1

Todo vale para parar las inversiones en la selva

Todo vale para parar las inversiones en la selva

Como hemos visto muchas veces los supuestos abanderados del ambientalismo, desarrollan sus programas políticos e ideológicos, incluso si para ello, terminan perjudicando a las poblaciones más pobres, que simulan defender. 

El objetivo parece ser el mantener a la selva peruana sin la presencia de inversiones formales y sostenibles, que pueden llevar importantes beneficios a sus pueblos, mientras se ignoran los impactos negativos de las operaciones ilegales que depredan el medio ambiente y abusan de sus pobladores.

En esta ocasión, tomamos nota de varias publicaciones, que parecían adolecer de los mismos vicios, y decidimos investigar en la zona, la naturaleza de los supuestos conflictos entre las empresas y las comunidades.

Líneas abajo presentamos nuestro informe al respecto:

Cómo cambió la relación entre Ocho Sur y las comunidades indígenas

El aceite de palma es un cultivo que está presente en la vida cotidiana más de lo que se cree. Si uno piensa en la sopa instantánea que se hace en la noche, en una pizza congelada para el fin de semana, en grasas para freír el almuerzo, en galletas, helados, pintalabios, jabones, champús o detergentes, ahí está presente la palma. 

De acuerdo al Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) uno de cada diez productos disponibles en un supermercado cuenta con aceite de palma y hasta los restos molidos de la cáscara del fruto se usan como alimento para animales de granja.

Pero no solo se trata de un insumo muy usado. La palma es actualmente el cultivo más eficiente para los cultivos vegetales de aceites. De hecho, es hasta siete veces más productivo si se le compara con otras alternativas aceiteras como el girasol que tiene una productividad de 0.8 toneladas por hectárea o el aceite de soya, con un 0.5 de toneladas por hectárea. 

 

Planta de la palma en Ucayali

Además, se estima que el aceite de palma produce cerca del 39% del total de los aceites vegetales y grasas consumidas en el mundo y solo usa apenas el 7% del territorio destinado para los cultivos oleaginosos. Por ejemplo, si hablamos de territorio a nivel mundial, el 52% lo ocupa el grano de soya, seguido del aceite de girasol con un 10% y otro 10% destinado para la colza. 

Oportunidad

Si bien se tiene una idea de que el cultivo del aceite de palma es una amenaza para la selva peruana, la incidencia de este tipo de cultivo cuenta con grandes beneficios y pocos riesgos. Al 2019, se estima que el cultivo de palma en Perú abarca apenas unas 90 mil hectáreas de un total de más de 73 millones en la Amazonía peruana, lo que representa menos del 0.1% del territorio amazónico nacional, según el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego. Asimismo, comprende apenas poco más del 6% del total de cultivos en general en la Amazonía peruana.

Esto representa una menor cuantía si se compara con los cultivos de palma en los países vecinos. Solo en Colombia y Ecuador hay 500 mil y 250 mil hectáreas cultivadas con palma respectivamente. 

Pero la palma no solo concentra una gran oportunidad para su cultivo por su versatilidad en diversas industrias, principalmente en la de alimentos. También es una salida respecto a la generación de zonas cocaleras. Un factor principal es el tiempo. El cultivo de la palma tiene una duración promedio de 25 años en cuanto a productividad, por lo que representa uno de largo plazo. 

 

Fruto de la palma del cual se extrae el aceite

Por ello, solo en Ucayali y con el apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), se han usado 30 mil hectáreas que han reemplazado el cultivo de la hoja de coca. No solo es eso, sino que una vez se retira la palma, se pueden sembrar otro tipo de cultivos a diferencia de la hoja de coca o el arroz que sí generan daño en el suelo y lo degradan. 

Según expertos con los que conversó Lampadia, el mayor problema de la deforestación en el Perú no es el incremento de este cultivo, sino que consiste en la informalidad y la pobreza en la zona. Esto debido a la proliferación de cultivos generados por agricultores que hacen uso de la tierra y, cuando ésta deja de ser productiva, van avanzando hacia zonas aledañas, lo que termina por devastar los campos. 

