1

Entrevista con la Ministra de Educación alemana, Johanna Wanka

Muy interesante entrevista a la Ministra de Educación de Alemania. El video que adjuntamos está en español y dura 12 minutos.

La Ministra habla de los siguientes temas:

  • El mundo laboral del futuro.
  • La posible reestructuración total de la organización del trabajo en las próximas décadas, “quizá con mayor libertad”.
  • Alemania necesita mano de obra de otros países.
  • Hoy día los estudiantes de todo el mundo van principalmente a tres países: EEUU, el Reino Unido y Alemania.
  • “Para mí, el Muro de Berlín empezó a caerse el 9 de octubre de 1989, cuando el gobierno de Alemania Democrática prohibió las manifestaciones de los lunes en Leipzig y ese lunes asistió muchísima más gente”.

Ver el video publicado por Deutsche Welle Multimedia.

Fuente: Deutsche Welle (DW)

Link: https://www.youtube.com/watch?v=D_Q1sVwtWAo&feature=youtu.be

 




Las sucias mentiras de VW exigen un escarmiento ejemplar

Las sucias mentiras de VW exigen un escarmiento ejemplar

Alemania se ha convertido en uno de los países dominantes en Europa, ha criticado a Grecia y otras naciones deudoras sobre las virtudes del ahorro y últimamente ha desaprobado públicamente a los países que se resisten a recibir refugiados sirios. Su derecho a ser líder, basado en un relato de honradez y obediencia a las reglas, es mundialmente reconocido.

Esa es una de las principales razones por las que el escándalo Volkswagen ha sacudido dramáticamente al país. Más que una historia de estafas corporativas, la divulgación del engaño sistemático por parte de una de las empresas más emblemáticas de Alemania ha golpeado fuertemente la concepción de una nación ordenada y opacado su liderazgo moral. Pero, también afecta la imagen de las corporaciones globales y de la economía de mercado en su conjunto, así como del capitalismo.

La marca Volkswagen (VW), y específicamente el Volkswagen Beetle, fue un ícono de la reconstrucción de Alemania Occidental. El nombre ‘Volks Wagen’ se debe a que en los años 1930 surgió en Alemania el proyecto de construir un automóvil que fuese accesible para un gran número de personas. Cuando Adolf Hitler se alza con el poder en 1933, decide poner en marcha un plan de fomento de la industria del automóvil con el objetivo de relanzar sus fábricas y hacerlas más competitivas frente a las inglesas y las francesas. De este modo se lanza un concurso a los empresarios para la concesión de la fabricación del denominado ‘automóvil del pueblo’ (Volks Wagen). Ferdinand Porsche fue el encargado de llevar a cabo el proyecto.

Ahora sería la tercera de las principales empresas alemanas que se ha visto implicada en escándalos de fraude. En los últimos años, Deutsche Bank (el mayor banco de inversiones en Europa) y Siemens, líder continental en ingeniería industrial, también han sido cuestionados por su dudosa ética. Recordemos que hasta hace pocos años las empresas alemanas podían descontar como gasto el pago de coimas en países emergentes. 

Lamentablemente, durante los últimos seis años, Volkswagen ha estado engañando deliberadamente en las pruebas de emisiones para sus autos diesel. Las computadoras de los autos fueron capaces de detectar cuando estaban siendo probados y alterar temporalmente la forma en que sus motores funcionaban de manera que aparentaban ser mucho más limpios de lo que realmente eran. Cuando no estaban siendo probados, emitían hasta 40 veces más contaminantes que el límite teórico. El CEO de VW, Martin Winterkorn, renunció (como era de esperarse) y la empresa ya ha revelado que hasta 11 millones de vehículos en todo el mundo tienen este software trafoso, lo cual los está llevando a enfrentarse a un inmenso retiro de sus autos del mercado, enormes multas y aún más demandas.

Peor aún, el gigante mundial de automóviles fue advertido hace al menos cuatro años que el software de las computadoras que manipulaba las emisiones de diesel era ilegal, pero la compañía no actuó y siguió usándolo.

La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés) ordenó a VW arreglar las fallas en los autos a sus expensas. El fabricante de automóviles alemán también se enfrenta a multas de hasta US$ 37,500 por vehículo, estimándose que pueda llegar a un total de más de US$ 18 mil millones. 

Las dimensiones de Volkswagen son tales que la empresa sola contribuye con alrededor de un 2.7% al PBI alemán y representa aproximadamente uno de cada cinco puestos de trabajo en el país. Además, según el Deutsche Bank, representó el 17.9% de las exportaciones alemanas el año pasado. Si cae VW, también lo haría hasta cierto punto la economía alemana. Sin embargo no es la única consecuencia. La buena reputación de la economía alemana en el mundo se debe en buena parte a la anterior imagen de VW. El escándalo podría amenazar la reputación de los productos “Made in Germany”.

“El daño que algunas personas han causado a la empresa y sus trabajadores es enorme”, dijo Sigmar Gabriel, vicecanciller y ministro de Economía de Alemania.

Sin embargo, el daño causado por esta empresa va más allá de merecer una simple multa. Al ser una empresa tan bien reputada y hasta considerada “too big to fail”, debería tomarse como ejemplo no solo para cambiar el sistema de evaluación de emisiones, sino para mejorar tanto la transparencia como la supervisión en el mundo del software. Ojalá este escándalo no opaque el rol de las empresas privadas en el mundo, el cual es maximizar su valor en el mercado, pero de manera honesta, limpia y duradera en el largo plazo.

El grupo VW ha perdido casi un tercio de su valor en el mercado de valores en la última semana, pero sería aún más justo si los hombres personalmente responsables de estos delitos sufrieran una pérdida igual. No basta sólo la renuncia del CEO, sino de toda la plana directiva y responsables del caso, además de multas individuales.

El fraude sistemático por el mayor fabricante de automóviles del mundo amenaza con hundir a toda la industria y, posiblemente, darle nueva forma, dice The Economist en su publicación del pasado 26 de setiembre.

Lamentablemente, una empresa tan prestigiosa ha caído en la ambición de ser la primera empresa automotriz del mundo y ha descuidado la base de su prestigio.

En nuestra opinión hay que salvar el prestigio de las corporaciones globales y de la economía de mercado. Es presumible que las ventas de VW vayan cuerda abajo y afecten severamente a la empresa. Quién sabe si sería mejor liquidar la empresa vendiendo sus valiosos activos a otras empresas más serias, antes de que el mercado les quite valor. Después de todo, hay que jusgar con mayor rigor a quienes tienen mayor prestigio y capacidades para comportarse bien. La industria y Alemania deben dar el mayor escarmiento posible, asumiendo el costo, que por más grande que pueda ser, generaría una mejor base al desarrollo del mercado. Lampadia

Líneas abajo damos más información del escándalo de Volkswagen de la publicada de The Economist:  “Un negocio sucio – El escándalo de Volkswagen”. (Glosado y traducido por Lampadia).

“Herbie, un escarabajo de Volkswagen con mente propia en una serie de películas de Disney en la década de 1960, tuvo varias desventuras. Pero las cosas tenían una manera de acabar con un final feliz, tanto para el carro como para sus pasajeros. Los intentos más recientes de la automotriz alemana para dar sus vehículos el don del pensamiento han dirigido las cosas en una dirección totalmente sombría. El uso de software oculto para engañar a los reguladores estadounidenses que miden las emisiones de los vehículos de motor diesel ha sumido a VW en una crisis. Y a medida que el escándalo lleva a nuevas investigaciones, parece probable que saldrá a la luz una gama más amplia de afirmaciones sobre emisiones y la eficiencia del combustible. Esto podría ser un duro golpe para la industria, uno que podría ser lo suficientemente grande como para darle una nueva forma”.

El daño a VW, la mayor automotriz del mundo, es catastrófico. Las acciones de la compañía se han derrumbado en un tercio desde este escándalo (ver gráfico 1). Se enfrenta a miles de millones de dólares en multas y otras sanciones pecuniarias. Innumerables demandas estarán volando en su dirección a su sede en Wolfsburg. Su estrategia para el mercado americano está en ruinas; su reputación está por los suelos. Su jefe, Martin Winterkorn, quien en 2009, cuando el software engañoso “derrota” hizo su primera aparición, también fue directamente responsable de la I + D de la empresa, ha renunciado el 23 de septiembre”.

