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Necesitamos un Acuerdo Político además de un nuevo Gabinete Ministerial

Fausto Salinas Lovón
Cusco, 03 de abril de 2018
Para Lampadia

Quienes crean que la crisis política se superará con un nuevo Gabinete Ministerial y designando ministros que “salgan a la calle”, que “no sean de San Isidro” o que “tengan mejor comunicación política”, se equivocan y parecen no haber entendido lo que sucede hace dos años en el Perú.

La caída de PPK no es atribuible únicamente a sus antiguos conflictos de intereses durante el Gobierno de Toledo y a sus graves errores políticos.  Es la obvia y advertida consecuencia de la incapacidad de los vencedores de las elecciones del 2016 (Fuerza Popular y Peruanos por el Cambio) de arribar a un punto de encuentro político y, haber permitido que la estupidez política de uno y otro lado agudice el conflicto y los dañe a ambos, en distinta medida.

LAMPADIA ha sido el medio más definido en favor de un acuerdo político por el Perú y quien escribe este artículo ha abogado junto con otros peruanos por la necesidad del mismo para dar sentido a los resultados electorales del 2016, donde el país optó por la economía de mercado y el modelo de crecimiento económico que el señor Humala estancó (El Perú no necesita una segunda vuelta – 14.04.2016, ¿Acabará la estupidez política peruana? – 15.12.2016, Vayamos a un acuerdo político de coincidencias básicas – 27.04.2017, No basta el diálogo, se requiere un acuerdo político inmediato – 06.07.2017).

Ni el claro mandato electoral del 2016, ni las lecciones de la historia política peruana que mostraban que ningún gobierno constitucional sin mayoría parlamentaria concluyó su mandato democráticamente (Bustamante 1948, Belaunde 1968 y Fujimori 1992), fueron suficientes. Los intereses domésticos de ambas fuerzas políticas hicieron que la lección de la historia no se tome en cuenta, impidieron el acuerdo (más allá de que la responsabilidad de unos sea mayor que la de los otros) y nos llevaron a la crisis pasada, cuya factura para el país es incalculable.

Felizmente, el Presidente Vizcarra, en su discurso inaugural ha dado a entender que tiene una mejor lectura de lo que sucede y ha hablado de la necesidad de poner un “punto final a la política de odio y confrontación que ha causado daño a paísy ha propuesto a todas las fuerzas políticas “un pacto social”.  

Sin embargo, bastará que el nuevo Presidente comprenda el problema y la necesidad del Acuerdo Político? ¿Será suficiente que Fuerza Popular entienda también esta necesidad por su propia supervivencia y a pesar de los intereses subalternos y menores de algunos de sus miembros?

Me temo que no.

Hay demasiados “radicales libres” o actores sueltos en la política nacional que no entienden la necesidad de este consenso político mínimo o no lo desean por sus intereses particulares o porque apuestan por el ‘reset’ político, que incluye nuevas censuras ministeriales, investigaciones, vacancias y como no, nuevas elecciones. Y estos actores sueltos se hallan en uno y otro bando y en todos los sectores políticos y pueden echarse abajo el Gabinete Villanueva, en menos de lo que todos deseamos. Por ello, lo que menos importa hoy día es saber si los nuevos ministros, muchos de ellos respetables e idóneos, saldrán a las calles a gobernar o comunicarán mejor su gestión. Lo que importa es que haya un acuerdo político que garantice la gobernabilidad y viabilidad de la segunda etapa de este gobierno.

Para algunos este acuerdo debe existir, pero puede ser tácito. Para otros, entre quienes me cuento, debería ser explícito y quienes llevaron al país al borde de la ingobernabilidad, debieran asumir la tarea de co-gobernar, como necesaria expiación política que demuestre que no solo obstruyen sino también edifican y que su mayoría parlamentaria no sólo está conformada por Bienvenidos, Mamanis o Becerriles, sino también por personas capaces de poner el hombre para reconstruir el país.  El acuerdo tácito puede crear la coartada de que no se asumirá el obvio desgaste político de todo gobierno; pero a mi juicio será insuficiente para reconstruir un caudal político destruido por acto propio. Sólo la redención de una buena gestión gubernativa compartida puede hacer que el Fujimorismo purgue los pecados cometidos y tenga alguna viabilidad futura. Asimismo, es necesario que Mercedes Aráoz, Juan Sheput y los izquierdistas más responsables, aplaquen sus dolores y dejen de jugar a la desestabilización del nuevo gobierno. 

