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Myanmar (Birmania) llega a la democracia

Myanmar (Birmania) llega a la democracia

El domingo antepasado, se llevaron a cabo las elecciones más libres de la historia de Myanmar. Treinta millones de personas tuvieron derecho a votar por una lista que a incluye 91 partidos diferentes, pero la competencia principal era entre el partido militar gobernante, ‘Unión, Solidaridad y Desarrollo’ (USDP), y la ‘Liga Nacional para la Democracia’ (LND) de la oposición.

Actualmente, el USDP ya ha reconocido su derrota en las elecciones. La LND, liderada por Aung San Suu Kyi, Premio Nobel de la Paz, parece haber ganado con una abrumadora ventaja. El portavoz del Grupo Win Htein afirmó que el 70% de todos los votos escrutados hasta el momento eran de la LND.

El jueves la Casa Blanca afirmó que Barack Obama llamó a Aung San Suu Kyi para felicitarla por su exitosa campaña. El presidente de Estados Unidos “la felicitó por sus incansables esfuerzos y sacrificio durante tantos años para promover una Myanmar más inclusiva, pacífica y democrática”, dijo un comunicado, agregando que “tomó nota de que las elecciones y la formación de un nuevo gobierno podría ser un importante paso adelante en la transición democrática en Myanmar”.

La derrota del USDP no es sorprendente. La dictadura militar fue extremadamente impopular y el Premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, es un héroe nacional. La magnitud de la derrota, sin embargo, es tremenda. USDP perdió incluso en su núcleo regional de apoyo rural. Un funcionario del partido USDP, Htay Oo, expresó su sorpresa: “Yo no me lo esperaba, porque hemos sido capaces de hacer mucho por la gente de esta región”.

Myanmar ha pasado los últimos 53 años bajo el gobierno de una junta militar. Primero como una dictadura militar plena y desde 2010 como un estado cuasi democrático liderado por un partido político compuesto en gran parte por los líderes de la junta militar. El final del gobierno militar será un enorme cambio para Myanmar.

La líder de la oposición, Aung San Suu Kyi,es un símbolo de libertad en el país. Es la única hija del héroe de la independencia de Myanmar (antes llamado Birmania), Aung San, quien fue asesinado cuando ella tenía sólo dos años de edad. (La junta militar gobernante cambió el nombre de Birmania a Myanmar en 1989, un año después de que miles de personas murieran en la represión de un levantamiento popular. El nombre completo y oficial de Myanmar es la República de la Unión de Myanmar. Sin embargo, algunos países no reconocen este nombre y todavía se refieren al país como la Unión de Birmania. El cambio en sí muestra el deseo de la institución militar de rechazar su pasado colonial. Sin embargo, hay muchos grupos étnicos y políticos que se opusieron al cambio y todavía se refieren a su patria como Birmania. Lo hacen en gran parte debido a que no reconocen al gobierno a cargo. Debido a que no reconocen su gobierno, ellos no creen que tiene el poder o la autoridad para hacer el cambio de nombre)

Ella estuvobajo arresto domiciliario desde 1989 hasta 2010 debido a sus esfuerzos por llevar a Myanmar a la democracia. Como resultado de sus años bajo arresto, se convirtió en un símbolo internacional de resistencia pacífica frente a la opresión. En 1991 fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz. El presidente del comité la llamó “un excelente ejemplo del poder de los que no tienen poder”. Sin embargo, no pudo recoger el premio hasta 2012, dos años después de ser liberada gracias a la presión internacional.

Aung San Suu Kyi pasó la mayor parte de su tiempo durante su arresto domiciliario leyendo y estudiando

Aung San Suu Kyi es una de las luchadoras por la libertad y defensoras de la no violencia de mayor renombre del mundo. Es aclamada por dar memorables e inspiradores discursos en nombre de la libertad y la democracia. A pesar de haber sido detenida, Suu Kyi ha sido una constante en la escena política de su país durante los últimos dos decenios. 