El país de origen de la empresa está en shock. La Ministra del Medio Ambiente de Alemania, Barbara Hendricks, habló por muchos cuando declaró estar “más que asombrada” -aunque los “Greens”, un partido de oposición, dicen que en su respuesta a una pregunta parlamentaria a principios de este año, el gobierno admitió saber que la manipulación de los datos de emisiones era técnicamente posible. Mezclado con esto está la vergüenza de que, al igual que con los escándalos sobre la FIFA y la Copa del Mundo, la responsabilidad de hacer cumplir las normas que los europeos están rompiendo está recayendo en los hombros de Estados Unidos”.

“(…) Los motores diesel utilizan el combustible de manera más eficiente que los motores con bujías y una mejor eficiencia reduce los gastos de los dos pilotos y las emisiones de dióxido de carbono. Esas ventajas han hecho que los europeos ahorrativos con gobiernos verdes prefieran los motores diesel; potenciando casi la mitad de los coches europeos (véase el gráfico 2)”.

“Desafortunadamente, los beneficios vienen con costos. La eficiencia de los coches diesel proviene de la quema de su combustible a una temperatura más alta y eso significa que convierten más nitrógeno en el aire que utilizan para transformarlo en varios óxidos de nitrógeno, conocidos colectivamente como los NOx. Estos no tienen efectos climáticos globales en la misma escala que los gases de dióxido de carbono, que es el gas de efecto invernadero más importante de larga duración. Pero tiene efectos locales mucho peores, generan smogs y dañan las plantas y pulmones. Para empeorar las cosas, las tecnologías catalíticas utilizadas para tratar el NOx emitido por los motores de gasolina no son muy adecuadas para ser utilizadas con motores diesel, forzando a los fabricantes de motores implementar alternativas más complejas y costosas. Eso no es un gran problema para los motores grandes, como los de camiones y barcos. Pero sí lo es para motores pequeños como los de los automóviles”.

El escándalo estalló el 18 de septiembre, cuando la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) reveló que varios VW y Audi con motor diesel tenían software que cambiaba la tecnología de control de los NOx sólo cuando los carros se enfrentaban a las altamente predecibles demandas vistas en condiciones de prueba. El límite de emisiones de NOx para una flota de coches es de 0.07 gramos por milla (0.04 g / km); en condiciones normales los coches emitían 40 veces por encima del límite. La EPA ordenó a VW retirar alrededor de medio millón de automóviles en Estados Unidos para arreglar el software. El 22 de septiembre la compañía admitió que en 11m vehículos en todo el mundo existe una “desviación notable” entre las emisiones de NOx que se observan en las pruebas oficiales y las que se encuentran en uso en el mundo real”.

“Pero las multas no son las únicas pérdidas involucradas. Innumerables demandas colectivas de los automovilistas agraviados llegarán a la velocidad de un Porsche con turbocompresor. El 22 de septiembre VW anunció una provisión de € 6,500 millones  (US$ 7,300 millones) para cubrir los costos del escándalo, pero es probable que les quede corto. En ese punto, el valor de la compañía había caído € 26 mil millones”.

El daño financiero podría ir más allá. Oculto dentro de la firma alemana existe una gran operación de finanzas que brinda préstamos a los compradores de automóviles y a los concesionarios y también toma depósitos, actuando como un banco. (…) el antiguo brazo financiero de General Motors, GMAC, tuvo que ser rescatado en 2009.

¿Por qué VW tomar el riesgo de hacer trampa, dada la devastación que ha seguido? Parece que hay tres partes en la explicación. El primero es un deseo abrumador para el tamaño. La compañía ha estado obsesionada con superar a Toyota y convertirse en la empresa automotriz más grande del mundo, a pesar de la baja utilidad de sus productos de alto volumen (coches que llevan la insignia de VW representan el 60% de las ventas, pero el margen de beneficio en ellos es sólo el 2%). Esto requiere que la empresa aumente su pequeña participación en el mercado americano, el más grande después de China (véase el gráfico 3). Fabricar más de los SUVs que los estadounidenses codician fue una estrategia obvia. Lograr que se interesen en los motores diesel de bajo consumo que vende VW en otros lugares fue otra. De una manera modesta estaban teniendo éxito; aunque los autos con diesel representan sólo el 1% del mercado estadounidense, el año pasado VW tenía la mitad de esa delgada rebanada”.

“Al parecer algunas personas en VW pensaron que podían salirse con la suya. Y esto nos lleva a la tercera parte de la explicación: una gran parte de su razón para creer esto habría sido que los fabricantes de automóviles, en particular los europeos, están acostumbrados a salirse con las suyas en mucho de estos asuntos. Su engaño es un secreto a voces dentro de la industria; sin embargo, tras un nuevo escrutinio después de las revelaciones de NOx, parece probable que lo convertirán en un escándalo abierto al mundo en general. Esto puede ser una razón por la cual los competidores de VW también están viendo caer los precios de sus acciones. Sus crímenes pueden ser particulares, pero no son la única empresa fabricante de automóviles que se encuentra muy por debajo del rendimiento exigido por los reguladores”.

La Unión Europea (UE) no es tan exigente en materia de NOx como los estadounidenses. Se concentra más en la eficiencia del combustible y las emisiones de dióxido de carbono, en los cuales sus normas son las más altas del mundo. El problema es que estos exigentes límites no se cumplen cuando los vehículos están en camino. (Ver gráfico 4).

Es posible que algunas empresas estén utilizando trucos de software para hacer trampa en los exámenes europeos sobre la eficiencia del combustible. Pero, como argumenta Nick Molden de Emisión Analytics, una firma de consultoría en Gran Bretaña, el régimen de pruebas europeo es tan anticuado y fácil de burlar que los fabricantes no tienen que esforzarse a ser sutiles”.

Lo peor de todo, sin embargo, es que una vez que esta farsa da una afirmación en cuanto a la eficiencia del auto, nadie comprueba si es cierto o no. En Estados Unidos, también, los fabricantes de automóviles son responsables de sus propias pruebas. Pero allí, la EPA adquiere vehículos al azar para probarlos en una fecha posterior, para ver si los autos a la venta al público se encuentran a la altura de las indicaciones. Si los números no coinciden, se pueden otorgar multas sustanciales.

“Si los motores diesel no cumplen, entonces los fabricantes de automóviles tendrán que girar fuertemente hacia los híbridos y los pequeños pero muy eficientes motores de gasolina. Todo esto en un momento en que, según Mary Barra, jefe de GM, la fabricación de automóviles ya enfrenta más cambios en los últimos cinco a diez años que en el medio siglo anterior. Además de cumplir con los objetivos ambientales y ser pioneros de un nuevo híbrido totalmente eléctrico, las automotrices tendrán que invertir mucho en el uso de Internet para hacer sus máquinas más inteligentes y prepararlas para la llegada de la conducción autónoma. La inversión necesaria será monumental y algunos seguramente no serán capaces de soportarlo”.

Mientras tanto la feroz competitividad sólo va a volverse más intensa, ya que los no-fabricantes de automóviles con mucho dinero, como Google y Apple, entran a la industria. Una respuesta es la consolidación para abordar el exceso de capacidad. Las grandes fusiones en general han demostrado ser desastrosas en la industria, pero también lo han sido los diversos intentos para convertirse en el número uno por otros medios. Fue una devoción al tamaño por encima de todas las cosas lo que llevó a la Toyota al devastador brote de defectos de calidad a finales del decenio de 2000, y la misma ambición ha jugado su papel en la caída de VW. Si el escándalo de las emisiones tiene ninguna virtud, puede ser en obligar a remodelar la industria, que se necesita urgentemente”. L

 




Señales de vida en la zona euro

Señales de vida en la zona euro

Por Nouriel Roubini, Project Syndicate, 31 de marzo 2015

Traducido por Lampadia

Los últimos datos económicos de la zona euro sugieren que su recuperación puede estar a la vista. ¿Qué la está impulsando? ¿A qué obstáculos se enfrenta? ¿Y qué se puede hacer para sostenerla?

Las causas inmediatas de la recuperación no son difíciles de discernir. El año pasado, la eurozona estaba al borde de una recesión del tipo de una doble caída (W). Cuando  recientemente entró técnicamente en deflación, finalmente, el Banco Central Europeo (BCE) soltó un programa de flexibilización agresivo y puso en marcha una combinación de flexibilización cuantitativa (quantitative easing), que incluye la compra de bonos soberanos y tasas de interés negativas.

