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¿Lima sin Agua?

Por: Abraham Levy
Perú21, 3 de Diciembre del 2022

Tarde o temprano una sequía severa nos obligará como en 2004 a racionar el agua.

Katia Ochoa, vocera de Sedapal, declaró que Lima (y el Callao) podrían quedar sin agua (en realidad con poca agua) si no mejoran las lluvias. De hecho, estamos en este momento con unos 100 millones de metros cúbicos de agua almacenada (de un parque de reservorios de unos 285 millones) y seguimos descargando pues no llueve. De hecho, si no empezamos a recargar en diciembre, no hay forma de llenar los embalses en verano.

Aunque podemos vivir sin un llenado pleno, necesitaríamos que las lluvias desde enero sean aceptables para empezar a recargar mientras las precipitaciones que caen en la cuenca abastecen a la población.

Como ya lo indicamos más de una vez en este diario, no hemos construido ningún otro reservorio para la capital desde la inauguración de Yuracmayo hace casi 30 años. Es muy reducida nuestra oferta y creciente nuestra demanda.

El reservorio del sistema Huascacocha, que puede aliviar la demanda de Lima y Callao, sigue sin operar –varios años- por los problemas derivados de una mala asociación pública-privada. Otro asunto sin atención…

Tarde o temprano una sequía severa nos obligará como en 2004 a racionar el agua. Si las lluvias no mejoran radicalmente y pronto, ese sería el caso.

Sedapal requiere una atención seria de las autoridades.




Ica: ¿falta de agua o falta de gestión?

Ica: ¿falta de agua o falta de gestión?

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 15 de octubre de 2021
Para Lampadia

Una vez más, la envidia y la mediocridad están al acecho de la agricultura empresarial en nuestro país. Una vez más – de manera perversa – se están alineando los tres astros premonitores del mal: la ignorancia, la envidia y el rencor. Una vez más, el populismo, la demagogia y la politiquería barata pretenden malograr la exitosísima historia de progreso económico y bienestar social de nuestra agricultura exportadora.

La agricultura empresarial iqueña es un éxito ampliamente reconocido y comentado a nivel mundial, excepto para ciertos políticos nacionales, incluidos algunos periodistas, académicos y dirigentes sociales que por cuestiones ideológicas – y sicológicas – jamás valorarán los logros alcanzados en las estupendas plantaciones frutícolas y hortícolas de Ica.

Ese es el caso del Ministerio de Cultura que acaba de difundir un video donde se pretende culpar a nuestra agricultura exportadora de la falta de agua potable en las ciudades y centros poblados de Ica. ¿Qué tiene que ver el Ministerio de Cultura con el agro o con el agua potable? Ciertamente, nada… pero igual mete su cuchara en el tema.

En dicho video, la socióloga María Teresa Oré – profesora y miembro del Consejo Directivo en la Maestría de Recursos Hídricos de la Pontificia Universidad Católica del Perú – sostiene que la escasez de agua potable para la población iqueña se debe a que las empresas agrícolas se la llevan toda [¡Hay PUCP!].

La pregunta es:

  • ¿acaso no es sabido que el suministro de agua potable está a cargo de las Entidades Prestadoras de Servicios de Saneamiento (EPS´s), de propiedad de las municipalidades provinciales?
  • ¿Y que – a nivel rural – el agua potable está a cargo de las Juntas Administradoras de Servicios de Saneamiento (JASS), manejadas por los municipios distritales?

Más bien, lo que se debería reconocer en dicho video es que ese esquema – el de las empresas municipales de agua potable – fracasó. La mayoría de EPS´s y JASS´s están quebradas financieramente. La corrupción y el clientelismo político las quebró. Yo puedo dar fe de ello. Las EPS´s y JASS´s de la Región Ica son – casi todas – antros de corrupción e inoperancia. Por eso los iqueños no tienen agua potable en sus viviendas.

Dejémonos de hipocresías. La institucionalidad del agua para uso domiciliario tiene que cambiar. La salud de los iqueños está en juego. Una entidad pública autónoma, especializada, y meritocrática – tipo Banco Central de Reserva (BCR) – que no dependa de los alcaldes de turno… eso es lo que se necesita. Los alcaldes cambian a cada rato. Y con ellos cambia – también – gran parte del personal de las EPS´s y JASS´s. Clientelismo político en su máxima expresión.

Repito… los iqueños no tienen agua potable en sus viviendas por culpa de sus autoridades municipales. Y lo mismo sucede en el resto del país. Los acuíferos de Ica tienen agua para atender a la población. Es falso que los acuíferos iqueños se hayan agotado. ¿Cuántas veces habré escuchado decir que “a la agricultura iqueña le quedan 5 años de vida”? ¿Cuántos “expertos” han repetido el cuento del apocalipsis hídrico de Ica? El problema para aquellos videntes de la muerte de la agricultura iqueña es que hace más de 20 años vienen profetizando al respecto, y la agricultura de Ica sigue creciendo y prosperando.

Lo que no dicen estos agoreros de desgracias hídricas es que – aparte de las recargas naturales e inducidas de los acuíferos – los ríos de Ica vierten al mar, todos los años en las temporadas de lluvias, cientos de millones de metros cúbicos de agua dulce. ¿Por qué no hacen algo para guardar parte de esas aguas sobrantes?

CONCLUSIÓN: Ica tiene agua. Agua para su población y agua para su agricultura. En Ica no hay falta de agua. Lo que falta en Ica – y en todo el país – es mejorar la gestión del agua. Lampadia




2021… un buen año de agua

2021… un buen año de agua

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Lima, 28 de mayo de 2021
Para Lampadia

El tema preferido de los agoreros del clima es la sequía. Hay quienes dicen que con el calentamiento global habrá escasez de agua para toda la humanidad. Para esos videntes de desdichas, la agricultura peruana está condenada a una sequía apocalíptica.

El problema es que luego de los anuncios agoreros, no solo no aparece la sequía, sino todo lo contrario; los ríos se cargan de bote a bote – inclusive algunos se desbordan – y los agricultores brindamos por ello.

A los hechos me remito. Todos fuimos testigos de la gran cantidad de agua que transcurrió por nuestros ríos – entre diciembre y abril pasados – camino al mar. Incluso, muchos no ven – seguramente por temas de soroche – la belleza de las lagunas altoandinas llenas, las pasturas de la Sierra verdes y frondosas, y el ganado sano y bien nutrido. Además ¡qué grato resulta medir la recuperación de los acuíferos subterráneos de la Costa, luego de meses de abundancia de aguas de avenida!

Ahora – acabada la temporada de lluvias – entramos al estiaje, y muchos se lamentarán por la escasez de agua. Pregunto: ¿qué hicieron esos quejumbrosos para retener parte de las abundantes aguas de lluvias que tuvieron frente a sus narices y que se perdieron en el mar? La respuesta es… nada.

