ligado a Alemania y las condiciones de ascenso y caída de los negocios en ambos países están ligadas. Para las economías menos estrechamente alineadas con el ciclo económico alemán, como España y Grecia, el costo de la pérdida de independencia monetaria ha sido mucho mayor: las tasas de interés que fueron demasiado bajas durante el boom y no tuvieron la opción de devaluar para salir de problemas una vez estallada la crisis.

Al igual que muchas grandes ideas económicas, el trilema tiene una herencia complicada. Para una generación de estudiantes de economía, era una consecuencia importante del llamado modelo Mundell-Fleming, que incorpora el impacto de los flujos de capital en un tratamiento más general de las tasas de interés, la política de tipo de cambio, el comercio y la estabilidad.

Este modelo fue nombrado en reconocimiento de los trabajos de investigación publicados en la década de 1960 por Robert Mundell, un brillante joven canadiense, teórico del comercio, y Marcus Fleming, un economista británico del FMI. Construyendo sobre la base de su investigaciones más tempranas, Mundell mostró en un artículo de 1963 que la política monetaria se vuelve inefectiva cuando existen plena movilidad de capitales y un tipo de cambio fijo. El artículo de Fleming tenía un resultado similar.

Si el mundo de la economía se mantuvo estable, era porque los flujos de capitales eran pequeños entonces. Las monedas del mundo rico estaban ligadas al dólar bajo un sistema de tipos de cambio fijos acordado en Bretton Woods, New Hampshire, (EEUU) en 1944. Fue sólo en 1970, cuando se rompió este acuerdo, que el trilema ganó gran relevancia en la política económica.

Tal vez la primera mención del modelo Mundell-Fleming la hizo en 1976, Rudiger Dornbusch, del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). El modelo de “overshooting” (sobre-devaluación) de Dornbusch trató de explicar por qué el  novísimo régimen de tipos de cambio flexibles, había demostrado ser tan volátil. Dornbusch fue quien ayudó a popularizar el modelo Mundell-Fleming en sus libros de texto (‘bestsellers’) (escritos con Stanley Fischer, ahora vicepresidente de la FED) y su influencia en estudiantes de doctorado, como Paul Krugman y Maurice Obstfeld. El uso del término “trilema de política”, como se aplica a la macroeconomía internacional, fue acuñado en un artículo publicado en 1997 por Obstfeld, que ahora es el economista jefe del FMI, y Alan Taylor, ahora de la Universidad de California Davis.

Pero para entender completamente la providencia y la significancia del trilema, hay que ir más atrás. En “El Tratado sobre el dinero”, publicado en 1930, John Maynard Keynes señaló una inevitable tensión en un modelo monetario en el que los capitales pueden moverse en búsqueda de mayores retornos:

Entonces, este pues es el dilema de un sistema monetario internacional: preservar las ventajas de la estabilidad de las monedas locales de los distintos miembros del sistema y, al mismo tiempo, preservar una autonomía local adecuada de cada miembro sobre su tasa de interés interna y su volumen de endeudamiento externo.

Esta es la primera destilación del trilema de política económica, incluso si la movilidad de capitales  se toma como dada. Keynes era muy consciente de ello cuando, a principios de 1940, estableció cómo creía él que podría reconstruirse el comercio mundial después de la guerra. Keynes creía que un sistema de tipos de cambio fijos era beneficioso para el comercio. El problema con el patrón oro de la entre-guerra, argumentó, era que no era auto-regulable. Si se producían grandes desequilibrios comerciales, como sucedió al final de los 1920, los países deficitarios se vieron forzados a responder a la resultante salida de oro. Lo hicieron, subiendo las tasas de interés para frenar la demanda de importaciones y reduciendo los salarios para restaurar la competitividad de las exportaciones. Esto llevó solo al desempleo, ya que los salarios no cayeron junto con el oro cuando este escaseó. El sistema podría ajustarse más fácilmente si los países con superávit incrementaran su gasto en importaciones. Pero no estaban obligados a hacerlo.

En su lugar, propuso un esquema alternativo, que se convirtió en la base  negociadora  de Gran Bretaña en Bretton Woods. Un ‘banco internacional de canje’ (ICB), establecería el balance de las transacciones que originaron el aumento de los superávits y déficits comerciales. En este esquema, cada país tendría una línea de sobregiro proporcional a su volumen comercial en el ICB. Esto  permitiría que los países deficitarios tengan un colchón frente a los dolorosos ajustes requeridos por el patrón oro. Además habrían sanciones para los países excesivamente laxos: por ejemplo, los sobregiros conllevarían intereses en una escala creciente. El esquema de Keynes también penalizaba a los países que intentasen acaparar muchos  recursos gravando los excedentesgrandes. Keynes no logró conseguir apoyo para semejante “ajuste de los acreedores”. EEUU se opuso a esta idea por la misma razón que Alemania la resiste en la actualidad: era un país con un gran superávit en su balanza comercial. Pero la propuesta (de Keynes) de un banco internacional de compensaciones con facilidades de sobregiros, estableció la base para la creación del  FMI.