Sin embargo, se le ha impedido a Suu Kyi de postularse a la presidencia debido a que sus dos hijos tienen pasaportes británicos no birmanos, una injusta sentencia por parte del gobierno militar. Por lo tanto, ella tendrá que nombrar a un candidato alternativo para el puesto de presidente de Myanmar, quien además (según la constitución de 2008), tiene que tener experiencia militar.

Grandes multitudes saludaron a Aung San Suu Kyi en su liberación del arresto domiciliario en 2010

“Yo tomo todas las decisiones porque soy el líder del partido ganador. Y el presidente será aquel a quien vamos a elegir sólo con el fin de cumplir los requisitos de la Constitución”, dijo. “Él (el presidente) tendrá que entender esto perfectamente bien: él no tendrá ninguna autoridad. Él actuará de acuerdo a la posición del partido.”

En una señal de que tiene la intención de desempeñar un papel clave, Suu Kyi solicitó reuniones con el jefe militar, el actual presidente y el presidente del Parlamento para la próxima semana, al parecer para discutir la formación del nuevo gobierno. Es “muy importante que el gobierno implemente, para el orgullo del país y el deseo de paz del pueblo, los resultados de las elecciones del domingo”, dijo en las tres cartas enviadas el miércoles pasado.

Sin embargo, todavía hay una gran incógnita sobre cuáles serán los cambios del país. Una de las cuestiones de derechos humanos más apremiantes de Myanmar es el trato de la minoría musulmana rohingya. Los rohingya han sido privados de sus derechos y se les niega sistemáticamente los derechos humanos básicos. En esta elección, se estima que de 750,000 a 1’500,000de rohingya fueron impedidos de votar porque Myanmar niega su existencia como un grupo étnico separado.

Todavía no se sabe qué sucederá con el futuro de Myanmar. El 25% de los escaños parlamentarios han sido constitucionalmente reservados para el ejército y Aung San Suu Kyi no puede ser jurídicamente presidente. Pero esta elección, donde por primera vez millones de personas vieron que sus votos lograron conseguir la entronización política desulíder, es una verdadera victoria. Lampadia




Malala, Premio Nobel de la Paz: Un regalo

Malala, Premio Nobel de la Paz: Un regalo

Objetivamente hablando, a diferencia de tantas otras épocas de la historia, el mundo carece de líderes que tengan un impacto global, especialmente entre las nuevas generaciones, que se refugian en sus propias capacidades individuales y vienen perdiendo la confianza en líderes, instituciones y el futuro. Ya no tenemos con nosotros a un Winston Churchill, Nelson Mandela, Lady Di o a Juan Pablo II, la Madre Teresa de Calcuta y Margaret Thatcher.

En los últimos años, líderes mundiales como Barak Obama, que despertó grandes ilusiones hace solo cinco años, han defeccionado más rápido de lo que ascendieron. La revista Time ha nombrado a Vladimir Putin como el Hombre del año 2014, formado en la KGB, un nacionalista extremo que pretende rehacer el imperio ruso. El dicho popular señala “que si no hay pan, buenas son tortas”, pero cuidado con los líderes del “lado oscuro de la fuerza”. (Ver en Lampadia: La caída de nuestros líderes es una tragedia).

Esta situación viene creando una creciente desconfianza en la política y sus representantes, y un rechazo a las entidades públicas y financieras. Por ejemplo, según el banco UBS, el 52% de los jóvenes norteamericanos de 21 a 36 años mantienen sus ahorros fuera del sistema financiero, a diferencia de los mayores que lo hacen en 23% (una desintermediación financiera inimaginable). (Ver en L: Generación Y: ¿Aliado o Enemigo?)

Sin embargo, están surgiendo unos rayos de esperanza: Malala Yousafzai, una joven luchadora por la educación de las niñas en Pakistán, que acaba de recibir el Premio Nobel de la Paz; María Corina Machado, la valiente opositora de la dictadura venezolana y defensora de la democracia latinoamericana y Aung San Suu Kyi, la activista birmana que en 1991 obtuvo el Premio Nobel de la Paz, pero la Junta Militar de su país no la dejó salir al exterior hasta el 2012 en que recién pudo recibirlo. También hay algunos nuevos líderes entre los hombres, como el Papa Francisco, Joshua Wong, de 18 años, que desafió a China en Hong Kong y, Jack Ma, fundador de Alibaba, el gigante retailer de internet chino. 