El impacto financiero no se hizo esperar: en previsión a la flexibilización monetaria, y después de su inicio, el euro cayó con fuerza, los rendimientos de los bonos en el núcleo de la eurozona y la periferia cayeron a niveles muy bajos, y los mercados de valores comenzaron a subir con firmeza. Esto, unido a la fuerte caída de los precios del petróleo, logró impulsar el esperado  crecimiento económico.

También están contribuyendo otros factores. La flexibilización del crédito del BCE está subsidiando de manera efectiva los préstamos bancarios. El freno producido por la  austeridad fiscal será menor este año, dada la mayor indulgencia de la Comisión Europea. El inicio de una unión bancaria también ayuda; tras las últimas pruebas de resistencia y calidad de los activos, los bancos tienen mayor liquidez y más capital para prestar al sector privado.

Como resultado de estos factores, el crecimiento de la zona se está reanudando, y la renta variable ha superado recientemente a la de EEUU. El debilitamiento del euro y las medidas agresivas del BCE pueden incluso detener la presión deflacionaria hacia finales de este año.

Sin embargo, una recuperación más robusta y sostenida aún enfrenta muchos desafíos. Para empezar, los riesgos políticos podrían descarrilar el progreso. Grecia, esperamos, permanecerá en la zona euro. Pero las difíciles negociaciones entre el gobierno liderado por Syriza y la “troika” (el BCE, la Comisión Europea y el FMI) podrían causar un accidente involuntario – lo llaman un “Grexident” – si no se llega a un acuerdo sobre la refinanciación de dicho país en las próximas semanas.

Por otra parte, Podemos, un partido de izquierda del mismo molde de Syriza, podría llegar al poder en España. Partidos populistas anti-euro de derecha e izquierda están desafiando al primer ministro italiano Matteo Renzi. Y Marine Le Pen, del partido ultraderechista Frente Nacional, ya figura adelante en los sondeos pre-electorales para las presidenciales francesas de 2017.

La creación de empleo y un lento aumento de ingresos pueden seguir alimentando la reacción populista contra la austeridad y las reformas. Incluso el BCE estima que la tasa de desempleo de la zona euro seguirá siendo un 9.9% en 2017 – muy por encima de la media de 7.2% pre- crisis financiera mundial hace siete años [largamente por encima del nivel de desempleo en EEUU]. La austeridad y la fatiga de las reformas en la periferia de la eurozona han sido igualadas por el cansancio de los rescates en el núcleo europeo, permitiendo el apoyo a una serie de partidos anti-euro en Alemania, los Países Bajos y Finlandia.

Un segundo obstáculo para la recuperación sostenida es la mala vecindad de la zona euro. Rusia está cada vez más firme y agresiva en Ucrania, los países bálticos, y hasta los Balcanes (mientras que las sanciones contra Rusia han herido a muchas economías europeas). A la vuelta de la esquina, el Medio Oriente arde en llamas: los recientes ataques terroristas en París y Copenhague, y en contra de los turistas extranjeros en Túnez, le recuerdan a Europa que cientos de yihadistas locales podrían regresar de los combates en Siria, Irak, o en otro lugar y lanzar nuevos ataques.

En tercer lugar, mientras que las políticas del BCE mantienen los costos de endeudamiento más bajos, la deuda privada y pública en los países de la periferia, como proporción del PBI, es alta y seguirá creciendo, porque el denominador del ratio de deuda – PBI nominal – apenas está en aumento. Por lo tanto, la sostenibilidad de la deuda seguirá siendo un problema de mediano plazo.

Cuarto, la política fiscal sigue siendo contractiva, porque Alemania sigue rechazando al creciente coro de consejos para que debería emprenda estímulos de corto plazo. Por lo tanto, un mayor gasto alemán no compensaría el impacto de la austeridad adicional en la periferia o el importante déficit esperado para el plan de inversión de € 300 mil millones (US$ 325 mil millones) en un período de tres años presentado por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

Quinto, las reformas estructurales aún se están produciendo a un ritmo muy lento, frenando el potencial crecimiento. Mientras que las reformas estructurales son necesarias, algunas medidas – por ejemplo, la liberalización del mercado laboral y reparaciones de pensiones – pueden aumentar la tasa de ahorro de la zona euro y por lo tanto debilitar aún más la demanda agregada (como ocurrió en Alemania después de sus reformas estructurales hace una década).

Por último, la unión monetaria de Europa sigue siendo incompleta. Su viabilidad a largo plazo requiere del desarrollo de una completa unión bancaria, unión fiscal, unión económica y, con el tiempo, unión política. Pero el proceso de mayor integración europea se ha estancado.

Si la tasa de desempleo sigue siendo muy elevada a finales de 2016, la inflación anual se mantiene muy por debajo del 2% del objetivo del BCE, y las políticas fiscales y las reformas estructurales ejercen un lastre a corto plazo sobre el crecimiento económico, se tendría que continuar con la flexibilización cuantitativa. Pero la continua debilidad del euro – alimentado por estas políticas – sigue incentivando el crecimiento del superávit de cuenta corriente de la zona euro.

De hecho, mientras se debilita el euro, las cuentas externas de los países de la periferia han oscilado de déficit a equilibrio y, cada vez más, a los excedentes. Alemania y el núcleo de la eurozona ya acumulaban grandes excedentes; y en ausencia de políticas para impulsar la demanda interna, esos excedentes simplemente han aumentado aún más. Por lo tanto, la política monetaria del BCE tendrá que asumir a un elenco de vecinos cada vez más empobrecidos, lo que creará tensiones en el comercio y con el tipo de cambio con los Estados Unidos y otros socios comerciales.

Para evitar este resultado, Alemania debe adoptar políticas – de estímulo fiscal, un mayor gasto en infraestructura e inversión pública y un aumento más rápido de los salarios, los cuales  impulsarían el gasto interno y reducirían el superávit externo del país. A menos que, y hasta que, Alemania se mueva en esta dirección, nadie debería apostar por una recuperación más sólida y sostenida de la zona euro.




El Banco Central Europeo reacciona para evitar la deflación

El Banco Central Europeo reacciona para evitar la deflación

En un esfuerzo, largamente demorado, para evitar que la economía europea ya deprimida cayera en un espiral deflacionario, el Banco Central Europeo (BCE) ha anunciado un plan de rescate de 1,100 mil billones de euros, o aproximadamente 1,300 mil billones de dólares en programas de flexibilización cuantitativa (QE, quantitative easing, por sus siglas en inglés). Un programa de esta naturaleza ha venido siendo reclamado, con insistencia, por especialistas como Martin Wolf del Financial Times.

La flexibilización cuantitativa es una forma poco convencional de la política monetaria en la que el  banco central crea nuevo dinero electrónicamente para comprar activos financieros, como los bonos del gobierno y de entidades financieras. Este aumento en la demanda por papeles por parte del banco central hace que el precio de los activos financieros aumente, lo que se traduce en una caída de las tasas de interés. A su vez, el menor costo de endeudamiento estimula el gasto de las empresas y las familias, lo que ayuda a sacar a la economía de una recesión. El  programa del BCE tiene como objetivo aumentar el gasto del sector privado en la economía y llevar la inflación al objetivo de 2%.

El mayor riesgo de esta medida es una eventual disparada de la inflación. Sin embargo, actualmente Europa se enfrenta el problema inverso: la deflación (más peligrosa y difícil de combatir que la inflación). El mes pasado, los precios en la zona euro fueron 0.2% más bajos que hace un año, lejos de la meta de inflación. Esto se debió, en parte, a la fuerte caída de los precios de energía, pero la tendencia ya se había expresado antes. Europa está  atrapada en una recesión con síntomas de deflación, una trampa parecida a la sufrida por Japón durante los últimos 25 años.

El QE fue utilizado por la FED (Reserva Federal Americana) en noviembre de 2008 con el objetivo  de salvar a la mayor economía del mundo de la paralización del sistema crediticio y de las  profundidades de una crisis financiera parecida a la del “crack del 29”. A pesar de grandes dudas académicas, la economía de Estados Unidos ha ido mejorando de manera constante, y la FED ha ido reduciendo gradualmente su programa de compra de activos desde US$ 85 mil millones mensuales, primero a US$ 15 mil millones al mes y ahora a cero, desde octubre 2014. Un programa que duró cinco años y terminó bajo la dirección de Janet Yellen (sucesora del ahora legendario Ben Bernanke). Manteniendo el compromiso de no dejar subir las tasas de interés por “un tiempo considerable”.