Entonces, en vez de quejarse – más bien – hay que actuar como corresponde. Desde las cabezadas de nuestras cuencas – en hermandad entre la Costa y la Sierra, tal como lo hicimos entre Ica, Huancavelica y Ayacucho en el período 2015 / 2018 – hasta las desembocaduras de nuestros ríos en el mar, debemos llevar a cabo lo que se denomina la “Siembra y Cosecha de Agua”.

Arriba – donde más llueve – debemos construir muchos reservorios; pequeños, medianos, y grandes. No importa el tamaño, sino el volumen de agua almacenable por todos los reservorios en conjunto. De eso se trata; de guardar la mayor cantidad de aguas de lluvias posible, para disponer de ellas en los estiajes.

También debemos reforestar y revegetar todas las cabezadas y quebradas. La tala indiscriminada de los últimos años ha dejado a nuestros cerros pelados, lo cual – ante cualquier lluvia, por más pequeña que sea – deviene en mortíferos huaicos que arrasan con todo lo que encuentran en su camino. La vegetación compuesta de bosques y pastizales se constituiría así en una gigantesca esponja natural, que retendría el agua de lluvias, y evitaría la erosión de nuestras quebradas.

La agricultura de secano debe cederle el paso a la agricultura bajo riego. Y el riego en sí, debe tecnificarse a todo nivel. Hay que instalar aspersores de agua en las planicies y quebradas altoandinas, y riego por goteo en las partes medias y bajas de nuestros valles estupendos.

Los acuíferos deben manejarse sosteniblemente. En efecto, el subsuelo sirve muy bien para almacenar grandes cantidades de agua. En ese sentido, los acuíferos se rellenan naturalmente; a través flujos de aguas superficiales (ríos, acequias, surcos, etc.) y artificialmente; a través de procesos de infiltración inducida, tal como se está haciendo en Ica, con resultados muy favorables.

Pero el manejo eficiente del agua implica – también – acciones administrativas innovadoras, tales como tarifas diferenciadas, o lo que en su momento planteamos como “tomas libres”. ¿Qué significa eso? Pues que en épocas de abundancia – llámese, en las temporadas de lluvias, como la que acaba de pasar – casi no se debe cobrar por el agua. Y todas las compuertas deben abrirse para que el agua discurra libremente por todos los cauces y acequias.

En cambio, el agua regulada; aquella proveniente de reservorios y represas debe cobrarse a tarifas que cubran los costos de inversión y distribución del agua. De esa forma, promovemos la infiltración de las aguas de avenida, para – precisamente – recargar al máximo los acuíferos, y hacer uso de las aguas subterráneas en los estiajes. Y todo ello, sin afectar las finanzas de las Juntas de Usuarios

Dicho esto, no podría concluir este artículo sin dar gracias a Dios y a la madre naturaleza, simplemente porque después de un 2020 realmente seco, dispusieran que este año 2021… sea un buen año de agua.

La del estribo. ¡No al estatismo controlista e inoperante! ¡No al totalitarismo opresor y corrupto! ¡No al populismo demagógico! ¡No al marxismo – leninismo fracasado en todo el mundo! ¡No al terrorismo sanguinario y su aliado el narcotráfico! ¡No al candidato violentista que con su matonería – en el 2017 – amenazó y forzó a la bruta a los maestros y escolares de Ica para que no vayan a clases!

Este domingo ¡votemos por la democracia! ¡votemos por la libertad! ¡votemos por el Perú! Lampadia




¿Quién propicia las inequidades sociales?

¿Quién propicia las inequidades sociales?

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Lima, 7 de mayo de 2021
Para Lampadia

La gente deplora las inequidades sociales. En el fondo, deploran la injusticia. Yo también deploro la injusticia. En realidad, todos – excepto los corruptos – deploramos la injusticia en nuestro país. ¿Por qué unos tienen mucho, y otros no tienen nada?

¿Por qué algunos estudian en buenos colegios y universidades, mientras que otros no tienen ni para los útiles? ¿Por qué unos viven en casas con agua, luz, gas domiciliario, internet, parques y jardines, escuelas de alto nivel para sus hijos, hospitales de primera, seguridad en el vecindario, mientras que otros – 1´600,000 familias peruanas – viven hacinados en chozas de esteras, cartones y plásticos, sin agua, luz… nada?

¿Por qué tanta gente pobre ha muerto por falta de oxígeno, en plena pandemia? ¿Por qué más del 70% de los trabajadores peruanos no tienen empleo formal? ¿Por qué, por qué, por qué? ¿Por qué a unos les va bien, mientras que a otros les va pésimo? ¿Por qué tanta inequidad?

Obviamente, la gente tiene derecho protestar, indignarse, y formularse aquellas interrogantes. ¡Cómo no quejarse de tamaña injusticia! Sin embargo, la pregunta no debería ser tanto ¿por qué? sino ¿quién? ¿Quién propicia tales inequidades?

Pues resulta que las cuatro grandes carencias de la gente pobre en nuestro país son:

(1) Agua y Vivienda,

(2) Salud,

(3) Educación, y

(4) Seguridad y Justicia.

Precisamente, los cuatro servicios básicos que el Estado debería proveer a todos los peruanos.

Entonces, al pan, pan… y al vino, vino. El Estado es la madre del cordero. El Estado es el responsable de tantas inequidades. No obstante, ahí están – como si nada – los alcaldes y regidores corruptos propiciando invasiones de tierras, para luego lucrar descaradamente con la venta de esteras, agua en cisternas, y todo tipo de bienes y servicios, mientras la gente pobre vive abandonada, carente de los más elementales servicios públicos. Ahí están las empresas municipales de agua y saneamiento fallidas. Ahí están los gobernadores regionales corruptos – coimeros – con hospitales inacabados y / o sobrevaluados. Y los médicos de Estado que abandonan su trabajo – y a sus pacientes – para atender en clínicas privadas. ¿Por qué no hay quejas ante la descarada corrupción e inoperancia del Estado en los ámbitos regionales y municipales? ¿Por qué no admitimos con objetividad – y corregimos de raíz – el estrepitoso fracaso de la regionalización y municipalización de nuestro país?

Por ello ¡qué demagógico y politiquero resulta atribuir al modelo económico, a la Constitución, o – más absurdo aún – a las empresas privadas, las clamorosas injusticias e inequidades antes señaladas! ¡Qué mentes tan resentidas y acomplejadas las de los políticos, periodistas y académicos que pregonan semejante insensatez!

¡Vamos! Nuestro problema es el Estado.