¿En este acuerdo político hay lugar para otros sectores políticos? Yo creo que sí.

Todos aquellos que quieran sumar a la gobernabilidad y el desarrollo deben ser bienvenidos, en la medida en que respeten el claro mandato de las ánforas de abril del 2016, que son las que mandan, antes que los gritos en la calle de algunos profesionales del desorden o los alaridos anónimos e inorgánicos de otros en las redes sociales.

Por ello, no debemos creer que baste un nuevo Gabinete Ministerial. Es imprescindible un Acuerdo Político que evite mayores desgracias a nuestro país. Lampadia




Vayamos a un acuerdo político de coincidencias básicas

Vayamos a un acuerdo político de coincidencias básicas

Muchas veces hemos insistido en clavar puyas a nuestra clase dirigente, que no se caracteriza precisamente por su presencia en el debate nacional. Hoy día nos da mucha satisfacción compartir con nuestros lectores, un artículo preparado por tres cusqueños que representan a una de las pocas ‘reservas de ciudadanos con vocación y compromiso cívico’, que tenemos en el país.

El artículo de los ínclitos, Carlos Milla Vidal, Fernando Ruiz Caro y Fausto Salinas Lovón, hace un llamado, aún oportuno, como lo califican ellos, a la sensatez política, para juntar esfuerzos entre quienes tenemos una misma visión del país. Lampadia hace suyo este  planteamiento que viene desde el corazón del Perú. 

Carlos Milla Vidal
Fernando Ruiz Caro
Fausto Salinas Lovón
Cusco, 26 de abril de 2017
Para Lampadia

Un año atrás,  en este mismo medio, planteamos la conveniencia de evitarle al país una segunda vuelta electoral. Mencionamos que la confrontación de una segunda vuelta iba a dar protagonismo o por lo menos cabida a los planteamientos (de la izquierda)  que el país mayoritariamente rechazó y que se “mediatizaría la victoria de la economía de mercado y la sociedad libre”. Ver en Lampadia: El Perú no necesita una segunda vuelta

Advertimos que “se alimentaría inevitablemente la confrontación y la violencia y daría espacio para que el violentismo y el extremismo izquierdista radical que ya asomó en esta elección vuelva a tener protagonismo. Los peruanos no necesitamos más confrontación, necesitamos reconciliación

Señalamos que resultaba “innecesario explotar las divergencias en una segunda vuelta electoral cuando lo que conviene al país es desarrollar las coincidencias y sinergias” y exigimos madurez a nuestra clase política.

Propusimos, por todo esto, que se avance a  “un acuerdo de coincidencias básicas entre PPK y FP” que permita “hacer realidad las mejoras, reformas y ajustes que los ciudadanos esperan en el Estado, la economía y la política nacional”. Un acuerdo que establezca  “una agenda política inmediata y dar garantías suficientes al pueblo peruano de respeto a la institucionalidad democrática, a la alternancia en el poder y de que se combatirá la corrupción”.

Señalamos que un acuerdo de este tipo permite “garantizar la continuidad de políticas de Estado y dar muestras de gobernabilidad y madurez política superiores, que se traducirían inmediatamente en buenas señales para los mercados, la inversión y la generación de empleo y riqueza, únicas fuentes para derrotar la pobreza y avanzar en el desarrollo humano”.

Ahora, un año después, cuando las diferencias políticas entre FP y PPK han paralizado el país, han detenido la economía cuyas proyecciones de crecimiento ya están por debajo del 3%, y luego de que el norte de nuestro territorio ha sido gravemente afectado por desastres naturales, es momento de insistir en un acuerdo de este tipo, donde se establezcan las coincidencias básicas entre las dos principales fuerzas políticas del país y se busque el bien del Perú ante todo.

