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Presidente del Congreso pondera situación del proyecto sobre el SPP

Presidente del Congreso pondera situación del proyecto sobre el SPP

Según publicación del diario Gestión del 4 de marzo pasado, Luis Iberico, Presidente del Congreso, ponderó el proyecto que  permitiría el retiro de los fondos del Sistema Privado de Pensiones (SPP), con las siguientes expresiones, que habría dado a Radio Exitosa:

“Lo cierto es que los aportantes estamos sintiendo mucho abuso por parte de este sistema (privado de pensiones) actual y deben cambiarse muchas cosas”.

Pero agregó: “No creo que el Congreso se allane a las observaciones del Ejecutivo en el tema de las AFP, pero pueden haber dos alternativas: o se insiste, con lo cual la ley va tal como se aprobó y se requiere de una votación altamente calificada, o se busca puntos intermedios”.

“La Comisión de Economía ha dado la exhortación a que se trabajen estas observaciones enviadas por el Ejecutivo, ante las cuales creo que la posibilidad del allanamiento es prácticamente inexistente”.

Como se puede apreciar, el tema es muy delicado políticamente, pues los proponentes de la aprobación de la ley consideran que su carrera política estaría detrás del proyecto.

Por lo demás, sería más sensato que este tema, dada su naturaleza vinculada a impactos de muy largo plazo, sea contemplado por el próximo gobierno, alejados ya, del escenario electoral.

En Lampadia hemos planteado la necesidad de ampliar el diálogo y el análisis sobre las consecuencias de ir adelante con el proyecto, como también, contemplar alternativas que se ajusten de mejor manera a los intereses sociales de largo plazo de los peruanos.

Ver en Lampadia: Futuro de los jubilados en la picota

Nos parece que las declaraciones del Presidente del Congreso, muestran, de alguna manera, la tremenda responsabilidad de los líderes del Parlamento ante las eventuales consecuencias de insistir en la ley. Es evidente, que cuando se hagan visibles los daños de una norma precipitada como esta, la sociedad terminaría asignando su costo político a la dirigencia parlamentaria. Algo que ojalá no veamos en la foja de servicios de Iberico y su junta directiva.

Nada importante nos apura para que, en la práctica, se elimine el SPP. Calma, ponderación y responsabilidad. Lampadia  




Crisis: Ortodoxia y pragmatismo

Crisis: Ortodoxia y pragmatismo

Comentario de Lampadia

Excelente análisis de Joaquín Estefanía sobre el manejo de la crisis financiera del 2008 en EEEUU y Europa. Como explica Estefanía, EEUU fue consistente en la aplicación de políticas de soporte financiero a las entidades, financieras y no financieras, invirtiendo importantes recursos fiscales. Estos no solo han sido ya recuperados, inclusive han generado utilidades al tesoro norteamericano, han logrado una mejor salud del sistema financiero, mejores balances del sector privado en su conjunto y una sustancial reducción del desempleo, a niveles de, prácticamente, full empleo.

En cambio, Europa, con sus dificultades políticas de la unión no muy uniforme de varios países, con situaciones fiscales divergentes y las típicas dudas cartesianas de los europeos, nunca se avino a establecer y mantener un programa de apoyo financiero y productivo. Como consecuencia de esto, Europa se debate aún cerca de la recesión, agravada por el riesgo de la deflación, con altísimos niveles de desempleo y altas cargas fiscales.

Estefanía plantea que esta situación es una prueba palpable de la eficacia de una versus otra política monetaria y fiscal.

Los frutos de la adversidad

Por Joaquín Estefanía

(El País, 12 de Enero de 2015)

El permanente debate de política económica, que ha durado toda la Gran Recesión, entre los partidarios de ajustar las economías primero para que luego creciesen (los ortodoxos), y los que defendían que era imprescindible crecer antes para ajustar después (los pragmáticos), ya tiene un vencedor claro: EE UU, el representante más genuino de la segunda opción. Sus datos macroeconómicos (el crecimiento y, sobre todo, la creación de puestos de trabajo) avalan esa victoria con gran holgura.

