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Se hunde el barco de Cristina Kirchner

Se hunde el barco de Cristina Kirchner

Conocidos los resultados de las elecciones legislativas en Argentina, nada favorables para el kirchnerismo, que ha perdido en 12 de los 24 distritos, entre los cuales están los cinco más poblados del país. Si bien el kirchnerismo mantiene aún la mayoría absoluta en el parlamento, ha perdido los dos tercios que necesitaba para una reforma constitucional que le permitiría a Cristina Fernández de Kirchner postular a una segunda reelección en el 2015.

Quien parece ser el gran triunfador de la jornada es el peronista disidente Sergio Massa, del nuevo Frente Renovador. Luego de ser Jefe del Gabinete de Ministros de Kirchner durante dos años, decidió apartarse del kirchnerismopara postular a la Cámara de Diputados. Massaobtuvo el 44% de los votos en la provincia de Buenos Aires, que representa el 37% del electorado, y se perfila como un candidato fuerte para las próximas elecciones presidenciales.

A esto se suma la victoria del partido opositor (Pro) Propuesta Republicana en la Ciudad de Buenos Aires. Mauricio Macri, líder del partido y actual jefe de gobierno de la ciudad,  aprovechó la ocasión para lanzar su candidatura presidencial, presentándose como una alternativa a los partidos populistas tradicionales.

Esto parece ser el comienzo del fin para el modelo estatista-autoritario de Kirchner, cuyas políticas intervencionistas han sumido a Argentina en la inflación, la escasez y la deuda. De las restricciones aduaneras a los agricultores al control cambiario y a la estatización de Repsol, parece que no se cansaran de golpear a la economía de su país. Incluso José Mujica, presidente de Uruguay,con larga trayectoria socialista, ha criticado la política económica de Kirchner y la ha calificado de “proyecto autárquico”.

La falta de transparencia de las estadísticas nacionales hace  que sea extremadamente difícil conocer con exactitud la magnitud de los problemas de la economía argentina. Las proyecciones de crecimiento del PBI presentadas el mes pasado por el gobierno arrojaban un 5.1%. Sin embargo, el sector privado lo estimó en 2.8%. Por tanto, un análisis detallado de la economía argentina resulta sumamente complicado y es merecedor de una línea de investigación propia. No en vano dos economistas argentinos del MIT (Massachusetts Institute of Technology) desarrollaron el proyecto “The BillionPrices Project”, con el fin de establecer índices de precios alternativos a los oficiales.

Sin embargo, ni siquiera los índices alternativos escapan de las políticas surrealistas de Kirchner. La publicación inglesa The Economist calcula desde 1986 un indicador llamado el Big Mac Index para medir qué tan sobrevaluada está una moneda. Consiste en dividir el precio de una hamburguesa Big Mac en un país (en dólares) entre el precio de la misma hamburguesa en Nueva York, para establecer un proxi de tipo de cambio de mercado. En 2011, cuando este índice empezó a mostrar una gran discrepancia respecto a la tasa de inflación oficial (19% contra 10%), el gobierno argentino decidió tomar cartas en el asunto y controlar el precio de la Big Mac para ocultar la inflación. No es broma.

Argentina está negociando un crédito de US$ 10,000 millones con la China para fortalecer  sus reservas internacionales. A Kirchner se le hunde el barco, y al parecer sus acrobacias demagógicas no logran ya ocultar el desastre económiconirestablecer su popularidad: casi el 60% de argentinos desaprueba su gestión. La debacle electoral de Kirchner no es sino la expresión del colapso económico general de Argentina, asesorada ahora por el economista heterodoxo Daniel Carbonetto, muy conocido en el Perú por el desastre económico del primer gobierno de García.Esto es una prueba fehaciente de que las políticas proteccionistas y autoritarias no son sostenibles en el largo plazo.