Fleming y Mundell escribieron sus ‘papers’ mientras trabajaban en el FMI en el contexto del orden monetario de la posguerra que Keynes había ayudado a formar. Fleming había estado en contacto con Keynes en la década de 1940, mientras trabajaba en el servicio civil británico. Por su parte, Mundell trajo su inspiración desde casa (Canadá). 

Un entorno de rápida movilidad de capitales era difícil de imaginar para los economistas en las décadas posteriores a la segunda guerra mundial. Los flujos de capitales externos estaban limitados por las regulaciones y por la cautela de los inversionistas. Canadá era una excepción. Los capitales fluían libremente a través de su frontera con Estados Unidos, en parte debido a que bloquear esa movilidad era poco práctico, y también porque los inversionistas de EEUU no consideraban peligroso invertir en su vecino. Una consecuencia fue que Canadá no pudo ligar su moneda al dólar sin perder el control de su política monetaria. Así que el dólar canadiense pudo flotar desde 1950 hasta 1962.

Un canadiense, como Mundell, estaba mejor posicionado para imaginar las ventajas y desventajas que enfrentarían otros países una vez que los capitales comenzaran a moverse libremente y las monedas no estuvieran fijas. Cuando Mundell ganó el premio Nobel de Economía en 1999, Paul Krugman lo calificó como un “Nobel canadiense”. Algo más que solo una mera broma. Llama la atención cuántos académicos que trabajan en esta área, eran canadienses. Además de Mundell, Ronald McKinnon, Harry Gordon Johnson y Jacob Viner, hicieron grandes contribuciones.

Pero, una de las investigaciones recientes más influyente sobre el trilema fue hecha por una francesa. Hélène Rey, del London Business School, quien, en una serie de papers, argumentó que un país que está abierto a los flujos de capitales y que permite que su moneda flote no necesariamente goza de autonomía monetaria plena.

El análisis de Rey comienza con la observación de que los precios de los activos de riesgo, tales como acciones o bonos de alto rendimiento, tienden a moverse al mismo compás que la disponibilidad de crédito bancario y el peso de los flujos globales de capital. Para Rey, estos co-movimientos, son un reflejo de un “ciclo financiero global” impulsado por los cambios en el apetito de riesgo de los inversionistas. Eso, a su vez,  está fuertemente influenciado por los cambios en la política monetaria de la FED, que debe su poder al volumen del crédito en dólares de las empresas y las familias en todo el mundo. Cuando la FED baja su tipo de interés, hace más barato endeudarse en dólares. Eso hace subir los precios de los activos globales y por lo tanto impulsa el valor de los colaterales (garantías) contra los cuales se aseguran los préstamos. 

Por el contrario, en un reciente estudio, Rey encuentra que una decisión inesperada de la FED de elevar su principal tasa de interés, conduce rápidamente a un aumento de las hipotecas no sólo en EEUU, sino también en Canadá, Gran Bretaña y Nueva Zelanda. En otras palabras, la política monetaria de la FED da forma a las condiciones  crediticias en los países ricos que tienen tanto tipos de cambio flexibles como bancos centrales que establecen sus propias políticas monetarias.

‘Rey’ (rayo) de sol
Una lectura cruda de este resultado es que el trilema de política es realmente un dilema: la opción de elegir entre permanecer abiertos a los capitales externos o mantener el control de las condiciones financieras locales. De hecho, la conclusión de Rey es más sutil: las monedas flexibles no se ajustan a los flujos de capital de una manera que deje inmaculadas las condiciones monetarias internas, como implica el trilema. Así que si un país pretende conservar su autonomía monetaria, se deben emplear herramientas “macro-prudenciales” adicionales, como controles selectivos de capitales o requisitos adicionales de capital a los bancos [o inclusive mayores encajes] para frenar el crecimiento excesivo del crédito. 

Lo que está claro del trabajo de Rey es que el poder de los flujos globales de capitales,  significa que la autonomía de un país con una moneda flexible, es mucho más limitada que lo que implica el trilema. Dicho esto, un tipo de cambio flexible no es tan limitante como un tipo de cambio fijo. En una crisis, todo tiende a que se mantengan las ligaduras, hasta que se rompan. Una política interna de tipos de interés puede ser menos potente ante un ciclo financiero global que inspira a la FED. Pero es mejor que no tenerlo en absoluto, incluso si es una política económica equivalente a estar parado sobre una pierna.