La flexibilización cuantitativa, junto con bajas tasas de interés, ha liberado capital y crédito en los EEUU, y ha alentado un aumento constante por el apetito de riesgo, ayudando al alza de los precios de las acciones. En el proceso, el balance de la FED ha crecido enormemente, desde unos US$ 870,000 mil millones en agosto 2007 a US$ 4,500 mil billones de hoy (4.5 trillones americanos).

La consiguiente recuperación de la economía de EEUU, ha llevado el desempleo a niveles de 5.6%, cerca del pleno empleo, mientras que en varias economías europeas, supera largamente el 25%, con niveles de desempleo juvenil insoportables (España 51% y Francia 50%). El último trimestre el crecimiento americano llegó a 5% y se prevé un crecimiento de 3.6% para este año por el FMI, que califica como “el continuo apoyo de una política monetaria acomodaticia, a pesar del aumento gradual previsto de las tasas de interés.” [“Continued support from an accommodative monetary policy stance, despite the projected gradual rise in interest rates”.]

La mayor crítica al BCE es que ha esperado demasiado, permitiendo que la deflación avance. También se señala que las bajas tasas de interés en Europa, incluso con los 60 mil millones de euros en compras mensuales de bonos por parte del BCE, ya no pueden seguir disminuyendo. Teniendo en cuenta estos problemas, algunos analistas creen que incluso un QE infinito ya no tendría mucho impacto. Larry Summers, ex secretario del Tesoro de EEUU, señaló en el World Economic Forum que “es un error suponer que el QE es una panacea en Europa, o que será suficiente”.

Alemania es el país que ha criticado estas medidas con más fuerza. “La decisión de compra de bonos del BCE corre el riesgo de disuadir a los gobiernos de la zona euro de [la necesidad de] tomar medidas para restablecer la competitividad de sus países”, afirma el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble. “Algunas personas podrían malinterpretar que no tienen que hacer lo que deben que hacer los gobiernos, los parlamentos, y así sucesivamente. Implementar una reforma estructural es siempre una tarea política difícil”. Hasta ahora, el manejo monetario europeo ha sido muy influenciado por Alemania. Pero no nos olvidemos que en la “infalible” Alemania, en setiembre 2008, su ministro de finanzas declaró un domingo por la noche que “esta es una crisis americana, que ellos la resuelvan”. Para que, solo cuatro días después, el ministro alemán Peer Steinbrück tuviera que anunciar el inicio de un programa de salvataje al banco hipotecario Hypo Real Estate alemán que superó los 50,000 millones de euros.

Los mayores miedos de Alemania vienen de su fobia a la inflación y al temor de tener que sostener el euro si el programa falla. Muchos ciudadanos alemanes culpan al BCE por las bajas tasas de interés de sus ahorros, temiendo la reducción de sus fondos pensionarios.

Uno de los mayores problemas de la eurozona es que nunca debió establecerse el Euro sin condiciones previas fundamentales, como la convergencia de las políticas fiscales de sus miembros y un sistema bancario con regulaciones uniformes.

Este es un problema estructural, que ahora, es muy difícil de afrontar. La flexibilización cuantitativa puede salvar a Europa de un espiral deflacionario, pero las reformas estructurales son esenciales para asegurar una prosperidad sostenible de la zona euro.

“Los países de la eurozona tienen que aprovechar esta oportunidad ahora para hacer las reformas estructurales, para poner sus finanzas públicas en orden, para hacer los cambios que van a atraer a las empresas y la inversión de todo el mundo a Europa”, afirma George Osborne, Ministro de Finanzas Británico.

Por su lado Christine Lagarde, Director Gerente del FMI, dijo que la política monetaria debe ser apoyada por “acciones integrales y políticas oportunas en otras áreas”, además de “reformas estructurales para impulsar el potencial de crecimiento y garantizar un amplio apoyo político para las políticas de gestión de la demanda”.

La crisis europea ya ha tenido una primera víctima política en Grecia, que seguramente tendrá que dejar el Euro. Ha alterado los balances políticos en España y ha desatado reacciones extremistas en Francia y Alemania. Esto es muy peligroso para la humanidad. Sobre todo ahora que hay que enfrentar la violencia extrema de ISIS, Putin y Boko Haram.

Le deseamos la mayor suerte al QE europeo. Lampadia




A 50 años de su partida, extrañamos a Churchill

A 50 años de su partida, extrañamos a Churchill

Este año se conmemoran 50 años de la muerte de Winston Churchill (1874-1965) y 75 de que asumiera el cargo que lo inmortalizara: el de Primer Ministro de la Gran Bretaña asediada por los Nazis (1939-1945). A pesar, de que Churchill es identificado como profundamente británico, él se definía a sí mismo como “an English-Speaking union” (una unión de anglo parlantes, pero que también puede significar un sindicato anglófono), debido a que era hijo del Lord Randolph Churchill y la millonaria norteamericana Jennie Jerome. Sus orígenes, su formación, sus experiencias vitales y su trayectoria profesional de alguna u otra manera lo fueron preparando para ser el hombre providencial que guiara a su nación (y al mundo), en uno de los momentos más excepcionales de la historia de la humanidad: la Segunda Guerra Mundial. Parafraseándolo, se podría decir que “nunca en el campo del conflicto humano, tanta gente le debió tanto a una sola persona” (la cita original es “a tan pocos” y está referida a la heroica actuación de los pilotos de la Real Fuerza Aérea en la batalla de Inglaterra). 

Como a todos los niños de su posición fue enviado a estudiar a un internado, el prestigioso colegio de Harrow, en dónde fue profundamente infeliz. Odiaba los estudios y se destacó como un rebelde, pero estupendo ensayista y el mejor esgrimista de su clase. Luego ingresó,  tras tres intentos, al Royal Military College de Sandhurst. Allí se hizo oficial de caballería y fue enviado al Virreinato de la India. Se hizo de fama como corresponsal de guerra, cubriendo la independencia cubana (1895), y las campañas británicas en la India (1897), el Sudán (1898) y Sudáfrica durante la Guerra de los Boer (1899). A los 26 años escribía para varios diarios y era autor de cinco libros dedicados a sus experiencias. Esta tarea lo ayudó a reflexionar y profundizar sobre el difícil arte de la guerra y el papel del Imperio Británico en el mundo.

Luego de escapar de los Boer en Sudáfrica, ingresó a la Cámara de los Comunes. Así empezó una carrera política que duraría 60 años. Pronto destacó como un filudo polemista, por su inteligencia y don de mando. Ocupó distintos cargos hasta que llegó a ser Lord del Almirantazgo. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Churchill promovió la utilización de tanques para romper la guerra en las trincheras, pero su iniciativa de abrir el frente de los Dardanelos terminó en un desastre, lo que le valió el apodo del “carnicero de Galípoli”. A manera de redención, renunció a sus cargos políticos y decidió servir en el frente como comandante del 6° Batallón de Fusileros Escoses. Llevando a la práctica una de sus frases célebres “el éxito no es definitivo, el fracaso no es fatídico. Lo que cuenta es el valor para continuar”, al poco tiempo volvióal Gobierno.

Alejado de los cargos políticos importantes en la década de los 30 fue uno de los pocos que se alarmó con el ascenso de Hitler en Alemania. Fue uno de los primeros en advertir de la carrera armamentista de los nazis y las ambiciones expansionistas de los fascistas italianos de Mussolini. Solicitó reforzar la armada y el ejército, pero nadie le hizo caso. Pronto los temores de Churchill se hicieron realidad con los desplazamientos de tropas alemanas que anexaron Austria. La poca firmeza de Francia y de Inglaterra ante este suceso, desencadenarían la guerra. Chamberlain, el primer ministro británico, viaja a conversar con y Hitler y propone la política de “appeasement” (apaciguamiento), falla de liderazgo a la que en Lampadia hemos llamado el “síndrome de Chamberlain”. Fue entonces, que Churchill reprochó a Chamberlain con su célebre premonición: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra… elegisteis el deshonor y tendréis la guerra”.