Ocho Sur

Uno de los supuestos conflictos de la palma en el Perú se generó por unos cultivos desarrollados por una empresa -que ya no está- hace unos años en Ucayali. Ocho Sur adquirió los activos que tenía Plantaciones de Ucayali y Plantaciones de Pucallpa en Ucayali en 2016. 

Estos activos habían empezado a desarrollarse hacia el 2012. Por esos años hubo conflictos con algunas comunidades, entre las cuales destaca Santa Clara de Uchunya. Voceros de Ocho Sur, con los que conversó Lampadia explicaron cómo está la situación del proyecto en la actualidad. El proyecto que tuvo irregularidades en el pasado y no funcionó bien en cuanto a productividad fue liquidado. Fue ahí que ingresaron los nuevos propietarios hoy conocidos como Ocho Sur. 

La compañía está dirigida por accionistas que son fondos internacionales basados en Estados Unidos con estándares de gobierno corporativo y que funcionan en base a regulaciones de dicho país. Así, el 85% de la compañía lo poseen Anholt Services Inc. (de capitales de Dinamarca) y Amerra, un private equity de una family office con base en Nueva York que cuenta con 5 mil millones de dólares de inversión en el mundo. Ambos trabajan en fondos agrícolas. Ocho Sur es la primera inversión que tienen en el país.

La empresa palmera cuenta con cerca de 13 mil hectáreas de las cuales 10 mil están saneadas en la actualidad. De hecho, desde 2016, no ha expandido su límite agrícola y aseguran no pensar en ello hasta en un mediano plazo.  

En 2020 inauguró una de las plantas extractoras más modernas del continente, al punto que la misma planta genera su propia energía eléctrica al momento de quemar la biomasa de la palma en la caldera. Esta cuenta con una capacidad de 45 toneladas métricas por hora de producción de palma y contempló una inversión por US$20 millones. La inversión de Ocho Sur asciende hoy por hoy a más de US$ 150 millones, sumando lo colocado en los terrenos.

Con ello, la compañía indica que genera 20 toneladas en promedio por hectárea al año cuando el promedio bordea las 13 a 14 toneladas. Además, asegura que genera cerca del 40% de las divisas obtenidas de Ucayali en 2020 y, hacia 2021, se espera que sea más del 60% de las exportaciones de la región.

Sin embargo, la producción de palma, pese a su modelo de negocio eficiente, no es inmediata. Para que sea rentable, se debe esperar unos 4 años para el inicio de la producción y recién hacia el quinto año se estima un punto de equilibrio en función a la escala. La cúspide de la producción del cultivo llega recién entre el año 7 al 12, cuando se llega a un estimado de hasta 28 toneladas de producción por hectárea en un año.

Si bien en años anteriores se habían reportado conflictos con las comunidades, hoy no es así. Son 23 comunidades aledañas a la operación de la empresa y la operación comprende a 22,000 personas que se benefician de esta, de las cuales 7,000 lo hacen directamente. Asimismo, brindan asistencia técnica y financiera a 200 familias lo que se suma al compromiso de compra de la producción a futuro de palma. 

Santa Clara

Lampadia viajó a una de las zonas que antes había registrado conflictos con la empresa por ingresar en sus tierras: Santa Clara de Uchunya. Fue por ello que hasta se interpusieron denuncias contra el propietario que tenía antes la operación. 

La comunidad nativa se vio hace poco enfrascada nuevamente en una situación tensa cuando se anunció en un medio de comunicación un supuesto conflicto con la compañía de palma aceitera Ocho Sur. Lo cierto es que los conflictos se habían originado con la antigua firma, Plantaciones de Ucayali, pero en la actualidad el panorama es distinto. 

Los habitantes de Santa Clara se encuentran cerca de 7 kilómetros desde la planta extractora, al otro lado del río Aguaytía. El pueblo de 40 años cuenta con cerca de 70 familias, unas 360 personas que lo habitan y se dedican, en su gran mayoría, a la agricultura y la pesca, pero ninguna de estas actividades les supone ingresos significativos a los comuneros. 

Según la resolución directoral regional 337-2019 del Gobierno Regional de Ucayali, la comunidad de Santa Clara de Uchunya – que pertenece a la familia lingüística Pano y al grupo etno-lingüístico Shipibo Konibo- cuenta con un territorio que fue ampliado en más de 1,500 hectáreas -a las poco más de 200 con las que ya contaban- en el distrito de Nueva Requena, provincia de Coronel Portillo. 