Lampadia




Sumémonos a la lucha contra el populismo en Latinoamérica

Sumémonos a la lucha contra el populismo en Latinoamérica

Comentario de Lampadia

El populismo ha sido una de la mayores plagas de la política latinoamericana durante casi cien años. Es interesante, por ejemplo, recordar una carta de uno de sus grandes propulsores y, todavía hoy, uno de sus principales inspiradores, Juan Domingo Perón al General Carlos Ibáñez, recién elegido presidente de Chile: “Mi querido amigo: dele al pueblo, especialmente a los trabajadores, todo lo que pueda. Cuando le parezca que ya les está dando demasiado, deles más. Verá los resultados. Todos tratarán de asustarlo con el espectro de un colapso económico. Pero todo eso es una mentira. No hay nada más elástico que la economía, a la que todos temen tanto porque nadie la entiende” (Publicado por Sebastián Edwards en su libro “Populismo o mercados, el dilema de América Latina”).

El populismo es una alianza entre la mentira y la esperanza.

La mentira, porque el político populista sabe que no va a cumplir con lo que ofrece, solo lo hace para conseguir votos de los más necesitados y carentes de alternativas.

La esperanza, porque resulta ser como el último pedazo de madera del cual uno se puede agarrar en medio del mar, después de haber llegado a creer que ya nada puede darle algo que lo ayude a mejorar su situación.

El populismo tiene todos los colores, todos los tonos y ropajes. Debe ser denunciado cada vez que sea adoptado por un candidato y combatido con propuestas sustentadas en la realidad, pero que se orienten a mejorar la vida de los ciudadanos. Todos saben que no hay lonche gratis, las cosas buenas cuestan, la mejora de la vida de los ciudadanos requiere el esfuerzo de todos, nunca será regalada, a no ser que sea el espejismo que se desvanece tan pronto querramos alcanzarlo.

Gloria Álvarez, una joven guatemalteca ha tomado la bandera de la lucha contra el populismo en nuestra región. En Lampadia creemos que todos debemos apoyarla, difundiendo sus mensajes, compartiendo ejemplos de los fracasos de los políticos sinverguenzas que durante las últimas largas décadas engañaron a sus poblaciones. Hagamos una lista de los políticos latinoamericanos populistas y un concurso, un ranking de los peores. Esperamos sus contribuciones y mientras tanto seguiremos a Gloria Álvarez y trataremos de ver que se le invite al Perú para que comparta su pasión para curarnos de esta enfermedad social.

 

‘Aquellos con tecnología deben tener una ideología definida’ 

El Comercio de Quito, Ecuador, 2 de mayo 2015

 

Entrevista a Gloria Álvarez, politóloga y activista guatemalteca cree que hay que trabajar en el mismo método que el Foro de Sao Paulo, que estableció la agenda para el Socialismo del siglo XXI. A través de la tecnología, armar foros para recuperar la institucionalidad republicana.

SU VIDA: Es una activista y politóloga guatemalteca. Luego de su participación en el Parlamento Iberoamericano de la Juventud, en Zaragoza, tuvo una gran repercusión. Forma parte del Movimiento Cívico Nacional de Guatemala.

Ver en Lampadia su presentación en Zaragoza:  No queremos más populistas.

 

 

Usted es una detractora del populismo. Pero, ¿cómo lo define?

Lo identifico como un mecanismo de manipulación que es utilizado por políticos para conseguir votos de una forma fácil y sencilla de poblaciones que económicamente han sido marginadas y que han sido siempre excluidas del sistema jurídico. El populismo resurge con la caída del muro de Berlín, el desplome de la Unión Soviética, cuando la izquierda latinoamericana, las guerrillas marxistas y los partidos comunistas se ven sin financiamiento del gran gigante. En ese momento se estructura para saber cómo llegar al poder. Van al foro de Sao Paulo, a principios de los 90 y delimitan la agenda de lo que se conoce como el Socialismo del siglo XXI.

¿Esa agenda llega al poder?

Lo estamos viendo en mayor o menor medida. También es debido al descontento ante los gobiernos de derecha a principios de los años 90. Se había pensado que el capitalismo y el libre mercado habían triunfado, pero dejó un mal sabor. Los presidentes de la época no fueron capaces de liberar el mercado; privatizaron industrias pero las convirtieron en oligopolios y monopolios que beneficiaron a su círculo cercano y la población latinoamericana fue rezagada otra vez de la política.