Meses después, Hitler invadiría Polonia y a Inglaterra y Francia no les quedaría otro remedio que declarar la guerra.  Fue entonces, en medio de la desesperación por el rápido avance de los alemanes que tomaron Noruega, Suecia, Bélgica y rompieron las líneas francesas que Chamberlain se ve obligado a renunciar.  El Rey, entonces, convoca a Churchill para que forme un nuevo gobierno. Desde entonces Churchill se erigió en el líder de una nación asediada por una de las maquinarias militares mejor preparadas de la historia y en uno de los mejores líderes de la humanidad. Su acumen, su capacidad de mando, su tesón, su fe inquebrantable en la victoria y su ejemplo salvaron al imperio y al mundo en su hora más difícil. 

El 13 de mayo de 1940, en la Casa de los Comunes, Churchill pronunció su famosa frase:

“I have nothing to offer but blood, toil, tears and sweat.” (Solo tengo para ofrecerles sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor).

Entendió que sin el concurso de la URSS y de los Estados Unidos no podrían vencer y estrechó  alianzas con ambos. Cuando la victoria final estuvo cerca, empezó a delinear el mundo de la postguerra en una serie de encuentros con Roosevelt y Stalin. Esperaba preservar el papel del imperio británico, pero solo pudo contemplar como emergían dos nuevas potencias. Rápidamente, en 1946, como lo hiciera con el nazismo, advirtió el peligro que representaba para la democracia mundial el comunismo soviético: “Desde Stettin en el Báltico hasta Trieste en el Adriático, una cortina de acero ha descendido a través del continente. Detrás de esa cortina están las capitales de la Europa Central y Oriental tales como Varsovia, Berlín, Praga, Viena, Budapest, Belgrado, Bucarest y Sofía. Todas estas ciudades y las poblaciones alrededor de ellas han caído bajo la esfera de la Unión Soviética”.

Posteriormente, en el momento cumbre de su carrera, solo meses después de la rendición de Alemania, Churchill perdió el cargo de primer ministro. El pueblo inglés en una decisión que aún se presta a múltiples análisis no lo reeligió. Entonces, al viejo bulldog, como le llamaban no le quedó otra cosa que aceptar los hechos, pero volvería a ser Primer Ministro de 1951 a 1955, tratando de evitar el desmembramiento del Imperio, pero ya estábamos en otro mundo.

En su vida recibió múltiples reconocimientos, entre los que destacan, “Ciudadano Honorario de EEUU” y el Premio Nobel de Literatura de 1953. Murió en 1965. Se organizó un gran funeral de Estado en su honor y líderes de todo el mundo llegaron a rendirle honores a uno de los hombres más brillantes de la historia. La democracia y el bienestar que hoy gozamos no serían los mismos sin Churchill.

Sobre la democracia y socialismo nos dejó unos asertos que mantienen toda su vigencia:

“La democracia es la peor forma de gobierno, excepto por todas las demás”.

“El socialismo es una filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia, y el evangelio de la envidia, su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”.

Líderes como él son los que se necesitan en este mundo, que transita en lo que ya se ha calificado como una suerte de guerra mundial de baja intensidad. Lampadia




Reminiscencias noventeras

Reminiscencias noventeras

En el 2015, la economía mundial mostrará preocupantes similitudes con lo vivido a fines de la década de 1990.

The Economist

(Gestión, 23 de Diciembre del 2014)

Crisis financiera en Rusia, precios del petróleo a la baja y un dólar fuerte, un nuevo boom en Silicon Valley y una resurgente economía estadounidense, debilidad en Alemania y Japón, divisas tambaleantes en los mercados emergentes, un demócrata en problemas en la Casa Blanca. ¿Es esta una proyección del mundo para el 2015 o un retrato de fines de los noventa?

La reciente historia económica ha estado tan dominada por la contracción del crédito del 2008-09 que es fácil olvidar lo que sucedió en las décadas previas. Pero mirar lo que sucedió hace quince años es instructivo, en términos de lo que hay que hacer y lo que se debe evitar.

Así como entonces, ahora Estados Unidos se halla a la vanguardia de una revolución digital y, en 1999, su PBI crecía más de 4% al año, casi el doble del promedio de los países avanzados, y el desempleo cayó a 4%, el nivel más bajo en 30 años. Los inversionistas extranjeros hacían cola, impulsando tanto el dólar como los precios de las acciones.

El optimismo sobre este país contrastaba con el pesimismo en el resto de la economía global, igual que hoy. La economía de Japón entró en deflación en 1997 y en Alemania, sus empresas sufrían estancadas por un rígido mercado laboral y otros costos. Los mercados emergentes estaban en crisis: entre 1997 y 1999, desde Tailandia hasta Brasil, las monedas colapsaron, mientras el capital extranjero huía y las deudas en dólares se volvían impagables.

A la larga, Estados Unidos también acusó problemas, pues la burbuja de las “dotcom” estalló y causó una caída bursátil generalizada, así como una retirada de la inversión privada, particularmente en tecnología. Para principios del 2001, ya estaba en recesión (aunque una moderada), junto con la mayoría de economías desarrolladas. Es inevitable que los paralelos no sean perfectos. La principal diferencia es China, que en 1999 era un actor pequeño, pero hoy es la segunda economía más grande del mundo.

Son tres las tendencias que desestabilizaron la economía global en esa época y que podrían hacerlo de nuevo. La primera es la brecha entre Estados Unidos, donde el crecimiento se está acelerando, y el resto, donde se está ralentizando. En ese entonces se advirtió que la economía mundial volaba “con un solo motor” y, para el 2015, el panel de expertos de The Economist proyecta un 3% de expansión en Estados Unidos y de 1.1% para Japón y la eurozona. En China, la tasa podría reducirse a 7%.

El segundo paralelo preocupante es la pésima perspectiva de las otras dos grandes economías avanzadas. El crecimiento de Alemania se ha derrumbado a alrededor de 1% y existe una profunda perturbación causada por años de escasa inversión y un gobierno demasiado obsesionado por sus metas fiscales y temeroso de continuar con sus reformas estructurales. Por su parte, Japón ha repetido el error que cometió en 1997: destruyó su escape de la estagnación con un incremento prematuro del impuesto a las ventas. El tercero es el peligro en los mercados emergentes. A fines de los noventa, fueron los tipos de cambio fijos y la excesiva deuda pública externa; ahora el cambio es flotante y las deudas son más bajas, pero existen muchas señales preocupantes, sobre todo en Rusia y otros exportadores de materias primas, especialmente en África.

En otros países, el peligro reside en el sector corporativo. Muchas empresas brasileñas están altamente endeudadas en dólares y una racha de incumplimientos podría ser menos espectacular que las crisis de deuda soberana de Asia hace década y media, aunque harían que los inversionistas se pongan nerviosos y empujen una subida del dólar.

Todo esto hace prever que el 2015 será escabroso. Los apostadores esperarán que un dólar al alza, emparejado con el adormecimiento de la eurozona y unas cuantas crisis en el mundo emergente causarán una nueva recesión en Estados Unidos. Pero por el lado optimista, hay que notar que los mercados bursátiles no se ven tan burbujeantes como antaño y aunque muchas empresas tecnológicas están invirtiendo de manera descontrolada, la mayoría presenta estados financieros decentes.

Además, el sistema financiero global se encuentra menos apalancado y, por tanto, menos vulnerable al contagio. En 1998, el incumplimiento del pago de la deuda rusa causó la caída del fondo de coberturas estadounidense LTCM. Hoy, tales efectos de repercusión son menos probables.

Si la economía mundial tambalea, restaurar la estabilidad será más difícil porque los gobiernos tienen menos espacio de maniobra. En 1999, la tasa de interés de la Reserva Federal era alrededor de 5%, lo que permitía recortarla cuando la economía se enfriaba, pero hoy las tasas en los países ricos están cercanas a 0%.

El escenario político también es distinto, y nada positivo. Entonces, la mayoría de habitantes en el mundo avanzado había recibido los frutos del boom: los salarios reales en Estados Unidos crecieron 7.7% en el periodo 1999-2000, pero desde el 2007, se han estancado, y han caído en Reino Unido y gran parte de la eurozona.

Hoy, los electores en esos países están enojados con sus gobiernos y lo muestran sus intenciones de voto por partidos de oposición. Si se les vuelve a sacudir el próximo año, su descontento se transformará en ira. La economía del 2015 puede lucir similar a la de fines de los noventa, pero probablemente la política será peor.