Mapa de la comunidad. En marrón, el terreno de Ocho Sur

Álex Soria, regidor del distrito de Nueva Requena y líder de la comunidad, contó a Lampadia que en Santa Clara no cuentan con muchas oportunidades. Ni siquiera tienen una posta médica. Es más, para ir al municipio cercano de Nueva Requena les tomaba unas 3 horas en río, pero esta situación cambió radicalmente hace poco.

 

Álex Soria, regidor de Nueva Requena y líder de Santa Clara de Uchunya

En una asamblea general de la comunidad del 22 de diciembre del 2019, el exjefe de la comunidad Efer Silvano, el exagente municipal Wilson Barbaran, el teniente gobernador James Lozano y cerca de 60 de comuneros acordaron suscribir un acuerdo con Ocho Sur para el desarrollo de Santa Clara de Uchunya. El acuerdo consistía, como uno de los puntos principales, en trabajar en una vía carrozable, además de otros temas como salud, educación y agricultura. 

“Nosotros nos acercamos a Ocho Sur, ya que vimos que en otras zonas apoyaban también con vías. En esas zonas, con o sin lluvia se movían y eso me conmovió, por eso nos acercamos. Desde Nueva Requena nos vamos a Pucallpa. Antes eran 3 horas por río, pero ahora lo hacemos en 40 minutos por la nueva vía y, con medio galón de gasolina, hacemos ida y vuelta según el motor”, explica Álex Soria a Lampadia.

Soria ha estado en el ojo de la tormenta, especialmente cuando en un medio de comunicación se informó que había sido acusado de abusar de su cargo de regidor de la municipalidad de Nueva Requena y por haber manipulado al agente municipal, Lino Arévalo, para convocar asambleas y firmar un acuerdo con Ocho Sur. 

Ante ello, Soria envió hasta dos cartas notariales a dicho medio en el que se señalaba que la comunidad, en su gran mayoría, había acordado en generar dicha asamblea y otras posteriores. 

Incluso, en la carta se señala que el pasado 4 de octubre de este año se realizó una asamblea general donde “más del 90% de los comuneros firmaron un acta de rechazo a ‘Ojo Público’ por afectar la reputación de nuestra comunidad con sus publicaciones, así como respaldan a mi persona con la confianza de continuar gestionando acciones en beneficio de la mayoría de nuestras familias”. 

Otro de los puntos en conflicto sugeridos por dicho medio de comunicación era la cercanía y supuesta contaminación sonora de la planta, ubicada a varios kilómetros de donde habita la comunidad. De acuerdo al teniente gobernador, James Lozano, y al mismo Alex Soria ni en la comunidad ni en las inmediaciones se escucha lo afirmado. Lampadia, durante la mañana y tarde que estuvo en la comunidad, tampoco registró sonido alguno proveniente de la planta.

La relación con la empresa, según pudo constatar Lampadia, ha llegado a una colaboración fluida. Al punto que los apoyos están enmarcados en documentos por parte de dirigentes y comuneros. 

Por ejemplo, el 29 de enero de este año, Lino Arévalo firmó una carta dirigida al gerente general de Ocho Sur en la que se le pedía un apoyo con 5 tubos de plástico para alcantarillado con el fin de arreglar partes críticas de este que compete al tramo de Santa Clara. 

Pese a que algunos pocos miembros de la comunidad se mostraron contrarios con el acuerdo con el paso del tiempo, el pasado domingo 27 de junio, se realizó otra asamblea general con Ocho Sur. En un nuevo convenio, se acordó rehabilitar la carretera de la comunidad y se aprobó el desistimiento y retiro de denuncias penales que se habían presentado entre el 2018 y 2020 contra la compañía de aceite de palma. 

El documento fue suscrito por el regidor Alex Soria, el alcalde de Nueva Requena Gilder Piñedo y representantes de Ocho Sur, así como cerca de 70 comuneros.