Este debate no fue tal en los momentos más duros. Después de la quiebra de Lehman Brothers y de la implosión del sistema financiero en otoño de 2008, los líderes de los países más ricos del mundo (G-20) se reunieron en Washington (noviembre de 2008), Londres (abril 2009) y Pittsburg (septiembre de 2009) y convinieron que la única forma de evitar el pánico bancario y estimular una economía mundial mortecina era fomentar los rescates a las entidades en dificultades e inyectar dinero público en el sistema para crear empleo y para que la coyuntura no llegase a parecerse a la de la Gran Depresión de los años treinta (la forma en la que se entendió eso en España fue el epidérmico Plan E de Zapatero). A partir de junio de 2010 (cumbre de Toronto), las sensibilidades se modificaron: mientras una parte del mundo liderada por EE UU continuó con una política monetaria laxa y medidas de estímulo para que su economía continuase creciendo y detuviese el sufrimiento de un paro masivo, otra parte – Europa- cambió radicalmente su visión de las cosas, implantó el dogma de las políticas de austeridad autoritaria y del equilibrio presupuestario frente a cualquier otra prioridad.

El resultado de ambas opciones se ha hecho visible ahora. Los EE UU de Obama, que crecieron a un ritmo del 5% de su PIB en el tercer trimestre del año, ya ha recuperado todos los puestos de trabajo perdidos durante la crisis y terminaron el curso con una creación de empleo de casi tres millones de personas, lo que sitúa su tasa total de paro en el 5,6%, a punto de llegar al pleno empleo. Por el contrario, la Europa del euro, la de la señora Merkel, dobla la tasa de desempleo estadounidense (11,5%) en una coyuntura de estancamiento económico y deflación de sus precios. Esta media es, como casi todas, engañosa: mientras Alemania tiene un paro del 6,5%, el menor desde la unificación del país a principios de los años noventa, la Europa del Sur (Grecia, España y Portugal) se encuentra en porcentajes insufribles (25,7%, 23,9% y 13,4%, respectivamente). No es de extrañar que cuando le preguntaron a Matteo Renzi, primer ministro italiano, por las reformas españolas, respondiese: atrás, Satanás, “nuestro modelo es Alemania, no España”.

Mientras que aquí todavía se espera, inquietos por las presiones alemanas en contra, que el Banco Central Europeo anuncie en su reunión de dentro de 10 días el inicio de la expansión cuantitativa (la compra masiva y directa de bonos públicos de los países europeos con más dificultades), EE UU ya la abandonó el pasado mes de octubre después de 37 meses aplicándola, mientras mantiene el precio del dinero (tipos de interés) próximos a cero.

Una y otra parte del planeta tienen que observar con atención los riesgos geopolíticos existentes, que pueden limitar el comportamiento de sus economías: el precio y la especulación sobre el petróleo, el deterioro de los mercados de materias primas, el resultado de las elecciones griegas, y el frenazo de los países emergentes. Y dentro de estos últimos, la situación de Rusia. George Soros advertía hace unos días que Rusia es la mayor amenaza para la evolución económica del mundo ya que el colapso de los precios del petróleo se une al efecto de las sanciones económicas impuestas por la anexión de Crimea, por lo que “no sería sorprendente” el impago de la deuda rusa.

Un aspecto unifica los mercados laborales estadounidense y europeo: la baja calidad del empleo creado (temporal, parcial, sin garantías,…) y la devaluación salarial, principal causante, junto con el paro, del incremento exponencial de la desigualdad en esta época. La Gran Recesión se recordará por la distribución de la renta y la riqueza en sentido contrario al progreso. 




“No sé si Dilma es consciente del embudo histórico en el que estamos”

“No sé si Dilma es consciente del embudo histórico en el que estamos”

Entrevista a Fernando Henrique Cardoso. Expresidente de Brasil

Por Antonio Jiménez Barca/Carla Jiménez

(El País, 02 de Diciembre del 2014)

El expresidente brasileño Fernando Henrique Cardoso (Río de Janeiro, 1931) asiste como expectante espectador privilegiado al, según él, embudo histórico en el que se encuentra actualmente Brasil, a un mes de que Dilma Rousseff, del Partido de las Trabajadores (PT), comience su segundo mandato, sacudido por las crecientes acusaciones de corrupción que minan Petrobras, paralizado desde el punto de vista económico y con un nuevo ministro de Economía que prevé ajustes y ahorro para el año que viene. Fue uno de los fundadores del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), comandado por el senador Aécio Neves, perdedor por poco en las últimas elecciones. Para el sociólogo, diplomático y exministro de Hacienda, el origen último de todos estos problemas se encuentra en la fragmentación política que vive el país, con un congreso triturado en más de veinte partidos. Elegante, distinguido, amable y atento, recibe a EL PAÍS en el instituto de estudios sociales que lleva su nombre, una tarde de explosiva tormenta primaveral en São Paulo.