Desastre en cámara lenta

Desastre en cámara lenta

Por Paul Krugman

(Gestión, 03 de Diciembre del 2014)

Parece que al fin la economía estadounidense está saliendo del profundo hoyo en el que se sumió durante la crisis financiera global. Pero el otro epicentro de la debacle, Europa, no puede decir lo mismo. El desempleo en la eurozona está estancado a un nivel que casi duplica el de Estados Unidos, mientras que la inflación está muy por debajo de la meta oficial y la deflación se ha convertido en un riesgo rampante

Los inversionistas ya han tomado nota: las tasas de interés europeas se han desplomado. Entre ellas, los bonos de largo plazo alemanes, cuyo rendimiento es de apenas 0.7% anual. Esa es la clase de tasa que solíamos asociar con la deflación japonesa y, efectivamente, los mercados están señalando que esperan que Europa experimentará su propia década perdida.

¿Por qué está Europa en tan grave situación? La sabiduría convencional entre los encargados de la política económica europea dice que estamos ante el precio de la irresponsabilidad: Algunos gobiernos no se comportaron con la prudencia que una moneda común requiere, que eligieron aferrarse a doctrinas económicas fallidas.

Si me preguntan a mí (y a un buen número de otros economistas que han estado analizando en profundidad el tema), esta conclusión es esencialmente correcta, salvo por una cosa: se han equivocado en la identidad de los malos actores. Es que la mala conducta en el núcleo de este desastre en cámara lenta no viene de Grecia, Italia o Francia, sino de Alemania.

No niego que el Gobierno griego haya actuado irresponsablemente antes de la crisis o que Italia tenga un gran problema con su productividad estancada. Pero Grecia es un país pequeño cuyo desorden fiscal es único, mientras que los problemas de largo plazo de Italia no son la fuente de la corriente hacia la deflación que sufre el continente.

Si intentamos identificar a los países cuyas políticas económicas estuvieron bastante desalineadas antes de la crisis y que han dañado a Europa desde entonces, y que se rehúsan a aprender de la experiencia, todo apunta a que Alemania es el peor actor. En particular, consideremos la comparación con Francia.

Este país recibe mucha mala prensa, en especial a través de críticas a su supuesta pérdida de competitividad. Pero se está exagerando la realidad, pues nunca se sabrá por la prensa que su déficit comercial es pequeño. Claro que existe un problema y lo que habría que preguntarse es qué lo está causando.

¿La competitividad francesa ha sido erosionada por el excesivo aumento de costos y precios? Pues no. Desde que el euro entró en escena, en 1999, el deflactor del PBI francés (el precio promedio de los bienes y servicios producidos) ha crecido 1.7% anual, en tanto que los costos unitarios laborales lo han hecho en 1.9%.

Ambos números están en línea con la meta de inflación del Banco Central Europeo, que está ligeramente por debajo de 2%, y similar a lo ocurrido en Estados Unidos. Por su parte, Alemania está muy desalineada, pues el aumento de sus precios y sus costos laborales es de 1% y 0.5%, respectivamente.

Y no solo en Francia los costos están donde deberían estar. España vio que sus costos y precios crecieron durante la burbuja inmobiliaria, pero en estos momentos todo el exceso ha sido eliminado luego de años de doloroso desempleo y restricciones salariales. El aumento de los costos en Italia ha sido un poco elevado, pero no está tan desalineado hacia arriba como el de Alemania lo está hacia abajo.

En otras palabras, en la medida en que existe un problema de competitividad en Europa, este está siendo abrumadoramente causado por las políticas de “empobrecimiento del vecino” que ha venido aplicando Alemania, que en efecto están exportando deflación al resto del continente.

¿Y la deuda? ¿Acaso no es la Europa no alemana la que está pagando el precio de la pasada irresponsabilidad fiscal? En realidad, ese es el caso de Grecia y de nadie más. Y es especialmente erróneo en el caso de Francia, que no está enfrentando ninguna crisis fiscal y que puede obtener préstamos de largo plazo a una tasa de interés récord de menos de 1%, que apenas es ligeramente superior a la alemana.

Pese a ello, los encargados de la política económica europea parecen determinados a culpar a otros países y otras políticas por sus tribulaciones. Es verdad que la Comisión Europea (CE) tiene previsto un plan para estimular la economía con inversión pública —aunque los desembolsos son tan diminutos que el plan es casi una broma—. Entretanto, la CE está advirtiendo a Francia, que tiene los costos de endeudamiento más bajos de su historia, que podría recibir multas por no recortar lo suficiente su déficit presupuestario.

¿Y si se resuelve el problema de la demasiado pequeña inflación en Alemania? Una política monetaria muy agresiva podría lograrlo (aunque no contaría con ello), pero los funcionarios monetarios de este país están advirtiendo contra tales políticas porque podrían hacer que los deudores se salgan con la suya.

En suma, lo que estamos viendo es el poder inmensamente destructivo de las malas ideas. La culpa no es totalmente de Alemania —aunque es un jugador muy importante en Europa, solo es capaz de imponer políticas deflacionarias porque gran parte de la élite europea cree en la misma falsa narrativa—. Y uno tiene que preguntarse qué causará que la realidad termine por abrirse paso.




El día de la ira y la ilusión

El día de la ira y la ilusión

Por Carlos Alberto Montaner

(El Comercio, 09 de Noviembre del 2014)

Hace 25 años ocurrió el entierro simbólico del comunismo. Una esperanzada muchedumbre de alemanes corrió hacia el Muro de Berlín y lo demolió a martillazos. Era como si golpearan las cabezas de Marx, Lenin, Stalin, Honecker, Ceaucescu y el resto de los teóricos y tiranos responsables de la peor y más larga dictadura de cuantas ha padecido el género humano. Por aquellos años un libro riguroso pasó balance del experimento. Se tituló “El libro negro del comunismo”. Nuestra especie abonó los paraísos del proletariado con unos cien millones de cadáveres.

Era predecible. En la URSS, en 1989, fracasaban todos los esfuerzos de Gorbachov por rescatar el modelo marxista-leninista. En Hungría, un partido comunista, dirigido por Imre Pozsgay, un reformista decidido a liquidar el sistema, abría sus fronteras para que los alemanes de la RDA pasaran a Austria y de ahí a la fulgurante Alemania Federal, la libre. En Checoslovaquia, Vaclav Havel y un puñado de intelectuales valientes animaban el Foro Cívico como respuesta a la barbarie monocorde de Gustáv Husák. En junio, cinco meses antes del derribo del muro, los polacos habían participado en unas elecciones maquiavélicamente concebidas para arrinconar a Solidaridad, pero, liderados por Lech Walesa, la oposición democrática ganó 99 de los 100 escaños del Senado. El dictador Jaruzelski les tendió una trampa y acabó cayendo en ella.

¿Qué había pasado? El sistema comunista, finalmente, había sido derrotado. Los países que primero lo implementaron, y que primero lo cancelaron, eran empobrecidas dictaduras, crueles e ineficaces, que se retrasaban ostensiblemente con relación a Occidente en todos los órdenes de la convivencia. Ese dato era inocultable. Bastaba comparar las dos Alemanias, o a Austria con Hungría y Checoslovaquia, los restantes segmentos del Imperio Austrohúngaro, para confirmar la inmensa superioridad del modelo occidental basado en la libertad, el mercado, la existencia de propiedad privada y el respeto por los derechos humanos. El día y la noche.

El comunismo era un horror del que escapaba todo el que podía, mientras los que se quedaban ya no creían en la teoría marxista-leninista, aunque aplaudieran automáticamente las consignas impuestas por la jefatura. Por eso Boris Yeltsin pudo disolver el Partido Comunista de la Unión Soviética en 1991, con sus veinte millones de miembros, sin que se registrara una simple protesta. La realidad, no la CIA ni la OTAN, había derrotado esa bárbara y contraproducente manera de organizar la sociedad. Me lo dijo con cierta melancolía Alexander Yakovlev, el teórico de la perestroika, en su enorme despacho de Moscú, cuando le pregunté por qué se había hundido el comunismo: “Porque no se adaptaba a la naturaleza humana”. Exacto.

¿Y los chinos? Los chinos, más pragmáticos, se habían dado cuenta antes. Les bastó observar el ejemplo impetuoso y triunfador de Taiwán, Hong Kong y Singapur. Eran los mismos chinos con diferente collar. Mao había muerto en 1976 y la estructura de poder inmediatamente habilitó a Deng Xiaoping para que comenzara la evasión general del manicomio colectivista instaurado por el Gran Timonel, un psicópata cruel dispuesto a sacrificar millones de compatriotas para poner en práctica sus más delirantes caprichos. Cuando el muro berlinés fue derribado, los chinos llevaban una década cavando silenciosamente en busca de la puerta de escape hacia una incompleta prosperidad sin libertades.

