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Propuesta para mejorar la producción del Arroz

El Arroz es un producto alimenticio muy importante para los peruanos, y su cultivo se ha asentado en zonas donde no necesariamente se dan las mejores condiciones naturales para su desarrollo, empezando por la demanda de agua del cultivo.

Desde el descalabro agrícola que produjo la reforma agraria del gobierno dictatorial y estatista de Velasco, se multiplicaron los sembríos de Arroz en la costa norte del país, demandando mucha agua y por su uso mediante inundación de los terrenos, saliniza y degrada los suelos. De igual manera, en la costa de Arequipa, en Majes, donde otrora se producían las mejores frutas del Perú, la reforma agraria cambió los sembríos hacia el Arroz y la Alfalfa.

La zona de la selva, que es más propicia para la demanda de agua, no logra tener aún los rendimientos de Arequipa y la costa norte.

Líneas abajo presentamos una propuesta de Alejandro Camino, para la mejora de los sembríos de Arroz, en base a ‘terrazas inundables’, una técnica asiática adecuada a la estructura de propiedad de la tierra agrícola del país, con gran presencia de minifundios.

Para facilitar una mejor compresión de la propuesta, presentamos adicionalmente, algunos cuadros sobre la siembra, producción, rendimientos y consumo  del Arroz en el Perú.

Fuente de los cuadros: Boletín Informe del Arroz, Ministerio de Agricultura y Riego, mayo 2017.

Terrazas inundables: opción para arroceros de San Martín
Menos Agua, Más Arroz

Alejandro Camino D.C.
Antropólogo. Ex Director Ejecutivo del Foro Mundial de Montañas en Nepal y presidente de la Iniciativa HimalAndes.
Caretas
26 de abril de 2018

Los cultivadores de arroz en el Perú vivieron una crisis por la competencia con el arroz importado a arancel cero, logrando —tras una huelga en diciembre del 2017— que el Estado excluya al arroz del sistema de franja de precios de una tasa arancelaria fija a este producto. Ni a uno ni a otro le vinieron a la mente estrategias alternativas para elevar la productividad peruana en el cultivo de arroz.

Sorprende que la controversia con respecto a la conveniencia de un cultivo altamente demandante de agua como el arroz en nuestra árida costa no haya resurgido con la misma intensidad que la confrontación arancelaria a fines del año pasado. Y la poca atención a la expansión del arroz en los valles de la selva alta en las últimas décadas, arrasando con bosques de incalculable valor forestal y genético, con niveles mediocres de productividad. En contraste, en Tailandia o Vietnam, en donde la producción masiva de arroz está en manos de pequeños agricultores, producen hasta tres campañas anuales y mucho más.

ARROCEROS DEL MAYO

Para aquellos que migraron de la sierra cajamarquina en búsqueda de mejores horizontes, horticultores milenarios de papa, el cultivo del arroz fue un aprendizaje total. Los primeros que llegaron a las mejores tierras del valle del Mayo, departamento de San Martín, hicieron buena plata con extensiones de arroz bajo inundación por encima de las veinte hectáreas. En estas se han logrado niveles de producción más competitivos, a alto costo por el intenso y creciente uso de agroquímicos. Su cultivo ha sido fuente de modestas bonanzas cíclicas y estacionales.

Terraza inundable: fórmula asiática para cultivos de dos o tres hectáreas.

Sin embargo, la mayor parte de estos migrantes cajamarquinos que llegaron tarde, subsisten con escasamente dos o tres hectáreas. Estos últimos nunca viven bonanza alguna, en especial cuando su ínfima producción los pone en condiciones no competitivas y marginales. Para estas familias el arroz es base de la alimentación, la que se complementa con otros carbohidratos: yuca, plátano. Una dieta casi sin proteínas. La proteína, vital a la subsistencia, que los antiguos aguarunas obtenían cazando y recolectando en los bosques hoy desaparecido es casi leyenda.

Por otro lado, el apreciado monocultivo del grano asiático ha incrementado geométricamente las poblaciones de ratas, así como innumerables pestes y plagas, todas intensificadas en el ambiente cálido y húmedo. El uso de agroquímicos crece exponencialmente, sube el costo de producción y va contribuyendo a envenenarnos a todos.

En cambio, en el contexto del trópico húmedo asiático, el arroz viene evolucionando desde hace 5,000 años, sembrado en terrazas inundables cuyos bordes se consolidan cultivando en estos a la soya, cuyas raíces amarran el suelo afianzando a las terrazas y conteniendo la erosión.