Para este acuerdo de coincidencias básicas sugerimos algunos puntos de acuerdo inmediato e imprescindible:

  • Posición unitaria, firme y activa de Ejecutivo y Parlamento para que la diplomacia peruana, en representación de la Nación Peruana asuma el liderazgo  internacional en la campaña para restablecer el orden democrático en Venezuela y  el respeto de los derechos humanos, la autonomía de la Asamblea Legislativa y las libertades políticas en esa Nación, mediante la exigencia de la intervención efectiva de la OEA a través de la Carta Democrática Interamericana, la condena de todos los países latinoamericanos  y el retiro de la legación diplomática venezolana de nuestro país. Una posición de este tipo permitirá conocer el grado de compromiso democrático de FP.
  • Consenso para adoptar medidas concertadas que permitan recuperar el crecimiento económico por encima del 5% anual, incluyendo medidas para otorgar un verdadero fast track para los grandes proyectos de inversión pública  y una reducción radical de las licencias y los permisos que traban las iniciativas privadas, todo lo cual hará posible recuperar el dinamismo de la economía y la generación de miles de empleos para nuestros compatriotas que cada días incrementan la lista de desempleados.

  • Acuerdo por la educación que permita una verdadera reforma magisterial y una educación de calidad. Sin consenso y con disputas como las vistas el 2016, el fanatismo comunista del SUTEP y sus intereses continuarán destruyendo el futuro de nuestros hijos.

  • Revisión de la descentralización y mejora de la eficiencia en la gestión de los recursos descentralizados, mediante la priorización de las inversiones regionales en las líneas de acción nacional en materia de infraestructura, salud y educación, a fin de evitar el uso dispendioso, ineficiente y corrupto de los recursos en las Regiones y Municipalidades.

  • Reforma y reducción del Estado, irresponsablemente acrecentado por las administraciones anteriores y en particular por el Gobierno Humala, poniendo topes a la contratación pública, racionalización de personal, evaluación de gestión,  ratios de eficiencia, entre otros indicadores que eviten que los gobiernos descentralizados sean una coladera de recursos públicos.

Estas y otras urgencias de nuestro país son mayores que hace un año, por lo tanto, la necesidad de un acuerdo político es imperativa. Hemos perdido un año, pero no es demasiado tarde para que las principales fuerzas políticas antepongan a sus intereses electorales el único objetivo válido en nuestra política: el bienestar de los peruanos.

No faltarán quienes desde otras fuerzas políticas tiren piedras a esta posibilidad. No faltarán aquellos que desde dentro petardeen el acercamiento. No faltarán quienes desde su tribuna alienten el conflicto. Sin embargo, nada de eso debe detener la posibilidad de un acuerdo de coincidencias básicas que otorgue estabilidad política al país, dinamismo a la gestión pública, confianza a los mercados y ciudadanos y que relance la economía para evitar que millones de compatriotas que salieron de la pobreza en los últimos 20 años regresen a ella en los siguientes meses.

Nuestra clase política y en particular FP y PPK debe estar a la altura de esta responsabilidad y debe adoptar con firmeza las medidas que hagan posible este y otras coincidencias básicas,  por encima del cálculo electoral. De lo contrario, el país les recordará su incapacidad de poner por encima de todo, los intereses del Perú. Lampadia




La ‘Pax Política’ solo dura dos días en el Perú

La ‘Pax Política’ solo dura dos días en el Perú

Reconociendo una agradable sorpresa, el viernes pasado (31 de julio) publicamos en Lampadia: 14 Partidos políticos suscriben acuerdo – Sorprendente y excelente iniciativa política. Este acuerdo no podía venir en un mejor momento, pues la política peruana estaba muy crispada y el discurso presidencial generó más polarización.

Había el temor de que la campaña electoral, que aparentemente se estaba  iniciando muy temprano y con mucha agresividad, pueda seguir deteriorándose y llevarnos a una mayor devaluación de la política nacional.