¿Por qué no cayeron o se transformaron las dictaduras comunistas de Cuba y Corea del Norte? Porque estaban basadas en dinastías militares centralizadas que no permitían la menor desviación de la voz y la voluntad del caudillo. El Jefe controlaba totalmente el partido, el Parlamento, los jueces, militares y policías, más el 95% del miserable tejido económico, mientras mantenía firmemente las riendas de los medios de comunicación. El que se movía no salía en la foto. O salía preso, muerto o condenado al silencio. El aparato de poder era solo la correa de transmisión de los deseos del amado líder. No cabían las discrepancias y mucho menos las disidencias. Eran coros afinados dedicados a ahogar los gritos de la población.

Esta terquedad antihistórica ha tenido un altísimo costo. Cubanos y norcoreanos han perdido inútilmente un cuarto de siglo. Si las dos últimas tiranías comunistas hubieran iniciado a tiempo sus transiciones hacia la democracia, ya Cuba estaría en el pelotón de avanzada de América Latina, sin balseros, damas de blanco o presos políticos, y Corea del Norte sería otro de los tigres asiáticos. Lamentablemente, las familias de los Castro y la de los Kim optaron por mantenerse en el poder a cualquier costo. Los muros continuaban impasibles desafiando la razón y el signo de los tiempos.




Lo que faltaba… Alemania en crisis

Lo que faltaba… Alemania en crisis

En los últimos años, Alemania ha sido una excepción brillante a la debilidad económica de Europa. Ha sido el motor principal de la eurozona y el más resistente a las crisis, y además, considerado como el único posible salvador. Sin embargo, ahora que el crecimiento alemán ha tropezado, la zona del euro está a punto de caer nuevamente en recesión.

Se esperaba un sólido 2014 para Alemania, que representa casi el 30% del PBI de la zona del euro, ahora parece ser un año muy débil. El crecimiento del segundo trimestre cayó en 0.2%, el doble de lo previsto, lo que ha llevado alos economistas a reducir sus previsiones de crecimiento del año de un 1.8% a alrededor de 1.2%. Al ser el segundo trimestre con una contracción económica, técnicamente se podría decir que el país estaría entrando en una recesión (definida como dos trimestres consecutivos de contracción).

Durante muchos años, la economía alemana, orientada a la exportación de sus productos de alto valor, ha sido un modelo ha seguir para el resto de Europa. Además, algunos años antes de la crisis, flexibilizó sus regulaciones laborales, siguiendo el ejemplo de Suecia. Pero su aparente fortaleza ha ocultado vulnerabilidades a largo plazo que amenazan con eclipsar su potencial.

El principal motivo de la caída de su economía es el contexto mundial, que está afectando las exportaciones. Alemania es particularmente dependiente del comercio ya que sus exportaciones representan el 50% de su PBI. Se ha visto afectada por el lento crecimiento de los otros 17 países de la eurozona que adquieren el 40% de sus exportaciones. Igualmente, la desaceleración de China, que se lleva un 6% de sus exportaciones.

Otra causa de su estancamiento es la poca inversión privada. Esta se redujo de cerca de 21% en el 2000 a un poco más del 17 % en el 2013. Muchos economistas concluyen que las empresas están preocupadas por la falta de trabajadores calificados, el estado de la zona euro y los crecientes costos de energía. Dadas estas circunstancias, los inversionistas prefieren ahorrar esperando mejores tiempos.

El alto costo de electricidad, su dependencia de Rusia y el cierre de sus centrales nucleares es otro grave problema. Según la Agencia Internacional de Energía, los precios de la electricidad de la industria alemana se han triplicado desde el 2000, causando que las industrias intensivas en energía pierdan interés en Alemania para localizarsus negocios. Por ejemplo, la BMW ha migrado muchas de sus sedes manufactureras a los Estados Unidos, donde el costo es 80% menor.

El problema es que el dinero está siendo invertido en producción, educación e infraestructuras, que luego se convertirían en la base para la prosperidad futura, el progreso técnico y la creación de puestos de trabajo.

Según los cálculos del Instituto Alemán de Investigación Económica, el déficit de inversión entre 1999 y 2012 ascendió a alrededor de 3% del PBI, la más grande “brecha de inversión” de cualquier país europeo. Y si se comparan solo los años del 2010 al 2012, la brechaes aún más grande, de 3.7%. Según dicho instituto, sólo para mantener el status quo y lograr un crecimiento razonable, las empresas y el gobierno tendrían que invertir € 103 mil millones (US$ 133 mil millones) anuales adicionales a lo que se hace hoy.

En el nuevo libro, La Ilusión ‘Alemania’ (The Germany Illusion), de uno de los principales economistas del país, Marcel Fratzscher, se cuestiona al gobierno por negarse a invertir en infraestructuras y no fomentar la inversión privada y un sector de servicios moderno que daría mejores salarios y por lo tanto impulsaría un mayor gasto de los consumidores.

Como afirma The Economist, “un estímulo fiscal, centrado en la inversión en infraestructuras, dejaría al país más seguro en el corto plazo y con mayor capacidad de crecimiento a largo plazo. Sin romper las reglas fiscales del país.”

Cabe recordar que en la crisis financiera del 2009, lo que salvó a Alemania de un mayor impacto, fue su reforma laboral. Esta consistió principalmente en que las empresas alemanas puedan reducir la jornada de los trabajadores con mucha flexibilidad para adecuarla a la demanda productiva, y estos trabajadores ven compensada su reducción de salario con un subsidio público. Aunque este tipo de medidas tienen un costo para el Estado, ya que este tiene que correr con gastos que ahorra la empresa, el trabajador conserva su puesto y mantiene su poder adquisitivo, con lo que se evitó que la crisis se agrave destruyendo empleo.

Sin embargo, esta vez se necesitará más que esta reforma para enfrentar los problemas de Alemania, que no solo ha sido el director de orquesta del proceso de ordenamiento de Europa, sino la esperanza de que se anime a asumir una parte de los costos de la recuperación de la región. Los alemanes se han resistido fuertemente a hacerlo. Ahora esto será más difícil y por lo tanto, más lejana la recuperación de Europa. Malas noticias para la economía global. Lampadia




Lo que faltaba: Alemania

Lo que faltaba: Alemania

Por The Economist

(Gestión, 21 de Octubre del 2014)

Durante los últimos años Alemania ha sido una notable excepción a la debilidad económica de Europa. Pero, repentinamente, el “teflón teutón” se halla en problemas: su PBI cayó en el segundo trimestre del año y las noticias recientes pintan un escenario todavía más desalentador. Por ejemplo, la producción industrial y las exportaciones decrecieron en agosto.

El índice ZEW, elaborado por el Centro de Investigación Económica Europea (ZEW, por sus siglas en alemán) y que mide la confianza de los inversionistas, se ha desmoronado a su nivel más bajo en casi dos años. Y pudiera ser que la economía alemana esté en recesión.

Esta debilidad tiene a muchos fuera de Alemania profundamente consternados, pero dentro del país la reacción ha sido una estoica despreocupación. Incluso el Gobierno, que la semana pasada recortó sus proyecciones de crecimiento del PBI para este año de 1.8% a 1.2%, y de 2% a 1.3% para el 2015, se mostró contrario a cualquier cambio en su meta de equilibrar el presupuesto el próximo año.

“Una reducción en el crecimiento no es un cataclismo”, declaró Sigmar Gabriel, ministro de Asuntos Económicos y Energía, agregando que no existen “razones de política económica” para cambiar el rumbo.

Buena política, mala economía

Políticamente, esta posición tiene cierta lógica. La promesa de no incurrir en endeudamiento gubernamental en el 2015 estuvo en el centro de la campaña electoral de Angela Merkel. Mantenerse firme en los compromisos asumidos es bien visto por los electores alemanes, quienes consideran que los déficits son peligrosos, inefectivos y probablemente inmorales.

Sin embargo, económicamente, la lógica es endeble. Es riesgoso obsesionarse por un presupuesto equilibrado a puertas de una recesión, pues el estímulo fiscal, enfocado en la inversión en infraestructura haría que el país esté más seguro en el corto plazo y con la capacidad de crecer más rápido en el largo plazo. Además, no rompería las reglas fiscales del Gobierno.