¿Y nos llegó el populismo?

Ahí fue donde el populismo y el Socialismo del siglo XXI propuso una nueva vía: la transferencia de la riqueza. Llevamos más de 15 años de verlo implementado y solo hemos visto más postergación de la pobreza, un desmantelamiento de las instituciones. Y esto ha hecho que la derecha también se vuelva populista porque ve que funciona a la izquierda.

 ¿América Latina tiene una vocación populista?

Cada vez que hay una crisis, el latinoamericano no ha tenido reparos en seguir a este superhombre en forma de caudillo, cacique, dictador militar y ahora del populista electo democráticamente. En la historia se ha mantenido a la población psicológicamente aplastada y aún piensa que un superhombre la puede salvar. Yo, apuesto por la institucionalidad sobre todo del organismo judicial.

¿Cómo armar la transición hacia la república?

La república concibe el equilibrio y autonomía de los tres poderes. La ingeniería constitucional por la que caímos en el hiperpresidencialismo hace que debamos cuestionarnos la elección de magistrados y legisladores porque responden más al presidente que a sus representados. También, cree en la meritocracia, que las mejores personas lleguen al poder. No sé si habrá que implementar alguna evaluación de inteligencia emocional, de aptitudes académicas para determinar un cierto estándar y no que cualquiera pueda legar al poder solo porque tiene la habilidad para manipular.

 ¿Y el rol del ciudadano?

El ciudadano sí se puede parar por sí mismo y que en el uso de sus tres derechos fundamentales (vida, libertades y propiedad privada) trace el camino de su vida. Necesitamos ciudadanos cuestionadores. La república no se hizo para adiestrar una masa de borregos sino para que administre seguridad y justicia.

¿Cuál sería la estrategia?

La tecnología. Abarata los costos de educación y permite extender puentes para darnos cuenta que somos víctimas de los mismos males y hacer lo mismo que en el foro de Sao Paulo: una agenda para rescatar nuestras repúblicas. La izquierda dirá que es una proclama de la derecha y que tampoco es creíble… 
 Anular algo solo porque quien lo dice nos cae mal es una falacia. Las cosas hay que evaluarlas por el peso que tiene en el examen de realidad. Me rehúso a pensar en el pobre como una boca que alimentar. Hay mucha gente en situación de pobreza que busca oportunidades. Quiero dejar en claro que con la derecha también tengo conflictos.

¿Cuáles?

No soy conservadora religiosa ni homofóbica. No tengo problemas con que la droga se legalice. Con la izquierda estoy de acuerdo con las libertades civiles y que cada quien tiene derecho a vivir bajo sus propios principios morales, pero no con que el Estado transfiera riqueza. Tomo las libertades económicas de derecha y las libertades individuales de izquierda para formar mi propia escala de principios que se acogen en una ideología que se llama “libertarianismo”.

¿Qué hacer con las personas en tal grado de exclusión que no tienen esas posibilidades de crecimiento?

Primero, hay que empezar a educar a aquellas personas que ya tiene acceso a la Internet, pero que no la están usando para ningún beneficio personal. Está comprobado que cuando se usa la tecnología como un instrumento de empoderamiento, surgen movimientos de diferentes tipos. Aquellos que sí tienen acceso a la tecnología que tengan una ideología definida. Los jóvenes deben definirse ideológicamente, que lean de capitalismo, de comunismo, de anarquismo y lleguen a sus propias conclusiones porque sino cualquiera los puede venir a babosear. La juventud quiere salir a protestar pero si no tiene ideas claras de cuál es el gobierno o el país que quiere, de nada sirve.

Pero ¿cómo hacer para que el Estado no sea asistencialista, pero sí permita que haya esa oportunidad de crecimiento de los postergados?

La forma más rápida de acabar con la pobreza es acabar con las fronteras migratorias y con los obstáculos comerciales: abajo aranceles, abajo impuestos, arriba la libertad económica absoluta. No estoy hablando de empresas que se refugian en las faldas del gobierno, sino que un peruano, si está muriéndose de hambre en una favela de Quito, pueda hacer negocios con otro que esté en alguna favela de México y así ver nuevas oportunidades. Si un país no puede dárselas, tal vez varios países en conjunto sí. No es fácil. Es una tarea de empoderamiento individual. Lo que pasa es que se culpa al gobierno pero quiere que resuelva sus problemas. Yo no. Yo creo que si el problema es el gobierno, no puede ser la solución. La economía tiene que trabajar completamente independiente de los intereses lucrativos que han llevado a personas inescrupulosas al poder.

