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Huacachina… hacia su glorioso pasado

Después de años de malas gestiones públicas, el actual gobernador de Ica, Fernando Cillóniz,  está desarrollando múltiples acciones correctivas, desde parar los tarjetazos, luchar contra las prácticas corruptas, habilitar fuentes de agua, desarrollar la cultura y, entre otros, recuperar los espacios naturales como el del Oasis de la Huacachina. Una gestión laboriosa, transparente, valiente y con sentido de propósito que esperamos sepan apreciar los demás gobernadores regionales.

Fernando Cillóniz B.
Gobernador Regional de Ica
Ica, 28 de abril de 2017
Para Lampadia

Hace poco – gracias al respaldo generoso y unánime del Consejo Regional – la Dirección Regional de Turismo del Gobierno Regional de Ica tomó control del cobro por el uso del circuito de areneros por las dunas circundantes de la legendaria laguna de Huacachina. Algo parecido hicimos a inicios de nuestra gestión en el 2015, cuando decidimos tomar al toro por las astas y echarle agua de río para evitar su inexorable extinción. Entre paréntesis, fuimos denunciados por ello; aunque – valgan verdades – la cosa no llegó a mayores.

Fuente: Viaje y Viaje

A ese respecto, hay quienes dicen que estamos usurpando funciones de la Municipalidad Provincial de Ica. Otros lo dicen cambiando el fraseo, pero – en el fondo – refiriéndose a lo mismo… que estamos invadiendo fueros que no nos corresponden. En realidad, lo del calificativo “usurpadores o invasores” es lo de menos. Lo real y concreto es que – en manos del Municipio iqueño – la célebre Huacachina, hace rato se habría extinguido; tal como ocurrió en su momento – sin que nadie haga nada por evitarlo – con sus pares de La Victoria, La Huega, Orovilca, y las demás lagunas que – desde tiempos inmemoriales – conformaron la extraordinaria cadena de oasis de Ica.

¿Qué hizo la Municipalidad Provincia durante los últimos 14 años con la recaudación de los areneros, que – dicho sea de paso – suman unos S/. 80,000 mensuales? Nada. ¿Qué pasó; por qué no hizo nada para salvar a La Huacachina? No se entiende. Lo cierto es que a inicios del 2015 Huacachina estuvo al borde de la muerte, y ahora no. Entonces, ante la clamorosa inacción e indolencia del municipio iqueño, había que salvar a Huacachina a como diera lugar, y así lo hicimos.

Un grupo de iqueños estupendos – entre los que destacan Matucha del Solar, María Elena Cabrera, Pancho Massa, Luis Parró, entre otros – comprometidos todos con los valores emblemáticos de la Ica antigua, tomaron la iniciativa de contactar al Gobierno Regional para – literalmente – salvar Huacachina.

Por lo pronto, el tema del nivel del espejo de agua ya está resuelto. Aparte de infiltrar grandes cantidades de aguas de avenida a través de las pozas de Rincón Grande – contiguas a La Huacachina – hemos habilitado un pozo que tiene capacidad de sobra para mantener llena la laguna durante los estiajes.

Ahora el problema es la limpieza y el orden en el balneario. A ese respecto, el máximo desafío del momento es el desagüe. Tenemos que renovar y mejorar completamente toda la red de agua y desagüe de La Huacachina. Y lo mismo tenemos que hacer con la planta de tratamiento de las aguas servidas.

Vamos a contratar personal de limpieza, los cuales estarán debidamente capacitados y equipados para llevar a cabo su labor de manera adecuada. Así, muy pronto tendremos a nuestra joya natural tan pulcra como antaño, y – sobre todo – sin la pestilencia que contamina el ambiente cada vez que colapsa el desagüe.

Por el lado del orden, tenemos que acabar con el caos de los areneros, y los bacanales de altas horas de las noches. Bienvenido el turismo de aventura, pero respetando la tranquilidad y seguridad de los residentes y transeúntes. La partida y llegada de los areneros se localizará en las afueras del balneario… y todos contentos; los aventureros con toda la adrenalina de por medio, y los que quieran disfrutar de La Huacachina con la tranquilidad y ternura propias del oasis. ¿Fiestas y juergas? Todas las que se quieran, pero a puertas cerradas; y sin molestar a los vecinos. Los espacios públicos no son para tomar o alharaquear. 

Ese es – más o menos – el desafío de Huacachina que acabamos de asumir. Tenemos la recaudación de los areneros. Con ese dinerillo, y el entusiasmo de los iqueños… ¡lo vamos a lograr! Huacachina va camino a su glorioso pasado. Lampadia