  • Ciertamente, el Gobierno Central… presidentes, ministros y funcionarios sin valores, pero también – y sobre todo –
  • Gobiernos Regionales y Municipales, donde priman la corrupción, el clientelismo y la inoperancia.
  • El Congreso de la República, infiltrado por parlamentarios que defienden oscuros intereses.
  • El Poder Judicial indolente y corrupto, al igual que sus pares del Poder Ejecutivo y del Congreso.

Excepto – valgan verdades – unas cuantas instituciones estatales del ámbito económico nacional, como el Banco Central de Reservas, el Ministerio de Economía y Finanzas, entre otras; y funcionarios públicos honestos y serviciales que – admirablemente – siempre hay en las diversas dependencias estatales.

Seamos sinceros; el gran objetivo nacional debería ser combatir la corrupción y la inoperancia del Estado. Pero de verdad. No como aquellos que pregonan integridad, y resultan tan coimeros como todos. Vizcarra… por ejemplo. Reducir la elefantiásica burocracia administrativa del Estado, y reasignar dichos ahorros a mejorar las remuneraciones de los maestros, médicos, policías y jueces.

Para ello no hay que cambiar el Modelo Económico – y menos, la Constitución – como dicen muchos políticos demagogos y politiqueros. Lo que hay que cambiar es a quien propicia las inequidades sociales en nuestro país… el Estado. Lampadia




En política no hay casualidades

En política no hay casualidades

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

Como es costumbre en el Perú, siempre que acabamos unas elecciones, hacemos un análisis “post mortem”. En esta oportunidad, luego del “pitufeo” electoral, con los resultados ya conocidos, dando a Pedro Castillo, representante de un partido de izquierda radical, la primera minoría y a Keiko Fujimori, representante de una línea pro mercado, el segundo lugar, empezamos las indagaciones del ¿Qué pasó?

Ciertamente, cuando uno mira la historia económica del Perú de las últimas tres décadas, encontramos que sólo después de la victoria militar sobre las fuerzas terroristas de Sendero Luminoso y del MRTA y de poner en vigor la Constitución de 1993, el Perú se convirtió en un fenómeno exitoso en lo económico, reconocido a nivel mundial, que atrajo inversiones, redujo la pobreza, minimizó déficits fiscales, expandió sus mercados de exportación y volúmenes exportados, apoyado por los TLC con las principales economías del mundo.

Como ya ha sido explicado muchas veces, la recaudación fiscal creció de manera muy importante y siguiendo los mandatos de la regionalización, se transfirió recursos a estas regiones y municipalidades como nunca antes en la historia, montos que, de haber sido bien administrados, nos hubieran permitido cerrar todas las brechas de salud, educación, agua, alcantarillado y gozar de la seguridad debida.

Con todos los defectos que podemos reconocer del régimen de Alberto Fujimori, la izquierda no le perdonará jamás que les haya destruido su proyecto de vida, a quienes estaban encaramados en el aparato del Estado, forjado desde la existencia de SINAMOS del gobierno militar, cuna de esta burocracia de aires académicos y juego progresista. Fujimori les quitó a estos “intelectuales”, las prebendas alcanzadas en la élite de gobierno.  

Por su lado, la izquierda radical, tal como lo anunció Abimael Guzmán el día de su captura, al considerar, “que este era sólo un recodo en el camino”, entendió y asumió que no podían hacer nada más por la vía militar, por lo que decidió, que su revancha y toma del poder, se debía conducir en el plano social y se organizaron para ese propósito.

En esa línea y sabiendo que su proyecto no tiene plazos perentorios, actuaron en dos planos; el primero, la conquista de las mentes y corazones de la niñez y juventud. Para esto, se trazaron capturar la educación, primero a través, del SUTEP de Patria Roja, para luego, con el SUTE-CONARE, tratar de arrebatar el control y liderazgo de un sindicato militante, con más de 450,000 maestros afiliados, con el objetivo de adoctrinar a los niños de todo el país, especialmente de las áreas rurales, en el marxismo, leninismo, mariateguismo, hasta alcanzar una masa crítica de ciudadanos jóvenes, que les permita controlar diferentes “organizaciones de base”. Igualmente, en la educación universitaria, infiltrándose en la educación pública y en algunas universidades privadas, para desde esa plataforma, penetrar el aparato del gobierno central, regional y el sistema judicial, controlándolo (según Gral. Miyashiro tenemos cerca de 800 jueces de izquierda radical infiltrados, así como muchísimos fiscales).

Entretanto, hemos permitido destruir gradualmente, las bases de la institucionalidad política peruana. Hemos abierto la cancha para que no sean partidos nacionales, sino agrupaciones regionales y locales, quienes puedan competir y acceder a cargos públicos de elección. Lo dicho no tendría mayor repercusión, si no se tratara de “cacicazgos locales”, mayoritariamente financiados por actividades ilegales (narcotráfico, tala y minería ilegal, etc.), con gran actividad delictiva. Hemos permitido que, so pretexto de la descentralización y regionalización, esas autoridades y reparticiones públicas, escapen del control político del Congreso, Gobierno Central y Contraloría General de la República, lo que generó un altísimo y descontrolado nivel de corrupción. El sistema judicial, jueces y fiscales, también se ha debilitado, permitiendo el acceso y ascenso de personal no idóneo para estos fines.

La izquierda radical, aprovechando la pésima regionalización de Toledo y el trabajo de adoctrinamiento antes mencionado, llegó a los gobiernos regionales y municipales, vía elecciones, concentrando sus esfuerzos por controlar las regiones mineras, aquellas que usufructúan de mayores recursos provenientes del canon y regalías mineras. Desde aquí y sin perder el objetivo de alcanzar el poder, trabajaron en exacerbar las contradicciones. Es así cómo, los departamentos con mayor inversión minera y modernidad empresarial, que como consecuencia recibían mayores recursos, siendo gobernados por autoridades de izquierda, no ejecutaron sus presupuestos (se ha dejado de ejecutar 1/3 de sus presupuestos, esto es 1,800 millones de soles en promedio anual), no han priorizado las obras para solucionar las necesidades básicas de salud, educación, nutrición, agua, desagüe y además, son los departamentos con mayor número de proyectos paralizados. En política no hay casualidades y, aseguro, que han provocado, en salud, las brechas evidenciadas durante la pandemia. Pero como dato curioso, muchas de estas autoridades, que fueron debidamente elegidas, incluso reelectas, terminaron en cárcel por corrupción, pero jamás se oyó contra ellos una protesta de la población, por el incumplimiento de su rol.