 “Yo soy Malala”, una semblanza

Malala Yousafzai nació el 12 de julio del 1997 en el valle de Swat, Pakistán. Se sumergió en el activismo desde muy joven influenciada por su padre, también un defensor del derecho a la educación. A sus 11 años se hizo conocida: mientras acompañaba a su padre en una conferencia de prensa en Peshawar, denunció a los talibanes por la destrucción de escuelas.

Bajo el régimen talibán, ella siguió este caminoutilizando el seudónimo de Gul Makai en un blog publicado por la BBC. Cuando su identidad se dio a conocer a los pocos meses, continuó su lucha a pesar de las amenazas de muerte que recibió. En diciembre de 2011, fue galardonada con el Premio Nacional de la Juventud de la Paz, otorgado por el Primer Ministro de Pakistán.

Lamentablemente el 9 de octubre del 2012, con solo 15 años, Malala fue víctima de un atentado  talibán. Camino a la escuela, unos enmascarados detuvieron el autobús escolar y le  dispararon un tiro en la cabeza. Milagrosamente, tras cuatro meses en el hospital, se  recuperó completamente. Desde entonces, ella y su familia tienen que vivir en Birmingham, Inglaterra.

La niña se convirtió en una heroína, en el ícono de la lucha por el derecho a la educación. Desde el 2011 ha recibido numerosas distinciones:el Premio Internacional de los Niños por la Paz, el Premio Simone de Beauvoir por la Libertad de las Mujeres, el Premio de Anna Politkovskaya por “Llegar a Todas las Mujeres en la Guerra”y el Premio Sajarov del Parlamento Europeo.

En diciembre del 2012, la Unesco y Pakistán crearon el Fondo Malala, para apoyar a la educación de las niñas, con un aporte de diez millones de dólares. En abril del mismo año, la revista Time la incluyó en su lista de las cien personas más influyentes del mundo.

En julio del 2013, en su cumpleaños número 16, dio un discurso para la ONU, un llamado de atención a la “educación para todos los niños.” “Nuestros libros y bolígrafos son nuestras armas más poderosas. Un maestro, un libro, una pluma pueden cambiar el mundo”, afirmó Malala.

El pasado 10 de octubre (2014), Malala y Kailash Satyarthi (activista indio por los derechos de los niños), recibieron el Premio Nobel de la Paz “por su lucha contra la opresión de los niños y jóvenes y para el derecho de todos los niños a la educación”. Malala ahora aspira a una carrera política para “cambiar el futuro” de Pakistán. “Yo voy a ser un político más adelante. Quiero cambiar el futuro de mi país y hacer obligatoria la educación”.

La importancia de Malala para el mundo

Malala ha demostrado que no se necesitan armas, ni poder político, ni fortaleza física, ni alzar la voz, para ejercer un liderazgo comprometido que altere las fuerzas gravitatorias que dañan el desarrollo armonioso e inclusivo de los seres humanos. Sin conocer el mundo llenó el vacío de liderazgo e inspiró la necesidad de una mejor gobernanza global.

Nos ha recordado que existen graves injusticias ocurriendo más allá de nuestras narices y que existe un mundo diferente en el que los derechos básicos son un lujo y en el que se vive bajo opresión. Ha iniciado un diálogo sobre la educación de los niños en todo el mundo. Actualmente hay 57 millones de niños que no tienen acceso a la educación. Vuk Jeremic, presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, declaró en respuesta al conmovedor discurso de Malala: “Hoy estamos unidos con los jóvenes de casi un centenar de países para tratar de asegurar que ningún niño sea excluido de asistir a la escuela. Estamos convencidos de que factores como geografía, género, discapacidad, idioma, riqueza y origen étnico, no deben ser vistos como impedimentos para este logro”.

El mundo necesita más Malalas. Necesitamos nuevos líderes. Estemos muy atentos para descubrirlos y apoyarlos, pues en su mayoría, nacen de la adversidad y de las carencias. Lampadia