Cristina en el país de las maravillas

Cristina en el país de las maravillas

La señora Kirchner parece haberse propuesto convertir a Argentina en un país donde difícilmente uno quisiera vivir. Para empezar, la prensa libre está cada vez más acorralada. La presidenta no tiene problemas en declarar abiertamente que “a veces pienso si no sería también importante nacionalizar […] los medios de comunicación”, a la vez que usa todos los recursos a su disposición para perseguir a la prensa opositora y favorecer a los medios afines. Paralelamente, el gobierno cada día logra un mayor quiebre de la separación de poderes, y en los últimos meses ha presentado varios proyectos de ley que, de aprobarse, le permitirían deshacerse de los jueces que han venido parando sus abusos. Y a todo esto se suman las múltiples denuncias de corrupción gubernamental.

La señora Kirchner, por supuesto, no solo representa una amenaza para la libertad de expresión, el Estado de derecho y la integridad del gobierno. Además, encarna un enorme riesgo para las economías de los hogares argentinos, pues sus medidas estatistas vienen reduciendo progresivamente la calidad de vida de sus ciudadanos.

Para muestra de esto último, veamos dos ejemplos. El primero es que hace unos días y como una suerte de escarmiento a los empresarios que osaran contradecir lo que la autoridad manda, el gobierno de Cristina Kirchner –representado por su secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno– decidió clausurar cuatro supermercados, tres de la provincia de Buenos Aires y uno de capital federal, por algunas horas. La razón: los establecimientos no habrían cumplido con el abastecimiento de algunos de los 500 productos con precios congelados por decreto.

El gobierno dice que esta es una sanción a empresarios que desconocen las necesidades del pueblo. Pero ¿cuál es realmente la razón del desabastecimiento de los almacenes? Resulta que como el Gobierno Argentino no puede luchar contra la inflación que él mismo ha creado (y que según consultoras privadas sería de 24% anual), ha decidido recurrir a controlar los precios por decreto. Así, elaboró una lista de 500 productos con precios congelados hasta octubre, firmada por el propio Moreno y siete cadenas de supermercados. Sabiendo esto, el desabastecimiento no tendría por qué sorprender a nadie: un precio por debajo de aquel que surge naturalmente en el mercado lleva a que a muchos productores (o quizá a todos) no les sea rentable seguir produciendo y que, en consecuencia, se genere escasez.

Por supuesto, en la fantasía de la señora Cristina, parece que basta que ella diga “que se llenen las góndolas de los supermercados” para que esto suceda como por arte de magia. Y por eso no tiene problemas en aplicar la Ley de Abastecimiento (norma de 1974 que fuera suspendida de hecho hace 15 años) que faculta a decomisar mercadería, imponer multas e incluso a enviar a prisión a aquellos empresarios que se nieguen a abastecer el mercado interno.

El segundo ejemplo de cómo las políticas kirchneristas están arruinando la economía familiar es lo que ha sucedido con el pan, alimento que se ha vuelto un lujo, pues desde el 2006 se ha encarecido en más de 700%. Además, en los últimos seis meses se triplicó el precio de la bolsa de harina, lo que llevó a las panaderías a aumentar sus precios un 50%.

¿Cómo así sucedió esto? Pues resulta que en el 2006 el gobierno de Néstor Kirchner decidió restringir las exportaciones de trigo. El cierre parcial del mercado externo (que consumía casi dos tercios de la producción argentina de este cereal) volvió menos atractivo este negocio, pues el mercado local no estaba dispuesto a pagar los mismos precios, lo que motivó a muchos empresarios a migrar sus inversiones hacia la producción de bienes más rentables. Esto llevó a que la producción de trigo pase de 15 millones a 9 millones de toneladas en siete años, un fenómeno que se ha repetido con la carne y la leche.

Por supuesto, la señora Kirchner prefiere negar la realidad. Para ella, es más fácil seguir echando la culpa de los problemas económicos a los empresarios, seguir arruinando a Argentina con sus leyes populistas y vender la ilusión de que ella puede construir el país de las maravillas.