Ahora, pasados los años, esta misma izquierda radical, específicamente el gobierno regional de Cerrón, que permitió, siendo médico, 64% de desnutrición infantil en Pasco, paralizó 36 proyectos, entre las que se cuentan; la construcción de cuatro hospitales y un colegio, no mejoró las facilidades y condiciones sanitarias de los colegios existentes, “denuncia” las grandes diferencias sociales entre Lima y las regiones, reclama que “el modelo económico” no funciona, por lo que debe ser cambiado, empezando por la Constitución, para, según su ideario y plan de gobierno, contar con;

  1. un Estado interventor, planificador y empresario.
  2. Estado redistribuidor de riqueza.
  3. Estado nacionalizador.
  4. “Estado que guíe su economía por la demanda interna”.

De la mano de una serie de contradicciones, falacias y mensajes de cliché, como que “no está en contra de la empresa privada”, pero dicen, que “la izquierda no renuncia a la riqueza, que ésta debe ser social, no individual ni grupal”. ¿Quién invierte, si no va a lograr un retorno adecuado? Reniegan del crecimiento económico de las últimas décadas, aquel que permitió reducir los niveles de pobreza a casi un tercio de lo que teníamos en el 2000.

En fin, quienes no han sido capaces de conducir siquiera un gobierno regional o no han querido hacerlo, ¿hoy pretenden gobernar un Estado empresario? Hablan de los contratos-ley sin saber qué significan, ni cuantas veces estos han sido violados por parte del Estado, hablan de tributación minera y mienten abiertamente o no saben que el Estado es socio al cerca de 50% de la renta y nos comparan con Ecuador y Bolivia, sin comprender que, durante la última década, en Bolivia se invirtió en minería e hidrocarburos, menos del 10% de lo invertido en nuestro país y que, Ecuador, no es un país minero.

Tal como hemos mencionado, hoy pasados los años, culpan a la Constitución del 93, que hizo funcionar la economía del país, a pesar de las múltiples formas en que la izquierda dificultó su marcha y no hacen ninguna autocrítica.

En pleno siglo XXI, después de tres décadas de la caída del Muro de Berlín, nos dicen que son Marxistas, Leninistas, Mariateguistas, que tienen como metas esenciales; disolver el TC, cambiar la Constitución, estatizar empresas, eliminar la libertad de expresión, expropiar a su antojo y que, si el Congreso lo impide, lo disuelven. Advierten, que no desean ganar el gobierno, como en Ecuador, Argentina, Bolivia o Brasil, sino que quieren “tomar el poder” y que este se toma para siempre, como en Cuba, Venezuela o Corea del Norte.

Dicho esto, hay algún despistado o mal intencionado, que nos quiere hacer creer que ésta es una opción democrática al estilo Mujica o Bachelet… ¿Nos han visto la cara? Lampadia




Tenemos agua (…) pero no tenemos agua (…)

Tenemos agua (…) pero no tenemos agua (…)

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Lima, 9 de abril de 2021
Para Lampadia

Tener agua, pero no tener agua… es un sinsentido. ¿Tienes o no tienes agua? Sanseacabó. Así decían los maestros de mi tiempo en el colegio cuando querían dar por terminado algunos asuntos.

A propósito de colegios, no sé por qué me ha venido a la memoria aquellos exámenes donde debíamos completar ciertas frases con palabras faltantes, las cuales debían consignarse en espacios marcados con puntos suspensivos. Tal como se muestra en el título de este artículo.

Bueno pues, el sinsentido en cuestión podría dejar de serlo – al menos, lingüísticamente – si completáramos la frase de la siguiente manera: Tenemos agua (en nuestros ríos) pero no tenemos agua (en nuestras viviendas). Así, la frase adquiere sentido.

Ahora bien, si fuéramos a Ica en estos días – por sólo citar mi destino más frecuentado – notaríamos que efectivamente tenemos cualquier cantidad de agua en nuestros ríos, pero no tenemos agua en nuestras viviendas. ¡Y eso que estamos en abril! El hecho es que desde diciembre pasado hemos botado cualquier cantidad de agua dulce al mar. ¡Decenas de millones de metros cúbicos!

La pregunta – al margen de lo lingüístico – debería ser: ¿tiene lógica que tengamos agua en nuestros ríos, pero que no tengamos agua en nuestras viviendas? Y la respuesta es NO… NO con mayúsculas. No tiene ninguna lógica que los iqueños – chinchanos, pisqueños, iqueños, palpeños y nasqueños – tengamos cualquier cantidad de agua en nuestros ríos – y en nuestros acuíferos – pero que no tengamos agua en nuestras viviendas.

Pues bien, eso que pasa en Ica, pasa en todo el Perú. Incluso, en ciudades como Iquitos, Pucallpa, Puerto Maldonado, Puno, y otras donde al agua dulce abunda en los ríos y lagos circundantes. Más aún, Lima Metropolitana – nuestra Ciudad Capital – también está metida en la colada. ¡Millones de peruanos – incluso limeños – no tienen agua en sus viviendas! Esa es la realidad… pura y dura.

Evidentemente, “algo” ha fallado en el tema del agua potable en nuestro país. Y ese “algo” tiene nombre y apellido. Su nombre es Empresas Prestadoras de Servicios de Saneamiento (EPS). Y se apellida Juntas Administradoras de Servicios de Saneamiento (JASS).

Ambas – EPS´s y JASS´s – son empresas municipales. Las EPS´s son empresas municipales provinciales, mientras que las JASS´s son empresas municipales distritales. El problema es que TODAS han resultado empresas fallidas. Ineficientes, inoperantes, obsoletas, insolventes, indolentes, clientelistas, corruptas… ¡qué más quieren que les diga!

De allí que resulte inexplicable cómo nuestro Estado no haya sido capaz de corregir un problema tan importante como el del agua potable para nuestra población. Agua potable universal y continua. Es decir, agua para todos… 24 horas al día… todos los días del año… agua potabilizada que se pueda beber sin problema… proveniente de la gran cantidad de agua dulce que tenemos a nuestro alrededor. ¿Qué Estado tan inoperante tenemos que no haya sido capaz de implementar una solución – técnicamente – tan sencilla?

CONCLUSIÓN: La politiquería es la madre del cordero. Las EPS´s y las JASS´s han devenido TODAS en antros de politiquería e inoperancia. Empresas especializadas en la materia deben asumir – previos concursos de méritos – la gestión de dichas empresas. Antes, hay que fusionar a muchas de ellas para lograr economías de escala y eficiencias operativas. Las tarifas de agua no tienen por qué subir. Al contrario, deberían bajar. Sobre todo, para la pobre gente que no tiene redes de agua en sus viviendas, y tiene que comprarla en cilindros.