El nombramiento del nuevo ministro de Economía, Joaquim Levy preconiza un viraje económico de la presidenta. ¿Qué le parece?

Hay que entender el porqué de este cambio. La situación está muy difícil. Hubo casi una ruptura entre el Gobierno y los sectores empresariales. Ahora, Rousseff trata de recomponerlo, aunque los empresarios no se lo creen. Por otra parte, habrá que ver si el nuevo ministro disfruta de voz y de poder. El momento impone, sí o sí, algunas medidas de contención del gasto.

No hay alternativa…

No; La economía empezó a descarrilar hace mucho tiempo. La respuesta del Gobierno durante la crisis internacional fue la correcta. En aquel entonces era importante ampliar el crédito. Pero eso tiene un límite. Y ya hemos llegado. La mayoría tiene ya demasiadas deudas, así que el consumo ya no es suficiente como motor económico. Y el PIB no crece. Así que hay que hacer algo.

¿El qué?

Diría que nos acercamos a una etapa parecida a la que yo abordé cuando era ministro de Finanzas y todo estaba en desorden. Ahora todo camina también hacia el desorden. Pero hay un nudo político que desatar ¿Tendrá el Gobierno fuerza para poner en marcha esas medidas necesarias? El embrollo político es más delicado que el económico, porque el económico se sabe cómo hay que solucionarlo. Un país con veintitantos partidos en el Congreso y cuarenta ministerios esconde la receta del fracaso. Yo gobernaba básicamente con tres partidos. Los demás no contaban. Los nombramientos se daban en función de una agenda, los puestos claves no estaban en manos de los partidos. Y mi partido, el Partido de la Socialdemocracia Brasileña, no influía tanto como lo hace el PT en Dilma. Yo tenía más libertad para designar.

¿Ve a Rousseff muy presionada?

Mucho. Tiene un partido que exige un conjunto de alianzas con otros partidos muy amplio y no existe un consenso entre todos sobre lo que hay que hacer. Lo que le gusta al PT no es lo mismo que le gusta al PMDB y a los otros.

La misma Rousseff, la noche de las elecciones aludió a la proliferación de fuerzas como motor de avance…

Eso sería así si se dejara influir por los que perdieron. Y eso no se va a dar. ¿Qué pasó con las elecciones? Pues que quedó claro que hay dos Brasiles. Y no son el Brasil pobre y el Brasil rico (A Neves también le votaron los pobres. Nadie tiene 51 millones de votos sin los pobres. Nadie gana São Paulo sin los pobres), sino el Brasil más dependiente del Estado y el más independiente. No sólo los pobres, sino también los ricos, como las empresas que dependen del Gobierno… Muchos no son de derechas ni de izquierda, persiguen acercarse al aparato público para tener ventajas, son clientelistas. Y esos no están en un lado o en otro. Están con quien gane. Ahora, al lado del PT, no porque apoyen al PT, sino porque el PT controla el Estado. Si estuviésemos nosotros, nos apoyarían a nosotros. A Dilma le apoyó la población menos dinámica. Y si el desafío es el crecimiento económico, pues Rousseff depende de los que perdieron. Es una contradicción. ¿Cuál sería la diferencia si hubiera ganado Aécio Neves?. La situación seguiría la misma, mala, difícil, pero habría una diferencia: la esperanza.

Hay quien teme que un sector de los que votaron a Neves se radicalice.

La responsabilidad sería del PT y de Lula, que jugaron a eso de ricos contra pobres, y eso ha despertado ganas a algunos de sentirse muy de derechas y de pedir que vuelvan los militares.

¿Es peligroso ese movimiento?

No, no tienen reflejo en la vida política o parlamentaria. Hacen ruido pero no tienen poder. Aquí, en Brasil, muy pocos se reconocen de derechas.

¿Su partido, el PSDB, dónde se ubica?