Los políticos alemanes están convencidos de que el enfriamiento de su economía será modesto y temporal. Pero un vistazo a la economía mundial arroja muchas señales de peligro encendidas. Es que los precios de las acciones, las tasas de inflación y los rendimientos de los bonos están cayendo, el precio del petróleo está en descenso y China está batallando contra un problema de endeudamiento.

Todo esto podría fácilmente ser el presagio de un desplome económico feo y prolongado. De cara con esa posibilidad, un gobierno prudente debería preparar algunas defensas contracíclicas.

Una herramienta es flexibilizar la política monetaria. El Gobierno alemán debe respaldar el esquema de grandes compras de bonos del Banco Central Europeo y no liderar su oposición. Pero la principal herramienta que está a disposición de Merkel es la política fiscal. Si incrementa el gasto público el próximo año, el Gobierno podría amortiguar su economía ante cualquier debilidad externa.

Y enfocar dicho gasto en infraestructura podría impulsar las perspectivas de crecimiento de largo plazo de la economía alemana. Una década de ajustarse los cinturones ha dejado al país hambriento de una necesaria inversión. Es que desde el 2003, la inversión pública no ha crecido al mismo ritmo que la depreciación y, por tanto, no sorprende que los puentes estén resquebrajándose y los jardines de infantes estén superpoblados.

Esta austeridad daña la productividad alemana. Es una economía falsa, especialmente cuando el dinero está tan barato. Los rendimientos de los bonos se encuentran en un nivel bajo histórico de 0.72% y las tasas de interés de largo plazo, en términos reales, son negativas.

Haciendo una estimación conservadora, el gobierno de Merkel podría incrementar el gasto en infraestructura en alrededor de 0.7% del PBI en el 2015 y 0.5% del PBI en el 2016 sin que ello signifique romper las reglas que fijan los límites de endeudamiento público. Esos recursos deberían ser utilizados para acelerar los proyectos federales que están listos para el inicio de obras, que son muchos y van desde la reparación de puentes a la culminación de caminos; así como para ayudar a los estados y municipios que carecen de dinero en efectivo y que representan los dos tercios del gasto gubernamental en infraestructura.

Esta publicación —que piensa que las reglas de endeudamiento público son excesivamente rígidas— preferiría un plan más ambicioso, pero esto podría ser un comienzo. Alemania debe hacerlo ahora.




Sin flexibilidad laboral perdemos empleo y productividad

Sin flexibilidad laboral perdemos empleo y productividad

Hace unos años atrás, las encuestas indicaban que uno de los principales reclamos ciudadanos era el empleo. La gente pedía trabajo. Hoy, esta exigencia no aparece en las encuestas. ¿Por qué? Porque con el crecimiento económico el empleo ha aumentado. Incluso, hay regiones como Ica, por ejemplo, con pleno empleo. Y no mal remunerado, los ingresos se han incrementado en las últimas décadas. Ahora la discusión gira entorno a la informalidad.

Distintas circunstancias han puesto a la informalidad laboral en el centro del debate. La polémica sobre la obligatoriedad de los aportes de los independientes a los sistemas de pensiones, la necesidad de hacer más competitiva la economía ante la evidente desaceleración que viene sufriendo y así como la publicación de estudios sobre el empleo formal (Ministerio de Trabajo – MINTRA).

De acuerdo a un informe del MINTRA solo el 29,5% de las casi 16 millones de personas que conforman la PEA ocupada tiene un empleo formal. Es decir un 70% se halla en la  informalidad. Según Jorge Toyama: “El empleo formal se concentra en el Estado, en las empresas de 10 a más trabajadores y en los independientes con educación superior. El Estado comprende a 1,4 millones de trabajadores, la mediana y gran empresa (con más de 100 trabajadores) a 1,5 millones, la pequeña empresa a 1,6 millones, y los independientes a solo 260 mil personas. En total, hay 4,8 millones de trabajadores formales. El sector informal, siguiendo el estudio del MNTRA, comprendería a 11 millones de trabajadores. Este sector percibe bajos ingresos [en promedio], no accede a la formalidad y especialmente tiene escasa cobertura en seguridad social: solo el28% de los trabajadores tiene un aseguramiento contributivo (Essalud y EPS)”.

Las cifras son elocuentes. Muchos sugieren o señalan abierta y erradamente que esta situación es causada por el modelo económico, al que acusan de descuidar el empleo. Nada más falso, son justamente las regulaciones y la escasa flexibilidad laboral lo que alienta este indeseable fenómeno. El Perú es uno de los países con mayor rigidez en el mundo en contratación y despido de acuerdo al  World Economic Forum. Ocupamos el puesto 14 de 144 (donde el primero es el más rígido)

Otros indican que es un sobrecosto. En Lampadia, no creemos que las vacaciones y gratificaciones deban considerarse sobrecostos. Cuando se emplea a una personal se lo hace por un paquete anual. Allí no está el problema. Como se ha señalado líneas arriba los inconvenientes radican en los costos de despido, en el regreso de la estabilidad laboral que incluye reposiciones destructivas de la productividad y hasta de instituciones como la policía, que tiene que reponer a delincuentes separados de sus filas, por órdenes judiciales. Toyama indica que “en otro países no se entrega al trabajador un seguro de desempleo e indemnización al mismo tiempo”.

Para colmo de males en los últimos años, tanto el Tribunal Constitucional como el Poder Judicial han reinstaurado con sus sentencias la más estricta estabilidad laboral, obligando a las empresas y al Estado a reponer a trabajadores despedidos. Y esto no es todo. El cese colectivo por razones económicas es imposible. En los últimos 13 años, el Mintra no ha autorizado ninguna solicitud de este tipo. Por tal motivo, como señala el citado especialista, es menos oneroso y fácil liquidar una compañía que reducir la planilla. Un contrasentido que atenta contra las principales generadoras de empleo: las empresas privadas. A diario, firmas cierran las puertas agobiadas por las regulaciones laborales que imponen multas, moras y obligaciones estratosféricas que las llevan a la quiebra.

Apenas una empresa se formaliza, los fiscalizadores laborales se acercan, piden libros y ordenan cómo deben ser las planillas (montos y formas de pago), imponen multas por omisiones de los años previos a la formalización (un contrasentido), asfixiando financieramente a las empresas que no consiguen superar lo que Pedro Olaechea ha llamado “el valle de la muerte” (el imposible paso de micro y pequeña empresa a categorías de mayor tamaño y formalización). Por eso en el país no tenemos muchas empresas medianas.

Esta trampa anti desarrollo es algo similar a lo que ocurre en Francia, en el que el número maldito es el 50. Las empresas no contratan al empleado número 50. Se quedan con 49, porque de lo contrario desencadenan casi tres decenas de regulaciones laborales que elevan sus costos al punto de representar inmensas pérdidas.

El sueldo mínimo vital, también se consideraun factor limitante para la formalización. De acuerdo a un estudio de Macroconsult, el actual nivel de la Remuneración Mínima Vital es demasiado alto para la realidad de las micro y pequeñas empresas. Según este informe: “el 39% de los trabajadores informales del sector formal y un 63% de los trabajadores informales perciben menos del salario mínimo (S/. 750)”.

Tiene sentido, recientemente los suizos votaron en contra de que se fijara un salario mínimo en su país (su actual tasa de desempleo es de 3.3%). Prefirieron la libre negociación como es hoy. El estado del bienestar europeo con sus rigideces laborales explica en buena medida que en España el desempleo juvenil supere el 55% de los jóvenes en edad de trabajo. Alemania se salvó de esto, porque antes de la crisis  reformó su sistema flexibilizándolo.

En nuestro país, la formalidad es como un gueto inverso, hecho para que nadie entre. Además, la institucionalidad creada alrededor de nuestras regulaciones hace que, por ejemplo, los gremios sindicales terminen defendiendo el privilegio de minorías y evitando la protección del gran conjunto de trabajadores.

Está comprobado que la sobreregulación afecta el normal desenvolviendo de los mercados y el laboral no es una excepción. Por tanto es urgente realizar cambios que no sólo nos hagan más competitivos. Para ello, el gobierno debe crear una formalidad más accesible, explicar a empleadores y a la población los beneficios de un sistema más flexible y establecer procesos de transición no punitivos. Ojalá no tengamos que afrontar una crisis económica con rigidez laboral, como en España. Lampadia