Los candidatos no hablan del tema. La gestión del agua potable – y alcantarillado – se ha vuelto un tema tabú. Casi toda la prensa iqueña – y peruana – está a favor de mantener el Statu Quo. Es decir, que todo siga tal cual. No quieren tomar al toro por las astas. Siguen diciendo – y ofreciendo – que el Estado va a resolver el problema del agua potable. ¡Corrupción… pura corrupción! Eso es lo que hay detrás de todo este desmadre. ¡Oh diosa coima… cuánta gente ha enfermado – y muerto – por falta de agua potable en nuestro país!

Tenemos agua (en nuestros ríos), pero no tenemos agua (en nuestras viviendas). ¡Esa es la patética realidad! Lampadia




Tomas Libres… ¡ahora!

Tomas Libres… ¡ahora!

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 25 de diciembre de 2020
Para Lampadia

En esta época del año – como todos los años – nuestros ríos se cargan con mucha agua que baja de la Sierra. Tanto que por momentos – cuando ocurren las crecidas – éstos se tornan furiosos e incontrolables. En esta época del año la preocupación generalizada deja de ser la escasez de agua o la sequía, y pasa a ser la protección de parcelas y pueblos ribereños de inundaciones y desbordes de los ríos.

En esta época del año, la maquinaria pesada de todo el país debe entrar a tallar. Me refiero a tractores de oruga (bulldozers), cargadores frontales, volquetes, etc. Por lo demás, en momentos como este… la unión hace la fuerza. Gobierno Central, Fuerzas Armadas, INDECI, Gobiernos Regionales y Locales, empresas, trabajadores, voluntarios… todo el mundo debe poner el hombro.

En esta época del año, todos los ríos del país se comportarán como acabo de describir. Frente a ello, el Gobierno no se dará abasto para atender las emergencias con la debida efectividad y celeridad. Y menos con tantos ministros novatos como los que tenemos.

Los huaicos caerán en las partes medias y bajas de nuestras cuencas, y todas las vías de acceso a nuestros distritos andinos quedarán severamente afectadas, por lo que la transitabilidad de las mismas quedará muy restringida.

Más aún, el Gobierno Central – con todas sus limitaciones – estará con la cabeza puesta en el Norte. Concretamente en Tumbes, Piura y Lambayeque donde los desastres por desbordes e inundaciones suelen ser mucho mayores que en el Centro y Sur del país.

Ese es – más o menos – el pronóstico de la situación de nuestros ríos en esta época del año… mucha agua, mucho lodo, mucha furia, muchos desbordes, muchas inundaciones, muchos daños a nuestra infraestructura urbana y vial, y mucha inoperancia estatal.

¿Qué hacer para evitar los desbordes de los ríos? Pero también ¿cómo sacarle provecho a la abundancia de agua? Bueno pues, mi propuesta al respecto es… ¡Tomas Libres! O sea, levantar todas las compuertas y sacar la mayor cantidad de agua posible de los ríos. Claro que más efectivo sería construir miles de pequeños y medianos reservorios – y plantar miles de hectáreas de bosques – en las cabeceras de nuestras cuencas. Es decir, sembrar y cosechar agua arriba en la cordillera, tal como planteé en mi artículo de la semana pasada. Pero veamos el tema de las “Tomas Libres” que también sirven.

Efectivamente, ahora que nuestras ciudades están amenazadas por la gran cantidad de agua y lodo que traen nuestros ríos, debemos dar “Tomas Libres” para que todos los agricultores rieguen sus campos sin ninguna limitación. De esa forma matamos cuatro pájaros de un tiro:

(1) regamos nuestros cultivos,

(2) mejoramos nuestros suelos,

(3) infiltramos los acuíferos, y

(4) protegemos a nuestra población de posibles desbordes e inundaciones.

A este respecto, me parece bien que muchos parceleros iqueños – al escuchar mi propuesta – hayan exigido a sus correspondientes Juntas de Usuarios la aplicación de esta medida. Sin embargo, me parece mal que algunas Juntas se muestren renuentes a permitir las “Tomas Libres” que para cualquier persona pensante, resulta puro sentido común.

Es verdad que las Juntas de Usuarios deben cubrir íntegramente sus presupuestos anuales, para lo cual tienen que cobrar por el agua que distribuyen a los parceleros y agricultores, pero ¿por qué cobrar lo mismo por el agua regulada, que por el agua de avenida? ¡No tiene sentido!

El presupuesto anual debe recabarse de los usuarios de agua. Eso está claro. Pero el agua regulada… aquella que se almacena en reservorios artificiales, debe costar más que el agua de lluvias. Simplemente, porque el agua de lluvias es abundante, y la otra es escasa.

Pues bien, eso que parece lógico y simple, no lo es para algunos dirigentes de Juntas de Usuarios que se empecinan en negarle el agua de avenida a ciertos parceleros que pudieran estar atrasados en sus pagos de agua. Y no es que esté a favor del “perro muerto”. ¡Todo lo contrario! Simplemente estoy a favor de la sensatez y el pragmatismo.

El agua de lluvias – o de avenida – debe ser muy barata; inclusive gratuita. En cambio, el agua regulada debe costar lo que corresponda. Hay que infiltrar la mayor cantidad de agua posible a los acuíferos, para disponer de ella en los estiajes. Hay que sacarle la mayor cantidad de agua posible a nuestros ríos para mitigar el riesgo de inundación de nuestros pueblos. Esa es la lógica de la propuesta.

Tomas Libres… ¡ahora! Las Juntas de Usuarios tienen la palabra. Lampadia




En el nombre agua…

En el nombre agua…

Fernando Cillóniz B.
CIVICA.PE
Ica, 18 de diciembre de 2020
Para Lampadia

¡Llegó el agua nueva! La ansiada agua de avenida tardó… pero llegó. La pregunta es ¿acaso la situación no se repite año a año, desde que tenemos uso de razón?

La respuesta es sí; todos los años es la misma historia. Me refiero a la desesperada espera por el agua nueva. Todos los años, los agricultores de Ica – y de todo el Perú – aguardamos con impaciencia el inicio de la temporada de lluvias. Y la impaciencia es tal, que recurrentemente – tal como ocurrió muchas veces en el pasado – el Gobierno declara “oficialmente” la emergencia hídrica en el país… como si un decreto – que no es otra cosa que un papel con tinta – pudiera traer el agua que tanto necesitamos para nuestros cultivos. En fin…

El hecho es que ahora, con los ríos cargados – y superada la angustia de la espera del agua – pasaremos al segundo capítulo de la historia, cual es; la preocupación por los desbordes de ríos, o – lo que es peor – las inundaciones o huaicos. O sea, pasamos de un extremo a otro: de la sequía a las inundaciones.