POZAS MILAGROSAS

La crianza de peces, camarón o anguila se efectúa simultáneamente en la terraza inundada, así como la crianza de patos con un manejo cuidadoso. Primero pasan los alevinos tras la siembra del arroz. Cuando estos han logrado buen tamaño –antes de la formación de la espiga de arroz– entran los patos. Cuando granea se sacan los patos y se pesca. Antes de la cosecha se regresa al pescado a una zanja adyacente, donde se reproducirán los nuevos alevinos para la siguiente campaña. Tras la cosecha del arroz, el “paddy” o poza arrocera, ya desecada, es festín de cerdos.

En tan sólo dos o tres hectáreas este pequeño agricultor obtiene, además de dos o tres campañas de arroz para el mercado y su consumo, hortalizas, soya (sillao) y proteína animal diversa. Estrategia toda basada en prácticas milenarias de conocimiento popular. Sin ingenieros ni biólogos. 

Hoy en Asia el manejo de estos cultivos asociados a la acuicultura es nuevamente tecnología de punta. La relación simbiótica arroz-pescado incrementa los niveles de producción de arroz hasta en 10%, y una hectárea de terraza arrocera puede producir 400 a 1,300 kilogramos de pescado al año, y de 200 a 450 kilogramos de camarón. Peces y otros consumen a los insectos depredadores del arroz y abonan los suelos. De paso nos libran de los impactos de los peligrosos agroquímicos.

La terraza inundable es pues la cornucopia agrícola asiática. Da carbohidratos (arroz), vitaminas (verduras), y proteína, generando ingresos que hace más competitiva la producción de arroz.

El arroz bajo riego no es parte de la rica tradición agrícola andina, tanto como ocurre con la papa en los Himalayas. El arroz chaufa, nuestro cuasi plato nacional, desconoce el origen popular de este antipasto que se prepara a partir de todo lo que produce la terraza arrocera. La asociación del arroz con otros cultivos y con crianza de peces, anguilas, camarón o crustáceos, es algo que intensifica el uso del suelo, lo que ayudaría a evitar el avance del hambre andino sobre los remanentes de bosques tropicales.

Esta agro-tecnología, como toda obra de arte, requiere de maestros que la practiquen, es decir, una transferencia de agricultor a agricultor, más que de técnico a agricultor.

Peces y arroz

En partes de Nepal y en África se ha introducido esta práctica milenaria del Asia del Este, ajena a la tradición local, y empieza a resolver problemas de deficiencia de proteínas y de generación de ingreso.

En la región de Tarapoto la exitosa crianza del camarón de Malasia en pozas –independientes del arroz-trae ya beneficios a unos pocos, pero se pierde la opción de mejorar el aprovechamiento del suelo. Para gente emprendedora y tesonera, como lo es el agricultor de origen andino cuando enfrenta un desafío, el éxito de esta propuesta estaría más que asegurada. Lampadia

 




La agricultura peruana en perspectiva

Fernando Cillóniz
Gobernado Regional de Ica
Ica, 24 de agosto de 2016
Para Lampadia

El pasado

La agricultura ha estado presente en los principales  acontecimientos políticos, sociales, económicos, culturales y tecnológicos de la historia del Perú. Nuestros antepasados precolombinos – los Incas y sus predecesores – fueron extraordinarios agricultores. Cultivaron y conservaron la tierra con gran esfuerzo y dedicación, dominaron el manejo  del agua a la perfección, y respetaron y veneraron la tierra a tal extremo que la llamaron “Pachamama”  (Madre Tierra).

Nada pudo borrar el legado agrario de nuestros antepasados… ninguna guerra, crisis, o catástrofe; los andenes, caminos, tambos y acueductos fueron concebidos y construidos para la eternidad.

Gracias al desarrollo reciente de la informática y las telecomunicaciones, el mundo entero ha podido conocer la colosal obra de infraestructura agraria de los antiguos peruanos.

El potencial agrícola del Perú no es pues un recurso inexplorado o novedoso que deba descubrirse y desarrollarse para servir de fuente de alimentación, trabajo y prosperidad para los peruanos. La agricultura fue, y sigue siendo, una de las actividades fundamentales para el desarrollo económico y social de nuestro país.

A este respecto, es importante indicar que la agricultura peruana tuvo un par de décadas oscuras. Me refiero a la Reforma Agraria que se implantó en el año 1970 y que perduró hasta inicios de los años 90. En dicho proceso, se expropiaron las tierras de las principales empresas agrarias de entonces y se entregaron a cooperativas conformadas por los trabajadores de dichas empresas.

El resurgimiento del agro peruano

El hecho es que la Reforma Agraria fracasó rotundamente por cuestiones que no viene al caso explicar. Sin embargo, sí resulta relevante indicar que el resurgimiento de la agricultura empresarial del Perú, constituye un cambio radical y positivo de política económica y comercial, la cual está atrayendo el interés de muchos empresarios nacionales y extranjeros por invertir en tierras que fueron mal trabajadas por los beneficiarios de la mencionada Reforma Agraria.