Los criterios europeos de derechas e izquierdas no funcionan en Brasil. Cuando formamos el PSDB lo definimos como un partido democrático, con compromisos sociales (reforma agraria, salud, etc) pero que asumiera también que el mercado existe.

¿Esa sería la diferencia con el PT, lo del mercado?

Antes sí, ahora ya no tanto. El PT quiere ocupar el Estado. Y utilizar la palanca pública para impulsar la economía. El PSDB no considera eso tan importante. Prefiere servir de puente entre la sociedad y el Estado. Pero utilizando el esquema básico: No podemos aceptar eso que dice el PT de que ellos son el partido de los pobres y nosotros el de los ricos. Parte de ese estigma procede de que Lula viene de abajo y yo no. El PT salió de la izquierda, pasó por el centro-izquierda y ahora se acerca al centro. El PSDB fue empujado para el centro derecha, pero ahora está volviendo para el centro. ¿Quién creó más becas? Yo. ¿Quién hizo más reforma agraria? Yo. ¿Quién protegió más a los indígenas? Yo. Entonces, ¿por qué se nos llama de derechas? No tiene sentido. ¿Quién benefició más a los bancos? Lula. Lula no es de izquierdas.

¿No?

Nunca lo fue. Él mismo lo ha dicho. Conozco a Lula desde que era líder sindical. Él tenía horror a los partidos, era un líder sindicalista auténtico, independiente, veía el sindicato como su casa, el partido llegaría después. Siempre fue muy favorable a los intereses de la mayoría, como yo y como todos. Él es conservador, no quiebra las instituciones, no es Chávez, no hará nunca lo que hizo Chávez. Lula ni es antiamericano ni anticapitalista.

Así que Brasil nunca será Venezuela.

Nunca

Un empresario brasileño, Ricardo Semler, al respecto del escándalo de Petrobras, mantenía en un artículo reciente que en Brasil siempre se robó, y que ahora se roba menos. ¿Está de acuerdo?

Leí el artículo. No aportaba pruebas. En mi época de presidente puede que hubiera corrupción, de la que yo no me enteré. Pero la diferencia con el Petrobras de hoy es que hoy hay un sistema organizado en el que participan empresarios, directivos, altos cargos y agentes políticos, es una especie de mafia, donde rige la omertá, la ley del silencio, con la bendición del poder. Aunque ahora empezaron a hablar.

¿Cree que Lula y Rousseff lo sabían?

No tengo elementos para afirmarlo. Pero si Dilma Roussef lo supo, trató de frenarlo. Ahora bien, todo esto de Petrobras va a explotar, porque la justicia ya ha entrado, y puede que salgan volando muchos partidos.

¿Cómo va a terminar todo esto?

Va a afectar a políticos. No sé si Dilma tiene noción del embudo histórico que estamos viviendo. Los volúmenes de dinero son enormes. Sólo hay que fijarse en que un arrepentido está dispuesto a devolver 100 millones de dólares… ¿De qué volumen estamos hablando? ¿De mil millones? Este proceso va a ser largo.

Hace unos años se veía en el extranjero a Brasil como el país del futuro. Ahora, con la economía parada y el escándalo de Petrobras, nos da la impresión de vivir en un lugar diferente.

Es que es así. Los que mandaron en este país cuando crecía no supieron hacerlo bien. La semilla estaba ahí. Pero el PT no lo hizo bien porque no quiso. El PT es una organización burocrática que necesita dinero. Y hay mucha gente que obtenía dinero de corruptelas para el partido. Era una especie de visión política, un resabio de otras épocas, por así decir, revolucionarias: de aquello de que todo vale porque es para la revolución. Así, todo vale mientras vaya para el partido. Por otro lado: yo hice ajustes. Pero la renta per capita no cayó. Los hice sin que el pueblo pagara el coste. Ahora será difícil que el pueblo no pague ese ajuste que se avecina. Pero soy optimista. El país tiene instituciones que funcionan. El mismo PT es importante para el país.

Cuando ella fue reelegida dijo que sería la presidenta de Brasil y no del PT.

Fue un paso. Pero el PT es muy complicado. Y nunca se sabe muy bien dónde está Lula. Él no es una persona que tenga convicciones. Es alguien que ve su oportunidad y sabe sacarle provecho. Pero el momento pide convicciones.