Por ello, el desafío del agua es el siguiente: ¿qué hacer para tener agua en los estiajes? O mejor dicho ¿qué hacer para tener agua todo el año? ¿Y cómo hacer para tener control de la situación durante las avenidas? Y la respuesta es muy sencilla: reservorios, reservorios y más reservorios… tal como hicimos en Ica, durante el período 2015 – 2018, bajo el liderazgo de la Dirección Regional de Agricultura.

Efectivamente, en aquel entonces construimos muchos reservorios – pequeños y medianos – desde las nacientes de nuestras cuencas hasta las partes bajas de nuestros valles. Asimismo, sembramos muchas plantaciones forestales y cercamos muchos pastizales para retener el agua de lluvias, y evitar la erosión de nuestras quebradas. Esa es la mejor manera de solucionar la escasez de agua en los estiajes, y evitar los desbordes de ríos en las avenidas.

A ese respecto, debemos desterrar de nuestras mentes aquella idea de que sólo los grandes reservorios solucionarán nuestros problemas de escasez hídrica. Conste que no me opongo a los grandes reservorios… pero peor es nada. En todo caso, muchos pequeños y medianos reservorios – sumados – pueden almacenar tanta o más agua que pocos grandes reservorios. Por lo demás, los grandes reservorios son muy costosos, muy riesgosos, y – por lo visto – de larguísimo plazo. Incluso, algunos nunca se construyen.

Además, debemos trasvasar aguas sobrantes de cuencas que vierten al Atlántico, hacia cuencas deficitarias que vierten al Pacífico. Olmos… por ejemplo. Incluso, hay que trasvasar aguas sobrantes entre cuencas que vierten al Pacífico, como es el caso de Chavimochic en La Libertad. Para ello tenemos que establecer lo que hemos denominado “La Hermandad del Agua” entre la Costa y la Sierra.

¿En qué consiste la hermandad del agua?

(1) En dialogar con respeto y cordialidad con nuestros pares andinos.

(2) En crear los Consejos de Cuenca de manera equitativa. Es decir, con el mismo número de representantes de la Costa y de la Sierra.

(3) En compartir las aguas trasvasadas y almacenadas a lo largo de todas las cuencas… de arriba abajo.

(4) En mantener los ecosistemas naturales de nuestras cuencas; desde las nacientes hasta las desembocaduras. Y

(5) en establecer un Canon Hídrico – que provendría de los impuestos que pagan las empresas agrarias de la Costa – para financiar los reservorios y plantaciones forestales antes mencionadas.

Debemos infiltrar la mayor cantidad de agua posible durante las avenidas. Dar tomas libres en épocas de abundancia – levantar todas las compuertas – para que los agricultores rieguen sin ninguna limitación. Así rellenamos los acuíferos y guardamos agua para los estiajes. Incluso, debemos diferenciar las tarifas de agua según sean aguas de avenida o aguas reguladas. Las aguas de avenida deben costar poco… o nada, mientras que las aguas reguladas deben costar más. Cuidar cada gota de agua regulada… esa es la idea.

Además, debemos tecnificar el riego mediante aspersores y/o goteros para mejorar el uso del agua… sobre todo del agua regulada. Ciertamente, debemos explotar racionalmente los acuíferos mediante redes de pozos – ojalá, interconectados entre sí – para complementar las dotaciones de agua superficial, y poder regar todos los días del año.

He ahí la política que propongo respecto al agua para nuestra agricultura. Una política orientada a aumentar la disponibilidad de agua – todo el año – sobre todo para la pequeña agricultura. Una política de mejora de la productividad y competitividad del agro a través de un vasto programa de Siembra y Cosecha de Agua; y la tecnificación del riego en todo el país.

La idea es cambiar la historia de los últimos 50 años – o más – la cual podría sintetizarse así: muchos Ministros de Agricultura, muchos cambios de funcionarios, mucha politiquería, mucho floro, mucho gasto burocrático, muchas consultorías, muchos huaicos e inundaciones, mucha agua dulce perdida en el mar… y muy pocos reservorios. Lampadia




El fracaso estatal del agua

El fracaso estatal del agua

La Cuadratura del Círculo es un espacio producido por IIG – Infraestructura institucionalidad y Gestión, con la colaboración de Lampadia como media partner.

Presentamos el siguiente video sobre el fracaso estatal del agua.

Participa como invitado Milton Von Hesse, y con declaraciones Juan Luis Camere, consultor hídrico, y Benjamín Cillóniz, gerente general de Agrícola SAFCO, junto con Gonzalo Prialé y Fernando Cillóniz.

Milton von Hesse:

Tenemos que institucionalizar y despolitizar el manejo del agua. Hay que fortalecer la ANA, darle autonomía, que esté fuera de uno de los sectores usuarios del agua, y darle neutralidad y blindarla de las presiones políticas. Sacarla del ámbito del ministerio de Agricultura.

La ANA debería implementar el enfoque del manejo de cuenca. La cuenca debe ser la base de la gestión del agua y sobre ellas establecer los consejos de cuenca.

Debería reforzarse técnicamente, su personal debería estar al margen de las presiones políticas.

Fernando Cillóniz afirma que la autonomía de la ANA debes ser de los ministerios, su modelo debe ser el del BCR, una autonomía absoluta.

Sobre el agua domiciliaria

Milton von Hesse:

La OTAS fue creada para propiciar el cambio en el modelo de gestión, para que las EPSs no sean feudos de los alcaldes y de sus partidarios temporales. La OTAS tenía que ver la eficiencia del manejo de las EPSs, como por ejemplo la pérdida del 50% del agua que muchas veces se produce por la desviación del agua a circuitos informales. Que puedan facturar el agua producida y cobrarla. Para eso se diseñó una metodología específica.

Efectivamente, de la evaluación que hizo la OTAS, de 50 EPSs, 49 salieron recontra jaladas. La idea era que la OTAS pudiera intervenir la EPS mientras se buscaba una administración profesional que en el largo plazo pudiera transformarse en una asociación público-privada.

Pero el anterior presidente [PPK] se comprometió con los sindicatos del agua y todo quedó en nada. Hoy la OTAS está haciendo ‘una salvajada’, repartirle plata a las EPSs para el mantenimiento de las tuberías.

Gonzalo Prialé:

Habría que armar EPSs de alcance regional. En el caso de Lima, Sedapal, si se lograse que se contrate gerencia de largo plazo con el sector privado, con compromiso de inversión y de metas de cobertura y de tarifas. Hay mucho espacio para hacer una gestión eficiente y reducir las pérdidas.

Hay que desideologizar el tema del agua y de considerar que la inversión privada en agua es un delito.




La política clientelista y antisocial

La política clientelista y antisocial

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

En los últimos años se ha ido afirmando un comportamiento perverso en la política peruana, se han confundido las prioridades y hoy prevalece la búsqueda del bienestar de los servidores públicos sobre los ciudadanos, de los agentes intermediarios sobre los usuarios finales.