A este respecto, cabe indicar que la Constitución vigente, promulgada en el año 1993, establece que cualquier persona natural o jurídica, nacional o extranjera, pueden hacer agricultura en el país, sin ninguna limitación. En efecto, esta misma constitución eliminó los límites a la tenencia de tierras que existían anteriormente.

Y por el lado de la política económica y comercial, es evidente que la sencillez, seguridad y predictibilidad de los asuntos fiscales y monetarios del Perú, resultan bastante atractivos para los empresarios que están invirtiendo en el sector rural del país. Igualmente atractivo resulta la política comercial internacional basada en el libre comercio y la reciprocidad entre el Perú y los diversos países del mundo.

No obstante, lo que ha cambiado significativamente con respecto al pasado son los mercados de destino de la agricultura alimentaria del país. La agricultura del pasado estuvo básicamente orientada a la alimentación de la población local. Ahora en cambio, aparte del mercado doméstico, la agricultura peruana está abasteciendo a los más distantes y exigentes mercados alimentarios del mundo.

El presente

En 1990 las exportaciones agropecuarias del Perú apenas llegaron a los US$ 300 millones. El año pasado (2015) el Perú exportó productos agropecuarios por valor de US$ 5,000 millones; es decir, 17 veces más.

Dichas cifras indican claramente que la agricultura peruana está inmersa en un proceso de crecimiento muy dinámico, por lo que hablar del presente implica una situación muy efímera y cambiante.

Efectivamente, es tal la velocidad del crecimiento de la agricultura empresarial en el país, que la situación cambia año a año; por no decir día a día. Es impresionante observar cuán rápidamente se están transformando las parcelas precarias en huertos y / o campos muy modernos y tecnificados con plantaciones de frutales como uvas de mesa, paltos, cítricos, granados, etc. y hortalizas como espárragos, pimientos, alcachofas, entre otras.

Y por el lado de los cultivos industriales, el proceso de modernización es similar. La capitalización y desarrollo de industria azucarera y etanolera se está llevando a cabo de manera muy acelerada, y lo mismo sucede con algunas plantaciones de algodón, maíz, arroz, etc.

Todo lo anterior está ocurriendo principalmente en la Costa del país, donde el clima, el agua y los suelos permiten hacer una agricultura altamente competitiva a nivel mundial. Sin embargo, la Amazonía – aunque con más limitaciones que la Costa – también está participando del resurgimiento de la agricultura peruana, básicamente a través de plantaciones de palma aceitera, café y cacao.

La región que menos está participando de este proceso de modernización y crecimiento agropecuario del Perú, es la Sierra. Ciertamente, la topografía agreste y el clima extremo de la región alto andina no son los más adecuados para hacer agricultura competitiva y rentable. Por ello, en algunos espacios reducidos, sobretodo en valles interandinos relativamente bajos, se están desarrollando operaciones empresariales en cultivos como arándanos, flores, paltos, y cultivos ancestrales como quinua, maíz blanco, entre otros.

El futuro

No me cabe la menor duda… el agro de los próximos años será diferente al que hemos vivido los peruanos últimamente. Muchos parceleros precarios venderán sus parcelas a empresas que pagarán precios cada vez más altos por ellas.

La explicación es muy sencilla. Ciertamente atraídos por los buenos precios, dichos parceleros están aprovechando la ocasión para vender sus parcelas, pero también porque han envejecido por el correr de los años y necesitan dinero para subsistir. Muchos inclusive han enviudado o enfermado, y sus hijos no quieren trabajar en el campo.

Ellos – los jóvenes – prefieren trabajar en las ciudades donde les va muy bien trabajando en empresas industriales, de construcción, o en los numerosos centros comerciales que se están construyendo por todos lados, donde – como dicen ellos mismos – “trabajamos con aire acondicionado”.

Por otro lado, muchos jóvenes están apostando por emprendimientos en negocios como manufacturas textiles, cuero y calzado, productos de madera, metal mecánica, etc. y en servicios como la gastronomía, transporte, informática, y comercio en general.

El agua también subirá de precio. Los altos costos del agua generarán una mayor consciencia por el buen uso del recurso hídrico. Se estima que cada año se tecnifican los sistemas de riego de 20,000 hectáreas en la costa peruana, lo cual permite avizorar un cambio radical en la eficiencia en el uso del agua, y consecuentemente, en la producción y productividad del agro nacional.

Algo parecido sucederá con las remuneraciones. Ante la gran demanda de mano de obra para atender el crecimiento de la fruticultura y horticultura de exportación, los salarios aumentarán significativamente respecto a los niveles actuales, a pesar de que éstos ya han aumentado bastante desde que empezó el proceso de modernización del agro, allá por los años 90.