El comunicado firmado por 14 partidos, incluyendo el del gobierno, con la firma de la Primera Dama y Presidenta de Gana Perú, hacía abrigar las esperanzas de un apaciguamiento deánimos.

Lamentablemente, solo dos días después, el Presidente de la República organizó una entrevista con Raúl Vargas, que fue propalada por calles y plazas. Lo malo de este evento es que el Presidente rompió la floreciente ‘pax política’ que pretendía el comunicado de los 14 partidos.

El dicha entrevista (televisada el domingo 2 de agosto) el Presidente atacó injustamente al sector privado y a los empresarios peruanos por no colaborar con el país y precipitar la caída de la inversión puessolo apostaban por el futuro cuando las cosas eran fáciles.

En buena cuenta culpó a los empresarios por la debilidad de su gobierno, el cual no supo aprovechar las capacidades del país para seguir creciendo, reduciendo la pobreza y la desigualdad.

No se dio cuenta de que en 2013, la inversión superó por primera vez el 28% del PBI. Eso significa que en el Perú se invirtieron aproximadamente US$ 55,000 millones ese año, de los cuales la inversión extranjera se aproximó a unos US$ 14,000 millones, el Estado invirtió otro tanto y el resto, unos US$ 27,000 millones,los invertimos los peruanos: entre las empresas grandes, medianas, pequeñas y los ciudadanos.

Este fue, hace tan solo un año y medio, el mejor indicador de confianza y de apuesta por el futuro de las empresas y los ciudadanos.

Desafortunadamente, las grandes confusiones del gobierno en cuanto al rol del Estado y del sector privado, la ausencia del Estado de Derecho, las contradicciones de sus funcionarios más importantes, el ambiente de polarización permanente y la soledad del Gobierno, peleado con tirios y troyanos; hicieron colapsar la tranquilidad y confianza en el futuro inmediato. A esto se sumó la cadena de hechos de corrupción destapados en las regiones, la subsiguiente paralización de la inversión pública que, además, se agravaría por el cambio de autoridades regionales y locales a principios de este año.

Dos días duró la esperanza. Ahora se volvió a desatar la confrontación, las críticas, los resentimientos, en pocas palabras, un ‘todos contra todos’ que nos lleva al suicidiode la clase política.

Parece que tenemos que pedirle al señor Presidente que haga la paz con sigo mismo, como paso previo a abrir los brazos al resto de los peruanos. Señor Presidente, los fracasos son solamente el camino al éxito de los luchadores. Hasta ahora ha perdido la batalla, pero no la guerra. Lampadia

 




No, we can´t!

No, we can´t!

Por Antonio Navalón

(El País, 09 de Noviembre del 2014)

Ha terminado la era Obama. Seguro que el presidente estadounidense cuenta las horas que le quedan para seguir durmiendo en la Casa Blanca. Es más, creo que si le fuera posible dimitir, seguramente se lo pensaría. Son los rasgos de las actuales crisis mundiales: la pérdida de liderazgo, la ausencia de referentes y la capacidad de consunción de los mensajes y los discursos políticos y sociales. Los resultados de las recientes elecciones legislativas de mitad de mandato son una derrota no sólo de Obama, sino de una manera de (no) entender la política. No comprendió que en 2008 fue elegido no sólo por ser el candidato de la esperanza, sino por ser el hombre de quien se esperaba que corrigiera las desviaciones que habían colocado al mundo al borde del precipicio.

Las dos guerras (Afganistán e Irak), derivadas y heredadas del 11-S, colocaron en una posición muy difícil a Barack Obama. Latinos y mujeres le dieron la victoria dos veces. En estos últimos comicios no es que esos dos colectivos hayan cambiado de opinión, es que han sido unas elecciones curiosas. Por ejemplo, nunca había habido 100 congresistas mujeres en la Cámara de Representantes. Pero pese a esas peculiaridades, hay una realidad aplastante: Obama no ha sido capaz de hacer ni un sólo acuerdo político. Es un gran orador, pero un pésimo presidente. El día que aceptó ser premio Nobel de la Paz, cuando en su trabajo y en su sueldo estaban dos conflictos pendientes de ganar, debimos haber descubierto la inconsistencia entre sus discursos y su actuación política.