Esto se ve con claridad en el caso de los maestros (agremiados) versus los alumnos, o en el caso de los transportistas (agremiados) versus los pasajeros, o en el caso de los trabajadores de Sedapal y de las EPSs versus los usuarios del agua.

La diferencia entre unos y otros, entre los servidores públicos y los ciudadanos, es que unos, los primeros, están de alguna manera agrupados o agremiados, el político puede dirigirse a ellos y otorgarles prebendas; en cambio, los ciudadanos y usuarios de los servicios, son una entelequia, son una abstracción de individuos desconectados entre sí.

La consecuencia de esta terrible trampa, que no permite la mejora de los servicios públicos en la educación, la salud, el transporte, etc., es que las normas producidas por las autoridades tienen focos gremiales que muchas veces son absolutamente contrarios a los intereses del ciudadano común.

El caso de la educación

Los maestros de la educación pública están forzosamente afiliados a un sindicato único, cuyo estatuto habla de la lucha de clases, de una opción ideológica y no de un compromiso educativo.

Todos los intentos por mejorar la calidad de la educación pública fracasan por la incapacidad del gobierno de privilegiar a los alumnos sobre las dirigencias magisteriales. No se puede implantar la meritocracia y los sustanciales aumentos de remuneraciones que se vienen haciendo no conllevan compromisos de mejora de la calidad educativa.

Por esta situación es que gran parte de los ciudadanos retiraron a sus hijos de las escuelas públicas y los llevaros a colegios privados, que según las últimas pruebas Pisa tienen mucho mejor calidad. Ver la evidencia en Lampadia: Públicos y privados aliados por la educación.

Lamentablemente la pandemia ha desorganizado dramáticamente la educación en el país, y el Estado ha aprovechado para debilitar la educación privada.

El caso de la salud

Hoy día, todos tenemos muy claro el pobrísimo nivel de servicio de la salud brindada por el Estado, ya sea en los hospitales del Minsa como en Essalud, indebidamente manejada por el Estado, puesto que se sustenta en los aportes de los trabajadores y sus empleadores.

En salud, la excepción confirma la regla, hay dos hospitales de Essalud que están manejados por asociaciones público privadas en la modalidad de bata blanca. O sea, el concesionario: diseña, invierte, construye, equipa, contrata a los médicos, enfermeras, técnicos y administradores y presta el servicio. Todo ello con compromisos minuciosos de estándares de servicio, ya sean costos debidamente acotados, días para la atención o para intervenciones quirúrgicas, etc.

Este es el caso de los hospitales Alberto Leopoldo Barton Thompson en el Callao y del hospital Guillermo Kaelin de la Fuente en Villa María del Triunfo. Ver información al respecto en Lampadia: Las APP han generado servicios de salud de alta calidad.

Pero este modelo de gestión que ha probado ser muy eficiente desde hace seis años, no ha podido ser replicado por el Estado o Essalud, por la oposición de los sindicatos y gremios de los servidores públicos y de los políticos que se prestan para defender los intereses gremiales.

El caso del agua potable

El caso de Sedapal en Lima y de las EPSs en las regiones es clamoroso. Se desperdicia entre el 40 y 50% del recurso, no se factura todo lo producido, abunda la corrupción y se proteje a los servidores públicos que hasta heredan sus puestos a sus hijos, como en Sedapal.

La cobertura del servicio es insuficiente, el servicio no siempre se da las 24 horas, con los riesgos que ello conlleva. Y muchos ciudadanos tienen que subir los cerros cargando baldes de agua por los que tienen que pagar diez veces más que los ciudadanos de los mejores barrios de Lima y provincias.

La evidencia del desastre de gestión es clarísima, los diagnósticos son claros, pero está prohibido políticamente hablar de servicios privados, de asociaciones público privadas, o de otras formas de intervención del sector privado.

Un episodio oprobioso relativamente reciente, fue el que protagonizó el presidente PPK, cuyo lema era agua para todos, que claudicó ante un sindicato de Sedapal y condenó a Lima a mantener un servicio público clamoroso.

Conclusión

Como vemos pues, esta trampa de privilegiar a los intermediarios de los servicios públicos a costa de condenar a servicios paupérrimos a los ciudadanos, debe terminar.

Esperamos que en el proceso electoral en ciernes, algunos candidatos valientes y sensatos, pongan el tema encima de la mesa; y que los medios de comunicación hagan un esfuerzo de buena prensa, dejando de servir de caja de resonancia de la mala política.

Condenar a los ciudadanos a malos servicios, pudiendo tenerlos mejor, es absolutamente inmoral. Es hora de que los ciudadanos (no agremiados), elijamos con nuestro voto la defensa de nuestra calidad de vida. Lampadia




¡AGUA!

¡AGUA!

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 20 de septiembre de 2020
Para Lampadia

El famoso hashtag – #LávateLasManos – resultó más una ofensa, que una sana recomendación. Efectivamente ¿acaso el Gobierno no sabía que millones de peruanos no tenían agua… ni para lavarse las manos? Peor aún ¿no sabía que 1´600,000 familias – o sea, 8 millones de peruanos – no tenían casa para cumplir el #YoMeQuedoEnCasa? Me refiero – por supuesto – a viviendas con agua, desagüe, luz, etc.

Por otro lado ¿acaso no sabe el Gobierno que en esta época del año – entre mayo y octubre de cada año – millones de agricultores y ganaderos languidecen por falta de agua? Más aún ¿no sabe que durante las temporadas de lluvias – entre noviembre y abril de cada año – se pierde cualquier cantidad de agua dulce en el mar?

La institucionalidad del agua en nuestro país – tal como está – no tiene remedio. Por ello, mi propuesta al respecto es blindar los asuntos del agua, y alejarlos lo más posible de la política. Mejor dicho, de la politiquería. Una autoridad autónoma – tipo Banco Central de Reserva (BCR) – debe ocuparse de los quehaceres del agua. SEDAPAL no debería depender del Ministerio de Vivienda. Y el agua potable en todo el país no debería estar en manos de los municipios provinciales y distritales.

¿Por qué? Pues porque han fracasado. Por otro lado, los Ministros de Vivienda cambian a cada rato. En los escasos dos años de gobierno del presidente Vizcarra ha habido cinco Ministros de Vivienda. Y los alcaldes cambian cada cuatro años. El hecho es que, con los cambios de ministros y alcaldes, cambian también los directorios – y hasta las gerencias – de las empresas de agua.

Por ello, las Empresas Prestadoras de Servicios de Saneamiento (EPS), y las Juntas Administradoras de Servicios de Saneamiento (JASS) se han convertido en antros de corrupción… y clientelismo político. Conclusión; millones de peruanos no tienen agua.