 

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO de Ecuador en la siguiente dirección:

http://www.elcomercio.com/actualidad/entrevista-gloriaalvarez-socialismo-populismo-tecnologia.html.




Gran oportunidad para lograr una justicia que respetemos

Gran oportunidad para lograr una justicia que respetemos

El 7 de abril último, Fiorella Nolasco, hija del asesinado ex consejero regional Ezequiel Nolasco, protegida por un chaleco antibalas se presentó en una audiencia especial de la Comisión de Fiscalización del Congreso llevada acabo en Chimbote. Mostrando la determinación que otorga el convivir con la barbarie culpó al presidente regional de Ancash, César Álvarez de la muerte de su padre. “La justicia acá ha estado comprada”, denunció ante la mirada desconcertada del entonces Fiscal de la Nación, José Peláez Bardales, y varios congresistas.

Que una joven que apenas supera los veinte años esté desengañada así de la Justicia peruana, es más que sintomático. Lamentablemente, a Fiorella Nolasco, el comportamiento de jueces y fiscales le dan la razón. Su padre, denunció durante casi cinco años los latrocinios, corruptelas y sanguinarios procedimientos de César Álvarez, sin que nadie le hiciera caso. El día que fue asesinado en un restaurante de Huacho regresaba a Chimbote tras presentarse en el Tribunal Constitucional al que solicitaba que reabriera una denuncia contra el ahora reo presidente regional de Ancash, la cual había sido archivada por el Poder Judicial. Una horrorosa paradoja, que ha marcado trágicamente la vida de esta joven.

Presionados por la indignación ciudadana, las autoridades judiciales parecen haber reaccionado. Hoy estarían tratando de evitar que la muerte de Ezequiel Nolasco no quede impune y, sobre todo, no sean en vano.

En poco tiempo, han surgido equipos que han mostrado una eficiencia inédita. Como ha mencionado, Jaime de Althaus (Ver: Nace otro país ). “El caso más notorio es la reacción contra el avance incontenible de las mafias. Es una corriente nacional donde se juntan la valentía de víctimas, magistrados, dos o tres congresistas y el papel de la prensa, pero en la que confluye el hecho sin precedentes de que, como ha resaltado César Azabache, la fiscalía, la policía y la contraloría hayan logrado construir, trabajando conjuntamente, unos casos sólidos y bien fundamentados que han permitido detener preventivamente a los presidentes regionales César Álvarez, Kléver Meléndez y Gregorio Santos, y ordenar la detención de Rodolfo Orellana, presunto líder de una megamafia que posee tentáculos en todas las instituciones”.

Hace unos días, habría que agregar el PJ dictó  18 meses de prisión preventiva contra el presidente regional de Loreto, Yván Vásquez Valera, al encontrar indicios de  malos manejos y corrupción en su gestión. Con dicha resolución, Vásquez se sumó a los otros cuatro presidentes regionales con orden de prisión preventiva.

“No son palos de ciego. Los casos efectivamente están bien construidos. Lo que está naciendo es una nueva institucionalidad, un nuevo nivel de calidad, en la administración de justicia y la investigación policial. El avance de las mafias de todo orden está obligando a la institucionalidad judicial y policial a transformarse para hacerle frente. La reforma judicial se está dando a la fuerza, como respuesta a las amenazas crecientes, aunque también como cristalización de algunas reformas anteriores”, como señala Althaus.

 Aunque, todavía parece temprano para saber si este proceso termina en una real institucionalización de la justicia, si es un paso adelante que hay que saludar, a pesar de que todavía hay tropiezos que desalientan o desaniman (como la forma en que se arrastran los pies para investigar una serie de casos más peliagudos).

Tal vez esta sea la gran oportunidad que necesitábamos, para dar un salto cualitativo en la calidad de la justicia. Es evidente que la ciudadanía está muy atenta a este proceso. Su satisfacción debe ser el mejor aliciente para consolidar un mejor nivel de justicia, pero su frustración sería sin dudas, insoportable a la sociedad y tendría consecuencias sociales que podrían ir más allá de una descalificación en las encuestas. Por ejemplo, más justicia por mano propia, lo cuál sería la antesala de una debacle social.

El Poder Judicial es autónomo, solo puede reformarse desde adentro. Esta es su última oportunidad para recuperar un prestigio esencial. Solo así, una joven como Fiorella Nolasco podrá concentrarse por completo en sus estudios de ingeniería y no tener que enfundarse en un chaleco antibalas para denunciar el asesinato de su padre, permitido en parte, por la incompetencia y corrupción del sistema. Lampadia