Obama solo tenía un camino al llegar al poder, tras la grave degradación moral por la acumulación de crisis (militar, política, y económica): enfrentar, asumir y gobernar, desde una contundencia que no se atrevió a aplicar. Los banqueros, responsables de la crisis financiera y de otros hechos que acabaron llevando al líder demócrata al Despacho Oval, quedaron impunes.

Es evidente que hay una recuperación económica y que, en parte, se debe a su política, pero también lo es que la falta de firmeza y la confusión del Gobierno de Washington han hecho que amplias capas de la población hayan perdido la fe en que sirva de algo votar por él o por los demócratas.

Para América Latina también se abre un proceso porque quien quiera sustituir a Obama, deberá entender que llegó el momento de abrir, sobre otra base, el diálogo con las Américas. No habrá una política interna estadounidense sin una redefinición de la política exterior. Ejemplo: ¿Qué posición adoptará Estados Unidos en el caso mexicano? ¿Qué relación tendrá con Brasil? ¿Cuál con Centroamérica, con el Caribe y con todos esos países que, a lo largo de estos años, han ido viendo como el miedo, la insensibilidad o los problemas domésticos estadounidenses han castigado sin clemencia a los sin papeles, pero también a los con papeles que viven en el imperio del Norte?

Los olvidados por Obama son fundamentales para determinar, básicamente, las presidenciales de 2016. Lo peor que se puede decir de Obama con relación a América Latina es que no ha sido mejor que el Partido Republicano que con George W. Bush, dejo el subcontinente a su suerte. Al igual que su antecesor, en estos años el presidente demócrata ha intentado ocuparse del mundo, dejando América Latina en el olvido, algo que ya no será posible para su sustituto. Así como Obama se ha sentado dos veces en el Despacho Oval gracias al voto latino, para poder formular un trato, un pacto o un nuevo acuerdo, el próximo inquilino de la Casa Blanca deberá tener una política de emigración que pase por la solución de tanta acumulación de tragedias humanas.

No es verdad que los populistas del Tea Party hayan sido los más terribles opositores de todos los tiempos. En la historia reciente, hubo mandatarios como Roosevelt, que también tuvo una oposición republicana feroz y no sólo consiguió ganar varias elecciones, sino que fue capaz de gobernar. También hay que recordar en los 90 cuando Newt Gingrich, presidente de la Cámara de Representantes durante cuatro años, y su Contrato por América se convirtieron en el azote de Bill Clinton por el escándalo desatado tras el caso Lewinsky. Asi que el Tea Party no es mucho peor de lo que fueron esos ejemplos anteriores.

Lo que ocurre es que Obama entiende las formulaciones políticas, pero nunca ha querido aprender qué hacer para cumplir sus promesas. Tras seis años en el poder, no ha conseguido desarrollar el arte de lo posible, que eso es la política.

Con las negociaciones de paz en curso en Colombia, con la reestructuración profunda de la política de Brasil, con el problema de la impunidad planteado ahora ya a cara de perro en México y con la situación de violencia que vive Centroamérica o el aislamiento de una parte de Surámerica —con la excepción de Perú—, Estados Unidos necesitará articular una conversación, con presupuestos diferentes y nuevos, los que todo el mundo esperaba que hubieran sido la estrategia de la relación de Obama con América Latina. Sin embargo, eso no pasó y a los americanos que hablan español ni siquiera se les dio la oportunidad de un nuevo amanecer como les planteó a los musulmanes en su célebre discurso de la Universidad de El Cairo.

Ahora, es relevante saber a quién seguir la pista, pero más importante averiguar el cómo y mientras tanto ir apuntando en el libro de la Historia que el primer presidente nacido de YouTube, héroe del cambio, a través de las redes sociales, ha periclitado su mandato en un ocaso que es, sobre todo, comunicacional. Resulta curioso el silencio del gran comunicador.