Acta de la asamblea del 27 de junio de 2021

“Ahora quisiéramos tener un producto y que nos ayuden a buscar un mercado. De repente podríamos sacar peces u otros productos, aunque nos falta asesoramiento”, dice el regidor y líder de Santa Clara. 

Otras comunidades

Pero este no es el único pueblo que está echando raíces para un futuro mejor. En la comunidad de Shambo -de unas 800 personas, con 3,600 hectáreas y aledaña a Santa Clara, hay un programa de apoyo para los comuneros. Desde el 2016, unos 40 habitantes se animaron a trabajar en el Programa de Alianza y Producción Estratégica (PAPE) impulsado por la compañía palmera. Se trata de un préstamo para el cultivo de palma que se va pagando a medida que se va produciendo.

“Como pueblo indígena no tenemos tantos recursos pensando en el futuro de los niños. Ahora estamos salvando vidas con la cosecha”, comenta Bruno Tangoa, jefe de la comunidad de Shambo.

Bruno Tangoa, jefe de comunidad de Shambo

Según los comuneros, esperan que en pocos años puedan pagar el préstamo. Actualmente, la mitad de lo generado se lo lleva la empresa. Una vez saldada la deuda, los ingresos irán a los bolsillos de los productores, quienes venden la planta a la compañía para la producción de aceite y derivados. 

Hace poco sufrieron una inundación y de las 80 hectáreas que habían destinado a la palma, se quedaron con 53. Sin embargo, no se desaniman y esperan pronto llegar a superar las 100, puesto que el cultivo ya les rinde frutos.

Otro caso de éxito es el de la comunidad de Kokama, de unas 120 personas en 48 familias, y que se ubica dentro de los terrenos de Ocho Sur. Según Amelia Pacaya, desde hace siete años la comunidad que lidera viene trabajando con la palma. No solo era el cultivo, sino que la empresa generó una carretera para acceder a su comunidad. 

Jefa de la comunidad de Kokama, Amelia Pacaya

“Nos sentimos agradecidos porque nos han brindado mucho apoyo. Con el sembrío de palma aceitera, tenemos 120 hectáreas de palma bajo el PAPE. Esto nos permite darles a nuestros hijos estudios y calidad de vida”, asegura a Lampadia. 

Si bien en el pasado hubo conflictos con las comunidades indígenas de Ucayali, hoy el escenario es distinto según pudo constatar Lampadia. A la par de mayores chances para el futuro de las comunidades, el progreso se percibe tan solo con la forma en cómo se accede a estos comuneros -horas adentro en la selva- que sonríen al hablar de las oportunidades que hoy viven gracias a la palma. Lampadia




Loreto… un gigante aislado y maltratado

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 19 de abril de 2019
Para Lampadia

Parafraseando a García Márquez, hay que vivir la realidad loretana para contarla. Es que no hay palabras para expresar la belleza de la Amazonía peruana. Las fotos y videos ayudan, pero no lo suficiente. Repito. Para describir la realidad loretana, hay que vivirla para contarla.

El paraíso terrenal está realizado en la Selva del Perú. La diversidad de su flora y fauna es infinita. Su hidrografía es majestuosa. Troncos y follajes colosales. Animales de agua, tierra y aire. Ríos y lagunas de ensueño. ¡Nuestra Amazonía es preciosa!

El problema de Loreto está por el lado del Estado. ¡Cuándo no!

  • A pesar de estar rodeada por un “mar de agua dulce”, Iquitos no tiene agua potable. Cientos de millones se invirtieron en dicho proyecto, pero nada. Odebrecht y su pandilla se embolsicaron el dinero. ¡Corrupción total!
  • Por otro lado – en materia energética – Iquitos está aislada del resto del país. La ciudad de cerca de 500 mil habitantes no está integrada al Sistema Eléctrico Interconectado Nacional (SEIN). Iquitos se abastece de energía térmica cara e inconstante. Así las cosas, las empresas loretanas compiten en desventaja frente a sus pares del resto del país.
  • En el ámbito logístico, Iquitos es – quizás – la ciudad de mayor población del mundo sin acceso terrestre. Efectivamente, a Iquitos sólo se puede llegar por aire o por agua.