En el agro, la situación es igual… o peor. La institucionalidad del agua para riego – bajo el ámbito del Ministerio de Agricultura – no sirve. La Autoridad Nacional del Agua (ANA) y sus derivadas locales; incluso las Juntas de Usuarios de Agua de Riego (privadas) son un fracaso. El pésimo manejo de las aguas de lluvia, la escasez de agua en los estiajes, y la proliferación de pozos ilegales – entre mil otras deficiencias – son una muestra palpable del fracaso institucional en cuestión.

La autoridad autónoma propuesta debería ocuparse del agua, en todos sus aspectos. Es decir, del agua para consumo humano; y del agua para la agricultura, ganadería, energía, minería, industria, turismo, medio ambiente, pesca, etc. La clave está en que la nueva institución no dependa de los políticos de turno… ni ministeriales, ni municipales. Repito. Que sea autónoma, como lo es el BCR.

Las empresas de agua potable pueden seguir siendo de propiedad estatal. Pero la gestión del servicio debe recaer en empresas especializadas. Pocas empresas – debidamente supervisadas por la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (SUNASS) – deben gestionar eficientemente el servicio del agua potable y alcantarillado en todo el país.

La solución al problema de escasez de agua radica en la Siembra y Cosecha de Agua. Reservorios en las cabeceras de cuencas – miles de pequeños y medianos reservorios –, plantaciones forestales y pastizales – millones de hectáreas de bosques y pastos –, andenes, zanjas de infiltración, cochas, etc. Es decir, todo lo que retenga las aguas de lluvia arriba, para disponer de ellas en los estiajes… aguas abajo. La Siembra y Cosecha de Agua debe aplicarse a lo largo de toda la Sierra… desde Cajamarca hasta Puno. Esa debiera ser una de las principales labores de la autoridad autónoma del agua.

Y en cuanto al uso del agua para fines agrícolas… el énfasis debería estar en el riego tecnificado. Es decir, sacarle el máximo provecho al agua… aprovechando hasta la última gota. La idea es tener agua todo el año. Sobre todo, en las comunidades alto andinas.

¡No a la politiquería en los asuntos del agua! Como dice la Doctora Nicole Bernex del Instituto Científico del Agua (ICA). Un mundo sin agua no es posible. El agua es nuestro ADN. Por ello, hay que blindarla de los políticos. Lampadia




Organismos Constitucionales Autónomos

Organismos Constitucionales Autónomos

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 3 de julio de 2020
Para Lampadia

Como les consta a muchos de mis lectores en Lampadia – y a mis seguidores en las redes sociales – estoy obsesionado con el fracaso del Estado peruano. Me refiero – por ejemplo – al fracaso de los servicios públicos de salud y educación. Al fracaso de la seguridad ciudadana y la seguridad jurídica. Nadie está seguro… ni siquiera en su casa. Y en el ámbito jurídico o judicial… peor. Poderoso caballero es don dinero. Pregúntenles – si no – a los litigantes y / o a los millones de microempresarios y vendedores ambulantes. ¿Cómo los tratan los inspectores municipales o la policía? O peor aún ¿cómo los tratan los jueces y fiscales?

¿Cómo no obsesionarse con el fracaso estrepitoso de las empresas municipales de agua y saneamiento, y de limpieza pública? ¿Y qué decir de los alcaldes – y regidores – mafiosos que promueven las invasiones y el tráfico de tierras, para lucrar luego con negocios tan soterrados como la venta de esteras y agua en cisternas… ciertamente no aptas para el consumo humano? ¿Y la lucha contra la corrupción? ¿Acaso no vamos de mal en peor en este asunto?

La pregunta es ¿por qué tantos fracasos estatales? ¿Por qué tanto maltrato a la población y tanta corrupción en el Estado? ¿Por qué? Pues bien – en mi opinión – el clientelismo político es la madre del cordero. Eso de que cada autoridad estatal – presidente, ministro, congresista, gobernador, alcalde, o magistrado – cambie a los funcionarios de sus instituciones cada vez que entra a trabajar para el Estado… ¡he ahí el problema! El nulo valor de la carrera pública en el sector público. La ausencia total de la meritocracia a la hora de contratar a servidores públicos. ¡Esa es la causa del fracaso del Estado!

Sin embargo, aparece la interrogante: ¿porqué el Banco Central de Reserva (BCR) es tan buena institución? ¿Acaso no es tan estatal como las demás instituciones públicas? Claro que sí. Entonces ¿qué diferencia al BCR de los hospitales del Ministerio de Salud, o de las empresas municipales de agua y saneamiento? ¿Por qué los Richard Swings no están en el BCR y sí – cual cardúmenes de gente corrupta e inoperante – atiborran a las demás instituciones estatales?

La respuesta a esta interrogante está en los denominados Organismos Constitucionales Autónomos. ¿Qué dice la plataforma digital del Estado a ese respecto? (https://www.gob.pe/estado/organismos-autonomos) Cito entre comillas: “La Constitución política, para la salvaguardia del estado de derecho y la mayor eficiencia en la ejecución de algunas labores, ha constituido algunos organismos autónomos, que no dependen de ninguno de los poderes del Estado. ¡Bingo! ¡La Constitución lo dice! ¡Sí se puede!

Me refiero a que sí se podrían constituir Organismos Constitucionales Autónomos para mejorar – por ejemplo – la salud pública. Y la educación. Y lo mismo se podría aplicar para el agua potable… que es un fracaso estrepitoso a nivel nacional. Y para la infraestructura pública… que es un caos. Y para el deporte. Organismos especializados en diversas funciones que no dependan de ningún poder del Estado. Es decir, que no dependan de los caprichos de los políticos de turno. Y que rindan cuenta a la ciudadanía… tal como ocurre en el caso del BCR.

Por ahí va la solución al pernicioso clientelismo político en la mayoría de las instituciones estatales peruanas. Los peruanos deberíamos exigir una verdadera revolución institucional estatal, y replicar el modelo del BCR en las demás instituciones públicas. Despolitizar todas las instituciones estatales fracasadas… y autonomizarlas – si cabe el término – de acuerdo con lo que establece la Constitución. Imponer la meritocracia, el profesionalismo, la carrera pública, y la permanencia de los buenos funcionarios públicos… independientemente de la alternancia política en el Estado.

Organismos Constitucionales Autónomos. Grabemos en nuestras memorias esas tres palabras. Organismos Constitucionales Autónomos. O como hacían nuestros maestros cuando nos portábamos mal, y – de paso – para que aprendamos machaconamente la lección. Escribamos 100 veces Organismos Constitucionales Autónomos. ¡Y sin ningún error ortográfico ni ninguna tachadura! Lampadia