Publicado en  El Comercio, 23 de julio del 2013




“Cacería” de precios

“Cacería” de precios

Argentina vive días difíciles: Activistas pagados de las “Juventudes Kirchneristas” recorren los supermercados de ese país para vigilar que se cumplan los “acuerdos de precios” entre el gobierno y las cadenas de supermercados. Lo de acuerdos, por supuesto, es un eufemismo, ¡ay de aquel empresario que se niegue a aceptar el control de precios del régimen!

Unos tres mil activistas “inspeccionan” 570 supermercados de 49 ciudades, como parte de la campaña “Mirar para cuidar” promovida por la presidenta Cristina Kirchner. Los resultados son lógicos: Hay escasez de aceite, azúcar, un corte de carne y hasta desodorantes, según informó la prensa independiente de ese país.

El objetivo de “Mirar para cuidar” es fundamentalmente político, pues los “acuerdos” de precios vencerán en octubre, coincidiendo con las elecciones del 17 de ese mes, en la que los argentinos renovarán la mitad de la Cámara de Diputados y a 24 de los 72 miembros del Senado. Esos comicios son considerados claves de cara a las próximas elecciones presidenciales del 2015.

El gobierno ha relanzado su política de control de precios en un intento desesperado por frenar la inflación. Al respecto, el ex presidente del Banco Central Martín Redrado se preguntó si a la inflación “se la vence así, o con un plan económico pro inversión que aumente la oferta de bienes y servicios”.

En medio del creciente malestar ciudadano por el alza constante de precios, la escasez, el control de divisas, además de los temas políticos como el asunto del control del papel periódico, la intervención judicial, la prohibición de difusión de indicadores económicos, así como la corrupción, la presidenta encabezó  una manifestación al cumplirse diez años de permanencia del kirchnerismo en el poder, llamándola la “década ganada”. Sin embargo, para la oposición, el gobierno de los Kirchner  significa más bien una “década perdida”, lo cual parecen confirmar los indicadores económicos: La inflación oficial para este año ha sido proyectada en 11%, pero para los centros de estudios económicos independientes será 24%, igual que el 2012.

La pérdida de credibilidad del INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Cálculos) es tal que han surgido dos nuevos índices, el “Índice Congreso” y el “Índice Macri”. El primero creado por congresistas con apoyo de consultoras privadas, y el segundo por el gobernador de Buenos Aires, Mauricio Macri, quien ha declarado que el índice inflacionario del INDEC “simboliza lo trucho (falso) como cultura, como forma de gobernar (…) No hay país que pueda planificar su futuro sobre cifras falsas”.

Este año la economía argentina crecerá solo 2.8%, a pesar de que la cosecha de granos será la segunda más alta de su historia (100 millones de TM), pero la actividad industrial y la comercial se han contraído por el control de precios y el control de cambios. Sus exportaciones han caído por la crisis global, sus reservas internacionales bajaron de US$ 43,300 millones a US$ 39,500 entre diciembre y abril (cifras del banco central), aumenta la fuga de capitales y, tras haber estatizado los hidrocarburos, depende ahora del petróleo venezolano. Para ocultar esta realidad, el régimen acosa a los medios independientes y pretende capturar la producción del papel para la prensa.

Dramática realidad la de Argentina, un país que a comienzos del siglo XX estaba situado como uno de los países más desarrollados del planeta, hoy avanza aceleradamente a convertirse en el más grande fracaso político, económico y social latinoamericano, trocar riqueza por subdesarrollo. Éste es el resultado del populismo instaurado por Perón y de las políticas estatistas.

Todo esto se grafica muy bien en la cita de una carta de Perón (1952) al general chileno Carlos Ibáñez del Campo, quién había sido elegido presidente poco tiempo antes, (Ver Sebastián Edwards – Populismo o Mercados, el dilema de América latina, páginas: 226 – 227):

“Mi querido amigo: dele al pueblo, especialmente a los trabajadores, todo lo que pueda. Cuando le parezca que ya les está dando demasiado, deles más. Verá los resultados. Todos tratarán de asustarlo con el espectro de un colapso económico. Pero todo eso es una mentira. No hay nada más elástico que la economía, a la que todos temen tanto porque nadie la entiende.”