Por todos estos motivos – y con justa razón – los loretanos claman por la línea de trasmisión de energía Moyobamba – Iquitos, y por la carretera Iquitos – Saramiriza – Costa Norte. Los trazos y especificaciones técnicas de ambos proyectos están definidos, y sólo queda ejecutarlos. Pero eso sí – ojalá – sin coimas ni sobornos de por medio.

El Trapecio Amazónico – o triple frontera – compuesto por Santa Rosa (Perú), Tabatinga (Brasil) y Leticia (Colombia) es un monumento a la desigualdad. Perú pobre y abandonado. Y Colombia y Brasil dignos y civilizados. ¿Migraciones y Aduanas? Mejor sería establecer una zona de libre transito de personas y mercaderías, pero no. Hay que crear controles para poder coimear.

Pero eso no es todo. A los males del aislamiento y la corrupción, a Loreto hay que sumarle la debacle de sus otrora prósperas industrias petrolera y maderera.

Los continuos sabotajes al oleoducto norperuano – y la permisividad del Estado frente al vandalismo y la delincuencia – han causado daños irreparables en la industria hidrocarburífera. Resultado: se esfumó el canon petrolero de Loreto.

En el ámbito forestal la cosa es similar. Muchas empresas madereras han desaparecido. Miles de trabajadores han quedado desamparados. La lucha contra la tala ilegal – con la cual estoy de acuerdo – no fue contrarrestada con una política que promoviera una forestería formal, bien manejada y sostenible. Total, nuestra balanza comercial forestal sigue siendo deficitaria, a pesar de tener uno de los bosques más extensos y productivos del mundo.

OTROSÍ DIGO: Los loretanos valoran mucho lo hecho en Ica respecto al dinamismo del sector agroexportador, a la hermandad del agua con Huancavelica, a la eliminación de las colas en los hospitales, y a la lucha contra la corrupción. Por eso fui invitado a Iquitos la semana pasada. Para contarles cómo lo hicimos.

Y la pasé de maravillas. Los charapas son como los iqueños. ¡Lo máximo! Pero están aislados y maltratados. ¡Así está Loreto! Lampadia




Reforesta Perú gana Premio Nacional a la Innovación

Como ya hemos destacado en anteriores ocasiones, el desarrollo maderero y la reforestación (diferente al cuidado de los bosques), son en nuestra opinión una gran oportunidad de desarrollo productivo y ambiental. Por ejemplo, solo en la sierra peruana tenemos 7 millones de hectáreas con capacidad de reforestación. Con sembríos industriales de árboles podemos compensar no solo nuestras propias emisiones actuales y futuras, sino también, seguramente, las de buena parte del resto del planeta. Los bosques jóvenes, a diferencia de los maduros, tienen un alto metabolismo, es decir una alta capacidad de absorber y de fijar el carbono de la atmósfera por muchos años. Ver en Lampadia: Madera: Fabulosa reserva productiva.

El Perú ha desaprovechado la riqueza de sus bosques. Basta ver el mapa del Perú con cierto detenimiento para descubrir que el 50% de nuestro territorio está cubierto de bosques naturales (68 millones de hectáreas). Somos el segundo país Latinoamericano con esta riqueza y décimo primero a nivel mundial. A pesar de ello, hemos despreciado este inmenso potencial como se ve expresado en que nuestras exportaciones no llegan ni al uno por ciento de la demanda global por recursos forestales. Como hemos señalado en Lampadia, este es un desperdicio sin nombre, que las regulaciones actuales no llegan a corregir y se ve agravado por la tala ilegal que sufre la selva amazónica al punto de poner en riesgo de extinción especies como la caoba.

Esta es la razón por la que queremos destacar el gran trabajo de la empresa nacional Reforesta Perú, la cual obtuvo el reconocimiento especial del año “Mérito a la Innovación: Innóvate 2017” en diciembre del año pasado, otorgado por el Ministerio de la Producción (PRODUCE), a través de Innóvate Perú, por promover la recuperación y puesta en valor de las tierras degradadas de la amazonia peruana, a través de una tecnología de mejoramiento genético de las plantaciones forestales clonales.