Afortunadamente, por el lado de los precios de venta, el panorama se presenta favorable. Los productos agrícolas están subiendo de precio, y todo parece indicar que seguirán subiendo. Los Estados Unidos y Europa producirán menos alimentos, pero no por ello bajarán su consumo, lo cual será aprovechado por países como Perú, sobretodo en el rubro de frutas y hortalizas. La China producirá más, pero también consumirá más, y en vez de competidor, se convertirá en un mercado muy grande para nuestros productos.

He ahí un escenario realista de la agricultura peruana del futuro. La agricultura unipersonal irá desapareciendo y la agricultura empresarial irá creciendo. Y por ello, habrá mucho trabajo para los jóvenes del país y el mundo entero contará con más frutas y hortalizas provenientes del Perú.

Lampadia




Nueva tecnología para la producción de arroz

Nueva tecnología para la producción de arroz

Adoptar la tecnología del Sistema Intensivo de Cultivar Arroz (SICA), permitiría mejorar la competitividad de la producción nacional, ahorrando en 50% el uso del agua, incrementando la productividad a 22-24 toneladas métricas por hectárea. Además disminuye la salinización, la degradación hipoxia de los suelos, minimiza la reproducción de insectos y disminuye la emisión de gas metano, según el ingeniero agrónomo Ángel Fernández García, que en el 2003, con el apoyo del BID, logró implementar esta tecnología, que se originó en Madagascar.

La costa peruana es básicamente desértica que adolece de una importante carencia de agua. El Perú no ha logrado aún invertir en regular la abundancia de agua que dispone. No hemos hecho los reservorios ni canales necesarios para disponer de agua todo el año, en gran parte del territorio. Mientras tanto hemos dejado que la poca agua de la costa se desperdicie en sembríos que demandan mucha agua, como el arroz que hoy se siembra en las mejores tierras del Perú. Majoro en Sechura y Majes, que hasta antes de la reforma agraria fue uno de los mejores valles del mundo, para la producción de frutales de alta calidad.

Por lo tanto debemos optimizar su uso.  Sin embargo, en el Perú, en la costa, se sigue usando la técnica de la inundación (tal como se hace en el Asia tropical, donde abunda el agua de lluvia). Esto destruye el suelo por la salinización. Más bien, esto se podría hacer eventualmente en la selva, como ya se está haciendo, con éxito, en San Martín. SICA se presenta como una excelente alternativa. Esta técnica ya se viene aplicando en otros países como Madagascar, India, China y Colombia.  La están promoviendo por organizaciones internacionales como el BID y el Banco Mundial.

SICA son un conjunto de prácticas agronómicas que permiten aumentar significativamente los rendimientos de los cultivos de arroz, requiriendo un mucho menor consumo de agua, mano de obra e insumos.

 

 

SICA: un conjunto de prácticas interrelacionadas

 

 

  • Establecimiento temprano y rápido de plantas sanas
  • Mantenimiento de una baja densidad de las plantas para permitir un desarrollo individual óptimo.
  • Enriquecimiento de los suelos con materia orgánica para mejorar los nutrientes y la capacidad de retención de agua, y aumento de la vida microbiana en el suelo para proporcionar un buen sustrato para que las raíces crezcan y se desarrollen.
  • Reducir y controlar la aplicación de agua, proporcionando sólo la necesaria para el óptimo desarrollo de las plantas y favorecer las condiciones aeróbicas (que contienen oxígeno) del suelo.

 

 

Erika Styger, Cornell University. Revista Leisa. Marzo 2013

 

 

Para el éxito de este sistema, es necesaria la participación activa de los agricultores, quienes pueden ir adaptando el sistema paulatinamente. Esto es lo que ha venido ocurriendo con los primeros proyectos que se están ejecutando. En las primeras semanas (como los señala Willem A. Stoop, un especialista del Centro Africano del Arroz), los resultados no son aparentemente muy buenos. Sin embargo, a partir del macollaje (primeros brotes de la planta) hasta la fase de la cosecha, los resultados son espectaculares.

El Perú tiene una experiencia de 10 años aplicando la SICA, específicamente en la Selva Alta, como señala Ángel Fernández García. Esta nueva tecnología puede ser aplicada por todos los arroceros del Perú, pero hay mucha resistencia a reconocer su potencial. Sus rendimientos puede ir de 7.5 TM/Ha en la selva, y de 10 en la costa, hasta 20 a 24 TM/Ha en no más de 10 años.

Tenemos pues a nuestra disposición una extraordinaria posibilidad de aumentar la productividad del arroz y de hacer un mejor uso de nuestros suelos. Además de mejorar los ingresos de los campesinos y el medio ambiente. Las investigaciones científicas sobre este sistema vienen proliferando, Erika Styger de la universidad de Cornell, que dirige el Centro de Redes y Recursos de SICA Internacional (SRI-Rice), manifiesta que antes de 2002 solo se publicaban 10 artículos sobre el SICA por año, ahora se publican más de 60. Lampadia