“Si nosotros reforestamos 3 millones de hectáreas de los 10 millones de hectáreas que ya están deforestadas en la Amazonía, seremos una potencia mundial en forestales. De manera que estamos muy vinculados a las políticas públicas del Ministerio de Agricultura y del Ministerio de la Producción porque la cadena productiva empieza en la ciencia, a biotecnología y la genética, y termina en muebles, partes y piezas para exportar al mundo”, declaró Enrique Toledo, gerente general de Reforesta Perú.

Reforesta Perú recibió el cofinanciamiento de Innóvate Perú para desarrollar protocolos para la producción de plantones clonales de siete especies maderables nativas amazónicas, como la caoba, cedro, tornillo, capirona, marupa, estoraque, quinilla, en base a semilla vegetativa de árboles plus en la Región San Martín.

La innovación desarrollada por esta empresa tiene un alto impacto en el medio ambiente, genera mayores puestos de trabajo e impulsa el desarrollo sostenible de las comunidades aledañas. Para saber mas sobre este gran proyecto, compartimos un video muy informativo:

El entonces ministro de la Producción, Pedro Olaechea, indico que “la labor de Reforesta Perú permite el desarrollo de un bosque cultivado de rápido crecimiento que, además de producir madera legal y capturar carbono, reduce la pérdida de suelos por erosión y permite el retorno de la fauna silvestre”. Asimismo, indicó que esta innovación tiene un alto impacto en el medio ambiente e impulsa significativamente la productividad de las áreas forestales y genera un alto número de empleos en el Perú.

Promovamos el sector forestal

Ya se ha demostrado que la rentabilidad de la producción maderera que proviene de plantaciones forestales es muy superior a la producción en bosques naturales. “Tanto es así que en una hectárea de bosques naturales la producción maderera genera una rentabilidad de entre 20 a 100 dólares, mientras que en una hectárea de plantaciones forestales se obtiene una rentabilidad de entre 1,500 a 1,800 dólares”, según publicó Gestion.

Nuestro país vecino, Chile, tiene instalado casi tres millones de hectáreas de plantaciones forestales y genera exportaciones en este rubro por más de US$ 8,000 millones mientras que el Perú no supera las 100 mil hectáreas a nivel nacional y sus exportaciones forestales anuales están por debajo de los US$ 400 millones.

Como hemos señalado en Lampadia, “el potencial de desarrollo del sector forestal en el Perú debería ser del orden de cinco veces el de Chile, y constituye un buen ejemplo de una magnífica oportunidad que se está desperdiciando para generar una producción forestal” de más de 40,000 millones anuales, dando empleo de calidad a toda la población de la selva y a buena parte de la de la sierra.

Como afirma Gestion ¨Una de las tareas del presidente Vizcarra en materia agraria debería ser la de instalar un millón de hectáreas de plantaciones forestales al año 2021. Si se logra alcanzar esta meta, se estima un aumento de hasta US$ 1,800 millones en las exportaciones madereras permitiendo adicionar anualmente hasta 1.7 puntos porcentuales al crecimiento del PBI agrario y generar más de 500 mil nuevos puestos de trabajo.”

Como señaló en Lampadia, antes de su sensible fallecimiento, Antonio Brack Egg, uno de los mayores problemas que impiden el desarrollo de la industria forestal es que “el estado no garantiza los derechos de los inversionistas y eso empezó antes del 2006, cuando un grupo de personas, cerca de Atalaya, invadió un campamento forestal con una inversión española calculada en 36 millones de dólares, quemó el campamento, se robó todo lo que podía llevarse, y gente política del gobierno de aquel entonces los apoyó. Eso paralizó enormemente. Tenemos que ser conscientes: El sector forestal en el Perú puede ser un sector económicamente poderoso, fuerte, pujante, pero tenemos que dar el marco y el control para que eso se verifique, y dar confianza al inversionista”.

Por lo tanto, si queremos desarrollar este sector, es necesario que el gobierno promueva inversiones privadas rentables de largo plazo, además de reducir regulaciones engorrosas y disuasivas de su desarrollo.  

Es hora de que empecemos a desarrollar esta industria y que apuntemos a ser una potencia maderera. Como es el caso de la explotación de otros recursos naturales, este desarrollo permitiría múltiples encadenamientos con otros sectores, una gran demanda de empleo de calidad, mayores exportaciones y recursos fiscales. Lampadia